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Copyright © 2015 The New York Times DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA Tanto de la vida moderna está salpi- cado de mercadotecnia y promoción de marcas, incluyendo la manera en que muchos de nosotros nos caracterizamos en los medios sociales, que puede ser di- fícil determinar qué es auténtico. Y eso sólo es exacerbado por la presión para hacer que toda oca- sión, sea importante o no, sea La Mejor. No parece ser su- ficientemente bueno escribir un mensaje en Facebook que simplemente sea chis- toso: como señaló la escritora Jessica Bennett en The New York Times, ahora tiene que hacer que te “mueras” de risa. Nunca, parece, habían sido utilizadas la palabra “muerte” o variaciones de ella para expresar tal deleite con algo, independientemente de lo mundanas que sean. Citando el ejemplo de su asistente de investigación, Bennett indicó que la mu- jer de 20 años había usado las palabras “me muero” o “me mata” en medios so- ciales como elogios efusivos en conver- saciones recientes sobre una inusitada pareja romántica, sobre lo bueno que era un artículo y sobre comer papas fri- tas en la cama. No importa si el sentimiento es genui- no. Se trata más de una actuación, “Ex- presar las cosas con un público en men- te”, escribió Bennett. Como el lingüista Tyler Schnoebelen dijo a The Times: “La actuación por lo general requiere que el actor sea interesante. Al igual que los likes, los comentarios y los posts com- partidos. La exageración es una forma de hacerlo”. En cuanto a subir fotos de vacaciones, también deben ser espectaculares, aún si la autenticidad de la experiencia en sí pudiera resultar ser algo inesperado. Eso se debe en parte a que “Nuestra noción de los lugares siempre es menos actual y sutil que los propios lugares”, ob- servó el escritor Pico Iyer, en The Times. Así que, aunque él había disfrutado de una experiencia yemení aparentemente típica en la que vio a comerciantes rega- teando y masticando qat en el Mercado de la Sal de Saná, mientras tenderos en turbantes se dirigían a orar en una mezquita de 1.400 años, otros momentos en su viaje fueron más reveladores de la verdadera naturaleza del lugar. “El sonido de ‘La Cucaracha’ que sonaba a todo volumen cuando un chofer de camión oprimía el claxon” y “El cercano restaurante Ching Sing que había esta- do sirviendo camarones moo shu duran- te casi 40 años de guerra” eran al menos igual de auténticos. “La búsqueda cada vez más frenética del viajero moderno de lo auténtico puede ser un juego de tontos, tan sólo porque la ‘realidad’ del visitante a veces es un astuto plan de negocios de un re- sidente local”, escribió Iyer. La misma motivación —hacer que los turistas desembolsen dinero— puede estar detrás de “Ese baile en Ubud que es tan etéreamente nativo” o “Esos monjes en túnicas rojas que practican debates rituales” en un monasterio de Lhasa, tanto como de la tienda que vende “au- ténticos Rolex piratas”, escribió. A veces, la solución para encontrar autenticidad es crearla uno mismo. Esto puede ser particularmente gratificante en la temporada de fiestas, escribió Liesl Schillinger, en The Times. En medio de las festividades de diciembre, observó, “Se puede ver a la gente tratando la tem- porada como la máxima actuación del año: la evidencia de nuestra habilidad para dirigir el teatro en casa, prueba pa- ra nosotros mismos y otros de que nues- tra vida ciertamente es maravillosa”. Lo que los seres queridos recordarán más son “las idiosincrasias y los patro- nes permanentes de la tradición de cada hogar, que les dan a estas fechas signifi- cado así como relevancia”, escribió Schi- llinger. TESS FELDER Por WILLIAM NEUMAN BARINAS, Venezuela — Como Presi- dente, Hugo Chávez le prodigó millones del auge petrolero de Venezuela a Barinas, su estado natal. Construyó un estadio de fut- bol, autopistas, edificios de departamentos y un hospital. Cantaba canciones de Barinas, bai- laba sus danzas folclóricas en televisión y cabalgaba con sus vaqueros por sus llanos. Barinas le devolvió su afecto. Chávez y su par- tido ganaron las elecciones allí cómoda- mente, y su padre, y más tarde su hermano Adán fueron elegidos gobernadores. Des- pués de que Chávez murió, en 2013, la gente de Barinas le dio su voto al sucesor designa- do por él, Nicolás Maduro. Pero el auge se ha convertido en fracaso y el romance ha terminado. El 6 de diciembre, Barinas se unió al resto del país para convertir la ira por las dificul- tades económicas en un triunfo aplastante para la oposición política en las elecciones legislativas. Todos los candidatos chavistas en Bari- nas perdieron, entre ellos uno con el apelli- do dorado Chávez —Argenis, otro hermano del fallecido presidente. En gran parte de Latinoamérica las di- nastías políticas caen, o están bajo intensa presión, a medida que las protestas y el ma- lestar social aumentan. En Brasil, los legisladores han iniciado un proceso de juicio político contra la Pre- sidenta Dilma Rousseff, mientras veinte- nas de otros líderes políticos se han visto envueltos en un enorme escándalo de co- rrupción. En Ecuador, manifestantes furiosos con el Presidente Rafael Correa han protestado contra recortes en el presupuesto. Y en Argentina, el Presidente Mauri- cio Macri fue investido el 10 de diciembre tras alzarse en una sorprendente victoria contra el candidato del partido peronista de su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner. Su triunfo puso fin a 12 años durante los cuales Kirchner o su difunto esposo, Néstor Dinastías caen en América Latina alejó a paso rápido del campo, apartándose del olor acre de la carne ardiente. No dejó de caminar hasta que llegó a casa y, una vez allí, abrió primero una botella, luego dos, de ju- go de caña, un licor sumamente potente. Bebió toda la noche, hasta que perdió el conocimiento. Quince meses después, Koffa sigue tomando. Ha pasado más de un año desde que este país profundamente religioso acogió uno de sus ma- yores tabúes —la cremación de cuerpos— para controlar una rampante pandemia de ébola. En ese tiempo, la mayoría de los liberianos empezó a seguir adelante con su vida. Pero ése no es el caso para unos 30 hombres jóve- nes que fueron convocados en el punto más álgido de la crisis el año pasado. Al tiempo que se apilaban cuerpos en las calles y las autoridades mundiales de salud advertían que las antiguas tradiciones del país para funerales y entierros estaban propagando la enfermedad, estos hombres hicieron lo que pocos liberianos ha- bían hecho antes: prender fuego a los muertos. Y durante cuatro meses lo hicie- ron en repetidas ocasiones, cre- mando cerca de 2.000 cuerpos. Los aldeanos protestaban cerca del sitio, lanzando epítetos a los hombres a los que llamaban “esos cremadores del ébola”. El gobierno apostó a policías y soldados a lo lar- go del camino de tierra hacia el cre- matorio para alejar a los airados residentes de los hombres. Sus familias les rehuyeron mientras emprendían su som- brío trabajo. Un joven —Matthew Harmon— que no vivía lejos del crematorio aquí, dijo que su madre se negaba a verlo, diciéndole que nunca volviera a presentarse en casa. Ahora, un año después de que el país ha cesado las cremaciones, sus vidas siguen prácticamente destrozadas. Pasan las noches con alcohol y drogas, hábitos que, dijeron, adquirieron para superar las incine- raciones masivas. Un cremador, William Togbah, dice que no hay noche que no sueñe con carne cha- muscada. Varios de esos hombres ahora viven jun- tos en una casa cercana al crematorio. En términos generales, Liberia ha salido de su larga pesadilla nacional. Esporádicamente surgen casos de ébola, con tres nuevas infecciones repor- tadas el mes pasado, y los expertos advierten que Continúa en la página 2 Continúa en la página 2 Por HELENE COOPER MARSHALL, Liberia ERAN ALREDEDOR DE las 15:00 cuando Sherdrick Koffa vio, en letra cuidadosa- mente escrita, el nombre en la bolsa para cadáveres que se preparaba para prenderle fuego. Se trataba de un compañero de escue- la. Ambos crecieron juntos y habían juga- do juntos en la infancia. Ahora, con ape- nas unos días en su empleo incinerando a víctimas del ébola, trabajo que ya había distanciado a Koffa de su familia, se espe- raba que cremara el cuerpo de su amigo. Lo hizo. Primero roció el cadáver con petróleo para facilitar su encendido. Luego, cuidadosamente colocó el cuerpo, junto con varios más, sobre la leña en el altar del cre- matorio. Apiló más leña encima. Finalmente, mientras la leña era encendida con una an- torcha, Koffa se quitó su traje protector y se “Cremadores” viven aislados FOTOGRAFÍAS POR SAMUEL ARANDA PARA THE NEW YORK TIMES MIGUEL GUTIERREZ PARA THE NEW YORK TIMES Murales del Presidente Hugo Chávez en Barinas, su Estado natal que votó por la oposición para el Parlamento. Sherdrick Koffa, quien cremó cuerpos durante la crisis del ébola de Liberia, no olvida la experiencia. El crematorio en Marshall está abandonado. No es nada fácil distinguir en esta época entre lo que es mejor y lo auténtico KHALED ABDULLAH/REUTERS Sus comentarios son bienvenidos en [email protected]. EN LÍNEA: SEPULTUREROS DE LIBERIA Video de la tarea monumental de hallar y deshacerse de víctimas del ébola en Liberia: nytimes.com Busque ‘Ebola burners’ INTELIGENCIA Por ahora, pierde Frente Nacional francés. PÁG. 2 EL MUNDO Haitianos apátridas hallan miseria. PÁG. 4 CIENCIA Y TECNOLOGÍA Guían estrellas a canoa hawaiana. PÁG. 6 ARTE Y DISEÑO Es un ‘Cascanueces’ muy matizado. PÁG. 8 Espectáculos turísticos, como un evento de salto de camellos en Yemen, se pueden confundir con rituales auténticos. Unos viven tradiciones, otros las miran.

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Copyright © 2015 The New York Times

DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

Tanto de la vida moderna está salpi-cado de mercadotecnia y promoción de marcas, incluyendo la manera en que muchos de nosotros nos caracterizamos en los medios sociales, que puede ser di-

fícil determinar qué es auténtico. Y eso sólo es exacerbado por la presión para hacer que toda oca-sión, sea importante o no, sea La Mejor.

No parece ser su-ficientemente bueno escribir un mensaje

en Facebook que simplemente sea chis-toso: como señaló la escritora Jessica Bennett en The New York Times, ahora tiene que hacer que te “mueras” de risa. Nunca, parece, habían sido utilizadas la palabra “muerte” o variaciones de ella para expresar tal deleite con algo, independientemente de lo mundanas que sean.

Citando el ejemplo de su asistente de

investigación, Bennett indicó que la mu-jer de 20 años había usado las palabras “me muero” o “me mata” en medios so-ciales como elogios efusivos en conver-saciones recientes sobre una inusitada pareja romántica, sobre lo bueno que era un artículo y sobre comer papas fri-tas en la cama.

No importa si el sentimiento es genui-no. Se trata más de una actuación, “Ex-presar las cosas con un público en men-te”, escribió Bennett. Como el lingüista Tyler Schnoebelen dijo a The Times: “La actuación por lo general requiere que el actor sea interesante. Al igual que los likes, los comentarios y los posts com-partidos. La exageración es una forma de hacerlo”.

En cuanto a subir fotos de vacaciones, también deben ser espectaculares, aún si la autenticidad de la experiencia en sí pudiera resultar ser algo inesperado.

Eso se debe en parte a que “Nuestra noción de los lugares siempre es menos actual y sutil que los propios lugares”, ob-servó el escritor Pico Iyer, en The Times.

Así que, aunque él había disfrutado de una experiencia yemení aparentemente

típica en la que vio a comerciantes rega-teando y masticando qat en el Mercado de la Sal de Saná, mientras tenderos en turbantes se dirigían a orar en una mezquita de 1.400 años, otros momentos en su viaje fueron más reveladores de la verdadera naturaleza del lugar. “El sonido de ‘La Cucaracha’ que sonaba a todo volumen cuando un chofer de

camión oprimía el claxon” y “El cercano restaurante Ching Sing que había esta-do sirviendo camarones moo shu duran-te casi 40 años de guerra” eran al menos igual de auténticos.

“La búsqueda cada vez más frenética del viajero moderno de lo auténtico puede ser un juego de tontos, tan sólo porque la ‘realidad’ del visitante a veces

es un astuto plan de negocios de un re-sidente local”, escribió Iyer. La misma motivación —hacer que los turistas desembolsen dinero— puede estar detrás de “Ese baile en Ubud que es tan etéreamente nativo” o “Esos monjes en túnicas rojas que practican debates rituales” en un monasterio de Lhasa, tanto como de la tienda que vende “au-ténticos Rolex piratas”, escribió.

A veces, la solución para encontrar autenticidad es crearla uno mismo. Esto puede ser particularmente gratificante en la temporada de fiestas, escribió Liesl Schillinger, en The Times. En medio de las festividades de diciembre, observó, “Se puede ver a la gente tratando la tem-porada como la máxima actuación del año: la evidencia de nuestra habilidad para dirigir el teatro en casa, prueba pa-ra nosotros mismos y otros de que nues-tra vida ciertamente es maravillosa”.

Lo que los seres queridos recordarán más son “las idiosincrasias y los patro-nes permanentes de la tradición de cada hogar, que les dan a estas fechas signifi-cado así como relevancia”, escribió Schi-llinger. TESS FELDER

Por WILLIAM NEUMAN

BARINAS, Venezuela — Como Presi-dente, Hugo Chávez le prodigó millones del auge petrolero de Venezuela a Barinas, su estado natal. Construyó un estadio de fut-bol, autopistas, edificios de departamentos

y un hospital. Cantaba canciones de Barinas, bai-laba sus danzas folclóricas en televisión y cabalgaba con sus vaqueros por sus llanos.

Barinas le devolvió su afecto. Chávez y su par-

tido ganaron las elecciones allí cómoda-mente, y su padre, y más tarde su hermano Adán fueron elegidos gobernadores. Des-pués de que Chávez murió, en 2013, la gente de Barinas le dio su voto al sucesor designa-do por él, Nicolás Maduro.

Pero el auge se ha convertido en fracaso y el romance ha terminado.

El 6 de diciembre, Barinas se unió al resto del país para convertir la ira por las dificul-tades económicas en un triunfo aplastante para la oposición política en las elecciones legislativas.

Todos los candidatos chavistas en Bari-nas perdieron, entre ellos uno con el apelli-do dorado Chávez —Argenis, otro hermano del fallecido presidente.

En gran parte de Latinoamérica las di-nastías políticas caen, o están bajo intensa presión, a medida que las protestas y el ma-lestar social aumentan.

En Brasil, los legisladores han iniciado un proceso de juicio político contra la Pre-sidenta Dilma Rousseff, mientras veinte-nas de otros líderes políticos se han visto envueltos en un enorme escándalo de co-rrupción.

En Ecuador, manifestantes furiosos con el Presidente Rafael Correa han protestado contra recortes en el presupuesto.

Y en Argentina, el Presidente Mauri-cio Macri fue investido el 10 de diciembre tras alzarse en una sorprendente victoria contra el candidato del partido peronista de su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner.

Su triunfo puso fin a 12 años durante los cuales Kirchner o su difunto esposo, Néstor

Dinastías caen en América Latina

alejó a paso rápido del campo, apartándose del olor acre de la carne ardiente.

No dejó de caminar hasta que llegó a casa y, una vez allí, abrió primero una botella, luego dos, de ju-go de caña, un licor sumamente potente. Bebió toda la noche, hasta que perdió el conocimiento.

Quince meses después, Koffa sigue tomando.Ha pasado más de un año desde que este país

profundamente religioso acogió uno de sus ma-yores tabúes —la cremación de cuerpos— para controlar una rampante pandemia de ébola. En

ese tiempo, la mayoría de los liberianos empezó a seguir adelante con su vida.

Pero ése no es el caso para unos 30 hombres jóve-nes que fueron convocados en el punto más álgido de la crisis el año pasado.

Al tiempo que se apilaban cuerpos en las calles y las autoridades mundiales de salud advertían que las antiguas tradiciones del país para funerales y entierros estaban propagando la enfermedad, estos hombres hicieron lo que pocos liberianos ha-bían hecho antes: prender fuego a los muertos.

Y durante cuatro meses lo hicie-ron en repetidas ocasiones, cre-mando cerca de 2.000 cuerpos.

Los aldeanos protestaban cerca del sitio, lanzando epítetos a los hombres a los que llamaban “esos cremadores del ébola”. El gobierno apostó a policías y soldados a lo lar-go del camino de tierra hacia el cre-matorio para alejar a los airados residentes de los hombres.

Sus familias les rehuyeron mientras emprendían su som-brío trabajo. Un joven —Matthew Harmon— que no vivía lejos del

crematorio aquí, dijo que su madre se negaba a verlo, diciéndole que nunca volviera a presentarse en casa.

Ahora, un año después de que el país ha cesado las cremaciones, sus vidas siguen prácticamente destrozadas.

Pasan las noches con alcohol y drogas, hábitos que, dijeron, adquirieron para superar las incine-raciones masivas. Un cremador, William Togbah, dice que no hay noche que no sueñe con carne cha-muscada. Varios de esos hombres ahora viven jun-tos en una casa cercana al crematorio.

En términos generales, Liberia ha salido de su larga pesadilla nacional. Esporádicamente surgen casos de ébola, con tres nuevas infecciones repor-tadas el mes pasado, y los expertos advierten que

Con tinúa en la página 2

Continúa en la página 2

Por HELENE COOPER

MARSHALL, LiberiaERAN ALREDEDOR DE las 15:00 cuando Sherdrick Koffa vio, en letra cuidadosa-mente escrita, el nombre en la bolsa para cadáveres que se preparaba para prenderle fuego.

Se trataba de un compañero de escue-la. Ambos crecieron juntos y habían juga-do juntos en la infancia. Ahora, con ape-nas unos días en su empleo incinerando a víctimas del ébola, trabajo que ya había distanciado a Koffa de su familia, se espe-raba que cremara el cuerpo de su amigo.

Lo hizo. Primero roció el cadáver con petróleo para facilitar su encendido. Luego, cuidadosamente colocó el cuerpo, junto con varios más, sobre la leña en el altar del cre-matorio. Apiló más leña encima. Finalmente, mientras la leña era encendida con una an-torcha, Koffa se quitó su traje protector y se

“Cremadores” viven aisladosFOTOGRAFÍAS POR SAMUEL ARANDA PARA THE NEW YORK TIMES

MIGUEL GUTIERREZ PARA THE NEW YORK TIMES

Murales del Presidente Hugo Chávez en Barinas, su Estado natal que votó por la oposición para el Parlamento.

Sherdrick Koffa, quien cremó cuerpos durante la crisis del ébola de Liberia, no olvida la experiencia. El crematorio en Marshall está abandonado.

No es nada fácil distinguir en esta época entre lo que es mejor y lo auténtico

KHALED ABDULLAH/REUTERS

Sus comentarios son bienvenidos en [email protected].

EN LÍNEA: SEPULTUREROS DE LIBERIAVideo de la tarea monumental de hallar y deshacerse de víctimas del ébola en Liberia:nytimes.com Busque ‘Ebola burners’

INTELIGENCIA

Por ahora, pierde Frente Nacional francés. PÁG. 2

EL MUNDO

Haitianos apátridas hallan miseria. PÁG. 4

CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Guían estrellas a canoa hawaiana. PÁG. 6

ARTE Y DISEÑO

Es un ‘Cascanueces’ muy matizado. PÁG. 8

Espectáculos turísticos, como un evento de salto de camellos en Yemen, se pueden confundir con rituales auténticos. Unos viven tradiciones, otros las miran.

E L M U N D O

2 DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

INTERNATIONAL WEEKLY

NANCY LEE Editora ejecutivaTOM BRADY Editor en jefeALAN MATTINGLY Editor

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Por MELISSA EDDY

SONDERBORG, Dinamarca — No hace mucho, Dinamarca acaparaba los titulares por cosechar tanta energía eó-lica que lideraba la generación de energía renovable, mientras se convertía en un centro de innovación y crecimiento para la tecnología verde y limpia.

Luego, en junio, un gobierno de centro izquierda fue reemplazado por una coali-ción minoritaria de derecha resuelta a re-ducir el gasto y equilibrar el presupuesto. Los recortes presupuestarios incluyen un fondo clave usado para sembrar pro-yectos de tecnología verde, un subsidio que los partidarios ambientales dijeron que se había pagado solo.

“Este financiamiento ha resultado fun-damental para los avances daneses en la tecnología limpia por muchos años y es incomprensible por qué se recorta aho-ra”, dijo Soren Houmoller, cuya firma de consultoría 1st Mile ayuda a los negocios a solicitar fondos públicos en Dinamarca.

El nuevo gobierno argumenta que el gasto en energía alternativa e innova-ción aún es alto, pero que el presupuesto debe moderarse mientras el país enfren-ta un déficit previsto del 3.3 por ciento en 2015. Lars Christian Lilleholt, Ministro de Energía danés, indicó que el país pla-nea invertir 114 millones de dólares en in-vestigación de la energía verde en el año venidero. “Hay menos dinero, pero sigue siendo mucho”, dijo.

Pero las personas que han dependido de fondos e incentivos gubernamentales para financiar proyectos energéticos afirmaron que los recortes eran un error.

Uno de ellos es Jens Dall Bentzen, que hace ocho años empezó a pensar en cómo quemar más eficientemente virutas de madera, recortes de pasto y demás mate-ria orgánica para generar calor. Presen-tía que podría contribuir a los esfuerzos de Dinamarca de dejar los combustibles fósiles para 2050, pero le preocupaba re-nunciar a su trabajo como investigador para dedicarse a su idea.

Con la ayuda de una subvención de 448.000 dólares, desarrolló un prototipo del horno de bajas emisiones. Arrancó su propia empresa, Dall Energy, y pudo ven-der el horno a Warwick Mills, un fabri-cante estadounidense. Desde entonces, ha construido dos hornos más para mu-nicipios daneses y ha atraído el interés de otras partes de Europa y Estados Unidos.

Dijo que la subvención del Programa de Desarrollo y Demostración de Tecno-logía Energética lo hizo posible.

Dinamarca, un país de 5.6 millones de habitantes, pudo generar un 40 por cien-

to de su energía con turbinas eólicas el año pasado. Alemania, en comparación, genera menos de un 30 por ciento de su energía de fuentes renovables, principal-mente el viento y el sol.

El nuevo partido gobernante, Venstre, o Liberal, llegó a un acuerdo sobre su plan financiero para 2016 el mes pasado. El presupuesto redujo el gasto para la in-vestigación de fuentes de energía verde, de 55 millones de dólares a 18 millones de dólares.

Los recortes preocupan a Soren Her-mansen, que dirige la Academia de Ener-gía, en Samso, una isla frente a la costa de Dinamarca. Delegaciones de lugares desde Maine hasta China han visitado la isla para observar su éxito en la indepen-dencia energética mediante una combi-nación de producción de energía eólica, solar y geotérmica.

Hermansen dijo que con los recortes, tendrá que reducir su pequeño personal y posponer un proyecto de biocombustible para convertir desperdicios que contie-nen metano, de granjas locales, en gas na-tural líquido para propulsar el ferry a la isla. “Esto lastima a todo mundo”, indicó.

El fondo que ayudó a Dall Bentzen a de-sarrollar su horno de biomasa será uno de los más profundamente recortados. En los últimos ocho años, el fondo ha re-

partido unos 430 millones de dólares, se-ñaló Aksel Laurids Beck, asesor especial del fondo. A partir del próximo año, será reducido a alrededor de un 40 por ciento de su presupuesto de 2015.

Este año, el Programa de Desarrollo y Demostración de Tecnología Energética distribuyó 54 millones de dólares a 88 proyectos de energía solar, eólica y geo-térmica, y a sistemas para integrarlos y usarlos mejor.

En el mejor escenario, el próximo año el gobierno apoyará a uno de cada ocho proyectos solicitantes bajo el nuevo pre-supuesto, en lugar de la proporción ac-tual de uno de cada cuatro.

Los críticos afirman que los recortes se dan en un mal momento. Ahora que el sector de la tecnología verde empieza a tener éxito y muchas personas vuelven la vista a Dinamarca en busca de ejem-plos exitosos, los empleos y las empresas nuevas pueden estar en peligro. Los pro-yectos sembrados por el fondo han teni-do una tasa de éxito de 84 por ciento, una cuarta parte de los cuales resultaron en exportaciones.

Los recortes no lastimarán a Dall Bentzen.

“Pero los que vienen después de mí podrían no tener la misma oportunidad”, dijo.

Kirchner, ocuparon el palacio presiden-cial.

“Dijimos, ‘basta”, señaló Mariela Bai-guera, de 42 años, dependiente en una tienda en Buenos Aires. Dijo que había puesto fin a su afiliación peronista habi-tual para votar por Macri porque estaba harta del estilo combativo de Kirchner. Pero también desconfía de Macri. “No tiene margen para abandonar sus pro-mesas”.

Las presiones son más intensas sobre

los gobiernos de izquierda, pero los ana-listas dicen que no se trata sólo de ideolo-gía. Sudamérica vio un crecimiento sóli-do en la primera década del siglo, gracias a el crecimiento histórico del valor de las materias primas y commodities.

Ese crecimiento trajo estabilidad po-lítica, con líderes y partidos reelegidos en repetidas ocasiones. Muchos de ellos eran de izquierda, habiendo asumido el poder gracias a una oleada de desconten-to público tras un prolongado periodo de estancamiento económico.

Venezuela ha tenido 17 años de chavis-mo. El Partido de los Trabajadores en Brasil ha ocupado la presidencia durante cuatro mandatos consecutivos. En Ecua-dor, Correa ha sido presidente desde 2007. En Bolivia, el Presidente Evo Mo-rales ha ocupado ese puesto desde 2006.

Mas el cambio se extiende por toda la región a medida que se desploma el pre-cio del petróleo y de las materias primas. Los precios del cobre (un producto clave en Perú y Chile) y la soya (artículo bá-sico de Brasil y Argentina) han caído a menos de la mitad de sus máximos re-cientes.

De 2005 a 2012, la pobreza se redujo en toda Latinoamérica, del 39 por ciento al 28 por ciento de la población, de acuerdo con la Comisión Económica para Améri-ca Latina y el Caribe.

Un estudio del Banco Mundial arrojó que la clase media en la región creció, entre 2003 y 2009, de 103 a 152 millones. Muchos países promovieron la distribu-ción de la riqueza a través de programas sociales innovadores.

Brian Winter, vicepresidente de políti-cas en la Sociedad de las Américas y el Consejo de las Américas, dijo que incluso muchos políticos conservadores recono-cían la necesidad de continuar esas polí-ticas debido a preocupaciones persisten-tes sobre la desigualdad.

“Los pronósticos sobre el fin de la iz-quierda en Latinoamérica son exagera-dos”, dijo Winter.

En Venezuela, muchas de las políticas a las que Maduro se ha apegado fueron

heredadas de Chávez, quien se había be-neficiado de la bonanza del dinero deri-vado del crudo.

En Barinas, capital del Estado, Chávez tuvo más errores que aciertos. El esta-dio de futbol, aunque está en uso, sigue incompleto con algunas partes del techo que nunca se terminaron. Un hospital pa-ra cáncer aún está inconcluso. Un costoso ingenio azucarero fracasó.

Maduro, quien ha sido el presidente del agotamiento de reservas y una pronun-ciada caída en los precios del petróleo, tiene poco espacio para maniobrar.

“Chávez tapaba los problemas con dine-ro”, dijo Miguel Aguín, un policía en Bari-

nas. “No pensaba en el futuro. Sólo repar-tía dinero para salir adelante de hoy”.

El futuro de los políticos en Venezuela y otros lugares de la región quizá deban tomar un tono diferente ya que los nue-vos miembros de la clase media buscan aferrarse a sus logros y exigen más a sus líderes.

En Barinas, Freddy Garcés, de 50 años, un empleado agrícola en un pobla-do anteriormente chavista llamado El Corozo, dijo esperar que los legisladores que ganaron puedan producir mejoras.

“Si no cumplen entonces la gente va a pagarles con la misma moneda que a es-tos individuos”, dijo.

la enfermedad podría seguir apare-ciendo durante años.

Pero los niños han regresado a cla-ses, se han reanudado los partidos de futbol y las iglesias se han vuelto a lle-nar, con gente intercambiando abra-zos, un marcado cambio de la regla de no tocarse que muchos adoptaron cuando la epidemia ardía.

Togbah y varios más usaban conti-nuamente la palabra “borrar” como en “ellos borraron los rastros de los muer-tos del ébola del país”, por ejemplo. A su vez, su país ahora ha borrado a estos jóvenes.

Muchos liberianos aún los culpan de quemar a los muertos. Si bien reci-bieron certificados de reconocimiento del Ministerio de Salud, no formaron parte de la ceremonia realizada por la Presidenta Ellen Johnson Sirleaf para agradecer a los trabajadores de salud sus esfuerzos.

“Se nos olvidaron algunas perso-nas”, dijo la Presidenta en una entre-vista.

Éste es un país con una fiesta nacio-nal —el Día de Decoración— destinada únicamente para que la gente limpie las tumbas de sus seres queridos. Cada año, en el Día de Decoración, los libe-rianos acuden a cementerios y sepul-cros de todo el país con escobas, cloro, jabón y agua.

Los velorios pueden durar días. La gente sin dinero pedirá limosna o un préstamo para colocar a sus muertos en ataúdes de madera negra de caoba. Comprarán lotes para sepultar a sus seres queridos y colocarán lápidas de mármol. Muchos liberianos creen que si los muertos no son apropiadamente sepultados, regresarán para perseguir a los vivos.

La gente aquí lava los cuerpos y los viste para asegurarse de que entren con estilo a la vida después de la muer-te. Para muchos liberianos, un cadáver es, en cierto sentido, todavía algo vivo, que debe ser nutrido, cuidado y envia-do con amor al más allá.

“No es parte de nuestra cultura cre-mar a la gente”, dijo Sampson Sayway, quien organizó al grupo de hombres para incinerar los cuerpos. Así que cuando las autoridades se presentaron en Marshall el año pasado en el único crematorio del país —empleado para

incinerar a muertos de la India— Sa-yway fue a investigar.

En agosto de 2014, en el punto más álgido de la epidemia, el asediado go-bierno de Johnson Sirleaf aceptó la re-comendación de los expertos en salud que dijeron que los cadáveres de las víctimas del ébola —los portadores más contagiosos de la enfermedad— tenían que ser cremados.

Las autoridades liberianas sabían que el pueblo se rebelaría. El gobierno apostó a policías y soldados a lo largo de la ruta para mantener a distancia a los aldeanos. Funcionarios guber-namentales negociaron con Sayway sobre lo que se les pagaría a los traba-jadores, alrededor de 250 dólares a la semana. En un país pobre como Libe-ria, eso fue suficiente dinero para con-seguir unos 30 jóvenes para la labor.

Pero “no fue cosa fácil”, dijo Fredrick Roberts, uno de los cremadores, recor-dando esa primera noche cuando las

camionetas llegaron con los primeros 12 cuerpos. Aterrorizados de acercar-se demasiado a los muertos del ébola, todos se diseminaron primero entre los arbustos, mientras alguien en la camioneta gritaba por un altavoz que mantuvieran la distancia.

Día tras día, noche tras noche, las camionetas llegaban con los cuerpos.

“Nos traían 30, 60, 100 cuerpos por día”, dijo Koffa.

Luego, de repente, se terminó. En di-ciembre, bajo intensa presión pública y con el número de muertes por el ébola a la baja, el gobierno anunció que ponía fin a las cremaciones.

Para los 30 jóvenes que quemaron a más de 2.000 víctimas del ébola, el su-plicio había terminado.

Excepto que no fue así. “La gente si-gue burlándose de nosotros”, afirmó Roberts.

Durante su calvario, los jóvenes pen-saron que serían aclamados como hé-roes. Aún están a la espera.

Dinamarca reduce presupuesto verde

Con tinúa de la página 1

Con tinúa de la página 1

Violar el tabú de la cremación destruyó sus vidas y sus familias.

Liberianos “borraron” al ébola a pesar del desprecio

Las dinastías se caen junto a precios internacionales

MICHAEL DROST-HANSEN PARA THE NEW YORK TIMES

Con una subvención gubernamental, Jens Dall Bentzen construyó un horno más eficiente. La tecnología verde genera energía más limpia.

MIGUEL GUTIERREZ PARA THE NEW YORK TIMES

Contribuyeron con reportes Simon Romero desde Río de Janeiro; Patricia Torres desde Barinas; María Eugenia Díaz desde Caracas, Venezuela; y Jonathan Gilbert desde Buenos Aires.

Filas para comprar productos de precio controlado y que escasean como pañales y detergentes en Sabaneta, ciudad natal de Hugo Chávez.

INTELIGENCIA/SYLVIE KAUFFMANN

Juntos le ganaron a Marine Le Pen PARÍS

La buena noticia fue que el Frente Nacional no ganó ninguna de las 13 regiones francesas. La perspectiva de ver a la líder del partido de extrema derecha, la belicosa Marine Le Pen, co-mo presidenta de la región norte, o a su joven e igualmente pendenciera sobrina Marion Maréchal-Le Pen, como líder de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul en el sur, se había evaporado.

En la primera ronda de elecciones regionales a principios de este mes, su partido había logrado resultados sin precedentes, alcanzando un 40 por ciento de los votos en esas dos regiones y registrando un promedio nacional de 27.7 por ciento, por encima de todos los demás partidos. El 13 de diciembre, los electores franceses se propusieron detenerlas. Debido a esto, su partido se retiró en tres regiones, los electores del Partido Socialista dieron sus votos a los candidatos del ala derecha para ayudar a la centro-derecha a vencer al Frente Nacional. Cuando los resultados fueron anunciados, un enorme respiro de alivio se pudo escuchar en las oficinas de los partidos de la corriente principal, de

derecha e izquierda.Luego llegó la mala noticia. Le Pen,

con rostro inquebrantable, se negó a admitir la derrota general y agradeció a “los más de 6 millones” de patriotas franceses que dieron su voto a candi-datos del Frente Nacional; resultados tardíos mostraron que su partido había ganado 800.000 electores en una sema-na. Prometió seguir luchando.

Y lo hará: Le Pen no se retirará. Su objetivo es contender por la presidencia en 2017. Poco antes de que cerraran las urnas, un veterano del Frente Nacional declaró a Le Monde que si “ni Marine ni Marion resultan electas, la gente estará tan enojada que se asegurará de que ga-nemos en 2017”.

Sin que fuera sorpresa, los líderes del Partido Socialista, que ganó cinco regio-nes, y del partido conservador de cen-tro-derecha, Los republicanos, que se llevaron siete, se abstuvieron de cantar victoria. Philippe Richert, de la rama Alsace de Los Republicanos, partido del ex presidente Nicolas Sarkozy, derrotó al asesor más cercano de Le Pen en la

región oriente, pero advirtió que esta elección “había sacudido los cimientos de la vida política francesa”.

El ex primer ministro François Fillon, otro contendiente para la presidencia en 2017, señaló que “el ascenso del Frente Nacional ha privado a la oposición de una clara victoria”.

Manuel Valls, Primer Ministro ac-tual y miembro del Partido Socialista, insistió en que “El peligro de la extrema derecha aún está ahí”.

Aunque el resultado de esta elección es todo menos glorioso para el Presi-dente François Hollande y el Partido Socialista, significa un desastre ab-soluto para los republicanos y para el mismo Sarkozy. Los socialistas han tenido éxito, al menos, en mantener una línea firme: al instruir a sus partidarios que detuvieran a los candidatos de ex-trema derecha a toda costa —aun si eso significaba votar por los conservadores de Sarkozy— la grieta política era clara, y sus electores actuaron en consecuen-cia.

Sin embargo, al permitir que Le Pen

estableciera la agenda, Les Républi-cains ha perdido su posición ideológica. El día después de la primera ronda de las elecciones, el 6 de diciembre, un desesperado Sarkozy apareció en el noticiero nocturno, aparentemente tenso e incapaz de controlar sus tics nerviosos. Culpó al gobierno actual, la inmigración, los acuerdos de fronteras abiertas del Acuerdo Schengen de la Unión Europea y a “la desaparición de la civilización Europea” —todo menos su liderazgo— por la pobre actuación de su partido.

El hombre que regresó a la política hace un año porque se consideraba “la mejor defensa contra el Frente Nacio-nal” no sabía explicar por qué tantos de sus electores se alejaron para apoyar a Le Pen y su política de temor.

Otros líderes de los republicanos han sido menos benévolos. Algunos, como Alain Juppé, otro ex primer ministro que contiende para las primarias presi-denciales, han exigido un debate urgen-te dentro del partido. Los principales candidatos en las regiones, temerosos

del efecto de las tácticas divisorias de Sarkozy, le han pedido que se mantenga alejado de sus campañas. Uno, Xavier Bertrand, que venció a Le Pen en la re-gión del norte, incluso ordenó a Sarkozy que se callara.

Bertrand dijo que esta campaña “cambió para siempre la forma” en que él hacía política. Describió a esta elec-ción como una “bomba”. La vio como “la última antes de que el Frente Nacional, quizá, llegue al poder”. Y de eso culpó a “toda la clase política”, incluido él mis-mo, por “decir durante tres décadas que entendía el mensaje”, mientras que se negaba a actuar. “Ésta es nuestra últi-ma oportunidad”, advirtió.

Los socialistas podrán estar humilla-dos, pero los republicanos están enoja-dos, perdidos y en estado de pánico. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la extrema derecha xenofóbica y euroescéptica, que ha estado crecien-do firmemente bajo el liderazgo de Le Pen, se ha vuelto la corriente principal.

¿Dónde se ubica hoy la derecha en Francia? ¿Qué representa? ¿Qué ideolo-gía, qué estrategia le ayudará a recupe-rar el control de la agenda política antes de la elección presidencial de 2017?

Éstas son algunas de las preguntas que Sarkozy y su partido ahora tienen que enfrentar. Muchos apuestan ahora que los cuchillos están desenvainados.

Sylvie Kauffmann directora editorial y ex jefe de redacción de Le Monde. Envíe sus comentarios a [email protected].

E L M U N D O

DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Conakry

SIERRALEONA

GUINEA

LIBERIA

MALISENEGAL

GUINEA-BISSÁU

ÁFRICA

Área endetalle

Océano Atlántico

No tienen un trabajo, pero sí fajos de billetes

Campaña intenta frenar el éxodo de los afganos

Activista sirio duda deque la tregua brinde alivio

Terroristas burlan los intentos de control en medios socialesPor NICOLE PERLROTH

y MIKE ISAAC

SAN FRANCISCO — Horas después de que 14 personas fueron asesinadas en San Bernardino, California, una voz familiar celebró los ataques en Twitter: “California, ya hemos llegado con nues-tros soldados. Decidan cómo será su fin, con cuchillo o con bomba”.

Ese comentario fue subido desde la cuenta número 335 de Twitter de un gru-po en pro del Estado Islámico que se au-todenomina Asawitiri Media. Twitter ha intentado desconectar a los autores de la cuenta, más recientemente conocidos como @TurMedia335, @TurMedia334 y @TurMedia333.

Tan pronto como Twitter suspende una cuenta, crean una nueva. Después de que la nonagésima novena cuenta del grupo fue suspendida, se burló de Twitter creando @IslamicState100, publicando imágenes de velas de cumpleaños, pastel y juegos pirotécnicos.

Políticos e incluso algunos tecnólogos

dicen que esa cuenta, y cientos como ésa, muestran cómo los esfuerzos del Valle del Silicio para reprimir el uso de los medios sociales por parte de terroris-tas han sido infructuosos. Y Washington hace uso de los ataques terroristas más recientes para renovar sus llamados a compañías tecnológicas para que se ha-ga una reversión de la encriptación de sus productos.

Pero las firmas tecnológicas señalan que de las cinco principales apps de en-criptación recomendadas por el Estado Islámico, ninguna es de producción esta-dounidense. Miembros del ISIS usaron tecnología creada por una compañía alemana para adjudicarse el crédito por los ataques de noviembre en París, y los mensajes de texto encontrados en los te-léfonos de uno de los atacantes sugerían que los perpetradores ni siquiera esta-ban usando encriptación.

Aun así, gente que ha luchado con otras amenazas en línea dice que la industria podría hacer más. Apuntan hacia la tec-nología que ha eliminado pornografía in-fantil de la Red como una potencial guía para bloquear contenido relacionado con

el terrorismo.“Cuando Twitter dice, ‘no podemos

hacer esto’, no le creo”, dijo Hany Farid, presidente del Departamento de Cien-cias Computacionales en el Dartmouth College en New Hampshire, quien code-sarrolló un sistema de rastreo de porno-grafía infantil con Microsoft.

Las 335 cuentas en pro del Estado Islá-mico no escaparon la atención de ejecu-tivos de Twitter después de que publicó amenazas simultáneas de muerte contra Jack Dorsey y Dick Costolo, director y ex director de Twitter.

Twitter dice investigar las potenciales amenazas terroristas. “Tenemos equi-pos en todo el mundo investigando acti-vamente reportes de violaciones a las re-glas, y trabajan con entidades policiacas

de todo el mundo cuando es apropiado”, declaró un vocero de Twitter.

No obstante, algunos que abogan por la libertad de expresión argumentan que depender de compañías como Twitter y Facebook para que sean árbitros más agresivos de lo que constituye la libertad de expresión los coloca en una situación difícil.

Otros ejecutivos tecnológicos dicen que se les ha pedido que conserven en línea el contenido relacionado con terro-rismo para que agentes judiciales pue-dan monitorear redes terroristas o por-que el contenido fue creado por agentes judiciales para atraer a terroristas para que divulguen información.

El asunto es más espinoso para Face-book, donde la mayoría del volumen de las publicaciones es privado. “¿Quieren que Facebook analice más de 1.500 mi-llones de publicaciones de la gente?”, pre-guntó Zeynep Tufekci, profesor auxiliar de política tecnológica en la Universidad de Carolina del Norte.

Facebook depende de reportes de usuarios para descubrir cuentas terro-ristas, pero si le avisan de actividad te-

rrorista, eliminará la cuenta.Tashfeen Malik, terrorista involucra-

da en los ataques de California, publicó su lealtad al Estado Islámico en Face-book apenas unos minutos antes de los tiroteos ocurridos el 2 de diciembre.

De acuerdo con autoridades policia-cas, la cuenta de Facebook que utilizó estaba vinculada a una cuenta de correo electrónico que había usado. Facebook encontró la publicación, la reportó al FBI y la eliminó.

Un asunto más complicado es la en-criptación que frustra la habilidad poli-ciaca para acceder a las comunicaciones del blanco de una investigación, aún con una orden judicial. Las compañías dicen que debilitar la encriptación sólo volve-ría a los usuarios regulares más vulne-rables a los robos cibernéticos.

Recientemente, la Administración Obama instó al Valle del Silicio a encon-trar un punto medio. “Vamos a resistir el deseo de pisotear un montón de liberta-des civiles”, dijo Josh Earnest, Secreta-rio de Prensa de la Casa Blanca, “pero no queremos que los terroristas tengan un refugio seguro en el ciberespacio”.

Por ANNE BARNARD y HWAIDA SAAD

BEIRUT, Líbano — Bebars al-Ta-lawy, un chef repostero sirio conver-tido en activista antigubernamental, ha pasado casi tres años en enclaves rebeldes asediados, volviéndose cada vez más demacrado, exasperado y har-to de su única chaqueta, de color rojo, que ha llevado puesta mes tras mes.

Pero cuando los rebeldes y las fuer-zas de seguridad forjaron una tregua recientemente que podría poner fin al sitio que lo tiene atrapado en el último distrito controlado por rebeldes en la ciudad de Homs, no se sentía más se-guro ni más libre. En cambio, estaba seguro que eso significaba escoger en-tre la rendición o la muerte, y lo calificó como el inicio de “la última cuenta re-gresiva hacia el final de mi vida”.

Su trance demostraba los retos de vender cualquier trato de paz en Si-ria, aun mientras los funcionarios in-ternacionales elogiaban la tregua de Homs como un paso hacia un acuerdo en todo el país. Rusia, Estados Unidos y potencias de Medio Oriente buscan con nueva urgencia una solución polí-tica a la guerra civil de casi cinco años, mientras el Estado Islámico extiende su alcance.

Pero como ha dicho Talawy, de 25 años, en entrevistas en línea sobre el curso de estos años, hay profundas divisiones en Siria sobre cómo acabar con el combate.

Talawy, que cobró cierta fama en los medios sociales con videos en YouTube que documentan los sitios de Waer y la ciudad vieja de Homs, no está seguro si debe abandonar el enclave sitiado por todos lados por las fuerzas de seguri-dad o no.

Si se queda, teme ser arrestado, por el gobierno o por los líderes rebeldes que han hecho tratos con éste. Si se va, eso significa aceptar el salvoconducto a áreas controladas por insurgentes todavía golpeadas por ataques aéreos sirios, rusos y estadounidenses.

Yacoub El Hillo, un funcionario de la ONU que ayudó a facilitar las conver-saciones de Waer, dijo que los temores de arresto eran “una preocupación le-gítima”.

El año pasado, un trato similar acabó con un impasse estratégicamente más importante en torno a la ciudad vieja de Homs controlada por insurgentes, don-de Talawy sobrevivió un sitio aún más severo de dos años, antes de refugiarse en Waer.

Muchos combatientes se fueron de la ciudad vieja a través de un proceso llamado regularización, que presunta-mente puso fin a sus problemas con los servicios de seguridad. Pero algunos fueron arrestados de nuevo más tarde, o desaparecieron.

El Hillo afirmó que el gobierno ha he-

cho más concesiones esta vez, al pro-meter cierta autonomía en los barrios para los grupos de oposición, aceptar que conserven sus armas hasta que los detenidos gubernamentales sean puestos en libertad, y tratar de persua-dirlos que “no van a estar cazando a personas después de que se realice el trato”.

Pero eso es exactamente lo que Ta-lawy teme que hagan. “Se desharán de todos los rebeldes que se unieron a la revolución”, dijo. “Seremos liquidados uno por uno”.

Para Talawy, el fin del sitio de Waer sería agridulce. De noche, comentó, ca-mina en las afueras del distrito.

“Me gusta sentarme allí, desente-

rrando recuerdos”, dijo.Cuando las protestas se extendie-

ron a Homs, Talawy, entonces un chef en una pastelería francesa, se sumó a ellas. “Me entusiasmé muchísimo, pensando que Assad se iría luego de al-gunos días”, dijo, en referencia al pre-sidente sirio.

Pero pronto Talawy era un hombre buscado.

Con el tiempo, los rebeldes, fuerte-mente bombardeados y sin comida, aceptaron un trato y fueron transpor-tados al norte. Talawy fue renuente-mente con ellos. Pero volvió a Homs, a Waer. Era el único lugar donde se sen-tía a salvo. Encontró una habitación en una casa dañada, sin ventanas ni tape-tes, pero gratis.

Si la tregua continúa, habrá otra ron-da de evacuaciones, y si Talawy aban-dona Waer, afirmó, las cosas serán más difíciles y más caras.

Por MUJIB MASHAL

KABUL, Afganistán — El Presidente Ashraf Ghani subió recientemente a un escenario en Kabul y exhortó a una mul-titud de jóvenes a que no se unieran al enorme éxodo de Afganistán, pese a la creciente inseguridad y penurias econó-micas.

Las puertas de las naciones occiden-tales están cerradas para nosotros, ase-veró Ghani. “Nuestra dignidad y nuestro respeto están en Afganistán”, declaró.

Sin embargo, para muchos afganos, eso sonó falso, y no sólo porque el camino de Ghani al poder fue allanado en el ex-tranjero, ya que vivió en EE.UU. durante buena parte de su vida adulta. Los domi-cilios de las familias de la mayoría de los altos funcionarios en su gobierno se leen como un atlas de capitales mundiales.

“¿Cómo entenderán nuestro dolor?”,

expresó Mohamed Abas, de 19 años, un mecánico de auxilio vial, mientras se to-maba un descanso. Habiendo entrado a Irán, Abas fue devuelto de la frontera con Turquía, en octubre, mientras trataba de llegar a Noruega.

“Sus propios hijos estudian, viven y se divierten en Europa y EE.UU.”, dijo Ab-bas. “Se pasean en sus Lexus blindados frente a nosotros y ni siquiera bajan la velocidad, nos dejan mordiendo el polvo”.

La realidad de un gobierno tal ha hecho que sea difícil para los ciudadanos afga-nos aceptar las súplicas para quedarse en casa.

También ha creado un dilema para los donantes internacionales, particu-larmente los países europeos a donde se dirige la mayoría de los emigrantes afganos, pese a la aportación de miles de millones de dólares en ayuda de esas naciones para estabilizar a Afganistán. Unos 146.000 afganos han arribado a Eu-ropa este año, indica el gobierno.

Entre los interrogantes que enfrentan algunos países se cuentan: ¿Cómo pue-den seguir invirtiendo en la estabilidad de un país en el que los altos funcionarios gubernamentales carecen de la confian-za para dejar que sus hijos vivan allí? ¿Y cómo pueden justificar ante sus electores el aceptar tropeles de inmigrantes a sus puertas, tras enviar miles de millones de dólares en ayuda a Afganistán durante años?

Los dos hijos de Ghani viven en Esta-dos Unidos. Las familias de sus vicepre-sidentes residen en Turquía e Irán. Las familias de los Ministros de mayor rango en el Gabinete, de los asesores presiden-ciales, de los Viceministros e incluso de los directores de dependencias viven en el extranjero.

Un alto funcionario allegado a Ghani reconoció que “sería simbólicamente benéfico” si menos funcionarios tuvie-ran familias viviendo en el extranjero, pero dijo que era la realidad de un país

que durante décadas ha tenido una de las poblaciones de refugiados más grandes del mundo.

Ghani trabaja con los gobiernos de paí-ses como Alemania, Suecia y Noruega para crear formas de mantener a los jó-venes en Afganistán. Una idea incluye in-centivos económicos para que se jubilen los servidores públicos de mayor edad, lo que liberaría hasta 30.000 puestos gu-bernamentales.

El objetivo de Alemania es disuadir a

más afganos de mar-charse de su país. La embajada ha inicia-do una campaña de concientización, con anuncios especta-culares en ciudades

afganas para tratar de acallar rumores sobre vidas prósperas en Alemania.

El gobierno afgano también ha comen-zado campañas que subrayan los peli-gros que enfrentan los emigrantes en las rutas traicioneras a Europa. Pero, a la fecha, tales campañas han tenido poco éxito.

“No le desearía el recorrido a nadie”, comentó Abas. Pero tampoco podía que-darse; no logra ganar más de 3 dólares diarios. “Intento irme otra vez”.

Por DIONNE SEARCEY

CONAKRY, Guinea — A lo largo de una calle principal en la capital de Guinea, el mercado de francos guineanos lucía ani-mado.

“¡Hola, señora!”, gritó un grupo de hombres parados junto a una avenida con enormes fajos de francos guineanos envueltos en plástico adherente que lle-vaban bajo las axilas y metidos en sus bolsillos traseros.

A los guineanos les gusta que sus francos estén limpios y nuevecitos para repartirlos en ocasiones especiales, y eso ha creado una demanda por billetes nuevos que un grupo de jóvenes, que de otro modo probablemente estarían des-empleados, está ávido de atender.

Ibrahim Kamera, de 29 años, y sus amigos se ganan la vida vendiendo bi-lletes totalmente nuevos. De pie cerca de un puente peatonal frente a uno de los extensos mercados de la ciudad, intentan atraer clientes.

El desempleo es un problema grave en Guinea, sobre todo entre los jóvenes, al-gunos cálculos del gobierno indican que hasta el 60 por ciento de los jóvenes no tiene trabajo. La situación solo ha empeo-rado al tiempo que Guinea ha batallado para librarse del ébola.

“Nuestra vida está en esto”, dijo Ish-mael Isho Kamera, de 23 años, uno de los cambistas, mientras daba palmaditas a sus fajos de francos nuevos. “No tenemos

nada más qué hacer”.Ibrahim Kamera

considera que tuvo un buen día si gana 200.000 francos, alre-dedor de 26 dólares. Típicamente, un día generaría tal vez la mitad de eso. En 2014, el ingreso diario pro-medio en Guinea era de menos de un dólar y medio.

Los cambistas bajo el puente han apren-dido a ser buenos em-presarios. Hace años, encontraron a un inversionista original, un amigo que les dio algo de capital para empezar. Hoy, sacan casi 50.000 francos en ganancias —alrededor de 6.50 dóla-res— por cada millón de francos vendi-dos.

Casi todos los clientes compran pilas enormes de billetes; tienen que hacerlo si quieren que sus regalos en efectivo sean significativos. En Guinea, donde la infla-ción ha hecho estragos en años pasados, una comida típica de pescado, arroz y plátanos en un restaurante cuesta unos 114.000 francos. Un cliente leal compra 15 millones de francos cada vez.

Kamera y sus amigos son refugiados que huyeron de la violencia en Sierra Leona a fines de la década de 2000. Se

turnan para entregar parte de sus ganancias a sus familias, que di-fícilmente se las arre-glan en un campamen-to abandonado para refugiados en Boreah, en el norte de Guinea, a unas 15 horas en au-tomóvil.

La policía en oca-siones incursiona en el área junto al puente peatonal, golpeando a los hombres, confis-cando sus fajos de di-nero y encarcelándo-

los, algunas veces durante días. Después de todo, su trabajo es ilegal.

“Esta labor”, dijo Desmond Conte, de 27 años, hablando lenta y deliberada-mente, “no está libre de peligros”.

Cuando se trata de la venta de francos nuevos, la competencia es real. Un grupo de jóvenes nacidos en Guinea ejerce el mismo oficio al otro lado del puente a no más de 10 metros del territorio reclama-do por Kamera y sus amigos. En su ma-yoría, los grupos se ignoran entre sí, sal-vo para intercambiar miradas agresivas.

Kamera y sus amigos a menudo pien-san en otro estilo de vida.

“Nuestro futuro le pertenece a Dios, pero por ahora no hay oportunidades nuevas”, dijo Kamera.

SAMUEL ARANDA PARA THE NEW YORK TIMES; ABAJO, THE NEW YORK TIMES

Un cambista en Conakry promociona un fajo de billetes nuevos. En un buen día, puede ganar casi 26 dólares.

MAURICIO LIMA PARA THE NEW YORK TIMES

Europa ha enviado miles de millones de dólares a Afganistán para tratar de frenar la ola de emigrantes.

Ahmad Shakib contribuyó con reportes a este artículo.

Cecilia Kang y Michael S. Schmidt contribuyeron con reportes.

Grupo pro ISIS burla a Twitter creando 335 usuarios, uno tras otro.

Bebars al-Talawy, en el 2012, habló de la vida tras la línea rebelde en Homs en videos.

Gente que todavía resiste en Homs teme ser cazada y muerta.

E L M U N D O

4 DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Afuera de Beijing vive Viejo Oeste

DIARIO DE ST.-GEORGES-DE-L’OYAPOCK

Nadie cruza aún el puente entre Brasil y la UE

Policía de EE.UU estudia usar nueva táctica: hablar

Haitianos sin patria caen en la miseria

Por AL BAKER

TULLIALLAN, Escocia — A Esta-dos Unidos y Gran Bretaña los une un idioma común y una historia compar-tida, y sus agencias de imposición de la ley tienen generaciones de trabajar juntas estrechamente.

Pero destaca una diferencia que le ha parecido curiosa a los estadounidenses desde hace mucho: la mayoría de los oficiales de policía británicos no están armados, sobre todo en Escocia, donde el 98 por ciento de los oficiales del país no porta armas. Para ellos, calmar una situación hablando, en lugar de exacer-barla con armas, es una herramienta esencial para la actividad policíaca, y una que trajo a oficiales de policía esta-dounidenses a este poblado al noreste de Glasgow.

En una conferencia de un comandan-te de la policía escocesa sobre el arte de la vigilancia sin armas de fuego, líderes estadounidenses de imposición de la ley se turnaron para hacer preguntas.

“¿Tienen un alto porcen-taje de oficiales que resul-ten heridos con este modelo policiaco?”, preguntó The-resa Shortell, del Departa-mento de Policía de Nueva York.

Bernard Higgins, exper-to en uso de fuerza de Esco-cia, dijo que sus oficiales re-cibían puñetazos de forma rutinaria, pero que la última vez que alguno murió en el cumplimiento de su deber debido a violencia delictiva fue en 1994, en un apuñala-miento.

Hay pobreza, crimen y un “odio patológico a los oficia-les que visten nuestro uni-forme” en áreas de Escocia, dijo, pero los agentes viven donde trabajan y acogen su papel como “guardianes de la comunidad”.

Enfrentamientos fatales con la policía han avivado la ira del público en todo EE.UU. y moti-vado a líderes de la policía a replantear-se opiniones arraigadas sobre cuándo y cómo emplear la fuerza.

Charles A. McClelland Jr., jefe del Departamento de Policía de Houston, sacó a relucir el legado de injusticias raciales que impregna el sistema de justicia penal en EE.UU.

“¿Tienen eso aquí en Escocia?”, pre-guntó.

Aunque aún estallan tensiones sec-tarias entre católicos y protestantes, las diferencias raciales son pocas en el país, así que la pregunta del jefe de po-licía de Houston estaba en la mente de muchos de los oficiales de EE.UU.

Pero la respuesta de la policía esco-cesa no cambió: la forma en que pien-san los oficiales importa más que la forma en que hacen uso de la fuerza, in-cluso en una nación donde los cuchillos, no las pistolas, son el arma de elección de los delincuentes.

Muchos departamentos están recon-siderando sus reglas sobre el uso de la fuerza. Muchos expresaron conster-

nación sobre encuentros en los últimos meses en los que oficiales de policía fueron vistos empleando fuerza exce-siva o agresión.

En Escocia, los oficiales que em-prenden la retirada no son considera-dos “cobardes”, como Pamela Davis, una jefa de policía en Anne Arundel, Maryland, dijo que se les consideraría en EE.UU.

En lugar de eso, los escoceses de-finen los pasos hacia atrás como una “retirada táctica” para aminorar una confrontación callejera. Si alguien ar-mado caldea los ánimos, la policía es-cocesa busca calmarlos. Le presta tan-

ta atención a los estándares morales como a los legales. No habla de fuerza “mortal” y le estremecería ver dichas palabras en sus políticas. Sobre todo, la medida de éxito para un oficial escocés es si todos los involucrados, no sólo los oficiales de policía, sobreviven.

Al terminar las pláticas, las opinio-nes de los estadounidenses variaban. Muchos se centraban en un hecho sim-ple: hay muchas menos armas en las calles de Escocia que las 300 millones que circulan en EE.UU.

“Las armas hacen la diferencia, ¿cierto?”, dijo William B. Evans, comi-sionado de la policía de Boston.

Desde una perspectiva amplia, los líderes de EE.UU. que fueron a Tullia-llan acogieron mucho sobre la forma en que sus colegas escoceses mantienen la paz y dijeron que intentarían intro-ducir partes de ello a sus propios de-partamentos.

El Comisionado Evans dijo que el punto esencial para él era: “dar un pa-so atrás y hablar con la gente, porque funciona”.

Por AZAM AHMED

PARC CADEAU 2, Haití — A lo largo de esta árida franja fronteriza, el río trae vida. Sus lánguidas aguas se usan para cocinar la comida, saciar la sed y bañar los cuerpos de miles de inmigrantes hai-

tianos que han llegado a sus riberas proceden-tes de República Do-minicana, huyendo de amenazas de violencia y deportación.

Hoy, el río también trae muerte. La pésima

higiene ha causado un brote de cólera en los campamentos, infectando y causan-do la muerte de personas que cruzaron la frontera en meses recientes con la espe-ranza de encontrar un refugio aquí.

Casi 3.000 personas han llegado a los improvisados campos desde la primave-ra, abandonando República Dominicana luego de que su gobierno comenzó a to-mar medidas represivas contra los in-migrantes ilegales. Algunos, nacidos en República Dominicana, pero incapaces de comprobarlo, ni siquiera saben hablar francés o criollo, los principales idiomas de Haití.

Las autoridades haitianas no han he-

cho casi nada para apoyarlos. La Pri-mera Dama y el Primer Ministro los visitaron, y repartieron los números de celulares de sus ayudantes a líderes co-munitarios. Cuando intentaron llamar, dijeron los residentes, los números esta-ban fuera de servicio.

La población de refugiados está espar-cida por la frontera suroeste asolada por la sequía, en su mayoría llanuras áridas. Familias de ocho integrantes duermen en tiendas de campaña hechas de palos y cartón. Beben agua del río, rebuscan comida y se las ingenian sin sanitarios ni atención médica.

Ahora apátridas, los refugiados exis-ten en el espacio literal y figurativo entre dos naciones que comparten una isla y una historia impregnada de hostilidad. Algunos de los campamentos fueron creados hace décadas, pero desde enton-ces habían estado abandonados. Ahora, en un nuevo ciclo de tensiones entre las naciones, están llenos a su máxima ca-pacidad una vez más, aunque las auto-ridades en Haití ni siquiera reconocen formalmente su existencia.

“No me he sentido normal desde que murió mi hijo”, dijo David Toussaint, de 55 años, cuyo hijo de 9 años fue uno de al

menos 10 personas en los campamentos que murieron de cólera. Las autoridades dicen que más de 100 personas han sido infectadas.

La enfermedad se ha propagado a Re-pública Dominicana, que tiene por lo me-nos tres casos confirmados, informaron autoridades.

Toussaint se levantó de una cama que su familia construyó en su tienda de cam-paña, cubierta con una lona raída. Pasa los días allí, inmovilizado por la pena. Un olor acre inundaba el aire caliente mientras el polvo entraba a la tienda de campaña, cubriéndolo todo. “Ésta no es manera de vivir”, expresó.

Cuando el gobierno dominicano anun-ció que los inmigrantes que estuvieran ilegalmente en el país tenían que regis-trarse en junio, hubo temor de deporta-ciones masivas. Los que después fueron atrapados fueron levantados principal-

mente de áreas remotas y trasladados en autobús a cruces fronterizos.

Más de 10.000 personas fueron expul-sadas oficialmente de República Domi-nicana, y casi 10.000 más afirman haber sido echadas también, de acuerdo con la Organización Internacional para las Mi-graciones

Docenas de refugiados haitianos di-jeron que cuando la ley fue anunciada, sus vecinos comenzaron a intimidarlos, amenazando con quemar sus casas y ro-bar sus animales.

Para muchos haitianos que han vi-vido en República Dominicana como jornaleros durante generaciones, tales amenazas son tomadas con seriedad. El asesinato masivo de entre 9.000 y 20.000 haitianos ordenado por el dictador domi-nicano Rafael Trujillo en 1937 sigue gra-bado en la mente de haitianos jóvenes y viejos.

En este clima de temor, decenas de mi-les de personas de ascendencia haitiana decidieron abandonar República Domi-nicana por su cuenta, en lugar de arries-garse a la deportación.

Muchos de los refugiados habían ini-ciado el proceso de registro, esperando meses sólo para descubrir que no tenían suficiente documentación, ni registro formal de nacimiento.

Biene Jemel y sus dos hermanos dije-ron que los mismos agricultores para los que habían trabajado amenazaron con quemar su casa si no se marchaban.

Cuando Jemel huyó, sus hijos se queda-ron con la mamá, quien pudo conseguir actas de nacimiento para los niños y do-cumentación para ella. Han pasado seis meses desde que Jemel los vio, y no sabe cuándo volverá a verlos.

“Imagine, es imposible que yo vea a mis hijos”, dijo. “No pertenezco aquí”.

Por ANDREW JACOBS

JACKSON HOLE, China — Con el an-helo de respirar aire no contaminado, un grupo de estresados citadinos acudieron en tropel a esta tierra salvaje, llevando consigo sus sueños de una vida libre y sin complicaciones.

Pero a diferencia de los harapientos pioneros que colonizaron el oeste de Es-tados Unidos, los primeros habitantes de Jackson Hole, una comunidad estilo resort en las afueras de la capital china, llegaron en Audis y Land Rovers, con sus cajuelas llenas de vino francés.

En el curso de la última década, más de mil familias se han instalado en casas de madera y generosos patios traseros en calles con nombres como Aspen y Ruta 66.

Los domingos, algunos acuden a una iglesia que sirve como ancla a la elegante plaza del pueblo, adornada con vaqueros de bronce.

“Estados Unidos representa la natura-leza virgen y la libertad, y también una casa grande”, dijo Qin You, de 42 años, que trabaja en el ramo de capital privado y es propietario de una residencia de seis habitaciones con un estanque de peces koi y un árbol de Navidad todo el año. Sus padres viven en la casa y él acude allí los fines de semana.

Bienvenido a “Pueblo Tradicional, Es-tados Unidos”, como se llama Jackson Hole en chino, un gigantesco proyecto inmobiliario que es una réplica de un

pueblo del oeste de Estados Unidos, con un pabellón para catar vinos, un spa y guardias de seguridad vestidos como guardabosques.

Las viviendas más modestas cuestan 625.000 dólares. Las más grandes —des-critas por los desarrolladores de Jackson Hole como castillos— cuestan casi 8 mi-llones de dólares.

El desarrollador, Ju Yi International, afirma que más del 90 por ciento de las 1.500 casas se ha vendido.

Desde que asumió el poder hace tres años, el Presidente Xi Jinping ha promo-vido agresivamente el “Sueño Chino”, una alabanza a la cultura tradicional y el poder militar reforzado. Al mismo tiempo, edictos del Partido Comunista y comentaristas conservadores han bus-cado demonizar los así llamados valores occidentales, como los derechos huma-nos y la democracia, como amenazas existenciales. Sin embargo, la campaña ha logrado poco.

Liu Xiangyang, el hombre detrás de Ju Yi International, se negó a ser entrevis-tado.

Huo Zhaojie, empleado de mercado-tecnia de Ju Yi, indicó que la filosofía pre-valeciente de la compañía es “libertad e igualdad”, pero dijo que la decisión de Liu de construir un fraccionamiento con una temática occidental no debería interpre-tarse como una declaración política.

Pero hasta la utopía tiene uno que otro defecto. La tristemente célebre contami-nación de Beijing a menudo envuelve las montañas alrededor de Jackson Hole. Y Gao Zi, de 60 años, una empleada militar jubilada, lamenta algunos cambios inde-seados.

Cuando se mudó allí, hace ocho años, era raro ver los patios delanteros ence-rrados por rejas, y las fachadas de las ca-sas estaban orientadas hacia las calles serpenteantes del complejo.

Pero personas que llegaron más re-cientemente han construido casas sobre un eje norte-sur, siguiendo la tradición china del feng shui. Un número crecien-te también ha cercado sus casas, que ha reducido la sensación de espacio abierto.

Pero Gao jamás pensaría en vivir en otra parte. “Nunca quiero irme”, afirmó.

Por WILLIAM NEUMAN

ST.-GEORGES-DE-L’OYAPOCK, Guayana Francesa — El límite de velo-cidad en el puente que presuntamente conectaría a Guayana Francesa, un puesto de avanzada de Francia en Suda-

mérica, con el contiguo Brasil es, para cuestio-nes prácticas, cero.

El puente sobre el Río Oiapoque, en las afueras de St.-Georges, un pueblo de unos 4.000 habitantes, nunca fue

abierto a peatones o vehículos, aunque se concluyó en 2011 a un costo de unos 33 millones de dólares, que Francia y Bra-sil acordaron dividirse.

El puente, construido como un sím-bolo de cooperación internacional, se ha convertido más bien en un símbolo de la incapacidad de los dos países para trabajar juntos.

La decisión de construir el puente fue anunciada en 1997 por los entonces presidentes Jacques Chirac, de Francia, y Henrique Cardoso, de Brasil. Fue

construido con la intención de llevar de-sarrollo económico al estado brasileño de Amapá, que colinda con Guayana Francesa, y de crear oportunidades pa-ra compañías francesas y brasileñas.

Guayana Francesa tiene el mismo estatus que cualquier otro territorio. Cuando se cruza la frontera a Guayana Francesa, no sólo se está en Francia, sino también en la Unión Europea.

En su lado del puente, Francia cons-truyó un retén policiaco fronterizo, para administrar servicios de aduanas e inmigración. Pero del lado brasileño, se rezagaron las cosas. Brasil apenas hace poco concluyó sus instalaciones adua-nales y migratorias.

Lo que contribuye al retraso en la

apertura del puente ha sido un impasse respecto a los seguros vehiculares. Francia requiere que los conductores y las compañías de transporte de carga tengan niveles mucho más altos de co-bertura de las que exige Brasil.

En pláticas bilaterales en octubre, Éric Spitz, prefecto de Guayana Fran-cesa, dijo que entre otras cuestiones figuraba el deseo de Francia de expor-tar más productos lácteos a Brasil, y la insistencia brasileña de que Guayana Francesa haga más para frenar la pro-pagación de una mosca de la fruta que amenaza a un cultivo brasileño.

Y luego está la cuestión de las visas. Los brasileños tienen que obtener una visa para entrar a Guayana Francesa. Spitz dijo que el requisito buscaba disua-dir la inmigración ilegal de brasileños.

Fabiano Arouche, de 28 años, propie-tario de un restaurante, Recanto Grill, en Oiapoque, Brasil, apuntó que con la economía del país en un bache, la zona se podría beneficiar de los choferes de camión y los turistas que podría traer el puente.

Kiki Zhao contribuyó con reportes a este artículo.

Escocia ofrece un modelo policíaco sin armas de fuego.

Se torna símbolo de cooperación global en señal de discordia.

SIM CHI YIN PARA THE NEW YORK TIMES

Una vivienda en construcción en Jackson Hole, afuera de Beijing, imita la estética de Jackson Hole, Wyoming. Hay casas desde 625.000 dólares.

KIERAN DODDS PARA THE NEW YORK TIMES

En Escocia, la policía tiene éxito en una confrontación cuando nadie sale herido. Oficiales escoceses representan una escena.

FOTOGRAFÍAS POR MERIDITH KOHUT PARA THE NEW YORK TIMES

Miles que dejaron

República Dominicana

para ir a Haití, tienen poca comida y enfrentan el cólera en

viviendas precarias.Una joven acarrea agua del río.

D I N E R O Y N E G O C I O S

DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Casinos de Macao ven más allá de apuestas

Nokia busca rehacer su liderazgo tecnológico

Anuncios en Internet irritan o enfurecen

Por LANDON THOMAS Jr.

Muchos que observan de cerca a la Reserva Federal de Estados Unidos han advertido sobre el efecto perturba-dor que tuvieron las agresivas acciones del Banco Central de Ben S. Bernanke en los mercados emergentes.

Pero cuando el ex presidente del con-sejo de la Fed llegó al Fondo Monetario Internacional el mes pasado para de-fender la forma en que su racha de com-pra de bonos se desarrolló en el extran-jero, Bernanke dirigió sus declaracio-nes no a críticos prominentes de Brasil e India, sino a una economista francesa de 45 años que vive en Londres.

Hélène Rey, catedrática en la Es-cuela de Negocios de Londres, sostie-ne que el impacto de las políticas de la Fed en los mercados globales se ha vuelto tan potente que los mercados emergentes se han vuelto impotentes para lidiar con los grandes flujos de inversiones que entran y salen de sus economías.

Este otoño, los gobernadores de la Fed sorprendieron a muchos al no elevar las tasas de interés; un factor citado fue el impacto que tendría la de-valuación de la moneda de China en los mercados emergentes. Muchos econo-mistas han estado advirtiendo que un incremento en las tasas combinado con tipos de cambio inciertos en China y en otros países debilitaría el crecimiento global.

Ahora, con un probable incremento en las tasas este mes —el primero en más de nueve años— el temor es que los mercados emergentes sean golpeados por otra ronda de volatilidad de capital y devaluaciones monetarias a medida que los inversionistas abandonen ac-tivos de riesgo en favor de prospectos con mayores rendimientos en EE.UU.

La recomendación de Rey, que los creadores de políticas establezcan regulaciones que reduzcan el fervor especulativo de estos flujos, es par-ticularmente relevante ahora. Eso podría significar controles de capital en mercados en desarrollo o nuevas regulaciones para fondos de inversión que castigarían las operaciones a corto plazo por parte de inversionistas.

Rey describió hace dos años un ciclo financiero global mediante el cual la firmas financieras, con frecuencia uti-lizando dinero prestado, se precipitan hacia mercados malayos, brasileños y turcos cuando las tasas en EE.UU. son bajas y los abandonan cuando las tasas suben, a menudo dejando daños a su paso.

Hyun Song Shin, del Banco de Pagos Internacionales, en Basilea, Suiza, tie-ne muchos años de hablar sobre cómo las políticas de la Fed han estimulado flujos especulativos a nivel global.

Pero la investigación de Rey ofrece un nuevo giro provocador.

En anteriores crisis de mercados emergentes, la mayoría de los países se metió en problemas porque sus ti-pos de cambio estaban ligados al dólar, volviéndolos vulnerables a los altibajos de las políticas de las tasas de interés en EE.UU.

Para protegerse mejor de choques de

políticas externas, el FMI y la mayoría de los economistas aconsejaron que es-tos países permitieran la libre flotación de sus tipos de cambio, lo que ha hecho la mayoría.

Sin embargo, lo que Rey encontró fue que países como Brasil, Turquía y Sudáfrica estaban igual de expuestos al efecto errático de los flujos de capi-tal impulsados con tasas flexibles que cuando las divisas estaban atadas al dólar. Esta conclusión sugiere que lo que aflige a estos países no son tanto sus economías en problemas como los volátiles flujos de inversión que entran a sus países.

Y ponía en duda lo que durante mu-cho tiempo ha sido visto como un prin-cipio medular para las economías en desarrollo: que el flujo libre de capital que entra y sale de estos mercados es una fuerza de bien que debe ser fomen-tada.

La monografía de Rey, entregada en el verano de 2013, no pudo haber sido más oportuna. Unos meses antes, los mercados globales se habían agitado cuando los inversionistas sacaron mi-les de millones de dólares de las econo-mías emergentes con base en la noticia

de que la Fed reduciría su programa de compra de bonos.

Fueron los comentarios de Rey sobre los flujos de capital en una conferencia en 2014 los que han llamado más la atención. Y fue desde esta plataforma un año más tarde que Bernanke criti-có la opinión de Rey, especialmente en referencia a los países que experimen-tan los flujos de capital más turbulen-tos, como Turquía, Brasil y Sudáfrica. “Eran países vulnerables”, dijo Ber-nanke en su discurso. “Sus políticas los volvieron más riesgosos”.

Rey respalda su afirmación de que la tendencia de la Fed a estimular los flujos de inversión especulativos sigue subvaluada y que deben tomarse me-didas más agresivas para mitigarlos.

“Creo que Ben tiene un punto muy bueno, aun cuando reconozcamos un ciclo financiero global, cómo lo sabe-mos es excesivo”, dijo. “Aun así, mi evi-dencia apunta a los riesgos adicionales —no sólo en los mercados emergentes sino también en Europa”.

Por SYDNEY EMBER

Los anuncios aparecen y se repro-ducen automáticamente, retando a los lectores a cerrarlos con hazañas de habi-lidad motriz fina. Se apropian de la pan-talla. Se expanden y se contraen. Cubren el texto y se niegan a moverse.

Y luego está la temible X, esa que invita a cerrar el anuncio, pero parece inmune a los clics repetidos del cursor o a los gol-pes de hasta los dedos más poderosos. (¿Tal vez usted ha probado un martillo?).

A veces los anuncios bailan y se mue-ven a través de la pantalla, obligando al usuario a iniciar una persecución impla-cable de la X.

“¿Cuántas veces has oprimido la X y no funciona?”, preguntó Tony Weisman, director ejecutivo de DigitasLBi North America, una agencia digital. “Se ha con-vertido en una broma cruel”.

Los anunciantes y los consumidores en línea han tratado de ganar la partida unos a otros desde los inicios de la Red, con los vendedores continuamente im-plementando maneras de prolongar el contacto con los anuncios y los usuarios esforzándose con igual empeño para evitarlo. Los anuncios se han vuelto tan irritantes, afirman consumidores y eje-cutivos de la industria, que podrían hun-dir la Internet si no estuvieran a la vez ayudando a mantenerla.

“Los anuncios se están volviendo más omnipresentes y más difíciles de evitar”, dijo Weisman. “Simplemente estamos destruyendo la experiencia del usuario”.

En las tabletas y los smartphones, los anuncios ocupan completamente las pantallas más pequeñas, y mucha publi-cidad no está formateada correctamente debido a lenguaje de programación an-ticuado. Los ejecutivos de la industria indican que es muy probable que los si-tios que publican los anuncios y los desa-rrollares de dispositivos móviles están creando anuncios que son difíciles de rehuir o de cerrar.

“Los que son increíblemente invasivos están diseñados para ser así”, dijo Brian Gleason, director ejecutivo global de Xaxis, una compañía de medios y tecno-logía propiedad de la gigante de la publi-cidad WPP.

Mike Pilawski, vicepresidente de productos en Vungle, que crea y entre-ga anuncios en video para dispositivos

móviles, dice que algunos anunciantes piden que toda la pantalla sea sensible a los clics al final del anuncio, lo que lo hace difícil de cerrar. Asegura que Vungle se niega, pero sí diseña anuncios con boto-nes de X en la parte superior izquierda en lugar de la derecha. El cambio confunde a algunos usuarios, aunque insiste en que no es la intención.

Muchos sitios que publican anuncios ahora usan HTML5 —el lenguaje más reciente para codificar páginas web— que les ayuda a crear nuevos formatos de anuncios como los banners expandibles que empujan el contenido de la página hacía abajo desde la parte superior.

Los lectores en línea terminan atrapa-dos en el medio, obligados a soportar un flujo constante de anuncios intrusivos. Para empeorar las cosas, los anuncios y la tecnología detrás de ellos entorpecen la Red. Los peores anuncios se cargan tan lentamente que agotan los planes de datos y las baterías.

Muchos usuarios de Internet están dispuestos a soportar los anuncios para

obtener el contenido que quieren o encon-trar y comprar la mercancía que buscan.

Pero muchos consumidores se resis-ten, al instalar bloqueadores de anuncios tanto en PCs de escritorio como en dispo-sitivos móviles.

La mayoría de los ejecutivos de la in-dustria reconoce que bombardear a los consumidores con anuncios invasivos potencialmente socava el modelo de ne-gocios que mantiene a gran parte de la Red.

Eleanor Cleverly, gerente general de Boston.com, dijo que el sitio está redu-ciendo el número de anuncios gráficos en sus páginas y agregando más publicidad nativa y artículos patrocinados. Pero eliminar los anuncios no es una solución viable.

“Si vamos a ofrecer nuestro contenido noticioso gratis, vamos a tener algún tipo de patrocinador para ello”, dijo.

Aun así, agregó, “no creo que rogarle al lector que mantenga los anuncios en la página sea una conversación que poda-mos iniciar”.

Por NEIL GOUGH

MACAO — Al palacio de apuestas más reciente de Macao le sobra con qué cau-tivar a los visitantes chinos adinerados que buscan pasársela bien.

El complejo hotelero Studio City, de 3.200 millones de dólares, incluye res-taurantes, bares y tiendas de lujo. Ofrece atracciones para toda la familia como un simulador de vuelo con temática de Batman y un área con juegos mecánicos basados en personajes de caricaturas y libros de cómic de Warner Bros. Incluso presenta una rueda de la fortuna en la forma de un ocho, integrada a la fachada estilo Art Deco del hotel.

Pero hay un atractivo que escasea: mesas para apuestas.

Semanas antes de que el casino se in-augurara en octubre, el gobierno local anunció que inicialmente permitiría

sólo 200 mesas, la mitad del número que habían planeado los dueños de Studio City. El gobierno local comenzó a regu-lar el número de mesas en los casinos hace años para moderar el crecimien-to cuando el mercado de Macao estaba en auge. Pero esa política obliga ahora a los operadores de casinos a rehacer

sus cálculos.En vista de que los ingresos por apues-

tas han caído durante el último año, los desarrolladores de casinos de Macao se han enfocado en el turismo de mercado masivo, con grandes inversiones en ha-bitaciones de hotel, espacio para mino-ristas, espectáculos y atracciones para

toda la familia.El reto es porque los desarrolladores

cuentan con los ingresos de las apuestas para compensar inicialmente esas inver-siones. Y el número de mesas es crítico. Los casinos en Macao dependen de los juegos de mesa para el 95 por ciento de sus ingresos.

Macao es el único lugar en China don-de los casinos son legales y la industria ha crecido velozmente desde que el go-bierno puso fin al monopolio de apuestas del multimillonario Stanley Ho, de Hong Kong, en 2001.

Pero tras alcanzar un nivel máximo de casi 5.000 millones de dólares a prin-cipios del año pasado, los ingresos men-suales de los casinos se han reducido en casi la mitad, a niveles vistos por última vez hace cinco años. Y las severas medi-das de China contra la corrupción oficial han ahuyentado a apostadores de alto vuelo.

Los casinos en Macao no prestan mu-cho dinero a los jugadores de China por-que los tribunales de territorio continen-tal no reconocen las deudas por apues-tas. En su lugar, recurren a operadores

“junket” poco regulados, intermediarios que llevan a apostadores a los casinos de Macao, les brindan crédito y cobran deudas. Y los jugadores han estado in-cumpliendo con el pago de préstamos de junkets o tardan más para pagar.

“Los ajustes que ocurren en la econo-mía de China arrojan luz sobre disputas financieras y problemas de deuda acu-mulados dentro de la industria de los juegos de Macao”, dijo Charlie Choi, ex inversionista en el sector junket, quien es presidente de la recién establecida Asociación para Información de Juegos de Macao.

“Una de las principales razones de ello es que la ley está seriamente rezagada en lo que respecta al cumplimiento de deudas por apuestas”, añadió, “y mucha gente no paga el dinero que debe”.

Por MARK SCOTT

ESPOO, Finlandia — Apartado al fon-do de un pasillo en la sede de Nokia en esta ciudad hay un recuerdo de sus 150 años de historia. Una colorida exhibición muestra su transformación de un fabri-cante de botas de hule en el siglo 19 al fabricante más grande de teléfonos celu-lares del mundo, cuya capitalización de mercado alguna vez alcanzó casi 250.000 millones de dólares.

Sin embargo, esos días de altos vuelos desaparecieron hace mucho.

Nokia no se adaptó al rápido ascenso de los teléfonos inteligentes y terminó por vender su tambaleante negocio de teléfonos a Microsoft. Ahora, en un es-fuerzo por rehacerse una vez más, Nokia ha recurrido a fabricar el equipo de tele-comunicaciones que impulsa las redes móviles de operadores globales como Deutsche Telekom y China Mobile.

Esa estrategia pronto enfrentará su mayor prueba cuando Nokia complete

su adquisición por 16.600 millones de dó-lares de su rival francoestadounidense Alcatel-Lucent a principios de 2016.

Nokia enfrenta una competencia fé-rrea. Rivales chinos de bajo costo y una reducción en el gasto de las compañías de telecomunicaciones a nivel mundial han disminuido las perspectivas de cre-cimiento justo cuando se acerca a su ad-quisición más grande en años.

Sin embargo, Rajeev Suri, el director ejecutivo de Nokia, de 48 años, dice que la adquisición de Alcatel-Lucent es exac-tamente lo que necesita su empresa pa-ra ejecutar su transformación de varios años. Esa reestructuración ha incluido recortar más de 17.000 empleos y vender activos indeseados como su unidad de mapas digitales.

“Cuando asumí el mando, estábamos

al borde del desastre”, señaló. “Poder realizar una adquisición que podría con-vertirnos en el número uno es bastante emocionante.

“A través del trato, incrementaremos nuestra relevancia con nuestros clien-tes”, añadió.

Los analistas indican que ambas com-pañías sí ofrecen capacidades comple-mentarias: Nokia se especializa en redes inalámbricas y Alcatel-Lucent es más

conocida por sus routers y demás equipo usado para crear redes de banda ancha.

Pero al tiempo que compañías de tele-comunicaciones como Verizon Wireless y Telefónica de España, que represen-tan la mayor parte de los ingresos de las empresas, dejan de invertir en las redes móviles, observadores de la industria si-guen preocupados de que una Nokia más grande tenga que luchar para encontrar nuevos clientes a fin de contrarrestar la moribunda industria global de las teleco-municaciones. Las ventas, incluyendo en Estados Unidos, se han estancado.

“Para Nokia y Alcatel-Lucent, es cues-tión de supervivencia”, dijo Bengt Nords-tröm, cofundador de Northstream, una firma de consultoría de telecomunicacio-nes en Estocolmo. “El verdadero reto es dónde van a hallar el crecimiento”.

La historia también ofrece motivo de cautela. La fusión de Alcatel con Lucent Technologies en 2006, por ejemplo, llevó a luchas internas corporativas, merma en las ventas y, con el tiempo, despidos a gran escala. Y la propia inversión de Nokia en Siemens, el gigante industrial alemán, enfrentó muchos de los mismos vientos en contra, finalmente culminan-do cuando Nokia adquirió el control ma-yoritario de Siemens en 2013.

“Sin embargo, Rajeev y su equipo tie-nen un historial que podría hacer que esto funcione”, afirmó Sylvain Fabre, analista de telecomunicaciones en la fir-ma de investigación Gartner, en Bristol, Inglaterra.

Jorg Erlemeier, que dirigió el equipo de integración de Nokia, dijo que el trato se estructuró específicamente como una adquisición, no una fusión de iguales, de manera que los ejecutivos de Nokia asu-mieran los roles administrativos más importantes.

El Flotador FastidiosoEl anuncio tipo “pop-up”¿Acaso estaba usted leyendo? Estos anuncios se abren en medio de la página, bloqueando el texto. El Flotador Fastidioso provoca una búsqueda inmediata del botón de X, que a menudo es tan diminuto que oprimirlo requiere no poca suerte. ¿La peor clase de Flotador Fastidioso? Uno que ni siquiera tiene una X.

El Video VoluntariosoEl anuncio que se toca sólo¿De dónde viene ese sonido? El Video Voluntarioso empieza a tocarse una vez que la página se carga, muchas veces con el sonido prendido, y requiere una labor detectivesca estilo Sherlock Holmes para encontrarlo y silenciarlo. La mayor parte del tiempo, es mejor cerrar la página que intentar callar el sonido.

ILUSTRACIÓN POR JACOB REEVES

La actual campaña china anticorrupción aleja a los grandes apostadores.

LAM YIK FEI PARA THE NEW YORK TIMES

SAM MANCHESTER/THE NEW YORK TIMES

Ex gigante finlandésde celulares recurre a telecomunicaciones.

Crítica reta la políticatributaria de EE.UU.

FERNANDO RODRIGUEZ PARA THE NEW YORK TIMES

Hélène Rey desea reducir la intensidad de flujos globales de capital causados por cambios en tasas de interés en EE.UU.

Tras la caída de ingresos por apuestas en los

últimos años, hoteles de

Macao buscan convocar a las familias con nuevas atracciones.

C I E N C I A Y T E C N O L O G Í A

6 DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

KIM MURTON

El trasplante de pene busca reparar lesión devastadoraPor DENISE GRADY

Antes de que transcurra un año, un jo-ven soldado estadounidense lesionado en la explosión de una bomba en Afganistán será sometido a un trasplante de pene, una operación jamás realizada en Esta-dos Unidos.

El órgano provendrá de un donador fallecido, y los cirujanos, de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, dicen que esperan que empiece a funcionar en cuestión de meses, al desarrollar función urinaria, sensación y, con el tiempo, la habilidad de tener relaciones sexuales.

La pérdida de extremidades se ha con-vertido en un símbolo bien conocido de la guerra, pero las lesiones genitales son heridas ocultas, envueltas en vergüenza, estima y pena.

Sólo se han reportado dos otros tras-plantes de pene en las revistas médi-cas: uno fallido, en China, en 2006 y uno exitoso, en Sudáfrica, el año pasado. La

Universidad Johns Hopkins ha dado permiso a los médicos para realizar 60 trasplantes. Entre los riesgos, como los de cualquier operación de trasplante mayor, se cuentan sangrado, infección y la posibilidad de que el medicamento antirrechazo eleve las probabilidades de desarrollar cáncer.

Sólo se trasplantará el pene, no los testículos. Los hombres que han perdido los testículos podrían aún someterse a trasplante de pene, pero no podrán tener hijos biológicos.

Algunos médicos han criticado la idea de los trasplantes de pene diciendo que no son necesarios para salvar la vida del paciente. Sin embargo, Richard J. Rede-tt, director de cirugía plástica pediátrica y reconstructiva en Johns Hopkins, dijo que “carecer del pene y partes del escro-to es devastador, porque esa parte del cuerpo está muy fuertemente asociada con tu sentido de identidad como hom-bre”.

Aunque los cirujanos pueden crear un pene a partir de tejido tomado de otras partes del propio cuerpo del paciente

—operación realizada cada vez más en varones transgénero— una erección no es posible sin un implante, y los implan-tes con frecuencia cambian de posición, causan infección o se salen, dijo Redett. Por esa razón, dijo, el equipo en Johns Hopkins cree que los trasplantes son la mejor solución cuando el pene no puede ser reparado o reconstruido.

Si el trasplante fracasa, dijo, será reti-rado, lo que deja al paciente en el mismo estado que antes de la cirugía.

Por ahora, la operación es ofrecida en Estados Unidos sólo a hombres heridos en combate, dijo W.P. Andrew Lee, direc-tor de cirugía plástica y reconstructiva en Johns Hopkins.

Hay una gran necesidad de ella. Entre

2001 y 2013, 1.367 miembros de las fuer-zas armadas sufrieron heridas en los ge-nitales en Iraq o Afganistán, de acuerdo con cifras del gobierno. Casi todos eran menores de 35 años y fueron heridos por bombas de fabricación casera. Algunos perdieron todo o parte de sus penes o tes-tículos.

El procedimiento no está disponible para personas transgénero en Estados Unidos, aunque eso podría cambiar.

“Habrá toda clase de preguntas res-pecto a si se realizará para casos de rea-signación de género”, dijo Jeffrey Kahn, bioético en Johns Hopkins. “¿Qué le di-ces al donador? Un muchacho de 23 años herido en el cumplimiento de su deber suena muy diferente a alguien que busca reasignación de sexo”.

Para que un trasplante sea posible, ciertos nervios y vasos sanguíneos tie-nen que estar intactos en la persona que recibirá el trasplante, al igual que la ure-tra, el tubo que conduce a la orina fuera del cuerpo.

El proceso de selección también in-volucra asegurar que el candidato esté

psicológicamente listo, comprenda los riesgos y beneficios que conlleva y pueda apegarse al régimen del medicamento antirrechazo.

Lee estimó el costo en entre 200.000 y 400.000 dólares por operación. La inter-vención tomará unas 12 horas, dijo Lee. Los cirujanos conectarán entre dos y seis nervios, y seis o siete venas y arterias. Durante las primeras semanas después de la operación se dejará un catéter para drenar la orina. La función sexual tarda-rá más en desarrollarse, probablemente unos cuantos meses, dijo.

Tras el trasplante, los hombres ten-drán que tomar medicina antirrechazo el resto de sus vidas.

A final de cuentas, el objetivo es restau-rar la función, no sólo la forma ni la apa-riencia, dijo Gerald Brandacher, director científico del programa de trasplantes en Johns Hopkins. Eso es lo que más quie-ren los que se someterán al trasplante.

“Dicen, ‘quiero volver a sentirme com-pleto’”, dijo Brandacher. “Hay cosas muy sutiles que tomamos por hecho y que este trasplante puede recuperar”.

Alain Delaquérière contribuyó con reportes a este artículo.

Miles de heridos en guerra podrían recuperar todas sus funciones.

La tecnología ayudará en los cuidados de la tercera edad

La herencia paterna está bajo la lupa

Navegantes a la antigua llevan mensaje por el mundo

Por CARL ZIMMER

En 2013, un hombre obeso ingresó al Hospital Hvidovre, en Dinamarca, para que le graparan el estómago. Era una cirugía bariátrica común, con una gran excepción.

Una semana antes de la operación, el hombre proporcionó una muestra de esperma a científicos daneses. Una semana después del procedi-miento, volvió a proporcionar otra. Un año después, donó una tercera muestra. Los científicos investiga-ban una hipótesis tentadora: que las experiencias de un hombre pueden alterar su esperma y que esos cam-bios, a su vez, pueden alterar a sus hijos.

Esa idea va contra el pensamiento estándar sobre la herencia: que los padres pasan sólo genes a sus hijos. Las personas heredan genes que las predisponen a la obesidad o al estrés o al cáncer, o no.

Para encontrar el vínculo entre las experiencias de un padre y la biolo-gía de su descendencia, los científicos han analizado más minuciosamente el esperma.

Un espermatozoide entrega ADN a un óvulo, pero esos genes están regulados por multitudes de molécu-las, llamados factores epigenéticos. Estas moléculas pueden responder a influencias ambientales al silenciar algunos genes y activar otros. Algu-nos estudios sugieren que los cam-bios en factores epigenéticos pueden ser transmitidos a la descendencia vía el esperma.

En 2013, Adelheid Soubry, epide-mióloga molecular en la Universidad KU Leuven, en Bélgica, y su equipo estudiaron a 79 recién nacidos. En-contraron diferencias epigenéticas entre hijos de padres obesos y los de padres delgados.

¿Son estos cambios causados en realidad por la obesidad de los hom-bres? Romain Barres, de la Universi-dad de Copenhague y sus colegas se propusieron investigar.

Primero, recolectaron esperma de 10 hombres daneses obesos y de 13 delgados. Encontraron numerosas diferencias epigenéticas. Un tipo de factor epigenético que analizaron in-volucraba tapas moleculares que son colocadas en el ADN en un proceso llamado metilación. Hallaron más de 9.000 genes en los que el patrón de metilación difería entre obesos y delgados.

Luego los científicos reclutaron a seis hombres obesos con cirugía ba-riátrica para ver cómo la pérdida de peso cambiaba estos patrones. Ba-rres y sus colegas identificaron más de 3.900 genes que fueron metilados de diferente manera un año después de la cirugía.

Entre los genes que resultan epi-genéticamente alterados están los que afectan comportamientos como control del apetito.

Barres y sus colegas ahora amplia-rán el estudio al comparar patrones epigenéticos en el esperma de padres obesos con los patrones en las células sanguíneas de su descendencia. “Va-mos a tratar de ver si algo se trans-mite por completo”, declaró Barres.

Por JOHN MARKOFF

SAN FRANCISCO — Las filas de los adultos mayores y debilitados crecen rápidamente en el mundo desarrollado, lo que suena la alarma sobre cómo la so-ciedad les ayudará a cuidarse por sí solos en sus hogares. Naira Hovakimyan tiene una idea: drones.

La experta en robótica de la Universi-dad de Illinois recientemente recibió una subvención de 1.5 millones de dólares de la Fundación Nacional de Ciencia para explorar la idea de diseñar pequeños drones autónomos para realizar tareas domésticas sencillas, como traer un frasco de medicinas de otro cuatro. “Es-toy convencida que dentro de 20 años, los drones serán los teléfonos celulares de hoy”, señaló.

Aunque los cuidadores robóticos en pleno funcionamiento podrían estar muy en el futuro, médicos y expertos predicen que una nueva ola de avances en tecnolo-gías computarizadas, robóticas y conec-tadas a internet estará disponible en los próximos años para ayudar a los adultos mayores a permanecer más tiempo en casa.

Sin embargo, pese a todas las ideas

prometedoras, los escépticos también señalan que muchas ideas son “tecnolo-gías en busca de una solución” que ine-vitablemente fracasan en la prueba de practicidad.

“Todos nos emocionamos realmente con lo positivo, y luego pasamos por es-te momento de desilusión”, dijo Laurie Orlov, analista de negocios que inició el blog Aging in Place Technology Watch en 2008.

Aun así, ejemplos de tecnologías de-rivadas de la robótica y la inteligencia artificial que estarán comercialmente disponibles en la próxima década inclu-yen andaderas inteligentes, dijes inteli-gentes que rastrean caídas y “desorien-taciones”, sensores para habitaciones y casas que monitorean el estado de salud, apoyos para el equilibrio, acompañantes electrónicos virtuales y robóticos, y dro-nes.

Una población envejeciente impondrá enormes cargas al sistema de atención médica del mundo para 2050, de acuer-do con los demógrafos. Globalmente, se espera que el número de personas mayo-res de 60 años aumente a más del doble para 2050 y al triple para 2100. Se espera

que el número de personas mayores de 80 años se duplique para 2050 y se mul-tiplique por más de siete para finales del siglo.

Estados Unidos parece estar rezagado con respecto a Japón y Europa en el de-sarrollo de soluciones. “Tanto en Japón como en Europa parece que el gobierno está más atento al potencial de la tecnolo-gía para las poblaciones envejecientes”, dijo Jeffrey A. Kaye, neurólogo en la Uni-versidad de Salud y Ciencias de Oregon.

Hace más de una década, China recu-rrió a Eric Dishman, científico de Intel que se ha enfocado en desarrollar tec-nologías para asistir a adultos mayores. “Ahora tengo un equipo en China que trabaja con terceros, colaborando en su Iniciativa Ciudad Amigable con los An-cianos”, dijo Dishman. Eso ha llevado a la instalación de sensores en hogares para

monitorear a hasta 100.000 personas.Además de los sensores de hogares

inteligentes y robots móviles, hay una variedad de otros esfuerzos para añadir estaciones robóticas para proporcionar todo, desde “coaching” y comunicacio-nes hasta compañía.

Un gran interrogante es si los robots o los asistentes virtuales, en conjunto con las comunicaciones de Internet, po-drán ayudar a prevenir los efectos del envejecimiento, como la demencia. El aislamiento es uno de los problemas más acuciantes para los adultos mayores, y hay evidencia de que el contacto humano puede posponer el deterioro intelectual.

“No es posible decirle simplemente a la gente que salga y haga más amigos, así que la idea aquí era proporcionar una do-sis significativa y frecuente de contacto social”, explicó Kaye.

Por LAURA PARKER

En una era que enfatiza el futuro, un grupo de viajeros oceánicos vuelve la mirada al pasado mientras realiza un re-corrido de tres años alrededor del mundo en la réplica de una tradicional canoa de vela hawaiana.

Conocida como Hokule’a (“estrella de la alegría”), la canoa tiene 19 metros de largo, doble casco y dos poderosas ve-las de mariposa. Fue construida en 1975 por la Sociedad de Navegación Poline-sia para promover la cultura indígena hawaiana, en particular las tradiciones de travesía y navegación que trajeron a los colonizadores polinesios al archipié-lago hawaiano.

El viaje inaugural de Hokule’a en 1976, de Hawai a Tahití, fue un recorrido de 2.500 millas náuticas marcado por un arribo estridente en el Puerto de Papeete frente a 17.000 personas, de acuerdo con la asociación.

El año pasado, Hokule’a emprendió un nuevo recorrido, con un propósito más urgente: una circunnavegación de tres años del planeta —más de 60 mil millas náuticas— con eventos a lo largo del ca-mino dirigidos a llamar la atención so-bre los efectos del cambio climático en

los océanos.En honor a sus ancestros navegantes,

la tripulación de 13 miembros prescindió del equipo moderno de navegación —sin brújula, sextante o dispositivos GPS, ni siquiera un iPhone— en favor de la nave-gación sin instrumentos: calculando la posición del Sol, la Luna y las estrellas, tomando en cuenta variaciones en las corrientes oceánicas y los patrones de la marea, e incluso el comportamiento de peces y aves.

Al frente de la expedición está Nainoa Thompson, presidente de la Sociedad de Navegación Polinesia y uno de apenas un puñado de navegantes capacitados en la travesía sin instrumentos. Mau Piailug, un marinero de una pequeña isla micro-nesia llamada Satawal, enseñó a Thomp-son las viejas costumbres.

En su primer día, Piailug tomó pie-

dras de un jardín e hizo un mapa de las estrellas en el suelo, recordó Thompson. Lentamente, Thompson aprendió a po-ner atención a las corrientes oceánicas y a leer el clima a partir del color de la luz al clarear.

Desde entonces, ha guiado la canoa en seis viajes importantes que suman más de 140.000 millas náuticas, inspirando un resurgimiento en la construcción de canoas y la navegación sin instrumentos. Piailug murió en 2010, a los 78 años.

De acuerdo con la Sociedad de Nave-gación Polinesia, ahora hay más de 25 canoas de vela de mar profundo en el Océano Pacífico, y más de 2.000 nave-gantes activos de 11 naciones isleñas del Pacífico.

Thompson dedicó seis años a reparar Hokule’a y capacitar a 350 miembros de la tripulación en preparación para el viaje mundial de la canoa. (En cualquier momento dado, Hokule’a tiene entre 11 y 13 tripulantes a bordo, que se rotan cada cuatro a seis semanas).

Una de ellos es Jenna Ishii, una apren-diz de navegadora de 29 años quien tam-bién trabaja como coordinadora de edu-cación para la Sociedad de Navegación Polinesia. En travesías de entrenamien-

to, Thompson enseña a los aprendices habilidades como la manera de dormir estando de pie, y cómo observar el mar y el cielo en busca de señales para orien-tarse, explicó.

“Nainoa dice que un navegante hará más de mil observaciones al día, y toma-rá dos decisiones clave —al amanecer y al atardecer— respecto a cuánta distan-cia has recorrido y a dónde ir a continua-ción”, apuntó Ishii.

Aunque la tripulación a bordo de Hokule’a utilizará en gran medida téc-nicas de navegación sin instrumentos, la canoa está equipada con instrumentos modernos en caso de emergencias, y pa-ra navegar por estrechos y canales más peligrosos, como el Canal de Mozambi-que y el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica.

Los miembros de la tripulación docu-mentan sus días en altamar, escribiendo en blogs y subiendo videos; el sitio en in-ternet de Hokule’a tiene un mapa de ras-treo en vivo, pero los tripulantes tienen prohibido consultarlo.

Ishii recordó una transmisión radial en la que el operador inocentemente había anunciado la posición de la canoa.

“Te dan ganas de llorar”, expresó.

Como sus ancestros, se valen de astros, peces, aves y olas para navegar.

NA’ALEHU ANTHONY/SOCIEDAD DE NAVEGACIÓN POLINESIA Y ‘OIWI TV

Hokule’a, una tradicional canoa de vela hawaiana, hace un viaje de tres años para llamar la atención sobre el calentamiento global en los mares.

DANIEL ACKER PARA THE NEW YORK TIMES

Naira Hovakimyan, experta de la Universidad de Illinois, cree que drones podrían realizar tareas domésticas sencillas.

R E T R AT O D E E S TA D O S U N I D O S

DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015 7THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

NUEVO MÉXICOAlbuquerque

NEW HAMPSHIRENewton

ARIZONAOraibi

NUEVA JERSEYPrinceton

Por ANDY NEWMAN

PRINCETON, Nueva Jersey — Pocas figuras ejercen tanto dominio en la vida de una universidad Ivy League como lo hace Woodrow Wilson en la Universidad de Princeton.

Como presiden-te de la escuela a principios del siglo 20, Wilson inició su expansión para convertirla en una universidad a gran escala. Elevó los

estándares educativos, creó carreras académicas e introdujo clases de grupos pequeños conocidas como “precepts”.

Para honrarlo, Princeton creó la Es-cuela Woodrow Wilson de Asuntos Pú-blicos e Internacionales —una institu-ción de élite dentro de una institución de

élite— así como un complejo residencial, Wilson College.

Sin embargo, hasta hace poco, rara vez se hablaba de un aspecto del legado de Wilson: sus opiniones racistas y la for-ma en que influyeron sus acciones como presidente de Estados Unidos.

Más conocido por liderar a EE.UU du-rante la Primera Guerra Mundial e inten-tar iniciar la Liga de las Naciones, Wil-son también menoscabó los beneficios logrados por la población de raza negra desde la Guerra Civil estadounidense, al destituir a funcionarios de raza negra del gobierno federal y supervisar la segrega-ción de trabajadores.

Criado en el Sur de EE.UU, escribió que “un gran Ku Klux Klan” se alzaba pa-ra librar a la gente de raza blanca de “la carga intolerable de gobiernos sosteni-dos por los votos de negros ignorantes”.

Durante el periodo de Wilson como presidente de Princeton, ningún estudiante de raza negra fue admitido, aunque la Universi-dad de Harvard y la Universidad de Yale habían admitido a perso-nas de raza negra décadas antes. Princeton aceptó a su primer estudiante de raza negra en los 40.

En setiembre, un grupo estudiantil de un año de antigüedad llamado Black Jus-tice League comenzó a colocar pósters con algunas de las citas más ofensivas de Wilson, entre ellas su comentario a un líder afroamericano de que “la segrega-

ción no es humillante, sino un beneficio y así debería ser considerada por ustedes”.

El mes pasado, tras una protesta de aproximadamente 200 estudiantes y la presentación de una lista de exigencias por parte de la Black Justice League, unos 15 estudiantes ocuparon la oficina del presidente Christopher L. Eisgruber

durante la noche. Eisgruber aceptó ini-ciar pláticas sobre las exigencias y pro-metió presionar a favor de que se elimine un mural de Wilson.

El grupo estudiantil también quiere que la universidad “reconozca pública-mente el legado racista de Woodrow Wi-lson” y se cambie el nombre de la escuela de política pública y el colegio residen-cial.

Tras la protesta, los estudiantes se mostraron divididos sobre el cambio de nombre; incluso muchos que son soli-darios con las otras exigencias de Black Justice League dijeron que eliminar el nombre de Wilson era ir demasiado lejos, o que era poco probable que cumpliera un propósito constructivo, o ambas cosas.

Una petición en respuesta que circuló en Change.org llamaba a la propuesta un “precedente peligroso” para estudian-tes futuros que “busquen eliminar del pasado a aquellos que no logren estar a la altura de los estándares modernos de moralidad”.

No ganan por gloria individual, sino por la comunidad.

Pueblos de Estados Unidos asolados por las sobredosis

Estudiantes buscan enfrentar pasado racista

Para los hopi, correr tiene valor cultural

Ciudad tiende la mano a indigentes al ofrecerles empleoPor FERNANDA SANTOS

ALBUQUERQUE, Nuevo México — Un trabajador municipal conducía una vieja camioneta tipo van un martes hace poco, en busca de indigentes dispuestos a trabajar. En su primer intento, cuatro

hombres lo recha-zaron con un ade-mán despectivo. Sin embargo, para la tercera parada, nueve hombres y una mujer habían subido al vehícu-

lo. Eran personas desamparadas. Pero de repente, como parte de un novedoso intento para lidiar con la creciente indi-gencia en esta ciudad, eran trabajadores municipales ese día.

Con guantes y chalecos fluorescentes puestos, limpiaron un terreno sucio junto a unas vías de ferrocarril en los límites del centro, limpiando residuos de vidas que bien podrían haber sido las suyas: un cobertor sucio, dos Biblias empapadas por nieve derretida, un rastro de latas de cerveza aplastadas.

Para los participantes, la jornada re-dituó decentemente: 9 dólares la hora y una comida degustada en un parque. Pa-ra el Municipio, representó un cambio de política hacia la compasión y la utilidad.

“Se trata de la dignidad del trabajo, que es algo difícil de medir”, dijo el alcalde Richard J. Berry. “Si podemos elevarte un poco la confianza, poner unos cuan-tos dólares en tu bolsillo, estabilizarte al punto en que quieras conseguir ayuda, ya sea en servicios de salud mental o ser-vicios por abuso de sustancias, ésa es la espiral ascendente que busco”.

James Boyd, un indigente esquizofré-nico, fue fatalmente herido por la policía el año pasado, provocando protestas. Al-buquerque —ciudad con una fuerza poli-ciaca de mil elementos cuya tasa de tiro-teos mortales era ocho veces la de Nueva York— ha buscado recalibrar su enfoque hacia la indigencia. Mientras que otras ciudades, como Nueva York, Baltimore, Los Ángeles y Washington, han intenta-do eliminar los campamentos de indigen-tes, Albuquerque ha decidido alejarse del enfoque punitivo que había definido a las estrategias pasadas.

En parte, esto es resultado de un acuerdo con el Departamento de Justi-cia de EE.UU., que emitió una revisión crítica del uso de la fuerza policiaca a través de los años, citando un patrón de violencia y maltrato que afectaba des-proporcionadamente a enfermos men-tales, incluyendo a muchos que vivían en las calles.

Por ejemplo, la capacitación en inter-vención de crisis se ha vuelto un requisito para los cadetes de policía, que primero deben intentar salir adelante de escena-rios montados de la vida real, sin sacar sus armas.

Financiados en parte por un donativo de la familia de Boyd, que recibió 5 mi-llones de dólares de la ciudad en julio, los trabajadores sociales han visitado cam-pamentos de desamparados con regula-ridad, haciendo contacto con hombres y mujeres que se encuentran entre los más difíciles de involucrar.

Para disuadir la mendicidad, la ciudad

se ha enfocado en cambiar el comporta-miento de los conductores. Los ha insta-do a que en lugar de dar dinero desde el vehículo, lo donen para el alimento, al-bergue o pago del trabajo diario de una persona indigente.

El programa, al que Berry destinó 50.000 dólares este año, toma ideas de un sistema de empleo diario ya disponible para personas desamparadas en todo EE.UU.. Sin embargo, ese sistema es en gran medida explotador y casi nunca con-duce a empleos estables, dijo Dennis P. Culhane, profesor de política social en la Universidad de Pennsylvania cuya princi-

pal área de investigación es la indigencia.Las entidades gubernamentales, en su

mayoría, ofrecen soluciones temporales, tales como comidas calientes y camas por una noche, pero, dijo, “no están ge-neralmente diseñadas para el avance de las personas, para ayudarlas a salir del problema”.

El programa de Albuquerque, dijo Culhane, parece abordar significativas reformas que los jornaleros indigentes han exigido durante décadas, al permi-tir que los participantes conserven todo el dinero que ganan mientras que hace posible que encuentren empleo de tiem-po completo.

La única mujer entre los jornaleros ese martes era Ramona Beletso, una india navajo de cuarentaitantos años que ha-bía huido del abuso y la destitución en la reserva.

El Alcalde dijo que se le ocurrió la idea del programa cuando vio a un hombre con un letrero que decía, “Busco empleo. Cualquier cosa sirve”. Se dio cuenta de que “la indignidad de tener que suplicar por dinero destroza el alma”, dijo.

Para Beletso, aceptar el empleo diario tenía que ver con recuperar el orgullo que había perdido. “Trabajé para ganar-me mi dinero”, dijo al final de su turno. “Y eso se siente bien”.

Por JOHN BRANCH

ORAIBI, Arizona — Oraibi, un pobla-do hopi indígena que ha estado habitado de manera continua desde hace casi mil años, yace en la parte superior de una meseta. Cada otoño, durante una de las

aproximadamente 12 de carreras ce-remoniales de los hopi, cien hombres o más se reúnen en las planicies abajo. Una mujer ataviada con la vestimenta

tradicional hopi sostiene una canasta te-jida en la distancia. El público grita, “Na-hongvita” —”saquen la garra” en hopi. Se da una señal.

Para los hopi, correr es orar. Y los hombres corren junto al campo de frijol, más allá de las tumbas de los ancestros, alrededor de la fachada deteriorada de una iglesia española y por los pasajes precariamente empinados hasta la par-te superior de la meseta, donde son re-cibidos con un coro de agradecimiento —”asqwali” de las mujeres, “kwakwai” de los hombres.

Juwan Nuvayokva, ex corredor de campo traviesa destacado a nivel nacio-nal en la Universidad Northern Arizona, ha sido el primero en llegar a la meseta en docenas de carreras hopi. Es entrenador asistente del equipo varonil en la Secun-daria Hopi, que ganó su 26º campeonato estatal de campo traviesa el mes pasado.

“Los hopi tienen esa sangre corredo-ra”, dijo Nuvayokva. “Está en nosotros encontrarla y utilizarla”.

La Secundaria Hopi tiene alrededor de 400 estudiantes. Antes de que abriera, en 1986, muchos adolescentes hopi asistían a internados indios en lugares distantes.

Rick Baker, de 56 años, fue contratado en 1987 como maestro de educación físi-ca para la Secundaria Hopi y se le pidió que comenzara un programa de campo traviesa.

Sus primeros tres equipos masculinos terminaron entre los 10 primeros lugares en las divisiones de escuelas pequeñas de Arizona. Su cuarto equipo, en 1990, ganó el campeonato estatal. El equipo ha ganado todo título estatal desde en-tonces.

Los campeonatos son una fuente de orgullo, pero la presión para mantener la racha ganadora es evidente. “Definiti-vamente siento los ojos de todos encima,

incluso en la comunidad. Me dicen, ‘Oye, tú eres el que corre’”, dijo Darion Frede-ricks, estudiante de último año.

El éxito radica en resistencia, no velo-cidad. Mientras que la Secundaria Hopi ha tenido su buena dosis de campeones estatales individuales, ganar un título en equipo requiere profundidad. La dis-tancia corrida generalmente es 5.000 metros. El tiempo es menos importante que el orden.

La puntuación del equipo se calcula sumando el lugar en que terminan los cinco mejores corredores del equipo. El equipo con la menor puntuación gana. La puntuación perfecta es 15, si un equipo se

lleva los primeros cinco lugares. Los hopi lo lograron un año.

“Muchos de nuestros chicos no tienen gran velocidad”, dijo Baker. “Pero tienen resistencia. Pueden correr y correr y co-rrer”.

El equipo femenino ha ganado 22 cam-peonatos en 28 temporadas.

Leigh Kuwanwisiwma, director de la Oficina de Conservación Cultural Hopi, dijo que la tradición de correr de la tribu nació de sus exploradores, hombres que encabezaban las migraciones tribales y las búsquedas de agua. También se con-virtió en parte de sus ceremonias, que pueden durar días enteros.

“Es para las bendiciones de la gente de las nubes, para la lluvia, para la cose-cha, para que tengamos una buena vida, una larga vida”, dijo Kuwanwisiwma. “Eso es lo que hacen estos corredores ceremoniales. Llevan ese positivismo al pueblo”.

En algunos casos, el primero en llegar a la meseta recibe un guaje de agua, que él entonces lleva a su maizal para ben-decir los cultivos. En otras carreras, los ganadores entierran objetos sagrados en la tierra como ofrendas.

“Podría sonar un poco raro, pero co-rrer en carreras rituales es muy dife-rente a correr en la secundaria o en la universidad”, dijo Devan Lomayaoma, de 33 años, quien ganó dos campeonatos estatales de campo traviesa en la Secun-daria Hopi, corrió en la Universidad de Northern Arizona, es maestro en la pri-maria hopi y ha ganado muchas carreras hopi. “En las carreras rituales nunca re-cibes un reconocimiento por ello. Tienen un significado más profundo.

“Aquí, lo haces por los demás”, dijo Nu-vayokva.

Por KATHARINE Q. SEELYE

NEWTON, New Hampshire — Courtney Griffin consumía heroína, mentía, desaparecía y robaba dinero de sus padres para mantener su adic-ción de 400 dólares diarios. Su familia pagó las deudas de ella y mantuvo su

adicción en secre-to; hasta que fue hallada muerta el año pasado de una sobredosis.

En el funeral de Courtney, su familia reconoció

la realidad que redefinió sus vidas: su hija brillante y hermosa, de apenas 20 años, que tocaba el corno francés en la preparatoria y soñaba con vivir en Hawái, había sido expulsada de los Ma-rines por usar drogas.

“Cuando era niño, los drogadictos eran lo peor”, recordó Doug Griffin, el padre de Courtney. “Hoy trabajan jun-to a ti y ni siquiera lo sabes. Están en el dormitorio de mi hija, son mi hija”.

Cuando la guerra de larga data de EE.UU. contra las drogas se definía por una epidemia del crack y se libra-ba en zonas urbanas pobres y en las que predominaba la raza negra, la respues-ta pública fue por “cero tolerancia” y severas sentencias en prisión. Pero la actual crisis de la heroína es diferente. Aunque su consumo ha aumentado en-tre todos los grupos demográficos, se ha disparado entre las personas blancas; casi el 90 por ciento de quienes probaron la heroína por prime-ra vez en la última década es de raza blanca.

Y el creciente número de familias de aquellos que murieron a causa de la he-roína —muchas en suburbios y peque-ños pueblos— ahora echan mano de su influencia, furia y dolor para incitar al gobierno a tratarla no como un delito, sino como una enfermedad.

Algunos expertos señalan que está surgiendo un consenso: el problema de la droga no será solucionado sólo con arrestos, sino con tratamiento.

Padres de familia como los Griffin dicen que, aunque reconocen el cambio racial en el consumo de heroína, los po-líticos y los funcionarios que imparten justicia responden de esta nueva forma porque “se dieron cuenta de que lo que hacían no estaba funcionando”.

La propagación de la heroína en los suburbios y pueblos pequeños creció a

partir de una ola anterior de adicciones a los analgésicos de receta; juntas, las dos tendencias asolan al país.

Las muertes por consumo de heroína se elevaron a 8.260 en 2013, se cuadru-plicaron desde 2000 en lo que algunos ya están llamando la peor epidemia de sobredosis de droga en la historia de EE.UU. En total, las sobredosis de droga causan más muertes que los cho-ques automovilísticos.

Treinta y dos estados han aprobado leyes que protegen a las personas de ser enjuiciadas por delitos menores si reportan una sobredosis a las autori-dades.

Algunos departamentos de policía locales han dejado de castigar a mu-chos heroinómanos. En Gloucester, Massachusetts, quienes llegan a la es-

tación de Policía y piden ayuda, aún si portan droga o jeringas, son remitidos a tratamiento en lugar de ser arresta-dos.

Hace una generación, cuando los activistas de derechos humanos de-nunciaron como racista un esfuerzo por castigar los delitos relacionados con el crack –que involucraba a perso-nas de color– de manera mucho más severa que los delitos por cocaína en polvo –relacionados con gente blan-ca–, los políticos lo defendieron como necesario para controlar los crímenes violentos.

“De haber existido esta compasión por los afroestadounidenses, comu-nidades enteras se habrían librado del impacto devastador del encarce-lamiento masivo”, dijo Kimberlé Wi-lliams Crenshaw, de la Facultad de De-recho de la Universidad de Columbia.

MARK HOLM PARA THE NEW YORK TIMES

NICK COTE PARA THE NEW YORK TIMES

El equipo de campo traviesa de la Secundaria Hopi ha sido el ganador del campeonato estatal 26 años seguidos.

MARK MAKELA PARA THE NEW YORK TIMES

Estudiantes en Universidad de Princeton se oponen a

tributos a Woodrow Wilson, quien tenía opiniones racistas.

KATHERINE TAYLOR PARA THE NEW YORK TIMES

Courtney Griffin murió de una sobredosis; su novio, Christopher Honor, lo hizo un año después.

La epidemia actual se da entre gente blanca y en pueblos lejanos.

Un programa nuevo en Albuquerque, Nuevo México paga a indigentes 9 dólares la hora por empleos como quitar hierbas de los lados de las vías. Se busca una “espiral ascendente”.

A R T E Y D I S E Ñ O

8 DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

La inspección en tierra muestra una tumba cubierta con ladrillos de adobe, señal de que los saqueadores la penetraron. El botín incluye sarcófagos y joyas, entre otros artículos.

EXEMPLO DE UNA TUMBA SAQUEADA,MOSTRADA A LA DERECHA

SARAH H. PARCAK

Sitio de saqueo Lisht Norte,mostrado derecha

Aldea de Lisht

LISHT NORTE , 2010 LISHT NORTE, 2013

La imagen satelital muestra un área en Lisht norte aún sin tocar en su mayoría.

La misma área alrededor de 3 años después muestra múltiples excavaciones como puntos

Las primeras dos imágenes muestran el área al sur de El Cairo donde se localizan las tumbas subterráneas de egipcios ricos del Reino Medio,

320 KMS.

POZO DE SAQUEO

Hacen Seguimiento a Saqueo de Sitios Arqueológicos

circa 2030-1640 B.C.

negros.

Fuente: Sarah H. Parcak, Universidad de Alabama, en Birmingham IMÁGENES SATELITALES POR DIGITALGLOBE Y GOOGLE EARTH; THE NEW YORK TIMES

Los arqueólogos utilizan imágenes satelitales como las de abajo para hacer un seguimiento al posible saqueo de artefactos en tumbas antiguas.

Si bien “El Cascanueces” es un ele-mento tan conocido en el calendario, se cuenta entre las más matizadas de todas las obras de arte. Sí, contiene ternura y encanto. Sí, está rodeada de comerciali-

zación. Aún así, este ba-llet es más majestuoso, más extraño y más con-movedor que todo es,o y más desconocido. En su corazón yacen misterios que no desaparecen y

maravillas que no menguan.Gran parte de los matices se derivan

de la historia alemana original de E.T.A. Hoffman, “Nussknacker und Mausekö-nig” (“Cascanueces y el Rey de los Rato-nes”), de 1816. Su narrativa es como una muñeca rusa: encierra otra historia, que a su vez encierra otra.

La historia de Hoffman fue populari-zada por Alejandro Dumas, padre, cuya adaptación francesa en 1844, “L’Histoi-re d’une casse-noisette” (La Historia de un Cascanueces”) se convirtió en la base del ballet ruso en dos actos de “El Cascanueces”, montado por primera vez en San Petersburgo en 1892.

Desde entonces, ha habido un sinnú-mero de versiones, particularmente en Estados Unidos.

En las narrativas tradicionales del “Cascanueces”, la joven heroína (lla-mada Clara en algunos, como la heroína de Dumas, Marie en otros, como la de Hoffman) se reúne con el joven Príncipe Cascanueces; él, gracias a la valentía de ella en la batalla con el Rey de los Ratones, se ha deshecho de su forma de Cascanueces. Juntos viajan al Rei-no de los Dulces y son recibidos por la Hada de Azúcar quien, cuando baila, se convierte en el punto culminante del ballet, su revelación trascendente de lo sublime.

Sin embargo, los “Cascanueces” tra-dicionales tienden a elegir entre dos des-

enlaces. El más tierno de los dos —en el que la joven heroína se da cuenta de que ha estado soñando y está a salvo en ca-sa— no es precisamente satisfactorio en términos musicales o dramáticos.

El segundo se deriva de la Rusia soviética. Aquí es la joven heroína (en ocasiones llamada Masha) quien, inter-pretada por una adulta y desarrollando madurez ante nuestros ojos, ofrece los climáticos números de Azúcar con el joven ex Cascanueces. Debido a que era una buena chica, su recompensa es el amor romántico, a una escala heroica.

Ningún montaje sigue el escenario

completo del original de 1892 en San Petersburgo. Muchos intentan utilizar más de la historia de Hoffman que el prototipo ruso.

La mejor razón para que los coreó-grafos reimaginen “El Cascanueces” también es la principal razón por la que revisito al ballet: su música. Tchaikovs-ky se dio un festín con todos los matices y contrastes que le ofrecía el ballet. Su partitura es un cuerno de la abundancia de color, ritmo, escala y melodía.

Antes de la producción en San Peter-sburgo, Tchaikovsky dirigió en concier-tos una versión anterior de la obra, que

contenía por lo menos dos elementos eliminados para San Petersburgo.

Sin embargo, los mayores misterios yacen en la música. ¿Qué expresa el ada-gio de la Hada de Azúcar? Podemos de-cir que tiene que ver con la sublimidad de un ser perfecto; podemos decir que sus inmensas escalas en cascada son litúrgicas, el réquiem de Tchaikovsky para su amada hermana (quien murió mientras él preparaba el ballet). Dife-rentes montajes me han transportado a diferentes matices.

Por sus públicos y personajes, “El Cascanueces” lleva hacia la revelación.

El ‘Cascanueces’ encierra misterios durante generaciones

Fantasíay realidad se filman en Portugal

La música de Scott Fagan nace de larga y curiosa trayectoria

Satélites protegen y exponen antigüedadesPor RALPH BLUMENTHAL

y TOM MASHBERG

Su laptop rebosa de imágenes sate-litales tapizadas con miles de puntos negros, evidencia de excavaciones por todo Egipto donde saqueadores han ca-vado túneles en busca de momias, joyas y otros objetos de valor para coleccionis-tas, anunciados en catálogos de subastas y traficados en eBay. Es un mercado ne-gro global estimado en miles de millones de dólares.

“Por primera vez, la tecnología ha llegado al punto en que podemos trazar mapas de saqueos”, dijo Sarah H. Par-cak, “arqueóloga satelital” pionera y di-rectora fundadora del Laboratorio para Observación Global de la Universidad de Alabama en Birmingham y profesora asociada allí.

Ojos satelitales en el cielo, que han transformado la búsqueda mundial de tesoros arqueológicos, son usados para espiar a los archienemigos de la preser-vación cultural: ejércitos de saqueadores que están desfigurando antiguos sitios con excavaciones ilícitas y robando pa-trimonio invaluable.

En ninguna parte es más avanzado el esfuerzo de rastreo que en Egipto, donde un programa encabezado por Parcak y financiado por la Fundación Nacional de Ciencias de EE.UU. y National Geogra-phic es usado para combatir hurtos que, dicen los expertos, empeoraron después del caos de la revolución de 2011.

Sin embargo, el problema se extiende más allá de Egipto. “Si creen que el sa-queo es malo en Egipto, miren a Perú”, dijo Parcak. “India, China. Me han dicho que en China hay más de 250.000 sitios arqueológicos y la mayoría ha sido sa-queada. Es un problema global de pro-porciones masivas y no conocemos la escala”.

El uso de satélites para frustrar el sa-queo se une a una creciente lista de for-mas en las que la tecnología está sirvien-

do a la arqueología. La NASA, la agencia espacial estadounidense, ha puesto a disposición detalladas fotografías del contratista satelital DigitalGlobe, que mostraban colosales obras en tierra de miles de años de antigüedad y reciente-mente detectadas en la estepa de Kaza-jistán. Aviones emiten señales láser que penetran el suelo para revelar ciudades sepultadas. Polonia ha digitalizado infor-mación sobre los más de 63.000 objetos robados en ese país y aún desapareci-dos desde la Segunda Guerra Mundial. Y plataformas de medios sociales como Twitter ayudan a propagar rápidamente alarmas de robos.

El saqueo y la destrucción en Iraq y Siria por parte del Estado Islámico, tam-bién conocido como ISIS, han llamado más la atención en meses recientes. Y el robo cultural sigue siendo un problema en Egipto, donde el gobierno acaba de confiscar 1.124 artefactos robados en el puerto de Damietta. Iban en ruta a Tai-

landia, reportó el servicio de noticias Al Bawaba.

Parcak ha asistido al Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.en in-vestigaciones encubiertas, incluyendo la Operación Maldición de la Momia, que este año repatrió a Egipto docenas de ar-tefactos contrabandeados.

En un potente sello de aprobación a la labor que podría paralizar el saqueo, TED, el foro sin fines de lucro con el le-ma “ideas que vale la pena propagar”, ha otorgado a Parcak, egresada de la Universidad de Yale con doctorado de la Universidad de Cambridge, su recono-cimiento más prestigioso: un premio de un millón de dólares para desarrollar un proyecto de su elección.

El comercio de antigüedades roba-das parece ligado a otras actividades criminales, como el narcotráfico y con-trabando de armas, e incluso puede ser una fuente de ingresos para ISIS, dijo Parcak.

“¿Está financiando al terrorismo?”, preguntó. “La respuesta es sí”.

Uno de los sitios más dañados que Par-cak ha documentado es Lisht, capital del Reino Medio de Egipto, que data de entre 2030 y 1640 antes de Cristo. Dijo que el número de pozos para saqueo detectados desde el espacio aumentó a 690 en 2012, respecto a los 515 de 2011, en un área afec-tada que se extendió de 2 kilómetros cua-drados a más de 8.

Las imágenes satelitales son tomadas desde una altura de 650 kilómetros sobre la Tierra y son proporcionadas principal-mente por Google Earth, DigitalGlobe y la NASA.

Hay alarmantes señales de que los vi-llanos podrían estar versados también en alta tecnología. “Los saqueadores también usan Google Earth”, dijo Par-cak. “Llegan con detectores de metales y equipo geofísico. Algunos me piden que confirme sitios”.

Es un asunto delicado.

Por JIM FARBER

El rock está lleno de historias sobre artistas que debieron ser estrellas, pero nunca recibieron una oportunidad. Aho-ra, Scott Fagan obtiene su inusitada se-gunda oportunidad —a sus 70 años— lue-go de que toda una vida de caprichos del destino y de extraordinaria mala suerte casi lo convirtieron en una nota al pie de página de la historia musical.

Hace 47 años, el cantautor lanzó un excéntrico álbum psicodélico titulado “South Atlantic Blues”, en Atco Records. En ese entonces fue un gran fracaso, pe-ro regresó el mes pasado, gracias al re-lanzamiento hecho por el sello enfocado en la historia discográfica Saint Cecilia Knows Records. El fundador de la dis-quera, Chris Campion, se había topado con la música de Fagan y “quedé impac-tado”.

Campion aún no conocía la historia de Fagan: que las canciones del músico habían ido a parar a manos del artista vi-sual Jasper Johns (quien creó una serie de litografías basadas en la música, hoy en las colecciones del Museo de Arte Mo-derno y del Museo Metropolitano de Ar-te, ambos en NY); y que Fagan tuvo en-

cuentros con los Beatles (quienes casi lo firmaron en la naciente disquera Apple) y con un joven Richard Gere (quien cantó en una ópera rock coescrita por Fagan). También resultó que Fagan es el padre del cantante de pop alternativo Stephin Merritt, del grupo Magnetic Fields —un hecho del que Fagan no estuvo enterado durante 40 años.

Fagan nació en 1945. Su padre, un saxofonista y cantante, encabezó una banda de jazz Dixieland bajo el nombre de Frankie Galvin. Su madre era una bai-larina moderna. Tras el divorcio de sus padres, él y sus tres hermanos se fueron a vivir con su madre y el nuevo novio de ella a una colonia de artistas en St. Tho-mas, Islas Vírgenes. Durante un tiempo, residió en una barriada en Puerto Rico. Fagan, entonces de 9 años, y su herma-na fueron niños de la calle, mientras su madre estaba hospitalizada a raíz de un embarazo complicado y su padrastro es-taba en desintoxicación.

De 16 años, Fagan encabezó a un grupo acertadamente llamado “The Urchins” (los niños pobres), con el que desarrolló su sonido original de folk-rock-calipso. Intentó viajar a EE.UU. como polizonte

en dos aviones, pero fue devuelto por las autoridades.

Al fin, en 1964, halló empleo en un bar-co con destino a Miami. Empezó a tocar en centros nocturnos en Fort Lauder-dale, Florida, y reunió dinero suficiente para abordar un autobús a Nueva York. Con sólo 11 centavos en el bolsillo, lla-mó al número telefónico que su madre obtuvo de una amistad para ponerse en contacto con “alguien en la industria dis-cográfica”. Doc Pomus, autor de éxitos para los Drifters, Dion y Ray Charles, le dio al joven artista una audición y empe-zó a trabajar con él.

Fagan por fin obtuvo su contrato dis-cográfico con Atco. Pero el hombre que lo había firmado se marchó de la compa-ñía, y eso marcó el fin de “South Atlantic Blues”, narró Fagan.

Cuando Johns sacó el álbum de un es-

tante de rebajas dos años des-pués, quedó lo suficientemente impresionado para crear sus litografías. La atención le dio esperanza al cantante, pero no dinero. Fagan siguió cantando mientras hacía “todo lo posi-ble para criar a cinco hijos, de cuatro madres distintas, salvo

robar y vender mariguana”.Con el paso de los años, Fagan les dijo a

sus hijos que podrían tener un hermano mayor en algún lado. Merritt, de 50 años, quien se crió sin una figura paterna, se-ñaló que nunca buscó a Fagan porque “había mucho que podía salir mal”.

Sin embargo, cuando tenía veintitan-tos años, Merritt buscó a su padre en un catálogo discográfico y halló listado a “South Atlantic Blues”. “Pensé que era un gran título, y eso me hizo sentir curio-sidad”, explicó. Al fin conoció a su padre en 2012, en una función de un documental sobre Pomus.

Fagan cree que las canciones que compuso se mantienen vigentes porque, comentó: “aprendí de los mejores com-positores del mundo: Doc Pomus y Mort Shuman. Solía cantar con convicción. Y aún lo hago”.

Por J. HOBERMAN

Muchos cineastas actuales reali-zan filmes híbridos o lo que se conoce como docuficciones, pero el director portugués Miguel Gomes podría ser el más barroco para idear formas nuevas de combinar los hechos con la fantasía.

“Aquel Querido Mes de Agosto” (2008) es a todas luces un documen-tal musical ambientado en una región aislada de Portugal que se convierte en una película sobre su propia reali-zación. “Tabú” (2012) es un romance cronológicamente invertido, ambien-tado, en parte, en África colonial con una estructura narrativa diseñada para hacer que el espectador vea más allá del prisma del futuro.

El esfuerzo más reciente de Go-mes, provocativamente llamado “Las Mil y Una Noches”, es su más ambicioso —tres películas, cada una de dos horas de duración, que mez-clan realismo mágico sarcástico con reportaje social indirecto. Constitu-yen una excéntrica instantánea de Portugal mientras sobrelleva su cri-sis económica.

El primer volumen de la trilogía, subtitulado “El Inquieto”, se centra en gran parte en cuestiones de traba-jo, entre ellas las del propio realiza-dor. Tras rodar una escena sobre un astillero cerrado en Lisboa, Gomes huye de su propia producción segui-do por su equipo de filmación. “Soy estúpido y la abstracción me da vér-tigo”, se queja, mientras plantea la pregunta: ¿Cómo hacer entretenida una película a partir de una realidad deprimente de despidos, huelgas y austeridad forzada?

El modelo de Gomes para hacer “Las Mil y Una Noches” parece ha-ber sido un periódico. Desde el vera-

no de 2013 hasta el de 2014, manejó una redacción que describió como “una pequeña fábrica para crear his-torias”. Tres periodistas, que fueron asignados a viajar por todo Portugal, reportaron material para ser drama-tizado, en cierta forma, por actores que estaban a disposición de Gomes.

Afecto a referirse a la versión lite-raria de “Las Mil y Una Noches” co-mo “ficción de rock ‘n’ roll”, Gomes ha evocado algo espontáneo en su tono cambiante y mezclas perversas. Una historia en “Volumen 2 - El Desolado” se inspiró en el reporte noticioso de una magistrada que estalló en lágri-mas. Mientras preside diversos ca-sos, la jueza (Luísa Cruz) rompe en llanto, inundada por la colección de “crímenes absurdos” de Gomes, que se vuelven cada vez más dementes.

La historia que le da seguimiento es incluso más desconcertante. Fu-siona la historia de un pacto suicida marital y los sórdidos detalles de la vida en un edificio de vivienda públi-ca en Lisboa.

El tercer volumen, subtitulado “El Encantado”, inicia con la visión de Gomes de Bagdad. Scherezade (in-terpretada por Crista Alfaiate) es entretenida por el baile breakdance de Elvis el Ladrón, elude a un genio y se sube con su padre, el gran visir, en una rueda de la fortuna mientras el cineasta, con turbante, fuma abajo un cigarro. A partir de ahí, “Las Mil y Una Noches” se zambulle en un do-cumental directo sobre residentes de los barrios bajos de Lisboa y sus aves entrenadas.

Gomes dijo sentirse fascinado por un video en YouTube de hombres que son empleados marginales y entre-nan pinzones para que participen en complicados concursos de canto.

“Lo que hacían era tan irreal”, dijo.

Trilogía analiza cómo se sobrellevan tiempos de revés económico.

DOLLY FAIBYSHEV PARA THE NEW YORK TIMES

ANDREA MOHIN PARA THE NEW YORK TIMES

“L’Histoire d’une casse-noisette”, de 1844, se volvió la base del ballet ruso “El Cascanueces”, montado por primera vez en 1892. Amber Star Merkens (izq.) y Noah Vinson, del Mark Norris Dance Group, en “The Hard Nut”.

KINO LORBER

El director Miguel Gomes. En “Las Mil y Una Noches”, da su versión de cómo se atraviesa la crisis financiera en su país.

“South Atlantic Blues”, de Scott Fagan, inicialmente un fracaso, ha sido relanzado por discográfica.

ALISTAIR MACAULAY

ENSAYO