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Suplementosemanal de Diario de Ibiza Domingo,23 de abril de 1995 Juan A. Riera 1 / t

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Page 1: Suplemento semanal de Diario de Ibiza Domingo, 23 … · los vedraners para protagoni ... Los novatos, permanecían en los valles. Tras una jorna da muy dura, puesto que se pasaban

Suplemento semanal de Diario de IbizaDomingo, 23 de abril de 1995

Juan A. Riera

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a víspera del Domingo dePascua fue el día elegido porlos vedraners para protagonizar una de las más apasionantes aventuras que hoy se realizan en Eivissa: la captura demachos cabríos salvajes de esVedrá.

A las ocho de la mañana,dos llaüts pusieron rumbo hacia el majestuoso islote desdeCala dHort. Aunque por la claridad del cielo se entreveía untiempo soleado y caluroso, eldía había comezado frío. Unade las contrariedades que podían presentarse era una climatología adversa, pero la marestaba como una balsa deaceite.

Durante el viaje, los protagonistas de la futura capturacomentaban en qué cara de esVedrá podían encontrarse losejemplares y recordaron lasanécdotas de la captura delaño anterior. Se les veía ansiosos por llegar.

Al cabo de media hora, lasembarcaciones comenzaron abordear la costa del peñascopara localizar alguna de lastres manadas que allí habitan.En la cara norte, sobre la sierrades Mataret, se divisaron losprimeros ejemplares. No habíaque buscar los otros rebaños.Por entre los verdes y espesosmatorrales se veían suficientesmachos. La aventura comenzaba.

Once vedraners desembarcaron junto a la Pujada desMort, el lugar de más fácil acceso a la cima de es Vedrá. Lacomitiva no tenía por qué su-

bir hasta el punto más alto. Suobjetivo consistía en rodear ala manada. Desde el mar, sobre los llaüts, el cap de lospropietarios, Vicent denMarch, vigilaba atentamentelos movimientos de los animales para movilizar a sus hombres. Tenían que bajar el rebaño hasta un punto propicio,junto al mar, para poder comenzar la lucha cuerpo a cuerpo con el boc.

Es Vedrá es un islote plagado de rocas puntiagudas ycrestas difícilmente accesibles.A pesar de las dificultades delpiso, los hombres corrían sobre las peñas arrinconando cada vez más a las cabras. Durante la escalada, cientos degaviotas sobrevolaban el islote. Incluso resultaba difícil evitar pisar alguno de sus nidos,que se encontraban repletosde huevos verdes moteados demarrón.

La expedición, separada enpequeños grupos de dos hombres, iba cerrando todos lospasos por donde pudiesen escapar los chivos. Si el rebañose acercaba a algún vedraner,éste, con gritos y airados aspavientos de brazos, intentabaasustarles. Muchas veces no sedivisaba la manada hasta quese encontraba a corta distancia. Y era el jefe de la expedición quien, desde el mar, avisaba a los hombres de su llegada. Durante la arriesgadapersecución, varios ejemplaresse escondieron dentro de unpequeño agujero entre las rocas. Los vedraners decidieron

Tras Ja repoblación,los propietarios del isloterecuperan la tradicióndel apresamiento delmacho cabrío

Domnca 3T OJ O rtaj • Domingo, 23 de abril de 1995Diario de Ibiza

de la cabra:!ñg: *•.:. ... .:,A: .:

Textos : Xescu Prats • Fotos J. A. RieraHace tres años que los vedraners repoblaron es Vedrd decabras. Por segundo año consecutivo, han llevado a cabo latradicional captura de machos. El apresamiento de los animales es toda una aventura que se practica desde hace muchos años. Los propietarios del islote, los únicos que tienenderecho a atrapar al rumiante, recorren a toda velocidadlas abruptas laderas del islote llevando la manada basta elCorralador, lugar donde el hombre mantiene un pulso defuerza con el animal basta que logra reducirlo.

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HiSTORIA

Una década sin cabrasEs Vedr permaneció una década sin cabras. Se

gún Francisco Marí, antiguo cap y propietario, algunas desaparecieron a causa de epidemias, pero laprincipal -asegura- “fueron los perdigones”. En1992, los propietarios decidieron repoblar el islote.Cargaron los Ilaüts con cinco hembras y un macho.En la actualidad se calcula que a lo largo de la islahabitan Linos cuarenta ejemplares, separados entres manadas. Según comentan los propietariosmás antiguos, nunca se ha sabido con certeza lacantidad total de cabras salvajes que poblaban losvalles de es Vedrá, pero hace algunas décadas habíamás de cien. Otra de las causas de la desapariciónde los rumiantes fue la concesión de arrendamientos sobre los derechos de captura de las cabras. Alparecer, los arrendatarios cogían más de la cantidadestablecida. Y si agarraban una hembra, no la soltaban. En tiempos de pobreza, una cabra significabaun buen dinero.

Los propietarios del islote tenían que transportaral principio de la repoblación algarrobas y agua a losanimales para que sobreviviesen. En la actualidadaún les llevan líquido. Existen cuevas en las que elagua fluye gota a gota por las estalactitas. En la Co-va de sa Pala Marina cae sobre unas macetas que laretienen para las cabras. Sin embargo, la cantidadde agua de lluvia resulta insuficiente para el matenimiento de los animales, por lo que los propietarios,mediante una bomba, tienen que subir líquido a lascuevas.

Los rebaños se alimentan de las distintas especies de hierbas (matas, sabinas, acebuche...) queexisten en la isla. Uno delos vedraners incluso haesparcido semillas de ravenissa para que las cabrastengan donde elegir.

Todos estos gastos se reparten entre los dueñosdel islote. Desde hace muchos años, tanto es Vedrácomo es Vedranell pertenecen a propietarios privados. Ambas islas son de las mismas personas y están divididas en seis partes. Los únicos que poseenuna parte entera son las familias de Can March yCan Vildu. Las demás, Ca s’Ángel, Can Guerxu, SaSerra, Cas Ferrer, Can Rota, Can Nebot, Can Sargenty Can Vicent de Cas Berris, poseen media parte cadauna. Según la tradición, entre todos votaban un capque coordinaba los trabajos y controlaba las cabras.El día de la caza todos obedecían sus órdenes sinrechistar. Pero, según los propietarios, si dirigía malla operación era el que recibía luego el mayor número de protestas.

dejar a uno de los suyos vigilando la salida. Los demás continuaron a la carrera para evitarque las cabras escapasen delcerco humano.

Tras una hora de esfuerzo yde varios intentos fallidos, losonce hombres consiguieron conducir la manada a la costa yarrinconarla en el CorraladorVeil, unas cuevas pegadas al mary que sólo poseen un estrechopasillo al borde de un acantilado, como única vía de escape.

A partir de ahí comienza laverdadera lucha entre el hombrey el animal. A las hembras y alos cabritillos se les deja escapar.Tan sólo se persigue a los machos. No se utiliza ningún tipo

de arma. Son las manos, la velocidad y la fuerza contra la agilidad y la dura y puntiaguda cornamenta de los chivos. Entre losvedraners se encuentran veteranos que recuerdan haber ido acoger machos cabríos desdetemprana edad. Pero tambiénhay jóvenes que empiezan aaprender el juego del arrinconamiento y que están dispuestos acontinuar con tan antigua tradición. Resulta sorprendente ver alos veteranos, calzados con unassencillas zapatillas de suela deesparto, saltando de una roca aotra con la misma agilidad quelas cabras, y sin apenas utilizarlas manos durante la escalada.

En las cuevas consiguieron

atrapar tres bocs, agarrándolospor los cuernos y tumbándolospara imovilizarlos en el durosuelo de roca. No lo lograron ala primera. Antes, más de un cazador se fue al suelo yencidopor la fuerza y la agilidad de losanimales.

El trabajo no había concluido.Quedaban ejemplares escondidos en el agujero. El cap, al quese obedece sin rechistar durantetoda la jornada, dio su conformidad para ir a por otro machomás. Inmediatamente, los hombres se desplazaron peñas arriba para volver al hoyo en el queun compañero aguardaba vigilañdo a los rumiantes. Uno delos propietarios se introdujo en

LEYENDA

Una isla benditaA pesar de que los vedraners tomaban precau

ciones, incluso tenían prohibido beber vino, su profesión resultaba peligrosa. Correr detrás de unosrumiantes cornudos por angostos precipicios sobreacantilados era arriesgado. Algunos años, en casode superpoblación de cabras, se capturaban variasel día de Santa María. Sin embargo, nadie recuerdaque se perdiese una sola vida en es Vedrá. Al igualque mórían muchos chivos despeñándose cuandose peleaban -por eso sólo se atrapan machos-, igual.podía suceder con los hombres. Sí se sabe de víctimas mortales en otras islas cómo eS Vedraneli(donde también existían dos docenas de cabras),s’Espalmador o ses Bledes. Esta “magia” de esVedrá se atribuye a la estancia en el islote del sacerdote Josep Palau, beatificado hace unos años, ya la bendición que realizó allí.

No sólo había cabras en es Vedrá. Siempre fueuna isla visitada tanto por pescadores como porcontrabandistas. Su inaccesibilidad la convertía enun lugar seguro para esconder mercancías. Allí podían capturarse muchas especies, además de la cabra: conejos, pardelas, cormoranes o huevos de gaviota. La posibilidad de refugiarse en cuevas en lasque había suficiente agua potable permitió que el islote fuese un refugio viable en caso de temporal. Lasupervivencia en es Vedrá no fue nunca un problema.

4 DomncaTODomingo, 23 de abrd de 1995 •Diario de Ibiza O

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1) DOfllfllic • Domingo, 23 de abril de 1995

Diario de Ibiza

,.-.—

con sus propias normasNadie conoce con exactitud cuándo se llevaron las

primeras cabras a es Vedrá. Sin embargo, se recuerdaque la tradición de ir en su búsqueda siempre ha mantenido unos principios. Los días elegidos siempre eranlos mismos. Se cogían doce machos, dos para cadaparte, el miércoles de la Semana Santa. El Domingo deRamos, el cap tenía la obligación de comunicar a losdemás propietarios la hora a la que debían embarcar elsiguiente miércoles. Durante la Pascua de Pentecostés,se cogían otros siete ejemplares. Se repartía uno a cadaparte. Con el restante se preparaba un bulilt con cebolleta tierna, patatas y guindilla.

Entonces, los vedraners se dirigían a Cala d’Hort andando. Allí subían dos personas por cada una de lasseis partes en que se divide la propiedad de es Vedrá yes Vedranell, embarcados en dos !Iaüts. A ellos se lesunía otro hombre en cada barca que permanecería en elagua durante la captura. En cuanto comenzaba la travesía se rezaba el rosario. Las barcas de aquellos años nodisponían de motor, así que tenían que llegar al islote avela y, si no hacía viento, remando. Con el tiempo, estaruta se convirtió en una competición, de más o menosuna hora, entre las dos embarcaciones. Todos los marineros iban provistos de un zurrón en el que cargabanuna importante cantidad de comida por si, en caso demal tiempo, tuviesen que pasar varios días en es Vedrá.Alguna vez sucedió. Los veteranos eran los que perseguían a los animales por los lugares más inaccesibles.Los novatos, permanecían en los valles. Tras una jornada muy dura, puesto que se pasaban el día entero en elislote, regresaban a la cala.

Posteriormente volvían a Sant Josep andando conlas cabras. Con las pieles de los animales, muy valiosasen aquellos días, se pagaba una misa y una compensación a los dueños de las embarcaciones que iban al islote. Estas pieles se subastaban a los carniceros. Traspagar los gastos, aún sobraba dinero. El domingo, después de la captura de machos cabríos, volvían a reunir-se para repartir el dinero sobrante de las pieles.

él y comenzó a sacar a pulso alas cabras. Mientras se deslizaba por el angosto túnel, ibaprotegiéndose el rostro con losbrazos -corno hacen los boxeadores cuando se defienden- para evitar las trágicas consecuencias en caso de un hipotéticoataque por parte de las cabras.No importa su sexo. Todas lasadultas tienen una buena cornamenta. Tras unos minutos deduro forcejeo, logró sacar unahembra, a la que soltó inmediatamente. Igual sucedió cm lasegunda. Pero el siguiente rumiante, mucho más rebelde ydifícil, fue un macho.

Lo peor había concluido. Elcabecilla informó que ya hahí

an cogido suficientes cabras. Éles el que mejor conoce la cantidad de ejemplares que hayen es Vedrá y cuando debe finalizar la captura.

Tras haber inmovilizado ysacrificado a los machos, habíaque proceder a su embarque.Los vedraners suelen ir provistos de cuerdas. Mediante ellaslogran bajar a los machos porlos peñascos hasta llevarlos almar, donde se cargan en lasembarcaciones.

A las once menos cuarto dela mañana comenzó el regresoa Gala dHort. En la ocasiónanterior -la primera después dela repoblación- los propietarios, a la una del mediodía, se-

guían corriendo detrás de loschivos. Esta vez habían sidomás rápidos. Los hombres,aunque cansados, sonreían satisfechos. Recordaban que si lamanada hubiese logrado escapar del cerco y alcanzado la cima del islote, lo habrían tenidomucho más complicado.

Ya en tierra firme, el grupose instaló en su propia casades vedraners, ubicada en lamisma playa. El refugio inclusoposee un pequeño corral paraencerrar a los ejemplares quese quieran conservar vivos.

Tras desayunar pa amb sobrassada i vi pagés, comienzala preparación del banquete.Las piezas capturadas se troce-

an y, una de ellas, se destina alalmuerzo. La fibrosa carne apenas posee grasa y resulta muysabrosa. Sin embargo. algunosaseguran que, debido a su localización, tiene un ligero saIx)r amarisco, por lo que se deja hervir durante largo rato. Tras esteprimer paso, se le añaden patatas fritas, pimientos, ajo, perejily especias, y se prepara un suculento sofritpagés que, bajo lasombra de las cañas del porchedel refugio, ante el magníficoescenario de es Vedrá y es Vedranell de frente, los hombresdegustan con ahínco recuperando fuerzas.

Tras la comida, los propietarios eligieron democráticamen

te quién iba a ser el nuevo cap.A Vicent den March le ha tocado repetir un año más. Aseguróque a pesar de que ya no es unmozo contiuará con las cabras“mientras viva y sepa caminar”.Seguidamente, como siemprese ha hecho, se repartió el restode la carne en partes equitativas y se arreglaron cuentas. Alas cabras al principio teníanque llevarles comida y aún continúan transportáncloles aguadulce en los llazits.

La aventura acabó de estamanera: con sonrisas, esperanzas y brindis para la capturadel año que viene, además demolestas agujetas para el díasiguiente.

La expedición de propietarios capturócuatro machos, uno de los cualesse destinó a un excelente‘sofrit pagés’

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Una tradición

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