suplemento cultural - hp 385

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Comunicante Comunicante Comunicante VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 24 Ángel del Harlem: 100 años de Billie Holiday Si alguien supo interpretar desde lo profundo de la emoción desgarrada fue Billie Holiday, considerada por algunos críticos musicales como “la mejor vocalista del siglo XX” “Invertir en la cultura, como en carreteras” Los gobiernos deben ir entendiendo que impulsar la cultura no es un acto de bondad o “para la foto”, sino una dimensión que puede generar desarrollo económico: Miguel Úsuga, ex ministro de Cultura de Medellín, Colombia Teilhard de Chardin apuesta por la esperanza y la alegría de sentirse hombre; "somos seres espirituales con una experiencia humana” Por: Juan L. Simental Págs: 4 y 5 Adrián Meraz Pág. 7 Ricardo Bonilla Esparza Pág. 6 La consumación del Cristo Cósmico Proscrito por la Curia y la ortodoxia

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La consumación del Cristo Cósmico

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Page 1: SUPLEMENTO CULTURAL - HP 385

ComunicanteComunicanteComunicanteVIERNES 10 DE ABRIL DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 24

Ángel del Harlem: 100 años de Billie Holiday

Si alguien supo interpretar desde lo profundo de la emoción desgarrada

fue Billie Holiday, considerada por algunos críticos musicales como “la

mejor vocalista del siglo XX”

“Invertir en la cultura, como en carreteras”Los gobiernos deben ir entendiendo que impulsar la cultura no es un acto de bondad o “para la foto”, sino una dimensión que puede generar desarrollo económico: Miguel Úsuga, ex ministro de Cultura de Medellín, Colombia

Teilhard de Chardin apuesta por la esperanza y la alegría de sentirse hombre;"somos seres espirituales con una experiencia humana”

Por: Juan L. Simental Págs: 4 y 5

Adrián Meraz Pág. 7 Ricardo Bonilla Esparza Pág. 6

La consumación del Cristo Cósmico

Proscrito por la Curia y la ortodoxia

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VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015

Gatsby, la tragedia de perseguir lo inalcanzable

Editor / Ricardo Bonilla Editor / Daniel Azdar Diseño / Grupo Editorial HADEC

Nomás por hablar de algo…La Efeméride

El 10 de abril de 1919 Emiliano Zapata fue asesinado en la Hacienda de Chinameca, Morelos. “La tierra es de quien la trabaja”, dijo el Caudillo del Sur. Pero el motivo por el que se incorporó a la Revolución fue el hecho de haber raptado a una jovencita, ya que Zapata era conocido por ser un hombre muy enamoradizo. Además de ella, Zapata se casó dos veces más. (Wikipedia).

(murió el 8 de abril de 1973)

“El objeto del arte es quitar el polvo a la vida diaria de nuestras almas”

Pablo Picasso

Francis Scott Fitzgerald de-cía que la vida es un asunto romántico y por eso se-

guramente logró maravillarnos con uno de los personajes más perdedores y, al mismo tiempo, más triunfadores y soñadores que ha dado la literatura por libros como “El gran Gatsby”.Jay Gatsby es el nuevo héroe del siglo XX, hecho a sí mismo sin demasiados escrúpulos. Es un fronterizo, un aventurero, pero también un romántico, alguien capaz de arriesgarse

hasta las últimas consecuencias por ir detrás de un simple brillo. Y ese brillo es Daisy Buchanan, traslúcida como la ternura, bella como sus vestidos, su casa y su hijita, y tan aparentemente frágil como los diamantes.En medio del calor del verano derrama su mirada lánguida sobre un Gatsby que acaba de salir de las tinieblas con una deslumbrante mansión, buenos trajes, champán, coches, flores, con todo lo que hace juego con la risueña voz

de Daisy “llena de dinero”. Pero la distancia es abismal, una profunda herida, porque Daisy y su marido respiran un dinero tan antiguo como el fondo de los mares y no recién llegado como el de Gatsby.La novela se publicó en 1925, en el optimista y alegre cora-zón de la era del jazz, en que “un centenar de pares de zapa-tos de plata y oro levantaban un polvo luminoso”. Desolada, irónica, poética, cruel, tierna y hermosa hasta lograr hacer de

la frivolidad y de las enormes gafas del doctor T.J. Eckleburg dos trágicos referentes de la vida contemporánea.También Scott Fitzgerald tenía algo de su personaje. A los vein-ticinco años ya era un escritor de éxito y, sin embargo, se dejó devorar por la euforia del tiempo que le tocó vivir, por su mundo, por sus sueños. (“El gran Gatsby nunca deja de enamorarnos”, Clara Sánchez, El País; 14 de mayo de 2013. “El gran Gatsby” se publicó el 10 de abril de 1925).

El 11 de abril de 1983 murió Dolores del Río. El 8 de abril de 1914 nació María Félix. Entre las dos hubo innumerables afinidades, una de ellas, quizá la más

significativa, es que son las únicas a las que en México puede aplicarse el término “diva”. Hoy, dicen muchos,

esa palabra ha perdido buena parte de su significado original,

al haber sido mancillado por los medios para describir a mujeres solo “famosas”, que no llegan a la estatura total de la diva.

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Satín y Seda

Lengüetas, cintas y algoritmos… al cuadrado perfecto

Por: Nadia Bracho

VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015

Si lo que vale la pena se hiciera fácilmente, cualquiera lo haría

-¿Puedes abrocharme los tenis? –pregunta el niño de nueve años al entrar a la cocina. Mi segundo hogar, no se pue-

de decir que la casa en sí, ya que la mayoría de mi existencia como madre de familia la he pasado la-vando platos. ¡Ah!, por cierto, el primer hogar es el carro, donde hago de chofer de mis hijos.

-¡Claro!, acércate a la silla y... ¡¿cuáles te-nis?! ¿Dónde están?, ¿los tienes escondidos?, ¿quieres que vayamos por ellos a tu recámara?

El niño dejó a sus anchas que me exten-diera en mis preguntas tantas veces como fuera necesario y luego, con cara de “es más que suficiente, soy un hijo, no mártir”, me interrumpe.

-¡Mamá, los traigo puestos! -¡¡¡Eso!!! –interrumpí mi expresión al ver

el semblante del escolar. Con la ceremonia que requiere observar un zapato tenis, me inclino con una reverencia. Primero lo miro: una “bola” de piel reforzada, en lugar de cos-turas unas “tachuelas” y una lengüeta que no parecía tal. Lo toco y, ¡efectivamente!, es un objeto duro y rugoso. Luego lo huelo, verifi-cando que es un zapato nuevo.

No alcancé a realizar la prueba sonora, guiándome más por instinto que por la lógi-ca de que un “tenis no sabe cantar”.

-¿Ya ves mamá? ¡Es un tenis! –bien, me dije, y me esforcé por no externar lo que realmente sentía (esto no es un tenis, es un bote de basura reciclado para usarlo en los pies). Me agaché y me enfrenté a “eso”.

Después de dos minutos que me parecieron horas, me aclaré la voz y fui al encuentro de dos ojos escudriñadores y un ceño fruncido.

-Perdona, hijo, ¿dónde están las cintas? –con la postura característica de un niño en etapa de la preadolescencia, se toma el pelo, lo sujeta fuertemente para dejarlo entre un modelo “último mohicano” y “Bart Simpson”

y, con un suspiro reprimido, se agacha y me da instrucciones.

-Aquí en la lengüeta –despacio, se levanta, se saca una segunda lengüeta, se quita la fun-

da del tenis y... ahí están las cin-tas. Y yo que pensé que no había nada más difícil que cruzar un flujo continuo de tráfico, encon-tré algo que lo supera con creces. Con mano temblorosa me acerco al “enemigo” y comienzo a inda-

gar entre lengüetas, fundas, otras lengüetas, zíper, cierres, botones, candados... ¡Qué es esto!, después de ocho minutos doy con las cintas. Las tomo por los extremos y tiro de ellas. Frustrada, le pregunto al niño:

-¿Estás seguro de querer ponerte estos tenis?-Sí –responde seco. -¿No quieres elegir otro par de tu clóset?-No...-Estos no te combinan con

lo que llevas...-Estos me gustan... -Te doy 50 pesos...-Eso es “mordida”, mamá...-No me importa...Sostuvimos la mirada por

unos segundos; en esa lucha de titanes solo iba a haber un ganador: el más apto, el más fuerte.

-Está bien hijo, yo te abrocho las cintas del tenis -suspiré resignada.

¿Conoce el método del tejido antiguo de alfombras babilónicas de 14 nudos? Pues eso no es nada en comparación con lo que estoy abrochando en el zapato de mi hijo. Una cinta me llevaba a un agujero y la otra a una rajadu-ra que no sé con qué motivo se hizo; se “ator-nillaban” en unos como ganchos y luego subía para desaparecer en el otro agujero. Aquí te-nía que echar mano del cálculo diferencial y dar un aproximado de cuánta cinta nos faltaba con respecto al número de agujeros o rajadu-ras, por lo que, haciendo un análisis de pro-babilidades, saco la conclusión que no todos los agujeros deben llevar cinta y las rajaduras, efectivamente, están de adorno.

Una vez finalizado el último, con un estéti-

co “moño marinero”, me doy a la tarea de “disfrazar” el tenis: le pongo la funda que lo hace ver como bota para sala de cirugía; luego el zíper, en don-de hice acopio para cerrarlo hasta con los dientes; des-pués acomodar las lengüetas y, por último... una oración de agradecimiento desde lo más hondo de mi corazón por haber cumplido.

El niño se para satisfecho y, luego de dar tres pasos, se detiene en seco. En ese mo-

mento la sangre se me fue a los pies y luego, de inmediato, a mi garganta, porque no podía pro-nunciar palabra.

-Mamá, creo que se me hizo bola el calcetín.

-Es eso, un calcetín hecho bola, no te preocupes.

Lo volví a sentar en la silla, traje una pinzas de punta, un desarmador, las tenazas para voltear los chiles rellenos y unos chicles de menta-yerbabuena (ya tenía la boca seca del esfuerzo). Introduje las pinzas, puse pa-lanca en el tobillo, metí el desarmador que me abrió camino y tiré con todas mis fuerzas.

El calcetín quedó en su lugar, aunque yo me llevé un pedazo en la pinza; él pudo caminar y yo me tragué los chicles por el esfuerzo.

¿Cree usted que puede hacer todo lo que esté a su alcance como padre de fa-milia? Nunca será suficiente. Pero si al-guna vez le toca ver en el clóset de sus pequeños unos “seudotenis” con aspecto de “bote de basura industrial”, ¡tírelos! Es mejor quedar como tirano que como un perfecto inútil desconocedor total del arte de abrochar las cintas.

A veces lo fácil se complica, sobre todo

cuando la modernidad tiene todo que ver

En esa lucha de titanes solo iba a haber un

ganador: el más apto, el más fuerte...

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VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015

“Las grandes verdades se sienten antes de expresarse”

Pierre Teilhard de Chardin y la consumación del Cristo CósmicoPor Juan L. Simental

El jesuita evolucionista clasificado en el índice de los

autores prohibidos

Alguna vez me dijeron: “es hijo del demonio, portavoz del enemi-go”. Me hicieron saber que sus textos estaban en el nuevo catálo-go de las obras prohibidas y, él, marcado con la Letra Escarlata, el

apóstrofe terrible reservado para los peores. Una y otra vez me repitieron: “anatema es y hay que combatirlo con las armas espirituales de la fe y del conocimiento”. Su mayor pecado: ser un evolucionista.

Hoy, a la luz de los años que hacen la distancia, el buen Dios muestra la magnitud sin magnitud de su misericordia y se apiada de sus hijos, ove-jas descarriadas, incluso aquellos prontos a condenar y hacer la guerra en nombre de su santo nombre.

Pierre Teilhard de Chardin nació en Sarcenat (Auvernia, Francia), el 1 de mayo de 1881 y dejó la vida en Nueva York, EU, el 10 de abril de 1955. Pero esto dice apenas nada. Afirma la enciclopedia que “fue un religioso, paleontólogo y filósofo francés que aportó una muy personal y original visión de la evolución”; además, fue un sacerdote jesuita. Esto, seguro, fue parte del conflicto.

“Su concepción de la evolución, considerada ortogenista (ortogé-nesis, ‘los procesos que sufren los seres vivos desde la fecundación hasta su plenitud y madurez’), equidistante en la pugna entre la ortodoxia religiosa y científica, pro-pició que fuese atacado por la una e ignorado por la otra”. Nada peor que vivir atrapado en la mitad del puente, hombre de ninguna parte.

Dos fueron sus raíces fundamentales, por un lado, hijo de Emmanuel Teilhard, archivista de ocupación, naturalista de vocación; por el otro, hijo de Berthe de Dompiere, la madre religiosa que le infundió el amor al Misterio de los Misterios. Tuvo también una influencia decisiva: la de su amigo Charles Dawson, otro naturalista, quien le insufló el afán por la paleontología.

Para completar la referencia de su vida terrena, vale decir que se li-cenció en tres áreas del conocimiento humano: Geología, Botánica y Zoo-logía, todas por La Sorbona, de París, y luego vino el doctorado. En la Compañía terminó los estudios en Filosofía.

El conflicto¿Cómo nació el “error” de Teilhard de Chardin? Para entenderlo habría que remontarse en la memoria y en los años primeros. ¿Cómo negar que las influencias primordiales del ser humano son las que se adquieren en la infancia, en el hogar donde el padre y la madre son figuras sustanciales?

Quizá es que, hijo de un naturalista y de una mujer piadosa, el filósofo jesuita intentó la conciliación de aquello que vivió cuando niño: razón y fe.

Para Teilhard, la fe era una experiencia vital, no solo en el sentido trascendente de la creencia segura de un Cielo prometido, sino incluso en la experiencia del hombre finito, temporal: el desterrado del Paraíso

que debía descubrir, a contracorriente de la enseñanza del pecado ori-ginal y su condena primigenia, su filiación con la divinidad que de

antemano le había rescatado: “no somos seres humanos con una experiencia espiritual; somos seres espirituales con una experiencia humana”.

Evolución fue, tal vez, la palabra clave de su vida y esta iba más allá de la selección de las especies de Darwin: el pensamiento tam-bién es parte del proceso de cambio, de ele-vación y crecimiento; el sentido nace con la evolución del pensamiento. De otra manera, sería tan solo el movimiento de la materia: lo inmanente como su propio fin, el círculo sin fin; en otras palabras, la extinción.

Hijo de un naturalista y una mujer piadosa, ambos, raíces

fundamentales de su existencia

La fe, una experiencia vital que tiene todo que ver con la vida del hombre en la tierra

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VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015

“Las grandes verdades se sienten antes de expresarse”

Pierre Teilhard de Chardin y la consumación del Cristo Cósmico

La segunda venidaLuego la piedra de escándalo, aquella que le hizo un proscrito de la Curia y desterrado de la ortodoxia: el Cristo Cósmico y su Parusía. Para Teilhard de Chardin, la conjunción del destino trascendente estaba en el Punto Omega, “la colectividad armonizada de conciencias (...), la pluralidad de las reflexiones individuales agrupán-dose y reforzándose en el acto de una sola reflexión unánime” (El fenómeno humano, 1955). Y aunque la Con-gregación para la Doctrina de la Fe –el Santo Oficio- condenó su visión de la segunda venida de Cristo, “tal como la entiende la Iglesia”, vale atisbar a las palabras del jesuita:

“En este acontecimiento único y supremo –la Parusía-, en el que lo Histórico (nos dice la Fe) debe fundirse con lo Trascenden-te, el misterio de la Encarnación culmina y se afirma con el rea-lismo de una explicación física del Universo. Este acontecimiento aliará la Ciencia y la Mística, y permitirá a ambas partes obrar una sobre otra, intercambiar sus atributos, llegando Cristo a ser Cósmico y el Cosmos cristificado a ser objeto de amor”.

Finalmente, ¿quién puede alterar la conciencia del hombre pensante, el que sabe, que no es el mismo que tan solo cree? Solo El que Es Verdad, el que vino a traer la espada que no la paz y que inflama una hoguera que no se extingue: “era preciso que cayera sobre mí una chispa para hacer brotar el fuego”.

Si la vida del hombre en la tierra es milicia, como lo dijo el santo Job, justo es que haya una recompensa, aquella que no roe el gusano del remordimiento y que algunos llaman felicidad, esa pequeña y efímera conmoción: “para estar to-

Henri de Lubac, jesuita, destaca la continuidad de Teilhard con la Tradición de la Iglesia.

El papa Paulo VI: Teilhard, un científico que “pudo encontrar el Espíritu”; su explicación del universo manifiesta “la presencia de Dios en el universo en el principio inteligente y Creador”.

Agostino Casaroli, cardenal: “lo que nuestros contemporáneos, sin duda, recordarán (del padre Teilhard de Chardin) es el testimonio de la vida coherente de un hombre poseído por Cristo en lo más profundo de su alma. Estaba preocupado por honrar tanto la fe como la razón. (Publicado en L’Osservatore Romano en 1981).

Avery Dulles, cardenal: “aunque probablemente sería incorrecto pensar que el universo será eventualmente transubstanciado,

Teilhard identificó correctamente la conexión entre la eucaristía y la glorificación final del cosmos” (2004).

Christoph Schönborn, cardenal: “su visión fascinante sigue siendo controvertida y, sin embargo, ha representado una gran esperanza: la esperanza de que la fe en Cristo y el enfoque científico para el mundo pueden reunirse” (2007).

En 1987 el entonces teólogo y cardenal Ratzinger, luego Benedicto XVI, en sus Principios de Teología Católica admitió que uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, fue permeado por el pensamiento del jesuita francés; “Teilhard tuvo una gran visión que culmina en una verdadera liturgia cósmica, en la cual el cosmos se convertirá en una hostia viviente”.

FUENTE: Wikipedia.

De él han dicho…

talmente a gusto, para ser completa-

mente feliz, necesitaba saber que existe ‘algo esencial’ de lo cual todo lo demás no es sino un accesorio, o bien, un ornamento”.

Me dijeron, años atrás, que Teil-hard era causa de pecado y que había que combatirle con fe y conocimien-to; la batalla metafísica y espiritual. Hoy, treinta años después, solo sé que saber nada es el privilegio del aprendiz, el que está vacío de cono-cimiento y, por lo mismo, solo pue-de mirar desde el fondo del pozo en dirección de lo alto, por donde se cuela la luz. Que me perdonen las almas piadosas, no es que haya perdido la fe de antes; solo es que cambió. Hoy ha crecido... porque se completa en el hombre.

Teilhard apuesta por la esperanza y la alegría de sentirse hombre”

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VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015

Su exposición en el Seminario en Turis-mo Cultural ya lo anunciaba, su dis-curso lo confirmaba y su trayectoria lo

destacaba, aquella apuesta a la cultura como un elemento de desarrollo, no solo social sino también económico. “Así como los gobiernos invierten en carreteras, salud y educación, también deben hacerlo en la cultura”, senten-cia Luis Miguel Úsuga Samudio.

El ex ministro de Cultura Ciudadana de Medellín, Colombia, no escatima en dar ese lugar a la cultura, pero no como un aspecto meramente social, de trámite o “para la foto”, sino como un elemento a explotar en las so-ciedades, pero de una manera atinada, sin li-mitarse y respaldando la creación local, que genera una auténtica identidad y arraigo.

La cultura mexicana es muy poderosa en todas sus dimensiones, pero no se tiene esa percepción de valor entre los propios ha-bitantes locales. Hay una separación con la cultura popular; la cultura, en muchos sen-tidos, se entiende como la pintura, escultura, literatura, bellas artes, lamenta.

Sin embargo, fustiga lo común que tam-bién resulta en todos los ciclos de desarrollo aquellas autoridades gubernamentales que solo simulan “para la foto” el apoyo cultural.

Los gobiernos deben ir entendiendo con el tiempo que impulsar la cultura

y las artes no es solamente ser bue-nos, sino que es una dimensión que le puede generar desarrollo econó-

Los gobiernos deben ir entendiendo que impulsar la cultura no es un acto de bondad o “para la foto”, sino una dimensión que puede generar desarrollo económico

“Invertir en la cultura, como en carreteras”

mico a la sociedad, destaca.“Cuando se habla de carreteras, de sa-

lud, educación, no tiene discusión, pero cuando se habla de cultura no solo el go-bernante sino que la gente se pregunta cómo le van a meter plata a eso, o eso para qué, eso no sirve, pero indiscutiblemente sirve. Muchas ciudades que se transforma-ron porque pusieron la cultura como un producto para vender”.

Estimular creación local

Para Úsuga Samudio, se debe aprovechar la cultura local porque es lo que caracteriza a una ciudad; los gobiernos deben apostarles al impulso de los creadores locales; “como cuando se hace una carretera, un proyecto educativo, también debe ser en cultura, por-que es una de las capacidades importantes de una ciudad”.

“Si no se tiene la fuerza en relación con lo local y solo presentamos cosas que son univer-sales, la gente irá a otro lugar a ver eso”, añade.

Cuando se conecta ese componente de valor la gente viene acá por la cultura, a comer sus alimentos, a ver el paisaje, son elementos de la cultura local. Cuando suce-de eso, la percepción de la gente del gestor cultural va a ser más poderosa.

“Nuestros países son pobres, no pode-mos aspirar a niveles de inversión que tie-

ne Inglaterra o Alemania, pero en nues-tra ciudad hicimos una apuesta muy grande, inver-tíamos 5 por ciento del pre-supuesto en cultura; enten-dimos que la cultura es una herramienta poderosa”, recuerda.

Si bien México no está en apocalipsis como estuvo Colombia, tuvo su época dura, comienza a entender que si se conecta esa di-mensión de la cultura local, de la propia, no de las cosas externas, eso va a tener una co-nexión que se convertiría en desarrollo.

Y estimular las manifestaciones propias de la cultura local es poderoso, indiscuti-blemente eso es un activo para vender a la ciudad como un destino turístico y conectar esta dimensión con una apuesta fuerte a las industrias creativas, concluye.

“Así como los gobiernos invierten en carreteras, salud y educación, también deben hacerlo en la cultura”

Por: Ricardo Bonilla Esparza

Luis Miguel Úsuga Samudio

POR LA LIBRE

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100 años

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Los orígenes del término “jazz” son incier-tos, algunos creen que es la alteración de “jass”, término obsceno de la época Isa-

belina; para otros es el apocope de “Charles” (“Chas”), quizá el nombre de un músico famo-so; se dice también que proviene del vocablo “Jasbo”, palabra que circulaba desde hacía tiempo en el ambiente del teatro musical.

Si bien resulta difícil ubicar los orígenes etimológicos de este término, es fácil encon-trar el origen “emocional” de esta música que surge de los cantos y tonadas de los esclavos afroamericanos, el dolor y la pesadumbre en-cuentran en el ritmo y la improvisación meló-dica heredadas del África Occidental el sonido de la que es considerada la mayor aportación cultural de Norteamérica.

Es característico del jazz el hecho de que sea la interpretación la que aporte los elementos dis-tintivos a una composición, una inflexión, una cadencia o una sincopa aportada por el ejecu-tante y la pieza se torna única, es esta cualidad expresiva individual la que nos hace pensar más que -sin demeritar a los magistrales composito-res- el mundo del jazz es un mundo de intérpre-tes, sobre todo de intérpretes desgarrados.

Si alguien supo de interpretar desde lo profundo de la emoción desgarrada fue

Billie Holiday. Nacida Eleanora Fagan Gough (Filadelfia, 7 de abril de

1915), adopta su nombre artís-tico en honor de la actriz Billie

Dove, estrella del cine mudo; el apellido lo toma de quien supone es su padre: el guitarrista de jazz Clarence Holiday.

Hija de una relación entre adolescen-tes, la futura cantante tuvo una infancia errante e incierta, que incluyó el abuso sexual, la prostitución y la reclusión en una escuela católica. Descubierta hacia los 15 años por un productor musical, inicia una breve pero influyente carrera marcada igualmente por la inestabi-lidad y el riesgo constante.

Sus primeras grabacio-nes fueron con la orquesta del clarinetista Benny Good-man, obteniendo ahí sus primeros éxitos, a partir de ahí asciende rápidamente, llegando a coincidir con las figuras más importantes del jazz de la época; desafortunadamente su as-censo meteórico coincide con una creciente dependencia a la heroína, adicción que ha de acarrearle líos constantes que han de seguirla hasta (literalmente) sus últimos días.

Considerada por algunos críticos musi-cales como “la mejor vocalista del siglo XX”, Billie Holiday tuvo una carrera igual de errá-tica que su vida personal, se cuenta que podía iniciar una sesión de grabación en las peores condiciones vocales y terminarla de manera excepcional con el estudio entero rendido a su

genio; paradójico resulta también, que a pesar de vivir al margen de la sociedad (ser adicta y bi-sexual no eran precisamente cualidades cívicas encomiables), fuera una activa defensora de los derechos de los negros.

Sus últimos años se vieron ensombrecidos por la inconstancia, si bien sus canciones man-tienen la magia de sus primeros días, su vida per-sonal se va tornando cada vez más oscura, luego de estar en prisión y ser estafada hasta la banca-

rrota es sometida a un proceso de investigación judicial por po-sesión de drogas. Billie encuen-tra la muerte -por cirrosis hepá-tica- custodiada por policías en un hospital de Nueva York en 1959 a los 44 años.

La influencia de Billie Ho-liday se ha mantenido viva en cantantes que nos conmueven

por verter en su voz la experiencia de una vida difícil: Janis Joplin y más recientemente Amy Winehouse por ejemplo, así como también de aquellos artistas que hacen del escenario una plataforma de oportunidad para el cambio polí-tico; en esta línea podemos pensar a cantantes como Nina Simone o Bob Dylan; cualquiera que sea el punto del que se le mire, es induda-ble que la voz de Billie nos emociona hasta la médula. Sirvan estas sencillas líneas como homenaje a 100 años del nacimiento al llamado (por U2) “Ángel del Harlem”.

Por: Adrián Meraz Considerada por algunos críticos musicales como “la mejor vocalista del siglo XX”, Billie Holiday tuvo una carrera igual de errática que su vida personal

Si alguien supo de interpretar

desde lo profundo de la emoción desgarrada fue Billie Holiday.

Ángel del Harlem:

de Billie Holiday

POR LA LIBRE

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VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015

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“Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré”

Por Juan L. Simental

Pascua, el paso de la muerte a la vida

A la mañana tercera, luego de la crucifixión del Hijodel Carpintero, la historia apenas comenzaba

El alba era solo una sospecha y las estrellas retrasadas convertían al silencio en la conmoción fría de ese domingo, rota

solo a veces por los primeros gallos.Entre sus manos, los aromas y

ungüentos le recordaban que esa mañana su destino era el sepulcro de un muerto: el hombre que cautivó a las multitudes ahora dormía para siempre en una tumba prestada. Los gritos de la turba en sus oídos le herían el corazón. Los crucificados debían ir a la fosa común –según la ley- y para ellos, los jueces furiosos que le condenaron, él era solo un delincuente más, uno de tantos que se atrevió a la blasfemia.

Lo recordó sobre la tierra del camino, tantos caminos, con el mismo paso de todos los hombres, hablando de la libertad y de un padre que amaba incluso al hijo que había despilfarrado la dignidad; revivió su risa en medio de los niños –aquellos que sus cercanos ordenaban que se apartasen-, cuando el mundo cabía entero en la chispa vibrante de sus ojos, y escuchó de nuevo la sonrisa grande de Zaqueo –aquel público pecador de baja estatura- cuando bajaba apresurado de la higuera para abrir la puerta de su casa porque ese día el Maestro y sus amigos comerían con él.

Sus palabras seguían allí,

quebrantando la roca ancestral de los seiscientos preceptos para honrar el sábado y hacer del hombre un esclavo condenado a la servidumbre.

Le dolió el dolor de la madre del carpintero, profundo y contemplativo, como quien desgarra el velo interior y entiende la razón de los recuerdos; le dolió

el dolor de los ladrones que cobijaron la muerte del que agonizaba, la desesperanza del uno y el remordimiento del otro; le dolió el dolor del joven fiel, a los pies de la cruz, buscando una respuesta para esa muerte sin sentido; le dolió el llanto del cielo y el crujir de la tierra cuando

el suplicio de todos los hombres salió de su boca: “¡Elí, Elí! ¿Lemá

sabactaní?”, y le dolieron las

palabras a destiempo del centurión: “en verdad este era...”.

Cuando llegó a la tumba, una cueva tosca horadada en la piedra, la luz ya se reconciliaba con la vida. Nadie había, solo el canto de aves que anunciaban la mañana tercera desde la muerte de aquel justo. Nadie había, solo eso y la

roca movida... solo eso y el desconcierto de su corazón.

En el umbral sus ojos buscaron la silueta yerta del arrancado de la tierra de los vivos, del sabedor de los dolores; la mirada suya solo encontró el silencio, la paz y los lienzos donde José y Nicodemo envolvieron el cuerpo... pero estaban intactos sobre la piedra donde había descansado el crucificado, sin desorden ni violencia; únicamente los lienzos y el olor familiar del áloe y la mirra, y de flores que amaban la vida.

El sobresalto llegó abrupto, incontenible e impensado, con la potencia del caudal sonoro que desborda el dique: ¡el Hijo del Carpintero había resucitado! Tal como lo dijo, tenía el poder de entregar la vida y de recuperarla: “destruid este templo y en tres días lo reconstruiré”.Presurosa, salió y contempló la mañana, limpia, nueva. Magdalena lo supo entonces: la historia apenas comenzaba.

En la cruz, ¿fue Cristo quien murió; o fue la

muerte la que murió en Él?”San Agustín

La resurrección, un acontecimiento revolucionario

en la historia de las religiones. Ninguna de las grandes religiones de la humanidad anunció la resurrección corporal de sus fundadores o de sus profetas. La muerte fue respetada siempre”

Manuel Fraijó Nieto, teólogo y filósofo español