¿arquitectxs para qué?

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¿Arquitectxs para qué? // Boletín sobre democratización // Noviembre 2015 // CAUCE UNLP

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Desde CAUCE, saludamos con alegría la lucha que está llevando adelante el movimiento estudiantil de la facultad de Arquitectura, en defensa de la única cátedra crítica en Arquitectura, que resiste al proceso de depuración que vienen llevando adelante las gestiones de las distintas facultades. Creemos que este proceso de organización tiene ciertas particularidades que es necesario recuperar para contextualizar el marco en el que se da. Este boletín busca ser un aporte en ese sentido, desde la experiencia que hemos podido acumular en nuestros trece años como organización en la UNLP.

En primer lugar, nos parece importante destacar que vivimos un momento donde prima una gran desorganización y desmovilización del claustro estudiantil en esta y otras Universidades del país. Dejando de lado cuáles son las causas de esta situación, la lucha de Arquitectura se alza como una dignísima excepción, y permite hacer visible que nuestras herramientas históricas (comisiones para debatir, asambleas para decidir) tienen más vigencia que nunca como medidas para defender nuestros derechos y avanzar en nuestras reivindicaciones. Los resultados de

esto no son visibles ni directa ni inmediatamente, pero aporta a las bases organizativas del movimiento estudiantil que necesitamos ante la inevitable avanzada del Estado, el gobierno y las autoridades universitarias contra la educación, en un escenario nacional e internacional eminentemente regresivo.

En segundo lugar, este no es un conflicto aislado. La ut i l i zac ión de concursos i leg í t imos para e l desplazamiento de los sectores críticos es una herramienta ya conocida de las gestiones kirchneristas y radicales de la UNLP. Caso conocido y consumado es e l de la Facultad de Periodismo, donde las consecuencias están a la vista: una baja importante en el nivel académico, consecuencia de la designación a dedo de docentes difícilmente calificadxs para la tarea docente, una tremenda parcialidad a la hora de la evaluación, y una visión absolutamente unipolar y hegemónica de la comunicación, que atenta contra la formación de profesionales críticxs y comprometidxs con el pueblo y la clase trabajadora. La apuesta de esta gestión es clara: consolidar intelectuales cómplices con el gobierno de turno, que legitimen al Estado y sus instituciones.

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A su vez, este mismo proceso se lleva adelante en otras facultades, como Bellas Artes y Trabajo Social, donde las reformas de los planes de estudio y la consolidación de gestiones ajenas a nuestros intereses en las últimas elecciones de autoridades han abierto el camino a que cada vez más docentes críticxs queden por fuera del sistema universitario. En el caso de las carreras vinculadas a la producción, como Ingeniería, Exactas o Arquitectura, la orientación que proponen las autoridades es la de calificar trabajadorxs para que se desarrollen en emprendimientos privados, apostando a que no podamos desarrollar una visión crítica sobre nuestra tarea profesional y que el afán de lucro sea el fin último de nuestros estudios.

El último elemento que nos gustaría destacar, tiene que ver con que esta lucha desnuda la lógica elitista y ant idemocrát ica de la Univers idad. Si b ien analizaremos este aspecto más adelante, nos parece fundamental remarcar que estos procesos aportan a la politización y consolidación de un activismo estudiantil que se reconozca como protagonista de la historia, que intervenga en la realidad para transformarla, y que se organice colectivamente para luchar por una educación pública, gratuita, con excelencia académica y al servicio del pueblo, no del mercado. Esto nos demanda también ir más allá de la lucha puntual, y ver cómo una situación puntual (un concurso ilegítimo) permite dar cuenta de toda una estructura montada para que una casta de docentes tenga el poder y administre discrecionalmente los fondos de nuestra educación y la orientación del conocimiento que producimos.

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“Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es

anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el

derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo.

En él nace y en él muere”. Córdoba 1918

Una de las caracter ís t icas de la estructura a n t i d e m o c r á t i c a d e l a U n i v e r s i d a d s e f u n d a , principalmente, en la desigualdad entre aquellxs que no poseemos el conocimiento, y aquellxs que sí lo tienen y, por tanto, lo transmiten. Pero para quienes conformamos CAUCE, el conocimiento no es un objeto, menos una mercancía que debiera dar más o menos poder político, sino muy por el contrario, una relación social, enraizada en p r á c t i c a s c o l e c t i v a s c o n p o t e n c i a l i d a d e s d e transformación.

Las relaciones de dominación en la Universidad, se expresan a través de su organización jerárquica, del poder que se ejerce en las aulas sobre lxs estudiantes, del velo académico impuesto a la decisiones políticas y de la lógica corporativa y excluyente. Esto, a su vez, tiene consecuencias económicas claras, ya que unx titular cobra

mucho más que unx auxiliar.Lo antidemocrático de la Universidad tiene un carácter

estructural respecto de cómo se toman las decisiones en la institución. Por su parte, la estructura de co-gobierno de la Universidad tiene la característica de ser un gobierno compartido por los diferentes sectores de la comunidad universitaria. Lo cierto es que predomina el sistema meritocrático. El principio de una persona/un voto, que rige en todos los órdenes de la vida nacional no rigen para la Universidad.

En la actualidad, los Consejos Directivos (CD) son los espacios reconocidos por la academia capaces de incidir en los temas cotidianos y centrales de cada facultad: “proyectar los planes de estudios y sus modificaciones”, “aprobar, observar o rechazar los programas que preparen los profesores”, entre otros. Esta “democracia representativa”, está compuesta por 16 personas de las miles que habitan las facultades: lxs docentes titulares y adjuntos concursadxs tienen 7 representantes, lxs JTPs unx, lxs auxiliares y graduadxs dos, lxs trabajadorxs no docentes unx, lxs estudiantes cinco, lo que da lugar a una ponderación del voto en cada decisión, ya que el voto de unx docente titular termina valiendo mucho más que el de unx estudiante.

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A su vez, el Consejo Superior (CS) está formado por una persona de los claustros docente, graduadxs/JTPs y estudiantes (17 de cada claustro, entonces), y sólo dos representantes de lxs trabajadorxs no docentes por toda la UNLP. Se le agregan dos representantes de los colegios universitarios de pre-grado, elegidxs por el acuerdo entre lxs directivxs de los cuatro colegios.

Desde CAUCE entendemos que la democratización sólo será un proceso que, desde abajo, logre la concreción de propuestas colectivas que rompan con la forma de gobierno de la Universidad, funcional para conservar el tipo de conocimiento que se produce, en asegurarle la distribución de recursos de investigación, becas, cargos, rentas para producir ese conocimiento. Como parte de la comunidad educativa, como sujetxs políticos debemos hacernos cargo del lugar que ocupamos lxs estudiantes

para romper con la idea de que “sólo vamos a estudiar” y para poner en crisis el mecanismo antidemocrático de toma de decisiones en nuestra Universidad.

Apostamos a que lxs estudiantes realicen su propia experiencia de tomar decisiones, y no que otrxs las tomen por ellxs, diluyendo así las relaciones entre representantes y representadxs, experimentando entre todxs la potencialidad de organización que sólo tiene el trabajo colectivo. Es necesario elaborar análisis críticos de los contenidos de las materias, las relaciones docente-estudiante, los planes de estudio, los contenidos y las formas de investigar y producir conocimiento, democratizando desde abajo todos los espacios. Por ello, es fundamental discutir planes de estudio, estructuras de cátedra, políticas de concursos, contenidos curriculares, y este conflicto es un enorme paso en ese sentido.

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