crianza para el Éxitopara+el... · 2012-12-20 · el alma mil veces. sí, ese dicho tiene mucho de...

Crianza para el Éxito:

Algunas reflexiones acerca de cómo criar niños exitosos

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Aclaratoria:

El contenido de este documento es meramente informativo y no busca

reemplazar el consejo profesional.

©Nace una Mamá. Prohibida su reproducción total o parcial. Este no

es un libro digital de distribución gratuita, por favor no lo compartas.

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Contenido

Criar para el Éxito.................................................................................................... 4

¿Cómo definimos el éxito? ..................................................................................... 6

Lo que los niños no necesitan .............................................................................. 8

Lo que los niños sí necesitan ............................................................................... 9

¿LÍMITES? .............................................................................................................. 9

RUTINAS ............................................................................................................... 11

NORMAS................................................................................................................ 12

RESPONSABILIDAD .......................................................................................... 13

LIBERTAD PARA APRENDER ........................................................................ 13

El legado de los libros ........................................................................................... 14

Los modelos.............................................................................................................. 15

Las relaciones con los demás ............................................................................. 16

El dinero .................................................................................................................... 18

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Criar para el Éxito

no de los actos más poderosos en la vida de una persona es la elección de criar a un niño, sea éste biológico o adoptado. Hay

un dicho popular según el cual el tener un hijo es llevar para siempre el corazón fuera del pecho. Me pongo a pensar en las veces en

que mi niño se ha enfermado o se ha despertado llorando por una pesadilla, y me anticipo al momento inevitable en que se le parta el corazón por primera vez: sé que para mí será como si se me rompiera

el alma mil veces.

Sí, ese dicho tiene mucho de cierto.

Nuestra tarea como padres, más allá de asegurarnos de que nuestros hijos crezcan sanos y fuertes y de que aprendan a desenvolverse en el mundo, es acompañarles a que se conviertan en aquello para lo que

nacieron. Este es el verdadero significado del éxito.

Para criar a un hijo exitoso debemos crear una infancia que engendre el éxito. No se trata de invertir grandes sumas de dinero en colegios

caros ni en actividades extracurriculares. Se trata de dedicarles tiempo, de escucharles; de estar.

Ayudar a un niño a tener éxito hoy en día es muy distinto a lo que era hace algunas generaciones, cuando se consideraba que lo sabio y los

sensato consistía en enseñarles a los niños a convertirse en trabajadores asalariados, trabajando en un empleo estable desde el

momento en que terminaran los estudios hasta que llegara la hora de jubilarse. El éxito se medía en relación con la cantidad de tiempo que permanecías en el mismo trabajo. Se valoraba, sobre todo, la

estabilidad y la consistencia.

Después, de lo que se trataba era de ascender en el sector que hubieses elegido. Empezar desde abajo y trabajar duro hasta llegar a

la cima. Pero es mucho lo que el mundo ha cambiado. Las generaciones

actuales saben, al terminar los estudios, que seguramente cambiarán de sector tres, cuatro, cinco veces a lo largo de su vida laboral. No les

sorprende la velocidad con la que evoluciona el mundo empresarial y los negocios y están conscientes de que deberán adaptarse a esos

cambios constantes. Estos chicos, los que tienen éxito hoy en día, son capaces de

encontrar los «agujeros» del mercado y de sacarles provecho.

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«Seguridad» y «consistencia» no son palabras que formen parte de su vocabulario laboral.

Es importante comprender estos cambios a la hora de pensar en la

crianza de nuestros hijos. La generación que actualmente se inicia en la vida laboral seguramente tendrá distintos atributos que aquella a la

que pertenecerá tu hijo, pero con toda seguridad estará más cerca que la de tus padres o la tuya propia.

Los niños de hoy están creciendo con una visión del mundo muy distinta a la que tuvimos nosotros.

Este documento no pretende ser un manual de instrucciones, porque

criar a un niño no es como manejar una máquina en la que siempre obtendrás el mismo resultado al apretar tal o cual botón. Cada niño y cada familia es distinta, y cuando los padres estamos conectados con

nuestro propio instinto, con el corazón, sabemos exactamente lo que necesitan nuestros hijos. Lo que he querido reunir aquí son una serie

de reflexiones y sugerencias que pueden ser de ayuda a la hora de preparar a nuestros hijos para el éxito. Y esta es una tarea que

comienza desde el momento en que nacen. ¿Pero a qué nos referimos al hablar de éxito?

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¿Cómo definimos el éxito?

e sugiero que te tomes unos minutos para pensar en tu propia vida. ¿Cómo mides tu propio éxito? ¿A través de tus posesiones,

el trabajo que realizas, la forma como vives tu vida? ¿Se trata de tus relaciones con los demás, de tus hijos? Piensa en lo que significa

el éxito para ti y escríbelo en un papel. Uno de los retos más grandes de la crianza se basa en el hecho de que

nuestros niños están continuamente aprendiendo de nosotros, incluso cuando no somos conscientes de ello. Por eso es importante hacer una

lista de tus éxitos. Esta lista puede servirte de punto de partida a la hora de reflexionar acerca de lo que tu niño ya está aprendiendo de ti

sobre aquellas cosas a las que le das importancia en la vida. Estas son las pautas que tu hijo seguirá en un futuro.

No pienses que el aprendizaje comienza cuando tu niño sepa expresarse o cuando vaya a la escuela. El aprendizaje empieza desde

el momento mismo de nacer, e incluso desde antes, en el vientre materno.

Hablemos un momento acerca de cómo funciona la mente. Nuestra mente consciente, aquella que piensa y razona, es capaz de procesar

40 bits de información por segundo. Esta es la parte de nuestra mente que filtra la información que no nos interesa o que no concuerda con

nuestra visión del mundo.

Por otra parte, el subconsciente es capaz de percibir ¡40 millones de bits de información por segundo! Piensa en una persona que ha sufrido un accidente de coche. Seguramente, si le preguntas, no

recordará los detalles del accidente, pero, bajo hipnosis, será capaz de narrar hasta el más mínimo detalle de lo que le sucedió. ¿Por qué?

Porque la mente consciente ha bloqueado los recuerdos traumáticos, pero éstos permanecen en el subconsciente. Bajo hipnosis, la mente

consciente deja el paso libre para que aflore lo que el subconsciente guarda.

¿Qué tiene que ver esto con la crianza para el éxito? Muchísimo. Verás, los niños pequeños aún no han desarrollado su mente

consciente, de manera que su subconsciente no tiene barreras para absorber todo lo que sucede a su alrededor.

Un bebé observa la reacción de su madre, que ha pegado un grito al encontrar una araña en la cocina. Esta información pasa

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directamente a su subconsciente, y «programa» al bebé para, en un futuro, reaccionar de la misma forma ante la vista de una araña.

Nuestra actitud hacia el éxito se convierte, entonces, en los cimientos

de lo que será la actitud de nuestros hijos.

Piensa de nuevo en la lista de tus éxitos. Todos tenemos una idea distinta de lo que constituye el éxito. Para algunos, puede que se base en la creación de una familia. Para otros será empezar y hacer crecer

un negocio propio, o poner en práctica su propia creatividad. Para otras personas puede que sea el trabajar por una causa, el servicio a

los demás. Todas estas cosas son importantes. Todas constituyen una contribución al mundo en que vivimos.

El verdadero éxito no tiene nada que ver con la acumulación de riqueza (aunque esto es una consecuencia natural del mismo), sino

con encontrar y perseguir los propios sueños. Si nos dedicamos a acompañar a nuestros hijos en la búsqueda de esos sueños, nuestros

hijos serán exitosos.

Porque también tenemos que entender que, si bien estamos «programando» a nuestros hijos desde que nacen, consciente o inconscientemente, ellos llegarán a tener su propia idea acerca de lo

que significa el éxito. Los niños necesitan que les guiemos para que lleguen a convertirse en lo mejor que pueden ser, pero no necesitan

que escribamos su futuro. Eso lo pueden hacer ellos perfectamente, incluso desde muy pequeños.

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Lo que los niños no necesitan

os niños no necesitan padres perfectos.

Afortunadamente, porque los padres perfectos no existen.

Todos nos equivocamos en algún momento en relación con la crianza de nuestros hijos. Nos enfadamos, decimos cosas de las que luego nos arrepentimos, les negamos algo que para ellos era muy importante.

Pero también nuestros errores como padres pueden contribuir al éxito de nuestros hijos. Nuestros errores les pueden servir como punto de

comparación. Y, si nos disculpamos con nuestros niños y reconocemos que nos hemos equivocado, también estaremos

enseñándoles a hacer lo mismo. Por otra parte, hay muchos factores externos en la vida de nuestros

hijos que simplemente no podemos controlar. No todas las personas exitosas tuvieron una infancia libre de problemas: puede que hayan

perdido a alguno de sus padres, o vivido en la pobreza, puede que nunca se hayan adaptado al colegio… y en lugar de convertirse en una

influencia negativa, estas cosas pueden formar parte de aquello que les haya llevado al éxito. La perfección nunca es un requisito.

Tampoco lo es la riqueza material. Los niños que crecen rodeados de lujos, acostumbrados a obtener todo lo que quieren, no desarrollan el

deseo de alcanzarlo por ellos mismos. No lo necesitan porque saben de antemano que ya lo tienen todo.

Esto me recuerda una anécdota que me contó una madre que conocí una vez. Tenía tres hijos y trabajaba por su cuenta. Los negocios iban

bien y los niños iban a clases de ballet, de pintura y de inglés. Tenían montones de juguetes y cada vez que salía uno nuevo su madre se los

compraba.

De la noche a la mañana, la madre perdió varios contratos y de pronto tenía más tiempo para estar con los niños, pero ya no era tan sencillo comprarles todo lo que pedían o seguir pagando las actividades

extraescolares.

Pero, para su sorpresa, los niños no protestaron. Al contrario: preferían estar más tiempo con ella que seguir llenando la habitación

de juguetes nuevos. Ahora buscan entre todos actividades gratuitas o que cuesten poco dinero, e incluso el mayor ha empezado a crear un negocio por su cuenta.

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Lo que los niños sí necesitan

l camino al éxito de nuestros hijos comienza exactamente al principio. Los niños nacen con talentos innatos, con una

personalidad que desarrollarán con el tiempo. Si tienes más de un hijo, te habrás dado cuenta de lo distintos que son entre ellos, a

pesar de estar creciendo en el mismo ambiente. Pero, aunque nazcan con una personalidad propia, siguen

absorbiendo todo lo que ocurre a su alrededor. Es nuestra tarea crear un ambiente que les proporcione una base firme sobre la que puedan

construir su éxito.

Por supuesto, todos conocemos historias de personas exitosas provenientes de hogares violentos o que crecieron bajo condiciones muy duras, y como se le suele dar más publicidad a este tipo de

historias, podríamos pensar que tales comienzos son condiciones para el éxito. Pero por cada una de estas historias terribles, hay

muchísimas anécdotas más de personas muy exitosas provenientes de hogares sanos, felices y estimulantes. ¡Sólo que estas historias no

interesan tanto la prensa! Para que nuestros hijos tengan una buena base para el éxito,

necesitan un ambiente que proporcione límites sanos, así como ciertas rutinas, normas, y responsabilidad. Todas estas son palabras

con muchas connotaciones y carga emocional (a mí misma me chirrían a veces) pero vamos a ver con más detalle de qué se trata

cada una y de cómo en su conjunto estos factores pueden ser una buena base para el éxito.

¿LÍMITES?

Más que «límites», yo los llamaría «líneas divisorias», y la primera de

todas tiene que ser el amor incondicional. Esto se inicia desde el momento mismo de nacer (e incluso antes). Aquí es donde

comenzamos a sembrar en nuestros hijos la confianza absoluta de que siempre estaremos disponibles para ellos, pase lo que pase. Por eso es indispensable atender de inmediato las necesidades del recién nacido,

y la más importante de todas es el contacto y la comunicación constantes.

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Un bebé necesita estar en contacto físico con su madre (o con un cuidador primario) la mayor parte del tiempo. Necesita formar parte

del mundo de los adultos, no estar tumbado todo el día en una cuna o en un cochecito. Necesita que se le hable y se le mire, y que su llanto

sea atendido con prontitud. Nunca, nunca, hay que dejar llorar a un bebé. Los bebés sólo cuentan con el llanto para comunicar sus

necesidades, y es de vital importancia tomar estas necesidades en serio. Aunque esté seco y limpio y no tenga hambre, ni calor, ni frío: puede que, simplemente, nos necesite. Y la necesidad de contacto de

un bebé es tan o más importante que la necesidad de alimento. Por eso es muy importante consolar a un bebé que llora, después de

habernos asegurado de que todas sus necesidades de alimento, sueño, etc., están satisfechas.

¿Y si no nos da tiempo de acudir de inmediato cuando llora el bebé? Pues lo hacemos en cuanto nos sea posible. No pasa nada si alguna

vez debe esperar un par de minutos. El problema es si esto lo convertimos en hábito, por ejemplo si «entrenamos» a los bebés para

«que sepan quién manda» o para «no dejarnos manipular» por su llanto, o para «enseñarles» a dormir con el terrible método Estivill. Si

constantemente ignoramos el llanto de un bebé, éste aprenderá a resignarse: aprenderá que sus necesidades no son importantes, que de nada sirve llorar. Y, tristemente, este es un condicionamiento que

arrastrará durante toda su vida.

Nunca, jamás, hay que dejar llorar a un bebé deliberadamente.

Lo que queremos es que sepan que el mundo es un lugar seguro, que sus necesidades son tomadas en cuenta, que siempre estaremos allí para ellos, que les amamos. Esta es la base de su futura autoestima y

de una actitud confiada ante la vida.

Después del amor, vienen las consecuencias naturales de nuestros actos. Por ejemplo, un niño de dos años que en una rabieta tira los

juguetes al suelo, puede recogerlos y ponerlos en su sitio una vez que se haya calmado, si le invitamos a hacerlo con tranquilidad y una sonrisa. Esto, desde luego, tiene que ser apropiado para cada edad.

Con niños pequeños bastará con que recojan una parte de lo que han tirado mientras nosotros les ayudamos con el resto, por ejemplo.

Los límites se pueden resumir en tres: respeto hacia sí mismo, respeto

hacia los demás, y respeto hacia los objetos. Es importante que los niños sepan dónde están estos límites. De

adultos, muchas veces permitimos que otras personas traspasen nuestros propios límites, o somos nosotros quienes traspasamos los

de los demás. Pero unos límites bien establecidos son muy útiles en todas las áreas de nuestra vida, desde las relaciones con los demás

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hasta el trabajo. Nos ayudan a evitar las adicciones y a construir relaciones fuertes y positivas con los demás. Todas estas cosas

contribuyen a nuestro éxito.

TU TURNO: Dedica un tiempo a observar los límites naturales que tienes hoy. A menudo se trata de nuestro entorno físico, nuestro

estado de salud y finanzas, y el tiempo de que disponemos, por ejemplo. ¿Te das cuenta de cómo estos factores nos «contienen» de manera natural y crean límites? Desde luego que, para alcanzar el

éxito, todos debemos salir de estos límites en algún momento, lo que muchas veces implica adentrarnos en territorio desconocido y

movernos casi a ciegas durante un tiempo. Pero si conocemos dónde están los límites, las líneas divisorias, y sabemos cuáles de ellas son

las más importantes (el respeto hacia sí mismo, por ejemplo), tendremos menores posibilidades de perdernos por el camino.

RUTINAS

Otra palabra con muchas connotaciones. Algunas personas se sienten cómodas siguiendo una rutina, otras no. Hay quienes llevan su casa

con precisión militar. Sin embargo, la forma más positiva de crear rutinas es partiendo de la necesidad, más que de una búsqueda (infructuosa siempre) de la perfección. La perfección crea estrés y

ansiedad.

Lo que queremos es un hogar feliz y pleno para nuestros hijos. Una casa con niños no debe (ni puede) estar siempre inmaculada: los

niños suelen estar más a gusto en un ambiente ligeramente desordenado —¡y creativo! Si has estado pasando más tiempo limpiando que interactuando con tus hijos, puede que tengas que

introducir algunos cambios y re-negociar contigo mism@ la forma como ocupas tu tiempo.

Las rutinas pueden ser útiles en relación con algunas necesidades básicas de los niños: comidas, sueño, salud y consciencia de sí

mismo. No se trata de ser demasiado estrictos. Por ejemplo, puedes disponer de distintos menús para el desayuno y dejar que tu hijo elija el que quiera, en lugar de inventarte cada día un desayuno distinto.

La mejor parte de las rutinas no es el seguirlas a rajatabla, sino ¡el momento ocasional en que las rompes! A los niños les encanta

quedarse despiertos más allá de su hora habitual de vez en cuando si saben, «en secreto», que ha pasado la hora de irse a la cama; o

desayunar tortitas (panquecas) un domingo porque es un día distinto al resto de la semana, cuando han desayunado siempre lo mismo. Si cada día se sucede de forma caótica los niños no tienen ningún

elemento donde poder centrarse, y esos pequeños «gustos» que suponen el salirse de las rutinas terminan perdiéndose en medio del

desorden.

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TU TURNO: Piensa en qué rutinas podrías poner en práctica. Si

nunca has establecido rutinas claras, explícales los nuevos cambios a tus niños (aunque sean bebés, es importante hablarles y explicarles

todo) e introdúcelos suavemente. Si tienes hijos un poco mayorcitos, puede que al principio se resistan un poco. Mantén la calma y

preséntales los cambios como si de un juego divertido se tratara. No trates de imponerlos a la fuerza y recuerda ser muy flexible.

NORMAS

Las normas son la consecuencia natural de las «líneas de división» que

hemos creado. No es necesario ni recomendable que haya demasiadas, de hecho lo mejor es que sean pocas, sencillas y consistentes, y que

estén al servicio del respeto hacia sí mismos, hacia los demás y hacia los objetos.

Te recomiendo la lectura del libro de Norm Lee: Ser padres sin castigar: crecer y aprender en una disciplina democrática. Se puede

leer online de manera gratuita en http://www.nopunish.com/captlo1.htm. El autor habla de su

experiencia con la disciplina democrática, en la que cada miembro del hogar tiene las mismas libertades y responsabilidades. Las únicas

normas no negociables que los niños debían cumplir eran aquellas relacionadas con la salud y la seguridad física. Todo lo demás era decidido en consenso entre todos los miembros de la familia —y los

niños tenían voz y voto tanto como los adultos.

Lee también recomienda que el hogar sea lo más seguro posible, quitando del alcance de los niños cualquier objeto peligroso o frágil, de

manera que tengan la mayor libertad de movimientos posible sin que sean necesarios los regaños o castigos.

A la hora de establecer normas, es importante que los niños entiendan las consecuencias naturales de no cumplirlas, para que éstas tengan

sentido para ellos.

Algunas de estas normas pueden ser:

Nuestra casa es un lugar donde nos hablamos con respeto y no

nos gritamos unos a otros.

Nuestra casa es un lugar en el que cuidamos nuestras pertenencias y las de los demás, y las guardamos cuando no las

estamos utilizando.

Todos contribuimos para mantener nuestra casa limpia y en orden.

http://www.nopunish.com/captlo1.htm

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RESPONSABILIDAD

¿Cuántas cosas haces por tus hijos que podrían hacer ellos mismos? Los bebés que se inician en la alimentación complementaria, por

ejemplo, son capaces de alimentarse por sí mismos si les damos la oportunidad de aprender a hacerlo (puedes leer más sobre el tema en

http://www.naceunamama.com/series/alimentaciónautorregulada). A medida que los niños van creciendo, pueden ir asumiendo responsabilidades acordes con su edad en relación con el hogar y con

ellos mismos.

A menudo las prisas nos llevan a asumir tareas que a nuestros niños pequeños les llevarían más tiempo. Los vestimos, ponemos sus cosas

en la mochila antes de salir, recogemos los juguetes. Pero, si no permitimos que lo hagan por ellos mismos, no les estamos permitiendo aprender.

TU TURNO: ¿Qué responsabilidades tienen tus hijos en el hogar?

¿Son acordes con su edad? ¿Es hora de cambiarlas? ¿Contribuyen con las tareas de casa? Un niño de tres años puede ayudar a poner la

mesa, un niño de cinco puede ordenar su habitación, un niño de ocho puede preparar una ensalada para la cena.

A los niños les gusta sentirse parte de un equipo. Hazles ver que todos están trabajando en conjunto para el objetivo común de una familia

sana y feliz. Los niños quieren formar parte y sentirse integrados: es parte de su naturaleza. Estimularlos en este sentido es algo que dará

fruto en un futuro. LIBERTAD PARA APRENDER

Muchos padres queremos evitar a toda costa que nuestro niño se

lastime, pero no nos damos cuenta de que en ocasiones les inhibimos de aprender por sí mismos. Desde luego que nadie va a dejar que su

hijo de un año juegue con un cuchillo. Pero no podemos evitar que se caiga al suelo al dar sus primeros pasos. Estas caídas (dentro de lo sensato) son parte de su aprendizaje. Permite que tu niño sea un

niño. Deja que corra, salte, se encarame a los árboles y se caiga sin sentir que tienes que estar todo el tiempo encima de él. Los niños

también aprenden con sus cuerpos.

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El legado de los libros

na de las herramientas más sencillas para ayudar a nuestros hijos a ser adultos exitosos es estimular sus ganas de

aprender. Y aunque los libros no son la única fuente de aprendizaje, son una parte importante. Enséñales desde pequeños a

amar los libros. Los bebés pueden jugar con libros de tela o de tapa dura. Muéstrales

las ilustraciones mientras se las describes, nombrando cada objeto, y léeles en voz alta. La costumbre de leer cuentos con tus niños no sólo

es un buen comienzo para que el día de mañana disfruten de la lectura, también es una excelente forma de disfrutar en familia.

Las visitas regulares a tu biblioteca local son una buena forma de inculcar en tus niños el amor por los libros. Muchas ofrecen además

actividades infantiles como cuentacuentos o títeres.

A medida que crezcan, consígueles libros sobre los temas que les interesen y acompáñalos a que investiguen por su cuenta. Si van al

colegio, anímales a que no se queden sólo con lo que aprenden allí. De esta forma no verán el aprendizaje como un simple requisito para pasar los exámenes sino que se involucrarán activamente en la

búsqueda de respuestas para sus preguntas. Acompáñalos siempre en este proceso.

Cuando yo era una niña, me interesé en la observación de pájaros.

Devoraba todos los libros sobre aves que podía encontrar. Mis padres, muy sabiamente, convirtieron mi nueva afición en una actividad familiar. Me consiguieron unos binoculares y los fines de semana nos

llevaban al campo a mis hermanos y a mí para que yo pudiera observar los pájaros. Esto es algo que siempre les agradeceré.

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Los modelos

uando tenemos hijos, de alguna manera asumimos que serán

como nosotros, que tendrán las mismas pasiones y que actuarán de manera similar a la nuestra en cualquier

situación. Pero la genética es un poco más complicada que eso. Es mucho lo que podemos enseñar a nuestros hijos acerca de la vida y

el éxito, pero también es un gran alivio descubrir que no tenemos que hacerlo solos.

Busca personas con intereses similares a los de tus hijos y

estimúlales a que se relacionen con ellas. Puede que no tengas ni una pizca de vena artística, pero a tu niño le encanta dibujar. A lo mejor tienes un amigo que ha estudiado arte: ponlos a conversar. Pídele a la

tía o a la abuela que lleven a tu niño a una exposición si a ellas les interesa más el tema que a ti. De esta forma, tu hijo verá que otras

personas comparten sus intereses y aprenderá a recurrir a ellas. Y también es una forma de profundizar en los temas que le atraen.

CASO REAL: Simón quería ser diseñador, pero ninguno de sus padres sabía mucho sobre el tema y la única forma de ayudarlo que se

les ocurría era llevándole a clases extraescolares. Entonces Ana, su madre, se encontró con un viejo amigo que estaba trabajando en una

empresa de diseño, y se pusieron de acuerdo para que Simón pasara un día con él en su oficina. Simón volvió a casa cansado pero feliz.

Ahora ha comenzado a ayudar al amigo de su madre una tarde a la semana después del colegio. Está aprendiendo mucho y se siente muy entusiasmado.

Una de las consecuencias de querer tener un niño exitoso es que tú

también aprendes sobre el camino. Y puede que tu propio éxito también se multiplique

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Las relaciones con los demás

ntes se consideraba que el atributo más importante con el que podíamos contar era nuestro coeficiente intelectual. Se trataba

de algo con lo que nacíamos, aunque desde luego que una buena educación y un ambiente positivo y estimulante en el hogar

también influyen en nuestro coeficiente. Sin embargo, gracias a la teoría de Howard Gardner acerca de las

inteligencias múltiples, se empiezan a valorar las distintas formas en las que las personas podemos ser inteligentes. Por ejemplo, un

matemático puede que sea brillante con los números, pero tal vez no sea tan bueno a la hora de escribir un ensayo literario —o viceversa.

Es muy importante que les demos a nuestros niños la oportunidad de descubrir aquello para lo que tienen una habilidad especial, así como

la libertad de explorar. Hay un artículo muy interesante de Bettina Langerfeldt, de EducaciónParaElExito.com, que ilustra esto muy bien

y que puedes leer en http://naceunamama.com/197/como-educar-a-los-hijospara-el-exito.

Otra de las contribuciones de Gardner es su definición de la inteligencia como una capacidad que puede adquirirse, en lugar de ser

un atributo innato e inamovible. De manera que sí que podemos estimular la inteligencia de nuestros hijos.

Pero, además de los distintos tipos de inteligencia, hay una habilidad

que es esencial para alcanzar el éxito, y es la habilidad para las relaciones sociales.

Por supuesto que la facilidad para tratar con otras personas varía de unos a otros, y cada niño es distinto. Si tienes un pequeño parlanchín

que enseguida entabla conversación con la gente en la calle, puede que tengas medio camino recorrido. Pero todos los niños necesitan

aprender a interactuar con los demás para que puedan utilizar esta habilidad en un futuro.

Si tu niño es tímido, nunca lo enfrentes a la fuerza a una situación en la que pueda sentirse inseguro. En lugar de eso, ofrécele compartirla

con él. Háblale de tus propios miedos a la hora de hablar en público, por ejemplo, y de cómo los has superado (y si no las hecho, ¿qué

mejor momento?). ¡Sería ideal que tu niño pudiera verte hablando en público! Piensa si esto puede ser posible.

A

http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_las_inteligencias_m%C3%BAltiples

http://www.educacionparaelexito.com/index.cfm?affID=Vivianwats

http://naceunamama.com/197/como-educar-a-los-hijospara-el-exito

http://naceunamama.com/197/como-educar-a-los-hijospara-el-exito

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Permite que tus hijos vean la forma como tú mism@ interactúas con los demás. Si eres una persona sociable, no te quedes en casa sólo por

evitarle a tu niño nuevas situaciones en las que pueda sentirse nervioso. Puedes utilizar una gran variedad de herramientas para que

tu niño se sienta más seguro de sí mismo ante los demás. Por ejemplo, puedes hacer juegos de rol con sus peluches, o hacer un

esfuerzo consciente por invitar amigos a casa. Interactúa con otros padres, e involucra a tu niño (siempre que él lo quiera) en actividades que disfrute y en las que esté con otros niños, como una clase de

teatro o de fútbol.

También es importante que aprenda buenos modales, y la mejor forma de enseñarle es a través del ejemplo.

CASO REAL: María tiene dos hijos de 9 y 11 años y a menudo los lleva a su trabajo. Muchas veces María tiene que entrar en una

reunión y dejar a los niños en su oficina, sin supervisión. Así que les ha enseñado varias herramientas para no encontrarse con un

desastre al volver de las reuniones

Primero se asegura de que sus necesidades básicas estén cubiertas: que tengan a su disposición comida, bebida, y algo que hacer. Segundo, les ha enseñado cómo manejar los desacuerdos en su

ausencia. Ambos niños han aprendido a disculparse y a pedir perdón, así como a aceptar las disculpas. Les ha dicho que sólo deben

interrumpirla cuando alguien se negaba a aceptar sus disculpas.

Los niños rara vez interrumpen a María en sus reuniones, y sus colegas comentan lo educados y amables que son entre ellos y hacia los demás.

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El dinero

na buena educación en relación con el dinero es otro de los elementos claves para alcanzar el éxito. Esta tiene dos

vertientes. La primera está relacionada con las creencias e ideas en torno al dinero que, de manera consciente e inconsciente, les

trasmites a tus hijos. El dinero es importante. Decir lo contrario es negar la realidad. Sin

dinero no podemos alimentarnos, ni vivir en un lugar bonito, ni pagar una buena educación, ni libros, ni vacaciones, ni juguetes, ni

medicinas. Pero el dinero no es más importante que las personas. Hay que darle al dinero el lugar que le corresponde.

Creencias como que el dinero es sucio, que no crece en los árboles, que las personas ricas son egoístas, etc., no son más que eso:

creencias. El dinero también puede utilizarse para ayudar a los demás. No todas las personas que acumulan dinero son como

Scrooge, el personaje de Dickens en Canción de Navidad. Muchos millonarios son altruistas y contribuyen con causas muy nobles.

Lo que pensamos acerca del dinero es lo que vamos a tener. Si creemos que es sucio, no estamos invitando a que entre en nuestras

vidas. ¿Quién quiere tener algo sucio?

Tus creencias, conscientes o inconscientes, acerca del dinero, serán también las creencias de tus hijos. Puede que sea hora de evaluarlas.

TU TURNO: Anota en un papel la palabra «dinero» y a continuación

todas las frases que te vengan a la cabeza: «el dinero no da la felicidad», «es la fuente de todos los males», etc. No pienses demasiado al hacer este ejercicio, escribe lo primero que se te pase por la cabeza.

A continuación, lee lo que has escrito y pregúntate de dónde vienen

esas ideas. ¿Era lo que decía tu padre? ¿Se lo escuchabas decir a tu abuela? Piensa en qué medida esas ideas te han sido útiles. ¿Es eso lo

que quieres que tus hijos piensen? Reescribe las ideas negativas y transfórmalas en positivas. Por

ejemplo, «el dinero puede utilizarse para fines nobles», «el dinero me aporta comodidad», etc. Haz una lista con estas nuevas ideas y

colócala en un sitio visible. Léela en voz alta todos los días. Con el tiempo, reemplazarán tus antiguas creencias.

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La otra vertiente de la educación en relación con el dinero tiene que ver con la forma como lo manejamos.

Empieza con cosas sencillas. Cuando tus niños tengan una edad

adecuada, puedes darles pequeñas sumas de dinero a cambio de realizar ciertas tareas en casa (distintas a sus obligaciones

habituales). Si lo prefieres, también puedes darles una mesada. Anima a tu hijo, sin obligarle, a ahorrar parte de lo que le das en lugar

de gastárselo todo de inmediato en chucherías. No le compres todo lo que te pida. Estimúlalo a que ahorre para comprar lo que quiere. Su

satisfacción será aún mayor si consigue lo que quiere por sí mismo que si lo obtiene de ti sin hacer ningún esfuerzo (aunque esto tampoco

tiene nada de malo de vez en cuando). Estimúlales también a que aprovechen sus talentos para ganar

dinero. Por ejemplo, si les gusta pintar, podrías ayudarles a vender sus cuadros. ¿Qué te parecería organizar una exposición de sus

cuadros en algún café de tu localidad? Ha habido niños de tan sólo trece años que han patentado sus inventos, o que han lanzado su

propia marca de accesorios No se trata de quemar etapas pronto en la vida, sino de estimular la confianza en sí mismos que es un requisito básico para obtener el éxito, en todas las áreas de nuestras

vidas.

Puedes encontrar más recursos sobre la educación financiera de tus hijos (y de toda la familia) en EducaciónParaElExito.com.

http://www.educacionparaelexito.com/index.cfm?affID=Vivianwats

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