grecia atrapada en sus trampas

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A FONDO G uillermo de la Dehesa y un grupo de reconocidos economistas eu- ropeos visitaron Grecia en 2009 para asesorar al ministro de Ha- cienda en las reformas de su país. El presi- dente, Yorgos Papandreu, había declarado la quiebra tras ver las cuentas que le dejaba su predecesor y buscaba soluciones. Tras estudiar el panorama, una de las propuestas del grupo fue crear un impuesto sobre la propiedad. Y cuál fue su sorpresa al com- probar… ¡que no existía catastro! Esta contradicción se unía a otras cues- tiones, como la imposibilidad de calcular el consumo personalizado de electricidad por un motivo pintoresco: “La gente tiraba di- rectamente de los tendidos o del vecino”, recuerda de la Dehesa, presidente del Cen- tre for Economic Policy Research. La ima- gen llamaba la atención, pero no sorprendía viendo la situación del país. Grecia entró en la UE en 1981, cinco años antes que España. Desde luego, no fue como premio a su política económica; quizá, por considerarla cuna de la democracia. “Llegó a la unión monetaria sin cumplir los requi- sitos realmente. Lo hizo con el pie cambia- do, sin reformas, y han ido a peor”, afirma de la Dehesa. La crisis ha sido el momento de chocar con la dura realidad. Cuando comenzó, “Gre- cia combinaba unos niveles muy altos de deuda pública y privada con unos problemas estructurales para el crecimiento, la diversi- ficación de su economía, la incapacidad de recaudar impuestos de manera aceptable, unos niveles de corrupción mucho mayores y una mayor debilidad en las instituciones”, señala Federico Steinberg, investigador prin- cipal de Economía y Comercio Internacional del Real Instituto Elcano. La deuda pública era mucho mayor que la de España o Irlanda. La llegada de Antonis Samaras, presiden- te anterior a la llegada de Syriza, puso algo de orden. “Hizo bastantes reformas. Realizó un gran trabajo. Ha organizado mejor las fi- nanzas y el presupuesto. Ha conseguido que el país tenga superávit primario -recaudación por impuestos menos gastos generados, sin contar los intereses de la deuda-”, señala Gui- llermo de la Dehesa. “Por eso va a ser más fácil que puedan hacer frente a los compro- misos que tienen delante ahora”, añade. Pero ya se sabe: “El que hace las reformas, luego pierde las elecciones”, continúa. Grecia tiene graves problemas con la re- caudación fiscal. “Es muy baja, pero con An- tonis Samaras ha subido. El déficit público es menor. Las cifras que se han dado durante mucho tiempo no eran reales. Ocurría antes de la llegada de Papandreu, cuando lideraba el país el partido opositor y Grecia entró en la UE”, explica Guillermo de la Dehesa. No está claro que las medidas implanta- das hayan tenido un buen resultado. “La respuesta de la economía a las bajadas sala- riales no ha sido demasiado positiva. En España, los salarios han bajado y las expor- taciones han subido muchísimo. En Grecia, con una bajada salarial mucho mayor, las exportaciones apenas han crecido. Eso te da a entender que tienen pocas cosas que ex- portar y problemas internos importantes para que la medida del tipo de cambio se traduzca en crecimiento, en exportaciones”, afirma Steinberg. Lo que está claro es que los recortes han sido muy dolorosos para la población. “Han hecho un ajuste fiscal brutal, que ha llevado a la contracción de su economía. Se ha re- ducido un 25% en los últimos cinco años. Es como si hubieran tenido una guerra civil. Es más de lo que se redujo la economía alema- na en la II Guerra Mundial. La situación es realmente muy grave”, señala Steinberg. Este experto de Elcano estima que, más allá de si las medidas han sido adecuadas o no, necesitan seguir haciendo reformas para au- mentar su capacidad fiscal. “El problema es que el Eurogrupo les está imponiendo un su- perávit primario muy fuerte, que no deja re- cursos para la inversión pública o los gastos de servicios básicos. En este punto está el de- bate. Ellos han conseguido superávit primario, pero se trata de ver qué nivel puede tener: si se puede reducir o no”, añade Steinberg. Lo previsto para este año era que alcanzara el 3%. Ese objetivo se ha replanteado tras la prórro- ga del rescate. Samaras consiguió llegar al 1,4% entre enero y septiembre de 2014. Este es el panorama con el que tienen que lidiar el ministro de Economía, Yanis Varou- fakis, y su presidente, Alexis Tsipras. Y todo ello con una economía pequeña -2% de la Grecia atrapada en sus trampas UE-, un sector público que emplea a gran parte de la población, un turismo que apor- ta ingresos, pero menos que Cataluña, y un puerto de El Pireo que da trabajo a mucha gente y en el que ya se está trabajado en su ampliación, por el gran interés que despier- ta en los chinos y los rusos. “Los chinos lo ven como un gran puerto para lanzar sus productos a través del Mediterráneo”, ex- plica Guillermo de la Dehesa. Esas son las vías de futuro en las que pue- de correr Grecia, porque la solución de su deuda va a ser muy compleja. “No estoy ne- cesariamente en contra de que la impaguen. El problema es que quieren que ese impago lo asumamos nosotros”, señala Juan Ramón Rallo, director del Instituto Juan de Mariana. La deuda y los recortes son los que han propiciado que haya muchos griegos sufrien- do enormemente. De ahí que el Gobierno griego pidiera 1.800 millones de euros para los compatriotas que están en una posición más precaria. Habría que ser bastante desal- mado para inhibirse. “La situación, desde luego, no es sencilla. No sé si un griego tiene la culpa, pero desde luego no la poseen un alemán o un español. Menos aún cuando se les dijo que no siguieran por ese camino de despilfarro masivo”, añade Rallo. “Hay países de la zona euro que tienen una renta per cá- pita más baja que la de Grecia. Esos países dirán: tú tendrás una situación muy mala, pero la mía es peor. ¿Por qué tengo que darte más dinero? Otros países que son acreedores, como España, pueden añadir: si te perdono la deuda, no cobro, tengo que hacer un ajus- te fiscal y tampoco estoy para tirar cohetes. Es complicado”, señala Federico Steinberg. Tampoco está claro que una salida del euro fuera la solución. “La deuda pública está en parte en los bancos griegos. Si impa- gas, los bancos quiebran, y son los deposi- tantes los que acaban pagando el agujero”, explica Rallo. “Si quieres imponer una qui- ta del 20% a los depositantes griegos para impagar la deuda, hazlo, pero también será enormemente doloroso y trasladará el coste a alguien que no lo merece”, añade. “Si quie- res impagar la deuda pública y no quieres trasladar visiblemente el pago a los de- positantes de los bancos que han com- prado esa deuda pública, sales del euro e imprimes dracmas para devolver a los depositantes, en términos nominales, todo lo que se les adeuda. Sería una quita inflacionista. Habrán cobrado todo lo que tenían pero valdría un 20% menos. No hay mucho más, por desgra- cia”, añade Rallo. Si Grecia abandonara la Eurozona, su moneda se depreciaría considerablemente. “Serían más competitivos desde el punto de vista de las exportaciones, pero eso no ga- rantizaría que fueran a resolver sus proble- mas”, señala Federico Steinberg. La mayoría de los expertos coincide en que una salida del euro sería catastrófica para Grecia, y muy mala para la Unión Europea. Abriría puertas a futuros abandonos de otros países. Por eso es de esperar que la situación se cal- me en los próximos años, y que en unas dé- cadas la tragedia griega se recuerde como unos años difíciles que fueron superados con el esfuerzo y la responsabilidad de to- dos. Para lograrlo habrá que dejar atrás la cultura de la Ilíada, tan implantada en el pueblo heleno. El prestigio de la pillería de Ulises al engañar al gigante Polifemo debe- ría dar paso al empeño en el trabajo bien hecho. Así saldríamos ganando todos: los griegos y los europeos. Una salida del euro no habría arreglado sus problemas Su economía se ha reducido un 25% en cinco años El acuerdo in extremis para prorrogar el rescate alivia a la población helena, pero llegarán más reformas. Parece el único camino para volver a la normalidad. Jordi Benítez 21 20

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A FONDO

Guillermo de la Dehesa y un grupo de reconocidos economistas eu-ropeos visitaron Grecia en 2009 para asesorar al ministro de Ha-

cienda en las reformas de su país. El presi-dente, Yorgos Papandreu, había declarado la quiebra tras ver las cuentas que le dejaba su predecesor y buscaba soluciones. Tras estudiar el panorama, una de las propuestas del grupo fue crear un impuesto sobre la propiedad. Y cuál fue su sorpresa al com-probar… ¡que no existía catastro!

Esta contradicción se unía a otras cues-tiones, como la imposibilidad de calcular el consumo personalizado de electricidad por un motivo pintoresco: “La gente tiraba di-rectamente de los tendidos o del vecino”, recuerda de la Dehesa, presidente del Cen-tre for Economic Policy Research. La ima-gen llamaba la atención, pero no sorprendía viendo la situación del país.

Grecia entró en la UE en 1981, cinco años antes que España. Desde luego, no fue como premio a su política económica; quizá, por considerarla cuna de la democracia. “Llegó a la unión monetaria sin cumplir los requi-sitos realmente. Lo hizo con el pie cambia-do, sin reformas, y han ido a peor”, afirma de la Dehesa.

La crisis ha sido el momento de chocar con la dura realidad. Cuando comenzó, “Gre-cia combinaba unos niveles muy altos de deuda pública y privada con unos problemas estructurales para el crecimiento, la diversi-ficación de su economía, la incapacidad de recaudar impuestos de manera aceptable, unos niveles de corrupción mucho mayores y una mayor debilidad en las instituciones”, señala Federico Steinberg, investigador prin-cipal de Economía y Comercio Internacional del Real Instituto Elcano. La deuda pública era mucho mayor que la de España o Irlanda.

La llegada de Antonis Samaras, presiden-te anterior a la llegada de Syriza, puso algo de orden. “Hizo bastantes reformas. Realizó un gran trabajo. Ha organizado mejor las fi-nanzas y el presupuesto. Ha conseguido que el país tenga superávit primario -recaudación por impuestos menos gastos generados, sin contar los intereses de la deuda-”, señala Gui-llermo de la Dehesa. “Por eso va a ser más fácil que puedan hacer frente a los compro-misos que tienen delante ahora”, añade.

Pero ya se sabe: “El que hace las reformas, luego pierde las elecciones”, continúa.

Grecia tiene graves problemas con la re-caudación fiscal. “Es muy baja, pero con An-tonis Samaras ha subido. El déficit público es menor. Las cifras que se han dado durante mucho tiempo no eran reales. Ocurría antes de la llegada de Papandreu, cuando lideraba el país el partido opositor y Grecia entró en la UE”, explica Guillermo de la Dehesa.

No está claro que las medidas implanta-das hayan tenido un buen resultado. “La respuesta de la economía a las bajadas sala-riales no ha sido demasiado positiva. En España, los salarios han bajado y las expor-taciones han subido muchísimo. En Grecia, con una bajada salarial mucho mayor, las exportaciones apenas han crecido. Eso te da a entender que tienen pocas cosas que ex-portar y problemas internos importantes para que la medida del tipo de cambio se traduzca en crecimiento, en exportaciones”, afirma Steinberg.

Lo que está claro es que los recortes han sido muy dolorosos para la población. “Han hecho un ajuste fiscal brutal, que ha llevado a la contracción de su economía. Se ha re-ducido un 25% en los últimos cinco años. Es como si hubieran tenido una guerra civil. Es más de lo que se redujo la economía alema-na en la II Guerra Mundial. La situación es realmente muy grave”, señala Steinberg.

Este experto de Elcano estima que, más allá de si las medidas han sido adecuadas o no, necesitan seguir haciendo reformas para au-mentar su capacidad fiscal. “El problema es que el Eurogrupo les está imponiendo un su-perávit primario muy fuerte, que no deja re-cursos para la inversión pública o los gastos de servicios básicos. En este punto está el de-bate. Ellos han conseguido superávit primario, pero se trata de ver qué nivel puede tener: si se puede reducir o no”, añade Steinberg. Lo previsto para este año era que alcanzara el 3%. Ese objetivo se ha replanteado tras la prórro-ga del rescate. Samaras consiguió llegar al 1,4% entre enero y septiembre de 2014.

Este es el panorama con el que tienen que lidiar el ministro de Economía, Yanis Varou-fakis, y su presidente, Alexis Tsipras. Y todo ello con una economía pequeña -2% de la

Grecia atrapada en sus trampas

UE-, un sector público que emplea a gran parte de la población, un turismo que apor-ta ingresos, pero menos que Cataluña, y un puerto de El Pireo que da trabajo a mucha gente y en el que ya se está trabajado en su ampliación, por el gran interés que despier-ta en los chinos y los rusos. “Los chinos lo ven como un gran puerto para lanzar sus productos a través del Mediterráneo”, ex-plica Guillermo de la Dehesa.

Esas son las vías de futuro en las que pue-de correr Grecia, porque la solución de su deuda va a ser muy compleja. “No estoy ne-cesariamente en contra de que la impaguen. El problema es que quieren que ese impago lo asumamos nosotros”, señala Juan Ramón Rallo, director del Instituto Juan de Mariana.

La deuda y los recortes son los que han propiciado que haya muchos griegos sufrien-do enormemente. De ahí que el Gobierno griego pidiera 1.800 millones de euros para los compatriotas que están en una posición más precaria. Habría que ser bastante desal-mado para inhibirse. “La situación, desde luego, no es sencilla. No sé si un griego tiene la culpa, pero desde luego no la poseen un alemán o un español. Menos aún cuando se les dijo que no siguieran por ese camino de despilfarro masivo”, añade Rallo. “Hay países de la zona euro que tienen una renta per cá-pita más baja que la de Grecia. Esos países dirán: tú tendrás una situación muy mala, pero la mía es peor. ¿Por qué tengo que darte más dinero? Otros países que son acreedores, como España, pueden añadir: si te perdono la deuda, no cobro, tengo que hacer un ajus-te fiscal y tampoco estoy para tirar cohetes. Es complicado”, señala Federico Steinberg.

Tampoco está claro que una salida del euro fuera la solución. “La deuda pública está en parte en los bancos griegos. Si impa-gas, los bancos quiebran, y son los deposi-tantes los que acaban pagando el agujero”, explica Rallo. “Si quieres imponer una qui-ta del 20% a los depositantes griegos para impagar la deuda, hazlo, pero también será enormemente doloroso y trasladará el coste a alguien que no lo merece”, añade. “Si quie-res impagar la deuda pública y no quieres trasladar visiblemente el pago a los de-positantes de los bancos que han com-prado esa deuda pública, sales del euro e imprimes dracmas para devolver a los depositantes, en términos nominales, todo lo que se les adeuda. Sería una quita inflacionista. Habrán

cobrado todo lo que tenían pero valdría un 20% menos. No hay mucho más, por desgra-cia”, añade Rallo.

Si Grecia abandonara la Eurozona, su moneda se depreciaría considerablemente. “Serían más competitivos desde el punto de vista de las exportaciones, pero eso no ga-rantizaría que fueran a resolver sus proble-mas”, señala Federico Steinberg. La mayoría de los expertos coincide en que una salida del euro sería catastrófica para Grecia, y muy mala para la Unión Europea. Abriría puertas a futuros abandonos de otros países. Por eso es de esperar que la situación se cal-me en los próximos años, y que en unas dé-cadas la tragedia griega se recuerde como unos años difíciles que fueron superados con el esfuerzo y la responsabilidad de to-dos. Para lograrlo habrá que dejar atrás la cultura de la Ilíada, tan implantada en el pueblo heleno. El prestigio de la pillería de Ulises al engañar al gigante Polifemo debe-ría dar paso al empeño en el trabajo bien hecho. Así saldríamos ganando todos: los griegos y los europeos.

Una salida del euro no habría arreglado sus problemas

Su economía se ha reducido un 25% en cinco años

El acuerdo in extremis para prorrogar el rescate alivia a la población helena, pero llegarán más reformas. Parece el único camino para volver a la normalidad.

Jordi Benítez

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