armarse y desarmarse ¿para qué?

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Armarse y desarmarse ¿para qué? Jorge Alejandro Medellín Estadísticas elaboradas por la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México (SEDESO CDMX), levantadas durante los recorridos de brigadistas que difunden el Desarme Voluntario desde diciembre de 2012, revelaron que una de cada tres personas conoce o sabe de alguien que tiene armas de fuego en su casa.

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Armarse y desarmarse ¿para qué?Jorge Alejandro Medellín

No ni madres, ¿Cómo qué entregar las armas? ¿Cómo que canjearlas cuando la delincuencia está desatada? ¿Luego cómo me defiendo, cómo defiendo a mi familia?”, contesta el vecino a la invitación de las brigadistas que recorren calles y casas de la Ciudad de México difundiendo el programa Por Tu Familia, Desarme Voluntario.

El razonamiento y la argumentación salen de su boca más rápido que una bala. Pareciera que no hay tiempo, que no hay manera de responder al planteamiento, pero no es así.

Con los datos más recientes acerca del fenómeno del tráfico de armas hacia México y sus graves consecuencias, la respuesta también es rápida, pero terrible: en 2009 se calculaba que en todo el país circulaban alrededor de 12 millones de armas de fuego ilegales *; hace un año nuevas investigaciones indicaron que la cifra sería de 15 millones de armas **.

A principios de 2015 un nuevo trabajo elaborado en los Estados Unidos estimaba que entre 1990 y 2013, habrían ingresado al país alrededor de 24.6 millones de armas de fuego de procedencia ilegal.***

La otra parte de la respuesta, basada en los documentos anteriores y también en reportes de agencias de seguridad de los Estados Unidos indica que el 85 por ciento de las armas de fuego que circulan en el país no solo son ilegales, sino que además son introducidas de diversas formas por grupos de la delincuencia organizada.

Estadísticas elaboradas por la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México (SEDESO CDMX), levantadas durante los recorridos de brigadistas que difunden el Desarme Voluntario desde diciembre de 2012, revelaron que una de cada tres personas conoce o sabe de alguien que tiene armas de fuego en su casa.

La lectura de este dato es esencial, ya que permite acercarse poco a poco a una de las aristas del problema. Sin contar a los habitantes de la periferia del Distrito Federal, hablaríamos de 9 millones de personas, de las cuales, supuestamente, 3 millones tendrían armas en sus casas.

Si llevamos este escenario al límite y reducimos la cifra de manera consecutiva a la mitad, llegaríamos a 375 mil personas con armas de fuego en sus casas. Si este dato sigue pareciendo descabellado, podemos bajar la cifra una vez más a la mitad y tendríamos a 187 mil habitantes con armas en sus domicilios.

La gran mayoría de estas armas de fuego son ilegales, compradas por diversos canales a personas que las obtuvieron por otras vías de grupos o ciudadanos vinculados con el crimen organizado. Es el llamado tráfico hormiga de armas de fuego.

En pocas palabras, nos armamos en casa y en las calles con pistolas y rifles vendidos por el crimen organizado… para protegernos del crimen organizado.

Este argumento, el de verse en la necesidad de comprar armas de fuego para defender sus casas, es el principal alegato y reclamo de los habitantes de la Ciudad de México para justificar la posesión de pistolas (revólveres, automáticas y semiautomáticas), rifles y hasta granadas de mano.

Pero los datos duros, las estadísticas de las autoridades, muestran nuevamente otras aristas contundentes alrededor del fenómeno de la posesión y portación de armas de fuego ilegales en casa.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) elabora tablas estadísticas mensuales en las que informa sobre el combate a 13 delitos de alto impacto cometidos en la Ciudad de México.

Dos de estas categorías son relevantes para el tema del desarme y el fenómeno de la posesión y portación de armas

de fuego: el robo a casa habitación con violencia (RCHCV) y las lesiones dolosas (intencionales) por arma de fuego (LPAF).

De acuerdo con las tablas de la PGJDF, entre enero y julio de este año han ocurrido 8 mil 800 delitos de alto impacto.

De esa cifra, 317 fueron robos a casa habitación con violencia y 713 fueron lesiones dolosas con arma de fuego. La PGJDF reporta también que el RCHCV constituye el 1 o 2 por ciento del universo de delitos de alto impacto cometidos mensualmente en la Ciudad de México.

La PGJF no documenta en sus estadísticas cuántas lesiones culposas (no intencionales) por arma de fuego ocurren en la Ciudad de México y tampoco ofrece datos acerca de cuántas veces los ciudadanos han repelido o intentado repeler un robo violento en sus casas con pistolas, rifles o granadas.

Sin embargo, las 317 averiguaciones previas iniciadas por RCHCV le dan una dimensión diferente al argumento de quienes poseen armas en sus casas para defenderse de la delincuencia.

¿Cuál es el sentido de tener al menos un arma de fuego en casa si el número de robos con violencia a domicilio (utilizando o no una pistola, accionando o no un arma de fuego) es de menos del 5 por ciento?

¿Para qué armarse en semejante proporción si la posibilidad de utilizar las armas de fuego en casa para defenderse de un delincuente son remotas?

Al final, las armas de fuego en casa terminan convirtiéndose en instrumentos que dañan a quienes habitan con ellas.

El estudio “Violencia feminicida en México. Carac-terísticas, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas,1985-2010”,elaborado por la Comisión Especial para el Seguimiento de los Feminicidios (CESF) de la LXI Legislatura, revela que al mes mueren en el país alrededor de 100 mujeres por agresiones con armas de fuego.

* “Las armas en México: en la cúspide de un volcán”, Georgina Sánchez, 2009** “Tráfico de Armas; entorno, propuestas y opinión pública”, José de Jesús González Rodríguez, CESOP, diciembre 2014*** “The stock of ilegal firearms in Mexico; An Informed Estimate”, Eugenio Weigend and Iñigo Guevara, 2015

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La mayoría de estas agresiones y asesinatos ocurrieron en el hogar y fueron cometidos por los esposos, novios, parejas y familiares cercanos de las mujeres. Estos femi-nicidios se cometieron con armas compradas para defenderse de la delincuencia en la casa y en la calle.

Datos de las organizaciones internacionales Save the Children e International Action Network, señalan que tan solo en 2007 fallecieron en México 420 menores de edad por disparo de arma de fuego; 45 murieron por accidentes, 41 se suicidaron con pistolas, 298 fueron víctimas de ataques directos y otros 36 fallecieron por heridas causadas por pistolas y rifles.

Otra de las consecuencias de tener armas en casa se refleja en las muertes y lesiones graves causadas por balas perdidas. Datos de la PGJF indican que en nueve años de 2006 a enero de 2015) han fallecido o resultado con lesiones graves 139 habitantes de la Ciudad de México.

En el año 2011, en la Delegación Iztapalapa, por ejem-plo, 38 personas fueron heridas por balas disparadas al aire. Once de ellas fallecieron.

El programa de Desarme Voluntario impulsado por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, surgió en diciembre de 2012, precisamente por la tragedia sufrida por la familia del pequeño de 10 años Hendrik Cuacuas, quien murió tras ser alcanzado por una bala perdida mientras estaba en el cine con su papá.

Las preguntas clave son inevitables otra vez: Armarse y desarmarse, ¿para qué?Las respuestas están todos los días ahí, al alcance de la mano.

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Armarse y desarmarse ¿para qué?Jorge Alejandro Medellín

No ni madres, ¿Cómo qué entregar las armas? ¿Cómo que canjearlas cuando la delincuencia está desatada? ¿Luego cómo me defiendo, cómo defiendo a mi familia?”, contesta el vecino a la invitación de las brigadistas que recorren calles y casas de la Ciudad de México difundiendo el programa Por Tu Familia, Desarme Voluntario.

El razonamiento y la argumentación salen de su boca más rápido que una bala. Pareciera que no hay tiempo, que no hay manera de responder al planteamiento, pero no es así.

Con los datos más recientes acerca del fenómeno del tráfico de armas hacia México y sus graves consecuencias, la respuesta también es rápida, pero terrible: en 2009 se calculaba que en todo el país circulaban alrededor de 12 millones de armas de fuego ilegales *; hace un año nuevas investigaciones indicaron que la cifra sería de 15 millones de armas **.

A principios de 2015 un nuevo trabajo elaborado en los Estados Unidos estimaba que entre 1990 y 2013, habrían ingresado al país alrededor de 24.6 millones de armas de fuego de procedencia ilegal.***

La otra parte de la respuesta, basada en los documentos anteriores y también en reportes de agencias de seguridad de los Estados Unidos indica que el 85 por ciento de las armas de fuego que circulan en el país no solo son ilegales, sino que además son introducidas de diversas formas por grupos de la delincuencia organizada.

Estadísticas elaboradas por la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México (SEDESO CDMX), levantadas durante los recorridos de brigadistas que difunden el Desarme Voluntario desde diciembre de 2012, revelaron que una de cada tres personas conoce o sabe de alguien que tiene armas de fuego en su casa.

La lectura de este dato es esencial, ya que permite acercarse poco a poco a una de las aristas del problema. Sin contar a los habitantes de la periferia del Distrito Federal, hablaríamos de 9 millones de personas, de las cuales, supuestamente, 3 millones tendrían armas en sus casas.

Si llevamos este escenario al límite y reducimos la cifra de manera consecutiva a la mitad, llegaríamos a 375 mil personas con armas de fuego en sus casas. Si este dato sigue pareciendo descabellado, podemos bajar la cifra una vez más a la mitad y tendríamos a 187 mil habitantes con armas en sus domicilios.

La gran mayoría de estas armas de fuego son ilegales, compradas por diversos canales a personas que las obtuvieron por otras vías de grupos o ciudadanos vinculados con el crimen organizado. Es el llamado tráfico hormiga de armas de fuego.

En pocas palabras, nos armamos en casa y en las calles con pistolas y rifles vendidos por el crimen organizado… para protegernos del crimen organizado.

Este argumento, el de verse en la necesidad de comprar armas de fuego para defender sus casas, es el principal alegato y reclamo de los habitantes de la Ciudad de México para justificar la posesión de pistolas (revólveres, automáticas y semiautomáticas), rifles y hasta granadas de mano.

Pero los datos duros, las estadísticas de las autoridades, muestran nuevamente otras aristas contundentes alrededor del fenómeno de la posesión y portación de armas de fuego ilegales en casa.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) elabora tablas estadísticas mensuales en las que informa sobre el combate a 13 delitos de alto impacto cometidos en la Ciudad de México.

Dos de estas categorías son relevantes para el tema del desarme y el fenómeno de la posesión y portación de armas

de fuego: el robo a casa habitación con violencia (RCHCV) y las lesiones dolosas (intencionales) por arma de fuego (LPAF).

De acuerdo con las tablas de la PGJDF, entre enero y julio de este año han ocurrido 8 mil 800 delitos de alto impacto.

De esa cifra, 317 fueron robos a casa habitación con violencia y 713 fueron lesiones dolosas con arma de fuego. La PGJDF reporta también que el RCHCV constituye el 1 o 2 por ciento del universo de delitos de alto impacto cometidos mensualmente en la Ciudad de México.

La PGJF no documenta en sus estadísticas cuántas lesiones culposas (no intencionales) por arma de fuego ocurren en la Ciudad de México y tampoco ofrece datos acerca de cuántas veces los ciudadanos han repelido o intentado repeler un robo violento en sus casas con pistolas, rifles o granadas.

Sin embargo, las 317 averiguaciones previas iniciadas por RCHCV le dan una dimensión diferente al argumento de quienes poseen armas en sus casas para defenderse de la delincuencia.

¿Cuál es el sentido de tener al menos un arma de fuego en casa si el número de robos con violencia a domicilio (utilizando o no una pistola, accionando o no un arma de fuego) es de menos del 5 por ciento?

¿Para qué armarse en semejante proporción si la posibilidad de utilizar las armas de fuego en casa para defenderse de un delincuente son remotas?

Al final, las armas de fuego en casa terminan convirtiéndose en instrumentos que dañan a quienes habitan con ellas.

El estudio “Violencia feminicida en México. Carac-terísticas, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas,1985-2010”,elaborado por la Comisión Especial para el Seguimiento de los Feminicidios (CESF) de la LXI Legislatura, revela que al mes mueren en el país alrededor de 100 mujeres por agresiones con armas de fuego.

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La mayoría de estas agresiones y asesinatos ocurrieron en el hogar y fueron cometidos por los esposos, novios, parejas y familiares cercanos de las mujeres. Estos femi-nicidios se cometieron con armas compradas para defenderse de la delincuencia en la casa y en la calle.

Datos de las organizaciones internacionales Save the Children e International Action Network, señalan que tan solo en 2007 fallecieron en México 420 menores de edad por disparo de arma de fuego; 45 murieron por accidentes, 41 se suicidaron con pistolas, 298 fueron víctimas de ataques directos y otros 36 fallecieron por heridas causadas por pistolas y rifles.

Otra de las consecuencias de tener armas en casa se refleja en las muertes y lesiones graves causadas por balas perdidas. Datos de la PGJF indican que en nueve años de 2006 a enero de 2015) han fallecido o resultado con lesiones graves 139 habitantes de la Ciudad de México.

En el año 2011, en la Delegación Iztapalapa, por ejem-plo, 38 personas fueron heridas por balas disparadas al aire. Once de ellas fallecieron.

El programa de Desarme Voluntario impulsado por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, surgió en diciembre de 2012, precisamente por la tragedia sufrida por la familia del pequeño de 10 años Hendrik Cuacuas, quien murió tras ser alcanzado por una bala perdida mientras estaba en el cine con su papá.

Las preguntas clave son inevitables otra vez: Armarse y desarmarse, ¿para qué?Las respuestas están todos los días ahí, al alcance de la mano.

Personal de la SEDENA se encarga de la destrucción de las armas entregadas durante las jornadas del Desarme Voluntario

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Armarse y desarmarse ¿para qué?Jorge Alejandro Medellín

No ni madres, ¿Cómo qué entregar las armas? ¿Cómo que canjearlas cuando la delincuencia está desatada? ¿Luego cómo me defiendo, cómo defiendo a mi familia?”, contesta el vecino a la invitación de las brigadistas que recorren calles y casas de la Ciudad de México difundiendo el programa Por Tu Familia, Desarme Voluntario.

El razonamiento y la argumentación salen de su boca más rápido que una bala. Pareciera que no hay tiempo, que no hay manera de responder al planteamiento, pero no es así.

Con los datos más recientes acerca del fenómeno del tráfico de armas hacia México y sus graves consecuencias, la respuesta también es rápida, pero terrible: en 2009 se calculaba que en todo el país circulaban alrededor de 12 millones de armas de fuego ilegales *; hace un año nuevas investigaciones indicaron que la cifra sería de 15 millones de armas **.

A principios de 2015 un nuevo trabajo elaborado en los Estados Unidos estimaba que entre 1990 y 2013, habrían ingresado al país alrededor de 24.6 millones de armas de fuego de procedencia ilegal.***

La otra parte de la respuesta, basada en los documentos anteriores y también en reportes de agencias de seguridad de los Estados Unidos indica que el 85 por ciento de las armas de fuego que circulan en el país no solo son ilegales, sino que además son introducidas de diversas formas por grupos de la delincuencia organizada.

Estadísticas elaboradas por la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México (SEDESO CDMX), levantadas durante los recorridos de brigadistas que difunden el Desarme Voluntario desde diciembre de 2012, revelaron que una de cada tres personas conoce o sabe de alguien que tiene armas de fuego en su casa.

La lectura de este dato es esencial, ya que permite acercarse poco a poco a una de las aristas del problema. Sin contar a los habitantes de la periferia del Distrito Federal, hablaríamos de 9 millones de personas, de las cuales, supuestamente, 3 millones tendrían armas en sus casas.

Si llevamos este escenario al límite y reducimos la cifra de manera consecutiva a la mitad, llegaríamos a 375 mil personas con armas de fuego en sus casas. Si este dato sigue pareciendo descabellado, podemos bajar la cifra una vez más a la mitad y tendríamos a 187 mil habitantes con armas en sus domicilios.

La gran mayoría de estas armas de fuego son ilegales, compradas por diversos canales a personas que las obtuvieron por otras vías de grupos o ciudadanos vinculados con el crimen organizado. Es el llamado tráfico hormiga de armas de fuego.

En pocas palabras, nos armamos en casa y en las calles con pistolas y rifles vendidos por el crimen organizado… para protegernos del crimen organizado.

Este argumento, el de verse en la necesidad de comprar armas de fuego para defender sus casas, es el principal alegato y reclamo de los habitantes de la Ciudad de México para justificar la posesión de pistolas (revólveres, automáticas y semiautomáticas), rifles y hasta granadas de mano.

Pero los datos duros, las estadísticas de las autoridades, muestran nuevamente otras aristas contundentes alrededor del fenómeno de la posesión y portación de armas de fuego ilegales en casa.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) elabora tablas estadísticas mensuales en las que informa sobre el combate a 13 delitos de alto impacto cometidos en la Ciudad de México.

Dos de estas categorías son relevantes para el tema del desarme y el fenómeno de la posesión y portación de armas

de fuego: el robo a casa habitación con violencia (RCHCV) y las lesiones dolosas (intencionales) por arma de fuego (LPAF).

De acuerdo con las tablas de la PGJDF, entre enero y julio de este año han ocurrido 8 mil 800 delitos de alto impacto.

De esa cifra, 317 fueron robos a casa habitación con violencia y 713 fueron lesiones dolosas con arma de fuego. La PGJDF reporta también que el RCHCV constituye el 1 o 2 por ciento del universo de delitos de alto impacto cometidos mensualmente en la Ciudad de México.

La PGJF no documenta en sus estadísticas cuántas lesiones culposas (no intencionales) por arma de fuego ocurren en la Ciudad de México y tampoco ofrece datos acerca de cuántas veces los ciudadanos han repelido o intentado repeler un robo violento en sus casas con pistolas, rifles o granadas.

Sin embargo, las 317 averiguaciones previas iniciadas por RCHCV le dan una dimensión diferente al argumento de quienes poseen armas en sus casas para defenderse de la delincuencia.

¿Cuál es el sentido de tener al menos un arma de fuego en casa si el número de robos con violencia a domicilio (utilizando o no una pistola, accionando o no un arma de fuego) es de menos del 5 por ciento?

¿Para qué armarse en semejante proporción si la posibilidad de utilizar las armas de fuego en casa para defenderse de un delincuente son remotas?

Al final, las armas de fuego en casa terminan convirtiéndose en instrumentos que dañan a quienes habitan con ellas.

El estudio “Violencia feminicida en México. Carac-terísticas, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas,1985-2010”,elaborado por la Comisión Especial para el Seguimiento de los Feminicidios (CESF) de la LXI Legislatura, revela que al mes mueren en el país alrededor de 100 mujeres por agresiones con armas de fuego.

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La mayoría de estas agresiones y asesinatos ocurrieron en el hogar y fueron cometidos por los esposos, novios, parejas y familiares cercanos de las mujeres. Estos femi-nicidios se cometieron con armas compradas para defenderse de la delincuencia en la casa y en la calle.

Datos de las organizaciones internacionales Save the Children e International Action Network, señalan que tan solo en 2007 fallecieron en México 420 menores de edad por disparo de arma de fuego; 45 murieron por accidentes, 41 se suicidaron con pistolas, 298 fueron víctimas de ataques directos y otros 36 fallecieron por heridas causadas por pistolas y rifles.

Otra de las consecuencias de tener armas en casa se refleja en las muertes y lesiones graves causadas por balas perdidas. Datos de la PGJF indican que en nueve años de 2006 a enero de 2015) han fallecido o resultado con lesiones graves 139 habitantes de la Ciudad de México.

En el año 2011, en la Delegación Iztapalapa, por ejem-plo, 38 personas fueron heridas por balas disparadas al aire. Once de ellas fallecieron.

El programa de Desarme Voluntario impulsado por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, surgió en diciembre de 2012, precisamente por la tragedia sufrida por la familia del pequeño de 10 años Hendrik Cuacuas, quien murió tras ser alcanzado por una bala perdida mientras estaba en el cine con su papá.

Las preguntas clave son inevitables otra vez: Armarse y desarmarse, ¿para qué?Las respuestas están todos los días ahí, al alcance de la mano.

Cientos de municiones han sido entregadas y destruidas.

En más de dos años y medio han sido captadas y destruidas al rededor de 19 mil armas.

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Armarse y desarmarse ¿para qué?Jorge Alejandro Medellín

No ni madres, ¿Cómo qué entregar las armas? ¿Cómo que canjearlas cuando la delincuencia está desatada? ¿Luego cómo me defiendo, cómo defiendo a mi familia?”, contesta el vecino a la invitación de las brigadistas que recorren calles y casas de la Ciudad de México difundiendo el programa Por Tu Familia, Desarme Voluntario.

El razonamiento y la argumentación salen de su boca más rápido que una bala. Pareciera que no hay tiempo, que no hay manera de responder al planteamiento, pero no es así.

Con los datos más recientes acerca del fenómeno del tráfico de armas hacia México y sus graves consecuencias, la respuesta también es rápida, pero terrible: en 2009 se calculaba que en todo el país circulaban alrededor de 12 millones de armas de fuego ilegales *; hace un año nuevas investigaciones indicaron que la cifra sería de 15 millones de armas **.

A principios de 2015 un nuevo trabajo elaborado en los Estados Unidos estimaba que entre 1990 y 2013, habrían ingresado al país alrededor de 24.6 millones de armas de fuego de procedencia ilegal.***

La otra parte de la respuesta, basada en los documentos anteriores y también en reportes de agencias de seguridad de los Estados Unidos indica que el 85 por ciento de las armas de fuego que circulan en el país no solo son ilegales, sino que además son introducidas de diversas formas por grupos de la delincuencia organizada.

Estadísticas elaboradas por la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México (SEDESO CDMX), levantadas durante los recorridos de brigadistas que difunden el Desarme Voluntario desde diciembre de 2012, revelaron que una de cada tres personas conoce o sabe de alguien que tiene armas de fuego en su casa.

La lectura de este dato es esencial, ya que permite acercarse poco a poco a una de las aristas del problema. Sin contar a los habitantes de la periferia del Distrito Federal, hablaríamos de 9 millones de personas, de las cuales, supuestamente, 3 millones tendrían armas en sus casas.

Si llevamos este escenario al límite y reducimos la cifra de manera consecutiva a la mitad, llegaríamos a 375 mil personas con armas de fuego en sus casas. Si este dato sigue pareciendo descabellado, podemos bajar la cifra una vez más a la mitad y tendríamos a 187 mil habitantes con armas en sus domicilios.

La gran mayoría de estas armas de fuego son ilegales, compradas por diversos canales a personas que las obtuvieron por otras vías de grupos o ciudadanos vinculados con el crimen organizado. Es el llamado tráfico hormiga de armas de fuego.

En pocas palabras, nos armamos en casa y en las calles con pistolas y rifles vendidos por el crimen organizado… para protegernos del crimen organizado.

Este argumento, el de verse en la necesidad de comprar armas de fuego para defender sus casas, es el principal alegato y reclamo de los habitantes de la Ciudad de México para justificar la posesión de pistolas (revólveres, automáticas y semiautomáticas), rifles y hasta granadas de mano.

Pero los datos duros, las estadísticas de las autoridades, muestran nuevamente otras aristas contundentes alrededor del fenómeno de la posesión y portación de armas de fuego ilegales en casa.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) elabora tablas estadísticas mensuales en las que informa sobre el combate a 13 delitos de alto impacto cometidos en la Ciudad de México.

Dos de estas categorías son relevantes para el tema del desarme y el fenómeno de la posesión y portación de armas

de fuego: el robo a casa habitación con violencia (RCHCV) y las lesiones dolosas (intencionales) por arma de fuego (LPAF).

De acuerdo con las tablas de la PGJDF, entre enero y julio de este año han ocurrido 8 mil 800 delitos de alto impacto.

De esa cifra, 317 fueron robos a casa habitación con violencia y 713 fueron lesiones dolosas con arma de fuego. La PGJDF reporta también que el RCHCV constituye el 1 o 2 por ciento del universo de delitos de alto impacto cometidos mensualmente en la Ciudad de México.

La PGJF no documenta en sus estadísticas cuántas lesiones culposas (no intencionales) por arma de fuego ocurren en la Ciudad de México y tampoco ofrece datos acerca de cuántas veces los ciudadanos han repelido o intentado repeler un robo violento en sus casas con pistolas, rifles o granadas.

Sin embargo, las 317 averiguaciones previas iniciadas por RCHCV le dan una dimensión diferente al argumento de quienes poseen armas en sus casas para defenderse de la delincuencia.

¿Cuál es el sentido de tener al menos un arma de fuego en casa si el número de robos con violencia a domicilio (utilizando o no una pistola, accionando o no un arma de fuego) es de menos del 5 por ciento?

¿Para qué armarse en semejante proporción si la posibilidad de utilizar las armas de fuego en casa para defenderse de un delincuente son remotas?

Al final, las armas de fuego en casa terminan convirtiéndose en instrumentos que dañan a quienes habitan con ellas.

El estudio “Violencia feminicida en México. Carac-terísticas, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas,1985-2010”,elaborado por la Comisión Especial para el Seguimiento de los Feminicidios (CESF) de la LXI Legislatura, revela que al mes mueren en el país alrededor de 100 mujeres por agresiones con armas de fuego.

CapitalSocial Por Ti

La mayoría de estas agresiones y asesinatos ocurrieron en el hogar y fueron cometidos por los esposos, novios, parejas y familiares cercanos de las mujeres. Estos femi-nicidios se cometieron con armas compradas para defenderse de la delincuencia en la casa y en la calle.

Datos de las organizaciones internacionales Save the Children e International Action Network, señalan que tan solo en 2007 fallecieron en México 420 menores de edad por disparo de arma de fuego; 45 murieron por accidentes, 41 se suicidaron con pistolas, 298 fueron víctimas de ataques directos y otros 36 fallecieron por heridas causadas por pistolas y rifles.

Otra de las consecuencias de tener armas en casa se refleja en las muertes y lesiones graves causadas por balas perdidas. Datos de la PGJF indican que en nueve años de 2006 a enero de 2015) han fallecido o resultado con lesiones graves 139 habitantes de la Ciudad de México.

En el año 2011, en la Delegación Iztapalapa, por ejem-plo, 38 personas fueron heridas por balas disparadas al aire. Once de ellas fallecieron.

El programa de Desarme Voluntario impulsado por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, surgió en diciembre de 2012, precisamente por la tragedia sufrida por la familia del pequeño de 10 años Hendrik Cuacuas, quien murió tras ser alcanzado por una bala perdida mientras estaba en el cine con su papá.

Las preguntas clave son inevitables otra vez: Armarse y desarmarse, ¿para qué?Las respuestas están todos los días ahí, al alcance de la mano.

Las armas de fuego en casa terminan convirtiéndose en instrumentos que dañan a quienes habitan con ellas.

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