el camino del espíritu , homilias dominicales para el ciclo c - p. ervens dario mengelle

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El Camino Del Espíritu , Homilias Dominicales Para El Ciclo C - P. Ervens Dario Mengelle

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Page 2: El Camino Del Espíritu , Homilias Dominicales Para El Ciclo C - P. Ervens Dario Mengelle

ContenidosTIEMPO DE ADVIENTO

ESPERANZA, ACEDIA, ESPÍRITUEL PROFETA: HOMBRE DEL ESPÍRITUKECHARITOMÉNE: PARAÍSO DE DIOSDISPOSICIONES MORALESDISPOSICIONES ESPIRITUALES

TIEMPO DE NAVIDADEMMANUELOS HE DADO EJEMPLOCOMPREHENDERLA VIDA EN CRISTOADORACIÓN DE LOS MAGOS

TIEMPO DE CUARESMAVIDA ESPIRITUAL: LA ASCÉTICAVIDA ESPIRITUAL: LA MISTICACONVERTIRSE A LA LIBERTADENTRANDO EN SÍ...PASIÓN POR LA VIRTUD

SEMANA SANTAEL PECADO EN LA PASIÓNNUEVO TESTAMENTOLA FUERZA DE LA ORACIÓNEL NUEVO ADÁN¿ESTÁS EN LOS CIELOS?

TIEMPO PASCUALEL DOMINGOEN ESPÍRITUFELA LEY NUEVA O LA CARIDAD HACIA EL PRÓJIMOCARIDAD HACIA DIOSESPERANZAFUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZAARDIENTE IMPULSOLA SANTÍSIMA TRINIDAD Y LA ECONOMÍA DE LA SALVACIÓNPAN Y VINO

TIEMPO ORDINARIOEL HOMBRE NUEVOSE HIZO LA HORAESCRITURAS

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TRADICIÓNMAGISTERIOORACIÓN: EL ÚNICO CAMINOLITURGIA: EPÍCLESISFRUTOSFE Y HUMILDAD PRODUCEN CARIDADJESÚS PROFETAALABANZASES CRISTO DE DIOS EL QUE ES PENITENTESÍGUEME... SÓLO A DIOS SERVIRÁS (1º mandamiento)DAR TESTIMONIO DE LA VERDADDAR VIDA - HEREDAR LA VIDA (cf. 5º mandamiento)LAS EXPRESIONES DE LA ORACIÓNEL PADRE NUESTRO: BREVIARIUM TOTIUS EVANGELIIESTUPIDEZ Y ORACIÓNORAR ¿ES ÚTIL O INÚTIL?FUEGO Y BAUTISMO PRODUCEN DIVISIÓN (10º mandamiento)HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO¿SER BUENO O SER SANTO?ANDAR EN LA VERDAD (8º Mandamiento)YO SOY EL GUARDIÁN DE MI HERMANO (cf. Gn 4,9)SÉPTIMO MANDAMIENTOADMINISTRADORESIGLESIA Y FEGLORIFICAR A DIOS ES PROFESAR LA FELA CONFIANZA FILIAL EN LA ORACIÓNDIOSTODOPODEROSOFIN DEL CAMINO: LA RESURRECCIÓNESPÍRITU DEL CAMINO: VIVIR EL DÍA

FIESTAS DEL TIEMPO ORDINARIOFIN DEL CAMINOMARÍA, ESTRELLA DE ESPERANZALOS CAMINOS DEL ESPÍRITU

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Advertencia Previa

El presente conjunto de sermones ha sido elaborado teniendo en cuenta dos factoresprincipales: el evangelio de cada ciclo y el Catecismo de la Iglesia Católica. El evangelio de cada ciclo da el tema general de predicación para todo el año, o seaDios Padre y su reino (ciclo A, Mateo), Jesucristo: su misterio y los sacramentos (ciclo B,Marcos), El Espíritu Santo y el camino espiritual (ciclo C, Lucas). Respetando ese tema general y las perícopas que han sido elegidas en particular, se hatratado de ir profundizando la enseñanza evangélica con el Catecismo de la IglesiaCatólica, engarzándolo con el ciclo de lecturas. Es una intención explícita el poder llevar alos fieles el Catecismo en su (casi) tot9alidad en el conjunto de los tres ciclos. Losnúmeros que figuran entre paréntesis sin ninguna referencia corresponden al Catecismo. Circunstancias que no viene al caso mencionar han dilatado en exceso este trabajo,como se puede fácilmente apreciar de la sola lectura de los diferentes sermones. Esnuestra esperanza, sin embargo, que aún así, pueda ser de utilidad especialmente para lospárrocos y aquellos que predican a una comunidad estable (ya que la fuerza de esto estámás bien en el conjunto, que no puede apreciarse sin una cierta continuidad). Cualquier sugerencia, crítica o apreciación que ayuden a mejorar este trabajo serásiempre bienvenida.

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TIEMPO DE ADVIENTO

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CatIC 2725-2733 C-Adv-1 Lc 21,25-28.34-36 / Je 33,4-16 / Sal 25 / 1Te 3,2-13; 4,1-2

ESPERANZA, ACEDIA, ESPÍRITU

Ante todo y para comenzar bien, queridos hermanos y hermanas, es conveniente queles desee a todos un buen año nuevo. Quizás alguno se sorprenda por esto que acabo dedecir, pero es que hoy es el primer domingo de Adviento y se abre un nuevo año litúrgico.

1 – Adviento = Esperanza Como cada comienzo de año litúrgico, la Iglesia nos lleva a considerar el principio y elfin de nuestro ser cristiano. ¿De qué modo? Dirige nuestra mirada hacia los misterios de laprimera y segunda venida de Cristo, aquella en la que creemos, que recordamos para laNavidad, y aquella que esperamos, que es llamada Parusía. A la primera venida, aquellalargamente esperada por el pueblo judío y que se cumplió con la Encarnación de Jesús,Verbo de Dios, se refiere la primera lectura (cf.). A la segunda venida, su retorno gloriosoal fin de los tiempos, se refiere el evangelio: entonces verán al Hijo del hombre... Y con estaconsideración la Iglesia quiere que, considerando con fe la primera venida, no decaiganuestra esperanza respecto de la segunda venida: “mientras aguardamos con gozosaesperanza la venida de nuestro Salvador Jesucristo”. San Pablo, hablando de una y otradice: se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres [primera venida] que nosenseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedaden el siglo presente, aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvadornuestro Jesucristo (Ti 2,11-13). San Cirilo de Jerusalén: “anunciamos la venida de Cristo, nosólo la primera, sino también una segunda, mucho más hermosa que la primera. La primerafue una manifestación de paciencia, la segunda lleva la corona de la realeza divina” (Cateq.15,1). Por ello este tiempo se llama “Adviento”, palabra que viene de “ad-ventum”, es decir, ala venida, porque se refiere a la venida de Jesús. Es un tiempo en el que se tiene presente,de manera especial, la virtud de la esperanza, virtud por la que aguardamos elcumplimiento de las promesas divinas.

2 – Esperanza versus Acedía Como acabamos de escuchar en el evangelio, Jesús nos advierte para quepermanezcamos atentos y no nos dejemos dominar por la disipación, embriaguez ypreocupaciones de la vida, es decir, por la superficialidad en el vivir, los placeres presentes, o laexcesiva dedicación a las cosas terrenales. “Cuando Jesús insiste en la vigilancia, essiempre en relación a Él, a su Venida, al último día...” (2730).

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Y Él mismo brinda el remedio: Velad y orad. ¿Son dos cosas distintas que se debenhacer? En realidad es un único todo que implica ambas cosas: “se ora como se vive,porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu deCristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El combate espiritual de la vidanueva del cristiano es inseparable del combate de la oración” (2725). Son, por lo tanto, doscosas, que se reclaman mutuamente. Por ello, los problemas que aparecen en la oraciónson, en realidad, problemas que afectan a todo el ser y el obrar del cristiano. En primer lugar, es necesario rechazar “conceptos erróneos acerca de la oración. Unosven en ella una simple operación psicológica, otros un esfuerzo de concentración parallegar a un vacío mental. Otros la reducen a actitudes y palabras rituales...” (2726). También“tenemos que hacer frente a mentalidades de este mundo que nos invaden si no estamosvigilantes. Por ejemplo: lo verdadero sería sólo aquello que se puede verificar por la razóny la ciencia (ahora bien, orar es un misterio que desborda nuestra conciencia y nuestroinconsciente); es valioso aquello que produce y da rendimiento (luego, la oración es inútil,pues es improductiva); el sensualismo y el confort adoptados como criterios de verdad, debien y de belleza (y he aquí que la oración es “amor de la Belleza absoluta” y sólo se dejacautivar por la gloria del Dios vivo y verdadero)...” (2727). “Por último, en este combatehay que hacer frente a lo que es sentido como fracasos en la oración: desaliento ante lasequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor...; decepción por no serescuchados según nuestra propia voluntad... La conclusión es siempre la misma: ¿Para quéorar? Es necesario luchar con humildad, confianza y perseverancia, si se quieren vencerestos obstáculos” (2728). En el ejercicio mismo de la oración se presentan dos dificultades propias (cf. 2754). Ladistracción (2730) y la sequedad (2731). El remedio está “en la fe, la conversión y lavigilancia del corazón” (cf. 2754). Pero sobre todo es necesario que atendamos a las dos tentaciones más propias de laoración: a) la falta de fe: “esta se expresa menos en una incredulidad declarada que enunas preferencias de hecho. Cuando se empieza a orar, se presentan como prioritarios miltrabajos y cuidados que se consideran más urgentes... la falta de fe revela que no se haalcanzado todavía la disposición propia de un corazón humilde: sin mi, no podéis hacer nada”(2732); b) la otra tentación es la acedía o acedia: “los padres espirituales entienden por ellauna forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de laascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón” (2733). A esto último, hemos de prestar más atención, porque es el problema central de nuestrotiempo. La acedia es uno de los pecados capitales, malamente traducido por pereza. Aquíhay que proceder con cuidado. Dice un autor: “no hay probablemente un concepto de laética que se haya aburguesado tan notoriamente en la conciencia del cristiano medio comoel concepto de la acedia” (J. Pieper, las virtudes fundamentales). Cuando nosotros hablamos depereza, entendemos la dejadez, desaplicación, lo contrario de la diligencia y laboriosidad.Pero esto no es el verdadero pecado capital de la “pereza” o, mejor dicho, acedia. Dehecho, una de las formas de la acedia se da en quien trabaja a destajo, en quien es un

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adicto al trabajo. Con su aparente laboriosidad, lo que hace es llenarse de actividades parano pensar. La acedia es una especie de tristeza que paraliza al hombre, que lo descorazona: latristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; pero la tristeza del mundo produce lamuerte (2Co 7,10). Es un pecado propiamente contra el tercer mandamiento, que es el queordena al hombre a “descansar en Dios” (S.Th. 2-2,35,3 ad1). Técnicamente se la definecomo detestación del bien divino, es “la renuncia malhumorada y triste, estúpidamenteegoísta, del hombre a la nobleza que obliga de ser hijos de Dios” (Pieper). Es uno de lospecados más comunes en los cristianos de nuestro tiempo. Con el agravante de que, porser pecado capital, hace de principio (caput = cabeza, de donde capital) para muchos otrospecados. San Máximo el Confesor: “todas las otras pasiones tocan sólo la parte irascibledel alma o la concupiscible o la racional, como el olvido y la ignorancia; la acedia, encambio, aferrando todas las potencias del alma, excita casi todas las pasiones juntas y, poreso, es la más grave de todas. Dice bien, pues, el Señor, que ha dado el remedio contraella: con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”. Pero alguno dirá ¿y esto, qué tiene que ver con la liturgia de este día? Tiene mucho quever, porque la acedia es el principio de la desesperación (S.Th. 2-2,20,3), vicio que ataca laesperanza. Por ello es que Cristo, para que no caigamos en la desesperación, nos insiste enla necesidad de orar. No es casualidad que “la apática tristeza de la acedia sea uno de losrasgos decisivos de la fisonomía íntima de nuestra época” (Pieper). Los diversos tipos deadicciones (drogas, sexo, videos, trabajo, etc.) no son sino síntomas de esa realidadprofunda.

3 – Evangelio según san Lucas:el Camino del Espíritu

Por ello, en última instancia, lo que Jesús nos dice es que llevemos una vida conformeal Espíritu. San Máximo el Confesor: “Andemos en el Espíritu y no realizaremos el deseode la carne. Velemos y estemos sobrios, rechacemos el sueño de la pereza. Rivalicemoscon los santos atletas del Salvador. Imitemos sus combates, olvidándonos de lo que quedaatrás y tendiendo hacia lo que está por delante. Imitemos su carrera infatigable, su ardientedeseo, la fortaleza de la continencia, la santificación de la castidad, la nobleza de lapaciencia, el aguante de la magnanimidad, la lamentación de la compasión, la tranquilidadde la dulzura, el ardor del celo, el amor sin ficción, la altura de la humildad, la simplicidadde la pobreza, la virilidad, la bondad, la benignidad. No nos dejemos relajar por losplaceres, no nos hagamos soberbios por los pensamientos, no corrompamos la conciencia:busquemos la paz con todos y la santificación, sin la cual ninguno verá al Señor. Y, sobretodas las cosas, huyamos del mundo, hermanos y del señor del mundo. Abandonemos lacarne y las cosas carnales. Corramos hacia el cielo, allí tendremos nuestra ciudadanía”. Decíamos al comienzo del sermón que hoy comenzamos un nuevo año litúrgico. Esteaño corresponde que leamos el evangelio según san Lucas. Y san Lucas presenta toda lavida de Cristo con una óptica singular, como el hombre guiado por el Espíritu Santo. Por

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ello, tendremos ocasión, a medida que transcurra el año litúrgico y vayamos leyendo elevangelio de san Lucas, de ir observando en el mismo Jesús cómo es esa vida del Espíritu,para poder sacar ejemplo e imitarlo.

4 – Conclusión De momento, queridos hermanos, conservemos en nuestro corazón el consejo deCristo para ponerlo por obra: Velad y orad en todo momento... San Benito: “ora et labora”.

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CatIC 717-720.904-907 C-Adv-2 Lc 3,1-6 / Bar 5,1-9 / Sal 126 / Fil 1,4-6.8-11

EL PROFETA: HOMBRE DEL ESPÍRITU

Dijimos el domingo pasado que los cristianos hemos de llevar una vida conforme alEspíritu y que el evangelio y la liturgia correspondiente a este año litúrgico (llamado cicloC) nos iban a ir enseñando respecto de ello. El evangelio que acabamos de proclamar nosofrece un cuadro del tiempo previo a la aparición de Jesús. Sobre todo nos presenta, comose hace cada año en el tiempo de adviento, la figura de Juan Bautista, el que precedió aJesús. ¿Qué fue san Juan Bautista?

1 – Elías Jesús prodigó grandes elogios a este hombre: yo les aseguro que, entre los nacidos de mujer, nohay nadie mayor que Juan... (Lc 7,28). Pero ¿qué fue? La respuesta la tenemos en otrasexpresiones de los evangelios: a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, preanuncia su padreZacarías (Lc 1,76) y añade Cristo: ¿qué fueron a ver ustedes al desierto?... ¿a un profeta? Eso sí, yoles aseguro que Juan es más que un profeta. Porque se refiere a Juan esta palabra de Dios: mira que Yoenvío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino (Mt 11,7-10). Esto que cita Jesucristo era una profecía pronunciada por el profeta Malaquías que,además añade las siguientes palabras: les voy a enviar, también, al profeta Elías... él reconciliará alos padres con los hijos y a los hijos con sus padres, para que, cuando yo llegue, no tenga que maldecir aeste país (Mal 4,23-24). Esta profecía la tenían bien presente los judíos; de hecho, cuandoaparece Juan Bautista envían desde Jerusalén una delegación que a preguntarle quién era ély entre las preguntas que le hacen una dice así: ¿quién eres? ¿Elías? (Jn 1,21). Y Jesucristo mismo declara cumplida la profecía en Juan Bautista: Los discípulos lepreguntaron: ¿cómo dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venir primero? Contestó Jesús: Es ciertoque Elías ha de venir para restablecer el dominio de Dios. Pero sepan que Elías ya vino, y no loreconocieron... Entonces, los discípulos comprendieron que Jesús se refería a Juan Bautista (Mt 17,10-13).Y por ello, el ángel que se le apareció a Zacarías para anunciarle el nacimiento de su hijoJuan le había predicho: lo verán caminar delante de Dios con el espíritu y el poder del profeta Elías (Lc1,17). ¿Qué importancia tuvo Elías para que su figura fuese tan relevante y se lo tuviese entanta consideración? Elías es considerado el padre de los profetas, fue aquel hombre enquien el Espíritu habitó con tanta intensidad que realizó obras admirables como hacer bajarfuego del cielo para consumir el sacrificio que había preparado o resucitar un muerto. Asílo elogia la Sagrada Escritura recordando de manera sintética sus obras narradas “inextenso” en otra parte (cf. 1Re 17 a 2Re 2): apareció como un fuego el profeta Elías, cuya palabra

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quemaba como antorcha. Él atrajo sobre ellos el hambre y en su celo los redujo a pocos. Por orden delSeñor cerró el cielo, y también hizo bajar tres veces el fuego. Elías ¡qué glorioso fuiste en tus portentos!¿quién puede jactarse de ser igual a ti? Tú que arrancaste un hombre a la muerte y al sepulcro, por lapalabra del Altísimo. Tú que llevaste reyes a la ruina y tiraste al suelo el cetro de los poderosos, queescuchaste reproches en Sinaí, y en el orbe los decretos de castigo; que ungiste reyes que tomaran venganza yprofetas para que te sucedieran; que fuiste arrebatado en torbellino de fuego, en el carro con caballos defuego. Tú fuiste designado en vista de los castigos futuros, para aplacar la divina ira antes que estalle, paraque los padres se reconcilien con los hijos y para restablecer las tribus de Israel. ¡Felices aquellos que tevean!... (Si 48,1-12). Este Elías es el que aparece sobre la cima del monte Tabor, junto conMoisés, en el misterio de la transfiguración de Cristo. En Elías habitaba el fuego delEspíritu, el ardor que lo llevaba a sentir el celo propio del amor de Dios. Comunicó eseespíritu a su sucesor Eliseo y fue arrebatado en un carro de fuego. Esto era lo que losjudíos tenían presente cuando se hablaba de Elías.

2 – Juan Bautista: él es Elías que debe venir “Juan es Elías que debe venir (Mt 17,10-13): el fuego del Espíritu lo habita y le hace correrdelante [como “precursor”] del Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santoculmina la obra de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto (Lc 1,17)” (718). Además de laexplícita referencia de Jesús, hay otros elementos que permiten conectar la figura de Juancon la de Elías: - La descripción de su vestimenta: vestido con un manto de pelo y con una faja de piel ceñida asu cintura (2Re 1,8) – Juan vestía un manto de pelo de camello con un cinturón de cuero (Mt 3,4). - La peculiaridad de vivir en el desierto. - Y, sobre todo, el lugar donde, conforme a la tradición, Juan bautizaba. Este lugar eraimportante por dos motivos: 1º) porque allí, frente a Jericó, Elías había sido arrebatado alcielo (cf. 2Re 2,4-12); 2º) en ese lugar había un manantial de agua, es decir, aguas quecorrían o, como dice la Escritura, manantial de aguas vivas, símbolo del Espíritu Santo (Jn7,37-39: el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, de pie, decía a toda voz ”venga a mí el que tienesed; el que crea en mí tendrá de beber, pues la Escritura dice: de él saldrán ríos de agua viva”. Jesús, aldecir esto, se refería al Espíritu Santo que luego recibirían los que creyeran en Él). “Juan es más que un profeta. En él, el Espíritu Santo termina el ‘hablar por los profetas’.Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías...San Juan Bautista es elprecursor inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino. Profeta del Altísimo,sobrepasa a todos los profetas, de los que es el último, e inaugura el Evangelio... En fin,con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y enCristo... Precediendo a Jesús con el espíritu y el poder de Elías, da testimonio de él mediante supredicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio” (719-720 + 523).

3 – La condición profética del cristiano Es en razón de esto último que la liturgia nos hace considerar la figura del Bautista. No

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sólo para que, en este tiempo de Adviento, revivamos esa expectativa por el Salvador ynos dispongamos convenientemente para las próximas fiestas navideñas, sino también paraque lo imitemos en su tarea de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. Porque, en efecto, también nosotros somos profetas: “Cristo... realiza su funciónprofética... no sólo a través de la jerarquía... sino también por medio de los laicos. Él loshace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra” (904). “Enseñar aalguien para traerlo a la fe es tarea de todo predicador e incluso de todo creyente” (s.Tomás de Aquino). Aclara el Conc. Vat. II: “este apostolado no consiste sólo en eltestimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con supalabra” (905). Más aún: “los fieles laicos que sean capaces de ello y que se formen para ello tambiénpueden prestar su colaboración en la formación catequética, en la enseñanza de lasciencias sagradas, en los medios de comunicación social. Tienen el derecho, y a vecesincluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, demanifestar a los pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de laIglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de lascostumbres y la reverencia hacia los pastores, habida cuenta de la utilidad común y de ladignidad de las personas” (906-7).

4 – Conclusión: el modelo de Juan Por tanto, queridos hermanos, en este tiempo de Adviento, reavivemos nuestraesperanza, como se nos invita en la primera lectura. Y, con la alegría propia del evangelio,seamos cooperadores en el servicio del evangelio (cf. 2ª lect). Difundamos entre todoslos hombres el Evangelio, conscientes de que sólo Cristo es el Salvador de los hombres,que sólo Él es la Buena Nueva. Aprendamos del Bautista. Juan es un auténtico modelopara todos nosotros: a) Hombre de oración y silencio, forja en el desierto su temple y prepara su función. LaPalabra de Dios es su alimento. Así se prepara a predicarla. b) El objetivo de su mensaje es proclamar la conversión como disposición para recibir lagracia mesiánica. El orgullo, los egoísmos, la hipocresía, la mala voluntad, son obstáculosque cierran el camino del Señor.

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CatIC 702-716.721 C-Inmac. Concepción Lc 1,26-38 / Gn 3,9-15.20 / Sal 98 / Ef 1,3-6.11-12

KECHARITOMÉNE: PARAÍSO DE DIOS

Queridos hermanos, el domingo pasado (1º de Adviento), dijimos que el evangelio queiremos leyendo este año en la liturgia, o sea el de san Lucas, nos permitirá apreciar cómoes la vida del Espíritu en Jesús y de allí sacar ejemplo.

1 – El plan proyectado La solemnidad de este día nos permite adquirir una cierta visión panorámica de esarealidad que después podremos considerar en más detalle. En efecto, la 2ª lectura habla deun designio preestablecido (v. 11), es decir de un proyecto. Como bien sabemos, en razón denuestra experiencia, todo proyecto implica una preparación y una ejecución. La primera lectura nos traslada al momento primigenio de la historia de la humanidad, ala Creación de todo, incluido el hombre, y al Pecado original. De hecho, los versículosleídos refieren parte de la decisión tomada por Dios luego del pecado. La lectura, sinembargo, hace hincapié en el elemento positivo, o sea el castigo de Satanás y el preanunciode la derrota definitiva gracias a la mujer y su descendencia. Es por esto que este texto deGénesis 3,15 es conocido como el “protoevangelio”, es decir, el “primer evangelio”,porque ya entonces se proyectaba la misión redentora. El evangelio, por su parte, muestra que ese momento preanunciado ha llegado. Alégratele dice el ángel a María recogiendo una larga tradición que se había desarrollado a lo largodel AT. Y añade un término cuya traducción es muy difícil: kecharitoméne, que nosotrostraducimos “llena de gracia”, pero que en griego tiene un sentido más profundo. Yoquisiera detenerme un momento en considerar la tarea realizada en el AT por el EspírituSanto como preparación para este momento que nos refiere el evangelio, para quepodamos entender mejor qué papel juega el misterio que hoy estamos celebrando y queesta palabra, kecharitoméne, expresa de manera tan profunda.

2 – Tiempo de Promesas Como dijimos, en el mismo momento del Pecado Original, Dios prometió la Redención.El hombre había sido hecho a imagen y semejanza de Dios, pero por el pecado, si biencontinúa siendo a imagen de Dios, queda privado de la semejanza (cf. 705). La restauración deesta semejanza exigió una larga preparación. “La Promesa hecha a Abraham inaugura laEconomía de la salvación, al final de la cual el Hijo mismo asumirá la imagen y la restauraráen la semejanza con el Padre volviéndole a dar la Gloria, el Espíritu que da la Vida” (705). Dios va guiando el camino de la Promesa a través de distintas manifestaciones o

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Teofanías, en las cuales Dios reitera su compromiso a la vez que va dando elementos paraacompañar en ese camino. Entre los elementos que Dios brinda tiene una importanciaparticular la Ley que Dios concede en el monte Sinaí, que tenía como finalidad conducirhacia Cristo (cf. 707-708). “La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habría debido regir el corazón y lasinstituciones del Pueblo salido de la fe de Abraham” (709). Pero el pueblo judío falló,pretendió ser igual que las demás naciones y, a pesar de recibir numerosas advertencias através de muchos profetas, se empecinó en su actitud y Dios no tuvo más remedio quehacerlos pasar por una experiencia tremenda de la cual sólo por la protección divinapudieron retornar: es la experiencia del Destierro. “El olvido de la Ley y la infidelidad a laAlianza llevan a la muerte: el Exilio, aparente fracaso de las Promesas es, en realidad,fidelidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una restauración prometida, perosegún el Espíritu. Era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta purificación; el Exiliolleva ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el Resto de pobres [anawim] quevuelven del Exilio es una de las figuras más transparentes de la Iglesia” (710). Isaías precisamente habla de este “nuevo éxodo” refiriendo la acción de Dios con estaspalabras: Yo hago nuevas todas las cosas. E incluso, preanunciando el momento culminante delplan divino, presenta la figura de un misterioso Siervo de Dios que, con su sufrimiento, va ahacer posible la renovación (cf. 711-713). Paralelamente a la acción de este Siervo, hay textos proféticos que refieren el envío delEspíritu Santo: “en los últimos tiempos el Espíritu del Señor renovará el corazón de loshombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos ydivididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres enpaz” (715). ¿Adónde va a terminar esa acción preparatoria del Espíritu Santo? En la constitución deun grupo especial llamados los pobres o los humildes (anawim en hebreo). “El pueblo delos pobres, los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos deDios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías, todo esto es,finalmente la gran obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de lasPromesas para preparar la venida de Cristo” (716). Esto es lo que tenemos especialmentepresente en este tiempo de adviento.

3 – Kecharitoméne ¿Qué tiene que ver lo que venimos diciendo con el misterio que hoy celebramos? Esque precisamente como punto culminante de todo esto está María: “es la obra maestra dela Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos”, dice el catecismo(721). Y añade unas palabras que nos remontan al Paraíso: “por primera vez en el designiode Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en dondesu Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres”. Dios recupera el Paraíso, es decirel lugar donde puede pasearse dialogando con el hombre. Por eso la Virgen es llamada

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“Jardín cerrado”, porque es el Paraíso que no fue infectado por el pecado, donde laserpiente no pudo entrar. Imaginemos un hermosísimo jardín con toda clase de flores y frutos y bellos aromas, unauténtico paraíso. Eso es María y eso, tomado en su sentido más literal y profundo, es loque intenta expresar esa extraña palabra tan difícil de traducir: kecharitoméne. Porque en ellala acción de la gracia divina produjo toda clase de perfecciones en un grado único.Refuerza esto el hecho, más que significativo, de que éste es el único caso en la Biblia enque un ángel se dirige a alguien llamándolo por un título y no por su nombre. El ángel,sensible a las cosas espirituales, sabía a quién y a qué se estaba dirigiendo. Esa palabra es extremadamente reveladora de lo que es la acción de Dios, del fin delplan divino. Nos manifiesta no sólo la santidad de María, sino también la perfección de laacción santificadora de Dios. ¿Qué es lo que nosotros entendemos cuando hablamos de lagracia divina? Muchas veces hay una tendencia a reducir su valor diciendo que elimina elpecado. Esto es verdad pero es media verdad y falta la parte más importante. Nosotros,encandilados por las cosas de este mundo, nos olvidamos que la gracia es la “vida deDios” con todo lo que esto implica.

4 – Conclusión Queridos hermanos, el misterio que hoy celebramos nos permite advertir, como ningúnotro, la maravilla del plan divino. Al mismo tiempo nos recuerda que, en ese plan, yoocupo en lugar. Hemos visto rápidamente cómo Dios actuó en la historia de la humanidad.Consideremos cómo Dios actúa en nuestra historia personal para ser capaces de respondercomo María lo hizo.

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CatIC 1805-1809 C-Adv-3 Lc 3,10-18 / Sof 3,14-18a / Is 12 / Fil 4,4-7

DISPOSICIONES MORALES

Hemos escuchado en el evangelio que la gente le preguntaba: ¿Qué debemos hacer? Lapregunta de la gente había sido motivada por una previa intervención del Bautista que selee en el v.8: Haced obras dignas de conversión.

1 – Obras de justicia Vale la pena que nos detengamos un poco a observar a qué se refiere concretamente elPrecursor. No pretende san Lucas recoger toda la predicación del Bautista; de hecho, másadelante dice (v.18): con otras muchas exhortaciones, indicando que era más amplio lo quedecía. Pero los pocos ejemplos que se refieren aquí nos bastan para comprender quéquiere decir san Juan Bautista cuando habla de conversión. Dos son los frutos deconversión que pide: la caridad y la justicia. Vamos a dedicar nuestra atención a esta última,teniendo en cuenta el matiz particular bajo el cual la considera el Bautista. ¿Cuál era la situación del pueblo judío en esa época? Los publicanos eran los cobradores de impuestos, judíos que habían aceptado colaborarcon el invasor romano, rechazado por todos. Eran considerados pecadores e impuros, defama tan baja que se les equiparaba a las mujeres públicas. San Juan Bautista, sin embargo,no les manda abandonar su profesión, sino atenerse a lo que es justo. Algo semejante pasacon los soldados. En estos casos vemos que el Bautista lo que les pide es que cumplanbien, de manera justa, con el deber que les compete según su función social, es decir conel deber que tienen respecto de los demás. Lo que tenemos aquí es una indicación más precisa de lo que escuchamos el domingopasado: Preparad el camino del Señor : haced rectos sus senderos. Hacer rectos significa hacerjustos. Lo que está enseñando el Bautista es la primera condición para recibir a Jesucristocomo corresponde. Esa primera condición es cumplir con la justicia. “La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar aDios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada la virtud de lareligión. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y aestablecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a laspersonas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las SagradasEscrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta conel prójimo…” (1807).

2 – Apuntalando la justicia

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El catecismo enseña que junto con la virtud de la justicia, hay otras tres quedesempeñan un papel fundamental y señala que “por eso se las llama cardinales; todas lasdemás se agrupan en torno a ellas”. Cardinales significa que son eje de las demás. ¿Cuálesson? Prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Hemos visto que la justicia implica dar lo que corresponde a los hombres. Pero estavirtud es frecuentemente, diríamos diariamente, puesta a prueba. Y es aquí que somostentados para cometer injusticia. Las tentaciones que padecemos son básicamente de dosmaneras: la primera se da cuando realizar la obra buena, la obra justa, implica tener queafrontar dificultades; la segunda manera se da cuando somos indebidamente atraídos hacialos bienes. Es por eso que son necesarias las virtudes de la Fortaleza y de la Templanza. “La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constanciaen la búsqueda del bien… hace capaz de vencer el temor… y de hacer frente a laspruebas y a las persecuciones…” (1808). El máximo ejemplo en esto lo tenemos en losmártires. Pero también hay muchos ejemplos diarios de fortaleza en padres y madres defamilia que cumplen con sus cotidianas tareas, en jóvenes que se esfuerzan por realizar susdeberes, etc. Más insidiosa es la tentación que proviene del bien mismo. De hecho, hemos escuchadoen el evangelio que el Bautista les dice, tanto a los publicanos como a los soldados, queno sean ambiciosos. Para resistir esta tentación tenemos que cultivar la virtud de latemplanza. “La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres yprocura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntadsobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad…” (1809). Latemplanza tiene un amplio campo de acción, ya que son varios los instintos que existen enel hombre: instinto de supervivencia, instinto sexual, instinto de querer conocer, etc. Si noson regulados surgen vicios como por ejemplo la búsqueda del mero placer en el comer ybeber (embriaguez, glotonería), o el deseo desordenado de conocer (curiosidad,adivinación, etc.), etc. Todo esto lo regula la templanza. Se debe vivir con moderación, justiciay piedad, dice san Pablo (Tito 2,12). Incluso hemos de cuidar que el interés de mantener lo propio no nos lleve a descuidarlas necesidades ajenas: el que tiene dos túnicas, dé una al que no tiene, hemos escuchado en elevangelio. Porque parte de la justicia y la templanza es también reconocer que los bienesson para todos los hombres. Incluso el séptimo mandamiento, no robarás, incluye esto:“prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos deltrabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal delos bienes y del derecho de propiedad privada…” (2401).

3 – Guiando la justicia Por supuesto que también es necesario saber qué es justo como para poder realizarlo,para poder cumplirlo. De allí que la gente le pregunte al Bautista ¿qué debemos hacer? Bien, concretamente la encargada de determinar que es lo bueno, lo recto, lo justo en

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cada momento es la virtud de la prudencia. “La prudencia es la virtud que dispone larazón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir losmedios rectos para realizarlo… La prudencia es la regla recta de la acción… No seconfunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación…” (o sea, no eslo que vulgarmente la gente llama prudencia, confundiéndola con la astucia que es, enrealidad, una degeneración de la prudencia porque no busca el auténtica bien sino tan soloel propio beneficio). “Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a loscasos particulares…”. “Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia”(1806). Este juicio de conciencia, es decir, lo que entendemos que es recto y justo aquí yahora, es el que nos debe mover a obrar, de tal manera que nunca realicemos algo encontra de lo que nuestra conciencia nos dicta. Por supuesto que es necesario que nospreocupemos por educar la conciencia a través del estudio, la oración y la consulta apersonas adecuadas.

4 – Conclusión Para sintetizar, queridos hermanos, el evangelio de hoy nos presenta, a través de lapredicación del Bautista, de qué manera hemos de preparar nuestro corazón para la Venidadel Señor. Se trata de obrar lo que es justo, para lo cual necesitamos también ser fuertespara vencer las dificultades, ser templados para mantener el recto juicio y ser prudentespara realizar este juicio. Estas son las disposiciones morales que debemos cultivar enorden a disponer nuestro interior para que Dios pueda venir a habitar en Él. Haced rectos suscaminos, predicó el Bautista. Y san Agustín comenta: “Vivir bien no es otra cosa que amar aDios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el obrar. Quien no obedece másque a Él (lo cual pertenece a la justicia), quien vela para discernir todas las cosas pormiedo a dejarse sorprender por la astucia y la mentira (lo cual pertenece a la prudencia), leentrega un amor entero (por la templanza), que ninguna desgracia puede derribar (lo cualpertenece a la fortaleza)” (1809).

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CatIC 2650-2660 C-Adv-4 Lc 1,39-45 / Mi 5,1-4a / Sal 80 / Heb 10,5-10

DISPOSICIONES ESPIRITUALES

El domingo pasado hemos tenido oportunidad de señalar cómo una parte de nuestrapreparación para la venida de Jesús consiste en la realización de la virtud de la justicia.Haced rectos sus caminos predicó el Bautista. Y a esto lo llamamos las disposiciones morales. Pero esto no es lo único que hemos de realizar. El Bautista también decía, citando alprofeta, que toda montaña y colina se abaje, o bien se humille. Y en esta expresión tenemosindicadas las disposiciones espirituales, acerca de lo cual veremos ahora.

1 – Sentido del Evangelio El evangelio de hoy viene inmediatamente después del evangelio de la Anunciación, osea después que María ha concebido a Jesús. Como hemos escuchado en la lectura delevangelio, hay un gran ambiente de alegría en todos estos episodios, y una granexperiencia del Espíritu. Mejor dicho, hay un gran ambiente de alegría porque está elEspíritu Santo presente. Podríamos pensar que se trata de una hermosa escena familiar, elencuentro de las primas, con las experiencias que se narran en el evangelio. Pero hay algomucho más profundo. El evangelista nos dice que Isabel habló llena del Espíritu Santo. Yhay todavía más. Para entender el significado más profundo de esta escena tenemos querecordar un hecho del AT. En el segundo libro de Samuel, capítulo 6, se narra un episodio también marcado por laalegría: es el traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén, traslado realizado a instancias delrey David. Pues bien, san Lucas, al narrar el evangelio de hoy, lo hace de tal manera quepone en relación este texto con aquel del AT. Veámoslo de manera esquemática: - A la subida del Arca de la Alianza en el AT (vv. 2 y 12) corresponde la subida deMaría (v. 39). - A las aclamaciones festivas en el AT (v. 15 y 1Cr 1,28) corresponden las aclamacionesde Isabel (43). - Al gozo con que David saltaba y danzaba delante del Arca (v. 16) corresponde elsalto de gozo de Juan Bautista en el seno de Isabel (v. 44). - A la pregunta que se hace David (v. 9: ¿cómo voy a llevar a mi casa el arca de Yahvé?)corresponde la expresión de Isabel (v. 43). Este conjunto de elementos nos muestra que lo que quiere mostrar san Lucas es queMaría, al haber concebido a Jesús, es ahora la nueva morada de Dios: “de este modo seadvierte que el Señor, que moraba simbólicamente en el Arca de la Alianza, es el Señor

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que mora realmente en su madre María” (Giacomo Maria Medica, Alla scuola di Nazareth,Leumann 1983, 76). Y entonces, “la visitación de María a Isabel se convirtió en visita deDios a su pueblo” (717). Tenemos, así, en este misterio de la Visitación, una indicación de lo que son lasdisposiciones espirituales: “considera la elección y el significado incluso de cada una delas palabras. Isabel oyó primero la voz, pero Juan sintió primero la gracia: la mujer oyósegún el orden de la naturaleza, pero Juan ha subido al ámbito del misterio” (san Ambrosio,In Luc 2,22s).

2 – Disposición y pre-disposición Se trata, en síntesis, de una experiencia vivida en el Espíritu. Nosotros revivimos esaexperiencia a través de la oración y de una manera privilegiada en la liturgia, porque “lamisión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia,actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora”; “laoración interioriza y asimila la liturgia durante su celebración y después de la misma”(2655). En realidad, “el Espíritu Santo es el agua viva que, en el corazón orante, brota para la vidaeterna. El es quien nos enseña a recogerla en la misma Fuente: Cristo…” (2652). ¿Cómo sellega a esa Fuente? Sin duda que un primer elemento es el contacto con la Biblia. Por eso“la Iglesia recomienda insistentemente a todos su fieles… la lectura asidua de la Escriturapara que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo… a la lectura de la Sagrada Escritura debeacompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues, comodecía san Ambrosio, a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemossus palabras” (cf. DV 25; 2653). Pero sobre todo, como hemos señalado, es en la liturgia acompañada de la oracióndonde llegamos al contacto más íntimo. Por supuesto que, para entrar en ese ambientecomo lo hicieron María e Isabel, es necesario contar con las virtudes teologales de fe,esperanza y caridad: “se entra en oración como se entra en la liturgia: por la puertaestrecha de la fe. A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo quebuscamos y deseamos…” (2656). Entonces, “el Espíritu Santo nos enseña a celebrar laliturgia esperando el retorno de Cristo [su adviento o venida], nos educa para orar en laesperanza…” (2657). De tal manera que, en definitiva, “la oración, formada en la vidalitúrgica, saca todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permiteresponder amando como Él nos ha amado.” (2658). Por eso decía san Pablo: la esperanza nofalla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos hasido dado (Ro 5,5).

3 – Aprender a orar ¿Cómo llegar a alcanzar esas disposiciones espirituales que necesitamos para llegar a laFuente? “Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la palabra del Señor yparticipando en su Misterio Pascual; pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada

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día, su Espíritu se nos ofrece para que brote la oración… orar en los acontecimientos decada día y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los pequeños… esimportante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas” (2659-2660). Con respecto a este esfuerzo para alcanzar esas disposiciones espirituales, sintetizadasen una auténtica oración donde están presente las virtudes teologales, es importanterecordar una precisión del catecismo: “la oración no se reduce al brote espontáneo de unimpulso interior: para orar es necesario querer orar. No basta sólo con saber lo que lasEscrituras revelan sobre la oración: es necesario también aprender a orar…” (2650).

4 – Conclusión Precisamente, el evangelio de san Lucas, que es el que será leído a lo largo de todo esteaño litúrgico, es el que más refiere la presencia y la acción del Espíritu Santo en la vida deCristo y de la Iglesia. Por eso, tendremos ocasión de profundizar en este Camino delEspíritu en la medida en que vayamos desarrollando el evangelio. Por hoy, sin embargo,recordemos la antigua expresión de Guigo el Cartujo: “buscad leyendo, y encontraréismeditando; llamad orando, y se os abrirá por la contemplación” (2654). Y así, podremosentrar en el gozo del Señor, como lo hicieron María e Isabel. “Tú ves que María no ha dudado, sino que ha creído y ha obtenido por ello larecompensa e su fe. Bienaventurada tú que has creído… Que en cada uno esté el alma deMaría para glorificar al Señor, que en cada uno esté el espíritu de María para exultar enDios… Cada alma recibe al Verbo de Dios en sí, con tal de que, inmaculada e inmune deculpas, sepa custodiar la pureza con valentía” (san Ambrosio, In Luc 2, 26s).

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TIEMPO DE NAVIDAD

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CatIC 464-483 C-Navidad Mt 1,1-25 / Is 62,1-5 / Sal 88 / He 13,16-17.22-25

EMMANUEL

¡Qué grande es, hermanos, el misterio que hoy celebramos! “También yo proclamaré lafuerza y el poder de este día; aquel que no ha sido engendrado por la carne se encarna; elVerbo toma consistencia; el invisible se hace visible; el intocable se puede tocar; el que essin tiempo comienza a existir en el tiempo; el Hijo de Dios se hace Hijo del hombre” (S.Gregorio de Nazianzo, Oratio 38). Es el Emmanuel, Dios con nosotros, que nos viene aenseñar cómo vivir.

1 – Verdadero Dios y verdadero hombre “El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Diosno significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado deuna mezcla confusa entre lo divino y lo humano. El se hizo verdaderamente hombre sindejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. LaIglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unasherejías que la falseaban” (464). También hoy se falsea esta verdad y por eso creo que esbueno considerar más atentamente este misterio, adorado primero por la Virgen Madre:“¡Oh carne mía! Yo te contemplo con estupor... niño mío, Dios antes de los siglos”(Romano el Cantor, Carmen X). Hubo quienes negaron la humanidad y hubo quienes negaron la divinidad y huboquienes afirmaron ambas pero separadas. En un primer momento, los docetas (del gr. dokéo = parecer), contra quienes luchó Juanel Evangelista, afirmaron que la humanidad de Cristo era aparente. Siglos después, losmonofisitas afirmaron que la naturaleza humana había dejado de existir como tal en Cristoal ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Pero si en Cristo no hay verdaderanaturaleza humana, toda su vida y en especial su sacrificio, son aparentes y no nos redimenrealmente de nuestros pecados. Por eso se afirmó en el IV Concilio Ecuménico: “hay queconfesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad yperfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto dealma racional y cuerpo...” (467). Por otra vertiente se negó la divinidad de Jesús de Nazareth. Así Pablo de Samosataafirmó que era hijo de Dios por adopción y no por naturaleza y Arrio dijo que el Hijo deDios salió de la nada, es decir fue creado. Pero si en Cristo no hay verdadera naturalezadivina, entonces sus méritos no alcanzan el valor infinito necesario para rescatarnos denuestros pecados y también así la redención no se realiza. Por ello, el primero Concilio

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Ecuménico de Nicea, colocó en el Credo aquellas palabras que recitamos, a saber que elHijo de Dios es “engendrado, no creado, de la misma sustancia que el Padre” (465). Hubo, en fin, quienes mantuvieron ambas cosas, es decir, la naturaleza humana y ladivina, pero yendo más allá y afirmando no sólo dos naturalezas, sino dos personas, de talmanera que la unión entre ambas naturalezas sigue siendo accidental y, por lo tanto, lasacciones de un sujeto o de una de las personas no pueden atribuirse estrictamente a la otra(no se da, como se dice en teología, la “comunicación de idiomas”). Es decir, son accionesde Dios o del hombre, pero no del Dios-hombre (acciones teándricas). En consecuencia,tampoco se realiza la redención, porque Dios y el hombre permanecen separados. Por ello,el III Concilio Ecuménico (Efeso, 431), confesó que “el Verbo, al unirse en su persona auna carne animada por un alma racional, se hizo hombre”. La humanidad de Cristo no tienemás sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desdesu concepción. Por eso, María es considerada con toda verdad Madre de Dios mediante laconcepción humana del Hijo de Dios en su seno (466). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divinacomo a su propio sujeto, no solamente los milagros sino también los sufrimientos y lamisma muerte. La Iglesia confiesa que Jesús es inseparablemente verdadero Dios yverdadero hombre: “sin dejar de ser lo que era ha asumido lo que no era” (468-469).

2 – ¿Cómo es hombre el Hijo de Dios? En consecuencia, la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida, por lo cual se hade afirmar la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y devoluntad, y del cuerpo humano de Cristo, sin olvidar, sin embargo que la naturalezahumana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la haasumido, tal que todo lo que es y hace en ella pertenece a uno de la Trinidad. En resumen,el Hijo de Dios comunica a su humanidad su propio modo personal de existir en laTrinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente loscomportamientos divinos de la Trinidad (470). Y es, por ello, el modelo más perfecto quetenemos para nuestro vivir. Posee un alma racional humana con su inteligencia y su voluntad, capaz por lo tanto deconocer y de amar al modo humano. Ese conocimiento humano se desenvolvía en lascondiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo, progresaba, y adquiríaelementos de manera experimental. Pero, al mismo tiempo, este conocimientoverdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona, enparticular lo que se refiere al conocimiento íntimo e inmediato que el Hijo de Dios hechohombre tiene de su Padre, la penetración de los pensamientos secretos del corazón de loshombres y la plenitud de ciencia de los designios eternos que había venido a revelar (472-474). En cuanto a la voluntad, “la Iglesia confesó en el VI Concilio Ecuménico que Cristoposee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas sino

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cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha queridohumanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo paranuestra salvación” (475). Como hombre, también posee un cuerpo, con sus rasgos propios y sus sentimientos. Porello, se puede pintar la faz humana de Jesús y es legítimo representarlo en imágenessagradas: “la persona divina del Hijo de Dios ha hecho suyos los rasgos de su propiocuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden servenerados porque el creyente que venera su imagen, venera a la persona representada enella” (476-477).

3 – El Corazón del Verbo Encarnado La singular condición de Jesús de Nazareth, Dios y hombre a la vez, ha hecho que,durante su vida, su agonía y su pasión, nos haya conocido y amado a todos y a cada unode nosotros y se haya entregado por cada uno de nosotros: El Hijo de Dios me amó y seentregó a sí mismo por mí. Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, elsagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, esconsiderado como el principal indicador y símbolo del amor con que el divino Redentorama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (478).

4 – Conclusión “Nuestro gran Señor, permaneciendo en su naturaleza, nació como niño según la carne,creció en determinados tiempos y se desarrolló según la carne, para que nosotrospequeños en el espíritu, prácticamente una nada, naciéramos espiritualmente y creciéramossegún la sucesión y el progreso de las edades espirituales. Así, su progreso corporal esnuestro progreso espiritual; y todas las cosas que Él ha hecho en diversas edades, serealizan en nosotros a través de cada uno de los grados del progreso. Que su nacimientocorporal, entonces, sea el modelo de nuestro nacimiento espiritual, es decir de la santaconversión; la persecución que Él sufrió de parte de Herodes es un símbolo de lastentaciones que sufrimos del diablo al principio de nuestra conversión; su crecimiento enNazareth, represente nuestro progreso en la virtud” (S. Elredo de Rielvaux, De Iesu duodec.2).

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CatIC 534.2221-2231.2599 C-Nav-Sag. Familia Lc 2,41-52 / 1Sam 1,20-22.24-28 / Sal 84 / 1Jn 3,1-2.21-24

OS HE DADO EJEMPLO

El hallazgo de Jesús en el Templo, misterio cuya proclamación acabamos de leer, “es elúnico suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús”(534). De los treinta años que Jesús vivió hasta comenzar su ministerio público no sabemosprácticamente nada, excepto este brevísimo relato. Sin embargo, lo que se nos revela aquíes de mucho fruto para cada uno en particular y para los padres y madres de familia demanera especial.

1 - ¿No sabíais que me deboa los asuntos de mi Padre?

El hecho de que este episodio haya tenido lugar a los doce años no es una meracoincidencia, ya que alrededor de esa edad, en la actualidad a los trece años, existe entrelos judíos un rito llamado “bar mitzvah” expresión que significa “hijo del mandamiento”.Conforme a la legislación judía, a esa edad una persona es considerada suficientementemadura para conocer y practicar los mandamientos de Dios, es decir, para ser responsablepor la búsqueda y el cumplimiento de la voluntad de Dios. De esta manera, las palabras de Jesús toman, si cabe, un valor mayor. Dice el catecismo:“aquí comienza a revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: laoración filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijoúnico en su Humanidad, con los hombres y a favor de ellos” (2599). En las últimas celebraciones que hemos tenido, en particular el último domingo previoa la Navidad, hemos tenido ocasión de remarcar cómo es necesario que aprendamos aadquirir las disposiciones espirituales, las cuales se sintetizan en una auténtica oración (cf.4º domingo de Adviento). Y en la solemnidad de Navidad hemos señalado que Jesús es elEmmanuel, el Dios que ha querido venir hacia nosotros y permanecer entre nosotros paraque nosotros aprendamos cómo hemos de vivir. En esta fiesta de hoy tenemos entoncesque Jesús nos comienza a mostrar concretamente esa disposición presente en su corazón.Por eso dice los asuntos de mi Padre. Sin duda que, después de este episodio, la actitud de la Virgen y san José debe habersido todavía más cuidadosa, si es que era factible. El catecismo mismo nos advierte de laimportancia de este misterio: “El Hijo de Dios hecho Hijo de la Virgen aprendió a orarconforme a su corazón de hombre. Y lo hizo de su madre que conservaba todas lasmaravillas del Todopoderoso y las meditaba en su corazón. Lo aprende en las palabras y enlos ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su

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oración brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de los doceaños…” (2599). Sin duda que el misterio escapaba también a sus padres: no entendieron lo queles dijo.

2 – ¿Por qué nos has hecho esto? Sin embargo, su proceso de crecimiento, desarrollo y maduración no estaba todavíacompleto, por lo cual, como nos dice el evangelio, fue a Nazareth y les era obediente y Jesúscrecía en sabiduría y edad y gracia. Con esta actitud nos da otra gran enseñanza, pero esta vezacerca de la conciencia que deben tener los padres en su tarea de educar un hijo. Y es que, aún con doce años y aún siendo Jesús, el Verbo Encarnado, siguen siendotodavía los padres los primeros responsables de la educación. Precisamente por tener unanaturaleza humana es necesaria la acción de la Virgen y san José: “El papel de los padresen la educación tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse”, dice elcatecismo; y Jesús no quiso sustraerse a esta ley de la naturaleza humana. Por otra parte, Jesús nos enseña qué consideración debemos tener hacia los hijos: “Lospadres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personashumanas”. Y añade: “han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios,mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre en los cielos” (2222). QueJosé y María cumplían la voluntad de Dios aparece de manifiesto en el evangelio de hoy alseñalar que iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de Pascua. La responsabilidad asumida por san José y la Virgen cuando les fue dicho (por separado)de la concepción y nacimiento de Jesús aparece de manifiesto en las palabras de la Virgen:¿por qué nos has hecho esto? Análogamente, por la gracia del sacramento del matrimonio, lospadres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde suprimera edad, tienen que iniciarlos en los misterios de la fe; desde su más tierna infanciadeben asociarlos a la vida de la Iglesia. En el transcurso del crecimiento, el mismo respetoy la misma dedicación llevan a los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente de surazón y de su libertad (cf. 2225-2228). Por supuesto, siempre atentos, como nos lomuestran las palabras de la Virgen, a evitar cualquier extravío; o sea, como lo dice lamisma palabra, la pérdida del camino [extra-via: fuera del camino].

3 – Crecía en sabiduría, edad y gracia Hay un último elemento que no podemos pasar por alto. Hemos escuchado que elevangelio señala que el crecimiento de Jesús era algo armonioso, en todas sus dimensiones,o sea, física, sicológica y espiritualmente: edad, sabiduría y gracia. Y es que la naturalezahumana es de una complejidad cada día más sorprendente, ya que el desarrollo de lasdiversas capacidades supone un adecuado desenvolvimiento en su momento preciso. Así,por ejemplo, se sabe que una inadecuada nutrición que afecte el desarrollo del cerebro enlos primeros años de vida afectará necesariamente el desarrollo intelectual del hijo. Demanera semejante, la falta de afecto balanceado va a llevar al niño a desequilibrios quepueden resultar odiosos como el narcisismo. La misma vida espiritual se ve condicionada

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por lo que uno absorbe de niño: ¿cómo se le puede explicar a alguien que Dios es unPadre si su experiencia en este campo ha sido devastadora quizás por abandono,alcoholismo o lo que sea? Y, si bien es cierto, que la gracia sana y eleva la naturaleza,también es cierto que la gracia supone la naturaleza. De allí que la actividad de los padres en la educación de los hijos debe atender estosaspectos, especialmente en la preocupación por la constitución de un hogar. Escuchemoslas profundas apreciaciones del catecismo: “Los padres son los primeros responsables dela educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de unhogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado sonnorma. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere elaprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de todalibertad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensionesmateriales e instintivas a las interiores y espirituales. Es una grave responsabilidad para lospadres dar buenos ejemplos a sus hijos… El hogar constituye un medio natural para lainiciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Lospadres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones queamenazan a las sociedades humanas… En cuanto sea posible, tienen el deber de elegir lasescuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos…” (2223-2224.2229). Y,por último, aconsejarlos prudentemente, ayudándolos con consejos juiciosos, en cuanto ala elección de su profesión y estado de vida, cuidando de no presionar indebidamente perotambién de no desentenderse olímpicamente (2230).

4 – Conclusión Para concluir, queridos hermanos, recojamos las palabras de Cristo en este día paraconvertirlas en nuestras propias palabras, dado que también nosotros somos hijos de Dios:debo ocuparme de los asuntos de mi Padre. Por eso dijo san Bernardo: “no hay nada que sea deinterés de Dios que no me interese también a mí”. Y en ese interés ocupa un lugarprimordial la educación de las personas humanas en todos los ámbitos posibles, peroparticularmente en la familia. Aprendamos de María a conservar estas cosas en el corazón.

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CatIC 484-486.512-518 C-Nav-1 Enero Lc 2,16-21 / Nm 6,22-27 / Sal 67 / Gal4, 4-7

COMPREHENDER

Queridos hermanos, en este día son varios los motivos que tenemos para celebrar yreflexionar. En efecto, hoy se celebra la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, almismo tiempo que la imposición del nombre de Jesús al niño recién nacido y la jornadamundial de oración por la paz. Y todo esto coincide con el inicio de un nuevo año civil.

1 – En el nombre de Jesús Es particularmente significativo que el nuevo año civil coincida con la imposición delnombre de Jesús al pequeño, nacido hace apenas una semana. Para nosotros, cristianos, estotiene un valor especial que nos lo señala la segunda lectura, tomada de la carta a losGálatas. Dice san Pablo: al cumplirse la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, nacido de unamujer…La plenitud de los tiempos, es decir, el cumplimiento de las promesas y de lospreparativos. La venida de Jesús inaugura una nueva condición: para que recibiéramos el ser hijosadoptivos. Y la prueba de que somos hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo.La plenitud de los tiempos implica entonces esta doble misión, la del Hijo y la del Espíritu. Ya en la Anunciación a María se hace presente esta doble misión: “El Espíritu Santofue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, Él quees el Señor que da la vida, haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en unahumanidad tomada de la suya. El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre enel seno de la Virgen María, es Cristo, es decir el ungido por el Espíritu Santo, desde elprincipio de su existencia humana…” (485-486). Pero esta condición no era algoinmediatamente evidente, sino algo que iría manifestándose progresivamente en eldesarrollo de su vida. Esta progresiva manifestación exige, de nuestra parte, una atentaconsideración para poder captar la profundidad del misterio que se realiza en la plenitud delos tiempos.

2 – Estupor y atesoramiento El evangelio que hemos escuchado hoy nos muestra las diferentes actitudes ante elmisterio. Por un lado podemos ver el estupor, el asombro que aparece en cuantosescuchaban lo que los pastores le narraban; los mismos pastores, al contemplar el hecho,retornaron alabando y glorificando a Dios. Pero quien presenta la actitud más profunda es, sinduda, la Virgen María. San Lucas dice que ella conservaba todas estas cosas en su corazón. Es lasegunda vez que escuchamos esto, ya que en el evangelio de la fiesta de la Sagrada Familiahemos escuchado la misma indicación respecto de la Virgen.

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El detalle que trae san Lucas sobre esta actitud de la Virgen tiene algunasconnotaciones especialmente profundas. El texto habla de una actitud de la Virgen comode conservar algo (syn-tereo), como si se tratase de custodiar un tesoro, o sea un conjuntode riquezas; pero también señala que no se trata de un simple dejar en depósito, sino dealgo más profundo, ya que dice que ella coloca juntas (syn-ballousa) todas estas cosas, o sea comobuscando encontrar el diseño profundo de estas realidades que ella contempla, cómo serelacionan entre sí. Y todo eso lo hace en su corazón, es decir en lo más profundo de su ser.Como vemos, la Virgen no se queda simplemente en el asombro, en el estupor, como losdemás, sino que añade una disposición de atención y reflexión, convirtiéndose así en elmodelo del creyente que, en el asombro, trata de penetrar y relacionar los fragmentos deun todo a la luz de Dios. Sin duda que esta actitud de la Virgen fue una constante a lo largo de toda la vida de suHijo, ella que tuvo la dicha de poder contemplar día tras día la maravilla de Jesús. Anosotros nos gustaría, muy probablemente, poder conocer más de su vida terrena, tantascosas que no figuran en los evangelios. A este respecto, el catecismo incluso hace unaobservación: “respecto a la vida de Cristo, el Símbolo de la Fe no habla más que de losmisterios de la Encarnación (concepción y nacimiento) y de la Pascua (pasión, crucifixión,muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión). No dice nadaexplícitamente de los misterios de la vida oculta y pública de Jesús, pero los artículos de lafe referentes a la Encarnación y a la Pascua de Jesús iluminan toda la vida terrena deCristo…” (512). En síntesis, lo que tenemos en los evangelios es suficiente para nuestrafe, que es lo que realmente importa en relación a Cristo (cf. 514). Lo que sí es importante es que aprendamos a contemplar a Jesús, porque “desde lospañales de su natividad hasta el vinagre de su Pasión y el sudario de su Resurrección, todoen la vida de Jesús es signo de su misterio… Su humanidad aparece así como elsacramento, es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvación que traeconsigo: lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de sufiliación divina y de su misión redentora” (515).

3 – Riqueza del misterio de Cristo ¿Qué consideraría María en esa su profunda contemplación y atesoramiento? Elcatecismo, de manera muy escueta, nos señala lo que se nos brinda en la vida de Jesús (cf.516-518): - Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silenciosy sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Quien me ve a mí, ve al Padre. - Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. - Toda la vida de Cristo es Misterio de Recapitulación: todo lo que Jesús hizo, dijo ysufrió, tuvo como finalidad restablecer al hombre caído… Es decir que, en primer lugar, podemos contemplar a cada paso de Cristo como Él nosrevela al Padre, lo que nos enseña acerca del Padre Celestial, cómo nos redime, nos libera

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de la esclavitud del pecado y de nuestras pasiones desordenadas, y cómo nos reconstituyeen nuestra condición primera, restableciendo nuestra unión fundamental con Dios. Pero hay todavía más cosas que podemos considerar, ya que Cristo no vivió sólo paraÉl, sino que vivió para nosotros y quiere que nosotros vivamos con Él y para Él. Por esoes que Cristo, hombre perfecto, es también nuestro modelo: “con su anonadamiento, nosha dado un ejemplo que imitar; con su oración atrae a la oración; con su pobreza, llama aaceptar libremente la privación y las persecuciones” (520). No sólo es nuestro modelo, sino que, como dijimos, quiere que vivamos en Él y paraÉl: “estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar encuanto miembros de su Cuerpo, en lo que Él vivió en su carne por nosotros y comomodelo nuestro” (521). Por eso decía san Juan Eudes: “debemos continuar y cumplir ennosotros los estados y Misterios de Jesús, y pedirle con frecuencia que los realice y lleva aplenitud en nosotros y en toda su Iglesia…Porque el Hijo de Dios tiene el designio dehacer participar y de extender y continuar sus Misterios en nosotros y en toda su Iglesiapor las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotrosgracias a estos Misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros”. Para quevivamos todo esto es que recibimos en nuestros corazones su propio Espíritu por el quedecimos Abbá, Padre (cf. 2ª lectura).

4 – Conclusión Queridos hermanos, comenzamos un nuevo año. Comencémoslo invocando el nombrede Jesús y recibiendo el Espíritu de Jesús. Recojamos la enseñanza que nos brinda laVirgen, cómo ella se dispone, respetuosa del misterio y al mismo tiempo abierta a la luz,atenta a cada palabra y hecho que podían instruirla en su tarea de colaboradora en la obrade su Hijo. Digámosle con san Ildefonso de Toledo: “te ruego, te ruego, santa Virgen, queyo tenga a Jesús por aquel Espíritu por el cual tú lo engendraste; que mi alma acoja a Jesúspor aquel Espíritu por el cual tu carne lo concibió, que me sea concedido conocer a Jesúspor aquel Espíritu por el cual te fue dado conocer, tener y alumbrar a Jesús” (La virginidadperpetua de María XII).

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CatIC 1691-1698 C-Nav-2 Jn 1,1-14 / Eclo 24,1-2.8-12 / Sal 147 / Ef 1,3-4.5-6.15-16

LA VIDA EN CRISTO

Las lecturas de este día nos permiten reflexionar más profundamente sobre losmisterios que hemos celebrado recientemente.

1 – Los motivos de la Encarnación Hemos escuchado en el evangelio: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. ¿Para quévino a habitar entre nosotros? Nos responde San Ireneo: “tal es la razón por la que elVerbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, hijo del hombre: para que el hombre, al entrar encomunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios”(en 460). Es lo mismo que hemos escuchado en la segunda lectura: Bendito sea Dios... Él nospredestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo. Y en vistas del enorme don que nos esconcedido en Jesús, concluye el apóstol: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de lagloria... Él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sidollamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos. Vale la pena saber quecuando san Pablo escribió estas cosas no era precisamente en un momento de tranquilidadni de triunfos, sino que se encontraba en la cárcel, con lo que eran en ese entonces lascárceles. Y en esas condiciones no vacila en proclamar bendito sea Dios... etc. Ser hijos de Dios. ¡Qué don inapreciable el que nos trajo Jesucristo! Consideremoscómo se enorgullecen tantas personas de su apellido ilustre, famoso. Consideremosnosotros, entonces, cómo hemos de comportarnos para hacer honor al apellido recibido eldía de nuestro bautismo: hijos de Dios.

2 – El Hijo nos enseña a ser hijos Precisamente, cada vez que nosotros rezamos el Credo, al proclamar nuestra fe, nosestamos recordando a nosotros mismos y recordando a aquellos que comparten lacelebración, que hemos sido creados, redimidos y santificados (cf. 1692). Y “lo que confiesa la fe, los sacramentos lo comunican: por los sacramentos, loscristianos han llegado a ser hijos de Dios” (1692). Como consecuencia de ello, “los cristianos, reconociendo en la fe su nueva dignidad,son llamados a llevar en adelante una vida digna del Evangelio de Cristo. Por los sacramentos yla oración reciben la gracia de Cristo y los dones de su Espíritu que les capacitan paraello” (1692).

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¿Qué significa llevar una vida digna del Evangelio de Cristo? Significa andar como Élanduvo, conformar los pensamientos, las palabras y las acciones con los sentimientos que tuvoCristo y siguiendo sus ejemplos (cf. 1694). “La referencia primera y última... será siempreJesucristo que es el camino, la verdad y la vida. Contemplándole en la fe, los fieles de Cristopueden esperar que Él realice en ellos sus promesas, y que amándolo con el amor con queÉl nos ha amado realicen las obras que corresponden a su dignidad” (1698). Mi vida esCristo (Fil 1, 21). Así nos aconseja san Juan Eudes que hagamos: “Os ruego que penséis que Jesucristo,Nuestro Señor, es vuestra verdadera Cabeza, y que vosotros sois uno de sus miembros. Éles con relación a vosotros lo que la cabeza es con relación a sus miembros; todo lo que essuyo es vuestro, su espíritu, su Corazón, su cuerpo, su alma y todas sus facultades, ydebéis usar de ellos como de cosas que son vuestras, para servir, alabar, amar y glorificar aDios. Vosotros sois de Él como los miembros lo son de su cabeza. Así desea Élardientemente usar de todo lo que hay en vosotros, para el servicio y la gloria de su Padre,como de cosas que son de Él” (en 1698).

3 – La acción del Espíritu Santo ¿Cómo se logra esto? Aquí entra en acción la tercera persona de la Santísima Trinidad, ala cual, como hemos dicho, dedicaremos nuestra atención especialmente este año litúrgico,ya que es ella la que tiene a cargo conducirnos: “Justificados en el nombre del Señor Jesucristo y enel Espíritu de nuestro Dios, santificados y llamados a ser santos, los cristianos se convierten en eltemplo del Espíritu Santo. Este Espíritu del Hijo les enseña a orar al Padre y, haciéndose vidaen ellos, les hace obrar para dar los frutos del Espíritu por la caridad operante. Sanando lasheridas del pecado, el Espíritu Santo nos renueva interiormente mediante unatransformación espiritual, nos ilumina y nos fortalece para vivir como hijos de la luz...”(1695). El catecismo llama al Espíritu Santo, “Maestro interior de la vida según Cristo, dulcehuésped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida” (1697). Debemos,por lo tanto, cultivar en nuestros corazones las disposiciones necesarias para poderescuchar a este huésped tan especial que viene a habitar en nosotros. Entre todas esasdisposiciones, es necesario tener un especial cuidado en cultivar el silencio necesario paraescucharlo, silencio externo e interno.

4 – Conclusión Nos recuerda san León Magno: “Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahoraparticipas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada.Recuerda a qué Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres miembro. Acuérdate de que hassido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios”(en 1691). Nuestro mundo necesita más que nunca ver a Cristo, oír a Cristo. ¿Cómo es posible queeso se realice? Precisamente a través nuestro. De allí la importancia de que andemos como

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Él anduvo.

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CatIC 2566-2569.2096-2097 C-Nav-Epifanía Mt 2,1-12 / Is 60,1-6 / Sal 71 / Ef 3,2-3a.5-6

ADORACIÓN DE LOS MAGOS

El misterio que hoy celebramos, queridos hermanos, nos permite avanzar más en laconsideración de lo que hemos de hacer para dejarnos guiar en la vida espiritual. Ya hemosdicho que, en el presente litúrgico, las lecturas nos permitirán ir considerando cómo esque el Espíritu Santo nos dirige y qué hemos de hacer nosotros para no oponernos a suacción. Hoy tenemos un ejemplo magnífico para ver esto.

1 – Los personajes Observemos qué actitudes diferentes asumen los distintos personajes que nos refiere elevangelio. Por un lado están los magos quienes, habiendo visto, según declaran, la estrella,se ponen en camino: hemos visto su estrella y hemos venido a adorarlo. Por otra parte, tenemos a Herodes que era en ese momento quien gobernaba elterritorio de los judíos. Herodes no era de origen judío, pero había llegado al poder graciasa su astucia y se había mantenido en él sacando de en medio quienquiera que le pareciesepeligroso. Sabemos que incluso mandó matar a algunos de sus propios hijos y de susesposas porque tenía sospechas de que estaban confabulando contra él. Lo mismointentará hacer con Jesús. O sea, todo su interés respecto de Jesucristo era evitar que lequitase poder temporal. Finalmente, están los sabios de Jerusalén, aquellos que les indican a los magos el lugardonde podrían encontrar al Rey de los Judíos. Hombres cultos, conocedores de las SagradasEscrituras, capaces de indicar a los demás en dónde podían hallar la Verdad, pero,paradójicamente, ellos no se sienten suficientemente llamados. ¿Hubo quizás orgullointelectual? Puede ser. El hecho es que ellos no van hacia Jesucristo.

2 – Los Magos de Oriente Detengámonos a considerar aquellos que sí llegaron hasta Jesús y que lo hicierondebiendo vencer varias dificultades, ya que eran extranjeros y no poseían el conocimientocompleto para llegar hasta Jesús, por lo cual tuvieron que preguntar. Lo primero que llama la atención es cómo Dios los atrae. Hemos visto su estrella, dicen. Esun simple elemento natural, pero nos muestra cómo Dios busca al hombre. Dice elcatecismo: “Olvide el hombre a su Creador o se esconda lejos de su Faz, corra detrás desus ídolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llamaincansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Esta iniciativa deamor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre

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una respuesta. A medida que Dios se revela, y revela al hombre a sí mismo, la oraciónaparece como un llamamiento recíproco, un hondo acontecimiento de Alianza. A través depalabras y de acciones, tiene lugar un trance que compromete el corazón humano” (2567).Evidentemente, el encuentro final de los magos con Jesús fue posible, no sólo por laintervención divina, sino también por la fidelidad de los Magos en prestar atención yseguir el llamado divino, expresado a través de la estrella. De hecho, después de haber identificado la estrella y su llamado, los Magos debentodavía realizar un segundo paso que pone de manifiesto su humildad y es el hecho detener que consultar para conocer concretamente el lugar. Tuvieron la suficiente humildadcomo para pedir la guía necesaria cuando faltaba la estrella. Aquí vemos cómo Dios nodeja de proveer los medios necesarios para encontrarlo si el hombre no renuncia a esediálogo con Dios. “En su alianza indefectible con todos los seres vivientes, Dios llamasiempre a los hombres a orar”; “la oración se vive primeramente a partir de las realidadesde la creación. Los nueve primeros capítulos del Génesis describen esta relación con Dioscomo ofrenda por Abel de los primogénitos de su rebaño, como invocación del nombredivino por Enós, como marcha con Dios. Esta cualidad de la oración es vivida, en todas lasreligiones, por una muchedumbre de hombres piadosos” (2569). Sin duda que los donespresentados por los magos buscan también expresar esa relación con Dios. Y es que el hombre, habiendo sido llamado por Dios, por la creación, de la nada a laexistencia, e incluso después de haber perdido, por su pecado, su semejanza con Dios,conserva el deseo de Aquel que le llama a la existencia. “Todas las religiones dantestimonio de esta búsqueda esencial de los hombres” (2566), a tal punto que “la oraciónestá unida a la historia de los hombres; es la relación a Dios en los acontecimientos de lahistoria humana” (2568). Y la Epifanía es el elogio de la voluntad universal por la cualtodos los hombres están llamados a ser uno en Cristo (cf. 2ª lectura). Podemos apreciar, enconsecuencia, los pasos seguidos por los Magos que son los pasos de la humanidad:primero la religión natural, luego la revelación dada al pueblo judío y, finalmente, larevelación brindada en Jesús. Los Magos, entonces, nos enseñan que hemos de aprender a ver y a escuchar. ¡Cuántasestrellas se ven en el cielo! Pero ellos vieron la que importaba. ¡Cuántas cosas se escuchana diario! Pero ellos escucharon a quienes importaba, a los que en ese momento tenían ensus manos la revelación de Dios, los sabios de Jerusalén que supieron interpretarles elAntiguo Testamento.

3 – La Adoración, acción fundamental Cuando llegan a donde está Jesús, vieron al niño con su madre María y postrándose lo adoraron.El gesto que realizan es de un significado enorme. El acto de postración era un gesto queexpresaba el total sometimiento a otro. Así, por ejemplo, podemos verlo incluso enbajorrelieves en los cuales se puede apreciar como un rey vencedor apoya su pie sobre laespalda del rey vencido y postrado ante él, dando a entender ese acto de total sumisión.

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Trasladado al ámbito religioso, la postración es el gesto externo que busca expresar dela manera más acabada posible, el acto interior de la adoración: “la adoración es el primeracto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador ySalvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso…Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la ‘nada de la criatura’, quesólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo…” (2096-2097). Los Magos no tienen ninguna vergüenza en reconocer al niño. Ante el propio Herodesdicen: hemos venido a adorarlo. Hecho esto se vuelven porque habían logrado su objetivo,que es mucho más profundo de lo que se percibe a primera vista. El catecismo lo señalacon estas palabras: “la adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre símismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo”. ¡Casi nada! Pero debe serun acto que brote desde lo más profundo del corazón humano. Un acto por el cual sereconoce a Dios no sólo como Creador sino también como Redentor, como Salvador. Poreso es que el martirio es el acto supremo de adoración, ya que se acepta la muertereconociendo en Cristo a quien libera incluso del poder de la muerte.

4 – Conclusión Recojamos, queridos hermanos, la fecunda enseñanza que nos brinda el misterio de laEpifanía que hoy celebramos. Postrémonos, como los Magos, ante el niño que nospresenta la Madre, reconociendo en Él al único capaz de liberar auténtica y genuinamenteal hombre, ya que es el único que puede desatar la ligadura profunda del pecado. “Por lotanto, queridos míos, considerada la inefable abundancia de los dones divinos que se noshan concedido, debemos hacernos cooperadores de la gracia de Dios que obra ennosotros. El reino de Dios no está hecho para quien duerme, como la felicidad eterna noes dada a quien entristece en el ocio y la pereza”, nos exhorta san León Magno (Sermo Vsobre Epifanía).

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TIEMPO DE CUARESMA

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CatIC 2846-2849 C-Cuar-1 Lc 4,1-13 / Dt 26,4-10 / Sal 91 / Ro 10,8-13

VIDA ESPIRITUAL: LA ASCÉTICA

Las tentaciones y pruebas son parte normal de nuestra vida. ¿Quién de nosotros puededecir que no sufre tentaciones y pruebas? Más aún, es necesario que existan.

1 – Las Tentaciones según la Providencia Divina La primera lectura presenta de manera figurativa (tipológica) lo que tiene lugar connosotros. Es un hermoso resumen de la historia de la salvación. Ante todo, “coloca ensituación” = ¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy?. Y luego expresa el misterio:lo que en el pueblo judío se dio de manera más “material” (liberación de la esclavitudfísica) en nosotros se da de manera espiritual (liberación de la esclavitud espiritual). Y asícomo el pueblo judío, antes de entrar en la tierra prometida, tuvo que pasar cuarenta añosen el desierto para purificarse y recién entonces pudo entrar, así también es necesario quenosotros, en nuestro peregrinar por esta tierra, nos purifiquemos para entrar en el cielo.Eso es lo que nos recuerda la Cuaresma, este período de cuarenta días en los cuales nospreparamos para vivir dignamente la Pascua. “Este número [cuarenta] es el símbolo de estavida laboriosa, durante la cual conducidos por Cristo nuestro Rey, luchamos contra eldiablo. Este número significa la vida temporal” (san Agustín). En este proceso de purificación, es decir de desprendimiento de todo aquello que seopone a una caridad justa y recta, perfecta, las tentaciones tienen un papel primordial.Ellas son ocasión de que uno pueda como “demostrar” cuál es el verdadero interés denuestro corazón, que es lo que realmente ama, qué cosa prefiere en la elección: “Noentrar en la tentación implica una decisión del corazón: Porque donde esté tu tesoro allí tambiénestará tu corazón...” (2848). Y añade Orígenes: “en algo la tentación es buena. Todos, menosDios, ignoran lo que nuestra alma ha recibido de Dios, incluso nosotros. Pero la tentaciónla manifiesta para enseñarnos a conocernos, y así, descubrirnos nuestra miseria yobligarnos a dar gracias por los bienes que la tentación nos ha manifestado” (en 2847). Por eso dice san Agustín “nuestra vida en esta peregrinación no puede existir sin latentación, porque nuestro provecho se obtiene a través de nuestra tentación. No puedeconocerse a sí mismo sino quien es tentado [= probado], ni puede ser coronado si novence, ni puede vencer si no combate, ni puede combatir si no tiene enemigo ytentaciones” (Enarr in Ps 60).

2 – La guía del Espíritu Santo Ya hemos dicho otras veces que la vida del cristiano es la vida conforme al Espíritu: sivivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu (Ga 5,25). Observemos en este

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episodio que acabamos de leer, que es el mismo Espíritu Santo el que guía a Jesús para sertentado, es decir, para ser probado. En efecto, dice el evangelio que Cristo era conducido porel Espíritu. Esta es justamente la condición de los hijos de Dios: todos los que son guiados por elEspíritu de Dios son hijos de Dios (Ro 8,14): “El Espíritu Santo nos hace discernir entre laprueba, necesaria para el crecimiento del hombre interior en orden a una virtud probada, y latentación que conduce al pecado y a la muerte... el discernimiento desenmascara la mentirade la tentación: aparentemente su objeto es bueno, seductor a la vista, deseable, mientras que, enrealidad, su fruto es la muerte” (2847). Las tentaciones que padece Cristo engloban todo tipo de tentación: acabada toda clase detentación (Lc 4,13), a lo cual comenta san Juan Crisóstomo: “Lucas afirma que lastentaciones fueron consumadas, porque, en efecto, aquellas tres de gula, vanagloria yambición compendian todas las principales”. En efecto, estas tres clases encierran todosaquellos bienes que, no siendo Dios, pueden cautivar el corazón del hombre. Así tenemoslos bienes del cuerpo, los bienes exteriores y los bienes del alma. Es decir, los placerescorporales, las riquezas materiales y la excelencia espiritual. Cristo no niega la bondad deestos bienes, pero nos enseña que ni pueden ocupar el primer lugar ni pueden serbuscados de manera desordenada. Y para mostrarnos cómo hemos de “permanecer fieles alas promesas de nuestro bautismo y resistir a las tentaciones”, qué “medios” hemos deusar, el mismo Cristo quiso ser nuestro modelo. San Agustín: “Si en Él [= Cristo] nosotrossomos tentados, en Él vencemos al diablo. Te fijas que Cristo es tentado, ¿y no observasque vence? Reconócete tentado en Él y reconócete vencedor en Él. Hubiera podidoapartar al diablo de Él, pero, si no hubiese sido tentado, no te hubiese enseñado cómovencer siendo tentado” (Enarr in Ps 60).

3 – Las respuestas de Cristo ¿Cómo lo vence? Demos atención a las respuestas de Cristo, ya que las tres respuestasde Cristo son tres reglas para nuestra vida espiritual. - No sólo de pan: reconocer la dimensión espiritual del hombre, tomar conciencia de elloy, por ende, conocer lo que Dios enseña: Sagrada Escritura, escritos de los santos,Magisterio de la Iglesia. Así como hay alimentos que hacen bien y alimentos que hacenmal, también hay doctrinas y enseñanzas que hacen bien y otras que hacen mal. Enrelación con esto decimos que el Magisterio de la Iglesia es infalible en cuestiones de fe ymoral. ¿Qué significa esto? Que jamás el Magisterio de la Iglesia podrá enseñar algo quesea dañino para la salud espiritual de los hombres... - Adorar sólo a Dios: habiendo reconocido la realidad espiritual, en segundo lugar hayque reconocer la primacía de Dios en todas las cosas del universo. Nuestra voluntad ynuestro querer deben tender sólo a Él. “La conversión nos habla de la necesidad dereconocer la primacía de Dios en nuestra vida individual y en el mundo” (Juan Pablo II). - No tentar a Dios: hacer todo lo que debemos hacer y no pedir a Dios cosasextraordinarias para conservar nuestra salud espiritual (vale la pena que indiquemos aquí

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de dónde extrae nuestro Señor la respuesta que da al demonio: episodio de la fuente deMeribá... Meribá significa “disputa, litigio” ¿por qué ese nombre? Por la actitud del pueblojudío, que realiza una grave falta de respeto a Dios, queriendo sujetarlo a sus pretensiones.¿El Señor está con nosotros o no? = que Dios muestre que está con nosotros dándonos el aguade modo milagroso). Por eso el Catecismo, entre los medios que menciona para resistir alas tentaciones recuerda: la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de lasvirtudes morales y la fidelidad a la oración (cf. 2340). Dicho de otro modo: hacer lo quedebemos hacer. Notemos, por último, el modo como Cristo actúa frente al demonio: en ningúnmomento dialoga, como lo hiciera Eva en el Paraíso, sino que responde de manera taxativa:está escrito. Es decir, ya lo ha dicho Dios, es suficiente.

4 – Conclusión

Por lo tanto, queridos hermanos, Cristo, hijo de Dios pero también hombre[1]

nosmuestra cómo hemos de conducirnos para que nuestro peregrinar por este mundo tengaun final feliz. “Ahora subimos a Jerusalén (Mc 10,33). Mediante estas palabras el Señor invita alos discípulos a recorrer junto a Él el camino que partiendo de Galilea conduce hasta ellugar donde se consumará su misión redentora. Este camino a Jerusalén, que losevangelistas presentan como la culminación del itinerario terreno de Jesús, constituye elmodelo de vida del cristiano, comprometido a seguir al Maestro en la vía de la Cruz” (JuanPablo II, Mensaje para la Cuaresma 2001). También nosotros hemos de ser conducidos por el Espíritu Santo y hemos de combatirpara llegar a nuestro destino eterno. Para ello rezamos cada día no nos dejes caer en la tentación:“Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues estamosempeñados en el combate entre la carne y el Espíritu... este combate y esta victoria sólo sonposibles con la oración. Por medio de su oración, Jesús es vencedor del Tentador, desde elprincipio y en el último combate de su agonía. En esta petición a nuestro Padre, Cristo nosune a su combate y a su agonía...” (2846.2849). Si permanecemos fieles a las promesas que hicimos el día de nuestro Bautismo, no hayduda alguna que entraremos en el Cielo. “Vemos al Señor, antes de su muerte, tentado porel demonio y ayunando rigurosamente durante cuarenta días. Le vemos otros cuarenta días,glorioso, comiendo y bebiendo con sus apóstoles. He aquí dos épocas que representannuestra vida. Vida de tentación y de penitencia la primera que, si se parece a la de Cristo,nos llevará a la segunda vida, la vida gloriosa...” (san Agustín).

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CatIC 2011-2016 C-Cuar-2 Lc 9,28b-36 / Gn 15,5-12.17-18 / Sal 27 / Flp 3,17 – 4,1

VIDA ESPIRITUAL: LA MISTICA

En el evangelio del domingo pasado, cuando contemplábamos las tentaciones de Cristo,veíamos el aspecto más visible o tangible de nuestra condición. Las tentaciones son partenormal de nuestra vida, es necesario que existan y que combatamos. Si nos quedásemos sólo con este aspecto de la vida cristiana, tendríamos una visióndeformada de lo que es ser hijo de Dios. El evangelio de hoy nos enseña un aspectomucho más profundo y esencial de nuestra vida espiritual, que es nuestra transformaciónen Cristo: sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman... a los que deantemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo (Ro 8,28-30; en 2012). El evangelio del domingo pasado nos presentaba a Cristo conducido por el Espíritu. Asítambién nosotros: los que son guiados por el Espíritu, esos son hijos de Dios (Ro 8,14).

1 – ¿Dónde somos conducidos por el Espíritu? Dice la liturgia: “en la gloriosa transfiguración... has preanunciado nuestra adopcióndefinitiva de hijos” (colecta de la fiesta del 6 de agosto). Esto es algo que comienza arealizarse ya en el bautismo y que alcanzará su culmen en la gloria: Él transfigurará estemiserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo (2ª lectura); esta transformaciónpresenta un desarrollo continuo y progresivo en esta vida: “el progreso espiritual tiende ala unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama mística, porque participa delmisterio de Cristo... Dios nos llama a todos a esta unión íntima con Él...” (2014). “Por el Bautismo de Jesús fue manifestado el misterio de la primera regeneración:nuestro bautismo; la Transfiguración es el sacramento de la segunda regeneración: nuestrapropia resurrección” (556). En conclusión, el Espíritu Santo nos lleva a identificarnos con Cristo, transformandonuestra existencia. Esto es tan así que “la caridad de Cristo es en nosotros la fuente detodos nuestros méritos ante Dios” (2011). Por ello así rezaba santa Teresita: “tras eldestierro en la tierra espero gozar de ti en la Patria, pero no quiero amontonar méritos parael Cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor… En el atardecer de esta vida compareceréante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que cuentes mis obras. Todasnuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, quiero revestirme de tu propia Justiciay recibir de tu Amor la posesión eterna de ti mismo…”.

2 – ¿Cómo somos transformados por el Espíritu? ¿Cómo realiza esta tarea de transformación el Espíritu Santo? Observemos cómo se

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realiza el misterio. Dice el evangelio: Cristo se transfiguró mientras oraba. Es decir queesa transfiguración se produjo a través de una acción propiamente espiritual. En nuestro caso, este proceso de transfiguración, que bien podemos llamar cristificación,se realiza fundamentalmente por la acción del Espíritu Santo a través de los sacramentos:“Desde ahora nosotros participamos en la Resurrección del Señor por el Espíritu Santoque actúa en los sacramentos del Cuerpo de Cristo” (556); “esta unión se llama mística,porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos, “los santos misterios”...”(2014). O sea que la vida mística, como lo dice la palabra, es la participación en losmisterios de Cristo [es pertinente que recordemos aquí que la palabra latina“sacramentum” traduce la palabra griega “mysterion”]. Esto nos muestra la gran importancia que tiene, de nuestra parte, el recibir bien lossacramentos, con las correctas disposiciones, es decir con un espíritu atento, dispuesto,consciente de lo que está realizando, de la mejor manera posible.

3 – Ascética y Mística De allí que esta tarea de “cristificación”, aunque sea sobre todo obra de la gracia deDios, requiere también de nuestro esfuerzo: “El camino de la perfección pasa por la cruz.No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf. 2Tim 4). El progreso espiritualimplica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozode las bienaventuranzas” (2015). Así lo comenta un autor contemporáneo: “La obra de ser conducidos a una plenatransfiguración de la propia existencia, de florecer al contacto con la presenciatransfigurante del Señor y del Espíritu, pide una gran paciencia, como lo permite entreverel esfuerzo exigido para subir la montaña de la Transfiguración, el número restringido delos discípulos privilegiados y el sueño apesadumbrante sobre la cima del Tabor... Si sequiere llegar a la cima de la transfiguración que es la santidad, el hombre tendrá necesidadde una lenta ascesis para decantar, unificar y orientar hacia Dios todas las pasiones y lascapacidades que él esconde” (Omelie 318, p.41). Por eso la advertencia de san Pablo que hemos escuchado en la segunda lectura: os lorepito llorando: hay algunos de vosotros que se comportan como enemigos de la Cruz de Cristo... Su fines la perdición.

4 – Conclusión “La Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de Cristo elcual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo. Peroella nos recuerda también que es necesario que pasemos por muchas tribulaciones paraentrar en el Reino de Dios...” (556). De hecho, observemos que el tema de conversaciónde Moisés y Elías con Cristo era su salida de este mundo, o sea la Pasión. Por todo ello, concluye san León Magno: “El ejemplo del Señor invitaba la fe de loscreyentes a comprender que, sin llegar a dudar de la felicidad prometida, debemos, sin

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embargo, en medio de las tentaciones de esta vida, pedir la paciencia antes de la gloria; lafelicidad del Reino no puede, en efecto, preceder el tiempo del sufrimiento” (Sermo 38). Por medio de la cruz, somos ciudadanos del cielo.

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CatIC 1730-1748 C-Cuar-3 Lc 13,1-9 / Ex 3,1-8a.13-15 / Sal 103 / 1Co 10,1-6.10-12

CONVERTIRSE A LA LIBERTAD

En los domingos anteriores de la Cuaresma hemos visto primero cuál es la condicióndel hombre en la tierra, condición de fragilidad y pecado, marcada por las tentaciones ypruebas; posteriormente hemos visto cuál es el destino al que está llamado: sertransformado por la gracia en auténticos Cristos o hijos de Dios. Evidentemente el paso de una a otra condición implica un proceso que es lo quellamamos conversión. En estos domingos restantes de cuaresma veremos de analizar eseproceso para advertir mejor cómo hemos de proceder. Vamos a considerar ese cambio quellamamos conversión en tres momentos: la condición del cambio o la posibilidad decambiar: la libertad, 2) el darse cuenta de qué es lo que hay que cambiar o la conciencia, 3)el elemento eficaz del cambio o sea los hábitos.

1 – Hay conversión si hay libertad En primer lugar ¿es posible cambiar? El evangelio de hoy lo afirma claramente. Dosveces repite Jesús: si no os convertís, todos acabaréis de la misma manera. Y añade una parábolatomada de la tradición sapiencial que nos muestra que debemos dar fruto si no queremosacabar extirpados o desarraigados o arrancados. O sea que se supone que se puedecambiar. Al menos Jesús lo supone. En última instancia de lo que se trata aquí es de la libertad del hombre. Esta condiciónhumana es afirmada por el catecismo siguiendo a la Escritura: “Dios ha creado al hombreracional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio desus actos. Quiso Dios dejar al hombre en manos de su propia decisión, de modo que busque a suCreador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y felizperfección” (1730). ¿Qué es la libertad? “La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, deobrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo accionesdeliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo…” (1731). Es en estacondición donde se encuentra la más profunda semejanza con Dios: “El hombre esracional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos” (san Ireneoen 1730). Es en razón de esto que el catecismo afirma de manera clara: “Toda persona humana,creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre yresponsable. Todo hombre debe prestar a cada cual el respeto al que éste tiene derecho.El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la

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persona humana, especialmente en materia moral y religiosa” (1738). Ahora, en la expresión de Jesucristo hay también una advertencia: si no… pereceréis. ¿Porqué esto? Esto es porque el ejercicio de la libertad hace al hombre responsable de susactos en la medida en que éstos son voluntarios, o sea en la medida en que están sujetos asu dominio y control (cf. 1734-1737).

2 – Pero la Libertad puede conducir a la Esclavitud Una advertencia de este tipo nos pone frente a una realidad: es posible usar mal de lalibertad. Pero, entonces ¿cómo? ¿No es por la libertad que somos imagen de Dios? ¿AcasoDios puede obrar mal? Sin duda que no. Pero nosotros sí, porque nuestro conocimiento eslimitado y “hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que esDios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto, decrecer en perfección o de flaquear y pecar… Se convierte en fuente de alabanza o dereproche, de mérito o de demérito” (1732). Cuando Jesús dice si no os convertís no aclara a qué porque en el ambiente en el que seencontraba se entendía claramente y la tradición evangélica es bien explícita. Esa tradición,ese ambiente, sobrentienden la superioridad del espíritu, o sea la búsqueda del bienconforme a la naturaleza espiritual del hombre por encima de todo. Cuando el hombreolvida esta condición, subvirtiendo el orden correspondiente, se aparta de su propio bieny, paradójicamente pierde el ejercicio pleno de su libertad, precisamente porque declina ensu condición espiritual, deja de lado, de alguna u otra manera, el ejercicio de la razón y dela voluntad. Este drama está claramente expresado en el catecismo: “La libertad del hombre es finitay falible. De hecho el hombre erró. Libremente pecó. Al rechazar el proyecto del amor deDios, se engañó a sí mismo y se hizo esclavo del pecado… Al apartarse de la ley moral, elhombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad consus semejantes y se rebela contra la verdad divina (1739-1740).

3 – Para ser libres nos liberó Cristo De tal manera que nos encontramos en una situación poco menos que paradojal: usandode su libertad el hombre se convierte en esclavo, porque en realidad “no hay verdaderalibertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y delmal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado” (1733). Ahora, puesto en esta situación el hombre tiene una sola salida que se llama Jesús deNazaret. En Él participamos de la verdad que nos hace libres (Jn 8,32). Por Él nos es donado elEspíritu Santo que nos restituye a nuestra condición espiritual. Por eso afirma el Apóstol:donde está el Espíritu, allí está la libertad (2Co 3,17). “La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando éstacorresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón delhombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la

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oración, a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientannuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presionesy coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el Espíritu Santo nos educa enla libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia yen el mundo” (1742). O sea que, a fin de cuentas, nos encontramos con algo todavía más radical: no sólo lalibertad es condición del proceso de conversión, sino que en la medida en que nosconvertimos nos hacemos más libres: “En la medida en que el hombre hace más el bien,se va haciendo también más libre…” (1733). O sea que lo que nos propone Cristo aldecirnos si no os convertís… es, en realidad, un camino hacia la libertad.

4 – Conclusión Por lo tanto, queridos hermanos, la libertad es presupuesto, condición y consecuenciadel proceso de conversión. Lo afirma san Pablo: Para ser libres nos libertó Cristo (Ga 5,1). El resultado final de este proceso está señalado en la figura empleada por Cristo: hayque dar fruto. El fruto es el resultado final del proceso de la planta, es algo deleitable yfecundo. Y esto deben ser las obras de conversión: obras de virtud, o sea deleitables,como lo es toda acción virtuosa, y fecundas, porque llevan a uno mismo y a otros aejercitar el bien.

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CatIC 1776-1802 C-Cuar-4 Lc 15,1-3.11-32 / Jos 4,19: 5,10-12 / Sal 33 / 2Co 5,17-21

ENTRANDO EN SÍ...

Acabamos de escuchar la parábola del Hijo Pródigo, relato considerado por muchosautores como el más sublime de los evangelios, por la profundidad de los sentimientos y ladelicadeza de la elaboración. Este relato nos permite avanzar en la consideración de laenseñanza que los evangelios de esta Cuaresma nos brindan. Ya hemos visto que Lucas, ensu evangelio, nos muestra a Cristo como el modelo a quien hemos de seguir por el Caminode nuestra vida moral y espiritual. Hoy, la parábola nos permite considerar un elementocapital de esta vida el cual además, como señalamos el domingo pasado, juega un papelfundamental en el proceso de conversión, ya que es quien nos dice qué hemos de cambiar.Se trata de la conciencia.

1 – La Conciencia ¿Cómo aparece este elemento en el evangelio de hoy? Se lo puede observar claramenteen el momento que empieza el proceso de retorno del hijo hacia su padre. Ese proceso,antes que realizarse en la acción exterior del viaje de retorno del muchacho, se habíarealizado en su interior, cuando había entrado en sí, cuando recapacitó. La frase en la cual seexpresa esta recapacitación contiene dos momentos: 1) Una advertencia de su situación actual: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan enabundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!. Se da cuenta de su estado actual, tomaconocimiento de él, de que es un estado desgraciado, de desdicha, de miseria. Adquiereciencia, obra con-ciencia. Pero hasta aquí es sólo conciencia sicológica. 2) Pero no se detiene allí, sino que llega a advertir también la causa de su estado. ¿Porqué estoy así? Se pregunta y reconoce que la causa es él mismo: Padre, pequé contra el cielo ycontra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Podría hacer como tantos hombres hoy en día,que reniegan contra Dios, haciéndolo causa del mal, o no queriendo reconocer su propiaresponsabilidad. No. El hijo pródigo, llega a otro conocimiento, obra con-ciencia moral, esdecir, se da cuenta del bien y el mal. Este es el elemento al cual queremos referirnos hoy en día: la conciencia. Es elelemento clave de toda la vida moral y espiritual, ya que en razón de nuestra concienciaobramos: “Presente en el corazón de la persona, la conciencia moral le ordena, en elmomento oportuno, practicar el bien y evitar el mal. Juzga también las opciones concretasaprobando las que son buenas y denunciando las que son malas.. Atestigua la autoridad dela verdad con referencia al Bien supremo por el cual la persona humana se siente atraída ycuyos mandamientos acoge. El hombre prudente, cuando escucha la conciencia moral,

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puede oír a Dios que le habla” (1777). La conciencia, decía el Conc. Vat. II, “es el núcleomás secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lomás íntimo de ella” ( en 1776). ¿Qué es la conciencia moral? “Es un juicio de la razón por el que la persona humanareconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o hahecho...” (1778). “La conciencia moral comprende la percepción de los principios de lamoralidad (“sindéresis”), su aplicación a las circunstancias concretas mediante undiscernimiento práctico de las razones y de los bienes, y en definitiva el juicio formadosobre los actos concretos que se van a realizar o se han realizado. La verdad sobre el bienmoral, declarada en la ley de la razón, es reconocida práctica y concretamente por eldictamen prudente de la conciencia. Se llama prudente al hombre que elige conforme a estedictamen o juicio” (1780). Es el primer testigo de nuestros actos y la primera que nos reprocha o nos aprueba: “siel hombre comete el mal, el justo juicio de la conciencia puede ser en él el testigo de laverdad universal del bien, al mismo tiempo que de la malicia de su elección concreta”(1781). Por eso decía un famoso converso del anglicanismo, el cardenal Newman: “laconciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de lagracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es elprimero de todos los vicarios de Cristo” (en 1778). Si yo tuviera que hacer un brindis, dijoen otra ocasión, brindaría por el Papa, ciertamente, pero primero brindaría por laconciencia.

2 – Decidir en conciencia Acabamos de escuchar una frase del catecismo de enorme importancia: “La verdadsobre el bien moral, declarada en la ley de la razón, es reconocida práctica yconcretamente por el dictamen prudente de la conciencia. Se llama prudente al hombre queelige conforme a este dictamen o juicio” (1780). Es decir que el grado de conciencia con que obramos grava sobre nuestros actos, a talpunto que el catecismo recuerda un principio clásico de la enseñanza cristiana: “Lapersona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrasedeliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo” (1790). Por eso mismo, “elhombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad a fin de tomarpersonalmente las decisiones morales. No debe ser obligado a actuar contra su concienciani se le debe impedir que actúe según su conciencia, sobre todo en materia religiosa”(1782). Observemos bien el tenor de las palabras: dice juicio cierto de la conciencia. “Elhombre se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro,y la decisión difícil. Pero debe buscar siempre lo que es justo y bueno y discernir lavoluntad de Dios expresada en la ley divina. Para esto, el hombre se esfuerza porinterpretar los datos de la experiencia y los signos de los tiempos gracias a la virtud de la

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prudencia, los consejos de las personas entendidas y la ayuda del Espíritu Santo y de susdones” (1787-1788). Hay reglas que son insoslayables en todos los casos (cf. 1789): - Nunca está permitido hacer el mal para obtener el bien. - La regla de oro: todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros. - La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia:pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia... pecáis contra Cristo (1Co 8,12); Lo buenoes... no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad (Ro 14,21). Pero, aún así, y a pesar de estas reglas, “sucede que la conciencia moral puede estarafectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o yacometidos” (1790). “El desconocimiento de Cristo y de su Evangelio, los malos ejemplosrecibidos de otros, la servidumbre de las pasiones, la pretensión de una mal entendidaautonomía de la conciencia, el rechazo de la autoridad de la Iglesia y de su enseñanza, lafalta de conversión y de caridad pueden conducir a desviaciones del juicio en la conductamoral” (1792). “Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal... Enestos casos, la persona es culpable del mal que comete” (1791). “Si, por el contrario, laignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin responsabilidad del sujeto moral, el malcometido por la persona no puede serle imputado” (1793). “Pero no deja de ser un mal, una privación, un desorden. Por tanto, es preciso trabajarpor corregir la conciencia moral de sus errores” (1793).

3 – La Formación de la Conciencia Lo que estamos diciendo nos habla de la importancia de “formar la conciencia, yesclarecer el juicio moral”. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula susjuicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador.La educación de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influenciasnegativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzasautorizadas” (cf. 1783). “La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde los primeros añosdespierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley interior reconocida por laconciencia moral”. Son muchos los beneficios de una educación en esto, que es la únicaverdadera educación: “Una educación prudente enseña la virtud; preserva o sana delmiedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de losmovimientos de complacencia nacidos de la debilidad de las faltas humanas. La educaciónde la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del corazón” (1784). ¿Cómo hacerlo? “En la formación de la conciencia, la Palabra de Dios es la luz denuestro caminar; es preciso que la asimilemos en la fe y la oración y la pongamos enpráctica. Es necesario también examinar nuestra conciencia en relación con la Cruz del

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Señor. Estamos asistidos por los dones del Espíritu Santo, ayudados por el testimonio olos consejos de otros y guiados por la enseñanza autorizada de la Iglesia” (1785). “Laconciencia buena y pura es iluminada por la fe verdadera. Porque la caridad procede almismo tiempo de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera” (1794).

4 – Conclusión Decía el Conc. Vat. II: “cuanto mayor es el predominio de la conciencia recta, tanto máslas personas y los grupos se apartan del arbitrio ciego y se esfuerzan por adaptarse a lasnormas objetivas de moralidad” (1794). Esto fue lo que permitió el feliz reencuentro delhijo con su padre.

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CatIC 1749-1775.1803-1805.1810-1813 C-Cuar-5 Jn 8,1-11 / Is 43,16-21 / Sal 126 / Fil 3,8-14

PASIÓN POR LA VIRTUD

El evangelio de hoy continúa desarrollando el tema que hace dos domingos venimosanalizando. Sin duda que fue un episodio cargado de dramatismo, pero prestemos atencióna las palabras conclusivas, a lo que Jesús dice a la mujer: Yo tampoco te condeno; vete y nopeques más. No le dice simplemente “puedes ir en paz”. O sea Jesucristo no desconoce niniega la actitud pecadora de la mujer; más bien es lo contrario. Pero con estas palabrassintetiza lo que hemos dicho en los domingos anteriores: no peques más está diciendo a lamujer que cambie su manera de actuar. Reconoce que ella es libre de no realizar los actosque hacía y está diciendo que ella puede reconocer un acto pecaminoso; o sea refiereimplícitamente la libertad y la conciencia y explicita en qué consiste la conversión (si no osconvertís todos pereceréis, escuchamos hace dos semanas). En última instancia, entonces, conversión indica actos. ¿Cuándo decimos que alguien esbueno? Cuando sus actos son moralmente buenos (así, por ejemplo, no decimos quealguien hábil para robar es moralmente bueno). O sea que debemos analizar nuestros actospara ver si son buenos y ver qué cambiar.

1 – Moralidad de un acto humano Como todos sabemos hay acciones que realizamos sobre las cuales no tenemos muchodominio (por ejemplo la digestión). Aquí se trata, por el contrario de aquellos actos cuyaejecución depende de nuestra libertad: “la libertad hace del hombre un sujeto moral.Cuando actúa de manera deliberada, el hombre es, por así decirlo, el padre de sus actos.Los actos humanos, es decir, libremente realizados tras un juicio de conciencia, soncalificables moralmente: son buenos o malos” (1749). En muchos casos sabemos si un acto es bueno o malo simplemente por costumbre oporque se relaciona de tal manera a nuestra naturaleza que es clara su condición. Pero aúnasí hay casos en que es dudoso o hay actos que son considerados de diversa manera.¿Cómo podemos saber si son realmente buenos o malos? Debemos tener en cuenta treselementos que son: el objeto elegido (la acción que se realiza), el fin que se busca (laintención del que obra) y las circunstancias en que la acción tiene lugar. Muchas veces se suele confundir el objeto elegido con la intención. El objeto elegidoes “la materia de un acto humano… especifica moralmente el acto del querer, según que larazón lo reconozca y lo juzgue conforme o no conforme al bien verdadero” (1751). Laintención indica “el objetivo buscado en la acción” (1752). Una misma acción, con unmismo objeto, puede estar inspirada por diversas intenciones: por ejemplo dar dinero a

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alguien que lo necesita (limosna) puede ser hecho por caridad hacia el prójimo o porvanagloria personal. En este ejemplo el objeto de la acción es el mismo (dar limosna), perola intención es distinta. Y cabe añadir que la intención mala hace mala la acción cuyoobjeto es bueno, aunque no es verdad lo contrario, o sea la intención buena no hace buenauna acción cuyo objeto es malo: “el fin no justifica los medios. Así, no se puede justificarla condena de un inocente como un medio legítimo para salvar al pueblo” (1753). A estos dos elementos esenciales se añaden las circunstancias que son los elementossecundarios del acto moral y pueden agravar o disminuir la bondad o la malicia moral delos actos humanos (por ejemplo la cantidad de lo robado). Pueden también atenuar oaumentar la responsabilidad del que obra (por ejemplo obrar con miedo o por miedo), perono hacen buena una acción que de suyo es mala (1754). En síntesis, “el acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin yde las circunstancias… El objeto de la elección puede por sí solo viciar el conjunto detodo el acto. Hay comportamientos concretos –como la fornicación—que siempre es unerror elegirlos, porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es decir, un malmoral. Es, por tanto, erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerandosólo la intención que los inspira o las circunstancias (ambiente, presión social, coacción onecesidad de obrar, etc.) que son su marco…” (1755-1756).

2 – Pasión y Pasiones Sin embargo, parece que en la vida real las cosas no son tan claras como venimosdiciendo. El caso que nos presenta el evangelio de hoy nos brinda un buen ejemplo: ¿Nopodría ser que la adúltera haya realizado esa acción por amor? ¿No es que ella buscabaalgo bueno? Tenemos que reconocer que todo sujeto humano, en su actuar, busca el bien,porque “sólo el bien es amado” (1766). Incluso el que ejecuta una acción en sí misma malao perniciosa (como el que se inyecta droga) lo hace bajo razón de bien. ¿Cómo es posibleeso? Debemos tener presente para entender esto que el hombre no es un ser puramenteespiritual, en el cual únicamente hay inteligencia y voluntad. También existen en nosotrossentimientos que brotan de la parte corpórea que afectan nuestra manera de obrar: “lossentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinana obrar o a no obrar en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo”(1763). La más fundamental es el amor que surge ante la percepción de un bien. El amor causael deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en elplacer y el gozo del bien poseído. Por otra parte, lo que es percibido como malo causa elodio, la aversión y el temor ante el mal que pueda sobrevenir. Este movimiento culmina enla tristeza a causa del mal presente o en la ira que se opone a él. En sí mismas, las pasiones no son ni buenas ni malas, son componentes naturales delpsiquismo humano. Pero deben estar reguladas por la razón de tal manera que se ordenen

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al bien. De hecho, en un hombre, la perfección moral consiste en que no sea movido albien sólo por su voluntad sino también por su deseo sensible: mi corazón y mi carne gritan dealegría hacia el Dios vivo (cf. 1770). La fuerza de las pasiones, todos lo sabemos, son un elemento muy poderoso en laacción del hombre. De allí que sea importante una buena educación de los sentimientos enlos niños, para que esas pasiones se ordenen al bien. Como dice el catecismo “lasemociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las virtudes, o pervertidos en losvicios” (1769).

3 – Virtud o no virtud, esa es la cuestión Y aquí llegamos al quid de la cuestión qué significa la conversión en última instancia.Convertirse significa adquirir una disposición para hacer siempre y en todas partes lo quees realmente bueno. Precisamente, “la virtud es una disposición habitual y firme a hacer elbien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma.Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lobusca y lo elige a través de acciones concretas” (1803). Dicho sencillamente, “el hombrevirtuoso es el que practica libremente el bien” (1804). En esa búsqueda del bien tenemos que recordar que hay dos niveles: el bien natural yel bien sobrenatural. Así es que es posible hablar de virtudes que son fruto del trabajohecho mediante las fuerzas humanas: “las virtudes humanas son actitudes firmes,disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad queregulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razóny la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena”(1804). Esto, sin embargo, no es siempre fácil ni sencillo: “para el hombre herido por elpecado no es fácil guardar el equilibrio moral, [pero] el don de la salvación por Cristo nosotorga la gracia necesaria para perseverar” (1811). Para ellos hemos de pedir siempre estagracia, recurrir a los sacramentos y cooperar con el Espíritu Santo, siguiendo susinvitaciones a amar el bien y evitar el mal. Ahora, la gracia de Cristo no sólo nos permite perseverar, sino que incluso nos lleva aobrar en un orden superior: “las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologalesque adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina” (1812). Yson éstas, las virtudes teologales, las que fundan, animan y caracterizan el obrar moral delcristiano, las que informan y vivifican las virtudes morales. Ellas son la garantía de lapresencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Ellas son la fe,la esperanza y la caridad.

4 – Conclusión Queridos hermanos, la conversión es un proceso que nos lleva a enraizarnos cada vezmás profundamente en el bien. Para ello escuchemos a san Pablo: Todo cuanto hay deverdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digno deelogio, todo eso tenedlo en cuenta (Fil 4,8). Todo eso significa vete y no peques más.

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Acudamos frecuentemente a los sacramentos para perseverar en el seguimiento deJesús, cuyo ejemplo de virtud podremos considerar intensamente la próxima semana,cuando revivamos su pasión, fuente a la vez de toda gracia.

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SEMANA SANTA

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CatIC 1846-1876 C- SSta-Ramos Lc 22,14 – 23,56 / Is 50,4-7 / Sal 22 / Fil 2, 8-9

EL PECADO EN LA PASIÓN

Acabamos de escuchar, queridos hermanos, el relato de la Pasión que nos da san Lucas.¿Por qué Cristo va a la Pasión? “Por nosotros pecadores y por nuestra salvación”, decimosen el Credo. En los últimos domingos hemos estado considerando diversas enseñanzas deCristo: si no os convertís… decía el mismo Jesús, he pecado… reconocía el Hijo pródigo, vete yno peques más dijo también Jesús. Permanentemente en los evangelios está presente larealidad del pecado: “el evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia deDios con los pecadores… le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”(1846). Y es importante que entendamos bien esta realidad para entender la salvación quenos gana Jesús.

1 – El pecado en la Pasión El pecado encierra un misterio y no es fácil desentrañarlo, por ello es mejor primeroobservarlo en sus efectos. Podríamos hacerlo mirando la situación de la humanidad contanta guerra, violencia, miseria y tantas otras cosas. Pero en este día es mejor queprestemos atención a lo que la Liturgia nos presenta. “En la Pasión, la misericordia deCristo vence al pecado. En ella, es donde éste manifiesta mejor su violencia y sumultiplicidad” (1851). Hagamos un veloz repaso de lo que hemos escuchado en la lecturade la Pasión según san Lucas. Lucas es el evangelio que presenta mayor variedad depersonajes interviniendo en la Pasión, por eso es útil observar esta variedad. ¿Quiénesestán y qué hacen? - Está Pedro quien, después de prometer morir con Cristo, lo niega cobardemente. - Está Judas quien, usando una expresión de afecto, un beso, lo traiciona. - Están los discípulos quienes, dormidos por la tristeza, no rezan. - Está Herodes quien, envuelto en su frivolidad y superficialidad, lo desprecia. - Está Pilato quien, despreocupado de la verdadera justicia, lo entrega a la muerte. - Están los soldados quienes, de manera totalmente innecesaria, lo ultrajan y golpean. - Está la masa del pueblo quien, viéndolo en el tormento de la cruz, se burla de Él. ¿Para qué continuar? Con razón dice el Catecismo: “En la Pasión… es donde [elpecado] manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlaspor parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traiciónde Judas tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos…” (1851).

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2 – Variedad y Esencia del Pecado Como vemos, la variedad de pecados existente es grande. La Escritura incluso contienevarias listas y es posible clasificarlos de diversas maneras (cf. 1852-1853). Pero elCatecismo nos advierte que “conviene valorar los pecados según su gravedad” (1854) y, deesta manera, tenemos dos clases de pecados: aquellos que destruyen la caridad en elcorazón del hombre, apartando completamente al hombre de Dios, y aquellos que dejansubsistir la caridad, aunque la ofenden y la hieren. Los primeros son llamados mortales ylos segundos veniales. La distinción es importante, como es importante la diferencia entreuna simple herida y la muerte. El pecado mortal ataca en nosotros el principio vital que es la caridad y hace necesaria,entonces, una nueva intervención de Dios para restituir ese principio vital y re-donar lavida al alma que la perdió (cf. 1856). Es vida por vida. La vida que nos es re-introducidapor Dios es ganada al precio de la vida de Cristo: el sacrificio de Cristo se convierte en lafuente de la que brota inagotable el perdón de nuestros pecados (cf. 1851). ¿Cuándo se produce un pecado mortal? Responde santo Tomás: “cuando la voluntad sedirige a una cosa de suyo contraria a la caridad (por la que estamos ordenados al finúltimo), el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal… sea contra el amorde Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como elhomicidio, el adulterio, etc…” (cf. 1856). Observemos bien algunas palabras: a) una cosade suyo contraria a la caridad quiere decir que no hay forma de convertir ese acto en algobueno; b) el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal: es como si yotomara un líquido venenoso para saciar mi sed, la condición misma del líquido me producela muerte. Para más claridad, se mencionan tres condiciones para que un pecado sea mortal: “especado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido conpleno conocimiento y deliberado consentimiento.” (1857). ¿Qué es cada una de estas trescosas? La materia es el hecho en sí (“La materia grave es precisada por los DiezMandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico…”, cf. 1858), el plenoconocimiento es el saber y el deliberado consentimiento es el querer. Dadas estas trescondiciones tenemos un pecado mortal, el cual “entraña la pérdida de la caridad y laprivación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por elarrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerteeterna del infierno…” (1861). Esta última realidad resulta particularmente difícil para algunos, pero hemos de procurarentender las cosas en sus justos términos. Para ello apreciemos la escena de los dosladrones que nos trae el evangelio de hoy: uno reconoce a Cristo y obtiene inmediatamentela salvación; repito: inmediatamente. El otro rechaza la oferta e insulta a Cristo. “No haylímites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger lamisericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y lasalvación ofrecida por el Espíritu Santo” (1864). La manera más sencilla y cierta de saber

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que no estamos rechazando la misericordia de Dios es acudir al sacramento de laconfesión con frecuencia.

3 – Más por más, más Una característica del pecado que podemos observar en el relato de la Pasión es elefecto “bola de nieve”. Hay una concatenación de elementos, una sucesión que nadiecorta. Y sobre esto hemos de estar particularmente atentos porque “el pecado crea unafacilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultaninclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concretadel bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse…” (1865). Por eso es que el Catecismo advierte que, si bien el pecado es un acto personal,nosotros tenemos responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamosa ellos, ya sea participando directa y voluntariamente (como Judas), o bien ordenándolos,aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos (como el Sanedrín o todos los que seburlaban de Cristo en la cruz), o bien no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tieneobligación de hacerlo (como Pilato), o bien protegiendo a los que hacen el mal (cf. 1867). Con estos elementos podemos apreciar mejor la afirmación del catecismo: “el pecadoconvierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos laconcupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales einstituciones contrarias a la bondad divina…” (1869).

4 – Conclusión: Bendito sea Dios Entonces ¿qué se puede hacer ante esta realidad del pecado? Debemos exclamar consan Pablo: Gracias sean dadas a Dios por nuestro Señor Jesucristo. No nos olvidemos que Cristoquiso ingresar triunfalmente en Jerusalén precisamente cuando estaba por enfrentar laPasión. Y recordemos también sus palabras: con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros(Lc 22,15). Hacia el final de la Pasión se puede apreciar la alborada de la redención. En efecto, hayvarios elementos que nos muestran el efecto benéfico de la sangre de Cristo: está, porsupuesto, el buen ladrón que se robó el Paraíso en el último instante de su vida, está Joséde Arimatea, hombre bueno y justo, estaba Pedro, llorando amargamente su pecado. Pero haysobre todo un elemento que nos tiene que servir para esta Semana que iniciamos: a ladistancia estaban sus amigos y quienes le habían seguido. ¿Y qué hacían? Estabancontemplando (Lc 23,49). Cristo, con su Pasión, no sólo nos libera del pecado, sino que también nos muestra elcamino a seguir para evitarlo en el futuro y para hacer que en vez del pecado reine lagracia en nosotros y en la sociedad. De allí que, este año, vamos a dedicar estos días aconsiderar más detenidamente el ejemplo de Cristo, cómo Él actúa para saber quédebemos hacer nosotros y entonces imitarlo con todo nuestro ser: “en la vida cristiana, elEspíritu Santo realiza su obra movilizando todo el ser incluidos sus dolores, temores y

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tristezas, como aparece en la agonía y la pasión del Señor” (1769). Que María Santísima, la discípula más perfecta de Jesús, sea nuestra maestra en esteseguimiento.

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CatIC 1950-1965 C- SSta-Jueves Santo Jn 13,1-15/ Ex 12,1-8.11-14 / Sal 116 / 1Co 11,23-26

NUEVO TESTAMENTO

Queridos hermanos, como ustedes saben, la misa de hoy, siendo siempre la misma misa,tiene un matiz especial, ya que fue en un día como hoy, un Jueves Santo, cuando la misafue instituida por Jesús. Y Él lo hizo tan sólo horas antes de morir: sabiendo Jesús que habíallegado su hora de pasar de este mundo al Padre…

1 – El lavado de los pies: mandatum Además, en la celebración de esta noche se realiza un rito especial, que es el lavado delos pies, que se llama “mandatum”, palabra latina que significa mandamiento y con la cualse quiere hacer referencia a las palabras que el mismo Jesús dice en esta noche: os doy unmandamiento nuevo… Hemos podido escuchar en la lectura del evangelio la narración de esegesto, realizado por Jesús, de lavar los pies de sus discípulos y las palabras conclusivas,que en realidad inician el largo Sermón de Despedida de Jesús (cf. Jn 13 – 17). Jesús dice:si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos aotros. Os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. Yo quisiera considerar esta noche el significado profundo de ese gesto, claramenteexpresado en las palabras que Jesús pronunciara momentos más tarde cuando dijo: os doy unmandamiento nuevo… Todos sabemos que las acciones realizadas por una persona almomento de la muerte son particularmente significativas y tienen, como ninguna otra, unaresonancia perpetua, e incluso eterna. Esa decisión es anticipada muchas veces en unaacción que nosotros llamamos “Testamento” o última voluntad, la cual es consideradadefinitiva y debe ser respetada. Pues bien, de eso se trata aquí: Jesús deja su Testamento. Ylo expresa en forma de mandato para que se entienda claramente qué es lo que Él quiere.Incluso para que se entienda más claramente, el texto griego podría traducirse: os doy unaley nueva… Es lo mismo pero esta perspectiva nos ayuda a nuestra consideración.

2 – La Ley ¿Qué es la Ley? No nos referimos aquí a “las leyes”, sobre todo las leyes humanas, sinoa LA Ley: “La ley moral es obra de la Sabiduría divina. Se la puede definir, en el sentidobíblico, como una instrucción paternal, una pedagogía de Dios. Prescribe al hombre loscaminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida…” (1950). Setrata, entonces, de un ordenamiento establecido para asegurar la consecución del bien: “Laley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien común.La ley moral supone el orden racional establecido entre las criaturas, para su bien y conmiras a su fin, por el poder, la sabiduría y la bondad del Creador…” (1951).

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En este orden establecido por Dios se dan de hecho varias posibilidades que searmonizan entre sí: “las expresiones de la ley moral son diversas, y todas estáncoordinadas entre sí: la ley eterna, fuente en Dios de todas las leyes; la ley natural; la leyrevelada (que comprende la Ley antigua y la Ley nueva o evangélica); finalmente, las leyesciviles y eclesiásticas [aunque estas últimas ya son producto de la acción máspredominantemente humana]” (1952). Y concluye el Catecismo: “La ley moral tiene enCristo su plenitud y su unidad. Jesucristo es en persona el camino de la perfección…”(1953). En relación con lo que Jesús establece, para poder entenderlo profundamente,consideremos breve y rápidamente lo que depende sobre todo de Dios, o sea la ley naturaly la ley revelada. Por un lado tenemos la ley natural, o mejor para evitar confusiones, la “ley divina ynatural”, ya que ella “expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir,mediante la razón, lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira” (1954). Esta ley esuna participación, en el hombre, de la sabiduría y la bondad del Creador que le confiere eldominio de sus actos y la capacidad de gobernarse con miras a la verdad y al bien (o sea, lalibertad de la que hablamos hace algunas semanas). Dicho sencillamente, “la ley divina ynatural muestra al hombre el camino que debe seguir para practicar el bien y alcanzar sufin… Está expuesta, en sus principales preceptos, en el Decálogo…” (1955). Como estápresente en todos los hombres, porque está en su propia naturaleza, esta ley es universal einmutable, es decir que vale para todos en todos los tiempos, aunque haya aplicacionesparticulares que pueden presentar diferencias (cf. 1956-1958). Esta ley es, por lo tanto, elfundamento para todas las decisiones del hombre.

3 – La Ley Revelada Lamentablemente, el estado moral de la humanidad, especialmente después del pecadooriginal y con la acumulación de pecados a lo largo de los siglos, hace que sea muy difícila los hombres llegar a un conocimiento de la ley natural que sea claro, cierto y sin mezclade error (cf. 1960). Es por ello que Dios, queriendo el bien de los hombres, inicia unproceso para darle a conocer qué es lo que es realmente bueno para ellos. Ese proceso eslo que llamamos Revelación. Como primer paso de ese proceso, Dios reveló su Ley al pueblo de Israel, a través deun mediador, Moisés. La Ley de Moisés, llamada Torah por los judíos (palabra que significamás bien instrucción) contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la razón, peroDios quiso igualmente revelarlas para que todos estén más seguros. Las prescripcionesmorales están resumidas en los Diez Mandamientos (cf. 1961-1962). Por eso dijo sanAgustín: “Dios escribió en las tablas de la Ley lo que los hombres no leían en suscorazones”. Pero este era un primer paso que tenía por fin guiar, preparar y disponer para la accióndefinitiva que sería realizada por Cristo y que es lo que esta noche estamos celebrando. En

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ese proceso de preparación y disposición, “la Ley se completa mediante la enseñanza delos libros sapienciales y de los profetas, que la orientan hacia la Nueva Alianza y el Reinode los Cielos” (1963). O sea que Cristo lleva a la perfección todo este proceso,realizándolo primero en sí mismo, con lo cual nos da ejemplo al mismo tiempo, yponiéndolo como su ley o mandato. “La Ley nueva o Ley evangélica es la perfección aquídebajo de la ley divina, natural y revelada” (1965). Ahora “toda la Ley evangélica estácontenida en el mandamiento nuevo” (cf. 1970). Con todos estos elementos podemos entender mejor algunas frases de las lecturas dehoy. La segunda lectura refiere que Jesús dijo: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Sinosotros observamos el AT veremos que precisamente cuando Dios establece la Alianzacon el pueblo judío en el monte Sinaí es cuando le entrega su Ley (cf. Ex 19 – 23). O seaque hay una relación muy estrecha entre Alianza y Testamento (de hecho, tanto en hebreocomo en griego se usa la misma palabra, berîth en hebreo, y en griego diatheke, que significadisposición). Y en el evangelio podemos advertir un nuevo significado en lo que señala san Juan: losamó hasta el fin, o si prefieren hasta concluir, hasta terminar, hasta acabar.

4 – Conclusión Queridos hermanos, Jesús, a la vez que establece la Nueva y Eterna Alianza de loshombres con Dios, también hace entrega del Nuevo y Eterno Testamento, que es el delamor perfecto, el del amor llevado hasta su consumación. Nosotros, a quienes se nos hadado a conocer estos misterios, tratemos de recoger su herencia y hacerla fructificarviviendo un genuino y auténtico amor a Dios y a los hombres, pues el que ama al prójimo hacumplido la ley (Ro 13,8).

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CatIC 2598-2606.2746-2751 C-SSta-Viernes Santo Jn 18,1-19,42 / Is 52,13-53,12 / Sal 31 / Hb 4,14-16; 5,7-9

LA FUERZA DE LA ORACIÓN

Queridos hermanos, acabamos de escuchar una vez más el relato de la Pasión deNuestro Señor. Cuando uno contempla detenidamente lo que fue la Pasión, no puede nopreguntarse cómo hizo Jesús para ser capaz de llegar hasta el fin, como fue que acumulólo que nos legó como Nuevo Testamento, del cual hablamos ayer. La respuesta a estacuestión está en la segunda lectura: en los días de su vida mortal ofreció ruegos y súplicas conpoderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte… Es claro que fue gracias a la profunda oración que pudo llevar adelante la obra de laRedención: “el drama de la oración se nos revela plenamente en el Verbo que se ha hechocarne y que habita entre nosotros” (2598). Este es el elemento que quisiera considerar hoyde manera particular, ya que “es, sobre todo, al contemplar a su Maestro en oración,cuando el discípulo de Cristo desea orar. Entonces, puede aprender del Maestro deoración. Contemplando y escuchando al Hijo, los hijos aprender a orar al Padre” (2601).

1 – La Oración de Jesús durante su vida En varias ocasiones podemos ver que los evangelios nos indican a Jesús en oración y,sin duda alguna, esto es algo que Él hizo desde su más tierna infancia: “El Hijo de Dioshecho Hijo de la Virgen también aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Elaprende de su madre las fórmulas de oración, de ella que conservaba todas las maravillasdel Todopoderoso y las meditaba en su corazón. Lo aprende en las palabras y en losritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo.” Sinembargo, en Jesús hay algo más, “su oración brota de una fuente secreta distinta, como lodeja presentir a la edad de los doce años: Yo debo estar en las cosas de mi Padre” (2599). De manera especial podemos contemplar a Jesús rezando antes de los decisivos de sumisión, como en el momento de su Bautismo y su Transfiguración, y por supuesto antes dela Pasión. Pero además, también lo hace ante los momentos decisivos que van acomprometer la misión de sus apóstoles, como por ejemplo antes de elegir y de llamar alos Doce, antes de que Pedro lo confiese como el Cristo de Dios, etc. ¿Cuál es el objeto deesta oración? Dice el catecismo: “la oración de Jesús ante los acontecimientos de salvaciónque el Padre le pide que cumpla es una entrega, humilde y confiada, de su voluntadhumana a la voluntad amorosa del Padre” (2600). O sea lo mismo que rezó en el huerto deGetsemaní: Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Precisamente una de las dos oraciones más explícitas de Cristo durante su ministerio lohace presente. En un momento determinado, Jesús confiesa al Padre, le da gracias y lo

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bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los que se creen doctos y los harevelado a los pequeños, y entonces dice ¡Sí, Padre!... Esta frase, dice el catecismo, “expresael fondo de su corazón, su adhesión al querer del Padre, que fue un eco del Hágase de suMadre en el momento de su concepción y que preludia lo que dirá al Padre en su agonía.Toda la oración de Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre al misteriode la voluntad del Padre” (2603).

2 – La Oración Sacerdotal La segunda oración es la que reza antes de la resurrección de Lázaro, prácticamentecomo un preludio de su Pasión. Dice Jesús: Padre, yo te doy gracias por haberme escuchado… yosabía bien que tú siempre me escuchas… Esto nos revela cómo hemos de pedir: antes de que elpedido sea otorgado, Jesús se adhiere a Aquél que da y que se da en sus dones (cf. 2604).Es esta adhesión la que asegura que su petición será oída, como hemos escuchado en lasegunda lectura: fue escuchado por su actitud reverente y, aun siendo Hijo, experimentó la obediencia… Es en razón de estos elementos que tenemos que prestar particular atención a laoración que Jesús rezó por todos sus discípulos la noche del Jueves Santo: “la oraciónsacerdotal de Jesús ocupa un lugar único en la Economía de la salvación” (2604). Jesúsreza esta oración cuando sabe que ha llegado su hora: “su oración, la más larga transmitidapor el Evangelio, abarca toda la Economía de la creación y de la salvación… Al igual quela Pascua de Jesús… permanece siempre actual… Es la oración de nuestro SumoSacerdote, inseparable de su sacrificio…” (2746-2747). Jesús ha cumplido toda la obra del Padre, de tal manera que, en esta oración, todo estárecapitulado en él, todo ha sido re-unido. Y entonces, habiendo unido todo en sí (Dios y elmundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo, el amor que se entrega y el pecadoque lo traiciona, los discípulos presentes y los futuros, su humillación y su Gloria), contodo esto unido en Él, Jesús se entrega enteramente al Padre con una soberana libertad, detal manera que su oración concentra las grandes peticiones del Padre Nuestro: lasantificación del Nombre de Dios, el deseo de su Reino, el cumplimiento de su Voluntad,del Designio de salvación y la liberación del mal (cf. 2749-2750).

3 – La Oración de la Cruz Pero, como ustedes lo advierten claramente, es sobre todo en la cruz donde podemosapreciar “la profundidad insondable de su plegaria filial” (2605). Desde sus palabrasiniciales Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen hasta el fuerte grito que emitió cuandoexpiró. “Todos los infortunios de la humanidad de todos los tiempos, esclava del pecado yde la muerte, todas las súplicas y las intercesiones de la historia de la salvación estánrecogidas en ese grito del Verbo Encarnado… Así se realiza y se consuma el drama de laoración en la Economía de la creación y de la salvación” (2606). Precisamente, la segunda lectura “la carta a los Hebreos expresa en términos dramáticoscómo actúa la plegaria de Jesús en la victoria de la salvación: El cual, habiendo ofrecido en losdías de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte,

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fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; yllegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen” (2606).

4 – Conclusión En última instancia, la oración de Jesús manifiesta su condición filial, que es lo quenosotros hemos de aprender a vivir. Y es en su Pasión donde todo esto se manifiesta en elmayor grado imaginable. Por tanto, queridos hermanos, en este día tan sagrado, contemplemos a NuestroSalvador que ha consumado la obra que ha venido a realizar por amor del Padre y de loshombres. Y, al mismo tiempo, sepamos comprender que también nosotros debemos imitar aJesús para ser auténticos hijos. Esforcémonos por tener una auténtica oración, de talmanera que también nosotros podamos recibir el Testamento Nuevo y la herenciaprometida. Recojamos la exhortación de la segunda lectura: mantengamos firme la fe que profesamos, puesno tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas… Acerquémonos, portanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayudaoportuna.

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CatIC 1699-1715 C- SSta-Sábado Santo Lc 24,1-12 / Ex 14,15-15,1 / Ex 15,2-18 / Ro 6,3-11 / Sal 118

EL NUEVO ADÁN

Queridos hermanos, no hace falta que les señale el motivo de tanta celebración y tantafiesta, de las luces, las flores y todo lo que rodea este día, porque ya ustedes lo conocenbien: estamos celebrando la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Ha resucitado,hemos escuchado del evangelio. ¿Qué consecuencias o implicaciones tiene laresurrección? “La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristohizo y enseñó” (651).

1 – Lo que Cristo hizo y enseñó (Act 1,1) ¿Qué fue lo que Cristo y hizo y enseñó? El Concilio Vaticano II señaló, entre otroselementos, lo siguiente: “Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio delPadre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre lagrandeza de su vocación” (GS 22). Y el catecismo lo reafirma con las siguientes palabras:“En Cristo, imagen del Dios invisible, el hombre ha sido creado a imagen y semejanza delCreador. En Cristo, redentor y salvador, la imagen divina alterada en el hombre por elprimer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia deDios” (1701). He aquí claramente indicado qué es lo que Jesús hizo y enseñó: qué es concretamente elhombre y de qué manera llega a su perfección, a lograr lo que verdaderamente es capaz desatisfacerlo en todas sus dimensiones. Para poder entender más adecuadamente esta rápidaindicación del catecismo es conveniente que nos detengamos a considerar un poco másatentamente lo que la revelación nos enseña acerca del hombre.

2 – El hombre, imagen de Dios En la primera de las siete lecturas de hoy, del libro del Génesis, se lee la narración de lacreación y, de manera particular, la condición del hombre de estar hecho a imagen ysemejanza de Dios. En esto radica la más alta dignidad de la persona humana y esto es loque hace que toda persona humana tenga un valor único y especial. El catecismo llega aafirmar que, en razón de estar dotada de un alma espiritual e inmortal, “la persona humanaes la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (1703). Esta condición espiritual del hombre le brinda perfecciones muy por encima del restode la creación, a punto tal que “participa de la luz y la fuerza del Espíritu divino”. Esto semanifiesta de manera particular en que “por la razón es capaz de comprender el orden delas cosas establecido por el Creador” y en que, además, “por su voluntad es capaz dedirigirse por sí misma a su bien verdadero”. Y todo este movimiento de la razón y la

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voluntad hacen que el hombre encuentre su perfección en la búsqueda y el amor de laverdad y del bien (1704). Esto es lo que, con otras palabras, señala el catecismo, cuandodice: “la vida en el Espíritu Santo realiza la vocación del hombre” (1699). Y este es unelemento decisivo en lo que Cristo enseñó, como ya hemos visto en diversas ocasiones enevangelios pasados. Pero, además, esta altísima vocación, en definitiva llegar a vivir la vida de Dios, seencuentra, por así decirlo, supeditada al hombre: “corresponde al ser humano llegarlibremente a esta realización. Por sus actos deliberados, la persona humana se conforma, ono se conforma, al bien prometido por Dios y atestiguado por la conciencia moral. Losseres humanos se edifican a sí mismos y crecen desde el interior…” (1700). Y es que,paradójicamente, la libertad, que el hombre posee en virtud de su alma y de sus potenciasespirituales, es “signo eminente de la imagen divina” (1705). De manera tal que el mismo“ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana” (1706).

3 – Restauración Y dijimos paradójicamente porque precisamente aquello que es el signo eminente de laimagen divina es lo que fue causa de los misterios que estamos celebrando estos días. “Elhombre, persuadido por el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia.Sucumbió a la tentación y cometió el mal. Conserva el deseo del bien, pero su naturalezalleva la herida del pecado original. Ha quedado inclinado al mal y sujeto al error” (1707). Esto, por así decirlo, obligó a Dios a rearmar su plan y a idear una estrategia que lepermitiera recuperar a su preciada criatura, estrategia que llevó al mismo Dios a hacersehombre. Las numerosas lecturas de la liturgia de hoy nos permitieron apreciar algunoselementos de esa maravillosa estrategia, divina estrategia que no ahorró medios,engarzando todos los elementos como en un bordado sobrenatural que permitiera rearmarcuidadosamente el conjunto tan brutalmente destrozado. En esa estrategia el punto capital, o piedra angular, es Cristo mismo quien, por su pasión“nos liberó de Satán y del pecado. Nos mereció la vida nueva en el Espíritu Santo”, de talmanera que con “su gracia restaura en nosotros lo que el pecado había deteriorado”(1708). ¿No es esto motivo más que suficiente para toda la explosión de luz, canto yalegría que hoy experimentamos? Convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermanoestaba muerto y ha vuelto a la vida… (Lc 15:31).

4 – Conclusión Porque, en definitiva, Cristo nos ha reabierto el camino: “el que cree en Cristo es hechohijo de Dios. Esta adopción filial lo trasforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplode Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien… La vida moral,madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la gloria del cielo.” (1709). Es lo queCristo ha vivido, es lo que espera que nosotros hagamos. En síntesis, que “Cristomanifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de suvocación” (1710), como decíamos al comienzo. Conociendo, entonces, la grandeza de

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nuestra dignidad y de nuestra vocación, esforcémonos por mantenernos en el caminotrazado por nuestro Redentor, porque “el que cree en Cristo tiene la vida nueva en elEspíritu Santo” (1715).

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CatIC 1420-1421.2794-2796 C-Pascua-1 Jn 20,1-9 / He 10,34a.37-43 / Sal 118 / Col 3,1-4

¿ESTÁS EN LOS CIELOS?

No es necesario, queridos hermanos, que os diga el motivo de tanta celebración. ¿Porqué tantas luces, flores, cantos, etc.? Como dice la primera lectura: vosotros sabéis lo sucedidoen toda Judea, comenzando por Galilea, etc. Pero es en la segunda lectura donde se nos ofreceun adecuado material para continuar con nuestra reflexión de este año, es decir connuestra consideración acerca del Camino del Espíritu.

1 – Si habéis resucitado con Cristo Hemos escuchado que san Pablo escribe: si habéis resucitado con Cristo. ¿Cómo se da esto?La celebración litúrgica de anoche tiene como una de sus partes principales “la liturgiabautismal” y, se realicen bautismos o no, todos los que se encuentran presentes realizan larenovación de sus promesas bautismales. De hecho, hay una tradición que se remonta a losorígenes mismos de la Iglesia conforme a la cual el día preferido para incorporar nuevosmiembros a la Iglesia era la Vigilia Pascual. E incluso, si son adultos, no sólo se los bautizasino que también se les administra la confirmación y se les brinda la comunión. De allíque estos tres sacramentos son conocidos como los “sacramentos de la iniciacióncristiana”: “por los sacramentos de la iniciación cristiana, el hombre recibe la vida nuevade Cristo” (1420). Es, sin embargo, un hecho que esta vida, en nuestro estado presente, es muy frágil:“esta vida la llevamos en vasos de barro. Actualmente está todavía escondida con Cristo en Dios.Nos hallamos aún en nuestra morada terrena, sometida al sufrimiento, a la enfermedad y a lamuerte”. Y, en razón de todo esto, “esta vida nueva de hijo de Dios puede ser debilitada eincluso perdida por el pecado” (1420). ¿Qué queda, entonces, para quienes han perdido esavida? ¿Tan sólo esperar angustiosamente la muerte y la eterna condenación? No. “El Señor Jesucristo, médico de nuestra almas y de nuestros cuerpos, que perdonólos pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase,con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en suspropios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramentode la Penitencia y de la Unción de los enfermos” (1421). Por eso la Iglesia, conociendo la realidad de la debilidad de muchos de sus miembros, yqueriendo para nosotros lo mejor, les exige un mínimo de participación a través de algunasnormas concretas llamadas preceptos o mandamientos de la Iglesia. El segundo y tercerode ellos están, precisamente, referidos a esta realidad de que venimos hablando. Elsegundo dice: “confesar los pecados mortales al menos una vez al año y en peligro de

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muerte y si se ha de comulgar”, con lo cual se recibe el “sacramento de la Reconciliaciónque continúa la obra de conversión y de perdón del Bautismo”. Y el tercero dice:“comulgar por Pascua de Resurrección” (2042). Si habéis resucitado con Cristo… dice el Apóstol. ¿Lo hemos hecho a través de una buenaconfesión?

2 – Buscad las cosas de arriba Si habéis resucitado con Cristo, sigue diciendo san Pablo, buscad las cosas de arriba. ¿Qué esarriba? Claramente el cielo, donde está Cristo sentado a la diestra del Padre. ¿Qué es el cielo? Enel sentido en que nosotros lo usamos en la liturgia, como por ejemplo cuando decimosPadre nuestro, que estás en el cielo, lo consideramos como la morada propia de Dios, como unlugar al cual queremos ir. Dice el catecismo: “el símbolo del cielo nos remite al misteriode la Alianza que vivimos cuando oramos al Padre. El está en el cielo, es su morada, laCasa del Padre es, por tanto, nuestra patria. De la patria de la Alianza el pecado nos hadesterrado y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversión del corazón nos hace volver. EnCristo se han reconciliado el cielo y la tierra, porque el Hijo ha bajado del cielo solo, y noshace subir allí con Él, por medio de su Cruz, su Resurrección y su Ascensión” (2795). Es así, entonces, que, podemos decir, imaginamos el cielo como un lugar allá arriba y alcual debemos tratar de llegar. Pero el catecismo nos da una precisión importante: “estaexpresión bíblica no significa un lugar [“el espacio”] sino una manera de ser; no elalejamiento de Dios sino su majestad…” (2794). Así san Agustín comenta: “con razón,estas palabras Padre nuestro que estás en el cielo hay que entenderlas en relación al corazón delos justos en el que Dios habita como en su templo. Por eso también el que ora desea verque reside en él Aquél a quien invoca”. Y san Cirilo de Jerusalén, por su parte, dice: “elcielo bien podía ser también aquellos que llevan la imagen del mundo celestial, y en los queDios habita y se pasea” (cf. 2794).

3 – La Vida en el Espíritu A la luz de estas consideraciones podemos, entonces, HiHijoHHentender másclaramente cuál es el sentido de nuestra vida, lo que el catecismo titula con estas palabras:“la vocación del hombre: la vida en el espíritu” (3ª parte, 1ª sección) y de la cual señalatres elementos, diciendo: 1) “La vida en el Espíritu Santo realiza la vocación del hombre”, con lo cual se nosindica que, antes de un comportamiento o conducta o ética, lo que debe darse es esa vida,o sea la oración y los sacramentos, que son los medios por los cuales esa vida es intro-ducida en nosotros. 2) “Está hecha de caridad divina y solidaridad humana”, con lo cual se indican losreales motores o motivaciones de esa vida: no la ambición o el egoísmo o la fama o losplaceres por sí mismos, sino lo que Jesús mismo manifestó y realizó. 3) “Es concedida gratuitamente como una salvación”. Alguno podría decir que esa vida

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es imposible para el hombre. Y nosotros responderíamos que es verdad, pero que nada hayimposible para Dios. Basta simplemente que nosotros abramos el corazón. Por eso dijimosque la oración y los sacramentos son los medios por los cuales esa vida es intro-ducida ennosotros. Pero para ello Dios cuenta con nuestra libre disposición, sin la cual Él no quiereactuar.

4 – Conclusión Resumiendo, “cuando la Iglesia ora diciendo Padre nuestro que estás en el cielo, profesa quesomos el Pueblo de Dios sentado en el cielo, en Cristo Jesús,… ocultos con Cristo en Dios, y, almismo tiempo, gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitacióncelestial” (2796). O, como está en un antiquísimo escrito del siglo II, la “Carta a Diogneto”:“los cristianos están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan su vida en la tierra,pero son ciudadanos del cielo”. Queridos hermanos, a la luz de los misterios que hoy estamos celebrando, recojamos lainvitación del Apóstol san Pablo para hacerla realidad en nuestra vida: si habéis resucitado conCristo buscad las cosas de arriba…

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TIEMPO PASCUAL

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CatIC 2168-2195 C-Pascua-2 Jn 20,19-31 / Hech 5,12-16 / Sal 118 / Ap 1,9…19

EL DOMINGO

El domingo pasado, queridos hermanos, siguiendo la lectura de san Pablo, vimos quehemos de vivir en el cielo (que no es lo mismo que vivir en las nubes) y escuchamos lasenseñanzas del catecismo que nos indicaban que la auténtica vocación del hombre es,precisamente, la vida en el Espíritu Santo, la cual está como entretejida de caridad divina ysolidaridad humana, y que es recibida por donación o gracia de Dios. ¿Cómo hemos dehacer en concreto para alcanzarla? Las lecturas de hoy nos presentan un elemento clave.

1 – Domingo: primer día, octavo día, día del Señor En las tres apariciones de Cristo resucitado que nos mencionan las lecturas de hoy (dosen el evangelio y la tercera en el Apocalipsis, visión en la cual Cristo se manifiesta en todosu esplendor y grandeza) podemos observar una constante: todas tienen lugar el primer díade la semana (cf. Jn 20,19.36) también llamado el día del Señor (cf. Ap 1,10), es decir, domingo(dies Domini). Esta particularidad no pasó desapercibida para los primeros cristianos y así es que losvemos reunirse cada domingo para celebrar el misterio de la Resurrección de Cristo quetuvo lugar el primer día de la semana (cf. Hech 20,7). Evidentemente, no fue por casualidad que este haya sido el día de la Resurrección deCristo, sino que se debe a que existe una íntima relación entre la Primera Creación y la Re-Creación obrada ahora. Ya san Justino (muerto en el 167), recogiendo dicha tradición de losprimeros cristianos, expresaba: “celebramos esta reunión general el día del sol, por ser eldía primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el díatambién en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos”. Por eso enseña el catecismo: “En cuanto es el primer día, el día de la Resurrección deCristo recuerda la primera creación. En cuanto es el octavo día, que sigue al sábado,significa la nueva creación inaugurada con la Resurrección de Cristo” (2174), “el octavo díaen que Cristo, tras su “reposo” del gran Shabbat, inaugura el Día que hace el Señor, el día queno conoce ocaso” (1166). De hecho el 8º día está fuera de la semana, como si dijéramos fueradel tiempo, por lo cual significa la eternidad. De allí que este día también haya llegado aser nombrado precisamente “domingo”, porque es el “día del Señor” (del latín “diesdominica”; cf. 2174). San Jerónimo: “El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, esnuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señorsubió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del sol, también lo hacemos

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con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justiciacuyos rayos traen la salvación” (1166).

2 – Descansar en el Señor “El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede… Realizaplenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia eldescanso eterno del hombre en Dios…” (2175), con lo cual también nos recuerda nuestrodestino: “es un día de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero”(2172). Y para que no descuidemos la importancia de este día, la Iglesia lo subraya colocandocomo obligación la participación de todo fiel en el misterio central de nuestra fe, o sea enla misa, a no ser que esté excusado por una razón válida (cf. 2042). Por supuesto, se tratade entender las razones profundas que la Iglesia tiene para una exigencia de este tipo. Así,por ejemplo, a nadie medianamente pensante se le ocurre decir que el plan de vacunaciónque existe en muchos países para niños recién nacidos sea una cosa hecha con el soloánimo de molestar. Análogamente, porque hay bienes muy grandes en juego, nuestrapropia salud espiritual, la Iglesia nos exige la participación en la misa dominical: “laEucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana” (2181). Por otra parte, todo hombre, por el solo hecho de ser hombre, está obligado a rendirculto a Dios, ya que le es deudor de un sin número de beneficios, por lo cual debeagradecerle. Ahora Dios, por su parte, ha querido determinar de qué modo concretoquiere que se le den gracias, expresándose a través de su enviado Jesucristo. Este modoconcreto es la Misa: haced esto en conmemoración mía. De aquí que este misterio reciba tambiénel nombre de Eucaristía, es decir, “auténtica acción de gracias”, con lo cual se expresatambién que, conscientemente separada de ésta, no hay ninguna otra acción verdadera (cf.2176). Por su lado, ya el AT exhortaba a consagrar a Dios de modo particular un día de lasemana, precisamente en reconocimiento de los beneficios recibidos de Él, sobre todo lacreación (cf. Ex 20) y la liberación de Egipto (cf. Dt 5). Es, de hecho, el tercero de losmandamientos. Y es que, en realidad, también el tiempo es un don de Dios y es justo que aÉl lo retornemos. Por eso, se habla de “consagrar” o “santificar” las fiestas, lo cual implica no sólo elculto divino sino otras tareas: “El domingo está tradicionalmente consagrado por la piedadcristiana a obras buenas y a servicios humildes para con los enfermos, débiles y ancianos.Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y loscuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. El domingo es un tiempo dereflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el crecimiento de la vidainterior y cristiana” (2186). O sea, se busca de vivir la caridad divina y la solidaridadhumana (cf. 1699 2º elemento).

3 – La asamblea [= ekklesía]

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Esta misma condición, caridad divina y solidaridad humana, implica que no se ha dehacer solo, de manera aislada, sino que se ha de participar en la liturgia comunitaria. Ya sanCirilo, obispo de Jerusalén del siglo IV, comentando el evangelio de hoy, enseñaba: “elescritor de este libro escribe con mucho cuidado, no simplemente que Cristo se manifestóa los discípulos, sino que precisa después de ocho días y mientras estaban todos reunidos. ¿Quécosa quiere insinuar este encontrarse todos en la misma casa, sino que Cristo ha queridomanifestarse cuál ha de ser el tiempo de las asambleas [= ecclesía, en griego] que hacemosen su nombre? Se presenta y se detiene un poco con aquellos que se habían reunido pormotivo de él, en el octavo día, es decir, en el domingo… Es justísimo, entonces, quehagamos nuestras santas reuniones en las iglesias [= asamblea], en el octavo día” (In Ioan.Ev. 12). No es lo mismo la oración privada que la oración pública de la Iglesia, como enseña sanJuan Crisóstomo: “no puedes orar en casa como en la Iglesia, donde son muchos losreunidos, donde el clamor de todos se eleva a Dios como desde un solo corazón. Hay enella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las almas, el vínculo de la caridad,las oraciones de los sacerdotes” (cf. 2179). “La participación en la celebración común de laEucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidadde Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por elEspíritu Santo” (2182). La carta a los hebreos dice: no abandonéis vuestra asamblea, como algunosacostumbran hacerlo, antes bien, animaos mutuamente (10,25; cf. 2178). San Cirilo también añade: “la participación a los misterios es verdadera confesión yconmemoración que el Señor ha muerto y ha resucitado por nuestra causa y en beneficionuestro, y por lo tanto nos llena de gracia divina”. Y tengamos presente que laparticipación más auténtica en la Eucaristía es recibiendo al mismo Cristo, presente en elSantísimo Sacramento.

4 – Conclusión En última instancia, el domingo es un día de fiesta (cf. Neh 8,9-10), “este día os es dadopara la oración y el descanso” (2178). El descanso propio del día domingo nos hacepresente el descanso propio del Señor en su plenitud de vida eterna, plenitud a la queCristo ya ha entrado por su Resurrección, a la que nos invita a entrar y a la cualciertamente llegaremos si perseveramos. Y debe ser también un día de descanso enespecial para aquellos que más sufren, por lo cual hemos de aliviarles su sufrimiento concaridad cristiana. Entretanto, mientras esperamos con toda paciencia que llegue ese dichoso día en el queentremos en el descanso divino, no nos olvidemos lo que insistentemente hemos repetidodurante esta semana: Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos todos en él.Hallelú – Yah!

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CatIC 1136-1139.1153-1186 C-Pascua-3 Jn 21,1-19 / Hech 5,27-32.40b-41 / Sal 30 / Ap 5,11-14

EN ESPÍRITU

Las lecturas de este domingo nos permiten advertir un elemento importante en nuestravida, a la vez que profundizar lo que hemos considerado el domingo pasado. ¿Cuál es eseelemento importante? Se trata de nuestra condición de peregrinos en la tierra y ciudadanosdel cielo. Observemos que, en el relato evangélico, Cristo se encuentra en la orillamientras que los discípulos están en la barca. Este detalle ha sido interpretado desdeantiguo como que Jesús está en el cielo (lugar seguro, firme) esperando el arribo de susdiscípulos que están trabajando sobre algo inestable como es el mundo presente. Las otrasdos lecturas nos presentan separadamente esta misma realidad. En la primera podemos vera los apóstoles dando testimonio, sufriendo la persecución por Cristo, mientras que lasegunda nos presentó la realidad celestial de una solemne celebración. Podemos recordaraquí la frase de san Agustín: “la Iglesia camina entre las persecuciones del mundo y losconsuelos de Dios”.

1 – Vivir en espíritu Veamos esta segunda lectura. Los versículos que nos entrega la lectura son versículosque concluyen dos grandes visiones del Apocalipsis: la del trono y la del cordero (cf. cap. 4y 5), de los cuales posteriormente se dirá que brota un río de vida (cf. 1137). ¿Qué es lo quesucede? Hay un himno que es cantado por una multitud de ángeles y que es respondido ¿porquién? toda criatura del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, o sea el universo entero(cf. 1138). De esa celebración participa, de alguna manera, el vidente, Juan, que estácontemplando todo eso. ¿Cómo es posible que participe? Lo hemos escuchado el domingopasado en la segunda lectura: fui en espíritu (cf. Ap 1,10) decía, lo cual es traducido tambiénen éxtasis. Se trata, de cualquier manera, de una experiencia propia de la vida del espíritu. Respecto de esta experiencia dice el catecismo: “en esta Liturgia eterna el Espíritu y laIglesia nos hacen participar cuando celebramos el Misterio de la salvación en lossacramentos” (1139). ¿De qué se trata esto? Dice el Papa “La universalidad de la salvaciónexige, entre otras cosas, que el memorial de la Pascua se celebre sin interrupción en lahistoria hasta el regreso glorioso de Cristo ¿Quién actualizará la presencia salvífica delSeñor Jesús?... el Espíritu Santo” (cateq. del 26/abril/2006). Hemos señalado en domingosanteriores que la vocación del hombre es la vida en el Espíritu y que esa vida es recibidagratuitamente (cf. 1699). ¿Cómo concretamente? Es lo que vemos aquí: a través de lacelebración litúrgica que nos pone en comunicación con el misterio de Cristo. ¿Quiénes realizan eso? ¿Quiénes hacen esa celebración para que los hombres lleguen aparticipar de esa vida? Comúnmente se dice que los sacerdotes, lo cual no es

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completamente correcto: “la Liturgia es acción del Cristo total”, o sea de toda lacomunidad de bautizados, aunque cada uno según su condición, de manera tal que “losque desde ahora la celebran, más allá de los signos, participan ya de la liturgia del cielo,donde la celebración es enteramente Comunión y Fiesta” (1136).

2 – Participar activamente ¿De qué manera concreta se da la intervención de todos y cada uno en esa celebración?“Una celebración sacramental está tejida de signos y símbolos…” (1145) y, además, “todacelebración sacramental es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo y enel Espíritu Santo, y este encuentro se expresa como un diálogo a través de acciones y depalabras. Ciertamente, las acciones simbólicas son ya un lenguaje, pero es preciso que laPalabra de Dios y la respuesta de fe acompañen y vivifiquen estas acciones, a fin de que lasemilla del Reino dé su fruto en la tierra buena” (1153). Veamos, por ejemplo, la liturgia de la Palabra, esto que estamos celebrando ahora. No esuna lección de clase. Hay signos: el libro, los gestos de veneración (procesión, incienso,luz, beso), el lugar de su anuncio (ambón), la proclamación y las respuestas de la asamblea(aclamaciones: “te alabamos, Señor”; responsorio del salmo; credo…) (1154). Advirtamosque estamos en una acción sacramental por lo cual todo esto tiene un efecto especial: “ElEspíritu Santo no solamente procura una inteligencia de la Palabra de Dios suscitando lafe, sino que también… hace presente y comunica la obra del Padre realizada por el Hijoamado” (1155). Es tal como si estuviéramos ahora mismo en Tierra Santa escuchando aJesús en persona. Porque, en última instancia, tanto entonces como ahora, lo que importaes que es una experiencia en Espíritu. Junto con los signos y palabras, también hay otros elementos que ayudan a estaexperiencia, y en particular hemos de mencionar dos: el canto y la música y las imágenessagradas. En cuanto al canto y la música podemos constatar que es algo natural al hombremismo y que está presente desde muy antiguo, como vemos, por ejemplo, con el caso delos salmos o lo que decía san Pablo: cantad y salmodiad (cf. 1156). Lo que es importante esque el canto realmente ayude a la celebración, para lo cual el catecismo señala trescriterios: “la belleza expresiva de la oración, la participación unánime de la asamblea en losmomentos previstos y el carácter solemne de la celebración” (1157). Y, por otra parte, las imágenes también juegan su papel: “significan, en efecto, a Cristoque es glorificado en ellos. Manifiestan la nube de testigos que continúan participando en lasalvación del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebraciónsacramental” (1161). Decía san Juan Damasceno: “la belleza y el color de las imágenesestimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo delcampo estimula mi corazón para dar gloria a Dios” (cf. 1162).

3 – Cuándo y Dónde Todos estos elementos, entonces, nos ayudan a participar de manera más profunda en elmisterio de Cristo, gracias a la acción del Espíritu. Tenemos, sin embargo, que prestar

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atención a una condición real de nuestro ser: el hecho de estar sometidos a lascondiciones de la vida presente, marcadas por el tiempo y el espacio. De allí que, dadanuestra sujeción a las necesidades de esa vida, la celebración se reserve a determinadosmomentos y lugares para disponernos mejor y obtener más fruto de ella. ¿Cuándo? “Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay una palabra que jalona suoración: ¡Hoy!, como eco de la oración que le enseñó su Señor y de la llamada del EspírituSanto. Este hoy del Dios vivo al que el hombre está llamado a entrar, es la Hora de laPascua de Jesús, que atraviesa y guía toda la historia” (1165). O sea, la celebración quehacemos se relaciona de una manera especial con esa parte del Misterio de Jesús y de allíque, en la semana, el domingo “es el día por excelencia de la asamblea litúrgica” (1167),como vimos la semana pasada, y, en el año, el Triduo Pascual es como la fuente de la cual“el tiempo nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con su resplandor… Porello, la Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la Fiesta de las fiestas…”(1169). San Atanasio la llama “el gran domingo”. A estos elementos centrales tenemos que añadir las celebraciones de los santos,“cuando la Iglesia… proclama el misterio pascual cumplido en ellos, que padecieron conCristo y han sido glorificados con Él”. Y, por último, cabe que mencionemos lo que seconoce como “Liturgia de las Horas” o “Breviario” o también “Oficio Divino” que, “estáestructurada de tal manera que la alabanza de Dios consagra el curso entero del día y de lanoche” (1174). Las distintas devociones se incorporan en este último elemento (cf. 1178). Como podemos ver, integrando todos los elementos, en realidad todo el tiempo estáconsagrado a la celebración, aunque, en esta vida presente, dadas las condiciones quetiene, privilegiamos algunos momentos sobre los demás, incluso para que, sicológicamente,podamos advertir mejor lo que hacemos. Algo semejante pasa con la cuestión del espacio.¿Dónde conviene que celebremos? “El culto en espíritu y en verdad de la Nueva Alianza noestá ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de loshombres… El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota lafuente de agua viva…” (1179). Pero, por nuestra condición, nos es más convenientedisponer de un edificio, que “no son simples lugares de reunión, sino que significan ymanifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombresreconciliados y unidos en Cristo” (1180). “En esta casa de Dios, la verdad y la armonía de los signos que la constituyen debenmanifestar a Cristo que está presente y actúa en ese lugar” (1181). ¿Cuáles son esos signos?El altar, el tabernáculo, la sede o cátedra, el ambón, la pila bautismal, el confesionario,elementos todos que hacen referencia a distintas celebraciones sacramentales, a distintosmomentos de la celebración del único Misterio de Cristo. Pero, además, “el templo tieneuna significación escatológica. Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea unumbral, símbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nuevaal que todos los hombres son llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia lacual el pueblo de Dios está en marcha y donde el Padre enjugará toda lágrima de sus ojos…”(1186).

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4 – Conclusión

Esforcémonos, queridos hermanos, en participar dignamente en estos misterios quecelebramos. Seamos, como los apóstoles, testigos de estas cosas.

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CatIC 1814-1816.2087-2089 C-Pascua-4 Jn 10,27-30 / Hech 13,14.43-52 / Sal 100 / Ap 7,9.14b-17

FE

En el evangelio del domingo pasado Cristo dijo a Pedro: Apacienta mis ovejas. Ante talorden, Pedro podría haber preguntado: “¿y quiénes son tus ovejas?”. Es importanteprecisar esto ya que ellas tienen derecho a recibir el pastoreo de Pedro. Además, entiempos como los nuestros donde reina tanta confusión, es bueno poder determinar quiénes propiamente oveja de Cristo. “Considerad en las palabras del Señor también vuestropeligro”, decía san Gregorio Magno, “ved si sois ovejas de Él, ved si lo conocéis, ved siconocéis la luz de la Verdad”.

1 – Oveja de Cristo y Virtudes Teologales En el párrafo del evangelio que hemos leído hoy no se incluyen algunos versículosprevios que nos ofrecen un elemento importante para encontrar la respuesta. De modoespecial el versículo anterior al del comienzo del evangelio de hoy: vosotros no creéis porqueno sois de mis ovejas… mis ovejas escuchan mi voz (Jn 10,26-27). Como vemos, Jesucristo identificaescuchar, acción propia de la oveja de Cristo, con creer. Escuchar, en lenguaje bíblico, no es simplemente oír sino que indica también ladisposición interior de docilidad a lo que se escucha. Escuchar, en la Biblia, quiere decirestar dispuesto a dejarse guiar: ellas me siguen. “Por eso el creyente se esfuerza por conocery hacer la voluntad de Dios” (1814). Para ello la fe sola no es suficiente, para hacer lavoluntad de Dios es necesario algo más. Por eso el catecismo añade: “la fe sin obras estámuerta: privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo nihace de él un miembro vivo de su cuerpo” (1815). “Conocéis digo no por la fe, sino por elamor. Conocéis no por la creencia sino por las obras” (san Gregorio Magno). Por lo tanto,para estar plenamente unido a Cristo son necesarias estas tres cosas: fe, esperanza ycaridad. Estas tres son llamadas virtudes teologales porque “se refieren directamente a Dios,disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad… son infundidas porDios”, es decir, son las que primeramente nos permiten vivir la “vida del Espíritu” a laque nos hemos referido en los domingos pasados. Porque son imprescindibles, ya que sinellas no hay unión plena con Dios, son exigidas por el primer mandamiento: “el primero delos preceptos abarca la fe, la esperanza y la caridad” (2086). Detengámonos, entonces, enel análisis de cada una de ellas, que tanta importancia tienen en nuestra existencia comoovejas de Cristo, en la presencia de la vida del Espíritu en nuestras almas. Veamos hoy laprimera de ellas, la fe, dejando las otras dos para los próximos domingos.

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2 – La Fe ¿Qué es la Fe? “La Fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo loque Él nos ha dicho y revelado y que la Santa Iglesia nos propone” (1814). “Por la fe, elhombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios” (143), “es unaadhesión personal del hombre a Dios;… asentimiento libre a toda la verdad que Dios harevelado” (150). Si bien, como hemos dicho, la fe sola no basta, sin embargo es absolutamenteindispensable, como son indispensables los fundamentos de un edificio para que éste semantenga en pie. De allí que sea necesario cuidar nuestra fe, preservarla. Así comopreservamos nuestra salud corporal, no exponiéndonos inútilmente a cosas que nospodrían enfermar, con mucha más razón hemos de cuidar la fe, para que no nos suceda dequedar excluídos de la vida eterna, como hemos visto en la primera lectura: era necesarioanunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos noos juzgáis dignos de la vida eterna, etc. (He 13,46; cf. Heb 3,7-19). ¿Cómo se cuida la fe? Ante todo evitando cuanto pueda crear dudas, sobre todo si noestamos bien preparados para responder y evitando todo menosprecio de la verdadrevelada. El catecismo señala que hay diversas maneras de pecar contra la fe: - La duda voluntaria que descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios harevelado y la Iglesia propone creer. La duda involuntaria, en cambio, es la vacilación encreer, la dificultad de superar las objeciones con respecto a la fe o también la ansiedadsuscitada por la oscuridad de ésta. Ahora, si la duda se fomenta deliberadamente, puedeconducir a la ceguera del espíritu (cf. 2088). - La incredulidad es el menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario deprestarle asentimiento y aquí tenemos la herejía (que es la negación pertinaz, después derecibido el bautismo, de una verdad revelada), la apostasía (que es el rechazo total de la fecristiana) y el cisma (rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice) (cf. 2089). Pero el mejor modo de cuidarla es profesándola, es decir manifestándola públicamente,viviéndola: “La fe se robustece dándola” (Juan Pablo II). El mismo Cristo nos enseña quees necesario manifestarla para la salvación: aquel que se declare por mi ante los hombres, yotambién me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres,le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos (Mt 10,32-33).

3 – Perseverancia en la fe En la segunda lectura hemos oído que los salvados son los que soportaron la grantribulación, es decir los que perseveraron. “¿Cómo es que vemos a Judas perecer?”, se pregunta Teófilo, y responde “Porque noperseveró hasta el fin… porque si alguno se separa del rebaño de las ovejas y deja deseguir al Pastor, al punto cae en peligro” (cf. Catena Aurea de santo Tomás).

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En cierta ocasión, una mujer preguntó al Papa San Gregorio Magno si ella se salvaría ono, a lo cual el santo respondió: “no lo sé, sólo sé que si persevera, Dios es fiel encumplir sus promesas”. Por eso san Pablo no vacila en sostener con osadía: ¿Quién nosseparará del amor de Cristo? ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?,¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: por tu causa somos muertos todo el día, tratados comoovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoyseguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni laspotestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Diosmanifestado en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8,35-39). ¿Cómo hemos de hacer para perseverar en la fe? “la fe es un don gratuito que Dioshace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello aTimoteo: Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberlarechazado, naufragaron en la fe. Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemosalimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente; debe actuar porla caridad, ser sostenida por la esperanza y estar enraizada en la fe de la Iglesia” (162).

4 – Conclusión Pidamos, por lo tanto, queridos hermanos, la gracia de perseverar en la fe. Participemoslo más frecuentemente que podamos, sin dejarnos vencer por el cansancio o el hastío, dela Eucaristía, el misterio de la fe, el sacramento de la fe. De ese modo llegaremos sin dudaa obtener aquello que dice Cristo en el evangelio: “ellas me siguen y yo les doy vidaeterna. Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano” (Jn 10, 27-28).

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CatIC 1970-1974 C-Pascua-5 Jn 13,31-35 / He 14,21b-27 / Sal 145 / Ap 21,1-5a

LA LEY NUEVA O LA CARIDAD HACIA EL PRÓJIMO

Las palabras del evangelio que acabamos de escuchar no son una de tantas enseñanzasque nos ha brindado nuestro Señor. No. Constituyen la expresión más condensada de todosu magisterio, expresado en palabras y en obras: “La Ley nueva o Ley evangélica es laperfección aquí debajo de la ley divina, natural o revelada... Toda la Ley evangélica estácontenida en el mandamiento nuevo de Jesús: amarnos los unos a los otros como Él nos haamado” (1970). Veamos, entonces, con detenimiento, este pequeño trozo del evangelio desan Juan.

1 – El Contexto En primer lugar, prestemos debida atención a las circunstancias. Circunstancias detiempo y circunstancias de modo. En cuanto a las circunstancias de tiempo, vale la pena señalar tres elementos: - ¿En qué momento de la vida de Jesús se enseña esto? Es la noche del Jueves Santo,la Última Cena...: es el testamento de Jesús. - ¿En qué momento de la Última Cena? Después del lavatorio de los pies = pureza decorazón = disposición para recibir y entender. - Esperó que se fuera Judas. Es decir que esta enseñanza va sólo a quienes son losverdaderos discípulos: en esto reconocerán que ustedes son mis discípulos. Es elemento distintivo:Les doy un mandamiento nuevo. En cuanto al modo, tenemos tres elementos para notar: - Cristo lo dice y lo reitera dos veces más; o sea, tres veces lo dice en total. Es algodefinitivamente establecido. Y con su autoridad: Les doy [Yo] un mandamiento nuevo. - Cristo lo da bajo categoría de mandato: Les doy un mandamiento nuevo. Es ley, estámandado. - Cristo dice que es Nuevo: Les doy un mandamiento nuevo. Estas precisiones no nos deben engañar sobre la auténtica naturaleza de este mandato.Precisa el catecismo al respecto: “La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrarpor el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor; ley de gracia, porqueconfiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad,porque nos libera de las observancias rituales y jurídicas de la Ley antigua, nos inclina aobrar espontáneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condición de

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siervo que ignora lo que hace su señor, a la de amigo de Cristo, porque todo lo que he oído a miPadre os lo he dado a conocer (Jn 15,15) o también a la condición de hijo heredero” (1972).

2 – La Novedad Si atendemos a las palabras de Cristo, no podemos dejar de percibir una dificultad. Enefecto ¿qué tiene de nuevo esta Ley dada por Cristo? Ya la misma ley natural, que seencuentra en toda criatura de Dios, hace que lo semejante ame a lo semejante. Y la antiguaLey revelada (o AT) decía: No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarása tu prójimo como a ti mismo (Lv 19,18). ¿Dónde, entonces, está la novedad de lo que diceJesús? La novedad no está tanto en el mandato mismo, cuanto en la modalidad nueva queadquiere el mandato: ámense los unos a los otros así como yo los he amado. Este como yo es loque da un sello propio al amor cristiano. ¿Cómo es el amor de Cristo? Lo primero que hay que advertir es que el amor de Cristoes sobrenatural. Más claro esto significa dos cosas: 1) La caridad hacia nosotros del corazón de Cristo tiene su fuente, su motivo y su fin enDios mismo: Por eso, al entrar en este mundo, dice: Sacrificio y oblación no quisiste, pero me hasformado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron: Entonces dije: ¡He aquí quevengo –pues de mí está escrito en el rollo del libro- a hacer, oh Dios, tu voluntad! (Hb 10,5-7). Por eso señala san Juan: Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el queama ha nacido de Dios y conoce a Dios (1Jn 4,7). Cuando la Caridad hacia el prójimo existe en elalma, une a ésta con Dios y lo hace semejante a Él. Tan estrecho es este vínculo queañade san Juan: Hemos recibido de Dios este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a suhermano (1Jn 4,21). 2) La caridad sobrenatural es algo distinto de la filantropía natural. La filantropía naturalpuede ser digna de elogio, pero no ama al prójimo para llevarlo a Dios ni lo ama comoDios lo ama. La verdadera Caridad es enteramente sobrenatural. El mismo movimiento quearrastra al alma hacia Dios, la inclina también a la generosidad para con los hombres. Poreso si alguno dice “amo a Dios” y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a suhermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1Jn 4,20). Teniendo en cuenta estos dos presupuestos, Santo Tomás indica que las característicasdel amor de Cristo son tres: - Es gratuito: en esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a suHijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamosamado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados (1Jn4,9-10). De la misma manera nosotros hemos de amar primero al prójimo y no esperar aque el prójimo venga a nosotros. El que da pronto da dos veces. - Es eficaz: obras son amores y no meras razones. Lo máximo: nadie tiene mayor amor queel que da la vida por sus amigos (Jn 15,13). Entonces, nosotros: Hijos míos, no amemos de palabra ni

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de boca, sino con obras y de verdad (1Jn 3,18). - Es recto. Esto porque se funda en el bien y porque es ordenada. A) Que es rectoquiere decir en primer lugar que es ordenada, es decir respeta el orden. La caridadreconoce una jerarquía: no puedo amar con amor de caridad al demonio; no amo igual aMaría Santísima que a Judas Iscariote, ni a mi madre (a quien le debo la vida) que a undesconocido que vive en Tailandia. B) La amistad se funda sobre alguna comunicación detal modo que la amistad o busca semejantes o hace semejantes para encontrar en quecomunicar mutuamente. La recta amistad es la que se funda en la semejanza ocomunicación en el Bien. Cuanto más perfecto y elevado es el bien sobre el que se fundala amistad, tanto más perfecta y elevada es la amistad misma: para hacer negocios, parahacer deportes, para robar, para evangelizar, etc. Esta jerarquización es importante porquees ella la que nos debe guiar en nuestro accionar: las obras de misericordia espirituales sonsuperiores a las obras de misericordia corporales; la catequesis, la oración son superiores.Debemos tener cuidado con el reduccionismo materialista.

3 – La Práctica – los Consejos Evangélicos Exhortaos mutuamente cada día... para que ninguno de vosotros se endurezca seducido por el pecado(Hb 3,13¸ Ro 15,14; Ga 6,2; 1Te 4,9; 5,11). Esta enseñanza de Jesucristo debe permear todanuestra existencia, debe ungirla expandiendo el buen olor de Cristo: en la vida familiar(esposo-esposa, padres-hijos), en la vida religiosa, etc. Debemos hacer nuestro lo que dijosan Agustín: amar al prójimo o porque en él está Dios o para que en él esté Dios. Para que esta práctica de la Caridad sea más eficaz, “más allá de sus preceptos, la Leynueva contiene los consejos evangélicos. La distinción tradicional entre mandamientos deDios y consejos evangélicos se establece por relación a la caridad, perfección de la vidacristiana. Los preceptos están destinados a apartar lo que es incompatible con la caridad.Los consejos tienen por fin apartar lo que, incluso sin serle contrario, puede constituir unimpedimento al desarrollo de la caridad. Los consejos evangélicos manifiestan la plenitudviva de una caridad que nunca se sacia... La perfección de la Ley nueva consisteesencialmente en los preceptos del amor de Dios y del prójimo. Los consejos indican víasmás directas, medios más apropiados, y han de practicarse según la vocación de cadauno…” (1973-1974). Ya decía San Francisco de Sales: “Dios no quiere que cada uno observe todos losconsejos, sino solamente los que son convenientes según la diversidad de las personas, lostiempos, las ocasiones, y las fuerzas, como la caridad lo requiera. Porque es ésta la que,como reina de todas las virtudes, de todos los mandamientos, de todos los consejos, y ensuma de todas las leyes y de todas las acciones cristianas, da a todos y a todas rango,orden, tiempo y valor”.

4 – Conclusión El domingo pasado vimos cómo el Buen Pastor se preocupa de sus ovejas. Él nos dejóel modelo que debemos imitar llegando hasta las últimas consecuencias como lo hizo Él

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subiendo a la Cruz. No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los sacrificiosque agradan a Dios (Hb 13,16).

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CatIC 1822-1829.2093-2094 C-Pascua-6 Jn 14,23-29 / He 15,1-2.22-29 / Sal 67 / Ap 21,10-14.22-23

CARIDAD HACIA DIOS

Es bastante habitual, diría que un hecho de experiencia universal, que en algúnmomento u otro de nuestra vida, experimentemos como una pérdida de fervor espiritual.De hecho, mucha gente buena y que quiere vivir como Dios lo pide, sufre como unasequedad interior. Suelen decir frases como por ejemplo: “no siento nada”, “vengo a misay estoy seca, distraída, no logro concentrarme, no sé que me pasa”, etc. En el evangelioque acabamos de leer se encuentra la respuesta de Cristo que sirve para tranquilizar lasbuenas conciencias que sufren por este motivo. Por eso, el Señor dice: no se inquieten niteman. Lo que nosotros acabamos de escuchar es una pequeña parte del sermón de despedidade Cristo, es decir, del Sermón de la Última Cena. Y más precisamente son las palabrascon las que Cristo responde a una pregunta de san Judas Tadeo. Este le había preguntado:Señor, ¿por qué te has de manifestar a nosotros y no al mundo?. En la respuesta a esta pregunta seencuentra la clave que nos permite saber qué hemos de hacer para entrar en familiaridadcon Cristo y conservarnos en ella.

1 - ¿Cómo hacerse prójimo de Dios? Para ver cómo Cristo soluciona este problema que se presenta en los buenos cristianos,al que hemos hecho referencia, es necesario que advirtamos, ante todo, un elementoimportante, a saber ¿de qué modo nos acercamos a Dios? La aproximación de dos cosasdepende de la condición de ellas. Hay una cercanía de tipo corporal, propia de los cuerpos(v.g....). Hay otro tipo de cercanía, de tipo intelectual o mental, propia de las ideas (v.g. mipensamiento es cercano al de ese autor...). En el caso de Dios ¿qué tipo de aproximación,de acercamiento es posible tener? Dios es un ser puramente espiritual, más espiritual quelos mismos ángeles, por lo tanto, es necesario acercarse a él espiritualmente. Y esto lopodemos hacer nosotros porque tenemos un alma espiritual. Un perro, una planta, unanimal cualquiera no puede hacerlo porque no posee un alma espiritual. ¿Y cómo se daeste acercamiento espiritual? Por pasos espirituales, es decir por los pasos que hacemoscon nuestros actos de fe, de esperanza y de caridad: “Las virtudes humanas se arraigan enlas virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de lanaturaleza divina. Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a loscristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo yobjeto a Dios Uno y Trino... conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo”(1812.1840). De estas tres, la que propiamente une a Dios de modo perfecto es la caridad, que “es la

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virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestroprójimo como a nosotros mismos por amor a Dios” (1822). Por eso san Pablo dice: si notengo caridad nada soy... nada me aprovecha... Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres.Pero la mayor de todas ellas es la caridad... La caridad no acaba nunca (1Co 13; cf. 1825-26). Porqueel que permanece en la caridad permanece en Dios y Dios permanece en él (1Jn 4,16). Por todo esto, enotro lugar es llamada por san Pablo vínculo de la perfección (Col 3,14): así como una cadenaune las diversas joyas y perlas haciendo de ese grupo un conjunto hermoso, así la caridadreúne todas las virtudes, las articula y las ordena entre sí y las eleva a la perfecciónsobrenatural del amor divino (cf. 1827). Por lo tanto, queridos hermanos, el modo propio de acercarse a Dios es espiritual y nointelectual ni mucho menos sensible. De allí que no tengamos que preocuparnosdemasiado por esa pérdida de “fervor sensible”. Si cumplimos los mandamientos de Cristo,si vivimos la caridad en todos los mandamientos (cf. 1823), si nuestra conciencia no nosreprocha nada grave, aunque nosotros no “sintamos” la caridad, no nos preocupemos.Decíamos que Cristo responde con sus palabras a este problema, porque esta es la piedrade toque para saber si estamos unidos o separados de Dios: si alguno me ama será fiel a mipalabra... el que no me ama no es fiel a mis palabras. “La caridad guarda los mandamientos deDios y de Cristo” (1824). ¿Observas, cumples, eres fiel a lo que Cristo ha enseñando?Entonces amas. “La prueba del amor es la acción... El amor de Dios jamás está ocioso. Siexiste, hace cosas grandes; si no hay obras, no hay amor” (san Gregorio M., Hom. 30,1).

2 – Los grados de la Caridad En esta práctica de los mandamientos, en esta observancia de las palabras de Cristo, enesta vida de la Caridad se pueden dar grados. Es decir, uno se puede acercarprogresivamente cada vez más a Dios. Santa Teresa de Jesús cuando quiere describir ladiversidad de estado de las almas usa la imagen de un castillo en cuyo interior mora Dios,en el centro mismo. Hay quienes están fuera del castillo: son los que están en pecadomortal. Pero, dentro del castillo, hay una gran multitud de habitaciones, y en la medida enque más se acercan al centro, están más iluminadas porque reciben una mayor luminosidadde ese Sol que es Dios, como hemos escuchado en la segunda lectura (Ap. 21,23). Es quela presencia de Dios en esas almas se intensifica cada vez más, como un cristal se hacecada vez más luminoso en la medida en que la luz del sol refleja más intensamente en él. La tradición divide este acercamiento a Dios como en tres grados (cf. S. Tomás S.Th.,II-II,24,9). Un primer grado es el de aquel que se dedica principalmente a apartarse delpecado y a resistir los movimientos contrarios a la caridad. Son incipientes (= los quecomienzan), quienes buscan de alimentar la caridad para que no se corrompa. Un segundopaso es el de aquellos que buscan aprovechar en el bien. Son los proficientes (= los quevan aprovechando), que intentan fortalecer la caridad. El tercer grado es el de aquel quefundamentalmente busca adherirse a Dios y gozar de Él. Son los perfectos. No se trata,claramente, de una clasificación rígida, como grados de una escuela, sino de ver qué es loque principalmente hacen.

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De manera muy expresiva lo grafica san Basilio: “O nos apartamos del mal por temordel castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de larecompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismodel amor del que manda... y entonces estamos en la disposición de hijos” (1828). Oesclavos que actúan por temor, o asalariados que actúan por interés, o hijos que actúan poramor. Son los tres grados posibles.

3 – La medición de la Caridad Queda, sin embargo, una cuestión a la que no hemos respondido. ¿Por qué, si yo tratode cumplir con todo esto, hay momentos en lo que me siento como desinteresado de todoello? En relación a esto dijo Cristo: La paz os dejo, mi paz os doy. “Aquí la dejo, allí la doy. Ladejo a los que siguen, la doy a los que arriban” (san Gregorio M. Hom. 30,1). ¿Por qué esta diferencia? “Respecto de la paz que Él nos ha dejado en este mundo, esaes más nuestra que suya. Él, en sí mismo, no tiene motivo alguno de contienda, porque notiene en sí mismo absolutamente ningún pecado... Nosotros tenemos una cierta pazcuando, en nuestro íntimo, encontramos alegría en obedecer la ley de Dios: pero esta pazno es completa, en cuanto nos damos cuenta que en nuestro ser hay otra ley, que es

opuesta a la ley de nuestra alma (cf. Ro 7,21-23.25[2]

). Y esta paz reina entre nosotros y ennosotros, cuando creemos al amor recíproco y de este amor nos amamos uno al otro; peroesta paz no es plena, porque no podemos ver uno en el íntimo de los pensamientos delotro, y porque nos formamos una opinión buena o mala de aquello que no está realmenteen nosotros. Ahora bien, esta paz, si bien nos ha sido dejada por el Señor, es realmente lanuestra: si no fuese por Él, no tendríamos ni siquiera esta paz, pero no es aquella quetiene Él. Pero, si la conservamos hasta el fin, tal como la hemos recibido, tendremosaquella paz que tiene Él, y en la cual no tendremos, entre nosotros y en nosotros, ningúnmotivo de contienda, y nada habrá escondido a uno y a otros de cuanto ahora estáescondido en nuestros corazones” (san Agustín, In Ioan. 77,3s). Por eso, cuando surja en nuestro corazón esa especie de sequedad, de disgusto por lascosas de Dios, hagamos aquello que nos aconseja san Gregorio M.: “Entrad en vosotrosmismos, hermanos, examinaos si realmente amáis a Dios, pero no creáis a vosotros mismos,si no tenéis la prueba de las acciones. Mirad si con la lengua, con el pensamiento, con lasacciones amáis verdaderamente a Dios” (Hom 30,1). Examinemos si no nos ha ganado laindiferencia o la ingratitud o la tibieza o la pereza espiritual (cf. 2094). “Qui habet inmemoria et servat in vita, qui habet in sermonibus et servat in moribus, qui habet audiendoet servat faciendo, qui habet faciendo et perseverando, ipse est qui diligit me” (sanAgustín, cit. por S. Tomás In Ioan. XIV, IV, 1933).

4 – Conclusión “La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo,corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos” (san Agustín, cf. 18289).

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CatIC 1817-1821.2090-2092 C-Ascensión Lc 24,46-53 / He 1,1-11 / Sal 47 / Hb 9,24-28.10,19-23 (o Ef 1,17-23)

ESPERANZA

Celebramos, queridos hermanos, la fiesta de la Ascensión. La Ascensión es una fiesta deesperanza. Sin duda que llama la atención lo que dice el evangelio acerca de que losapóstoles, luego de haber despedido a Jesús, regresaron con gran alegría. Parecería más bienque debieran estar tristes por el alejamiento del Señor. Pero se comprende perfectamentesi pensamos en lo que significa para la humanidad entera la entrada de Cristo en los cielos:“la Ascensión de Cristo es nuestra propia elevación y allí donde nos ha precedido la gloriade la Cabeza, es convocada también la esperanza del Cuerpo” (san León, M. sermo 73). Dehecho, cuando santo Tomás se pregunta si no hubiese sido mejor que Cristo permaneciesecorporalmente en la tierra, responde que más útil nos es su Ascensión porque, entre otrascosas, se hace posible la esperanza en el cumplimiento de las promesas de Cristo, quienllevando al cielo su naturaleza humana, aseguró que vendrá un día a llevarnos con Él:...voy a prepararos un lugar, y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo,para que donde esté yo estéis también vosotros (Jn 14,2-3).

1 – Actualidad de esta virtud La actualidad de esta virtud de la esperanza se hace patente si consideramos la situaciónactual del hombre, agobiado por la inseguridad y los males de la vida presente. Al respecto apunta Castellani: “todas las necesidades del hombre se reducenpsicológicamente a la necesidad de satisfacción y a la necesidad de seguridad, quesimplificadas brutalmente dieron la Libido y el Imperium. El hombre necesita satisfacer el hambre, también el hambre sexual, también el hambrede cariño, aprecio y aprobación, y también el deseo de mandar o por lo menos de valer, deser útil (que se convierte acaso en deseo de obedecer), y también el deseo de trascendersus limitaciones corporales y temporales (realizarse en función de trascendencia), o sea eldeseo misterioso de superar la muerte o dominar el miedo a la muerte... Todos estosdeseos tiñen todas las cosas de un valor y las convierten en “valores”; y todo hombre sefabrica o por lo menos recibe y acepta una “escala de valores”. Esto en lo que respecta ala necesidad de satisfacción. La necesidad de seguridad está unida con ella y surge de ella: es su aspecto negativo, suotra cara. El hombre es el animal que sabe que ha de morir y que puede morir encualquier momento, que puede prever y previvir con su fantasía todos los peligros yamenazas que existen, y aún los que no existen; y que siente la inseguridad desde que nacepor ser el animal más desvalido y desarmado que existe; de modo que si es una barbaridad

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decir con Freud que “el primer acto del niño (que es el llanto) es un acto sexual”, no lo estanto decir con Adler que el primer acto del niño es un grito por la seguridad. Pero hoy nose necesita discurrir mucho acerca de la seguridad y de las torturas de la inseguridad enesta época. Todos las conocemos; y los Gobiernos multiplican los “seguros sociales” paraasegurarnos; pero la gente no se tranquiliza porque dicen: “¿Y del Gobierno quién nosasegura?”, y muchos ponen su seguridad en el dinero, y para ganarlo no reparan en medios,y aparecen el agio y la especulación, los inspectores y la cárcel y aumenta la inseguridadgeneral; y se desparrama en todas direcciones, de lo económico a lo político, de lo políticoa lo religioso, de la vida pública a la familia, de la familia a todas partes. En el fondo delproblema proletario está la inseguridad. Yo no digo que ella explique toda la Psicología delproletario, sería pueril, pero es el torcedor más espantoso que hay en el fondo de lapobreza; que no es pobreza ya, porque pobreza con inseguridad es miseria; no es lapobreza que Cristo predicó bienaventurada. La pobreza es el Purgatorio; la miseria es elInfierno...”. (Leonardo Castellani, Psicología humana, 2ª ed. pp. 139-140). Más sintéticamente dice Pieper “La Esperanza del hombre tiende a la última y perfectasatisfacción. Lo que en verdad esperamos es, como muy acertadamente describe ErnstBloch, la plena existencia: la restauración del hombre, el hogar, el llegar a casa, el reino,“Jerusalén”, una satisfacción absoluta de las necesidades y una bienaventuranza comojamás la hubo”. Y se plantea “¿existe algún objetivo de este tipo con cuya realizaciónalguien pueda prometerse y esperar seriamente aquella última satisfacción, aquella “plenaexistencia”?” o, como contrapartida “¿es razonable afirmar que todo lo que realizamos, ennuestra vida corporal, carece de valor porque al final tenemos que morir?” (Josef Pieper,“El arte de no desesperar” Mikael 10, 23-24). El catecismo señala que “la virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidadpuesto por Dios en el corazón de todo hombre...” (1818) ¿Qué es la felicidad? Podemosdecir que es la plenitud de vida. Los cristianos sabemos que eso es el Paraíso: “El cielo esel fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estadosupremo y definitivo de dicha” (1024). Fijémonos: estado (no algo pasajero) supremo(nada por encima) y definitivo (no cambia) de dicha (sin tristeza). Pues bien “la virtud de la esperanza... asume las esperanzas que inspiran las actividadesde los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento;sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranzaeterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de lacaridad” (1818).

2 – Naturaleza de la Esperanza y sus contrarios Y ¿a qué se deben todas estas propiedades, individuales y sociales, tan benéficas queencontramos en la esperanza? Se deben a su naturaleza: “la esperanza es la virtud teologalpor la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra,poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestrasfuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo” (1817). Por eso, se nos

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aconseja en la 2ª lectura: mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de lapromesa (Hb 10,23), ya que “la esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y labienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y deprovocar su castigo” (2090). Ante esta virtud, necesaria para mantenerse en el bien obrar, aparecen dos desviaciones: - La primera de ellas lleva el nombre de presunción. Hay dos clases de presunción. Obien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de loalto y entonces desprecia la oración y los sacramentos), o bien presume de la omnipotenciao de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sinmérito) (cf. 2092). Esta actitud de arrogancia ha estado muy presente en aquellos quepretenden construir el paraíso en la tierra. - La segunda desviación, sin embargo, es la que puede apoderarse más fácilmente delcomún de los hombres. Pieper muestra como paulatinamente al hombre moderno lo ha idodominando la desesperación y brinda testimonios como los siguientes: “resultaría muysignificativo comprobar la rapidez con que desaparece la palabra ‘progreso’ del lenguajeusual del mundo” (Huizinga); “existe una diferencia entre creer en el bien y creer en lavictoria del bien” (Mann); “la posibilidad del apocalipsis es una realidad de nuestra vida”(Oppenheimer). Es que “por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios susalvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados”. Pecadoterrible porque “se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia –porque el Señor es fiel a suspromesas- y a su Misericordia” (2091). Estas dos actitudes constituyen un pecado contra el primer mandamiento. La actitudcorrecta es que “cada uno debe esperar con la gracia de Dios, perseverar hasta el fin yobtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenasrealizadas con la gracia de Cristo.” (1821). O, para decirlo con el popular dicho: “a Diosrogando (para obtener su ayuda) y con el mazo dando (poniendo los medios de nuestraparte)”.

3 – Necesidad de la Esperanza La esperanza, en consecuencia, se convierte en una virtud absolutamente necesaria parael cristiano: “protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón enla espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo”,hemos leído. Por eso, el catecismo la llama “ancla del alma, segura y firme, que penetra adonde entró por nosotros como precursor Jesús (Hb)” y también “arma que nos protege en elcombate de la salvación: revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza desalvación (1Ts)”. Así, “nos procura el gozo en la prueba misma: con la alegría de la esperanza;constantes en la tribulación (Ro)” (1820). En fin, por la esperanza rezamos, por la esperanzatrabajamos, por la esperanza perseveramos, “por la esperanza deseamos y esperamos deDios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla” (1843). De ahí la exhortación de santa Teresa: “Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el

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día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace locierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás elamor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que nopuede tener fin” (en 1821).

4 – Conclusión Por tanto, queridos hermanos, que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,ilumine sus corazones para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesorosde gloria que encierra su herencia entre los santos (cf. Ef. 1,17ss). “Uno de los grandes símbolos oimágenes de la esperanza que se repite una y otra vez, mediante el cual los hombres hanintentado siempre aclarar la última consumación de su existencia es, por ejemplo, elsímbolo del gran banquete. Ya Platón había hablado, en el Fedro, de algo que sucederíamás allá del tiempo y en un lugar por encima del cielo. Pero el banquete en comunidad,con el que la cristiandad ya en este mundo histórico reconoce y celebra el comienzo real yel preludio de la vida de felicidad en la Mesa de Dios, ese banquete jamás fue posible quelo soñara Platón.” (Pieper, p. 25).“Levantemos el corazón” y dispongámonos a participardel banquete que nos hace comensales de los santos del cielo, particularmente servidogracias a la Virgen.

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CatIC 2746-2751 C-Pascua-7 Jn 17,20-26 / He 7:55-60 / Sal 97 / Ap 22,12…20

FUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZA

Hace unos días, queridos hermanos, hemos contemplado el misterio de la Ascensión deNuestro Señor y decíamos que era una fiesta de esperanza para todos nosotros, creyentesen el Señor. Las lecturas de este día nos permiten ahondar más en ese misterio ycontemplar otros elementos.

1 – Fundamento de nuestra esperanza Decíamos entonces que nosotros esperamos llegar allí donde Cristo ya está. Pero, ¿cuáles, en última instancia, la razón o el fundamento que nos hace tener la confianza de querealmente llegaremos? Las lecturas de hoy nos dan la clave. El fundamento es lamediación del mismo Jesucristo. En la primera lectura escuchamos el relato de la visión que tuvo san Esteban pocoantes de ser matado, cómo tuvo la gracia de ver a Cristo de pie a la derecha de Dios. LaAscensión de Jesucristo cerró, en cierto sentido, todo un ciclo, iniciado con el misterio dela Encarnación: se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo... se rebajó hasta someterse inclusoa la muerte… y por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre... (Fil2,7-9). De manera más reducida, como lo señalara el mismo Jesucristo, culmina elmovimiento iniciado con su Pasión: cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn12,32). Levantado = hypsóo en griego; literalmente ex-altado, puesto en alto. “La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Es sucomienzo. Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no penetró en unSantuario hecho por mano de hombre..., sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamientode Dios en favor nuestro (Hb 9,24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio.De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo parainterceder en su favor (Hb 7,25). Como Sumo Sacerdote de los bienes futuros (Hb 9,11), es el centroy el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos” (662). Tenemos, entonces, que la Ascensión pone claramente de manifiesto la acciónsacerdotal de Cristo. Hemos escuchado Hb 9,11: Cristo como Sumo Sacerdote de los bienesfuturos. El término futuro hace pensar en algo que todavía está por darse, pero en realidadse trata de bienes que, de alguna manera, ya recibimos; es mejor entenderlos como bienes“trascendentes”, “permanentes”, “eternos”. La acción intercesora de Cristo ya se hizo presente en su vida terrenal. Hemosescuchado en el evangelio que Jesús rezó diciendo: Padre, te pido no sólo por ellos [los apóstoles]sino por todos los que creerán en mí a través de su palabra. O sea, rezó también por nosotros. Y

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esto es lo que nos da máxima confianza de alcanzar lo que esperamos.

2 – La oración de la Hora de Jesús ¿Cuándo rezó Jesús diciendo esas palabras? “Cuando ha llegado su hora, Jesús ora alPadre. Su oración es la más larga transmitida por el Evangelio, abarca toda la Economía dela creación y de la salvación, así como su Muerte y su Resurrección. Al igual que la Pascuade Jesús… permanece siempre actual…” (2746). Jesús la dice, entonces, momentos antesde marchar hacia la Pasión, cuando ya su voluntad estaba determinada a ir al encuentro deella y de allí que tenga un valor especial. “La tradición cristiana acertadamente la denominala oración ‘sacerdotal’ de Jesús. Es la oración de nuestro Sumo Sacerdote, inseparable desu sacrificio, de su ‘paso’ [pascua] hacia el Padre donde él es ‘consagrado’ enteramente alPadre” (2747). Es llamada, hemos escuchado, oración sacerdotal. Como en cada misa que celebramosel sacerdote, en razón de su condición, presenta, por así decirlo, “oficialmente” al Padrenuestras ofrendas y peticiones, así también pero en grado mayor, hace Cristo. Y es engrado mayor por dos razones. La primera porque “en esta oración pascual, sacrificial, todo está recapitulado en Él: Diosy el mundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo, el amor que se entrega y elpecado que lo traiciona, los discípulos presentes y los que creerán en Él por su palabra,su humillación y su Gloria” (2748). La segunda razón es que Cristo “es consagrado enteramente al Padre”. Esaconsagración entera, integral le da un valor máximo a su oración. “Jesús ha cumplido toda la obra del Padre, y su oración, al igual que su sacrifico, seextiende hasta la consumación de los siglos. La oración de la ‘Hora de Jesús’ llena losúltimos tiempos y los lleva hacia su consumación. Jesús, el Hijo a quien el Padre ha dadotodo, se entrega enteramente al Padre y, al mismo tiempo, se expresa con una libertadsoberana debido al poder que el Padre le ha dado sobre toda carne” (2749). Pero hay más porque “nuestro Sumo Sacerdote que ruega por nosotros, es también elque ora en nosotros y el Dios que nos escucha” (2749). No hay lugar, por lo tanto, para lamás mínima duda sobre la eficacia de la oración.

3 – En nosotros Esto último que nos enseña el catecismo es digno de ser considerado más atentamente:es el que ora en nosotros. De allí que el catecismo añada que “si nos ponemos a orar en elSanto Nombre de Jesús, podemos recibir en toda su hondura la oración que Él nos enseña:‘Padre Nuestro’”. Y es que, precisamente, “la oración sacerdotal de Jesús inspira, desdedentro, las grandes peticiones del Padre Nuestro: la preocupación por el Nombre delPadre, el deseo de su Reino (la Gloria), el cumplimiento de la voluntad del Padre, de suDesignio de salvación y la liberación del mal” (2750).

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Por eso se entiende que, en el catecismo, inmediatamente después de esto sigue elPadre Nuestro, porque a través de él y visto a la luz de esta oración sacerdotal de Jesús,podemos penetrar en el misterio más hondo, porque “en esta oración Jesús nos revela ynos da el conocimiento indisociable del Padre y del Hijo que es el misterio mismo de la vidade oración” (2751).

4 – Conclusión Para concluir recojamos la exhortación dirigida a todos los cristianos en la carta a losHebreos: Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre deJesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por Él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propiacarne, y con un Sumo Sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón, enplenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura.Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la Promesa. Fijémonos los unos enlos otros para estímulo de la caridad y las buenas obras, sin abandonar vuestra propia asamblea (=ekklesía), como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animándoos: tanto más, cuanto que veis que seacerca ya el Día (Hb 10,19-25).

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CatIC 689-693.696.700 C-Pentecostés Jn 14,14-16.23b-26 / Hech 2,1-11 / Sal 104 / Ro 8,8-17

ARDIENTE IMPULSO

Estos últimos domingos hemos estado considerando la parte fundamental de la vida delEspíritu, o sea las virtudes teologales que son las que nos unen directamente a Dios. Hoyla liturgia nos hace dirigir nuestra atención hacia el que es el oculto animador y gestor detodo esto en nuestras almas: el Espíritu Santo. De su importancia no caben dudas despuésde lo que hemos escuchado en la segunda lectura: El que no tiene el Espíritu de Cristo no es deCristo. Las lecturas nos permiten adquirir cierta idea de lo que Él es y hace.

1 – Soplo Observemos la primera lectura que contiene la parte inicial de lo sucedido el día dePentecostés posterior a la Resurrección de Cristo. Dice el texto del libro de los Hechosque se oyó como un fuerte viento. La palabra que se usa en realidad tiene para nosotrosvarios significados: “el término Espíritu traduce el término hebreo Ruah, que en su primeraacepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen sensible delviento para sugerir… la novedad trascendente del que es personalmente el Soplo de Dios,el Espíritu Divino” (691). Para nosotros la palabra que mejor expresa esa variedad designificados es “soplo”, refiriéndonos no sólo al viento sino también al aliento y larespiración (cf. Gn 2,7: sopló en sus narices aliento de vida). Esa palabra hebrea Ruah fue traducida con el griego pneuma y con el término latinospiritus, manteniendo siempre la variedad de significados. En nuestro lenguaje, siguiendo latradición teológica cristiana, ha terminado adquiriendo un significado mucho másespecífico: “Espíritu Santo, tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamoscon el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre el Señor y lo profesa en elbautismo de sus nuevos hijos…”. En realidad, “Espíritu y Santo son atributos divinoscomunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgiay el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívocoposible con los demás empleos de los términos ‘espíritu’ y ‘santo’” (691). En las Sagradas Escrituras, además de ese nombre propio aparecen otros apelativosusados por san Pablo: Espíritu de la Promesa, Espíritu de Adopción, Espíritu de Cristo, Espíritu delSeñor, Espíritu de Dios. San Pedro habla de Espíritu de gloria (cf. 693).

2 – Ardiente La segunda indicación que nos da la primera lectura tiene algo de “contradictorio”,porque en general el soplo es refrescante. Sin embargo lo que se ve son como lenguas de

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fuego, lo cual tiene una arraigada tradición en el AT y una relación con la tarea que le tocaráa los apóstoles: “el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del EspírituSanto: - El profeta Elías que surgió como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha, con suoración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo, figura del fuegodel Espíritu Santo que transforma lo que toca. - Juan Bautista, que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías, anuncia a Cristo como elque bautizará en el Espíritu Santo y el fuego, Espíritu del cual Jesús dirá He venido a traer fuegosobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!... - La tradición espiritual conservará este simbolismo del fuego como uno de los másexpresivos de la acción del Espíritu Santo: no extingáis el Espíritu” (696). Es, de manera más específica, precisamente a través de las virtudes teologales que elEspíritu Santo nos transforma haciéndonos a nosotros más conformes a Jesucristo. SanJuan de la Cruz utiliza la imagen del fuego para expresar que así como el fuego trabaja conel leño eliminando primero su humedad e impurezas para luego convertirlo también enllama ardiente, así el Espíritu Santo va actuando en nosotros para eliminar lo que nocondice con su santidad y convertirnos en otros Cristos, auténticos cristianos: si con elEspíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis, dice la segunda lectura. Y añade: todos los que songuiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.

3 – Pará-kletós Y de hecho, fue precisamente el Hijo, Jesucristo nuestro Señor, quien, comoescuchamos en el evangelio, prometió el envío del Espíritu. En realidad, uno y otro actúande manera concorde: “Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento: misiónconjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ningunaduda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el EspírituSanto quien lo revela. Jesús es Cristo, ungido, porque el Espíritu es su Unción y todo loque sucede a partir de la Encarnación mana de esta plenitud. Cuando por fin Cristo esglorificado, puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Espíritu a los que creen en él: Élles comunica su Gloria, es decir, el Espíritu santo que lo glorifica” (689-690). Sin embargo, aún actuando de manera conjunta, Cristo se refiere al Espíritu Santo comoalguien distinto y lo denomina con una palabra griega difícil de traducir a nuestro idioma:Paráclito, gr. Pará-kletós, “literalmente aquel que es llamado junto a uno, ad-vocatus” (692).Generalmente se lo traduce como Consolador, con la idea de alguien que permanece juntoa otro asistiéndolo en todo momento (por eso también ad-vocatus, abogado), asistencia quepuede adquirir diferentes maneras: rezando en nosotros y por nosotros, con gemidosinenarrables como dice san Pablo, o bien animando en momentos de desolación, oaconsejando, o instruyendo, etc. Seguramente que muchos de nosotros hemosexperimentado esa acción interior. En definitiva, Pará-kletós viene a ser como un“compañero de camino”.

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Pero, sobre todo es, según una feliz expresión de la tradición espiritual, el “Maestrointerior”, ya que, como escuchamos, Él habita en nosotros (cf. 2ª lectura). Es el que hace quela Ley de Cristo sea in-scripta en nuestros corazones. Por esto, otra imagen común queaparece en la Escritura y en la liturgia para designar al Espíritu Santo es la del “Dedo deDios”: “Por el dedo de Dios expulso yo [Jesús] los demonios. Si la Ley de Dios ha sido escrita entablas de piedra por el dedo de Dios, la carta de Cristo entregada a los apóstoles está escrita no continta sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón. Elhimno ‘Veni Creator’ invoca al Espíritu Santo como ‘digitus paternae dexterae’ (dedo de ladiestra del Padre)” (700). Y, de hecho, uno de los significados más importantes que tiene lafiesta de Pentecostés entre los judíos es la entrega o donación de la Ley en el monte Sinaí[por eso se lee el salmo 119 en esa fiesta]. En nosotros, en cambio, esa Ley es infusa ennuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

4 – Conclusión Como vemos, queridos hermanos, las lecturas de este día nos permiten adquirir unavisión amplia y profunda de la acción del Espíritu Santo, la cual, si bien no siempre con laespectacularidad con que se hizo presente en el día de Pentecostés, no ha dejado de estarpresente hasta nuestros días, confirmando la misión de Cristo en la Iglesia. En nuestrasmanos, sin embargo, en razón de nuestra libertad, está el disponer nuestros corazones paraque Él pueda actuar más libremente. ¿Cómo? Con la penitencia que elimina los obstáculosque nuestras pasiones desordenadas generan; con la oración constante que nos permiteescuchar sus sutiles sugerencias; con una adecuada recepción de los sacramentos. Aprendamos de María Santísima, la discípula más aventajada del Espíritu.

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CatIC 232-237.257-260 C-Santísima Trinidad Jn 16,12-15 / Prov 8,22-31 / Sal 8 / Ro 5,1-5

LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y LA ECONOMÍA DE LASALVACIÓN

La solemnidad de este domingo, solemnidad de la Santísima Trinidad, nos permite dar

razón de cuanto los evangelios de los últimos cuatro o cinco domingos nos han idoenseñando y entenderlos mejor. Vimos, primero, que para ser oveja de Cristo, parapertenecer a su rebaño era necesaria la fe (4º pascua). Los domingos siguientes nosindicaron la necesidad de la caridad, tanto de la caridad para con el prójimo, amaos los unos alos otros como yo os he amado, como la caridad para con Dios, el que me ama cumple mismandamientos (5º y 6º pascua). El domingo posterior, fiesta de la Ascensión de NuestroSeñor, se nos inculcaba la esperanza, ya que viendo a Cristo entrar en los cielos, podemostambién nosotros aspirar a ingresar en ellos, ya que la esperanza no quedará defraudada (Ro 5,5).Finalmente, el domingo pasado, consideramos la acción del Espíritu Santo, Soplo, Fuego yParáclito. Pues bien, todo esto ¿para qué? ¿qué sentido tiene? Es el misterio que hoy celebramosel que nos permite obtener una respuesta satisfactoria.

1 – Centralidad del Misterio Hablando de este misterio, dice el catecismo: “el misterio de la Santísima Trinidad es elmisterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es,pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es laenseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe…” (234). ¿Porqué estas afirmaciones tan categóricas y tajantes? Para comprender mejor, es conveniente que retomemos una distinción que hacían losPadres de la Iglesia. Cuando ellos hablaban de Dios distinguían en Él como dos aspectos:a uno lo llamaban Teología y al otro Economía, “designando con el primer término elmisterio de la vida íntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios porlas que se revela y comunica su vida…” (cf. 236). Por las obras podemos conocer lasdiferentes personas: “toda la economía divina, obra a la vez común y personal, da aconocer la propiedad de las personas divinas” (259). Nosotros mismos, si prestamos debida atención al Credo que rezamos, podemosobservar que respetamos ese modo de ver atribuyendo a cada una de las personas unadeterminada obra por la que esa persona se revela de modo especial (cf. 190). Así decimos“Creo en Dios Padre… Creador…; Creo en Dios Hijo… Redentor..; Creo en DiosEspíritu Santo… Santificador…”.

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Ahora, ¿para qué todo esto? ¿Para qué la bellísima obra de Dios Padre, con sumajestuosa creación? ¿Para qué la obra de Dios Hijo, que se hizo hombre y murió demuerte tan dolorosa, no ahorrándole sufrimientos a su Santísima Madre, Corredentora?¿Para qué la estupenda obra santificadora del Espíritu Santo, hecha a través de la Iglesia?¿Para qué tantos hospitales… escuelas… misiones… santos que se empeñaron en obrasgrandiosas… etc. etc.? Todo esto ¿para qué? “El fin último de toda la economía divina es el acceso de las criaturas a la unidadperfecta de la Bienaventurada Trinidad…” (260). Es lo que hemos escuchado en la primeralectura: mis delicias están con los hijos de los hombres (Prov 8,31). Lo que Dios quiere es que loshombres participen de esa vida íntima de Dios, que puedan entrar en su morada: “toda lahistoria de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por loscuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconciliaconsigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos” (234).

2 – La Vida de la Trinidad Para poder lograr esto de entrar en la morada de Dios son necesarias las virtudesteologales, es decir, la fe, la esperanza y la caridad: “las virtudes teologales se refierendirectamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la SantísimaTrinidad… son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrarcomo hijos suyos y merecer la vida eterna” (1812-1813). Esta vida eterna es la vida de Dios ¿en qué consiste? Los teólogos la definen como la“posesión simultánea, total y perfecta de todos los bienes” (tota, simul et perfectapossessio), es decir la posesión en un mismo y único instante (simul), en el grado máximoposible (perfecta) de todos los bienes (tota) que hacen a la vida. ¿Dónde se encuentraesto? En la Santísima Trinidad, en Dios. Y a participar de ella nos llama Dios mismo. Poreso exclama el salmista: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? También san Pablo, a pesarde estar encarcelado, no puede dejar de exultar viendo esta maravilla y proclama: Benditosea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales…dándonos a conocer el misterio de su voluntad (Ef 1). “Este designio… se despliega en la obra dela creación, en toda la historia de la salvación después de la caída, en las misiones del Hijoy del Espíritu, cuya prolongación es la misión de la Iglesia” (257).

3 – Trinidad: Fin del Camino Así, pues, “Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir alcielo… El hombre entre… en el gozo de la vida trinitaria” (1721). Y ni siquiera hemos deesperar ir al cielo para comenzar a participar de esa vida: “la gracia es una participación enla vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria…” (1997). Dios quierecomunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada (cf. 257). Ya desde nuestrobautismo, hecho en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, “somos llamadosa participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y,después de la muerte, en la luz eterna” (265; cf. 232-233). Así se entiende el deseo de san

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Pablo de ser disuelto para estar con Cristo o aquello de santa Teresa: “muero porque nomuero”. “Toda la vida cristiana es comunión con cada una de las personas divinas…” (259). “…desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: si alguno me amaguardará mi Palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él” (260). Por eso este misterio es “la fuente de todos los otros misterios de la fe”. Y observemoscómo la liturgia nos enseña a vivir inmersos en este misterio. Toda la misa, de punta apunta, está como impregnada de este misterio: Señal de la Cruz, Gloria a Dios (porque nosquiere llevar a la vida eterna), Credo, Santo, Doxología (Por Cristo… a Dios Padre… en elEspíritu Santo…), Bendición Final, etc.… Y la beata Isabel de la Trinidad rezaba así: “Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame aolvidarme enteramente de mí misma para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mialma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, miinmutable, sino que cada minuto me lleva más lejos en la profundidad de tu Misterio.Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo note deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe,en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora” (260).

4 – Conclusión Por eso, queridos hermanos, pidamos a María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre deDios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, que nos enseñe a vivir ya desde ahora en estemisterio de la Vida íntima de Dios, de la cual hemos de participar por toda la eternidad, siperseveramos en la fe y en la gracia.

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CatIC 1333-1344 C-Corpus Christi Lc 9,11b-17 / Gn 14,18-20 / Sal 110 / 1Co 11,23-26

PAN Y VINO

El domingo pasado, queridos hermanos, vimos que la Santísima Trinidad desea que elhombre participe de su vida íntima, entre en comunión con Ella. El misterio que hoycelebramos, sobre todo por las lecturas que se han leído, nos llevan a considerar laposibilidad de esa comunión durante nuestra existencia terrena, a través del sacrificio queel mismo Jesús instituyó, sacrificio que es también banquete de comunión (cf. 2ª lectura).

1 – El pan y el vino en el AT En la primera lectura hemos escuchado la narración de un episodio muy especial.Resulta que Abraham retornaba exitoso de una campaña militar, con todo el botín y sobretodo con su sobrino Lot a quien había acudido a rescatar de las manos de los que lohabían aprisionado. Cuando retornaba hacia la zona de Hebrón donde estaba instalado, alpasar cerca de la ciudad de Jerusalén, le sale al encuentro un curioso personaje llamadoMelquisedec. Su nombre ya es significativo: Malkî-Zedeq significa “mi rey” es “justo”. ElGénesis dice que era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote de Dios Altísimo que salió al encuentro de Abraham,cuando regresaba de la derrota de los reyes, y le bendijo, al cual dio Abraham el diezmo de todo, y cuyonombre significa, en primer lugar, “rey de justicia” y, además, rey de Salem, es decir, “rey de paz”, sinpadre, ni madre, ni genealogía, sin comienzo de días, ni fin de vida, asemejado al Hijo de Dios, permanecesacerdote para siempre. Mirad ahora cuán grande es éste, a quien el mismo Patriarca Abraham dio eldiezmo de entre lo mejor del botín (Hebreos 7,1-4). Su mismo sacrificio, hecho de pan y vino, es de gran valor: “En el corazón de lacelebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristoy por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo...La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote que ofreció pan y vino unaprefiguración de su propia ofrenda” (1333). ¿Por qué Jesucristo eligió el pan y el vino para el culto de la Nueva Alianza? Alproceder de esa manera, Cristo no procede de manera caprichosa, sino que tiene en cuentauna larga tradición que Dios, en su preparación al misterio del NT, había establecido en elAT. Varios son los significados que tienen el pan y el vino en el AT y que Jesús, en estenuevo sacrificio, recoge y sintetiza: “En la Antigua Alianza, el pan y el vino - Eran ofrecidos como sacrificio entre las primicias de la tierra en señal de

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reconocimiento al Creador: como gesto de agradecimiento y “significando también labondad de la creación” (cf. 1333). - Pero reciben también una nueva significación en el contexto del Éxodo: los panesácimos que Israel come cada año en la Pascua conmemoran la salida apresurada yliberadora de Egipto. - El recuerdo del maná del desierto sugerirá siempre a Israel que vive del pan de laPalabra de Dios. - Finalmente, el pan de cada día es el fruto de la Tierra prometida, prenda de lafidelidad de Dios a sus promesas. - El “cáliz de bendición”, al final del banquete pascual de los judíos, añade a laalegría festiva del vino una dimensión escatológica, la de la espera mesiánica delrestablecimiento de Jerusalén” (1334). Como vemos, son muchos los elementos que la tradición judía, la tradición del AT,tenía presente al hablar de pan y vino. La tradición cristiana no los rechaza, sino que losincorpora en una síntesis superior. Es decir, si bien todos esos elementos presentes en elAT continúan teniendo validez, sin embargo, Cristo los eleva todavía más.

2 – El pan y el vino en el NT En efecto, dice el Catecismo: “Jesús instituyó su Eucaristía dando un sentido nuevo ydefinitivo a la bendición del pan y del cáliz” (1334). Cristo fue preparando la Eucaristía através de algunos milagros particularmente asombrosos: “Los milagros de la multiplicaciónde los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio desus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pande su Eucaristía. El signo del agua convertido en vino en Caná anuncia ya la Hora de laglorificación de Jesús. Manifiesta el cumplimiento del banquete de las bodas en el Reinodel Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo convertido en Sangre de Cristo” (1335). Finalmente, al llegar el momento, establece el nuevo rito que había de reemplazar a lossacrificios de animales del AT: “Al celebrar la última Cena con sus apóstoles en eltranscurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. Enefecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, esanticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía yanticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino” (1340).

3 – “El pan y el vino” hoy: el altar, elemento distintivo de la Iglesia Jesús no sólo realizó este sacrificio, sino que mandó que se continuase haciendo en sumemoria: Haced esto en memoria mía. Es el único recuerdo que deja Jesús de parte suya: noun objeto sino una acción litúrgica. “Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo,en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión...”(1333). “El mandato de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras hasta que venga, no exige

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solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la celebración litúrgica por losapóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de suresurrección y de su intercesión junto al Padre. Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a laorden del Señor. De la Iglesia de Jerusalén se dice: acudían asiduamente a la enseñanza de losapóstoles, fieles a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones... acudían al Templo todoslos días con perseverancia y con un mismo espíritu” (1341-2). Es por este motivo que, en los templos católicos hay un elemento distintivo que uno nova a encontrar en los edificios pertenecientes a otras religiones (con alguna raraexcepción). Si uno entra en una mezquita podrá ver el “mihrab”; si entra en una sinagoga,verá (si no está respetuosamente velado) el mueble que contiene los rollos de la Ley(Toráh); si entra en un templo protestante, advertirá la función preponderante de unaespecie de ambón desde donde se lee y comenta la palabra de Dios. Pero lo que no veráes un altar, es decir, ese elemento que focaliza, que centraliza todo el movimiento de laliturgia, porque en él se re-nueva, se re-presenta el sacrificio de Cristo, porque Él así lomandó: desde el comienzo “hasta nuestros días la celebración de la Eucaristía se haperpetuado, de suerte que hoy la encontramos por todas partes en la Iglesia, con la mismaestructura fundamental. Sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia” (1343). Es, como yaseñalamos, altar del sacrificio y mesa del banquete. El sacrificio eucarístico es algo tan distintivo de la verdadera Iglesia de Cristo que,cuando Cristo lo anunció, allí mismo se constituyó en causa de rechazo: “El primeranuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de la pasión losescandalizó: es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo? La Eucaristía y la cruz son piedras detropiezo. Es el mismo misterio, y no cesa de ser ocasión de división...” (1336).

4 – Conclusión También nosotros nos enfrentamos a este misterio: “¿También vosotros queréis marcharos?:esta pregunta del Señor resuena a través de las edades, como invitación de su amor adescubrir que sólo él tiene palabras de vida eterna y que acoger en la fe el don de suEucaristía es acogerlo a Él mismo” (1336). “De celebración en celebración... el pueblo de Dios peregrinante ‘camina por la sendaestrecha de la cruz’ hacia el banquete celestial, donde todos los elegidos se sentarán a lamesa del Reino” (1344).

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TIEMPO ORDINARIO

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CatIC 683-688 C-1 (Bautismo) Lc 3,15-16.21-22 / Is, 40,1-5.9-11 / Sal 103 / Tit 2,11-14; 3,4-7

EL HOMBRE NUEVO

El domingo pasado recordábamos el gran don que Cristo nos trajo: ser hijos de Dios.En el misterio que hoy celebramos podemos profundizar algo más esa realidad, ya que enel bautismo de Cristo contemplamos nuestro propio bautismo, que es el momento a partirdel cual hemos comenzado a ser hijos de Dios.

1 – El misterio de la Paloma Retomemos el relato evangélico. Hemos escuchado la narración del bautismo de Cristo.Y allí oímos que el Espíritu Santo descendió como una paloma. ¿Por qué así? ¿Qué sentidotiene el que haya querido manifestarse precisamente bajo esa figura? Esto tiene una doble referencia: 1) Gn 1,1-2: al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era confusión y caos y las tinieblascubrían la faz del abismo, pero el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Hay una referencia a lacreación (cf. Salmo responsorial). Hoy, como entonces, la tierra es confusión y caos y lastinieblas cubren el mundo; pero también hoy, como entonces, aparece el Espíritu de Diosaleteando sobre las aguas. Aquello fue la creación, esto es la re-creación, la renovación dela creación, que se hace posible gracias al Ungido de Dios, Jesús el Cristo. 2) La segunda referencia aparece en el relato del Diluvio Universal (cf. Gn 8,8 – 9,17).Allí, según nos refiere el relato del Génesis, Noé suelta una paloma, la cual retorna al arcacon un ramo de olivo en su pico, indicando que el Diluvio había cesado y que se habíarestablecido la paz entre los hombres y Dios. Este episodio del diluvio nos muestra unnuevo comienzo. Cuando la maldad había cubierto la tierra, Dios la “reconstituye” a partirdel único justo que había quedado, Noé. Así obrará también ahora; a partir del Justo, Jesús,reconstituirá la humanidad. Se trata del misterio de la Redención. Tenemos, por lo tanto, una indicación clara, a través de la forma corporal de la paloma,del papel que le corresponde al Espíritu Santo: “El Espíritu Santo coopera con el Padre yel Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra Salvación y hasta su consumación. Peroes en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación redentora del hombre, cuando elEspíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona.Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo, primogénito y Cabeza de lanueva creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que nos es dado: la iglesia, lacomunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vidaeterna” (686). En nosotros, ese Designio se realiza individualmente a partir del bautismo: “mediante el

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bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida que tiene su fuente en el Padre y se nosofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en laIglesia” (683). Es lo que escuchamos en la segunda lectura: cuando se manifestó la bondad deDios, nuestro Salvador... haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.

2 – El hombre nuevo El Espíritu Santo, por lo tanto, nos re-nueva, nos hace con-formes a Cristo, con laforma de Cristo. Es decir, que nuestra conducta debe ser la de Cristo. Es oportunoconsiderar, para comprender mejor esto, los episodios que Lucas nos relata a continuacióndel bautismo de Cristo, ya que en ellos se nos refieren algunos elementos que nospermitirán comprender mejor esto. Inmediatamente después del bautismo, Lucas nos refiere la genealogía de Jesús, en lacual se remonta hasta Adán. Da una larga lista de nombre que comienza diciendo TeníaJesús, al comenzar, unos treinta años. Se creía que era hijo de José, hijo de Helí, etc. y concluyediciendo hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios (3,23.38). ¿Por qué esta genealogía, que seremonta hasta los orígenes mismos de la humanidad? ¿Y por qué colocada aquí, luego delbautismo de Cristo y no al comienzo mismo de la vida de Cristo, tal como lo hace sanMateo? Porque de esta manera Lucas nos señala que Jesús es la cabeza de la nuevahumanidad, es el que sustituye a Adán quien, por su pecado, ha quedado como cabeza oprincipio de la vieja humanidad, la pecadora. Ahora, con Jesús, el Cristo, todo se renueva,se re-capitula. Y, porque es distinto, actúa distinto. Precisamente, los episodios que vienen acontinuación son los que se encargan de mostrar esa diferencia. Primero, vienen lastentaciones: Jesús, lleno de Espíritu Santo... era conducido por el Espíritu en el desierto (Lc 4,1). YJesús vence, mientras que Adán fue vencido. Y, más adelante, cuando supera lastentaciones, dice Lucas: Jesús retornó hacia la Galilea en la dinámica del Espíritu (4,14; cf. 24,49 yHe 1,8). E inmediatamente, apenas comienza a actuar, aparece bien patente laincompatibilidad entre el Espíritu que mueve a Jesús y el espíritu impuro: Bajó a Cafarnaúm,ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.... Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu deun demonio impuro y se puso a gritar a grandes voces: “¿qué tenemos nosotros que ver contigo? (4,31.33).Este episodio se repetirá en otras ocasiones (cf. 8,28). Como vemos, la actuación de Jesús está marcada por el sello del Espíritu Santo. Dehecho, en la segunda lectura hemos escuchado cómo hemos de proceder: La gracia de Dios,que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar laimpiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientrasaguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestra gran Dios y Salvador, Cristo Jesús(Tito 2,11-12). Con sobriedad, respecto de nosotros mismos, justicia, respecto del prójimo, ypiedad, respecto de Dios. San Pablo sintetiza todo esto en una frase: cuantos son conducidos por el Espíritu de Dios, estosson hijos de Dios (Ro 8,14). Espíritu, pneuma, es el aliento vital, el hálito, el soplo que mueve,

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que anima (cf. Salmo Resp.).

3 – Ser conducidos por el Espíritu En consecuencia, queridos hermanos, hemos de dejarnos conducir por el EspírituSanto. Pero hay un problema, claramente reconocido por el catecismo: el Espíritu “no serevela a sí mismo. El que habló por los profetas nos hace oír el Verbo del Padre. Pero a Élno le oímos... El Espíritu de verdad que nos desvela a Cristo no habla de sí mismo...” (687).¿Cómo podemos hacer, entonces, para dejarnos conducir por Él? Nos responde el mismocatecismo: “La Iglesia, comunión viviente en la fe de los apóstoles que ella transmite, es ellugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo”. Y señala puntualmente a través de quémedios se da ese conocimiento: - “en las Escrituras que Él ha inspirado; - en la Tradición, de la cual los Padres de la iglesia son testigos siempre actuales; - en el Magisterio de la iglesia, al que Él asiste; - en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde elEspíritu santo nos pone en comunión con Cristo; - en la oración en la cual Él intercede por nosotros; - en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia; - en los signos de vida apostólica y misionera; - en el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra dela salvación” (688).

4 – Conclusión Decíamos el domingo pasado (segundo de Navidad) que nuestro mundo necesita, hoymás que nunca, escuchar el mensaje de Cristo y que a nosotros nos compete hacer visiblea Jesús con nuestra vida. A partir de hoy podremos ir considerando más profundamentecómo debe ser nuestra vida para que eso sea posible.

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CatIC 721-741 C-2 Jn 2,1-11 / Is 62,1-5 / Sal 95 / 1Co 12,4-11

SE HIZO LA HORA

La narración que hemos escuchado nos permite profundizar en el misterio que hemosvenido considerando en los últimos domingos. Hemos visto que Cristo nos trae el don dehacernos hijos de Dios y de renovarnos por el Espíritu Santo. Pero hay aspectos muyhondos que no hemos tratado. En la consideración del evangelio que hoy hemosproclamado veremos tres cosas: 1) ¿por qué Cristo hace el primero de sus signos en elambiente de un banquete de bodas?; 2) ¿a qué viene la frase con la que Jesús responde a laVirgen: todavía no ha llegado mi hora?; 3) ¿qué papel juega la Virgen María en todo esto y porqué Jesús la llama mujer, en vez de madre?

1 – Un banquete de bodas Cristo, como hemos escuchado, se encuentra en un banquete de bodas ¿qué importanciatiene esto? Fijémonos que san Juan no nos da los nombres de los contrayentes, porque enrealidad no interesan. Hablamos de bodas, sí, pero ¿de qué bodas? La primera lectura, quees la que se relaciona directamente con el evangelio, nos da la clave: como un joven se casacon una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serástú la alegría de tu Dios (Is 62,5; cf. Is 61,10-62,3). La imagen del matrimonio y de las bodas esmuy usada por los profetas en el AT, para expresar las relaciones que se dan entre Dios ysu pueblo. Es la imagen que mejor expresa el grado de intimidad que Dios quiereestablecer entre Él y el hombre. Por eso, para expresar la intimidad a la que llama alhombre en su relación con Él, usa esa imagen. De allí que el Catecismo diga, hablando delmilagro realizado en Caná, así: “en Caná, la madre de Jesús ruega a su hijo por lasnecesidades de un banquete de bodas, signo de otro banquete, el de las bodas del Corderoque da su Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa” (2618). Por lo tanto, se nos está enseñando el misterio de la Unidad: “la misión de Cristo y delEspíritu Santo se realiza en la Iglesia... Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fielesde Cristo en su Comunión con el Padre en el Espíritu Santo...” (737). No es simplecasualidad que se hable de alianza para indicar tanto el pacto matrimonial como el pactoestablecido por la sangre de Cristo. Alianza que establece una unión intimísima. Lasegunda lectura, hemos escuchado, subraya intensamente este aspecto de la unidad en elmismo Espíritu. Bodas, entonces, porque hay unión, o mejor comunión.

2 – La Hora de Jesús

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Ahora, ¿cómo y cuándo se hace posible esa comunión? Dice el catecismo: “toda la misión del Hijo y del Espíritu Santo en la plenitud de lostiempos, se resume en que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnación: Jesús esCristo, el Mesías” (727). Cristo significa Ungido, es decir, el que tiene el Espíritu(recordemos la celebración del domingo pasado). ¿Para qué tiene el Espíritu? Para darlo:“Dios es Amor y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amordivino lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”(733). San Basilio: “Por la comunión con él, el Espíritu Santo nos hace espirituales, nosrestablece en el Paraíso, nos lleva al Reino de los cielos y a la adopción filial, nos da laconfianza de llamar a Dios Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijode la luz y de tener parte en la gloria eterna” (en 736). Pero, ¿desde qué momento es posible todo ello? Aquí interesa la respuesta de Jesús a suMadre: todavía no ha llegado mi hora ¿qué significa esto? “...llega la hora de Jesús: Jesúsentrega su espíritu en las manos del Padre en el momento en que por su Muerte esvencedor de la muerte de modo que, resucitado de los muertos por la Gloria del Padre, enseguida da a sus discípulos el Espíritu Santo...” (730). “... desde su plenitud, Cristo, elSeñor, derrama profusamente el Espíritu” (731). En consecuencia, la unión es posible porel misterio pascual de Cristo, cuando ha llegado su hora. Y es posible porque la muerte de Cristo nos ha alcanzado la remisión de nuestrospecados: “Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, elprimer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con elEspíritu Santo es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divinaperdida por el pecado. Él nos da entonces las arras o las primicias de nuestra herencia: laVida misma de la Santísima Trinidad que es amar como Él nos ha amado. Este amor (lacaridad de 1Co 13) es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible porque hemosrecibido una fuerza, la del Espíritu Santo” (734-735). Esta es la vida espiritual: “El Espíritu esnuestra Vida: cuanto más renunciamos a nosotros mismos, más obramos también según elEspíritu” (736). “Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden darfruto... el fruto del Espíritu que es caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,mansedumbre, templanza” (736).

3 – María Nos queda el tercer punto: ¿qué papel juega María, en todo esto? Hemos visto que, apesar de la respuesta dada, Jesús consiente en hacer el milagro, es decir que adelanta suhora y la adelanta de tal modo que, dice el evangelista así manifestó su gloria y sus discípuloscreyeron en Él. ¿Cómo interviene María? “María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misióndel Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos... En ella comienzan amanifestarse las “maravillas de Dios”, que el Espíritu va a realizar en Cristo y en laIglesia” (721). Por esto María es modelo de lo que debe suceder en nosotros. ¿Cómo obró

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el Espíritu Santo en María? Veamos los grados: - El Espíritu Santo preparó a María con su gracia (722). - En María el Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgenconcibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo (723). - En María, el Espíritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho hijo de la Virgen... llenadel Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dándolo a conocer a lospobres y a las primicias de las naciones (724). - En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en Comunión conCristo a los hombres, objeto del amor benevolente de Dios, y los humildes son siempre losprimeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y losprimeros discípulos (725). Y, por esta acción es que merece el título de mujer: “Al término de esta Misión delEspíritu, María se convierte en la Mujer, nueva Eva madre de los vivientes...” (726). Jesús llamamujer para mostrar que ella viene a sustituir a Eva, madre común de la humanidadpecadora. En consecuencia, María es el modelo a seguir, tanto en su disposición y preparaciónprevia, como en su accionar para poner en comunión a los hombres con Cristo.

4 – Conclusión “La misión de la iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es susacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dartestimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad”(738). Al despedirnos de la celebración dominical, se les da a los cristianos este encargo: Ite,Missa est, es decir: “Anuncien las maravillas del Señor entre los pueblos” (SalmoResponsorial).

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CatIC 101-141 C-3 Lc 1,1-4; 4,14-21 / Neh 8,2-10 / Sal 19 / 1Co 12,12-30

ESCRITURAS

Hace dos domingos, queridos hermanos, cuando celebramos la fiesta del Bautismo delSeñor, vimos que, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, hemos de dejarnos conducir por elEspíritu Santo. Y entonces leímos rápidamente a través de qué medios el Espíritu Santonos habla. A partir de hoy veremos más profundamente esos medios. El primero de esos medios, dice el Catecismo, son “las Escrituras que Él ha inspirado”(688). ¿De qué se trata? Precisamente en el evangelio y la primera lectura de hoy hemosvisto que se realizó la lectura de un texto, de rollos ya que esa era la forma que tenían enaquella época, cuando no se usaban los libros y menos los libros de papel.

1 – Hoy… Hemos escuchado que Jesús dijo: esta Escritura que habéis oído se ha cumplido hoy.Evidentemente lo que Jesús leyó era parte del AT, concretamente del profeta Isaías. PeroJesús señala que hay un cambio, ya que se da un cumplimiento. Y es que su venida, suEncarnación divide los tiempos. Es lo que nosotros reflejamos cuando hablamos deNuevo Testamento contrapuesto al Antiguo: “La Palabra de Dios, que es fuerza de Diospara la salvación del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado enel Nuevo Testamento” (Dei Verbum 17). Por esa misma razón es que los evangelios son elcorazón de todas las Escrituras, ya que ellos son el testimonio principal de la vida ydoctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador; o sea en ellos se nos ofrece laverdad definitiva de la Revelación divina (cf. 124-125). Incluso nosotros expresamos estoen la misa a través de varios signos que manifiesta la veneración en que son tenidos: losescuchamos puestos de pie, se los inciensa, su lectura es acompañada de los cirios paraseñalar que son la luz, y el celebrante, al igual que hace con el altar, los besa luego deleerlos diciendo al mismo tiempo “por las palabras del evangelio sean perdonados mispecados”. Que los evangelios sean el corazón de las Escrituras, no significa que debamosdesechar el resto, en particular el AT. “Aunque contienen elementos imperfectos ypasajeros, los libros del AT dan testimonio de toda la divina pedagogía del amor salvíficode Dios: contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca delhombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación” (122).No es poco decir que con ellos fueron educados Jesús y la Virgen. E incluso es imposibleentender adecuadamente el NT sin el AT. Por eso la Iglesia siempre los ha consideradoparte de la Sagrada Escritura, verdadera Palabra de Dios. E incluso ha rechazado ya desdeel siglo II una doctrina conocida como Marcionismo, en razón de su fundador Marción,

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que sostenía que podíamos prescindir completamente del AT (cf. 121 y 123).

2 – …Cristo La posición de la Iglesia ha sido precisamente la opuesta, es decir, ha reconocidosiempre una estrecha unidad entre ambas partes de nuestras Biblias: “la Iglesia, ya en lostiempos apóstolicos, esclareció la unidad del plan divino en los dos Testamentos gracias ala tipología” (128). ¿Qué es la tipología? La palabra viene del griego typos que significa“modelo” y con ella se quiere designar aquella particular condición, que existe endiferentes elementos del AT, por la cual se reconocen prefiguraciones de lo que Diosrealizó en la plenitud de los tiempos en la persona de su Hijo encarnado. Un ejemplo, bienconocido por ustedes, es el cordero pascual. La sangre de ese cordero liberó a los judíos,esclavos en Egipto. Los liberó tanto de la esclavitud egipcia cuanto de la muerte a manosdel ángel exterminador. Bien, esa sangre es typos de la sangre de Cristo que nos libra de laesclavitud del demonio y del exterminio. Cristo en persona se aplicó el AT a sí mismo, como hemos escuchado en el evangeliode hoy. “Los cristianos, por tanto, leen el AT a la luz de Cristo muerto y resucitado”. Poreso, hermosamente dijo san Agustín: “El Nuevo está escondido en el Antiguo y elAntiguo está manifiesto en el Nuevo” (129). En síntesis, “a través de todas las palabras dela Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien Él se dice enplenitud” (102). Hemos de tener cuidado de comprender adecuadamente que “la tipología significa undinamismo que se orienta al cumplimiento del plan divino”, lo cual no se detiene en laépoca de Cristo, sino que se extiende hasta que, como dijo san Pablo, Dios sea todo en todos(130). Por eso es que Jesús dice Hoy en el evangelio que hemos leído; porque se trata delHoy divino que trasciende los tiempos, en relación al cual nos dice la carta a los Hebreos:exhortaos mutuamente cada día mientras dure este hoy para que ninguno de vosotros se endurezca seducidopor el pecado (Heb 3,13).

3 – El Espíritu Santo, Intérprete de la Escritura ¿Cómo es posible que se haya dado esa prefiguración que nosotros llamamos tipología?Sencillamente porque los distintos libros contenidos en las Sagradas Escrituras, no sonlibros como cualquier otro, sino que poseen una condición especial: son libros“inspirados”. Con esto se quiere decir que han sido escritos por hombres bajo una especialgracia divina, llamada in-spiración, por la cual lo contenido en esos libros lo reconocemoscomo “Palabra de Dios”: “obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores,pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería” (106). Por supuesto que Dios, al obrar de esta manera, respeta las características de cada autory así, por ejemplo, vemos que Isaías no escribe igual que Jeremías. Por eso es necesario,para entender correctamente las Escrituras, que estemos atentos a lo que los autoreshumanos quisieron afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos (cf. 109). O sea, por unlado, para descubrir la intención de los autores sagrados, hemos de tener en cuenta las

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condiciones de su tiempo y cultura. Por otro lado, “dado que la Sagrada Escritura esinspirada… la Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fueescrita” (111). Y, respecto de esto, el Concilio Vaticano II señala tres criterios para unainterpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró (cf. 112-114). - Primera condición: prestar una gran atención al contenido y a la unidad de toda laEscritura, ya que es una porque uno es el centro: Jesús. - Segunda condición: leer la Escritura en la Tradición viva de toda la Iglesia: “laSagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los librosescritos” (113). Por eso los mejores intérpretes de la Biblia son los santos. Y también poreso, la “fe cristiana no es una religión del Libro” (108) como el Judaísmo o el Islam o elProtestantismo. - Tercera condición: estar atento a la analogía de la fe, es decir a la armonía y cohesiónde las verdades de la fe entre sí y en el conjunto total de la Revelación. Junto con estos tres criterios brindados por el Concilio Vaticano II, el catecismo nosadvierte de la enorme riqueza del texto bíblico: “según una antigua tradición, se puedendistinguir dos sentidos de la Escritura: el sentido literal y el sentido espiritual y este últimose subdivide a su vez en sentido alegórico, moral y anagógico” (115). O sea que, en total,hay cuatro sentidos posibles ¿Cómo se entiende esto? El ejemplo clásico es el deJerusalén. Con este término en la Biblia se designa no sólo la ciudad histórica de Jerusaléndonde estaba el Templo, la Morada de Dios (sentido literal), sino también a la Iglesiamilitante (sentido alegórico) o la Jerusalén celestial o Iglesia triunfante (sentido anagógico)o también al alma justa ya que cada alma es morada de Dios por la gracia (sentido moral).O sea que al leer la Biblia podemos llegar a encontrar múltiples enseñanzas.

4 - Conclusión En conclusión, dice el catecismo: “es tan grande el poder y la fuerza de la palabra deDios, que constituye sustento y vigor de la iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimentodel alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual” (131). Y por eso, “la Iglesiarecomienda insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura para queadquieran la ciencia suprema de Jesucristo” (133). De allí que, Hoy, también nosotros hemos debuscar de leer y entender las Escrituras para escuchar que nos dice el Espíritu Santoporque, en última instancia, como dijo san Jerónimo, “desconocer la Escritura esdesconocer a Cristo” (133).

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CatIC 74-83.172-175 C-4 Lc 4,21-30 / Je 1,4-5.17-19 / Sal 71 / 1Co 12,31–13,13

TRADICIÓN

Hemos escuchado en la primera lectura y en el evangelio la indicación de una aperturadel mensaje de salvación a las naciones gentiles o sea no judías. En la primera lectura seindica proféticamente: yo te he designado profeta para las naciones. En el evangelio, los ejemplospuestos por Jesús, que irritan a sus paisanos de Nazareth, van en la misma línea. En efecto,después del asombro causado por su enseñanza, Jesús refiere dos ejemplos tomados de lasEscrituras, en los cuales los beneficiarios de los milagros realizados fueron dos personasde raza no judía. En última instancia, como señalamos, lo que tenemos aquí es unaindicación de que el mensaje de salvación será dirigido a todos los hombres sinexclusividades ni excepciones, incluso una viuda pagana o un leproso gentil.

1 – Tradición, de Tradere Es que, como dice san Pablo, Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen alconocimiento de la verdad, es decir al conocimiento de Cristo Jesús. Por esto mismo, Cristo saleincólume de la situación de apremio, cuando lo quieren tirar por el barranco, debido a quetodavía Él debía cumplir su misión, para que luego el mensaje que Él traía y que tantomaravilló a los nazaretanos, fuese dirigido a todos los hombres. “Es preciso, pues, queCristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la Revelaciónllegue hasta los confines del mundo” (74). Es así que, en continuación de su misión y como parte de ella, Cristo mandó a losapóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdadsalvadora y de toda norma de conducta. Los apóstoles, en cumplimiento de ese mandato,transmitieron el evangelio, y lo hicieron de dos maneras: oralmente (con su predicación,sus ejemplos, sus instituciones, etc.) y por escrito (especialmente los escritos inspiradosque constituyen el NT). Por supuesto que los apóstoles, en vistas de su propio fin, nombraron sucesores, queson los obispos, porque, como recordó el Concilio Vaticano II: “la predicación apostólica,expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisióncontinua hasta el fin de los tiempos” (Dei Verbum 8). Y comenta el catecismo al respecto:“Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo, es llamada la Tradición encuanto distinta de la Sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella” (78). La palabraTradición viene del verbo latino Tradere, que significa entregar.

2 – Tradición y Escritura

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Tenemos así dos canales de transmisión, la Tradición y la Sagrada Escritura, los cualesestán íntimamente unidos y compenetrados, porque surgiendo ambas de la misma fuente,se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin (cf. 80). Ya hemos señalado anteriormente que el Espíritu Santo habla a la Iglesia por diversasvías. El domingo pasado nos referimos a la Sagrada Escritura, la cual es la palabra de Diosen cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. Esto, sin embargo, por sí solo, no essuficiente, ya que hay dos problemas serios que giran en torno a esos textos. El primero escuáles son, concretamente, los libros que son inspirados por Dios, o sea cuál es la lista delibros que nos brindan la regla de vida (o sea el canon, palabra griega que designaba unavara para medir). El segundo problema es cómo se deben interpretar correctamente esostextos; la enorme cantidad y diversidad de sectas y grupos protestantes muestra por sí soloque el principio de “sola Escritura” no es suficiente para garantizar la interpretación de lostextos. Por eso es que, junto con las Escrituras, está lo que llamamos la Tradición: “laIglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación, no sacaexclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado”. De manera concreta, respecto de las dos dificultades que hemos señalado, dice elcatecismo: “La Tradición Apostólica hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen lalista de los Libros Santos”, el canon de las Escrituras (120). Y, en cuanto a la segundadificultad, dice: “la Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y elEspíritu Santo a los apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores, para que ellos,iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmenteen su predicación” (81). A todo esto habría que agregar el hecho de que, en la antigüedad,era muy escasa la cantidad de personas en condiciones de leer y/o escribir. Y es prudenteobservar también que Cristo promete enviar el Espíritu Santo, no un libro. Incluso, elsentido primitivo de la palabra evangelio, que era el corriente en el siglo I, era el de unmensaje oral. No se trata de levantar una cosa contra la otra, Escritura contra Tradición, sino decomprender que ambas son partes integrantes de un mismo proceso: “Una y otra hacenpresente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyospara siempre hasta el fin del mundo” (cf. 80).

3 – La Tradición Apostólica ¿Qué es en concreto la Tradición? “La Tradición de que hablamos aquí es la que vienede los apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo deJesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo” (83). De hecho, la primera generación decristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismoatestigua el proceso de la Tradición viva. Precisa el catecismo que es preciso distinguir la Tradición de las “tradiciones”(teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales) nacidas en el transcurso del tiempo enlas Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición

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recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Y señala que“sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o tambiénabandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia” (83). Porque, como decía san Ireneo de Lyon, “si las lenguas difieren a través el mundo, elcontenido de la Tradición es uno e idéntico. Y ni las Iglesias establecidas en Germaniatienen otra fe u otra Tradición, ni las que están entre los íberos, ni las que están entre losceltas, ni las de Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que están establecidas en el centro delmundo… La Iglesia, en efecto, aunque dispersa por el mundo entero hasta los confines dela tierra, habiendo recibido de los apóstoles y de sus discípulos la fe… guarda (estapredicación y esta fe) con cuidado, como no habitando más que una sola casa, cree en ellade una manera idéntica, como no teniendo más que una sola alma y un solo corazón, lapredica, la enseña y la transmite con una voz unánime, como no poseyendo más que unasola boca” (cf. 174, 173).

4 – Conclusión Así, pues, queridos hermanos, esforcémonos por tener mejor actitud que losnazaretanos, dispuestos a escuchar la enseñanza de Jesús, aunque quizás nos incomode enparte, porque esa enseñanza es fuerza de salvación, es medicina que cura. “Esa fe que hemos recibido de la Iglesia, decía también san Ireneo, la guardamos concuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un contenido de granvalor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que lacontiene” (cf. 175).

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CatIC 84-95.2030-2040.2047-2051 C-5 Lc 5,1-11 / Is 6,1-2a.3-8 / Sal 138 / 1Co 15,1-11

MAGISTERIO

Cuando leemos los evangelios, vemos que las gentes buscaban a Jesús. Muchas veces loque buscaban eran sobre todo los milagros, actitud que el mismo Señor, en alguna ocasión,reprochara (cf. Jn 6,26). Pero, en el evangelio que acabamos de escuchar el mismoevangelista, san Lucas, precisa que esta vez no es así. Dice, en efecto: para escuchar laPalabra de Dios. Jesucristo condesciende y, sentado, conforme a la costumbre de los antiguosdoctores y maestros, se puso a enseñarles. Eso es lo que el mismo Cristo quiere (cf. Jn 6,27),porque Él sabe bien que la vida de los hombres depende de su Palabra: Yo he venido paraque tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10), las palabras que os he dicho son Espíritu y Vida(Jn 6,63).

1 – La voz de Cristo hoy Nosotros, como aquellas multitudes, tenemos necesidad de escuchar la enseñanza delSeñor para tener Vida. Pero Jesús no está físicamente presente como lo estaba hace dosmil años. ¿De dónde, entonces, podremos recoger su enseñanza? ¿Dónde podemosencontrarla? Los domingos anteriores hemos tenido ocasión de considerar cuáles son las fuentes dela Revelación: “el depósito sagrado de la fe contenido en la Sagrada Tradición y en laSagrada Escritura” (84). Esto solo, sin embargo, no es suficiente. La historia misma datestimonio de la diversidad de interpretaciones posibles, muchas veces inconciliables entresí y causa de distanciamiento, separación y división. ¿Cuál es entonces, la solución? Elevangelio de hoy nos brinda elementos sugerentes que han sido considerados por losPadres de la Iglesia. Veamos. Un primer detalle, en el episodio que narra san Lucas es el lugar desde donde enseñabaJesucristo: ¿en qué lugar Él había puesto su cátedra desde la cual, sentado, educaba a lasmultitudes para que tuviesen vida? Lo dice san Lucas: desde la barca que era de Simón, es decir,san Pedro. Esta barca significa la Iglesia: “La nave de Simón es la Iglesia...” (Beda en CatenaAurea); “Desde la cual enseñaba a las turbas, porque enseña a las gentes con la autoridadde la Iglesia” (san Agustín en Catena Aurea). Esto puede sonar un poco forzado a alguno. Sin embargo, si prestamos atención a loque pasa después vemos que no es tan así. Observemos en particular dos elementos: 1)¿En razón de qué, Pedro arroja las redes? Él era un avezado pescador, conocedor de suprofesión; había fracasado en el trabajo hecho durante toda la noche. A pesar de eso,arrojará nuevamente las redes. Dice en tu palabra echaré las redes. Jesucristo prueba la fe de

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Pedro y Pedro cree, por lo cual logra un fruto abundante. Y como consecuencia de ello,además, Pedro reconoce, en alguna medida, la divinidad de Cristo ya que lo llama Señor ypercibe la santidad: aléjate de mí, Señor, que soy un pecador. 2) Cristo no sólo no se aleja sinoque, aprobando la fe de Pedro, le declara su futura misión: serás pescador de hombres. Con sullamada, Jesús no sólo invita a Simón a que lo siga, sino que lo hace ser lo que quiereCristo (este es el valor del serás). Por lo tanto, Cristo ya anuncia, y de manera pública, qué es lo que será Pedro. Y lo hacede manera específica, ya que solamente a él dice Cristo serás pescador de hombres. Los otrosapóstoles, sin embargo, acompañando a Pedro, también han de continuar su tarea deenseñanza. “Esto se refería a san Pedro de una manera especial: porque así como entoncescapturaba los peces por medio de sus redes, más adelante habría de capturar los hombrespor medio de la palabra” (Beda en Catena Aurea). “Hasta ahora has capturado los peces conlas redes, de ahora en más -es decir, en un futuro cercano- capturarás los hombres con lapalabra, y con la doctrina salvadora los conducirás sobre el camino de la salvación, porquetú eres llamado al servicio de la Palabra” (Ludolfo il Certosino, Vita Dom. Christi, 1, 29).

2 – El Magisterio de la Iglesia Teniendo en cuenta todos estos elementos (a los cuales podríamos sumar otros queestán en otras partes de los evangelios) es que advertimos cuál es la fuente genuina deinterpretación del depósito sagrado de la fe: “el oficio de interpretar auténticamente lapalabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la iglesia,el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo, es decir, a los obispos en comunión con elsucesor de Pedro, el obispo de Roma” (85). Conviene aquí mismo, para evitar equívocos, hacer una importante precisión, señaladatambién por el catecismo: “el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino asu servicio, para enseñar solamente lo transmitido, pues, por mandato divino y con laasistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explicafielmente…” (86). El Magisterio no inventa cosas, sino que, del único depósito de la fe, saca lo quepropone como revelado por Dios para ser creído. Esto lo hace básicamente definiendodogmas, o sea verdades contenidas en la Revelación divina o también verdades que tienencon aquellas un vínculo necesario (cf. 88): “los dogmas son luces en el camino de nuestrafe, lo iluminan y lo hacen seguro” (89). Esto no significa que la jerarquía de la Iglesia actúa sola. Es todo lo contrario: “todoslos fieles tienen parte en la comprensión y en la transmisión de la verdad revelada. Hanrecibido la unción del Espíritu Santo que los instruye y los conduce a la verdad completa”(91), porque el mismo Espíritu de la verdad suscita y sostiene el sentido de la fe. Y gracias aesta asistencia del Espíritu Santo es que tanto la comprensión de las realidades como la delas palabras del depósito de la fe pueden crecer en la vida de la Iglesia.

3 – La Iglesia, extensión de Cristo

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Pero es verdad que “el cristiano recibe de la Iglesia la Palabra de Dios, que contiene lasenseñanzas de la ley de Cristo” (2030), porque, a su vez, “la Iglesia, columna y fundamento de laverdad, recibió de los apóstoles este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad quenos salva”; y, por este mandato de Cristo, es que “compete siempre y en todo lugar a laIglesia proclamar los principios morales... en la medida en que lo exijan los derechosfundamentales de la persona humana o la salvación de las almas” (2032). Y así es que “laley de Dios, confiada a la Iglesia, es enseñada a los fieles como camino de vida y deverdad” (2037). Resumamos. Dado que la Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y lleguen alconocimiento de la Verdad, es necesario que dé a los hombres el modo de conocerla ysalvarse. Esto lo hizo primero con Pedro y los apóstoles, columnas y fundamento de laIglesia: “la elección de pescadores ilustra la actividad de su futura misión a partir de suprofesión humana: los hombres, a semejanza de los peces sacados del mar, deben elevarsedel mundo hacia un lugar superior, o sea hacia la luz de la residencia de los cielos.Abandonando profesión, patria, casa, nos enseñan, si queremos seguir a Cristo, a no serretenidos ni por la inquietud de la vida en el mundo ni por el apego a la casa paterna” (S.Hilario de Poitiers, In Matthaeum 3,6). Cuando ellos murieron, de manera natural continuaron su misión aquellos a quienesellos, a su vez, se lo habían encomendado. “El Romano Pontífice [= Pedro] y los obispos[= los demás apóstoles, los koinonoi de Pedro, en comunión con él] como maestrosauténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo... predican al pueblo que tienenconfiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica” (2034; cf. Mt 10,40; Lc9,48). Así lo comenta san Cirilo: “Hace señas a sus compañeros para que le ayuden:muchos continúan los trabajos de los Apóstoles; en primer lugar aquellos que escribieronlos Evangelios, y después los que han sido constituídos en pastores y presidentes de lospueblos y en doctores de la verdadera doctrina” (San Cirilo en Catena Aurea). Cf. 1Co 15,3(2ª lect). En la primera lectura podemos apreciar que, para cumplir la misión encomendada porDios, es necesario un mandato especial de parte de Él. En efecto, Isaías no dice “yo voy”sino envíame dando a entender que sin esto su misión será estéril. Por eso la tarea deenseñar a los hombres la Verdad es vista como un ministerio encomendado por Cristo asus ministros: “Los ministerios deben ejercerse en un espíritu de servicio fraternal y deentrega a la Iglesia en nombre del Señor” (2039). Y notemos que esta misión esencomendada a hombres que reconocen su condición de pecadores, su indignidad frente altres veces Santo. “Me encuentro tan pobre, tan incapaz, tan pequeño que tengo tantavergüenza, y si no supiese que debo encontrar todo en el Evangelio, no osaría comenzar...pero con el S. Evangelio me parece ser más fuerte de cuanto pueda esperar, porquedespués de todo no soy yo sino Jesucristo que habla...” (B. Antonio Chevrier).

4 - Conclusión

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En síntesis, queridos hermanos, “la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia,según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puedesubsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del únicoEspíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas” (95).

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CatIC 2709-2719 C-6 Lc 6,17.20-26 / Je 17,5-8 / Sal 1 / 1Co 15,12.16-20

ORACIÓN: EL ÚNICO CAMINO

En el evangelio que acabamos de escuchar, oímos que Jesús presenta dos alternativas.Lo que está refiriendo no es algo completamente nuevo, sino que se trata de la doctrina delos dos caminos, algo que existe en muchos movimientos filosóficos y religiosos de laantigüedad. Podríamos decir que es un patrimonio de la humanidad, que surge de aquelprincipio, universalmente admitido, “hay que hacer el bien y evitar el mal”.

1 – El aporte de Jesús De todas maneras, Jesús introduce algunos elementos que sí son novedosos.Manteniendo la doctrina tradicional, tal como hemos escuchado en el salmo y en laprimera lectura, Jesús añade algo que es muy importante. Da una caracterización de los doscaminos, da elementos muy concretos que permiten distinguir o discernir los diferentescaminos. Esto, a su vez, nos sirve como indicador para ver cuáles son las condiciones odisposiciones que hemos de perseguir. ¿Cuáles son esas características? Jesús las indica enlas bienaventuranzas: habla de pobreza, de hambre y de llanto. Un elemento muyimportante para comprenderlas adecuadamente es advertir que se trata, en primer lugar, deun camino interior, y por lo tanto las condiciones son primordialmente espirituales. Hemosde decir más: es algo específicamente religioso como se trasluce en la cuartabienaventuranza. Veámosla de manera esquemática: - Pobreza: se trata del desprendimiento del corazón de todos los bienes materialescreados, y que, como consecuencia, lleva a la limosna. - Hambre: es la condición de insatisfacción por una parte y de deseo ardiente por otra,o sea la humildad que lleva a la oración. - Llanto: es algo que surge cuando se siente la pena, el sufrimiento; esta condición, enel plano espiritual, lleva a la penitencia como medio de reparación. - El cuarto elemento es el que nos muestra la dimensión religiosa y másespecíficamente cristiana de la enseñanza de Jesús: por mí. Obviamente, no se trata de ponerme a elegir cuál camino seguir. Jesús no indicaopciones, sino consecuencias, resultados, a los que les irá bien y a los que les irá mal. Osea, es claro cuál senda debo seguir. Más bien, el problema es cómo hacer para seguir elcamino que, por otra parte, Jesús recorrió en primer lugar. Esta situación se hace másintensa cuando nos enfrentamos a situaciones inciertas, donde debemos discernir cuál es lasenda a seguir. Aquí es donde aparece otro de los medios con que el Espíritu Santo nos

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habla.

2 – El Espíritu sopla donde quiere En los domingos pasados hemos ido considerando algunas vías por las que el EspírituSanto nos instruye, a saber, la Escritura y la Tradición interpretados por el Magisterio.Ahora, sin embargo, se trata de algo más personal e interior, por lo cual es necesario entraren diálogo con Dios. Santa Teresa decía: “no es otra cosa oración mental, a mi parecer,sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”(2709), y el catecismo subraya: “la oración contemplativa es una relación de alianzaestablecida por Dios en el fondo de nuestro ser. Es comunión: en ella, la Santísima Trinidadconforma al hombre, imagen de Dios, a su semejanza” (2714). Observemos la palabra: con-forma, es decir da la misma forma. ¿La misma forma de quién? De Jesús, nuestro modelo,el que primero recorrió el camino: “la contemplación busca al amado de mi alma (Ct 1,7),esto es, a Jesús y en Él, al Padre… la mirada está centrada en el Señor” (2709), “es miradade fe, fijada en Jesús. ‘Yo le miro y Él me mira’, decía a su santo cura un campesino de Arsque oraba ante el sagrario” (2715). Centrar la mirada de Jesús de esta manera nos saca de nosotros, de nuestro egoísmo yde creernos el centro del mundo: “esta atención a Él es renuncia a mí. Su mirada purificael corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña aver todo a la luz de su verdad…”. Y así aprende aquello que pedía san Ignacio, el‘conocimiento interno del Señor’ para que más le ame y le siga (cf. 2715).

3 – Condiciones de una verdadera oración Por supuesto, para que sea verdadera contemplación, auténtica oración, debe darse laescucha de la palabra de Dios, escucha que es: obediencia en la fe, acogida incondicionaldel siervo y, además, adhesión amorosa del hijo, tal como lo hicieron Jesús y la Virgen (cf.2717). Ahora, para escuchar es necesario el silencio. Es allí donde “el Padre nos da a conocera su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipesde la oración de Jesús” (2717). Y, en razón de la necesidad de ese silencio, es que elcatecismo dice: “la entrada en la contemplación es análoga a la de la Liturgia eucarística:‘recoger’ el corazón, recoger todo nuestro ser bajo la moción del Espíritu Santo, habitar lamorada del Señor que somos nosotros mismos, despertar la fe para entrar en la presenciade Aquel que nos espera, hacer que caigan nuestras máscaras y volver nuestro corazónhacia el Señor que nos ama, para ponernos en sus manos como una ofrenda que hay quepurificar y transformar” (2711). Esto que venimos diciendo, y que es indispensable para seguir a Jesús, no se logra demanera casual y circunstancial, por eso tengamos en cuenta que “la elección del tiempo yde la duración de la oración de contemplación depende de una voluntad decidida,reveladora de los secretos del corazón. No se hace contemplación cuando se tiene tiempo,sino que se toma el tiempo de estar con el Señor con la firme decisión de no dejarlo y

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volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro” (2710).Alguno podría decir que, entonces, lo que conviene es hacerse religioso y religiosocontemplativo. En cierto sentido es verdad, pero sólo en cierto sentido, ya que, en realidad“se puede entrar siempre en contemplación, independientemente de las condiciones desalud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro, en lapobreza y en la fe” (2710). Y así retornamos al principio: el camino auténtico es un caminoque va hacia adentro, que busca en nuestro propio interior el rostro y la voz de aquel quesabemos nos ama: Jesús “es buscado porque desearlo es siempre el comienzo del amor, yes buscado en la fe pura, esta fe que nos hace nacer de Él y vivir en Él” (2709). Este es elprincipio, o sea el comienzo y la causa: buscar a Jesús; por mí dice Él.

4 – Conclusión En el antiguo testamento hay un episodio extraño. Está en Génesis 32, se trata de unapelea entre el patriarca Jacob y un extraño personaje, pelea que dura toda la noche. Aldespuntar el alba, el personaje se quiere retirar, pero Jacob no lo deja ir hasta que no lobendiga. La situación es extraña porque por un lado es sabido que el que bendice essuperior al bendecido (cf. Heb 7,7), pero no puede alejarse sin conceder la bendición. Latradición ha entendido que se trata de una lucha, una pulseada con Dios, en la cual, graciasa la perseverancia, logra finalmente obtener la gracia (cf. 2573). Y esto es una figura de lo que debemos hacer nosotros, o sea perseverar en la oraciónhasta que finalmente se hace la luz y obtenemos la bendición de Dios. Pero para ello hayque luchar: “la contemplación es una comunión de amor portadora de vida para lamultitud, en la medida en que se acepta vivir en la noche de la fe. La noche pascual de laresurrección pasa por la de la agonía y la del sepulcro… Es necesario aceptar el velar unahora con Él” (2719). Aprendamos de María que supo mantener firme su corazón en los negros momentos dela crucifixión y muerte de su Hijo.

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CatIC 1104-1109 C-7 Lc 6,27-38 / 1Sam 26,2…23 / Sal 103 / 1Co 15,45-49

LITURGIA: EPÍCLESIS

Este evangelio que acabamos de escuchar pertenece al mismo sermón que oímos eldomingo pasado y presenta el núcleo de la enseñanza de Jesús. Al igual que el domingopasado, también en este la enseñanza de Jesús no es algo completamente nuevo. El respetoy el buen trato hacia los demás es algo que está, como decíamos hace una semana, en elpatrimonio moral común de la humanidad. E, incluso entre los judíos, el rabino Hillelhabía sintetizado toda la ley en una expresión: “no hagas a los demás lo que no quieresque te hagan a ti”. Pero Jesús dice más.

1 – Amarás El evangelio de hoy presenta una primera parte que, además de usar repetidamente lapalabra amor, se abre y se cierra con la misma expresión: amad a vuestros enemigos, haced el bien(v. 27 y 35); y en el centro de toda esta parte está la denominada “regla de oro”: lo quequeráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente (v. 31). Como podemos observar, laexpresión de Jesucristo está en forma positiva, es decir es mucho más abierta y amplia quela forma negativa de no hacer a los demás lo que no queramos que nos hagan a nosotros.No se trata simplemente de no matar, no robar, etc. sino de hacer positivamente el bien. Laexpresión de Jesús responde mejor a la naturaleza del amor, ya que de suyo el amor espro-activo, busca de actuar, de intervenir. “Bonum diffusivum sui” enseña la filosofía: elbien es, de suyo, expansivo. Obrando como Jesús dice entonces imitamos a Dios, el BienSupremo: seréis hijos del Altísimo. Y, para abundar más hemos de observar cómo Jesúsintroduce toda esta enseñanza reclamando la atención de los oyentes: a vosotros que escucháisos digo… A continuación de esa primera parte Jesús añade otros elementos como para movernosmás a obrar, brinda razones por las cuales nos muestra que nos conviene obrar así. Lasrazones que pone son dos: imitar al Padre celestial: sed como el Padre, y además porqueobrando así nos aseguramos el perdón y un juicio más benigno, al mismo tiempo que laabundancia de las gracias: dad y se os dará. Al igual que el domingo pasado lo que tenemos aquí es una presentación del programay de la acción de Jesús. Lo que Jesús enseña aquí con la palabra es lo que después va aenseñar con el ejemplo. No por casualidad es san Lucas quien recuerda aquellas palabrasde Jesús colgado de la cruz: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (23,34). O sea, Cristonos invita, incluso más, nos exige seguirlo. Pero he aquí el problema, ¿cómo podemoshacer para seguirlo? ¿de dónde sacar las fuerzas para emprender ese camino?

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2 – La Liturgia: fuente de energía El domingo pasado hablamos de la oración. Y este es uno de los medios para alcanzarluz y fuerzas. Pero hay otro que es la participación en el Misterio de Cristo, o sea laLiturgia. Y esta es otra de las maneras con que el Espíritu Santo interviene. “Lacontemplación es unión con la oración de Cristo en la medida en que ella nos haceparticipar en su misterio. El misterio de Cristo es celebrado por la Iglesia en la Eucaristía;y el Espíritu Santo lo hace vivir en la contemplación para que sea manifestado por mediode la caridad en acto” (2718). La Liturgia cristiana tiene un carácter especial, ya que no sólo recuerda losacontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes. “El Misteriopascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que se repiten; en cadauna de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio”(1104). Y nosotros necesitamos de esa Efusión del Espíritu Santo para llegar a imitar al Padrecomo nos pide Jesús y como el nos lo muestra con su ejemplo. El domingo pasadohablamos de con-formarnos a Cristo, adquirir la misma forma, podríamos decir adquirir lamisma actitud, los mismos criterios. Esto lo hace el Espíritu Santo: “la finalidad de lamisión del Espíritu Santo en toda acción litúrgica es poner en comunión con Cristo paraformar su Cuerpo. El Espíritu Santo es como la savia de la viña del Padre que da su frutoen los sarmientos. En la Liturgia se realiza la cooperación más íntima entre el EspírituSanto y la Iglesia…El fruto del Espíritu en la Liturgia es inseparablemente comunión conla Trinidad Santa y comunión fraterna” (1108). Escuchemos bien: el fruto del Espíritu enla Liturgia es inseparablemente comunión con la Trinidad Santa y comunión fraterna. Osea, es comunión fraterna porque es comunión con la Trinidad. Evidentemente, para adquirir la misma actitud y las mismas disposiciones de Cristo, esnecesario que abandonemos, nos desvistamos de aquellos hábitos y costumbres viciosos ynos revistamos de los hábitos y costumbres de Cristo, que dejemos de ser hombresterrenos como Adán y que seamos hombres celestiales o espirituales como Cristo (cf. 2ªlect.), o sea que se realice en nosotros una auténtica trans-formación.

3 – Epíclesis: invocación que transforma Y aquí hay una relación muy estrecha con la liturgia, ya que en ella se realiza la másmaravillosa de las transformaciones: “Preguntas cómo el pan se convierte en el Cuerpo deCristo y el vino… en Sangre de Cristo. Te respondo: el Espíritu Santo irrumpe y realizaaquello que sobrepasa toda palabra y todo pensamiento…” (san Juan Damasceno en 1106). Para expresar este momento y esta acción existe una palabra técnica: Epíclesis. Es unapalabra griega que significa “invocación sobre”. El momento de la Misa en que esto serealiza es cuando el sacerdote extiende sus manos sobre las ofrendas, como cubriéndolas,poniéndolas sobre, como haciendo implícita referencia al misterio de la Encarnación: elEspíritu Santo vendrá sobre Ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de

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nacer será santo… (Lc 1,35). En la Misa “la Epíclesis es la intercesión mediante la cual elsacerdote suplica al Padre que envíe el Espíritu santificador para que las ofrendas seconviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y para que los fieles, al recibirlos seconviertan ellos mismos en ofrenda viva para Dios” (1105). El catecismo insiste en este segundo aspecto: “La Epíclesis es también oración por elpleno efecto de la comunión de la asamblea con el Misterio de Cristo… La Iglesia pide alPadre que envíe el Espíritu Santo para que se haga de la vida de los fieles una ofrendaviva a Dios mediante la transformación espiritual a imagen de Cristo, la preocupación porla unidad de la Iglesia y la participación en su misión por el testimonio y el servicio de lacaridad” (1109). Es lo que el celebrante entiende referir cuando dice la gracia de nuestro SeñorJesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con vosotros; o sea que estoselementos, gracia, amor y comunión, permanezcan y den frutos más allá de la celebracióneucarística. Por eso es que “junto con la Anámnesis, la Epíclesis es el centro de toda celebraciónsacramental, y muy particularmente de la Eucaristía” (1106). Es decir que junto con lareferencia a las intervenciones salvíficas de Dios en la historia, con el ‘recuerdo’ de lo queCristo ha hecho por nosotros (que es lo que expresa la palabra anámnesis; cf. 1103), almismo tiempo imploramos, o mejor dicho ‘invocamos sobre’ las ofrendas y sobre nosotrosla acción del Espíritu Santo para que lleguemos a ser como Cristo y cumplir con elmandamiento del amor como Jesús nos enseñó sobre la cruz.

4 – Conclusión Para terminar, quisiera recordarles el ejemplo de santa María Goretti, aquella niñaasesinada a los 13 años por un hombre enfermo de la pasión. Cuando se le preguntó,durante su agonía luego de haber recibido varias puñaladas, si perdonaba a su asesino, larespuesta de ella expresa su inocencia y la profunda comprensión del mensaje evangélico.Ella dijo: “certo che perdono Alessandro” = por supuesto que perdono a Alessandro(certo = como diciendo ‘mire la pregunta que me hace, por supuesto que lo perdono’) yañadió “y lo quiero junto a mí en el Paraíso”. El mismo asesino, varias décadas despuésdel episodio, siendo ya anciano y próximo a la muerte, escribió: “el perdón de Marietta meha salvado”. Que María Santísima que, aceptando la acción del Espíritu Santo sobre ella, dio lugar alamor el Padre y dio el fruto más precioso sobre esta tierra, nos alcance la gracia dedisponernos como ella.

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CatIC 1830-1832.2669-2672.2683-2690 C-8 Lc 6,39-45 / Sir 27,4-7 / Sal 92 / 1Co 15,54-58

FRUTOS

El evangelio que acabamos de escuchar pertenece al mismo sermón de Jesucristo quevenimos siguiendo desde hace dos domingos. Hace dos semanas el texto nos señalaba doscaminos con las características que poseen quienes recorren cada uno: bienaventurados… ayde vosotros… La semana pasada nos fue señalado el objetivo al que debemos apuntar: sedcomo el Padre celestial. Este de hoy nos señala los elementos que nos son necesarios pararecorrer el camino y conseguir el objetivo apuntado.

1 – El Espíritu de Verdad os guiará Jesús emplea aquí un vocabulario tomado de la tradición de los antiguos sabios, de lallamada “literatura sapiencial” y entonces habla de la necesidad de un guía o maestro;luego de la necesidad de ver las cosas en su justa medida: saca primero la viga de tu ojo…; yde la escala que nos permitirá medir si estamos haciendo bien las cosas: cada árbol se conocepor sus frutos… Concretamente ¿quién y cómo nos puede ayudar en esto? El primero y principal que interviene en esta tarea es el Espíritu Santo: El Espíritu de laVerdad os guiará hasta la verdad completa (Jn 16,13). ¿Cómo realiza esto? Lo hace a través de susparticulares regalos o “dones”: “la vida moral de los cristianos está sostenida por losdones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócilpara seguir los impulsos del Espíritu Santo. Los siete dones del Espíritu Santo son:sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios… Completan yllevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben…” (1830-1831). Como consecuencia de esa acción del Espíritu Santo en nuestros corazones se hacerealidad el objetivo de la vida espiritual que es, como vimos el domingo pasado, ser como elPadre: Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Ro 8,14). Y su acción alcanza una consumación en determinadas acciones morales que en razónde su perfección son llamados “frutos del Espíritu Santo”, como el fruto es lo másacabado que brinda el árbol: “Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma ennosotros el Espíritu Santo como primicia de la gloria eterna” (1832). San Pablo losenumera en su carta a los Gálatas: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad,mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad (5,22-23).

2 – Ven, Espíritu Santo Evidentemente, en base a lo que hemos dicho, se hace completamente necesario prestaratención, escuchar qué nos dice e invocarlo asiduamente para que no seamos ciegos y para

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que veamos correctamente. “Por eso, la Iglesia nos invita a implorar todos los días alEspíritu Santo, especialmente al comenzar y al terminar cualquier acción importante”(2670). El mismo Jesús “insiste en esta petición en su Nombre en el momento mismo enque promete el don del Espíritu de Verdad” (2671). Cuatro veces en el “Sermón de laÚltima Cena” Jesús hace referencia al envío del Espíritu Santo a sus discípulos (cf. Jn14,16.26; 15,26;16,13) y se lo reitera a los discípulos antes de ascender a los cielos (cf. He1,4). Por eso dice el catecismo: “el Espíritu Santo, cuya unción impregna todo nuestro ser, esel Maestro interior de la oración cristiana. Es el artífice de la tradición viva de la oración.Ciertamente hay tantos caminos en la oración como orantes, pero es el mismo Espíritu elque actúa en todos y con todos…” (2672). Para comprender perfectamente esta mención del catecismo es necesario querecordemos el profundo significado que tiene la “unción” realizada con el santo crisma enel bautismo, la confirmación y la consagración sacerdotal. Pero como podemos captarquizá mejor lo que significa esa unción en nosotros es volviendo nuestra mirada a Jesús, elCristo, o sea el Ungido. Ya hemos visto aquellos textos donde san Lucas dice Jesús, lleno deEspíritu santo… era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días… (Lc 4,1-2) yluego dice Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu (4,14).

3 – Carismas y santos Ahora, que el Espíritu Santo sea el primero y principal que interviene, no significa queÉl actúe por sí solo. Puede hacerlo cuando quiere, por supuesto, pero en realidad, lamanera ordinaria de actuar es a través de otros. Y así es que la Iglesia misma nos invita areconocer los diversos carismas y la multitud de obras y testigos en los que se hallapresente el Espíritu Santo para iluminarnos y conducirnos. Estos son los tres últimosmedios mencionados por el catecismo luego de los que ya hemos mencionado en losdomingos anteriores (Sagradas Escrituras, Tradición, Magisterio, Liturgia y Oración: cf.688). Generalmente la combinación del carisma o don particular concedido por el EspírituSanto a una persona fructifica en alguna manera particular dando lugar a algún ministerio oservicio y, como consecuencia, a alguna forma espiritual. De hecho, el catecismo reconoceque “en la comunión de los santos, se han desarrollado diversas espiritualidades a lo largode la historia de la Iglesia. El carisma personal de un testigo del amor de Dios hacia loshombres puede transmitirse a fin de que sus discípulos participen de ese espíritu… Lasdiversas espiritualidades cristianas participan en la tradición viva de la oración y son guíasindispensables para los fieles. En su rica diversidad, reflejan la pura y única Luz delEspíritu Santo” (2684). En esta misma intervención del Espíritu Santo que estamos describiendo existen formasde acción que podríamos llamar más comunes u ordinarias pero a través de las cuales serealiza una eficaz guía si se realiza adecuadamente para lo cual hemos de actuar de manera

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debida. El catecismo las señala mostrando esa variedad y riqueza. Así es que habla de que“la familia cristiana es el primer ámbito para la educación en la oración… Particularmentepara los niños pequeños, la oración diaria familiar es el primer testimonio de la memoriaviva de la Iglesia que es despertada pacientemente por el Espíritu Santo” (2685). Luegotenemos que “la catequesis de niños, jóvenes y adultos está orientada a que la Palabra deDios se medite en la oración personal, se actualice en la oración litúrgica y se interioriceen todo tiempo a fin de fructificar en una vida nueva” (2688). En un ámbito más específico están los grupos de oración y los consagrados a la vidareligiosa. Pero especialmente importantes son los ministros ordenados que “son tambiénresponsables de la formación en la oración de sus hermanos y hermanas en Cristo…”(2686) y aquellos que reciben del Espíritu Santo dones de sabiduría, de fe y dediscernimiento que los hacen particularmente aptos para orientar y guiar en este camino.Lo que comúnmente se llama “dirección espiritual”, acerca de la cual aconseja san Juan dela Cruz que “el alma que quiere avanzar en la perfección debe mirar en qué manos sepone, porque así como sea el maestro será el discípulo, y cual es el padre tal el hijo”. Yañade que el director “además de ser sabio y discreto, ha de ser experimentado… Si nohay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu no atinará a encaminar al alma enél…” (2690).

4 – Conclusión Así, pues, queridos hermanos, prestemos atención a considerar atentamente cuál esnuestra guía y cuáles son los frutos que estamos produciendo. No en vano el mismo Jesúscontinúa este sermón, ya para concluirlo con las siguientes palabras: ¿Por qué me llamáis“Señor, Señor” y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga enpráctica, os voy a mostrar a quién es semejante. Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavóprofundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contraaquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto enpráctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió eltorrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa (Lc 6,46-49). En síntesis, “laoración de fe consiste no sólo en decir Señor, Señor, sino en disponer el corazón para hacerla voluntad del Padre. Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta voluntad decooperar con el plan divino” (2611). Nos alcance la Virgen una docilidad al Espíritu Santo semejante a la de ella.

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CatIC 2574-2580.2607-2616 C-9 Lc 7,1-10 / 1Re 8,41-43 / Sal 117 / Ga 1,1-2.6-10

FE Y HUMILDAD PRODUCEN CARIDAD

El evangelio de hoy, queridos hermanos, nos presenta una situación bastante paradójicasi consideramos atentamente las circunstancias en la época de Nuestro Señor. El que sedirige a Él es un centurión romano, o sea al menos de origen pagano, y se dirige a Jesús node manera directa sino a través de los mismos judíos. Es por eso que la liturgia de hoy nospresenta en la primera lectura una breve parte de la oración rezada por Salomón cuandofue consagrado el Templo de Jerusalén (cf. 1ª lectura).

1 – El Templo de Jerusalén Muy difícilmente podemos nosotros llegar a tener una idea de lo que significaba elTemplo de Jerusalén para el pueblo judío. No sólo era ahí el único lugar donde el pueblojudío podía ofrecer sacrificios legítimos a Dios sino que además el Templo constituyó elpunto de fusión de varios elementos. El Templo, podríamos decir, constituyó el puntoTerminal de un proceso iniciado siglos antes con el Éxodo y la Alianza en el monte Sinaí(cf. 2578). El catecismo comenta “la oración de la Dedicación del Templo se apoya en laPromesa de Dios y su Alianza, la presencia activa de su Nombre entre su Pueblo y elrecuerdo de los grandes hechos del Éxodo…” (2580). Veamos de profundizar esto paraentender mejor el evangelio de hoy. La primera figura que aparece históricamente es Moisés: “cuando comienza a realizarsela promesa (Pascua, Éxodo, entrega de la Ley y conclusión de la Alianza), la oración deMoisés es la figura cautivadora de la oración de intercesión… Dios hablaba con Moisés cara acara como habla un hombre con su amigo… De esta intimidad con el Dios fiel, lento a la ira yrico en amor, Moisés ha sacado la fuerza y la tenacidad de su intercesión. No pide por él,sino por el pueblo que Dios ha reunido… Es sobre todo después de la apostasía delpueblo cuando se mantiene en la brecha ante Dios para salvar al pueblo…” (2574-2577). Después de Moisés vendrán otras grandes figuras, entre las cuales podemos destacar ladel profeta Samuel que dijo: por mi parte, lejos de mí pecar contra el Señor dejando de suplicar porvosotros y de enseñaros el camino bueno y recto (cf. 2578). Pero la otra gran figura que se destaca en este proceso es la del rey David: “David es,por excelencia, el rey según el corazón de Dios, el pastor que ruega por su pueblo y en sunombre, aquel cuya sumisión a la voluntad de Dios, cuya alabanza y arrepentimiento seránmodelo de la oración del pueblo…” (2579). La ubicación precisa del Templo de Jerusalénestá dada por un episodio de la vida de David (cf. 2Sam 24), y a la vez, en ese Temploestaba el Arca de la Alianza con los demás elementos que se remontaban al período del

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Éxodo (cf. 1Re 8,3-4).

2 – Humildad y Fe para una oración poderosa Esos grandes personajes son figura, anticipo, de lo que sería la oración del gran y únicoMediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús. Pero en el evangelio de hoy tenemos otrasituación que nos presenta otra realidad más cercana a nosotros en cierto aspecto. El queintercede es el centurión y se dirige a Jesús como al Señor del Templo llamándoloprecisamente Señor (Kýrie). Es decir que en Jesús está la presencia de Aquél queencontramos en el Templo. En lo que se lee en el evangelio tenemos que la petición vadirigida a Jesús, incluso el centurión afirma el poder imperativo de Jesús. Y es que, enrealidad, Jesús no solamente ora al Padre en cuanto Mediador, sino que también enseñó aorar y además escucha la oración. “San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús: Orapor nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él se dirigenuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y lavoz de Él, en nosotros” (2616). La oración del centurión, sin embargo, se constituye en uno de los modelos másperfectos de las condiciones básicas que debe tener la oración para ser eficaz. Esascondiciones son dos: la humildad y la fe. Por supuesto son condiciones interiores, muchasveces muy difíciles de evaluar con elementos externos. Pero existen algunas condicionesque, aunque no sean infalibles, pueden servir al menos como cierto indicador. Elcatecismo destaca estos indicadores al señalar de manera específica tres parábolas. Diceasí: “San Lucas nos ha transmitido tres parábolas principales sobre la oración: - La primera, “el amigo importuno”, invita a una oración insistente: llamad y se os abrirá.Al que ora así, el Padre del cielo le dará todo lo que necesite, y sobre todo el Espíritu Santoque contiene todos los dones. - La segunda, “la viuda importuna”, está centrada en una de las cualidades de laoración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe. Pero, cuando elHijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra? - La tercera parábola, “el fariseo y el publicano”, se refiere a la humildad del corazónque ora. Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador. La Iglesia no cesa de hacer suya estaoración: ¡Kyrie eleison!” (2613). O sea la fe se trasluce de alguna manera en la insistencia y la perseverancia y constanciaque nos enseñan las dos primeras parábolas mencionadas. En el episodio de hoy la fe delcenturión es reconocida por el mismo Jesús y la humildad se deja ver en su actitud derespecto hacia Jesús.

3 – Oración de Intercesión y Caridad

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Hay un último elemento que conviene observar. El centurión conocía que, según lasseveras costumbres de pureza que debían respetar los judíos, Jesús no podía entrar endirecta relación con él para no quedar contaminado, ritualmente impuro. Por ello aceptaesta humillación y no se presenta en persona ante el Señor. Pero lo más notorio es que elcenturión no está aceptando esta humillación porque quiere algo para él al menosdirectamente, si bien podemos decir que en lo profundo es también por él que pide. Suoración es por el siervo, pero ¿por qué? Un primer motivo está en la concepción social de la época. El centurión era lo que losantiguos llamaban el “paterfamilias”, la cabeza de la familia. O sea él debía velar y mediarpor aquellos que estaban a su cargo. Pero hay otra razón. El evangelio dice que era muy querido para él. Y aquí se revela unelemento clave: pide para el otro porque, en razón del amor, había cierta identidad con elesclavo. Esto es el efecto más profundo del amor: hacer uno. Lo cual nos enseña no sóloque recemos por nuestros seres queridos sino que rezando por los demás, aunque no seantan cercanos a nosotros, podemos alcanzar ese efecto de la caridad que es la unidad ypodemos lograr lo que Jesús mismo pidió: Que sean uno, Padre, como Tú y Yo somos Uno (Jn17).

4 – Conclusión En síntesis, queridos hermanos, el evangelio de hoy nos ofrece la sorprendente figurade un pagano, ¡un pagano!, que obtiene una gracia de Jesús con su actitud. Cuánto nosquiere decir la Iglesia cuando nos hace pronunciar esas mismas palabras momentos antesde aproximarnos al Señor para recibirlo en la Hostia Santa: “Señor, no soy digno de queentres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Que María Santísima nos obtenga la gracia de decir esas palabras con una fe y unahumildad semejantes a la del centurión.

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CatIC 2581-2584 C-10 Lc 7,11-17 / 1Re 17,17-24 / Sal 30 / Ga 1,11-19

JESÚS PROFETA

El relato que acabamos de escuchar refiere probablemente uno de los milagros másimpactantes de Jesús. De hecho, la gente misma que lo presenció concluyó diciendo Diosha visitado a su pueblo y considerando a Jesús como un gran profeta. Quisiera que prestemosparticular atención a este elemento, en la línea de reflexión que venimos siguiendo. ¿Quése entiende por profeta?

1 – Elías Profeta: palabra que anima En otra ocasión nos hemos referido a esto y hemos señalado que profeta es “el hombredel Espíritu”. Por otra parte, la primera lectura de hoy nos ofrece una descripción cargadade significado. Dijo la viuda a Elías: Ahora sé que eres realmente un hombre de Dios. La palabradel Señor viene verdaderamente de tu boca [cabe aclarar que etimológicamente uno de lossignificados de la palabra profeta significa “hablar en lugar de otro”] ¿Qué había hechoElías para que la viuda concluyera así? Lo hemos oído: había resucitado a su hijo. O seaque tenemos un doble elemento aquí: el profeta dice la Palabra de Dios y el profeta anima,da vida. Veamos un poco mejor qué fueron los profetas en la tradición del pueblo bíblico. Dice el catecismo: “para el pueblo de Dios, el Templo debía ser el lugar dondeaprender a orar [el domingo pasado hemos hablado del Templo]: las peregrinaciones, lasfiestas, los sacrificios, la ofrenda de la tarde, el incienso, los panes de la proposición, todosestos signos de la santidad y de la Gloria de Dios, Altísimo pero muy cercano, eranllamamientos y caminos para la oración. Sin embargo, el ritualismo arrastraba al pueblo confrecuencia hacia un culto demasiado exterior. Era necesaria la educación de la fe, laconversión del corazón. Esta fue la misión de los profetas…” (2581). O sea, debíanvivificar el culto, darle un soplo viviente, animarlo, ponerle un alma. Esto lo hizo Elías, el profeta de la primera lectura, el padre de los profetas, al re-animaral niño y con ello re-animó también a la viuda: “Elías enseña a la viuda de Sarepta la fe enla palabra de Dios, fe que confirma con su oración insistente: Dios devuelve la vida al hijode la viuda” (2583). Pero a Elías le esperaba una misión todavía más dura. No tuvo simplemente quevivificar un culto puramente externo, sino que tuvo que convertir a una porción delpueblo judío a la verdadera fe. A continuación del milagro que hemos oído hoy, en elcapítulo siguiente (cf. 1Re 18), se narra una puja entre Elías y los profetas/sacerdotes delculto al ídolo Baal, una especie de competencia, la cual tuvo lugar en el monte Carmelo.En ella cada uno debía preparar una víctima pero en vez de aplicar el fuego para consumirla víctima debía rezar para que el fuego descendiera del cielo. Ganó Elías y mandó matar a

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los 400 falsos profetas. Pero aquí aparece otro elemento. Dice el catecismo: “En elsacrificio sobre el monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de Dios, el fuegodel Señor es la respuesta a su súplica de que se consume el holocausto a la hora de laofrenda de la tarde…” (2583).

2 – El fuego del Espíritu Aquí encontramos, entonces, un segundo aspecto que se incluye en la condición deprofeta: el fuego, uno de los símbolos privilegiados del Espíritu Santo, pero que muestraotro elemento que hace referencia a la condición vivificante. En efecto, entre loselementos que nos permiten determinar si una persona está viva, además del soplo o hálito(que en hebreo, latín y griego es la misma palabra que espíritu), está la temperatura: uncadáver es naturalmente frío mientras que el calor manifiesta que hay una vida interior. Por otra parte, como es sabido, el fuego es una cosa que por su misma naturaleza tiendea transformar todo aquello con lo que alcanza a entrar en contacto, tiende a encenderlo y aque también eso se convierta en fuego. Todo esto hay que aplicarlo analógicamente a la acción del Espíritu Santo a través delprofeta. “El fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. Elprofeta Elías que surgió como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha (Si 48,1), con suoración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo, figura del fuegodel Espíritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, que precede al Señor con el espírituy el poder de Elías, anuncia a Cristo como el que bautizará en el Espíritu Santo y el fuego, Espíritudel cual Jesús dirá: He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese ardiendo!En forma de lenguas como de fuego se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañanade Pentecostés y los llenó de Él. La tradición espiritual conservará este simbolismo delfuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo. No extingáis elEspíritu” (696). Tenemos, entonces que el profeta es aquel que proclama la palabra de Dios y con ello,al mismo tiempo, dona en alguna medida el Espíritu.

3 – El profeta hombre de oración Ahora, todo esto se da porque hay una condición previa, que el catecismo señalatambién con referencia a Elías: “Elías es el padre de los profetas, de la raza de los que buscana Dios, los que van tras su rostro. Su nombre, el Señor es mi Dios [hebreo Eli-Yah: mi Dios (es)Yahwéh], anuncia el grito del pueblo en respuesta a su oración sobre el monteCarmelo…” (2582). “En el cara a cara con Dios los profetas extraen luz y fuerza para sumisión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra deDios; es, a veces, un debatirse o una queja, y siempre, una intercesión que espera y preparala intervención del Dios salvador, Señor de la historia” (2584). Hay una búsqueda incesante en el profeta. En el caso de Elías, lo que sucede,justamente después de esa competencia con los falsos profetas, es que debe marchar hacia

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el monte Sinaí (cf. 1Re 19), “hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero se reveló a supueblo” (2583). Ahora, todo esto que se realizó en Elías alcanzaría una cumbre y una realizacióninesperada en Jesús, ya que Él es quien, por un lado, dona el Espíritu en toda su plenitudy, por otro lado, es el mismo el rostro de Dios, la imagen de Dios (cf. Hb 1,3). En síntesis, queridos hermanos que si el domingo pasado veíamos que Jesús era elTemplo en el cual podemos encontrar al Padre, hoy vemos que además es también Élquien puede hacer de nuestro culto un culto auténtico, vivo, animado. Buscar esto significatener oración y oración de contemplación tal como la define el catecismo: “lacontemplación busca al amado de mi alma. Esto es, a Jesús y en Él, al Padre.” (2709).Encontrando a Jesús toda nuestra vida será re-animada, vivificada.

4 – Conclusión Terminando, recordemos que el modelo de Elías es mencionado incluso por Santiagoen su carta para movernos a una auténtica oración: la oración ferviente del justo tiene mucho poder(St 5,16b). Todavía mucho más nos debe mover el ejemplo de Nuestra Señora quien consu ferviente oración hizo posible el milagro de la Encarnación. Que ella nos enseñe tenerun culto auténtico, en espíritu y en verdad.

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CatIC 2585-2589 C-11 Lc 7,36 – 8,3 / 2Sam 12,7-10.13 / Sal 32 / Ga 2,16.19-21

ALABANZAS

Sin duda que la escena que acabamos de escuchar es una de las más impactantes delevangelio. Tratemos de imaginar por un momento lo ocurrido. Mientras estántranquilamente comiendo entra esta mujer, cosa que en la época era algo poco menos queprohibido, y realiza ese conjunto de acciones. No dice una palabra. Simplemente hace.Pero sus acciones son más que elocuentes. Consideremos este actuar de la mujer a la luzde lo que hemos venido reflexionando en los domingos anteriores. Hemos hablado hacedos domingos del Templo como lugar propio del culto y el domingo pasado sobre losprofetas como aquellos que enseñaban el verdadero culto. ¿Qué nos enseña el evangeliode hoy?

1 – Actos de la mujer Para comenzar a entender consideremos lo que hace la mujer. En primer lugar llora tanabundantemente que literalmente lava los pies de Jesús; la forma de comer en aquellaépoca, recostados sobre almohadones y con los pies hacia atrás o hacia afuera facilitó elaccionar de la mujer. Luego de llorar, seca los pies con su cabello, gesto bastante osadodadas las costumbres de aquel entonces, pero a ella no le preocupa. A renglón seguidobesa los pies de Jesús y finalmente los unge. Es evidente que lo importante no son losgestos o acciones en sí sino el Espíritu que los anima ¿Qué indican estos gestos? Llorar puede ser de alegría o de dolor o, quizás más probable en este caso, ambos. Elgesto de secar los pies con el cabello no puede entenderse más que como un gran gestode humillación que es a la vez de reconocimiento hacia Jesús. El besarlos indica sin dudaun gran afecto, es un gesto de comunión en cierto sentido, con acción de gracias implícita.Finalmente derrama el ungüento sobre los pies, gesto que, al menos desde un sentidoespiritual, debe entenderse como un acto de culto ya que se trata de algo similar a laslibaciones que se hacían al pie del altar como acto de adoración (cf. Sal 132,7: postrémonosante el estrado de sus pies). En síntesis, lo que tenemos en los distintos actos de la mujer es una expresión de losdiferentes sentimientos que surgen en la oración y que hemos de reproducir en nosotrosmismos para que nuestra oración sea legítima y, al igual que en el caso de esta mujer, seaaceptada por Jesucristo: tu fe te ha salvado, vete en paz.

2 – Salmos ¿Cómo podríamos tener esos sentimientos? La historia sagrada viene en nuestra ayuda

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brindándonos el material. En concreto se trata de la parte de la Biblia que conocemos conel nombre de los “salmos”: “Desde David hasta la venida del Mesías, las SagradasEscrituras contienen textos de oración que atestiguan el sentido profundo de la oraciónpara sí mismo y para los demás…” (2585). Tenemos básicamente tres formas de oración: alabanza, petición por una necesidad yagradecimiento. La clasificación general de los salmos es en esas tres categorías: himnos,lamentaciones y acciones de gracias y todas ellas se hacen presente tanto en unadimensión personal cuanto comunitaria. Por eso dice el catecismo: “las múltiplesexpresiones de oración de los Salmos se hacen realidad viva tanto en la liturgia del templocomo en el corazón del hombre. Tanto si se trata de un himno como de una lamentación ouna acción de gracias, de súplica individual o comunitaria… los salmos son el espejo delas maravillas de Dios en la historia de su pueblo y en las situaciones humanas vividas porel salmista” (2588). “En el Salterio, las palabras del salmista expresan, proclamándolas anteDios, las obras divinas de salvación”. Esto está expresado en el evangelio de hoy: tu fe teha salvado. Nosotros debemos tratar de rezarlos apropiándonos del espíritu que los anima,recordando que “… el mismo Espíritu inspira la obra de Dios y la respuesta del hombre.Cristo unirá ambas. En Él, los salmos no cesan de enseñarnos a orar” (2587). Un salmopuede reflejar un acontecimiento pasado, pero es de una sobriedad tal que verdaderamentepueden orar con él los hombres de toda condición y de todo tiempo (cf. 2588). En síntesis,“los salmos constituyen la obra maestra de la oración en el Antiguo Testamento. Presentandos componentes inseparables: individual y comunitario. Y cuando conmemoran laspromesas de Dios ya cumplidas y esperan la venida del Mesías, abarcan todas lasdimensiones de la historia” (2596).

3 – Tehillim, o sea Eucaristía Es oportuno que tomemos nota aquí de algunos elementos relacionados con los salmosy nuestra liturgia. En hebreo este libro se llama tehillim, que significa “alabanzas” (cf. 2589)y es un justo título ya que, en última instancia, nuestras peticiones y lamentaciones yacciones de gracias desembocan en el reconocimiento de la grandeza divina, manifestadaen su poder, su sabiduría, su bondad y su misericordia. Es también la primera petición delPadre Nuestro (cf. 2762). Este sentimiento es tan claro en los salmos que, incluso de manera anticipada, elsalmista da gracias a Dios luego de haber pedido algo. ¡Es tan grande la certeza que tieneel salmista de ser escuchado! Con mucha mayor razón debemos tenerla nosotros despuésde Jesús: “la oración a Jesús ya ha sido escuchada por Él durante su ministerio, a través delos signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha laoración de fe expresada en palabras, o en silencio” como la de la mujer de hoy (2616). De allí que diga san Ambrosio: “¿Qué hay mejor que un salmo? Por eso, David dicemuy bien: ¡Alabad al Señor, porque es bueno salmodiar : a nuestro Dios alabanza dulce y bella! Y es

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verdad. Porque el salmo es bendición pronunciada por el pueblo, alabanza de Dios por laAsamblea, aclamación de todos, palabra dicha por el universo, voz de la Iglesia, melodiosaprofesión de fe” (2589). Paralelamente, sin embargo, en la misma tradición del pueblo judío se fue haciendo másclaro con el correr del tiempo que la acción que encierra en sí todos los elementos quehemos mencionado (alabanza, petición y acción de gracias) era el sacrificio deagradecimiento, que en hebreo fue conocido como todáh. En efecto, la acción de graciassupone la recepción de algún beneficio o don y el reconocimiento para con el donante, osea su alabanza. Por eso es que nuestro acto más excelente de culto es precisamente la Eucaristía o seaauténtica acción de gracias que incluye en sí misma todas las formas de oración: latréuticao alabanza, impetratoria o de petición, eucarística o de acción de gracias [además de sersacrificio expiatorio o sea que paga por nuestros pecados]. Y de allí es que haya, por otro lado, una unión estrechísima entre la Santa Misa oEucaristía y lo que se conoce con el nombre de Liturgia de las Horas u Oficio Divino,cuyo componente principal son los salmos. “Los salmos, usados por Cristo en su oración yque en Él encuentran su cumplimiento, continúan siendo esenciales en la oración de suIglesia” (2586).

4 – Conclusión Recojamos, por lo tanto, queridos hermanos, el ejemplo que nos brinda esta mujer consus gestos y busquemos de reproducir en nuestros corazones los sentimientos que laanimaron, teniendo presente que “el Salterio es el libro en el que la Palabra de Dios seconvierte en oración del hombre… Rezándolos en referencia a Cristo y viendo sucumplimiento en Él, los Salmos son elemento esencial y permanente de la oración de suiglesia” (2587, 2597).

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CatIC 1430-1438 C-12 Lc 9,18-24 / Zac 12,10-11; 13,1 / Sal 63 / Ga 3,26-29

ES CRISTO DE DIOSEL QUE ES PENITENTE

Hay que prestar mucha atención al diálogo que hemos leído en el evangelio, porque se

esconde una revelación singular, que nos permite continuar profundizando en laenseñanza propia del tercer evangelio, o sea cómo es el “Camino del Espíritu”. Ustedes,¿quién dicen que soy yo? Pedro, respondiendo, dijo: El Cristo de Dios. Él les ordenó terminantemente queno lo anunciaran diciéndoles: El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, lossumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Ahora decía a todos: si

alguno quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, y cargue su cruz cada día y sígame[3]

. Hay algunasparticularidades a destacar. - Primero: la forma en que Jesús los hace callar no es simplemente “no digan nada” oalgo semejante, sino diciéndoles El Hijo del hombre debe sufrir... - Segundo: a nosotros nos suena como cosa normal la frase cargue su cruz, pero no loera para un no cristiano, ya que significaba el castigo de un criminal. La cruz era maldición.Por tanto, Lucas escribe para quien sabe algo de la cruz. En síntesis, Jesús en su enseñanza nos lleva a considerar la relación entre la condiciónde Ungido (Cristo) y la cruz, sea que la consideremos en Él, sea que la consideremos ennosotros. Estamos frente a una revelación que se nos hace duro aceptar.

1 – La virtud de la penitencia Dice el B. Columba Marmión: “El Cristianismo es la reproducción de la vida de Cristoen el alma [hemos escuchado en la segunda lectura: han quedado revestidos de Cristo]. Ahorabien, la existencia de Cristo ofrece este doble aspecto: se entregó a la muerte por nuestrospecados, resucitó a fin de comunicarnos la vida de la gracia (Ro 4,25) [lo acabamos de escuchar en elevangelio]. El cristiano muere a todo cuanto es pecado, pero para vivir más íntimamente dela vida de Dios; la penitencia, de consiguiente, no es, en principio sino un medio paraconseguir la vida.” Y, más adelante, “para que la vida de la gracia se mantenga en nosotrosy se desarrolle, hay que mortificar, es decir, reducir a la impotencia, dar la muerte, no anuestra misma naturaleza, sino a aquello que en nuestra naturaleza es origen de desorden yde pecado: instintos desordenados de los sentidos, desvaríos de la imaginación, perversasinclinaciones. Este es el fundamento de la necesidad de la penitencia: restablecer ennosotros el orden... La penitencia tiene por objeto hacer morir el pecado...”. (Jesucristo, Vidadel Alma II-parte A 4).

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Aquí tenemos el núcleo de la enseñanza que el evangelio nos brinda hoy: “Como ya enlos profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, alas obras exteriores... sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, lasobras de penitencia permanecen estériles y engañosas...” (1430). ¿En qué consiste esa virtud? “La penitencia interior es una reorientación radical de todala vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con elpecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemoscometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida...”(1431). Evidentemente, la tarea no es fácil porque “el corazón del hombre es rudo yendurecido. Es preciso que Dios dé al hombre un corazón nuevo...” Y dice el catecismo:“El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron” (1432) y, asu vez, gracias al Espíritu Santo que es el que “devela el pecado y el Consolador que daal corazón del hombre la gracia del arrepentimiento y la conversión” (1433). Es laenseñanza de la primera lectura: Derramaré un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán haciamí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él... Aquel día, habrá una fuente abierta parala casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza.

2 – Diversas formas de penitenciaen la vida cristiana

Ahora ¿cómo saber si tengo realmente esa disposición interior, ese ánimo de seguir aCristo? “Podemos estar seguros de que en verdad pertenecemos a Cristo, si, imitando suejemplo, nos renunciamos a nosotros mismos y cargamos con nuestra cruz: El que quieravenir en pos de Mí, niéguese a así mismo, tome su cruz y sígame. Aquí está el secreto de esasmortificaciones voluntarias que afligen y desgarran el cuerpo, y de aquellas otras quereprimen los deseos, aun legítimos, del espíritu” (B. C. Marmión, íd.). Para ver en concreto cómo es esta disposición interior en la acción conviene leerdetenidamente las palabras del Catecismo: “La penitencia interior del cristiano puede tenerexpresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: elayuno, la oración, la limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, conrelación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por elBautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, losesfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, lapreocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de lacaridad que cubre multitud de pecados” (1434). Todo esto se trasluce necesariamente en la vida cotidiana. ¿Cómo? “La conversión serealiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, elejercicio y la defensa de la justicia y del derecho, por el reconocimiento de nuestras faltasante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, ladirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de

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la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de lapenitencia” (1435).

3 – Creación y mantenimientode la virtud de la penitencia

Entonces, ¿cómo llegar a obtener esta virtud o disposición tan esencial para la vidacristiana? “La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en laEucaristía, pues en ella se hace presente el sacrifico de Cristo que nos reconcilió conDios...” (1436). Respecto de esto, vale la pena observar que esta revelación de Cristo en elevangelio de Lucas está precedida por la ejecución del milagro de la multiplicación de lospanes, evidente figura de la Eucaristía. Además, “la lectura de la Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y delPadre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu deconversión y de penitencia...” (1437). Por supuesto que están también los “momentos fuertes de la práctica penitencial de laIglesia” cuando toda la Iglesia se dispone con ese espíritu penitencial, es decir, “lostiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cadaviernes en memoria de la muerte del Señor)” (1438). Precisamente, el cuarto precepto de laIglesia (ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia)asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas,contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad delcorazón” (2043).

4 – Conclusión “Retened, pues, para siempre, esta verdad capital: que nuestra santidad es de un ordenesencialmente sobrenatural y que dimana de Dios. Cuanto más se purifique el alma delpecado por la mortificación y el desasimiento, cuanto más se vacíe de sí misma y de lacriatura, tanto más poderosa resultará en ella la acción divina... Por eso, en la mismamedida en que participemos de los padecimientos de Cristo, podemos alegrarnos, puescuando se manifieste la gloria de Cristo en el último día, estaremos rebosando de contento(1Pe 4,13)” (B. C. Marmión, íd). Si pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa (2ªlectura). “Es esta virtud nuestra mejor garantía de perseverancia en el camino de laperfección, por ser ella, mirándolo bien, una de las formas más puras del amor” (B. C.Marmión, íd).

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CatIC 2084-2128 C-13 Lc 9,51-62 / 1Re 19,16b.19-21 / Sal 16 / Ga 5,1.13-18

SÍGUEME... SÓLO A DIOS SERVIRÁS(1º mandamiento)

Una parte importante del evangelio de san Lucas está dedicada al Camino que recorre

Jesús para ir a Jerusalén. En el evangelio de este domingo se lee el comienzo del viaje deJesús. Como hemos escuchado, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén, vale decir que lohace con una determinación inalterable. ¿A qué y por qué va? ¿No sabía que moriría allí?Sí que lo sabía, lo hemos escuchado el domingo pasado cuando dijo a los apóstoles que elHijo del hombre debía sufrir mucho... ser condenado a muerte y resucitar. Pero, ¿por qué ir tandecididamente? Dice el evangelio de hoy que estaba por cumplirse el tiempo de su elevación alcielo, de su ascensión (literalmente Lucas usa aquí la misma palabra con la que designa laascensión de Jesús al cielo), es decir del encuentro con Dios. Es, por lo tanto, en esta óptica que debemos comprender este caminar de Jesús, comocaminar hacia Dios. Pero es un camino que también nosotros debemos recorrer y por esoen el evangelio se nos insiste reiteradamente en el seguimiento de Jesús: Te seguiré adondevayas... Sígueme... Te seguiré... Los samaritanos, por el contrario, al no recibir a Jesús, rechazanesa opción y frustran para ellos mismos el proyecto de Dios. Cabe aclarar que,precisamente, los samaritanos habían defeccionado en el culto del verdadero Dios (cf. Jn4), cuyo único templo estaba en Jerusalén, precisamente donde se dirigía Jesús. Teniendo en cuenta esta actitud de los samaritanos, fundada en su sincretismo religiosoy teniendo en cuenta lo que significa el caminar de Jesús, a quien debemos seguir, es útilque consideremos el evangelio a la luz del primer mandamiento.

1 – El Primer mandamiento Normalmente nosotros conocemos solamente la versión abreviada del primermandamiento, que se estudia en el catecismo: “Adorarás al Señor tu Dios”. En la Bibliaeste mandamiento tiene una enunciación más larga, diciendo entre otras cosas: “Adorarás alSeñor tu Dios y le servirás... no vayáis en pos de otros dioses. La primera llamada y la justa exigenciade Dios consiste en que el hombre lo acoja y lo adore” (2084). Para ello es que tenemoslas virtudes teologales: “las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, informany vivifican las virtudes morales. Así, la caridad nos lleva a dar a Dios lo que en todajusticia le debemos en cuanto criaturas. La virtud de la religión nos dispone a esta actitud”(2095). Esto es lo que no hacen los samaritanos. ¿Qué le debemos a Dios? Todo. Por eso “la adoración es el primer acto de la virtud dela religión: Adorar a Dios es reconocerlo como Dios, como Creador y Salvador, Señor y

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Dueño de todo lo que existe... Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisiónabsolutos, la ‘nada de la criatura’, que sólo existe por Dios... La adoración del Dios únicolibera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatríadel mundo”·(2096-2097). Es la advertencia que le hace Jesús al primer seguidor entusiasta, a quien no rechaza, nopuede hacerlo porque sólo Él es el Camino. Pero sí le muestra la necesidad de unadisposición firme y clara. Así comenta san Agustín este pasaje: “¿Dónde el Señor no tienelugar? En tu fe. Las zorras tienen cuevas en tu corazón; eres un engañador. Los pájarostienen nidos en tu corazón; eres soberbio. Eres engañador y soberbio, no me seguirás.¿Cómo puede un engañador ir detrás de la simplicidad?... Este hombre, si hubiese seguidoa Cristo, habría buscado su interés y no el de Jesucristo” (Sermón 100, 1). ¿Cómo haremos para cumplir con esa condición? Primero, por la oración, “condiciónindispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios” (2098). Por eso, el mismoJesús dirá más adelante, en este mismo Camino, es preciso orar siempre sin desfallecer (Lc 18,1).Además, en segundo lugar, ofrecer sacrificios, acerca de lo cual nos advierte san Agustín:“toda acción realizada para unirse a Dios en la santa comunión y poder ser bienaventuradoes un verdadero sacrificio” y comenta el catecismo: “el único sacrificio perfecto es el queofreció Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvación.Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios” (2099-2100). Es lo que Jesús le señala al candidato que se le acerca para seguirlo. Que sedisponga al sacrificio, buscando la renuncia total. Es en esta línea que muchos, para obligarse más decididamente, al igual que Jesús, hacenvotos y promesas. En algunos casos, como en el bautismo, confirmación, matrimonio yordenación, se exigen de suyo (2101); en otros, la persona, deliberada y libremente, haceentrega a Dios de un bien, y entonces realiza un voto, el cual implica “un acto dedevoción [= entrega] en el que el cristiano se consagra a Dios o le promete una obrabuena” (2102). “Muchos hombres y mujeres siguen más de cerca y muestran másclaramente el anonadamiento de Cristo, escogiendo la pobreza y renunciando a su voluntadpropia... para parecerse más a Cristo obediente” LG 42, en 2103).

2 – No habrá para ti otros dioses delante de mí Jesús había señalado el primer mandamiento al padecer las tentaciones: Adorarás al Señortu Dios y sólo a Él darás culto (Lc 4,8). El primer mandamiento prohíbe honrar a diosesdistintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la superstición y lairreligión. Los casos siguientes nos permiten profundizar estos otros aspectos. El segundo, el llamado por Jesús, antepone el cuarto mandamiento al primero, acerca delo cual comenta san Agustín: “El padre debe ser honrado y Dios debe ser obedecido. Elpadre debe ser amado, pero Dios Creador debe ser preferido... ¿Quiénes son los muertosque sepultan los muertos?... Ligan, lloran y llevan, y son muertos, porque son infieles”(Sermón 100,2). Y advierte el catecismo: “La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos

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del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no esDios...” (2113). “Idólatra es el que aplica a cualquier cosa, en lugar de a Dios, laindestructible noción de Dios” , decía Orígenes (2114). El tercer caso también nos señala algo parecido, con lo cual insiste Jesús, ya por terceravez, en la necesidad de dejar completamente lo que no sirve para el camino, mirar paraadelante y no para atrás. Es así que se nos enseña claramente qué está primero y quéhemos de dejar, cuál es el orden de prioridades con que hemos de regular nuestra vida.

3 – ¿Ateos? La actitud de rechazo de Jesús, o mejor dicho, de Dios que se ha revelado en Jesús(hecha con plena conciencia), implica de una manera u otra el ateísmo. “... el ateísmo sefunda en una concepción falsa de la autonomía humana, llevada hasta el rechazo de todadependencia respecto a Dios” (2126). Esta misma visión de la realidad puede revestir formas mucho más sutiles en losmismos “creyentes” y así tenemos el tentar a Dios (es decir poner a prueba a Dios), laadivinación y la magia o hechicería (pretender manipularlo para nuestros intereses), elsacrilegio (o profanación de lo sagrado) y la simonía (comercializar con cosas sagradas) (cf.2115-22). Finalmente, existe una manera de desentenderse de Dios que es llamada“agnosticismo”, quien postula la existencia de un ser trascendente, pero que “no podríarevelarse y del que nadie podría decir nada... equivale con mucha frecuencia a un ateísmopráctico” (2127-8).

4 - Conclusión “Incorporados a Cristo por el bautismo, los cristianos están muertos al pecado y vivos paraDios en Cristo Jesús, participando así en la vida del Resucitado. Siguiendo a Cristo y en unióncon él, los cristianos pueden ser imitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor,conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con los sentimientos que tuvoCristo y siguiendo sus ejemplos” (1694). 2ª lectura: yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios. Señor, Tú eres la parte de mi herencia (salmo).

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CatIC 2044-2046.2471-2474 C-14 Lc 10,1-12.17-20 / Is 66,10-14 / Sal 66 / Ga 6,14-18

DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD

En el evangelio que acabamos de proclamar hay varias curiosidades que debemos notary desentrañar para comprenderlo plenamente.

1 – Curiosidades y envío Ante todo, el número. ¿Qué sentido tiene que sean setenta y dos? Este número no es alazar. En primer lugar, tenemos que, según la tabla que figura en Génesis 10 (en LXX), lasnaciones derivadas de la descendencia de Noé y que repoblaron la tierra eran 72, de talmanera que ese número muestra la misión universal de la Iglesia a todas las naciones. Además, en segundo lugar, como observa un comentarista, estos 72 más los doceapóstoles, da un resultado de ochenta y cuatro, que equivale a siete veces doce, con locual aparece la perfección del número doce, de tal manera que se indica la totalidad o laperfección de los enviados, prefigurando de esta manera los misioneros de todos lostiempos enviados a todos los pueblos y lugares de la tierra. Así se entiende mejor por quéJesús dice la cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. En tercer lugar, el número de 72 hace alusión a los setenta ancianos elegidos porMoisés como ayudantes de él, los cuales, de esta manera, participaban de su misión (cf.Nm 11,16-25; de hecho resulta que hay algunos manuscritos que en vez de 72 hablan sólode 70). Los signos que realizan los 72 enviados muestran que participan del poder de Jesús:Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. Segunda observación. El domingo pasado vimos cómo nos insistía el evangelio en lanecesidad de seguir a Cristo. En el texto que acabamos de proclamar se nos indica locontrario: los discípulos han de precederlo en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Debenir delante de Jesús, no seguirlo. Es decir que su función es preparar la llegada de Jesús,como se prepara la recepción de un personaje importante. En relación con esto, hemos de incorporar una tercera observación. El mensaje que hande anunciar es muy sencillo: el Reino de Dios está cerca. Es curioso que recién ahora, en elevangelio de san Lucas, se empieza a hacer esta proclamación. ¿Por qué? Pues porquerecién ahora aparece que Jesús se dirige decididamente hacia Jerusalén para instaurar eseReino. Signo de esa instauración es la constatación que realiza Jesús al final del evangeliode hoy: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes yescorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.

2 – Testigos

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Cuarta observación. Los envía de dos en dos. ¿Por qué? Ellos debían anunciar algo, pero¿era creíble? Quienes escuchaban un anuncio como ese de el Reino de Dios está cerca ¿hastaqué punto debían aceptar lo que se les decía? ¿podían constatar la veracidad de lo que seles proclamaba? Para esto es que Jesús los envía de dos en dos. Según el pensamientojurídico contemporáneo, era considerado válido el testimonio de al menos dos personasconcordantes entre ellas (cf. Dt 19,15; por eso en el proceso contra Jesús querían dostestigos que coincidiesen). Es decir que, más que mensajeros, los enviados son testigos.Como signo de que su mensaje era divino se añaden las obras que realizan: sanen a losenfermos... Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. En relación con el testimonio es muy significativo el comentario que hace san GregorioMagno: “Nuestro Señor y Salvador, queridos hermanos, a veces nos instruye con laspalabras, a veces con los hechos. Sus acciones se vuelven preceptos, cuando tácitamente,con lo que hace, nos indica lo que debemos hacer. Helo aquí que manda a sus discípulos apredicar de dos en dos. Porque son dos los preceptos de la caridad, caridad hacia Dios ycaridad hacia el prójimo, y para que haya amor, se necesitan al menos dos personas. Elamor que uno tiene por sí mismo, ninguno lo llama caridad; debe ser dirigido a otro, paraque se lo llame caridad. El Señor manda los discípulos de dos en dos, para hacernosentender que si uno no tiene amor por los otros, no debe ponerse a predicar” (Hom. 17,1). Vivir la caridad auténticamente ya es manifestar a Cristo. A este respecto señala elcatecismo: “la fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio delEvangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres sufuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por eltestimonio de vida de los cristianos. ‘El mismo testimonio de la vida cristiana y las obrasbuenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe ya Dios’ (AA 6)” (2044). “Los cristianos... contribuyen a la edificación de la Iglesia mediantela constancia de sus convicciones y de sus costumbres” (2045). “Llevando una vida segúnCristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios, Reino de justicia, de verdad yde paz” (2046).

3 – Las condiciones Últimas observaciones: las condiciones que señala Jesucristo. Yo los envío como ovejas enmedio de lobos: la figura muestra la agresividad y la fuerza por un lado y la debilidad eindefensión por el otro. Pero a pesar de todo se los envía. Esa disparidad de fuerzas no esuna razón para que los enviados se sientan eximidos de la obligación de llevar el mensaje,ni para que elijan la reclusión en vez de la actividad. Ejemplo preclaro de esto lo encontramos en Cristo quien proclama, ¡ante Pilato!, quehabía venido para dar testimonio de la verdad. Magníficos son los ejemplos que nos brindansobre esto los mártires de todos los tiempos y lugares: “el martirio es el supremotestimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártirda testimonio de Cristo, muerto y resucitado... Da testimonio de la verdad de la fe y de la

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doctrina cristiana...” (2473). Fíjense como habla san Ignacio de Antioquía: “Dejadme serpasto de las fieras, por ellas me será dado llegar a Dios...” (2473) y san Policarpo: “Tebendigo por haberme juzgado digno de este día y esta hora, digno de ser contado en elnúmero de tus mártires...” (2474). Y de allí la costumbre de recoger sus reliquias o restos ycolocarlos en los altares sobre los que celebra la santa Misa, en donde se ofrece la sangredel Mártir por excelencia. Así también “el cristiano no debe avergonzarse de dar testimonio del Señor. En las situacionesque exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplode san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres.El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar comotestigos del Evangelio... Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras.”(2471-2). La importancia de esta tarea se vislumbra en las otras indicaciones que da Cristo: nollevéis dinero ni provisiones ni calzado y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Esto indicaante todo la urgencia del envío. San Ambrosio: “No se trata de abolir la recíproca cortesíadel saludo, sino de quitar del medio el obstáculo que podría distraer del encargo; enpresencia de lo divino, lo humano debe ser puesto temporalmente aparte...” (In Lucam). Lallegada del reino es algo que compromete al hombre de tal manera, que toda otraocupación o preocupación pasa a segundo plano. El reino no es algo que se agrega comoun parche o un añadido a nuestra vida, sino que es una realidad que nos transformatotalmente y que transforma también al mundo. En esta línea, hemos de tomar conciencia de lo que dice el evangelio: el que trabaja merecesu salario. De allí el quinto precepto de la Iglesia que manda “contribuir al sostenimiento dela Iglesia”: “señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a lasnecesidades materiales de la Iglesia” 2043). Se trata de colaborar con todos los medios paraque el mensaje de Jesús se pueda difundir y expandir.

4 – Conclusión Concluyamos, queridos hermanos, con las últimas observaciones, que nos señalan laterrible importancia de nuestra misión de testimonio y la consoladora revelación que haceJesús al final del evangelio. La importancia de la misión se ve por las consecuencias que produce en quienes noquieren recibir a los enviados de Jesús: les asegura que en aquel Día, Sodoma será tratada menosrigurosamente que esa ciudad. Sodoma es la ciudad que fue calcinada por fuego del cielo al noquerer convertirse y a la cual ni siquiera la intercesión de Abraham logró salvar. Las últimas palabras de Jesús en el evangelio de hoy muestran que dedicarse a esta tareaes un signo de predestinación de salvación eterna: alégrense más bien de que sus nombres esténescritos en el cielo. Por eso no temamos a los hombres. Tomemos como lema las palabras delmártir san Ignacio de Antioquía: “No me servirá nada de los atractivos del mundo ni delos reinos de este siglo, es mejor para mí morir (para unirme) a Cristo Jesús que reinar

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hasta los confines de la tierra” (2474), y dediquémonos con todo nuestro esfuerzo a dartestimonio de Jesús.

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CatIC 2447-49 (cf. 2258-2330) C-15 Lc 10,25-37 / Dt 30,9-14 / Sal 69 / Co 1,15-20

DAR VIDA - HEREDAR LA VIDA(cf. 5º mandamiento)

Acabamos de escuchar la narración de una de las parábolas más comentadas desde la

antigüedad, conocida como la parábola del Buen Samaritano. Para comprenderla de maneramás adecuada, es necesario que observemos algunos elementos de carácter histórico.

1 – La Parábola del Buen Samaritano En primer lugar, impresiona ver que el sacerdote y el levita pasen de largo, lainsensibilidad que manifiestan. Sin embargo, para comprender mejor su actitud es necesarioconocer algunos detalles de la vida judía. El sacerdote era un sacerdote judío, es decir,estaba encargado de hacer los sacrificios en el Templo de Jerusalén. Y el levita ¿qué era?Los levitas eran miembros de la tribu de Leví, que tenían a cargo tareas auxiliares en elTemplo, disponiendo todo lo necesario para los sacrificios (leña, agua, etc.). Como vemos,ambos tienen que ver con el culto que se daba a Dios en el Templo de Jerusalén. Puesbien, resulta que para poder dar culto a Dios, un culto que fuese aceptable para Dios, eranecesario cumplir con ciertas prescripciones. Para usar una comparación que nos atañe, podemos pensar en la necesidad que tenemosnosotros de estar sin pecado mortal para que nuestro culto sea agradable a Dios. Y si noestamos en condiciones, tenemos entonces la confesión para colocarnos nuevamente enlas disposiciones adecuadas. De manera semejante, los judíos tenían que cumplir conciertas disposiciones y, si no las tenían, había sacrificios por los pecados con los cualesreadquirían esas disposiciones. Entre las diversas normas, había una prescripción por lacual debían evitar el contacto con los cadáveres (Lv 21; Nm 19,11). Socorrer a la personamalherida significaba para ellos el riesgo de quedar excluidos del culto del Templo, perderla comunión con Dios. El relato de hecho dice que el herido había quedado medio muerto,por lo que se entiende que tenía ya aspecto de cadáver para quien lo veía caído. Ahora podemos entender mejor por qué pasaron de largo. Tanto el sacerdote como ellevita atienden más al problema litúrgico y legal. Igualmente, hemos de observar que laenseñanza que nos deja Jesús es que las exigencias de la caridad para con el prójimo sonmás importantes que las exigencias del culto. De hecho, en la respuesta que da el doctorde la Ley el único que queda justificado es el Samaritano, el que tuvo compasión. Ya losprofetas habían señalado esto: misericordia quiero y no sacrificios (Os 6,6). Pero lo más sorprendente en realidad viene después. Porque la persona que auxilia almalherido no es alguien intrascendente. Es un samaritano. ¿Qué era un samaritano? Se

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llamaba así a los habitantes de la región de Samaría, región que está ubicada entre lasregiones de Judea y la de Galilea. Y existía entre los samaritanos y los judíos un odio amuerte (cf. 1Re 17,24-41; Jn 4,20). Hace dos domingos hemos leído que, dirigiéndose Jesúsa Jerusalén, envió emisarios delante de él para prepararle alojamiento en un pueblo deSamaría. Pero los samaritanos no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. O sea que,precisamente aquel que uno hubiera esperado que lo dejase abandonado, el que máshubiera deseado aparentemente que el judío malherido muriese, ese es el que lo asiste yayuda. Y observemos finalmente que al indagar Jesús cómo el doctor de la Ley había recibidola enseñanza, da vuelta la pregunta. El doctor de la ley había preguntado ¿Quién es miprójimo? Porque la discusión entre los judíos sobre este punto era bastante ardua. Laexpresión referida por el doctor es de Lv 19,18 (lo referido a Dios es de Dt 6,5). Y sediscutía si debía considerarse prójimo solamente a los miembros de la familia, o de la tribu,o si también entran en esa categoría los forasteros que habitaban en tierra judía, etc. Jesús,sin embargo, sin entrar en esa polémica, corrige la perspectiva desde donde debemosconsiderar la cuestión: ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo…? No se tratade ver quién está próximo a mí, sino a quién me aproximo, de quién me hago próximo yo.No debe ser visto desde un punto de vista estático y a quién convierto en objeto de miacción, sino más dinámico y haciéndome sujeto de la acción.

2 – Jesús el Buen Samaritano Hasta aquí la parábola referida. Desde muy antiguo se vio en la figura del BuenSamaritano a Cristo que sana la humanidad herida: “Bajo sus múltiples formas –indigenciamaterial, opresión injusta, enfermedades físicas o psíquicas y, por último, la muerte-, lamiseria humana es el signo manifiesto de la debilidad congénita en que se encuentra elhombre tras el primer pecado y de la necesidad que tiene de salvación. Por ello, la miseriahumana atrae la compasión de Cristo Salvador, que la querido cargar sobre sí eidentificarse con los más pequeños de sus hermanos” (2448). Hemos de observar que la enseñanza de Jesús es sobre todo práctica. A lo largo detodo el evangelio de hoy se insiste en el hacer: Maestro, ¿Qué debo hacer…?; Obra así yalcanzarás la vida; Ve y procede tú de la misma manera. Recogiendo este mandato a lo largo de lossiglos la Iglesia ha sido causa de un ingente número de obras de misericordia: “…losoprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia, que,desde los orígenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado detrabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos…” (2448).

3 - Obras de misericordia = Dar Vida Nos compete por lo tanto, actuar. ¿Cuáles son las necesidades de nuestro prójimo a lasque debemos subvenir? Aquí tenemos una enseñanza más del evangelio. Jesús con elejemplo de la parábola nos habla de las necesidades corporales del prójimo, pero con elejemplo de su accionar nos habla de las necesidades espirituales. Porque en el doctor de la

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ley había una necesidad, pero no física, material, sino espiritual, porque ignoraba larespuesta correcta. “Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cualesayudamos a nuestros prójimos en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir,aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espiritual, como también lo sonperdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consistenespecialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir aldesnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos.” (2447). ¿Qué debemos hacer por el prójimo? Has respondido exactamente, dijo Jesús. ¿Cuál fue larespuesta? Amarás a tu prójimo como a ti mismo. ¿Y qué quieres para ti? La respuesta fuela primer pregunta del doctor de la Ley: ¿Qué debo hacer para heredar la Vida eterna? Vidaquieres, dona vida. Es importante observar que todo el conjunto de los mandamientos quecorresponden a la segunda tabla, los mandamientos referidos al prójimo, giran alrededor dela cuestión de la vida: - Honrar padre y madre: es de quienes procede nuestra vida. - No fornicar y no desear el cónyuge del prójimo: respetar el ámbito propio de la vida,la familia, y su fundamento, el matrimonio. Esto evita muchos desórdenes sociales ypersonales. - No robar y no codiciar los bienes ajenos: respetar los elementos materialesnecesarios para la vida. - No levantar falso testimonio ni mentir: no atentar contra la vida social, parteimprescindible también de la vida del hombre. De manera particular hemos de tener presente el quinto mandamiento: no matar, esdecir, respetar la vida propia y ajena en todos sus niveles (físico, psíquico y espiritual): “Lavida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios ypermanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios esSeñor de la vida desde su comienzo hasta su término…” (2258).

4 – Conclusión No podemos extendernos en esto pero podemos sintetizar la enseñanza de este día endecir sencillamente que es nuestro deber, para con toda persona humana, trabajar parabrindar aquello que le permita acceder a una vida cada vez más plena, conscientes de quela vida humana implica el triple nivel (físico, psíquico y espiritual), y atentos a no dejarnosatraer por los espejismos y las ideologías que proponen falsas soluciones (como aborto,eutanasia, etc. o rechazo de las fronteras bioéticas).

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CatIC 2697-2724 C-16 Lc 10,38-42 / Gn 18,1-10a / Sal 15 / Co 1,24-28

LAS EXPRESIONES DE LA ORACIÓN

Sin duda que el primer impulso que uno siente, ante la narración que acabamos de oíres la tentación de querer calificar a Jesucristo de injusto. Porque uno se ve sorprendido deque el Señor no sólo no atiende el reclamo de Marta, sino que además justifica a María.

1 – El episodio evangélico y su significado En realidad, la situación es todavía más paradójica de lo que nosotros podemos apreciara primera vista. En efecto, hay un elemento que a nosotros no nos llama la atención peroque era poco menos que inaceptable en aquella época. En el evangelio escuchamos queMaría, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Esta expresión indica la actitud propiadel discípulo que escucha a su maestro (cf. Lc 5,2; He 13,7.44; 19,10). Por ejemplo, sanPablo cuenta que él aprendió la Ley a los pies de Gamaliel. Lo llamativo, sin embargo, es elhecho de que allí y en esa actitud estuviese María, sencillamente porque los maestrosjudíos no admitían mujeres como discípulos. Como vemos, entonces, la situación es mássorprendente de lo que uno puede apreciar a primera vista. De allí, por lo tanto, que laexpresión de Marta, además de una solicitud de ayuda, también es una manera delicada deseñalarle a María que no era ese el lugar en que debía estar. De todos modos, cualquiera sea la interpretación que se quiera dar a la intervención deMarta, lo importante para nosotros es la respuesta de Jesús, que contiene la enseñanza másimportante y significativa, en especial para el hombre moderno. ¿Cuál es esa enseñanza?Comenta san Ambrosio: “En el ejemplo de Marta y de María nos es mostrada, en las obrasde la primera, la devoción activa, y en aquellas de la segunda, la religiosa atención del almaa la Palabra de Dios; si esta atención es conforme a la fe, ella aventaja a las mismas obras,según cuanto está escrito: María se ha elegido la parte mejor, que no le será quitada… También túestimula, como María, el deseo de saber: es esta la obra más grande, la más perfecta…Marta no es reprochada por sus buenos servicios: pero María tiene la preferencia” (InLucam). Esta advertencia es sumamente válida en los tiempos modernos. Es un hecho quecuando nosotros damos importancia a algo (una amistad, una tarea, etc) le dedicamostiempo, le consagramos tiempo. Pues bien, dejando de lado aquellos que no se interesanen absoluto por la vida espiritual, sucede también con mucha frecuencia que mucha gentebuena y trabajadora se ve absorbida de tal manera por su trabajo que termina olvidando aDios y quedan, de esa manera, reducidos a la condición de esclavos. Porque, en últimainstancia, ¿qué es lo que distingue al esclavo del hombre libre? Es, sencillamente, el hechode que toda la existencia del esclavo está determinada por la referencia al trabajo, es decir

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por la búsqueda de lucro y utilidades del orden material. Y de esa manera, se olvida lacondición más noble del hombre que es, precisamente, la de trascender, ir más allá de esecondicionamiento material. Es desde este ángulo que podemos entender la importancia de los preceptos de laIglesia: “el carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridadeclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu deoración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo” (2041).En particular hay que tener en cuenta el primer precepto que obliga a oír misa entera losdomingos y fiestas de precepto (2042). En última instancia, se nos insta a la oración: “la oración es la vida del corazón nuevo.Debe animarnos en todo momento [la oración es al alma lo que la respiración al cuerpo].Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo” (2697). Es loque le pasaba a Marta. Generosa ella en recibirlo al Señor, llegó un momento que habíaolvidado a quién tenía en la casa. Esto es parecido a una forma bastante común de plantearlas cosas: “el trabajo es oración, así que yo rezo mientras trabajo”. Otros, de maneraparecida, añaden: “alguien tiene que hacer las cosas”. Sin negar la verdad de estas dosafirmaciones, es necesario también reconocer sus límites: “no se puede orar en todo tiemposi no se ora, con particular dedicación, en algunos momentos” (2697).

2 – La oración y sus expresiones Hay quienes dice: “yo no sé rezar”. Por ello, “la Tradición de la Iglesia propone a losfieles unos ritos de oración destinados a alimentar la oración continua. Algunos sondiarios: la oración de la mañana y la de la tarde, antes y después de comer, la Liturgia delas Horas. El domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por medio dela oración. El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas…” (2698). Es una propuesta, porque hemos de tener presente que Dios nos trata de manerapersonal; aunque también es verdad que hay ciertos elementos comunes para la oración:“El Señor conduce a cada persona por los caminos que él dispone y de la manera que élquiere. Cada fiel, a su vez, le responde según la determinación de su corazón y lasexpresiones principales de la vida de oración: la oración vocal, la meditación y la oraciónde contemplación” (2699). Señalemos de manera resumida lo que nos dice el catecismo: a) La oración vocal: “la oración vocal, fundada en la unión del cuerpo con el espírituen la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oración interior del corazón” (2722). “Laoración vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana” (2701). Jesús mismo hadado ejemplo como cuando bendice al Padre o reza en la agonía de Getsemaní. Respondea una exigencia de nuestra naturaleza humana, a la necesidad de traducir exteriormentenuestros sentimientos (2702). Al decir vocal no sólo queremos referirnos a las palabras,sino también a los gestos. Además, “es la oración por excelencia de las multitudes por serexterior y tan plenamente humana” (2704): canto, posturas, gestos, etc. b) La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el por

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qué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide…Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro: las Sagradas Escrituras, las imágenessagradas, los textos litúrgicos, los escritos de los Padres espirituales… (cf. 2701). Lameditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo: “estamovilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar laconversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo” (2708). Es unareflexión. c) La oración de contemplación: “no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sinotratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (S.Teresa). “La oración contemplativa es una relación de alianza establecida por Dios en elfondo de nuestro ser. Es comunión…” (2713). Es la oración del hijo de Dios: “no sepuede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación,independientemente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad” (2710). “Lacontemplación es mirada de fe… Su mirada purifica el corazón, nos enseña a ver todo a laluz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirigetambién su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el conocimiento internodel Señor para más amarle y seguirle. La contemplación es escucha de la palabra deDios… esta escucha es la obediencia de la fe… La contemplación es silencio... Laspalabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuegodel amor” (2715-17).

3 – El recogimiento del corazón Las tres formas de oración “tienen en común un rasgo fundamental: el recogimiento delcorazón” (2700). Porque las cosas de este mundo nos dispersan: “son muchas cosas, sondiversas, porque son de este mundo, son temporales; son cosas buenas, pero transitorias”(san Agustín, Sermón 103). Recoger es juntar lo que se ha dispersado: “Recoger el corazón,recoger todo nuestro ser… habitar la morada del Señor que somos nosotros mismos…”(2711). “Te buscaba fuera y tú estabas dentro” (san Agustín, Confesiones). Tú, cuando vayas aorar entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tuPadre, que ve en lo secreto, te recompensará (Mt 6,6). Por último, hay que tener presente que a rezar se aprende rezando, por ello hay queperseverar: “la contemplación es una comunión de amor portadora de vida para lamultitud, en la medida en que se acepta vivir en la noche de la fe. La noche pascual de laresurrección pasa por la de la agonía y la del sepulcro… Es necesario aceptar el velar unahora con él” (2719). Para que esto se efectivice concretamente, “la Iglesia invita a los fieles auna oración regulada”, es decir regular y reglada (2720).

4 – Conclusión En síntesis, “en Marta hay una ocupación que nace de una necesidad, en María hay unadulzura que nace del amor” (San Agustín), “busquemos entonces de tener tambiénnosotros lo que no puede ser quitado, dando a la palabra del Señor una atención diligente,

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no distraída…” (san Ambrosio). Lc 12,22. Mt 6,33. María conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón (Lc 2,51).

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CatIC 2759-2778 C-17 Lc 11,1-13 / Gn 18,20-32 / Sal 138 / Co 2,12-14

EL PADRE NUESTRO:BREVIARIUM TOTIUS EVANGELII

Acabamos de oír cómo los discípulos solicitan a Jesús: Señor, enséñanos a orar. En

realidad, al pedirle al Señor ya están rezando. El ejemplo de Jesús ha impactado tanto que,sin querer, han comenzado a rezar y han hecho una petición humildemente, con pocaspalabras y con mucha confianza. La enseñanza de Cristo va a subrayar estos mismoselementos: la oración debe ser humilde, confiada y con pocas palabras. “En respuesta a esta petición, el Señor confía a sus discípulos y a su Iglesia la oracióncristiana fundamental” (2759). ¿Por qué este nombre de oración cristiana fundamental?Dice Tertuliano: “la oración dominical es, en verdad, el resumen de todo el evangelio...”(2761). Y san Agustín: “recorred todas las oraciones que hay en las Escrituras y no creoque podáis encontrar algo que no esté incluido en la oración dominical” (2762).

1 – Oración del Señor (dominical) Esta oración alcanza todavía un valor mayor si consideramos de quién procede: “laexpresión tradicional ‘oración dominical’ [es decir, oración del Señor] significa que laoración al Padre nos la enseñó y nos la dio el Señor Jesús” (2765). Es una oraciónverdaderamente única, ya que, por una parte el Hijo único nos da las palabras que el Padrele ha dado, se trata de una verdadera revelación: nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél aquien el Hijo se lo quiera revelar (Mt 11,27). Por esto, Jesús es Maestro de nuestra oración. Pero además, Jesús es hombre y en su condición de Verbo Encarnado, conoce lasnecesidades de los hombres y precisamente a través de estas palabras nos las revela. Deesta manera Jesús es también Modelo de nuestra oración (cf. 2765). Por ello dice santoTomás: “la oración dominical es la más perfecta de las oraciones... En ella, no sólopedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino además según el orden en queconviene desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino quetambién forma toda nuestra afectividad” (2763). Por eso dice el catecismo: “Jesús nosenseña esta vida nueva por medio de sus palabras y nos enseña a pedirla por medio de laoración. De la rectitud de nuestra oración dependerá la de nuestra vida en Él” (2764). Porello no es casual que en el centro mismo del Sermón de la Montaña que trae san Mateo,esté colocado el Padre Nuestro. Es en este contexto donde “se aclara cada una de laspeticiones de la oración que nos dio el Señor” (2763). Todavía más. Jesús es Maestro y Modelo de nuestra oración. Pero todo esto no deja, encierto sentido, de ser algo externo a nosotros. La acción del Señor va más allá: “Jesús no

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sólo nos enseña las palabras de la oración filial, sino que nos da también el Espíritu por elque éstas se hacen en nosotros espíritu y vida. Más todavía: la prueba y la posibilidad denuestra oración filial es que el Padre ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo queclama: ¡Abbá, Padre!” (2766). De esta manera, oramos “por Cristo, con Él y en Él” y por elloes también Pontífice, es decir, Mediador de nuestra oración. De este modo el Espíritu del Señor, al igual que a través de la doctrina, también por laoración “da forma nueva a nuestros deseos, esos movimientos interiores que animannuestra vida”. Por lo cual, al decir las palabras de la oración dominical, damos cabida a unadimensión insospechada, ya que en última instancia, sólo el Padre es quien conoce cuál es laaspiración del Espíritu. De allí que el catecismo concluye: “la oración al Padre se inserta en lamisión misteriosa del Hijo y del Espíritu” (2766).

2 – Oración de la Iglesia: Padre NUESTRO Al insertarse de este modo y por eso mismo, se entra en una nueva dimensión: ladimensión comunitaria, expresamente señalada al enseñarnos a decir Padre Nuestro: “elSeñor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque él no dice ‘Padremío’ que estás en el cielo, sino Padre nuestro, a fin de que nuestra oración sea de una solaalma para todo el Cuerpo de la Iglesia” (San Juan Crisóstomo, en 2768). Es decir, nosinsertamos en la Iglesia, cuya cabeza es Cristo y cuya alma es el Espíritu Santo. De allíque, naturalmente, esta oración enseñada por Jesús ha formado parte siempre, de manerainseparable, de la vida de la Iglesia y está arraigada esencialmente en la oración litúrgica.Por eso, dice el catecismo: “este don indisociable de las palabras del Señor y del EspírituSanto que les da vida en el corazón de los creyentes, ha sido recibido y vivido por laIglesia desde los comienzos. Las primeras comunidades recitan la Oración del Señor tresveces al día...” (1767), costumbre que la Iglesia mantiene hasta el día de hoy. “La oracióndominical es la oración por excelencia de la Iglesia. Forma parte integrante de lasprincipales Horas del Oficio Divino y de la celebración de los sacramentos de la iniciacióncristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía” (2776; cf. 1769-2772): a) En el Bautismo y la Confirmación, se realiza la entrega de la Oración del Señor quesignifica el nuevo nacimiento a la vida divina, su condición de hijos de Dios. b) Pero es en la Eucaristía donde revela su sentido pleno y su eficacia. Allí alcanza unariqueza incomparable. Por su ubicación entre la Anáfora (Oración Eucarística) y la liturgiade la Comunión, realiza una doble acción: 1) recapitula todas las peticiones e intercesionesexpresadas en el movimiento de la epíclesis; 2) llama a la puerta del Festín del Reino quela comunión sacramental va a anticipar. En realidad, por esta segunda acción, retoma laspeticiones presentadas expresando su valor más profundo. Por eso dice el catecismo que“en la Eucaristía, la Oración del Señor manifiesta también el carácter escatológico de suspeticiones. Es la oración propia de los últimos tiempos, tiempos de salvación que hancomenzado con la efusión del Espíritu Santo y que terminarán con la Vuelta del Señor...La Eucaristía y el Padre Nuestro están orientados hacia la venida del Señor”. Es decir quela dimensión comunitaria, si bien iniciada aquí en la tierra, apunta fundamentalmente a su

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realización final, escatológica.

3 – Oración de Hijos: PADRE Nuestro Un último elemento que importa subrayar de la enseñanza del evangelio de hoy es laconfianza osada que el Señor mostró que debe tener la oración. De hecho, Jesús insiste enque insistamos: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá... Incluso el ejemplo delamigo importuno de la parábola, al igual que el de Abraham, nos invitan a esta actitudinsistente. Y para que no tengamos temor de ser “pesados” pidiendo a Dios lo quecorresponde, nos recuerda la Bondad infinita del Padre celestial: Si vosotros que sois malos...¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!. Todo esto está presente en la misma oración enseñada por Jesús, ya que comenzamosllamándolo Padre. Esta forma de dirigirse a Dios es totalmente inaudita y novedosa. Así losubraya san Pedro Crisólogo: “la conciencia que tenemos de nuestra condición de esclavosnos haría meternos bajo tierra, nuestra condición terrena se desharía en polvo, si laautoridad de nuestro mismo Padre y el Espíritu de su Hijo, no nos empujasen a proferireste grito: Abbá, Padre... ¿Cuándo la debilidad de un mortal se atrevería a llamar a DiosPadre suyo, sino solamente cuando lo íntimo del hombre esté animado por el Poder de loalto?” (2777). Así comenta el catecismo esta maravilla que es posible por Jesús, en quien somos hijos(cf. 2ª lect.) y que nos dona sus palabras juntamente con su Espíritu: “Este poder delEspíritu que nos introduce en la Oración del Señor se expresa en las liturgias de Oriente yde Occidente con la bella palabra, típicamente cristiana: parrhesía, simplicidad sindesviación, conciencia filial, seguridad alegre, audacia humilde, certeza de ser amado”(2778).

4 – Conclusión Como vemos, queridos hermanos, la oración del Señor contiene una enorme riqueza.Sería muy bueno que cada uno, de manera privada, tomase entre sus manos el Catecismode la Iglesia Católica y leyese todo lo que allí se contiene sobre ella. No en vano, laspalabras del Señor son tajantes: cuando oréis, decid. “Es el corazón de las sagradas escrituras”dice el catecismo. Una manera muy sencilla de rezarlo y saborearlo lo enseña san Ignacio de Loyola.Recomienda él decir una palabra, por ejemplo “Padre”, y luego por espacio de tres ocuatro respiraciones quedarse pensando en ella; luego continuar de la misma manera conla palabra o frase siguiente; y así sucesivamente.

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CatIC 2558-2565 C-18 Lc 12,13-21 / Qo 1,2; 2,21-23 / Sal 90 / Col 3,1-5.9-11

ESTUPIDEZ Y ORACIÓN

En su camino hacia Jerusalén continúa el Señor a darnos lecciones de educacióncristiana. En los dos domingos anteriores hemos hablado acerca de la oración. Pero unopuede preguntarse ¿por qué la oración? ¿qué sentido tiene? El ejemplo que nos da elevangelio de hoy nos permitirá profundizar en esto. Por un lado, hay una enseñanza suficientemente clara: los bienes materiales no teaseguran la vida. Pero es conveniente que nos adentremos un poco más en la respuesta,fijando nuestra atención en la forma tan dura con que este hombre que había obtenido tanbuena cosecha es apostrofado por Dios: ¡Necio!, como si dijéramos: ¡Estúpido!. Consideraresto nos permitirá comprender más profundamente lo que es la oración, su sentido y suimportancia.

1 – La necedad[4]

¿Qué quiere decir en la Biblia “ser necio”? llora al muerto, pues la luz le abandonó; lloratambién al necio porque dejó la inteligencia. Pero llora más suavemente al muerto, porque ya reposa, que lavida del necio es peor que la muerte (Sir 22,11). En la Biblia se habla mucho de la necedad y hayincluso una gran variedad de terminología para referirse a ella: estupidez, estulticia,imbecilidad, fatuidad, necedad. - Estupidez y estulticia significan “inmovilidad”: el estúpido es un ser inmóvil,inactivo, un ser que vegeta. - Fatuidad es parecido: estulticia congénita y radical. Fatuo equivale a hinchado, inflado,y, en este sentido, es sinónimo de vano (hb. hbl) que significa hueco, vacío, inconsistente(como el vano de la puerta o el vaho del aliento en el frío que se ve por un instante y sedesvanece). - Imbecilidad significa debilidad, o sea falta de vigor o bien ineptitud para conocer oentender. - Necedad es, sin embargo, la que mejor expresa su oposición a la sabiduría: en latínnecedad se dice “in-sipientia” (= no-sapientia). La palabra griega que usa Jesús es áphron(del verbo phróneo = tener entendimiento, buen sentido, ser prudente; a-phron significa lanegación de ello). En la Sagrada Escritura la caracterización del necio es una de las más detalladas,precisamente en los libros sapienciales: es jactancioso de su propia necedad (Pro 13,16; Ro1,22); desparrama necedad a los cuatro vientos (Pro 15,2; Is 32,6); se alimenta de necedad

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(Pro 15,14; Sir 16,23); se alegra con su necedad (Pro 15,21); es peligroso por su necedad(Pro 17,12; 10,14; 26,10); es pervertido (Pro 19,3); maquina pecados (Pro 24,9); es terco ensu necedad (Pro 27,22; Job 11,12; Pro 26,11; 23,9); su necedad lo corrompe totalmente,aunque sea poca (Qo 10,1); es romo para entender, especialmente las cosas de Dios (Sal92,7; Pro 10,21; Sir 21,14.189; 22,11); es apasionado y muere por su pasión (Job 5,2; Pro27,3; 29,11); termina por negar a Dios (Sal 14,1; 53,2); es imprudente (Pro 1,32; 18,2);persigue naderías (Pro 12,11); es despreciativo (Pro 11,12); trae tristeza a quienes lo rodean(Pro 17,21); Dios lo rechaza (Sab 1,3); es vociferador, bocón (Sir 8,17; 20,7); es inestable(Sir 27,11); es susceptible (Sir 19,11.12); es desubicado (Sir 20,20); es pesado (Sir 22,13;21,16; 22,12); no es dócil, no presta atención a quien le enseña (Sir 22,9-10); es sofista ensu inteligencia (Sir 33,5); es soberbio (Pro 14,3.16); se arruina con sus propias palabras (Pro18,6-7). ¿Qué es la necedad? La necedad afecta al conocimiento, pero hay que tener cuidado deno confundirla con vicios parecidos, como el embotamiento (que es incapacidad parapenetrar lo íntimo de las cosas, falta del don de entendimiento o inteligencia), o laignorancia (cierto defecto de la mente en la consideración de las cosas particulares que sonlas creaturas, falta de ciencia) o la precipitación (que es obrar sin una convenientedeliberación; falta de consejo). La necedad afecta al conocimiento que otorga la sabiduría. La sabiduría es elconocimiento de las cosas divinas. La necedad es su opuesto. No es simple ausencia dejuicio (fatuidad o nesciencia) sino presencia de un juicio que falla sobre la causa última detodo, es poner como primer principio de juicio algo que no es Dios. Es error de juicioacerca del fin último. Es error fundamental sobre lo fundamental, entender todo al revés(cf. san Juan de la Cruz, Subida 2, c. 21; 11-12). Es lo que dice san Pablo: el hombre animal nopercibe las cosas que son del espíritu de Dios; son para él necedad y no puede entenderlas porque hay quejuzgarlas espiritualmente (1Co 2,14).

2 – La sabiduría En última instancia, Jesucristo advierte sobre la necesidad de saber valorar las cosas, deser sabios. Sta. Teresa: “la sabiduría más acabada/ es que el hombre bien acabe/ que alfinal de la jornada/ aquél que se salva sabe/ y el que no, no sabe nada”. La segunda lectura nos da una serie de consejos e indicaciones que nos enseñan cómovivir sabiamente. Dice el apóstol: gustad (es decir, saboread) las cosas que son de arriba(sabiduría viene de sapere = saborear). ¿Qué significa esto que dice el apóstol? Vosotrosestáis muertos: un muerto no es capaz de gustar nada; esto quiere decir no gustar, no juzgarsegún los criterios terrenos, según la prudencia carnal. Por ello, sigue san Pablo: mortificadaquella parte de vosotros que pertenece a la tierra, dad muerte a esas raíces que permanecen y quepueden hacer rebrotar en nosotros aquellos malos sentimientos: fornicación, impureza,pasiones, malos deseos, avaricia.

3 – La Oración

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Lo que nos dice el apóstol acerca de gustar las cosas que son de arriba se alcanza por laoración. En última instancia, sabio es el que vive conforme al misterio de la fe: el“misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relaciónviviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración” (2558); “la vidade oración es estar habitualmente en presencia de Dios y en comunión con Él” (2565). SanJuan Damasceno: “la oración es la elevación del alma a Dios” (2559). Es decir, que laactitud sapiencial que Cristo reclama en el evangelio se hace posible desde la oración. Ahora bien, “¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje dela oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar ellugar de donde brota la oración, las Sagradas Escrituras hablan a veces del alma o delespíritu, y con más frecuencia del corazón.... Es el corazón el que ora. Si éste está alejadode Dios, la expresión de la oración es vana” (2562). “El corazón es la morada donde yoestoy... es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Esel lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar delencuentro... el lugar de la Alianza” (2563). Estas expresiones del catecismo nos enseñan lo que es la oración y su importancia. Esclaro que se refiere a una auténtica oración. Es iluso pretender engañar a Dios. Por eso elcatecismo cuestiona: “¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura denuestro orgullo y de nuestra propia voluntad o desde lo más profundo de un corazónhumilde y contrito?... la humildad es la base de la oración. La humildad es un disposiciónnecesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo deDios” (2559). Estas últimas palabras nos revelan la necesidad más profunda del hombre y el elementoque da sentido a todo ¿Por qué todo es vanidad? Porque el hombre es un ser de una sedinsaciable. Le dice Jesús a la samaritana junto al pozo donde ella había ido a buscar agua: siconocieras el don de Dios, tú le habrías rogado a Él y Él te habría dado agua viva (Jn 4,10). Y elcatecismo comenta así estas palabras: “la maravilla de la oración se revela precisamenteallí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todoser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber... La oración,sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre... Nuestraoración de petición es paradójicamente una respuesta. Una respuesta a la queja del Diosvivo, a mí me dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas (Je 2,13);respuesta de fe a la promesa gratuita de salvación; respuesta de amor a la sed del Hijoúnico” (2559-2560).

4 - Conclusión Pidamos la gracia de no dejarnos cegar por las apariencias de este mundo. “Levantemosel corazón”. Vanidad de vanidades, todo vanidad, dijo el sabio predicador [Qohélet significapredicador], que había comprendido la inconsistencia de las cosas de este mundo. La oración auténtica ante todo busca los dones de Dios. Si conocieras el don de Dios, tú le

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habrías rogado a él y él te habría dado agua viva (Jn 4,10, cf. 2560 y 2561). El don de Dios, el aguaviva, es el Espíritu Santo (cf. evang. del domingo pasado), que es el Maestro interior, elque nos enseña la auténtica sabiduría, el que hace que no seamos necios. María Santísima, sede de la Sabiduría, nos alcance esta gracia.

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CatIC 2606-2615.2742-2745.2570-2572 C-19 Lc 12,32-48/ Sab 18,5-9 / Sal 33 / Hb 11,1-2.8-19

ORAR ¿ES ÚTIL O INÚTIL?

El evangelio de hoy nos ofrece una enseñanza que continúa la escuchada el domingopasado. Escuchamos hace una semana el duro reproche que Dios había dado a ese ricoque, lleno de bienes materiales, se había despreocupado de la salvación de su alma. Vimosque a través de la oración podemos evitar caer en semejante olvido. Pero como el caminomuchas veces se hace largo y no se ve claro el término, fácilmente nuestros corazonesolvidan ese destino. De allí la exhortación clara que nos da el evangelio de este domingo:es necesario velar y ser fieles en el servicio al prójimo, manteniendo viva la esperanza delpronto retorno del Señor. Veamos más claramente todo esto.

1 – Vigilancia El catecismo sintetiza el evangelio que acabamos de escuchar en un número: “En Jesús,el Reino de Dios está próximo, llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. Enla oración, el discípulo espera atento a Aquel que es y que viene, en el recuerdo de suprimera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimientoen la gloria. En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, yvelando en la oración es como no se cae en la tentación” (2612). El primer paso es la “conversión del corazón: la reconciliación con el hermano... elamor a los enemigos... orar al Padre en lo secreto... perdonar desde el fondo del corazón...y la búsqueda del Reino” (2608). En esto último insiste Cristo en el día de hoy: acumulen untesoro inagotable en el cielo... porque allí donde tengan su tesoro tendrán también su corazón. “Decidido así el corazón a convertirse, aprende a orar en la fe. La fe es una adhesiónfilial a Dios más allá de lo que nosotros sentimos y comprendemos” (2609). Es en esteclima que Jesús nos muestra la confianza que hemos de tener: no temas, pequeño rebaño,porque el Padre ha querido darles el Reino. Por eso hemos de aprender a pedir con audacia filial(cf. Padre Nuestro), sabiendo que todo es posible para quien cree (cf. 2610). Y junto con estaconfianza osada, la oración de fe consiste también en “disponer el corazón para hacer lavoluntad del Padre... voluntad de cooperar con el plan divino” (2311). Finalmente, lo que ya hemos leído: “En Jesús, el Reino de Dios está próximo, llama a laconversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento aAquel que es y que viene, en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, yen la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria. En comunión con su Maestro, laoración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en latentación” (2612). Vale la pena observar un pequeño detalle litúrgico: el color de los

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ornamentos del celebrante, durante este tiempo en que no se celebra ningún misterio deCristo en particular, es verde, color que hace referencia precisamente a la esperanza quesostiene nuestra peregrinación por esta tierra.

2 – Perseverar en el amor La esperanza se alimenta, entonces, en la oración. Enseña san Pablo: “Oradconstantemente... siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos conperseverancia e intercediendo por todos los santos” y comenta el catecismo: “este ardor incansableno puede venir más que del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza [que son dos delas tentaciones contra las que nos advierte el evangelio de hoy], el combate de la oraciónes el del amor humilde, confiado y perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tresevidencias de fe: - Orar es siempre posible: el tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que estácon nosotros todos los días... Nuestro tiempo está en las manos de Dios” (2742-3). El tiempoque nos concede es para servir, para hacer el bien a los otros, como hemos escuchado enel evangelio: ¿Cuál es el administrado fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personalpara distribuirle la ración en el momento oportuno? - “Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en laesclavitud del pecado. ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser vida nuestra, si nuestro corazónestá lejos de Él?” (2744). Allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. “Es imposibleque el hombre que ora pueda pecar”, dice san Juan Crisóstomo. Y san Alfonso: “quien orase salva ciertamente, quien no ora se condena ciertamente”. Felices los servidores a quienes elSeñor encuentra velando a su llegada. - “Oración y vida cristiana son inseparables, porque se trata del mismo amor y de lamisma renuncia que procede del amor.” (2745). Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con laslámparas encendidas; son todas indicaciones que nos señalan la prontitud de nuestra voluntadpara hacer el bien. Un ejemplo sublime es el que se nos recuerda en la segunda lectura, en la cual se nosseñala la figura de Abraham en una síntesis de lo que fue su vida, signada por la fe yobrando en consecuencia: “Cuando Dios lo llama, Abraham se pone en camino... todo sucorazón se somete a la Palabra y obedece...” Pero esto era sólo el inicio de las pruebas.Primero, parece que las promesas de Dios no se cumplen, porque no nacía el heredero, yAbraham se queja: “una queja velada recordando a Dios sus promesas que no parecencumplirse. De este modo surge desde el principio uno de los aspectos de la tensióndramática de la oración: la prueba de la fe en Dios que es fiel” (2570). Una vez nacido el heredero, sin embargo, “como última purificación de su fe, se le pideque sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila... pensaba que poderoso era Dios aunpara resucitar a los muertos. Así, el padre de los creyentes se hace semejante al Padre que noperdonará a su propio Hijo... La oración restablece al hombre en la semejanza con Dios yle hace participar en la potencia del amor de Dios que salva a la multitud” (2572).

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3 – “En comunión con su Maestro”

Nos queda por profundizar un aspecto. Leímos antes: “En Jesús, el Reino de Dios estápróximo, llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, eldiscípulo espera atento a Aquel que es y que viene, en el recuerdo de su primera venida en lahumildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria. Encomunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en laoración es como no se cae en la tentación” (2612). Nuestra oración no es aislada: “en comunión con su Maestro” dice el catecismo.“Cuando Jesús confía abiertamente a sus discípulos el misterio de la oración al Padre, lesdevela lo que deberá ser su oración, y la nuestra, cuando haya vuelto al lado del Padre,con su humanidad glorificada. Lo que es nuevo ahora es pedir en su Nombre... la certeza deser escuchados se funda en la oración de Jesús” (2614). “Más todavía, lo que el Padre nos da cuando nuestra oración está unida a la de Jesús, esotro Paráclito, para que esté siempre con nosotros, el Espíritu de la verdad... En el Espíritu Santo, laoración cristiana es comunión de amor con el Padre, no solamente por medio de Cristo,sino también en Él.” (cf. 2615). Y esta comunión implica que el corazón “está enconsonancia con la compasión del Señor hacia los hombres” (cf. 2571), y a actuar, enconsecuencia, como dice el evangelio, como administrador fiel y previsor.

4 – Conclusión Por lo tanto, no estamos solos cuando nos mantenemos en vela, conservando viva laoración y manteniendo activa la esperanza. Recojamos, entonces, la súplica del salmo:Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.

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CatIC 2534-2557 C-20 Lc 12,49-53 / Je 38,4-6.8-10 / Sal 40 / Heb 12,1-4

FUEGO Y BAUTISMO PRODUCEN DIVISIÓN (10ºmandamiento)

El evangelio que acabamos de escuchar cierra el conjunto de enseñanzas que nosotros

hemos seguido desde hace ya dos domingos, que se contienen en Lc 12. Estas enseñanzashabían comenzado con una solicitud que le había hecho una persona: dile a mi hermano queparta conmigo la herencia; a lo cual Jesús respondió ¿quién me ha constituido juez entre vosotros?dando a entender que no era esa su misión. Ahora, luego de haber hablado de cuidarse dela avaricia y de preocuparse más bien de las cosas de Dios, cierra sus enseñanzas. Jesús,entonces, finaliza con estas palabras cuya comprensión, a primera vista, no es tan directa.Habla de Fuego, de Bautismo y de División. La redacción no ayuda a comprender muybien la relación entre las tres cosas que dice, pero la hay. Primero, indica cuál es el fin desu venida: yo he venido a traer fuego... Segundo, señala la condición sine qua non para que serealice el fin: tengo que sufrir un bautismo. Tercero, la consecuencia de su venida, lo másimpresionante: Cristo vino a traer división.

1 – Un Bautismo para prender Fuego Jesús habla de un Bautismo que ha de recibir. ¿Se refiere al bautismo de Juan Bautista?Claramente no, ya que habla en futuro: tengo que recibir. Se trata, según lo refierenunánimemente los intérpretes, de su Pasión. ¿Por qué llamar bautismo a la Pasión deCristo? El catecismo dice que “bautizar significa sumergir” (cf. 1213); y en el caso de Jesússucede que, precisamente por su pasión, el fue sumergido en un baño de sangre, sesumergió en la muerte. Pero más importante es lo que dice después: el bautismo es “bañode regeneración y de renovación en el Espíritu Santo”, y que “el bautismo es el pórtico dela vida en el Espíritu” (cf. 1214-1216), porque la Pasión fue para Cristo la puerta para unanueva forma de vida: la del hombre resucitado, la del hombre espiritual. En nuestrobautismo la inmersión significa la muerte y la emersión el nacimiento a la nueva condiciónde vida. Por lo tanto, la Pasión de Cristo merece el título de Bautismo. Por el misterio pascual, entonces, Cristo fue transformado, adquiriendo esa nueva formade vida. Pero, además, esa Pasión fue la que hizo posible la donación del Espíritu Santo,que es el Fuego del que había hablado que había venido a traer. Lo había profetizado elBautista: yo os bautizo en agua, pero viene el que es más fuerte que yo... Él os bautizará en EspírituSanto y en fuego (Lc 3,16). Para que fuese claro que se trataba del Espíritu Santo, descendióde manera manifiesta sobre la Iglesia el día de Pentecostés en forma de fuego (cf. 1287). Yque la Pasión de Cristo fue la condición para que fuese prendido ese fuego, queda clarodel hecho de que Jesús dona a los apóstoles el Espíritu Santo recién después de

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resucitado (cf. Jn 20,22). De todos estos misterios participamos nosotros por el Bautismo: ¿ignoráis que cuantosfuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, sepultados juntamentecon Él por el bautismo en la muerte, para que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloriadel Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida (Ro 6,3-4¸ cf. 1Co 15,45.49).

2 – Fuego que arde purificando y elevando En una singularísima expresión, sintetiza el Catecismo todo esto que hemos dicho: “losfieles de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias; son guiados por el Espíritu ysiguen los deseos del Espíritu” (2543). Estas palabras se encuentran donde el catecismoexplica el significado del décimo mandamiento. ¿Cuál es la importancia de la acción delEspíritu Santo y qué relación hay con este mandamiento? “El décimo mandamiento serefiere a la intención del corazón” (2534). Cuando explicita un poco más de qué se trataeste seguir los deseos del Espíritu Santo, dice: “...aparta el corazón de los hombres de lacodicia y de la envidia: lo inicia en el deseo del Supremo Bien; lo instruye en los deseosdel Espíritu Santo, que sacia el corazón del hombre” (2541). Es decir, el Espíritu Santocorrige (co-rectum) los deseos del hombre, y es aquí donde hemos de procurar entenderpor qué se lo asemeja al fuego. Vale la pena que nos detengamos un momento a considerarlo que se dice allí. 1.- Purifica: “aparta el corazón de los hombres de la codicia y de la envidia”(recordemos que toda esta enseñanza de Jesús comenzó con la advertencia de cuidarse dela codicia, cf. Lc 12,15). Enseña de manera general: “el apetito sensible nos impulsa adesear las cosas agradables que no poseemos. Así, desear comer cuando se tiene hambre,o calentarse cuando se tiene frío. Estos deseos son buenos en sí mismos; pero confrecuencia no guardan la medida de la razón y nos empujan a codiciar injustamente lo queno es nuestro y pertenece, o es debido a otra persona” (2535). Por ello el mejor modo deevitar pecar en esto es cuidar la rectitud de los deseos, en primer lugar, evitar la codicia, esdecir, el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos, el deseodesordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder, el deseo decometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales (cf.2536). Los que más cuidado han de tener en esto: “los comerciantes, que desean la escasezo la carestía de las mercancías...; los que desean que sus semejantes estén en la miseriapara lucrarse vendiéndoles o comprándoles... los médicos, que desean tener enfermos; losabogados que anhelan causas y procesos importantes y numerosos...” (2437). En segundo lugar, eliminar la envidia, que “es un pecado capital... pecado diabólico porexcelencia” (2539): “de la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegríacausada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad” (san GregorioMagno en 2539). De allí que el Concilio Vaticano II señalaba que “todos los cristianos... han de intentarorientar rectamente sus deseos para que el uso de las cosas de este mundo y el apego a las

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riquezas no les impidan, en contra del espíritu de pobreza evangélica, buscar el amorperfecto” (LG 42 en 2545). 2.- Eleva: “demos una mirada sobre los primeros cristianos: dinero, propiedades,honores mundanos, negocios terrenos, ellos arrojaron todo, para entregarse todos enterosa Dios, para meditar día y noche en las enseñanzas de su palabra. Este es el fuego delEspíritu Santo: Él no tolera que se tenga algún deseo de las cosas de este mundo, encuanto nos conduce hacia otro amor. Por ello, aquel que antes amaba las cosas terrenas,ahora, incluso si fuese necesario entregar todo cuanto posee, abandonar las alegrías de estatierra, despreciar la gloria y dar su propia vida, hará todo ello con grandísima facilidad. Enefecto, cuando el ardor de este fuego ha entrado en el alma del hombre, él expulsa laindiferencia y la pereza. Este fuego hace al alma que ha invadido más ligera que una plumay le confiere además la capacidad de despreciar todas las cosas terrenas” (Juan CrisóstomoIn Mat. 6,4). “No se trata de fuego que consume los buenos, sino del fuego que excita la buenavoluntad... Este fuego divino devora todas las cosas del mundo acumuladas por lavoluptuosidad, quema las obras efímeras de la carne y es el mismo que inflamaba loshuesos de los profetas, como dice Jeremías: se ha hecho como un fuego ardiente que quema mishuesos (Je 20,9)... Ammaus y Cleopa testimonian que el Señor ha puesto este fuego tambiénen ellos cuando dicen: ¿Acaso no ardía el corazón por el camino, mientras nos explicaba lasEscrituras? (Lc 24,32). Ellos han manifestado así con evidencia cuál es la acción de estefuego que ilumina lo íntimo del corazón” (san Ambrosio, In Luc. 7,132). “El deseo de lafelicidad verdadera aparta al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo, ytendrá su plenitud en la vida y la bienaventuranza de Dios” (2548). San Juan de la Cruz dice que es como cuando se coloca un leño húmedo al fuego. ¿Quéhace el fuego? Primero, elimina todo lo que no va con él (humedad, etc.) y luego loenciende, hasta producir una llama viva. Eso hace con nosotros el Espíritu Santo.

3 – El Fuego produce división Esta acción del Espíritu Santo necesariamente genera división. Primero, división ennosotros mismos: “la inadecuación entre el querer y el hacer manifiesta el conflicto entrela ley de Dios, que es la ley de la razón, y la otra ley que me esclaviza a la ley del pecado que está enmis miembros (2542). Digo, pues, andad en Espíritu y no satisfagáis el deseo de la carne. Porque la carnelucha contra el espíritu y el espíritu contra la carne... (Ga 5,16-17). “Se ha de buscar un significadomás profundo... mientras había en la misma casa un acuerdo indivisible e inseparable acausa de la unión de los vicios, parecía que no había división alguna. Cuando Cristo llevósobre la tierra el fuego... entonces la carne y el alma... se separan de la antigua compañíadel vicio y rompen toda relación con su degenerada descendencia...” (San Ambrosio). Segundo, división respecto de aquellos que no quieren seguir la ley de Dios. Le pasó aJesús: Fijáos en Aquél que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis deánimo (2ª lectura).

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4 - Conclusión

Los frutos del Espíritu son: caridad, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,continencia (Ga 5,22). “Corresponde, por tanto, al pueblo santo luchar, con la gracia de loalto, para obtener los bienes que Dios promete. Para poseer y contemplar a Dios, los fielescristianos mortifican sus concupiscencias y, con la ayuda de Dios, vencen las seduccionesdel placer y del poder” (2549). Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles yenciende en ellos el fuego de tu amor.

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CatIC 2822-2827.2860 C-21 Lc 13,22-30 / Is 66,18-21 / Sal 117 / Hb 12,5-7.11-13

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

¡Qué pregunta, queridos hermanos, la que le hicieron a Cristo! ¡Y cómo dejó pagandonuestra curiosidad! ¿son muchos lo que se salvan? Se nos habla de un espectáculo magnífico:vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur... reconducirán todos vuestros hermanos de todos lospueblos... sobre caballos, sobre carros, sobre literas, sobre mulos, sobre dromedarios... Dice Apocalipsis:multitud innumerable (7,9). Pero, ¿estaré yo entre esa multitud? Analicemos en profundidad eltexto del evangelio que no sólo nos brinda una enseñanza magistral, sino queconjuntamente nos muestra qué hacer concretamente.

1 – Jesús, el empecinado El evangelio que acabamos de proclamar, dice: Jesús pasaba por ciudades y pueblos, enseñando,mientras estaba en camino hacia Jerusalén. Ya hemos referido varias veces la importancia del“Camino” en el evangelio de Lucas. Esta parte (9,51– 19,27) caracteriza el evangelio deLucas: está constituido por pocos episodios y muchas enseñanzas. Más que un itinerariogeográfico es la perseverancia de Jesús, hasta el fin, en las cosas de Dios. Porque ¿a quéiba Jesús a Jerusalén? Sencillo: a morir. Y, “obstinadamente”, de manera firme y resuelta, Élavanza hacia allí. De esta manera Jesús cumple la voluntad de Dios: “En Cristo, y pormedio de su voluntad humana, la voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de unavez por todas... Sólo Jesús puede decir: yo hago siempre lo que le agrada a Él. En la oración desu agonía, acoge totalmente esta Voluntad: no se haga mi voluntad sino la tuya. He aquí porqué Jesús se entregó a sí mismo por nuestros pecados según la voluntad de Dios” (2824).

2 – El empecinamiento del cristiano: ser como Jesús Conjuntamente, a la vez que se nos muestra este caminar de Jesús, se nos presenta lapropuesta del seguimiento de Jesús: si alguno quiere venir detrás de mí, tome su cruz y sígame(9,23-24). Se trata de que iniciemos una verdadera persecución de Jesús (per-seguir =seguir con denuedo): “Jesús, aun siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia. ¡Concuánta más razón la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemosllegado a ser hijos de adopción en Él!...” (2825). En última instancia, la respuesta de Jesús, a la pregunta de si son muchos los que sesalvan, es precisamente lo que Él nos enseñó a rezar: hágase tu voluntad en la tierra como en elcielo. Pero ¡que se haga! Para lo cual hemos de conocerla: “por la oración, podemos discernircuál es la voluntad de Dios y obtener constancia para cumplirla. Jesús nos enseña que se entra enel Reino de los cielos, no mediante palabras, sino haciendo la voluntad de mi Padre que está en loscielos” (2826). Fijémonos bien lo que nos dice el catecismo: “constancia para cumplirla”. En

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esto debemos ser obstinados como Jesús, siguiendo el sabio consejo de san Jerónimo: “unsanto no debe estar seguro de sí mismo mientras se encuentra a combatir en esta vida; nitampoco debe desesperar el que es pecador, porque puede volverse justo en un solo día.Pero tú, esfuérzate para hacer que durante el tiempo de tu vida logres practicar la justicia;y no te fíes de la rectitud en la cual has transcurrido la vida pasada, porque esto terelajaría. Haz como dice el Apóstol: olvido lo pasado y pretendiendo lo que tengo por delante corrohacia la meta para conseguir el premio de mi sublime vocación (Fil 3,13-14)... En efecto, no essuficiente comenzar; la justicia está en llevar a término” (Epist. 148,31-32). Y en esta búsqueda de ser como Jesús, de obstinarnos en cumplir la voluntad de Dios,no nos debemos asombrar tanto por lo que puede presentarse: no te desanimes cuando seascorregido por Dios... es para vuestra corrección que sufrís (2ª lect.). Dice san Juan Crisóstomo: “nodebe parecer extraño ni fuera de lugar si, el que va por un camino estrecho (angusto), sesiente aplastar (angustia). Es propio de la virtud que esté llena de fatigas, sudores, insidiasy peligros. Pero, si este es el camino, después vendrán la corona, el premio y los bienesocultos, que no tendrán fin. Consuélate, entonces, con este pensamiento, las alegrías yadversidades de esta vida corren conjuntamente con la vida presente y con ella terminan.Ninguna alegría, entonces, infle vanamente tu corazón, pero tampoco ninguna adversidadte deprima. El buen timonel no deja de estar vigilante si el mar está tranquilo, y no se turbacuando la tempestad arrecia” (Epist. 45). Por eso, el evangelio dice literalmente: luchen(agón) por entrar... = esfuércense, agonicen.

3 – La Voluntad de Dios Ahora, es el momento de preguntarse ¿yo realmente cumplo la voluntad de Dios? ¡Quédifícil es responder correctamente esta pregunta!, o mejor dicho ¡cómo nos cuestacomprender las enseñanzas más básicas del evangelio y del catecismo! “La voluntad denuestro Padre es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad... Sumandamiento que resume todos los demás y que nos dice toda su voluntad es que nosamemos los unos a los otros como Él nos ha amado” (2822). Hay que vivir la caridad fraterna. Yvivirla sabiendo ayudar a todos: levantad las manos caídas y fortaleced las rodillas vacilantes (2ªlect). Esto es indispensable para no escuchar lo que hemos leído en el evangelio: alejaos de mítodos vosotros, obradores de iniquidad. Así comenta un teólogo medieval (Simeón el NuevoTeólogo, + 1022, Catequesis 27) estas palabras, predicando a sus hermanos religiosos: “Esto, lo sé, es lo que oiré yo en primer lugar, miserable e infeliz, que no he cumplidoni siquiera uno de los mandamientos de mi Dios. Y después de mí, todos aquellos que soninsubordinados y desobedientes a los mandamientos de Dios y que dicen con neciocálculo: “con tal de no haber fornicado; porque, en cuanto a jurar, no es nada. Con tal deno haber cometido adulterio, porque, en cuanto a robar una ofrenda o un pedazo de pan¿qué pecado es?” E incluso más “sería feliz si no fuese tocado por el vicio torpe ysacrílego de la sodomía; pero insultar, envidiar, divertirme y reír, ¿qué clase de pecadosson?” Y después están aquellos que, por el hecho de ser puros de las acciones carnales

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del pecado, se consideran como ángeles de Dios y piensan estúpidamente de sí grandescosas, mientras no tienen consideración alguna de las virtudes y de las pasiones del alma;más, desprecian todos los otros mandamientos del Señor y no se esfuerzan en absoluto decumplirlos, rechazando cualquier obra fatigosa, cualquier sufrimiento pedido por unmandamiento de Dios, y pasan su vida entera en la negligencia. ¿En qué ayuda, en efecto, hermanos, estarse alejado de la fornicación y de cualquierotra impureza del cuerpo, para reclamar después para sí la gloria y aspirar a las riquezas?Una cosa mancha el cuerpo, la otra mancha el alma. No sólo: la gloria que viene de loshombres y el deseo que tenemos nos hacen incrédulos, según la expresión del Señor:¿cómo podéis creer, vosotros que recibís gloria de los hombres y no buscáis la gloria que viene de Dios sólo?¿De qué sirve permanecer puros de sodomía y después consumirse de envidia, odio ycelos contra el prójimo? El odio al hermano, en efecto, convierte en asesino a quien lotiene en sí: el que odia a su hermano es un asesino (1Jn 3,15). ¿Y qué cosa es no embriagarse de vino, si después se insulta al propio hermano? Enambos casos, en efecto, el divino Apóstol dice que se los excluye del reino de los cielos:no os engañéis: ni fornicadores, ni sodomitas, ni borrachos, ni insultadores, ni rapaces heredarán el reino deDios (1Co 6,9-10). ¿Cuál es, dímelo, la ventaja del ayuno si no está la mansedumbre? ¿Ycuál es la ventaja de la mansedumbre si termina con la pérdida del alma y la transgresiónincluso de un solo mandamiento de Dios? Como deshonra a Dios el que se opone yresponde con golpes a quien lo golpea... también el que soporta con longanimidad aalguno que blasfema a Dios peca contra aquel que es blasfemado, en cuanto se complacedel que blasfema... ¿Y por qué cuentas sobre tu obediencia, hermano, si después eres esclavo de la gula...?Es imposible que quien es esclavo del vientre se haga siervo de Dios... ¿Y por qué teapoyas en tu fatigar en las obras del cuerpo, cuando olvidas la actividad interior? ¿Nosientes aquello que dice Pablo: El ejercicio del cuerpo ayuda de poco, mientras la piedad es útil paratodo (1Tim 4,8)? Y ¿qué sirve que uno cumpliese ambas cosas, si después condena loshermanos que están con él o en el mundo? Porque se ha dicho: con el juicio con que juzguéisseréis juzgados y con la medida con la que midáis seréis medidos (Mt 7,2)”. Por eso, el catecismo, al explicar la tercera petición del Padre Nuestro, hágase tu voluntad,dice: “Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir suvoluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmenteimpotentes para ello, pero unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemosponer en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre haescogido: hacer lo que agrada al Padre” (2825).

4 – Conclusión Queridos hermanos, salvar el alma no es un problema, es EL problema. La puerta esestrecha, pero está abierta; no despreciemos la oportunidad que se nos ofrece. La puertaestá abierta, pero es estrecha; preocupémonos de cumplir realmente los mandamientos de

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Dios: “en la tercera petición, rogamos al Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijopara realizar su Plan de salvación en la vida del mundo” (2860).

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CatIC 1803-1841 C-22 Lc 14,1.7-14 / Sir 3,19-21.31.33 / Sal 68 / Hb 12,18-19.22-24a

¿SER BUENO O SER SANTO?

El episodio leído se encuentra en la sección del evangelio en la cual Lucas refiere elCamino que Jesús recorre hacia Jerusalén. Mientras recorre ese camino, al mismo tiempova enseñándonos, de obra y de palabra, para que nosotros lo sigamos también. El episodiode hoy es bastante especial, porque tiene lugar un día muy especial, un sábado, día sagrado,en un lugar muy especial, en casa de uno de los jefes de los fariseos, ese grupo particular dejudíos que cumplían escrupulosamente con los preceptos de la Ley, en un momento muyespecial, durante una comida de agasajo, cosa que no era tan habitual. La enseñanza que nosbrinda Jesús es dada con ocasión de una observación que Él mismo hace: los invitados elegíanlos primeros lugares. Y dice una parábola en que claramente habla de la humildad.

1 - La parabolé sobre la humildad Una lectura apresurada de la semejanza o parábola de Jesús nos puede hacer erraracerca de su enseñanza. En una primera consideración se podría pensar que la intenciónde Jesús es dar normas de urbanidad social, cómo portarse bien en sociedad; esto esclaramente erróneo. Pero hay una segunda posible interpretación, más sutil, pero tambiénerrónea, y que es pensar que la enseñanza de Jesús es un simple recuerdo de una antiguaenseñanza sapiencial. En el AT podemos leer expresiones que se asemejan mucho a lo queJesús dice acá. Pro 25,6-7: no te des importancia ante el rey, no te coloques en el sitio de los grandes,porque es mejor que digan “sube acá”, que ser humillado delante del príncipe, o Ez 21,31: Así dice elSeñor... lo humilde será elevado, lo elevado será humillado. Que no se trata de una simple repeticiónde esta enseñanza sapiencial, se advierte por el hecho de que, al introducir el relato, se nosdice que se trata de una parábola. Además, Cristo no es un simple “sabio” o “maestro”como pueden haberlo sido otros personajes (Buda, Confucio, etc.), sino que es mucho más.De hecho, las mismas palabras de Cristo muestran que su enseñanza apuntan a un objetivoespecial, ¿cuáles palabras? 1) en la parábola, Jesús habla de ser invitado a una boda: laimagen del banquete de bodas se refiere principalmente al Reino de los Cielos; 2) al hablaral dueño de casa, Jesús usa imágenes de los profetas que señalaban el “banquetemesiánico” (cf. 12-13); 3) al terminar de hablar, Cristo se refiere al banquete escatológico:en la resurrección de los justos (v. 14), dice Él; 4) las expresiones de recompensa están escritasen “pasivo teológico” = es Dios el agente que humillará, exaltará y recompensará; 5) elverbo “invitar” expresa un llamado, una vocación (gr. kaléo). En definitiva, ¿qué es lo que Cristo quiere enseñar aquí? Jesús está ante un auditoriomuy especial, está delante de gente que era correcta, que se portaba bien, que era “buena”.

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Pero Jesús no quiere que nosotros seamos solamente buenos, quiere que seamos santos[5]

.Jesucristo quiere que en nuestra vida no nos conformemos con conservar las aparienciasexternas de justicia, sino que practiquemos la caridad.

2 – Virtudes humanas y virtudes teologales Todo hombre, creyente o no, debe tender a la perfección, es decir, debe practicar lavirtud: “la virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien” (1803). “El hombrevirtuoso es el que practica libremente el bien” (1804). Es la actitud que se nos enseña enla segunda parte del evangelio: hacer el bien por amor sin esperar ni exigir nada en cambio.Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtudy cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta, dice el Apóstol. Pero, entonces, ¿cuál es la diferencia entre un pagano y un cristiano? ¿cuál es ladiferencia entre el héroe pagano y el santo cristiano? Es el plano en que se ejercitan lasvirtudes. El catecismo distingue dos órdenes de virtudes: las virtudes humanas y lasvirtudes teologales: “las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables,perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos,ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta... Cuatro virtudes desempeñan unpapel fundamental. Por eso se las llama cardinales... La prudencia es la virtud que disponela razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir losmedios rectos para realizarlo... La justicia es la virtud moral que consiste en la constante yfirme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido... La fortaleza es la virtudmoral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien...la templanza… modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de losbienes creados...” (1804-9). Todo esto se puede encontrar en quien es bueno, cristiano ono, pero hay algo que es propio del cristiano, del santo: “las virtudes teologales fundan,animan y caracterizan el obrar moral del cristiano” (1813): fe, esperanza y caridad, pero lamayor de todas es la caridad. ¿Y la humildad? Que si la caridad es la cumbre, la humildad es el punto de partida: loprimero en la adquisición de las virtudes se compara al fundamento, lo primero que secoloca en un edificio; la humildad tiene el primer lugar en cuanto expulsa la soberbia, queresiste a Dios (cf. S.Th. II-II,161,5 ad 2m). Caridad y humildad son inseparables: “no puedoyo entender cómo haya ni pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad” (s.Teresa, Camino 24,2). Por eso dice san Juan de la Cruz: “todas las visiones, revelaciones ysentimientos del cielo... no valen tanto como el menor acto de humildad, la cual tiene losefectos de la caridad” (Subida III,9,4) y “el alma enamorada es alma blanda, mansa, humildey paciente” (Av. espir. 27). Así como la caridad es propia del cristianismo, también la humildad: “El agua de lahumildad del corazón no la encontraréis en ningún libro extraño, ni en los epicúreos, ni enlos estoicos, ni en los maniqueos, ni en los platónicos. Con frecuencia hallaréis en ellosóptimos preceptos de costumbres y de disciplina. De la humildad no encontraréis nada...

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Esta sólo procede del manantial de Cristo. De aquel que, con ser tan alto, vino a hacersehumilde. Lección altísima que nos dio humillándose, haciéndose obediente hasta la muerte,y muerte de cruz. ¿Qué enseñó en toda la vida sino la altísima virtud de la humildad?”(san Agustín, Enarr. in Ps. 31). Y, por eso, entre todas las virtudes, Cristo recomendóespecialmente esta: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.

3 – La humildad ¿Cómo hacer? Para practicar la virtud, lo primero es no confundir gato con liebre,porque hay muchas formas falsas de humildad. “Evitemos de dar gloria de humildad aacciones que no son humildes... la modestia puede ser confundida con la indolencia. Perouna cosa es no tener la fuerza de obrar, otra es domar el propio ímpetu, y es totalmentediverso el fruto de una miseria inamovible del de la fortaleza que ejercita su paciencia...”(Pseudo Próspero de Aquitania, Ad Demetriadem 1-6). Frecuentemente se escucha decir“persona de condición humilde” para indicar la pobreza. O se llama humilde a la personaque lo único que quiere es pasar la vida sin muchas dificultades; este es un hombre pasivo,carente de voluntad, indolente. Otros consideran humilde al que no aceptaresponsabilidades; ese es un vago que no tiene espíritu de servicio, sino de esclavo. Otrosse llaman humildes a sí mismos diciéndose indignos, cuando en realidad lo que buscan esque otros se compadezcan y lo ensalcen; este es un hipócrita. Todas estas formas soncaricaturas de la humildad. Leamos con atención los evangelios y nada de esto veremos enNuestro Señor o la Virgen. “Si quieres verdaderamente huir la soberbia y obtener el don dichoso de la humildad nodescuides las cosas que podrán ayudarte a conquistarlo, más bien pon por obra todas lascosas que favorecen su crecimiento. El alma en efecto, se adapta a las cosas que ama ytoma la semejanza de aquello que hace frecuentemente. Por lo tanto, conserva la figura, lavestimenta, el modo de caminar, la silla, el alimento, el lecho, en una palabra, todo, deforma sobria; incluso la palabra, el movimiento del cuerpo, la conversación, estas cosasdeben tender a la sencillez y no a la distinción. Sé bueno y agradable con el hermano,olvida las ofensas de los adversarios; sé humano y benévolo hacia los más repugnantes,lleva ayuda y consuelo a los enfermos, ten consideración por el que es afligido pordolores, adversidades, aflicciones; no desprecies a nadie, sé dulce en la conversación,alegre en las respuestas, honesto en todo, disponible a todos” (Nilo de Ancira, Epist. 3,134,siglo V). “La primera nota de la humildad es la fidelidad a las obligaciones de la vidacomún, a través de la cual se conquista la benevolencia de Dios y estrecha los vínculos dela vida social. La humildad refuerza la caridad” (Pseudo-Próspero de Aquitania).

4 - Conclusión ¡Queridos hermanos! Fácil es hablar de la humildad, decir que valemos poco, pero,como decía san Francisco de Sales, cómo nos costaría aceptar que los demás tomasen enserio estas palabras y actuasen en consecuencia, tratándonos despectivamente. Maravillosoes el ejemplo de san Vicente de Paul que iba recorriendo casas solicitando limosna para

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atender a los pobres. En un lugar, lo atendió un hombre que, como respuesta a su pedido,lo escupió en la cara. Ante esto, la reacción de san Vicente fue sencillamente decir: “esoes para mí, ahora deme algo para mis pobres”. Ejemplo de humildad de Cristo en laEucaristía.

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CatIC 2464-2474 C-23 Lc 14,25-33 / Sab 9,13-18 / Sal 90 / Fm 9b.12-17

ANDAR EN LA VERDAD(8º Mandamiento)

Este párrafo del evangelio que acabamos de escuchar está a continuación del que

hemos comentado el domingo pasado, en la misma sección del evangelio en la cual Lucasrefiere el Camino que Jesús recorre hacia Jerusalén, yendo de manera decidida alencuentro de la Cruz.

1 – Discípulo = testigo de la Verdad de Jesús Evidentemente la enseñanza del evangelio gira alrededor de ciertas condiciones quedeben tener los hombres para ser discípulos de Jesús ¿Qué es ser discípulo de Jesús? Diceel catecismo: “Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad. Su ley es verdad... EnJesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud... El que cree en Él, no permaneceen las tinieblas. El discípulo de Jesús, permanece en su palabra, para conocer la verdad que hacelibre y que santifica. Seguir a Jesús [= ser discípulo] es vivir del Espíritu de verdad, que elPadre envía en su nombre y que conduce a la verdad completa...” (2465-6). “El discípulo deCristo acepta vivir en la verdad, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplodel Señor y permaneciendo en su Verdad. Si decimos que estamos en comunión con Él, ycaminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad (1Jn 1,6)” (2470). La misión de Cristo fue anunciar a los hombres la Verdad de Dios. Esa tarea de Cristocorresponde hoy al cristiano, discípulo de Cristo: “Ante Pilato, Cristo proclama que habíavenido al mundo para dar testimonio de la verdad. El cristiano no debe avergonzarse de dar testimoniodel Señor... Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras...” (2471-2). Serdiscípulo de Jesús, por lo tanto, es básicamente, “ser testigos del evangelio y de lasobligaciones que de él se derivan” (2472).

2 – Ser discípulo de Cristo ¿es un “opcional”? En el evangelio nos encontramos con que una numerosa multitud caminaba con él. Pero,debemos preguntarnos, ¿para qué? ¿con qué interés? ¿qué motivo fundamental, quéperspectiva, es la que había movido a tanta gente a movilizarse detrás del Señor? El“caminar” de esta multitud ¿se corresponde con el “Camino” que recorre Jesús? ¿sondiscípulos de Jesús? Para evitar falsas ilusiones el Señor muestra la disposiciónfundamental y esencial que debe tener todo aquel que aspire a seguirlo. Tres veces dice nopuede ser mi discípulo. Referir tres veces significa dar una sentencia de manera absoluta ydefinitiva. Y su enseñanza es clara, basta leer el texto: el que no renuncia a todo lo que posee nopuede ser mi discípulo.

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En el medio de su enseñanza, sin embargo, coloca dos ejemplos que pueden ser malentendidos. Jesús advierte que nadie se pone a construir una torre sin antes hacer loscálculos de gastos y que nadie va a la guerra sin hacer una consideración de fuerzas que leden cierta esperanza de triunfo. Alguno podría pensar que, en definitiva, Jesús está dando aentender como que, si no me siento con fuerzas suficientes, puedo optar por no seguirlo.Esto está completamente fuera de la perspectiva de la enseñanza de Jesús. Es verdad quesiempre permanece en nuestras manos la libertad de seguir o no a Jesús. Pero también esclara enseñanza evangélica que no seguir a Jesús, de manera consciente, implica cerrarse la

entrada al banquete celestial[6]

. ¿Por qué es así? Porque el hombre debe buscar la verdad: “todos los hombres,conforme a su dignidad, por ser personas..., se ven impulsados, por su misma naturaleza, abuscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respectoa la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la hanconocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias” (DH 2 en 2467). Esta exigencia dela dignidad humana lleva a vivir rectamente: “la verdad como rectitud de la acción y de lapalabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidades la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en suspalabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía” (2468). Por ello mismo esque “el octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo”(2464) e, incluso, dice santo Tomás que “los hombres no podrían vivir juntos [=ensociedad] si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad”(2469). Por lo tanto, ser discípulo de Jesús no es algo “optativo” en el sentido de quepuedo rechazarlo tranquilamente. Si “en Jesucristo la verdad de Dios se manifestó enplenitud” y todos los hombres tienen la obligación moral de buscar y adherirse a la verdad,la conclusión es clara. Según la claridad de conciencia con que se perciba esto, será elgrado de obligación de seguirlo. En esa misma línea está el testimonio del cristiano. La necesidad y obligación de serveraz, que es natural a cada hombre, se acentúa en el caso del discípulo de Jesús,justamente por ser seguidor de Cristo, porque con su testimonio en definitiva manifiestadonde está la plenitud de la verdad, poseída sólo en parte por quien no conoce a Cristo:“este precepto moral [el 8º mandam.] deriva de la vocación del pueblo santo a ser testigode su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediantepalabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral: son infidelidadesbásicas frente a Dios y, en este sentido, socavan las bases de la Alianza.” (2464). “Eltestimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad: todos los fielescristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida yel testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo...”(2472). Obligados porque así lo exige la dignidad humana y cristiana. Y para ello hay queestar dispuesto a renunciar a todo.

3 – Ser testigo de la verdad es ser mártir

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Es importante para calibrar el peso de la enseñanza de Jesús recoger algunos elementosdel evangelio que hemos leído. Sin duda impresiona lo que enseña el Señor respecto de lafamilia y amistades: si alguno viene a mí y no odia... Aclaremos que aquí odiar es una expresiónde estilo semita que indica que, cuando hay conflicto entre los intereses humanos y losdivinos, hemos de preferir claramente los divinos (cf. He 5,29). “...recomienda evitar aquelfalso respeto en relación a los propios seres queridos en cuanto estos se muestran comoimpedimento a la salvación. Por ello, en el caso de que alguno tuviese un padre o un hijo oun hermano impío y de obstáculo para la propia fe y de impedimento en la perspectiva dela vida celestial, no permanezca unido a él ni comparta sus pensamientos, sino que, conrazón de la enemistad del espíritu, elimine el parentesco de la carne” (Clemente Alej., Quisdives, 22s). En realidad, es más impresionante la segunda expresión. Cuando Jesús dice de llevar lacruz, está usando una expresión muy fuerte. A nosotros se nos ha hecho costumbre usaresta frase hasta el punto de que la hemos banalizado. Pero, en tiempos de Jesús, los únicosque “llevaban la cruz” eran los malhechores condenados a muerte. Por eso san Pablo:pienso que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha asignado el último lugar, como condenados a muerte,puestos a modo de espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres (1Co 4,9), como, en aquellaépoca, los gladiadores o los atletas (cf. san Ignacio de Loyola: ante la corte celestial). Asítambién se entiende la última expresión que cierra la enseñanza de Jesús: el que no renuncia atodos sus bienes, no puede ser mi discípulo. El condenado a muerte lo deja todo. Además, Jesúspronuncia la frase yendo de Camino a Jerusalén a morir crucificado. Para los primeroscristianos la expresión significaba mucho y, sobre todo les recordaba inmediatamente aCristo, contado entre los malhechores (Lc 22,38). Vale la pena recordar que en el período de laspersecuciones romanas, el título de cristiano, es decir discípulo de Cristo (cf. He 11,26) eratítulo de condena. En definitiva, la disposición fundamental, condición previa sine qua non, es la derenuncia absoluta, de antemano, a todo aquello que no sea el querer de Dios. Por eso, eldiscípulo de Cristo por antonomasia es el mártir: “el martirio es el supremo testimonio dela verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte... el mártir da testimoniode Cristo muerto y resucitado... da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrinacristiana...”. Esta realidad del testimonio extremo era algo tan valorado que se deseaba elmartirio. San Ignacio de Antioquia solicitaba a los cristianos de Roma que no le impidiesendar su vida por ello: “dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios”(2473). Y para ello, como lo pide Cristo, renuncia a todos los bienes: “no me servirá nadade los atractivos del mundo ni de los reinos de este siglo. Es mejor para mí morir enCristo Jesús que reinar hasta los confines de la tierra” (2474). Y san Policarpo: “te bendigopor haberme juzgado digno de este día y esta hora, digno de ser contado en el número detus mártires [= testigos]... Por esta gracia y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico...”(2474).

4 - Conclusión

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Concluía la primera lectura: así fueron enderezados los senderos del que está sobre la tierra; loshombres fueron amaestrados en lo que te es agradable; ellos fueron salvados por medio de la sabiduría: - Enderezados los senderos del que está sobre la tierra: el Camino del hombre fue corregido,rectificado. - Los hombres fueron amaestrados: a-maestrados: verbo mathetéuo, enseñar, amaestrar (misma raíz del griego mathetés, discípulo). - Fueron salvados por medio de la sabiduría: es decir, Cristo, Sabiduría de Dios.

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CatIC 849-856.2634-2636 C-24 Lc 15,1-32 / Ex 32,7-11.13-14 / Sal 51 / 1Tm 1,12-17

YO SOY EL GUARDIÁN DE MI HERMANO (cf. Gn 4,9)

El evangelio del domingo pasado nos enseñaba la obligación y el derecho de sertestigos de la Verdad. El evangelio de este domingo nos permite profundizar esteprivilegio del cristiano. Podemos preguntarnos si nuestro testimonio ha de ser simplementepasivo o debe ser activo, es decir, si sencillamente hemos de actuar cuando alguien o algonos lo solicita, o si nosotros mismos hemos de salir al encuentro de los hombres paraproclamar esa verdad. Recordemos que estamos en la parte del evangelio de san Lucas endonde Cristo está recorriendo el Camino hacia Jerusalén, pero que este Camino Él lorealiza no sólo como un itinerario geográfico sino dándonos ejemplo de lo que es caminar,es decir, vivir, conforme a su enseñanza.

1 – El episodio del evangelio El evangelio del domingo pasado concluía con la enseñanza de Jesús acerca de lanecesidad de renunciar a todos los bienes para ser discípulo de él. A renglón seguido, elmismo Jesús añadía una frase, que no fue leída, y que engancha con nuestra problemáticade hoy. Dice el evangelio: Buena es la sal, mas si también la sal se desvirtúa ¿con qué se lasazonará?... El que tenga oídos para oír que oiga (Lc 14,34-35). A continuación sigue lo quehemos leído hoy, que Jesús trataba con personas que eran pecadores públicos. Estohorrorizaba a los fariseos que no tenían ningún trato con ellos; precisamente la palabrafariseos significa “separados, apartados”. Resumiendo, a la actitud de los fariseos dealejarse de los pecadores, Cristo contrapone la suya de ir al encuentro de ellos, derelacionarse con ellos, de meterse en medio de ellos, precisamente como la sal que paradar gusto se introduce en la comida. Pero, ¿el trato con los pecadores no puede dañar espiritual y moralmente al cristiano? Elmismo Jesús advierte que la sal no debe perder su sabor. Es decir, el cristiano no debeperder su condición incluso metido en medio de los pecadores. Santo Tomás, de hecho, sepregunta si todos deben tratar con los pecadores o con personas inmorales o no religiosas.Y contesta que si la virtud del cristiano es tanta que no ha de sufrir pérdida de virtud enese trato, entonces sí debe hacerlo para ayudar a los pecadores a mejorar; pero si su virtudha de sufrir desmedro, entonces no, porque empeorará él mismo. Segunda objeción ¿qué derecho tengo yo, cristiano, de ir y meterme en la vida del otro?El domingo pasado ya vimos que el testimonio del cristiano se coloca sencillamente en lamisma línea que lleva a todo hombre sincero a investigar y abrazar la verdad. Tercera cuestión ¿qué necesidad tengo de complicarme la vida? Es a esta cuestión a

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que las parábolas de este día apuntan. En ellas se nos muestra la preocupación por larecuperación de algo perdido: una oveja, una moneda, un hijo. No sólo perdido, sino queel texto griego usa una palabra que significa más bien destruido. Se entiende claramenteque Jesús, bajo las figuras de las parábolas, está señalando la acción de Dios porreencontrar lo perdido. Y es aquí donde se encuentra la razón que exige que nosinvolucremos en esta tarea. “Del amor de Dios por todos los hombres la Iglesia ha sacadoen todo tiempo la obligación y la fuerza de su impulso misionero, porque el amor de Cristo nosapremia... En efecto, Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de laverdad. Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación seencuentra en la verdad... la Iglesia, a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir alencuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal desalvación, la Iglesia debe ser misionera” (851). Esta tarea involucra a todos los cristianos, atoda la Iglesia. Sin duda que “la tarea misionera implica un diálogo respetuoso con los que todavía noaceptan el Evangelio... Si ellos [los creyentes] anuncian la Buena Nueva a los que ladesconocen, es para consolidar, completar y elevar la verdad y el bien que Dios harepartido entre los hombres y los pueblos, y para purificarlos del error y del mal paragloria de Dios, confusión del diablo y felicidad del hombre” (856).

2 – Cristo, ejemplo de auténtico hermano mayor En este sentido, es de deplorar la actitud del hermano mayor, el cual, habiendo gozadosiempre de los bienes del Padre, se encapricha por el retorno de su hermano. Nuestraactitud, lejos de ser como la de este hermano, debe asemejarse a la de Cristo: “aquel buenpastor, que dio su vida por sus ovejas, busca la extraviada entre montes y colinas... laencuentra y se la pone sobre aquellos mismos hombros sobre los cuales cargó el leño dela cruz...” (S. Gregorio Nacianceno, Sermo 38,13s). Ésta ha de ser nuestra actitud siqueremos ser cristianos, discípulos de Cristo, otros Cristo. “La Iglesia peregrinante [esdecir, nosotros] es, por su propia naturaleza, misionera... El fin último de la misión no esotro que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijoen su Espíritu de amor” (850). Por ello, lejos de imitar al hermano mayor de la parábolaque se irrita contra el hermano extraviado, hemos de imitar a Jesús, primogénito [= hermanomayor] de toda la creación, verdadero hermano mayor de nosotros (cf. Col 1,15; Heb 2,11-17),Él que “abraza la pobreza de mi carne, para que yo adquiera la riqueza de su divinidad” (S.Gregorio Nac., íd). Un caso singular que exige nuestra disponibilidad y apertura es el de larecuperación de la unidad plena entre los cristianos: “la misión de la Iglesia reclama elesfuerzo hacia la unidad de los cristianos” (855). La actitud verdaderamente cristiana se logra sobre la base de la consideración del valorde cada persona. Muy poética, pero acertadamente, comenta san Ambrosio: “no es unparticular superfluo que aquella mujer se alegre por haber encontrado la dracma. No es depoco valor esta dracma, sobre la cual está representado el soberano. Por esto, la imagendel rey es la riqueza de la Iglesia”. La atención primera se debe dirigir a la consideración

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cristiana del pecador: él no debe ser condenado, sino salvado, perdonado, integrado en elamor. La oveja perdida no ha perdido las dotes y las cualidades que tenía. La dracmaperdida mantiene su valor y su belleza. El errante no deja de ser un hermano y un hijo deDios. Reflexionemos sobre el caso de san Pablo en la segunda lectura: de blasfemo yperseguidor ha llegado a ser ministro de Cristo. La actuación de Moisés, que hemos escuchado en la primera lectura, nos brinda unejemplo bien concreto de lo que puede hacer cualquiera de nosotros: “La intercesión esuna oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es elúnico intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores enparticular... Interceder, pedir a favor de otro es, desde Abraham, lo propio de un corazónconforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristianaparticipa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, elque ora busca no su propio interés sino el de los demás... La intercesión de los cristianos noconoce fronteras: por todos los hombres, por todos los constituidos en autoridad, por losperseguidores, por la salvación de los que rechazan el evangelio” (2634-36).

3 – Características infaltables de la misión: perseverancia y paciencia Por último, las parábolas referidas por Cristo nos ilustran acerca del empeño y lapaciencia que la tarea misionera, en sus distintos aspectos, requiere de nosotros, como lorequirió de Cristo.. Es necesaria una entrega absoluta, una renuncia total. El pastor no cesaen su búsqueda hasta que encuentra la oveja ni la mujer ceja en su esfuerzo hasta recobrarla moneda. Así, la Iglesia “continúa y desarrolla en el curso de la historia la misión delpropio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres... impulsada por el EspírituSanto, debe avanzar por el mismo camino por el que avanzó Cristo; esto es, el camino dela pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de laque surgió victorioso por su resurrección. Es así como la sangre de los mártires es semillade cristianos” (852). En este empeño constante, es necesario no deprimirse porque los frutos tardan en servistos: “el esfuerzo misionero exige entonces la paciencia... en cuanto se refiere a loshombres, grupos y pueblos, solamente de forma gradual [el evangelio] los toca y lospenetra y de este modo los incorpora a la plenitud católica” (854).

4 - Conclusión “La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser ‘sacramento universal de salvación’,por exigencia íntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador, seesfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres” (849). ¿Puede haber obra másexcelente que colaborar con el Buen Pastor en la búsqueda de la oveja perdida, que llevaralegría al cielo por un hijo que retorna? No nos desanimemos, sino que conscientes de laimportancia de la tarea misionera, del apostolado, de la catequesis, esforcémonos porcolaborar en la obra más maravillosa, en la obra de la redención, siguiendo a Jesús por elCamino hacia la Jerusalén celestial.

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CatIC 2407-2436 C-25 Lc 16,1-13 / Am 8,4-7 / Sal 113 / 1Tm 2,1-8

SÉPTIMO MANDAMIENTO

El evangelio que acaba de ser proclamado presenta claramente dos partes: la primera, lade la figura del administrador, y la segunda, la aplicación de esa parábola. Jesucristo,cuando refirió la parábola del hijo pródigo que hemos escuchado el domingo pasado, secentró en la figura del Padre. De manera secundaria, sin embargo, aparecían los doshermanos, los cuales, cada uno a su modo, muestran una cierta ambición y uso indebido delos bienes del Padre. En el evangelio de este domingo y en el del próximo, Jesús da clarasinstrucciones acerca del uso que compete a las riquezas. Es útil recordar aquí unaprecisión de san Agustín: “el Señor llama mamona de iniquidad al dinero que poseemos eneste mundo, porque mamona quiere decir riquezas, y las de esta clase no lo son sino paralos inicuos, que colocan en ellas su esperanza y de ellas esperan su felicidad. Los justos,cuando las poseen, las llaman dinero, pero no riquezas, porque éstos no consideran comotales más que a las del cielo” (Cuestiones sobre los Evangelios 2,34). En la enseñanza de Jesús,además, distingue dos situaciones diversas: la de este domingo toca a bienes poseídosinjustamente; la del próximo domingo sobre bienes poseídos lícitamente.

1 – La parábola del administrador El ejemplo referido por Cristo es de mucho impacto en su auditorio. En efecto, unaverdad muy marcada el AT y fuertemente presente entre los judíos, era la de que Dios es(o el Señor, Kýrios, como dice el evangelio), el dueño de la tierra prometida y, enconsecuencia, de todos los bienes: cierto que no debería haber ningún pobre junto a ti, porqueYahvé te otorgará su bendición en la tierra que Yahvé tu Dios te da en herencia para que la poseas (Dt15,4). Esto era así al punto tal que no se podía expropiar de manera definitiva un terreno,sino que tan sólo podía ser cedido por un tiempo hasta que tuviese lugar el Jubileo de loscincuenta años: Comprarás a tu prójimo atendiendo al número de años que siguen al jubileo; y según elnúmero de los años de cosecha, él te fijará el precio de venta... porque lo que él te vende es el número decosechas (Lv 25,15). Lo que recuerda Jesús con la parábola es que somos administradores, nodueños, y que deberemos rendir cuentas a Dios del uso y administración de cuantotenemos y poseemos: lo que, en fin de cuentas, se exige de los administradores es que sean fieles (1Co4,2).

2 - Mamona Señalado esto es necesario observar que Jesús habla de riquezas injustas (gr. a-dikías =in-justo = in-icuo, no igual). ¿Por qué injustas? Por dos motivos dicen los santos Padres: 1)por haber sido adquiridas con injusticia; 2) porque inclinan fácilmente al pecado.

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Detengámonos en el primero, ya que el segundo es más propio de lo que veremos eldomingo próximo. En primer lugar, recordemos que hay tres formas de justicia: “la justicia conmutativa,que regula los intercambios entre las personas en el respeto exacto de sus derechos... sinjusticia conmutativa no es posible ninguna otra forma de justicia. La justicia conmutativa sedistingue de la justicia legal, que se refiere a lo que el ciudadano debe equitativamente a lacomunidad, y de la justicia distributiva que regula lo que la comunidad debe a losciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades” (2411). En atención a esto podemos ver que hay variadas formas de injusticia: “toda forma detomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de laley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así, retener deliberadamente bienesprestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio, pagar salarios injustos,elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas. Son tambiénmoralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variarartificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimentoajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisionesconforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de unaempresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, losgastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadaso públicas es contrario a la ley moral y exige reparación” (2409). Para no ser excesivamente largo, simplemente enumero algunas cosas del séptimomandamiento: - Las promesas deben ser cumplidas y los contratos rigurosamente observados en lamedida en que el compromiso adquirido es moralmente justo (2410). - Los juegos de azar o las apuestas no son en sí mismos contrarios a la justicia, peroresultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesariopara atender a sus necesidades o las de los demás (2413). - Se proscriben los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica,mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos (2414). - Se exige el respeto de la integridad de la creación... El dominio concedido por elCreador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; estáregulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de lasgeneraciones venideras (2415; cf. 2417-18: legítimo servirse de los animales para elalimento, confección de vestidos y experimentos médicos y científicos en límitesrazonables; pero indigno hacerlos sufrir inútilmente o invertir en ellos sumas que deberíanremediar la miseria de los hombres; no se puede desviar hacia ellos el afecto debidoúnicamente a los seres humanos).

3 – Actividad Económica y Doctrina Social

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En definitiva, queridos hermanos, se trata de comprender el fin mismo de lasactividades que giran alrededor de las riquezas, o sea, la economía: “el desarrollo de lasactividades económicas y el crecimiento de la producción están destinados a satisfacer lasnecesidades de los seres humanos. La vida económica no tiende solamente a multiplicarlos bienes producidos y a aumentar el lucro o el poder; está ordenada ante todo al serviciode las personas, del hombre entero y de toda la actividad humana...” (2426). Muchos sonlos temas que giran alrededor de esto: el trabajo humano (2427-8, 2433), el derecho deiniciativa económica (2430), el conflicto de intereses con las responsabilidades del Estadoy de las empresas (2430-2), el salario justo (2434), el derecho de huelga (2435). No tenemos tiempo de extendernos sobre cada una de estas cosas, pero sí es buenosaber que todas estas cuestiones forman parte de lo que se llama Doctrina Social de laIglesia: “La Iglesia expresa un juicio moral, en materia económica y social, cuando loexigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas... Se esfuerzapor inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relacionessocioeconómicas” (2420). Esto es fruto del evangelio: “La Iglesia recibe del Evangelio laplena revelación de la verdad del hombre. Cuando cumple su misión de anunciar elEvangelio, enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a lacomunión de las personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz,conformes a la sabiduría divina” (2419). Y una precisión importante: “Esta enseñanzaresultará tanto más aceptable para los hombres de buena voluntad cuanto más inspire laconducta de los fieles” (2422): no podéis servir a Dios y al dinero (evang.). La codicia es unaidolatría (Col 3,5).

4 - Conclusión Por ello, vivir lo que Cristo nos enseña en el evangelio de hoy “exige la práctica de lavirtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia,para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad...”(2407). “Leemos en una vida de San Vicente de Paul que su revolución está hecha de dosfactores: caridad y pobreza. La pobreza le da la libertad de amar los pobres. El servicio delos pobres es alimentado por la caridad que lo une a Dios. Él, en los pobres, encuentra lasolución al problema de la reforma religiosa, por el cual es asediado: yendo a los pobres,llega a Cristo y, en ellos, superando barreras políticas, desarrollos filosóficos y costumbresde casta, encuentra el punto de reunión de las diversas clases. En el servicio de loshumildes, Vicente apaga la herejía, la cual, sobre todo y frecuentemente, si no siempre, esun recurso para sustraerse a las obligaciones sociales y a las renuncias económicas que elevangelio exige; y en la pobreza destapa el vicio y suscita conversiones y heroísmos,mientras invierte las concepciones de grandeza, donde el gran mundo es enseñoreado”(cit. por Inos Biffi, Nel Giorno del Signore, p. 272). En nuestros días existe la herejía delmaterialismo que desconoce los derechos de Dios y las necesidades del espíritu. Esnecesario combatirla también con la caridad.

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Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejores hacer limosna que atesorar oro. La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado (Tob 12,8-9).

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CatIC 2402-2406.2437-2449 C-26 Lc 16,19-31 / Am 6,1a.4-7 / Sal 146 / 1Tm 6,11-16

ADMINISTRADORES

Recordemos que estas enseñanzas de Jesús tienen lugar mientras está en Camino haciaJerusalén, y que este Camino, más que un viaje geográfico, es un itinerario formativo de losdiscípulos. El domingo pasado hemos hablado acerca de la actitud que compete alcristiano ante las riquezas. En el evangelio que acabamos de escuchar, se trata el mismotema, pero señalando más aún, si cabe, la gravedad de la cuestión. En efecto, el domingopasado había dicho Jesús: haceos amigos con las riquezas injustas, para que cuando llegue a faltar, osreciban en las eternas moradas. Aquí vimos que el rico banqueteador terminó entre las llamasdel infierno, con lo cual el Señor reafirma su enseñanza anterior, o sea la conveniencia dela limosna, si no por caridad, al menos por utilidad propia.

1 – La injusticia ¿dónde está? Pero hay que observar un detalle. El domingo pasado, Jesús aconsejaba hacer un usoconveniente de las riquezas injustas. Aquí, sin embargo, no leemos que las riquezas del ricofuesen injustas. ¿Por qué entonces, el tremendo castigo del infierno? ¿Dónde está lainjusticia? “¿A quién perjudico, dices, si me retengo lo mío? Pero, dime, ¿qué cosa es tuya? ¿quécosa has traído tú a la vida?... ¿No has salido desnudo de tu madre? ¿No tornarás desnudoa la tierra? ¿De qué parte te han venido los bienes que tienes?... Si dices que te vienen deDios, explícanos por qué te los ha dado. ¿Puede ser Dios injusto, dando de maneradesigual las cosas necesarias a la vida? ¿Por qué, mientras tú eres rico, el otro es pobre?¿No es acaso para que tú puedas tener la recompensa del justo y fiel administrador y elotro adquiera el gran premio de la paciencia? Y tú, en cambio, acaparas todo en losinsaciables pliegues de la avaricia y mientras privas a tanta gente, crees de no perjudicar aninguno. ¿Quién es avaro? El que no está contento de lo que basta. ¿Quién es saqueador?El que toma las cosas de los otros. ¿No eres avaro? ¿No eres saqueador? Tú te apropiasde lo que has recibido para distribuirlo. ¿Deberá ser llamado ladrón el que despoja a unoque está vestido y no merecerá el mismo título el que, pudiendo vestir un desnudo, no loviste? Es del hambriento el pan que tú posees; es del desnudo el paño que tienes en losarmarios; es del descalzo el zapato que se arruina en tu casa; es del indigente el dineroque tú acaparas. Cuantos son los hombres a los cuales puedes dar, tantos son aquellos aquienes perjudicas” (san Basilio de Cesarea, Hom. 12,7).

2 – Destino Universal de los bienesy Propiedad privada

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¿Por qué esto es así? “Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a laadministración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominaramediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos. Los bienes de la creación estándestinados a todo el género humano... La apropiación de bienes es legítima para garantizarla libertad y la dignidad de las personas...”, pero “debe hacer posible que se viva unasolidaridad natural entre los hombres. El derecho a la propiedad privada... no anula ladonación original de la tierra al conjunto de la humanidad...”. Por ello, “el hombre, alservirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente nosólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que han de aprovechar nosólo a él, sino también a los demás...” (2402-4). Y no hay que confundir la justicia con la caridad: “cuando damos a los pobres las cosasindispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que essuyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia”(S. Gregorio Magno en 2446). Esta enseñanza no se agota en las relaciones personales, sino que alcanza el ámbitointernacional: “Es preciso sustituir los sistemas financieros abusivos, si no usurarios, lasrelaciones comerciales inicuas entre las naciones, la carrera de armamentos, por unesfuerzo común para movilizar los recursos hacia objetivos de desarrollo moral, cultural yeconómico... Las naciones ricas tienen una responsabilidad moral grave respecto a las queno pueden por sí mismas asegurar los medios de su desarrollo...” (2438-39). Todo esto se encuadra bajo el séptimo mandamiento, no robarás, que “prescribe la justiciay la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de loshombres” (2401). En esa gestión “no corresponde a los pastores de la Iglesia intervenirdirectamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea formaparte de la vocación de los fieles laicos, que actúan por su propia iniciativa con susconciudadanos. La acción social... deberá atender siempre al bien común y ajustarse almensaje evangélico y a la enseñanza de la Iglesia” (2442).

3 – Amor de los pobres Ante los ojos de Dios, esta acción goza de un valor particular: “Dios bendice a los queayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo...” (2443). Es una acción que“no abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobrezacultural y religiosa” (2444). “Bajo sus múltiples formas – indigencia material, opresióninjusta, enfermedades físicas o psíquicas y, por último, la muerte – la miseria humana es elsigno manifiesto de la debilidad congénita en que se encuentra el hombre tras el primerpecado y de la necesidad que tiene de salvación. Por ello, la miseria humana atrae lacompasión de Cristo Salvador... También por ello, los oprimidos por la miseria son objetode un amor de preferencia por parte de la Iglesia...” (2448) Testimonio de esto son lasinnumerables obras de beneficencia. Porque, además, en el caso particular del cristiano, al destino universal de los bienes, se

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añaden las enseñanzas de Jesús, que ha dicho que reconocerá a sus elegidos en lo quehayan hecho por los pobres, llegando a identificarse con ellos: “Cuando servimos a lospobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestroprójimo, porque en ellos servimos a Jesús” (santa Rosa de Lima, en 2449).

4 - Conclusión En síntesis, esta parábola de Jesús es una lección escenificada, impresionante einolvidable acerca del peligro que encierran las riquezas. Epulón personifica los peligrosde la riqueza: avaricia, molicie, dureza de corazón, olvido de los deberes de caridad y dejusticia, olvido de la otra vida. “Cuando veis un rico malvado gozar de toda clase deplaceres, llorad y compadeced su suerte, porque toda aquella riqueza sirve para acrecentarsu castigo” (san Juan Crisóstomo, In Matth. 75,5). ¡Y qué castigo...! El aviso y la parábola de Jesús miraba a los fariseos, hombres avaros e incrédulos (cf. Lc16,14.27.29), triste ejemplo de orgullosa contumacia. “Pero vosotros, hermanos,conociendo la felicidad de Lázaro y la pena del rico, moveos, buscad intermediarios yobrad de modo tal que los pobres sean vuestro abogados el día del juicio... Las palabrasdel libro sagrado nos deben disponer a observar los preceptos de la piedad. Si lobuscamos, cada día encontramos un Lázaro; cada día, incluso sin buscarlo, vemos unLázaro” (san Gregorio Magno, Hom. 40,10). “En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que reconocer aLázaro, el mendigo hambriento de la parábola. En dicha multitud hay que oír a Jesús quedice: cuando dejasteis de hacer con uno de éstos, también conmigo dejasteis de hacerlo” (2463).

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CatIC 156-159.166-184 C-27 Lc 17,5-10 / Hab 1,2-3; 2,2-4 / Sal 95 / 2Tm 1,6-8.13-14

IGLESIA Y FE

Los apóstoles, recorriendo con Jesús el Camino hacia Jerusalén, llegados a este puntoperciben que no tienen fe o al menos que no es suficiente. Jesús, como hemos visto losdomingos anteriores, ha pulverizado una de las convicciones más arraigadas en el mundojudío, e incluso en nuestro mundo por la influencia protestante calvinista: la convicción deque las riquezas facilitan la salvación. De hecho, que los apóstoles no escapaban a estamentalidad común se ve en el episodio del joven rico. En efecto, después que Cristo dijoque era muy difícil que un rico se salvase, san Mateo añade: al oír esto, los discípulos, llenos deasombro, decían: “entonces ¿quién podrá salvarse?” (Mt 19,25). El episodio del evangelio de hoy nos lleva a profundizar sobre aquella virtud que esprincipio y fundamento de toda la vida espiritual: la fe. El evangelio de hoy nos muestraque la fe puede crecer (auméntanos), pero que en última instancia es algo recibido, donado ypor eso piden a Jesús que se la aumente; y de allí que las obras que cualquier creyentehace, por grandes que sean, no se pueden atribuir al hombre sino a Dios que da el don:siervos inútiles somos, hemos hecho lo que debíamos.

1 – La fe y la inteligencia Sin duda que alguno puede pensar que para los apóstoles fue fácil creer porque estabancon Jesús. Esta es una afirmación que hay que tomar matizadamente, porque si bien elloshan tenido un mejor conocimiento que nosotros de las verdades de la fe, sin embargo, elmotivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan comoverdaderas e inteligibles a la luz de la razón natural. Creemos a causa de la autoridad deDios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos. Esto no significa queDios no brinde elementos a nuestra razón para que advirtamos la conveniencia y necesidadde creer. Dice el Catecismo: “para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a larazón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañadosde las pruebas exteriores de su revelación. Los milagros de Cristo y de los santos, lasprofecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad sonsignos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, motivos de credibilidadque muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego delespíritu” (156). Pero el motivo último del acto de fe es la autoridad de Dios mismo querevela. Por ello “la fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda enla Palabra misma de Dios, que no puede mentir”, aunque las verdades reveladas puedanparecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas (157). Oscuridad no significa

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contradicción: “a pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haberdesacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica lafe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse así mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero. Por eso, la investigaciónmetódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y segúnlas normas morales, nunca estará en oposición con la fe, porque las realidades profanas ylas realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios” (159). De allí que es inaceptable laexpresión de Lutero: credo quia absurdum. Pero es verdad que las verdades de fe son oscuras porque están por encima de la razón.Esta misma oscuridad, sin embargo, es lo que nos mueve a intentar comprender másprofundamente: “es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel enquien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado... según el adagio desan Agustín, creo para comprender y comprendo para creer mejor” (158). Y esto es lo quepedían los apóstoles. Dice el Catecismo: “para que la inteligencia de la Revelación sea másprofunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de susdones” (158).

2 – Fe personal y fe conjunta No hay duda de que “la fe es necesaria para la salvación. El Señor mismo lo afirma: elque crea y sea bautizado se salvará, el que no crea se condenará” (183). Ahora ¿cómo se llega a la fe?Aquí hay un punto de divergencia con los protestantes, y es acerca del papel que tiene laIglesia en la enseñanza de la fe. Por eso es tan distinto el acto de culto nuestro, la Misa,del acto de culto de ellos. Y no digamos nada de las sectas. ¿Cómo se llega a la fe? “La fe es un acto personal: es la respuesta libre del hombre a lainiciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado... Nadie se ha dado la fe así mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo... Yo no puedo creer sin ser sostenidopor la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros” (166). Hastaaquí no hay diferencia con el protestantismo. Pero sigue diciendo el catecismo: “Creo: es lafe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo.Creemos: es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, másgeneralmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes” (167). Es la fe de la Iglesia, yasea profesada personalmente o comunitariamente, es de la Iglesia.

3 – La fe de la Iglesia ¿Cómo es esto? Esto es así porque “la Iglesia es la primera que cree, y así conduce,alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor ycon ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también... En el Ritual Romano,el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: ¿qué pides a la Iglesia de Dios? Y larespuesta es: la fe” (168). Estas afirmaciones implican sostener que la Iglesia es algo másque la simple reunión o asamblea de los creyentes. La salvación viene sólo de Dios, pero la vida de la fe la recibimos a través de la Iglesia

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y por eso es madre nuestra: “La Iglesia, que es columna y fundamento de la verdad, guardafielmente la fe transmitida a los santos de una vez para siempre. Ella es la que guarda la memoriade las palabras de Cristo, la que transmite de generación en generación la confesión de fede los apóstoles. Como una madre que enseña a sus hijos a hablar y con ello a comprendery a comunicar, la Iglesia, nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnosen la inteligencia y la vida de la fe” (171). “Desde siglos, a través de muchas lenguas,culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su única fe... San Ireneo deLyon, testigo de la fe, declara: La Iglesia, aunque dispersa por el mundo entero hasta losconfines de la tierra... guarda (la predicación y la fe) con cuidado... cree en ella de unamanera idéntica como no teniendo más que una sola alma y un solo corazón; la predica, laenseña y la transmite con una voz unánime, como no poseyendo más que una sola boca.Porque, si las lenguas difieren a través del mundo, el contenido de la Tradición es uno eidéntico” (172-174). Por ello que la petición de los apóstoles a Jesús, auméntanos la fe, sedebe entender no sólo distributivamente, es decir referido a cada uno de ellos, sinotambién conjuntamente, es decir, como Iglesia. De hecho, piden conjuntamente. Concluye san Ireneo: “esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos concuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un contenido de granvalor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que lacontiene” (175), porque da la vida eterna: “la fe es un gusto anticipado del conocimientoque nos hará bienaventurados en la vida futura” (184).

4 - Conclusión En síntesis: a) “La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxiliosinteriores del Espíritu Santo” (179). b) “Creer es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de lapersona humana” (180). c) “Creer es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimentanuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes. Nadie puede tener a Dios porPadre si no tiene a la Iglesia por madre (san Cipriano)” (181). Y la Iglesia nos conduce y alimenta principalmente por “el misterio de la fe”, de allíque la participación en el sacrificio eucarístico sea esencial para que nuestra fe crezca y sefortalezca día a día.

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CatIC 185-197 C-28 Lc 17,11-19/ 2Re 5,14-17 / Sal 98 / 2Tim 2,8-13

GLORIFICAR A DIOSES PROFESAR LA FE

El evangelio que acabamos de escuchar es muy rico en enseñanzas. Sin duda que nos

enseña a valorar la gratitud y a comprender cuánto importa ser agradecidos por los bienesque Dios nos dona, en particular los de la redención, lo cual subraya Jesucristo al decir alsamaritano: tu fe te ha salvado.

1 – Dar gloria a Dios Pero, la gratitud para con Dios tiene otro aspecto incluso más importante que este deagradecer sencillamente a Dios. En efecto, el agradecimiento a Dios puede cerrarse en loestrictamente personal, en lo privado sin que llegue más allá. Y esto, siendo algo bueno ynecesario, es incompleto. Es lo que hicieron los nueve encerrándose en los ritos ysatisfechos con el bien privado de ellos. Fijémonos bien en la expresión de Cristo cuandove al que vuelve: no tornaron a dar gloria a Dios... Cristo dice dar gloria a Dios y esto esmás importante incluso que el agradecimiento privado. ¿Qué significa dar gloria a Dios? La gloria es la manifestación externa de una grandeza,es como el esplendor, el brillo de algo. La “gloria” del sol, por ejemplo, es su brillo; lagloria de Dios es el brillo de su grandiosidad. ¿Y cómo se manifiesta? Se manifiesta por lasobras. Por eso, dar gloria a Dios es reconocer su grandeza proclamando sus obras. ¿Y estocómo se hace? Se puede hacer de distintas maneras pero hay una que es central: laprofesión de fe. Por eso dice san Pablo: con el corazón se cree para conseguir la justicia y con laboca se confiesa para conseguir la salvación (Ro 10,10).

2 - ¿Qué es la profesión de fe? ¿Qué es la profesión de fe? “Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó y transmitiósu propia fe en fórmulas breves y normativas para todos. Pero muy pronto, la Iglesia quisotambién recoger lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados destinadossobre todo a los candidatos al bautismo” (186). Dice san Cirilo de Jerusalén: “Esta síntesisde la fe no ha sido hecha según las opiniones humanas, sino que de toda la Escritura hasido recogido lo que hay en ella de más importante, para dar en su integridad la únicaenseñanza de la fe. Y como el grano de mostaza contiene en un grano muy pequeño grannúmero de ramas, de igual modo este resumen de la fe encierra en pocas palabras todo elconocimiento de la verdadera piedad contenida en el Antiguo y el Nuevo Testamento”. A estas síntesis de 1la fe se les dan distintos nombres:

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- Se las llama “profesiones de fe” porque resumen la fe que profesan los cristianos. - Se las llama “Credo” por razón de que en ellas la primera palabra es normalmente“Creo”. - Se las denomina igualmente “símbolos de la fe”. ¿Por qué símbolo? “la palabra griegasymbolon significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentabacomo una señal para darse a conocer. Las partes rotas se ponían juntas para verificar laidentidad del portador. El “símbolo de la fe” es, pues, un signo de identificación y decomunión entre los creyentes. “Symbolon” significa también recopilación, colección osumario; el “símbolo de l fe” es la recopilación de las principales verdades de la fe. Deahí el hecho de que sirva de punto de referencia primero y fundamental de la catequesis. ¿Cómo se compone? “El Símbolo se divide, por tanto, en tres partes: primero habla dela primera Persona divina y de la obra admirable de la creación; a continuación, de lasegunda persona divina y del misterio de la Redención de los hombres; finalmente de latercera Persona divina, fuente y principio de nuestra santificación. Dice san Ireneo: son lostres capítulos de nuestro sello (bautismal)” (190). “Estas tres partes son distintas aunque están ligadas entre sí. Según una comparaciónempleada con frecuencia por los Padres, las llamamos artículos. De igual modo, en efecto,que en nuestros miembros hay ciertas articulaciones que los distinguen y los separan, asítambién, en esta profesión de fe, se ha dado con propiedad y razón el nombre de artículosa las verdades que debemos creer en particular y de una manera distinta” (191). ¿Hay un solo símbolo? No, sino que a lo largo de los siglos en respuesta a lasnecesidades de diferentes épocas, han sido numerosas las profesiones o símbolos de la fe.Los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas, el Símbolo Quicumque,llamado de San Atanasio... o el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI. Pero entre todoshay dos que tienen un lugar especial: - El Símbolo de los apóstoles [Credo corto], llamado así porque es considerado con justiciacomo el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de laIglesia de Roma y de aquí su autoridad: “es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la quefue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina común” (sanAmbrosio). - El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla [Credo largo] debe su gran autoridad alhecho de que es fruto de los primeros Concilios ecuménicos (años 325 y 381). Siguesiendo todavía hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente(cf. 192-196).

3 - ¿Qué significa profesar la fe? Creí, por eso hablé Profesión viene de la palabra latina pro-fateri (de fari, decir) y significa decir, dartestimonio delante de otros. Esto es algo que ya existía en el AT. Es más, la formapuramente privada no era suficiente: cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, es

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decir, ante el resto de la comunidad, de la “ekklesía”, de la Iglesia. ¿Por qué esto? Porquede esta manera se proclamaba la fidelidad de Dios, su bondad, su misericordia. Y de estemodo se daba gloria a Dios, dando testimonio delante de otros. Esto es lo que hacemos nosotros al proclamar la fe. Pro-clamar = recitar en alta vozdelante de otros las grandes maravillas de Dios, su misterio íntimo y su obra admirable dela creación, de la redención y de la santificación. Pues bien, imaginémonos ante unprotestante o un ateo proclamando el credo. Esto es lo que hizo el samaritano y fue tanalabado por Jesús: se volvió glorificando a Dios en alta voz. Y para que fuese más elocuenteañadió el gesto: postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús. Todo en Él era un canto a la gloriade Dios. Y por haber obrado rectamente consiguió algo mucho más grande que lo quehabían recibido los diez, consiguió no sólo la curación de su enfermedad, sino algo mayorcomo es el don de la salvación: tu fe te ha salvado. “Recitar con fe el Credo es entrar encomunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos”(197).

4 – Conclusión En síntesis, queridos hermanos, ¿cómo se manifiesta la verdadera gratitud para conDios? Dando a conocer los misterios de Dios, los dones de Dios, en especial los referidosal orden sobrenatural. No en vano la acción de gracias por excelencia, la Eucaristía esllamada “misterio de la fe”, “sacramento de la fe” y es acto, por su misma esencia,comunitario porque es acto de toda la Iglesia. Quien participa de la Eucaristía dominical,por eso mismo da testimonio de Dios y da gloria a Dios; retorna como el samaritano dondeestá Cristo y allí proclama y profesa la auténtica fe y reconoce los verdaderos donesrecibidos de Dios.

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CatIC 2734-2751 C-29 Lc 18,1-8 / Ex 17,8-13 / Sal 121 / 2Ti 3,14-4,2

LA CONFIANZA FILIALEN LA ORACIÓN

Entre los temas que aparecen con más frecuencia en el evangelio de san Lucas, tiene un

lugar preferente el de la oración. De muchas formas el evangelista vuelve sobre estamateria: a veces nos propone dichos o discursos del Señor sobre la necesidad de rezar osobre la eficacia de la oración, otras veces nos muestra figuras orantes (Jesús, María,Zacarías, Isabel, etc.). Ya hemos tenido ocasión, en domingos anteriores, de hablar sobre este tema, pero elevangelio de hoy nos permite considerar un aspecto que no habíamos desarrollado. Elevangelista indica claramente cuál es la intención del relato: Jesús enseñó con una parábola queera necesario orar siempre si n desanimarse. En el relato están mostrados los dos elementos esenciales que debe tener nuestraoración para ser escuchada: la confianza y la perseverancia. Jesús, en el ejemplo que da,muestra cómo la viuda, en última instancia, tenía confianza en que finalmente seríaescuchada, de lo contrario no hubiera insistido.

1 – Orar: la confianza filial El catecismo, al referirse a la actitud de confianza que hemos de tener, lo haceconsiderando nuestra condición de hijos de Dios y, por ello, a la actitud que hemos detener en la oración la llama confianza filial. Y nos da al respecto algunas enseñanzas muyvaliosas para nuestra oración: “La confianza filial se prueba en la tribulación,particularmente cuando se ora pidiendo para sí o para los demás. Hay quien deja de orarporque piensa que su oración no es escuchada. A este respecto se plantean doscuestiones: por qué la oración de petición no ha sido escuchada; y cómo la oración esescuchada o eficaz” (2734). Veamos la primera cuestión ¿por qué la oración no es escuchada? Hay dos motivos: - Por pedir cosas no convenientes (cf. 2736): por eso el reproche de Santiago: “Notenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestraspasiones (4,2-3). Si pedimos con un corazón dividido, adúltero, Dios no puede escucharnosporque Él quiere nuestro bien, nuestra vida” (2737). Como un padre no da a su hijo algoque le hace mal, aunque éste se lo pida. El mismo catecismo dice: “he aquí unaobservación llamativa: cuando alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficios engeneral, no estamos preocupados por saber si esta oración le es agradable. Por el contrario,cuando pedimos, exigimos ver el resultado. ¿Cuál es entonces la imagen de Dios presente

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en este modo de orar: Dios como medio o Dios como el Padre de Nuestro SeñorJesucristo?” (2735). - Porque Dios prueba nuestra fe: “no te aflijas si no recibes de Dios inmediatamente loque pides: es él quien quiere hacerte más bien todavía mediante tu perseverancia enpermanecer con él en oración (Evagrio Pontico en 2737). Él quiere que nuestro deseo seaprobado en la oración. Así nos dispone para recibir lo que Él está dispuesto a darnos” (sanAgustín, en 2737). La segunda cuestión ¿cómo hacer para que la oración sea eficaz? Jesucristo, de manera indirecta, en el pasaje evangélico que hemos leído, nos recuerdaante todo la Bondad y la Misericordia del Padre celestial: Oigan lo que dijo este juez injusto. YDios ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar?. EsaBondad y esa Misericordia han sido abundantemente demostradas a lo largo de la historia:“la revelación de la oración en la Economía de la salvación enseña que la fe se apoya en laacción de Dios en la historia. La confianza filial es suscitada por medio de su acción porexcelencia: la Pasión y la Resurrección de su Hijo” (2738). Por eso, dice san Pablo: ...elEspíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar comoconviene, más, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazonesconoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lodemás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman... Ante esto ¿quédiremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, sinoque le entregó por todos nosotros ¿cómo no nos dará con Él por gracia todas las cosas? (cf. Ro 8,26-32). Jesucristo dijo: todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá (Jn 15,16). Jesús nosenseña esta “audacia filial: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido” (2610).De allí que concluye el catecismo: “Si nuestra oración está resueltamente unida a la deJesús, en la confianza y la audacia filial, obtenemos todo lo que pidamos en su Nombre, yaún más de lo que pedimos: recibimos al Espíritu Santo, que contiene todos los dones”(2741).

2 – Perseverar El segundo elemento referido por Jesús es la perseverancia, necesariamente implicadaen la confianza filial: “Este ardor incansable no puede venir más que del amor. Contranuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es el del amor humilde, confiadoy perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tres evidencias de fe” (2742): - Orar es posible siempre: el tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que está connosotros, todos los días. “Es posible incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer unafrecuente y fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, oincluso haciendo la cocina” (san Juan Crisóstomo en 2743). Cristo está con nosotros todoslos días. - Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en laesclavitud del pecado... “Quien ora se salva ciertamente, quien no ora se condena

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ciertamente” (san Alfonso María de Ligorio en 2744). - Oración y vida cristiana son inseparables porque se trata del mismo amor y de la mismarenuncia que procede del amor. La misma conformidad filial y amorosa al designio de amordel Padre. La misma unión transformante en el Espíritu Santo que nos conforma cada vezmás con Cristo Jesús. El mismo amor a todos los hombres... “Ora continuamente el queune la oración a las obras y las obras a la oración. Sólo así podemos encontrar realizable elprincipio de la oración continua” (Orígenes en 2745). No olvidemos el ejemplo del evangelio, la perseverancia en la oración, porque, comodecía san Agustín: “tú sabes qué cosa deseas, Él sabe qué cosa te ayuda” (Serm. 80,2).

3 – El ejemplo de Jesús: la oración de la “hora” de Jesús

Sin embargo, el ejemplo más acabado y perfecto de una oración profundamente imbuidade confianza filial y de perseverancia la tenemos en la oración que reza Nuestro Señor alaproximarse el momento de su Pasión. Es la oración que Jesús reza en el Cenáculomomentos antes de partir hacia Getsemaní, donde será apresado. Se encuentra en Jn 17 y latradición cristiana le ha dado el nombre de oración “sacerdotal” de Jesús: “es la oración denuestro Sumo Sacerdote, inseparable de su sacrificio... en esta oración todo estárecapitulado en Él: Dios y el mundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo... Laoración sacerdotal de Jesús inspira, desde dentro, las grandes peticiones del Padre Nuestro:la preocupación por el Nombre del Padre, el deseo de su Reino (la Gloria), elcumplimiento de la voluntad del Padre, de su designio de salvación y la liberación delmal” (cf. 2747-2750). Dice el catecismo: “en esta oración Jesús nos revela y nos da el conocimientoindisociable del Padre y del Hijo que es el misterio mismo de la vida de oración” (2751).

4 – Conclusión “San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús: orapor nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él se dirigenuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y lavoz de Él en nosotros” (2616). Revistamos nuestra oración de esa confianza que Él poseía, con la certeza de queseremos ciertamente escuchados si pedimos como Él nos enseñó. María Santísima, la Omnipotencia Suplicante, nos alcance la gracia de vivirlo.

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CatIC 198-231 C-30 Lc 18,9-14 / Sir 35,12-14.16-18 / Sal 34 / 2Tim 4,6-8.16-18

DIOS

En el evangelio que acabamos de escuchar Jesús pronuncia una parábola cuya finalidades claramente manifestada por el evangelista: a algunos que se tenían por justos y despreciaban alos demás. En este sentido está todo muy claro: el que se ensalza será humillado y el que se humillaserá ensalzado. Pero es de gran valor indagar más profundamente y cuestionarnos por quéJesús, para dar su enseñanza, en vez de decirlo lisa y llanamente, lo que hace es apelar auna parábola y en la cual la cuestión central es la oración. De hecho, tanto el fariseo comoel publicano rezan en silencio, en el secreto interior del corazón de cada uno, allí dondesólo Dios ve y conoce. Lo que Jesús evidencia es la postura de cada orante ante Dios. Yesto es lo que produjo que uno haya salido justificado y el otro no: la postura delante deDios. El fariseo, en su oración, parece decirle a Dios que él se puede arreglar solo, y queDios solamente tiene que intervenir para premiarlo; el fariseo no deja lugar a Dios, todo elespacio lo ocupa él. Y por eso Dios lo deja irse tal como había venido: con su soberbia acuestas. Así es nuestra civilización; ha optado por seguir la actitud del fariseo y así nos va. En la predicación del domingo pasado habíamos leído esta cita del catecismo: “he aquíuna observación llamativa: cuando alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficiosen general, no estamos preocupados por saber si esta oración le es agradable. Por elcontrario, cuando pedimos, exigimos ver el resultado. ¿Cuál es entonces la imagen de Diospresente en este modo de orar: Dios como medio o como Padre de nuestro SeñorJesucristo?” (2735). Por ello queridos hermanos, mi intención en esta predicación esreflexionar acerca de esa palabra tan breve y tan profunda: Dios.

1 – Creo en Dios La primera cuestión que lógicamente se plantea respecto de una realidad, es si esarealidad existe. En el caso de Dios, la mayoría de las personas, si les preguntamos acercade Dios, diría que cree, sí, que existe. Si uno observa su vida y su comportamiento, másbien debería concluirse que no cree que existe; o mejor dicho, ¿en qué clase de Dios cree? “Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es el Primero y el Último, elPrincipio y el Fin de todo... Creo en Dios: esta primera afirmación de la profesión de fe estambién la más fundamental... Todos los artículos del Credo dependen del primero, asícomo los mandamientos son explicitaciones del primero” (198-199). La primera pregunta que surge alrededor de esta misteriosa realidad, una vez que hemosaceptado su existencia, se refiere a la cantidad: ¿cuántos dioses hay?. El llamado Credolargo o Símbolo de Nicea-Constantinopla comienza diciendo: “Creo en un solo Dios”: “La

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confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina en la AntiguaAlianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y asimismo tambiénfundamental. Dios es Único: no hay más que un solo Dios” (200). Para nosotros, estaverdad, por poco que reflexionemos, es algo aceptado. Pero, si leemos el AT, podríamosconstatar cuánta dificultad hubo para que el pueblo hebreo llegara a vivir esta realidad. Dehecho, todos los pueblos que vivían a su alrededor eran politeístas y los mismos hebreos,de manera habitual, cedían a la tentación de rendir culto a dioses extranjeros. Por ello, losprofetas insistían reclamando la vuelta hacia el único Dios verdadero: Volveos a mí y seréissalvados, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ningún otro (Is 45,22; en 201).Incluso fue necesaria la terrible experiencia del Destierro de Babilonia (año 586 a.C.) paralograr que esta verdad sea aceptada de manera plena. En el mundo judío existe unaoración conocida como Shemá Israel (= Escucha Israel) que ellos rezan tres veces al día yque comienza precisamente así: “Escucha, Israel, el Señor Nuestro Dios, es un únicoDios...” (cf. Dt 6,4). No era este un problema en la época de Cristo, pero vale la penarecordarlo porque, como hemos escuchado, la fe en la existencia del único Dios esfundamental, es decir, está a la base de todo lo demás.

2 - ¿Qué es Dios? En realidad, la cuestión más bien pasa por determinar qué es Dios. Aquí ciertamenteque la cuestión se hace más difícil. De hecho, es más sencillo decir lo que Dios no es quelo que Dios es y, por ello, usamos expresiones negativas. Por ejemplo, decimos que “Dioses infinito” = “no-finito”, “no-limitado”; o que “Dios es inmenso” = “sin medida”,inabarcable; o que “Dios es inmutable” = no muda, no cambia. Sin embargo, para subsanar esta dificultad y en la medida en que nos es posible, dadanuestra limitada inteligencia, Dios mismo se ha dado a conocer: “Dios se reveló a supueblo Israel dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad dela persona y el sentido de su vida... Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros.Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo...” (203). Esta revelación fue progresiva ybajo diversos nombres (cf. libro del Génesis), pero hubo una esencial: “la revelación delNombre Divino, hecha a Moisés en la teofanía de la zarza ardiente, demostró ser larevelación fundamental...” (204). ¿Cómo fue? En ese episodio de la zarza ardiente, Dios usa una expresión cargada de misterio, comopara que tomemos conciencia de que incluso así, con la revelación, Dios sigue siendomisterio. Se designa a sí mismo como Yahvéh que ha sido traducido como Yo soy el que soy.“Yo soy el que soy... expresa mejor a Dios como lo que Él es, infinitamente por encima detodo lo que podemos comprender o decir...” (206). “La revelación del nombre inefable Yosoy el que soy contiene la verdad de que sólo Dios ES... Dios es la plenitud del Ser y detoda perfección, sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido de Él todosu ser y su poseer, Él sólo es su ser mismo y es por sí mismo todo lo que es” (213).Cuando se advierte esta realidad, entonces surge espontáneamente la reacción del hombre:“Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su pequeñez. Ante

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la zarza ardiente, Moisés se quita las sandalias y se cubre el rostro delante de la SantidadDivina (cf. Ex 3). Ante la gloria del Dios tres veces santo, Isaías exclama ¡Ay de mí que estoyperdido, pues soy un hombre de labios impuros! (cf. Is 6). Ante los signos divinos que Jesúsrealiza, Pedro exclama: aléjate de mí, Señor, que soy un pecador...” (208). Por ello es tan aberrantela actitud del fariseo que hemos escuchado en el evangelio; porque la única actitud lógica,la única, es la del publicano.

3 – Ser = Amor y Verdad Si nos quedásemos, sin embargo, sólo en esa dimensión, caeríamos en concepcioneserróneas, no cristianas, como es el caso del judaísmo o del islam o del protestantismotradicional, posturas todas que subrayan con mucha fuerza la trascendencia y grandeza deDios, pero allí se quedan. Y es que el sentido pleno del nombre Yo soy va mucho más allá, como podemosconstatarlo en el mismo libro del Éxodo: “Dios, El que es, se reveló a Israel como el quees rico en amor y fidelidad. Estos dos términos [hésed y émet en hebreo] expresan de formacondensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra subenevolencia, su bondad, su gracia, su amor [hésed]; pero también su fiabilidad, suconstancia, su fidelidad, su verdad [émet]. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad (Sal138,2)...” (214). ¿Qué implican estas afirmaciones? a) Émet, es decir, fiabilidad, fidelidad, verdad: Dios es la Verdad misma, sus palabras nopueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y ala fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas... La verdad de Dios es su sabiduríaque rige todo el orden de la creación y del gobierno del mundo... Y Dios es tambiénverdadero cuando se revela. Jesús vino al mundo para dar testimonio de la Verdad, es decir delémet de Dios (215-217). Esto es así porque Dios ES. Por eso en el NT podemos escucharla frase Yo soy la Verdad o, lo que es lo mismo, Yo soy el Amén, el Testigo Fiel (Amén viene deémet) b) Hésed, es decir, benevolencia, bondad, gracia, amor: el Amor de Dios “es comparadoal amor de un padre a su hijo. Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sushijos. Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada...; llegará hasta el don másprecioso: tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único. El amor de Dios es eterno: los montesse correrán y las colinas se moverán pero mi amor de tu lado no se apartará” (219-220). Esto es asíporque Dios ES. Por eso en el NT llegamos a escuchar: Dios es Amor.

4 – Conclusión En última instancia, lo que el evangelio nos exige es profesar una auténtica fe en DiosUno. “Creer realmente en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuenciasinmensas para toda nuestra vida: - Es reconocer la grandeza y la majestad de Dios... Por esto Dios debe ser “el primerservido”.

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- Es vivir en acción de gracias: Si Dios es el único, todo lo que somos y todo lo queposeemos viene de Él. - Es reconocer la unidad y la dignidad de todos los hombres, hechos a imagen ysemejanza de Dios. - Es usar bien de las cosas creadas: la fe en Dios, el Único, nos lleva a usar de todo loque no es Él en la medida en que nos acerca a Él y a separarnos de ello en la medida enque nos aparta de Él: “Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señormío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mímismo para darme todo a ti” (san Nicolás de Flüe). - Es confiar en Dios en todas las circunstancias: “Nada te turbe, nada te espante, todose pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta:Sólo Dios basta” (222-227). “Estamos bien lejos de mentir, enseñando a todo hombre, cualquiera que sea, a tomarconciencia de la propia pequeñez humana en relación a la grandeza de Dios, y a pedirincesantemente lo que falta a nuestra naturaleza a Aquél que es el Único que puedecolmar nuestras insuficiencias” (Orígenes, Contra Celso 3,64).

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CatIC 268-278 C-31 Lc 19,1-10 / Sab 11,22 – 12,2 / Sal 145 / 2Tes 1,11-2,2

TODOPODEROSO

La primera lectura de hoy nos ofrece la ocasión de continuar con el tema comenzado eldomingo pasado. En la parábola del domingo pasado, del fariseo y el publicano, vimoscomo, en última instancia, en la oración de cada uno, se manifestaba una determinadaconcepción de Dios, aunque dedicamos nuestra atención sobre todo a la enseñanza quenos brinda el catecismo. Hablamos acerca de Dios refiriéndonos a lo que Dios es en símismo, independientemente de lo que no es Él. Es decir, nos concentramos en lo que sellaman los atributos entitativos de Dios y señalamos que Dios es el Ser, lo cual conllevadecir que es Amor y es Verdad. La lectura de hoy nos permite ver otro aspecto de Dios:sus atributos operativos, los que se manifiestan en el obrar de Dios, sintetizados en la ideade la Omnipotencia divina: Sé que eres Todopoderoso; lo que piensas lo puedes realizar (275).

1 – Omnipotencia y Creación Las Sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el poder universal de Dios. Es llamadoel poderoso de Jacob, el Señor de los ejércitos... Si Dios es Todopoderoso en el cielo y en la tierra, esporque Él los ha hecho. De allí que la idea de la Omnipotencia de Dios es asociadainmediatamente a la Creación: “En el principio, Dios creó el cielo y la tierra. Con estas palabrassolemnes comienza la Sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a DiosPadre Todopoderoso como ‘el Creador del cielo y de la tierra”, “de todo lo visible y loinvisible” (279). En consecuencia, nada le es imposible y dispone de su obra según su voluntad: “es elSeñor del universo, cuyo orden ha establecido, que le permanece enteramente sometido ydisponible; es el Señor de la historia: gobierna los corazones y los acontecimientos segúnsu voluntad: El actuar con inmenso poder siempre está en tu mano, ¿quién podrá resistir la fuerza de tubrazo? (Sab 11,21)” (269). Esta verdad, de tan enormes consecuencias, es frecuentementereiterada en el AT, en especial en los Salmos: Señor del cosmos [= universo], haciendoreferencia preferentemente a la Creación considerada de manera más estática, y Señor de lahistoria, considerando el desenvolvimiento de los acontecimientos humanos cuyodesarrollo no escapa a las manos de Dios, o sea la Providencia de Dios. Dice elCatecismo: “realizada la Creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo leda el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la llevaa su término. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente desabiduría y de libertad, de gozo y de confianza” (301). Es lo que hemos escuchado en la primera lectura: amas a todos los seres y nada de lo quehiciste aborreces, pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses

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querido? ¿cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo,Señor que amas la vida (cit. en 301) [toda esta afirmación de la Providencia de Dios es negada

por el movimiento deísta inglés (285)][7]

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2 – Omnipotencia y Misericordia La misma acción providente de Dios es reconocida al rezar el Credo, ya que decimos:“Creo en Dios Padre Todopoderoso”. Acerca de esto comenta el Catecismo: “Dios es el PadreTodopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra en efecto, suomnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades; por la adopciónfilial que nos da (Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señortodopoderoso, 2Co 6,18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en elmás alto grado perdonando libremente los pecados” (270). Esta última afirmación, particularmente osada, también la hemos escuchado en laprimera lectura: Te compadeces de todos porque lo puedes todo. Y el catecismo la subraya: “Diosmanifiesta su omnipotencia convirtiéndonos de nuestros pecados y restableciéndonos ensu amistad por la gracia” (277). Es así que en la parábola leída el domingo pasado, elpublicano con su actitud está haciendo un tremendo acto de fe en la omnipotencia deDios. Y en el evangelio de este domingo, sucede lo mismo con Zaqueo. De hecho, laactitud tomada por éste respecto de sus bienes manifiesta la tremenda potencia de la graciadivina y por eso Jesús puede decir, jugando con su propio nombre: hoy la Salvación de Diosha llegado a esta casa (Jesús significa “Dios salva” o “Salvación de Dios”). Por ello novacilemos en acudir a la misericordia de Dios a través de la confesión: arrojémonos en lasmanos de Dios y no en manos de los hombres; pues cual es su Grandeza es su Bondad (Sir 2,18). En relación con lo que venimos diciendo, hay que advertir un elemento importante. Nodebemos pensar que, por el hecho de ser omnipotente, Dios actúe de manera despótica,arbitraria y caprichosa. De ninguna manera. La acción omnipotente de Dios, como acciónpaternal que es, no es algo arbitrario sino que su omnipotencia está guiada por su Sabiduríay su Bondad. Dice santo Tomás: “En Dios el poder y la esencia, la voluntad y lainteligencia, la sabiduría y la justicia son una sola cosa, de suerte que nada puede haber enel poder divino que no pueda estar en la justa voluntad de Dios o en su sabia inteligencia”(cit. en 272) [esta realidad es negada por toda la corriente voluntarista, que incluye aLutero, Calvino y todo el protestantismo, quienes afirman que Dios actúa de maneracaprichosa, que hace las cosas porque quiere y punto. Por ejemplo, los mandamientos sonasí por puro antojo de Dios; podría haber sido bueno, si Dios hubiese querido, que en vezde no matar, se hubiese mandado matar]. Y por ello se pregunta el catecismo: “De no serpor nuestra fe en que el amor de Dios es todopoderoso, ¿cómo creer que el Padre nos hapodido crear, el Hijo rescatar, el Espíritu Santo santificar?” (278).

3 – Omnipotencia y Mal: necesidad de la fe Hay, sin embargo, un elemento que pone a prueba esta fe, y es la experiencia del mal y

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del sufrimiento. A veces, Dios puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Es aquídonde se nos exige de manera especial la obediencia de la fe. Dice el catecismo: “DiosPadre ha revelado su omnipotencia de la manera más misteriosa en el anonadamientovoluntario y en la Resurrección de su Hijo, por los cuales ha vencido el mal. Así, Cristocrucificado es poder de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que lasabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres (1Co). En laResurrección y en la exaltación de Cristo es donde el Padre desplegó el vigor de su fuerza ymanifestó la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes (Ef)” (272). Es, por lo tanto, la fe algo completamente necesario para aceptar la omnipotencia divinay aceptándola todo lo demás se hace más sencillo: “nada es, pues, más propio para afianzarnuestra Fe y nuestra Esperanza que la convicción profundamente arraigada en nuestrasalmas de que nada es imposible para Dios. Porque todo lo que (el Creador) propondráluego a nuestra fe, las cosas más grandes, las más incomprensibles, así como las máselevadas por encima de las leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que nuestrarazón tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitirá fácilmente y sin vacilaciónalguna” (274). Así fue que Abraham llegó a ofrecer a su propio hijo en sacrificio deholocausto, pues creyó que poderoso es Dios para resucitar de entre los muertos (Hb 11,19).

4 – Conclusión “De todos los atributos divinos, sólo la omnipotencia de Dios es nombrada en elSímbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que esaomnipotencia: - es universal, porque Dios, que ha creado todo, rige todo y lo puede todo [contra eldeísmo]; - es amorosa, porque Dios es nuestro Padre [contra el protestantismo]; - es misteriosa, porque sólo la fe puede descubrirla cuando se manifiesta en la debilidad (2Co12,9) [contra el racionalismo]” (268). En Zaqueo todo esto se ha verificado. “Sólo la fe puede adherir a las vías misteriosas de la Omnipotencia de Dios. Esta fe segloría de sus debilidades con el fin de atraer sobre sí el poder de Cristo. De esta fe, laVirgen María es el modelo supremo: ella creyó que nada es imposible para Dios y pudoproclamar las grandezas del Señor: el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su Nombre esSanto” (273).

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CatIC 988-1004 C-32 Lc 20,27-38/ 2Mac 6,1;7,1-2.9-14 / Sal 17 / 2Tes 2,16-3,5

FIN DEL CAMINO: LA RESURRECCIÓN

Jesús se encuentra en Jerusalén en el momento culminante de su misión. Precisamente aJerusalén estaba orientado todo su Camino. Y llegando al término de su Camino, surge estacuestión que se refiere al término de nuestro Camino. La pregunta que se suscita es ¿quésucederá con nosotros cuando muramos? Veamos el evangelio.

1 – El problema de la resurrección ¿Quiénes eran estos que preguntaron a Jesús? Los saduceos eran uno de los grupospolítico-religiosos que existían en aquella época. En este grupo estaban los miembros dela aristocracia sacerdotal. Eran opuestos a los fariseos y tenían buenas relaciones con losromanos. En cuanto a sus creencias, se puede decir que eran los materialistas o liberalesde la época. De hecho, rechazaban la existencia de los ángeles y la esperanza en la vidaeterna y la resurrección, y la Providencia de Dios. De la Biblia, ellos sólo aceptaban loscinco primeros libros (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). El caso que le plantean a Jesús está fundado en una norma legal del AT: la ley dellevirato (cf. Dt 25,5ss). Esta ley mandaba que cuando un hombre moría sin dejardescendencia, el hermano tenía obligación de casarse con la viuda para asegurar ladescendencia que debía llevar el nombre del difunto: para que el nombre no se extinga en Israel(v. 6). Los fariseos no eran capaces de responder a la objeción planteada por los saduceosporque para los fariseos resucitar significaba retomar la vida terrena con todas suscaracterísticas, incluidos el matrimonio y la procreación (incluso más: como tener muchoshijos era considerada la bendición mas grande, había algunos que decían que la mujer,después de la resurrección, ¡daría a luz un niño por día!). Evidentemente, una concepciónde la resurrección tan materialista conlleva enormes dificultades. Es el mismo problemaque va a enfrentar san Pablo cuando predique este misterio en Atenas (cf. He 17). “Desdeel principio, la fe cristiana en la resurrección ha encontrado incomprensiones yoposiciones. San Agustín: “En ningún punto la fe cristiana encuentra más contradicciónque en la resurrección de la carne”. Se acepta muy comúnmente que, después de lamuerte, la vida de la persona humana continua de una forma espiritual. Pero ¿cómo creerque este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna?” (996).Muchos errores y resistencias que existen respecto de la doctrina sobre la inmortalidad ola resurrección se deben a esa concepción materialista de la resurrección.

2 – La respuesta de Jesús Jesús, en su respuesta, confirma la postura de los fariseos, pero corrigiendo aquello que

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había de erróneo: en este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son dignos departicipar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir porque sonsemejantes a los ángeles… Jesús establece una clara diferencia en las condiciones de vida enuno y otro caso. La vida presente está muy marcada por la dependencia de cosas materiales(fundamentalmente alimento, vestimenta, vivienda y procreación). Pero, la resurrecciónsignifica vivir una vida espiritualizada. En el mundo futuro no existirán las necesidades dela vida presente, y, puesto que no habrá más muerte, tampoco habrá necesidad de procrearhijos, y entonces de matrimonio, dado que el matrimonio (y, en consecuencia, el sexo, quees al servicio de la vida) tiene como finalidad principal la generación de nuevas vidas. La respuesta dada por Jesucristo implica varios elementos, que conviene quedesglosemos brevemente: - ¿Qué es resucitar? La re-unión del alma con su cuerpo (997). “En la resurrecciónDios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo connuestra alma” (1016). - ¿Quién resucitará? “Todos los hombres que han muerto: los que hayan hecho el bienresucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación (Jn 5,29)” (998). Cf. 1ªlectura: para ti la resurrección no será para la vida. - ¿Cómo? Esto es lo que nos cuesta entender. “Cristo resucitó con su propio cuerpo:mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo; pero Él no volvió a una vida terrenal. Del mismomodo, en Él todos resucitarán con su propio cuerpo, que tienen ahora, pero… en cuerpoespiritual… Este como sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no esaccesible más que en la fe…” (999-1000, 1007). - ¿Cuándo? “Sin duda, en el último día… El Señor mismo, a la orden dada por la voz de unarcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primerlugar” (1001).

3 – La Resurrección en la Revelación En el relato evangélico hemos visto que, luego de responder, Jesús contraatacamostrando abiertamente la incredulidad de los saduceos ya que ni siquiera aceptaban lasenseñanzas del libro del Éxodo donde se lee la frase citada por el Señor: Que los muertosvan a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor “el Dios deAbraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes…En realidad, “la resurrección de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a suPueblo. La esperanza en la resurrección corporal de los muertos se impuso como unaconsecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma ycuerpo. El creador del cielo y de la tierra es también Aquel que mantiene fielmente suAlianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarsela fe en la resurrección” (992) y se hace manifiesta en los Macabeos, confesión que hemosescuchado en la primera lectura: El Rey del mundo… nos resucitará a una vida eterna… Espreferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por

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Él. Pero hay más: “Jesús vincula la fe en la resurrección a la fe en su propia persona: Yo soyla resurrección y la vida. Es el mismo Jesús el que resucitará en el último día a quienes hayancreído en Él y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre. En su vida pública ofrece yaun signo y una prenda de la resurrección devolviendo la vida a algunos muertos…” (994).Por otra parte, “si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, encierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo… Sepultados con Él en el bautismo,con Él también habéis resucitado por la fe…” (1002).

4 – Conclusión “Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elementoesencial de la fe cristiana. Tertuliano: “La resurrección de los muertos es esperanza de loscristianos; somos cristianos por creer en ella”. San Pablo: ¿Cómo andan diciendo algunos entrevosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristoresucitó… ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron (1Co 15)”(991). “Ser testigo de Cristo es ser testigo de su Resurrección, haber comido y bebido con Él después de suresurrección de entre los muertos. La esperanza cristiana en la resurrección esta totalmentemarcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como Él, conÉl, por Él. Esperando este día, el cuerpo y el alma del creyente participan ya de ladignidad de ser en Cristo; donde se basa la exigencia del respeto hacia el propio cuerpo, ytambién hacia el ajeno… El cuerpo es para el Señor y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó alSeñor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder… Glorificad, por tanto, a Dios en vuestrocuerpo” (995, 1004).

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CatIC 2828-2837 C-33 Lc 21,5-19 / Mal 3,19-20a / Sal 98 / 2Tes 3,7-12

ESPÍRITU DEL CAMINO: VIVIR EL DÍA

Queridos hermanos, vamos aproximándonos al final del año litúrgico y, por lo tanto, alfinal del Camino que el evangelio de san Lucas nos ha ido presentando a lo largo de esteaño. La lectura del evangelio, de hecho, está tomada del último discurso de Cristo, aquel enel que entrelaza la referencia a la destrucción de Jerusalén y su Templo con el fin delmundo.

1 – Aquel Día ¿Cuándo sucederá eso? preguntan los discípulos. Y Jesús no lo dice. No lo dice porque nonos sirve. En cambio dice lo que sí nos sirve. Y sobre todo nos enseña a mirar las cosascon más profundidad. Para comprender mejor observemos la 1ª lectura. El profeta Malaquías habla de el Día que viene. En la tradición bíblica aparece este Díaentendido como una intervención especial de Dios (cf. Am 5,8ss.; 2Pe 3,10), en el cual,como hemos escuchado, va a actuar Dios purificando el universo (cf. 1ª lectura). ¿Cuándoes ese Día? Amós lo llama el Día de Yahvé, el Día del Señor. Pero ¿cómo se puede entenderun Día respecto de Dios? Dicho de otra manera: desde la perspectiva de Dios, ¿qué seentiende por Día? Es claro que Dios no tiene tiempo, está fuera de él. Esto nos obliga amirar con más profundidad que la que podemos entender a primera vista. Para obtener una respuesta a nivel más profundo, es útil recordar lo que nosotrosmismos hemos cantado cuando celebramos la Pascua: Este es el Día que hizo el Señor. No setrata únicamente de un día que habrá de venir, sino del accionar de Dios ya presente pararenovar el universo a través de Cristo, acción que se va desarrollando hasta que Diosintervenga para el establecimiento definitivo de los nuevos cielos y la nueva tierra. ¿Cómo hemos de vivir nosotros frente a esta realidad? Con absoluta tranquilidad yconfianza. En el evangelio Jesucristo insiste en que mantengamos esta actitud. También lohemos escuchado en la primera lectura.

2 – Danos En realidad esto que venimos diciendo es lo que está incluido de manera profunda enlo que Cristo nos enseñó a rezar: Danos hoy nuestro pan de cada día. ¿Qué pedimos cuándodecimos estas palabras? Al pronunciar esas palabras ¿qué realidades tenemos presente? Lo primero que hemos de considerar es la Bondad del Padre celestial que nos lleva adecir Danos. Fijémonos que la primera lectura se refiere a los que temen al Señor, o seaaquellos que se esfuerzan en no ofender o lastimar a Dios. Por eso mismo Jesús reasegura

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en el evangelio que no hay nada que temer. Lo cual no significa un abandono total, un descuido de nuestros deberes (cf. 2ª lectura),sino una sencilla confianza en Dios: “El Padre que nos da la vida no puede dejar dedarnos el alimento necesario para ella, todos los bienes convenientes, materiales yespirituales. En el Sermón de la Montaña, Jesús insiste en esta confianza filial que cooperacon la Providencia de nuestro Padre. No nos impone ninguna pasividad, sino que quierelibrarnos de toda inquietud agobiante y de toda preocupación. Así es el abandono filial delos hijos de Dios” (2830). Decía san Cipriano de Cartago: “A los que buscan el Reino y la justicia de Dios, Él lespromete darles todo por añadidura. Todo en efecto pertenece a Dios: al que posee a Dios,nada le falta, si él mismo no falta a Dios”. Y de allí la antigua expresión “Ora et labora” (san Benito). O aquella otra: “Orad comosi todo dependiese de Dios y trabajad como si todo dependiese de vosotros” (san Ignacio).A lo cual comenta el catecismo: “Después de realizado nuestro trabajo, el alimentocontinúa siendo don de nuestro Padre; es bueno pedírselo, dándole gracias por él. Este esel sentido de la bendición de la mesa en una familia cristiana” (2834). Es claro que, cuando pedimos el pan, no entendemos solamente el material sino sobretodo el espiritual: “el sentido específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere alPan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristorecibido en la Eucaristía” (2836) Por supuesto que, si vivimos auténticamente nuestra condición de hijos de Dios, nopodemos no incluir a los demás hombres. Por eso cuando decimos danos lo reconocemoscomo Padre de todos los hombres y le pedimos por todos ellos, incluso por los malos paraque se conviertan y se regocijen en Dios como nosotros. No podemos entender laspalabras de Jesús que hemos escuchado en el evangelio de hoy como un simple “sálvesequien pueda”, olvidando las exigencias de la Caridad (San Pablo, por ejemplo, que padeciótantas persecuciones de sus propios hermanos de raza judía a causa del evangelio, exclama:el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios a favor de ellos es que se salven; cf. Ro 10,1). Además, elhecho de que unos posean unos bienes y otros tengan otros bienes es para que se realicela comunión por la participación (cf. 2833).

3 – Cada día es hoy Pero esa confianza y tranquilidad que el Señor refiere en el evangelio de hoy estánexpresadas, sobre todo, por la palabra Hoy reforzada por la expresión cada día. Porque “estehoy no es solamente el de nuestro tiempo mortal: es el Hoy de Dios” (2836). Así locomenta san Ambrosio: “si recibes el pan cada día, cada día para ti es hoy. Si Jesucristo espara ti hoy, todos los días resucita para ti. ¿Cómo es eso? Tú eres mi Hijo; yo te he engendradohoy. Hoy, es decir, cuando Cristo resucita”. ¿Cómo hacemos para vivir este hoy de Dios? ¿Cómo traducimos la eternidad en nuestrotiempo? Por la re-iteración, la repetición de un mismo acto, la perseverancia a que el Señor

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nos insta en el evangelio de hoy. Por eso, Jesús reforzó o profundizó la palabra hoy con laexpresión cada día, que es el término que sintetiza todo lo que venimos diciendo en nuestrareflexión: “la palabra griega epiousios, sólo se emplea aquí en todo el Nuevo Testamento.Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de hoy para confirmarnos enuna confianza ‘sin reserva’. Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a lavida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia. Tomada al pie de laletra (epiousios: lo más esencial), designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo,‘remedio de la inmortalidad’, sin el cual no tenemos la Vida en nosotros. Finalmente, ligadoa lo que precede, el sentido celestial es claro: este día es el del Señor, el del Festín delReino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso convieneque la liturgia eucarística se celebre cada día” (2837).

4 – Conclusión En síntesis, queridos hermanos, aproximándose el fin del año litúrgico, las lecturas nosllevan a considerar el fin de todas las cosas. Ante esta perspectiva, ¿cuál ha de ser nuestraactitud? ¿Desesperación, inquietud, angustia? No. Cristo quiere que confiemos en el Padrecelestial. Jesús al enseñarnos a decir danos hoy nuestro pan de cada día nos ha enseñado a tenerpresente ese momento, a vivir el Día de Yahvé; pero nos enseña a tenerlo presente de talmanera que lo vivamos perseverando en la tranquilidad y confianza de nuestra condiciónde hijos. Y esta es la cumbre del Camino del Espíritu: que seamos hijos de Dios viviendocomo El Hijo de Dios. María Santísima nos guíe en este Camino.

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FIESTAS DEL TIEMPO ORDINARIO

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CatIC 1020-1037 C-34 (Cristo Rey) Lc 23,35-43 / 2Sam 5,1-3 / Sal 122 / Co 1,12-20

FIN DEL CAMINO

Queridos hermanos, con la solemnidad de este día, Cristo Rey, terminamos el añolitúrgico y por lo tanto terminamos con nuestra reflexión acerca del Camino del Espíritu.Y no podemos terminar con un texto más lleno de significado. De manera especial elevangelio nos muestra el término o fin de lo que es el camino de todo hombre.

1 – El Fin: la muerte y el juicio particular La escena que nos refiere tiene lugar, como ustedes han advertido, precisamente elmomento final de la vida de Nuestro Señor y los dos ladrones crucificados a su lado. Esel momento de la muerte, momento de especial importancia ya que “pone fin a la vida delhombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada enCristo” (1021). A partir de ese momento el hombre recibe la retribución inmediata comoconsecuencia de sus obras y de su fe. “… la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón,así como otros textos del Nuevo Testamento, hablan de un último destino del alma quepuede ser diferente para unos y para otros” (1021). ¿En qué va la diferencia? El catecismo lo señala claramente: “cada hombre, después demorir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refieresu vida a Cristo…” (1022). O, como dice san Juan de la Cruz, “al atardecer te examinaránen el amor”. ¿No es ilustrado esto, de una manera dramática, por el episodio que hemosoído? ¿Qué sucede con el otro ladrón, con el que no se dirige a Cristo, con el que no leimplora? Es aterrador tan sólo pensarlo. Concluye el catecismo: cada hombre recibe su retribución eterna “bien a través de unapurificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, bien paracondenarse inmediatamente para siempre”. Cabe aclarar que aquí el catecismo estáhablando del juicio particular, al que cada alma es sometida inmediatamente después de lamuerte. No se refiere al juicio universal que va a tener lugar luego de la resurrección delos muertos.

2 – El Fin: Cielo o Infierno ¿Qué le dice Jesús al buen ladrón? Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Esta es la definicióndel cielo: “vivir en el cielo es estar con Cristo. Los elegidos viven en Él, aún más, tienen allí,o mejor, encuentra allí su verdadera identidad, su propio nombre” (1025). Por eso dice sanAmbrosio: “pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está elreino”.

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¿Quiénes pueden aspirar a estar con Cristo? “Los que mueren en la gracia y la amistadde Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son parasiempre semejantes a Dios, porque lo ven tal cual es, cara a cara” (1023). No podemos ni remotamente imaginarnos la hermosura de esta experiencia. La Bibliausa distintas imágenes para expresarla: “vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino,casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso…” (1027), pero finalmente san Pablo muestra quetodas esas imágenes no bastan para dar una idea perfecta de lo que será: lo que ni el ojo vio,ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman (1Co 2,9). A pesar de no poder llegar a comprenderlo plenamente, no hay duda de que es lomáximo a lo que podemos aspirar, como lo señala san Cipriano de Cartago: “¡Cuál no serátu gloria y tu dicha! Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegríasde la salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios…, gozar en elReino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, habiendoalcanzado las alegrías de la inmortalidad”. El cielo es, entonces, el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas delhombre, el estado supremo y definitivo de dicha, la vida perfecta, vivida en comunión conla Santísima Trinidad, la Virgen y todos los ángeles y bienaventurados (cf. 1024). Todobien, sin mezcla de mal alguno, ni la más mínima pequeña tristeza estará presente. Esto eslo que es prometido por Cristo al buen ladrón: hoy. Evidentemente, un elemento que aparece claramente expresado en el relato evangélicoes la libertad de los hombres. Mientras el buen ladrón se acoge a la misericordia de Cristo,el otro ladrón tan solo sigue insultándolo. ¿No es esto algo que deja perplejo e indigna?Sin embargo es la realidad de la libertad. Por eso el catecismo señala que “salvo queelijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar aDios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos:quien no ama permanece en la muerte… Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acogeral amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre pornuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión conDios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno” (1033). Así como no podemos llegar a comprender la felicidad que significa la visión cara a carade Dios, tampoco podemos llegar a comprender lo que significa la frustración de perderesa visión para siempre, pero es verdad que “la pena principal del infierno consiste en laseparación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira” (1035). La dureza de esta realidad no nos debe llevar a cerrar los ojos a ella. “Jesús habla confrecuencia de la gehenna y del fuego que nunca se apaga reservado a los que, hasta el fin de suvida rehúsan creen y convertirse…” (1034). Por otro lado, hemos de recordar que “Diosno predestina a nadie a ir al infierno; para que eso suceda es necesaria una aversiónvoluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final” (1037).

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3 – Etapa intermedia: el Purgatorio Puede darse, entonces, el hecho de que alguien cometa un pecado mortal que lollevaría a condenarse eternamente, pero que se arrepienta. Con ese arrepentimiento que,por supuesto, debe ser sincero (a Dios nadie lo engaña) y además íntegro (es decircomprendiendo todos los pecados mortales), ese tal asegura su entrada al cielo. Pero,dependiendo del grado de arrepentimiento el alma se encuentra en mejor o peor condiciónpara acceder al cielo. Por eso la Iglesia ha sostenido la existencia del Purgatorio: “los quemueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunqueestán seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a finde obtener la santidad necesaria para entrar en el cielo” (1031). Esta realidad del Purgatorio se ve confirmada por la enseñanza bíblica del segundolibro de los Macabeos, donde se lee que Judas Macabeo mandó hacer un sacrificio expiatorioa favor de los muertos para que quedaran liberados el pecado (12,46). “No dudemos, pues, ensocorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos”, dice san JuanCrisóstomo. De manera especial lo que más sirve es el ofrecimiento de misas y laaplicación de indulgencias a esas benditas almas. De todas maneras, la realidad del Purgatorio es temporal, no eterna. Se acaba, no durapara siempre. Por eso no se puede comparar el Purgatorio con el Infierno (cf. 1031).

4 – Conclusión Queridos hermanos, hemos llegado al fin del año litúrgico, hemos llegado al final delCamino. Concluímos con un episodio a la vez esperanzador y tremendo. Pero, “lasafirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son unllamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relacióncon su destino eterno… Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso elcamino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y quéangosto el camino que lleva a la Vida!, y pocos son los que la encuentran” (1035). Si reconocemos realmente a Cristo como nuestro Rey, dejándonos guiar por su Espíritu,tal como lo hizo María Santísima, no hemos de temer ningún mal, sino que podremosescuchar gozosos las palabras que la Iglesia dice al alma que está a punto de partir: “almacristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que tecreó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre delEspíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz… que puedascontemplar cara a cara a tu Redentor…” (1020). Amén.

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CatIC 966.2617-2619.2673-2679 C-Asunción Lc 1,39-56 / Ap 11,19a;12,1-6a.10 / Sal 45 / 1Co 15,20-27

MARÍA, ESTRELLA DE ESPERANZA

Dijo Juan Pablo II: “María fue llevada al cielo; se alegra el ejército de los ángeles. Laliturgia de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada hacia la Virgen... es una invitación a mirarhacia lo alto, a mirar a María glorificada también en su cuerpo, para que recuperemos elauténtico sentido de la existencia y nos animemos nuevamente a caminar con confianza porlos caminos de la vida... María nos anima ahora, desde el Paraíso a caminar sin vacilacionesal Reino de Dios” (L’Osservatore Romano 21-08-98, p.1).

1 – La Asunción ¿Por qué María fue elevada al cielo en cuerpo y alma? “... la Virgen Inmaculada... fueasunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y enaltecida por Dios como Reina deluniverso, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedordel pecado y de la muerte. La Asunción de la Santísima Virgen constituye unaparticipación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrecciónde los demás cristianos” (966). Tenemos por lo tanto dos motivos: a) ser conformada más plenamente a su Hijo: esdecir, adquirir una disposición o conformación más semejante a Jesucristo en su plenitud,por su participación singular en la Resurrección de su Hijo; b) constituye una anticipaciónde la resurrección de los demás cristianos: por ello es una estrella de esperanza en nuestraperegrinación por esta vida, en este Camino que debemos recorrer. Hemos referido varias veces que en el presente ciclo, el evangelio de Lucas nospresenta a Jesús recorriendo el Camino hacia Jerusalén, enseñándonoscontemporáneamente como debe ser nuestro caminar para llegar a la Jerusalén celestial, alReino de Dios. En esta línea de reflexión, se nos presenta hoy a nuestra consideración lafigura de la Ssma. Virgen, conforme a lo que enseña el catecismo: “Jesús, el únicoMediador, es el Camino de nuestra oración; María, su Madre y nuestra Madre, es puratransparencia de Él: María muestra el Camino, es su Signo...” (2674). Veamos, con relación a ella, cómo se nos refiere la actividad de la Virgen en su caminarhacia el cielo y, en segundo lugar, cómo nos unimos nosotros a Ella.

2 – La oración de la Virgen María Veámosla primero durante su peregrinación terrena: “en la fe de su humilde esclava, eldon de Dios encuentra la acogida que esperaba desde el comienzo de los tiempos. La queel Omnipotente ha hecho llena de gracia responde con la ofrenda de todo su ser: He aquí la

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esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Fiat, ésta es la oración cristiana: ser todo de Él,ya que Él es todo nuestro”. ¿Cómo alcanza esa disposición plena delante de Dios? Por laoración: “su oración coopera de manera única con el designio amoroso del Padre: en laanunciación para la concepción de Cristo; en Pentecostés para la formación de la Iglesia,Cuerpo de Cristo” (2617). ¿Cómo actúa para con los hombres? “El Evangelio nos revela cómo María ora eintercede en la fe: en Caná, la madre de Jesús ruega a su hijo por las necesidades de unbanquete de bodas, signo de otro banquete, el de las bodas del Cordero que da su Cuerpoy su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa” (2618). “Desde el consentimiento dado porla fe en la Anunciación y mantenido sin vacilar al pie de la cruz, la maternidad de María seextiende definitivamente a los hermanos y hermanas de su Hijo, que son peregrinostodavía y que están ante los peligros y las miserias” (2674). Así la vemos activa en bien delos hombres al inicio y al término de la vida pública de Jesús. Disposición para con Dios e intercesión para con los hombres, María también nosenseña a dar a Dios el culto debido, con su cántico, el Magníficat, que hemos escuchadoen el evangelio; “cántico de acción de gracias por la plenitud de gracias derramadas en laEconomía de la Salvación...” (2619). En síntesis, María aparece profundamente, totalmente comprometida con la acción deDios en el mundo, co-operando en todo su plan, a lo largo de toda su vida: “coopera demanera única con el designio amoroso del Padre”.

3 – En comunión con la Santa Madre de Dios “A partir de esta cooperación singular de María a la acción del Espíritu Santo, lasIglesias han desarrollado la oración a la santa Madre de Dios... (En) esta oración sealternan habitualmente dos movimientos: uno engrandece al Señor por las maravillas queha hecho en su humilde esclava, y por medio de ella, en todos los seres humanos; elsegundo confía a la Madre de Jesús las súplicas y alabanzas de los hijos de Dios...” (2675).Pues bien, “este doble movimiento de la oración a María ha encontrado una expresiónprivilegiada en la oración del Avemaría” (2676). Detengámonos un momento a considerarestas palabras, con las cuales nos dirigimos a ella tan frecuentemente, para percibir mejorsu significado: - “Dios te salve María (Alégrate, María)”: es Dios mismo quien por mediación de suángel (anunciador, enviado) saluda a María. Tratamos, con estas palabras, de mirar a Maríacon la mirada que Dios ha puesto sobre ella y a alegrarnos con el gozo que Diosencuentra en ella. - “Llena de gracia, el Señor es contigo”: las dos palabras del saludo del ángel seaclaran mutuamente: María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia dela que está colmada es la presencia de Aquel que es la fuente de toda gracia. María, enquien va a habitar el Señor es el Arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria delSeñor (cf. 1ª lectura).

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- “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”:son las palabras de Isabel que hemos escuchado en el evangelio de hoy. María es benditaentre todas las mujeres porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor. Asícomo Abraham, por su fe, se convirtió en bendición para todas las naciones de la tierra, demanera semejante, María, por su fe, vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cualtodas las naciones de la tierra reciben a Aquél que es la bendición misma de Dios: “Jesús,el fruto bendito de tu vientre”. - Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...”: porque es madre de Dios ymadre nuestra podemos confiarle nuestros cuidados y nuestras peticiones. Entonces ellaora por nosotros como oró por sí misma: Hágase en mí según tu palabra. Y nosotros,confiándonos a su oración, aprendemos con ella a abandonarnos en la voluntad de Dios ydecimos: Hágase tu voluntad. - “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”: ante la que esToda Pura nos reconocemos pecadores y nos ponemos en sus manos “ahora”, en el hoyde nuestras vidas, y “en la hora de nuestra muerte”; que esté presente en esa hora, comoestuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acojacomo madre nuestra para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso.

4 – Conclusión “Cuando le rezamos a María, nos adherimos con ella al designio del Padre, que envía asu Hijo para salvar a todos los hombres... Podemos orar con ella y orarle a ella. La oraciónde la Iglesia está como apoyada en la oración de María. Y con ella está unida en laesperanza” (2679).

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CatIC 2639-2643 C-Todos los Santos Mt 5,1-12a / Ap 7,2-4.9-14 / Sal 24 / 1Jn 3,1-3

LOS CAMINOS DEL ESPÍRITU

Queridos hermanos, la solemnidad que estamos celebrando debe llenar nuestra alma degozo y admiración. ¿Qué consideramos hoy? Sencillamente, las maravillas del Espíritu.

1 – Las maravillas de Dios Precisamente una de las características del evangelio que estamos leyendo este año, elde san Lucas, es la frecuencia con que menciona “la admiración y la alabanza ante lasmaravillas de Cristo” (2640) quien, como hemos señalado varias veces, aparece guiado porel Espíritu. En la primera lectura, tomada del Apocalipsis, hemos escuchado cómo se vive esaadmiración y alabanza de Dios. “Los profetas y los santos, todos los que fuerondegollados en la tierra por dar testimonio de Jesús, la muchedumbre inmensa de los que,venidos de la gran tribulación nos han precedido en el Reino, cantan la alabanza de gloriade Aquel que se sienta en el trono y del Cordero” (2642).

2 – El evangelio del Espíritu Entre uno y otro momento, o sea entre lo hecho en y por Cristo y lo que transcurre enla Jerusalén celestial, se ubica la acción del Espíritu en la Iglesia peregrina. El mismo sanLucas subraya la admiración y la alabanza “respecto a las acciones del Espíritu Santo queson los hechos de los apóstoles”. Esto se ve en el primer núcleo de la Iglesia, lacomunidad de Jerusalén (He 2,47), lo hace el tullido curado por Pedro y Juan (3,9), ytambién la muchedumbre que presenció lo del tullido (4,21) y los gentiles de Pisidia que sealegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor (cf. 2640). De manera significativa el librode los Hechos de los Apóstoles es llamado el evangelio del Espíritu Santo. Y hay que advertir que esa acción del Espíritu ha continuado y continúa en la Iglesia.Permítanme leerles un extracto de una prédica de san Alberto Hurtado (Reglas para sentircon la Iglesia) que nos manifiesta esta maravilla: En el siglo IV: “Queremos servir a Dios a nuestro modo. Vamos a construir una columna yencima de la columna una plataforma pequeña... bastante alta para quedar fuera del alcance de las manos,y no tanto que no podamos hablarles... La caridad de los fieles nos dará alimento, ¡oraremos!” [se refierea los monjes llamados estilitas, que vivían sobre una columna]… De todo el mundoRomano venían a verlos, arreglaban los vicios, predicaban. San Simón Estilita, y con élotros... Otro grupo raro: “Nos vamos al desierto, a los rincones más alejados para toda la vida. Vamos a

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pelear contra el diablo, a ayunar y a orar... a vivir en una roca” [monjes anacoretas de los primerossiglos]… Nosotros hoy, despedazados al loco ritmo de la vida moderna, recordamos a losAnacoretas con un poco de nostalgia; todos los santos monjes y eremitas, ustedes que hallaron aDios en la paz: rogad por nosotros. El tiempo de las Cruzadas. La gran amenaza del Islam. Llegan unos religiosos biencuriosos. ¿Para nosotros qué es un religioso? ¿Manso, manos en las mangas, modesto, oyeconfesiones de beatas, birrete? No tienen birrete sino casco, espada en lugar de Rosario...Religiosos guerreros. Hacían los tres votos de religiosos para pelear mejor. Hacían uncuarto voto: el de los templarios, voto solemne: “no retroceder lo largo de su lanza,cuando solos tenían que enfrentar a tres enemigos”. Vienen otros [mercedarios], tímidos, humildes, pordioseros… Los de la Merced, unvoto: ¡quedarse como rehenes para lograr la libertad de los fieles! ¿Qué habríamos hecho nosotros con san Francisco de Asís? ¡Lo habríamos encerradocomo loco! ¿No es de loco desnudarse totalmente en el almacén de su padre para probarque nada hay necesario? ¿No era de loco cortar los cabellos de Santa Clara sin permiso denadie? Cuando el fuego le devoraba el hábito dice: “no lo apagues, es el hermano fuego que tienehambre”. ¿Qué habríamos hecho nosotros? En el almacén, el obispo le arrojó su manto,símbolo de la Iglesia que lo acepta. Vienen los Cartujos, que no hablan hasta la muerte. Si el superior le manda a predicar,puede decir: ¡No, es contra la Regla! ¡Absurdo, después de 7 años... a predicar! La Iglesiamantuvo la libertad de los Cartujos: quieren mantenerse en silencio, ¡pueden hacerlo!Pozos de ciencia, sin hablar. ¡Nuestro sentido burgués! Vienen los Frailes Predicadores, los Dominicos: le da su bendición a losPredicadores... San Francisco de Asís: una idea: construir un templo con cuatro paredes sin ventanas,un pilar, un techo, un altar, dos velas y un crucifijo. ¡Ah no! Eso es un galpón... Vamos acolgar cuadritos... vamos a poner bancos y cojines... ¡Nada!, dice San Francisco. Granbendición a su Iglesia y fabulosas indulgencias. Es el recuerdo del Pesebre de Belén. En los primeros tiempos de los jesuitas, hay dos cardenales Farnese y Ludovisi yconstruyen el Gesù y San Ignacio. El Gesù: columnas torneadas, oro y lapislázuli... Labóveda... 20 años pintando la bóveda: Nubes, santos y bienaventurados. Y San Luis...ángeles mofletudos y barrigones... El altar hasta el techo, con Moisés y Abraham bienbarbudos. Nosotros diríamos: “eso es demasiado, falta de gusto, de moderación”. Y la Iglesiabendijo al Gesù y San Ignacio. No es el pesebre, es la gloria tumultuosa de laResurrección. En la Iglesia se puede rezar de todos modos: vocal, meditación, contemplación, hastacon los pies (es decir, en romería). Los herejes, en cambio: fuera lámpara, fuera imágenes,fuera medallas... Hay pueblos que no quieren besar el anillo, sino que lo olfatean. ¡Bien, pueden

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hacerlo! Iglesias en estilo chino ¿De dónde sacan que el Gótico es el único estilo? Santa Sofía,San Pedro... …Para pensar conforme a la Iglesia hay que tener el criterio del Espíritu Santo que esancho. En el Congo ¿podemos pintar ángeles negros? ¡Claro! ¿Y Nuestra Señora negra yJesús negro? ¡Sí! Ese Jesús chino... ¡admirable! Nuestro Señor, en los límites de su cuerpomortal, no podía manifestar toda su riqueza divina. En el Congo un Padre compró cuadrosde la Bonne Presse. Muestra el infierno, y los negros entusiasmados. No había ningún negro,¡sólo blancos! ¡Ningún negro en el infierno! Alabemos todo lo que se hace en la Iglesia bajo la bendición del Espíritu Santo.¡Cuando la Iglesia mantiene una libertad, alabémosla!

3 - Doxología Una muchedumbre inmensa de toda nación, raza, pueblo y lenguas, decía la primera lectura. Laconsideración de tantas maravillas nos deben llevar a darnos cuenta cuánto más grande esel autor de todas ellas y, en consecuencia a alabarlo. Si nos llena de admiración y nosmueve a alabar a Dios el contemplar las maravillas de la creación, ¿cuánto más no nosdebe llenar de admiración la obra realizada por el Espíritu Santo en los corazones de loshombres, especialmente de los santos? Sobre todo, “a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha realizado en su Hijo: suencarnación, su muerte vencedora de la muerte, su resurrección y su ascensión a suderecha. De esta ‘maravilla’ de toda la Economía de la salvación brota la doxología, laalabanza a Dios” (2641). Porque “la alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa queDios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Éles. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes deverle en la Gloria. Mediante ella, el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimoniode que somos hijos de Dios, da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y porquien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oración y las llevahacia Aquel que es su fuente y su término: un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosasy por el cual somos nosotros” (2639).

4 – Conclusión Y no hay forma más excelente de hacerlo que uniéndolos a Cristo en la Misa, porque“la Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la ofrenda pura de todo elCuerpo de Cristo a la gloria de su Nombre; es, según las tradiciones de Oriente y deOccidente, el sacrificio de alabanza” (2643). María Santísima, la espléndida Reina de todos los Santos, nos alcance la gracia de

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acompañarlos a ellos por toda la eternidad.

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Índice de las referenciasdel Catecismo de la Iglesia Católica

74-83.172-175. 187 84-95.2030-2040.2047-2051. 191 101-141. 181 156-159.166-184. 311 185-197. 317 198-231. 327 232-237.257-260. 161 268-278. 333 464-483. 41 484-486.512-518. 53 534.2221-2231.2599. 47 683-688. 173 689-693.696.700. 157 702-716.721. 27 717-720.904-907. 21 721-741. 177 849-856.2634-2636. 295 966.2617-2619.2673-2679. 355 988-1004. 339 1020-1037. 349 1104-1109. 201 1136-1139.1153-1186. 125 1333-1344. 165 1420-1421.2794-2796. 113 1430-1438. 225 1691-1698. 57 1699-1715. 109 1730-1748. 77 1749-1775.1803-1805.1810-1813. 87 1776-1802. 81 1803-1841. 283 1805-1809. 31 1814-1816.2087-2089. 131 1817-1821.2090-2092. 147 1822-1829.2093-2094. 141 1830-1832.2669-2672.2683-2690. 207 1846-1876. 95 1950-1965. 101 1970-1974. 135 2011-2016. 73 2044-2046.2471-2474. 237 2084-2128. 231 2168-2195. 119 2402-2406.2437-2449. 307 2407-2436. 301 2447-49 (cf. 2258-2330) 243 2464-2474. 289 2534-2557. 271 2558-2565. 261 2566-2569.2096-2097. 61

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2574-2580.2607-2616. 213 2581-2584. 217 2585-2589. 221 2598-2606.2746-2751. 105 2606-2615.2742-2745.2570-2572. 267 2639-2643. 359 2650-2660. 35 2697-2724. 249 2709-2719. 197 2725-2733. 15 2734-2751. 321 2746-2751. 153 2759-2778. 255 2822-2827.2860. 277 2828-2837. 343 2846-2849. 67

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Índice Analítico Contenidos. 7

Advertencia Previa. 11

TIEMPO DE ADVIENTO.. 13ESPERANZA, ACEDIA, ESPÍRITU.. 151 – Adviento = Esperanza. 152 – Esperanza versus Acedía. 163 – Evangelio según san Lucas: el Camino del Espíritu. 184 – Conclusión. 19EL PROFETA: HOMBRE DEL ESPÍRITU.. 211 – Elías 212 – Juan Bautista: él es Elías que debe venir 233 – La condición profética del cristiano. 244 – Conclusión: el modelo de Juan. 24KECHARITOMÉNE: PARAÍSO DE DIOS. 271 – El plan proyectado. 272 – Tiempo de Promesas 283 – Kecharitoméne 294 – Conclusión. 30DISPOSICIONES MORALES. 311 – Obras de justicia. 312 – Apuntalando la justicia. 323 – Guiando la justicia. 334 – Conclusión. 34DISPOSICIONES ESPIRITUALES. 351 – Sentido del Evangelio. 352 – Disposición y pre-disposición. 363 – Aprender a orar 374 – Conclusión. 38

TIEMPO DE NAVIDAD.. 39EMMANUEL.. 411 – Verdadero Dios y verdadero hombre 412 – ¿Cómo es hombre el Hijo de Dios?. 433 – El Corazón del Verbo Encarnado. 444 – Conclusión. 44OS HE DADO EJEMPLO.. 471 - ¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?. 472 – ¿Por qué nos has hecho esto?. 483 – Crecía en sabiduría, edad y gracia. 494 – Conclusión. 50COMPREHENDER.. 531 – En el nombre de Jesús 532 – Estupor y atesoramiento. 543 – Riqueza del misterio de Cristo. 554 – Conclusión. 56LA VIDA EN CRISTO.. 57

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1 – Los motivos de la Encarnación. 572 – El Hijo nos enseña a ser hijos 583 – La acción del Espíritu Santo. 594 – Conclusión. 59ADORACIÓN DE LOS MAGOS. 611 – Los personajes 612 – Los Magos de Oriente 623 – La Adoración, acción fundamental 634 – Conclusión. 64

TIEMPO DE CUARESMA. 65VIDA ESPIRITUAL: LA ASCÉTICA.. 671 – Las Tentaciones según la Providencia Divina. 672 – La guía del Espíritu Santo. 683 – Las respuestas de Cristo. 694 – Conclusión. 70VIDA ESPIRITUAL: LA MISTICA.. 731 – ¿Dónde somos conducidos por el Espíritu?. 732 – ¿Cómo somos transformados por el Espíritu?. 743 – Ascética y Mística. 754 – Conclusión. 75CONVERTIRSE A LA LIBERTAD.. 771 – Hay conversión si hay libertad. 772 – Pero la Libertad puede conducir a la Esclavitud. 783 – Para ser libres nos liberó Cristo. 794 – Conclusión. 80ENTRANDO EN SÍ... 811 – La Conciencia. 812 – Decidir en conciencia. 833 – La Formación de la Conciencia. 844 – Conclusión. 85PASIÓN POR LA VIRTUD.. 871 – Moralidad de un acto humano. 872 – Pasión y Pasiones 893 – Virtud o no virtud, esa es la cuestión. 904 – Conclusión. 91

SEMANA SANTA. 93EL PECADO EN LA PASIÓN.. 951 – El pecado en la Pasión. 952 – Variedad y Esencia del Pecado. 963 – Más por más, más 984 – Conclusión: Bendito sea Dios 98NUEVO TESTAMENTO.. 1011 – El lavado de los pies: mandatum.. 1012 – La Ley. 1023 – La Ley Revelada. 1034 – Conclusión. 104LA FUERZA DE LA ORACIÓN.. 1051 – La Oración de Jesús durante su vida. 1052 – La Oración Sacerdotal 1063 – La Oración de la Cruz. 1074 – Conclusión. 108

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EL NUEVO ADÁN.. 1091 – Lo que Cristo hizo y enseñó (Act 1,1) 1092 – El hombre, imagen de Dios 1103 – Restauración. 1114 – Conclusión. 111¿ESTÁS EN LOS CIELOS?. 1131 – Si habéis resucitado con Cristo. 1132 – Buscad las cosas de arriba. 1143 – La Vida en el Espíritu. 1154 – Conclusión. 116

TIEMPO PASCUAL. 117EL DOMINGO.. 1191 – Domingo: primer día, octavo día, día del Señor 1192 – Descansar en el Señor 1203 – La asamblea [= ekklesía] 1224 – Conclusión. 123EN ESPÍRITU.. 1251 – Vivir en espíritu. 1252 – Participar activamente 1263 – Cuándo y Dónde 1284 – Conclusión. 129FE.. 1311 – Oveja de Cristo y Virtudes Teologales 1312 – La Fe 1323 – Perseverancia en la fe 1334 – Conclusión. 134LA LEY NUEVA O LA CARIDAD HACIA EL PRÓJIMO.. 1351 – El Contexto. 1352 – La Novedad. 1363 – La Práctica – los Consejos Evangélicos 1384 – Conclusión. 139CARIDAD HACIA DIOS. 1411 - ¿Cómo hacerse prójimo de Dios?. 1412 – Los grados de la Caridad. 1433 – La medición de la Caridad. 1444 – Conclusión. 145ESPERANZA.. 1471 – Actualidad de esta virtud. 1472 – Naturaleza de la Esperanza y sus contrarios 1493 – Necesidad de la Esperanza. 1514 – Conclusión. 151FUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZA.. 1531 – Fundamento de nuestra esperanza. 1532 – La oración de la Hora de Jesús 1543 – En nosotros 1554 – Conclusión. 156ARDIENTE IMPULSO.. 1571 – Soplo. 1572 – Ardiente 1583 – Pará-kletós 1594 – Conclusión. 160LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y LA ECONOMÍA DE LA

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SALVACIÓN.. 1611 – Centralidad del Misterio. 1612 – La Vida de la Trinidad. 1633 – Trinidad: Fin del Camino. 1634 – Conclusión. 164PAN Y VINO.. 1651 – El pan y el vino en el AT.. 1652 – El pan y el vino en el NT.. 1673 – “El pan y el vino” hoy: el altar, elemento distintivo de la Iglesia. 1674 – Conclusión. 168

TIEMPO ORDINARIO.. 171EL HOMBRE NUEVO.. 1731 – El misterio de la Paloma. 1732 – El hombre nuevo. 1743 – Ser conducidos por el Espíritu. 1764 – Conclusión. 176SE HIZO LA HORA.. 1771 – Un banquete de bodas 1772 – La Hora de Jesús 1783 – María. 1794 – Conclusión. 180ESCRITURAS. 1811 – Hoy…... 1812 – …Cristo. 1823 – El Espíritu Santo, Intérprete de la Escritura. 1834 - Conclusión. 185TRADICIÓN.. 1871 – Tradición, de Tradere 1872 – Tradición y Escritura. 1883 – La Tradición Apostólica. 1894 – Conclusión. 190MAGISTERIO.. 1911 – La voz de Cristo hoy. 1912 – El Magisterio de la Iglesia. 1933 – La Iglesia, extensión de Cristo. 1944 - Conclusión. 195ORACIÓN: EL ÚNICO CAMINO.. 1971 – El aporte de Jesús 1972 – El Espíritu sopla donde quiere 1983 – Condiciones de una verdadera oración. 1994 – Conclusión. 200LITURGIA: EPÍCLESIS. 2011 – Amarás 2012 – La Liturgia: fuente de energía. 2023 – Epíclesis: invocación que transforma. 2034 – Conclusión. 204FRUTOS. 2071 – El Espíritu de Verdad os guiará. 2072 – Ven, Espíritu Santo. 2083 – Carismas y santos 2094 – Conclusión. 210FE Y HUMILDAD PRODUCEN CARIDAD.. 213

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1 – El Templo de Jerusalén. 2132 – Humildad y Fe para una oración poderosa. 2143 – Oración de Intercesión y Caridad. 2154 – Conclusión. 216JESÚS PROFETA.. 2171 – Elías Profeta: palabra que anima. 2172 – El fuego del Espíritu. 2183 – El profeta hombre de oración. 2194 – Conclusión. 220ALABANZAS. 2211 – Actos de la mujer 2212 – Salmos 2223 – Tehillim, o sea Eucaristía. 2234 – Conclusión. 224ES CRISTO DE DIOS EL QUE ES PENITENTE.. 2251 – La virtud de la penitencia. 2262 – Diversas formas de penitencia en la vida cristiana. 2273 – Creación y mantenimiento de la virtud de la penitencia. 2284 – Conclusión. 228SÍGUEME... SÓLO A DIOS SERVIRÁS (1º mandamiento) 2311 – El Primer mandamiento. 2322 – No habrá para ti otros dioses delante de mí 2333 – ¿Ateos?. 2344 - Conclusión. 234DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD.. 2371 – Curiosidades y envío. 2372 – Testigos 2383 – Las condiciones 2394 – Conclusión. 241DAR VIDA - HEREDAR LA VIDA (cf. 5º mandamiento) 2431 – La Parábola del Buen Samaritano. 2432 – Jesús el Buen Samaritano. 2453 - Obras de misericordia = Dar Vida. 2454 – Conclusión. 247LAS EXPRESIONES DE LA ORACIÓN.. 2491 – El episodio evangélico y su significado. 2492 – La oración y sus expresiones 2513 – El recogimiento del corazón. 2524 – Conclusión. 253EL PADRE NUESTRO: BREVIARIUM TOTIUS

EVANGELII. 2551 – Oración del Señor (dominical) 2552 – Oración de la Iglesia: Padre NUESTRO.. 2563 – Oración de Hijos: PADRE Nuestro. 2584 – Conclusión. 259ESTUPIDEZ Y ORACIÓN.. 2611 – La necedad. 2612 – La sabiduría. 2633 – La Oración. 2634 - Conclusión. 265ORAR ¿ES ÚTIL O INÚTIL?. 2671 – Vigilancia. 2672 – Perseverar en el amor 2683 – “En comunión con su Maestro”. 270

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4 – Conclusión. 270FUEGO Y BAUTISMO PRODUCEN DIVISIÓN

(10º mandamiento) 2711 – Un Bautismo para prender Fuego. 2712 – Fuego que arde purificando y elevando. 2723 – El Fuego produce división. 2744 - Conclusión. 275HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO

EN EL CIELO.. 2771 – Jesús, el empecinado. 2772 – El empecinamiento del cristiano: ser como Jesús 2783 – La Voluntad de Dios 2794 – Conclusión. 281¿SER BUENO O SER SANTO?. 2831 - La parabolé sobre la humildad. 2832 – Virtudes humanas y virtudes teologales 2843 – La humildad. 2864 - Conclusión. 287ANDAR EN LA VERDAD (8º Mandamiento) 2891 – Discípulo = testigo de la Verdad de Jesús 2892 – Ser discípulo de Cristo ¿es un “opcional”?. 2903 – Ser testigo de la verdad es ser mártir 2924 - Conclusión. 293YO SOY EL GUARDIÁN DE MI HERMANO (cf. Gn 4,9) 2951 – El episodio del evangelio. 2952 – Cristo, ejemplo de auténtico hermano mayor 2973 – Características infaltables de la misión: perseverancia y paciencia. 2984 - Conclusión. 299SÉPTIMO MANDAMIENTO.. 3011 – La parábola del administrador 3012 - Mamona. 3023 – Actividad Económica y Doctrina Social 3034 - Conclusión. 304ADMINISTRADORES. 3071 – La injusticia ¿dónde está?. 3072 – Destino Universal de los bienes y Propiedad privada. 3083 – Amor de los pobres 3094 - Conclusión. 310IGLESIA Y FE.. 3111 – La fe y la inteligencia. 3112 – Fe personal y fe conjunta. 3133 – La fe de la Iglesia. 3134 - Conclusión. 314GLORIFICAR A DIOS ES PROFESAR LA FE.. 3171 – Dar gloria a Dios 3172 - ¿Qué es la profesión de fe?. 3183 - ¿Qué significa profesar la fe? Creí, por eso hablé 3194 – Conclusión. 320LA CONFIANZA FILIAL EN LA ORACIÓN.. 3211 – Orar: la confianza filial 3212 – Perseverar 3233 – El ejemplo de Jesús: la oración de la “hora” de Jesús 3244 – Conclusión. 324

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DIOS. 3271 – Creo en Dios 3282 - ¿Qué es Dios?. 3293 – Ser = Amor y Verdad. 3304 – Conclusión. 331TODOPODEROSO.. 3331 – Omnipotencia y Creación. 3332 – Omnipotencia y Misericordia. 3343 – Omnipotencia y Mal: necesidad de la fe 3364 – Conclusión. 336FIN DEL CAMINO: LA RESURRECCIÓN.. 3391 – El problema de la resurrección. 3392 – La respuesta de Jesús 3403 – La Resurrección en la Revelación. 3414 – Conclusión. 342ESPÍRITU DEL CAMINO: VIVIR EL DÍA.. 3431 – Aquel Día. 3432 – Danos 3443 – Cada día es hoy. 3454 – Conclusión. 346

FIESTAS DEL TIEMPO ORDINARIO.. 347FIN DEL CAMINO.. 3491 – El Fin: la muerte y el juicio particular 3492 – El Fin: Cielo o Infierno. 3503 – Etapa intermedia: el Purgatorio. 3524 – Conclusión. 352MARÍA, ESTRELLA DE ESPERANZA.. 3551 – La Asunción. 3552 – La oración de la Virgen María. 3563 – En comunión con la Santa Madre de Dios 3574 – Conclusión. 358LOS CAMINOS DEL ESPÍRITU.. 3591 – Las maravillas de Dios 3592 – El evangelio del Espíritu. 3593 - Doxología. 3624 – Conclusión. 363Índice de las referencias del Catecismo de la Iglesia Católica. 365Índice Analítico. 367

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IVE PressNueva York – 2006

[1] cf. Genealogía que presenta Lucas= Cristo como hijo de Adán. La narración de las tentaciones en el evangelio de san Lucas se relaciona con la proclamación de Jesús hijo de Dios en el bautismo (3,21-

22) y con su genealogía que lo presenta, en línea ascendente, como hijo de Adán. La yuxtaposición lleva a pensar la tentación y caída de Adán en el pecado, conllevando la pena a la muerte; Cristo, nuevo Adán,vence la tentación y su victoria inaugura los tiempos nuevos de la salvación.

[2] Descubro, pues esta ley: aún queriendo hacer el bien es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la

ley del pecado que está en mis miembros.[3]

Para advertir la dinámica del diálogo es importante ver el texto griego.[4]

cf. M.A. Fuentes, “Spiritus Vertiginis: el vicio de la necedad”, Gladius 41, Bs. As. 1998. [5]

“La definición puede ser ésta: vida estética es la vida superficial, centrada sobre las facultades inferiores (aísteesis significa “sensación”); vida ética es la centrada sobre la voluntad o el entendimientopráctico; vida religiosa es la centrada sobre la Fe. En otras palabras, la vida “estética” está bajo el signo del placer; la ética bajo el signo del deber, la religiosa bajo el signo del sufrimiento – dice Kirkegord” (L.Castellani, De Kirkegord a Tomás de Aquino (Guadalupe - Bs. As., 1973) 105)

[6] el episodio del domingo pasado incluye la parábola del banquete que no fue leída y que se entronca

directamente con este evangelio de hoy.[7]

El movimiento deísta inglés es el que influyó sobre el Iluminismo francés que es el que siguieron loshombres que se apoderaron del país (= Argentina) desde 1861: Mitre, Avellaneda, Sarmiento, Roca, Juárez Celman,etc. Ellos afirman que Dios es como un relojero o un arquitecto que una vez que ejecutó su obra, desaparece de laescena. Niegan la Providencia de Dios y, en consecuencia, la religión debe quedar encerrada en la sacristía.

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