ka mana - teologia africana para tiempos de crisis

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  • Ka Mana SIN FRONTERAS

    TEOLOGA AFRICANA PARA TIEMPOS DE CRISIS Cristianismo y reconstruccin de Mca

    *

  • Ka Mana

    Teologa africana para tiempos

    de crisis Cristianismo y reconstruccin de frica

    EDITORIAL VERBO DIVINO Avda. de Pamplona, 41

    31200 ESTELLA (Navarra) 2000

  • Ttulo original: Thologie africaine pour temps de crise. Traducido por Miguel Montes. Dibujo portada: Ana Gallinal.

    Ka Mana.

    SCAM (Servicio Conjunto de Animacin Misionera): Misioneras de Nuestra Seora de frica, Misioneras Combonianas, Compaa Misionera del Sagrado Corazn, Misioneras de Cristo Jess, Mercedarias Misioneras de Brriz, Misioneras Hijas del Calvario, Franciscanas Misioneras de Mara, Misioneras Dominicas del Rosario, Misioneras de la Consolata, Misioneras de la Madre Laura, Misioneros de la Consolata, Misioneros de Mariannhill, Misioneros de frica, Sociedad de Misiones Africanas, Misioneros Combonianos, Misioneros Espirtanos, Misioneros Javerianos, Misioneros del Verbo Divino, Instituto Espaol de Misiones Extranjeras.

    Editorial Verbo Divino, 2000. Es propiedad. Printed in Spain. Impresin: Grficas Lizarra, Villatuerta (Navarra). Depsito legal: NA. 2.844-2000.

    ISBN: 84-8169-420-7

    A Claude Lafumat. Para que sepa que frica

    tiene futuro

  • Introduccin

    El propsito que me ha guiado en la elaboracin de este libro1 ha sido reflexionar en torno a la situacin actual del pensamiento teolgico negroafricano. Y ello en dos vertientes: en su relacin con el cristianismo como visin del mundo, y con el Evangelio como fuerza tica para la reconstruccin de frica. Nuestra tarea consistir en responder con claridad a las siguientes cuestiones:

    Cmo se presenta, en nuestros das, el paisaje de la teolo-ga y del cristianismo africanos frente al imperativo de recons-truccin global de las sociedades y de las naciones africanas?

    Cules son los movimientos de fondo que animan este paisaje?, quines son las principales figuras que estructuran las dinmicas que lo mueven?

    Dnde se sitan las apuestas implcitas en los desafos que tiene delante nuestra poca? Y ello tanto en los desafos polticos, econmicos, culturales y sociales como en las exi-gencias espirituales y morales implicadas en la construccin del futuro.

    1 La obra que tiene el lector en sus manos es la versin revisada y co-

    rregida de otra que apareci en 1992, con una tirada limitada, bajo la ini-ciativa de la CITA (Confrence des glises de Toute lAfrique), con el ttulo Foi chrtienne, crise africaine et reconstruction de l'Afrique.

  • 8 Teologa africana para tiempos de crisis

    La nueva situacin del pensamiento teolgico negroafricano

    Si hubiramos planteado estas cuestiones a finales de la dcada de los setenta, la presentacin del paisaje teolgico africano contemporneo hubiera consistido, principalmente, en elaborar el inventario de las corrientes de pensamiento pre-sentes en la teologa cristiana de nuestros pases. Hubiramos analizado la evolucin histrica de estas corrientes, definido los diferentes aspectos de su temtica, captado su mar de fondo y perfilado las implicaciones de su emergencia y de su situacin en el continente negro. Habramos orquestado nues-tra investigacin como un ensayo de balance y una reflexin de conjunto sobre lo que ha recibido el nombre de teologa africana. Entendida sta, fundamentalmente, en singular y slo a partir de la perspectiva cristiana y su problemtica cen-tral: la relacin entre el cristianismo y el mundo negroafri-cano, revelacin bblica y cultura negroafricana, tradicin cris-tiana occidental y nueva percepcin del mensaje bblico entre los pueblos negros. Haciendo esto, nuestro anlisis hubiera correspondido a la realidad del movimiento teolgico tal como se presentaba en frica en aquel tiempo.

    Cmo se presentaba la realidad del paisaje teolgico en las naciones africanas?1

    a) Estaba dominada, esencialmente, por los telogos cris-tianos autctonos. Estos, a partir de 1956 \ haban recupe-

    2 sta es la perspectiva que domina hoy en los ensayos consagrados a la

    teologa africana; sobre todo, en la obra de quien se ha convertido en su historiador oficial, el telogo zaireo Alphonse Ngindu-Mushte. Su libro Les themes majeurs de la thologie africaine, L'Harmattan, Pars 1989, cons-tituye una buena sntesis de los problemas, temas y tesis principales de la teologa cristiana alricana contempornea.

    ' En el ao l')57 apareci en Pars, en Editions du Cerf el libro Des pretres noirs interrogan. Esta obra, elaborada a partir de contribuciones de

    Introduccin 9

    rado, por su propia cuenta y sobre unas bases nuevas, la pro-blemtica, presente ya en los misioneros blancos, de las rela-ciones entre cristianismo y cultura africana. La recogida de esta problemtica condujo al proyecto de una teologa africana como acto de resistencia y de insurreccin frente a Occidente. La perspectiva adoptada fue el redescubrimiento de la identi-dad cultural africana y la afirmacin de s misma a travs de un aero radical de desalienacin y de liberacin4.

    distintos sacerdotes negros, deseosos de situarse con claridad frente al cris-tianismo en cuanto religin venida de Occidente, ha sido considerada en nuestros das como punto de partida del movimiento teolgico del frica contempornea, en su dimensin especficamente autctona.

    ' Este proyecto fue lanzado por un clebre debate entablado en la facul-tad de Teologa Catlica de Kinshasa el ao 1960. El debate giraba en torno a la posibilidad misma de una teologa africana y en torno a sus con-diciones de existencia. Para el padre Tharcisse Tshibangu, el principio de tal teologa era, a la vez, evidente y necesario para las Iglesias y los pueblos de frica. Frente a este joven sacerdote del Congo, el cannigo belga Alfred Vanneste afirmaba y apoyaba la universalidad de derecho del discurso teo-lgico. Al mismo tiempo, denunciaba la tentacin de cerrarse sobre s mismo de todo discurso sobre Dios que se presente, de buenas a primeras, como ligado a una determinada cultura.

    Para muchos telogos africanos, la historia no ha dado la razn a A. Vanneste, pues la teologa africana existe lisa y llanamente, y se impone cada vez ms en el mundo como un movimiento de pensamiento de gran fecundidad. Nosotros, por nuestra parte, pensamos con A. Vanneste que los grandes debates no mueren nunca y que, en nuestros das, se ha hecho necesario situar en una nueva perspectiva las posiciones que se oponan en 1960. EJesde este punto de vista, no es el carcter particularista e insular de la teologa africana el que ha triunfado, sino la perspectiva de universalidad que el discurso del frica contempornea lleva al ofrecerse no slo a frica, sino a todo el mundo.

    Al cabo de treinta aos de reflexin teolgica en el frica indepen-diente, podemos afirmar que el gran vencedor del debate no ha sido ni Th. Tshibangu ni A. Vanneste, sino el mismo debate, por el camino que ha trazado a las nuevas investigaciones, de las que quiere dar cuenta el presente libto.

    Sobre este debate, vase Th. Tshibangu y A. Vanneste, Dbat sur la thologie africaine, en Revue du Clerg Africain, 15, 4, 1960, pp. 333-352; Osear Bimwenyi-Kweshi, Discours thologique ngro-afrcain. Probleme des fondements, Prsence Africaine, Pars 1981.

  • 10 Teologa africana para tiempos de crisis

    b) Estaba profundamente estructurada por las tempestuo-sas tensiones existentes entre un cristianismo colonial, cada vez ms contestado en su filosofa de base, y el deseo del adve-nimiento de otro cristianismo para frica: una fe cristiana pensada y vivida a partir de valores, ideas, preocupaciones, bsquedas y aspiraciones propias del hombre africano1.

    c) Era, si as podemos decir, el reflejo de los antagonismos entre el mundo occidental, con su omnipotencia hegemnica y dominadora, y el mundo negroafricano, en busca de su iden-tidad, de su independencia, de su liberacin y de su desarrollo integral. La realidad del paisaje teolgico, en este espacio sociopoltico de lucha contra la mentalidad colonial y el esp-ritu del neocolonialismo, era la continuacin, en el terreno religioso, de las luchas sociales, econmicas, polticas y cultu-rales que dominaban antao, y siguen dominando todava hoy, las relaciones entre el frica negra y el Occidente con-temporneo.

    La situacin en la que hoy nos encontramos ya no es la de finales de los aos setenta.

    En la actualidad, el paisaje teolgico del continente afri-cano est en plena mutacin. El cristianismo ya no tiene el monopolio pblico y absoluto del discurso teolgico negroa-fricano. Las ideologas que han dominado durante los aos de las independencias africanas, basadas en las necesidades de las luchas anticoloniales y de la identidad cultural, se debilitan y se agotan. La tempestad de las filosofas de la autenticidad deja sitio a un cielo ms sereno. Las preocupaciones fundamentales que se perfilan en l son la democracia, la libertad y los dere-chos humanos como condiciones para la construccin de un frica nueva, la promocin de su desarrollo econmico y la mejora de sus estructuras sociales y culturales.

    Hemos pasado de una situacin en la que los problemas teolgicos de fondo dependan de una exigencia de insurreccin

    s Vase a este respecto el libro del llorado cardenal zaireo Joseph-Albert

    Malula L'Eglise a l'beure de l'africanit, Ed. de l'Archevech de Kinshasa, 1973.

    Introduccin 11

    ideolgica (concretizada en la problemtica de la identidad cultural y de la liberacin poltica, social y econmica frente al mundo occidental) a una nueva visin de los problemas del continente. Una visin determinada por la necesidad de un pensamiento global encaminado a la reconstruccin de frica.

    De la insurreccin ideolgica a la exigencia de la recons-truccin: se ha sido el camino seguido por el pensamiento teolgico africano. Un camino que ha desembocado, hoy, en la urgente necesidad de proceder a revisar, de nuevo, la pers-pectiva del designio y de reorientar a fondo sus apuestas.

    A esta tarea vamos a consagrar la presente reflexin. Vamos a hacerlo a travs de un anlisis que pretende mostrarse sensi-ble a la pluralidad de lugares del discurso de los telogos afri-canos. Un anlisis que, lejos de limitarse a elaborar un simple inventario de las tendencias y las corrientes de pensamiento en liza, intenta aprehender la lgica profunda y las intuiciones principales que pueblan el paisaje teolgico negroafricano, en su movimiento y en su intencin radical.

    Las articulaciones de nuestra reflexin En la primera parte de este libro, vamos a presentar, en su

    espritu de conjunto, las distintas teologas africanas, siguiendo la lnea de las ideologas de la identidad-liberacin y de su voluntad de insurreccin respecto a la dominacin ejer-cida por Occidente sobre nuestras mentes y nuestras naciones.

    La segunda parte tendr por objeto el estudio de la teolo-ga de la reconstruccin en cuanto etapa nueva en el desarro-llo cabal de la conciencia teolgica del continente negro. Es sta una etapa que integra la problemtica de la identidad-liberacin a travs de una exigencia nueva, destinada a recons-truir frica y el mundo sobre las exigencias de lo humano, sobre la base de esa utopa fundamental de Dios en su relacin con el mundo.

    Este proyecto de una nueva institucin global de la sociedad africana, a travs de su dinamismo creador, constituye la

  • 12 Teologa africana para tiempos de crisis

    apuesta capital del trabajo teolgico africano en los aos veni-deros.

    Este envite resulta capital no slo para la teologa, en el sentido terico de una investigacin rigurosa de la inteligencia de la fe, sino tambin para la teologa entendida en el sentido prctico de un trabajo de transformacin concreta de la vida y de la sociedad a partir de las comunidades eclesiales como din-mica del cambio en la reconstruccin del continente africano.

    Si hemos escrito las pginas que componen este libro, ha sido para pensar el sentido de esta apuesta terica y prctica del pensamiento teolgico africano de hoy en sus implicacio-nes fundamentales.

    Agradecimientos He de expresar aqu mi gratitud al Departamento Evang-

    lico Francs de Accin Apostlica (DEFAP) y a su secretario general, Alain Rey. Fue en el marco del ao que pas en este servicio protestante de misin y relaciones internacionales, donde me encargu de la secretara para la animacin misio-nera, donde surgi en m la urgente necesidad de presentar a las comunidades cristianas de Europa el estado actual y las perspectivas de la teologa africana contempornea. Alain Rey ha desempeado un papel decisivo en el impulso de esta refle-xin y en su orquestacin concreta.

    Mi agradecimiento se dirige tambin a Andr Karamaga, secretario encargado de comunicacin en la Conferencia de las Iglesias de Toda frica (CITA, cuya sede se encuentra en Nai-robi). Su obra teolgica y sus reflexiones me han permitido pensar de manera sistemtica sobre el concepto de reconstruc-cin, que sirve hoy de paradigma y en cuyo interior se desa-rrollan tanto la nueva teologa africana como nuestras propias preocupaciones filosficas, teolgicas y polticas.

    Philippe Kabongo-Mbaya no ha cesado de espolearme con sus perspicaces crticas y de animarme a profundizar en las intuiciones ticas en las que se fundamenta toda mi obra. Le expreso aqu mi agradecimiento.

    Introduccin 13

    Sin el apoyo material y la constante interpelacin intelec-tual de Francoise Martin, no habra podido llevar la presente reflexin a puerto. Tengo contrada con ella una deuda de pro-funda gratitud.

  • Primera parte

    EL MOVIMIENTO TEOLGICO NEGROAFRICANO CONTEMPORNEO

    Hitos y apuestas ideolgicas

    El Seor Dios llam al hombre y le dijo: "Dnde ests?"

    Gn3,9

  • La pretensin de esta parte de nuestro estudio es situar el movimiento teolgico negroafricano contemporneo en el marco histrico de su nacimiento, analizar los diferentes aspectos de su despliegue y las dimensiones esenciales de sus apuestas, definir las perspectivas que abre en el actual contexto de los problemas africanos y medir su impacto sobre las men-talidades y la conciencia de los pueblos de este continente hoy.

    Partiremos de las teologas cristianas y de su problemtica interna. A continuacin, analizaremos el nuevo discurso teo-lgico, cuyo dilogo con el cristianismo domina ya los con-tornos de la vida espiritual y religiosa de nuestras naciones.

    Sobre esta base, abriremos las perspectivas de la teologa de la reconstruccin, cuyos principios quiere asentar el presente ensayo.

  • 1

    Teologas cristianas africanas

    Evolucin de su problemtica y apuestas actuales de su reflexin

    1. Sobre la predominancia del cristianismo y de la teologa cristiana en frica

    La produccin teolgica dominante en el frica contem-pornea es, sin contestacin posible, la de los telogos que reflexionan en el marco de las Iglesias cristianas oficiales y cuentan con una red internacional de discusin y difusin de sus debates. Este fenmeno no es fortuito. Est ligado al hecho de que el desafo teolgico con el que debe medirse frica, en cuanto universo espiritual, es hoy, y seguir siendo an por mucho tiempo, el de comprenderse, de una manera nueva, en la situacin creada por el encuentro del hombre negro y hombre blanco en la aurora de los tiempos modernos.

    Este proceso de nueva comprensin de s misma se ha lle-vado a cabo, en el caso de frica, en tres grandes fases. Y en cada una de ellas ha jugado el cristianismo un papel esencial.

    Primera fase La primera fase correspondi al contexto colonial, con sus

    estructuras de pensamiento y sus sistemas de accin. Al modo de ver de muchos africanos de hoy1, el cristianismo sirvi de

    1 Pensamos, de modo particular, en Achule Mbembe, Afriques indciles.

    Christianisme, pouvoir et Etat en socitpostcolonial, Karthala, Pars, 1988;

  • 20 Teologa africana para tiempos de crisis

    justificacin humanitaria a la expansin occidental y a la empresa colonial.

    Como mampara ideolgica tras la que se escudaron los conquistadores, el cristianismo fue, como ha escrito Muba-binge Bilolo2, el fermento vital para invadir el imaginario* del hombre negro, cuyo destino se presentaba, a partir de ahora, ligado a su capacidad de convertirse a la fe cristiana y a sus luces civilizadoras.

    Gracias a l, seala an M. Bilolo, el trabajo de la ocupa-cin colonial de frica por Occidente pudo llegar incluso a las conciencias y a los espritus3. Y esto result as incluso cuando las actitudes de las misiones cristianas occidentales frente a la administracin colonial fueron complejas y difcilmente reductibles al denominador comn de vasallaje ideolgico y de serena colaboracin; aun cuando las resistencias africanas a la presencia de Occidente y a la ambigedad de las conversio-nes de los africanos a la fe cristiana, en el contexto colonial, no permitan hablar, lisa y llanamente, de una victoria total del cristianismo sobre las religiones tradicionales, puesto que

    Fabien Eboussi-Boulaga, Christianisme saris fetiche. Rvlation et domina-tion, Prsencc Africaine, Pars 1981; A contretemps, l'enjeu de Dieu en Afrique, Karthala, Pars 1991; Alphonse Ngindu-Mushete, La thologie africaine, de la polmique l'irnisme critique, Bulletin de Thologie Africaine, I, n 1, 1979; O. Bimwenyi-Kweshi, Discours thologique ngro-africain, problme des fondements, Prsence Africaine, Pars 1981.

    2 Vase Mubabinge Bilolo, Ethnologie et racisme, Publications Universi-

    taires Africaines, Kinshasa-Mnich 1992. *E1 trmino "imaginario" (sustantivo, masculino) procede de la aporta-

    cin del psicoanlisis al campo de la antropologa. Su uso est bastante gene-ralizado en francs, aunque en cada autor presenta particularidades especfi-cas. Su uso en espaol est menos generalizado. Nuestro autor lo emplea, bsicamente, en el sentido de conjunto o depsito de imgenes primordiales y smbolos mticos que son patrimonio de una cultura, civilizacin o religin y constituyen las fuerzas creadoras que actan en la vida humana. En la pgina 179, lo define como conjunto de funciones creadoras individuales y colectivas, segn el proyecto de Dios revelado en Cristo: tanto en su ser como en su palabra, en su pensamiento y su accin. (N. del T.)

    3 lbd.

    Teologas cristianas africanas 21

    evangelizacin y colonizacin estn ntimamente unidas en cuanto fenmenos en el imaginario colectivo del frica con-tempornea4.

    Para los africanos, se trata de dos realidades que se han apo-yado mutuamente y se han confrontado en una empresa de ocupacin del continente negro. Ambas se han alimentado de un mismo proyecto, que aparece, en la actualidad, como una fractura profunda en el destino de los pueblos y de las civili-zaciones africanas: el proyecto de la subordinacin y de la dominacin de frica por Occidente^.

    En el corazn de esta empresa de subordinacin y de dominacin es donde se inserta la reflexin teolgica de los occidentales sobre el mundo africano durante el periodo colonial. Esta teologa, tanto si depende de la antropologa cultural o de la etnologa consagrada al estudio de la mentali-dad negra, como si se presenta bajo la forma de principios encaminados a transmitir el contenido de la fe a los pueblos autctonos, o bajo la forma de ideas rectoras para los misio-neros occidentales a travs de su inteligencia del dato revelado, esta teologa, decamos, es el triunfo de la palabra del vence-dor, que no tolera ninguna contestacin, ninguna puesta en tela de juicio o discusin que no sea las que ella misma desa-rrolla6.

    Por consiguiente, el discurso dominante sobre frica y sobre los africanos, en el contexto colonial, fue el de Occi-dente. Este discurso, guiado por la voluntad de hacer callar a

    4 Sobre la complejidad de las relaciones entre misiones cristianas y

    poderes coloniales, vase Joseph-Roger de Benoist, Eglise etpouvor colonial au Sondan francais. Administrateurs et missionnaires dans la bouche du Niger (1885-1945), Karthala, Pars 1987. A propsito de la actitud de fondo de los africanos frente a la implantacin del cristianismo sobre sus tierras, vase Achule Mbembe, op. cit.; el autor muestra con claridad que las con-versiones a la fe cristiana obedecan con frecuencia a motivos de oportu-nismo calculado, que no implicaban en absoluto la desaparicin de las anti-guas prcticas religiosas.

    s Vase F. Eboussi-Boulaga, op. cit.

    '' Vase O. Bimwenyi-Kweshi, op. cit.

  • 22 Teologa africana para tiempos de crisis

    la antigua palabra local, cuya orquestacin era identificada a partir de entonces con el espacio del paganismo, se despleg pblicamente solo y era el nico que acompasaba las modali-dades de la verdad sobre Dios. De este modo, manifestaba la subordinacin mental en que haba cado el continente negro desde su encuentro con Occidente.

    Manifestaba asimismo la dominacin ideolgica total en cuyo interior se encontraba insertada toda produccin terica en nuestras tierras. Dado que el cristianismo era uno de los elementos de este mar de fondo que representaba la domina-cin, su discurso teolgico tena valor de norma nueva y de principio regulador de la vida espiritual pblica. Constitua la fuerza de la verdad frente a la cual el discurso teolgico autc-tono quedaba marginado, despojado de toda pretensin nor-mativa y exiliado en el maquis de la resistencia interior7.

    Pero no es eso lo nico que podemos encontrar en la evo-lucin del frica contempornea. Si la fractura histrica de la colonizacin puede ser considerada hoy, segn el justo deseo de un personaje de U Tam'si Tchicaya, como la mayor revolu-cin de la historia africana8, cumple decir que el cristianismo figura necesariamente en el corazn de esta revolucin, cuyas grandes fases evolutivas ha dominado.

    Acabamos de evocar la primera fase; la correspondiente a la postura de dominacin y de subordinacin adoptada por frica frente a Occidente.

    Segunda fase Con la progresiva aparicin del movimiento anticolonia-

    lista y el acceso de nuestras naciones a la independencia, se ini-ci una segunda fase de la revolucin africana nacida del encuentro con el mundo occidental. En sentido contrario a la primera, que se haba caracterizado por la insercin, ms o

    7 Ibd.

    * U Tam'si Tchicaya, Ces fruits si doux de l'arbre a pains, Seghers, Pars 1989.

    Teologas cristianas africanas 23

    menos consciente, ms o menos aceptada, ms o menos con-flictiva, de la fe cristiana en el espacio y el proyecto de la colonizacin, el nuevo periodo contempla la aparicin de fenmenos inesperados y decisivos para el destino de nuestros pueblos.

    Se trata, principalmente, de los fenmenos siguientes:

    la asuncin de la fe cristiana y del trabajo de evangeliza-cin por profetas autctonos, que declaran haber recibido de Dios la misin de predicar el Evangelio a sus pueblos y con-ducirlos a la liberacin total frente a las fuerzas del mal9;

    - la formacin de nuevos movimientos religiosos en torno al mensaje de estos profetas autctonos, cuyo impacto espi-ritual dio forma a una poderosa corriente mesinica dotada de connotaciones polticas, sociales y religiosas1";

    - la aparicin de una voluntad de nueva catequesis en las nacientes Iglesias locales, con pastores y sacerdotes africanos que se comprometen, de manera resuelta y visible, con la va de una fe ms articulada con la cultura local y con sus preo-cupaciones fundamentales";

    la aparicin de una nueva lite poltica y administrativa cuya conciencia, sensible a los valores cristianos que la haba formado, trabaja por el advenimiento de la independencia

    'Pensamos de manera particular en el profeta Simn Kimbagu en el Congo belga y en la extensin que tomar el movimiento vinculado a l para vivir una fe cristiana africana capaz de aliar imperativos de identidad y perspectivas polticas de independencia y autonoma. Pen-samos asimismo en la accin, de corte resueltamente poltico, de Andr Grenard Matsoua en el Congo Brazzaville. Sobre Simn Kimbagu y Andr Grenard Matsoua, as como sobre los movimientos sociales que desencadenaron, vase Martial Sinda, Le mesianisme congolais et ses inci-dences politiques. Kimbaguisme, matsouanisme, nutres moviments, Payot, Pars 1972.

    10 Vase M. Sinda, op. cit.

    " Este esfuerzo continuado fue el que desemboc en los movimientos de africanizacin del cristianismo en las Iglesias oficiales africanas y en las reivindicaciones de las que la teologa africana fue caja de resonancia.

  • 24 Teologa africana para tiempos de crisis

    como un nuevo mbito de dignidad, justicia, igualdad y fra-ternidad.

    Los fenmenos de los que estamos hablando tuvieron un gran peso en las orientaciones de las luchas desarrolladas por los pueblos negros durante el periodo de la descolonizacin. Desde los lderes polticos a los profetas religiosos, desde los agentes de la administracin a las lites intelectuales, fueron raros los africanos que, en aquellos tiempos, pretendieron moverse totalmente fuera de lo que defenda el cristianismo como valores y ofreca como perspectivas de relaciones entre los pueblos.

    Pero el cristianismo de este periodo se qued, a pesar de todo, limitado en su alcance como visin del mundo. La con-ciencia que tena de s mismo como proyecto de sociedad, como estrategia de transformacin cultural y tcnica de huma-nizacin del hombre, estaba an en periodo embrionario en la mente de las poblaciones locales.

    Este cristianismo, ms ligado al espacio de la moral privada que al de la tica poltica, ms preocupado por convertir las conciencias individuales que por organizar un combate de conjunto dirigido a cambiar el orden de las estructuras y el envite de los nuevos poderes en la sociedad, careca de una fuerza de accin bien organizada, para convertirse en el cora-zn de una nueva forma de sociedad en la nueva frica que estaba naciendo. Su batalla principal consista en llegar a ser, de verdad, el mbito de una fe cristiana africana, firmemente anclada en el suelo profundo de la historia y de las tradiciones de frica, dotada de iniciativa creadora y de fecundidad vital a travs de la obra de evangelizacin del continente.

    Fue en el contexto de un cristianismo en trance de hacerse africano donde brot la problemtica de la teologa africana12. Como tal, esta teologa se inserta en los debates sobre la des-colonizacin de frica, la desalienacin de los espritus y la liberacin de las conciencias en la era que se abra. Una era que

    12 Vase Tharcisse Tshibangu y Alfred Vanneste, Dbat sur la "Tho-

    logie africaine", Revue du Clerg Africain, 15, 4, 1960.

    Teologas cristianas africanas 25

    los africanos esperaban como un tiempo de gloriosa libertad, pero que muy pronto se mostr en su esencia verdadera: el tiempo de la neocolonizacin, como modalidad de espritu, y del neocolonialismo, como sistema de relaciones sociales entre Occidente y frica.

    La era neocolonial - con la instauracin de regmenes pol-ticos nuevos cuya evolucin se orientar enseguida hacia la autocracia y la dictadura, con el feroz dominio ejercido sobre los pueblos por los poderes econmicos, culturales y polticos extranjeros, interesados en mantener a los potentados locales, con unas lites sociales enteramente alienadas en su visin del mundo y en su modo de vida rompi todos los sueos de independencia, todas las utopas de dignidad, de paz, de justi-cia, de solidaridad y de iniciativa creadora.

    El naciente cristianismo africano y las comunidades ecle-siales en formacin se encontraron confrontados, de manera brutal, con la realidad neocolonial.

    Al mismo tiempo se sintieron profundamente llamados a mantener, espiritual y socialmente, el rumbo de los sueos de independencia. Su teologa se volvi, en gran medida, en el fermento de la crtica social, de la contestacin poltica y de la puesta en tela de juicio de la alienacin cultural de la sociedad africana.

    A pesar de la quiebra moral de algunos hombres e institu-ciones eclesisticos en muchas de nuestras naciones, a pesar del seguidismo que caracteriz a ciertas comunidades eclesia-les en su relacin con los dictadores locales15, el cristianismo africano sigui siendo, desde las independencias de 1960, la

    " El caso ms flagrante de seguidismo fue el de la Iglesia de Cristo en el Zaire, cuyos responsables se casaron, sin discernimiento, con el perfil de las teoras y de la ideologa polticas del mobutismo durante todo el periodo que dur la segunda Repblica en el Zaire (1965-1990), un periodo caracterizado por el ejercicio autocrtico del poder y la violacin constante de los derechos del hombre en suelo zaireo. Vase, a este res-pecto, el notable estudio de Philippe Kabongo-Mbaya, L'Eglise du Christ au Zaire. Formation et adaptation d'un protestantisme en situation de dictature, Karthala, Pars 1992.

  • 26 Teologa africana para tiempos de crias

    conciencia moral y espiritual de frica. Su conciencia sin ms, sentimos la tentacin de decir hoy.

    A nuestro modo de ver, la teologa africana es la manifesta-cin intelectual de esta conciencia. La conciencia de sus luchas, de sus afanes, de sus dudas y de su voluntad de espe-ranza. Esa teologa constituye el tejido terico a travs del cual se muestra con claridad y habla sin temor la presencia de la fe cristiana en los combates del frica contempornea. La pre-dominancia del discurso del cristianismo, en el campo teol-gico de la sociedad cristiana neocolonial, est ligado al pro-fundo impacto crtico de estas problemticas y de estos deba-tes en la conciencia africana desde el ao 1960.

    Tercera fase Hoy estamos saliendo ya de la fase del discurso cristiano

    correspondiente al periodo de la descolonizacin y al contexto neocolonial.

    La reflexin negroafricana sobre el futuro, despus de treinta aos de independencia, y tras el fracaso poltico, eco-nmico, social y cultural de nuestros pases, tiende a romper con la traicin que las lites del poder, del saber y del tener representaron con respecto a los sueos y los ideales de los aos sesenta en frica. A partir de ahora, esa reflexin intenta fundamentar el futuro sobre el zcalo de una nueva revolucin y de una nueva conciencia de ser.

    El debate en torno a esta revolucin est en curso. La fe cristiana ocupa en l el lugar central. Las Iglesias de frica se han lanzado a una nueva fase de evangelizacin del conti-nente: mediante intervenciones firmes y tomas de posicin claras sobre las orientaciones que se deben seguir en el futuro; mediante una ardiente voluntad de movilizar las conciencias y los espritus; mediante llamadas incesantemente dirigidas a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad, para que se impliquen en una accin de cambio social y cultural a fondo. No slo se han dado cuenta de la ocasin inaudita que se les presenta para influir de manera decisiva en las alternati-

    Leologas cristianas africanas 27

    vas que se deben adoptar en nuestras sociedades africanas, sino que tambin han tomado conciencia del poder que represen-tan ahora, desde el punto de vista demogrfico, en el cristia-nismo mundial.

    La apuesta de la teologa cristiana, en esta nueva fase de la historia africana, es decisiva: hemos de pasar de la crtica del sistema del frica neocolonial a la tarea concreta de la cons-truccin del frica poscolonial14.

    2. Marco de pensamiento, fuentes histricas y sentido de la teologa cristiana africana

    Marco de pensamiento

    La teologa cristiana africana, cuyas apuestas acabamos de presentar, se inserta en el movimiento de conjunto de un dis-curso cuyas fuentes se sitan, como ya hemos dicho, en el encuentro de frica y Occidente en la aurora de los tiempos modernos.

    Qu ha significado este encuentro para el continente negro desde hace cuatro siglos? Qu significa todava hoy, desde el punto de vista de la imagen que el hombre afri-cano tiene de s mismo y del sentido que quiere dar a su destino?

    Ha sido el telogo y filsofo cameruns Fabien Eboussi-Boulaga quien nos ha proporcionado la expresin ms justa y realista de este encuentro o, mejor, de este choque entre dos mundos. Este encuentro o choque supuso, para el frica negra, afirma Eboussi-Boulaga, la experiencia de una derrota total y de una desarticulacin completa de los principios de su exis-tencia15.

    14 Vase Le tempos propice pour le changement, documento publicado

    por la Conferencia de las Iglesias de Toda frica, Nairobi (Kenya) 1991. 15

    Vase F. Eboussi-Boulaga, La crse du Muntu. Authenticit africaine et philosophie, Prsence Africaine, Pars 1977.

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    Esta derrota total representa, desde hace cuatro siglos, el desafo capital al que nuestros pueblos, de generacin en gene-racin, tratan de hacer frente. Nuestro continente ha tenido y sigue teniendo an como tarea procurarse una nueva coheren-cia en el plano del ser y una nueva articulacin de s mismo, a consecuencia del hundimiento de su mundo y de las profun-das turbulencias originadas por su desastre frente a los pases occidentales: ni ms ni menos. Tras el hundimiento de sus estructuras sociales, de sus sistemas simblicos, de sus puntos de referencia en el plano del conocimiento y de sus principios de organizacin poltico-cultural bajo el impacto del choque colonial y neocolonial, tiene que construir un imaginario nuevo y una nueva capacidad de iniciativa creadora.

    En el mbito del conocimiento religioso y de la relacin con lo absoluto, es importante que se replantee las dinmicas de su universo espiritual, para poder tomar la medida del nuevo contexto en el que vive y abrir un horizonte nuevo a su destino.

    El desafo de su existencia en el mundo contemporneo consiste, pues, en salir de los atascaderos de su enfeudacin en Occidente como realidad mortfera; en asumir, de manera innovadora, la ruptura que ese choque ha inaugurado en su historia y construir un mbito del ser que sea un espacio de libertad y fertilidad a travs de la iniciativa histrica.

    A la luz de este desafo, han brotado algunas cuestiones fundamentales, en torno a las cuales se ha organizado todo el discurso negroafricano contemporneo.

    - Qu significado tiene hoy la experiencia colonial y neo-colonial para el destino del hombre negroafricano?

    - Qu ayuda pueden representar para el frica contem-pornea las visiones del mundo que han estructurado las so-ciedades africanas precoloniales? Cul es la significacin humana de su mundo imaginario, de sus sistemas simblicos y de sus esquemas de conocimiento, para el futuro de nuestro continente?

    - De qu modo podemos superar el foso que, en virtud de la misma aparicin de Occidente en la trayectoria vital de

    Teologas cristianas africanas 29

    frica, separ desde entonces el frica llamada tradicional del mundo negroafricano de hoy?

    A partir de qu bases deberamos pensar y construir hoy el futuro del continente?

    Todas estas preguntas figuran en el corazn de la produc-cin intelectual negroafricana; son las que presiden su desplie-gue y componen su trama esencial. Es en su seno donde se estructura su lgica y se ordenan sus orientaciones capitales.

    Fuentes histricas

    Esta lgica, tal como se ha desarrollado hoy cabalmente en el discurso, tiene su punto de partida en las reivindicaciones formuladas por los negros de Amrica en el seno de la socie-dad americana durante el ltimo siglo. Ante el sueo de la asi-milacin, que algunos de sus compatriotas negros, como Boo-ker Taliaferro Washington16, queran hacerles vivir, respetando las leyes establecidas por los blancos, estos negros americanos manifestaron, por primera vez, la voluntad que se iba a con-vertir en la de todo el pueblo negro hasta nuestros das: la voluntad de ser l mismo, de afirmarse como tal y sentirse orgulloso de ello, poniendo en tela de juicio los principios injustos del orden establecido. En el discurso que llev esta ambicin a toda Amrica, haba un lirismo incandescente que abrasaba la palabra de los negros y les empujaba a buscar con

    16 Mongo Beti y Odile Tobner en su Dictionnaire de la ngritude,

    LHarmattan, Pars 1989, presentan as a Booker Taliaferro Washington (1856-1915): Booker Washington, idelogo sudista retrgrado, sordo a las llamadas de la actualidad, fue el prototipo del gran hombre negro pro-clamado por los seores blancos. Sus ideas? La finalidad de la pedagoga no es, en primer lugar, favorecer el desarrollo completo del individuo, negro o blanco [...], sino permitir a los negros ocupar, del modo ms til posible, el lugar que les consientan los blancos, sus seores de ayer y tuto-res de hoy. Deben contentarse con una formacin prctica, manual con mayor frecuencia, que es, al fin y al cabo, fuente de un enriquecimiento de buena ley y garante de la salvaguarda de los buenos modales, que tanto aprecian los blancos, en los negros (p. 234).

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    ardor y a redescubrir con fervor su alma en sus races pro-fundas.

    Fue William Edwards Burghart du Bois17 quien expres con mayor claridad y energa esta busca de las fuentes. Para l, no se trataba slo del deseo de nacer de nuevo a su propia his-toria, sino de reasumir esta historia como la nica posibilidad de existir sin alienarse, sin perderse a s mismo en una asimi-lacin mortal al orden del mundo impuesto por los blancos.

    El movimiento as lanzado se desarroll, se enriqueci cada vez ms y fue anclando profundamente su proyecto en la realidad del hombre negro y de su destino. Hay algunos hitos destacados que jalonan este camino y fecundan su horizonte. Vamos a presentarlos de manera sucinta.

    El primer hito es el movimiento del Renacimiento negro, cuya ambicin qued definida, tras la Primera Guerra Mun-dial, a travs de una explosin cultural destinada a reorientar el acontecer de los afroamericanos en su ardiente voluntad de vivir y de expresar su identidad en Amrica, proclamndola como punto de partida para levantar un mundo nuevo. El movimiento del Renacimiento negro quiso hacer del hecho, puramente fsico, de ser negro, de la voluntad de volver a sus fuentes espirituales africanas, quiso hacer -dec amos -un nuevo proyecto del ser, un arma de combate destinada a asumir, de modo profundo, la dignidad del hombre. La iden-tidad negra fue pensada as como la nueva modulacin de una ardiente vitalidad del ser, como una energa destinada a cam-biar el curso de los acontecimientos: estar de pie como ser humano y vivir con alegra el fervor de ser uno mismo18.

    ' William Edwards Burghart du Bois (1868-1963) fue el padre fun-dador del radicalismo negro americano, corriente de pensamiento dirigida contra el gradualismo de B. T. Washington, el cual, negando al hombre negro la autonoma ci su destino, subordina su devenir a la aprobacin del blanco. Fue sobre todo el inventor del panafricanismo (vase Mongo Beti y Odile Tobner, op. cit., pp. 94-95).

    '* Sobre el movimiento del Renacimiento negro, vase Lylian Kesteloot, Anthologe ngro-africaine. Panorama critique des prosateurs, poetes et drarna-turges noirs du XXe sicle, Grard et Co., Verviers 1967.

    Teologas cristianas africanas 31

    Encontramos la misma energa en el movimiento Legtima Defensa, fundado a finales de los aos veinte por estudiantes negros de Pars con la finalidad de dar a conocer sus reivindi-caciones. Este proyecto no se caracteriza precisamente por ser un lirismo potico destinado a hacer renacer una identidad histrica, sino por ser una fuerza de ataque que pretende sen-tar a Occidente en el banquillo de los acusados, en el mismo momento en que ste, gracias al surrealismo, al comunismo, a los nuevos descubrimientos de la antropologa cultural y de las ciencias fsicas, pona en tela de juicio las bases tericas del espritu de su propio mundo" . Para Legtima Defensa, la vo-luntad de identidad, junto con la puesta de Occidente en tela de juicio y en el banquillo de los acusados, equivala a buscar unas bases nuevas para inventar el futuro del mundo negro. Se trataba de un acto de revolucin en el sentido ms ardiente y vigoroso del trmino: una accin de cambio global de la exis-tencia colectiva, tanto en sus infraestructuras como en sus superestructuras. La apuesta se volva eminentemente poltica y muy inquietante para el orden colonial establecido20.

    En lnea de continuidad con todas estas reivindicaciones y con la intencin de reorientar los elementos que ponan en peligro la direccin de las dinmicas humanizadoras, vio la luz un nuevo movimiento en los aos 1930: la clebre corriente de la negritud lanzada por Aim Csaire, Lopold Sedar Sen-ghor, Lon Gontran Damas y otros jvenes estudiantes negros de Pars21. La voluntad de conocimiento de s mismos se con-

    |l> L. Kesrelor, op. cit.

    10 Fue a partir de esta poca cuando entr el problema de la revolucin

    poltica, ligada al marxismo, en las preocupaciones del mundo negro. El combate pot la autoafirmacin se convirti en la exigencia de procurarse armas tericas y posibilidades prcticas para Transformar el destino de los pueblos negros. El recurso al marxismo y al surrealismo se inscribe en esta estrategia global, que no tuvo tiempo de probar nada, porque la revista Legitime Djense no tuvo ms que un solo nmero. Las autoridades france-sas de la poca prohibieron su aparicin.

    '' Sobre la negritud, puede leerse: Lopold Sedar Senghor, Fundamen-tos de la africanidad, Zero, Madrid 1972; Libertad, negritud y humanismo, Editorial Tecnos, Madrid 1970.

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    virti, para todos ellos, en la exigencia de un acercamiento sis-temtico a la historia y a las tradiciones del hombre negro. Este acercamiento se alimentaba de lo que la antropologa cul-tural empezaba a descubrir, por entonces, como las insonda-bles riquezas de las civilizaciones africanas: sus valores de vida, sus sistemas de pensamiento y de conocimiento, la vitalidad de sus artes y la coherencia de su visin del mundo. La iden-tidad negra se teoriza as como realidad y se exhibe como pasin ardiente. Se articula como concepto y se solemniza como gesto. Se da a conocer como coherencia intelectual y se canta como leyenda gloriosa. Al mismo tiempo, la voluntad de accin, encaminada a cambiar el curso de las cosas, conduce las investigaciones sobre los valores culturales africanos por la va de una visin exigente de la poltica: campo de accin para la desalienacin mental, rechazo de la asimilacin y compro-miso con las batallas concretas que, a travs del juego de avan-ces y retrocesos inherente a todo proceso histrico, conducirn a las independencias de los aos 1960. La negritud, en cuanto movimiento cultural reivindicativo de la identidad africana, en cuanto voluntad de accin poltica destinada a cambiar las bases materiales y las estructuras espirituales de las relacio-nes entre el hombre negro y el hombre blanco, la negritud -decamos- ha abierto su designio a la gran utopa de la reno-vacin de todas las relaciones entre pueblos en el encuentro del dar y del recibir: a la civilizacin de lo universal, para emplear la expresin de L. S. Senghor. En esta misma medida, estamos ante un tica del estar-j untos destinada a las culturas y los pueblos del mundo.

    A la luz de toda esta atmsfera de pensamiento y bajo la inspiracin de todas las reivindicaciones que se hicieron posi-bles, la voluntad africana de identidad, de libertad y de creati-vidad tom la forma de las mltiples luchas que sacudieron frica desde los aos 1930. Tanto las manifestaciones cultura-les como la lucha poltica violenta o no violenta, tanto el pen-samiento filosfico como la floracin del imaginario literario, tanto la glorificacin de s mismos como la puesta en tela de juicio tambin de s mismos, hicieron que los africanos toma-ran sus distancias en relacin con las exuberancias de una

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    negritud demasiado abstracta y quisieran orientar su reflexin y su accin hacia un mejor conocimiento de Occidente; hacia una mejor comprensin de la racionalidad cientfica y tcnica que le ha permitido dominar el mundo; hacia una mejor capta-cin de las lgicas sociales y culturales que induce esta domina-cin del mundo; hacia una mejor percepcin del secreto de la voluntad de ser y del sentido que cava la ambicin occidental cual surco en el acontecer de las civilizaciones no occidentales.

    Esta integracin de Occidente en el corazn de frica se hace perceptible ya en el movimiento de la negritud. Con todo, slo lleg a ser un proyecto en la corriente de pensa-miento africano llamada filosofa crtica, la filosofa de los enterradores patentados de la negritud. Estos son en nuestros das: Marcien Towa, Paulin Hountondji , Elungu Pene Elungu, Jean-Marc Ela y Fabien Eboussi-Boulaga22.

    Si bien la fuerza de aparicin de la palabra negra estuvo dominada sobre todo por la problemtica de la identidad cul-tural hasta la llegada del movimiento de la negritud, desde la llegada de la filosofa crtica est centrada en la problemtica de la liberacin. Una liberacin no slo respecto a Occidente, sino respecto a s misma y respecto a la mitologa de una iden-tidad cultural inmutable para frica, tal como la ha modelado en s misma la eternidad.

    Este cambio de acento ha hecho nacer unas perspectivas de investigacin que cada pensador crtico ha desarrollado a su manera:

    elaboracin de un pensamiento poltico de liberacin que

    " M. Towa, Lpold Sedar Senghor, Ngritude ou servitude?. Ci, Yaound 1980; La Posie de la Ngritude. Approche structurale, Naaman, Sherbrooke 1983; P. Hountondji, Sur la Philosophie africaine, Critique de TEthnophilosophie, Maspro, Pars 1977; J.-M. la, Ma Foi dAfricain, Karthala, Pars 1985; P. E. A. Elungu, Enseanza de la filosofa e investi-gacin filosfica en frica, Ediciones del Serbal, Barcelona 1984; Eveil philosophique africain, L'Harmattan, Pars 1985; Tradition aficaine et rationalit moderne, L'Harmattan, Pars 1987; F. Eboussi-Boulaga, La irise du Muntu. Authenticit africaine et philosophie, Prsence Africaine, Pars 1977.

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    est en condiciones de destruir las bases mentales de los siste-mas autocrticos y dictatoriales de frica;

    rechazo de todo tipo de esclavitud y de dominacin en las relaciones entre Occidente y los pueblos africanos;

    aparicin de lgicas sociales y culturales insertadas en la trama de las exigencias de la modernidad tcnica y cientfica;

    eleccin de prcticas de combate cuya apuesta sea el poder, la prosperidad y el dominio concreto de la realidad;

    opcin por los valores de la iniciativa y la creatividad como base para edificar el futuro del continente africano.

    Estas opciones tericas han sido recogidas y pensadas de nuevo por el movimiento que ha puesto en tela de juicio la ideologa subyacente en la filosofa crtica. Se trata de una ten-dencia que ha ido tomando cuerpo, de manera progresiva, en frica desde comienzos de los aos ochenta. La tendencia de la que hablamos, reprochando al pensamiento de M. Towa, P. Hountondji, P. E. A. Elungu y F. Eboussi-Boulaga el tener una dimensin de exuberancia ideolgica, tan nociva filosfica-mente para frica como el encantamiento lrico de la negritud, se ha dado como tarea asumir los desafos actuales del conti-nente africano a travs de una perspicacia calma y serena, con una fuerte voluntad de innovacin concreta de las prcticas de conocimiento y de las dinmicas de la accin. Esta tendencia ya se manifest en la obra de Vumbi Yoka Mudimbe23. Tena ste la intencin de salir de los caminos trillados de las cien-cias humanas africanas para atreverse a formular otro tipo de discurso creador de accin poltica. Pero, como tal, esta ten-dencia ha sido teorizada como proyecto por un joven filsofo zaireo, Eluya Kondo Dimandja. Su revista, Les Nouvelles Rationalits Africaines, fundada en 1985 para llevar adelante este proyecto y desarrollar sus bases tericas, se aplica de ao en ao a abrir nuevas pistas24. El objetivo de esta empresa es

    2i V. Y. Mudimbe, L'Odeur du pire. Essais sur les limites de la science et de

    la vie en Afrique, Prsence Africainc, Pars 1 982. 24

    stas son las lneas directivas de su proyecto trazadas por E. K. Dimandja en el texto de presentacin de la revista Nouvelles Rationalits Africaines, I, 1, 1985.

    Teologas cristianas africanas 35

    elaborar formas de racionalidad inditas, que puedan fun-cionar como armas de combate en todos los campos que pre-senten problemas para el frica contempornea. Sin presu-poner la naturaleza o el contenido de estas racionalidades, sin pretender encontrar, por adelantado, lugares de identidad cultural brindados por el pasado africano, ni principios eter-nos de liberacin anidados en filosofas y en ciencias ya exis-tentes, se trata de asumir, con radicalismo, el valor necesario para atreverse a hacer uso del propio entendimiento.

    Debemos sealar que el proyecto que acabamos de pre-sentar no ha dado nacimiento an a una obra que est a la altura de sus ambiciones, ni a una accin concreta que est a la altura de sus sueos. Sin embargo, constituye una de las apuestas ms audaces que el pensamiento africano se ha lan-zado a s mismo desde las independencias de la dcada de los sesenta. Su poder de movilizacin terica y prctica hace presagiar investigaciones fundamentales, que relativizarn el discurso ideolgico y la violencia doctrinaria de la filosofa crtica africana.

    Conviene aadir aqu una cosa. Como la existencia humana no es slo la racionalidad ni el destino humano, siempre racionalizable en sus tenebrosas profundidades, la batalla de las nuevas racionalidades africanas no tendr sen-tido ms que si se convierte en una investigacin que se ocupa de todo el mbito del ser y de los fundamentos pro-fundos de la existencia. Como la crisis que padecen nuestras sociedades africanas no es slo una crisis de racionalidad, sino el hundimiento de los fundamentos de nuestra vida, de las condiciones de nuestro ser-en-el-mundo, las bases para hacer frente a las angustias deben formar parte de un mbito que excede el de las solas fuerzas del entendimiento. Tienen que ver con el imaginario como conjunto de las potencias creadoras. De ah procede la necesidad de articular en ellas el afn del ser, el sentido del valor, la creatividad del cora-zn, la fertilidad de la imaginacin, la exuberancia del cuerpo y la preocupacin por las coherencias racionales en la organizacin del espacio social. No se trata nicamente de revolucionar las lgicas del conocimiento. Se trata de reno-

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    var los fundamentos mismos del ser y las dinmicas de la cultura".

    A esta exigencia tiene que hacer frente, en nuestros das, el continente negro. Y tiene que hacerlo porque el balance de su historia inmediata se revela, desde todos los puntos de vista, catastrfico. El hecho de que sus economas estn en quiebra, sus polticas enloquecidas, el tejido social dislocado y su cultura tenga dificultades para ser, le hacen dudar de la efi-cacia de las ideologas que presidieron estas opciones vitales. Duda asimismo de las lgicas que orquestan, a fondo, el poder de su existencia. Tiene que volver a partir sobre unas bases nuevas, romper con lo que Axelle Kabou llama la derrota del pensamiento africano posindependentista26: esa deriva general que nos ha ahogado en la bsqueda mortal de una identidad impotente y dbil. De repente, se impone una sola urgencia: la que tenemos los africanos de recobrar nuestra voluntad, nuestro espritu, nuestra imaginacin, nuestro sentido de la creatividad y nuestra lucha contra la fatalidad. ste es el momento de reconstruir todo nuestro destino en las profun-didades mismas de nuestro sentido de lo humano.

    De ah proviene el imperativo, en conformidad con el pro-yecto de V. Y. Mudimbe y siguiendo la intencin de E. K. Dimandja, de salir del paradigma, esencialmente ideolgico, de la bsqueda de la identidad cultural y de la liberacin doc-trinaria, para entrar en un nuevo paradigma: el, esencialmente tico, de la reconstruccin de frica. Y tambin en el, concre-tamente poltico, de la invencin de un nuevo tipo de cultura,

    "Vase Ka Mana, L'Afrique va-t-elle mourir?Bousculer Timaginaire afri-cain, essai thiquepolitique, Cerf, Pars 1991, 2a ed., Karthala, Pars 1993; en este libro proporcionamos una cierta idea de ese proyecto al analizar algunos mitos del imaginario colectivo social negroafricana y sus inciden-cias polticas.

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