la misericordia para con el projimo

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La Misericordia para con el prójimo según los Padres de la Iglesia Capellanía Mayor Gendarmería Nacional Argentina

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8/15/2019 La Misericordia Para Con El Projimo

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ntonces uno del pueblo le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que parta

conmigo la herencia”.  Jesús le r espondió: “Hom bre, ¿quién me haconstituido sobre vosotros juez o partidor?” Y les dijo: “Mirad: preservaos de toda avaricia; porque, la vida del hombreno consiste en la abundancia de lo que posee”.  Y les dijo una parábola:“Había un rico, cuyas tierras habían producido mucho. Y se hizo estareflexión: “¿Qué voy a hacer? porque no tengo dónde recoger mis cosechas”. Y dijo: “He aquí lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré unosmayores; allí amontonaré todo mi trigo y mis bienes. Y diré a mi alma: Almamía, tienes cuantiosos bienes en reserva para un gran número de años;reposa, come, bebe, haz fiesta”. Mas Dios le dijo: “¡Insensato! esta misma noche te van a pedir el alma, y loque tú has allegado, ¿para quién será?”.Así ocurre con todo aquel que atesora para sí mismo, y no es rico ante Dios” 

Lc 12,13-21 

 LA SAGRADA BIBLIA

Traducción directa de los Originales

 por Monseñor Doctor

 JUAN STRAUBINGER 

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EL RICO NECIO Y SUS GRANEROS

 brese esta parábola (Lc 12,13-21) con un suscinto diálogo, reproducidoen los vers. 13-14. Uno de los presentes se dirige al Señor: “Maestro,

dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo”. Según la Ley, al primogénito le corresponde el doble de la hacienda (Cf. Deut21, 17), y encaso de que fuesen varios los hijos, por ejemplo cuatro, la herencia se dividíaen cinco partes, dos de las cuales tocaban al mayor. Nada más normal que ensemejantes circunstancias surgiesen riñas y conflictos de familia. Así, ennuestro caso, el hijo menor pleitea con el mayor, y reconociendo en Cristo,si no al Mesías, al menos a alguien con autoridad, se dirige a Él para quezanje la cuestión.

¿Era, por acaso, injusta la petición? Algunos así lo han juzgado, pero sinfundamento. San Agustín es mucho más comprensivo: "Cierto individuointerpeló al Señor contra un hermano suyo que se había alzado con todo el

 patrimonio y no le daba a su hermano la parte que le correspondía. Ya veis, pues, cuán justa era su causa. No quería alzarse con lo ajeno: sólo pedía los bienes que su padre le había dejado. No otra cosa pedía al acudir al Señorcomo a un juez…”1.Sin embargo, Cristo se resistió a ser mediador en un asunto de ese género:

"¡Hombre!, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?”. Yagregó una recomendación general sobre el apego a las riquezas, seguida deuna especie de máxima, que introduce inmediatamente en nuestra parábola,

 precisando su sentido: "Mirad y guardaos de toda codicia, porque la vida delhombre no consiste en la abundancia de lo que posee".Quien a Él se había dirigido no sería propiamente un "codicioso", pero eramenester que entendiese lo precario que es el dinero y cómo su posesión esincapaz de dar sentido y plenitud a la existencia humana.

La respuesta de Cristo eleva así el nivel de la pregunta. "Le negó lo que pedía — afirma San Agustín — , pero es más lo que le dio que lo que le negó. Él le pidió que juzgase sobre la posesión de la herencia, y Jesús le dio un consejosobre el despojo de la codicia. ¿Por qué reclamas las fincas? ¿Por quéreclamas la tierra? ¿Por qué tu parte en la herencia? Si careces de codicia, lo

 poseerás todo. Ved lo que dijo quien carecía de ella: "Como no teniendo nada

1 S. Agustin, Ser. In Ev. Sin., sermo 107,2, Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, pp 747-748.

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 poseyéndolo todo» (2 Cor6, 10). «Tú, pues, me pides que tu hermano te détu parte en la herencia. Yo, respondió, os digo: Guardaos de toda codicia»"2.Y aún con más énfasis: "Reclamaba la mitad de la herencia; pedía la mitad,

 pero en la tierra, siendo así que el Señor se la ofrecía entera en el cielo(petebat in terra dimidiam: in caelo Dominus offerebat totam). Más era loque el Señor le daba que lo que él pedía (plus Dominus dabat, quant ille

 postulabat )”3.

Cristo había venido para las cosas grandes, para que levantásemos el corazónde las preocupaciones puramente temporales. Había venido para lasrealidades permanentes, propias del Reino de los cielos. No queríainmiscuirse en lo puramente terreno, no deseaba convertirse en árbitro

humano, solucionador de problemas políticos, sociales o económicos,"distribuidor" de bienes perecederos. Así lo declara San Ambrosio: “Bien

hace en eludir lo terrestre, quien había descendido para cosas divinas… Unespíritu aplicado a las cosas grandes no puede dejarse importunar de lasmenores,. Lo que debe buscarse es el patrimonio de la inmortalidad, no deldinero; porque resulta vano acumular riquezas sin saber el uso que se haráde ellas, como aquel que teniendo los graneros repletos hasta el tope con lasúltimas cosechas, preparaba nuevos graneros para dar lugar a tanta

abundancia de productos, sin saber para quién acumula ba”4.Como se ve, San Ambrosio empalma el diálogo inicial con la parábola queilustra la sentenciosa respuesta del Señor. Algo semejante encontramos enSan Cirilo de Alejandría, quien también considera la última frase que

 pronunciara Cristo, antes de entrar en la proferición de la parábola:

Es inútil la avaricia, porque no consiste en la abundancia la vida del hombre,esto es, no se alarga la vida del hombre a medida de las riquezas. Y esto se

 prueba clara y evidentemente por la parábola aptísima que nos propone el

Salvador. En ella nos da una excelentísima doctrina y nos recomienda comoreina de las virtudes la caridad, cuyo fruto más hermoso es la limosna. Peroel aborrecedor de todo bien, el inventor de toda maldad, el sembrador decizaña, el enemigo de toda virtud... nos aconseja preocuparnos por lasriquezas, buscar en el mundo los placeres carnales, e induciendo el olvido dela muerte, no nos deja considerar las cosas futuras, ni siquiera pensar nada

2 Ibid., sermo 107 A…, p.760. 3 Ibid., sermo 107,2…, p.748. 4 S. Ambrosio, Exp. Ev. Sec. Lc., lib. VII, 122-126: SC 52, p.51.

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digno del hombre, Contra todas estas maquinaciones mira el cuadro que te pone delante el Salvador 5.

Entremos ya en la consideración de la misma parábola, donde tras describirsela prosperidad ilimitada de un hombre desaprensivo, se hace luego palmariasu insensatez.

I. LA ANGUSTIA DE LA ABUNDANCIA

Comienza nuestro texto:  Los campos de cierto hombre habían producido

mucho; y pensaba dentro de sí diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo dónde

recoger mis cosechas?".

Trátase, como puede verse, de un hombre rico, no de un mercader, sino deun estanciero, cuyas tierras eran ubérrimas, probablemente Cristo eligiócomo paradigmática la riqueza del campo, que en las sociedades bienorganizadas es la más segura, para demostrar que ni aun en ese terreno, eleconómicamente mejor fundado, se encuentra la definitiva estabilidad. Porlo demás, la principal riqueza palestinense consistía en la ganadería y laagricultura.

Lleno de satisfacción, nuestro codicioso miraba ondear las mieses en lasincontables hectáreas que ocupaban sus tierras, que aun antes de madurar leauguraban una cosecha extraordinaria, mucho mayor de lo que él se habíaimaginado. San Basilio contrasta la generosidad de Dios, que hizo posibleun rendimiento tan grande, Con la tacañería y avaricia de este hombre, según

 pronto se revelaría:

¿Por qué se mostró tan fértil el campo de aquel hombre que ningún bien habíade hacer con aquella fertilidad? A fin de que resplandeciera la tolerancia deDios, cuya bondad se extiende a semejantes hombres, ya que él llueve sobre

 justos e injustos, y hace salir el sol sobre buenos y malos (cf. Mt 5, 45). Peroesta bondad de Dios acarrea mayor suplicio a los malvados. Derramó suslluvias sobre la tierra cultivada por las avarientas manos; dio su sol parafomentar la semilla y multiplicar el fruto con abundancia. Y por cierto quede Dios proceden todos estos beneficios, la buena tierra, la buena temperaturadel cielo, la abundancia de semillas, la ayuda de los bueyes, todo lo demásde que se vale la agricultura para producir con abundancia. Y ¿qué es lo quedescubrimos en este hombre? Carácter truculento, odio de los hombres,espíritu tacaño. Así es como correspondía a la largueza de su bienhechor. No

5 S. Cirilo de Alejandría, Comment. In Lc., cap. 12: PG 72, 733

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se acuerda de la común naturaleza, no se acordó de dar lo superfluo a los pobres6.

El comportamiento de Dios es paradigmático para el hombre. Así como Dioses generoso, de manera semejante debería haberlo sido el granjero de nuestra

 parábola. Pero es un necio, prosigue diciendo San Basilio; mientras másreciba, menos dará. Frente a los necesitados, a los que sufren hambre, semantendrá inflexible e implacable

Acá el rico ha recibido abundantemente de Dios y ni se le ocurrirá participaral prójimo de ello. La razón es sencilla: está polarizado en el dinero, en la

 búsqueda insaciable del dinero. O. como le dice urticantemente San Basilio:"Todo lo ves oro, lo juzgas oro, en el oro sueñas mientras duermes, y lo

anhelas cuando estás despierto. Así como los que están locos, no miran lascosas como son en sí, sino como ellos se las figuran, así tu alma, poseída porla avaricia, todo lo ve oro, todo lo ve plata Miras con más gusto el oro que elsol. Deseas vivamente convertir todas las cosas en la naturaleza del oro, y teabocas a ello decididamente. ¿Qué no maquinas por el oro? para ti el trigo sevuelve oro, el vino se acrecienta en oro, la lana se te vuelve oro; todocomercio, todo talento o habilidad te engendra oro. El mismo oro se engendraa sí mismo, cuando se multiplica por el interés"7.

Destaquemos las vigorosas afirmaciones del Santo, de acentos tan actuales,si pensamos en algunas predominantes corrientes modernas de la economía.El oro engendra oro, se engendra a sí mismo. Por otra parte fácilmente el ricose deja polarizar por el oro, como si éste lo hubiera encandilado. Y así, elansia de lucro se toma insaciable. Más, siempre más.

El mismo San Basilio se ha explayado sobre este grave peligro que acechaal alma:

Hay una doble forma de tentaciones Porque o los corazones prueban susmolestias en el fuego como el oro (Cf. Sab 3.6), cuando por la pacienciademuestran irrefutablemente su integridad y bondad, o también na rara vezla misma prosperidad de la vida es para muchísimos una verdadera tentación.Porque es igualmente arduo conservar el alma erguida y elevada en las cosasdifíciles, que no verse impulsado a obrar contra la justicia en tas cosas

 prósperas. Ejemplo del primer género de tentación es ciertamente Job, aquelatleta grande e invicto, quien enfrentándose a toda aquella fuerza del diablo,semejante al ímpetu de un torrente, con pecho inquebrantable e

6 S. Basilio Magno. Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 261-264.7 Ibid., 4-5: PG 31, 269.

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inconmovible, se mantuvo firme y tan superior a las tentaciones, cuanto lashostilidades del enemigo parecían mayores más inextricables. En cuanto alsegundo tipo de tentaciones, son muchos los ejemplos, uno de los cuales esel que se nos ha leído, el del rico que tenía muchas riquezas, y esperaba tenermuchas más. El Dios benignísimo al principio no lo condenó por su índoleingrata, permitiéndole que acrecentase así siempre riquezas sobre riquezas,

 por ver si al llegar a la saciedad, pudiese finalmente impulsar a su alma a laliberalidad y mansedumbre8.

La seducción de la prosperidad. He ahí una tentación a la que sucumbe casimás gente que por el primer género de pruebas, el del sufrimiento. Nunca elrico necio se sentirá plenamente satisfecho, como quien ha llegado a la meta.El ansia de oro que lo acosa sin cesar. "No hay saciedad  — dice el mismoSanto Doctor  — , ni se alcanza el término del deseo. Con frecuencia a loschicos que son golosos les permitimos que se llenen abundantemente de loque desean, para que por la mayor saturación cobren fastidio a aquellascosas. No sucede así con el avaro, sino que mientras más se llena de algo,más lo desea"9.

En este sentido se podría decir que la codicia hace del rico un menesterosocrónico. Siempre juzga que no tiene bastante, siempre está buscando poseermás de lo que posee. San Basilio lo ha expresado de manera sublime:

Dices que eres un verdadero pobre, y en esto convengo contigo. Porque es pobre el que necesita de muchas cosas… 

Intentas agregar diez talentos a otros diez; una vez que has juntado veinte, buscas otros tantos, y el hecho de que siempre agregas más no detiene laapetencia, sino que por el contrario reanima el apetito. Porque así como pasacon los ebrios, que la proximidad del vino se vuelve ocasión de beber, asítambién los nuevos ricos, cuando adquieren muchos bienes, desean más, ymientras más agregan, más alimentan la enfermedad, de modo que suesfuerzo resulta contradictorio.

Porque los bienes presentes, siendo tan cuantiosos, tanto los alegran cuantolos contristan los que faltan; y así desean aquellas cosas que piensan que lesfaltan, en tal grado que su alma se agota constantemente en preocupaciones,

 por su afán de tener siempre más, pues si bien los llena de alegría el verse asífavorecidos, al punto de ser más ricos que muchos, por el contrario sufren

 penosamente y se duelen por el hecho de que quizás tal o cual los supera enriquezas. Y cuando han alcanzado el nivel de ese rico, enseguida intentanhacerse iguales a otro más rico, y si lo logran, se esfuerzan por alcanzar a

8 Ibid., 1: PG 31, 261.9 Ibid., 5: PG 31, 269.

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otro. Así como los que suben una escalera, no se detienen en ningún escalónsino que siguen subiendo hasta llegar arriba, así también éstos no descansanen sus apetencias hasta que, llegados a lo más elevado, caen de lo alto y sedestruyen.

El verbo del Santo se transforma por la indignación y se vuelve poesía, poesía indignada y estigmatizadora:

Todo lo que el ojo ve, lo desea el avaro. "No se llena el ojo viendo" (Eccle1,8), ni el avaro se sacia recibiendo... El mar conoce sus confines: la nochelo traspone los antiguos límites que se le han prescrito. El avaro, en cambio,no respeta el tiempo, no reconoce término, no cede al orden de la sucesión,sino que imita la fuerza del fuego, invade todo, todo lo devora. Y así comolos ríos que al comienzo surgen de lo pequeño, luego se acrecientan poco a

 poco por las aguas que en su transcurso se le agregan, acabando por arrastrarcon su ímpetu violento todo lo que encuentran a su paso o se les opone, asítambién los avaros, elevados a gran poder a partir de aquellos a quienes yaoprimen con su poder, alcanzan una capacidad mayor de inferir injurias, yentonces reducen a servidumbre a los demás, juntamente con aquellos aquienes primero habían oprimido: el acrecentamiento de su poder se vuelve

 para ellos ocasión de mayor perversidad10.

En opinión de San Basilio, el vicio que aqueja al rico de la parábola es el delos engullidores. Buscando siempre tener más, prefieren antes reventar de

hartura que dar lo sobrante a los pobres. Tales hombres no conocen elsosiego11.

El espíritu de codicia se ha apoderado de nuestro rico, pero, como bienobserva San Pedro Crisólogo, comentando el versículo- "Y pensaba dentrode sí, diciendo: «¿Qué haré?»" aquel espíritu obsesivo y excluyente no essino la manifestación de la presencia en su interior y el señorío de un nuevoamo, el Espíritu maligno:

"¿Qué haré?". Es la voz de alguien que pregunta. ¿Y a quién piensas que preguntaba? En él había otro, porque el diablo se había instalado como propietario en lo más íntimo de su ser; el que había entrado en el corazón deJudas, ocupaba lo secreto de su mente. "¿Qué haré, pues, porque no tengo?".¿Escuchaste cómo el rico no tiene? He aquí que exclama: "No tengo" Esverdad, nunca tiene el que busca siempre (non habet semper, qui quaerit

 semper)12.

10 Ibid., Hom. in divites 5: PG 31, 292-29311 Cf. Ibid.,Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31.26412 S. Pedro Crisólogo, Sermones, sermo 104: PL 52,491

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Los Padres se solazan en la paradoja que nos acaba de insinuar el Crisólogo:

la angustia de la exuberancia El rico necio que, al decir de San Cirilo deAlejandría, "sólo quería gozar de su abundancia"13, no sabía qué hacer consus opíparas cosechas. Cuán sintomática resulta su duda: "¿Qué haré?". "Lo

que a otros produce alegría -observa San Basilio — , eso mismo consume alavaro. Porque no se alegra cuando todos sus almacenes están repletos, sinoque las riquezas sobreabundantes, y que no pueden ser contenidas en susalmacenes, hieren su ánimo; no sea que derramadas hacia afuera, se vuelvanocasión de algún alivio para los necesitados"14.

Algo semejante leemos en San Agustín: "¿De qué magnitud era la cosecha?Tan abundante que no tenía dónde colocarla. Por la abundancia se convirtió

rápidamente en estrecho, siendo ya desde antes avaro (factus est subito perabundantiam angustus, avarus antiquus). ¡Cuántos años habían transcurridoy, no obstante, le habían bastado sus graneros! Pero tanto trigo habíacosechado que no le habían bastado los graneros que antes eran suficientes.Y el miserable cavilaba no sobre cómo repartir lo que había recogido conexceso, sino sobre cómo guardarlo (non quomodo erogaret quod plus natum

erat, sed quomodo reservaret)”15. He ahí la causa de su turbación: "Seangustia no por la escasez, sino por la abundancia. ¡Qué desdichado era aquel

a quien turbaba la abundancia, no la escasez!"

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. Recordemos que la palabra"angustia" viene de "angustus" estrecho. Su alma se había "estrechado","angostado" como sus graneros.

También en San Gregorio encontramos lucidas reflexiones sobre el extrañoestado de alma de este hombre. Las traza sobre el telón de fondo de unrevelador texto del Antiguo Testamento que dice: "En el colmo de lasaciedad, lo asalta la angustia" (Job 20, 22):

"Primero trabajó con avaricia por allegar todo lo que deseaba, y cuando logró

 juntar tantos bienes en el vientre, por así decirlo, de su avaricia, harto de ello,se sofoca; acongojado de tanto pensar en cómo conservar lo adquirido, Sumisma hartura lo estrecha (ipsa eum sua satietas angustat). Aquel hombre alque la angustia de la abundancia estrechaba, decía: "¿Qué haré?". Y, comoagobiado por el exceso de alimento, se ahogaba. Pensemos cuánto habíaanhelado que su campo le diese frutos abundantes. He aquí que sus deseos sehan cumplido, su campo le ha dado una cosecha superabundante. Pero no hay

13 S. Cirilo de Alejandría, Comment. In Lc., cap. 12: PG 72,736

14 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31,264.15 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107,6, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, p.751 16 Ibid., sermo 107ª…, pp. 760-761.

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ya dónde guardar lo cosechado, y este rico, ante le multiplicación de los bienes, no sabe qué hacer. ¡Oh angustia hija de la saciedad! (O angustia ex

 satietate nata!). La fecundidad del campo angustia el corazón del avaro.Porque al decir: "¿Qué haré?" muestra a las claras que se halla comooprimido por los efectos de sus deseos, apenado por la abundancia de susriquezas. Qué bien se ha dicho: "En el colmo de la saciedad, lo asalta laangustia”. Aquella alma avara había buscado primero el reposo en laabundancia, y ahora, para conservarla, sufría todavía más17.

San Pedro Crisólogo lo expresó a su modo: "Miserable aquel a quien lafecundidad de la tierra lo hizo estéril; la abundancia, ansioso; los recursos,inhumano; las riquezas, mendigo. El campo humano sostenía a su señorinhumano; y lo que la tierra producía con largueza, su señor lo encerraba ylo acopiaba de manera estrecha (angusta)"18.

Apropiado parece recordar aquí aquello que se lee en la Escritura: "Tú dices:«Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eresun desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo" (Ap 3, 17).

Por eso, como inteligentemente observa San Cirilo de Alejandría, nuestrohombre, a pesar de verse colmado, habla el mismo lenguaje que el

menesteroso. "Rodeado de innumerables bienes, el rico se vuelve pusilánime, y dice palabras propias de un pobre. ¿Qué haré, suele decir el pobre, porque sufro penuria de lo necesario?, y siempre profiere esta vozdigna de lástima. He aquí que el rico usa también las mismas palabras,lamentándose y doliéndose en gran manera"19. Idéntica reflexiónencontramos en San Basilio: "¿Acaso no da [el rico] los mismos gemidosque los que andan estrechos de recursos: «¿Qué haré?» ¿De dónde sacaré elalimento? ¿De dónde el vestido?"20.

Por eso sería realmente ridículo envidiar a este hombre por prosperidad. Enel fondo es un infeliz, un indigente, un desdichado. "¿Quién no secompadecerá de un hombre tan obsesionado?  — dice San Basilio — . Esmiserable por la misma fertilidad, miserable por los bienes obtenidos y másmiserables por los esperados. Porque, al parecer, la tierra no le aporta

17 S. Gregorio Magno, Moral. In Job, lib. XV, 22: SC 221, pp.50-52.

18 S. Pedro Crisologo, Sermones, sermo 104: PL 52, 490.19 S. Cirilo de Alejandría, Comment. In Lc., Cap. 12: PG 72, 73620 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 264.

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 provecho y rentas, sino desvelos; no acumula para él abundancia de frutos,sino preocupaciones, molestias y grave ansiedad"21. La repleción de sus siloscontrasta con el vacío de su corazón: "Los graneros no podían contener laabundancia de sus productos, pero el alma avara nunca se llenaba; y no

queriendo, por avaricia, dar los frutos antiguos, ni pudiendo, por suabundancia, recoger los nuevos, sus proyectos resultaban ineficaces y suscuidados estériles"22.

II LOS GRANEROS DEL EGOISMO

¿Qué haré? , se preguntaba el rico perplejo.  Derribaré mis graneros y

construiré otros más grandes. 

He aquí la decisión tomada. “Y si también llenas éstos — le dice San Basilio-, ¿qué proyectarás? ¿De nuevo los destruirás y de nuevo los edificarás? ¿Quécasa más necia que trabajar indefinidamente, edificar diligentemente, ydiligentemente destruir”23.

Comentando la resolución de este hombre, San Pedro Crisólogo nos hadejado una perspicaz observación. Tras recordar lo que dijo anteriormente,es a saber, que la pregunta del rico "¿Qué haré?" se dirigía a alguien que

moraba en su interior, al demonio, propietario de su corazón, seducido porel atractivo de la prosperidad y la avaricia, agrega:

Escuchemos lo que le responde el consejero interior. “Derribaré misgraneros”. Aparece ahora con evidencia lo que se escondía, porque siempreel enemigo empieza por la destrucción, Obra. obra [el demonio] para quedestruyas lo que tienes, y no levantes lo que deseas24.

Con todo, debe quedar bien claro que en ningún momento afirman los Padres

que la abundancia sea mala en sí, ni que necesariamente haya de condenarsea quienes les va económicamente bien. Porque alguno podría decir: ¿por quénos vamos a irritar contra este hombre tan trabajador, que a fuerza desacrificios logró extraer frutos abundantes de la tierra, y que supo prever parael futuro, proyectando la erección de silos más grandes en orden a depositarallí sus granos? ¿No es acaso una manera de participar del señorío de Dios,de su providencia, de su realeza sobre el cosmos, tal como el mismo Dios lo

21 Ibid

22 Ibid23 Ibid., 6: PG 31, 27324 S. Pedro Crisólogo, Sermones, sermo 104: PL 52, 491.

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determinó al Crear al hombre? San Beda sale al paso de dicha objeciónrespondiendo que este rico no es reprendido por haber cultivado eficazmentela tierra, ni por haber juntado los frutos de su trabajo en graneros adecuados,sino por haber puesto toda la confianza de su vida en la abundancia misma

de sus productos, juzgándolos del todo suyos, y negándose a compartirloscon los pobres, contrariamente al mandato del Señor: "Lo que sobra, dalo enlimosna" (Lc ll, 41)25.

Es en esto último en lo que insisten principalmente los Padres. Lo censurablede este hombre no es su prosperidad económica sino el hecho de que, comoseñala San Basilio, no pensó en la naturaleza común, no juzgo que eramenester distribuir entre los pobres lo que sobraba de sus bienes, para nada

tuvo en cuenta el precepto: "No te abstengas de ayudar al necesitado" (Prov3, 27), ni aquel otro: "La limosna y la fidelidad no te abandonen" (Prov 3, 3),ni tampoco: "Parte tu pan con el que tiene hambre" (Is58.7). En una palabra,sumerso en los gozos de la inmanencia, se volvió sordo a la palabra de Dios,así como al clamor de los profetas y doctores Sus graneros rebosaban yresultaban estrechos para una cosecha tan suculenta. Había llegado elmomento de distribuir, y sin embargo, su corazón codicioso, siempre ávidode más, se negaba a ello tozudamente26.

Al decir: "Derribaré mis graneros y construiré otros más grandes", acota SanCirilo de Alejandría, no pensaba, como Job, que todo eso había recibido delo alto, ni se comportaba como administrador de Dios respecto de aquellos

 productos, sino que persistía en la idea de que dichos bienes, siendo fruto desu trabajo, le pertenecían de manera absoluta. En modo alguno se le ocurríareferir su prosperidad a la benevolencia de Dios, lo que mostró claramenteal decidir que no los iba a compartir Con nadie, sino que los conservaríatodos para su deleite. Grave error, por cierto, ya que el que tiene algo de

Dios, debe usar lo que tiene según el beneplácito de Dios27.

Coincide en ello San Basilio, quien se dirige a nuestro rico en los siguientestérminos:

Reconoce, oh hombre, al dador, acuérdate de ti mismo, quién eres, cuál es eldepósito que se te ha confiado, de quién lo has recibido, por qué has sido

 preferido a otros. Has sido puesto por ministro de Dios altísimo,administrador de tus consiervos; no pienses que todo ha sido preparado para

25 Cf. S. Beda, In Lc. Ev. Expositio, lib IV, cap. 12: PL 92, 491-492.26 Cf. S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 26427 Cf. S. Cirilo de Alejandría, Comment. In Lc., cap.12: PG 72, 736

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tu vientre; piensa que lo que tienes en tus manos es como si fuera de losdemás. Un momento te deleitaran las riquezas y luego fluyen y desaparecen,y de éstas se te exigirá estrecha cuenta... "¿Qué haré?" A la mano está larespuesta: Satisfaré a los hambrientos, abriré los graneros convocaré a todoslos necesitados. Imitaré a José (Cf. Gen 47, ll ss.) en su declarada y pública

 bondad; diré en voz alta: Todos los que tenéis necesidad de pan, venid a mí,seréis participes cada uno del beneficio concedido por Dios como de fuentescomunes. Pero tú no eres así, ¿por qué? porque miras con malos ojos que losdemás hombres usen los bienes, y por decisión interior y perversa te

 preocupas, no de cómo puedes hacer partícipe a cada uno de lo necesario,sino de cómo quedándote con todo, privas a todos de su fruto y utilidad28.

Verdaderamente desgraciado este rico, comenta San Juan Crisóstomo, quesólo piensa en derribar sus graneros para construir otros mayores. Desde

cierto punto de vista tiene razón ya que, en realidad, tales graneros sondeleznables, dignos de ser destruidos siempre de nuevo; "los graneros queno pueden ser depredados no son los muros, sino los vientres de los pobres,que él olvidó porque sólo se preocupaba de las paredes"29. "Tienes graneros,si así lo quieres — tercia San Basilio — , son las casas de los pobres". Y traeen su apoyo la exhortación del Señor: "Amontonad más bien tesoros en elcielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen, y donde los ladrones nohoradan30 ni roban" (Mt 6,20)31.

San Agustín se ha expresado con notable energía al respecto:

¡No tenía sitio para almacenar! pero ¿dónde estaban los pobres? Lo que nocabía ya en los graneros debido a su pequeñez, debía haberlo recibido tuhermano, hubiera debido recibirlo tu Señor que dice: "Cuando hicisteis algoa uno de mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40). ¿No lo pierdessi lo entregas a los almacenes? ¿Y lo pierdes si los transportas al cielo? ¿Notienes dónde colocar tu cosecha? Entrégala y espera que se te devuelva. La

 pones en la mano del pobre y la recibes de la mano del rico. ¿Quién te dio

eso que no tienes dónde colocarlo? Quien te lo dio quiere recibir algo de esoque te dio. Tiene necesidad de ti quien te hizo.Si para tu bien necesita de ti, dale lo que tienes.Posees bienes terrenos, pero ¿acaso posees la vida eterna? ¡Gran posesiónésta! ¡Y cuán poco cuesta! ¿Quieres saber lo poco que cuesta? ¡Oh necio, quehaces cálculos en la tierra y mientras tanto pierdes el cielo! Esa posesión esla vida eterna. Cuando llegues a ella, será tal que ya no podrás emigrar másde allí, sino que la poseerás siempre sin fin. Ves cuán grande es. Considera

28 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 2: PG 31, 264-265

29 S. Juan Crisóstomo, Conciones de Lazaro, concio II, 2: PG 48, 98430 Horadar: de horado.1. tr. Agujerear algo atravesándolo de parte a parte.31 S. Basilio, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273.

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lo poco que cuesta sólo aquello que no pueden contener tus almacenes, lo queno cabe entre sus paredes, lo que excede y por causa de lo cual quieresampliar sus dimensiones. ¿Qué es pues, esto? ¿Cuál es el precio de la

 posesión? ¡Si se diese a los pobres, que son los portaequipajes! Sabes y vesque a quienes das en la tierra: pero lo que das lo llevan al cielo y, después dehaberlo transportado allí. No recibes lo que das. Pues por los bienes terrenoshas de recibir los celestiales, por los caducos los inmortales, por lostemporales los eternos.Si los dieses a interés y por una cantidad de plata recibieses la misma cantidadde oro, por ejemplo, por una libra de plata, una libra de oro, ¿qué te sería másganancioso? ¿Cabrias de gozo si se te hubiese permitido llegar a cobrar tantointerés? ¿Qué ganancia se da en nuestro caso? Considera lo que das y lo querecibes, Das lo que aquí has de abandonar recibes lo que jamás has de perder.Da, pues, aquello que es superfluo en tu vida para recibir lo que te haga vivir

siempre. Por eso, si os disteis cuenta, en la misma lectura del evangelio diceel Señor: "No consiste la vida del hombre en la abundancia de las cosas quese poseen" (Lc 12, 15). Las riquezas de la carne son el oro, la plata, el pan, elvino, el aceite, las fincas, las posesiones. Estas Son las riquezas de la carne.Y una vez lleno el vientre, ¿cuánto tiene de esto la carne? Ves que todo lorestante es superfluo. Si te forzasen a comer cuanto tienes, ¿no sería unforzarte a morir?32.

Volvemos así al gran tema de este análisis, que está en el telón de fondo delas parábolas de la misericordia con el prójimo: "Sed misericordiosos comovuestro Padre celestial es (Lc 6. 36). Así como Dios, porque no fue otro queDios, hizo que la tierra produjera en tal abundancia, de manera análoga elhombre enriquecido debe hacerse eco de la generosidad divina, abriendo las

 puertas de su corazón a los necesitados. Ellos, y no otros, son sus verdaderosgraneros, nunca llenables del todo. ¡Porque pobres siempre los habrá! (Cf.Mt 26, 11)

Tal debió ser la actitud del rico: anunciar que abriría sus graneros yconvocaría a los pobres, dice San Basilio. Nada de eso hizo, porque él no

 pensaba en repartir sino en acumular. "Derribaré mis graneros y construiréotros más grandes" afirmó. "Haces bien — comenta San Basilio — , yo mismolo diría. Porque son dignos de destrucción las graneros de tu maldad. Túmismo, con tus propias manos, destruye lo que edificaste mal. Destruye tusgraneros, porque de ellos nadie ha obtenido alivio. Destruye la casa entera

32 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107A, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, pp.

761-763.

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que custodia tu avaricia, derriba sus techos, desnuda sus paredes, pon al airelibre el trigo podrido, saca de la cárcel las riquezas vencidas, abre lasventanas de los tenebrosos cuartos donde se guarda la mamona"33.

Y con no disimulada indignación sigue enrostrando al rico necio: ¿Acaso nosaliste desnudo del seno de tu madre? ¿Acaso no volverás de nuevo desnudoa la tierra? ¿De dónde has recibido los bienes presentes? Si dijeses que de lasuerte, eres un impío, que no reconoces a tu Creador, ni das gracias a tu

 bienhechor; si reconoces que son de Dios, dinos la razón por la que losrecibiste. ¿Acaso Dios es injusto, distribuyéndonos de manera desigual lascosas para la vida? ¿Por qué tú eres rico y aquél es pobre? ¿Acaso no es así,

 para que tú recibas el premio de tu benignidad y de la fiel administración, y

a aquél se le den los grandes premios de la paciencia?

34

.Como se ve, estamos lejos de toda dialéctica de tipo clasista

El rico es rico para que dé, el pobre es pobre para que por la paciencia y elagradecimiento se santifique. Lo confirma expresamente San Agustín,remitiéndose a aquella notable cita de la Escritura: “El  rico y el pobre seencontraron; a los dos los hizo el Señor" (Prov 22, 2). Lo que así comenta:

¿Dónde se encontraron? En cierto camino. ¿Cuál es ese camino? La vida

 presente. Aquí se encontraron el rico y el pobre, porque nace el rico y naceel pobre, Se encontraron, Se vieron en el camino. Ambos van por el mismocamino, uno cargado, aligerado el otro. Pero el aligerado tiene hambre; elcargado gime bajo el peso. Aligérese el cargado. Dé algo de lo que lleva sobrelos hombros al que encontró, y así ni uno gemirá ni el otro tendrá hambre, yambos llegarán al final. ¿De dónde procede tu gemido, oh rico? ¿De que notienes donde colocar tu carga? Hay un lugar. No quiero verte gemir. Mira alhambriento y ya tienes dónde colocarla. ¿Temes perderla? Al contrario, esentonces cuando no la pierdes35.

III. LA NECEDAD DE IA INMANENCIA

Hemos dejado al rico soñando con nuevos graneros para amontonar allí elcuantioso producto de sus cosechas. Y diré a mi alma: Alma mía, tienes

cuantiosos bienes en reserva para muchos años: descansa, come, bebe

banquetea. 

33 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273.

34 Cf. Ibid.: PG 31, 276.35 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107ª, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, pp.

765-766

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Ciertamente a este hombre "le ha ido bien", como dice la gente de mundo:es un empresario "eficiente y exitoso”, un verdadero "triunfador". Por algose ha señalado que los perversos y corruptos, no preocupándose en modoalguna de dónde les venga la ganancia con tal de obtenerla, suelen ser más

ricos que los demás. Y frecuentemente Dios no los castiga en esta tierra, nolos corrige con la pérdida de sus bienes, antes al contrario permite que todoles suceda a la medida de sus deseos.

Éste es el escándalo con el que tantos tropiezan: ver cómo tales personas,que a veces se han enriquecido súbitamente, medran, prosperan, acrecientansin cesar su fortuna, sus propiedades son numerosas y están debidamente

 protegidas, pasando sus días en la más envidiable felicidad. No piensan, porcierto, en que esta vida tiene un término. Viven acá como si ésta fuese su

 patria definitiva, sumidos en la inmanencia. El haber alejado el fantasma dela muerte del horizonte de su existencia hace que nada los detenga en sucarrera de placeres, aspirando a comodidades siempre más refinadas ydeleitosas.

Así era nuestro rico. Asegurado previsoramente frente a cualquier coyunturadesfavorable  —  para ello se había propuesto la erección de nuevosgraneros — , Se dijo: Descansa, come, bebe y banquetea. Total, tengo paramuchos años. Lo que comenta San Cirilo de Alejandría:

Este rico no edifica graneros permanentes sino caducos. y, lo quees más necio, se promete una larga vida, como si eso también locosechara de la tierra. Porque dice: "Diré a mi alma, tienescuantiosos bienes en reserva por muchos años". Pues bien, ohrico, te diría alguno, pese a que tengas tan gran cosecha en tusgraneros, pero tantos años, ¿de dónde te lo prometes? Así hablatodavía el rico, entregado a la hartura del vientre, teniendo laglotonería por todo entendimiento, sin pensar de ningún modo enconformar su vida a imagen del que es suma bondad, Por esoapacienta su alma con manjares carnales, y no se representa otro

deleite que el que de ellos nace...

Hay que comer en razón de la vida; no vivir para comer, comohacen los adoradores del vientre que dicen: "Comamos y

 bebamos, que mañana moriremos".(Is 22, 13; 1 Cor 15, 32),cuando por el contrario habría que decir: Porque mañanamoriremos, limitemos el alimento y la bebida. ¿Qué aprovechó aeste rico su múltiple solicitud? Todo él vivía en el pensamientocarnal. Pero mira qué pena va a tener aquel que para nadie ha sido

 bueno, sino que sólo ha sido rico para sí mismo. Se consumió en

desasosiegos: para hacerse rico; se desveló, para poder acumularmuchas cosas; se volcó todo él a los negocios terrenos: no acepta

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se lee el Evangelio!, ¿No son necios quienes lo escuchan cuando se lee y noobran en consecuencia?"40.Tratábase, por cierto, de un "necio" consumado. "Tienes tantas hectáreas decampo arable  — le dice San Basilio — , tanto terreno plantado con árboles,

montes, campos, bosques, ríos, praderas. ¿Y luego de esto qué? ¿Acaso note esperan dos metros de tierra? ¿No bastará acaso el peso de pocas piedras

 para custodiar al cuerpo mísero? ¿En razón de qué trabajas? ¿Por qué motivoobras inicuamente? ¿Qué cosas infructuosas recoges con tus manos? ¡Y ojaláinfructuosas, no materia para el fuego eterno! ¿Qué recibirás por fin de estaebriedad? ¿Alguna vez recobrarás el juicio? ¿Alguna vez pondrás ante tusojos el premio de Cristo que te espera?"41.

Pero llegó la hora de la verdad. Tras la borrachera de tu vida, la conclusión

abrupta "He aquí el fin inesperado  — comenta San Cirilo —  que se asigna para el rico que ha odiado a los pobres; para aquel que preocupándose por latarde del alimento que había de tomar al día siguiente por la mañana, no viola luz de la aurora.Oye cómo en un momento su vida ha quedado trunca por decreto de Dios...,tras haber gozado por un breve y estrecho tiempo de aquellos bienes que sedisipan como el heno, y que pasarán a otros, quizás desconocidos, o inclusoa sus mismos enemigos"42. Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?, leímos en el relato

evangélico. Bien observa San Pedro Crisólogo que nuestro hombre,aparentemente tan precavido, en realidad no lo fue tanto, ya que más que

 para gozar de lo que había planeado trabajó para perderlo cumpliéndose enél lo del profeta: "Salió su espíritu y volvió a la tierra, y en ese día perecierantodos sus proyectos" (Ps 145, 4). "Este pensó en lo que iba a dejar detrás desí, pero no en lo que le espera en el futuro… Cuando se despierte del sueñode la presente vida, en aquella perpetuidad nada encontrará en sus manos,como dice el salmista: «Los hombres durmieron su sueño, y nada

encontraron en sus manos» (Ps 75, 6)"43

.Las reflexiones de los Padres traen al recuerdo un texto de la Escritura: "Hayquien se enriquece a fuerza de privaciones. Con esto ya se creerecompensado se dice: «Encontré el reposo, y ahora voy a comer de mis

 bienes». Pero no sabe qué tiempo le queda; morirá, dejando a otros lo suyo"(Eccli 11, 18-20). Necio, indudablemente, el rico de nuestra parábola. Había

40 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107,6, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, p.751. 41

 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in divites 6: PG31, 29642 S. Cirilo de Alejandría, Comment. in Lc., cap.12: PG 72,377.43 S. Pedro Crisólogo, Sermones, sermo 94: PL 52, 491-492

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trabajado sin tregua, prometiéndose tanto en esta vida, y no sabía que altérmino del día sería arrebatado, teniendo que dejar a otros lo trabajosamenteacumulado44.

 Nuestro texto especifica el momento en que Dios llamaría al rico necio: Esta

misma noche te reclamarán el alma. Según el sentido obvio de la parábola,lo que se quiere decir es que el rico no tendrá tiempo de gozar de sus bienes.Antes que termine el día será arrancado de la tierra. Orígenes prefierereferirse al simbolismo de la noche: "No dijo este día, sino «esta noche».Este hombre perece también de noche, al igual que antaño los primogénitosde los egipcios. Como él amó el mundo y sus tinieblas, compartió la vida «delos príncipes de este mundo de tinieblas» (cf. Ef 6. 12). Porque este mundose llama tinieblas y noche para aquellos que viven en la ignorancia, y no

reciben la luz de la verdad"45

. poco interesa el número de años que hayavivido el rico aprovechando de sus bienes, su vida misma fue una nocheininterrumpida. Por eso la muerte lo sorprenderá de noche. Tal es ladesgracia de los ricos necios, amigos del mundo y sus tinieblas, partícipes delos demonios, arcontes46 del cosmos tenebroso.

También San Gregorio se ha referido al dato de la hora, que no es un detallemeramente cronológico:

Por la indicación del momento, la Escritura expresa el fin de un

acontecimiento, así como se dice de Judas, el cual no volvería al perdón, que salió de noche a realizar su pérfida traición; cuandosale, el evangelista señala: "Era de noche" (Jn 13.30). Por eso sedice al mal rico: Esta noche se te pedirá tu alma". El alma que esllevada a las tinieblas, no se dice que es llamada de día sino denoche. Y cuando se habla de Salomón, que recibió la sabiduría

 pero no perseveró en ella, se afirma que la recibió de noche y ensueños (Cf. 1 Rey 3, 11. 15). De manera semejante se dice quelos ángeles vieron a Abraham a mediodía: y cuando sedispusieron a destruir a Sodoma se escribe que lo hicieron tarde

(Cf. Gen 18, 1 y 19,1)47.

Era, pues, conveniente, como lo confirma San Pedro Crisólogo, que el riconecio fuese llamado "por la noche. Al exhortarse a sí mismo: “Come, bebe,

 banquetea”, había rehuido la luz de la misericordia, abandonándose a lastinieblas de la avaricia. San Pablo asevera que semejantes bebedores son

44 Cf. S. Beda, In Lc. Ev. Expositio, lib. IV, cap. 12: PL 92, 492.45 Origenes, Hom. in Num., 27,7:SC29, p.528.46 Arconte es una palabra griega que significa "mando" o "dirigencia", utilizado con frecuencia como el

título de un determinado cargo público de un gobierno. Es el participio presente masculino del verboque deriva de ἀρχ -, que significa "dominar", derivado de la misma raíz vienen monarca y jerarquía.47 Cf. S. Gregorio Magno, Mor. In Job, lib. II, cap. 2: SC32, pp. 181-182

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hijos de la noche y no del día: "Los que se embriagan, de noche seembriagan" (1 Tes 5, 7) Quien mandó poner cerrojos a las reservas de la viday edificó graneros superfluos es llevado por la oscuridad, asumido por lassombras de la noche48  De ahí la exhortación del Apóstol: Vosotros,

hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os sorprenda comoladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la nocheni de las tinieblas" (1 Tes 5, 4-5).

San Ambrosio extrae la debida consecuencia:

Porque nosotros dejarnos en el mundo todo lo que es del mundo,y vemos cómo nos escapa todo lo que acumularnos para nuestrosherederos, no tenemos como nuestro lo que no podernos llevarcon nosotros. Sólo la virtud es la que acompaña a los difuntos,

sólo nos sigue la misericordia, que, conduciéndonos y precediéndonos a las moradas del cielo, adquiere a los difuntos,al precio de un vil dinero, los tabernáculos eternos, así como nosatestiguan preceptos del Señor que nos dice: "Haceos amigos conlas riquezas de iniquidad, para que, cuando éstas falten os acojanen los tabernáculos eternos" (Lc 16,9) He aquí, pues un precepto

 bueno, saludable, capaz de animar a los mismos avaros a preocuparse por cambiar lo perecedero por lo eterno, lo terrestre por lo divino49.

Tras las medulosas consideraciones de los Padres, ninguna conclusión másadecuada que las palabras con que el mismo Señor introdujo esta parábola."Mirad y guardaos de toda codicia, porque la vida del hombre no consiste enla abundancia de lo que posee".

IV. RICO A LOS OJOS DE DIOS

La parábola concluye con una suerte de moraleja:  Así ocurre al que atesora

riquezas para sí mismo y no es rico a los ojos de Dios. 

1  EL QUE ATESORA PARA SÍ

Entremos en el tema con un vigoroso texto de San Agustín:

“¿Qué puede haber más inicuo que el hombre deseoso de tener muchos bienes, y que no quiere él mismo ser bueno? Indigno eres de tener bienes, pues no quieres ser lo que deseas tener (indignus es qui habeas, qui non vis

esse quod vis habere). ¿Acaso quieres una quinta mala? No, por cierto, la

48 Cf. S. Pedro Crisólogo, Sermones, sermo 94: PL 52, p.49149 S. Ambrosio, Exp. Ev. Sec. Lc., lib. VII, 122: SC 52, pp. 51-52

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quieres buena. ¿Acaso quieres una mujer mala? No, la quieres buena. ¿Acasouna casa mala? ¿O zapatos malos? ¿Por qué, entonces, sólo quieres tener elalma mala?"50 .

Muchos ricos piensan que están en su pleno derecho cuando acumulan bienesy más bienes. ¿No son éstos, al fin y al cabo, el resultado de su esfuerzo? SanBasilio da la palabra a un rico semejante: “Pero dirás, «¿A quién ofendoreteniendo y conservando lo que es mío?». Dime, ¿qué bienes son los tuyos?¿De dónde los has tomado para llevarlos en la vida? Los ricos que consideransuyas las cosas comunes de que se han apoderado, son como un hombre quellegando primero a un espectáculo quisiese prohibir la entrada a los quevienen después, apropiándose de lo que está destinado al uso de todos.Porque apoderándose de las cosas comunes, al apoderarse de ellas las toman

 para sí. Si cada cual tomase para sí lo que es suficiente para subvenir a sus propias necesidades, dejaría al necesitado lo que sobra; entonces nadie seríarico y nadie sería pobre"51.

Comentando San Agustín aquella recomendación de Cristo:

“ No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen ydonde los ladrones horadan y roban" (Mt 6, 19) dice que pareciera queestuviese hablando a nuestro rico, y repitiéndole lo de la parábola: "Las cosasque preparaste, ¿para quién serán?". El que atesora sin pausa, dice el Santo,

se agita en vano.Apenas puede su casa contener sus adquisiciones. ¿Por qué, pues, se agitatanto? Atesora: y no sabe para quién. No para él, porque va a morir. No parasus hijos, porque van a morir, "quien ha de morir atesora para quienes van amorir (thesaurizat moriturus morituris)". ¿O es que quizás atesora para losladrones, que una noche vienen y encuentran preparado lo que en tantos díasy noches el infatigable rico había acumulado?52.

El rico que se dedica a acumular no hace sino levantar castillos de naipes.San Basilio trae e recuerdo de aquel joven rico del Evangelio a quien Cristoinvitó a seguimiento más estrecho: "Vende lo que tienes — le dijo — , dalo alos pobres y tendrás un tesoro en el cielo" (Mt 19, 21). Aquel joven se fuetriste, desalentado. En cambio, le dice el Santo al rico necio, "Si tú oyeses:"Da dinero a las prostitutas, dalo a los picapedreros, a los carpinteros, a losalbañiles, a los pintores» [para hacerte un palacio] entonces le alegrarías,

50 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107,6, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…,p.752  51

 S. Basilio Magno, Ho. Et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 7: PG 31,27652 Cf. S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 60, 2-5, en Obras Completas de San Agustín, BAC, tomo X…,

pp.164-167

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como si adquirieses algo más precioso que el dinero. ¿No te das cuenta queesos muros se derriban con el correr del tiempo, y al fin quedarán sus ruinasa la vista de todos en la ciudad? ... ¿Acaso estas cosas no pasan y quedanabolidas, como aquellas que construyen los niños que juegan en la arena?"53 

.A veces el rico tiene alguna corazonada, afirma el mismo Santo en otro lugar:"Haré partícipes a los necesitados, cuando llene el segundo granero". Basiliolo increpa: ¿Acaso no están repletos los graneros que ya posees? ¿No tienesmercadería en abundancia? Mientras tanto, el que siente hambre se consume,el desnudo se congela, el que tiene deudas está al borde de la desesperación,¿y tú difieres tu limosna para mañana, para cuando hagas tu tercer granero?En otras ocasiones dices: No tengo dinero, no daré dinero, al fin y al cabo yo

también soy pobre. "Realmente eres pobre, y carente de todo bien: pobre enamor, pobre en misericordia, pobre de fe en Dios, pobre de esperanzaeterna"54.

2. EL QUE ATESORA PARA DIOS

Desdichada la suerte que le espera al que acumula para sí y no es rico enDios. Le cuadra cabalmente lo del salmo: "Pasa el hombre como una sombra,

 por un soplo solo se afana; amontona sin saber para quién" (Ps 38, 7). Esnecio, recuerda San Beda, y será arrebatado durante la noche. "El que quiera

ser rico para Dios, no acumule para sí, sino que distribuya lo que posee a los pobres. Así será realmente sabio y merecerá ser hijo de la luz”55.

San Basilio destaca la enorme diferencia que media entre los honores que provienen de las riquezas y la gloria que trae consigo el espíritu dedesprendimiento. Cuánto más vale que los pobres agradecidos hagan séquito

 junto al rico generoso, y lo llamen padre de tan numerosos hijos, que teneruna ingente cantidad de dinero y bienes materiales de todo género. Estasúltimas riquezas, el rico las deberá dejar contra su voluntad, en cambio la

gloria que proviene de su generosidad "la exportará al Señor", y así, en el díadel juicio, cuando esté rodeado por todos aquellos a quienes ayudó durantesu vida en la tierra, Dios lo aprobará con alabanza, al tiempo que los ángeleslo enaltecerán, y todos los hombres que existieron desde la creación delmundo lo llamarán bienaventurado. De este modo, como premio de aquellas

53

 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom, in divites 4: }pg 31, 289.54 Ibid., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273-27655 S. Beda, In Lc. Ev. Expositio, lib. IV, cap.12: PL 92,492

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cosas corruptibles que el buen rico dispensó en la tierra, recibirá la gloriaeterna e incorruptible, la corona de justicia y el reino de los cielos56.

El que da a los pobres, tendrá un tesoro en el cielo, afirma San Agustín. Nose quedará sin tesoro, más bien tendrá seguro en el cielo lo que tansolícitamente poseía en la tierra. Se trata de una transferencia, de un trasladode lugar. No es dilapidar, es economizar. Si el Señor dice: "Donde está tutesoro, allí está tu corazón" (Mt 6, 21), será preciso que el rico levante sucorazón al cielo para que no se corrompa en la tierra57.

San Cirilo de Alejandría, tras recordar las palabras iniciales de Cristo de que“la vida del hombre no consiste en la abundancia de lo que posee", agregaque lo que en verdad es esencial para la felicidad del hombre, y lo hace viviren una espléndida esperanza, es ser rico según Dios, es decir, ser rico envirtudes, particularmente en el desprendimiento de los bienes de la tierra58.

El rico que quiera ser sabio y feliz, afirma San Pedro Crisólogo, deberá imitara Dios, de quien el Apóstol dijo que era "rico en misericordia" (Ef 2, 4): "Sérico en misericordia, si quieres ser siempre rico (esto ergo dives in

misericordia, si semper esse vis dives)"59.

Refiriéndose a la generosidad que debe caracterizar al que quiere ser "rico alos ojos de Dios", San Agustín nos ofrece un relato encantador, que tiene, él

también, forma de parábola:Aconteció aquí algo gratísimo y he de narrarlo a vuestra caridad.Cierto hombre piadoso, ni rico ni pobre, vendió una moneda deoro para las necesidades de la casa. Como era piadoso, tomó deltotal del precio cien  folles  [moneda de poco valor, unos dosdenarios] y las dio a los pobres, pensando dejar lo restante en casa

 para hacer frente a las necesidades. Para ser probado, se leintrodujo un ladrón y perdió todo el valor de su lingote. A ellocontribuyó el diablo para que se arrepintiese de haber dado algoa los pobres y dijese: “Oh Señor, a ti sólo te agradan los

malhechores! Los hombres que obran inicuamente consiguen bienes, y yo que hice el bien lo perdí todo" Pero no lo dijo. Eraun hombre cuadrado60, y aun puesto patas arriba cavó parado(quadratus enim erat: etiam uersus stetit ). Habiendo perdidotodo el valor de su moneda, de la que había dado a los pobrescien folles. dijo: "¡Desdichado de mí que no lo di todo a los

 pobres! Lo que di no lo perdí; sólo pude perder lo que no di (quod

56 Cf. S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 3: PG 31, 265-26857 Cf. S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., 60,6, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, PP.169 -170.58

 Cf. S. Cirilo de Alejandría, Comment. in Lc., cap. 12:PG 72,737.59 S. Pedro Crisólogo, Sermones, sermo 104: PL 52, 492.60 Los antiguos calificaban de “cuadrado” al hombre cabal y virtuoso.

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dedi, non perdidi; hoc perderé potui quod non dedi)". Recordólo que oyó o leyó en el Evangelio y lo creyó.

Este mismo es el consejo de Jesucristo nuestro Señor. Recordadloy vedlo: "No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la

 polilla y el orín los destruyen y en donde los ladrones abren brecha y los roban. Atesorad más bien un tesoro en el cielo,donde el ladrón no tiene acceso, ni la polilla lo consume. Puesdonde se halla tu tesoro, estará también tu corazón" (Mt 19-21).El ladrón pudo arrebatarle el dinero, pero no pudo quitarle eltesoro que tenía en el cielo61.

Destaquemos la logradísima expresión: "Lo que di no lo perdí: sólo pude perder lo que no di". La sabiduría popular dice aún hoy: “Al morir dejamostodo lo que guardamos y nos llevamos sólo lo que dimos”. San Basilio nos

ofrece una fórmula semejante: "Si custodias lo que tienes, no lo conservarás:si lo distribuyes, no lo perderás" Y cita el elogio del salmo: "Es generoso ydistribuye a pobres; su justicia permanece para siempre" (Ps 111, 9)62.

Como se ve, hay dos modos de atesorar riquezas, la del que lo hace para sí,y la del que lo hace a los ojos de Dios. "Rico según Dios  — dice San Cirilode Alejandría — , rico ante Dios, es el que está adornado de virtudes. A ésteno lo amarga la muerte ni lo toma desprevenido. El que se agota en loscuidados terrenos, preanuncia un fin amargo, y es pobre según Dios. Muy

 por el contrario, el que atiende a las cosas de Dios, se ve enriquecido con buenas obras, y poseerá todo su tesoro en el cielo63.

San Basilio nos ha dejado una fórmula admirable: "Diste al hambriento, y loque diste se hizo tuyo, y volvió a ti con creces. Porque así como el trigo, quecae en tierra, se convierte en ganancia del que lo sembró, así el pan, ofrecidoal que tiene hambre, ulteriormente te reporta crecida ventaja. Que el fin dela agricultura sea para ti el comienzo de la simiente celestial"64.

¿Quieres ser rico en Dios? , pregunta San Agustín. Da a Dios, no tanto en

cantidad cuanto en buena voluntad. Porque no por dar poco de lo poco que posees se considerará como poco cuanto dieres. Dios no mide la cantidad,sino la voluntad. Y enseguida pone el Santo ejemplos diversos degenerosidad. EI de Zaqueo, ante todo, hombre rico, por cierto, quien seresolvió a darla mitad de sus bienes a los pobres. Dio mucho de lo muchoque tenía y compró la posesión del reino de los cielos a gran precio, según

61 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107 A, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, pp.766-

76762

 S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in divites 2: PG 31, 28463 S. Cirilo de Alejandría, Comment, in Lc., cap. 12: PG 72, 737.64 S. Basilio Magno, Hom, et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 3: PG 31, 265

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las apariencias" Sin embargo, si se considera lo que consiguió, se advierteque todo lo que dio es cosa vil en comparación con el reino de los cielos.Está también el caso de aquella pobre viuda, que llevaba dos moneditas. Losque se encontraban en el templo miraban lo mucho que depositaban los ricos

en la alcancía. Entró ella y puso sus dos monedas. "¿Quién se preocupó nisiquiera de echarle una mirada? Pero el Señor la miro, y de tal manera quesólo la vio a ella y la recomendó a los que no la veían, es decir, les recomendóque mirasen a la que ni siquiera veían. Cristo les señaló a la mujer y exaltósu gesto: había depositado en ofrenda a Dios que aquellos ricos queofrecieron tanto. “Ellos echaron mucho de lo mucho que tenían; ésta echótodo lo que poseía. Mucho tenía, pues tenía a Dios en su corazón. Es mástener a Dios en el alma que oro en el arca. ¿Quién echó más que la viuda queno reservó nada para sí".

Al fin y al cabo, concluye San Agustín, ambos, Zaqueo y la viuda, compraronla herencia del cielo. ¿Acaso fue su valor lo que por ella dio Zaqueo y no loque dio la viuda? El precio del cielo fue tanto lo que dio Zaqueo como lasdos insignificantes monedas de la viuda. Si lo que dieron fue distinto, lavoluntad de ambos fue la misma. No nos aflijamos, pues, cuando demos poco

 porque tenemos poco. Lo que es poco para el pobre, es mucho para el queconoce al pobre y al rico. Dios sabe bien con qué ánimo damos, con quévoluntad. "¿Hay algo más insignificante que dos monedas? Un vaso de agua

fría. «El que diere, dice el Señor, un vaso de agua fría a uno de mis pequeñuelos, en verdad os digo que no perderá su recompensa» (Mt 10. 42).¿Cuánto vale un vaso de agua fría al que ni siquiera se aplica el fuego paraque se caliente? Por eso no dijo simplemente un vaso de agua, sino queañadió «de agua fría»"65.

En el mismo sermón, poco antes, había señalado San Agustín que lo que a la postre el Señor nos quiere decir es que nos guardemos de buscar bienesterrenos y ÉI se encargará de llenarnos. ¿De qué me llenará el Señor? ¿Me

llenará acaso de cosas materiales, llenará mi casa de oro? Y pone en boca deCristo esta notable frase: "Tú intentas que llene tu casa. Te llenaré si fueresmi casa (Quaeris ut impleam domum tuam. Te implebo si fueris domus

mea)". En última instancia: "Tendrás a Dios. Estarás lleno de Dios ( Deum

habebis, deo plenus eris) ". Esto es, en verdad, ser rico a los os de Dios Lasriquezas del cuerpo son superfluas, porque nuestro cuerpo necesita poco para

 pasar la vida. Las riquezas del alma, en cambio, no son superfluas. "CuantoDios te dé, cuanta piedad te conceda, cuanta caridad Dios te otorgue, cuanta

65 S. Agustín, Ser. In Ev. Sin., sermo 107 A, en Obras Completas de San Agustín, BAC, tomo X…, pp.

768.769

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 justicia y castidad te proporcione, cuanto te dé de sí mismo, no puede sersuperfluo. Tus riquezas interiores son grandes. ¿Qué nombre reciben? Dios.iOh hombre pobre! Teniendo a Dios, ¿no tienes nada? iOh hombre rico!, sicareces de Dios. ¿tienes en verdad algo? (O pauper homo, ergo nihil habes,

 si deum habes? O dives homo, ergo aliquid habes si deum non habes?)"66.Finalicemos este apartado con un espléndido texto del mismo Santo, tomadode su comentario a los salmos, donde presenta la figura de Cristo cual

 paradoja suprema ya que nadie fue tan rico como El, porque lleno de Dios,ni tan pobre Cómo Él, porque anonadado hasta el extremo: "Rico era ante elPadre, y pobre ante nosotros; rico en el cielo, pobre en la tierra; rico siendoDios, pobre siendo hombre (dives erat apud Patrem, et pauper apud nos,

dives in caelo, pauper in terra, dives Deus, pauper homo)”67.68 

V. "GUARDAOS DE TODA CODICIA"

Podríase decir que la entera parábola se ordena a ilustrar la recomendaciónque el mismo Señor dirigiera a los hermanos que litigaban por la herencia: Mirad y guardaos de toda codicia.De ahí que los Padres, en sus exégesis, se hayan detenido en esa frase,comentándola desde diversos ángulos.Así, por ejemplo: San Agustín llama la atención sobre la seriedad que pusoCristo en su recomendación: "No se ha de tener por cosa leve, hermanos

míos, el que nuestro Señor, Redentor y Salvador, que murió por nosotros,que dio su sangre como precio de nuestro rescate, que es nuestro abogado ynuestro juez, diga: Guardaos. No es cosa ligera. Él sabe de qué inmenso malse trata; nosotros, que no lo sabemos, creámosle. Guardaos, dice. ¿De qué? De toda avaricia. No sólo es avaro el que roba lo ajeno, sino que también esavaro el que codiciosamente retiene lo propio. Si de tal modo es acusado elque codiciosamente retiene lo propio, ¿cuánto más será condenado el queroba lo ajeno? Cree a Cristo, que no engaña. ¿Dices tú lo contrario: «La vida

del hombre consiste en la abundancia de lo que tiene»?. Él no te engaña; túte engañas a ti mismo"69.

Poco más adelante el Santo Doctor se pregunta qué debe entenderse por laexpresión “guardarse de toda avaricia" Para responder a ello, amplía lanoción de "avaricia" haciéndola abarcar una amplia gama de tendencias Yasí dice que es avaro, por lo que respecta a la sensualidad, aquel a quien no

66 Ibid., pp. 763-76467 Idem, En. In Ps. 40, 1, en Obras completas de San Agustín, BAC. Tomo XIX, Madrid, 1964, pp. 762-763.68

 En. In Ps. Debe leerse como: ENARRATIONES IN PSALMOS, que traducido significa: Exposición de losSalmos69 Idem, Serm. In Ev. Sin., sermo 107, 4, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…,pp. 749 -750

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le basta su propia mujer. Es avaro, asimismo, en 10lo que toca a la religión,el idólatra, aquel a quien no le basta el único Dios, ya que es propio del almaavara procurarse muchos dioses70.

Por eso San Agustín subraya el adjetivo: Guardaos de toda avaricia. Esteadjetivo abarca la multitud de bienes que el avaro busca acaparar. EIcodicioso objeta: Pero si se trata de bienes que son míos. A lo que el Santoresponde que lo importante es el espíritu con que se los posee. "Poséelos,

 pero sin codicia. Así los poseerás en verdad ( Habe sed sine cupiditate. Sic

enim ha bebis). Si los codicias en lugar de poseerlos, el poseído serás tú (Si

autem cupieris, habeberis, non habebis). Si quieres tener dinero, no lo ames.Si no lo amas, lo tendrás. Si lo amas, te poseerá a ti el dinero. No serás señordel dinero, sino que como siervo y esclavo irás a donde te arrastre ( Noli

amare pecuniam, si uis habere pecuniam. Si enim non amaueris, habebis pecuniam. Si amaueris, habebit te pecunia. Non enim eris dominus pecuniae,

 sed seruus, et quoniam seruus. quo traxerit, sequeris) ¿Acaso no eres esclavocuando eres arrastrado por la codicia del mismo? ¿No te quita el sueño elamor por él? Si fueses esclavo de un hombre, quizá te permitiría dormir. Sino tienes dinero y eres avaro, llevado por tu codicia pasas la noche en vela

 para conseguirlo. Si lo tienes, velas para no perderlo. Además, temes perecertú también a causa de él. Creo que cuando tenías poco, dormías mástranquilo"71.

Una vez más, queda en claro que las riquezas no son de por sí malas. Lo maloes adherirse a ellas, polarizarse en ellas, vivir para ellas, soñar con ellas.Clemente de Alejandría lo ha expresado con claridad:

 No hay que arrojar las riquezas que ceden en bien del prójimo, pues se dicen posesiones porque por naturaleza son para ser poseídas, y llámense sustento, porque Dios las destinó para servira las necesidades humanas. Por lo demás, todas ellas se nos ponendelante como materia e instrumento que sabrán emplear bien los

que conozcan la fuerza del instrumento. Si procedes conforme alas reglas del arte, resulta la obra de arte; si careces de arte, túeres el culpable, siendo ellas inmunes de toda culpa. Así sontambién las riquezas, no son más que instrumento. ¿Usas de ellasconforme a justicia? Ellas te sirven de auxiliares. ¿Las empleasen injusticia? También son auxiliares de la injusticia; pues es

 propio de las riquezas el servir, no el mandar o gobernar. Siendo, pues, las riquezas de suyo ni buenas ni malas. y careciendo por símismas de toda culpa, no hay por qué reprenderlas sino el arbitrio

70 Cf. Ibid., sermo 107,8…, pp. 753-754.71 Ibid., sermo 107 A…, p. 764 

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 propio del cual depende el buen o mal uso, Nadie, pues, destruyalas posesiones y riquezas, sino los afectos y pasiones que nosestorban el usar de ellas en bien de la virtud"72.

San Juan Crisóstomo lo expresa de otra manera. Hay cosas que son buenas,

dice, otras malas, otras neutras. La castidad, por ejemplo, la humildad ydemás virtudes semejantes, son de las primeras; cuando el hombre las elige,hace el bien. Las opuestas a éstas son las malas, y hace el mal el hombre quelas aprueba. Están, por fin, las neutras, y pone por ejemplo precisamente lasriquezas; las hay que se destinan al bien, como en la limosna, o al mal comoen la avaricia73.

Frente a la reiterada objeción del rico que ya hemos escuchado: ¿Qué se me

 puede objetar si todo lo que tengo lo he ganado a fuerza de trabajo y deempuje?, San Agustín le responde que aunque ello sea cierto, no debedesatender la advertencia de Cristo: "Guardaos de toda codicia”. Y se

explaya sobre el tema, proponiendo algunos ejemplos de los peligros queentraña la posesión de dinero ávidamente custodiado. He aquí su texto:

Amas tus bienes; no usurpas lo ajeno; son fruto de tu trabajo; los posees con justicia; resultaste ser heredero; te lo dio alguien porque lo habías merecido. Navegaste, afrontaste peligros, nodefraudaste a nadie, no juraste en falso, adquiriste lo que Dios

quiso y lo guardas ávidamente, al parecer con buena conciencia porque no lo adquiriste por malos caminos no te preocupan los bienes ajenos. Pero escucha cuántos males puedes hacer a causade tus bienes si no obedeces a quien dijo: Guardaos de todaavaricia.

Suponte, por ejemplo, que llegas a ser juez. Puesto que no buscaslo ajeno, no te dejas corromper. Nadie te dará un regalodiciéndote al mismo tiempo: "Juzga contra mi enemigo". "No loharé", sería tu respuesta. ¿Cómo podría convencerte hacerlo, a ti,

hombre que no buscas lo ajeno? Pero advierte el mal que podríascometer en defensa de tus bienes. Quien te pide que juzgues maly que sentencies a su favor y en contra de sus enemigos, es quizásun hombre poderoso y con sus calumnias puede hacer que pierdastus bienes. Contemplas su poder e influencia; piensas en ellatambién en tus bienes que guardas y amas; no precisamente enlos que poseíste, sino en los que se apoderaron de tu corazón.Atiendes a esta atadura tuya por la que no tienes libres las alas dela virtud y dices en tu interior: “Si ofendo a este hombre tan

 poderoso en este mundo, levantará contra mí una calumnia, seré

72 Clemente de Alejandría, Quis dives salvetur XIV: PG 9, 61773 Cf. S. Juan Crisóstomo, cit, en Catena aurea…, tomo IV, p. 308. 

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desterrado y perderé cuanto tengo". Entonces juzgarás mal, no por buscar lo ajeno, sino por conservar lo tuyo"74.

El mismo Santo Padre trae a colación otros ejemplos del peligro en que poneel apego desordenado a los propios bienes, aunque hayan sido bien

adquiridos. Dicho riesgo acecha no sólo al rico, dice el Santo, sino tambiénal pobre, siempre tentado por la posesión de bienes que aún no tiene y que alo mejor podría tener. Lo llama, por ejemplo, un hombre rico y poderoso yle pide que diga en favor suyo un falso testimonio. El no es un pobre desolemnidad, ha trabajado, tiene sus ahorros, que ha adquirido y conserva. Elrico le insta: “Di en favor mío un falso testimonio te daré tanto". El pobre,que no codicia lo ajeno, responde: "Lejos de mí tal cosa; no busco lo queDios no quiso darme, no lo recibo, apártate de mi. El rico lo conmina: "¿No

quieres recibir lo que te doy? Entonces te quito lo que tienes".Pues bien, dice Agustín, dirigiéndose al pobre: ¿Qué harías si alguien teamenazase de esa suerte? En esos momentos escucha de nuevo lo que dijo elSeñor; "Guardaos de toda codicia". Y eleva la consideración a un nivelmístico: “Oh siervo mío, a quien redimí e hice libre, te dirá el Señor; a quiensiendo siervo adopté por hermano, a quien injerté como miembro de micuerpo, escúchame: «Que te arrebate lo que adquiriste; no te privará demí»"75.

Por eso, sigue diciendo el Santo, poco es guardarse de la avaricia del dinero.Es menester guardarse de la avaricia de la misma vida. Espantosa y temibleavaricia! Porque a veces el hombre desprecia lo que tiene y dice: “¡ No

 proferiré falso testimonio . Y el tentador le replica: “¿Te atreves a decirmeque no lo proferirás? Te quitaré lo que tienes". El pobre responde: "Quítamelo que tengo, pero no me privarás de lo que llevo adentro" ¿Y si te dijese,

 prosigue e Santo, "Te daré muerte"? Lo que correspondería contestar es, sise ha escuchado la enseñanza de Cristo acerca de la avaricia: "¿Darmemuerte? Es preferible que tú des muerte a mi carne, antes de que yo la dé ami alma con la lengua mentirosa. ¿Qué has de hacerme? Matarás mi carne,y mi alma quedará libre, y al fin del mundo recibirá la misma carne quedespreció...”. Pero quizás no te animes a decir esto. ¿Por qué? Porque quieresvivir " ¿Quieres vivir más de lo que Dios ha fijado para ti? ¿Te guardas eneste caso de toda avaricia? Dios ha querido que vivas hasta el momento enque este hombre se acercó a ti. Quizás te va a dar muerte haciendo de ti unmártir. No tengas la avaricia de la vida y no tendrás la eternidad de la muerte.

74

 S. Agustín, Serm. In Ev. Sin., sermo 107, 8, en Obras completas de San Agustín, BAC, tomo X…, pp. 754-75675 Ibid., sermo 107,9…, pp.755-756

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¿No veis que la avaricia nos hace pecar cuando deseamos más de loordinario? Guardémonos de toda avaricia, si queremos gozar de la sabiduríaeterna76.

Pero retomando a la codicia del dinero y de los bienes materiales, los Padresson constantes en afirmar que dicha tendencia hace que el alma se vayavolviendo cada vez más mundana, más olvidada del cielo, al tiempo quedespreciadora de quienes viven en la indigencia. El Crisóstomo nos hadejado una expresión sugestiva: en medio de las comodidades, dice, "seavasalla el alma". Transcribamos el texto: "No conviene darse a las deliciasde la vida, engrosar el cuerpo y enflaquecer el alma, cargarla de peso,envolverla en tinieblas y en un denso velo; porque en las delicias se avasallael alma que debe dominar, y, lo que es peor, domina el cuerpo que debe ser

esclavo... El cuerpo necesita de alimento, no de placeres, para que sesustente, y no se destruya y sucumba; los placeres son nocivos no sólo parael alma, sino también para el cuerpo, porque el que es fuerte se hace débil, elsano enfermo, el ligero pesado, el hermoso deforme y viejo el joven"77.

San Basilio, por su parte, toma ejemplo del rico de nuestra parábola: Dios lollenó de bienes, pero él, por no querer escuchar la exhortación divina deguardarse de toda codicia, se negó a imitar a su Señor, desprendiéndose deaquellos bienes en favor de quienes tenían necesidad. La tierra se le había

mostrado obsequiosa en llevar frutos, prometiéndole copiosa mies en loscampos, ofreciéndole abundantes racimos en las vides, poniéndole ante losojos los olivos cuajados de aceitunas, y poblando sus árboles de exquisitasfrutas. A cuántos peligros no se vieron sometidos dichos productos antes deser recogidos, porque el granizo los abate, los calores intensos los hacenmadurar antes de tiempo, una lluvia intempestiva que cae del: cielo los puedeinutilizar. Sin embargo, todos esos productos llegaron al rico, a punto de queno le cabían en los almacenes y graneros. Pero él no fue ni cortés niagradecido, no rogó al Señor que acabase lo que comenzó, convirtiéndose en

vicario de su generosidad distribuyendo parte de sus bienes a losnecesitados78. De ahí la exhortación de San Basilio: "Imita: hombre, a latierra: produce fruto como ella, no sea que perezcas peor que lo que esinanimado. Porque la tierra produce frutos, no para gozar de ellos, sino paraque te sirvan a ti79.

76 Ibid., sermo 107,10…, pp.756-757.77

 S. Juan Crisóstomo, In Epist. Ad Cor., hom. 39,8,9: PG 61, 345.78 Cf. S. Basilio, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 261-262..79 Ibid., Hom. in divites 3: PG 31, 265.

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El mismo Santo, gran enrostrador de los malos ricos, de los avaros ycodiciosos, vuelve sobre el tema una y otra vez, comentando aquel texto delsalmo: “Si afluyen las riquezas, no apegues a ellas tu corazón” (Ps 61, 11),se dirige a los ricos y los exhorta a que venciendo toda tendencia al

acaparamiento y la avaricia, se decidan a abrir las puertas de sus tesoros, denamplia salida a sus riquezas, aunque hayan sido bien obtenidas.

Porque así como a un gran rio se le da paso por diversos canales parafertilizar los anchurosos campos, lo mismo hay que hacer con las riquezas:repartirlas por diversos conductos hasta que lleguen a las casas de los pobres.Si se saca agua de los pozos, manan con mayor abundancia y claridad, pero,si se las deja abandonadas, se corrompen. De igual modo, las riquezas quese estancan, y permanecen quietas en un lugar, se tornan inútiles. Mas

cuando se ponen en circulación y pasan de mano en mano, entonces producen fruto y utilidad pública"80. Será, pues, preciso, continúa SanBasilio, que el rico reparta sus riquezas de manera múltiple, mostrándosedadivoso y espléndido en favor de los necesitados. Que de él se pueda decircon el salmista: "Es generoso y distribuye a los pobres, su justicia permanece

 para siempre" (Ps 111, 9)81.

Por el contrario, el rico que se aferra a sus riquezas, que pone diques a eserío que podría ser tan generoso y fertilizante si se le diese el debido cauce,

merece la diatriba del Santo defensor de los pobres:Cuando entro en la casa de un hombre necio y lleno de riquezas,y camino por ella, y veo que resplandece con ornatos de todo tipo,entiendo que su dueño nada tiene por más importante másquerido que las cosas visibles, y mientras adorna diligentementelos objetos inanimados, deja el alma sin cultivo. ¿Qué provechomayor ofrecen los lechos y las mesas de plata, los divanes y lassillas de marfil, al punto de que por causa de tales cosas lasriquezas no pasen a los pobres, aunque pululen éstos en las

 puertas de dichas casas, no animándose siquiera a musitar sumiseria?.. No te has compadecido, no alcanzarás misericordia; noabriste tu casa, serás excluido del reino; no diste pan, no recibirásla vida eterna"82.

La solemne afirmación de Cristo en el día del juicio será terminante: "Tuvehambre y no me disteis de comer..." (Mt 25, 42).

80

 Ibid., 5: PG 31, 272.81 Cf. Ibid., 3: PG 31, 268.82 Ibid., Hom. in divites 4: PG 31, 289-292

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