le corbusier. proyectos para la iglesia

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Le Corbusier, Arquitectura, Religión

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Page 1: Le Corbusier. Proyectos Para La Iglesia
Page 2: Le Corbusier. Proyectos Para La Iglesia

Luis Burriel Bielza y Esteban Fernández-Cobián,

compiladores

LE CorBusiEr. ProyECtos Para La igLEsia CatóLiCa

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Luis Burriel Bielza y Esteban Fernández-Cobián,

compiladores

LE CorBusiEr. ProyECtos Para La igLEsia CatóLiCa

Luis Burriel Bielza

Esteban Fernández-Cobián

Le Corbusier

Marius Maziers

giuliano gresleri

Philippe Potié

Flora samuel

alejandro Lapunzina

auguste-Maurice Cocagnac oP

Pie-raymond régamey oP

textos de arquitectura y Diseño Director de la Colección: Marcelo Camerlo, arquitecto

Diseño de tapa: Liliana Foguelman

Diseño gráfico: Karina Di Pace

Hecho el depósito que marca la ley 11.723 impreso en España / Printed in spain

La reproducción total o parcial de esta publicación, no autorizada por los editores, viola derechos reservados; cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

© de los textos, sus autores

© de las imágenes, sus autores © 2015 de la edición, Diseño Editorial

i.s.B.N. 978-987-xxx-xxx-x Marzo de 2015

Este libro fue impreso en Km 0 Desarrollo gráfico y Comunicación

En venta:LiBrErÍa tÉCNiCa CP67Florida 683 - Local 18 - C1005aaM Buenos aires - argentinatel: 54 11 4314-6303 - Fax: 4314-7135 - E-mail: [email protected] - www.cp67.com

FaDu - Ciudad universitariaPabellón 3 - Planta Baja - C1428BFa Buenos aires -argentinatel: 54 11 4786-7244

CMD - Centro Metropolitano de Diseñoalgarrobo 1041 - C1273aEB Buenos aires - argentinatel: 54 11 4126-2950, int. 3325

Estrategias operativas en arquitectura: técnicas de proyecto de Price a Koolhaas. - 1a ed. - Buenos aires : Nobuko, 2012.

288 p. ; 21x15 cm. - (textos de arquitectura y diseño)

isBN 978-987-584-474-2

1. arquitectura. i. títuloCDD 720

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Le Corbusier. ProyeCtos Para La igLesia CatóLiCa

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ÍNDiCe

Presentación

LE CorBusiEr y La igLEsia CatóLiCa: taN LEJos,

taN CErCa

esteban Fernández-Cobián

EL EsPaCio iNEFaBLE

Le CorbusierCarta a LE CorBusiEr (21/05/63)

Marius Maziers, obispo auxiliar de LyonLE CorBusiEr, itiNErarios DE Lo sagraDo

giuliano gresleriDE La EsPirituaLiDaD Cátara a La iNiCiaCióN

Purista

Philippe PotiéLE trEMBLay, uNa iDEa vENiDa uN BoNito DÍa…

Luis burriel bielzaLa CiuDaD órFiCa DE La saiNtE-BauME

Flora samuelLa PiráMiDE y EL Muro

Notas preliminares sobre una obra inédita de Le Corbusier

en venezuela (sobre la capilla Delgado-Chalbaud)

alejandro Lapunzina

roNCHaMP

auguste-Maurice Cocagnac oProNCHaMP: tarJEtas PostaLEs

Editadas por la asociación para la obra de

Notre-Dame du Haut

Luis burriel bielzaENCuENtros CoN LE CorBusiEr

Pie-raymond régamey oPLa tourEttE EN iMágENEs

Luis burriel bielzaFirMiNy BaJo La iNFLuENCia DE La rEvista

L’Art SAcré

Luis burriel bielza

iLustraCioNEs

aPÉNDiCE: arQuitECtura rELigiosa DE

LE CorBusiEr sEgÚN Los arCHivos DE La FLC

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Nuestro mas sincero agradecimiento a la Fondation Le corbusier, a la Association Oeuvre

Notre-Dame du Haut y a la revista L'Art Sacré por facilitarnos el acceso a sus correspondientes fondos,

así como a los autores de los textos seleccionados y a éditions de La Villette por la cesión del material.

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PreseNtaCióN

Le Corbusier y La igLesia CatóLiCa: taN Lejos, taN CerCa

esteban Fernández-Cobián

1. CuestioNes iNiCiaLes

La arquitectura religiosa de Le Corbusier ha sido más importante para la historia de la arquitectura en general que para la propia arquitec-tura religiosa.1 Esta idea de Christian Norberg-schulz enmarca bien la opinión que nos merecen hoy en día las aproximaciones que efec-tuó Le Corbusier al tema sacro. En efecto, «tras la ii guerra Mundial, se sintió intensamente la necesidad de una nueva monumentalidad, y los edificios sencillos pero poderosos de Mies van der rohe sirvieron naturalmente como importante fuente de inspiración. sin embargo, cuando sus obras y las de sus seguidores llegaron a ser muy nume-rosas, se comprendió que hacía falta una arquitectura más variada y expresiva para visualizar los valores de un mundo pluralista. El paso decisivo lo dio Le Corbusier con la capilla de ronchamp (1950-1955), donde la intención era crear un receptáculo de intensa concentración y meditación, esto es, conferir a la arquitectura una nueva dimensión de significado». Por eso, concluye el historiador noruego, «la importancia de ronchamp para la historia de la arquitectura moderna difícilmente puede sobrestimarse».2

sin embargo, desde un punto de vista eclesial, la arquitectura reli-giosa de Le Corbusier resulta muy poco significativa. su obra apenas se inserta dentro de las tendencias que han articulado este tipo de arquitectura a lo largo de los siglos XiX y XX, unas tendencias que han tenido un carácter programático y social. Con el término programático, me quiero referir aquí al proceso de renovación espacial que supu-so para el espacio de culto el Movimiento Litúrgico; 3 y con la palabra social, a la intensa adaptación estructural y organizativa que realizó la iglesia católica a lo largo de este periodo para atender a las oleadas de población que llegaron desde el campo a la periferia de las grandes ciudades. La arquitectura religiosa tuvo que dar respuesta al paso de un modelo central de estructuración del territorio —la catedral o el

1 Cf. Christian Norberg-schulz, Los principios de la arquitectura moderna (Madrid: reverte, 2005), 223.2 ibíd., 150-151.3 Cf. Esteban Fernández-Cobián, El espacio sagrado en la arquitectura española contem-poránea (santiago de Compostela: Colexio oficial de arquitectos de galicia, 2005), 53-59.

Esteban Fernández-Cobián es arquitecto y Profesor Contratado Doctor en la Escuela técnica superior de arquitectura de la universidade da Coruña.

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monasterio— a otro mucho más fragmentado y cercano al usuario: la iglesia parroquial urbana. En el caso de Le Corbusier, la obra sacra construida en el momento de su muerte se limitaba a ronchamp, una capilla de peregrinación en las montañas francesas (utilizada una o dos veces al año), y a la tourette, un convento dominico que apenas llegó a funcionar como tal, ya que en realidad, se trataba de un centro de formación inicial para jóvenes profesos (un noviciado) cuya puesta en marcha coincidió con la crisis institucional y vocacional de la igle-sia católica durante el postconcilio vaticano. La iglesia parroquial de Firminy, acabada cuarenta años después de la muerte del arquitecto por Jose oubrerie, ya era un monumento nacional en Francia antes de su ejecución; y aunque el proyecto trabajaba perfectamente la relación de los espacios de la parroquia con su contexto social inmediato, para conseguir terminarla —para justificar el apoyo del Estado francés a la construcción de un edificio religioso— hubo que renunciar a la mitad del programa, y las dependencias parroquiales se sustituyeron por una extensión del Museo de arte Moderno de saint-Etienne. todo lo cual deja la arquitectura religiosa de Le Corbusier en una posición absolutamente marginal desde este punto de vista.

Entre las diversas cuestiones que este libro pone encima de la mesa, tal vez la más importante sea la idea de que la ambigua posición de Le Corbusier frente a la iglesia católica merecería ser estudiada con más detenimiento. Juan Calatrava ha afirmado que «su particular con-cepto de la religión, o mejor dicho, de lo sacro, [es] una cuestión aún no suficientemente dilucidada»,4 precisando que para Le Corbusier, el sentido de lo sacro era mucho más cósmico y panteísta que directa-mente religioso-confesional o teológico. «sin embargo, dejando aparte la cuestión cátara, lo cierto es que la particular religiosidad de Le Cor-busier no responde a un sistema cerrado de dogmas y ritos. Protestan-tismo, catolicismo y cristianismo ortodoxo oriental están presentes de modo complejo y diverso en su vida y en su obra, pero en una síntesis personalísima a la que contribuyen también el pensamiento alquímico y el acervo de la tradición mítica (…). Este sentimiento de lo sagrado

4 Juan Calatrava Escobar, «Le Corbusier y Le Poème de l’angle Droit: un poema habitable, una casa poética», en varios autores, Le corbusier y la sintesis de las artes: El poema del ángulo recto [Catálogo de la exposición] (Madrid: Círculo de Bellas artes, 2006), 26.

rené Burri, Le Corbusier en su dormitorio ante el cuadro La coronación de María, de andré Bauchant (1959/60).

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de iglesias católicas; y sin embargo, pasó relativamente desapercibido para los arquitectos eclesiásticos de la época, mucho más preocupa-dos por la revolución litúrgica que se estaba gestando y que estallaría tras la promulgación en diciembre de 1963 de la constitución apostólica Sacrosanctum concilium.

Es difícil saber si Le Corbusier conoció este libro, pero lo cierto es que, a diferencia de sus contemporáneos, él aplicó en sus templos católi-cos muchas de las ideas defendidas por Hani.8 y lo hizo recuperando para la arquitectura religiosa católica la dimensión cósmica, aquélla que convierte al edificio sagrado en un descodificador del cosmos:

no se circunscribe, por otra parte, a una esfera de piedad personal sino que es inseparable de la idea misma de arquitectura y del papel creativo del hombre».5

En cualquier caso, parece claro que los intereses del arquitecto y de la iglesia católica convergieron en el espacio y en el tiempo. La iglesia católica llevaba algunos años intentando reconstruir sus lazos en el mundo de las artes. Por su parte, a Le Corbusier le interesaba construir para una institución bimilenaria, tanto por prestigio personal, como para insertar su discurso en la larga tradición de grandes arquitectos que habían tratado este tema eterno. además de que estos espacios le ofrecían la oportunidad de materializar lugares de encuentro del ser humano con el cosmos, a través de tradiciones y de ritos que se encuentran en las raíces de todas las religiones, incluido el cristianis-mo, él percibía con claridad que su arquitectura necesitaba medirse con el programa religioso.

Las reservas de Le Corbusier frente a la iglesia católica se volvieron más acusadas tras el fracaso de La Sainte-Baume, y se prometió a sí mismo no colaborar jamás con esa institución que calificaba de muer-ta. también procuró subrayar sus antecedentes cátaros para marcar distancias dentro de su entorno inmediato. Pero su esposa provenía de una familia católica, y entre otros detalles, ambos tenían en el dor-mitorio de su vivienda en la calle Nungesser-et-Coli 24, el cuadro del pintor naïve andré Bauchant La coronación de María. Le Corbusier se molestó mucho cuando el fotógrafo rené Burri publicó unas fotos en las que podría parecer que estaba rezando.6

ahora bien, sea como fuere, Le Corbusier realizó un hallazgo importante, si es que se le puede llamar así. Descubrió por su cuenta muchas de las tesis que poco después defendería el joven filólogo francés Jean Hani en su libro «Le symbolisme du temple chrétien».7 Escrito en 1962, el texto de Hani debería ser un libro de consulta obligada para la construcción

5 ibíd., 27.6 Cf. rené Burri, Le corbusier moments in the life of a great architect (Basel: Birkhäuser, 1999), 177-178.7 París: La Colombe, 1962. Desde 1978, el libro se reedita periódicamente en España bajo el título El simbolismo del templo cristiano. La última edición en castellano es de J.J. olañeta, Palma de Mallorca 2008.

8 Debo aclarar que, habitualmente, no suelo utilizar la palabra templo para referirme a las iglesias católicas, porque esa palabra fue repudiada por los primeros cristianos para

Jean Hani, portada del libro Le symbolisme du temple chrétien (1962).

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12 Cuando el 23 de junio de 1973, el papa Pablo vi inauguró la colección de arte religioso Moderno de los Museos vaticanos, allí se encontraba una obra de Le Corbusier (cf. «rela-ción de artistas presentes en la colección de arte religioso moderno del vaticano», ArA 37 (1973): 102-103; Mario Ferrazza (ed.), collezione d’Arte religiosa Moderna (Città del vaticano: Monumenti, musei e gallerie pontificie 2000).13 giuliano y glauco gresleri, Le corbusier. Il programma liturgico (Bolonia: Editrice Com-positori, 2001).

del movimiento de los astros, del significado de la luz solar, o del valor las fuerzas telúricas que estructuran la superficie terrestre. Elementos que los antiguos conocían y que los primeros cristianos, al expandirse por el mundo, fueron incorporando a sus edificios como realidades que facilitaban el encuentro de las criaturas con el Creador mediante el reconocimiento sensorial de su propia inserción en la naturaleza. El edificio sagrado se convertía así en un intermediario entre el hombre y Dios, a través de la geometría, la proporción y el número. obviamente, de ahí a la cábala sólo hay un paso, pero la realidad es así, y Hani lo explica perfectamente. Esas razones que convierten la construcción de la arquitectura religiosa en un proceso sagrado en sí mismo, habían sido casi olvidadas cuando Le Corbusier recibió sus primeros encar-gos por parte de la iglesia católica, y sorprendentemente, lo siguen siendo en nuestros días. Basta comprobar cuantas iglesias proyecta-das durante los últimos cincuenta años respetan la orientación ritual, imprescindible para generar el simbolismo sacramental del espacio de culto cristiano. Por eso, a Le Corbusier le gustaba explicar que sus iglesias eran verdaderos edificios cristianos de 5000 años antes de Jesu-cristo.9 y por eso, paradójicamente, su desvinculación del discurso general —litúrgico y sociológico, pero al fin y al cabo coyuntural— y su «sólida base esotérica»,10 le llevaron a encontrar en la consideración de la religión católica como un culto cristocéntricamente solar, un punto de apoyo muy firme para su arquitectura religiosa.11

Como se puede suponer, aludir a la iglesia católica en general resulta confuso, ya que se trata de una institución demasiado compleja como para poder generalizar. En primer lugar, su ámbito es universal; está formada por iglesias particulares (las diócesis), que son autónomas

y sólo están vinculadas entre sí por la obediencia a roma, el dogma, la tradición y el derecho canónico, pero no por cuestiones culturales, aun-que sean tan significativas como la arquitectura. Ni siquiera se puede decir que durante la segunda postguerra mundial, la iglesia católica en Francia fuera un todo homogéneo. Entonces, ¿qué estamos queriendo decir exactamente cuando afirmamos que Le Corbusier construye para la iglesia católica? Desde luego no decimos que construya por encargo del sumo Pontífice (que sería la única manera de decir esto con absoluta propiedad), sino que lo hace por encargo de unos obispos franceses.12 y dado que por entonces Francia seguía siendo la hija predilecta de la Iglesia, nadie dudaba de que lo que allí se hiciera tendría una gran reper-cusión en toda la cristiandad. Construir en Francia era como hacerlo sobre una tribuna, y los franceses lo sabían. Por eso, en esta antolo-gía de textos, queremos incluir también una carta personal de uno de aquellos prelados ilustrados, monseñor Marius Maziers, que fue obispo auxiliar de Lyon a principios de los años sesenta, a Le Corbusier.

En efecto, en la presentación del libro de giuliano y glauco gresleri Le corbusier. Il programma litúrgico,13 el único estudio que hasta el momen-to ha abordado monográficamente la arquitectura católica de Le Cor-busier, monseñor giancarlo santi, arquitecto, señala como uno de los principales aciertos de su enfoque la consideración del cliente como un actor imprescindible en el proceso constructivo en la arquitectura religiosa. Han sido muchos —prosigue santi— los hombres de iglesia empeñados en realizar una arquitectura litúrgica de la más alta calidad, promoviendo iniciativas de mecenazgo, buscando recursos económi-cos, favoreciendo el diálogo con las distintas partes implicadas, etc. y esto no sólo en el renacimiento o en el Barroco, sino también en el periodo histórico que nos ocupa. En la Francia que vivió Le Corbusier, este papel resultó especialmente visible gracias al trabajo de los edi-tores de la influyente revista L’Art Sacré, un grupo de padres dominicos

diferenciar sus espacios de culto de los templos griegos y romanos. Pero en el caso de Le Corbusier, pienso que el término es exacto: Le Corbusier construyó templos.9 Cf. Luis Burriel Bielza, «Des spécialistes ont déclaré que c’était une véritable église chrétienne de 5.000 ans avant Jésus Christ!!!», Boletín Académico 1 (2011): 1-8.10 Calatrava, «Le Corbusier y Le Poème», 25.11 En la biblioteca de Le Corbusier, entre libros que hoy calificaríamos de alquímicos o esotéricos (el más conocido es Les Grands Initiés, de Édouard schuré, que le había regalado su maestro Charles L’Eplattenier), también se encuentran otros verdaderamente interesantes a nuestros efectos, como por ejemplo Le soleil de Etienne Lalou (1958) o Le sacré et le profane, de Mircea Eliade (1956).

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que buscaron a los artistas con mayor proyección del momento y los invitaron a trabajar para la iglesia católica.14 Como se sabe, algunos aceptaron y otros no. Pero la iniciativa fue suya. además, sus ideas no hubieran podido materializarse de no haber sido respaldadas por obispos que apostaran por una nueva manera de hacer las cosas. una manera ciertamente heterodoxa para su época, pero que gracias al reconocimiento explícito que hizo el papa Pío Xii en su encíclica Media-tor Dei et hominum (1947) de que la iglesia católica no tenía un lenguaje propio para sus edificios de culto, paulatinamente dejó de serlo. Pocos prelados se atrevieron a apostar por las vanguardias artísticas en un primer momento, al igual que fueron pocos los miembros de la jerar-quía se atrevieron a no hacerlo cuando empezó el caos postconciliar; pero gracias a la prudencia de ambos grupos contamos con una arqui-tectura religiosa de verdadero valor. Por eso, desde aquí nos gustaría rendir un modesto homenaje a L’Art Sacré, la revista que constituyó la referencia documental en donde Le Corbusier pudo inspirarse y con-trastar sus difusas ideas sobre la liturgia católica y sus ritos.

al poner a disposición del lector español un aspecto de la obra de Le Corbusier que hasta ahora no se podía encontrar sino de manera disper-sa, queremos dar un pequeño paso adelante en este reconocimiento del cliente como pieza fundamental para la arquitectura religiosa católica. tomando como punto de partida las actas de los XI rencontres de la Fondation Le corbusier, celebrados en París el 21 y 22 de noviembre de 2003,15 en el libro que el lector tiene en sus manos se recogen diversos ensayos que abordan el tratamiento del espacio sagrado en la obra del arquitecto franco-suizo, y más precisamente, su materialización en los edificios proyectados expresamente para el culto católico. una selec-ción que no implica, por supuesto, una postura compartida entre sus autores. se han incorporado varios documentos inéditos, tanto escri-tos como gráficos, que quieren destacar la inserción de estas obras dentro de una tradición más amplia: la tradición del mecenazgo y de la búsqueda de la excelencia como camino de encuentro con Dios, propia de la iglesia católica.

14 sobre este tema puede verse la reciente monografía de Françoise Caussé, La revue ‘L’Art Sacré’. Le débat en France sur l’art et la religion (1945-1954) (París: Du Cerf, 2010).15 Cf. Le corbusier. Le symbolique, le sacrè, la spiritualité (París: Editions de la villette, 2004).

Portada del libro de giuliano y glauco gresleri Le corbusier. Il programma liturgico (2001).

rené Burri, Le Corbusier charla con monseñor Marcel-Marie Dubois, arzobispo de Besançon, durante el almuerzo posterior a la consagración de la capilla de ronchamp (25 de junio de 1955).

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2. Los teXtos

El primer texto que se presenta, «El espacio inefable» —un clásico de Le Corbusier—, sirve de encuadre a todos los demás, por cuanto abre la puerta al ámbito de lo sagrado desde el campo del arte.16 En él, el arquitecto afirma que la clave de la emoción estética es una función espacial. Entre los objetos de la naturaleza existen unas relaciones intangibles que hacen vibrar nuestra sensibilidad. El artista capta ese milagro catalizador de saberes adquiridos, asimilados y acaso olvida-dos, y es capaz de emocionarse. Esa captación de la belleza de la reali-

dad por medio de la intuición, Le Corbusier la compara con el milagro de la fe, que él dice ignorar. Pero en un arquitecto tan preocupado por construir su propio personaje, todas sus afirmaciones —y más las de este tipo— han de ponerse en cuarentena. De ahí que para nosotros resulte más interesante su reconocimiento de que existen aproxima-ciones gnoseológicamente directas a la realidad —la fe o la intuición sensible—, que la distancia que el arquitecto pretende marcar con las religiones oficiales. Porque precisamente, ese reconocimiento es el que le franqueará el acceso al programa sacro, y más en concreto, al programa litúrgico de la arquitectura católica.

El 21 de mayo de 1963, el obispo Maziers escribe a Le Corbusier una carta personal para agradecerle la aceptación del proyecto de la igle-sia parroquial de Firminy-vert. Le Corbusier la recibe con interés y subraya alguna de sus ideas, probablemente con la satisfacción de encontrar puntos de acuerdo con su arquitectura. La carta gira en torno al concepto de pobreza. si nunca es recomendable perder de vista el contexto histórico a la hora de juzgar la arquitectura, en este caso todavía menos. Hay que recordar que en esas fechas el Concilio vaticano ii ya estaba en marcha, y que la pobreza era uno de los aspec-tos del debate. La iglesia católica estaba pasando por un proceso de depuración y de renovación que buscaba reajustar la vida eclesial con el evangelio, con el mensaje de Jesucristo, su fundador. La pobreza de la que habla Maziers, por tanto, es una pobreza evangélica; no es un purismo, una opción estética, sino un despojamiento ascético, de tipo práctico, que permite seguir al Maestro con más agilidad, en la predicación de su doctrina y en el servicio a los hermanos. En una palabra: austeridad. Como consecuencia, los edificios así construidos deberían facilitar el encuentro con Dios a través del recogimiento y de la oración.

El siguiente artículo lo firma giuliano gresleri. se trata de un escrito de amplio alcance en el que se abordan las motivaciones que guiaron a Le Corbusier a enfrentarse con el programa sacro, así como los hitos de su proceso de acercamiento al tema. Estos episodios comienzan con la visita del arquitecto al monte athos durante su viaje a oriente, prosiguen con el descubrimiento de la virgen María como sublimación del universo femenino que le había envuelto durante su infancia, y

16 Hace algunos años, este texto fue publicado completo en español bajo el título «El espacio indecible», concretamente en la revista DA (1998): 45-55. Nosotros hemos hecho una nueva traducción del original francés, cuya principal novedad es la introducción del término inefable, mucho más castellano.

Portada del libro Le Corbusier. Le symbolique, le sacrè, la spiritualité (2004).

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culminan con la inmersión en el contexto cultural que rodeaba al padre Couturier en la Francia de los años cuarenta: tanto el ambiente artís-tico (Leger, Picasso, rouault, Matisse), como el intelectual (Claudel, Maritain, Cingria: en palabras del propio autor, el catolicismo progre-sista de la época). tal vez el momento culminante de las discusiones aparece tras la conclusión de las obras de ronchamp: se trataba de dilucidar si un arquitecto agnóstico —o en general, un artista no creyen-te como Le Corbusier— podría hacer una verdadera obra de arte sacro. Este debate marcaría la década de los años cincuenta.17 Para Le Corbu-sier, la respuesta era sencilla: todo hombre —pensaba— es portador de un sentimiento religioso a través del cual interpreta y da un sentido sagrado al universo. aunque en aquel momento Couturier compartía su opinión, más de sesenta años después, el debate sigue abierto.

Precisamente, la relación entre Le Corbusier y el padre dominico Marie-alain Couturier es recreada por Philippe Potie. En su texto nos encontramos con dos personajes en crisis, que contemplan la deriva del mundo en el que viven, y que encuentran en el otro un interlocu-tor válido con el que confrontar sus inquietudes. La relación entre Le Corbusier y Couturier todavía no ha sido estudiada a fondo, aunque ya existen algunos textos significativos.18 Para Potie, el mínimo común múltiplo entre ambos será el concepto de pureza. una pureza que, con el tiempo, se acabará identificando con el despojamiento extremo. Cada uno llegará en ella a través de caminos diferentes; el domini-co, huyendo de la estética Saint-Sulpice, que había trivializado el arte sacro; el arquitecto, queriendo entroncar con sus orígenes cátaros. El diálogo les revelará un itinerario que pueden recorrer juntos, y preci-samente, de este diálogo nacerán dos encargos de edificios religio-sos: ronchamp y, sobre todo, La tourette, la mejor materialización de la Boîte à Miracles lecorbusierana. Esta pureza conceptual y formal —entendida como despojamiento, como pobreza— que cultivaría Le Corbusier en sus obras y que recomendaría Couturier en sus escritos, acabaría convirtiéndose en una tendencia mayoritaria para las iglesias católicas construidas a partir de los años sesenta, hasta tal punto que durante mucho tiempo no se concebirá que una iglesia moderna no esté configurada de este modo.19

al hablar de la arquitectura religiosa de Le Corbusier, muy pocos se acuerdan del importante punto de partida que constituye la iglesia de Le tremblay. acaso los escasos croquis y anotaciones que se conservan

18 Cf., por ejemplo, Maria antonietta Crippa «romano guardini y Marie-alain Couturier. Los orígenes de la arquitectura y del arte para la liturgia católica en el siglo XX», en Este-ban Fernández-Cobián (ed.), Arquitecturas de lo sagrado. Memoria y proyecto (a Coruña: Netbiblo, 2009), 178-205.19 Últimamente, parece que las cosas están cambiando. algunos autores incluso han querido mostrar cómo lo verdaderamente esencial de una iglesia católica es el despliegue icono-gráfico que se encuentra en su interior, hasta el punto de llegar a llamar al retablo icono del templo (cf. José Manuel Pozo Municio, «El retablo, icono del templo», rA 5 (2003): 91-104). En este mismo sentido se han manifestado clientes tan señalados como el papa Juan Pablo ii, que en la capilla redemptoris Mater del vaticano (Marko ivan rupnik y tomas spidlik sJ, 1999) quiso realizar un manifiesto a favor de la nueva figuración (cf. Marko ivan rupnik, La capilla redemptoris Mater del Papa Juan Pablo II. Burgos: Monte Carmelo, 2004).

Edward Lear, the monastery of St. Paul, Mount Athos (h. 1856). the Fine art society, London.

17 Cf. Fernández-Cobián, El espacio sagrado, 194-195.

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sobre ella hayan tenido la culpa. Luis Burriel, por el contrario, recoge el impulso de giuliano gresleri —que en su día apuntó una posible rela-ción de este esbozo de iglesia con la Ville Savoye—,20 y realiza un erudito ejercicio de rastreo a la búsqueda de posibles conexiones añadidas. Es la táctica del inspector Maigret, como le gusta decir a Jose oubrerie. En efecto, en Le tremblay aparecen temas que Le Corbusier plasma-ría en otras obras, muy especialmente en Firminy: el edificio sagrado entendido como axis mundi y como lugar de encuentro, la relación entre la puerta y el altar, o el apilamiento de usos. Especialmente elocuente es el hecho de que tras haber recibido el encargo de una clienta parti-cular, Madame de salle, Le Corbusier rechazase la elaboración de este edificio por pensar que él no podría construir una iglesia católica sin alterar profundamente su tradición bimilenaria. Este será parte de su drama; un drama que tal vez marcase el destino de toda la arquitectura religiosa de la segunda mitad del siglo XX.

Confieso que la primera vez que leí el escrito de Flora samuel sobre la basílica de La sainte-Baume, mi percepción sobre Le Corbusier cam-bió. Con un lenguaje claro y nítido, la profesora samuel desvela una faceta del arquitecto poco conocida para la mayoría de los estudiosos: su afición por el ocultismo.21 Cada una de sus afirmaciones se apoya en una fuente contrastada, y 94 notas al pie lo confirman. según declara samuel al comienzo del texto, su propósito pasa por comprender las razones que llevaron a Le Corbusier y a su amigo y cliente Édouard trouin, a desarrollar la ciudad órfica de La sainte-Baume. y a conti-nuación, a ilustrar la forma en la que Le Corbusier se vio influenciado por la escuela de pensamiento filosófico y espiritual del orfismo. Como se sabe, el orfismo es una cosmogonía —una forma de gnosticismo— que gira en torno al personaje mitológico griego orfeo. su caracterís-tica principal radica en la afirmación de que entre el cuerpo y el alma se da una dicotomía absoluta, y que el alma sólo se afirma en su verdadera

dimensión cuanto mayor es su desvinculación con el cuerpo. El sueño, los estados extáticos y la muerte (que abre paso a la transmigración del alma) serían los tres estadios de esa desvinculación purificado-ra. El orfismo estuvo muy extendido entre las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX: apollinaire, Delaunay, Picabia, Duchamp, Léger, Breton, guide, y sobre todo Cocteau, por citar los creadores más cercanos a Le Corbusier, lo cultivaron. No es extraño que recien-temente otros autores hayan seguido este filón ocultista para explicar aquella época. Jan K. Birksted, por ejemplo, en su reciente estudio «Le Corbusier and the occult» (the Mit Press, 2009), desvela cómo la logia L’Amitie de La Chaux-de-Fonds configuró el sustrato básico de las ideas morales, sociales y filosóficas de nuestro arquitecto, que luego desarrollaría entre la francmasonería parisina. Entre todo este nebuloso mundo, es fácil comprender que la basílica de La sainte-Baume no fuera bien recibida por la jerarquía católica. ahora bien: ¿se podría afirmar que Couturier y los demás padres dominicos de L’Art Sacrè consiguieron que estas ideas iniciales quedaran matizadas hasta lograr que fueran admisibles para construir iglesias católicas? ¿o más

20 Cf. giuliano gresleri, «tremblay: l’idea ‘venuta… un bel giorno’», en gresleri, Le Corbu-sier. il programma liturgico, 38-49.21 De todos modos, como apunta Calatrava («Le Corbusier y Le Poème», 22), este tema ya fue tratado por Paul turner en La formation de Le corbusier. Idealisme & Movement Moderne (París: Macula, 1987).

Camille Corot, Orfeo rescata a Eurídice de los infiernos (1861). Museum of Fine arts, Houston.

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bien ocurrió que estas ideas persistieron en los edificios sacros de Le Corbusier y empaparon toda la arquitectura religiosa posterior? Con los datos que tenemos, resulta difícil saberlo.

alejandro Lapunzina presenta un artículo sobre otro misterioso edifi-cio que Le Corbusier nunca llegó a construir: la capilla funeraria para la familia Delgado-Chalbaud, en venezuela. En rigor, no se trata de una obra encargada por la iglesia católica, aunque sea un monumento fúnebre proyectado para un país mayoritariamente católico, como era la venezuela de los años cincuenta. En cualquier caso, el proyecto le sirve al arquitecto para materializar su punto de vista sobre el templo primitivo. Es conocido que Le Corbusier retenía la esencia de los temas arquitectónicos, transformándolos y convirtiéndolos en sustrato fértil donde podían germinar nuevas ideas. De esta forma, su arquitectura llegaba a ser rica en referentes históricos, y a la vez, fiel con su pro-pio tiempo. años atrás, el arquitecto había redactado dos versiones de un proyecto similar —el monumento para el Mariscal Foch, héroe francés de la Primera guerra Mundial—, pero ninguna de ellas poseía contenido sagrado o religioso. su posición será distinta veinte años más tarde, cuando no dudará en volcar en su propuesta una serie de reflexiones relacionadas con este tema. Lapunzina sugiere que este cambio de actitud tiene que ver con la huella del encargo de la capilla de ronchamp, ya en marcha, que obligó a nuestro arquitecto a reflexionar acerca del rol de lo sagrado en la arquitectura contemporánea. Con todo, su interés por las teorías ocultistas y herméticas hizo derivar la obra hacia territorios que podríamos calificar de precristianos, cuando no directamente esotéricos. El texto, perfectamente articulado, se lee como una novela de intriga.

En el número 1-2 (1955) de la revista L’Art Sacré, dedicado íntegramente a la ermita mariana de Notre-Dame-du-Haut, el padre dominico auguste-Maurice Cocagnac escribe un texto de presentación de la capilla titu-lado escuetamente «ronchamp». No es un texto técnico, sino un relato poético en el que Cocagnac trata de explicar a sus lectores —sobre todo teólogos y aficionados al arte en general— cuáles son las claves hermenéuticas que permiten leer correctamente el edificio. Dibujante y pintor, compositor, escritor y gran viajero, Cocagnac fue un sacerdote que tras la ii guerra Mundial se dedicó a orientar espiritualmente a jóve-

nes artistas, especialmente músicos, actores y bailarines. Luego dirigió durante quince años la revista L’Art Sacré, y con Couturier, régamey y Capellades completó el grupo de animadores que impulsaron el arte sacro de vanguardia en la Francia de los años cincuenta y sesenta. En esta línea de trabajo, Cocagnac presenta la ermita de ronchamp como un paso más en la arquitectura católica. La arquitectura ojival ya no tendría la exclusiva de la emoción religiosa, y nuestra época estaría en condiciones de medirse con las maravillas del arte gótico. ronchamp conectaría con las arquitecturas excavadas directamente en la roca —y aquí cita a Lourdes, por supuesto— y con aquellos lugares que han sido sagrados para los hombres de todas las culturas. En su opinión, todo habría comenzado en la gruta marsellesa de la sainte-Baume, que la leyenda asocia con la figura de santa María Magdalena. Pero la

Le Corbusier, presbiterio de la capilla de Notre-Dame-du-Haut (1950/55).

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permanentemente encendida que indicase una presencia: la Eucaristía. El texto es ágil; régamey, que está de viaje por italia, piensa, anota, vuelve hacia atrás y encadena ideas inconexas, tejiendo una especie de maraña alrededor de sus recuerdos sobre el arquitecto. La traducción no ha sido sencilla, pero el testimonio de primera mano de uno de los dominicos que estuvo más cerca de la génesis de estas obras fundamentales, merecía el esfuerzo.

Como complemento gráfico al artículo anterior, adjuntamos una selec-ción de imágenes inéditas del convento de La tourette. Éstas provienen en su mayor parte de los fondos de la revista L’Art Sacré que alberga en la actualidad el Archive de la Province Dominicaine de France; y en menor número, de la Fondation Le corbusier. Las que pertenecen a la revista están firmadas por J. Caps, en realidad, pseudónimo de Jean Capellades,23

sainte-Baume, como acabamos de ver, también fue uno de los grandes fracasos de Le Corbusier… En cualquier caso, Cocagnac cae rendido ante el genio que, a través de su sensibilidad y de su oficio, es capaz de formalizar un espacio en el que todo —lo sagrado y lo profano, lo intemporal y lo moderno—, absolutamente todo, encaja perfectamente.

Desde su creación en 1901, la asociación Œuvre Notre-Dame-du-Haut (aoNDH) ha ido editando una serie de postales que reflejan la evolu-ción por etapas del santuario, convertidas así en una suerte de memoria gráfica de su dilatada historia. Capturan y fijan los momentos clave, así como las diferentes etapas de su desarrollo. también dan testimonio de los primeros pasos del proyecto de Le Corbusier, de su construcción y de su estado final desde innumerables perspectivas. su puesta en circulación no sólo supone un mecanismo de difusión del santuario, sino también una fuente de ingresos de la que el propio arquitecto per-cibe un porcentaje.22 La presente selección ha sido realizada por Luis Burriel, en su mayor parte desde su colección personal, y supone tan sólo una pequeña porción de la ingente cantidad de postales editadas a lo largo de más de un siglo.

otro de los dominicos que dirigió la revista L’Art Sacré, el padre Pie-raymond régamey, recuerda algunos de sus encuentros con Le Cor-busier a propósito de varias de sus obras proyectadas para la iglesia católica. El relato se centra en el convento de Estudios de la tourette, que el dominico tuvo la oportunidad de discutir con el arquitecto. si el texto deviene en loa, sin duda sincera, ello responde a la cercanía del obituario del maestro: el manuscrito aparece fechado el 8 de septiem-bre de 1965, pocas semanas después de la muerte de Le Corbusier. En cualquier caso, lo que aquí nos interesa es la viveza con la que régamey describe la aproximación proyectual de Le Corbusier al programa, y especialmente su actitud. si en un primer momento rechaza el encargo de ronchamp —la objeción que pone en este caso es haber compro-bado el descuido con el que se custodiaban los santos Lugares en Palestina—, finalmente acabará por negarse a construir para cualquier confesión cristiana que no tuviera entre sus requerimientos una lucecilla

22 según la correspondencia existente en la FLC, Le Corbusier recibiría un tanto por ciento de los ingresos por estos medios hasta que se sufragaran los gastos de su construcción, y una vez finalizado este plazo, este porcentaje se incrementaría de una manera importante.

Le Corbusier, boceto para para el sagrario de ronchamp.

23 Jean Capellades (1920-1995), padre dominico, codirector de la revista L’Art Sacré junto a auguste-Maurice Cocagnac entre 1954 y 1968.

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muerte del maestro— por guillermo Jullian de la Fuente y sus colabora-dores silvia Pozzana, alain Plantrou, Mario Botta, Fernando Domeyko y los hermanos amedeo y antonio Petrilli.24 Después de las experiencias de ronchamp, la tourette e incluso de Firminy, el atelier demuestra que domina el programa litúrgico a la perfección. Esta vez, un altar cuadrado ocupa una posición central, con el objeto de que pueda ser rodeado por los fieles. sin embargo, esta centralidad está combinada con una cierta direccionalidad, ya que la mesa simula estar atraída por la presencia de la sede del celebrante, excavada en el muro, y por la cápsula donde se reserva al santísimo sacramento, una pequeña pieza cúbica suspendida sobre la laguna. El altar se encuentra ligeramente rehundido con respecto a la nave, al igual que el baptisterio. El sereno

que en calidad de fotógrafo amateur fue autor de numerosos reportajes gráficos para esta publicación, un testimonio visual que todavía no ha sido valorado en su justa medida. Estas imágenes recogen la evolución del proyecto desde las primeras maquetas de trabajo, pasando por su construcción en etapas, hasta su finalización, donde diversas estampas de la vida de la comunidad en el convento nos ayudan a contextualizar su significado y su época.

Desde el día de su finalización, el 24 de noviembre de 2006, mucho se ha publicado sobre la iglesia parroquial de saint-Pierre, en Firminy-vert, pero pocas personas están más autorizadas que Luis Burriel, coautor de este volumen, para hablar de ella. Ha dedicado varios años a inten-tar comprender el significado de este proyecto en el contexto de la obra completa de Le Corbusier, buceando en los fondos documentales de las más diversas instituciones y manteniendo un asiduo contacto con José oubrerie. Fruto de este laborioso trabajo de investigación —que se podría calificar nuevamente de policiaco, por la minuciosidad de sus observacio-nes— fue su monumental tesis doctoral «saint-Pierre de Firminy-vert: el edificio como objet-à-réaction-émouvante», que defendió en la Etsa de Madrid en marzo de 2010. En ella intenta demostrar —y vive Dios que lo consigue— que esta iglesia recoge todas las obsesiones del arquitecto, aquellos temas que más le preocuparon a lo largo de su trayectoria, para verterlos en un objeto que reacciona poéticamente ante el lugar, el pro-grama y el cosmos. Entre el ingente material que contiene la tesis —y que ya ha dado lugar a varias ponencias en congresos y artículos en revistas especializadas—, Luis Burriel nos presenta aquí las abundantes interfe-rencias, intercambios y puntos de contacto entre la revista L’Art Sacrè y la iglesia de Firminy. Es sabido que la revista fue para Le Corbusier una fuente de documentación, de inspiración y de estímulo, tanto en el caso de ronchamp, como fundamentalmente en La tourette; y viceversa, su genio creador constituyó un gran acicate para que los dominicos prosi-guieran con su labor de mecenazgo y promoción de la mejor arquitectura sacra contemporánea. El análisis de los números de la revista que se encuentran en la biblioteca personal de Le Corbusier, que se presentan como anexo, permiten extraer conclusiones determinantes al respecto.

No queremos dejar pasar la oportunidad para dedicar unas breves líneas a la capilla del hospital de venecia (1965/66), proyectada finalmente —tras la

guillermo Jullian de la Fuente, planta baja de la capilla del hospital de venecia (1965/66).

24 Cf. H. allen Brooks (ed.), the Le corbusier Archive, v. 32 (New york/London/París: gar-land Publishing, 1984), 56-62; Pedro alonso Zúñiga y rodrigo Pérez de arce antoncic, «La capilla del Hospital de venecia», Arq 47 (2001): 32-39. amedeo Petrilli, «La chiesa per l’ospedale di venezia di guillermo Jullian de la Fuente», en gresleri, Le corbusier. Il pro-gramma liturgico, 202-215.

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dramatismo del espacio queda ratificado al comprobar que entre la nave cuadrada y la envolvente externa —también cuadrada— existe un cinturón de agua no visible directamente desde el interior, pero cuya luz estriada se refleja en las tersas paredes del templo. sobre este anillo se ubican la capilla bautismal, la sede y unos confesionarios, siendo tan sólo atravesado por la embocadura de la entrada y por el túnel que conduce a la capilla del santísimo. Frente a esta centralidad del espacio principal, las capillas secundarias —diario y residencia— presentan disposiciones de tipo longitudinal y transversal, respectiva-mente. Parece como si se pretendiera mostrar en un único edificio, una historia jerarquizada de las distintas maneras de afrontar un espacio litúrgico católico a lo largo de los tiempos.

además de las obras reseñadas aquí, existen algunas incursiones más de Le Corbusier en el tema de la arquitectura religiosa que nunca se llegaron a materializar. siguiendo la genealogía propuesta por giuliano gresleri, debemos recordar el proyecto para la rehabilitación de la cate-dral gótica de saint-Dié (1945), destruida durante la retirada de los ale-manes al final de la ii guerra Mundial; 25 el memorial para el padre Marie-alain Couturier, también llamado capilla de Betania, de la Natividad o de la resurrección, y encuadrada en la rehabilitación de la Bergerie de La sainte-Baume (1950/54); 26 y la fallida iglesia de Bolonia (1963), de la cual sólo se conservan tres esbozos.27 De cualquier manera, se adjunta como apéndice la relación completa de los edificios religiosos cristia-nos (no solo católicos) que figuran en los archivos de la Fondation Le corbusier.28 también existen estudios para alguna mezquita que no se llegó a materializar; documentos donde se le solicita a Le Corbusier el proyecto de una iglesia evangélica en su localidad natal, La-Chaux-

25 idem., «un restauro imposibile: la Cattedrale di st.-Dié», en gresleri, Le corbusier. Il programma liturgico, 70-73.26 idem., «La Capella della Natività. Memorial al Padre Marie-alain Couturier», en gresleri, Le corbusier. Il programma liturgico, 84-95.27 idem., «Le Corbusier e l’enigma di Bologna», en gresleri, Le corbusier. Il programma liturgico, 192-199.28 En su libro Le corbusier: artista-héroe y hombre-tipo (valladolid: secretariado de Publi-caciones de la universidad de valladolid, 1997), Fernando Zaparaín Hernández también muestra dibujos de la iglesia para la Union chrétienne de Jeunes Gens, en Beau-site, La Chaux-de-Fonds (suiza, 1905).

Le Corbusier, reconstrucción de la catedral de saint-Dié, proyecto (1948). Dibujo a lápiz de color y tinta china.

de-Fonds, y tal vez la sala de oración del Palacio del gobernador en Chandigarh se pueda considerar un espacio de culto hindú. Pero lo que resulta evidente es que todos los proyectos de arquitectura religiosa construidos por nuestro arquitecto lo fueron para la iglesia católica.

3. CoNsiDeraCioNes FiNaLes

En los últimos años, la arquitectura religiosa de Le Corbusier ha dejado de verse como tal para contemplarse exclusivamente desde el prisma artístico. sirva como ejemplo la reciente polémica surgida con motivo de la reordenación del entorno de Notre-Dame-du-Haut, proyectada por renzo Piano, y la ubicación en él de un convento de religiosas clarisas. Luis Fernández-galiano afirmaba que en el fondo, desde que Le Corbusier terminara su capilla, la única religión que se

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altura de las circunstancias, generando una razonable desconfianza sobre las huellas que un uso habitual pudiera suponer para la conser-vación del monumento—, resulta absurdo ignorar el programa religioso del edificio. su supresión devendría en una musealización de la capilla, algo a todas luces indeseable, si se apuesta por una arquitectura viva.31

todo esto nos llevaría a cuestionarnos si los esfuerzos de las últimas décadas por actualizar la arquitectura religiosa han desembocado en una mejor comprensión de lo que, al fin y al cabo, ha de ser un edificio para el culto católico: un espacio en el cual cada cristiano pueda encon-trarse con el Dios uno y trino, tanto a través de su meditación personal como mediante la oración comunitaria —litúrgica— con sus hermanos. La mayor parte de los intentos realizados hasta el momento se nos antojan excesivamente coyunturales, lo mismo que la propia reforma litúrgica, en gran parte sobrevenida al Concilio. Por el contrario, entien-do que la postura de Le Corbusier, con su calculado agnosticismo, si no más sincera, al menos parece que podría abrir más caminos para una arquitectura católica del futuro. No tanto por sus formas concre-tas, insisto, cuya frívola e indiscriminada proliferación a finales de los años cincuenta ya calificó en su día Luis Moya de ronchampitos, sino —paradójicamente— por su vinculación a una arquitectura sagrada que se anclaría mucho antes de Jesucristo. Esa fuerza cósmica clara-mente expresada, ese rigor analítico subyacente y esa voluntad de arte, insertados sin ambages en la rica y multisecular tradición eclesial (sea cual fuere esa tradición, su establecimiento excedería las páginas de este artículo), facilitaría un nuevo florecimiento de una arquitectura que tiene como propósito manifestar cual es el lugar del ser humano en el mundo. tal vez así, la obra de Le Corbusier podría llegar a ser tan importante para la religión como lo ha sido para la historia de la arquitectura en general.

había practicado sobre la colina de ronchamp era la arquitectura.2 9 Desconozco los datos exactos de asistencia a oficios religiosos de la archidiócesis de Besançon, aunque dado el carácter eventual del culto mariano comunitario en el lugar, es probable que visiten el edi-ficio muchos más aficionados a la arquitectura que católicos devo-tos. Desde esta certeza, galiano aventuraba que los detractores de la intervención tal vez pretendieran «mantener el carácter secular y artístico de Notre-Dame-du-Haut, frente a una recuperación confesio-nal y religiosa del enclave».30 ahora bien, salvando la lógica protección monumental que este tipo de edificios deben tener y de la cual la iglesia católica ha sido responsable a lo largo de la historia —por más que en ocasiones, durante estos últimos cincuenta años no haya estado a la

31 En el caso de Firminy, la Association Le corbusier pour l’Eglise de Firminy-Vert ha tratado de evitar este peligro a través de su consagración como iglesia católica el 29 de junio de 2007. Esta asociación (aLCEgFyvert) se creó en 1968 para sustituir a la asociación parroquial que realizó el encargo a Le Corbusier en 1960. Liderada por el alcalde de Firminy, Eugène Claudius-Petit, su misión era garantizar la construcción de la iglesia con la máxima fidelidad al proyecto original del arquitecto. Dirigida en la actualidad por Dominique Claudius-Petit, hijo de Eugène, su papel ha sido crucial, instruyendo y administrando la financiación de todas y cada una de las etapas de la construcción de este edificio hasta su efectiva puesta en marcha, así como su utilización como espacio de culto católico.

Le Corbusier, boceto para la rehabilitación de la Bergerie de La sainte-Baume (1950/54). Carnet E22.

Le Corbusier, sección de la iglesia para Bolonia, proyecto (1963).

29 Cf. Luis Fernández-galiano ruiz, «Lugares sagrados. Piano interviene en ronchamp y gehry en Jerusalén», Arquitectura Viva 122 (2008): 68-69.30 Loc. cit.

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• Eglise: collaboration - New York (Etats-Unis) - 1958 • Eglise catholique - Zurich (Suisse) - 1959 • Eglise paroissiale - Chamrousse (France) - 1964 • Eglise Saint Pierre - Firminy (France) - 1961 • Eglise, hôtel, bâtiment sur la mer - Lignano Sabbiadorro (Italie) - 1962 • Monastère - Berne (Suisse) - 1959 • Monastère - Poitiers (France) - 1965• Oratoire - Provence (France) - 1963• Reconstruction d’un monastère - Pennsylvanie (Etats-Unis) - 1963 • Reconstruction d’une cathédrale - San Francisco (Etats-Unis) - 1963

aPÉNDiCe: arQuiteCtura reLigiosa De Le Corbusier segÚN Los arCHiVos De La FLC

www.fondationlecorbusier.fr, con acceso el 13 de agosto de 2011. salvo errores tipográficos, se ha respetado la denominación original que se encuentra en esta página web.

• Basilique - La Sainte Baume (France) - 1948 • Chapelle - Anvers (Belgique) - 1957 • Chapelle - Cantal (France) - 1963 • Chapelle - Cheoux - Rendeux (Belgique) - 1959 • Chapelle - Le Locle (Suisse) - 1956 • Chapelle - Lokeren (Belgique) - 1957 • Chapelle - Saint Nazaire (France) - 1956 • Chapelle - Speyser am Rhein (Allemagne) - 1957 • Chapelle commémorative pour les généraux Delgado et Chalbaud -

Caracas (venezuela) - 1951 • Chapelle Notre Dame du Haut - Ronchamp (France) - 1951 • Chapelle Rochefort - Neuchâtel (Suisse) - 1956 • Couvent - Astrida (Afrique) - 1962 • Couvent Sainte Marie de la Tourette - Eveux sur Arbresle (France) - 1957 • Edifice sacré - Stuttgart (Allemagne) - 1957 • Eglise - Berlin (Allemagne) - 1962 • Eglise - Bologne (Italie) - 1962 • Eglise - Düsseldorf (Allemagne) - 1961 • Eglise - Fleurier (Suisse) - 1964 • Eglise - La Chaux-de-Fonds (Suisse) - 1961 • Eglise - Le Tremblay (France) - 1929 • Eglise - Lutry (Suisse) - 1955 • Eglise - Massy (France) - 1959 • Eglise - Nevers (France) - 1963 • Eglise - Quint (France) - 1955 • Eglise - Revin Orzy (France) - 1961 • Eglise - Saint Guénolé (France) - 1950 • Eglise - Sartrouville (France) - 1950 • Eglise - Slan Genburg Doetinchem (Hollande) - 1963

rené Burri, Le Corbusier pronuncia su discurso durante la ceremonia de consagración de la capilla de ronchamp (25 de junio de 1955).

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