samir amin, escritos para la transicion

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  • 7/31/2019 Samir Amin, Escritos Para La Transicion

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    La Paz Bolivia, agosto de 2010

    Samir Amin

    Escritos para

    la transicin

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    ESCRITOS SOBRE ECONOMA POLTICA, MUNDIALIZACIN,MILITARISMO, CRISIS ECONMICA Y ALTERNATIVAS

    Para la transicin

    Samir AminVicepresidencia del Estado Plurinacional de BoliviaCon el apoyo de Oxfam

    ISBN: XXXXXXDepsito legal: 4-1-240-10POLa Paz Bolivia

    Edicin: Lourdes MonteroGonzalo Gozalvez

    Diseo de tapa: Martn Moreyra B.

    Distribucin gratuita

    Impreso en BoliviaAgosto de 2010

    Se autoriza la libre difusin de esta obra siempre y cuando se cite la fuente y el nombre del autor.Se prohbe utilizarla para nes comerciales.

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    CAPTULO I La globalizacin multipolar: superando la alienacin economicista

    La economa poltica del Siglo XX

    Unidad y mutaciones del pensamiento nico en economa

    CAPTULO II Estrategias para la transicin en el reto de la mundializacin

    Capitalismo, imperialismo, mundializacin

    Geopoltica del imperialismo contemporneo

    El reto de la mundializacin

    Ms all de la mundializacin liberal: un mundo mejor o peor?

    CAPTULO III Condenar toda intervencin militar de EEUU

    La ideologa estadounidense

    Es imprescindible la derrota de EEUU, Israel y sus aliados

    CAPTULO IV Iniciativas desde el sur: propias e independientes

    Saliendo de la crisis del capitalismo o del capitalismo en crisis?

    El socialismo del siglo XXI

    Nepal 2008, un avance revolucionario prometedor

    Los pases del sur deben tomar sus propias iniciativas

    INDICE

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    Presentacin

    Gran parte de la problemtica abordada por Samir Amin, durante ms de cincuenta aos detrabajo intelectual, se concentra en la larga transicin hacia el comunismo. Acadmico,activista poltico y pensador comprometido, Amin ha dedicado buena parte de su obra al estudiode la polarizacin Norte-Sur como inherente al capitalismo. Actualmente es el principal impulsor del Foro Mundial de las Alternativas y se de ne a s mismo como un militante del socialismoque pone su formacin intelectual al servicio de la liberacin de los pueblos.

    Desde los aos setenta del siglo pasado, junto con otros pensadores como Immanuel Wallerstein,Andr Gunder Frank y Giovanni Arrighi, sostiene que la contradiccin centro/periferia no es producto de algunas condiciones concretas, sino de la ley de la acumulacin a escala mundial. Ensus obras ms recientes, contribuye al anlisis de la mundializacin y de la crisis del capitalismoactual desde una visin histrica de amplio alcance, bajo una perspectiva que involucra el anlisiscrtico de la economa, la poltica y la cultura.

    El objetivo de este libro es presentar un conjunto de escritos recientes en los cuales Samir Aminampla y profundiza sus principales tesis. Si bien muchas de estas lecturas circulan en foros eninternet o han sido traducidas y publicadas en compilaciones latinoamericanas, el valor agregadode esta publicacin es que ha sido ordenada por el propio autor, pensando en el proceso bolivianode cambio y el modo en que sus ideas pueden contribuir a cuali car nuestra discusin. En esemarco fueron presentadas por Amin en diversas conferencias y dilogos realizados, en el marcodel VI Seminario internacional Pensando el mundo desde Bolivia, en las ciudades de SantaCruz de la Sierra, Cochabamba y La Paz.

    El libro se inicia con la crtica de la economa poltica y su carcter de pensamiento social quelegitima o confronta el orden social del capitalismo. Y es que en el sistema mundo capitalista,la economa se convierte en un discurso fundamental para establecer la relacin integral delconocimiento de la realidad, convirtiendo la abstraccin de la economa pura en un poderosoinstrumento de alienacin economicista que fortalece el pensamiento nico confrontado a lolargo de la historia con los discursos antisistmicos. En la segunda parte se ubican cuatro ensayosque discuten la mundializacin, su vnculo con la modernidad capitalista y sus proyectos de poder geopoltico donde la aspiracin hegemnica de Estados Unidos ha provocado lo que elautor denomina el perodo del Imperio del caos. En este contexto, como resultado de su tesisde la desconexin, Samir Amin plantea el desafo de la construccin de un mundo multipolar para la transicin hacia el progreso social y democrtico en todo el mundo.

    En el tercer apartado se presenta un mapa del poder actual en torno a los con ictos de MedioOriente que nos permite ubicar, bajo una perspectiva global, los procesos de cambio enLatinoamrica. Por ltimo, en la cuarta parte del libro el autor expone un anlisis de la crisisdel capitalismo y las posibles alternativas propias e independientes de transicin de/desde los pueblos del Sur.

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    Samir Amin marca las bases ineludibles de dicho cambio: construir un mundo fundado en lasolidaridad, la a rmacin plena de los ciudadanos y la igualdad entre los sexos; construir unacivilizacin universal que ofrezca su potencial pleno para el despliegue creador en todas lasesferas con una democracia plena; construir una economa fundada en el reconocimiento delcarcter no mercantil de la naturaleza y de los recursos del planeta, de los productos culturales ydel conocimiento cient co, de la educacin y la salud; en sntesis, reinventar una sociedad quevincule estrechamente la democratizacin sin lmites, el progreso social y la a rmacin de laautonoma de las naciones y de los pueblos.

    La Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia y Oxfam consideran que este conjunto deescritos son de una utilidad indispensable para pensar los principales debates a los que da lugar la experiencia boliviana actual: modelo econmico, redistribucin, respeto a la madre tierra,socialismo comunitario, en sntesis: aportar en la concrecin del paradigma del Vivir Bien. Peroquizs lo ms relevante radique en la tesis de Marx que el autor asume como hilo conductor desu vida: no se trata slo de entender el mundo, sino de transformarlo.

    Los editores.

    La Paz, Bolivia, agosto de 2010.

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    La globalizacin multipolar:superando la alienacin economicista

    CAPTULO I

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    La economa poltica del Siglo XX 1

    La plaga de la guerra

    Nosotros, pueblos de las Naciones Unidas, resueltos en preservar las generaciones futuras de la plaga de la guerra (...) y a instituir mtodosque garanticen que no se har uso de la fuerza de las armas, excepto en

    inters comn, (...) decidimos asociar nuestros esfuerzos para realizar estasintenciones.

    Prembulo de la Carta de las Naciones Unidas

    La belle poque

    El siglo XX lleg a su n en una atmsfera asom brosamente parecida a la que haba presidido sunacimiento durante la belle poque (que fue hermosa, al menos para el capital). El coro burgusde los poderes europeos, EEUU y Japn (en 1910 la trada ya constitua un grupo que se hacanotar) entonaba himnos a la gloria de su triunfo de nitivo. Las clases trabajadoras del centroya no eran las clases peligrosas que haban sido durante el siglo XIX y los otros pueblos delmundo eran llamados a aceptar la misin civilizadora de Occidente. La belle poque coron un siglo de transformaciones globales radicales, marcadas por la

    emergencia de la primera revolucin industrial y la formacin del moderno estado nacional bur-gus. El proceso se extendi desde el cuarto nor-occidental de Europa y conquist al resto delcontinente, EEUU y Japn. Las viejas periferias de la edad mercantilista (Amrica Latina y lasIndias orientales inglesas y holandesas) quedaron excluidas de la revolucin dual, mientras losviejos Estados de Asia (China, el Sultanato otomano y Persia) eran integrados como periferiasen la nueva globalizacin. El triunfo de los centros del capital globalizado se a rm sobre unrpido crecimiento demogr co, que hizo rebasar a la poblacin europea del 23 por cientodel total mundial en 1800 al 36 por ciento en 1900. Al mismo tiempo, la concentracin de lariqueza industrial en la trada, cre una polarizacin de la riqueza en una escala desconocida para la humanidad a todo lo lar go de su historia. En las vsperas de la revolucin industrial, la

    desproporcin en la productividad social entre el quinto ms productivo de la humanidad y elresto, nunca excedi de una proporcin de dos a uno. Hacia 1900, la proporcin era de veintecontra uno. La globalizacin que se celebraba en 1900, ya entonces llamada el n de la historia, era sloun hecho reciente, que emergi durante la segunda mitad del siglo XIX. Las a per turas de Chinay del Imperio otomano en 1840, la represin de los sepoys (cipayos) de la India en 1847 y ladivisin de frica que comenz en 1885, marcaron los pasos sucesivos en este proceso. Laglobalizacin, lejos de acelerar el proceso de acumulacin de capital (un proceso distintivo alque no puede reducirse), provoc una crisis estructural entre 1873 y 1896. Casi exactamente

    un siglo despus ha regresado la glo balizacin por el mismo camino otra vez. La crisis de nes

    1 Traduccin del texto publicado en ingls por Monthly Review, vol. 52, N2, junio de 2000.

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    del siglo XIX fue acompaada por una nueva revolucin industrial (la electricidad, el petrleo,los automviles, el aero plano) que se esperaba transformara a la especie humana. El discursoera ms o menos el mismo que se repite hoy en relacin con la electrnica. En forma paralelase crearon los primeros oligopolios industriales y nancieros, las cor poraciones transnacionales(CTN) de la poca. La globalizacin nanciera pareca consolidarse de una manera estable (yfue pensada como eterna, una creencia contem pornea que nos es familiar) en la forma del GoldSterling Standard (el patrn oro). La internacionalizacin de las transacciones que se hacan posibles por las nuevas bolsas devalores, era acogida con el mismo entusiasmo que acompaa hoy las conversaciones sobre laglobalizacin nanciera. Julio Verne enviaba entonces a su hroe (ingls, por supuesto) alrededor del mundo en ochenta das. Con esto mostraba que la aldea global era ya una realidad. La economa poltica del siglo XIX fue dominada por las guras de los grandes clsicos, AdamSmith, Ricardo y luego Marx con su crtica devastadora. El triunfo de la globalizacin de n-de-

    sicle llev a un primer plano a una nueva generacin li beral, deseosa de probar que el capitalismoera insu pera ble ya que expresaba las demandas de una racionalidad eterna y transhistrica.Walras, una gura central en esta nueva generacin (cuyo descubrimiento por los economistascontemporneos no es una coincidencia), hizo todo lo que pudo para probar que los mercadosse regulaban solos. Walras tuvo tan poco xito para probar sus tesis en aquel entonces como loseconomistas neoclsicos de nuestros das. La ideologa del liberalismo triunfante reduca a la sociedad a una mera multiplicacin deindividuos. Luego, siguiendo esta reduccin, se a rmaba que el equilibrio producido por el mer-cado constitua el ptimo social y garantizaba la estabilidad poltica y la democracia.

    Todo estaba preparado para sustituir una teora del capitalismo imaginario por un anlisis de lascontradicciones en el ca pitalismo real. La versin vulgar de este pensamiento social economicistaencontrara su expresin en los manuales del britnico Alfred Marshall, la Biblia de la economa deaqulla poca. Las promesas del liberalismo globalizado, como eran entonces desparramadas a loscuatro vientos, parecan hacerse realidad por un instante durante la belle poque. A partir de 1896 el crecimiento se reinici otra vez sobre las nuevas bases de una segundarevolucin industrial, los oligopolios y la globalizacin nanciera. Esta salida de la crisisentusiasm enormemente a los idelogos orgnicos del ca pitalismo -los nuevos economistas

    - pero estremeci a un movimiento obrero atemorizado. Los partidos socialistas comenzaron adeslizarse de sus posiciones reformistas a ms modestas ambiciones, a ser simples asociados enla administracin del sistema. Este giro propio de inicios del siglo XX fue muy similar a lo queencontramos hoy en el discurso de Tony Blair y Gerhard Schroeder. Las elites modernistas de la periferia tambin creyeron que no existan alternativas imaginables fuera de la lgica dominantedel capitalismo. El efmero triunfo de la belle poque, dur menos de dos dcadas. Unos pocos dinosaurios, an jvenes en ese tiempo (por ejemplo, Lenin), predecan su cada, pero nadie los oa. El li beralismo,o el intento de poner en prctica la utopa del mercado libre individualista -que en los hechos

    es la dominacin unilateral del capital - no poda reducir la intensidad de las contradiccionesde todo tipo que caracteriza ban el sistema. Por el contrario, las haca ms agudas. Detrs de losalegres himnos que coreaban los partidos obreros y los sindicatos, a medida que se movilizabana favor de una causa sin sentido de la utopa capitalista, uno poda escuchar el rumiar de un

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    movimiento social fragmentado, confuso, siem pre al borde de una explosin y que se cristalizabaen tor no a la invencin de nuevas alternativas. Unos pocos intelectuales bolcheviques utilizabansus dotes para el sarcasmo con respecto al discurso narcotizado de la poltica econmica delrentista. As describan el pensamiento nico de principios de siglo XX. Eran las reglas hegemnicas del pensamiento del libre mercado. La globalizacin liberal slo poda engendrar la militarizacin delas potencias capaces de desatar una guerra que, en sus formas fras o calientes, habra de durar msde treinta aos, de 1914 a 1945. Tras la aparente calma de la belle poque era posible discernir el ascenso de las luchas sociales yde violentos con ictos domsticos e internacionales. En China, la primera generacin de crticosal proyecto de modernizacin burguesa estaban abriendo un sendero. La crtica - todava en unestadio incipiente en la India, el Imperio otomano, el mundo rabe y Amrica Latina - habra

    nalmente de conquistar los tres continentes y dominar gran parte del siglo veinte. La guerra de los Treinta Aos (1914-1945)

    Entre 1914 y 1945 el escenario fue dominado simultneamente por dos procesos. Por un lado,la guerra de los Treinta Aos entre EEUU y Alemania. Estaba en juego la sucesin de la difuntahegemona inglesa. Por el otro, los intentos por contener y controlar - por todos los medios posibles - la alternativa de hegemona presentada por el proyecto de cons truccin del socialismoen la Unin Sovitica. En los centros capitalistas, tanto los victoriosos como los vencidos en la guerra de 1914 a 1918,se abocaron - contra to dos los clculos - a restaurar la utopa del liberalismo glo balizado. Seregres al Gold Standard, se intent mantener el or den colonial a travs de la violencia y sevolvi a liberalizar la direccin econmica, regulada durante los primeros aos de la guerra.El resultado pareci positivo por un breve perodo y en la dcada de 1920 se pudo observar un crecimiento renovado, empujado por el dinamismo de la nueva economa de produccinde autos en masa en EEUU y el establecimiento de nuevas formas de trabajo de ensamblaje enlnea (parodiada tan brillantemente por Chaplin en Los tiempos modernos). El experimento tuvoescaso espacio para generalizarse, an en el corazn de los pases capitalistas, hasta despus dela segunda guerra mundial. La restauracin liberal de la dcada de 1920 fue frgil, y colaps en1929, cuando se perdi conanza en el sustento nanciero del sistema. La siguiente dcada, que se enderezaba hacia la guerra, fue una pesadilla. Los grandes poderesreaccionaron frente a la recesin como lo haran en las dcadas de 1980 y 1990, con polticasde acionarias sistemticas. Slo sirvieron para agravar la crisis, creando una espiral descendentecaracterizada por el desempleo masivo, tanto ms trgico para sus vctimas ya que los amparosdel Estado de bienestar todava no existan. La globalizacin liberal no pudo frente a la crisis de la dcada de 1930 y el sistema basado en eloro tuvo que ser abandonado. Los poderes de la poca se reagruparon en el marco de imperioscoloniales y en zonas de in uencia protegidas, creando las fuentes de todos los con ictos quedesem bocaran en la segunda guerra mundial. Las respuestas de las sociedades occidentales alos cambios fueron distintas.

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    Algunas saltaron a los brazos del fascismo, eligiendo la guerra como un medio de rehacer eltablero a escala global (Alemania, Italia, Japn). EEUU y Francia fueron la excepcin y, atravs del New Deal del presidente Roosevelt y del Frente Po pular en Francia, respectivamente,lanzaron una opcin diferente a travs de una intervencin activa del Estado, res paldada por lasclases trabajadoras. Estas frmulas, sin em bar go, permanecieron tmidas y su expresin ms plena slo entr en plena vigencia despus de 1945. En las periferias, el colapso de los mitos de la belle poque gatill una radicalizacinantimperialista. Algunos pases en Amrica Latina, sacando ventaja de su independencia, in-ventaron nacionalismos populistas en una variedad de formas. En Mxico se impuso la revolucincampesina en las dcadas de 1910 y 1920. En Argentina apareci el peronismo en la dcada de1940. En el Oriente, el kemalismo turco fue su contrapartida. Tras la revolucin de 1911, Chinafue asaltada por una larga guerra civil entre los modernistas burgueses -el Kuo Ming Tang- y loscomunistas. En todos lados, el yu go colonial impuso un plazo de varias dcadas para la cristali-zacin de similares proyectos nacional-populistas.

    Aislada, la Unin Sovitica intent inventar una nueva trayectoria. Durante la dcada de 1920se promovi la consigna de la revolucin global. Forzada a retroceder hacia sus propias fuer zas,la Unin Sovitica sigui una serie de planes quinquenales que intentaban permitirle ganar eltiempo perdido. Lenin ya haba de nido ese curso como poder sovitico ms electri cacin. Lareferencia aqu era una nueva revolucin industria donde la electricidad jugara el papel central yno necesariamente el carbn y el acero. Pero la electri cacin (de hecho, principalmente carbny acero) habra de ganarle la mano al poder de los soviet, que termin vaco de contenido. Esta acumulacin centralizada fue, por supuesto, administrada por un estado desptico, sin

    considerar en esto el po pulismo social que caracterizaba sus polticas. Pero hacia entonces,ni la unidad alemana ni la modernizacin japonesa, haban sido el trabajo de demcratas. Elsistema sovitico fue e ciente tanto tiempo como los nes siguieron siendo sim ples: acelerar laacumulacin extensiva (la industrializacin del pas) y construir una fuerza militar que fuera la primera en ser capaz de enfrentar el reto del adversario ca pitalista, derrotando a la Alemania naziy luego poniendo n al monopolio americano sobre las armas atmicas y los misiles balsticosdurante la dcada de 1960. Despus de la guerra: Crecimiento acelerado (1945-1970) a crisis (1970-2000) La segunda guerra mundial inaugur una nueva fase en el sistema mundial. La expansindel perodo de posguerra (1945 - 1975) descans sobre tres proyectos de la poca, cada unoestabilizaba y complementaba a los otros. Estos tres proyectos sociales eran: a) en el Occidente,el Estado de bienestar social demcrata, proyecto basado en la e ciencia de sistemas nacionales productivos interdependientes. b) el Proyecto Bandung que contemplaba la construccin de burguesas nacionales en la periferia del sistema (ideologa desarrollista). c) El proyecto de estilosovitico de capitalismo sin ca pitalistas, que exista con una relativa autonoma con respectoal sistema mundial dominante. La doble derrota del fascismo y del viejo colonialismo cre unacoyuntura que le permiti a las clases populares, vctimas de la acumulacin capitalista, imponer formas estables aunque limitadas a la formacin y regulacin del capital. Las nuevas reglas, alas cuales el mismo capital debi ajustarse, se establecieron como con diciones bsicas en este perodo de alto crecimiento y de acumulacin acelerada.

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    La crisis que sigui (entre 1968 y 1975) fue una de erosin y luego colapso de los sistemassobre los cuales previamente se haba impulsado la expansin. Este perodo, que todava nose cierra, no se caracteriza por el establecimiento de un nuevo orden, como se sostiene muy amenudo. Ms bien este perodo se caracteriza por el caos que an no se supera. Las polticas quese estn ejecutando actualmente no constituyen una estrategia para promover la expansin delcapital. Se trata sim plemente de administrar la crisis del capital. Las polticas no han tenido xitoya que el proyecto espontneo producido por las fuerzas activas y no mediadas del capital,en la ausencia de todo marco provisto por fuerzas sociales a travs de reacciones coherentesy e cientes, es todava una utopa. Los intereses a corto plazo de las fuerzas dominantes delcapital, o si se pre ere el mercado, an no logran crear una administracin mundial concapacidad para eliminar las contradicciones. En la historia moderna, las fases de reproduccin basadas en sistemas de acumulacin estables son sucedidas por perodos de caos. En la primerade esas fases, como en el crecimiento de la posguerra, la sucesin de eventos da la im presin deuna cierta monotona, ya que las relaciones sociales e internacionales se han estabilizado. Estasrelaciones son entonces reproducidas a travs del funcionamiento de la dinmica del sistema. En

    estas fases de estabilidad - y para com pletar la confusin entre todos los individualistas metodo-lgicos- son plenamente visibles los sujetos sociohistricos precisos, de nidos y activos (clasessociales activas, Estados, par tidos polticos y organizaciones sociales dominantes). Sus prcticas parecen formar una pauta clara y sus reacciones son predecibles en la mayora de los casos.Adems, las ideologas que los motivan les ofrecen una legitimidad incontestable. En esos momentos, las coyunturas pueden cambiar, pero las estructuras permanecen estables.Las predicciones son entonces posibles y hasta fciles. El peligro surge cuando extra polamosdemasiado lejos estas predicciones, como si las estructuras en cuestin fueran eternas y estuvieranmarcadas por el n de la historia. El anlisis de las contradicciones que enigmatizan estas

    estructuras se reemplaza entonces por lo que los posmodernistas han llamado correctamentegrandes narrativas, las leyes de la historia. Los su jetos de la historia desaparecen, dandolugar a una supuesta lgica ob jetiva estructural. Pero las contradicciones a que nos referimos hacen su tra bajo silenciosamente y un da lasestructuras estables colapsan. La historia entra entonces en una fase que podra ser descrita mstarde como de transicin, pero que es vivida como una transicin hacia lo desconocido, durantela cual cristalizan lentamente nuevos sujetos histricos. Estos sujetos inauguran nuevas prcticas, procediendo mediante pruebas y errores, y se legitiman a travs de nuevos discursos ideolgicos, amenudo muy confusos al principio.

    Solamente cuando los procesos de cambio cualitativo han ma durado su cientemente, aparecennuevas relaciones sociales, de niendo sistemas pos-transicin que son capaces de auto-reproduccin sostenida. La expansin de la posguerra permiti transformaciones econmicas, polticas y sociales en todaslas regiones del mundo. Estas transformaciones fueron el producto de regulaciones impuestas alcapital por las clases trabajadoras y populares. No fueron el producto (y aqu la ideologa liberales demostrada como falsa) de una lgica de la expansin del mercado.

    Pero estas transformaciones fueron tan grandes que, a pesar de los procesos de desintegracin deque somos objeto en la actualidad, de nieron un nuevo marco para los retos que enfrentan los pueblos del mundo actualmente, en los um brales del siglo XXI. Por un largo tiempo - desde la

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    revolucin industrial a comienzos del siglo XIX hasta la dcada de 1930 (en la Unin Sovitica)o hasta la dcada de 1950 (en el Tercer Mundo) -el contraste entre el centro y las periferiasdel moder no sistema mundial fue casi idntico a la oposicin entre pases industriales y noindustrializados. Las rebeliones en las periferias -y en este respecto las revoluciones socialistas enRusia y en China y los movimientos de liberacin nacional- revisaron este esquema al empalmar sus sociedades en los procesos de modernizacin. Aparecieron las periferias industrializadas y lavieja polarizacin se revis. Pero luego una nueva forma de polarizacin vio la luz. Gradualmente, el eje en torno al cual el sistema ca pitalista se estaba organizando, que de nira lasformas futuras de la polarizacin, se constitua sobre la base de los cinco nuevos monopoliosen poder de los pases de la trada dominante. Estos cinco monopolios son:

    - el control de la tecnologa,- los ujos nancieros globales (a travs de bancos, car teles de aseguradoras y fondos de

    pensin del centro),

    - acceso a los recursos naturales del planeta,- los medios de comunicacin y- las armas de destruccin masiva.

    Tomados en conjunto, estos cinco monopolios de nen el mar co dentro del cual la ley del valor globalizado se expresa a s mismo. La ley del valor es escasamente la expresin de una puraracionalidad econmica que puede ser separada de su marco social y poltico. La ley del valor es ms bien la expresin condensada de la totalidad de esas circunstancias. Sonestas circunstancias -en vez del clculo racional de decisiones individuales mticas hechas por

    el mercado- las que cancelan la extensin de la industrializacin hacia las periferias, devalanel tra ba jo productivo incorporado en esos productos, o sobrevalan el su puesto valor agregadounido a las actividades a travs de las cuales operan los nuevos monopolios para el bene cio delos centros. Por eso ellos producen una nueva jerarqua en la distribucin del ingreso a escalamundial, ms desigual que nunca, colocando en una situacin subalterna a las industrias de la periferia. La polarizacin encuentra aqu una nueva base, la base que dictar su forma futura. La industrializacin que las fuerzas sociales, energizadas por las victorias de la liberacinnacional, imponan al ca pital dominante, produjo resultados desiguales. En la actualidad, po-demos diferenciar las periferias de primera lnea, que fueron capaces de construir sistemas

    nacionales productivos con industrias potencialmente competitivas dentro del marco del ca- pitalismo globalizado, de aquellas periferias mar ginales, que no fueron tan exitosas. El criterioque se para las periferias activas de las marginales no est slo en la presencia de industrias potencialmente competitivas. La diferencia es tambin poltica. Las autoridades polticas en las periferias activas - y detrs de ellas, toda la sociedad (incluyendosus contradicciones) -tienen un proyecto y una estrategia para su realizacin. Este es claramente elcaso de China, Corea y, en un menor grado, de algunos pases del sudeste de Asia, India y ciertos pases de Amrica Latina. Estos proyectos nacionales se enfrentan con el imperialismo globalmentedominante. El resultado de esta confrontacin contribuir a dar su forma al mundo de maana.

    Por otro lado, las periferias marginales no tienen proyecto ni estrategia (aunque la retrica poltica del islam diga lo contrario). En este caso, los crculos imperialistas piensan por ellos ytoman la iniciativa solos en la elaboracin de proyectos que conciernen a estas regiones (como

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    las asociaciones africanas de la Comunidad Europea, los proyectos para el Medio Oriente deEEUU e Israel, y los vagos esquemas europeos para el Mediterrneo). Ninguna fuerza localofrece oposicin alguna, estos pases son por ellos sujetos pasivos de la globalizacin. Esta breve visin de conjunto de la economa poltica de la transformacin del sistema capitalistaglobal en el siglo XX, debe incluir un recordatorio acerca de la sorprendente revolucindemogr ca que ha ocurrido en la periferia. La pro porcin de la poblacin global formada por las poblaciones de Asia (excluyendo a Japn y a la Unin Sovitica), frica, Amrica Latina y elCaribe representaba el 68 por ciento del total en 1900. Actualmente, aglutina el 81 por ciento. El tercer socio en el sistema mundial de la posguerra, que comprenda a los pases dondeactualmente se da el socialismo existente, ha abandonado la escena histrica. La mismaexistencia del sistema sovitico, con sus xitos en cuanto a industrializacin extensiva y logrosmilitares, fue uno de los principales motores de todas las grandes transfor maciones del sigloveinte. Sin el peligro que representaba el modelo comunista, nunca la socialdemocracia

    de Occidente ha bra sido capaz de imponer el Estado de bienestar. La existencia del sistemasovitico y la coexistencia que le impuso a EEUU, reforz tambin el margen de autonoma adisposicin de las burguesas en el sur. Sin embargo, el sistema sovitico, no pudo pasar a unnuevo estadio de acumulacin intensivo. Finalmente, fracas en la nueva revolucin industrial(dirigida por las computadoras) con la que termin el siglo XX. Las razones de este fracasoson complejas. Este fracaso nos obliga a colocar en el centro de nuestro anlisis el giro nodemocrtico del poder sovitico, que fue al nal incapaz de internalizar la urgencia fundamentalque demandaban las condiciones que enfrentaba. Me re ero al progreso hacia el socialismo,representado por la intensi cacin de la democratizacin de la economa y de la sociedad quefuera capaz de trascender las condiciones de nidas y limitadas por los mar cos del capitalismo

    histrico. El socialismo ser democrtico o no podr existir. Esta es la leccin de la primera ex- periencia que arroja el romper con el capitalismo. El pensamiento social y las teoras dominantes en economa, sociologa y poltica, que legitimabanlas prcticas de los Estados nacionales, de los Estados de bienestar autocentrados en Occidente,de los sistemas soviticos en el Este y del po pulismo en el Sur, se inspiraban extensamente enMarx y en Keynes. Las nuevas relaciones sociales del perodo de posguerra, ms favorables altrabajo, inspiraran las prcticas del Estado de bienestar, relegando a las liberales a posicionesde insigni cancia. Por supuesto, la gura de Marx dominaba el discurso del socialismo real.Pero las dos guras preponderantes del siglo veinte gradualmente perdieron su cualidad como

    iniciadores de crticas fundamentales, convirtiendos en mentores de la legitimacin de prcticasdel poder del Estado. En ambos casos, hubo un vuelco hacia la simpli cacin y el dogmatismo. El pensamiento social crtico se movi, entonces, durante las dcadas de 1960 y 1970 hacia la periferia del sistema. Aqu las prcticas del populismo nacionalista - una versin empo brecidadel sovietismo - provocaron una brillante explosin en la crtica del socialismo real. En elcentro de esta cr tica haba una nueva advertencia sobre la polarizacin creada por la expansinglobal del capital, que haba sido subestimada y, a veces, ignorada desde haca un siglo y medio.Esta crtica - del capitalismo realmente existente, del pensamiento social que legitimaba suexpansin y de la crtica socialista de ambos-est en el origen de la entrada de la periferia en

    el pensamiento moderno. Aqu hay una crtica rica y variada -que sera un error reducir a lateora de la dependencia - ya que el pensamiento social reabri debates fundamentales sobre elsocialismo y sobre la transicin hacia l. Ms an esta crtica revivi el debate sobre el marxismo

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    y el materialismo histrico, entendiendo desde el principio la necesidad de trascender los lmitesdel eurocentrismo que vena dominando al pensamiento moderno. El pensamiento social crticoinspirado, sin duda, por la erupcin maosta, inici tambin la crtica tanto del sovietismo comodel nuevo glo balismo que se alzaba en el horizonte. La crisis de n-de-sicle

    El colapso de los tres ejes sobre los cuales descansaba la re gulacin de la acumulacin durante la posguerrra, que tom im pulso entre 1968 y 1971, se abri hacia la crisis estructural del sistema,de una manera que recuerda lo que ocurri a nes del siglo XIX. Las tasas de crecimiento yde inversin cayeron verticalmente (a la mitad de sus niveles previos), el desempleo creci brutalmente y la pauperizacin se intensi c. El 20 por ciento ms rico de la humanidadaument su ta jada del producto global del 60 al 80 por ciento en las dos ltimas dcadas de estesiglo. La globalizacin fue afortunada cosa para algunos. Sin embargo, para la gran mayora -especialmente para los pueblos del Sur sujetos a polticas de ajustes estructurales unilaterales ylos del Este, encerrados en una dramtica demolicin social - fue un desastre. La actual crisis estructural, como su predecesora, es acom paada por una tercera revolucintecnolgica, que altera profundamente los modos de organizacin del trabajo que enfrentaun ero ataque del capitalismo global. El movimiento social fragmentado no ha encontradoan la frmula su cientemente fuerte para enfrentar los retos que se le plantean. Pero harealizado importantes logros en direcciones que enriquecen su impacto: principalmente, el poderoso ingreso de las mujeres en la vida social, as como la conciencia sobre la destruccinambiental en una escala que, por primera vez en la historia, amenaza a todas las formasaltamente organizadas de vida en el planeta. As, a medida que el centro capitalista de loscinco monopolios entra en escena, un movimiento social global multipolar alternativoemerge (como contrapeso y como sucesor). La administracin de la crisis, basada en una brutal rever sin de las recetas del libre mercado,trata de imponer se de nuevo. Marx y Keynes han sido borrados del pensa miento social y lostericos de la economa dura han reem plazado el anlisis del mundo real con el del capitalismoimaginario. Pero el xito temporal de este pensamiento utpico ultra-reaccionario simplementees el sntoma de su declinacin -cuando la brujera ocupa el lugar de la racionalidad-que viene atestimoniar que en los hechos el capitalismo objetivamente est pronto para ser trascendido. La crisis de administracin del capitalismo ya comenz a entrar en su fase de colapso. Lascrisis del sudeste de Asia y de Corea eran predecibles. Durante la dcada de 1980 esos pasesy China se bene ciaron de la crisis global incrementando su comercio internacional, sobre la base de sus ventajas com parativas: el trabajo barato. Fueron capaces de atraer inversionesextranjeras pero sin ser absorbidos por la glo balizacin nanciera. En los casos de China yCorea incorporaron sus proyectos de desarrollo en una estrategia nacionalmente con trolada. Enla dcada de 1990, Corea y el sudeste de Asia se abrieron a la globalizacin nanciera, mientrasque China e India comenzaban a orientarse en la misma direccin. Atrados por los altos niveles de crecimiento de la regin, el excedente de capitales otantesse movi en esa direccin, produciendo un acelerado crecimiento pero tambin in acin enlos valores (stocks) y en la propiedad raz. Como se predijo, la burbuja nanciera estall pocodespus.

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    La reaccin poltica a esta crisis masiva fue novedosa en varios aspectos -por ejemplo, diferentea la provocada por la crisis mexicana. EEUU, con Japn siguindole de cerca, intent tomar ventajas de la crisis de Corea, para desmantelar el sistema productivo del pas (bajo el pretextofalaz de que era controlado oligoplicamente) y subordinarlo a las estrategias de los oligopoliosde EEUU y de Japn. Los poderes nacionales intentaron resistir desfasando el problema de su in-ser cin en la globalizacin nanciera mediante el restablecimiento de controles a los intercambiosen Malasia o retirando la participacin inmediata de su lista de prioridades en China e India. Estecolapso de la dimensin nanciera de la glo balizacin forz a los pases del G7 (el grupo de lossiete pases ca pitalistas ms avanzados) a planear una nueva estrategia, esta vez provocando unacrisis en el pensamiento liberal. Es a la luz de esta crisis que debemos examinar en sus lneas generales el contraataque lanzado por el G7. De la noche a la maana cambiaron su tono: el trmino regulacin, prohibido hastaentonces, reapareci en las resoluciones del grupo. Haba llegado a ser necesario regular los

    ujos nancieros internacionales. Joseph Stiglitz, principal economista del Banco Mundial en

    ese tiempo, sugera un debate para de nir un nuevo consenso post-Washington. Pero estoya era demasiado para los portavoces de la hegemona de EEUU y el secretario del Tesoro,Lawrance Summers, busc la frmula para deshacerse de Stiglitz. Los ataques a la hegemona de EEUU. El siglo XXI no ser norteamericano

    En esta catica coyuntura, una vez ms, EEUU tom la ofensiva para restablecer su hegemonaglobal y, en consecuencia, organizar el sistema mundial a su medida eco nmica, poltica y militar.Es que la hegemona de EEUU haba entrado en declinacin? O es que comenzaba a establecer una renovacin que hara del siglo XXI un siglo norteamericano? Si examinamos la dimensin econmica en su sentido estrecho, en trminos del producto interno bruto (PIB) y medimos las tendencias estructurales de la balanza comer cial, concluiramos quela hegemona americana, tan a plastante en 1945, ha cedido terreno desde las dcadas de 1960 y1970 con el resurgimiento de Japn y Europa. Los europeos lo dicen continuamente, en trminosque ya son familiares: la Unin Europea es la primera fuerza econmica y comercial a escalamundial. La declaracin, sin embargo, es algo a presurada. An cuando es verdad que existeun mercado europeo nico y que se asoma una moneda nica, lo mismo no se puede decir dela economa europea (al menos no todava). An no existe algo que pueda llamarse sistema productivo euro peo. En cambio, se puede hablar de un sistema productivo en el caso de EEUU.Las economas establecidas en Europa con la constitucin de burguesas histricas en pasesrelevantes y la con guracin en este marco de sistemas productivos nacionales autocentrados(an cuando sean abiertos con elementos agresivos), han permanecido ms o menos igualesen las ltimas dcadas. Todava no hay corporaciones transnacionales (CTN) europeas, slohay britnicas, alemanas o francesas. La interpenetracin del capital no es ms densa en lasrelaciones inter-europeas que en las relaciones entre cada nacin europea y EEUU o Ja pn. Silos sistemas productivos europeos han sido horadados y si la interdependencia globalizada losha debilitado de tal manera que las polticas nacionales han perdido mucho de su e cacia, estofavorece la globalizacin y las fuerzas que la dominan (EEUU) y no la integracin europeaque no existe todava. La hegemona de EEUU descansa sobre un segundo pilar: el poder militar. Levantado desde1945, el podero militar nor teamericano ahora cubre todo el planeta, parcelado en regiones, cada

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    una con un comando de operaciones. En el pasado, la hegemona norteamericana era forzada aaceptar la coexistencia pac ca impuesta por el poder militar sovitico. Ahora, se ha dado vueltaa esa pgina y EEUU se ha ido a la ofensiva en el reforzamiento de su dominio global. Henry Kissinger resumi la coyuntura en una frase memorable y arrogante: La globalizacines solo otra palabra para designar el dominio de EEUU. Esta estrategia global norteamericanatiene cinco objetivos:

    1. neutralizar y subyugar a las otras partes de la trada (Europa y Japn), minimizando suhabilidad para actuar fuera de la rbita de EEUU,

    2. establecer el control militar de la OTAN mientras se latinoamericanizan los fragmentosdel antiguo mundo sovitico,

    3. ejercer absoluta in uencia sobre el Medio Oriente y el Asia central, especialmente sobrelos recursos petroleros,

    4. desmantelar China, asegurando la subordinacin de las otras grandes naciones (India

    y Brasil) previniendo la constitucin de bloques regionales capaces de negociar lostrminos de la globalizacin y5. marginar las regiones del sur que carecen de inters estratgico.

    El instrumento favorito de esta hegemona es el instrumento militar, como los ms altosrepresentantes de EEUU no se cansan en repetir. Esta hegemona, que garantiza la su perioridadde la trada sobre el sistema mundial, exige que los aliados de EEUU estn de acuerdo en seguir todas sus iniciativas. Gran Bretaa, Alemania y Japn no ponen objeciones (ni an culturales)a este imperativo. Pero esto signi ca que los discursos acerca del poder econmico de Europa(con los que los polticos europeos empapan a sus audiencias) carecen de signi cado real. Al

    posicionarse exclusivamente en el terreno de las disputas mercantiles, Europa (que no tiene pro-yectos propios en lo poltico ni en lo social) ha perdido la carrera antes de la partida. Washingtonlo sabe bien. El cuerpo principal para la realizacin de la estrategia elegida por Washington es la OTAN, loque explica por qu ha so brevivido al colapso del adversario que constitua la raison dtre de laorganizacin. La OTAN todava habla en nombre de la comunidad internacional, a pesar deldesagrado que le provoca el principio democrtico que gobierna a esta comunidad a travs delas Naciones Unidas. La OTAN acta slo para ser vir los objetivos de Washington - nada msni nada menos -como lo demuestra la historia de la pasada dcada, desde la guerra del Golfo a

    Kosovo. La estrategia empleada por la trada, bajo la direccin de EEUU, tiene como objetivo la construccinde un mundo uni polar organizado segn dos principios complementarios: la dictadura unilateral delcapital CTN dominante y el despliegue del podero militar de EEUU, ante quien todas las nacionesestarn obligadas a someterse. Ningn otro proyecto puede tolerarse bajo esta perspectiva. El proyecto europeo de aliados subalternos en la OTAN no tiene vuelo autnomo. Tampoco es viableun proyecto que permita algn grado de autonoma a China. Cualquier intento en esta direccinsera quebrado por la fuerza si es necesario.

    Esta visin de un mundo unipolar est siendo cuestionada por una alternativa de globalizacinmultipolar. Sera la nica estrategia que podra permitir a las diferentes regiones del mundoalcanzar un desarrollo social aceptable, capaz de albergar la democratizacin social y la reduccin

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    de los motivos de con icto. La estrategia hegemnica de EEUU y de sus aliados de la OTAN eshoy la principal enemiga del progreso, de la democracia y de la paz. El siglo XXI no ser un siglo americano. Ser un siglo de con ictos, del ascenso de las luchassociales que cuestionarn las ambiciones de Washington y del capital. La crisis est exacerbandolas contradicciones entre las clases dominantes. Estos con ictos cobrarn dimensionesinternacionales cada vez ms agudas y empujarn a los Estados y grupos de Estados unos contraotros. Ya se pueden distinguir los primeros indicios de un con icto entre EEUU, Japn y su elaliado australiano, por un lado, y China y otros pases asiticos, por el otro. No es difcil prever el renacimiento del con icto entre EEUU y Rusia, si esta ltima logra liberarse de la espiraldesintegradora donde la arrojaron Boris Yeltsin y sus conse jeros norteamericanos. Si la izquierda europea se libera de la sumisin a los dobles dictados del capital y de Washington,sera posible imaginar que una nueva estrategia europea pudiera enlazarse con las de Rusia,China, India y el Tercer Mundo en general, en un esfuerzo necesario por una construccin

    multipolar. Si esto no llega a ocurrir, el proyecto europeo en s mismo se desvanecer. Por eso, la cuestin central es cmo los con ictos y las luchas sociales (es importante diferenciar entre ambos) se podrn articular. Quin triunfar? Las luchas sociales se subordinarn,enmarcadas en los con ictos, y por ello sern controladas por los poderes dominantes, y aunconvertidas en instrumentos en bene cio de esos poderes? O las luchas sociales superarn suautonoma y forzarn a los poderes mayores a responder a sus urgentes demandas? Por supuesto, no imagino que los con ictos y las luchas del siglo XXI puedan reproducir lasexperiencias del siglo anterior. La historia no se repite de acuerdo a un modelo cclico. Hoy

    las sociedades enfrentan nuevos retos en todos los niveles. Pero precisamente dado que lascontradicciones inmanentes del capitalismo se han hecho ms agudas al nalizar el siglo de loque eran en sus comienzos, y porque los medios de destruccin son tambin mucho ms grandes,las alternativas para el siglo XXI son (ms que nunca antes) socialismo o barbarie.

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    Unidad y mutaciones del pensamientonico en economa1

    La historia de la teora econmica, como la de todas las ciencias sociales, no se despliegaconforme a un esquema anlogo al recorrido de las ciencias de la naturaleza. En lo referentea estas ltimas, estamos sorprendidos por el hecho que las teoras nuevas, ms justas, mscomplejas, ms amplias, acaban siempre sustituyndo de nitivamente a las que haban dominadoanteriormente las cuales, desde entonces, son abandonadas. No es que se trate de un con ictode escuela, y que a veces la victoria de una teora no sea sino temporal. Pero, como Kuhn loha ilustrado bien, el ahondamiento en el conocimiento acaba siempre imponiendo sus nuevos paradigmas. El concepto de ciencia, el cual est estrechamente asociado a este movimiento, seaplica aqu en todo su sentido. No pasa lo mismo en el campo del conocimiento de la realidadsocial, donde vemos escuelas oponerse sin que el punto de vista de una de ellas logre, en ningnmomento, imponerse integralmente. Las escuelas se de nen con conceptos diferentes, a vecesdiametralmente opuestos, de lo que constituye la realidad que es el objeto mismo del anlisis: lasociedad. Y esta oposicin sobrevive a todas las evoluciones de la realidad misma, la infringe.Los mejores, en cada una de las escuelas, sabrn por supuesto tomar en cuenta estas evoluciones,las nuevas preguntas que plantean, a nar sus observaciones y sus instrumentos de anlisis; perose quedarn en el marco de su paradigma. Esta diferencia de ne entonces estatutos diferentesdel anlisis cient co en los campos de la naturaleza y de la sociedad; ella nos recuerda queel ser humano, individual y social, hace su historia, mientras que solamente observa la de lanaturaleza. Ciencia (en el sentido de respeto de los hechos) e ideologa (en el sentido de punto devista legitimando el conservacionismo social o el movimiento de transformacin de la sociedad)son aqu inseparables; y es por esta razn que pre ero hablar de pensamiento social (sin questo exija que renunciemos a someterlo a las exigencias del mtodo cient co) ms bien que deciencia social a secas. En lo que se re ere a la historia moderna, la del capitalismo, desde hace dos siglos dos discursosse oponen; y el uno nunca podr convencer a los partidarios del otro. Hay por una parte el discursoconservador, que legitima el orden social del capitalismo, hay por otra parte el del socialismo,que hace una crtica radical del capitalismo. No es que estemos dando vueltas, repitiendoincansablemente de una y otra parte los mismos argumentos. Porque el capitalismo en cuestinest en evolucin permanente, y, para cada una de sus fases las exigencias de su despliegue,solicitan polticas espec cas y diferentes. El punto de vista ms interesante en la corrienteconservadora (procapitalista) es el que logra legitimizar las polticas requeridas, establecer sue cacia en las prcticas. Del otro lado de la barrera, los problemas sociales creados por estemismo despliegue se transforman, los unos se atenan o desaparecen, los otros se ampli can oson nuevos; el punto de vista ms e caz en la corriente de la poltica radical es el que toma lamedida exacta de los nuevos desafos. El pensamiento social est entonces siempre estrechamente ligado a la cuestin del poder social, sea que legitima un poder establecido dado, sea que impugnndolo propone otro. En el

    1 Publicado en el libro: Los retos de la globalizacin. Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos. Francisco LpezSegrera (ed.). UNESCO, Caracas. 1998.

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    conjunto de las formulaciones que constituyen el pensamiento burgus, la que responde mejor alas exigencias de la fase particular del despliegue capitalista considerada, conquista fcilmenteuna posicin de pensamiento dominante, ella se torna en el pensamiento nico del momento.En cambio, a medida que el pensamiento nico del capitalismo hace referencia al poder slo para impugnarlo, la regla tiende aqu ms a la pluralidad de las formulaciones. Sin embargo, y porque precisamente de 1917 a 1990 un sistema de poder realmente existente presuma ser unaalternativa social, un pensamiento social dominante se haba impuesto tambin en los rangosdel socialismo, en estrecha simbiosis con el poder sovitico establecido. Otro pensamientonico- expresado en un lenguaje de una vulgata de inspiracin marxista - coexista con lasformas sucesivas que el pensamiento nico capitalista ha conocido durante esta poca; liberalnacionalista, keynesiano, neoliberal mundialista. Con la cada de la alternativa soviticadesaparece el pensamiento nico del socialismo realmente existente, dejando lugar a unesponjamiento de crticas radicales de obediencias diversas y de alcances desiguales, que todavano se han cristalizado en proyectos alternativos coherentes, formulados en sistemas renovadosde pensamiento crtico y su cientemente poderosos para constituir respuestas e caces a los

    desafos del mundo contemporneo. El pensamiento nico burgus del momento reina entoncesuniversalmente, sin la divisin que lo apremiaba en la poca del dualismo ideolgico. Noobstante, esta situacin no es nueva: el pensamiento burgus dominante en las formas apropiadasa las exigencias de la expansin capitalista de 1800 a 1914 era igualmente, en buena medida, el pensamiento nico universal de los momentos sucesivos de esta expansin. El discurso dominante del capitalismo se despliega entonces en formas sucesivas, las cuales, msall de la diversidad de las modalidades con las cuales se expresa, quedan organizadas alrededor de un ncleo incambiado de conceptos y de mtodos fundamentales. Localizar la permanenciade este ncleo duro e identi car el alcance real de las modalidades sucesivas y variadas del

    discurso es tambin entender lo que es permanente en el capitalismo y lo que es espec co a cadauna de las fases de su expansin. As podremos situar los pensamientos nicos sucesivos en la historia de la sociedadcapitalista. La ideologa propia al capitalismo es siempre economicista, y por sto da un sitio dominantea lo que se transforma - en su discurso- en la teora econmica. Sin embargo este carcter (y laautonoma que la teora econmica adquiere por ende) no lo resume integralmente. Porque estediscurso es tambin el producto de una losofa social y poltica que fundamenta el concepto

    de libertad individual y de ne los marcos de la prctica de la democracia poltica moderna.Los caracteres y contradicciones de la teora econmica convencional derivan de esta posicinambiga que ocupa en el discurso holista del capitalismo. Esta teora econmica es efectivamentedescuartizada entre dos posiciones extremas. En uno de sus polos ella trata de librarse de todas lasdimensiones de la realidad social que constituyen la organizacin de las sociedades en naciones,la prctica de la poltica y la intervencin del Estado, para construir una economa pura (es lacali cacin que se atribuye a ella misma) que obedece slo a sus propias leyes e ignora toda otraconsideracin. Esta tendencia permanente en la teora econmica convencional busca entoncesformular una teora rigurosa - segn sus propios criterios - del equilibrio general producido por el carcter autoregulador de los mercados. Pero en otro de sus polos la teora econmica

    escoge deliberadamente la opcin de ponerse al servicio del poder realmente existente, parasacar de l acciones e caces enmarcando el mercado y sosteniendo la posicin de la nacin enel sistema mundial. Ahora bien, este poder realmente existente no es rigurosamente idntico

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    a l mismo a travs del espacio. Decir que se trata all del poder de la burguesa es totalmenteinsu ciente, incluso si esta proposicin no es falsa. Este poder se ejerce a travs de bloquessociales hegemnicos particulares a diferentes pases y fases de la historia, e implica por ende polticas de Estado sosteniendo los compromisos sociales que de nen estos bloques. La teoraeconmica est entonces formulada en los trminos que convienen a estos objetivos, lejos detoda preocupacin abstracta de la economa pura. El pensamiento nico se expresa generalmente en formulaciones sucesivas de este segundo tipo,mientras que la economa pura est relegada al rango de discurso acadmico sin alcance enla vida real. No obstante, en ciertos momentos excepcionales - de los cuales hay que entoncesexplicar las razones - el pensamiento nico se aproxima a las proposiciones de la economa pura,o incluso se funde en sta. Estamos actualmente en uno de estos perodos. No voy a volver aqu sobre las razones por las cuales el discurso del capitalismo es economicista por naturaleza. Este carcter es el producto de una exigencia objetiva: el capitalismo solamente

    puede funcionar bajo esta condicin; ella implica la inversin de la relacin poltica/economa,la substitucin de la sumisin del primer trmino al segundo, a la inversa de lo que caracterizalos sistemas sociales precapitalistas. Esta exigencia objetiva crea entonces el espacio para que seconstituya una ciencia econmica, la de las leyes (econmicas) que gobiernan la reproduccinde la sociedad capitalista, que aparece - y en sto rompe con el pasado - gobernada por estasleyes. Esta inversin de posiciones de instancias (poltica y econmica) en su relacin mtuaobligaba entonces necesariamente a formular una teora econmica pura. Tampoco volver sobre la historia de la constitucin de esta teora. Esta ltima se produceinmediatamente, en el momento en que - con la revolucin industrial del comienzo del siglo

    XIX - el capitalismo toma su forma nal. Ella se expresa primeramente bajo formas borrosas,que se reducen casi al elogio incondicional del mercado (Bastiat), en lo que Marx cali cara,evidentemente y por esta razn, como economa vulgar. Ms tarde, el instrumento matemticoser mobilizado para formular la interdependencia de los mercados en la teora del equilibriogeneral (Walras). Demostrar que el capitalismo puede funcionar (funciona efectivamente) no es la nica preocupacin de esta teora que constituye el ncleo duro inevitable del discurso del capitalismo.Hay que demostrar tambin que este funcionamiento racional responde a las expectativas delos individuos y, por ende, que el capitalismo es legtimo e incluso eterno. Es el n de

    la historia. Esta demostracin implica entonces necesariamente el reestablecimiento de unvnculo entre la teora econmica y la losofa social y poltica. El discurso se enriquece paratransformarse entonces en el discurso holista del capitalismo, trascendiendo la base econmicade la demostracin. La relacin que vincula la teora econmica convencional a la losofa social que la sostiene sedespliega en numerosas dimensiones. Retendr dos de ellas aqu, las cuales son importantes paranuestro propsito: la teora del valor y el concepto de libertad individual. La opcin en favor de un concepto fundamentando el valor en el trabajo social o en la apreciacin

    individual y subjetiva de la utilidad deriva ella misma de la oposicin entre dos conceptos de loque es la realidad social. La segunda de estas opciones, que se ha cristalizado en una teora dela economa pura slo tardamente, despus de (y ampliamente en respuesta a) Marx, de ne la

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    sociedad como una coleccin de individuos, sin ms. A pesar de su formulacin cada vez msso sticada, la tentativa de establecer sobre esta base los teoremas que permiten demostrar queel sistema funciona y se reproduce (el equilibrio general) y que es simultneamente ptimo(procura la satisfaccin mxima de los individuos) - y por este hecho racional y eterno - no me parece en absoluto haber logrado su meta. Pero sto no es el objeto de nuestro tema aqu. Por locontrario, la primera opcin, porque se fundamenta en cantidades que pueden ser medidas, haalimentado la serie de presentaciones sucesivas de la realidad capitalista analizadas en formas positivas, del equilibrio general de Walras, retomado y reformulado por Maurice Allais (en unatentativa de producir la sntesis interdependencia positiva de los mercados - valores subjetivos)del sistema de Sraffa (puramente positivista). El espritu positivista que anima los desarrollos de esta corriente de la teora econmicaconvencional estableca una comunicacin posible entre el discurso del capitalismo y el de sucrtica, o por lo menos de uno de los discursos posibles de la crtica del capitalismo como loveremos ms lejos.

    No menos importante es la relacin que la teora econmica pura - en todas sus modalidades -mantiene con la losofa burguesa de la libertad individual. Encontramos aqu una losofa queefectivamente ha sido producida por la burguesa para a rmarse en contra del Antiguo Rgimeny - para fundamentar su sistema econmico y social propio, que seguramente no se resume enel solo concepto de libertad individual. Pero ste ltimo ocupa, en la teora econmica, un sitiodeterminante. El Homo Oeconomicus es un individuo libre, que propone su trabajo o lo rehusa,innova o se abstiene, compra y vende. El ejercicio de esta libertad implica la organizacin deuna sociedad fundamentada en el mercado generalizado, del trabajo, de la empresa, de los productos.

    La lgica del principio implicara que la realidad social produzca todas las condiciones y nadams que las condiciones para el ejercicio de este libertad individual, es decir que arroje comoirracional la asociacin de estos individuos en comunidades (las naciones por ejemplo), el Estadohistrico e inclusive la propiedad privada como vamos a verlo. Bajo estas condiciones todos losindividuos que constituyen la poblacin del Planeta podran reencontrarse en mercados paranegociar sus relaciones mutuas en una igualdad perfecta puesto que ninguno de ellos se bene ciaradel privilegio de ser propietario de un capital cualquiera. Un Estado - Administracin - Banco,mundial por supuesto, situado por encima de estos individuos, tendra la carga de administrar este mercado generalizado. Los candidatos empresarios le propondran sus proyectos, sometidos

    a adjudicacin. El Estado-banco prestara el capital a los bene ciarios de estas adjudicaciones.Otros individuos propondran su trabajo a los empresarios, y todos los productos seran vendidosy comprados en mercados transparentes. Esta lgica llevada a su extremo lmite asusta a losdefensores del capitalismo y, por esta razn, es raramente propuesta (aunque Walras, como susucesor Allais hayan iniciado una idea en este sentido). Por el contrario, ciertas corrientes del pensamiento social crtico del capitalismo se encontraron cmodas en esta lgica. Ellas hanentonces concebido un mercado plani cado as, perfecto, ms perfecto que l del capitalismorealmente existente, y adems perfectamente equitativo porque est basado en la igualdad delos ciudadanos (de un pas o del mundo). Este socialismo -del cual Barone fu un precursor histrico - se pareca mucho al capitalismo, a un capitalismo sin capitalistas (privados) o ms

    exactamente sin propietarios hereditarios del capital. Pero pertenece a estas reglas crticas queno ponen de nuevo en tela de juicio el economicismo inherente al capitalismo (la alienacineconomista inseparable del mercado). Esta corriente reencontraba igualmente los argumentosdel anlisis positivista del equilibrio general expresado en valores-trabajo. Los materiales estaban

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    disponibles para el concepto de lo que iba a convertirse en plani cacin socialista. Volveremosentonces a encontrar este tema ms adelante. El concepto burgus de la liberdad individual retomado por la economa pura (capitalismo oincluso socialista) es el de un anarquismo de derecha, anti-Estado, anti-organizacin (sindicalentre otra), en principio igualmente anti-monopolio; es, por consiguiente, popular en losmedios de la pequea industria y, como se sabe, ha constitudo uno de los componentes de losmovimientos protofascistas y fascistas de los aos 1920 de estas clases medias desconcertadas.Pero puede caer fcilmente en el estatismo - lo que fu el caso de los fascismos histricos.Esta indecisin procede del hecho que la economa pura (y la gestin de la sociedad por elmercadoque ste inspira) es una utopa. En efecto, est fundamentada en hiptesis que eliminantodas las dimensiones del capitalismo realmente existente, molestas para el despliegue de suretrica, entre otros: el Estado, la nacin, las clases sociales, el sistema mundial, puesto quehace abstraccin de la apropiacin privativa de los medios de produccin, de las formas de lacompetencia real (los oligopolos, etc) y de las reglas de acceso a la utilizacin de los recursos

    naturales. Pero la realidad eliminada en el discurso se venga y se impone en de nitiva. Detrs del discurso abstracto de la economa pura y del mercado se esconde un modelo real delmercado muy diferente, ste es primeramente dual: integrado en sus tres dimensiones (mercadode productos, del trabajo, del capital) a nivel de las formaciones nacionales, truncado y reducidoa dos de sus tres dimensiones (mercado de productos y del capital) a nivel del sistema mundial.Esta dualidad se expresa entonces en el con icto de las naciones en el seno del sistema mundialobligando la retrica del anarquismo de derecha a mezclarse a la del nacionalismo. Por otra parte la alienacin economicista de la cual procede la utopa capitalista en cuestin conducedirectamente a tratar los recursos naturales a su vez como objetos del intercambio mercantil, con

    todas las consecuencias que esta aminoracin implicar. Como el capitalismo puro no existe, como el capitalismo realmente existente no constituye unaaproximacin del capitalismo puro, porque es de una ndole diferente, los teoremas propios a laeconoma pura no tienen sentido alguno y las reglas de conducta y proposiciones que se deducenson inaplicables. Nuestros idelogos tienen entonces que aceptar que las naciones y los Estadosen competencia existen, que la competencia es oligoplica, que la propiedad privada ordena lareparticin del ingreso, etc. Prolongaremos entonces el discurso abstracto de economa puracon proposiciones de polticas econmicas concretas que presentaremos generalmente comoconformes a las exigencias de un ptimo de segundo rango (second best), mientras que no

    lo son en absoluto. Estas proposiciones son sencillamente la expresin de las exigencias de las polticas al servicio de los intereses cuya existencia de principio se ha negado: la nacin, lasclases dominantes, tal fraccin de entre ellas, segn las relaciones de fuerza particulares a tal pasy tal fase de la historia capitalista. Se entiende entonces que el pensamiento nico burgus no asuma generalmente las formasextremas de la utopa capitalista, en las fronteras de lo absurdo. Este pensamiento nico se expresams fuertemente y ms frecuentemente bajo formas realistas, apropiadas a situaciones concretas,combinando mercado, Estado y nacin, compromisos sociales propios al funcionamiento de bloques hegemnicos.

    No propondr aqu una historia de estas formas sucesivas del pensamiento nico del capitalismo.Solamente recordar algunos grandes rasgos, referentes al perodo moderno.

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    A nes del siglo XIX - a partir de 1880 aproximadamente - desde el momento en que se constituyeel capitalismo de los monopolios (en el sentido que Hobson, Hilferding y Lenine le han dado) hasta1945, el pensamiento nico del capitalismo puede ser cali cado de liberalismo nacionalista demonopolios. Por liberalismo entiendo la doble a rmacin del papel preponderante de los mercados(mercados oligoplicos por supuesto) considerados, por una parte, como autoreguladores de laeconoma en el marco de las polticas de Estado apropiadas puestas en ejecucin en la poca, por otra parte, de la prctica de la democracia poltica burguesa. El nacionalismo modula estemodelo liberal y da su legitimidad a las polticas de Estado que subtienden la competicin en elsistema mundial. A su vez stas se articulan sobre bloques hegemnicos locales que fortalecenel poder del capital dominante de los monopolios con la ayuda de diferentes alianzas con clasesy capas medias y/o aristocrticas, y aislan la clase obrera industrial. Se conocen estos modelosde regulacin, como los de Inglaterra y de Alemania, fundamentados en la proteccin de los privilegios de la aristocracia o de la agricultura de los Junkers, o el de Francia, fundamentadoen el sostn a la agricultura campesina y a las empresas familiares. De una manera generaligualmente estas alianzas se completan y se fortelecen con los privilegios coloniales. La

    democracia electoral, asentada en esas alianzas, permite una negociacin permanente exiblede las condiciones de su reproduccin. El modelo, sin ser partidario del estatismo, se situa sinembargo en las antpodas del discurso anarquista de derecha anti-Estado. El Estado est all paraasegurar la gestin del bloque hegemnico, enmarcar y organizar con este objetivo los mercados(sostener a los agricultores por ejemplo), administrar la competencia internacional (con el proteccionismo y la gestin monetaria). Su intervencin activa en este sentido est consideradacomo perfectamente legtima, incluso necesaria. Un mundo separa entonces este pensamientonico de la poca, de la utopa del capitalismo puro. Esta sobrevive replegada en el mundo delas universidades, donde, como siempre, acusa a la historia de tener la culpa porque ella no seconforma con la razn de la economa pura. Pero por sto no ejerce in uencia alguna.

    El pensamiento nico liberal nacionalista de los monopolios entra en crisis cuando el sistema quesubtiende entra l mismo en la crisis que se abre en 1914 (la competencia econmica se habatransformado en guerra mundial). Sito en este marco su desviacin fascista de entre las dosguerras. El fascismo abandona el aspecto poltico democrtico del sistema, pero no renuncia nial nacionalismo (que al contrario exacerba) ni a los compromisos sociales internos que fortalecenel poder de los monopolios. El pensamiento fascista forma parte entonces del pensamiento nicodominante de toda una larga fase de la historia del capitalismo, aunque represente una expresinenferma.

    El pensamiento nico del liberalismo de esta poca no se basa en una concepcin anrquica de lalibertad individual. Al contrario, se supone que sta necesita el Estado de derecho, la legislacin, para expandirse correctamente. Sin embargo su concepto de democracia queda muy limitado:los derechos del individuo son los que garantizan la igualdad jurdica formal, la libertad deexpresin y hasta cierto punto de asociacin. Pero nada ms: lo que aparecer ms tarde comoderechos sociales especiales necesarios para hacer realidad los derechos generales (tanto en elcontra modelo del socialismo realmente existente a partir de 1917 como en el de la etapa ulterior del capitalismo despus de 1945) est todava en un estado apenas embrionario. La crisis del pensamiento nico liberal nacionalista se abre cuando la pretensin de la teora

    econmica que es la de asegurar el funcionamiento armonioso de la sociedad - est desmentidaen los hechos. Esta teora econmica, que se constituye en un corpus de conjunto integrado precisamente en ese momento de la historia (y de la cual Alfred Marshall es la expresin ms

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    completa sin duda alguna), es un discurso de armonas universales. Ella pretende demostrar enefecto que los mercados (enmarcados por las polticas de Estado adecuadas) son autoreguladores(en el sentido de que por su funcionamiento ellos absorben los desequilibrios oferta-demanda).Pero ella no se contenta aqu con una demostracin general y abstracta. Ella la especi ca entodas las dimensiones de la realidad econmica. Por ejemplo, ella desarrolla una teora del cicloy de la coyuntura que completa, concretndola, la teora general del poder autoregulador de losmercados. Ella desarrolla paralelamente una teora de las uctuaciones de la balanza de pagosque asegura la automaticidad del equilibrio a nivel mundial. Ella completa el cuadro con suteora de la gestin de la moneda, sometida a la obligacin de sostener el potencial regulador delos mecanismos del mercado. No obstante, a partir de 1914 precisamente, ninguna de estas promesas de armona funciona ya.Sin embargo, este pensamiento nico sigue imponindose e imponiendo sus recetas de entre lasdos guerras: proteccionismos nacionales, monedas competidoras fuertes, reduccin del gasto pblico y de los salarios en respuesta a la crisis etc.Ser por pura inercia intelectual? En mi

    opinin la respuesta a esta pregunta no debe ser buscar en esta direccin, la del debate de lasteoras econmicas, sino en el plano de la realidad de equilibrios sociales que subtienden las polticas de la poca. Hasta en el New Deal rooseveltiano y en el Frente Popular francs de1936, la clase obrera permanece dbil y aislada.Por qu el capital le hara concesiones en estascondiciones? En el debate de ideas, Keynes critica precisamente el proceso del pensamientonico de entre las dos guerras, demostrando que inspira polticas econmicas que agravan lacrisis. Sin embargo esta crtica queda sin tener impacto. Ser necesario que con la segunda guerramundial los equilibrios sociales se transformen en pro de las clases obreras y de los pueblosoprimidos para que su mensaje sea entendido, y se transforme en el eje del nuevo pensamientonico.

    El anlisis que he propuesto aqu explica, en mi opinin, por qu un nuevo pensamiento nico vaa substituir al del liberalismo nacionalista a partir de 1945, para dominar la escena mundial hasta1980. La segunda guerra mundial, en efecto, ha modi cado, a travs de la derrota del fascismo,la relacin de fuerzas en favor de las clases obreras en el Occidente desarrollado (estas clasesadquieren una legitimidad y una posicin que nunca haban tenido hasta ahora), de los pueblosde las colonias que se liberan, de los pases del socialismo realmente existente (pre ero decir del sovietismo). Esta nueva relacin est detrs de la triple construccin del Estado de bienestar (el Welfare State) sostenida por las polticas keynesianas nacionales, del Estado de desarrollo enel tercer mundo, del socialismo de Estado plani cado. Cali car entonces el pensamiento nico

    de la poca (1945-1980) de social y nacional, operando en el marco de una mundializacincontrolada. Karl Polanyi es el primero en haber entendido la naturaleza y el alcance de la cristalizacin deeste nuevo pensamiento, que se transformara en pensamiento nico de la postguerra. No volveraqu sobre la crtica que l haba dirigido al liberalismo de la etapa 1880-1945, responsablede la catstrofe. Atacando de frente al ncleo duro de la utopa capitalista, mostraba que eltrabajo, la naturaleza y la moneda slo pueden ser tratados como mercancas si se paga el preciode la alienacin del ser humano y la de su degradacin, de la destruccin sin piedad de losrecursos del Planeta y de la negacin de la relacin poder de Estado-moneda en bene cio de

    la especulacin nanciera. Estos tres fundamentos de irracionalidad del liberalismo subirn denuevo a la super cie a partir de 1980.

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    El pensamiento nico dominante de 1945 a 1980 se haba entonces construdo en parte por lomenos sobre la crtica del liberalismo. Es por esta razn que lo he cali cado como social ynacional. Omitiendo el trmino de liberalismo, subrayo aqu este hecho. El nuevo pensamientonico, llamado muchas veces keynesiano para simpli car, es por supuesto un pensamientocapitalista. Esa es la razn por la cual no rompe radicalmente con los dogmas fundadores principales del liberalismo pero los aprovecha solamente en parte. El trabajo queda tratado comouna mercanca, pero la dureza de este tratamiento est atenuada por el triple principio de lanegociacin colectiva, del seguro social y del crecimiento del salario paralelamente al de la productividad. Los recursos naturales, por lo contrario, son objeto de un desperdicio sistemticoagravado, consecuencia ineluctable de la absurda depreciacin del futuro que de ne laracionalidad del clculo econmico corto (mientras que se necesita, al contrario, valorizar elfuturo). La moneda, por lo contrario, est en lo sucesivo sometida a una gestin poltica tanto anivel de los Estados como al del sistema mundial (Bretton Woods se traza el objetivo de asegurar la estabilidad de los cambios).

    Los dos cali cativos de social (y no socialista) y de nacional traducen bien, en mi opinin,lo esencial de las polticas puestas en ejecucin durante el perodo y, por consiguiente, de losmedios mobilizados con este n. La solidaridad - que se ha traducido por una notable estabilidaden la reparticin del ingreso, por el pleno empleo y por el aumento contnuo de los gastos sociales- fu ideada para ser realizada primero en el terreno nacional con polticas de intervencionismosistemtico del Estado (de all su cali cativo de poltica keynesiana o neokeynesiana). Lareformulacin de estas polticas en trminos de regulacin (fordista o welfarista) ha permitido precisar las razones de la legitimidad y de la e cacia de la intervencin del Estado as concebida.Sin embargo este nacionalismo -seguro- no era exagerado. Porque se inscriba en una atmsferageneral de regionalizacin (como lo atestigua la construccin europea) y de apertura mundial (Plan

    Marshall, expansin de las multinacionales, negociaciones colectivas Norte-Sur organizadas enel seno de las Naciones Unidas, en la CNUCED, en el GATT, etc.) aceptada, deseada incluso, pero controlada. La analoga entre los objetivos fundamentales de estas prcticas del Welfare State, por una parte, ylos de la modernizacin y de la industrializacin de los pases del Tercer Mundo que se volvieronindependientes (que he llamado el proyecto de Bandoung para Asia y Africa, paralelamenteal desarrollismo de Amrica Latina), por otra parte, permite cali car este pensamiento dedominante a escala de todo el sistema mundial fuera de la zona del sovietismo. Para los pases delTercer Mundo se trata igualmente de recuperar el atraso, por una insercin e caz y controlada,

    en un sistema mundial en expansin. Se entiende entonces que el pensamiento nico de la fase 1945-1980 no haya sido solamenteuna teora econmica (la del keynesianismo y de la gestin macroeconmica nacional que sedesprende de ella), sino tambin la expresin de un verdadero proyecto societario, capitalistaseguramente, pero social. Y en este marco se entiende que se hayan hecho progresossubstanciales en el campo de los derechos sociales espec camente destinados a concretar losderechos generales. El derecho al trabajo y los derechos del trabajo, el derecho a la educaciny a la salud, la proteccin social, la constitucin de fondos de pensiones y de jubilacin, larevisin de las escalas de remuneraciones mejorando la suerte de las mujeres en el trabajo han

    sido siempre formulados como objetivos propios a la expansin y al desarrollo. Sin embargo,es evidente que las realizaciones efectivas en estos campos han sido desiguales y ampliamentedependientes de la potencia de los movimientos sociales.

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    Al trmino de los cuatro decenios de la postguerra, el modelo haba agotado su potencial deexpansin. Es esta evolucin, paralela a la del agotamiento del contramodelo sovitico, la queest en el origen de la crisis global del sistema, que se abre en 1980, y se acelera durante el decenio para concluir en 1990 con el desmoronamiento generalizado de los tres subsistemas constitutivosde la fase anterior (el Welfare State, el proyecto de Bandoung, el sistema sovitico). Esta crisis- que se despliega en el terreno de la realidad - ha causado el hundimiento del pensamiento nicosocial y nacional operando en el marco de una mundializacin controlada de la fase de la postguerra. Este hundimiento no es, evidentemente, el producto de un debate que se hubiesesituado en el terreno de la teora econmica, oponiendo a los jvenes neoliberales (losalumnos de Von Hayek, los monetaristas de Chicago, etc.) a los dinosaurios socialistas comose quiere a veces dejar creer en la polmica que ocupa el primer plano de la escena. El perodo nuevo que se abre con la cada de los modelos de expansin real de la faseanterior, que todava no ha encontrado el tiempo de estabilizarse. Es la razn por la cual lohe analizado en trmino de caos (y no de nuevo orden, nacional y mundial), y he analizado

    sus prcticas en terminos de gestion de la crisis y no de nuevo modelo de expansin.

    Esta observacin acciona la cali cacin que propongo del nuevo pensamiento nico, propulsado por la crisis. Este pensamiento que se presenta como neoliberal mundializado podraser ms precisamente cali cado de neoliberal no social, operando en una mundializacindesenfrenada. Pero, por sto, es irrealista, utpico y, por consiguiente, no se puede poner en prctica realy plenamente. Los dogmas que lo constituyen son demasiado conocidos para que se necesiterecordarlos aqu (privatizacin, apertura, cambios exibles, reduccin de los gastos pblicos,

    desregulacin de los mercados). No son duraderos porque encierran el capitalismo en unestancamiento fatal, cierran todas las puertas que permitiran sobreponerse a la crisis y dejar paso a una nueva expansin. He dado por otra parte las razones de este juicio que comparto conSweezy y Magdoff, es decir que la ley unilateral de la ganancia, si no choca con la resistenciade las fuerzas sociales antisistmicas que representan las aspiraciones de los trabajadores y delos pueblos, arrastra fatalmente un desquilibrio en pro de la oferta, estructuralmente superior a lademanda. En otras palabras, contrariamente al dogma seudoterico de la utopa capitalista (de lateora de la economa pura) los mercados no son autoreguladores; necesitan ser regulados parafuncionar.

    Las alternativas duras que el nuevo pensamiento nico impone no son el producto de unadesviacin intelectual que asegura el triunfo de sus partidarios en el debate terico. Son el producto de una nueva relacin de fuerzas que favorecan en grado sumo al capital, ya que lasclases trabajadores y las naciones de la periferia haban perdido progresivamente las posicionesde fuerza en las cuales ellas se encontraban al salir de la derrota del fascismo. Los modelosde desarrollo sobre los cuales se apoyaban estn acabados, las fuerzas populares todava nohan tenido tiempo para recristalizarse alrededor de nuevos proyectos societarios adecuados,aceptables para ellas y posibles. Este desequilibrio est en el origen de la nanciacin la cual he propuesto analizar ms adelante.

    Si estas alternativas duras dominan ampliamente el discurso retrico, en la realidad estn puestasen ejecucin de una manera que entran en contradiccin, a veces flagrante, con los dogmasde los cuales proceden. La mundializacin pregonizada queda trunca, e incluso lo es cada

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    vez ms en detrimento del mercado del trabajo por las restricciones reforzadas a los flujosde migraciones; el discurso sobre las virtudes de la competencia esconde mal las prcticasde defensa sistemtica de los monopolios (como vemos que se despliegan en el seno delGATT y de la nueva Organizacin Mundial del Comercio, OMC), mientras que la afirmacinde la depreciacin del futuro (fortalecida por la financiacin) reduce a nada el alcance deldiscurso medio ambientista. Por n, a pesar de la a rmacin de principios antinacionalistas, lasPotencias (y singularmente los Estados Unidos) hacen sin cesar la demostracin de su fuerza entodos los campos, militar (guerra del Golfo) y econmico (artculo 301 del cdigo americano decomercio internacional, etc.). Claro es que el nuevo pensamiento nico y las polticas que l inspira combaten sistemticamente losderechos espec cos que bene ciaban a los trabajadores y las clases populares; ellos se proponendesmantelarlos. Por sto, el discurso sobre la democracia que el nuevo pensamiento nicodespliega se vaca de toda realidad, se tranforma en retrica hueca. De hecho se substituye a unademocracia de ciudadanos organizados, la utopa de la anarqua de derecha. La realidad toma

    entonces su revancha con la emergencia de la a rmacin de las singularidades comunitarias,tnicas y religiosas fundamentalistas, frente a un Estado desprovisto de e cacia y a un mercadodesorganizador. El pensamiento nico contemporneo no tiene porvenir. Sntoma de la crisis, no es la solucindel problema sino parte de ste. Frente al discurso del capitalismo del cual he querido recordar aqu los grandes rasgos a la vez en laexpresin de su unidad y en la de sus mutaciones sucesivas, podemos esperar ver recomponerseun discurso anticapitalista coherente y e caz? No tratar de responder aqu a esta pregunta que

    sale de nuestro tema. Dir solamente que el discurso anticapitalista es verdaderamente radicalcuando se ataca a los caracteres fundamentales permanentes del capitalismo, es decir, en primer lugar, a la alienacin economicista. All estaba, en mi opinin, el sentido del proyecto de Marx. Por otra parte, discursos parcialmente antisistmicos (anticapitalistas) han sido desarrolladosen el curso de la historia real de los dos ltimos siglos, los cuales han demostrado una e caciasegura, a pesar de sus lmites. Sin ellos, ni la social democracia occidental, ni el socialismode Estado del Este, ni el proyecto de liberalizacin nacional del Sur, hubiesen podido existir eimponer al capital dominante los compromisos histricos que los han obligado a ajustarse a lasexigencias de los trabajadores y de los pueblos formuladas en estos tres discursos. El modelo

    alternativo sovitico proceda de este tipo de crtica no radical del capitalismo y, por esta razn,ha producido en los hechos un capitalismo sin capitalistas. Pero aqu tambin, como siempre,esta evolucin no ha sido el producto de una visin terica particular (aunque fuera cali cada dedesviacin con relacin a la proposicin de Marx), sino el producto de los desafos reales quelas sociedades confrontaban, de las relaciones de fuerza sociales reales que las caracterizaban.Como siempre, la realidad produce su teora ms bien que a la inversa.

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    Estrategias para la transicinen el reto de la mundializacin

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    Capitalismo, imperialismo, mundializacin1

    1. El discurso dominante impuso, desde hace dos dcadas, el uso del trmino mundializacin (aveces escrito en frangls globalizacin) para designar de manera general a los fenmenosde interdependencia en escala mundial de las sociedades contemporneas. Nunca se pone enrelacin el trmino con las lgicas de expansin del capitalismo, an menos con las dimensionesimperialistas de su despliegue. Esa ausencia de precisin permite sobrentender que se trataaqu de una barrera infranqueable, independiente de la naturaleza de los sistemas sociales. Lamundializacin se impondra de la misma manera a todos los pases, ms all de su opcin inicial(capitalista o socialista) que funciona como una ley de la naturaleza, resultado del estrechamientodel espacio planetario. Me propongo demostrar que se trata aqu de un discurso ideolgico quese destina a legitimar las estrategias del capital imperialista dominante en la fase actual y, por lo tanto, que se pueden tomar en consideracin constantes objetivas de la mundializacin enla perspectiva de polticas distintas de las que se presentan como sin alternativa posible, cuyoscontenidos y efectos sociales seran entonces ellos mismos completamente diferentes.

    La forma de la mundializacin depende entonces, en de nitiva, como (todo) el resto, de lalucha de clases. De hecho, la mundializacin no es un fenmeno nuevo y no cabe duda que lainteraccin de las sociedades es tan antigua como la historia de la humanidad. Por lo menosdesde hace dos milenios las rutas de la seda vehiculizaron no slo mercancas sino tambinfavorecieron transferencias de conocimientos cient cos, tcnicos y de creencias religiosas, lascuales transformaron, por lo menos en parte, la evolucin de todas las reas del mundo antiguo:asitico, africano y europeo. Sin embargo, los mecanismos de estas interacciones y su meta eranmuy distintos de lo que fueron despus en los tiempos modernos, es decir, los del capitalismo. No se puede separar la mundializacin de la lgica de los sistemas que sostienen el despliegue.Los sistemas sociales anteriores al capitalismo, que nombr en otros escritos como tributarios,se basaban en lgicas de sumisin de la vida econmica a los imperativos de reproduccin delorden poltico-ideolgico, en oposicin a la lgica del capitalismo que invirti los trminos(mientras en los sistemas antiguos el poder es fuente de riqueza, en el capitalismo, la riquezafunda el poder, mencion con respecto a este tema). Esta caracterizacin del contraste entre lossistemas sociales antiguos y modernos provoca una gran diferencia entre los mecanismos y losefectos de la mundializacin en los tiempos antiguos y los caracterizados al capitalismo.

    La mundializacin de los tiempos antiguos ofreca realmente oportunidades para las regionesmenos avanzadas de alcanzar a las dems. Segn los casos, estas oportunidades fueronaprovechadas o no. Pero eso dependa exclusivamente de las determinaciones internas deesas mismas sociedades, en particular de las reacciones de sus sistemas polticos, ideolgicosy culturales, ante los desalojos que representaban las regiones ms avanzadas. La historia deEuropa, rea perifrica y atrasada hasta muy tarde en la Edad Media, en comparacin a loscentros del sistema tributario (China, India y el mundo islmico), es el ejemplo ms caractersticodel xito sobresaliente de este orden. Sin embargo, Europa recupera el atraso en un tiempo muycorto, entre los aos 1200 y 1500, a rmndose a partir del Renacimiento como un centro denuevo tipo, con potencialidad de ser ms poderoso y ms generador de nuevas evoluciones

    1 Texto publicado en Resistencias Mundiales. De Seattle a Porto Alegre Autor/a:Jos Seoane y Emilio Taddei(Comps.). CLACSO, Buenos Aires.2001

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    decisivas que todos sus antecesores. Consider que esa ventaja provena de una exibilidadmuy grande del sistema feudal europeo, en particular porque constitua una forma perifrica delmundo tributario.

    2. Por el contrario, la mundializacin de los tiempos modernos, asociada al capitalismo,es polarizante por naturaleza. Con eso quiero decir que la lgica de expansin mundial delcapitalismo produce en s misma una desigualdad creciente entre los socios del sistema. Signi caque esta forma de mundializacin no deja siquiera la oportunidad de despegue, que hubiera podido ser aprovechada o no en funcin de las condiciones internas de las mismos socios. Losretrasos implican siempre la aplicacin de polticas voluntaristas. stas entran en con icto con laslgicas unilaterales de la expansin del capitalismo, y de esa manera las podemos cali car como polticas antisistmicas de desconexin. Este trmino que propuse no es sinnimo de autarqua yde intentos absurdos de salir de la historia. Desconectar es adaptar las relaciones con el exterior a las exigencias prioritarias de su propio desarrollo interno. Entonces este concepto es antinmicoal otro pregonado que pide ajustarse a las tendencias dominantes a nivel mundial, porque para

    los ms dbiles resulta de este ajuste un agravamiento de su periferizacin. Desconectar signi catransformarse en un agente activo que contribuye a modelar la mundializacin, forzndola aajustarse a las exig