suplemento cultural - hp 456

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Comunicante Comunicante Comunicante VIERNES 03 DE JULIO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 36 El proceso de Kafka El 26 de abril de 1925, un año después de la muerte de su autor,ve la luz uno de aquellos libros que duelen. Es el tronco tradicional al que pertenece la creación de Kafka. Juan Pueblo Con la misma saña que ayer, y más ayeres aún, el Sol descarna la fuga nocturna de los sueños de Juan y le arranca del dulce anonimato del olvido. Una historia anónima y cotidiana Redacción Comunicante Pág. 7 Juan L. Simental Pág. 8 Porfirio Díaz Luces y sombras A 100 años de su muerte, el régimen del General Porfirio Díaz debe ser analizado y sometido a un juicio más integral y equilibrado. Fue más que un dictador sanguinario, generador de desigualdad y entreguista al extranjero, como lo describen los libros oficiales de Historia. Por: Ricardo Bonilla Págs: 4 y 5

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Porfirio Díaz: Luces y sombras

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ComunicanteComunicanteComunicanteVIERNES 03 DE JULIO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 36

El proceso de KafkaEl 26 de abril de 1925,

un año después de la muerte de su autor,ve la luz

uno de aquellos libros que duelen.

Es el tronco tradicional al que pertenece la creación de Kafka.

Juan PuebloCon la misma saña que ayer, y más ayeres aún, el Sol descarna la fuga nocturna de los sueños de Juan y le arranca del dulce anonimato del olvido.Una historia anónima y cotidiana

Redacción Comunicante Pág. 7 Juan L. Simental Pág. 8

Porfirio DíazLuces y sombras

A 100 años de su muerte, el régimen del General Porfirio Díaz debe ser analizado y sometido a un juicio más integral y equilibrado. Fue más que un dictador

sanguinario, generador de desigualdad y entreguista al extranjero, como lo describen los libros oficiales de Historia.

Por: Ricardo Bonilla Págs: 4 y 5

Editor / Ricardo Bonilla Diseño / Grupo Editorial HADEC

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VIERNES 03 DE JULIO DE 2015

El 3 de julio de 1953, las mexicanas votan por primera vez en elecciones federales. Se reconoció el derecho al sufragio femenino gracias a la organización y participación de las mujeres en los foros feministas demandando derechos ciudadanos, solo que ese avance no se materializó sino hasta por lo menos dos décadas después, debido a que en la mayoría de los casos seguían siendo los hombres quienes decidían lo que sus esposas, hijas o hermanas debían hacer.

Traducir a Nabokov

(Murió el 3 de julio de 1971).

“Soy el hombre de la libertad, esa es toda la

fortuna que tengo”,

Jim Morrison.

Traducir a Nabokov supone traducir a un admirable traductor que, además,

opinó y pontificó de manera constante, irónica y tajante sobre el arte de traducir: “Al verter Eugenio Onieguin del ruso de Pushkin a mi inglés he sacrificado todo elemento formal, incluyen-do el ritmo yámbico cuando su conservación impedía la fidelidad, en favor de un significado pleno y cabal. He sacrificado a mi ideal de literalidad cuanto el melindroso imitador aprecia por encima de la verdad (la elegancia, la eufonía,

la claridad, el buen gusto, el uso moderno e incluso la gramática)”.O bien, hablando de la traducción de sus propios poemas rusos al inglés: “Tan solo he aceptado un pequeño compromiso: cuando ha resultado posible, he dado la bienvenida a la rima, o a su sombra; pero no le he torcido la cola ni a un verso en pro de la consonancia; y el metro original no ha sido conservado si ello exigía reajustes de sentido”. ¿Qué se puede hacer al traducir a Nabokov sino traducirlo como a él le gustaba traducir, es más,

como él se traducía a sí mismo? Rigurosa fidelidad. Ahora bien, para ser enteramente fiel a Nabokov y a su espíritu hay que tener bien presente que él jamás era del todo sincero: sus traducciones pueden ser muy fieles porque de vez en cuando comete una infidelidad; y, por supuesto, poseen elegancia, eufo-nía, claridad, buen gusto... Javier Marías Habitación de hotel: No cama del todo, no del todo banco. / Papel pintado: un amarillo tor-vo. / Un par de sillas. Un espejo bizqueante. Entramos, mi som-

bra y yo. Con vibrante sonido abrimos la ventana; se desliza hasta el suelo el reflejo de la luz. Es la noche sin aliento. Lejanos perros / con variados ladridos fracturan el silencio. / Inmóvil, me quedo junto a la ventana, / y en la negra vasija del firma-mento / como gota dorada de miel refulge / la pulposa luna. Sebastopol, 1919. (Basado en el libro “Desde que te vi morir”, de Javier Marías en homenaje a Nabokov; Letras Libres, mayo de 1999. Vladimir Nabokov murió el 2 de julio de 1977).

Nomás por hablar de algo…Las Efemérides

Un 2 julio, de 1566, fallecimiento de Nostradamus; de 1778, muere Jean-

Jacques Rousseau; de 1877, nace Hermann Hesse; de 1961, muere Ernest

Hemingway; de 1977, muere Vladimir Nabokov; de 1999, muere Mario Puzo.

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VIERNES 03 DE JULIO DE 2015

SATÍN Y SEDA

Al mal tiempo... ¡la cara estará infame!

Nadia Bracho

La verdad, no he necesitado de una aspirina desde hace muchos meses, pero después de este “diagnóstico de

personalidad” me sentí en enfermedad terminal

Actitud.- Postura del cuerpo huma-no. Disposición de ánimo manifes-tada exteriormente. La Pontificia y

Real Academia Española.Actitud.- Disponibilidad de buen carácter

con que una persona normal amanece, pero se va deteriorando conforme se lava los dientes y se calza el zapato para salir a enfrentarse al mundo con absolutamente “nada qué ver” con lo que pensaba de sí mismo al levantarse. El siempre amargado y nunca igualado El Vulgo.

-Hola, querida -ojo, ¡alerta!, quien dice “querida” es que no tiene la menor idea de su nombre o, en el peor de los casos, es alguien que le pedirá prestado un libro, su esmalte de uñas favorito o que le recoja al niño del colegio.

-Hola -contesté dudosa al saludo y des-pués miré sobre mi hombro. Seguro y me ha pasado, si la perso-na sufre de estrabismo, respondo yo y abraza a mi vecino, quedándome en una incómoda y bo-chornosa situación.

-Sí, querida, a ti te saludo. ¿Cuánto hace que no nos vemos? ¡Qué placer verte!

-El placer es mío. ¿Tú cómo estás? -res-pondo con más confianza.

-Pues, la vida ha sido buena conmigo, pero tú te ves muy cansada -la sonrisa se me congeló en el acto y estuve a punto de corregirle ese concepto y puntualizarle que la noche anterior había dormido “como un lirón”: mi almohada se amoldó perfecta-mente a mi cráneo, las cobijas no se mo-vieron de su lugar y, afortunadamente, los niños tenían asueto por ser el Día de Todos los Santos. Pero me contuve, era como de-cirle “esa es mi cara normal, ¿¡Ok!?”.

-Sí, fíjate que estoy un poco desvela-da, los niños, tú sabes... y luego la mu-chacha que no llegó el lunes. En fin -y

sostengo con valentía la mirada y

más la sonrisa.-¡Qué barbaridad! El otro día te divisé por

aquí y sí te observé algo ojerosa... ¡pero ahora estás terrible!

-¡¿En serio?! -contesté con asombro y miré de soslayo mi reflejo en un carro estacionado.

¿Terrible?, pensé, pero si en la mañana antes de salir me di un beso a mí misma al verme en el espejo, ¡me sentí genial!

-¿Estás enferma? Te ves muy pálida -prosi-gue mi “mejor amiga” en el ataque. Pues la ver-dad no he necesitado de una aspirina desde hace muchos meses, pero después de este “diagnós-tico de personalidad” me sentí en enfermedad terminal y solo pude mover con desconcierto la cabeza, bajando los ojos en señal de abatimiento.

-¡Claro!, ya lo decía yo. Pero mis amigas del jueves dijeron que así eras tú: pálida, desmotiva-da y ojerosa, y que nunca te has visto más que

cansada -termina triunfante de su veredicto.

Mi cuerpo dio un paso atrás, pero mi alma quería darle un puñetazo en la cara, pero después vino mi reac-ción donde intervino el sub-consciente. Abrí la boca, los

ojos, las fosas nasales y tosí como enfermo en la última etapa de tuberculosis.

-Lo que necesitas son unas vitaminas. Por cierto, yo tengo unas que vendo y me han salido buenísimas...

“¡Ya salió el peine!”, ex-clamé en mi mente, ya que no podía hablar por el ataque de tos. Si yo decía que las que te saludan con un “querida” no son nada bueno.

-El tratamiento consta de unas pastillas que te las tomas cada tres horas con un líquido que vas a preparar para que lo uses todo el día. Te untas esta crema para quitarte las ojeras y por la noche te pones cataplasma de lodo, el cual te voy a dar en bolsitas, ya que es extraído de aguas termales de los volcanes de Toluca. Esto te va a ayudar

muchísimo. Mucha gen-te me ama por todo lo que las he ayudado. Las he convertido en personas totalmente nuevas, renovadas y bellas –explica eufóri-ca-. ¿Qué dices? ¡Atrévete a cambiar ahora! -después de e s o se hizo un silencio abrumador, donde se escu-chaba solamente el canto de un grillo, parecía que el mundo se había paralizado y solamen-te esperaba mi respuesta para seguir su movi-miento de rotación.

-Pues... -comencé a decir.-¡No te arrepentirás! -me interrumpió.-Me gustaría que...-¡Estamos hablando de ti, quiérete un

poco!-Es que yo...-¡No es posible que vayas por la vida con

esa cara!-¿Mi cara?...-Hazlo por tus seres queridos, ellos me-

recen algo mejor.-¿Estamos hablando de un suicidio?...-¡Por supuesto que no! Es el tratamiento

que está hecho para ti, especialmente para ti.-Yo creo que...-Está bien, te lo mando a tu casa y cada

quincena me dejas el abono. Son 16, contan-do esta que entra. Adiós, querida, fue un placer conversar contigo. Que te vaya bien, ¡chula!

“¿Chula?”, me sor-prendió lo rápido que funciona el tratamiento

que me acababan de vender, hace aproxima-damente tres palabras y una coma era “un cuasiemo desilusionado” y ahora, con solo la promesa de tomar el tratamiento, me ha subido a un escalafón en la pirámide de be-lleza. Vuelvo a ser yo misma y a recobrar mis fundamentos. Todo está en la actitud.

Esto te va a ayudar muchísimo; mucha gente

me ama por todo lo que las he ayudado

¿Qué dices? ¡Atrévete a cambiar ahora! Después de eso se hizo un silencio

abrumador…

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Porfirio DíazLuces y sombras

El régimen del General Porfirio Díaz debe ser analizado y sometido a un juicio más integral y equilibrado

Cien años se han cumplido del falleci-miento del general Porfirio Díaz Mori, aunque su muerte comenzó cuatro años

antes. Se le fue la vida al abordar el Ypiranga, rumbo a Europa, el 31 de mayo de 1911, dejando a un país que comenzaba a arder en llamas. A su vieja Oaxaca y un pasaje escrito de los últimos cincuenta años en la historia central de México. Hoy sus restos permanecen en el cementerio parisino de Montparnasse.

Y aunque la historia oficial se empeñe en una Revolución que derrocó al porfirismo, su renuncia a la Presidencia para evitar el de-rramamiento de sangre en México es poco citada, al igual que sus aciertos. Las ansias de legitimidad del sistema político que surgió de este movimiento que cimbró al país se mues-tran en cada palabra antiporfirista escrita.

Después de la Revolución, el nuevo régimen político trata de legitimarse y para ello dice que el anterior fue muy malo y que tuvo una serie de problemas, y sí los tuvo, al igual que esa inca-pacidad de distribuir la riqueza de una manera más equitativa, pero también modernizó el país. No se vale ya la idea de los héroes y los villanos, según el régimen político que se va legitiman-do, expresa el historiador y académico Miguel Vallebueno Garcinava.

“Es muy relativo en los vaivenes del poder quiénes están o no en el candelabro del santo-ral oficial, depende de eso. Díaz, Ni héroe ni vi-llano, ¿es el héroe de Calpulalpan cuando nos conviene y el dictador tirano cuando no nos conviene, o es una persona que estuvo metida en un proceso de modernización del país con todo lo que conlleva y las dificultades para mo-dernizar un país como México?”

Y refuta los saldos de la Revolución Mexi-cana que para él se han exagerado en pro de la justificación de un régimen, “no soy por-firista, pero sí se ha maniobrado con todas las figuras políticas de la historia, sucede con la figura de Benito Juárez, Antonio López de Santa Ana, José de Iturbide, entre otros más”.

“Como una bisagra se tendría que ver a Por-firio Díaz entre la tradición y la moder-

nidad, en un país que ni acaba de ser

tradicional ni acaba de ser moderno, eso nos da una perspectiva nueva de Díaz”, subraya.

Se acabó la época de los héroes o villa-nos, todo depende del régimen político y de una visión más académica de la historia, donde los héroes y villanos no existen. “So-mos grises, no somos ni blancos ni negros”.

A Porfirio le tocó vivir el gran boom del imperialismo mundial que trajo con-secuencia las dos guerras mundiales en el siglo XX; en los 1890’s en el mundo fue una época de enorme auge económico, en un modelo capitalista que luego entró en crisis. Como los ingleses modernizaban la India con el ferrocarril, Porfirio Díaz lo ha-cía en México; le tocó ser el protagonista, “pero eso no quiere decir que su grandiosi-dad y personalidad natural lo hayan hecho superior a cualquiera”, añade.

En su gobierno completa el proceso mo-dernizador político y económico que ya se estaba perfilando para poner al país en el orden mundial; abre la puerta a la inversión

extranjera, al ferrocarril, pone un modelo urbano de ciudades, por primera vez.

“Le da una paz, forzada, una paz de ‘mátalos en caliente’, pero finalmente paz; mucha gente que vivió en esa época, después de sufrir las asonadas militares, los bandidajes, añoran ese momento im-portante de la vida del país”.

Desde el 25 de mayo de 1911, en que presentó su re-nuncia, comenzó un nuevo capítulo en la historia, para unos oficializada y maquillada por viejos rencores, por los vencedores de la Revolución, para otros mutilada en partes que explican el origen del régimen, su trascen-dencia y el contexto histórico para darle una interpreta-

Las ansias de legitimidad del sistema político que surgió de la Revolución se muestran en cada palabra antiporfirista

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Porfirio DíazLuces y sombras

El régimen del General Porfirio Díaz debe ser analizado y sometido a un juicio más integral y equilibrado

Por Ricardo Bonilla

ción más integral, con errores y aciertos.Pasar de la historia “oficial” antiporfirista y prorre-

volucionaria, y aquellas descripciones de Díaz -conside-radas por algunos historiadores irrisorias- como tirano despiadado, pilar de la esclavitud y autocracia, asesino del pueblo, que hizo el periodista norteamericano John Kenneth Turner en su libro México bárbaro, publicado en 1909, a Paul Garner y su libro Del héroe al dictador, una biografía política; la Biografía del poder, de Enrique Krauze, y muchas más, en donde se muestra a un Porfirio con sus luces y sombras.

Historiadores como Paul Garner sugieren que el régi-men del General Porfirio debe ser analizado y sometido a un juicio más integral, desde su participación heroica en la Guerra de Reforma, la intervención francesa; la etapa del porfiriato, el antiporfirismo y el neoporfirismo en el que se analiza con equilibrios.

Díaz es más que un dictador sanguinario, generador de desigualdad y entreguista al extranjero, como lo des-criben las versiones oficiales con las que crecieron varias generaciones, a través de los libros oficiales de Historia en escuelas. Hay mucho más que contar. Se le juzga de dictador, pero puso a México rumbo a la modernidad.

El historiador y director del Museo Nacional de la Revolución, Miguel Ángel Berumen Campos, por su parte, señala que “Porfirio Díaz es un gran hombre du-rante la intervención francesa, pero luego siente que le toca el momento de acceder al poder, en donde sus ideales se desdibujan”.

“Yo no digo que sea 100 por ciento un hombre malo para la historia, hay que entender a Díaz en el contexto de un país que acaba de perder la guerra con uno de los países que se estaba convirtiendo en uno de los más poderosos del mundo; él hereda un país con muchos problemas y es un presidente que trata de consolidar una nación”.

A 100 años de su muerte, luego de su exilio voluntario y una vida de modesta en su departamento en la capital parisina, en México se comienzan a avivar más volun-tades por reconciliar esa parte de la historia, desde la realización de misas en su natal Oaxaca y otros lugares, exposiciones fotográficas y diferentes objetos en la Uni-versidad Iberoamericana, conferencias, homenajes, hasta la iniciativa ciudadana de repatriar sus restos con hono-res desde Francia hasta la iglesia de La Soledad, en Oaxa-ca, al lado de su madre, conforme a su última voluntad.

“No me importaría si llegan o no restos a México, como de ningún héroe de la República; el culto de la personali-

Díaz es más que un dictador sanguinario, generador de

desigualdad y entreguista alextranjero, como lo describen los

libros oficiales de Historia

dad nos ha hecho mucho daño en este país”, considera Miguel Vallebueno Garcinava.

Aunque advierte que su repatriación se prestaría a una reinterpretación y manipu-lación de la historia, sobre todo del aparato oficial; “no deberíamos prestarnos a ese tipo de cosas.

¿Para qué lo traen?, ¿para una nostalgia?”.Miguel Ángel Berumen Campos, a su

vez, argumenta que no habría problema si se le vincula con esa época gloriosa de Díaz, de su juventud, de general que pe-lea contra extranjeros; “pero no estaría de acuerdo que se reivindique toda su vida”.

“Así somos los seres humanos, te-nemos algunas etapas que no son tan santas, tan buenas.

Tener eso en mente ayudaría mucho a valorar a los personajes históricos”, insiste.

Porfirio Díaz Mori vivió sus últimos años en Francia, enterado de los movi-mientos en México. El triunfo electoral de Francisco I. Madero, las rebeliones contra el régimen maderista; del golpe de estado de Victoriano Huerta y del asesinato de Madero y Pino Suárez. No pudo evitar ese derramamiento de sangre como su renun-cia sugería.

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ILos gatos de HemingwayLos encargados de la Finca Vigía de las afueras de La Habana, donde Ernst Hemin-gway vivió y escribió Por quién doblan las campanas, cuentan a los visitantes la his-toria de los gatos. En el piso intermedio de la torre donde escribía, Hemingway llegó a tener cuarenta gatos. La finca tiene tres lápidas que recuerdan la fecha de partida y los nombres de los tres perros que mu-rieron ahí. No hay nada igual sobre los ga-tos. Cuando moría alguno, Hemingway se reservaba la tarea de enterrarlos y lo hacía por la noche, a salvo de la mirada de pa-rientes y sirvientes, en lugares que sólo él sabía y que permanecen desconocidos. En-tre los gatos hubo uno loco, que atacaba a los demás, hería a las hembras y desollaba a sus rivales machos. Una y otra vez, salta-ba sobre los otros, interrumpía sus mansas convivencias o sus ruidosos apareamientos con su furia incesante, caprichosa y salvaje.

Conforme creció, se hizo monstruoso, más fuerte y agresivo que ninguno, como un tigre vuelto gato, inconforme con su suerte. En su enésimo hecho de riña y sangre, He-mingway tomó la decisión de sacrificarlo para conservar a los otros. Los sirvientes se ofrecieron como ejecutores. Hemingway los detuvo: “A los míos los mato yo”, dijo y se re-cluyó en la torre con el gato loco y una botella

Retratos de HemingwayA propósito de su muerte (su suicidio), el 2 de julio de 1961

de whisky. Bebió whisky y acarició al gato, hasta que puso una escopeta sobre su cabeza y disparó. Los sirvientes subieron atraídos por el disparo. Encontraron a Hemingway lloran-do junto al gato. (“Los gatos de Hemingway”, Héctor Aguilar Camín; nexos, julio de 1999).

El arte de la ingratitud—¿Qué tiene que ver todo esto con Hemingway?

—Hay algo que no pasa a las biografías: la presencia viva del escritor. Quien lea hoy acerca de José Revueltas o Rosario Castellanos pensará que ambos llevaron una existencia de continuo tormento y eran la imagen misma del dolor. En realidad fueron dos de los seres humanos más gratos, ingeniosos y diverti-dos que recuerdo. Máscaras, me dirás. Pero el mundo todo es máscaras. ¿O no?

Hemingway, dicen, era una personalidad muy atractiva. Sabía escuchar, cosa rarísima, y te hacía sentirte bien en su compañía. A cam-bio de todos sus actos de generosidad, queda un rasgo ominoso: no perdonaba a sus bene-factores, pagaba la devoción con hostilidad.

—”A menudo, si un hombre recibe bien de otro / se le despierta un ímpetu homici-da”, escribió Rosario Castellanos.

—Su ingratitud con Sherwood Anderson y con Gertrude Stein me parece tan mons-truosa como su conducta respecto a sus amigos Fitzgerald y Dos Passos. En cambio, se portó bien con Pound y dijo que le en-viaría al manicomio de Saint Elizabeth’s la medalla del Nobel. Incumplió su promesa: la prendió en el manto de Nuestra Señora de la

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“La obra clásica es un libro que todo el mundo admira, pero que nadie lee”

Caridad del Cobre, otro golpe de genio para ganarse al público hispanocatólico. (“He-mingway y el imperio de la nada”, José Emi-lio Pacheco; Letras Libres, agosto de 1999).

Afortunado en el juego,

desafortunado…

en la pescaNo se puede tener todo en la vida, así como el buen Dios reparte aquí y allá sus virtudes, desperdigadas, hay el que nació guapo y hay el que nació inteligente; uno y otro. Claro que hay garbanzos de a libra que son excepción de la regla. Por eso, o se tiene fortuna en el amor o se tiene fortuna... en la pesca.

Es la historia de Santiago, ese al que de joven llamaban El Campeón luego de pulsear dos días, sin interrupción, contra el negro aquel, imponente. Pero la hazaña de Santiago no fue suficiente para atraer la gracia mayor: repetir en el mar una proeza de tales tamaños. Con los años de él se de-cía que era un pescador sin suerte.

La vida se iba, se le acababa, y eso de pasar por ella sin gloria o con solo una que era ya era un lejano recuerdo, eso era una injusticia de las grandes. A Santiago le aguardaba una batalla aún, la última, no solo en contra de un gran pez, sino de toda una existencia marchita y en pleno epílogo. El final, el triste final, es de sobra conocido. (Comunicante. El 4 de mayo de 1953, “El viejo y el mar”, de Ernest Hemin-gway, ganó el Premio Pulitzer).

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acusación escrita de su delito, pero el pro-ceso sigue inexorablemente.

En el último capítulo, dos caballeros de levita y sombrero de copa se presentan al anochecer en su casa y lo conducen a las afueras de la ciudad, lo desnudan, hacen que se siente en el suelo, lo cambian mu-chas y fatigadas veces de postura, le apo-yan la cabeza en una piedra y se cambian extrañas cortesías con un cuchillo... K. ve asomarse un hombre a una ventana y le-vanta sus brazos y pide justicia; mientras el cuchillo se hunde en su espalda, dice: “¡cómo un perro!”.

El proceso de KafkaRedacción Comunicante

“Precisamos libros que obren sobre nosotros como una desgracia, que nos duelan como la muerte de alguien a quien queríamos

más que a nosotros mismos...”

Kafka nació el 3 de julio de 1883

“Todo el conoci-miento, la tota-

lidad de pregun-tas y respuestas

se encuentran en el perro”

A partir de cier-to punto no hay retorno. Ese es

el punto que hay que alcanzar

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“La literatura es siempre una expedición a la verdad”

IEl 26 de abril de 1925, un año después de la muerte de su autor, ve la luz “El proceso”, uno de aquellos libros que duelen, donde se mezclan lo grotesco y lo fantástico, la esperanza y el absurdo; es el tronco tra-dicional al que pertenece la creación de Franz Kafka.

Nació en Praga el día 3 de julio de 1883. De niño fue uno de los estudian-tes más brillantes. A los 16 años leía ávidamente a Nietzsche, sentía verda-dero entusiasmo por Darwin, por el socialismo y el ateísmo. Se doctora en Derecho a los 23 años.

Su vida sentimental fue accidentada y poco feliz: se compromete en 1914 y rompe su compromiso tres años des-pués, cuando se declara su tisis y ha de emprender su penosa peregrinación por distintos sanatorios; dos años esca-sos duran, de 1920 a 1922, las relacio-nes con Milena, seguidas también de fracaso. Solo el último año de su vida encuentra la mujer que parecía ofrecer más estable equilibrio a su vida: la ju-día Dora Dymant.

Muere en el sanatorio Kierling, cerca de Viena, el 3 de julio de 1924; tiene 41 años. El médico y amigo que le asiste escribe: “su ros-tro es tan severo, rígido, inaccesible, como era severo y limpio su espíritu, (...) un rostro de rey, del más noble y viejo linaje”.

II“El proceso” trata de un inocente emplea-do de banco que es detenido la mañana de su cumpleaños, acusado de algo descono-cido. Para sus interrogatorios es citado en domingo, a fin de que no interrumpa su trabajo. Cuando trata de convencer de su inocencia al funcionario judicial, no hace

más que provocar grandes risas de los que le escuchan. Jamás logra ver una

IIIAlbert Camus, Nobel de Literatura en 1957, caracterizado por un estilo vigoro-so y conciso, que refleja la sensación de alienación y desencanto, habla de “El pro-ceso”:

“José K. es acusado, pero no sabe de qué. Quiere, sin duda, defenderse, pero ignora por qué. Los abogados encuentran difícil su causa. Entre tanto, no deja de amar, de alimentarse o de leer su diario. Luego le juzgan, pero la sala del tribunal está muy oscura y no comprende gran cosa. Supone únicamente que lo conde-nan, pero apenas se pregunta a qué. A ve-ces duda de ello y también sigue viviendo. Mucho tiempo después, dos señores bien vestidos y corteses van a buscarle y le invitan a que les siga. Con la mayor cor-tesía le llevan a un arrabal desesperado, le ponen la cabeza sobre una piedra y lo degüellan. Antes de morir, el condenado dice solamente: ‘como un perro’”.

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Con la misma saña que ayer, y más aye-res aún, el Sol descarna la fuga noctur-na de los sueños de Juan y le arranca

del dulce anonimato del olvido. Sin encanto en el rostro ni abolengo de apellido, se adivina co-mún entre tantos de su condición, que arras-tran la existencia en el cotidiano laberinto, des-andando rumbos que no tienen destino. Ser para siempre un errante.Los ojos de Juan miran sin mirar. Un ansia fa-miliar lo abate entre las cuatro paredes raídas que lo engendran cada día. Vivir un día más, de eso trata la suerte.Una voz noticiosa encuen-tra motivos en el clima, en la relatoría habitual de las cosas que pasan, las cosas que ha-cen la vida, que suceden siempre en alguna parte y van urdiendo la trama, la historia que es siempre la de alguien, aunque hay historias que no importan. Como la suya. Otra vez, como cantó Sabina, “las noticias no hablan de ti”. Juan mira la bolsa de té hundirse en el agua humeante de la taza. Chile y tortillas, manzanilla para remediar la temprana protesta de intestinos cansados de aquel sabor vuelto a repetir.Luego llenar la solicitud Printaform que podría abrirle las puertas del Gobierno, solo falta la foto. Desde que quitaron las cabinas de instantáneas la vida es más difícil. Falta la foto. Para barrer pasillos y oficinas y baños en el Gobierno, tendrán que creer que ese “Juan” es él.La pepena ya no es como antes. A veces encontraba algo para vender: cartón, papel, botellas, desechables para la recicla. Allí en-contró su colchón y aquellos vasos rojos de plástico; el montón de libros que vendió por kilos, ¡ciento cincuenta pesos por un rato de mierda y moscas! Pero un día alguien tuvo la idea de formar un gremio, que porque así les iría mejor, pero había que dar una cuota o dejar lo mejor para los que organizaron el Sindicato, así le decían. Se acabó el negocio. Luego fueron los malabares, aventar pelo-tas, y echarse a la bolsa cien o hasta 150 pe-sos según el semáforo, pero con el tiempo ya casi nadie quiere dar; cada día pasan los mis-

Historias anónimas que se cuentan todos los días,

y que nadie escuchaFortuna y amor, designios de la buena suerte…

aunque algunos prefieren el olvido

mos y se les enfría la caridad. Uno de esos siempre le gritaba: “¡ponte a trabajar hue-vón!”. Como si no fuera trabajo tiznarse la cara y aguantarse la vergüenza. Alguien le dijo que dejaba más echar lumbre por la boca, “es que das lástima”. Sí deja más, veinte o hasta treinta más que por cachar pelotas. Lo malo es que luego la comida ya no sabe, en la boca se hace permanen-te el sabor del diésel. Se come por hambre, cuando empiezan los torzones es que ya es la hora. La piel se abre, al principio arde, pero después se hace dura, como de cuero viejo, y luego ya no se siente nada, si acaso el calor y las quemadas cuando se te regre-sa el chorro y te caen pringos en la ropa. Lo malo es que pareces mariguano, los ojos se ponen rojos, bien rojos, Cuando no estás aventando lumbre los demás hasta se bajan de la banqueta cuando te los cruzas. Quién sabe si en el Gobierno acepten a uno que parece vicioso, pero para barrer en las no-ches no hace falta estar bonito.Juan no terminó la primaria, en su rancho casi nadie la termina. Un día llegaron los de la alfabetización y pusieron una antena y una tele. Iban a empezar las inscripciones cuando

VIERNES 03 DE JULIO DE 2015

quitaron la antena y se llevaron la tele, que mejor buscarían otro rancho más cerca de la carretera y donde hubiera más gente. Enton-ces, con Pedro y Toño, se salió de su casa, de-cían que se iban a ir “al Norte”. Un día llegaron a la frontera, pero no les fue bien. A Toño se lo llevaron policías vestidos de negro, decían

que tenía cara de ratero conocido y, como nadie lo conocía, allí lo dejaron, en los separos, “hasta que turnaran su caso”. Pedro se asustó y al otro día se regresó al rancho; no lo ha vuelto a ver, no ha vuelto a ver a ninguno. Desde entonces Juan vive solo, con el recuerdo de

un Norte que ya no recuerda.Hoy amaneció sin hambre, sabe que si no lo contratan en el Gobierno tendrá que ir de nuevo a las calles, a echar lum-bre y a que le tengan miedo porque parece mariguano... o volver, regresar a la tierra seca

donde los hombres también se secan, allí donde el futuro pasó rodeando, donde solo quedan viejos que todos los días, en las tardes, se cuentan los mismos recuer-dos, que saben de memoria pero igual se los cuentan otra vez. Allí donde se aprende a esperar nada, solo la quietud insípida de mo-rir sin prisa y en paz. Juan no quiere volver. Aunque sospecha que el Norte ya no tiene dirección, no hay tampoco a qué volver. Queda solo seguir, hundirse hasta el cuello en la historia colectiva y anónima. Uno más entre los tantos resignados a vivir.“¡Hoy llegará para ti la fortuna! Los ne-gocios que emprendas se verán envuel-tos en un repentino giro de la buena suerte. El amor tocará a tu puerta”, dice la voz noticiosa en el radio de pilas desde el buró... fortuna y amor. Juan se confor-ma con la soledad de oficinas y pasillos en medio de la noche, y la dulce tenta-ción de perder la memoria y olvidar el Norte y olvidar la tierra seca que tampo-co le recuerda.Afuera, el rugir inhóspito de la calle es-pera devorar el abandono de ese hombre solo. Juan Pueblo es su nombre.

Por Juan L. Simental