sufi de andalucia

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  • editorial irio, s.a.

    LOSSUFES DENDALUCA

    IBN ARABI

    A

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  • Diseo de portada: Editorial Sirio, S.A.

    de la presente edicinEDITORIAL SIRIO, S.A. EDITORIAL SIRIO ED. SIRIO ARGENTINAC/ Panaderos, 14 Nirvana Libros S.A. de C.V. C/ Paracas 59 29005-Mlaga 3 Cerrada de Minas, 501 1275- Capital FederalEspaa Bodega n 8 , Col. Arvide Buenos Aires

    Del.: Alvaro Obregn (Argentina)Mxico D.F., 01280

    www.editorialsirio.comE-Mail: [email protected]

    I.S.B.N.: 978-84-7808-086-1Depsito Legal: B-25.223-2007

    Impreso en los talleres grficos de Romanya/VallsVerdaguer 1, 08786-Capellades (Barcelona)

    Printed in Spain

    Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta,puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en mane-ra alguna por ningn medio, ya sea elctrico, qumico, mecnico,ptico, de grabacin o electrogrfico, sin el previo consentimientopor escrito del editor.

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  • Los extractos biogrficos contenidos en este libro serefieren a la vida y a las enseanzas de varios maestrossufs de la Espaa musulmana y del Magreb que vivieronen los siglos XII y XIII.

    Se trata de resmenes extrados de dos obras delMuhydin Ibn Arabi. La primera y ms importante es el Rhal-quds f muncahat an-nafs (El Espritu de la santidadque gua el alma). Obra escrita en La Meca en el ao600/1203-1204, nos informa de la vida y el desarrolloespiritual de su autor, de la historia del sufismo en eloccidente musulmn, y de las enseanzas y las prcticasms importantes del sufismo. La segunda es la Durrat al-fkhirah f dhikr man intafatu bihi f tariq al-khirah (Laperla preciosa que relata historias de aquellos que me hanayudado en el camino hacia el Otro Mundo). Se trata delresumen de otro libro mucho ms extenso que Ibn Arabi

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    INTRODUCCIN

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  • dej en algn lugar de Espaa o de frica del norte. Las cir-cunstancias que dieron lugar a este resumen nos las cuental mismo: Uno de nuestros hermanos de Damasco, que fueparticularmente amable conmigo, me rog le diese a cono-cer el contenido de un libro en el que yo mencionaba aalgunas de las personas que conoc a lo largo de mi vida yque me ayudaron en mi caminar hacia el Otro Mundo. Alno disponer ya de dicha obra, pues la dej en Occidente,compuse este resumen para l.

    Al parecer, esta segunda obra fue escrita sobre el ao 1223.Muhammad b. Al b. Muhammad Ibn al-Arab at-

    T al-Htim naci el 27 del mes de Ramadn, es decir, el7 de agosto de 1165, en Murcia. En aquella poca, la ciudadestaba gobernada por un brillante emir de ascendencia cris-tiana, Muhammad b. Sad b. Mardanh, que resisti heroica-mente pero, al final, fue vencido por los invasores almohades.

    Ibn Arabi perteneca a una familia muy ilustre. Supadre era un hombre influyente entre cuyos amigos seencontraba el clebre filsofo Ibn Rushd (Averroes). Talvez fue visir de Ibn Mardansh, aunque esto ofrece dudas.Su familia, adems de mantener buenas relaciones socialesy culturales, era de una religiosidad acentuada. Varios desus tos haban seguido la Va Suf.

    Tras la ocupacin de Murcia por los almohades, lafamilia de Ibn Arabi se traslad a Sevilla, cuando l conta-ba con ocho aos de edad. All recibi la educacin tradi-cional. Estudi el Corn, su exgesis, las tradiciones delProfeta, la ley, gramtica rabe y disertacin con los mejo-res maestros de la poca. Unos aos despus se cas conuna joven llamada Maryam, hija de Muhamad b. Abdn,

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  • persona muy querida e influyente. Su esposa Maryam com-parta tambin sus deseos de dirigir sus pasos por la Va Suf.

    Ibn Arabi se manifest desde su juventud como un seraltamente evolucionado. Prueba de esta precocidad es elrelato de la entrevista que su padre le concert con IbnRushd (Averroes), de edad ya muy avanzada: Pas unajornada en Crdoba, en casa de Ab al-Wald Ibn Rushd,quien anteriormente haba expresado su deseo de conocer-me personalmente. Al parecer, le haban hablado de ciertasrevelaciones por m recibidas durante mi retiro espiritual, loque despert su curiosidad y extraeza. As, mi padre, queera amigo suyo, me llev a l con el pretexto de que debasolucionar unos asuntos en Crdoba. En aquella poca yoera todava un joven imberbe. Al entrar en su casa, el fil-sofo se levant para acogerme con grandes signos de amis-tad y afecto, me bes y me dijo: S?, y yo le respond:S. Mostr alegra al notar que le comprend. Al ver elmotivo de su jbilo, dije: No. Entonces Ibn Rushd se sor-prendi, y dirase que dudaba de s mismo. Seguidamenteme hizo las siguientes preguntas: Qu respuesta hasencontrado a las cuestiones de la revelacin (al-kashf) y dela gracia divina?; coincide tu respuesta con la que nos dael pensamiento especulativo?. Y le contest: S-no; entreel s y el no los espritus vuelan ms all de la materia y lascabezas se separan de los cuerpos. Al escuchar esto, IbnRushd palideci e incluso tembl, y escuch a sus labiosmurmurar: No hay ms fuerza y poder que la que viene deAl. Haba comprendido lo que quise decirle.

    De entre los maestros que instruyeron e influenciarona Ibn Arab, dos atraen especialmente nuestra atencin;

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  • ambos son mujeres. Las dos eran ya muy mayores cuandolas conoci. Una de ellas fue Shams, de la que l mismo noscuenta: Entre los santos hay ciertos hombres y mujeresque se llaman Implorantes (al-awwhn) que Al los ben-diga! Encontr uno de ellos en Marchena de los Olivares, sellamaba Shams y era ya muy anciana.

    La otra mujer con la que pas cierto tiempo fue Ftimade Crdoba: Serv como discpulo a un gran adorador deAl, un gnstico, una dama de Sevilla llamada Ftimah bintIbn al-Muthann. La serv durante varios aos, cuando ellatena ya ms de noventa y cinco. Tocaba el tambor y secomplaca mucho en ello.

    Con frecuencia me deca: Yo soy tu madre espiritualy la luz de tu madre terrestre. Cuando un da mi madrevino a verla, le dijo: Hola, luz, ste es mi hijo y tambin estu padre. Considralo como tu padre, no como tu hijo,obedcele y no te separes nunca de l.

    Ibn Arabi no dej la pennsula ibrica hasta pasadoslos treinta aos. En el ao 590/1193, fue a Tnez. Al pare-cer, es en este viaje donde tuvo un encuentro con el guainmortal de las almas Al-Khadir: Estaba a bordo de unbarco en el puerto de Tnez. Me dola el estmago y, comotodo el mundo dorma, decid ir a cubierta y contemplar elmar. De momento, a la luz de la luna llena que brillabaaquella noche en todo su esplendor, vi a alguien caminar endireccin al barco. Finalmente lleg ante m. Se mantenasobre un pie y levant el otro. Pude ver que no estaba moja-do. Me habl durante un rato. Luego me salud y se dirigihacia un faro situado en lo alto de una colina a ms de treskilmetros de all. Esta distancia la cubri en dos o tres pasos.

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  • Desde lo alto del faro lo escuch glorificar a Al. Al dasiguiente, cuando llegu a la ciudad, encontr a un hombrepiadoso que me pregunt cmo me haba ido en mi encuen-tro nocturno con Al-Khadir a bordo del barco. Se interespor lo que yo le dije y lo que l me respondi.

    Sin duda, a causa de las luchas constantes en frica delnorte decidi volver a Andaluca. De camino a Sevilla se detu-vo en Tarifa: En Tarifa en el ao 590 tuve una discusin conal-Qalaft sobre los mritos de la pobreza y de la riqueza. Yaen Sevilla tuvo otro encuentro extrao. En su estancia enTnez compuso un poema del cual no haba hablado a nadie:A mi vuelta a Sevilla, tras un viaje de tres meses en caravanadesde Tnez, un hombre totalmente desconocido vino a m yme recit palabra por palabra el poema compuesto por m,pese a que yo no se lo haba comunicado a nadie. Le preguntquin haba compuesto aquellos versos y l me dijo queMuhammad Ibn Arabi. Quise saber entonces cundo los habaaprendido y l me respondi que el mismo da en que los com-puse. Al preguntarle cmo y de quin, me dijo: Una noche,mientras estaba sentado en compaa de mis hermanos en elbarrio Oriental de Sevilla, un extranjero con aspecto de men-digo vino hacia nosotros. Se sent y tras entablar conversa-cin, nos recit estos versos. Nos gustaron tanto que los escri-bimos y le preguntamos por su autor. Respondi que habansido compuestos por Ibn Arabi en Tnez.

    En el ao 591 y tambin en el 593 fue a Fez, donde sureputacin atrajo muchos discpulos y admiradores.Posteriormente volvi a su villa natal de Murcia, parndoseen Granada y visitando la escuela suf de Almera fundadapor Ibn al-Arf, autor del clebre Mahsin al-Machlis.

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  • En el ao 558 emprendi viaje a Oriente, estuvo enAlejandra, en El Cairo y en La Meca, donde su fama notard en expandirse. All se encontr a las personalidadesms importantes de la Va Suf de aquella poca; todos fue-ron a presentarle sus respetos, as como a gozar de su pre-sencia y enseanzas. En el ao 601 dej La Meca y se diri-gi a Bagdad. Posteriormente recorri todo Egipto y en el604 volvi a La Meca. Estuvo en Konya, donde su sabi-dura y sus poderes espirituales dejaron una profundaimpresin en las gentes. Su estancia en esta ciudad fue degran importancia para el sufismo oriental. En el ao 620 seinstal en Damasco definitivamente. Sus largos viajes, suenorme produccin literaria y las privaciones y austeridadessoportadas haban minado su salud. Era clebre universal-mente. El soberano de Damasco estaba orgulloso de tenerloen su ciudad. Es all donde termin de componer su impo-nente obra Futht al-Makkiyyah. Muri en Damasco el 16de noviembre de 1240 (638) a la edad de setenta y seis aos.

    Ibn Arabi expres la enseanza y las intuiciones demuchas generaciones de sufs que le precedieron. Consignpor escrito, por primera vez y de una forma sistemtica ydetallada, el vasto fondo de la experiencia suf y la tradicinoral. Al mundo musulmn, a punto entonces de comenzarsu decadencia cultural, poltica y econmica, le dej unaexposicin definitiva de la enseanza suf y tambin unresumen completo de la herencia esotrica del islam. Suinfluencia sobre toda enseanza suf posterior es profunda ypodemos decir que fue el ltimo Sello de la Santidad, el lti-mo que recibi las enseanzas no manifestadas de la Va.Cuantos vinieron tras l se inspiraron en su poderosa figura.

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  • El primer suf que encontr por el Camino de Al fueAb Jafar Ahmad al-Uryan. Este maestro vino a Sevillacuando yo empezaba a adquirir el conocimiento de estenoble Camino.2 Fui el primero en acercarme a l; al entraren su casa, hall a alguien dedicado a la invocacin (dhikr).3

    Me present y supo de inmediato la necesidad espiritualque me haba conducido hasta l.

    Entonces me pregunt: Ests firmemente decidido aseguir el Camino de Al?. Y yo le respond: El siervo

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    Ab Jafar al-Uryan11

    1. Cf. Futht, I, pg. 186; II, pg. 177; III, pg. 539, donde aparece como Abal-Abbs. En la Durrah, le llaman Abdallh. (cf. Etude Traditionnelles, 1962,pg. 169 y n. 12. Para referirnos a esta revista, emplearemos en lo sucesivola abreviatura E.T.).

    2. Lleg a Sevilla seguramente antes del 580/1184. Cf. Futht, I, pg. 425.3. Recuerdo e invocacin del nombre de Al.

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  • puede tomar la decisin, pero es Al quien decide. A con-tinuacin me dijo: Cierra tu puerta, rompe tus lazos, tomaal Generoso como compaero (al-Wahhb), l te hablarcon claridad. No cej en mi empeo hasta que obtuve laApertura.

    Aunque este hombre del campo era iletrado y no sabani escribir ni contar, bastaba con escuchar sus enseanzassobre la doctrina de la Unidad (at-tawhd) para apreciar sunivel espiritual. Dominaba los pensamientos (al-khawtir)con su energa espiritual (himmah)4 y poda superar losobstculos de la existencia con las palabras. Se le vea invo-car en estado de pureza ritual, vuelto hacia la qiblah5 y casisiempre en ayunas.

    Un da, los cristianos6 le hicieron prisionero. Comosaba lo que iba a suceder, incluso antes de salir, habaadvertido consecuentemente a los miembros de la caravanaen la que viajaba que seran apresados todos al da siguien-te. Por la maana, como haba previsto, el enemigo les ten-di una emboscada y los apres. Con todo, tuvieron mucha

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    4. Los khawtir son palabras que vienen sbitamente y de forma no deliberadaal pensamiento (cf. E.T., 1962, pg. 167 y n. 5). Sobre la himmah, energaespiritual o aspiracin concentrativa, cf. Futht, cap. 229 y E.T., 1961,pg. 89, n 28. Jurjn, en sus Tarft, la define como la orientacin y la reso-lucin del corazn que concentra todas sus energas espirituales hacia loVerdadero (al-Haqq) para alcanzar la perfeccin, ya sea para l mismo o paraotros (trad. J. L. Michon).

    5. La qiblah es la direccin de La Meca. Condicin necesaria para la plegariaritual (calah), se recomienda, adems, para cualquier obra de adoracin, deinvocacin (dhikr) o de lectura del Corn (cf. infra, pg. 127), pues esta orien-tacin espiritual representa simblicamente la direccin de la intencin (miy-yah); cf. R. Gunon, Le Roy du Monde, cap. VIII y Le Symbolisme de la Croix,cap. VIII.

    6. Hacia mediados del siglo XII, el poder musulmn se extenda un poco ms allde Andaluca, que sufra constantes incursiones de bandas cristianas proce-dentes del norte.

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  • consideracin con el shaykh y pusieron a su disposicin unalojamiento cmodo y servidores. Poco despus, consiguique lo liberaran a cambio de la suma de quinientos dinaresy se puso en camino hacia nuestro pas.7

    A su llegada, le propusieron que recolectara el rescateentre dos o tres personas. Y replic: No, me gustara reci-birlo de todas las personas posibles. Si pudiera, lo obtendrade cada uno en pequeas sumas, pues Al me ha hechosaber que, en cada alma que ha de ser pesada en la Balanzael Da del Juicio, hay algo que merece salvarse del Fuego.De esta forma, obtendra el bien de cada uno para la comu-nidad de Muhammad.

    Cuentan que, estando todava en Sevilla, alguien fue ainformarle de que la gente de la fortaleza de Kutmah8

    necesitaba lluvia. Aunque la fortaleza estaba separada denosotros por el mar y por un viaje de ocho das a travs delpas, se puso en camino con uno de sus discpulos, llamadoMuhammad. Antes de su salida, le sugirieron que rezara porellos sin emprender el viaje, pero contest que Al habaordenado que se dirigiera a ellos en persona. Cuando llega-ron, no los dejaron entrar. Sin embargo, incluso ignorado,hizo la oracin de istisq,9 y Al les envi lluvia poco des-pus. A su regreso, vino a vernos antes de entrar en la ciu-dad. Su discpulo, Muhammad, nos cont ms tarde que,

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    7. En la versin ms detallada de esta historia en la Durrah, sus compaeros deviaje y l cayeron en una emboscada apenas a tres kilmetros de su ciudadnatal, al venir de Sevilla. Tambin se dice que en ella permaneci preso seismeses.

    8. Al-Qacr al-Kabr. Cf. Archives Marocaines, II, 2, pg. 19.9. Sobre este rito en el que se pide la lluvia, ver Bukhr, Cahh abwb al-Istisq

    y la Rislah de al-Qayrawn, Argel, 1968, pg. 102. Cf. tambin en Legey,Essai de folklore marocain, 1926, pg. 27.

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  • cuando Al envi la lluvia, sta cay alrededor de ellos,pero que ni una gota los haba tocado. Al expresar al shaykhsu sorpresa por el hecho de que la misericordia divina nohubiera descendido sobre l tambin, el shaykh grit y dijo:As habra sido si yo lo hubiera pensado!.10

    Un da en que estaba sentado junto al shaykh, se pre-sent un hombre con su hijo. Le salud e indic que hicie-ra lo mismo. Por aquella poca, nuestro shaykh haba per-dido ya la vista. El hombre le dijo: Oh, Sd, ste es mihijo, que se ha aprendido el Corn de memoria.11 Al oresto, la actitud del shaykh cambi por completo, bajo lainfluencia de un estado espiritual (hl). Entonces dijo alhombre: Lo Eterno lleva consigo lo transitorio. Que elCorn nos gue (yahmalu) y nos proteja (yahfizhy), a noso-tros y a tu hijo!. Esta ancdota es un ejemplo de sus esta-dos de Presencia espiritual (hudr).

    Era inquebrantable en la religin de Al e irrepro-chable en todas las cosas. Siempre que iba a verle, mereciba con estas palabras: Bienvenido sea un hijo filial,12

    pues todos mis hijos han carecido de franqueza hacia m y

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    10. Esta historia tambin se relata en la Durrah. En esta versin, al-Uryan recibede Al la orden de no entrar en la fortaleza y es el propio Ibn Arabi el que lepregunta al shaykh por qu la lluvia no le ha cado a l. Cf. Esad Ef. 1777, f. 93b. La lluvia se asimila al descenso de las influencias celestes; no obstante, alno haber considerado ms que el alivio de los habitantes de la fortaleza, afec-tados por la sequa, al-Uryan no se haba mencionado seguramente en suoracin y por ello no haba podido aprovecharse de esa modalidad de la mise-ricordia divina.

    11. Al decirle al shaykh que su hijo es de los que llevan el Corn (en su memo-ria) (Min hamalati-l-qurn), que es hafizh al-qurn, el hombre emplea dosexpresiones que sirven normalmente para designar a quienes se han apren-dido el Corn de memoria. La frase contiene as los verbos hamala, llevar, yhafizha, guardar (en la memoria), preservar, proteger.

    12. El parentesco es de ndole espiritual aqu. La clebre Ftimah de Crdobadijo un da a la madre de Ibn Arab que ste era, espiritualmente, su padre.

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  • han renegado de mis favores, excepto t que siempre loshas recibido y que siempre te has mostrado agradecido porellos. Al no lo olvidar.

    En una ocasin le pregunt sobre los inicios de su vidaespiritual. Me inform de que el sustento de su familia paraun ao era de ocho medidas de higos13 y que cuando estabaen recogimiento espiritual, su mujer vociferaba contra l yle injuriaba, dicindole que se moviera y que hiciera algopara satisfacer las necesidades de su familia. Estas repri-mendas le turbaban y entonces se pona a rezar: Oh, Seor,estos asuntos se interponen entre T y yo, pues mi esposa seobstina en importunarme. Si quieres que permanezca en Tucompaa, lbrame de sus reproches; si no, dmelo. Un da,Al le llam interiormente: Oh, Ahmad, permanece en Micompaa y ten por seguro que, antes de que el da termine,proporcionar veinte medidas de higos, lo suficiente parados aos y medio. Continu su relato dicindome que,menos de una hora despus, un hombre se present en sucasa para ofrecerle una medida de higos. Al le indic quesa era la primera de las veinte medidas. As, a la puesta desol, dejaron veinte sacos en su casa. Su familia estaba gozo-sa y su mujer, satisfecha, le dio las gracias. El shaykh seentregaba mucho a la meditacin, y sus estados espiritualesle proporcionaban mucha alegra y esperanza.14

    En el momento de mi ltima visita, que Al sea mise-ricordioso con l!, estaba con mis compaeros. Cuando

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    Ibn Arabi

    13. El autor explica aqu que cada saco de higos pesaba cien rotl y cada rotlequivale aproximadamente a una libra.

    14. El estado espiritual (hl) es la accin temporal de gracia espiritual concedi-da al suf segn su condicin y su inspiracin.

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  • entramos en su casa, se encontraba sentado; uno de noso-tros tena la intencin de hacerle una pregunta pero, nadams entrar, levant la cabeza y dijo: Examinemos un pro-blema que ya te he expuesto, Ab Bakr (se refera a m),pues siempre me ha sorprendido esa palabra de Ab al-Abbs b. al-Arf:15 ...hasta que se extinga lo que no hasido y permanezca lo que nunca ha dejado de ser.16 Todossabemos que lo que nunca existi se extingue (fna) y quepersiste (bqa) lo que nunca ha dejado de existir, pero quentenda l por eso? Como ninguno de mis compaerosestaba en condiciones de responderle, se dirigi a m.Aunque era capaz de tratar este asunto, me qued en silen-cio, evitando hablar de ello. El shaykh lo saba y no repitila pregunta.17

    Guardaba su ropa para dormir18 y no se turbaba duran-te las sesiones de sam,19 pero cuando oa recitar el Corn,abandonaba todo recato y se pona muy inquieto. Un da,estaba rezando la oracin de la maana en su compaa, encasa de mi amigo Ab Abdallh Muhamad al-Khayyt,20

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    15. Este clebre suf andaluz es el autor de Mahsin al-majlis, traducido y edi-tado por Asin Palacios.

    16. Esta frase se encuentra en la obra anteriormente citada; ver pg. 60 y n. 55,texto rabe, pg. 97.

    17. Ibn Arabi volver sobre ello en su Livre de LExtinction dans la Contem-plation, traducido por M. Vlsan; cf. E.T., 1961, pg. 39.

    18. El perfecto dominio que normalmente tena de todos sus estados, tanto desueo como de vigilia, le protega de cualquier mancha indeseada, pero laefusin de gracia que comporta el embargo del Corn le sumerga sin quepudiera controlarla.

    19. La audicin, como principio general, es el despertar de estados espiritualespor la fuerza interior de un sonido exterior. De forma ms especfica, el samconsiste en escuchar msica o poesa para provocar dichos estados, comose practica en algunas hermandades sufes. Cf. Hujwr, Kashf al-Mahjb,pgs. 393 y ss.

    20. Cf. infra, pg. 61.

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  • apodado el Almidonero (al-Accd), y de su hermano Abal-Abbs Ahmad al-Harr;21 el imn22 recit la surata ElAnuncio (an-Nab).23 Cuando lleg el versculo: Nohemos dispuesto la tierra como un lecho y las montaascomo pilares?,24 me distraje del relato del imn y ya noescuch nada ms. Interiormente vi a nuestro shaykh AbJafar, que deca: El mundo es el lecho y los creyentes sonlos pilares, los creyentes son el lecho y los cognoscenteslos pilares, los cognoscentes son el lecho y los profetas lospilares, los profetas son el lecho y los enviados los pila-res...25. Enumer otras verdades espirituales (haqiq) ydespus mi atencin se centr de nuevo en la salmodia delimn, que recitaba: ...y ha dicho la verdad. Es el da de laVerdad.26 Despus de la oracin, le pregunt sobre lo quehaba visto y me di cuenta de que sus pensamientos respec-to a ese versculo haban sido idnticos a los que haba odoexpresar en mi visin.

    Un da, un hombre armado con un cuchillo se abalan-z sobre l con la intencin de matarlo. El shaykh ofrecitranquilamente su cuello. Sus discpulos quisieron domi-narlo, pero les dijo que le dejaran hacer lo que haba veni-do a hacer. No haba hecho ms que levantar el cuchillopara degollarlo, cuando Al hizo girar el arma en la mano

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    Ibn Arabi

    21. Cf. infra, pg. 67.22. El que preside la oracin hecha en comn.23. El Corn, LXXVIII.24. Versculo 6.25. Estas meditaciones sobre los versculos cornicos expresan una concepcin

    jerrquica del universo. Todo enviado (rasl) es profeta (nab) por su gradode inspiracin: con todo, no es enviado ms que el profeta que promulgauna nueva ley sagrada (nota de T. Burckhardt en su traduccin de laSagesse des Prophetes de Ibn Arabi, 1955, pg. 46).

    26. El Corn, LXXVIII, 38-39.

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  • del hombre, quien se asust y la arroj al suelo. Luego sederrumb a los pies del shaykh, lleno de remordimientos.

    Si no fuera por falta de espacio, habra relatado otrasmuchas cosas admirables sobre este shaykh, sobre sus sen-tencias alusivas y sobre las charlas que tuvimos respecto atemas espirituales.

    Ad-Durrat al-fkhirah27

    Este shaykh se volvi hacia Al asistiendo a las sesio-nes (majlis) del shaykh Ab Abdallh b. al-Hawwc, alque conoc y con el que trab una verdadera amistad; nohablar de l porque no entra en la categora de las personasconsideradas en esta obra.

    Al-Uryan era conocido por practicar el dhikr, tanto enestado de vigilia como de sueo; yo mismo observ cmose mova su lengua en la invocacin mientras estaba dor-mido. Sus estados espirituales eran intensos y las gentes dellugar estaban tan mal avenidas con l que uno de los nota-bles de la comunidad lleg a hacerle desterrar.28 As fuecomo lleg a nuestra casa en Sevilla.

    A raz de su accin, Al envi a las gentes del lugar unjinn,29 llamado Khalaf, quien penetr en la casa del notableen cuestin y lo expuls de ella a la fuerza. Ese jinn sequed y llam a las gentes del lugar. Despus de llegar a lacasa, oyeron cmo le preguntaba a uno de ellos si haba

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    Los Sufes de Andaluca

    27. Esad Ef. 1777, f. 91 b.28. Proceda de Ulay, ahora Lul, cerca de Silves, en el Algarve.29. Los jinns son seres de naturaleza sutil y pueden ser bien intencionados hacia

    los hombres u hostiles.

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  • desaparecido algo de su casa y si sospechaba de quin lohaba cogido. Al contestar el hombre afirmativamente a lasdos preguntas, el jinn le dijo que sus sospechas no tenanfundamento y que el nombre del verdadero culpable eraFulano, que se haba quedado prendado de su mujer y habacometido adulterio con ella. El jinn le orden que fuera aasegurarse en persona, y pudo comprobar que todo lo que lehaba dicho era cierto. Continu de esta forma descubrin-doles, igual que a sus hijos, los males y vicios ocultos, has-ta que quedaron reducidos a la desesperacin. Cuando lesuplicaron que les dejara en paz, les contest que haba sidoAbdallh (al-Uryan) quien les haba impuesto su presen-cia. Se qued entre ellos durante seis meses. Despus fue-ron a buscar al al-Uryan y le suplicaron que regresara a suciudad, implorando su perdn por lo que le haban hecho.El shaykh reconsider la decisin y se march con ellospara librarlos del jinn. El hecho se hizo clebre en todaSevilla.

    Un da que yo estaba con l, pidi algo para beber.Uno de sus discpulos se levant y le trajo, en una ban-

    deja de cobre, una jarra con un tapn de cobre. Cuandobebi, exclam: No deseo beber lo que est contenidoentre dos cosas malficas.30 Le llev otra jarra. Al haca de ca-da cosa que le comunicaban sus sentidos un medio deensear alguna sabidura.

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    Ibn Arabi

    30. La palabra para designar el cobre, nuhs, viene de la raz nahisa, que sig-nifica ser siniestro o de mal agero, traer desgracia. Los dos planetas mal-ficos en astrologa, Marte y Saturno, se llaman an-Nahisn.

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  • Este shaykh31 haba sido discpulo de Ab Badman32 yhaba conocido a muchos hombres espirituales (rijl) delpas. Haba vivido en Egipto durante una temporada y sehaba casado en Alejandra; Ab Thir as-Salaf33 lo habapretendido como yerno. Un da le ofrecieron ser goberna-dor de Fez, pero l se neg. Era de esos que permanecen fir-mes en el Camino. Ab Madyan, que era el portavoz y el

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    Ab Yaqb Ysuf b.Yakhlaf al-Km2

    31. Cf. Futht, I, pg. 251; III, pg. 45.32. Shuayb b. Husayn Ab Madyan (nacido cerca de Sevilla hacia 1126 y muer-

    to en Tlemcen en 1198) fue uno de los maestros ms famosos de su tiempoy ejerci de manera bastante evidente una gran influencia sobre Ibn Arab.Su tumba es todava objeto de numerosos peregrinajes. Cf. J. Barges, Vie duclebre marabout Cidi Abou Medien, 1884, y E. Dermenghem, Vies desSaints musulmans, Pars, 1983, pgs. 249-263 y Le Culte des Saints dansLlslam maghrbin, 1954, pgs. 71-86.

    33. Nacido en Ispahan en 1082, muerto en Alejandra en 1180.

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  • vivificador de nuestro Camino en el Magreb, deca de AbYaqb que era como el ancla segura de un navo.

    Era muy dado a las devociones en privado y siemprepracticaba la limosna en secreto. Exaltaba al pobre y reba-jaba al rico, atendiendo personalmente las necesidades delos indigentes. Mientras estuve bajo su direccin espiritual,me instruy y vel por m de una forma excelente.

    Mi compaero, Abdallh Badr al-Habash,34 le conocabien y el shaykh muri en su casa. Acostumbraba a decir del que, si quera, poda llevar al discpulo en un abrir y cerrarde ojos de los abismos ms profundos a la cima espiritualms elevada. Su energa espiritual (himmah) era muy grande.Segua, en gran medida, la senda de los Malmatiyyah.35 Confrecuencia se le encontraba con el ceo fruncido, pero cuan-do vea a un pobre, su cara se iluminaba de alegra. Le vi,incluso, sostener a uno de ellos sobre sus rodillas. Se com-portaba con frecuencia como un siervo con sus discpulos.

    Una vez le vi soando; su pecho pareca hendido endos, con una luz que recordaba la del sol naciente. Me dijo:Muhammad, trae!, y le llev dos grandes tazones blan-cos que l comenz a llenar de leche hasta el borde. Bebaa medida que l me llenaba mi tazn.36 Verdaderamente son

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    Los Sufes de Andaluca

    34. Cf. infra, pg. 196.35. Este enfoque especial de la Va, propio y reservado para hombres que ya

    han alcanzado un alto grado espiritual, se caracteriza por su insistencia enno tener en cuenta la calumnia (malmah) y la desaprobacin de los hom-bres, buscando la aprobacin de Al segn el versculo: No temers elreproche del que calumnia... (El Corn, V, 54). Cf. Hujwr, Kashf al-Mahjb,pg. 62-9, 183-4.

    36. La leche es siempre la forma aparente del conocimiento, sea cual sea elestado existencial en el que aparece: a decir verdad, el conocimiento semanifiesta en forma de leche (Ibn Arabi, La Sagesse des Prophetes, pgs.147-148). Cf. Bukhr, K. al-Ilm, b. 22.

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  • grandes las gracias espirituales que recib de l y de AbMuhammad al-Mawrr, de quien hablar despus.37

    En el momento de nuestro primer encuentro, la pre-gunta que me hizo, con toda su concentracin puesta en m,fue: Cul es la falta del que pasa ante alguien que reza ycuya gravedad es tal que hubiera preferido quedarse en sulugar durante cuarenta aos? Yo le d la respuesta correc-ta y estuvo satisfecho de mi.38

    Cuando me sentaba delante de l o delante de otrosshaykhs, temblaba como una hoja al viento, mi voz se alte-raba y mis miembros se ponan a temblar. Cuando se dabacuenta, me trataba con benevolencia y procuraba ponermecmodo, lo cual no haca sino aumentar el temor y la vene-racin que me inspiraba.

    Este shaykh me tena mucho cario, pero lo ocultabaconcediendo ms favores a los dems y adoptando una acti-tud ms distante respecto a m; aprobaba lo que decan losdems, pero me reprenda en las reuniones y en las sesio-nes. Fue tan lejos que mis compaeros, que estaban, igualque yo, bajo su direccin espiritual y a su servicio,comenzaron a tener una opinin pobre de mi vocacin espi-ritual. Sin embargo, alabado sea Dios, de todo el grupo de

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    Ibn Arabi

    37. Cf. infra, pg. 7938. Este asunto se refiere, en primer lugar, al hadith siguiente: Si el que pasa

    delante de alguien que est rezando supiera lo que est haciendo, preferiraquedarse en su lugar durante cuarenta... antes de pasar por delante del quereza; uno de los transmisores de este hadith aade: No s si ha dichocuarenta das, cuarenta meses o cuarenta aos. La gravedad de esta faltase indica en otro hadith: Cuando uno de vosotros est rezando, situadodelante de algo que le separa de la gente y alguien quiere pasar por delantede l, debe rechazarlo y, si el que pasa insiste, que emplee la fuerza, pueses Satans quien quiere interrumpirle la oracin (Bukhr, K. ac-Calh, b.101 y 100). La respuesta de Ibn Arabi no consista evidentemente en citarestos hadiths, sino en explicarlos.

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  • discpulos, yo fui el nico que obtuvo verdaderos resulta-dos, cosa que el propio shaykh confirm despus.

    Otra experiencia que tuve con este shaykh es digna demencin. En primer lugar, debo decir que, en aquella po-ca, no haba ledo todava la Rislah de al-Qushayr, ni aningn otro maestro, ni estaba enterado en absoluto de quealguien de nuestro Camino hubiera escrito nada, como tam-poco estaba familiarizado con su terminologa.

    Aquel da, el shaykh mont sobre su caballo y meorden, junto con uno de mis compaeros, que le siguiera aAlmontaber, una montaa en los alrededores de Sevilla.As, tras abrirse la puerta de la ciudad, me puse en marchacon mi compaero, que llevaba consigo un ejemplar de laRislah de al-Qushayr.39 Escalamos la montaa y, en lacima, encontramos al shaykh acompaado por su sirviente,quien sujetaba el caballo. A continuacin entramos en lamezquita para orar. 40 Cuando terminamos, se respald con-tra el mihrb,41 me tendi el libro y me dijo: Lee. Eltemor reverencial que me inspiraba era tan intenso que nopude encadenar dos palabras y el libro se me cay de lasmanos. Entonces le indic a mi compaero que leyera; stecogi el libro y empez la lectura de un pasaje. El shaykhexplic lo que se haba ledo, hasta el momento de la ora-cin de la sobremesa. Despus de la oracin, sugiri que

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    Los Sufes de Andaluca

    39. Al-Qushayr (986-1074) escribi una de las obras ms importantes sobre elsufismo. Su Rislah fue publicada en El Cairo, en cuatro volmenes, en 1290 H.

    40. Las oraciones rituales diarias son cinco y se realizan en momentos concre-tos del da, en virtud de condiciones estrictas. Cada oracin contiene ciertonmero de rakatas o ciclos de movimientos, en los que se recitan pasajes delCorn; cf. infra, notas 87 y 88.

    41. El mihrb es el nicho en la pared de la mezquita que indica la direccin de LaMeca (qiblah).

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  • regresramos a la ciudad. Mont sobre su caballo y mepuso en marcha a su lado, agarrndome del estribo. Por elcamino me habl de las virtudes y de los milagros de AbMadyan. En cuanto a m, que no le quitaba ojo de encima,estaba tan absorto por lo que deca que me olvid por com-pleto de lo que me rodeaba. De pronto, me mir y sonri;luego, espoleando su caballo, aliger la marcha y yo apretel paso para mantenerme a su ritmo. Finalmente, se par yme dijo: Mira lo que has dejado atrs!. Al volverme, vique todo el camino recorrido no eran ms que zarzas queme llegaban a la cintura, y que todo el terreno circundanteestaba igual. Entonces me pidi que me mirara los pies y laropa. Baj los ojos, pero no descubr el menor araazo.Eso se debe a la gracia espiritual (barakah) ligada a nues-tra conversacin sobre Ab Madyan dijo. Perseverasobre el Camino, hijo mo, y seguro que triunfars.Espole el caballo y me dej atrs. Aprend mucho en sucompaa.

    Un rasgo especial de este shaykh era aconsejar a susjvenes discpulos la prctica de ejercicios espirituales quel efectuaba con ellos, aunque fueran dos o tres. Eso nopareca cansarle nunca.

    Un da en que estaba sentado cerca de l, despus de laoracin de la sobremesa, se dio cuenta de que estaba impa-ciente por marcharme. Cuando pregunt la razn de miinquietud, le expliqu que tena cuatro obligaciones quecumplir con ciertas personas, que dispona de un tiempolimitado para hacerlo y que, si me quedaba con l, nopodra ya encontrar a las personas en cuestin. l sonripor mi inquietud y me dijo: Si me abandonas ahora, no

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    Ibn Arabi

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  • podrs cumplir con ninguna de tus obligaciones, as quesintate conmigo y te hablar de los estados espirituales deAb Madyan. Por lo que respecta a tus deberes, puedo ase-gurarte que se cumplirn. Me sent con l y, cuando llegla hora de la oracin de la puesta de sol (al-maghrib), medijo: Vuelve ahora a tu casa y vers que antes de haberterminado tu oracin, todas tus obligaciones habrn sidorealizadas. Sal cuando el sol acababa de ocultarse yregres a casa. El muecn llam para la oracin y, por Al!,no haba empezado siquiera mi oracin cuando mis obliga-ciones ya estaban realizadas. Eso era resultado de mi since-ridad en el amor que le profesaba.

    Empeaba tanto fervor en buscar su compaa que,con frecuencia, por la noche, aconteca que deseaba su pre-sencia en mi casa para plantearle un problema. En talesmomentos, le vea delante de m; le haca preguntas y meresponda. Por la maana iba a informarle de lo que habaocurrido. Lo mismo poda suceder durante el da, si yo lodeseaba.

    Las virtudes de este shaykh, su carisma y sus ilusionesespirituales eran tales que es imposible enumerarlas aqu.42

    Me instruy sobre la Entrega (al-qical)43 y sobre elsentido de estas palabras del Profeta: Yo soy el Jefe de los

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    42. He omitido aqu algunos versos en los que el autor exalta las virtudes de sushaykh.

    43. En su Fahrasah, Ibn Arab escribe: La entrega (aI-wicl) no es otra cosaque la estabilidad (tamkn) y el arraigo (ruskh) al objeto contemplado (...), laestacin de llegada (maqm al-wicl) es la extincin de la Esencia (al-fan fdh-dht), la estacin de la realizacin perfecta (ihsn), la estacin de la visincontemplativa en la que la existencia se extingue y en la que slo subsiste elExistenciador (J. L. Micho, LAutobiographie du Soufi marocain Ahmad IbnAlba, 1969, pgs. 63 y 163).

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  • hijos de Adn; Adn y los que han venido despus de lestn bajo mi bandera; La conducta sabia (attadbr) es lamitad de los medios de existencia; Cuando Al ama a Susiervo, l le pone a prueba; El corazn del Corn es lasurata Y Sn44. Nadie en nuestro pas saba mas que lsobre este tema y sobre otros que no he podido abordartodava. Que Al est satisfecho con l!

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    Ibn Arabi

    44. El Corn, XXXVI. Estos hadiths se encuentran en los libros siguientes: 1.-Ab Dd, Sunna, 13; 2.- Tirmidh, Manqib, 1; 3.- Suyt, Al-Jm ac-caghr, ed. 1373 H. t. I, pg. 134; 4.- Tirmidh, Zuhd, 58; 5.- Ibn Hanbal, t. V,pg. 26.

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  • Este hombre era un cognoscente por Al (rif billh);dedicaba a l todo lo que haca, y recitaba el Corn entodos los momentos del da y de la noche. Nunca tuvo casapropia y no se preocupaba en absoluto de su salud; era deesos que pretenden alcanzar la estacin de los setenta milque entrarn en el Paraso sin sufrir la Rendicin deCuentas (al-hisb).45

    No hablaba con nadie y no asista a ninguna reunin. Aveces venan a decirle que el sol se ocultaba en el cielo,mientras l estaba todava en la primera rakata de la oracinde la maana.46 Cuando se preparaba para la oracin los

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    Clih al-Adaw3

    45. Budhri, K. ar-Riqq, b. 50.46. Se trata de la -alt ad-duh, oracin superrogatoria que se hace a media

    maana.

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  • das de fro intenso, se quitaba la ropa, conservando sola-mente una camisa y los pantalones; a pesar de ello, sudabacomo si se encontrara en las termas. Al rezar, lanzaba gemi-dos y mascullaba de tal forma que nadie poda comprenderlo que deca.

    Nunca dejaba nada para el da siguiente y no aceptabanada que excediera lo justo y necesario, tanto si era para lcomo para los dems. Pasaba la noche en la mezquita deAb Amir ar-Rutundal, el recitador del Corn.47 Fui disc-pulo suyo durante varios aos; en ellos me dirigi tan pocasveces la palabra que casi podra contar sus palabras. Unao, desapareci de Sevilla con motivo de la Fiesta delSacrificio.48 Cierto jurista, hombre digno de fe, me indicdespus que el shaykh haba estado presente en la concen-tracin de Araft49 y que lo haba sabido por alguien que lohaba visto all.50

    Mantena una relacin especial con nosotros y con fre-cuencia nos diriga sus meditaciones, de lo cual obtuvimos ungran beneficio espiritual. Por lo que a m respecta, me anun-ci muchas cosas que, ms tarde, resultaron totalmente justas.

    Fue Ab Al ash-Shakkz51 quien le cuid durante suenfermedad. Posteriormente vivi cuarenta aos en Sevilla,

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    47. Cf. Ibn Abbr, Takmilah, ed. Codera, pg. 527.48. Esta fiesta musulmana, que conmemora el sacrificio de Abraham, se celebra

    el dcimo da del mes de Dh-l-Hijjah, mes de la peregrinacin. Se llamaAyd al-Adh, la Fiesta del Sacrificio, o Ayd al-Kabr, la Gran Fiesta.

    49. Uno de los ritos de la peregrinacin.50. Evidentemente, Clih al-Adaw no se haba dirigido a La Meca de la misma

    forma que los dems peregrinos... Ibn Ajbah relata una ancdota semejan-te: Sd al-Husayn al-Hajjji formaba parte de las gentes de paso (ahl al-khutwah). Todos los aos estaba presente con los peregrinos del MonteAraft, adonde se diriga de una forma extraordinaria, reduciendo las dis-tancias (J. L. Michon, LAutobiographie... op. cit. pg. 34).

    51. Cf. infra, pg. 71.

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  • donde muri. Nosotros mismos lavamos su cuerpo durantela noche y lo llevamos a hombros hasta su tumba, donde ledejamos para que la gente rogara por l y lo enterrara.Nunca jams encontr a alguien parecido.

    Su condicin (hlah) era semejante a la de Uways al-Qaran.52

    Ad-Durrat al-fkhirah53

    Pas cuarenta aos en lugares desiertos y otros cua-renta en Sevilla.

    Fui a verle un da mientras haca la ablucin (wud).54

    Al efectuar este rito, la vergenza y el temor le hacan cam-biar de color. Cuando le preguntaban la razn, responda:Cmo podra ser de otro modo para quien se prepara paraconversar con Al, cargado de pecados?. Realizaba susabluciones meticulosamente, lavando tres veces cada partedel cuerpo al pronunciar el nombre de Al.

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    Ibn Arabi

    52. Uways al-Qaran vivi en la poca del Profeta, pero nunca le vio. A pesar deello, el Profeta le conoca y le dio su descripcin a Umar y a Al, y les suplicque fueran a transmitirle sus saludos (y a pedirle que intercediera por sucomunidad; tambin orden que le devolvieran su abrigo). Despus de lamuerte del Profeta, se pusieron a buscarlo y le pidieron su bendicin; l lesaconsej que estuvieran preparados para el Da de la Resurreccin. Muricombatiendo por Al en la batalla de Ciffin, en el 37 H. (lo cual hace decir aCorbin, fiel a su mana asimiladora, que fue un mrtir del shiismo). Sobreeste santo totalmente excepcional, podemos remitirnos al Mmorial desSaints de Attr (1976, pgs. 27-37) y ser fcil comprobar una gran similitudde carcter espiritual entre estos dos awliy. La observacin final de IbnArab debe indicar tambin la pertenencia de Clih al-Adaw al tipo espiritualde los Ywayss; ver al respecto Jmi, La Vie des Soufis, 1977, pgs. 77-79y, con reservas, H. Corbin, LImagination cratice dans le Soufisme de IbnArabi, 1958, pg. 27.

    53. Esad Ef. 1777, f. 80 b.54. La pureza espiritual es indispensable para efectuar el rito de la oracin.

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  • Cuando termin, levant la cabeza y me vi delante.Estaba sentado en un banco y se preparaba para secarse;me hizo seas para que me acercara. En aquella poca,empezaba a seguir el Camino y haba recibido algunasexhortaciones de naturaleza espiritual que no haba confia-do a nadie. Oh, hijo mo me dijo cuando hayas probadola miel, deja el vinagre. Al te ha abierto el Camino, es pre-ciso que permanezcas en l con firmeza. Cuntas herma-nas tienes? Le inform de que tena dos hermanas.Estn casadas ya? Le respond que todava no lo esta-ban, pero que la mayor estaba prometida al emir Ab al-Alb. Ghazn. Hijo mo, debes saber que ese matrimo-nio no se celebrar, pues tu padre y el hombre de quienhablas van a morir y te vas a quedar solo para hacerte car-go de tu madre y de tus hermanas. Tu familia querr per-suadirte de que regreses al mundo para que cuides de ellas.No hagas lo que van a pedirte y no tengas en cuenta suspalabras, pero rectales este versculo: Ordena a tu familiaque rece y t mismo persevera en la oracin. No te pedimosque satisfagas nuestros medios de subsistencia. Nosotrosproveeremos y el final dichoso es para aquellos que temena Al.55 No hagas nada ms, pues Al te ha preparado unasenda de entrega. Si les haces caso, sers abandonado eneste mundo y en el Otro, dejado a tu suerte.

    Antes de terminar el ao, el emir muri sin haber podi-do efectuar su matrimonio con mi hermana. Mi padre falle-ci seis aos despus. El shaykh tambin muri. Lleg elmomento en que mi familia vino a buscarme y me reproch

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    55. El Corn, XX, 132.

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  • que no satisficiera las necesidades de mis hermanas.Despus vino a verme mi primo y, con mucha deferencia,me suplic que regresara al mundo por el bien de mi fami-lia. Por toda respuesta, le recit estos versculos que habacompuesto bajo la inspiracin del momento:

    Ellos me invitaron a alejarme de la Senda de Al. Yo respond: cmo podra abandonar la Senda cuando el Amigo ha dicho:excepto el sol naciente de la Realidad,qu hay sino la sombra noche del error? As que no puedo hacer lo que me peds.

    El Emir de los Creyentes56 deseaba, no obstante, queentrara a su servicio. A este fin, envi al antiguo jefe de jus-ticia Yaqb Ab al-Qsim b. Taq. Le haba dicho al juezque se encontrara conmigo a solas y que no intentara obli-garme si rechazaba su proposicin. Cuando vino a hacermeesta oferta, la rechac; las palabras del shaykh resonabantodava en mis odos. A continuacin conoc al Prncipe yse interes por mis dos hermanas, que necesitaban protec-cin. Cuando le puse al corriente de su situacin, me pro-puso buscarles maridos apropiados, y le respond que yomismo me encargara. No seas tan expeditivo me dijo,tengo obligaciones para con ellas. Llam a su guardia y leorden, con insistencia, que le informara de mi respuestatanto de da como de noche. Poco despus de dejar al Pr-ncipe, me envi un mensajero para renovar su ofrecimiento

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    Ibn Arabi

    56. Este debe de ser Ab Yaqb, Ysuf, el Almohade, que rein de 1163 a 1184.

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  • relativo a mis dos hermanas. Le di las gracias al mensajeroy part casi de inmediato para Fez con mi familia y con unprimo paterno. Unos das despus, el califa pidi noticiasmas a Ab al-Qasm b. Nadir. Le inform que haba salidopara Fez con mi familia. Al enterarse de ello, el califaexclam: Gloria a Al!. Una vez establecido all, cas amis dos hermanas y de ese modo me libr de su carga.Despus de eso sent de nuevo la influencia del shaykh yme encamin hacia La Meca. Es uno de los ejemplos de susgracias espirituales.

    A su muerte, lavamos su cuerpo durante la noche, ensecreto, y lo llevamos a hombros hasta su tumba, donde lodejamos. Por la maana, la noticia de su fallecimiento sehaba difundido por toda la ciudad. Poco despus, no quednadie con el Prncipe de los Creyentes, salvo su guardia.Cuando pregunt lo que ocurra, se le anunci la muerte delshaykh y lo que nosotros habamos hecho; entonces com-prendi el comportamiento de sus hombres. El Prncipesali para asistir a los funerales, pero la gente no le prestninguna atencin dado que los miraba con desprecio.

    Fui compaero de ese shaykh durante cerca de treceaos.

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  • Este shaykh haca siempre sus cinco oraciones en lagran mezquita de Udays, en Sevilla. Se ganaba la vida ven-diendo opio,58 que recoga en la buena estacin y quevenda a personas ntegras, cuyo dinero saba que habasido ganado honradamente.

    Se quedaba tanto tiempo de pie orando que sus pies sehinchaban y, cuando rezaba, las lgrimas le corran por labarba como perlas. Vivi en la misma casa durante cuaren-ta aos, sin encender nunca ni fuego ni luz, entregndosecon fervor a las obras de adoracin.

    Un da me sorprendi retrasndome por mirar al locodel barrio, que se hallaba en medio de la muchedumbre. No

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    Ab Abdallh Muhammad ash-Sharaf574

    57. Futht, I, pg. 206.58. Utilizado naturalmente para fines mdicos.

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  • le haba visto, pero me cogi por la oreja, me llev aparte y mepregunt: Eres t el que obra as?. Ante estas palabras, mesent totalmente avergonzado y me dirig con l a la mezquita.

    Sola anunciarme los acontecimientos antes de que sehubieran producido y todo ocurra siempre como haba pro-nosticado.

    En la mezquita, nunca ocupaba un lugar determinadoni haca su oracin dos veces en el mismo sitio. Comonadie se atreva a pedirle abiertamente que rogara por l, elque quera beneficiarse de sus splicas59 le acechaba cuan-do entraba en la mezquita para saber dnde iba a hacer suoracin; entonces iba a rezar a su lado. Cuando el shaykh sesentaba despus de la oracin, la persona que deseaba suayuda efectuaba su splica (du) en voz alta y el shaykhaada su Amn; sa era su manera de suplicar. Un da, leped que rogara por m y lo hizo, empezando incluso la peti-cin en mi lugar, alabado sea Dios! Siempre me diriga lapalabra el primero, pues senta ante l un temor reveren-cial. He sacado un gran provecho de su compaa.

    Por lo que respecta a sus gracias espirituales, observque ante la proximidad de su muerte, abandon su moradadiciendo que quera hacer un viaje. Se march hacia su pue-blo natal de Aljarafe, a dos parasangas60 de Sevilla. Cuandolleg, se muri. Que Al sea misericordioso con l!

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    59. Las splicas (du) son invocaciones dichas fuera de las oraciones cannicasy que a menudo van inmediatamente despus. Aunque se consideran una for-ma de oracin personal y pueden decirse en una lengua distinta al rabe, gene-ralmente se componen de frmulas rabes transmitidas por el Profeta, susCompaeros o algn gran santo, pues as es como transportan su influenciaespiritual.

    60. La parasanga (far sakh), medida de distancia de los antiguos persas, corres-ponde a un trayecto recorrido en una hora por un caballo al paso; se ha eva-luado en unos 5250 metros.

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  • Un da vio a un nio pequeo con un cesto de semillasde hinojo sobre la cabeza; el chico pareca profundamenteafligido. El shaykh le mir con asombro y se apiad de l.ste le pidi entonces una oracin mientras la gente seamontonaba a su alrededor. Qu te ocurre, hijo mo?, lepregunt el shaykh. Mi padre ha muerto, dejando a mimadre y a mis hermanos sin recursos. Hoy nos hemoslevantado sin tener nada para comer y, como mi madre con-servaba estas semillas de hinojo, me dijo: Cgelas, hijomo, y vete a venderlas; si es suficiente, trenos con qucomer todo el da. El shaykh llor e, introduciendo lamano en el cesto, sac algunas semillas. A continuacindijo: Es una buena mercanca, pequeo. Ve a decirle a tumadre que tu to de Aljarafe ha cogido algo, y que est endeuda con vosotros. Entonces un comerciante cogi elcesto y afirm: Ahora que el shaykh las ha cogido, estassemillas tienen su bendicin. El comerciante fue a buscara la madre del chico y le dio setenta dinares mumin61 por lacesta. El shaykh haba obrado de esta forma por misericor-dia para con ellos. Que Al est satisfecho con l!

    Ad-Durrat al-fkhirah62

    Siempre estaba ausente del pas en la poca de la pere-grinacin (hajj). Un grupo de peregrinos de Sevilla le vio.63

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    Ibn Arabi

    61. Son los dinares acuados por Abd al-Mumin (muerto en 1163), sucesor delMahd Ibn Tmart y fundador de la dinasta muminide. Los almohadesgobernaron en Espaa hasta 1212.

    62. Esad Ef. 1777, f. 83 a.63. Cf. supra, n. 50.

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  • Un da, estaba con l para la oracin de medioda en lamezquita de Udays, cuando observ una gran concen-tracin de personas. Me pregunt lo que venan a hacer y ledije que el juez los haba reunido para ratificar el nombra-miento de un nuevo muhtasib;64 ellos se haban pronuncia-do por al-Irnq. Al or eso, sonri y dijo: Cuando haya ter-minado la oracin del medioda, vern que les han impues-to a un hombre que ellos no haban elegido. Le preguntquin podra ser, pero me contest que lo sabra despus dela oracin. Entonces rec con l y, cuando terminamos, eljuez anunci que haba decidido nombrar a at-Talab para elcargo. Luego se march. El shaykh me dijo: Ves, se hacomportado con ellos como un hombre inteligente con sumujer: le pide su opinin, pero no acta de acuerdo con suspretensiones.

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    Los Sufes de Andaluca

    64. Funcionario encargado en principio de la vigilancia de los mercados, espe-cialmente para el control de los pesos y de las medidas, el muhtasib se con-virti rpidamente en el portavoz del juez (qd).

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  • Era un ciego anciano65 que haba sido imn en la mez-quita de Zubaydi hasta su muerte. Lo enterramos enAlmonteber y pasamos la noche sobre su tumba.

    Le frecuent y le vi siempre aplicado a las obras deadoracin; era un hombre que tena slidos conocimientosen las disciplinas y ciencias espirituales. Nunca le vi sen-tarse en otra parte que no fuera un pequeo taburete.

    Muri entre nosotros en Sevilla, que Al tenga mise-ricordia de l!, y, as, tuvimos la prueba de su carisma. Elviento no dejaba nunca de soplar en la montaa en la que loenterramos; aquel da, Al lo aplac. La gente considereso como un buen presagio y fueron a pasar la noche sobre

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    Ab Yahy ac-cinhj5

    65. Futht, I, pg. 206.

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  • su tumba para recitar el Corn. Cuando abandonaron lamontaa, el viento volvi a soplar como antes.

    Yo era, como se sabe, uno de sus compaeros.66 Era delos que llevan una vida errante (min ahl as-siyht)67 viaja-ba sobre todo a lo largo de las costas, buscando aislarse delos hombres.68

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    Los Sufes de Andaluca

    66. Futht, ibd.67. El errante (as-sh) dice Ibn Arabi es el que circula por la tierra para

    extraer de ella temas de meditacin y, con ello, aproximarse a Al, siguien-do un gusto por el aislamiento que nace de su propia inclinacin hacia lasociedad. Cf. Futht, caps. 174 y 175, traducidos por E. Dermenghem enLes plus beaux testes arabes, 1951, pgs. 279-284.

    68. La khalwah, o el hecho de aislarse de los hombres y del mundo, es unacaracterstica importante de toda la espiritualidad tradicional. Algunos sufesla han practicado durante la mayor parte de su vida y otros no han recurridoa ella ms que en algunas pocas para restaurar esa integridad que el con-tacto con el mundo debilita inevitablemente. Ibn Arab escribi un tratadosobre el tema en el que da instrucciones para el retiro intensivo: Kitb al-khalwah, Aya Sofya, 1644. Sobre el mismo tema, ver Futht, caps. 78 y 79,traducido por M. Valsan, E.T., 1969, pgs. 77-78.

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  • Era originario de Shubarbul, pueblo del Aljarafe, apro-ximadamente a dos paransangas de Sevilla. Pas gran par-te de su vida en lugares desiertos. Era compaero de AbAbdallh b. al-Mujhid70 y se ganaba la vida trabajandocon sus propias manos. Entr en el Camino antes de haberalcanzado la pubertad y lo sigui hasta su muerte. Ibn al-Mujhid, el maestro de nuestro Camino en este pas, sentapor l mucho respeto y, cuando vena a verle, acostumbra-ba a decir: Pedid a Ab al-Hajjj ash-Shubarbul que rue-gue por vosotros. Es el propio Ab al-Hajjj el que me loha referido.

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    Ab al-Hajjj Ysufash-Shubarbul696

    69. Futht, I, pg. 206. Ibn Abbr, Takmilah, n. 2083.70. Cf. infra, pg. 169.

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  • Me cont tambin que visitaba a Ibn al-Mujhid todoslos viernes, y que una vez lo encontr delante de una paredde su casa que se haba cado y que estaba arreglando paraponer a su familia a cubierto. Despus de haberme salu-dado, Ibn al-Mujhid me dijo: Ab al-Hajjj, hoy es jue-ves, has venido en un da desacostumbrado. Yo le contestque estbamos a viernes. Y al orlo, Ibn al-Mujhid golpecon sus manos y exclam: Pobre de m! Y todo eso por-que tena ese trabajo que hacer. Qu habra ocurrido sihubiera tenido ms?. Se lament y llor, sintiendo el tiem-po que haba perdido.71 Al contrmelo, el propio Ab al-Hajjj tambin lloraba; luego aadi: As es como se afli-gen los nuestros, siempre que han perdido la felicidad de lapresencia de Al.

    Aunque Ab al-Hajjj era, sin duda, el ms eminentede nosotros, continu alimentndose del trabajo de susmanos hasta que se volvi demasiado dbil y tuvo que con-tar con los donativos piadosos. Cuando se volvi viejo ydemasiado dbil para desplazarse, lloraba y me deca:Hijo mo, Al me ha concedido el favor de recibir muchasvisitas a casa, pero de esta forma l me expone a la tenta-cin, pues quin soy yo para creerme digno de todo eso?Ojal tuviera buena salud, preferira con mucho visitar a lagente en sus casas mejor que recibirlos.

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    71. La contribucin de Ibn al-Mujhid se explica sobre todo por el hecho de quese trata de un viernes, pues, adems de su importancia para todo musulmndebido a algunos ritos como la oracin del viernes (calr al-jumah) realiza-da en comn en la mezquita, este da comporta cierto nmero de gracias yde virtudes que deben ser percibidas normalmente por la atenta sensibilidadde un hombre del Tacawwuf.

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  • Era realmente una misericordia para el mundo.Cuando las gentes del sultn venan a verlo, me deca:Hijo mo, estos hombres son los ayudantes de Dios (al-Haqq) ocupados en los asuntos del mundo; Al pide que seruegue mucho por ellos para que l conceda la verdad (al-haqq) a sus actos y los ayude. El sultn tena muchas defe-rencias con l.

    Fuera cual fuera la cantidad de personas que vinierana visitarlo, les ofreca toda la comida que posea, sin apar-tar nada para l. Un da, delante de unos seores, me dijo:Hijo mo, treme la cesta. Se la llev, pero no encontrnada en ella ms que un puado de garbanzos; los pusedelante de ellos y se los comieron.

    Fui testigo de numerosas pruebas de su gracia espi-ritual; era de esos que pueden caminar sobre las aguas.

    Tena un pozo en su jardn, de donde sacaba el aguapara las abluciones. Habamos observado que, al lado delpozo, haba un gran olivo cubierto de hojas y de frutos, conel tronco fuerte. Uno de nosotros le pregunt por qu habaplantado un olivo en aquel lugar, pues dificultaba el accesoal pozo. Levant la cabeza hacia nosotros, pues la edadhaba curvado su espalda, y dijo: Me he criado en esta casay, por Al!, os aseguro que nunca haba notado ese olivohasta hoy. Tal era la intensidad de la ocupacin de sucorazn...

    Siempre que uno de nosotros entraba en su casa, leencontraba leyendo el Corn. No ley otro libro hasta sumuerte.

    Este shaykh tena una gata negra que dorma sobre susrodillas y que nadie poda coger o acariciar. Una vez me

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    Ibn Arabi

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  • cont que la gata poda reconocer a los Amigos de Al(awliy Allh, los Santos) y me explic que esa actitudhuidiza no era natural en ella, pues Al la volva muy afec-tuosa con los Amigos de Al. Yo mismo la vi frotar su caracontra las piernas de algunos visitantes y huir de otros. Elda en que nuestro shaykh Ab Jafar al-Uryan72 fue a ver-le por primera vez, el animal estaba en la otra habitacin.Antes de que se sentara, entr y le mir; entonces dio unsalto, ech las patas alrededor de su cuello y frot la cabe-za contra su barba. Ab al-Hajjj se levant para recibirlo yle hizo sentarse, pero no dijo nada. Despus me confesque nunca haba visto la gata comportarse de aquella mane-ra y que haba continuado as mientras dur la visita.

    Un da en que yo estaba con el shaykh en una sesin,un hombre vino a verle; padeca un dolor de ojos tan fuerteque chillaba como una mujer de parto. Haba gritado tantoal entrar que haba molestado a las personas presentes; elpropio shaykh palideci y se puso a temblar. Levantandoentonces su mano bendita, la puso sobre los ojos y el dolorces. El hombre qued tendido en el suelo, como muerto.Finalmente, se levant y abandon la casa con los dems,completamente curado.

    Este shaykh siempre estaba acompaado por un jinnvirtuoso y creyente.73 Un da, le visit con nuestro shaykhAb Muhammad al-Mawrr74 y le dije: Oh, Sd!, ste es

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    72. Cf. supra, pg. 13.73. Los jinns son seres de naturaleza sutil (hechos de fuego); algunos son

    impos mientras que otros pueden ser judos, cristianos o musulmanes. Cf.El Corn, LI, 56 y LXXII, 1-15.

    74. Cf. infra, pg. 79.

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  • uno de los compaeros de Ab Madyan. Entonces sonriy exclam: Qu maravilla! Tambin, ayer, Ab Madyanestuvo en mi casa. Qu excelente shaykh!. Hay que decirque en aquella poca, Ab Madyan viva en Bougie, apro-ximadamente a cuarenta y cinco das de camino. Por tanto,la visita de Ab Madyan a Ab al-Hajjj se haba produci-do de forma sutil; a m me sola ocurrir lo mismo con AbYaqb.75 Ab Madyan, por otra parte, haca mucho quehaba dejado de viajar.

    Hay muchas cosas que recuerdo y que no puedo rela-tar aqu, algo que tambin ocurre con los dems.

    Solamente he escrito sobre ellos para demostrar quemi poca no estaba desprovista de hombres de espirituali-dad (rijl).

    Ad-Durrat al-fkhirah76

    Un da o una voz que recitaba el Corn al estilo delshaykh. Le inform de ello y le dije que se trataba de un jinncreyente que me haba pedido que le dejara compartir micompaa; haba insistido en ello y me haba comprometi-do con un juramento. Mantuve el compromiso y le permitque se sentara conmigo para estudiar el Corn.

    Ab al-Hajjj, como su propio shaykh, siempre eracomplacido cuando efectuaba una rogativa (du) y tenael poder de caminar sobre las aguas.77

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    Ibn Arabi

    75. Df. supra, pg. 47.76. Esad Ef. 1777, f. 79 a.77. Aqu se sita el relato del pozo y del olivo. Cuando Ibn Arab le pregunta,

    responde: Igual que hablar demasiado, tambin es censurable mirar dema-siado a su alrededor.

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  • Una noche, unos ladrones entraron en su casa con laintencin de llevarse algunas cosas. Mientras robaban, elshaykh estaba en su estera de rezos, demasiado absorto ensus devociones para darse cuenta de su presencia. Cuandolos ladrones quisieron abandonar el lugar, no pudieronencontrar ninguna salida y la pared pareca crecer ante susojos. Entonces devolvieron los objetos y hallaron la puerta.Uno de ellos se qued cerca de ella y los dems regresarona buscar los objetos que haban sustrado. Nada ms hacer-lo, de nuevo no pudieron encontrar la salida. Cuando pre-guntaron a su jefe, les asegur que no se haba movido delsitio, pero que ya no poda ver la puerta. Repitieron la ope-racin varias veces, pero sin xito. Cuando se dieron cuen-ta finalmente de lo que ocurra, devolvieron los objetosrobados a su sitio y salieron de la casa arrepentidos. Fueuno de los ladrones el que me cont esta historia.

    Me qued con l hasta su muerte, que ocurri trashaber sido su compaero durante cerca de diez aos.78

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    78. Muri en el 587/1191, cuando Ibn Arabi tena veintisis aos.

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  • Este shaykh fue tambin un compaero de Ibn al-Mujhid y sigui sus enseanzas hasta su muerte; tras suce-derle en su cometido, lleg a su grado de realizacin, supe-rando incluso a su maestro. Era un hombre que una en s laciencia y las obras, un Mlikite80 y un defensor elocuentedel saber y de sus virtudes.

    Fui compaero suyo y estudi con l todo lo que desea-ba aprender respecto a la pureza ritual y a la oracin.Tambin asist a la lectura de sus obras.81

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    Ab Abdallh Muhammad b. Qassm797

    79. Cf. Futht, I, pg. 211; Ibn Abbr, Takmilah, n. 299.80. Todo musulmn sunnita se relaciona con una de las cuatro escuelas jurdicas

    (madhhib). Son las escuelas de Mlik b. Anas, citado aqu, de Ab Hanfah,de Shfi y de Ibn Hanbal.

    81. Es un mtodo para dar testimonio de la autenticidad de la obra leda.

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  • Su oracin al final de cada sesin era siempre:Allahumma, haznos or el bien, haznos ver el bien. QueAl nos otorgue la proteccin y la haga permanente! Que Alrena nuestros corazones en el temor santificante y noshaga triunfar en lo que a l le gusta y en aquello con lo quel est contento!. Luego recitaba el final de la surata LaBecerra.82 Tambin recitbamos esta oracin al final denuestras sesiones.83 Una noche, mientras yo me encontrabaen el noble Santuario de La Meca, vi al Profeta en sueos;un lector le estaba leyendo el Cahh de Bukhrf.84 Cuandotermin, el Profeta recit esa misma oracin. Por tanto, acontinuacin, me entregu con ardor a esa prctica.85

    Este shaykh, hombre de celo y de esfuerzo (al-jidd wa-Jijtihd), era muy puntual en la realizacin de sus obras deadoracin. Tambin se impona obligaciones en momentosdeterminados del da y nunca falt a ellas. Tena igualmen-te la costumbre de consignar sus actos cotidianos para

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    82. [...] Seor, no nos castigues por las faltas cometidas por olvido o por error!Seor, no nos cargues con un peso semejante al que cargaste a los que hanvivido antes que nosotros! Seor, no nos cargues con lo que no podemosllevar! Borra nuestras faltas! Perdnanos! Ten misericordia de nosotros!Eres nuestro Maestro! Socrrenos contra el pueblo de los infieles! (ElCorn, II, 286).

    83. La sesin suf, o majlis, es la reunin de los discpulos con su shaykh o surepresentante, para recitar las letanas (awrd) de la hermandad (tarqah) yrecibir la enseanza del shaykh.

    84. Al-Bukhr (810-870) reuni la coleccin cennica ms importante de lasTradiciones del Profeta. El Cahh se ha traducido al francs con el ttulo LesTraditions islamiques, 1903-1914, reimp. 1977, y extractos seleccionados ytraducidos por G. H. Bousquet se han editado bajo el ttulo LauthentiqueTradition musulmane, Pars, 1986, Sindbad ed.

    85. En su Conseil a un ami, Ibn Arabi cita tambin esta oracin (du) y preci-sa su origen: He visto al Enviado de Al en sueos, en el ao 599, en LaMeca, en una visin de larga duracin y le he odo pronunciar una que heretenido en mi memoria; con las manos extendidas, deca [...] (Trad. M.Vlsan en E.T., 1968, pg. 248).

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    Ibn Arabi

    86. Se trata aqu del examen de conciencia (al-muhsabah), prctica espiri-tual que fue expuesta principalmente por Harth al-Muhsib (muerto en el243/857), de donde se saca su nombre. Segn este autor, la al-muhsabahes la reflexin que conduce al discernimiento de lo que a Dios le gusta y delo que no (citado por Abd el-Halim Mahmoud, Al-Mohsib, 1940, pg. 147.

    87. Las cinco oraciones obligatorias (fard) son: ac-cubh, que debe realizarseentre el alba y la salida del sol; azh-zhuhr, en la primera parte de la sobre-mesa; al-acr, en la segunda parte; al-maghrib, despus de la puesta del sol,y al-ish, durante la noche. Estas oraciones, especialmente las cuatro pri-meras, deben realizarse lo ms posible al principio del tiempo prescrito.

    88. Cada rakata (rakah) o unidad de oracin consta de: la posicin vertical(qiym), la inclinacin (ruk), la prosternacin (sujd) y la posicin sentada (jal-sah). Cada oracin, que puede comportar de dos a cuatro rakatas, est pre-cedida por la formulacin de la intencin (niyyah; el takbr inicial, que consisteen decir Allhu akbar, Al es ms grande), que se repetir varias veces a lolargo de este rito; abre y santifica la oracin, que terminar con el saludofinal (taslm); cf. M. Lings, Un Saint musulman du XX siecle, op. cit., cap. XI.

    pedirse cuentas a s mismo por la noche.86 Si comprobabaque haba obrado bien, daba gracias a Al; si no, se arre-penta y rezaba todas las oraciones necesarias para superdn. Todas las noches actuaba as.

    Se ganaba la vida confeccionando gorros. Un da quehaba gastado todo su dinero, se haba sentado en su tienda yhaba cogido sus herramientas de trabajo, cuando oy que lapuerta se abra y se cerraba. Sali, pero no encontr a nadie; noobstante, vio que le haban dejado seis dinares, y los cogi.Entonces arroj las tijeras a un pozo, diciendo: Al vela por miexistencia; debera velar yo tambin? Por qu habra de pre-ocuparme por algo que tengo garantizado? En lo sucesivo ya nosers t el que busque las ganancias, sino que ellas te buscarna ti. Dej su oficio y desde entonces vivi de limosna.

    Ya he relatado la forma que tena de compartir sus dasy sus noches, pero he aqu algunos detalles ms.

    Despus de la oracin matinal (cubh),87 se sentaba parala invocacin (dhikr) hasta la salida del sol, y luego hacados rakatas.88 A continuacin iba a buscar sus libros y sala

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  • para reunirse con los alumnos; se quedaba con ellos hastauna hora avanzada de la maana y volva a su casa paracomer un poco, los das que no ayunaba. Entonces realiza-ba la oracin de la maana (ad-duh) y dorma un rato. Allevantarse, haca la ablucin (wud);89 si tena alguna obli-gacin, la cumpla; si no, se sentaba para el dhikr. Cuandollegaba el medioda, abra la mezquita y llamaba a la gentepara la oracin.90 Despus volva a casa para las oracionessuperrogatorias y para el dhikr hasta que llegara el momen-to de hacer el zhuhr; entonces se diriga a la mezquita y rea-lizaba la llamada inmediata91 sin hacerla preceder de ora-ciones superrogatorias. Al dirigir la oracin, se balanceabaen el mihrb, como embriagado por el estado que la PalabraDivina provocaba en l.92 Despus del saludo final (con quetermina la oracin), dejaba la mezquita y regresaba a casapara las oraciones superrogatorias. Posteriormente, abra elCorn, lo pona sobre sus rodillas y, siguiendo las letras conel dedo y con los ojos, lo salmodiaba con una voz suave,

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    89. El sueo es una de las causas que obligan a renovar la ablucin.90. En el islam, es la voz humana la que llama a los fieles a la oracin. Esta lla-

    mada se denomina adhn, y la persona que la hace es el muadhdhin(muecn). La llamada a la oracin del zhuhr se lleva a cabo cuando el sol hadejado el cnit, pero la propia oracin se realiza un poco ms tarde.

    91. Despus de la adhn, efectuada a menudo desde lo alto del alminar, se pro-cede a una segunda llamada (iqmah), ms corta, que precede inmediata-mente a la oracin.

    92. El texto rabe precisa que el estado en cuestin es un wajd (cf. infra, n. 204),un dominio esttico provocado por la pronunciacin ritual del texto sagra-do. Si la bsqueda del wajd (tawjud) se efecta bajo otras circunstanciasy casi siempre con cantos sufes en el momento de las sesiones de audi-cin espiritual (sam), es de observar que es a propsito de la recitacindel Corn como algunos autores, tales como Hujwr, demuestran la licituddel tawjud basndose en el hadith siguiente: En realidad, este Corn hacado en la tristeza (huzn). As, cuando lo leis, llorad; y si no lloris, esfor-zaos en llorar. Y salmodiadlo, pues el que no lo salmodie no es de los nues-tros (Ibn Mjah, Sunan, K. Iqmat ac-calh, b. 176).

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  • reflexionando en el sentido de los versculos; as lea cincojuz.93 Al final de la sobremesa, llamaba a la oracin (acr)y volva a marcharse a casa; cuando la gente estaba reuni-da, iba a rezar con ellos. A continuacin regresaba a su casay se sentaba para el dhikr hasta la puesta del sol; entoncesllamaba a la oracin (maghrib) y la efectuaba. Luego volvaa casa. Entre las dos oraciones de la noche, cuando la oscu-ridad empezaba a bajar, encenda las lmparas de la mez-quita, tocaba a oracin y regresaba a casa para cumplir lasobras superrogatorias. Cuando la comunidad estaba reuni-da, haca la oracin (ish) con ellos. Despus de eso, cerra-ba la mezquita. Una vez en su casa, examinaba su conduc-ta del da, sus gestos, palabras y todo lo que saba que elngel94 haba guardado contra l, con miras a actuar en con-secuencia. Entonces se meta en la cama y dorma. Cuandohaba transcurrido parte de la noche, se levantaba, efectua-ba la ablucin mayor si se haba unido a su mujer95 y se aisla-ba en su oratorio para leer el Corn. Obtena grandes alegras,

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    Ibn Arabi

    93. Como es costumbre recitar el Corn entero durante el mes del Ramadn,ste se divide en treinta partes (juz), una para cada da del mes. A su vez,cada una de stas se divide en dos secciones (hizb).

    94. Cada hombre est acompaado por dos ngeles; el que se encuentra a suderecha determina las buenas condiciones, mientras que el de la izquierdalo hace con las malas.

    95. Despus del acto conyugal, es preciso realizar la ablucin mayor (ghusl).Ibn Arabi da la explicacin siguiente en Fucuc al-hikam: No existe uninms intensa que la del acto conyugal. En l, la voluptuosidad invade todaslas partes del cuerpo y por la misma razn la Ley sagrada prescribe la ablu-cin total (del cuerpo despus del acto conyugal), debiendo ser completa lapurificacin, porque la extincin del hombre en la mujer ha sido total en elmomento del embelesamiento por la voluptuosidad (de la unin sexual). PuesDios est celoso de Su servidor. No tolera que ste crea que goza de algo queno sea l. l le purifica, pues (con el rito prescrito), con el fin de que se vuel-va, en su visin, hacia aquel en quien se ha extinguido en realidad puesto queno hay ms que eso. (La Sagesse des prophetes, op. cit. pg. 186-187).

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  • tanto a nivel de la Excelencia de la Unidad (hadrat at-tawhd) como a nivel paradisaco, racional o legal, segn elcontenido de los versculos. As continuaba hasta la maana.

    En el transcurso de estas lecturas del Corn, recibi deAl numerosas ciencias espirituales que no posea. Al selas dio a conocer mediante el Corn, pues l dijo: Temeda Al, pues es Al el que os instruye.96

    Al amanecer, iba a abrir la mezquita, encenda las lm-paras y llamaba a oracin. Al regresar a su casa, realizabalas dos rakatas del fajr97 y se sentaba para el dhikr. Cuandoel cielo se aclaraba, se diriga otra vez a la mezquita para laoracin (cubh). As es como nuestro shaykh pasaba sus dasy sus noches. Slo salaba sus alimentos dos veces porsemana, el lunes y el viernes. Su estado espiritual (hl) y suestacin (maqm) eran muy elevados, y su conocimiento(marifah) considerable. Es raro encontrar un hombre pare-cido. Se lo present a mi compaero Abdallh Badr al-Habash,98 quien rez detrs de l.

    Ad-Durrat al-fkhirah99

    Fui compaero suyo durante cerca de diecisiete aos.Despus de la oracin de medioda (zhuhr), coga el Corny se lo pona sobre las rodillas; segua las letras con el dedoy lo recitaba hasta la oracin de la sobremesa (acr).

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    96. El Corn, II, 282,97. Oracin superrogatoria que se realiza al alba.98. Cf. infra, pg. 196.99. Esad Ef. 1777, f. 78 a.

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  • Continuaba as su lectura de la noche anterior. Le pre-gunt respecto a ello y me respondi que lo haca para quecada uno de sus miembros pudiera sacar provecho de esalectura.100

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    Ibn Arabi

    100. Esto se refiere tal vez al hecho de que los miembros y partes del cuerpodarn testimonio a favor o en contra de su propietario en el Da del Juicio.Cf. El Corn, XXIV, 24.

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  • Un da me recit un poema que se haba dirigido:Eres Ibn Imrn Ms el malhechor,no eres ciertamente Ibn Imrn Msd, el interlocutorde Al.102

    Se impona una disciplina muy severa y vivi en lamisma casa durante sesenta aos, sin dejarla jams. Seguacomo regla de vida espiritual la senda de al-Hrith b. Asadal-Muhsib, no aceptaba nada de cualquiera y no buscabanada para s mismo ni para los dems.

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    Ab Imrn Msd b. Imrnal-Mrtul1018

    101. Futht, II, pgs. 6, 81 y 177. Es frecuentemente citado por su amigo al-Balaw, Kitb Alif B (1286).

    102. Este verso hace referencia a Moiss; cf. El Corn, VII, 143 y XX, 9 y ss.

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  • Tuve una visin referente a l que indicaba que debaprogresar de su estacin (maqm) hacia otra ms alta.Cuando se lo cont, me dijo: Me has trado una buenanoticia, que Al regocije tu corazn con la promesa delParaso!. Poco tiempo despus, alcanz la estacin indi-cada en mi visin. Fui a verle aquel mismo da. Su cara seilumin de alegra al verme y me bes. Entonces le dije:Ah est la interpretacin de mi visin, as que pide a Alque l me anuncie la buena nueva del Paraso. l me res-pondi: Si Al lo quiere, as ser!.

    Antes de terminar el mismo mes, Al me anunci labuena nueva del Paraso, confirmndome con un signo evi-dente que haba respondido a la splica de al-Mrtul.

    Entonces me convenc de ello y ya no dud de mi sitioen el Paraso ni de la misin proftica de Muhammad, queAl le conceda Su gracia y Su paz. En cambio, ignoro si elfuego me tocar o no.103 Espero sinceramente que, en Subondad, me libre de l. Que Al nos conceda Su perdn atodos!

    Este shaykh era un hombre notable; tena un conoci-miento perfecto y un comportamiento magnfico. Aunquegeneralmente se hallaba en un estado de contraccin espiri-tual (qabd),104 siempre acoga bien a sus visitantes. Pasa-mos momentos maravillosos en su compaa; su energa

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    Los Sufes de Andaluca

    103. El siervo (abd) nunca puede saber toda la voluntad de su Seor (rabb) res-pecto a l.

    104. El qabd, estado de estrechamiento o de contraccin, se opone normal-mente al bast, que es un estado de expansin o de dilatacin. Cf. ElCorn, II, 246. Retomando las explicaciones de Junayd, Hujwr, Qushayre Ibn Abbd, Ibn Ajbah escribe: Uno y otro son estados que suceden,respectivamente, a los estados de temor (khawf) y de esperanza (raj)

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  • espiritual (himmah) dependa estrechamente de Al, y nospreservaba y protega de las tentaciones y de los retrocesos.Por lo que a m respecta, l mismo me dio testimonio deello. Un da me dijo, en presencia de mi compaeroAbdallh Badr al-Habassh: Tena mucho miedo por tidebido a tu joven edad, a tu falta de madurez, a la corrup-cin del momento y al relajamiento general que he obser-vado en los hermanos del Camino. Es su comportamientolo que me ha impulsado a vivir recluido, pero Dios sea loa-do, ya que me ha consolado contigo.105

    Un da en que fui a visitarlo, me dijo: Ocpate de tualma, hijo mo. Le contest que cuando haba visto a mishaykh Ahmad,106 me haba pedido que me ocupara de Al;por tanto le pregunt a quin deba escuchar. l me respon-di: Yo estoy con mi alma y Ahmad est con su Seor.Cada uno de nosotros te gua en funcin de su propio esta-do espiritual.107 Que Al bendiga a Ibn Abbs y me hagareunirme con l!.

    He aqu lo que constat de lo que contena como cali-dad (itticf). Tena conmigo un comportamiento abierto,pero eso no haca sino acrecentar mi temor y mi veneracin(tazhm), y se maravillaba de mi compostura junto a l

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    Ibn Arabi

    cuando stos son superados. En el gnstico, la constriccin (qabd) pro-viene del temor propio del novicio; y, en l, la expansin (bast) provienede la esperanza propia del aspirante (J .L. Michon, Le Soufi marocain IbnAjba et son Mirj, 1973, pg. 219). Por otra parte, Ibn Arab aborda estetema en la primera parte del Rh al-quds, pg. 46, en la edicin realizadaen Damasco en 1970. El qabd se considera generalmente superior al bast,pues el alma est dominada por l en una servidumbre ms completa. Verlos hikam de Ibn Ata Allh, 75-77.

    105. He omitido aqu algunos versos.106. Ese shaykh es al-Uryan.107. Estos dos consejos se renen finalmente en el clebre hadith: Quien

    conoce su alma, conoce a su Seor.

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  • durante sus momentos de gran apertura (bast). Luegovolva a la puerta de la Servidumbre (al-ubdiyyah), yentonces yo era muy abierto con l. La razn de ello tieneque ver con un secreto sorprendente que, si Al quiere,comprenders, amigo mo, si te paras a pensar.108

    Ad-Durrat al fkhirah109

    Este compaero de Ibn al-Mujhid110 era imn en lamezquita de Rida, en Sevilla. Haba compuesto unapequea antologa de poemas sobre ascetismo que me leacon frecuencia. Slo abandonaba su mezquita para asistir ala oracin del viernes,111 hasta que su estado de salud leimpidi desplazarse.

    Un da fui a verle y le encontr con el imn khatb Abal-Qsim b. Ghafr,112 un tradicionista113 que negaba los

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    108. Sin descubrir un secreto confiado a un hombre como al-Mahdaw, que fueel Polo de su tiempo, podemos hacer, sin embargo, la siguiente observa-cin, relacionada con la calificacin por los caracteres divinos (itticf bi-l-akhlq al-ilhiyyah) o la caracterizacin por los Nombres Divinos (at-takkalluq bi-l-Asm). El estado de qabad, que era habitual en este shaykh,corresponde al comportamiento verdadero del siervo (abd). No obstante,como precisa el texto, de regresar a la puerta de la Servidumbre (al-ub-diyyah) podramos deducir que la calidad que contena a veces no erams que un atributo de Seora (arrubbiyyah), mientras que la expan-sin (bast) es un estado de carcter seorial. Entonces se comprenderbien que esa toma de adorno (tahall) que Ibn Arab era capaz de perci-bir provocara en l un temor y una veneracin extremas. Tambin habraque resaltar la actitud complementaria de ese discpulo tan particular res-pecto a su propio shaykh.

    109. Esad Ef. 1777, f. 108 b.110. Cf. infra, pg. 169.111. La oracin del viernes (calr al-jumah), de carcter obligatorio para los

    hombres, es una oracin realizada en comn en la mezquita, al principio dela tarde, y sustituye a la oracin del zhuhr. Est precedida por una pltica(khutbah) o alocucin realizada en el plpito por el imn khatb, quien diri-gir la oracin a continuacin.

    112. Cf. Futht, II, pg. 6.

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  • poderes milagrosos de los santos. Al llegar, o al shaykhrefutar una cosa que haba dicho. El hombre nos reprocha-ba dos actos ilcitos que nosotros no habamos cometido yque no podamos imaginar que ninguno de nuestros herma-nos pudiera haber realizado. Ped al shaykh, con quien man-tena humildes relaciones, que me dejara dirigir la charla.Entonces me dirig a ese Ab al-Qsim: Eres un tradicio-nista, verdad?, a lo que l respondi que s. Continu:Como el Enviado de Al, que Al le conceda Su gracia ySu paz!, saba que su comunidad contara con gentes de tuespecie, neg la posibilidad de los poderes milagrosos en elcaso de aquellos que obedecen simplemente los mandatosdivinos. Con todo, dijo una o dos cosas que podran hacer-te reflexionar. Entonces pregunt qu poda ser. Y res-pond: No se ha relatado que el Enviado de Al dijo:Muy a menudo, un hombre descabellado y vestido conharapos, rechazado en todas las puertas, si abjurara a Al,ste lo atendera114? No ha dicho tambin: Ciertamente,entre los adoradores de Al hay algunos a los que les bastacon suplicar a Al para que l los escuche115? Tambindijo: ...y entre ellos estn los complacidos. Aceptasestas palabras?. Cuando las hubo admitido, le indiqu:

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    113. El tradicionista (muhaddith) es un sabio que estudia y transmite las tradi-ciones (ahdth) del Profeta. Por una molesta analoga con el caso de losjuristas, numerosos tradicionistas haban constituido igualmente un tipocaricaturesco con mentalidad casustica y apetitos mundanos, lo cual loscerraba a las realidades puramente espirituales y los llevaba a atacar a losrepresentantes del sufismo. Podemos hacernos una idea de ello leyendolas duras crticas formuladas por Ibn Abbd, cf. P. Nqyia, Ibn Abbd deRonda, Beirut, 1961, pgs. 130-150. Los reproches de Ghazzl son tam-bin muy virulentos. Cf. infra, pg. 84.

    114. Muslim, K. al-Birr, b. 40.115. Bukhr, ac-Culh, b. 8 y Muslim, K. al-Qasmah, b. 5.

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  • Alabado sea Al, que no ha limitado al Profeta a un solotipo de milagros, sino que le ofreci la posibilidad de hacerun juramento que pudiera ser mantenido por l. No especi-fic el objeto de dicho juramento, por lo que ofrece todaslas posibilidades; de tal forma que si alguno suplica a Alrespecto al desplazamiento por el aire o por el agua, al reco-rrido rpido de grandes distancias, a la subsistencia sin ali-mentos, a la percepcin de lo que est en las almas y a otrascosas que se cuentan respecto a los santos, Al se lo conce-der. Al or eso, Ab al-Qsim se llen de confusin yguard silencio. El shaykh me dijo: Que Al te recom-pense con favores procedentes de Sus santos!.

    Un da, al entrar en su casa, estaba recitando este verso:

    La piel de canela y la estera rugosa se encuentran confrecuencia en una casa como la ma.

    Este verso haba sido compuesto por el motivo siguien-te: Al haba concedido algn bien de este mundo a Ab al-Abbs Ahmad b. Mutrif al-Qanjabar, hombre piadosototalmente entregado a Al en la bsqueda espiritual y en lavida errante. Vino a ver a nuestro shaykh y le ofreci lo quehaba recibido, pero el shaykh rechaz su ofrecimiento ycompuso el poema cuyo primer verso hemos citado.116

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    116. La corteza de canela se utiliza tradicionalmente para perfumar el sudario yla estera para la oracin. El verso podra ser, pues, un recuerdo de la muer-te, que incita a las obras de adoracin y aleja de los bienes de este mundo.Al mismo tiempo, la corteza de canela es algo refinado y la estera comn;el verso implicara, pues, por aadidura, que el shaykh, al poseer tanto locomn como lo refinado, no tendra necesidad de nada.

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  • Nunca peda hospitalidad a nadie y jams aceptabacomida. Cuando un indigente vena a l, encomendaba sucaso a Al, lo cual siempre proporcionaba algn alivio a lapersona. Nunca mencionaba sus necesidades o las de quienfuera, por pudor hacia Al. Cuando un hombre estaba nece-sitado, venda un libro de su importante biblioteca para ali-mentar al desafortunado con el precio de la venta. En unavisita, me percat de que el nmero de sus libros haba dis-minuido considerablemente: al comentrselo, me respon-di: No son ms que los viejos restos en el desecho de mivida. Despus de venderlos todos, falleci; que Al seamisericordioso con l! Muri en Sevilla mientras yo estabaen Oriente.117

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    117. Es decir, algn tiempo despus del 598/1202. Segua vivo en el 603/1206segn al-Balaw, K. Alif B.

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  • Eran dos hermanos originarios de Sevilla a los quevisit hasta el 590/1194, ao de su marcha hacia el peregri-naje a La Meca. Aquel ao fue, precisamente, el de mi mar-cha para venir a verte.118

    Llegaron a La Meca. Ahmad permaneci all duranteun ao; luego se march a Egipto y sigui la Senda de lasGentes de la Censura (tarq al-malmatiyyah).119 En cuantoa Muhammad, permaneci cinco aos en La Meca y se unia su hermano el mismo ao en que yo me march de tucasa, es decir, en el 598/1202. Los encontr al llegar aEgipto y me qued con ellos hasta que la enfermedad de

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    Ab Abdallh Muhammadal-Khayyt

    yAb al-Abbs Ahmad

    al-Jarrr

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    118. Ibn Arabi visit a Ab Muhammad al-Mandaw, que viva en Tnez.119. Cf. supra, n. 35.

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  • Ab Abdallh pas. Durante mi estancia, hice el ayuno delRamadn con ellos.120

    Ab Abdallh haba entrado en el Camino muchoantes que su hermano. Era el ms responsable de los hijosy satisfizo las necesidades de su madre hasta su muerte.Estaba tan dominado por el temor de Al que podan escu-charse de lejos los latidos de su corazn cuando rezaba.Derramaba abundantes lgrimas con facilidad121 y siemprepermaneca silencioso y taciturno; reflexionaba muchomientras suspiraba. Nunca vi a nadie tan humilde; siempremantena la cabeza baja y los ojos fijos en el suelo. No visi-taba a nadie y nadie buscaba su compaa. Era un hombre

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    120. En el 603/1206.121. Como el texto menciona a otros shaykhs que echan lgrimas, precisemos

    para el lector apegado a la imagen del sabio impasible que no hay que veren ello ningn sentimentalismo, como tampoco una forma cualquiera deemocin mstica. Incluso en la tradicin de los yoguis, un liberado vivocomo Rmana Maharshi, que era un modelo de desprendimiento y dedominio de s, sollozaba a veces al leer las vidas de los santos, hasta talpunto que deba interrumpir su lectura. Y el propio Ibn Arab, el maestro dela intelectualidad pura, le pide a Al que le conceda el don de las lgri-mas (Oraisons Mtaphysiques, noche del domingo). En el Corn, los llan-tos del creyente son ocasionados por la audicin del texto sagrado y pode-mos comprobar en el versculo siguiente que la razn profunda de estosllantos no es otra que el conocimiento: Cuando entienden lo que se hahecho descender sobre el Profeta, ven sus ojos desbordantes de lgrimasdebido a que conocen la Verdad (V, 83; cf. XIX, 58 y XVII, 109; para loshadiths: Bukhr, K. Fadil al-qurn, b. 33 (llantos del Profeta), K. ar-Riqq,b. 24). Otra causa de las lgrimas es el temor (khashyah, khawf, taqw). Sepromete el Paraso a quien teme al Misericordioso sin verlo y avanza hacial con un corazn arrepentido (El Corn, L, 31-35, cf. XXXVI, 11 y pas-sim); los hadiths precisan que las lgrimas derramadas por temor a Al pro-tegern del infierno (por ex. Ibn Majah, K. az-Zuhd, b. 19). Lejos de ser unsigno de debilidad, es una excelencia de la creencia y de la piedad, y semanifiesta especialmente en las personas dotadas de inteligencia (l al-albb, cf. El Corn, II, 197, V, 100, ZKV, 10 y VII, 201). En oposicin a laignorancia despreocupada, el verdadero temor es en realidad tan vivo yconsciente como vasto es el conocimiento. Por eso el Profeta ha podidodecir: Si supierais lo que s yo, reirais poco y llorarais mucho (Bukhr,K. ar-Riqq, b. 27).

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  • desprovisto de hipocresa, convincente en sus consejos,inquebrantable en su fe, irreprochable y constante, aunqueafligido por la