juan haro: la educaciÓn de los pueblos indÍgenas
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Juan Francisco Haro Cuesta
Universidad Central de Venezuela
La Educación de los pueblos indígenas en la Provincia de Guayana entre 1830 y 1847
La educación de los pueblos indígenas…Juan Haro Cuesta
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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
RECTORA
Cecilia García-Arocha
VICERRECTOR ACADÉMICO
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VICERRECTOR ADMINISTRATIVO
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SECRETARIO
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FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
DECANO
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ESCUELA DE EDUCACIÓN
DIRECTOR
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COORDINADORA ACADÉMICA
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COORDINADORA ADMINISTRATIVA
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COORDINADORA DE LOS ESTUDIOS
UNIVERSITARIOS SUPERVISADOS
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COORDINADORA DE EXTENSIÓN
Edwin García
CENTRO DE INVESTIGACIONES EDUCATIVAS
Ramón Uzcátegui
La educación de los pueblos indígenas…Juan Haro Cuesta
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La Educación de los pueblos indígenas en la Provincia de Guayana entre
1830 y 1847
Juan Francisco Haro Cuesta
Universidad Central de Venezuela
Depósito Legal: MI2017000228
ISBN: 978-980-00-2846-9
Diagramación: Ramón Alexander Uzcátegui Pacheco
Libro digital de acceso libre
Marzo de 2017
Escuela de Educación, Centro de Investigaciones Educativas,
Edif. Trasbordo, P.B., Ciudad Universitaria de Caracas.
Apartado de correos Nº 47561-A, Los Chaguaramos.
Caracas c.p.1051. Tf. 605-2953 Email:cies@ucv.ve
La educación de los pueblos indígenas…Juan Haro Cuesta
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La Educación de los Pueblos Indígenas en
la Provincia de Guayana
(Misiones, escuelas, doctrinas y enseñanza
de oficios en la ejecución de la Ley de
Reducción y Civilización de Indígenas del
año 1841)
Juan Francisco Haro Cuesta
Marzo, 2017
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Contenido Presentación ............................................................................................................................... 10 Capítulo Primero. Algunas Coordenadas .................................................................................. 20 1.1.- El indígena: entre el estatuto colonial y la república independiente. De la segregación a la
asimilación ................................................................................................................................. 20 1.2.- La reducción, civilización y la educación de los indígenas. Conquistar, colonizar y
asegurar el territorio. Misiones y doctrinas ............................................................................... 34
1.3.- Las escuelas de doctrina, las escuelas de primeras letras y los colegios para niñas y
nobles indígenas. La política de la Corona respecto de las lenguas o idiomas indígenas y las
escuelas de lectura y escritura para el aprendizaje del castellano. Alcance sobre la Ilustración y
las reformas introducidas en las escuelas de primeras letras durante el siglo XVIII venezolano
................................................................................................................................................... 44
1.3.1.- Las escuelas de doctrina, las escuelas de primeras letras y los colegios para niñas y
nobles indígenas. ................................................................................................................... 44
1.3.2.- La política de la Corona respecto de las lenguas o idiomas indígenas y las escuelas
de lectura y escritura para el aprendizaje del castellano ........................................................ 61 1.3.3.- Alcance sobre la Ilustración y las reformas introducidas en las escuelas de primeras
letras durante el siglo XVIII venezolano ............................................................................... 68
Capítulo Segundo. La Provincia de Guayana ............................................................................ 75 2.1.- Los paisajes guayaneses .................................................................................................... 81
2.1.1.- La división político- administrativa ........................................................................... 81 2.1.2.- El río Orinoco: único camino real provincial ............................................................. 84
2.2.- La economía ...................................................................................................................... 90
2.2.1.- El estratégico enclave poblacional y comercial de la Angostura del Orinoco, después
Ciudad Bolívar. Su papel dominante en la provincia y más allá ........................................... 90 2.2.2.- Producción agropecuaria y productos de extracción .................................................. 94
2.3.- La sociedad. Breves y no exhaustivos apuntes acerca de su estructura y conflictos ........ 97
2.3.1.- La población y el poblamiento .................................................................................. 97 2.3.1.1.- La población en el espacio guayanés .................................................................. 97
2.3.1.2.- El poblamiento: jerarquía y emplazamiento de las poblaciones ....................... 101 2.3.1.2.1- El Bajo Orinoco y el Delta .............................................................................. 103
2.3.1.2.2.- Las villas de Upata y Barceloneta y su zona de influencia ............................ 105 2.3.1.2.3.- Camino del sur. Las poblaciones del corredor orinoquense. Angostura y su
zona de influencia ............................................................................................................ 114 2.3.1.2.4.- El Alto Orinoco. Caicara y La Urbana ........................................................... 116 2.3.1.2.5.- El Cantón de Río Negro. Entre los raudales y los confines con el Imperio del
Brasil ................................................................................................................................ 119 Capítulo Tercero. La Iglesia en Guayana. De la Colonia a los primeros años de vida
republicana............................................................................................................................... 127 3.1.- Los Jesuitas ..................................................................................................................... 131
3.1.1.- La contribución jesuita en el conocimiento de la Orinoquia .................................... 131 3.1.2.- El avance desde Nueva Granada en territorio llanero. Hatos y haciendas en la
estructuración del espacio llanero colombiano y orinoquense venezolano ......................... 137
La educación de los pueblos indígenas…Juan Haro Cuesta
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3.1.3.- Las reducciones y misiones jesuíticas. Referencias al adoctrinamiento y la enseñanza
de las primeras letras y de la música ................................................................................... 148 3.2.- Los capuchinos andaluces y su breve tránsito por el espacio amazónico y las misiones al
norte de los raudales ................................................................................................................ 154 3.3.- Los franciscanos. Las misiones de Encarnación de Píritu, Orinoco y Río Negro........... 156
3.3.1.- La consolidación de Píritu como capital misional hacia el siglo XVII. El desarrollo
del sistema misional franciscano. Los franciscanos como únicos misioneros del Orinoco y el
Río Negro desde el último tercio del siglo XVIII ............................................................... 156 3.3.2.- Doctrinas y evangelización en los observantes. Referencias a las escuelas en las
misiones de Píritu ................................................................................................................ 168
3.4.- Los capuchinos de la provincia de Cataluña ................................................................... 172 3.4.1.- Origen y desarrollo de las misiones del Caroní. El progreso de los hatos ganaderos
............................................................................................................................................. 172 3.4.2.- El control del espacio misional y el aseguramiento de la provincia. La fundación de
la Villa de San Antonio de Upata ........................................................................................ 178 3.4.3.- La evangelización. Referencias a las doctrinas y escuelas....................................... 181
3.5.- El Obispado de Guayana y el clero secular. La cura de almas........................................ 186 Capítulo Cuarto. La Educación en la Provincia de Guayana .................................................. 190 4.1.- La legislación y el ordenamiento escolar. Desde la Constitución Federal de 1811 al año
1830 ......................................................................................................................................... 190 4.2.- Las ordenanzas provinciales de instrucción pública en Guayana ................................... 200
4.3.- La instrucción de primeras letras en las villas de españoles y pueblos de la provincia de
Guayana. Referencias a las escuelas de primeras letras (1823- 1841) .................................... 205 4.4.- La educación de los indígenas del Cantón de Río Negro: el planteamiento de Serapio
Machado, Presidente del Concejo Municipal de la ciudad de Angostura para el año de 1841
................................................................................................................................................. 219 Capítulo quinto. El fomento y progreso de la provincia de guayana entre 1830 y 1847. La ley
de reducción y civilización de indígenas. La organización de las misiones. Doctrinas,
enseñanza de oficios, escuelas de primeras letras, funcionarios seglares y religiosos ............ 224 5.1.- Los indígenas, las misiones y el territorio guayanés a partir de 1830. Legislación,
medidas y acciones previas al año 1841 .................................................................................. 227
5.1.1.- Una mirada a la cuestión de los indígenas y del territorio guayanés a partir de 1830
............................................................................................................................................. 227 5.1.2.- Hacia la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas y los decretos orgánicos para
las misiones en Guayana, especialmente en el Cantón de Río Negro. La experiencia
guayanesa. Legislación, medidas y acciones anteriores al año 1841 .................................. 236
5.1.2.1.- Capitanes pobladores, doctrinas y doctrineros entre 1830 y 1841 .................... 249 5.2.- La Ley de Reducción y Civilización de Indígenas del año 1841. Los decretos orgánicos
para las misiones en las provincias de Apure, Zulia y Guayana ............................................. 257 5.3.- El Decreto Orgánico de las misiones de Guayana. El Decreto Orgánico de las misiones
de Río Negro. Los distritos misionales .................................................................................... 259
5.3.1.- El Decreto Orgánico de las misiones de Guayana ............................................... 259 5.3.2.- El Decreto Orgánico de las misiones de Río Negro ............................................. 264 5.3.3.- Los distritos misionales ........................................................................................ 265
La educación de los pueblos indígenas…Juan Haro Cuesta
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Capítulo sexto. De la ley y los decretos orgánicos a la práctica. El funcionamiento de los
circuitos misionales. Los conflictos entre los funcionarios civiles y los de las misiones. Una
especial referencia a la enseñanza de oficios, las doctrinas y las escuelas de primeras letras 270 6.1.- Los frailes y los empleados civiles .................................................................................. 273 6.2.- El funcionamiento de los distritos de reducción y la falta de funcionarios adecuados ... 279
6.2.1.- Los distritos Central y Bajo Orinoco. Nuevas reducciones y nuevos pobladores 284 6.2.2.- El distrito de Upata. Consolidación de las antiguas misiones, restitución de sus
antiguos pobladores. Las contradicciones entre los funcionarios cantonales y los de las
reducciones ...................................................................................................................... 290 6.2.3.- El Distrito de Río Negro. La búsqueda de las nuevas reducciones. El diseño de un
sistema económico para el Distrito. Los planes no realizados y las dificultades. La figura
de Pedro Joaquim Ayres .................................................................................................. 301
6.2.4.- Las dificultades. Las actitudes de los indígenas y sus reclamos acerca del sistema de
reducciones. El centro del problema: la explotación de los indígenas por los comerciantes y
los terratenientes .................................................................................................................. 315 6.2.4.1.- Las dificultades ................................................................................................. 315
6.2.4.2.- Las actitudes de los indígenas y los reclamos acerca del sistema de reducciones
......................................................................................................................................... 321 6.2.4.3.- La explotación de los indígenas por los comerciantes y los terratenientes. La
reglamentación del trabajo indígena ................................................................................ 327 6.3.- Las doctrinas y la enseñanza de oficios. Las escuelas de primeras letras ....................... 332
6.3.1.- Las doctrinas ............................................................................................................ 333 6.3.2- El trabajo y la enseñanza de oficios ...................................................................... 342
6.3.3.- Las escuelas de primeras letras en las misiones y villas guayanesas durante el régimen
de las misiones. El Código de Instrucción Pública del año 1843 ............................................ 346
Capítulo séptimo. Hacia un balance ocaso de la iniciativa y cambio de régimen.................. 355 7.1.- El informe de Rafael Acevedo sobre el Distrito de Reducción de Indígenas de Río Negro
................................................................................................................................................. 357
7.2- Andrés Eusebio Level y el balance del régimen de misiones en los distritos del norte de
Guayana ................................................................................................................................... 367 7.3.- Notas acerca del nuevo régimen y su ejecución práctica. Los misioneros y los empleados
seglares .................................................................................................................................... 382 7.4.- El trabajo y la servidumbre de los indígenas. Los reclamos ........................................... 388 7.5.- El interior de Guayana y la primacía de la capitalidad de Ciudad Bolívar. Tendencias
demográficas. Comercio y minería. Su majestad el caucho. El Bajo Orinoco y el Río Negro.
Precariedad y abandono ........................................................................................................... 394
7.6.- Las instituciones educativas con especial referencia a las escuelas de primeras letras. El
primer Reglamento de Escuelas Primarias de la Provincia de Amazonas .............................. 400 A MODO DE CONCLUSIONES ........................................................................................... 408 FUENTES ................................................................................................................................ 429
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Indice de Cuadros
Cuadro 1. Provincia de Guayana. Cantones con Distritos de las Parroquias que la componían
en 1830 ...................................................................................................................................... 83 Cuadro 2. Población de Guayana hacia comienzos de 1817 ..................................................... 99 Cuadro 3. Baja Guayana y Delta del Orinoco Establecimientos Poblacionales Primeras
Décadas del Siglo XIX ............................................................................................................ 103 Cuadro 4. Misiones de los jesuitas en el Orinoco según Eugenio de Alvarado ...................... 145
Cuadro 5. Pueblos, misiones y doctrinas atendidas por los franciscanos de Píritu ................. 162 Cuadro 6. Relación de los curatos que tienen las Diócesis de la República, con indicación de
los que se hallan vacantes Diócesis de Guayana ..................................................................... 189 Cuadro 7. Preceptores de las escuelas de primeras letras. Provincia de Guayana. 1830 ........ 211 Cuadro 8. Dotación de escuelas. Provincia de Guayana. Año 1838 ....................................... 217 Cuadro 9. Doctrineros existentes en Guayana ......................................................................... 255
Cuadro 10. Provincia de Guayana .......................................................................................... 266 Cuadro 11. Provincia de Guayana. Decreto Orgánico de las misiones de Guayana.
Parroquias y misiones de los distritos de reducción ............................................................... 267
Cuadro 12. Distritos misionales y misiones en Guayana hacia 1842 ...................................... 281 Cuadro 13. Distrito de Río Negro ............................................................................................ 308
Cuadro 14. Distribución de reducciones de indígenas de Rio Nedro ...................................... 337 Cuadro 15. Examen de la Docrrina de Misiones ..................................................................... 341
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Índice de Tablas
Ilustración 1. Mapa de la Provincia de Guayana. Capitulación de Berrio................................. 77
Ilustración 2 Provincia de Guayana. Pérdidas territoriales desde el año 1656 .......................... 84 Ilustración 3. La Orinoquia ........................................................................................................ 85 Ilustración 4. Reducciones jesuíticas en Casanare, Meta y Orinoco. Siglo XVIII .................. 153 Ilustración 5. Misión Cupapuy ................................................................................................ 185
10
Presentación
I
El trabajo que presentamos es el fruto de una investigación desarrollada en el transcurso de
algunos años acerca de la educación de los pueblos indígenas en la otrora Provincia de
Guayana durante las primeras décadas de vida republicana independiente, una vez que
Venezuela se separa del proyecto grancolombiano. Con ello esperamos cumplir con las
exigencias mínimas para ascender a la categoría de Profesor Titular de la Universidad Central
de Venezuela, casa de estudios en la que hemos impartido clases por algo más de de treinta
años, específicamente en nuestra Escuela de Educación en sus diferentes modalidades, sobre
todo en los Estudios Universitarios Supervisados, experiencia pionera en los estudios a
distancia en nuestro país.
En el tiempo de nuestra actividad docente hemos tenido como alumnos a estudiantes
pertenecientes a diferentes pueblos indígenas. Afortunadamente, muchos se reconocen como
tales y exhiben con justificable orgullo esa especial condición étnico- cultural; algunos de
ellos son hoy día profesores de planta en nuestros centros regionales, dedicando sus
investigaciones a la producción de conocimiento sobre la amplia y en modo alguno agotada
temática de la educación de los pueblos indígenas y de la historia regional. Es nuestro deseo
que estas líneas sirvan para abundar en la comprensión de estos pueblos milenarios habitantes
de Venezuela y de los condicionamientos históricos que ayudan a razonar su situación actual.
Entendemos que éste es un requisito indispensable que debe acompañar el esfuerzo
emprendido felizmente por los propios indígenas en la búsqueda de su lugar en esta sociedad
que no termina de entenderlos, que contribuya a valorar su incuestionable contribución en el
Presentación
11
proceso de construcción de la Nación, pese a las fuerzas que han procurado por siglos hacerlos
desaparecer.
Durante los años que tuvimos la oportunidad de mantener contacto regular con los estados
Amazonas y Bolívar estudiando su historia, encontramos –según juzgamos- importantes
vacíos en lo concerniente al análisis de las políticas y acciones del Estado venezolano en
relación con los pueblos indígenas, dentro de las cuales entendemos la creación, diseminación
y establecimiento de instituciones educativas, pese a que en algunas regiones de ambas
entidades los pueblos indígenas fueron y aun siguen siendo la mayoría determinante. Si bien
encontramos importantes contribuciones y claves que nos ayudaron a incursionar en el tema,
no es menos cierto que las investigaciones referentes a los indígenas y al proceso de las
misiones alcanzan su más importante desarrollo en el período colonial, sin que ello signifique
en modo alguno un agotamiento de posibles e interesantes temas en esa etapa, en tanto que los
siglos posteriores exhibían un exiguo haber en ese sentido. El interés por la historia política o
por la historia económica dejaban de lado el asunto en la mayoría de los casos.
Las contribuciones de la etnohistoria ayudan parcialmente a llenar ese vacío, pero no son
suficientes. La bibliografía que aborda la historia regional de Amazonas, Bolívar o el Delta del
Orinoco, apenas nos informa ocasionalmente de la existencia de planteles escolares en una que
otra de las poblaciones de tan extensa región, y las referencias a los indígenas son igualmente
escasas e insuficientes.
Tiempo atrás ofrecimos los resultados de una investigación acerca de un breve pero intenso
período de la historia del Estado Amazonas, que comprende los años en que se puso en
práctica la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas (1841), incluyendo algunos
antecedentes para situar finalmente el período en estudio entre 1830 y 1845. Para nosotros fue
una grata sorpresa hallar un importante volumen de información en nuestros archivos que
testimoniara esos años del devenir amazonense, máxime cuando sobre esa región pesa el
argumento –no sin fundada razón- según el cual se evidencia una frágil presencia de las
instituciones del estado, además de encontrarse débilmente integrada en muchos sentidos.
Allí encontramos las primeras referencias con cierto grado de sistematicidad respecto del
surgimiento en primer lugar de las escuelas de primeras letras en nuestro espacio amazónico, y
Presentación
12
cómo, en el transcurso de los años en que tuvo mayor fuerza la citada Ley y los decretos
subsecuentes que la reglamentaron, aparecieron las doctrinas para la enseñanza de la religión y
la enseñanza de oficios. Estos datos fueron contextualizados con algunas referencias
concernientes a la evolución de las escuelas en el resto de Guayana, en razón de que Río
Negro – el actual Estado Amazonas- era uno de sus cantones.
En ese trabajo nos dimos cuenta de que la región era en efecto de difícil acceso, carente de las
estructuras gubernamentales que demandaban las leyes de la República, con una población
escindida entre criollos e indígenas entre los que habían muy pocos que supieran leer y
escribir, pero esa situación no era exclusiva de aquella región, otras jurisdicciones dentro y
fuera de Guayana poseían características similares y así eran vistas por los gobernantes de
entonces.
Igualmente nos pusimos en contacto con los conflictos de aquella sociedad, con los intereses
en pugna por el control de las redes comerciales, y de cómo esas circunstancias obraron para
decretar la liquidación de la política de misiones o de la reducción de los indígenas. Porque de
eso se trataba, por primera vez la República resolvió acometer de manera orquestada la
“civilización” de los pueblos originarios no sometidos a la autoridad con una normativa
propia, que se fue conformando a partir de la década de 1830 en adelante, tomando como
antecedentes la normativa grancolombiana y aun las Leyes de Indias. La sociedad criolla de
aquellas comarcas opuso su resistencia, fundada en las costumbres que miraban y trataban al
indígena como servidumbre y lo mantenían en una situación de sujeción ciertamente bárbara.
Con ese fracaso desaparecía el impulso que había permitido gestar unas instituciones
educativas diseñadas especialmente para los indígenas en los inicios republicanos, de la misma
manera desaparecieron aquellas experiencias para no volverse a saber de ellas. Solamente la
escuela de primeras letras logró subsistir junto a la labor que realizaron los escasos sacerdotes
que se asentaron o visitaron intermitentemente la región.
Con todo, el experimento tuvo lugar en el resto de los cantones de aquella provincia así como
en otras regiones de Venezuela –la Península de la Goajira, Apure y la provincia de Cumaná-,
de manera que nos prometimos realizar un trabajo que permitiera valorar de conjunto aquella
iniciativa “reduccionista” en el caso de Guayana, pues al fin y al cabo era una única
Presentación
13
jurisdicción. En este sentido se recurría a las mismas concepciones coloniales sobre del
indígena, cifrando la posibilidad de su éxito en un sistema similar al que siglos atrás usaron las
órdenes de regulares mediante el sistema de las misiones, entendidos como pueblos en los que
vivirían los indígenas bajo un régimen excepcional desde el punto de vista jurídico,
propendiendo a la creación de sistemas productivos que hiciesen posible su sostenimiento en
el tiempo –a usanza de los que ensayaron los frailes en los siglos anteriores-, pero con la
diferencia de que el estado republicano se encargaría directamente de su gestión, los
sacerdotes y seglares vendrían a ser sus empleados. El trato benevolente, los regalos y las
promesas de buen trato fueron las manifestaciones del contrato para con los indígenas que los
llevaría a ser como los demás ciudadanos, con los mismos derechos y deberes.
Las razones que impelían a la República fueron las mismas que empujaron el poblamiento de
Guayana en el siglo XVIII bajo el signo de la Ilustración. Población útil para la defensa y el
fomento económico, pueblos y pobladores estables o “sedentarios” que pagasen tributo al Rey
o impuestos a la República, en una tierra feraz, surcada de ríos que facilitarían el comercio
interno, urgida de aquella masa inútil a esos fines en razón de su “nomadismo”. Tales eran las
claves ideológicas del pensamiento que se ponía de manifiesto en todos y cada uno de los
informes, memoriales y cartas de los más encumbrados funcionarios en Caracas y en
Angostura, pero también de los más modestos capitanes pobladores y funcionarios de todos y
cada uno de los pueblos de la Provincia.
Como en el trabajo que presentamos años atrás, se trata de estudiar el surgimiento de las
instituciones educativas para los indígenas en el contexto de la Ley de 1841, puesto que ellos
fueron la razón de la iniciativa, entendiendo que el programa misional suponía en sí mismo
una “propuesta educativa”, de carácter civilizacionista, aunque negadora de las culturas de sus
pueblos, racista en su contenido, es verdad, tendiente a liquidarlos como pueblos. En el seno
de las misiones tendrían lugar las doctrinas, la enseñanza de los oficios para conducirlos a una
concepción diferente del trabajo, y, naturalmente las escuelas de primeras letras.
Las escuelas existían en Guayana desde mucho antes de 1841, cuál era la continuidad de esos
establecimientos con los que probablemente pudieron funcionar antes de que la Provincia
pasase a manos patriotas en 1817 es cosa que ignoramos. La referencia más antigua la
Presentación
14
encontramos en un informe correspondiente al año 1823 proveniente de Río Negro, el más
alejado de sus cantones. Desde entonces hallamos noticias de la intermitente instalación de
planteles en toda la geografía guayanesa. Estas eran distintas a las que se originaron en las
misiones, puesto que eran promovidas por los vecinos de las villas de “españoles”, pero a ellas
concurrieron también los indígenas que desde antiguo vivían en aquellos pueblos o cerca de
ellos, ayudando a su sostenimiento, pagando a los preceptores. Su funcionamiento fue siempre
irregular debido a la pobreza de los vecinos, los bajos salarios y no pocas veces a causa de la
falta de personas ilustradas para asumir la responsabilidad. Empero, es la institución que
subsiste en el tiempo, tendiendo a un mejoramiento progresivo de su actividad una vez que es
liquidado el régimen de misiones, y con él la doctrina y la enseñanza de oficios.
Nos aproximamos a la diversidad de los paisajes guayaneses: el Bajo Orinoco, Upata, las
regiones más cercanas a Angostura, el Alto Orinoco, sin olvidar a Río Negro, intentando
observar algunas similitudes y diferencias en los aspectos sociales, económicos y
demográficos. Entendimos que de esta manera podíamos explicarnos algunas de las razones
que en cada uno de las regiones condicionaron, impulsaron y/o impidieron el experimento
misional sin olvidar que se presentaban elementos comunes: la mentalidad de la población
criolla respecto de los indígenas y la explotación de que eran objeto. Las diferencias, por otra
parte, eran por demás evidentes en la zona de Upata y las antiguas misiones del Caroní en las
que encontramos dueños de haciendas para la agricultura, mientras que los comerciantes
locales o los ganaderos aparecieron como elementos sociales diferenciadores en el Alto
Orinoco (ganaderos), en tanto que en Río Negro se destacan los comerciantes.
Posteriormente nos propusimos examinar el curso de los acontecimientos que sucedieron a las
visitas de Rafael Acevedo en el caso de Río Negro (1845) y de Andrés Eusebio Level, quien
recorrió los distritos misionales del norte de Guayana (1847), documentos que significaron la
liquidación práctica del régimen establecido en 1841 aun cuando formalmente se le
mantuviera por décadas, hasta después de la Guerra Federal.
La explicación sobre el fracaso del régimen de misiones se puede explorar también en eventos
relativos a la crisis de las finanzas públicas que hicieron imposible mantener los gastos que se
ocasionaban, así como la inestabilidad política manifiesta en la Provincia de Guayana.
Presentación
15
Finalmente, la coexistencia altamente conflictiva de las autoridades civiles y las de las
misiones constituían en sí mismos nudos problemáticos, las autoridades guayanesas en
Angostura y el propio Gobierno en Caracas debieron enfrentar estos problemas sin que se
lograse armonizar ambas estructuras gubernativas. En todo caso, los mismos son explicables
en la posibilidad de plena disposición o no de la mano de obra indígena, ora por los empleados
de la llamada “reducción”, ora por los comerciantes, ganaderos o terratenientes
Para nosotros, ese corto período de tiempo es indispensable para comprender el pensamiento
de los republicanos respecto de los pueblos indígenas, puesto que entonces se fraguaron los
primeros instrumentos jurídicos y de políticas públicas hacia ellos. Los indígenas fueron
concebidos, al menos en Guayana, como la fuerza de trabajo y la base demográfica en la cual
podía fundarse el fomento y poblamiento de la Provincia, de manera que también constituye el
primer ensayo de desarrollo regional, si nos es permitido usar esta expresión, acompañado de
propuestas de reorganización político-territorial y de gobierno. Obviamente, son creadas
instituciones educativas especiales para los indígenas, que funcionan al lado de las escuelas de
primeras letras para los criollos y los indígenas no sometidos al régimen de misiones.
Más allá del fracaso de esta iniciativa, la política indigenista puesta en práctica en estos años
será de obligada referencia en las décadas subsiguientes. Los testimonios documentales de esta
etapa conforman un repertorio indispensable para conocer la Guayana de entonces y sus
problemas.
II
El trabajo se encuentra estructurado en siete capítulos comprendidos en dos partes. En la
primera de ellas, contentiva de los cuatro primeros capítulos, exponemos algunas claves
relativas a la concepción que se tenía del indígena durante el período colonial; en razón de ello
y de la condición que se les atribuyó, derivaron la reducción y civilización en cuanto el
colonizador se aseguraba el control de la masa indígena para que viviese en “policía”, creando
las condiciones para convertirlos en cristianos y tributarios; de allí derivan las misiones y la
Iglesia como artífice de esta compleja trama. Estas reflexiones concluyen en el siglo XVIII
con la Ilustración, haciendo algunos alcances acerca de las reformas que condicionaron las
Presentación
16
relaciones de la Iglesia y la Monarquía, en las que ésta última reivindica su derecho al
patronato y asume directamente la empresa colonizadora y pobladora, lo cual se hace por
demás evidente en Guayana. No olvidamos mencionar las Cortes de Cádiz, de inspiración
liberal, con una breve referencia a la discusión que tuvo lugar con respecto a los indígenas.
Mucho de lo actuado por la República tiene sus fundamentos ideológicos y prácticos en estos
siglos de ocupación colonial, al fin y al cabo la política de misiones ensayada por la República
fue una propuesta de colonización interna.
Relatamos posteriormente algunas experiencias educativas de regiones como los virreinatos de
Nueva España y Perú; contemporáneas o no con las que tuvieron lugar en Venezuela, en
aquellas evidenciamos propuestas, contenidos y métodos que muy probablemente tuvieron
alguna repercusión en las experiencias misionales venezolanas de los siglos XVII y XVIII por
obra de los jesuitas y los franciscanos. Probablemente esas prácticas inspiran las propuestas de
los años 1841 a 1847 en Guayana. De allí las referencias a las escuelas de doctrina y la
discusión sobre el uso de los idiomas indígenas.
Cerramos el capítulo con algunas referencias al desarrollo de las escuelas de primeras letras en
algunas provincias venezolanas, haciendo énfasis en la influencia de la Ilustración. No
encontramos datos que ayuden a esclarecer lo que en este sentido pudo acontecer en Guayana,
pero nos sirven para aproximarnos al panorama de aquellos establecimientos en las últimas
décadas del dominio español.
El Segundo Capítulo trata sobre la Provincia de Guayana, analizando algunas referencias
acerca del sinuoso proceso de conquista, colonización y poblamiento que culmina con la
empresa pobladora y la fundación de Angostura en el siglo XVIII. Luego describimos los
paisajes guayaneses y la primacía que alcanzó la novísima capital en aquella descomunal
región. La situación de cada uno de los cantones, la jerarquía de las poblaciones y su
economía. No olvidamos mencionar datos sobre su población, todo lo cual nos sirve para
contextualizar la política de misiones y el pensamiento de los hombres de estado con relación
a la Provincia.
Presentación
17
El Tercer Capítulo describe el papel de las órdenes religiosas actuantes en Guayana, a saber:
jesuitas, franciscanos, capuchinos andaluces y capuchinos catalanes. Para nosotros, estos datos
son complementarios a los expuestos anteriormente, porque nos ponen al tanto del desarrollo
real de los establecimientos misionales en la región, del éxito relativo que lograron, el cual fue
francamente desigual, descollando sin duda la experiencia de los catalanes en las misiones del
Caroní. No olvidamos que la empresa misionera se desarrolló en Guayana principalmente en
el siglo de las Luces. En la documentación consultada tomamos nota de las experiencias
educativas desarrolladas por estas órdenes religiosas que, en algunos casos, denotan
similitudes importantes con sus equivalentes de Nueva España (los franciscanos) o los Llanos
de Colombia (los jesuitas), sobre todo en las escuelas de doctrina y las escuelas de primeras
letras.
Con el Capítulo Cuatro entramos a considerar las escuelas de primeras letras en Guayana,
desde las referencias más antiguas halladas por nosotros en 1823 hasta 1841. Para ello nos
detenemos a considerar algunos antecedentes ideológicos y doctrinales contemplados en las
constituciones de 1811 y 1830. De allí pasamos a analizar las ordenanzas de instrucción
primaria de la Provincia de Guayana, la creación y diseminación de estos planteles en la
región, al lado de la propuesta que hizo Serapio Machado para la educación de los indígenas
de Río Negro (1841).
La Segunda Parte contiene los capítulos quinto, sexto y séptimo, aborda específicamente el
período 1841- 1847, es decir la aprobación de la citada Ley de Civilización de los Indígenas y
el informe que significó la liquidación del régimen de misiones en los distritos o cantones del
norte de Guayana; antes, en 1845, Acevedo había hecho llegar el resultado de su visita a Río
Negro.
En el Capítulo Quinto repasamos las medidas que se tomaron en Guayana y Caracas en los
años inmediatamente anteriores a 1841, como es el caso del nombramiento de los capitanes
pobladores y los doctrineros, contextualizadas en el éxito relativo de atraer a algunas
comunidades de indígenas para constituir poblados “sedentarios” aceptando someterse a las
autoridades republicanas. Luego examinamos la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas
y los decretos orgánicos que la reglamentaron transformando los antiguos cantones (Bajo
Presentación
18
Orinoco, Upata, Central, Alto Orinoco y Río Negro) en distritos misionales: uno para los
distritos misionales del norte y otro especial para Río Negro. Posteriormente describimos el
articulado de cada uno de ellos, manteniendo dicha diferenciación en lo que resta del trabajo.
Finalizamos con las referencias a la organización de los distritos misionales.
El Capítulo Sexto analiza la ejecución de los decretos orgánicos, deteniéndonos en la
consideración de la naturaleza y obligaciones de los empleados de las misiones, tanto los
civiles como los religiosos, pues en ellos descansaba en definitiva la buena marcha del
régimen. Más adelante analizamos algunos aspectos que hemos estimado relevantes en el
funcionamiento de los distritos misionales, las dificultades y conflictos que se presentaron
principalmente por lo que toca a la coexistencia de dos sistemas de gobierno: el civil y el de
las misiones, a más de los intereses de comerciantes, ganaderos y dueños de haciendas. La
falta de compromiso de muchos funcionarios se explica en los intereses encontrados de sus
negocios particulares y los de sus deberes como empleados de las misiones, garantes por tanto
del régimen misional. La base de estos problemas se hallaba en las trabas que suponía este
sistema al régimen de explotación y servidumbre de que era objeto el indígena.
Después de esas reflexiones aparecen las instituciones educativas ya mencionadas. En
apariencia el mayor y más importante desarrollo se alcanza en Río Negro, al menos así se
evidencia en los informes de los distintos distritos misionales. Sin embargo no faltan algunos
datos de los que damos cuenta en Upata y el Distrito Central. Culminamos el capítulo con las
referencias a las escuelas de primeras letras en el contexto del Código de Instrucción Pública
de 1843. Al efecto, tenemos en cuenta que las mismas coexistieron en las misiones en los
pueblos o villas de criollos.
El Capítulo Séptimo analiza las acciones que determinaron la liquidación práctica de las
misiones o de las reducciones aunque, como hemos dicho, no se declarase formalmente. Así
contemplamos los informes de Acevedo y Level sin perder de vista la situación y las
condiciones en que se produjeron en cada una de las jurisdicciones. No perdemos de vista las
diferencias significativas que derivaron en movimientos abiertamente conspirativos en Río
Negro, mientras que en el norte de Guayana fueron otras las circunstancias y los eventos.
Presentación
19
Repasamos la situación en que quedaron las antiguas misiones y cómo se constituyó el
gobierno de las mismas a través de los funcionarios nombrados al efecto. En segundo término,
analizamos importantes aspectos a los fines de hacer un balance de lo que se dio en llamar el
nuevo régimen: la persistencia y profundización de la primacía de Ciudad Bolívar en
desmedro de las comarcas interiores, tendencia que se vería reforzada en los años posteriores
con el desarrollo minero y el comercio de extracción de productos como el caucho.
Culminamos con algunas notas inherentes a la situación de los establecimientos escolares de
primeras letras en el interior de la Provincia, única institución educativa que perduró a lo largo
de la centuria en toda su geografía, incluimos notas sobre los intentos por estabilizar esta
actividad en casos como el de Amazonas que, con el correr de los años, sería separada de
Guayana.
Cerramos el trabajo con ciertas reflexiones a modo de conclusiones. Incorporamos hipótesis
necesarias en un tema que de ningún modo se ha agotado en esta aproximación; antes por el
contrario, puede y debe ser continuarlo a la luz de nuevas fuentes de información que con toda
certeza se encuentran en nuestros archivos. Seguramente surgirán nuevos problemas de
investigación y seguramente modos de abordarlos de manera más adecuada. El siglo XIX es
aún campo apenas explorado en lo concerniente a los pueblos indígenas, especialmente en la
amplia geografía que se abre al sur del Orinoco. No podemos ni deseamos ocultar las
dificultades que se nos han presentado en el transcurso de la investigación y la exposición de
estos resultados, que son atribuibles a nuestras muchas limitaciones y no a otra cosa.
Vaya nuestra gratitud a la Universidad Central de Venezuela, a su Facultad de Humanidades y
Educación, a la Escuela de Educación, a nuestras autoridades, y a quienes por décadas han
puesto su empeño en sostener la acción universitaria más allá de Caracas, pese a dificultades
de toda naturaleza y a la empecinada incomprensión de no pocos. Tan feliz derrotero ha
permitido –y ojalá así siga siendo- que muchos de nosotros pudiéramos formarnos en el
diálogo para nada acabado con la Venezuela profunda, sus secretos y sus cuitas.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
20
Capítulo Primero. Algunas Coordenadas
1.1.- El indígena: entre el estatuto colonial y la república independiente. De la
segregación a la asimilación
Sabemos que con el arribo de Colón en busca de una ruta a Asia por el poniente, esta tierra fue
considerada como las Indias y sus habitantes fueron calificados como indios. Sabemos,
además, que en la medida que se demostraba la falsedad de aquella primera afirmación,
América aparecería a Europa como un continente nuevo así como sus habitantes; el indio por
tanto no podía ser: …”fácilmente ubicable dentro de la lógica cultural peninsular, sino como
un ser desconocido e insólito”.1
Desde 1494 la Reina Isabel había sometido a la consulta de una junta de teólogos si los
pueblos indígenas podían ser esclavizados o no. Aunque la respuesta fue favorable a
declararlos libres, en la realidad de aquellos primeros años de conquista se impuso el trato
inhumano e injusto que recibían de parte de la hueste conquistadora, contrario por al espíritu y
letra de aquellos dictámenes.2 El resultado de las denuncias que efectuaron los frailes
dominicos fue la promulgación de las Leyes de Burgos (1512). Este instrumento jurídico
imponía a los indígenas un régimen de trabajo “soportable”, aparte de la “necesidad de
cristianizarlos” instruyéndolos en la fe, por primera vez se reconocía jurídicamente su
naturaleza humana. Pero, al hacerlo, surgió otro asunto cual era: ¿Qué clase de seres humanos
eran los indígenas?: …”era necesario construir un nuevo modelo retórico que justificase la
continuación de las relaciones de dominación que se iban estableciendo por la fuerza de los
hechos”… 3
1 REY GONZÁLEZ, Juan Carlos. El Indígena como construcción jurídica. De la polémica de Valladolid a la
Constitución Bolivariana. En: SUÁREZ, Naudy y Juan Carlos Rey González, El Indígena: objeto de una
pedagogía política y sujeto de identidad jurídica, p. 66 2 Idem. 3 Ibid. P. 67
Capítulo primero. Algunas coordenadas
21
En el año 1537 el Papa Paulo III, mediante la Bula Sublimis Deus (2 de junio), proclamaba
que el hombre americano en efecto era hombre, y por ello era capaz de ser educado en la fe
cristiana no pudiéndose, en consecuencia, ser reducido a servidumbre4.
En esta polémica constituye un hito fundamental la Junta de Valladolid del año 1551,
momento en el cual se enfrentan dos tesis antagónicas expuestas por Fray Juan Ginés de
Sepúlveda por una parte, y por la otra los dominicos, principalmente por la figura de
Bartolomé de Las Casas, quien, además de sus propias reflexiones recurrió a las tesis de
Francisco de Vitoria.
En ambas posturas es primordial la idea del Derecho Natural5. Mientras que para Las Casas el
derecho natural atiende a la concepción escolástica según la cual todos los hombres participan
de un derecho común, Sepúlveda, por el contrario, identifica el derecho natural con los
pueblos civilizados:
…”aunque mantiene la tesis de la existencia de un derecho natural impreso por la ley eterna
(divina y celestial) en la criatura racional, busca principalmente sustento para sus argumentos
en el pensamiento de los doctos, virtuosos o prudentes, donde, según él, debía encontrarse la
raíz de la determinación de lo que era justo por naturaleza (…)
El sometimiento de los indígenas a los españoles se verá sustentado en la superioridad cultural;
ya que, según él, los primeros serían seres con torpeza de entendimiento y costumbres
inhumanas y bárbaras. El fundamento de esto se encuentra en una concepción del Derecho
4 Nemesio Rodríguez sintetiza ocho proposiciones extraídas del texto de la Bula: “1) El hombre fue creado por
Dios para alcanzar la dicha eterna; 2) esta dicha no se puede alcanzar sino mediante la fe en Cristo; 3) por tanto,
cualquiera que tenga naturaleza humana es hábil para recibir la fe, porque el fin presupone los medios; 4) la
verdad, sabemos que dijo id y enseñad a todas las gentes. A todas, sin excepción, porque todas son capaces de la
fe; 5) el enemigo del género humano que se opone a las buenas obras inventó un modo de impedir esa enseñanza:
movió a sus ministros, deseosos de saciar su codicia, a que afirmasen que los indios occidentales debían ser
reducidos a nuestro servicio como animales, por incapaces; 6) conociendo que los indios son verdaderos
hombres, el Sumo Pontífice declara: que son capaces de recibir la fe y no están privados de su libertad, ni de sus
bienes. Ni ser reducidos a servidumbre; 7) por lo tanto deben ser atraídos a la fe por dos medios: a.- la
predicación de la palabra divina, b.- el ejemplo de la buena vida; 8) es nulo todo aquello que contradiga la
anterior declaración”. RODRÍGUEZ LOIS, Nemesio, La Bula Sublimis Deus. Fundamento de los derechos
humanos de los indios. En: Anuario Jurídico, Instituto de Investigaciones Jurídicas. UNAM, 1994, P. 487,
consultado el 10-11-2012, de http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/jurid/cont/32/pr/pr27.pdf 5 Con respecto al derecho natural expone Mauricio Beuchot, al interpretar el pensamiento de Bartolomé de Las
Casas, que: …”el mismo constituye el conjunto de leyes que constituyen derechos y deberes relativos a la misma
naturaleza humana. Tiene que pertenecerles sin distingos ni jerarquías, sino con equidad, pues lo que pertenece a
una especie, pertenece a sus individuos (…) Ese derecho natural, además de convenir a todos los individuos, les
compete siempre, y solo por causas muy graves puede derogarse”. BEUCHOT, Mauricio, La aplicación del
derecho natural a los indios, según Bartolomé de Las Casas. De la Teología Académica a la Profética. En: 10º
Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra. Tomo II, 1989, pp. 1111- 1112, consultado el
10- 10- 2011, de http://hdl.handle.net/10171/4856
Capítulo primero. Algunas coordenadas
22
Natural, que en su diversidad de matices se reduce al principio: lo perfecto debe imperar sobre
lo imperfecto”6.
Los dominicos imponen la tesis de que los indígenas eran y debían seguir siendo libres;
empero la conquista tuvo, como uno de sus principales fundamentos, la supuesta superioridad
cultural de los europeos, y lejos de respetarse el derecho natural fue desconocido o al menos
no respetado. La condición de indígena será entendida como algo inherente e inseparable de su
raza, no como hecho o suceso transitorio. Aquellos seres humanos desconocidos hasta
entonces, serán ubicados en la sociedad colonial de acuerdo no a categorías nuevas surgidas de
la realidad a su vez nueva e inédita para Europa y sus teólogos como lo era América, sino de
acuerdo a categorías preexistentes en el derecho castellano, a saber: rústico, persona miserable
y menor: …”serán cada uno de los tres estados correspondientes a categorías jurídicas previas
que fueron trasladadas al contexto americano en torno a la figura del indio“…7
Los indígenas son tenidos por menores en el sentido de que al ser débiles no podían
administrarse o defenderse por sí mismos en el terreno jurídico8. Eran considerados
miserables9 por cuanto eran dignos de compasión en razón de su estado de fragilidad:
6 REY GONZÁLEZ, Juan Carlos, Ibid. P. 69 7 Ibid. P. 73 8 “El status de minoría se refiere a que todos ellos eran menores, lo que significaba especialmente que se
encontraban aquejados por una limitación de la razón humana, de esa razón que en principio no les era negada,
pues claro estaba que no eran animales. Por su estado de minoría, no estaban capacitados en particular los
indígenas para un ejercicio propio y pleno por sí mismos de la patria potestad, y siempre necesitaban tutela
familiar, una tutela que, como la discapacidad era general, no podía dispensarla la familia de sangre, nadie de
ella. Es un estado que, al sumarse, aumenta las secuelas de la personalidad miserable y produce un efecto de
mayor alcance. Los indígenas no gozan de la independencia que, respecto al derecho, la constitución de la familia
entonces confiere, con lo cual quedan sometidos de forma más estricta a la religión”. (ANDRÉS ANTOLÍN,
María Rosario. Los pueblos indígenas en el constitucionalismo guatemalteco: grandes ausencias y pequeñas
presencias. Universidad del País Vasco/ Euskal Erico Unibersitatea. Departamento de Derecho Constitucional e
Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos. Tesis doctoral dirigida por el Doctor Andoni
Pérez Ayala. Lejona, 2010. P. 32)
Los indígenas, al ser considerados como rústicos o menores de acuerdo con el derecho castellano trasplantado a
América, perdían algo de su libertad por cuanto necesitaban de tutela. Ello facilitó y permitió, en la esfera
económica, la aparición de instituciones reguladoras del trabajo, entre ellas la encomienda:
“Los indios, considerados como hemos visto, en términos generales, como vasallos libres de la Corona de
Castilla, vieron condicionada esta libertad en el orden doctrinal al ser equiparados, jurídicamente, a los rústicos o
menores del viejo derecho castellano; o sea a aquellas personas necesitadas de tutela o protección legal.
Esta declaración repercutió (…) en todas las esferas del derecho. Pero, además, en el orden estrictamente
económico también vieron los indios cercenada su libertad por medio de las instituciones reguladoras del trabajo,
entre las cuales figuran en primer término los repartimientos y las encomiendas”. (OTS CAPDEQUÍ, J.M. El
Estado español en Las Indias. P. 25)
Capítulo primero. Algunas coordenadas
23
“Esta categoría es tan antigua que puede ser seguida retrospectivamente hasta tiempos del
Emperador Constantino con la ley Quando imperator inter pupillos ve viduas vel miserabiles
personas cognoscat et ne exhibeanu; la cual incluía originalmente, al menos, a huérfanos,
viudas y ancianos, quienes recibían privilegios y protección especial por su condición de
vulnerabilidad”10.
Otro de los grandes temas es el de la esclavitud. Definitivamente los indígenas no podían ser
esclavizados, y así quedó sancionado en las Ordenanzas de 154211. Se distinguían a los que
hubieren hecho la guerra a los españoles y los que no lo hicieron actuando con maneras
pacíficas o en franca alianza con los conquistadores; quedaba a juicio de los vencedores, si los
indígenas que opusieran resistencia, una vez derrotados, podían o no ser esclavizados12.
Para Las Casas, aun admitiendo que los indígenas pudieran ser en algún sentido bárbaros, no
podía ser causa de que se les hiciera la guerra, al contrario, era una razón para su
cristianización:
“En cuanto al cuarto significado de bárbaros sería el de aquellos que no son cristianos, en el
sentido de que la falta de conocimiento de la ley revelada provocaría la práctica de costumbres
depravadas y otras deficiencias morales. Claro que este tipo de barbarie no proporciona excusa
alguna para hacerles la guerra sino para predicarles el Evangelio pacíficamente”13.
Muy probablemente las repercusiones de esta concepción trascienden al siglo XVIII y a buena parte de la historia
republicana de Venezuela, presente en las distintas reglamentaciones para el trabajo de los indígenas, forjadas
siempre dentro de la óptica proteccionista, pero, en la práctica, instrumentos de explotación económica que,
además, fueron permanentemente violadas tanto en la Colonia como después, como es evidente en el caso de
Guayana. Ver al respecto el Capítulo Segundo: 2.- La provincia de Guayana. 9 “En sus orígenes el término miserable no fue sistemáticamente asociado con la idea de incapacidad atávica del
indígena, sino más bien con las condiciones en que éstos se encontraban en la sociedad colonial, es decir, una
situación de desventaja con respecto a los españoles. Para Las Casas, miserable era la persona que por sí misma
no puede defender sus causas y pedir su justicia, conviene a saber por defecto de su pobreza o pusilanimidad o de
ciencia o experiencia o de miedo que tenga o de otra cualquier impotencia. (SEMPAT ASSADOURIAN, Carlos.
Fray Bartolomé de las Casas obispo: la condición miserable de las naciones indianas y el derecho de la Iglesia
(un escrito de 1545). Allpanchis, vol. XII, núm. 35/36, pp. 29-104, 1990. Citado en: CUNILL, Carolina, El indio
miserable: nacimiento de la teoría legal en la América colonial del siglo XV. En: Cuadernos intercambio,
Universidad de Costa Rica, Vol. 8, núm. 9 (2011), p. 234, consultado el 10-02-2013 de
http://www.revistas.ucr.ac.cr/index.php/intercambio/article/view/2223/2184.
Con el correr de los años, el término pasó a referirse no tanto a su condición de minusvalía en la sociedad
colonial, sino más bien a una disposición natural: “No obstante, es de señalar que desde principios del siglo XVII
el término miserable dejó de describir la peculiar condición del indio y se utilizó cada vez más para referirse a su
natural flaqueza”. (Ibid. P. 242) 10 REY GONZÁLEZ, Juan Carlos. Ibid. P. 73 11 Nos referimos a las denominadas Ordenanzas para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y
conservación de los indios promulgadas en tiempos del Emperador Carlos V 12 REY GONZÁLEZ, Juan Carlos. Ibid. P. 72 13 CASTILLO VEGAS, Jesús Luis. La fundamentación de la defensa de los indios en Bartolomé de Las Casas.
En: Congreso Internacional sobre los Derechos Humanos. La segunda Controversia de Valladolid. Valladolid, 18,
Capítulo primero. Algunas coordenadas
24
Durante el siglo XVII, Juan de Solórzano, licenciado en leyes y gobernador de Huancavelica
(1616- 1618), en su obra Política Indiana distinguía tres clases de bárbaros:
“La primera es la de aquellos que no se apartan gran cosa de la recta razón y de la práctica del
género humano; tienen una buena organización política, comercio próspero y letras; a ella
pertenecen los chinos y japoneses. La segunda es de aquellos que tienen una organización
política, con sus magistrados, jefes militares, normas de comportamiento y un cierto esplendor
de culto religioso; pero no ha conocido escritura y están todavía muy lejos de la recta razón; a
ella pertenecen los mexicanos y peruanos. En la tercera entran los hombres salvajes,
semejantes a las fieras, que apenas tienen sentimientos humanos, nómadas y sin organización
política; a ella pertenecen los caribes y antropófagos” .14
Según hemos dicho, las tesis de Las Casas y Vitoria se impusieron en la polémica con Fray
Ginés de Sepúlveda, dando por sentado que en todo aquello que no contradijera los principios
del derecho natural, se procuraría el respeto a las costumbres indígenas:
“Como dice Alfonso García- Gallo, el cambio que se operó en el derecho indiano a partir de las
doctrinas de Las Casas y Vitoria llevó a la conclusión –entre otras- que la organización y
costumbres de los indios habían de respetarse en lo que no fuera contrario al derecho natural.
Ese convencimiento indujo a magistrados y otros personajes a estudiar las leyes y costumbres
indígenas”15.
19 y 20 de Octubre de 2006, consultado el 10-01-2013, de
http://www3.uva.es/simancas/congreso_derechos_humanos_Valladolid/ 14 SOLÓRZANO, Juan de. Política Indiana. compuesta por el Señor Don Juan de Solórzano y Pereyra. Dividida
en seis libros, en los que, con gran distinción, y estudio, se trata, y resuelve todo lo relativo al descubrimiento,
descripción, adquisición, y retención de las mismas Indias, y su govierno particular, así cerca de las personas de
los Indios, y sus servicios, tributos, diezmos, y encomiendas, como de lo espiritual, y eclesiástico cerca de su
doctrina: patronazgo real, iglesias, prelados, prebendados, curas seculares, y regulares, inquisidores, comisarios
de cruzada, y de las religiones. Y en lo temporal, cerca de todos los magistrados seculares, virreyes, presidentes,
audiencias, Consejo supremo, y Junta de guerra de ellas, con inserción, y declaración de las muchas cédulas
reales, que para esto se han despachado. Corregida, ilustrada con notas por el Licenciado Don Francisco Ramiro
de Valenzuela. Madrid, 1776. Disponible en: Bibilioteca Digital de la Universidad Autónoma de Nuevo León
(México), consultada el 15-05-2012, de http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080044869_C/1080044869_C.html
15 La ciencia jurídica en la formación del derecho hispanoamericano en los siglos XVI al XVIII. En: A. GARCÍA
GALLO: Los orígenes españoles de las instituciones americanas. Estudios de derecho indiano, Madrid, 1987. pp,
270- 271, Antes en: Anuario de Historia del derechos Español, XLIV, Madrid, 1974, 157- 200. Citado en:
LEVAGGI, Abelardo, Notas sobre la vigencia de los derechos indígenas y la doctrina indiana. En: Revista
complutense de historia de América, Madrid, Año 1991, Número 17. p. 80, consultado el 15- 05- 2012, de:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=172398
Capítulo primero. Algunas coordenadas
25
Los conquistadores tuvieron interés en algunas de estas instituciones, entre ellas las del
cacicazgo, para usarlas en beneficio del sistema colonial puesto que constituyeron mediadores
fundamentales en el control y la organización del trabajo indígena:
“Para el Estado, las autoridades indígenas tradicionales representaban la posibilidad de lograr
un control más efectivo de las comunidades; por este motivo, les asignó el papel de
mediadores, sobre todo en asuntos tributarios y laborales. Los encomenderos y otros
colonizadores los valoraron de la misma manera, aunque a veces ellos les resultaban algo
incómodos. Finalmente, la Iglesia también los estimó como un aliado potencial en su labor
evangelizadora y apoyada por las altas esferas del gobierno hizo muchos esfuerzos en este
sentido”16.
Las Casas fue uno de los fervientes exponentes de la conquista pacífica y el más firme
defensor de la libertad de los indígenas y de los derechos que poseían sobre la tierra, pero uno
de los asuntos que más destaca en su obra y acción es el de cómo debe predicarse el evangelio.
Para él, era preferible la persuasión a cualquier clase de violencia.17 No obstante no era
opuesto a la conquista espiritual de los indígenas o a la presencia de España en América:
“Ahora bien, la defensa que Las Casas hace de los indios no podía llegar tan lejos que negara
por completo el derecho de los españoles a estar en América, que cuestionara el derecho de
jurisdicción de los monarcas y su derecho a cobrar impuestos”18.
En el año 1573, con la promulgación por Felipe II de las Ordenanzas de Descubrimientos,
Nueva Población y Pacificación de las Indias, se recogen los fundamentos de lo que debería
ser en lo sucesivo el proceso de colonización. Estas ordenanzas procuraron conjugar las tesis
lascasianas y de los dominicos con las que en su momento defendió Sepúlveda, que en uno y
otro caso impactaron hondamente en el conjunto de la sociedad peninsular de entonces, yendo
más allá de los polemistas para constituir una cuestión de primera importancia en la sociedad
española. Por otra parte, España se encontraba en una fase importante de penetración y
ocupación efectiva en el Continente19 del que el Emperador era ya su señor indiscutible:
16 GAMBOA M, Jorge Augusto, Los caciques en la legislación indiana: una reflexión sobre la condición
jurídica de las autoridades indígenas en el siglo XVI. En BONILLA, Heraclio y otros. Juan de Solórzano y
Pererira. Citado en: Diana Bonnett y Felipe Castañeda (editores), Pensar la Colonia desde la Colonia. Bogotá,
Universidad de los Andes, 2006, p. 163, consultado el 10-05- 2013, de
http://www.icanh.gov.co/recursos_user/documentos/editores/201/Articulos/LibroSolorzano-caciques.pdf 17 LAS CASAS, Apología, cap. XXVI, p. 172. En: CASTILLO VEGAS, Jesús Luis. Ob. cit. s/p. 18 Idem. 19 Para el año de publicación de las Ordenanzas, España contaba ya con 250 ciudades fundadas en América, con
una estructura de gobierno temporal y espiritual en las que existían dos virreinatos, diez audiencias y cuatro
arzobispados.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
26
“La habilidad política y la prudencia de Felipe II, junto con el talante organizativo del
Presidente del Consejo de Indias, Juan de Ovando, dieron sus frutos en una solución
equilibrada entre los partidarios de una penetración violenta y los defensores de la penetración
pacífica y exclusivamente evangelizadora (supuso un gran avance político por parte de la
Corona, avance que no fue seguido, todo lo que hubiera sido de desear, de un cambio de la
mentalidad de los encargados de la penetración, en los que subyacen todos los elementos que
caracterizaron a los primitivos conquistadores – apetencia de un título nobiliario,
establecimiento de una sociedad cuasifeudal-, así como una asimilación de la conquista indiana
a la antigua Reconquista”…20
Las Ordenanzas de 1573 suprimieron el término de conquista pasando a regular el proceso de
fundación de las ciudades, la traída de misioneros y el respaldo de la Corona a aquellas
expediciones misioneras que pretendieran el descubrimiento de nuevas tierras y tuvieran como
propósito la predicación del Evangelio.21
Con la ocupación pacífica se profundizó el papel de las órdenes misioneras en el proceso de
reducción de las parcialidades indígenas. En el caso de las provincias venezolanas el siglo
XVII es la etapa en que vemos este proceso con nitidez. Se perfila un poblamiento dualista: las
villas de españoles y los pueblos habitados exclusivamente o casi exclusivamente por
indígenas bajo la protección de los frailes.
Ese poblamiento dio pie a un fuerte segregacionismo22 de modo tal que, aislando a los
indígenas, se perseguía el propósito de cristianizarlos, acostumbrarlos a vivir en policía y
20VAS MINGO, Marta Milagros de, Las ordenanzas de 1573, sus antecedentes y consecuencias. En: Quinto
Centenario, Nº 8, 1985, Madrid, Universidad Complutense, pp. 84- 85, consultado el 05-03 2011, de
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=80347 21 Ibid. P. 87 22 Este dualismo se expresaba en la denominada República de Indios y la República de Españoles. Para Naudy
Suárez la expresión República de Indios era comúnmente aplicada durante el período colonial a las comunidades
indígenas, contrapuestas por tanto a las repúblicas de españoles. (SUÁREZ, Naudy. Un truncado experimento de
pedagogía política: los cabildos de indios en la etapa colonial venezolana (1691- 1821). En: SUÁREZ, Naudy y
Juan C. Rey González. El Indígena: objeto de pedagogía política y sujeto de identidad jurídica. P. 15.
En este trabajo Suárez expone el desarrollo que tuvo la institución de los cabildos de indígenas, surgidos con
posterioridad a la abolición de la institución de la encomienda en algunas provincias venezolanas. En el caso de
Guayana anota 71 comunidades en las que llegaron a existir autoridades comunales indígenas, abarcando
misiones bajo tutela de las órdenes religiosas que cumplieron ese papel durante el período colonial. (Ibid. P. 54-
56).
Abelardo Levaggi nos recuerda que ambos términos eran usados en la legislación indiana, e incluso, importantes
funcionarios del Rey durante los siglos XVI y XVII, entre ellos el citado Juan de Solórzano en su obra Política
Indiana, entendían que América era una comunidad constituida por dos repúblicas, unidas por el Rey y la
religión, pero racialmente distintas y separadas en consecuencia por tales particularidades: “Juan de Solórzano
Pereira, en 1647, y con respecto a la constitución indiana, indicó que comprendía dos repúblicas: de españoles y
de naturales. Ya Juan Matienzo, en 1567, en su exposición sobre el gobierno del virreinato peruano, había tratado
en partes separadas el gobierno de los indígenas y el de los españoles”… (LEVAGGI, Abelardo, República de
Capítulo primero. Algunas coordenadas
27
prepararlos para que se convirtieran en tributarios con plena conciencia de lo que significaba
ser vasallos del Rey. La legislación indiana y la actitud de la Corona sufrieron variaciones a lo
largo del período colonial, pero ello no significó un abandono de ciertos irrenunciables
principios que orientaron siempre su conducta:
“Las políticas de la Corona a lo largo de todo el período colonial estuvieron condicionadas por
determinadas concepciones acerca de estas poblaciones, que por supuesto variaron con el pasar
de los años y en general no dejaron de estar supeditadas a una concepción de la conquista como
empresa civilizadora y evangelizadora”23.
El siglo XVIII trajo consigo una acumulación de problemas para la Monarquía, que
demandaban cambios radicales en términos de consolidar la ocupación y defensa efectiva
sobre todo en los denominados territorios de frontera, escasamente poblados de españoles,
habitados por parcialidades indígenas no contactadas, en una geografía muchas veces
desconocida como ocurría en Guayana24, en los que se había desarrollado la penetración de
diferentes órdenes religiosas. La conquista u ocupación espiritual y pacífica se da en paralelo a
la fundación de las villas y ciudades de españoles en un proceso no pocas veces conflictivo
entre los vecinos españoles –encomenderos- y los misioneros.
Como afirma Guillermo Wilde, la separación entre indios y no indios, entre una y otra
república, además de instituir la condición de Indio, en sentido de pureza, instituía y separaba
por oposición la del no indio25. De hecho, en la Recopilación de las Leyes de Indias (1680), se
encontraban expresamente incluidas las leyes de segregación con la explícita prohibición de
los no indígenas en los pueblos de indios, pudiendo permanecer apenas por espacio de tres
días26.
Indios y República de Españoles en los Reinos de Indias. En: Revista de Estudios Histórico- Jurídicos (Sección
Historia del Derecho Indiano), n° 23, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2001, p. 425, consultado el
15-03- 2012, de http://dx.doi.org/10.4067/S0716-54552001002300009 23 WILDE, Guillermo. Segregación a asimilación. La política indiana en América Meridional a fines del período
colonial. En. Revista de Indias, CSIC, Madrid, vol. LIX, n° 217, 1999, p. 620, consultado el 08-09-2011, de
revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/download/830/899 24 Ver los capítulos Segundo y Tercero. 25 Ibid. P. 626 26 MÖRNER, Magnus, ¿Separación o intergración? En torno del debate dieciochesco sobre los principios de
política indigenista en Hispano-América. En: Journal Societé de Americanistes, LIV, 1, 1965, p. 31- 45,
consultado el 10- 10- 2012 de http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/jsa_0037-
9174_1965_num_54_1_1272
Capítulo primero. Algunas coordenadas
28
La sociedad colonial del siglo XVIII era mucho más diversa que aquella división que
establecía la tajante separación entre indígenas puros y españoles, en su seno aparecieron
todos los matices propiciados por el mestizaje. No fueron pocas las ocasiones en que los
indígenas huían de las misiones o se trasladaban a pueblos de españoles, por lo cual el modelo
segregacionista presentaba fisuras.
El Estado español del siglo XVIII, fuertemente influenciado por el movimiento de la
Ilustración, revisó sus relaciones con la Iglesia privilegiando la iglesia secular en desmedro de
las órdenes misioneras27, con el propósito de poner límites a la libertad de acción que tuvieron
hasta entonces en lo que había sido una fuerte alianza con el Vaticano. La expulsión de los
jesuitas fue un hito, pero en el conjunto de las misiones se sintieron los efectos de las
restricciones que se iban imponiendo a su acción, en medio de conflictos con el poder
temporal encarnado por los funcionarios reales, como ocurriera con la Expedición de Límites
y se evidenciara con Manuel Centurión Guerrero Torres en Guayana.
La Monarquía sentía la necesidad de ejercer un control más directo sobre sus colonias, y la
tesis de que debía promoverse la población económicamente útil había sido expuesta por los
ilustrados que acompañaban al Rey28. A estos argumentos debemos sumar las reformas
territoriales y los cambios en la empresa pobladora, no ya como algo reservado al sistema
seguido en las capitulaciones o a las órdenes misioneras exclusivamente, como fue en los
siglos anteriores. Esto conforma el marco de las nuevas realidades que ayudan a comprender
la aparición del paradigma asimilacionista.
Dentro de esa nueva óptica, que tiende a abolir los regímenes de excepción misionales, se
comprende la prohibición del uso de las lenguas indígenas y la obligatoriedad de uso del
castellano, llegando inclusive al propósito de unificar el vestido29.
27 Algunas de estos eventos son comentados en el Capítulo Tercero. 28 Tal es el caso del Ministro José Campillo y Cossío (1694- 1743) con sus obras: Lo que hay de más y de menos
en España, para que sea lo que debe ser y no es, y también: Nuevo Sistema de Gobierno Económico para
América. 29 Nos permitimos referir algunas de las manifestaciones de esta nueva actitud en las provincias venezolanas en
los procesos de secularización de las misiones, mientras que en Guayana, remitimos a las ordenanzas que
permitían el trabajo de los indígenas de las misiones a cargo de los Capuchinos catalanes, características del
último tercio del siglo XVIII. Ver al respecto el Capítulo Tercero.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
29
Guillermo Wilde analiza la actuación de Francisco de Paula Bucarelli y Ursua, Gobernador de
Buenos Aires encargado de ejecutar la expulsión de los jesuitas de las misiones de los
guaraníes. Sus disposiciones, conocidas como Ordenanzas de Bucarelli, fueron tres conjuntos
de directivas: la Instrucción, la Adición y las Ordenanzas de Comercio:
“Estas disposiciones se erigían en fundadoras de una nueva relación hispano- indígena, de la
cual se infería una redefinición del Estado y de la política referida a la población nativa. La
imagen del indio debía ser congruente con la política racionalista y asimiladora que trataba de
instrumentarse, por eso, resaltaba las capacidades inherentes al Indio para su asimilación”30.
Bucarelli quiso modificar radicalmente al indígena, uno de esos aspectos era el de la noción de
civilidad estrechamente asociada a la cultura, no solamente la vestimenta, sino también –como
hemos dicho- la lengua. Para ello pensó en escuelas laicas con maestros que enseñasen el
castellano. Nótese que recurre a términos como el de rusticidad para referirse al estado –decía-
que se hallaban los indígenas:
…”conceptúo que es la base fundamental el introducir el uso de nuestro propio idioma. Este es
uno de los medios más eficaces para desterrarles la rusticidad; como que; uniformándonos en
el lenguaje, serán estos indios generalmente comunicables, y percibirán con más proporción el
civilizado estilo que usamos, prudente y sólido sistema que también se ha observado por otras
naciones políticas, con el conocimiento de que, al mismo paso que se introduce en los súbditos
el uso del idioma propio de un Príncipe, se les asegura más fácilmente en el efecto, veneración
y obediencia debida soberano31.
Años más tarde, con la Constitución en Cádiz (1812) de franca inspiración liberal, tiene lugar
también un cambio respecto del indígena que profundizará el énfasis en las concepciones
asimilacionistas. Fue abolido el tributo indígena, pese a la resistencia que se presentó en
algunas jurisdicciones americanas como fue el caso del Virreinato del Perú. Las Cortes
recomendaron la constitución de juntas que buscasen medidas compensatorias32. Fueron
abolidos los trabajos forzados y los castigos corporales, uno y otro eran frecuentes en todo el
Continente americano y lo siguieron siendo después. Como quiera que fuese derogada la
30 WILDE, Guillermo. Ob. cit. p. 634 31 BRABO, Francisco Javier, Inventarios de los bienes hallados a la expulsión de los jesuitas y ocupación de sus
temporalidades por decreto de Carlos III, en los pueblos de Misiones, fundados en las márgenes del Uruguay y
Paraná, en el Gran Chaco, en el País de Chiquitos y en el Mojo, cuyos territorios pertenecieron luego al
Virreinato de Buenos Aires. Madrid, M. Rivadeneyra, 1872 (31), pp. 201. Citado en: WILDE, Guillermo. Ob. cit.
p. 63 32 VILLEGAS PÁUCAR, Samuel Alcides. Las cortes de Cádiz y la cuestión indígena, 1808-1814. En: Revista de
Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Año 5, Nº 5 2007, p. 213, consultado el 10-10-
2012, de http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/revis-antrop/2007_n5/pdf/a08.pdf
Capítulo primero. Algunas coordenadas
30
institución de la mita, hubo también oposición de parte de los dueños de las minas,
particularmente de los peruanos.
En tercer lugar, estaba el espinoso tema de la propiedad de la tierra. Se reconocía que el
indígena tenía derecho a elegir la actividad económica que más le conviniese, entre ellas la
agricultura. El indígena tenía derecho al acceso a la tierra. Por ello se distinguieron cuatro
tipos de tierras:
- Los baldíos o realengos;
- los propios pertenecientes al pueblo;
- los ejidos;
- las tierras de las comunidades o desmembradas parcialmente en propiedad privada.
En Cádiz se aprobó el reparto de tierras, sobre todo de los baldíos o realengos, mientras que se
consideró dificultoso el desmembramiento de las comunidades, aunque las tierras de
comunidad podían ser repartidas si se las consideraba demasiado extendidas: …”Las Cortes no
desmembrarán las comunidades, pero las comunidades eran más toleradas que protegidas”33.
Así, por ejemplo, se liquidaron los cabildos de indígenas para transformarlos en ayuntamientos
constitucionales, con lo cual se abolieron las antiguas formas de organización local impuestas
para dotarlas de derechos políticos de influencia liberal.
También se reconoció la ciudadanía a los indígenas, pero, como afirma Gloria Zarza, fue una
ciudadanía con matices, evidenciándose las ideas que concebían al indígena como menor de
edad de naturaleza simple, y aquellas que lo ensalzaban en razón del esplendor de las altas
culturas prehispánicas, no obstante encontrarse en un estado de decadencia y no haberse
integrado suficientemente a la sociedad colonial americana. Desde este punto de vista el
problema no era legal sino práctico34.
Las Cortes consideraron la diversidad de situaciones de la población indígena, por una parte la
que descendía de los habitantes de los antiguos imperios (aztecas e incas) fueron objeto de
33 Ibid. P. 215 34 ZARZA RONDÓN, Gloria, El largo camino hacia la ciudadanía: la población indígena en la Constitución de
1812. Congreso Internacional 1810- 2010: 200 años de Iberoamérica. Citado en: Eduardo Rey Tristán, Patricia
Calvo González (coord.), Actas del XIV Encuentro de Latinoamericanistas Españoles, Santiago de Compostela,
15-18 de septiembre de 2010. P. 2645, consultado el 10-10-2011, de http://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-
00532581
Capítulo primero. Algunas coordenadas
31
argumentos a favor de su integración a la sociedad útil mientras que: …”los indios que no
vivían en la órbita de la sociedad blanca fueron objeto de juicios muy severos”35. La referencia
era para los pueblos no reducidos, o que mantenían el estado de guerra. Un juicio muy duro
fue el del representante de la Provincia de Maracaibo, para quien el progreso económico debía
realizarse a expensas de: ...”los indios mal reducidos en su provincia”36.
En cuanto a la educación, se la consideró fundamental para la integración del indígena a la
civilización europea. En los territorios de frontera donde habitaban pueblos dispersos, el cura
doctrinero era casi que el único funcionario que mantenía el contacto de los indígenas con el
resto de la sociedad y un elemento importante de control del mundo autóctono. Se reconoció
que la enseñanza de las primeras letras y la doctrina hasta ese momento formaban parte de un
solo proyecto37.
Los diputados consideraron que los “indios” podían desindianizarse, pues tenían aptitudes
naturales para ello. El precio a pagar era el que desaparecieran sus costumbres, lengua y
cultura.
Es importante acotar que, en la Constitución venezolana del año 1811, se expusieron
principios y consideraciones en los que se acusaba al régimen colonial y a sus funcionaros de
no haber cumplido con las leyes protectoras para con los indígenas, por tanto les eran
reconocidos sus derechos plenos a la ciudadanía inspirados en los principios de justicia e
igualdad38.
Este igualitarismo jurídico tendrá un impacto desigual según fuera la región y los pueblos
indígenas considerados. Las élites republicanas se propusieron la liquidación de la propiedad
comunal de quienes vivían en los llamados resguardos, que existieron en buena parte de las
provincias venezolanas:
35 Ibid, p. 2647 36 Idem. 37 VILLEGAS PÁUCAR, Samuel Alcides. Ob. cit. Pp. 216- 217 38 Ver Capítulo Cuarto acápite 4.1.- La legislación y el ordenamiento escolar. Desde la Constitución Federal de
1811 al año 1830
Capítulo primero. Algunas coordenadas
32
“La República cambió el estatuto colonial de tenencia de la tierra para las comunidades
indígenas, determinando la obligatoriedad de división de la propiedad comunal hasta su
completa eliminación, a través de la Constitución promulgada por el Congreso de la Primera
República, el 31 de diciembre de 1811, y luego la Ley del Congreso de la Gran Colombia del
11 de octubre de 1821”39
La liquidación de los resguardos supuso la desaparición de un importante número de
comunidades pues les quitaron la posibilidad y los derechos a seguir siendo indígenas40. Para
los años 1882 y 1885 las leyes sólo reconocerán como tales apenas a los habitantes de los
entonces territorios federales Alto Orinoco, Amazonas y La Goajira.
Para quienes vivían libres de sujeción, es decir, aquellos pueblos y comunidades que no
habitaban en poblados fijos sin control de las autoridades, hubieren estado o no sometidos en
algún momento al régimen misional, la consideración será sensiblemente diferente. Serán
tenidos como no ciudadanos, en tanto que no pagan impuestos; ni son pobladores efectivos,
por cuanto no habitan en policía ni constan en padrones o censos de población, sobre ellos se
conocen y difunden algunas estimaciones y nada más. No son cristianos, no hablan el
castellano, no saben leer y escribir. Se encuentran al margen de los beneficios de la vida social
y de la civilización. En definitiva son salvajes.
Desde la óptica del colonizador y luego de los fundadores de la República, los pueblos de la
Guayana no eran ni remotamente aquellos que se encontraron en las mal llamadas altas
culturas. Ya hemos visto a los diputados de las Cortes defender el esplendor de los otrora
39 CLARAC, Jacqueline. La política indigenista venezolana a través del tiempo. Contactos y conflictos
interétnicos en Venezuela: los eternos problemas. El problema reciente. En: Revista CENIPEC, n° 21, 2002, P.
16, consultado el 15-02-2012, de http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/23526 40 Sobre la temática de los resguardos indígenas en las provincias venezolanas existen algunos trabajos que
nosotros hemos consultado, los cuales nos permitimos citar sin que por ello pretendamos ser exhaustivos.
Además del ya referido artículo de Jacqueline Clarac ver: AMODIO, Enmanuele, Invasión y defensa de los
resguardos indígenas en el Oriente de Venezuela (1770- 1850). En: Montalbán, Caracas, UCAB, 1991, pp. 267-
308, consultado el 29- 05- 2010, de http://www.ucab.edu.ve/montalbanucab.html. BASTIDAS VALECILLOS,
Luis. Tierras indígenas: Legislación y conflictos. En: Presente y Pasado Revista de Historia, año 6, vol 6, n° 11-
12, enero- diciembre 2001, pp. 116- 139, consultado el 15- 05- 2012, de
www.saber.ula.ve/handle/123456789/22891. SAMUDIO, Edda, Propiedad comunal indígena y posesión
comunera campesina en Mérida, Venezuela, siglo XIX. En: Procesos Históricos (Revista de Historia y Ciencias
Sociales), Universidad de Los Andes, Mérida, Año II, N° 3, enero 2003. Consultado el 10- 12- 2011, de
www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/23096/1/articulo3-1.pdf
El artículo de Amodio aborda el proceso de apropiación de los resguardos en las antiguas de Barcelona y
Cumaná, y cómo los mismos fueron motivo de conflictos permanentes a lo largo del siglo XIX.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
33
imperios, condenando a los habitantes primigenios de las tierras bajas a una suerte de limbo u
ostracismo de ciudadanía.
El buen salvaje del que nos habla Rousseau se mezcla con las nociones que nos legan los
jesuitas y otros misioneros; junto a las opiniones de los funcionarios reales, constituyen el
sustrato argumental para interpretar a los pueblos indígenas de la Guayana. La base referencial
de esos juicios se extiende a las regiones de frontera no suficientemente integradas en lo
gubernativo, poblacional y en lo cultural. No por casualidad sólo a los no reducidos a la vida
en policía cabe la condición de “indio”, pues no poseen la tierra bajo la óptica de derecho
alguno, sólo la habitan en una “condición no deseable para las sociedades modernas”.
Las nociones de reducción y civilización, acuñadas por la razón colonial, harán gala de plena
vigencia en el pensamiento y la acción de los primeros republicanos para fundirse en la ley
que dará origen al primer experimento en la nueva era de unas escuelas especialmente
pensadas para los indígenas libres41, aunque se podría poner en discusión quiénes fueron las
personas que realmente censadas como indígenas recién reducidos en esos años de vigencia de
las leyes y decretos reduccionistas42.
Viejos y nuevos problemas afrontan las nuevas repúblicas, uno de ellos es la inconclusa –de
acuerdo con esa visión- obra de integración y cristianización de los indígenas en extensos
territorios. Su asimilación es un paso previo y necesario a la integración y goce pleno de los
derechos ciudadanos. No habrá otro medio que el usado por los misioneros en el pasado
colonial. Será necesaria la legislación que los coloque en estado y régimen de excepción.
Cabe apuntar que los abusos cometidos contra los indígenas por parte de la sociedad blanco-
mestiza en Guayana sobre todo, denunciados en más de una ocasión, podrían interpretarse
como desconocimiento de las leyes igualitarias y/o excepcionales que les protegían; eran parte
de la tradición de servidumbre contraria al propio derecho natural que ejerció el sector
dominante, o bien, una combinación de ambas explicaciones. Pero, no cabe duda que,
independientemente de las razones que primaron, se perpetuaron las relaciones de dominación
y de explotación
41 Nos referimos a la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas. 42 Vid. Infra capítulos V, VI y VII
Capítulo primero. Algunas coordenadas
34
El advenimiento de las nuevas repúblicas no significó ni mucho menos el fin de la explotación
y dominación a la que se encontraban sometidos los indígenas. Se conformaron nuevas
relaciones y se perpetuaron otras. Cambiaron los actores pero no los procedimientos ni el
pensamiento. A semejanza de lo acontecido durante la Colonia, funcionarios, terratenientes,
comerciantes o colonos, ya no españoles sino criollos, violaban leyes e imponían la costumbre
en sus relaciones para con los indígenas.
Cerramos estas líneas diciendo con Guillermo Bonfil Batalla que, en definitiva, la categoría
“indio” es una resultante de la situación colonial. Antes de la llegada europea existían
sociedades con sus propias identidades, grados de desarrollo disímiles, idiomas y cultura en
general:
“Esta categoría colonial (los indios) se aplicó a toda la población aborigen, sin tomar en cuenta
ninguna de las profundas diferencias que separaban a los distintos pueblos y sin hacer
concesión a las identidades preexistentes (...) lo que importa es el contraste, la relación
excluyente frente a la religión del conquistador. Así, todos los pueblos indígenas quedan
equiparados, porque lo que cuenta es la relación de dominio colonial en la que sólo caben dos
polos antagónicos, excluyentes y necesarios: el dominador y el dominado, el superior y el
inferior, la verdad y el error”43.
1.2.- La reducción, civilización y la educación de los indígenas. Conquistar, colonizar y
asegurar el territorio. Misiones y doctrinas
La colonización de América estuvo impregnada de un profundo sentido o carácter
salvacionista y misional. Esas orientaciones están inscritas en los fundamentos mismos de la fe
cristiana. La historia de la Iglesia Católica es inseparable a los procesos de expansión de esta
religión. El sentido misional de la Iglesia es inherente a su origen y evolución44, hasta el punto
43 BONFIL BATALLA, Guillermo, El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial. En:
Anales de Antropología, UNAM, México, vol 9, 1973, p. 111, consultado el 10-02-2011, de
http://www.revistas.unam.mx/index.php/antropologia/article/view/23077 44 En los evangelios se recogen estos principios fundamentales e irrenunciables del ethos del catolicismo y luego
de muchas confesiones cristianas. De acuerdo con tan fundamentales testimonios es el mismísimo Jesús, quien,
tras su resurrección al tercer día de su crucifixión y muerte, instituye el carácter misionero de la Iglesia: “Cuando
todos están ya reunidos, aparece Jesús en su gloria, y los discípulos, al verle, se postran en adoración: es el Señor.
Entonces Jesús, revestido de toda su majestad, les intima la orden: Se me ha dado todo poder en el cielo y en la
tierra; id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
amaestrándolas en guardar cuanto os he enseñado a vosotros” (Mateo., 28, 16-18. Citado en: MONTALBÁN,
Francisco, S. J. Manual de historia de las Misiones. P. 52)
Capítulo primero. Algunas coordenadas
35
de que no se puede historiar el proceso de esta institución fundamental en Occidente y de
hondo impacto en la historia mundial, sin que se analice paralelamente la labor desplegada en
la propagación de la fe cristiana:
“La historia de la iglesia y la historia de las misiones no deberían separarse. La reflexión crítica
sobre la vida de la iglesia, sea en la liturgia, en la teología, o las prácticas pastorales, no debe
aislarse de la reflexión crítica sobre la extensión de la fe cristiana”…45
Cuando los países ibéricos llegan a América y con ellos el catolicismo, existía una experiencia
de siglos de expansión cristiana en los que la Iglesia había hecho ejercicio de su cometido:
misionar en territorios habitados por infieles y paganos, idólatras y gentiles. Ciertas órdenes
religiosas habían incursionado en Asia durante la Edad Media, como los franciscanos y los
dominicos:
…“Los auténticos precursores de los grandes viajes a los confines de Asia fueron hombres de
la Iglesia, cristianos de hábito pertenecientes a las Órdenes mendicantes, franciscanos y
dominicos, que entre los siglos XIII y XIV pusieron a prueba su gran celo misional y no poco
espíritu de aventura”46.
Esta expansión se realizó en otros territorios como el Norte de África poco antes de su arribo a
América, España había realizado la ocupación de las islas Canarias y ensayado allí la
conquista, colonización y extendido el cristianismo.
Las incursiones asiáticas y africanas dan lugar a escritos y testimonios en los que se intenta la
armonización de los textos sagrados, los escritos de los clásicos de la antigüedad (Ptolomeo
por ejemplo) con la experiencia acumulada en aquellos viajes. Surgen y se recrean imágenes
de aquellas personas, culturas y civilizaciones no cristianas que debían ser convertidas a la fe
verdadera. Unas y otra son trasladadas al escenario americano. La Conquista o Reconquista
del territorio español se hizo en nombre de la cristiandad, hecho casi coincidente en el tiempo
con el primer viaje colombino.
Las bulas alejandrinas constituyeron la entrega que el Papa Alejandro VI hizo a los Reyes
Católicos de las Indias: Inter coetera (3 de mayo de 1493), Inter coetera (4 de mayo de 1493),
45 GONZÁLEZ, Justo L. y Carlos F. Cardoza. Historia General de las Misiones. P. 15 46 ARRANZ MARQUEZ, Luis. La Iglesia y el Descubrimiento de América. En: Pedro Borges (Director).
Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas. Tomo I. p. 20
Capítulo primero. Algunas coordenadas
36
Eximiae devotionis (3 de julio de 1493) y Dudum siquidem (25 de septiembre de 1493). La
primera estableció claramente que el Papa:
…”concede a los reyes de Castilla y León todas las islas y tierras firmes, descubiertas ya o que
descubrieran en el futuro, siempre que no estuvieran ya sometidas a algún príncipe cristiano y
bajo la condición de que enviaran a ellas evangelizadores”47
Esas bulas, con importantes antecedentes en las expedidas a favor de los reyes de Portugal en
1455, 1456 y 1481, se inscribían en las tesis políticas medievales que afirmaban que Dios
había dado el dominio del mundo a Cristo, y éste a su vez a Pedro y a sus sucesores a
condición de que lo evangelizaran. La mayoría de los autores medievales coincidía en que el
poder viene de Dios por dos vías: el temporal que lo ejerce el príncipe, y el espiritual ejercido
por los jerarcas de la Iglesia48. Así, las tierras descubiertas pertenecían por derecho a los reyes
quienes tenían la obligación de evangelizarlos.
La Corona devenía en la principal responsable de la tarea de la evangelización en el
Continente y por ende del envío de misioneros. A esta primera tarea le serían añadidas con el
tiempo los derechos y obligaciones que se desprendían de los sistemas del Regio Patronato,
del Vicariato Regio y del Regalismo Borbónico, para terminar siendo prácticamente la
responsable de la propagación del Evangelio.
Afirma Bernardino Bravo Lira que la difusión de la fe cristiana no fue una más de las que
asumió la Corona, sino que la incluyó como su principal tarea de gobierno; así se recordaría
permanentemente en todos los asuntos relacionados con la evangelización. Citando a Alfonso
García- Gallo, sostiene con él que las bulas alejandrinas fueron el origen de esta situación
inédita en Europa en la que surge la noción del gobierno espiritual49. Sin embargo, el fin
supremo de la evangelización no significa que fuese el único, pues obviamente la ocupación
de los nuevos territorios persiguió otros resultados, como los económicos, sancionados
también en los derechos que asistían a los soberanos.
47 Ibid. P. 33 48 Ibid. Pp. 36- 37 49 Alfonso García- Gallo, La división de competencias administrativas en España e Indias en la Edad Moderna.
En: II Segundo Symposium de Historia de la Administración, Actas, Madrid, 1971. Citado en: BRAVO LIRA,
Bernardino, El Estado Misional, una institución propia de la América Indiana y Filipinas. En: 10º Simposio
Internacional de Teología de la Universidad de Navarra. Tomo I (1989), P. 106, consultado el 10- 12- 2010, de
http://hdl.handle.net/101.71/4453
Capítulo primero. Algunas coordenadas
37
Con la evangelización se perseguía un doble objetivo: la evangelización y la anexión política
de los territorios. Para el conquistador- colonizador, tanto el territorio como sus habitantes
fueron definidos de manera homogénea; así, la categoría “indio” con lo que implicaba en su
concepción jurídica, definía por igual y sin distingos a los habitantes del Nuevo Continente.
La puesta en práctica del programa misionero se caracterizó por la congregación de la
población indígena en poblados a los que se denominaron reducciones, aunque esto no
aconteció en las primeras décadas del proceso de conquista. Con relación al concepto de
reducción Jaime González Rodríguez le atribuye varios significados:
- el proceso de concentrar indígenas en poblados estables;
- el poblado resultante de ese proceso de concentración demográfica;
- el conjunto de poblados establecidos en una determinada circunscripción o territorio.
Al principio hubo instrucciones precisas para que los indígenas se congregaran en los
poblados de españoles; sin embargo, el tiempo y la experiencia, en los que tuvieron lugar los
abusos para con los indígenas, y el hecho de que en efecto los seglares no se ocupaban
debidamente de la cristianización de los indígenas, dieron como resultado una legislación que
reservaba a los religiosos la enseñanza de la fe y la separación de los indígenas de los pueblos
de españoles. Entre 1571 y 1570 se va produciendo una legislación que irá excluyendo
paulatinamente a españoles y otras castas el habitar entre indígenas: …“y, finalmente, en
1600, son excluidos de ellas todos los españoles”50.
Entre esos años finales del siglo XVI y 1754, se va produciendo la legislación segregacionista
que apunta en dirección a la república de indios que origina y consolida las reducciones para
indígenas.
50 Ibid. P. 539
Capítulo primero. Algunas coordenadas
38
La creación y expansión de las reducciones se da con dos tipos de población: la que se
encontraba sometida51, como en el ámbito centroamericano y Nueva España o en la zona
andina, y que resultaran en la creación de pueblos exclusivamente habitados por indígenas
traídos a la fuerza a las nuevas fundaciones. Por otra parte se encontraba la población no
sometida, característica de las provincias de Nueva Barcelona, Cumaná y la Guayana, en estos
casos la reducción se hizo en territorios no integrados y con pueblos libres. En ambos hubo
violencia y uso de la fuerza, pero en el segundo los frailes se hacían acompañar de una escolta
para realizar las entradas. La reducción conformó un aspecto esencial de la metodología
misional:
…”esa concentración en poblados evitaba una dispersión demográfica que impedía la
evangelización por la insuficiencia de personal misionero (…) y constituía, según la
mentalidad predominante entonces, el modo de vida propio del hombre civilizado”52.
Dentro de esta óptica gira la afirmación de Pablo Ojer, cuando define las reducciones
simplemente como: …”el acto de recoger indios dispersos”…53, entendida dentro del análisis
del proceso de expansión misionera que en su opinión se inicia hacia el siglo XVII con la
fundación de la Purísima Encarnación de Píritu, la que llegaría a ser hacia en el siglo XVIII
capital de las misiones franciscanas de Píritu, Orinoco y Río Negro.
Odilo Gómez Parente nos recuerda que el avance misionero de la Iglesia en América siempre
se inició con las misiones:
…“Las misiones estuvieron regentadas por individuos que llamaríamos de vanguardia a los
que siguió una retaguardia consolidante a base de obispados, de parroquias y demás
diferenciación de jerarquía (…)
La misión podría estar constituida por individuos recién catequizados y, con frecuencia, por
catecúmenos e, incluso, por no bautizados aún. Era una institución exenta de la jurisdicción
episcopal”54.
51 Entre las razones que impulsaron la creación de las reducciones para la población sometida se encontraba el
uso y explotación abusivos que hacían encomenderos y hacendados de la población aborigen. Cfr. Ibid. P. 536-
537 52 Idem. 53 OJER, Pablo, Las misiones carismáticas y las institucionales en Venezuela. En: REY F., José del. Misiones
jesuíticas en la Orinoquia. Tomo I. p. 164 54 GÓMEZ PARENTE, Odilo, Labor Franciscana en Venezuela: I. Promoción Indígena. P. 42
Capítulo primero. Algunas coordenadas
39
El término misión hace referencia al poblado formado con indígenas recién reducidos, pero
tuvo otras designaciones junto a los términos de reducción y conversión o conversiones:
“El concepto misión o su acepción en plural también se empleó a partir del siglo XVII para
designar un territorio en vías de evangelización, sentido similar al que dio al
término conversión o conversiones; finalmente reducción se emplea en relación a un poblado
misional en vías de evangelización y en plural a un conjunto de poblados o misiones locales”55.
Era necesario y propio de la lógica conquistadora española recoger a la población indígena
dispersa para que viviese en policía con arreglo a las leyes. Fue el sentido de la acción
colonial:
“Esto nos lleva a las ciudades que son el puntal del asentamiento europeo en América hispana
y Filipinas y, por tanto, también de la difusión cristiana entre los indígenas. La ciudad indiana
difiere de la colonial francesa, inglesa u holandesa. No se aisla frente a la población aborigen,
sino que se emplaza precisamente donde ella es abundante (…) Tiene, pues un doble propósito
misional y político. En otras palabras los conquistadores no tienen alma de colonos, de
emigrantes, sino de señores, de auténticos fundadores (…) Quieren vasallos para su rey y fieles
para su Dios.
La ciudad indiana cumple este papel de centro misional. Es sede de obispados, parroquias,
doctrinas y conventos, que no se limitan a atender a la minoría cristiana sino que se dedican
con no menor intensidad a la evangelización de la masa indígena infiel”56.
Como afirma Guillermo Wilde, citando a Herbert Bolton, las misiones fueron las instituciones
coloniales de frontera: …”afirmaba que tenían tres proposiciones centrales: convertir, civilizar
y explotar”57, demostrando ser muy efectivas en el control de las poblaciones con escaso grado
de centralización política, mientras que los intentos de reconcentrar la población sometida
pero no reducida había resultado en fracaso en zonas como el Alto Perú58.
Pedro Borges distingue dos períodos de la actividad misionera en la América hispana:
“Misiones nucleares (1493-1573), abarcan los territorios ocupados por las altas culturas
prehispánicas y no fueron designadas como misiones, concepto que apareció más tarde, ni
existía una asignación territorial precisa. Los conventos se establecieron en las antiguas
ciudades prehispánicas que se pretendían cristianizar. (…) Misiones radiales o
periféricas (1573-1824), la evangelización se territorializa dedicándose cada orden a unas
zonas con límites bien definidos que tenían asignadas prácticamente en exclusiva y de las que
55 GIL ALBARRACÍN, Antonio, Estrategias espaciales de las órdenes mendicantes. En: Scripta Nova, vol 10,
nº 218, Universidad de Barcelona, agosto de 2006, p. 9, consultado el 15-08-2012, de
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2109005 56 BRAVO LIRA, Bernardino. Ob. cit. P. 113 57 BOLTON, Herbert. Citado en: WILDE, Guillermo. Ob. cit. Pp. 627- 628 58 Ibid. P. 627
Capítulo primero. Algunas coordenadas
40
estaban excluidas las restantes órdenes. Se emplea el concepto misiones con el sentido de áreas
geográficas en vías de evangelización”59.
Cuando Pablo Ojer analiza el proceso de las misiones en Venezuela distingue el período de
evangelización pura característico de las misiones carismáticas de los primeros años del
proceso de conquista, de aquellas otras que surgen a partir de la fundación de Píritu, a las que
denomina misiones institucionales; considerando en el primer caso el ensayo de los
capuchinos en las costas de Cumaná en el siglo XVI, que se asientan en las concepciones
lascasianas y de otros teólogos como reacción a los abusos y crueldad, y en la consideración –
con base en concepciones medievales y renacentistas- de que los indígenas habían sobrevivido
a la degradación humana de las diferentes edades por las que el resto de la humanidad
atravesó, conservándose en la primitiva edad de oro60. Por tanto era necesario mantener ese
estado de pureza, apartados los indígenas de los vicios y miserias de los que eran portadores
los vecinos españoles.
Las misiones institucionales por el contrario: …”se establecen en casi toda la extensión del
país, orientadas no sólo a la incorporación del indio a la cristiandad, sino también a la
hispanidad, entendido el como un régimen total: político, social, cultural y religioso”61.
Son sustitutivas de la conquista guerrera y surgen, en el caso de las provincias más tarde
integradas a la Capitanía General de Venezuela, cuando el proceso de fundación de ciudades
ha sufrido una parálisis tras la prohibición de conquistar:
…”como la experimentó el Oriente venezolano en el caso de la expedición a Guayana que en
1549 preparaba Diego Fernández de Serpa (…) la Corona, a partir de 1556, comenzó a
autorizar las expediciones bajo un principio moderador de la conquista, llamándola
pacificación (…) las cuales perfeccionadas ya en las Instrucciones a la Audiencia de Santo
Domingo en 1570, aplicadas a otras partes de América, incluida Venezuela, culminaron en las
célebres Ordenanzas del Bosque de Segovia de 1573”…62
De tal manera se había estrechado el arco de ocupación hispana hacia el Oriente, que hacia
finales del siglo XVI apenas Cumaná, Barcelona, San José de Oruña, Santo Tomé, y acaso
alguna otra población menor, conformaban la estructura urbana total. A ello habría que
59 BORGES MORÁN, Pedro (director). Historia General de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas. T. I, p. 431 60 OJER, Pablo. Ob. cit. P. 152- 153 61 Ibid. P. 141 62 Ibid. P. 157
Capítulo primero. Algunas coordenadas
41
agregar el incremento de la presencia holandesa, francesa e inglesa, lo cual añadía un
componente de inseguridad y precariedad a la presencia española en todas aquellas regiones63.
Las misiones institucionales se imbrican con el proceso de poblamiento hispano64, de manera
tal que ambos se ayudarán. Las primeras aseguran un entorno de pueblos pacíficos y
pacificados, y la segunda apoya a los misioneros con escoltas armados en las entradas para
acrecentar las misiones y la expansión del sistema misional hacia otras comarcas; las villas de
españoles servirán también de contrafuerte a naciones guerreras y potencias extranjeras que
incursionan en territorios misionales para la captura de esclavos, como es el caso de la Villa de
San Antonio de Upata y las misiones del Caroní. Las misiones cumplen también el papel de
expandir la fe y de asegurar el territorio65, pero sirven de cobijo a pueblos indígenas
susceptibles de ser esclavizados. La protección al territorio induce a la salvaguardia de los
indígenas no reducidos que lo habitan, como que pueden convertirse en población útil y son
súbditos del Rey de España, aunque su condición de no reducidos no les permitiera
reconocerlo y/o no lo aceptaran.
Las misiones institucionales fueron regímenes excepcionales o de exención. En lo político, del
gobernador de la provincia y del Obispo de la diócesis respectiva. Transitoriamente, el pueblo
era regido por el misionero. Un conjunto de pueblos de misión fundados y regentados por una
misma orden en una jurisdicción asignada por la Corona, eran a su vez regidos por un superior
de esa orden.
63 Ibid. P. 160 64 “Vistas desde una perspectiva de conjunto, las misiones constituyeron el más formidable agente colonizador
del que dispusieron las dos coronas ibéricas, y uno de sus más importantes y duraderos aportes las estrategias
empleadas para la diseminación de las ciudades misionales. Transcurrido el período colonial, las nuevas
repúblicas siguieron empleando las estrategias misionales con fines similares. Tal es el caso de Venezuela pero
también de otros países de la región: “Los poderes públicos emplearon a las órdenes religiosas como eficaces
agentes de colonización, pues con unos efectivos que superarían los 15.000 miembros y no superaron los 20.000,
incluyendo Brasil, en poco más de tres siglos aculturaron más de 14.500.000 Km2 mediante estrategias como la
de las ciudades misionales que dotaron al continente de una red urbana consolidada. Dicha estrategia de las
ciudades misionales también fue empleada por las misiones protestantes moravas en áreas de colonización
anglosajona. Asimismo la fundación de ciudades misionales por las órdenes mendicantes, especialmente los
franciscanos, se mantuvo vigente tras la independencia de Hispanoamérica, como se puede comprobar con el
testimonio aportado por fray José María Vila, misionero franciscano en tierras peruanas y brasileñas entre 1875 y
1880”. (GIL ALBARRACÍN, A. ob. cit. p. 1) 65 OJER, P. ob. cit. P 162
Capítulo primero. Algunas coordenadas
42
En las misiones se nombraban autoridades indígenas, fuesen alcaldes o cabildos, quienes
cumplían tareas como la de auxiliar al misionero en lo atinente a la organización para el
trabajo66. Uno de los puntos más importantes era que quienes vivían en misiones estaban
exentos del pago de tributos, obligándoseles no obstante a participar en las tareas de
producción para la misión, para el sostenimiento del sacerdote y para sí mismo. El régimen de
trabajo y el provecho que se sacaba de la explotación de la mano de obra indígena en las
misiones ha sido y sigue siendo motivo de controversias.
De acuerdo con la legislación de Indias, los pueblos misionales no debían pasar de diez años
bajo ese régimen. Al término de ese período pasaban a denominarse doctrinas en lo
eclesiástico, bajo la dependencia de un sacerdote perteneciente al clero secular subordinado al
obispo de la diócesis. Muchas veces este período se alargó a veinte años o más, y en no pocas
ocasiones aconteció que las órdenes de regulares se oponían a ello. Los pueblos pasaban a
depender en lo político del gobernador provincial quien nombraba un corregidor en
representación suya. En lo fiscal los indígenas comenzaban a tributar a la Corona67.
Gómez Parente, Ojer y Borges consideran que la doctrina era la parroquia constituida por
indígenas, al igual que existían las parroquias de españoles. Fernando de Armas Medina, quien
analiza el origen y desarrollo de la parroquia en América, afirma que es una jurisdicción
eclesiástica; mientras que la doctrina y el doctrinero no tenían jurisdicción propiamente tal. Se
ocupaba de enseñar la doctrina católica a los indígenas, pero los límites eran personales, por
cuanto los doctrineros lo eran del grupo de indígenas dados o entregados al encomendero, y
éste tenía la obligación, so pena de que perdiera la encomienda, de instruir a los indígenas en
la fe68. Estas fueron las características de una primera etapa en la que, a falta de clérigos, el
doctrinero podía ser un seglar. Los gastos corrían a cargo del encomendero.
Con posterioridad, las doctrinas se conferirán exclusivamente a sacerdotes, fuesen éstos
seculares o de las órdenes de regulares. Sufren modificaciones para terminar organizándose
finalmente a partir de 1574 con la estructuración definitiva del Real Patronato para
66 Ver 1.1.- El indígena: entre el estatuto colonial y la república independiente. De la segregación a la asimilación 67 OJER, Pablo. Ob. cit. p. 176 68 ARMAS MEDINA, Fernando de, Evolución histórica de las doctrinas de indios. En: Anuario de Estudios
Americanos. IX, Sevilla 1952, pp. 101- 129
Capítulo primero. Algunas coordenadas
43
desaparecer muy entrado el siglo XVIII. En su lugar aparecen las parroquias69. Los sacerdotes
empleados en estas tareas perciben un salario de las cajas reales; en este sentido eran
empleados de la Corona. Lo más importante es que la función del doctrinero en lo
concerniente a su labor catequística, fuese cura diocesano o fraile, no se distinguía de la que
realizaban los misioneros regulares en los pueblos que atendieron. El pase de misión a
doctrina significaba, de acuerdo con el ordenamiento jurídico, el cese del sistema misional.
Los indígenas de los pueblos devenidos en doctrina ya eran cristianos y vasallos en propiedad
además –se suponía- hablantes del castellano.
Sin embargo, conviene también señalarlo, en muchas ocasiones no se cumplía lo que
demandaban las leyes en lo tocante al pase de las misiones a doctrinas. Numerosas fueron las
circunstancias que obraron en ese sentido. En el caso concreto de la Provincia de Guayana, las
misiones no pasaron al clero secular puesto que siempre gravitó el problema de la falta de
operarios religiosos nunca en número suficiente para la atención de los pueblos misionales.
Sin embargo, durante el siglo XVIII se fueron imponiendo las nuevas orientaciones en las
relaciones entre la Corona y las órdenes misioneras en otros aspectos. Como en otras
jurisdicciones de las Indias Orientales y Occidentales, la expulsión de los jesuitas constituyó
un hecho de honda repercusión. Aunque este evento fue una de las claras expresiones del
denominado despotismo ilustrado, no fue el único indicador de la conflictividad de las
relaciones entre las órdenes misioneras y la Corona y sus funcionarios.
Las relaciones de los gobernantes de Guayana con las órdenes regulares, sobre todo con los
capuchinos catalanes, estuvieron impregnadas de agrias disputas y desencuentros. La pobreza
y las penurias del vecindario español frente a la riqueza que no podían ocultar los frailes al
decir de los gobernantes, y la fragilidad del poblamiento inducido por la empresa pobladora de
la Corona, fue la argumentación esgrimida en una polémica que no logró solución definitiva
en uno u otro sentido, pues ni las misiones ni el empeño de quienes quisieron ponerle coto
lograrían imponerse una sobre la otra.
69 Ibid. P. 126- 129
Capítulo primero. Algunas coordenadas
44
Los paisajes guayaneses no se circunscribían a las comarcas del Caroní. Hacia el sur, Caicara
y sus entornos, y más allá, allende los raudales de Átures y Maipures, estaba un rosario de
pueblos misionales y puestos de escasa importancia económica pero de enorme transcendencia
militar y estratégica. Río Negro y sus enclaves poblacionales, San Fernando de los
Guaipunabis o de Atabapo y San Carlos de Río Negro entre otros, ofrecían a futuro un
panorama muy prometedor, pero en el presente colonial y en los primeros años republicanos
definitivamente no. Las medidas que los ilustrados hubieron de tomar y pudieron
efectivamente realizar estuvieron atenuadas por la situación y las condiciones de aquellos
parajes.
No obstante, las misiones fueron los más eficientes agentes de colonización con que contó
España en las regiones de frontera. Años después se recurrió a los mismos métodos. Por esta
razón, la educación y su expresión en doctrinas y escuelas, giraron en la misma órbita, o eran
agentes de integración, asimilación, aculturación, o no serían efectivos a los fines manifiestos
en el programa colonizador.
1.3.- Las escuelas de doctrina, las escuelas de primeras letras y los colegios para niñas y
nobles indígenas. La política de la Corona respecto de las lenguas o idiomas indígenas y
las escuelas de lectura y escritura para el aprendizaje del castellano. Alcance sobre la
Ilustración y las reformas introducidas en las escuelas de primeras letras durante el siglo
XVIII venezolano
1.3.1.- Las escuelas de doctrina, las escuelas de primeras letras y los colegios para niñas y
nobles indígenas.
Para el colonizador español era fundamental la congregación en poblados de los habitantes del
Nuevo Mundo con el fin de inculcarles su religión, costumbres y hábitos, es decir lo que
consideraron las formas de vida civilizada. La vida en policía fue desde el principio condición
sine qua non para que pudiesen ser educados. Así lo refiere Emma Sordo al analizar el caso de
las poblaciones de Potosí en el Virreinato del Perú hacia el siglo XVI:
Capítulo primero. Algunas coordenadas
45
…“para los españoles del siglo XVI los conceptos de vivir en poblado y orden eran
condiciones de vida necesarias para lograr una forma de vida civilizada, en policía. En este
sentido, la Provisión con las normas para los reducidores de indios reitera instrucciones a los
visitadores que hagan hacer la reducción de los naturales a pueblos para que vivan congregados
y en policía y que (…) puedan ser enseñados e industriados en las cosas de nuestra santa fe
católica que por estar divididos y apartados no se podía hacer esto como era justo se hiciese y
ha sido causa para estar muchos de ellos en el engaño que estaban acerca de sus vicios y
borracheras antiguas”70.
España encontró un conjunto de pueblos con culturas disímiles que habitaban el espacio
insular y continental americano, que plantearon retos y tareas diferentes. Donde predominaba
un patrón de distribución y hàbitat disperso –no pocas veces asociado a bajas densidades
demográficas en amplios espacios territoriales-, no existían grandes unidades políticas y en
consecuencia una red urbana (ciudades y aldeas), una de las principales tareas que se planteó
el colonizador consistía en reunir a las personas en pueblos. Mientras que, como ocurrió en
Nueva España y el Virreinato del Perú, al hallar importantes unidades políticas, altas
densidades demográficas y una significativa red urbana, fundó ciudades o poblaciones muchas
veces en las preexistentes, facilitando el establecimiento de iglesias y conventos.
Las ideas relativas a lo qué se entendió por educación, las instituciones creadas al efecto y la
necesidad de urbanizar a los indígenas como esa indispensable condición, experimentaron
70 SORDO, Emma, Provisión para llevar a la práctica las reducciones, Quilaquila (La Plata), 7 de noviembre de
1573. En: F. de Toledo: Disposiciones gubernativas para el Virreinato del Perú, 1569- 1584, Documento n° 27,
pp. 281- 283. Citado en: SORDO, Emma María, Las reducciones de Potosí y su carácter urbano. En: Revista
Complutense de Historia de América, Madrid, Universidad Complutense, n° 21, p. 232, consultado el 9- 9- 2012,
de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=172459
Laura Osorio, citando a Germán Colmenares, analiza el sentido de la política social seguida por la Monarquía en
América, que criminalizaba a todo aquel que no viviese según esas normas y que constituía por tanto un enemigo
del orden social: “La denominación de lo humano pasaba por el vivir congregado a son de campana o en policía.
Lo que se concretaba en dos dimensiones interrelacionadas: por un lado en el diseño de una determinada
configuración espacial urbana jerarquizada. Por otro, en la promoción de un tipo de sujeto que respondía a estas
condiciones de convivencia, y la condena de los que no se inscribían en esta forma ordenada de vivir. De este
modo, las políticas de reducción de los pueblos de indios, en principio diferenciados de la ciudad, la cual era
concebida como el espacio de civilización de los blancos y otras gentes, se reforzaban de forma lógica con
mecanismo como las políticas de separación. Estas políticas criminalizaban a los sujetos como los forasteros,
vagabundos (en su mayoría mestizos, mulatos, blancos empobrecidos, indios y negros fugados) por su potencial
perturbador de la estabilidad social”. COLMENARES, Germán, La ley y el orden social: fundamento profano y
fundamento divino. En: Boletín cultural y bibliográfico, Bogotá, VOL XXVII, n° 2, 1990, p. 5. Citado en:
OSORIO, Laura, Los pueblos de indios vinculados con las políticas de separación residencial en el Nuevo Reino
de Granada. En: Historia Crítica, nº. 27, 2005, consultado el 10- 10- 2012, de
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2187085
Capítulo primero. Algunas coordenadas
46
procesos de cambio a lo largo del período colonial, principalmente por parte de las órdenes
religiosas misioneras71.
Desde el año 1503, se ordenaba al Gobernador de las Indias que se instruyese a los indígenas
en lectura y escritura, aparte de la necesidad de reducirlos a poblado en la denominada:
“Instrucción al Gobernador de las Indias ordenando que se formen pueblos con la población
indígena y que les enseñen a leer y escribir”:
“Es necesario que los indios se repartan en pueblos en que vivan juntamente, y que los unos no
estén ni anden apartados de los otros por los montes, y que allí tengan cada uno de ellos su casa
habitada con su mujer e hijos y heredades, en que labren y siembren y críen sus ganados. Y que
en cada pueblo de los que se hicieren (…) y en cada lugar haya una persona conocida en que en
nuestro nombre tenga cargo del lugar que así le fuere encomendado, y de los vecinos de él para
que los tenga en justicia, y no les consientan hacer ningún mal ni daño en sus personas, ni en
sus bienes, y para que hagan que los dichos indios sirvan en las cosas cumplideras a nuestro
servicio. Otrosí mandamos al dicho Gobernador que luego hacer en cada una de las dichas
poblaciones, y junto con las dichas iglesias una casa en que todos los niños que hubiere en cada
una de las dichas poblaciones, se junten, cada día dos veces, para que allí, el dicho capellán les
muestre a leer y escribir”72.
71 “La dispersión de estas tribus por toda la geografía insular y continental, los múltiples grupos diferenciados en
tramas étnico- lingüísticas, y por familias, el nomadismo, y otras notas características de la población en aquellas
tierras, constituyeron el mapa sociodemográfico que encontraron los descubridores al llegar al Nuevo Mundo y
sobre el que aplicaron la triple política culturizadora: la concentración de la población indígena dispersa, la
modelación social del aborigen y, una enseñanza elemental y técnica”. SOLANO, F. (1979), La modelación
social como política indigenista de los franciscanos en Nueva España (1524- 1574). En: Historia Mexicana,
volumen XXVIII, n° 2. Citado en: LÓPEZ, Ángela del Valle, Una disposición Real hace quinientos años: la
urbanización y alfabetización del indio. En: Revista Complutense de Educación, volumen 13, n° 2, 2002, p. 711,
consultado el 12- 11- 2012, de http://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/view/RCED0202220707A
Nos advierte Solano que la urbanización fue uno de los procesos de más honda repercusión en los pueblos
indígenas, por cuanto se trataba de municipalizarlos dentro de la óptica colonizadora, convirtiéndolos en
productores y tributarios, súbditos del Rey, cristianos y hablantes del castellano: “En este hecho hubo, dice
Solano, una significación política, intencionalidad religiosa y conveniencia fiscal. Se produjeron dos fenómenos
vinculados a la urbanización: la concentración de la población aborigen en pueblos y, su municipalización de
acuerdo con las normas castellanas. De por sí este hecho constituye una de las transformaciones más radicales
que el español introdujo en la cultura aborigen, cambiando sus patrones de asentamiento y creando núcleos
urbanos y pueblos de indios. Acción acometida de forma violenta las más de las veces, matizada con una
atmósfera de inseguridad”. (Ibid. P. 713).
El origen de las instituciones educativas de factura colonial para los pueblos indígenas, son de suyo inseparables
de la obligatoriedad e imperativo de que estuviesen urbanizados. De suerte que muy probablemente pueda
afirmarse que el proceso histórico de la educación en la Colonia es, simultáneamente, el proceso de conformación
de las reducciones y la constitución de la red urbana en nuestro Continente. 72 AGI, Indiferente, 418, Libro I, folio 94v. Publicado en: CODOIN. América, tomo 31, p. 156. Citado en:
SOLANO, F. (1992): Documentos sobre la política Lingüística en Hispanoamérica (1492- 1992), Madrid, CSIC.
Citado en: LÓPEZ, Ángela del Valle, Ob. cit. P. 708
Capítulo primero. Algunas coordenadas
47
Más adelante, en la Recopilación de las Leyes de Indias se promulgaron cédulas para el
establecimiento de escuelas de maestros en las ciudades y pueblos de indios para que se
enseñase la lengua castellana73. A lo largo del período colonial se dictaron normas que
favorecieron a veces el uso de las mismas, mientras que en otras ocasiones se las prohibía para
privilegiar el uso exclusivo del castellano.
La educación de los pueblos indígenas remite a la necesidad de evangelizarlos, como el
mandato expreso que justificaba su presencia y supremacía en las tierras americanas. Así lo
demandaban las bulas papales y era el argumento de la Corona española. La enseñanza de la fe
cristiana fue una de las primeras formas y contenidos de instrucción a través de la predicación,
la catequesis y la doctrina. Las leyes de Indias demandaban a los encomenderos instruir en la
fe a los indígenas. Paralelamente se irían desarrollando los regímenes misionales, en los que
los indígenas pasaban a depender de la autoridad de los frailes. En ambas casos la tarea
evangelizadora fue encarnada fundamentalmente por las órdenes regulares, aunque no faltaron
los clérigos dependientes de los obispos.
Para Pilar Gonzalbo, la evangelización tuvo simultáneamente varias y profundas
significaciones, una de ellas comportaba para los indígenas un mecanismo de interpretación de
la situación colonial y por ello de reinterpretación del mundo, que ella califica como la
comprensión del nuevo orden:
“La educación de la población indígena fue imperativo legitimador de la conquista,
conveniencia de encomenderos y conquistadores y tarea apostólica de los frailes misioneros.
La educación se convirtió en instrumento insustituible de coacción pacífica en manos de los
conquistadores al mismo tiempo que para los indios representó el vehículo que les permitió el
acceso a la comprensión del nuevo orden. Por conveniencia y por convicción, la conquista
espiritual fue inseparable de la militar, y la evangelización fue, durante muchos años, la forma
generalizada de impartir educación”74.
73 Recopilación de las Leyes de Indias, Leyes 5, Tíutlo 13, lib. I y 18. Citado en: LÓPEZ, Ángela del Valle, Ob.
cit. P. 718 74 GONZALBO, Pilar. Cuestiones de historia de la educación colonial. P. 25, consultado el 15-10-2011, de
http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/0212-0267/article/viewFile/6937/6915
Capítulo primero. Algunas coordenadas
48
Tenida como la forma privilegiada de conquista pacífica, la evangelización fue el
complemento de la conquista armada; pero la práctica evangelizadora en los pueblos de
misión fue coercitiva, y no estuvo ausente la violencia como factor inherente e intrínseco del
sistema misional, en tanto que enfrentaba y negaba esencialmente prácticas religiosas y
culturales de los pueblos sometidos para quienes no quedaba otro camino que aceptar su nueva
condición.
Para la autora, durante la Colonia se va a identificar educación con evangelización, sobre ella
descansa la formación de las costumbres y hábitos nuevos para el indígena y la aceptación del
papel que debía jugar en el régimen colonial. Dentro de esas nuevas costumbres y hábitos
estaban el aprendizaje de nuevos oficios y el de la orientación del fruto de su trabajo a la
satisfacción de las necesidades que imponía el encomendero o, bien, el misionero:
“Estas afirmaciones, que pueden parecer a simple vista irreconciliables, nos llevan a lo que
considero una clave para entender el éxito de la educación colonial y la huella indeleble que
dejó en el mundo moderno. Se trata de algo tan simple como la identificación de educación y
evangelización, que nos permite asignar a la educación religiosa de la época virreinal el papel
decisivo en la formación de costumbres y normas de comportamiento colectivo. Al mismo
tiempo hay que advertir que el entrenamiento para el trabajo debe considerarse como una
forma complementaria de educación”75.
Para Gonzalbo esas primeras formas de instrucción de la fe cristiana patentes en la enseñanza
del catecismo, previas la congregación de los indígenas en poblado o constitución de los
conventos en pueblos o ciudades ya existentes, se daba en los atrios de las iglesias y en los
conventos en horarios fijos:
“Las restantes actividades relacionadas con la vida religiosa, tales como la organización de
cofradías y congregaciones, el aprendizaje de tareas artesanales y la asimilación de las normas
morales mediante los recursos del púlpito y el confesionario, constituyeron los recursos más
aptos y más profundamente empleados en la educación extraescolar”76.
75 Ibid. P. 24 76 Ibid. P. 26
Capítulo primero. Algunas coordenadas
49
Desde el siglo XVI se conocen en algunas regiones las llamadas escuelas de doctrina, cuyos
orígenes se remontan sobre todo a España y a Portugal durante los siglos XIV y XV, asociadas
asimismo a la conquista de las Islas Canarias. Se encuentran enraizadas en las costumbres
medievales sancionadas después en las bulas alejandrinas, incluso antes, en las bulas
concedidas a Portugal77:
“Las escuelas de doctrina, como instrumento de la corona para cumplir su compromiso de
evangelización, es un fenómeno muy anterior al descubrimiento y la conquista de América.
Desde 1344 el Papa Clemente VI entregó a España, en la persona de Luis de la Cerda, nieto de
Alonso X el sabio, las Islas Canarias para su gobierno y cristianización (…) La obligación
monárquica de evangelizar es una expresión de las costumbres y tradiciones medievales, a
través de las cuales se justificaba y legalizaba el derecho de alguna nación para dominar a otra.
Antes de la bula papal de 1493 que otorgó a los reyes católicos el dominio sobre América, el
papa Alejandro VI concedió a los portugueses derechos sobre sus descubrimientos y
exploraciones, con el mismo compromiso de introducir la religión católica. Dichas concesiones
convirtieron automáticamente a los dos países en Estados misioneros, promotores insustituibles
de la evangelización”78.
Las escuelas de doctrina son una traslación de estas instituciones europeas al escenario
americano. Durante los siglos XVI y XVII, los franciscanos y luego los agustinos79 desarrollan
estas escuelas, que en Michoacán llegaron a 43 fundaciones, a las que sumaban 55 de clérigos
dependientes del Obispo:
…”pues al igual que las órdenes mendicantes, una de sus principales funciones era la
impartición de la doctrina. Por esto, durante el siglo XVI debieron existir al menos las 98
escuelas que corresponden a la suma de todas las parroquias michoacanas, ya franciscanas,
agustinas o seculares”80.
77 Ver 1.1.- El indígena: entre el estatuto colonial y la república independiente. De la segregación a la asimilación 77 C LUQUE ALCAIDE, Elisa y Josep-Ignasi Saranyana (1992), La iglesia católica y América, Madrid, Mapfre.
Pp. 63- 86 y HERA, Alberto de la (1992), Iglesia y corona en la América española, Madrid, Mapfre. Pp. 37- 50.
Citados ambos en: CEDEÑO PEGUERO, María Guadalupe, Religiosos y educación. Métodos y enseñanzas en el
antiguo obispado de Michoacán. En: Revista Mexicana de Historia de la Educación. vol. I, núm. 1, P. 39,
consultado el 15- 09- 2011, de http://www.somehide.org/component/zoo/item/cedeno.html?Itemid=133 78 Ibid. P. 39 79 Los jesuitas hicieron su aparición en Nueva España en 1572, extendiendo su labor hacia Guanajuato, San Luis
Potosí y Coahuila, para marchar luego en dirección norte hacia Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua y
Durango. 80 Ibid. P. 40
Capítulo primero. Algunas coordenadas
50
En estas escuelas se impartía el catecismo: …”que consistía en aprender las oraciones, guardar
los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, así como alcanzar los sagrados
sacramentos”81. Los doctrinandos eran separados por edad, sexo y condición social. Al
principio los adultos acudían a la doctrina durante una hora diaria; pero en la medida que
acogían la nueva fe y los niños se incorporaban a la instrucción doctrinal, los adultos asistían
solamente los días domingos82. Las niñas acudían a la doctrina, e incluso seguían haciéndolo
hasta casarse, fungiendo algunas como maestras de otras niñas. En los varones se impartía con
mayor esmero por cuanto tenían una participación social más activa. Muchos actuaban como
auxiliares de los sacerdotes en las tareas de la escuela mediante el sistema de la enseñanza
mutua, sobre todo porque a veces faltaban sacerdotes que cubriesen todas y cada una de las
poblaciones, parroquias o misiones.
Los regulares recurrieron a una organización que integraba a estos aventajados alumnos
quienes servían para el traslado de los niños a la doctrina, en la preparación y ejecución de
actividades religiosas, como por ejemplo el control de los bautizados que recibirían la
confirmación en la Cuaresma, velando por el cumplimiento de la comunión y confesión de los
feligreses indígenas y por la moral de los pobladores de las misiones denunciando el adulterio,
las borracheras, etc83. Algunos autores afirman que los misioneros llegaron a formar maestros
indios para los muchachos y muchachas”84.
Algunas de las escuelas de doctrina se distinguieron por su organización y por el programa
impartido, que incluía lectura, escritura, aprender a contar y aprendizaje de la música, un
81 BASALENQUE, Diego de (1989), Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, p. 42.
Morelia Balsal (editores) 1989. Ibid. P. 40, consultado el 10- 10. 2012, de
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080027706/1080027706.html 82 Algo similar a estas escuelas de doctrina novohispanas encontraremos en los pueblos de misión fundados y
regentados por los franciscanos de Píritu a los largo del siglo XVII. Ver al respecto el punto 3.3.- Los
franciscanos. Las misiones de Encarnación de Píritu, Orinoco y Río Negro 83 CEDEÑO PEGUERO, María Guadalupe, Ob. cit. P. 40- 42 84 RICARD, Roberto. La conquista espiritual de Nuevo México. Pp. 182- 184. Citado en: CEDEÑO PEGUERO,
María Guadalupe, Ob. cit. p. 42
Capítulo primero. Algunas coordenadas
51
ejemplo es el convento agustino de Charo y su doctrinero durante veinte años, el fraile
Francisco de Acosta85.
Pero, sería erróneo pensar que la mayoría de estas instituciones lograron el mismo desarrollo
pues no todas gozaban de los mismos recursos y posibilidades. Las poblaciones alejadas de los
grandes centros urbanos eran, por lo general, menos atendidas y las carencias mucho más
notorias. Buena parte funcionaba en los atrios de las iglesias, a esta instrucción se reducía la
que recibían los indígenas pobres y las otras castas menos favorecidas, además del aprendizaje
de oficios tenidos como necesarios.
Pilar Gonzalbo sostiene que, pese a que esa inmensa mayoría quedó al margen de la educación
escolarizada propiamente tal, no aprendió a leer y a escribir o a realizar operaciones
aritméticas, mucho menos accedió a estudios superiores y ni siquiera aprendió a hablar el
castellano, incorporó importantes conjuntos simbólicos y materiales de la cultura del
colonizador dentro de su propia cultura, como es aún hoy evidente:
“No podemos olvidar que durante los trescientos años de vida colonial, la inmensa mayoría de
la población quedó al margen de la instrucción en escuelas o colegios y, sin embargo, a todos o
a casi todos los habitantes de la Nueva España alcanzó de algún modo el mensaje educativo”86.
Con ello no se pone en tela de juicio, ni mucho menos, el etnocidio o los procesos de
desestructuración étnica, explotación inhumana, expoliación de recursos, destrucción del
legado cultural material y espiritual, guerras, enfermedades y desaparición física que sufrieron
los pueblos indígenas; antes bien, se trata sí de poner de relieve que el régimen coercitivo de la
misión a América cimentó sobre él un sólido sistema en el que los pueblos indígenas sufrieron
transformaciones culturales radicales donde las instituciones, tenidas en la actualidad como
educativas por sus fines manifiestos, contenidos y métodos empleados (escuelas, colegios y
doctrinas) sólo pueden cumplir esos fines, que no son otros que modelar el coloniaje dentro de
ese régimen misional.
85 85 Ibid. P. 42 86 GONZALBO, Pilar, ob. cit. P. 24
Capítulo primero. Algunas coordenadas
52
Al menos en Nueva España tuvieron lugar experiencias educativas que, al decir de Sergio
Rodríguez Lorenzo, se podrían clasificar en: internados femeninos, centros interraciales,
centros interclasistas, colegios de enseñanza media, educación de niños, escuelas elementales
y colegios de niños nobles. De todos éstos, sólo los dos últimos llegaron a configurar una
unidad espacio-temporal; el resto apareció siempre de forma puntual, sin la sistematización de
las escuelas elementales y los colegios de niños nobles87.
Los internados para niñas y jóvenes indígenas estaban dirigidos a jóvenes cacicas y principales
de los pueblos indígenas. El plan de estudios contemplaba el aprendizaje de la doctrina
cristiana, memorización de oraciones en lengua española, leer en castellano a través de
cartillas y lecturas de comprensión de libros ejemplares, preparación para ejercer eficazmente
su puesto en la sociedad88. Probablemente en algunos se enseñaba algo o mucho más de lo que
ordenaban las leyes como en el Colegio de Cacicas de Corpus Christi89.
Los centros interraciales estaban integrados por españoles e indígenas, principalmente hijos de
caciques, excepcionalmente eran aceptados negros y mestizos. Funcionaron bajo las
modalidades de internado y externado. En algunos casos como escuelas elementales en los que
87 BORGES, Pedro. Misión y civilización en América, Madrid, 1986, p. 227 y Luque Alcaide, La educación y la
evangelización: Colegios y Universidades. En: Historia de la Evangelización en América (Actas), Ciudad del
Vaticano, 1992, pp. 536- 538. Citados en: RODRÍGUEZ LORENZO, Sergio. Un capítulo de la historia de la
escritura en América: La enseñanza de las primeras letras a los indios en el siglo XVI. En: Anuario de Estudios
Americanos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, tomo LVI, 1999, pp. 48- 49 consultado el 25-04-
2011, de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=53925
El sistema educativo colonial en Nuevo México estaba conformado por un nivel universitario o superior, en el
que se encontraban los colegios mayores y la universidad, otro de estudios menores, constituido por escuelas en
las que se aprendía a leer, escribir y contar, y un nivel superior o de segunda enseñanza donde se preparaban
quienes aspiraban entrar a los estudios superiores siendo uno de sus principlaes objetivos dominar el latín. Cfr.
REYES MORALES, Cayetano, Un día de clases en la época colonial. El Colegio de Michoacán. En: Relaciones.
Estudios de Historia y Sociedad, vol 5, n° 20, Zamora, pp. 7- 36, consultado el 12-12-2010, de
http://www.colmich.edu.mx/files/relaciones/020/pdf/CayetanoReyesMorales.pdf 88 MURIEL, Josefina, La sociedad novohispana y sus colegios de niñas, México, UNAM, 1995, p. 79. Citado en:
CRUZ PASOS, Patricia, La educación de las mujeres de la nobleza indígena novohispana. Propósitos y
realidades. P. 62, consultado el 10-10-2013, de www.americanistas.es/biblo/textos/s04/s-04-09.pd 89 …”las niñas de la nobleza indígena aprendieron a leer, escribir y contar, esto es aritmética elemental, labores
femeniles, cocina, canto, música y doctrina cristiana, como una preparación para ser esposas y madres de familia,
es decir, educadoras de sus propias hijas. De este modo la cultura hispana dimanaba de las cacicas a ese pueblo
que formaban las macehuales que ellas instruían” (MURIEL, Josefina, Las indias cacicas en la época colonial.
En: Arqueología Mexicana, 1998, p. 59. Citado en: CRUZ PASOS, Patricia. Ob. cit. P. 63
Capítulo primero. Algunas coordenadas
53
se enseñaba catecismo, canto, lectura y escritura90, o bien, eran colegios de enseñanza superior
(gramática, arte, teología), como el Colegio de Tiripitío establecido por los agustinos en
Michoacán hacia 154191. Los colegios interclasistas fueron una experiencia desarrollada por
los jesuitas, como una modalidad intermedia entre las escuelas elementales y los colegios para
nobles, siempre como internados, aceptaban a niños indígenas pobres (los seminarios de
Tepotztlán, de 1582 y el de San Gregorio, de 1586). En ellos se enseñaba castellano, lectura,
escritura, catecismo, música y oficios (platería, pintura y escultura)92. Los colegios de
enseñanza media constituyeron apenas dos experiencias, ambas fundadas por los franciscanos
en Tlatelolco y Quito. No llegaron a ser universidades propiamente tales:
…”pues suponían un nivel superior al elemental, aunque no alcanzaban el universitario (…) La
enseñanza se compuso, en principio, de lectura, escritura y gramática (latín), pero con el
tiempo se fue ampliando a la retórica, la astrología, el castellano e incluso la medicina. Por otra
parte, encontramos a niños pertenecientes a la nobleza indígena que eran enviados a España a
estudiar en conventos, iniciativas que fueron siendo restringidas por las autoridades coloniales
y finalmente prohibidas para privilegiar su estudio en los colegios novohispanos y peruanos93.
Ahora bien, en lo que respecta a la educación de los niños llamados nobles, hijos de caciques y
principales, es importante recordar que en el territorio mexicano y al sur, en Perú, Bolivia y
Ecuador, el conquistador encontró sólidas y centralizadas estructuras políticas imperiales, con
una organización social jerárquica sobre la cual se impuso el poder imperial. Bien temprano
tuvieron conciencia de la importancia de educar a aquellas elites, que las entendieron y
90 Tales son los casos del Colegio del Nombre de Jesús a cargo de los agustinos en1537, o el jesuita de San Juan
de Oaxaca fundado en 1575 91 RODRÍGUEZ LORENZO, Sergio, ob. cit. P. 49 92 Idem. 93 “A medida que iba avanzando la Conquista, había que evangelizar masivamente a los indios, y en un principio,
los sacerdotes eran muy pocos. Entre las primeras soluciones estuvo la de mandar a los hijos de caciques a
España para que volvieran a sus tierras con toda la capacidad de buenos evangelizadores. Una cédula real de
1526, que no fue obedecida, ordenaba que veinte hijos de caciques fuesen enviados a la península (…) Pero con
la extensión del territorio conquistado, y la consiguiente multiplicación de los jóvenes por educar, esta solución
se volvió imposible. Más práctico era formar un clero indígena sobre el propio terreno. Los caciques serían los
más eficaces para obtener la conversión de sus indios, por la autoridad que gozaban sobre ellos. Por esto, las
cédulas reales recomendaron que los religiosos encargados de una doctrina educaran y dieran de comer a sus
hijos. También —reiteradamente— ordenaban que se establecieran escuelas en los conventos y en los pueblos”.
OSORIO ROMERO, I., 1990, La Enseñanza del Latín a los Indios; México. Universidad Nacional Autónoma de
México, p. XVI. Citado en: ALAPERRINE-BOUYET, Monique, La educación de las elites indígenas en el Perú
colonial. P. 35, consultado el 10-10- 2012, de http://books.openedition.org/ifea/652
Capítulo primero. Algunas coordenadas
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conceptualizaron como caciques o nobles94. Para ellos hubo tratos especiales, sobre todo en la
educación que recibieron dentro del nuevo orden colonial:
…“la nobleza indígena tuvo un trato especial, al ser instrumento clave en la instauración del
nuevo orden colonial: fueron excluidos del tributo al rey, pudieron usar armas y caballos, pero
sobre todo, se instituyó la figura del cacicazgo, una combinación de derechos y privilegios
sobre tierras, mano de obra, poder heredar el título de cacique y ostentar escudo de armas, a la
manera de la nobleza hispánica. Formalmente fueron separados de la administración de justicia
y de la recaudación de tributos, pero en la práctica, muchos caciques siguieron detentando el
poder local a través del cargo de gobernador hasta el fin de la época colonial”95.
El interés por el control cultural de las elites a través de su educación se observa desde las
Leyes de Burgos (1512), donde se ordenaba a los franciscanos que los hijos de caciques
mayores de trece años fuesen educados en lectura, escritura y doctrina durante cuatro años96.
Y para 1513, en la Isla de La Española el clérigo Hernando Suárez recibía el nombramiento de
maestro de gramática para que enseñase igualmente a los hijos de los caciques el latín97.
Había opiniones encontradas acerca de si debía o no educarse a los caciques y nobles, al
menos en el caso del Perú fue notoria; quienes defendían este punto de vista consideraban que
el educarlos contribuía a la desestabilización del régimen instaurado por España; sin embargo,
94 Ver al respecto el artículo de MIRA CEBALLOS, Esteban, La educación de indios y mestizos antillanos en la
primera mitad del siglo XVI. En: Revista Complutense de Historia de América, Madrid, Universidad
Complutense, Nº 25, 1999, pp. 51-66, consultado el 03-03-2012 de
http://revistas.ucm.es/index.php/RCHA/article/view/RCHA9999110051A/28785 95 AGUIRRE, Rodolfo, Los caciques en las instituciones españolas durante el período colonial tardío. Una
primera aproximación. En: MORENO- BONETT, Margarita y María González Domínguez (Coordinadoras), La
Génesis de los Derechos Humanos en México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2006, Pp. 15- 26,
consultado el 10- 12- 2013, de http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/5/2289/2.pdf
No existe consenso en torno a la significación del poder real que detentaron estos gobernadores pertenecientes a
la elite indígena prehispánica durante los primeros dos siglos de ocupación colonial, al menos en el caso de
Nuevo México. Para algunos, el poder de esas castas se fue perdiendo paulatinamente para ser ejercido por
personas pertenecientes a los pueblos indígenas no ligadas directamente a esos linajes (Cfr. CRUZ, Patricia,
Cabildos y cacicazgos: alianza y confrontación en los pueblos de indios novohispanos. En: Revista Española de
Antropología Americana, Madrid, Universidad Complutense, vol. 34, 2004, pp. 149- 162, consultado el 12-08-
2011, de http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA0404110149A 96 MURO OREJÓN, Antonio, Ordenanzas reales sobre indios: Leyes de Burgos de 1512. En: Anuario de
Estudios Americanos, Sevilla, Vol. XIII, 1956, pp. 64- 85. Citado en: RODRÍGUEZ LORENZO, Sergio, ob. cit.
P. 57 97 GIL FERNÁNDEZ, Juan, El libro grecolatino y su influjo en Indias. Libro Homenaje a Enrique Segura
Covarsi, Bernardo Muñoz Sánchez y Ricardo Puente Broncero, Badajoz, 1986, p. 85. Idem.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
55
lo cierto es que al controlar a los curacas como autoridades directas en los pueblos, se
controlaba todo el entramado imperial, de allí la necesidad de educarlos a ellos y a sus hijos:
“Cuando el poder español sustituyó al inca, la cumbre de la pirámide de las jerarquías perdió su
control sobre la economía y la política del país: solo quedaron los caciques principales
haciendo de bisagra entre la república de indios y la administración colonial. Esta
administración para controlar los recursos y recoger el tributo se coló en el molde inca,
tratando con el cacique principal y modificando a su vez las normas de sucesión al imponer
que el hijo mayor heredase el título, según el modelo del mayorazgo. La utilización de la
cuadriculación poblacional elaborada por los incas, y del poder del cacique principal sobre sus
indios, era el mejor modo de percibir eficazmente el tributo y de controlar las masas. Todos los
partidarios de la creación de los colegios de caciques argüían que la autoridad del cacique era
la mejor garantía para lograr la evangelización de los indios, porque estos últimos los
respetaban, temían e imitaban”98.
Uno de los colegios para caciques y nobles fue fundado por los franciscanos en Quito (1552),
llamado de San Andrés el que, junto al establecimiento de la Cofradía de Veracruz de
Naturales, formó parte del amplio proyecto colonial que: ...”necesitaba formar una población
indígena bicultural que interpretara ante el conjunto de la sociedad nativa los códigos y valores
de la cultura occidental, con fines de control social y político”99.
98 ALAPERRINE-BOUYET, Monique, ob. Cit., p. 33. Habría que agregar que los indígenas cobraron conciencia
de la importancia de la lectura y la escritura, para usarlas como instrumento de defensa de sus derechos, o bien,
para reconstruir la historia de sus pueblos. Así, por ejemplo: …”El ynga Tito Cusi Yupanqui, en
su ynstrucción reconoce la poca fiabilidad de la memoria”…, mientras que Huamán Poma de Ayala reconocía la
importancia del papel y la tinta (Ibid. Pp. 34- 35). Las obras en cuestión son: Instrucción del Inca Don Diego de
Castro Titu Cusi Yupanqui al Licenciado don Lope García de Castro. En: Relación de la Conquista del Perú y
hechos del Inca Manco II. Ed. Horacio Urteaga, Colección de Libros y Documentos relativos a la Historia del
Perú, t. II. Lima: Imprenta y Librería San Martí y Compañía, 1916, consultado el: 12-10-2012, de
http://mith.umd.edu/eada/html/display.php?docs=titucusi_instruccion.xml&action=show. Y Felipe Guamán
Poma de Ayala, Nueva crónica y Buen gobierno, Biblioteca Ayacucho, 2 tomos números 75 y 76. (Transcripción,
prólogo, notas y cronología: Franklin Pease García), consultado el 15-10-2012, de
http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=103&begin_at=64&tt_products=75 y
http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=103&begin_at=64&tt_products=76 99 FERNÁNDEZ RUEDA, Sonia: El colegio de caciques de San Andrés: conquista espiritual y transculturación.
En: Procesos, Revista Ecuatoriana de Historia, No. 22, 2005, Corporación Editora Nacional, Quito, p, 12,
consultado el 09- 08- 2010, de http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/1736/1/RP-22-ES-
Fern%C3%A1ndez.pdf.
Señalemos, aunque no sea nuestro objeto de atención principal, que de acuerdo con la clasificación aportada por
Sergio Rodríguez (Cfr. RODRÍGUEZ LORENZO, Sergio, ob. Cit), este Colegio es una de las dos experiencias
de enseñanza media fundadas por los franciscanos, en este caso en Quito. El otro es el de la Santa Cruz de
Santiago de Tlatelolco en México por Bernardino de Sahagún.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
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Si bien a este establecimiento acudían niños indígenas pertenecientes a los estratos menos
favorecidos, que no eran ni se les consideraba hijos de nobles, caciques y/o curacas, los
franciscanos establecieron una diferenciación de la educación impartida a ambas clases de
alumnos. Para los hijos de caciques y principales se administraba una cuidadosa catequesis,
mientras que para los segundos era más rudimentaria. En este convento llegaron a educarse
dos hijos del Inca Atahualpa100, además de hijos de nobles pertenecientes a las elites locales de
Quito y sus alrededores y de las actuales provincias de prácticamente todo el corredor andino
ecuatoriano (Azuay, Cañar, Chimborazo, Tungurahua, Cotopaxi, Imbabura y Carchi). El
programa del Colegio incluía la enseñanza de oficios, latín, castellano, quechua y música101.
Encontramos colegios para caciques en Perú regentados por los jesuitas, específicamente en
las ciudades de Lima (El Cercado) desde 1618, y el de San Borja en el Cuzco desde 1621,
permaneciendo bajo la administración de esta Orden hasta el momento de su expulsión.
En México tenemos a Pedro de Gante, quien al parecer fue el primero en ocuparse en la
educación de los indígenas102. Fueron frailes franciscanos quienes establecieron por primera
vez escuelas en México, Tlazcala y Huexotzingo. El mismo Fray Pedro de Gante fundó el
Colegio de San José de los Naturales donde, además de las primeras letras, no tardó en agregar
latín, gramática, canto y música: “Estableció distintos talleres: sastrería, zapatería, carpintería,
pintura, escultura, etc. Convirtió su escuela en la primera de artes y oficios que existió en
América”103. A semejanza de Ecuador y Perú, los franciscanos diferenciaban la educación
impartida a nobles indígenas y a pobres indígenas:
“En la provincia llegaron a otros extremos. Los hijos de principales eran reunidos en las
escuelas, en donde recibían las enseñanzas. Los hijos de macehuales eran llevados al patio del
100 Ibid. P. 15 101 “El humanismo de fray Jodoco se plasmó, entonces, en la fundación de la escuela artesanal, pensada, como
vimos, para que los indígenas aprendieran a más de todo género de oficios, la escritura, la lectura, el castellano, el
latín, el quichua, el catecismo y también a hacer yugos, arados carretas (...) la manera de contar en cifras de
guarismo y tañer los instrumentos de música, tecla y cuerdas, saca buches y trompetas y cometas, y el canto de
órgano”. Citado por fray Francisco Maria Compte, Varones Ilustres de la Orden seráfica en el Ecuador, desde la
fundación de Quito hasta nuestros días, Quito, Imprenta del Gobierno, 1883, p.25. Ibid. P. 18 102 ZEPEDA RINCÓN, Tomás (1933), La instrucción pública en la Nueva España en el siglo XVI, Tesis de
Maestría en Ciencias Históricas, México, UNAM, 139 págs. Citado en: REYES MORALES, Cayetano, ob. cit.
P. 14 103 103 Ibid. P. 15
Capítulo primero. Algunas coordenadas
57
convento, en donde sólo se les enseñaba la doctrina cristiana. Señalaban que los indios
comunes no necesitaban aprender a leer y escribir, ni a contar”104.
A la muerte de Gante las escuelas de ciudad de México fueron cerradas para abrir nuevamente
con los jesuitas años más tarde. La enseñanza en manos de los jesuitas al parecer pasó a ser
más selectiva105. Con todo y que la mayoría de la población indígena de Nuevo México y de
todo el Continente no tuvo acceso a las primas letras, no significa que niños no pertenecientes
a las elites indígenas pudieran acceder a la enseñanza elemental de las escuelas del noble arte
de leer, escribir y contar, o de primeras letras. Al menos así lo afirmó Jerónimo de Mendieta:
…”aunque en algunas partes hubo descuido de hacer esta diferencia (especialmente en los
niños del pueblo pequeños donde es poca la gente), que sin distinción se enseñan a todos lo
niños, hijos principales y plebeyos, a leer y escribir en las escuelas”106.
No podemos dejar de mencionar el Colegio de la Santa Cruz de Santiago de Tlatelolco
fundado por Fray Bernardino de Sahagún en México, aunque de efímera existencia tras la
muerte del fraile, pues fue abandonado por los franciscanos pudiendo subsistir unos pocos
años más con el respaldo de la Corona. Este establecimiento fue objeto de polémicas y
depositario de los sueños de algunos españoles –sacerdotes y seglares- por llevar la educación
de inspiración y factura colonial. Por los estudios que brindaba era una forma mediante la cual
los hijos de caciques y nobles podrían acceder a la Universidad107. Durante un tiempo se
dedicó a la formación de sacerdotes indígenas hasta que le fuera prohibido.
Algunos frailes que actuaron en Nuevo México influenciaron las experiencias educacionales
que tuvieron lugar en lo que luego fue Venezuela. Tal es el caso de Vasco de Quiroga, cuyo
104 Ibid. P. 16 105 Ibid. Pp. 15-16 106 MENDIETA, Jerónimo Fray, Historia eclesiástica indiana, Madrid, 1973, Libro IV, Cap. XVI, p. 43. Citado
en: RODRÍGUEZ LORENZO, Sergio. Ob. Cit. P. 51 107 “El objetivo era la enseñanza del latín y los autores clásicos (Gramática), historia, retórica, oratoria, filosofía,
astronomía, teología y medicina: constituía, en definitiva, la puerta de acceso a la Universidad. La enseñanza
solía durar tres años, y entre los profesores hubo verdaderos maestros que aún hoy día conservan su prestigio, tal
fue el caso de Focher o fray Bernardino de Sahagún”. Rodríguez Lorenzo, Sergio. Ob. Cit. P. 61
Capítulo primero. Algunas coordenadas
58
pensamiento y obra lo postulan como uno de los utopistas más prolijos del escenario
americano del período colonial, firme defensor de los indígenas y de la llamada conquista
pacífica junto, naturalmente, a figuras de la talla de Bartolomé de Las Casas108.
Quiroga pondrá en práctica una serie de iniciativas comenzando por la fundación de Santa Fe
a dos leguas de la ciudad de México, su primer ensayo utópico, Se trata de un pueblo o
pueblos con cierta comunidad de bienes, con su escuela, hospital e iglesia. Lo que más llamó
la atención fue lo del hospital para los enfermos, ancianos y niños. Los hospitales eran más
que casas de cura para enfermos porque tenían también sus almacenes109. Sin embargo esa
108 En efecto, a juicio de Fernando Campo del Pozo, Quiroga fue desde los primeros instantes firme defensor de
la conquista pacífica y de la separación de los indígenas en un régimen especial, bajo la figura de la república de
indios a cargo de los misioneros de las órdenes regulares. Ver al respecto las referencias que hacemos en el
acápite: 1.1.- El indígena: entre el estatuto colonial y la república independiente. De la segregación a la
asimilación, en el presente capítulo.
Para el autor agustino de larga trayectoria en Venezuela, Quiroga polemizó con autoridades eclesiales y
funcionarios reales sobre la necesidad de producir esa separación, que salvaría a los indígenas de los
encomenderos y permitiría llevar a cabo los ensayos de los cuales fue uno de sus más representativos artífices.
Así promovió las reducciones: “Se entiende por reducción a una especie de misión con un pueblo o pueblos de
indígenas convertidos al cristianismo, que viven en forma de república cristiana conforme al espíritu del carisma
o Regla de los religiosos evangelizadores. Se plantea en México una cuestión delicada en 1531 y 1532 sobre la
solución que debía darse al problema de los indios, con opiniones diferentes entre los oidores. Su nuevo
presidente, Sebastián Ramírez de Fuenleal, que era también obispo de Santo Domingo, se inclinaba por mantener
a los indios como vasallos y que pagasen tributo a los conquistadores y pobladores, que tenían repartimientos;
mientras que el oidor Ceynos optaba porque sólo algunos indios, como una media parte, se diesen en
encomienda”. CAMPO DEL POZO, Fernando, Don Vasco de Quiroga, promotor de la educación indígena. En:
Revista Historia de la Educación Latinoamericana, Bogotá, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
Vol. 13, año 2009, P. 72 consultada el 09-09-2011, de http://dialnet.unirioja.es/servlet/ejemplar?codigo=242344
Para Campo del Pozo y otros, Quiroga quiso poner en práctica lo que Tomás Moro expuso en su Utopía. Este
fraile ejerció como Obispo de Michoacán, antes, en la Península, prestó sus servicios a los reyes católicos en
Granada y Orán como juez (1525).
Además del artículo de Fernando Campo del Pozo hemos consultado el trabajo clásico de: ZAVALA, Silvio. La
Utopía de Tomás Moro en la Nueva España. En: La Utopía de Tomás Moro en la Nueva España, y otros
estudios. Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas, México, 1937, pp.1-29; Recuerdo de Vasco de
Quiroga. Porrúa, México, 1987; MUNDACA MACHUCA, Diego, Vasco de Quiroga en Nueva España (1470-
1565). Rasgos de una mentalidad utópica. En: Tiempo y Espacio, Universidad de Bio Bio, Chile, n° 24, 2010,
consultado el 10- 10- 2012, de
http://www.ubiobio.cl/miweb/webfile/media/222/Tiempo/2010/VASCO%20DE%20QUIROGA%20EN%20NU
EVA%20ESPA%C3%91A%20(1470-1565).pdf; AGUAYO SPENCER, Rafael; Don Vasco de Quiroga.
Pensamiento Jurídico Antología. Edición preliminar y notas de José Luis Soberanes Fernández, Grupo Editorial
Miguel Ángel Porrúa, 1986, consultado el 15-08- 2012, de http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=638
Es de acotar que a juicio de José del Rey Fajardo, las concepciones utópicas estuvieron presentes e inspiraron a
los jesuitas de las reducciones del Paraguay, pero su influencia llegó a territorios orinoquenses en el siglo XVIII.
Ver en el Capítulo Tercero el acápite titulado: 3.1.- Los Jesuitas 109 CAMPO DEL POZO, Fernando, ob. cit. 72
En lo relativo a la actividad escolar Campo sostiene que: “Se planificaron calles, se construyeron casas decentes y
bastante bien iluminadas con ventanas, se canalizaron las aguas para el riego de los campos y las plantaciones,
Capítulo primero. Algunas coordenadas
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experiencia fue efímera, siendo abandonada al poco tiempo por los agustinos, a cuyo cargo
quedó durante algunos años.
Una vez nombrado Obispo de la Diócesis de Michoacán, funda en el año 1542 el Colegio de
San Nicolás de Pátzcuaro para la formación de clérigos españoles puros dependiente de la
Catedral michoacana. Pese a esto, el instituto admitía a indígenas que aprendieran el
castellano, y a su vez: …”enseñaran a los españoles las lenguas propias de su tierra: el tarasco,
el azteca y el otomí”110.
Estas experiencias dieron pie a la difusión de otras similares en el concierto de las misiones
que iban apareciendo con el correr de los años, e influyeron en los experimentos educacionales
allende Nuevo México y la Real Audiencia quiteña. Este es el parecer de Fernando Campo del
Pozo, quien afirma que así ocurrió con los agustinos en el Paraguay, pero también con relación
a curas doctrineros que actuaron en los estados andinos hoy venezolanos dependientes durante
un período considerable del Obispo de Popayán:
“Este ensayo lo pusieron en práctica algunos franciscanos y los jesuitas en el Paraguay, Fray
Agustín de Coruña lo intentó introducir en el Nuevo Reino de Granada, al ser nombrado
Obispo de Popayán, donde compuso algunos cánticos para los indios. Se preparó con este fin a
los doctrineros agustinos en el convento de San Agustín de Quito con el colegio de San
etc. Con el producto, después de dar a cada uno lo que necesitaba, se cubrían los gastos del hospital y colegio,
donde se educaban los muchachos. Los mayores podían aprender también a leer y escribir, canto llano, etc. (Ibid.
P. 75). Esta experiencia, en razón de su organización comunal y de que se fundaron establecimientos educativos y
un hospital para el cuidado de enfermos, se le conoce como escuela- hospital, lo cual procurará repetir en los
ensayos posteriores. Así procederán los agustinos, acompañando al convento y la escuela con un hospital: “Al
lado de cada doctrina y convento funcionaba indefectiblemente una escuela y un hospital, como observa el P.
Alipio Ruiz Zavala, que menciona entre los centros propios de los agustinos a Yuririapúndaro, Cuitzeo,
Tacámbaro, Guadalajara, Valladolid, Atotonilco, México, Puebla, Las Habana, Oaxaca, Atlixco, Culhuacán, etc.
Aun en lugares tan pequeños como Malinalco, llegaron a establecer estudios de moral y lenguas indígenas”.
RUIZ ZAVALA, Alipio. Historia de la provincia agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de México, 1,
México, Ed. Porrúa, 1984, p. 406. Es ratificado esto por JARAMILLO, Roberto. Los Agustinos de Michoacán,
1602-1652. La difícil formación de una provincia, México, Orden de San Agustín, pp. 23, 27 y 275; CAMPO
DEL POZO, Fernando. (2007): El modelo universitario agustiniano en América, pp. 35-39. Citados en: Ibid. P.
77 110 MARTÍN HERNÁNDEZ, Francisco, EL Colegio de San Nicolás de Michoacán a fines del XVIII y principios
del XIX. En: Estudios de historia social y económica de América, Universidad de Alcalá de Henares, Número 16/
17, 1998, p. 289, consultado el 01- 03- 2011 de http://hdl.handle.net/10017/6193
Capítulo primero. Algunas coordenadas
60
Nicolás, donde se formaron algunos de los doctrineros que evangelizaron a Venezuela a finales
del siglo XVI y comienzos del XVII, porque los conventos y doctrinas de Venezuela
dependieron de la provincia de San Miguel de Quito con el colegio de San Nicolás, donde se
formaron algunos de los doctrineros que evangelizaron a Venezuela a finales del siglo XVI y
comienzos del XVII, porque los conventos y doctrinas de Venezuela dependieron de la
provincia de San Miguel de Quito (…) En Venezuela se puso en práctica en la misión y
reducción de Aricagua, Estado Mérida, desde finales del siglo XVI hasta el siglo XIX”111
De estos primeros capítulos de la puesta en escena de las instituciones educativas, citemos
algunas referencias a lo actuado en territorio venezolano. Las primeras tentativas
evangelizadoras franciscanas y dominicas provenientes de La Española tienen lugar en las
costas de Cumaná, donde al parecer se ensayaron internados con niños y jóvenes indígenas en
el año 1519112, aunque, al decir de Francisco López de Gómara según lo refiere Rafael
Fernández Heres, la fundación del primer plantel ocurrió tres años antes, en 1516, en el que se
instruía en la doctrina cristiana, y se enseñaba a leer, escribir y a responder la misa. El mismo
había sido ordenado mediante Real Cédula del 8 de noviembre de ese año: …”para la
instrucción religiosa y civil de niños indios principales a cargo de los franciscanos”…113
Esas experiencias inspiran y orientan las que más tarde aparecen en otros espacios, como es el
caso que nos ocupa en la antigua Provincia de Guayana. Cuando los franciscanos, jesuitas y
capuchinos lleguen a la región y logren consolidarse en el siglo XVIII traen un caudal de
experiencias acumuladas114.
Forzada por la necesidad de extender y profundizar el adoctrinamiento de los pueblos
indígenas, la Iglesia se recordaría permanentemente ese ineludible deber. En el Concilio
Provincial de Santo Domingo (1622- 1623), se instituía la obligatoriedad de los curas párrocos
111 Ibid. P. 77 112 KONETZKE, Richard: Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica
(1493-1810), Madrid, 1953-64, Tomo II, pág. 11. Ibid. P. 57 113 FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Conquista espiritual de Tierra Firme. P. 227 114 Hemos citado algunas noticias sobre la actividad educativa en las misiones de los franciscanos, jesuitas y
capuchinos en el Capítulo Tercero: 3. La Iglesia en Guayana. De la Colonia a los primeros años de vida
republicana.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
61
diocesanos de crear escuelas: ...”para niños donde se enseñe a leer y escribir para que más
fácilmente aprendan la doctrina cristiana y el idioma español”115. Sin embargo, ello era
obstaculizado por la falta de sacerdotes del clero secular; en el Oriente y Sur de Venezuela, es
decir en las jurisdicciones misionales de Píritu bajo responsabilidad de los franciscanos, en las
misiones en la Provincia de Cumaná y en Guayana, pese a la necesidad y opción manifiestas
en el Concilio de profundizar la evangelización de los indígenas no restaba otra opción que los
misioneros 116.
El Concilio de Santo Domingo, contemporáneo con la fundación de las misiones de Píritu, no
olvidó el imperativo de profundizar la formación de los pueblos de indios al cuidado de los
frailes misioneros, protegiéndoles de los abusos de los encomenderos. Estos pueblos deberían
contar todos con templos y escuelas:
“De análogo y vigoroso tenor son las constituciones relativas a la estabilidad o domicilio de los
indios, a los que no se les debe llevar de una parte a otra (& 3), ni se les ha de imponer una
jornada laboral de abuso por los encomenderos (& 5). Los pueblos de indios estarán dotados y
hermoseados de escuelas y templos (& 2). En fin, el Concilio lanza un grito de paz y alerta
para que nadie declare la guerra a los indios así porque sí, y menos con el oscuro propósito de
esclavizarlos”117.
1.3.2.- La política de la Corona respecto de las lenguas o idiomas indígenas y las escuelas
de lectura y escritura para el aprendizaje del castellano
115 FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Ob. cit. P. 185 116 ...“la evangelización de los indios caía dentro de las líneas de fuerza de la realidad del Novus Orbis desde el
alba misma de su Descubrimiento. En Cuba, Jamaica, y la Española, pese a la merma pavorosa, la población
aborigen era aun considerable; y era mayoritaria en Venezuela, inmenso país que pastoreaban, en el Oriente, el
Obispo de Puerto Rico, y en el poniente, el de Caracas”. HUERGA, Álvaro O.D., El Concilio Provincial de
Santo Domingo. En: Quinto Centenario, Universidad Complutense, Madrid, Volumen 16, 1990, p. 107,
consultado el 10-10-2013 de http://revistas.ucm.es/index.php/QUCE/article/view/QUCE9090110101A 117 Ibid. P. 110
Capítulo primero. Algunas coordenadas
62
Sobre este compleja cuestión existe una importante bibliografía que, para el caso venezolano,
cuenta con el aporte de estudiosos contemporáneos algunos de ellos pertenecientes a las
órdenes religiosas actuantes durante el período colonial118. Rafael Fernández Heres ha
realizado un trabajo de sistematización de estas contribuciones, con inclusión de lo hecho
durante el período colonial consistente en cartillas, vocabularios, confesionarios,
catecismos119; en atención a los objetivos de este trabajo, interesa no tanto el comentar esa rica
e significativa producción como las actitudes de la Corona y de las órdenes misioneras
respecto de su uso120. En este sentido, Fernández Heres distingue tres posturas básicas que se
sostuvieron a lo largo del período colonial:
- la representada por la Corona, que en algunos casos toleraba la conservación de las
lenguas o idiomas indígenas, pero insistiendo en la necesidad de la enseñanza del
castellano;
- los religiosos, igualmente comprometidos en la castellanización de los indígenas,
pero entendiendo que era necesario el conocimiento de los idiomas como medio de
penetrar de mejor manera a las culturas originarias;
- una tercera postura viene dada por el bilingüismo, que defendían y así lo
practicaron los franciscanos, capuchinos, agustinos y jesuitas al menos en el caso
venezolano121.
118 Algunos de los autores y sus trabajos: CAMPO del POZO, Fernando, Los agustinos y las lenguas indígenas de
Venezuela. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello. Editorial Arte, 1979; CARROCERA, Buenaventura de.
Lingüística indígena venezolana y los misioneros capuchinos. Caracas: UCAB, 1981; BRICEÑO PEROZO,
Mario, La obligación de enseñar el castellano a los aborígenes en América. Caracas, Academia Venezolana de la
Lengua, 1987; REY FAJARDO, José del, Los Jesuitas y las lenguas indígenas venezolanas. En: REY
FAJARDO, José del y otros. Misiones Jesuíticas en la Orinoquia, tomo II, pp. 5- 128; GÓMEZ PARENTE,
Odilo. Notas para la historia de la educación en la Venezuela hispánica. Caracas, UCAT, 1997; GÓMEZ
PARENTE, Odilo (1997). Los franciscanos en Venezuela: labor educativa y cultural durante los años de la
colonia, Caracas, UCAT, 1997 (citados en la Bibliografía)
119 FERNÁNDEZ HERES, Rafael. (2000). Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII).
Caracas: Academia Nacional de la Historia; FERNÁNDEZ HERES, Rafael. La conquista espiritual de Tierra
Firme. Caracas, Academia Nacional de la Historia (ambos citados en la bibliografía) 120 Hasta donde tenemos noticia, las doctrinas de Guayana, creadas por mandato de la Ley de Reducción y
Civilización de Indígenas del año 1841, tuvieron en el castellano su único vehículo de comunicación para con los
educandos indígenas. Ignoramos si los doctrineros de este período, seglares y sacerdotes, hicieron uso en algún
momento de algún idioma autóctono, conocieron el aporte misionero de los siglos precedentes, o bien, utilizaron
a traductores para su labor escolar y evangelizadora. 121 FERNÁNDEZ H., Rafael. Ob. Cit. Pp. 125- 126. Fernández sustenta en parte esta postura en el Superior de
los jesuitas José Gumilla: “La doctrina enséñele por la mañana en su lengua natural y en la tarde en castellano,
Capítulo primero. Algunas coordenadas
63
La Corona mantuvo desde el año 1550 que era necesario enseñar a los indígenas el idioma
castellano, por cuanto sus idiomas –afirmaban- no eran lo suficientemente precisos para
explicar los misterios de la fe católica. Como se sostendría a lo largo del siglo XVI, la
castellanización de los indígenas promovería en ellos el acostumbrarse a vivir en policía,
adquiriendo las buenas costumbres de los españoles122. En las postrimerías del siglo XVII,
España insistió en tan importante planteamiento, porque –sostenían- aun persistían las
idolatrías en buena parte de los pueblos indígenas.
En el caso de los misioneros la argumentación era muy diferente: …”juzgaban que los idiomas
nativos, especialmente el mexicano, eran adecuados para trasmitir las verdades religiosas (…)
que correspondía a los sacerdotes católicos aprender las lenguas indígenas para que los
neófitos comprendieran mejor la nueva fe”123. Esta posición fue mantenida por los frailes al
menos durante los dos siglos siguientes, quienes se oponían al argumento según el cual el
aprendizaje del castellano garantizaba la adquisición de buenas costumbres españolas por
parte de los indígenas, creyendo que más bien adquirirían conductas disolutas124.
porque en lo primero se sirve a Dios y en lo segundo al Rey Nuestro Señor, que ordena se establezca en las
misiones la lengua española”. José Gumilla, S.J. Carta de navegar en el peligroso mar de los indios gentiles, Nº
IV, V. Citado en: El Orinoco Ilustrado y Defendido, p. 513. Citado en: Ibid. P. 126 122 Real Cédula del 7 de junio de 1550. Citada en: ZAVALA, Silvio. Discurso de incorporación a la Academia
Mexicana de la Lengua, 1977. pp. 19- 20. En: TANCK de ESTRADA, Dorothy, Castellanización, política y
escuelas de indios en el Arzobispado de México a mediados del siglo XVIII”, En: Historia mexicana. México,
D.F. El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos. v. 38, nº. 4 (152) (abr- jun, 1989), p. 702, consultado
el 10- 11- 2013 de
http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/L9AJ4N2T24NQCQLPCGPQA3BTY75DNR.
pdf 123 En efecto así fue ratificado por el Tercer Concilio Mexicano de 1585, que estableció que la enseñanza no se
hiciera en latín sino en la lengua de cada pueblo. De esta manera los misioneros promovieron el uso del náhuatl
como lengua franca, llegando a extenderse a Nicaragua. Cfr. ZAVALA, Silvio. Ob. Cit. P. 22. Citado en:
TANCK de E, D., Ob. Cit. P. 702 124 La política lingüística puesta en práctica por España y Portugal tuvo en las llamadas lenguas francas uno de
sus soportes fundamentales. El náhuatl fue considerado una lengua franca para la enseñanza de la doctrina
católica, de acuerdo con una Real Cédula de Felipe II del año 1580. Otro tanto ocurrió con el quechua en el Perú.
Mientras que en Brasil: …”el tupí en el norte, y el guaraní en el sur, sirvieron de lengua geral en las relaciones
con las demás tribus”. POTTIER, Bernard (Coordinador). América latina en sus lenguas indígenas. p. 21.
Sobre esto último hemos de decir que ello fue obra de los jesuitas que actuaron en Brasil, país de una rica
variedad idiomática: “Ante la diversidad y complejidad de las lenguas habladas en el país, los misioneros optaron
por utilizar el tipunambá, un idioma de la familia tupí-guaraní hablado en la costa central de Brasil, como lengua
Capítulo primero. Algunas coordenadas
64
Las órdenes de regulares eran partidarias de la clara separación residencial de indígenas y
españoles, pues era garantía de la adquisición de una cristiandad mucho más pura sin los
vicios llegados de Europa, amen de que se reservaban un ejercicio de gobierno casi exclusivo
sobre los naturales y la fragua de sólidos sistemas económicos. En otras palabras, en aquellos
años se forjó la férrea defensa de la existencia en paralelo de la república de indios y la
república de españoles, siendo fervientes expositores en el caso novohispano los frailes
Jerónimo de Mendieta y Vasco de Quiroga. Esta fue una de las claves del régimen misional, su
impronta se trasluce en la actuación misionera en las Indias Orientales y Occidentales125, con
aspiraciones a perpetuarse en el gobierno de los indígenas:
“Una de las medidas para lograr este aislamiento era la conservación de la lengua nativa que
servía como barrera a la penetración cultural española y contribuía a que los frailes siguieran
desempeñando el papel de intermediarios entre los indios y los españoles”126.
El 20 de junio del año 1686 la Corona española ordena dar cumplimiento a lo dispuesto en la
Real Cédula de la misma fecha:
…”en la que instruía los Obispos de Indias instruyan a los curas y doctrineros para que usando
de los medios más suaves que puedan, dispongan y encaminen a todos los indios para que se
franca para la comunicación entre los distintos pueblos indígenas. En 1595, el sacerdote jesuita José de Anchieta
escribió la primera gramática tupí titulada Arte de grammatica da lingua mais usada na costa do Brasil, a la que
siguió en 1621 un Arte de grammatica da lingua brasilica escrito por Luis Figueira. La lengua tupí que
difundieron los misioneros jesuitas a partir de las obras de Anchieta y Figueira era un dialecto en gran parte
creada por ellos. La lengua geral amazônica, como era llamada la versión estandarizada del tupí, fue utilizada
extensamente por gran parte del territorio amazónico, tanto por los misioneros como por los bandeirantes que
exploraban la selva en busca de oro, diamantes y esclavos”. (Biblioteca Nacional Digital. Memoria Chilena
Biblioteca Nacional de Chile. Gramáticas, diccionarios y catecismos coloniales en lenguas indígenas, consultado
el 06-11-2013 de http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-94375.html)
La obra del Padre Anchieta fue consultada por nosotros en el citado portal: Joseph de Anchieta, Arte de
Grammatica da lingua mais usada na costa do Brasil. Novamente dado a luz por Julio Platzmann, Cavalheiro da
Ordem Imperial da Rosa, Lipsia, na Oficina Tipographica de B. G. Teubner, 1874, 82 pp, consultado el 06- 11-
2013 de
http://www.coleccionesdigitales.cl:1801/view/action/singleViewer.do?dvs=1383842034595~54&locale=es_ES&
VIEWER_URL=/view/action/singleViewer.do?&DELIVERY_RULE_ID=10&search_terms=anchieta&frameId
=1&usePid1=true&usePid2=true 125 Hemos hecho algunas notas sobre el tema de la República de Indios en el Capítulo Tercero: 3. La Iglesia en
Guayana. De la Colonia a los primeros años de vida republicana 126 ASSADOURIAN, 1988, PP. 369- 370, 378. Citado en: ZAVALA, S. ob. Cit. P. 48. En: TANCK de E., D. Ob.
Cit. P. 702
Capítulo primero. Algunas coordenadas
65
les enseñe la lengua española, y en ella la doctrina cristiana”127; de la misma manera, en
atención a las Leyes de Indias: … se disponía el establecimiento de escuelas con sus maestros
que les enseñen la lengua castellana según lo previsto en la Ley 18, título I del libro 6 de la
Legislación de Indias”128
En Nueva España, en el año 1688 se expresa claramente el que se instituyan escuelas para
indígenas que, además de la doctrina cristiana, se les enseñase a leer y escribir129. Con esas
medidas se estableció un hito en la transformación de las ya más que centenarias escuelas de
doctrina destinadas al común de los naturales de Indias para inculcarles solamente la doctrina
cristiana; estas disposiciones tienen relación con lo decidido por el Concilio de Santo
Domingo, al igual que en el caso venezolano las decisiones adoptadas por el Sínodo
Diocesano de Caracas (1687), momento éste en el que a juicio de Rafael Fernández Heres
triunfa el partido de quienes favorecían la castellanización en nuestro país, aunque se excusara
a los curas que aprendieran la lengua indígena en los casos necesarios, permitiendo la
confesión en los idiomas vernáculos a quienes que así lo quisieran130. Para el año 1700, el
Gobernador y Capitán General de Cumaná tomaba medidas aun más radicales ordenando la
instalación de escuelas para el aprendizaje de la lectura y la escritura en lengua castellana, y
127 Real Cédula del 20 de junio de 1686. Citada en: KONETZKE, Richard, América latina II, la Época Colonial,
México, 1981, p. 780. Citado en: FERNÁNDEZ HERES, R. ob. Cit. P. 130 128 Ibid. P. 130 129 Real Cédula del 16 de febrero de 1688. MURO OREJÓN, 1956. PP. 319- 322. Citado en: ZAVALA, Silvio.
Ob. Cit. Pp. 68-69. En: Ibid. P. 703 130 …”en Venezuela el triunfo del partido pro- castellanización es claro, si observamos lo que ordena el Sínodo
Diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687 que nuestros curas doctrineros, así seculares, como
regulares, que en conformidad con las Reales Cédulas de su Majestad, tengan mucho cuidado, en que los
muchachos, y muchachas de doctrina, y los demás indios e indias de su población, y feligresía, cuando se
congreguen a rezar, sea en el idioma castellano, en cuyo ejercicio han de poner mucho desvelo, para que los
indios sean políticos, y con más facilidad sean entendidos de los curas y de todos, y puedan aprender a leer, y
escribir, y no por esto se excusen los curas doctrineros de aprender la lengua de los indios de sus pueblos, para
los casos que pudieran ofrecer, y no prohíban a los indios que quisieran confesar en su lengua, el cual lo
hagan”… (Libro II, título IV, V, Nª 63. En: Manuel Gutiérrez de Arce, Apéndice al Sínodo Diocesano de
Santiago de León de Caracas de 1687, tomo II, p. 90, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Nº 125,
Caracas, 1975. Citado en: FERNÁNDEZ H., R. Ob cit. P. 132
Para Ricardo Cierbide, tras la Recopilación de las Leyes de Indias en el año 1654, se opera un cambio en la
política lingüística de la Corona: …”ya que propuso el aprendizaje a las poblaciones de antigua conquista,
dejando las lenguas indígenas para las recién incorporadas o de difícil urbanización”. (CIERBIDE, Ricardo.
Enseñanza del español en la América Colonial: Venezuela en el siglo XVIII. En: Cauce, Revista de Filología,
Comunicación y sus Didácticas, Centro Virtual Cervantes, Literatura, N° 20- 21, p. 479, consultado el 15-10-
2013 de http://cvc.cervantes.es/literatura/cauce/pdf/cauce20-21/cauce20-21_27.pdf
Capítulo primero. Algunas coordenadas
66
prohibiendo expresamente el uso de los idiomas indígenas131. Unos años antes, en 1689, el
Rey ordenaba al Gobernador de Trinidad y Guayana: …”que en cada lugar haya una escuela
con maestro que enseñe a los indios la lengua castellana. Esta Real Orden no pasó muy
probablemente de buena intención”132.
Las escuelas para la gran mayoría de la población indígena que más se asemejan a las referidas
en las noticias e informaciones que aportan los misioneros del Oriente y la Guayana
venezolana en el siglo XVII y siguiente, como las doctrinas que ensaya la República en el año
1841, son éstas que mandan establecer los prelados reunidos en La Española en 1622- 1623,
las del Sínodo de Caracas y las de 1688 para Nueva España. Dichas disposiciones fueron
reiteradas en las que el Rey dirigió a los gobernadores de las provincias venezolanas, y las que
estos gobernantes tomaron en consonancia con los mandatos reales.
Éste es el contexto que condiciona y permite a los misioneros de Píritu, a los jesuitas del
Orinoco y a los capuchinos de la provincia de Cataluña ensayar con este tipo de escuelas en
las que el aprendizaje de la escritura y la lectura en castellano pasan a ser el instrumento
privilegiado de afianzamiento del proceso de hispanización y cristianización del indígena.
La medida definitiva contra el uso de las lenguas indígenas a favor de la castellanización viene
dada por la Real Cédula de Carlos III del 10 de mayo del año 1770, cuando, a instancias del
Arzobispo de México, se dispone la extinción de las lenguas indígenas: …”para que de una
vez se llegue a conseguir el que se extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos
dominios, y sólo se hable el castellano”133.
131 CARROCERA, Buenaventura de, Misión de los Capuchinos en Cumaná, tomo II (Documentos 1650- 1730),
PP. 203- 204. Citado en: Ibid. P. 129 132 CIERBIDE, Ricardo. Ob. Cit. Pp. 479- 480 133 Real Cédula del 10 de mayo de 1770. en Richard Konetze, Ob. Cit., vol. III, tomo I, P. 364. Citado en:
FERNÁNDEZ H., r. Ob. Cit. P. 135
Capítulo primero. Algunas coordenadas
67
Pese al tono de la Cédula y de las medidas precedentes, no fue posible desterrar de manera
absoluta las lenguas indígenas, ni en las zonas de antigua conquista ni en las zonas nuevas de
misión. Durante el siglo XVIII en Guayana se decía que: …”en algunos pueblos se rezaba en
dialecto pariagoto, para que los indios pudieran comprenderlo, ese rezo comprendía el
Padrenuestro, el Ave María, el Credo, los Mandamientos y los Artículos de la Fe”134. Mientras
que José Diguja y Gómez, Gobernador de Nueva Andalucía, Nueva Barcelona y Guayana en
1760 1761, en su recorrido por la jurisdicción a su mando denunciaba lo que consideraba una
situación intolerable, a causa de que los indígenas no sabían el castellano por causa de que no
existían escuelas en los pueblos en que vivían, ni aprendían los misterios de la fe ni sabían
defenderse de los agravios que recibían de los vecinos no indígenas. Por tanto, mandaba: …”a
los corregidores poner en los pueblos de indios, donde fuere posible, Escuelas de la Lengua
Castellana de Leer y Escribir para que sean los naturales más aprovechados en Cristiandad y
Policía”135.
Esto sería tomado en cuenta en la Península para ser ratificado en la Real Cédula dirigida al
Real Oidor en Santo Domingo Luis Chaves y Mendoza, Visitador de las misiones de Nueva
Andalucía y Nueva Barcelona. El funcionario fue instruido para que obligase a aplicar las
ordenanzas municipales dispuestas por Diguja, entre ellas el que se establecieran escuelas de
enseñar a leer y escribir el castellano136.
Líneas atrás citábamos a Fernández Heres, quien afirma que existían tres posturas básicas
respecto del uso de las lenguas indígenas, una de ellas es aquella que defendían sacerdotes de
las órdenes regulares como José Gumilla. Es probable que en Guayana esta haya sido la salida
que hallaron los misioneros, prácticas que son contemporáneas con las medidas tendientes a la
134 Lino Duarte Level, Cuadros de la Historia Militar y Civil de Venezuela, desde el descubrimiento y conquista
de Guayana hasta la Batalla de Carabobo. Editorial América, Madrid, 1917, p. 147. Citado en: BRICEÑO
PEROZO, Mario. Ob. Cit. P. 27
135 Archivo General de la Nación. Visitas Públicas. Tomo III, folios 283 vuelto y 284 vuelto. Citado en: Ibid. Pp.
27- 28 136 Archivo General de la Nación. Traslados. Colonia- Enseñanza, volumen I. pp. 36 a 52. Citado en: Ibid. P. 28
Capítulo primero. Algunas coordenadas
68
castellanización, la secularización de las misiones y las tendencias a la secularización de la
enseñanza de primeras letras.
No obstante, en los territorios de frontera –como era la circunstancia de la jurisdicción
guayanesa- la falta de religiosos del clero secular y de los regulares, haría que muchas de las
disposiciones y medidas simplemente no tuvieran posibilidad de realizarse.
1.3.3.- Alcance sobre la Ilustración y las reformas introducidas en las escuelas de
primeras letras durante el siglo XVIII venezolano
Durante el siglo XVIII se toman medidas que apuntalan las intenciones de la Corona en la
dirección de producir reformas sustanciales en la Península y en todas sus posesiones
coloniales, las cuales deben ser comprendidas dentro del espíritu que irradiaba la Ilustración.
Las monarquías, entre ellas la de España, impulsan cambios sustanciales en el orden
económico, administrativo y militar, dirigidos a reforzar el poderío del monarca, dentro de lo
que se ha llamado el Despotismo Ilustrado que en el caso de España tiene en Carlos III su
máxima expresión137.
El movimiento e influjo del ideario ilustrado se proyecta desde la Colonia hacia la República.
Para el historiador Alberto Navas Blanco, entre 1770 y 1870 nos encontramos con un período
histórico particular: …”tanto en el nivel de los procesos estructurales como el de las ideas
políticas”138. Además, acota que: …”cabría adelantar (…) sobre la mayor concordancia
137 Nos hemos referido estas reformas, medidas y cambios en la política en el ámbito guayanés: en el orden
territorial, en la intención de secularización de las misiones, en la ejecución de un nuevo sistema defensivo, en la
puesta en práctica de expediciones científicas (los objetivos científicos de la Expedición de Límites originada en
el Tratado de 1750 entre las coronas española y portuguesa). Finalmente, en la valoración de hasta ese momento
aquella preterida provincia. Vale la pena revisar los trabajos del hispanista Demetrio Ramos Pérez en su
apreciación sobre la región en el concierto de los enfrentamientos entre las grandes potencias hacia el siglo
XVIII. Ver: RAMOS PÉREZ, Demetrio. Estudios de Historia Venezolana (citado en la Bibliografía) 138 NAVAS BLANCO, Alberto. Venezuela: Un conflictivo Proyecto Ilustrado, p. 10
Capítulo primero. Algunas coordenadas
69
dinámica de esta unidad de tiempo, tanto con los procesos anteriores a 1770, como a los
posteriores a 1870”…139.
Prosigue Navas apuntando, que por un lado, se verificaba en el siglo XVIII un proceso de
maduración de la sociedad venezolana, y por el otro los cambios operados en la sociedad y la
monarquía españolas producto de la sustitución de la Casa de Austria por la de Borbón:
…”las reformas del Ministro Patiño y la creación de la Compañía Guipuzcoana, para montarse
sobre un proceso de transformación que pasaba por encima de los intereses tradicionales de la
nobleza, la iglesia y los gremios (…) se logró impulsar la centralización racional del estado,
disminuyendo el poder de las provincias y municipios, reorganizar la diplomacia, el ejército y
la flota (…) expulsar a los jesuitas y modernizar el sistema educativo conforme a pautas de la
Ilustración hispanizada por pensadores como Jovellanos140.
También hubo notables y rotundos cambios en las colonias americanas, particularmente en las
provincias integradas bajo la Capitanía General de Venezuela:
“Para América todo esto se traduce en el traslado de las dinámicas de moderna centralización y
reconstitución política, así como por un esfuerzo en la amplificación del flujo comercial
ultramarino, que en el caso de Venezuela significó una diversificación (más allá del
contrabando) al romperse el monopolio del puerto de Cádiz y buscando una actualización de
los medios de financiamiento (…) pero lo más importante radicó en la visión del Rey Carlos III
de consolidar las seis provincias menores que integraban la preterritorialidad venezolana, en
una entidad con propósitos políticos de alto impacto geográfico para la conservación del
imperio español141.
Esto último se materializa en medidas como la creación de la Real Intendencia de Caracas
(1776), la Capitanía General de Venezuela:
…”base de la territorialidad contemporánea venezolana”142, el Real Consulado y la Real
Audiencia de Caracas (1780), y la dotación de la Real y Pontificia Universidad que había sido
139 Idem. 140 Ibid. P. 14 141 Ibid. Pp. 14- 15 142 Ibid. p. 15
Capítulo primero. Algunas coordenadas
70
creada en el año 1725. Culminará el proceso con la erección del Arzobispado de Caracas
(1804)”143.
Navas Blanco remata afirmando que los años en que inicia el proyecto republicano tras la
separación de Venezuela de la Gran Colombia (1830), y hasta el año de 1870, van a ser
testigos de los intentos de viabilizar ese proyecto en concordancia con los postulados:
…”inspirados prioritariamente en el liberalismo y la ilustración. Las constituciones de 1830 y
1864, son piezas representativas de complejas acciones para cuadrar objetivos reales y
formales en climas de conflictivas limitaciones coyunturales y estructurales”144.
Encontramos coincidencias entre estos planteamientos y los de Rafael Fernández Heres, sobre
todo en lo que se refiere a la cuestión educativa. Para Fernández, la influencia de la Ilustración
en el pensamiento y el ideario educacionista en Venezuela se hace sentir entre 1770 y 1870; se
plasma y se perfecciona jurídicamente en la Constitución del 5 de julio de 1811, donde
aparece la educación como un componente fundamental de la estrategia del proyecto
republicano para la forja del nuevo espíritu. La influencia del pensamiento ilustrado continúa a
partir de 1830:
...”moldeando las aspiraciones educacionistas en aquella fase de reafirmación republicana
donde se pone énfasis en la secularización de la educación, naturalmente poniéndose a prueba
en el yunque de las tantas dificultades políticas y sirviendo de base conceptual al liberalismo
venezolano, que tiene entre sus objetivos el de instalar una educación secularizada”145.
Durante el siglo XVIII, pero con especial énfasis en el último tercio, se evidencia el cambio de
actitud de la Corona con relación a las instituciones educativas en consonancia con el nuevo
espíritu promoviendo la enseñanza de primeras letras, instando a los corregidores a crear
escuelas en los pueblos de indígenas, o bien, exhortando a cumplir la Real Cédula de mayo de
1770 en que se mandaba como obligatoria la enseñanza del castellano a los indígenas.
143 Idem. 144 Ibid. Pp. 20- 21 145 FERNÁNDEZ HERES, R. La Educación Venezolana bajo el signo de la Ilustración. Pp. 12- 13.
Capítulo primero. Algunas coordenadas
71
Simultáneamente, se propende a la secularización de las escuelas de primeras letras para no
indígenas146, mediante el mandamiento de que se nombrasen maestros seglares, fuesen estos
últimos niños pobres o de los estratos más encumbrados de la sociedad colonial venezolana;
uno de los puntos de inflexión de esta política se haría evidente con la expulsión de los jesuitas
en las provincias venezolanas, como fue el caso de la de Caracas:
“La contratación de maestros seglares en sustitución de los padres jesuitas, no sólo para la
enseñanza de la ciencia experimental, sino de las primeras letras, gramática, retórica obedecía
al espíritu secular de la época y ahora en 1767 recogido por un mandato real”147.
Como antesala a la Ilustración, citemos brevemente el paso del Obispo Mariano Martí por
tierras venezolanas, aunque no tocara Guayana puesto que no era jurisdicción de su diócesis.
Siendo Obispo de Caracas entre 1770 y 1792 practicó la visita entre 1771 y 1784. Este
prelado:
…”si bien responde a los signos del pensamiento predominante en la cultura de su tiempo, y
que Venezuela no escapaba a su influencia, la llamada filosofía de la Ilustración, ello en ningún
momento estrecha sus convicciones teológicas y filosóficas que las mantiene dentro de la más
pura ortodoxia católica”148.
146 Además de la secularización de las escuelas, encontramos lo que describe Rafael Fernández Heres en relación
a los orígenes hispánicos de las escuelas para la instrucción elemental para los niños del estado llano, y que luego
surgirá en Venezuela según se desprende de lo afirmado por Mario Briceño Iragorry. Cfr. Mario Briceño
Iragorry. Actas del Cabildo de Caracas, tomo I (1573- 1600), Caracas, 1943, (Prefacio), p. XXII. Citado en: Ibid.
P. 274
En lo atinente al gobierno de la educación en las Indias, afirma este autor que desde las Siete Partidas de Alfonso
X El Sabio, se les atribuía al Papa y al Rey el establecer la orientación y el régimen de los planteles
educacionales, siendo quienes autorizaban o creaban las universidades y colegios, mientras que a los prelados
locales o al ayuntamiento civil: …”el cuidado de la primera educación” (Ibid. 274) 147 FERNÁNDEZ H., R. Ob. Cit. P. 282 148 Ibid. P. 298
Capítulo primero. Algunas coordenadas
72
Martí instaló escuelas de primeras letras en Choroní, Ocumare de la Costa, Puerto Cabello,
Ospino, Calabozo, Villa de Cura donde: …”a más de leer, escribir y contar se enseñe
principalmente la Doctrina Cristiana, el santo temor a Dios y demás virtudes de los niños”149.
En otras ciudades: …”con mayores exigencias culturales, añade al establecimiento de la
instrucción elemental, un régimen más completo de enseñanza con la cátedra de gramática,
equivalente a la instrucción media humanística”…150. Este fue el caso de La Guaira,
Maracaibo, Carora151, Trujillo, Calabozo, San Carlos de Cojedes, San Felipe y Valencia.
Encontramos ejemplos de la irrupción del espíritu Ilustrado en el pensamiento y la acción
educativa en esa primera fase que sitúa como clave el año de 1770 en la Universidad 152. El
primero de ellos es el que Fernández Heres denomina la rebelión del Padre A. Valberde
contra: ...”el absolutismo aristotélico- tomista que imperaba como enseñanza que se impartía
en la Real y Pontificia Universidad de Caracas”153, y sus exigencias porque hubiera una
apertura en el esquema docente universitario. Un segundo ejemplo lo tenemos en el juicio
seguido contra Baltazar de los Reyes Marrero promovido por el Doctor Cayetano Montenegro,
por haber expulsado aquel a su hijo José Cayetano Montenegro de la clase al negarse por
149 Obispo Mariano Martí. Documentos relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas (1771- 1784),
Providencia V, p. 32, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, nº 99, 1969. Citado en:
FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Ob.cit. p. 298 150 Obispo Mariano Martí… Ibid. P. 27. Citado en: Ibid. P. 298 151 Sobre la creación de las instituciones educativas en la ciudad de Carora ver: CORTÉS RIERA, Luis, Cultura y
educación en Carora en el siglo XVIII: la creación de las escuelas de primeras letras por el Obispo Martí, 1776.
En: Heurística, N° 6, Universidad de Los Andes, Mérida, 2007, pp. 1- 7, consultado el 10-09-2013 de
http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/21064/2/articulo3.pdf. En este artículo su autor sostiene en efecto
que el Obispo Martí era una persona de pensamiento cercano a la Ilustración, como quedó demostrado en lo
actuado por él en aquella ciudad. 152 Un pensamiento que, según lo sostiene Fernández, atraviesa por tres fases en su tránsito y vigencia en nuestro
país: 1770- 1810, que se inicia con los cuestionamientos del Padre Valberde; 1810- 1830, coincidiendo con la
ruptura con España y creación de la república, y 1830- 1870, que conceptualiza como de reconstrucción del
Estado. (Cfr. FERNÁNDEZ H., R. La Educación Venezolana... pp. 666- 667). Durante esa primera etapa, sin
negar la existencia de Dios: ...”se hace énfasis en la ciencia, en la instrucción pública y en el aprendizaje de las
artes útiles como factores que promueven el progreso y la felicidad de la sociedad”. (Ibid. P. 666). De esta
manera se promoverán los estudios científicos en la Universidad de Caracas, por ejemplo.
En el otro extremo se encuentra la enseñanza de primeras letras, como es evidente en el pensamiento de Miguel
José Sanz. 153 Ibid. P. 31
Capítulo primero. Algunas coordenadas
73
instrucciones de su padre a recibir lecciones de aritmética y álgebra y ciencias análogas. El
argumento de Montenegro era que esas materias no estaban establecidas en las constituciones
de la Universidad154. En este episodio emerge la figura de Juan Agustín de la Torre, Rector de
la Universidad de Caracas entre 1789 y 1791 y su Discurso Amor a las Letras con Relación a
la Agricultura y el Comercio.
No se debe olvidar que Baltazar Marrero, aparte de orientar su cátedra de Filosofía dentro de
las nuevas ideas ilustradas, contó con el respaldo del Rector de la Torre como también de su
antecesor José Ignacio Moreno. El documento aludido se apoya en la realidad venezolana de
esos años para llamar la atención sobre la necesidad de apoyar el desarrollo y progreso en:
…”la ciencia experimental y los saberes útiles”155, de los que él consideraba acertadamente se
carecía en estas provincias156.
Imposible dar cuenta de todos los actores y situaciones que ocurrieron en Venezuela que
manifestaban la presencia de nuevas concepciones para abordar el diagnóstico y la propuesta
de soluciones en el campo educativo. Pero es necesario hacer referencia a algunos episodios y
personajes del último tercio siglo XVIII y de las primeras décadas del siguiente en el campo
de la instrucción. Tal es el caso de las figuras de Simón Rodríguez y de Miguel José Sanz.
Rodríguez busca una reforma de la escuela elemental, lo cual hace en el escrito que lleva por
título: Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y
medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento, presentado al ayuntamiento de
Caracas el 19 de mayo de 1794157. En este documento se observa la sintonía de su autor con
pensadores como Rollin, Verney, Feijóo, Campomanes, Picornell y Montengón. Como
persona influida por el pensamiento ilustrado reconocía el poder de la instrucción y la
154 Ibid. Pp. 41- 45 155 Ibid. P. 48 156 Las palabras de Juan Agustín de la Torre plasmadas en su Discurso Económico… como lo acota Fernández
Heres, son de enorme trascendencia para la comprensión de la educación, las ideas que circulaban por entonces y
las perspectivas que en atención a esas ideas eran avizoradas para la sociedad venezolana de las postrimerías del
siglo XVIII, por lo que remitimos a la obra del autor citado en lo tocante a esta página de la historia de las ideas
en Venezuela de la que sólo nos corresponde hacer breve mención. 157 Escritos de Simón Rodríguez. Tomo I, p. 5. Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 1958. Citado en:
Ibid. P. 76. Sobre las circunstancias de la presentación del escrito a la corporación municipal caraqueña: Enrique
Bernardo Núñez, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Nº 115, Caracas, julio- septiembre de 1946, pp.
230- 247. Citado en: Ibid, p. 77
Capítulo primero. Algunas coordenadas
74
necesidad de una debida atención a la preterida escuela elemental de aquella época158. Rasgo
notorio de su pensamiento es el de proveer de educación elemental a los pardos. En su opinión
no eran menos acreedores de educación: “Lo primero porque no están privados de la Sociedad
y lo segundo porque no habiendo en la Iglesia distinción de calidades para la observancia de la
Religión tampoco debe haberla en enseñarla” 159.
Por su parte, Miguel José Sanz expone en su discurso pronunciado en el acto de instalación de
la Real Academia de Derecho Público Español (8 de diciembre de 1790) un conjunto de ideas
de franca inspiración ilustrada en las que destaca su pensamiento: ...”sobre la educación como
instrumento definidor de la personalidad del hombre”160. Esta y otras ideas las desarrollará
más adelante, con intención republicana, entre 1810 y 1811 en el Semanario de Caracas161.
En lo concerniente a la enseñanza de primeras letras, durante el siglo XVIII se pueden
identificar tres tipos de establecimientos educacionales de primeras letras o de instrucción
elemental:
…”la instrucción elemental que los misioneros impartían en las reducciones; la instrucción
elemental que recibían los niños del estado llano; y la instrucción elemental de los hijos del
estamento superior”162.
Con esta estructura en el campo de las primeras letras, acorde con la estructura social de
aquellas colonias venezolanas, marcha nuestra sociedad hacia los eventos que tendrán como
corolario la independencia y con ella las tentativas por edificar una institucionalidad
republicana que bebe en las fuentes de la Ilustración y del Liberalismo.
158 Ibid. Pp. 76- 77 159 RUIZ, Gustavo Adolfo. Simón Rodríguez maestro de escuela de primeras letras, Caracas, Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia, Nº 206, Caracas, 1990, tomo I, p. 6 160 FERNÁNDEZ H., R., La Educación Venezolana... p. 84 161 Idem. 162 Ibid. P. 292
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
75
Capítulo Segundo. La Provincia de Guayana
Guayana fue objeto de varias capitulaciones que no concluyeron con la ocupación efectiva y el
poblamiento hispano de la región. Algunas de estas capitulaciones fueron impulsadas por las
aspiraciones de localizar el Dorado en tanto que otras tuvieron propósitos colonizadores163.
Fue exitosa la Capitulación de Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Bogotá (21 de julio
de 1569)164. Jiménez muere en la expedición que emprende para el reconocimiento de las
tierras que le fueron concedidas en el año 1569 sucediéndole Antonio de Berrío, casado con
una sobrina de nombre María de Oruña. Berrío emprende varias expediciones. En la tercera
arriba a la isla de Trinidad desde el Delta del Orinoco. Allí funda San José de Oruña la que,
junto a Santo Tomé (1595), conforman las primeras poblaciones de españoles en la Provincia.
En ese mismo año San José es atacada por Sir Walter Raleigh, Berrío fue hecho prisionero y la
ciudad incendiada.
A la muerte de Berrío le sucedió su hijo Fernando. Luego de ser acusado y condenado por
ejercer el comercio ilícito en 1612, marchó a España a solicitar el perdón para retornar en
1619 a reconstruir Santo Tomé. Años más tarde Berrío es hecho prisionero por piratas
berberiscos y muere finalmente en Argel en 1622165.
163 Estas capitulaciones fueron las siguientes: la de Ordás (1530- 1532), Jerónimo de Ortal (1533- 1541),
Gerónimo de Aguay (1551) y Juan de Sedaño (1554), Diego de Vargas (1559), Juan de Troche Ponce de León
(1569- 1571) y Pedro Maraver de Silva (1568- 1571) 164 La jurisdicción concedida por dos vidas abarcaba territorios que comprendían las capitulaciones hechas –
según se ve- a Maraver y Serpa, con una extensión de 400 leguas cuadradas situada entre los ríos Pauto y
Papamene afluentes del Meta y del Yapurá o Caquetá. No concedía derechos sobre las tierras propiamente
guayanesas. (GONZÁLEZ OROPEZA, Hermann y M. Donís Ríos. Historia de las fronteras de Venezuela. P. 91) 165 OJER, Pablo. Don Antonio de Berrío Gobernador del Dorado. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello,
1960.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
76
Desde la muerte de Fernando de Berrío y hasta 1733 Guayana es una misma provincia junto a
Trinidad166, cuatro años después de ser nombrado Carlos Sucre Gobernador de Nueva
Andalucía, enviado con el encargo de construir una fortificación en el Orinoco, nombró un
teniente gobernador que despacharía desde Santo Tomé. Tras esa decisión cesó la dependencia
de Trinidad de la Real Audiencia de Santa Fe, puesto que Cumaná dependía a su vez de la
Real Audiencia de Santo Domingo.
En el año 1762, una vez que finaliza la Expedición de Límites, fue creada la Comandancia de
Guayana y fue nombrado Joaquín Sabas Moreno de Mendoza para el cargo. Desde ese año y
hasta 1766 Guayana depende de Santa Fe, desde ese momento se le adscribe a la Gobernación
de Venezuela y en consecuencia a la Real Audiencia de Santo Domingo.
El día 5 de mayo de 1768 se ratifica esa subordinación al serle agregada a la Provincia la
Comandancia General de las Nuevas Poblaciones del Alto Bajo Orinoco y Río Negro, cuyos
linderos llegaban al río Amazonas. Guayana regresa a la jurisdicción de Santa Fe el 28 de
octubre de 1771, y en 1786 quedó definitivamente subordinada a Venezuela al crearse la Real
Audiencia de Caracas.
166 Trinidad fue española hasta el 16 de febrero de 1797, momento en el cual pasó a control inglés, siendo
ratificado por el Tratado de Amiens (1802). A decir verdad, si la situación de la Guayana continental fue precaria
por algo más de ciento cincuenta años, la de Trinidad no fue mejor: “Los estudiosos de la evolución histórica de
Trinidad coinciden en señalar que en buena medida los españoles perdieron la isla por haberla relegado a la
condición de barrio pobre colonial del imperio. En un principio, Trinidad fue considerada como un punto
estratégico para el establecimiento y la organización de las expediciones que buscaban el fabuloso Dorado, el
cual muchos exploradores europeos creían se encontraba en la región de Guayana y a tal efecto el río Orinoco
constituía la principal vía de penetración”. MENDIBLE ZURITA, Alejandro, Fronteras históricas con Trinidad:
Nuestro cercano y diferente vecino. En: Presente y Pasado, vol 8, nº 15, Universidad de los Andes, Mérida, p.
125, consultado el 10- 09- 2012, de
http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/22931/1/alejandro_mendible.pdf.
A ello contribuyó lo vasto del territorio y la subestimación de la Isla como punto defensivo fundamental del norte
del Continente suramericano. (Ibid, pp. 125- 126)
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
77
Ilustración 1. Mapa de la Provincia de Guayana. Capitulación de Berrio
Fuente: CABELLO, Hildelisa. Historia Regional del Estado Bolívar. P. 127
El siglo XVII fue verdaderamente azaroso para los pobladores españoles de Santo Tomé, el
único establecimiento asentado en territorio continental. De hecho:
“Seis veces fue fundada aquella ciudad, aunque quizá convenga hablar de traslados o
refundaciones: 1) posiblemente el 21 de diciembre de 1595 ocurrió la primera fundación, hecha
por el propio Antonio de Berrío, a la margen derecha del Orinoco, más debajo de la
desembocadura del Caroní, a unas dos leguas castellanas poco más o menos; 2) cuando
Fernando de Berrío toma posesión del Gobierno de la Provincia, para suceder a su padre,
restablece la población en el mismo sitio o lugar más cercano; 3) en 1632, o a comienzos del
año siguiente, se produjo un traslado a seis leguas del Orinoco abajo del sitio donde estaba
antes; ese traslado lo realizó el Gobernador Diego López de Escobar; 4) en 1637 se produjo un
movimiento de regreso, hacia las cercanías del Caroní; tomará el nombre de Santísimo
Sacramento de Guayana; 5) más tarde se cambia a las orillas del río Usupamo, en el sitio
ocupado hoy por los Castillos de Guayana; no se tiene noticia de la fecha de traslado; 6) por
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
78
último, en 1764 se realiza el cambio definitivo a la Angostura, que le dará el nombre hasta
cuando adquiere el de hoy”.167
Santo Tomé fue objeto de varios asaltos de piratas configurándose una actividad de comercio
ilícito hecho desde bases costeras168. Para 1627 los holandeses se habían establecido en
Berbice y para 1632 se encontraban en el Esequibo. Aquellos parajes quedaron para Holanda
mediante el Tratado de Münster (1648) 169.
Un ingrediente altamente desestabilizador fue la presencia de los Caribe, lo cual condicionó el
proceso de poblamiento español y el avance de las misiones religiosas. Esta nación indígena
hacía la caza de esclavos o poitos desde tiempos prehispánicos.170 Durante el siglo XVIII esa
práctica se puso al servicio de potencias como Holanda171. Los años que preceden a la
Expedición de Límites son de una agudización de los asaltos a las misiones establecidas a lo
largo del Orinoco en su curso bajo y medio, inclusive accedieron a las remotas comarcas del
Alto Orinoco y Río Negro.172 Los esclavos eran capturados entre los grupos libres de toda
sujeción y entre los indígenas reducidos a misión. Muchos de estos establecimientos fueron
quemados173.
167 OJER, Pablo. Las fundaciones de Santo Tomé de Guayana. Uyapari, n° 1, enero de 1966. 168 RAMOS PÉREZ, Demetrio. La Defensa de Guayana. En: Estudios de Historia Venezolana. P. 684 169 Holanda cedió parte de esos territorios a Inglaterra en 1814 dando origen a la Guayana Británica. 170 COPPENS, Walter. Historia Yawarana (siglo XVI a 1957). P. 9 171 Los conflictos entre España y Portugal, por una parte, dueñas del territorio suramericano, cuyas posesiones
habían sido delimitadas por las bulas alejandrinas; y por otra parte, Francia, Inglaterra y Holanda fueron una
constante durante todo el período colonial por razones de supremacía económica y posesión de territorios. Los
holandeses constituyeron una fuente permanente de hostigamiento en la zona del Atlántico Sur contra Portugal,
en razón del azúcar y sus intentos por implantar la industria azucarera en el nordeste brasileño. Mientras que
hacia el norte, en las posesiones españolas el producto que ocupaba el centro de la disputa era la sal: “La batalla
por la sal en el Caribe duró más de sesenta años, constituyendo el punto más codiciado la salina de Araya”
(MENDIBLE, Alejandro. Venezuela y sus verdaderas fronteras con el Brasil. Desde el Tratado de Tordesillas
hasta la incursión de los garimpeiros. Pp. 34- 35).
De esta manera la captura de esclavos instigada por Holanda desde el norte, en lo que para entonces eran sus
posesiones en la fachada atlántica, es un capítulo de las contradicciones entre las potencias europeas en el
escenario americano. 172 Ver algunas referencias a estos hechos en el Capítulo Tercero. 173 Las incursiones esclavistas estimuladas por Holanda llegaron a lugares verdaderamente asombrosos usando
rutas solamente conocidas por las naciones indígenas, y que probablemente hayan sido las mismas que las
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
79
A esta amenaza se sumaba la que provenía del sur, del lado de Portugal, imperio que ya para el
siglo XVIII había consolidado sus posesiones en territorios que pertenecían a la capitulación
genésica de la provincia de Guayana174, de hecho habían penetrado hasta el río Atabapo para
practicar la caza de esclavos175. A esto se sumaba el estado de tensión que mantenían los
guaipunabi en la región del Orinoco al sur de los raudales de Átures. El descubrimiento -desde
el lado español- de la anastomosis fluvial del Casiquiare y las denuncias manifiestas en
informes y memoriales176 son factores determinantes en los eventos que terminarán en la firma
del Tratado de Límites el día 13 de enero de 1750 entre España y Portugal, en tiempos del Rey
empleadas hoy día por otras naciones como los Pemón y los Ye’kuana: “El trayecto que recorrían era el
siguiente: salían del Esequibo, seguían por el Cuyuní, pasaban al Caroní y luego al Paragua, y de este río al
Caura, es posible que los kariña siguieran la ruta que todavía utilizan hoy en día los Pemón y los Yekuana para su
comercio intertribal” (COPPENS, W. ob. Cit. P. 12).
Desde el Caura, buscaban los caminos fluviales y terrestres que los llevaban allende la Serranía de Maigualida,
límite norte del estado Amazonas con el estado Bolívar, posibilitando la captura de poitos en el Valle de
Manapiare y más abajo, por el curso del río Ventuari: “Después de desembocar en el Caura, bajaban el río hasta
llegar a la desembocadura de uno de sus principales afluentes por la margen izquierda, el Nichare. Según los
cronistas, el itinerario posterior era como sigue: Los Kariña subían el Iniquiare o Michare (Nichare) navegando
varios días en curiara. Cerca de la montaña Chamacu o Samacu (en Kariña) dejaban sus embarcaciones y seguían
a pie, iniciando un trayecto que les tomaba unos tres días. El portaje o arrastradero terrestre entre la cuenca del
Caura y la del Manapiare pasaba al norte de Chamacu y luego giraba al sur (…) el portaje Kariña desembocaba
en el caño Iguana o en el río Parucito. Ambos cursos de agua desembocan en el Ventuari”… (Ibid. P. 13) 174 Alejandro Mendible nos recuerda lo decisivo de la acción de los Bandeirantes, en el caso del Brasil, en lo que
se refiere a la expansión territorial portuguesa en el territorio sudamericano: “De todos los factores que
contribuyeron a la expansión territorial portuguesa en el territorio sudamericano, el que tuvo mayor trascendencia
(…) es el conocido bajo el nombre de Movimiento Bandeirante” (MENDIBLE, A., Ob. Cit. P. 35). Constituían
un grupo que tenía la misión de: …”cazar, pescar, cultivar, transportar los alimentos abrir trochas y caminos,
extraer el oro de los ríos, trabajar en las minas, ayudar en las exploraciones, colaborar en la defensa y en la
conquista (…) La polémica se centra en el manifiesto maltrato al indígena, las bandeiras se destacaron por
capturar indígenas en forma masiva para llevarlos como esclavos a las plantaciones de azúcar localizadas en el
litoral. Con esta práctica despiadada desafiaron impunemente la orden emitida en 1595 por Felipe II, a través de
la cual se prohibía la esclavitud de los indios” (Ibid. P. 34). Esa forma de avanzar, conquistar y asegurar
territorios más allá de lo estipulado en las bulas alejandrinas, contrasta con la laxitud con la que España actuó en
el territorio de la primigenia Provincia de Guayana, aunque en el trato con el indígena también el conquistador
español fue igualmente cruel. 175 Al decir de Demetrio Ramos Pérez, Humboldt leyó el manuscrito del jesuita Manuel Román en el cual
relataba su viaje desde la misión de Carichana hasta el Pará. Afirmaba el Barón que: …”el río Conorochite o
Itinivini ha representado en otro tiempo un papel muy importante en el comercio de esclavos que hacían los
portugueses en el territorio español. Los comerciantes o mercaderes de esclavos subieron por el Casiquiare y el
caño Mec al Conorochite y de allí condujeron sus piraguas por un portaje o arrastradero a las Rochelas del
Minutero, para entrar en el Atabapo” (HUMBOLDT, A. Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo
Continente. En: RAMOS, Demetrio. El Tratado de Límites de 1750 y la Expedición de Iturriaga el Orinoco. p. 17 176 Ver en el Capítulo Tercero el acápite 3.1.1.- La contribución jesuita en el conocimiento de la Orinoquia
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
80
Fernando VI, que comprendía la fijación de los límites de las posesiones de ambos imperios
al sur y al norte del Continente177.
Además de los objetivos manifiestos de demarcación fronteriza había otros no menos
importantes como eran el reconocimiento geográfico y el estudio del potencial económico
regional. En las instrucciones dadas a los comisarios jefes de la Expedición se mandaban
ejecutar planes de poblamiento, de organización territorial y el emprendimiento de planes de
defensa militar178. En palabras de Manuel Lucena Giraldo, también fue: …”La primera
expedición científica del siglo XVIII, completamente española en sus orígenes y
organización”.179
Los expedicionarios arribaron a las costas de Cumaná provenientes de España en 1754 y
permanecieron en Guayana hasta 1761, año en que por orden del Rey Carlos III cesa la
Expedición. Los planes puestos en ejecución en ese período y en los años posteriores fueron:
la fundación de pueblos y villas de españoles, la fortificación de los puntos críticos del río
Orinoco y de otros ríos hasta la frontera en San Felipe y San Carlos de Río Negro, la creación
de la Comandancia de las Nuevas Poblaciones, consolidaron definitivamente la presencia
española en la región. Alcanza su punto mayor desarrollo entre 1766 y 1776 cuando Centurión
177 De esta manera nos describe el historiador Alejandro Mendible las razones que impulsaron a las coronas
hispana y lusa a la firma de este acuerdo, en las que estaban presentes los conflictos con las potencias que les
disputaban la supremacía en América, pero también, el recelo de las monarquías por la posible constitución de un
estado jesuita no dependiente de sus monarcas: …”los intereses ingleses habían ganado mucha fuerza por la gran
influencia que Inglaterra ejercía sobre Portugal después del Tratado de Methuen (…) el cual colocó a Portugal en
situación de completa dependencia con respecto a la corona inglesa. También se consideran los intereses
franceses y holandeses y el temor que suscitaba en el seno de las coronas católicas la eventual creación de un
estado jesuita independiente, particularmente en Paraguay, bajo cuyo nombre se comprendía a todos los países
del Plata que llegaban hasta Perú, Bolivia y las zonas meridionales del Amazonas.” (MENDIBLE, A. ob. Cit. P.
44) 178 AGS, Estado. Instrucciones para los Comisarios de la parte Norte. Legajo 7374 179 LUCENA GIRALDO, Manuel y Antonio E. de Pedro. La frontera caríbica: Expedición de Límites al Orinoco
(1754- 1761). P. 22. Respecto del interesante tema de los objetivos científicos de la Expedición ver también:
LUCENA GIRALDO, Manuel. Laboratorio Tropical: La Expedición de Límites al Orinoco (1750- 1761), citado
en la Bibliografía.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
81
ejerce la Gobernación de la Provincia y la Comandancia de las Nuevas Poblaciones180, período
en el que se experimenta la profundización del poblamiento guayanés, no ya basado en la
preeminencia del elemento misionero sino en la priorización de la acción de los funcionarios
reales y del poblamiento como empresa llevada a cabo directamente por el Estado.
Sin embargo, muy poco es lo que realmente pervive de ese proceso. Si comparásemos la
magnitud de la empresa pobladora cifrada en las villas de españoles fundadas entre 1754 y
1776 con las que efectivamente hereda la República encontramos una distancia considerable.
No se trata de restar importancia al poblamiento no misional estimulado por la Corona, pero sí
de reconocer que estuvo muy lejos de ser todo lo exitoso que se esperaba.
Apenas unas décadas después, con posterioridad a 1817, el poblamiento guayanés se encuentra
en una situación crítica; el caos, el abandono de las antiguas misiones y la falta de pobladores
efectivos son denunciados como males que deben ser atacados con prontitud y solucionados
de manera definitiva, pues de ellos depende el ejercicio de la soberanía, el progreso económico
de la Provincia y de toda la naciente República.
2.1.- Los paisajes guayaneses
2.1.1.- La división político- administrativa
180 Manuel Centurión Guerrero Torres ejerció esas funciones entre 1766 y 1776; pese a no ser objetivo de este
trabajo esbozar algunos rasgos de su vida, señalemos que a él se debe la creación de una academia de
matemáticas establecida en el puerto de la Guaira en 1761 con aprobación de Felipe Ramírez de Estenoz,
Gobernador de la Provincia de Caracas: …”para instruir la juventud, así militar como política de esta plaza”. El
expediente sobre la creación de esta academia fue publicado por Ildefonso Leal (Cfr. LEAL, Ildefonso.
Documentos para la Historia de la Educación en Venezuela, p. 25, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional
de la Historia: Nº 68)
Este dato es relevante para entender un tanto más a los funcionarios enviados a Guayana en procura de llevar a
efecto los planes de la Corona en tiempos de Carlos III. Damos por descontado el ideario ilustrado que animaba a
este personaje que merece un estudio biográfico más profundo acerca de su actuación guayanesa, y el de su
historia en Caracas y en la Península antes y después de su paso por Venezuela.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
82
Desde la perspectiva de la división política actual, la Provincia de Guayana incluía extensos
territorios que superaban los 454.000 km2, constituida por los actuales estados: Amazonas,
Bolívar y Delta Amacuro, cuya unidad está conformada por el Escudo Guayanés: …”separada
del resto de la nación por el amplio arco del río Orinoco y prolongadas meridionalmente en las
comarcas del Alto Orinoco y sistemas del Guainía y Río Negro”181.
El marco geográfico en el cual se estructura la división político- administrativa es el de la
Capitanía General Venezuela consolidada en el año 1777. Sucesivas reformas surgidas en el
marco del proceso de génesis y cancelación del proyecto grancolombiano determinan cambios
en su división política interna hasta el año 1830182, cuando, tras la separación de Venezuela de
la Gran Colombia, Guayana pase a constituir una de las trece provincias que componen el
territorio de la nueva República independiente. Poseía sobradamente más de la mitad de la
superficie total del país; según Codazzi183 le correspondían 20.149 de las 35.951 leguas184. En
orden decreciente le seguía la Provincia de Caracas con apenas 2.842 leguas de superficie.
Su capital, la ciudad de Angostura, era a su vez capital de los cinco cantones en los que se
encontraba dividida, a saber: Cantón Angostura o Capital, Cantón Alto Orinoco o Caicara,
Cantón Bajo Orinoco o Piacoa, Cantón Upata y Cantón Río Negro, distinguiendo 53
parroquias distribuidas de la siguiente manera:
181 CUNILL GRAU. Pedro. Geografía del poblamiento venezolano del siglo XIX, tomo II, p. 845. 182 En ese año de 1777, La Capitanía General de Venezuela quedó integrada por las provincias de: Caracas,
Cumaná, Guayana, Maracaibo, Margarita y Trinidad, aunque ésta última pasó a manos de Inglaterra en el año
1797. Con la constitución de la Gran Colombia (1819), Venezuela pasó a ser uno de los tres departamentos que la
integraron, junto a Cundinamarca (después Nueva Granada) con inclusión de Panamá y Quito (actual República
del Ecuador). Más tarde, en 1821, Venezuela fue subdividida en los departamentos de Venezuela, Zulia y
Orinoco, éste último integrado por las provincias de Barcelona, Cumaná, Guayana y Margarita con capital en
Cumaná; dentro de esa división político- administrativa, Guayana fue a su vez dividida en nueve cantones y
sesenta y nueve parroquias bajo la capitalidad de Angostura: Santo Tomás de Angostura, Río Negro con capital
en San Fernando de Atabapo, Alto Orinoco con capital en Caicara, Barceloneta, Caroní, Guayana Vieja, Caura
cuya cabecera era Moitaco, La Pastora y Upata. 183 CODAZZI, Agustín. Resumen de la Geografía de Venezuela. Obras Escogidas, tomo I, p. 607. 184 Una legua equivale a 5.572 metros aproximadamente.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
83
Cuadro 1. Provincia de Guayana. Cantones con Distritos de las Parroquias que la componían en 1830
CANTONES PARROQUIAS
Cantón Angostura o Capital Orocopiche, Almacén, Borbón, Muitaco
(Moitaco), La Piedra, Purguei (Puruey),
San Pedro, Panapana, Paragua
Cantón Alto Orinoco o Caicara Caicara, Cuchivero, Altagracia, Urbana
Cantón Bajo Orinoco o Piacoa Piacoa, Santa Catalina, Sacupana,
Pedernales, Guayana La Vieja, Puga
Cantón Upata Upata, Altagracia, San Miguel, Caroní,
Caruachi, San Antonio, Guri, Cupapuy,
Santa María, Palmar, Mamo, Carapo,
Guasipati, Tupuquén, Tumeremo, Pastora
Cantón Río Negro San Fernando de Atabapo, Baltasar,
Yavita, Pimichín, Maroa, San Miguel,
Tiriquín, San Carlos, Solano, Buenavista,
Santa Cruz, Quirabuena, Esmeralda, Santa
Bárbara, Maipures, Átures
Fuente: elaboración propia
Con escasas excepciones, incluidas las capitales cantonales, casi todas estas poblaciones
cabeceras de sus respectivas parroquias se fundaron durante el siglo XVIII como misiones, y
mantuvieron este estatus durante las primeras décadas del régimen republicano.
Hemos de tener en consideración que por el lado guayanés la República ha perdido buena
parte de su territorio en sucesivos laudos arbitrales:
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
84
Ilustración 2 Provincia de Guayana. Pérdidas territoriales desde el año 1656
Fuente: OJER, Pablo. Las misiones carismáticas y las institucionales en Venezuela. En: REY F., José del.
Misiones Jesuíticas en la Orinoquia, Tomo I, p. 158
2.1.2.- El río Orinoco: único camino real provincial185
La cuenca del río Orinoco se extiende por 17 de los 23 estados venezolanos y por 11 de los 32
departamentos colombianos, más una parte del Distrito Capital de ese país sin incluir a
185 Tomamos esta expresión de la obra de Pedro Cunill: Geografía del poblamiento venezolano del siglo XIX
(citado en la Bibliografía)
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
85
Bogotá. La superficie total de la cuenca es de 1.000.000 km2, de los cuales 655.000 se
encuentran en Venezuela y 345.000 en Colombia, aunque otras estimaciones la colocan
ligeramente por encima de lo anotado. Agustín Codazzi calculó esa misma superficie en
957.000 km2, concediéndole 687.000 a Venezuela y 287.000 a Colombia, sin que este último
país fuese considerado por el geógrafo y militar como ribereño del río186.
Ilustración 3. La Orinoquia
Tomado de: FAJARDO M., Darío. Colombia Orinoco
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/faunayflora/orinoco/orinoco3b.htm
Siendo la vigésima cuenca más caudalosa del mundo, sólo es superada en América del Sur por
las cuencas del Amazonas y del Río de La Plata. Su recorrido total es de 1.783 kilómetros
desde su nacimiento hasta el ápice del Delta; sin embargo, su longitud dependerá de la salida
186 SILVA L., Gustavo, La cuenca del río Orinoco: visión hidrográfica y balance hídrico. En: Revista Geográfica
Venezolana. Volumen 46, nº 1, pp. 78 -79, consultado 12- 10- 2012 de
http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/24636/2/articulo4.pdf
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
86
que se siga hasta el Océano Atlántico. De hacerlo por la ruta más corta, es decir, Río Grande y
su Boca de Navíos hasta la desembocadura del río Amacuro, y de allí hasta Faro Barima
totaliza 2.010 kilómetros, de manera que al dividir esta longitud corresponden: ...“713 Km. De
alto Orinoco, desde que nace hasta la desembocadura conjunta de los ríos Atabapo y Guaviare;
515 Km de Orinoco medio hasta la boca de los ríos Apure y Guárico, más 782 Km de bajo
Orinoco hasta el océano Atlántico”187.
El Alto Orinoco abarca 101.000 km2 de territorio venezolano que pertenecen al estado
Amazonas, aguas arriba de la unión con el río Atabapo. Tiene como tributarios principales los
ríos: Mavaca, Ocamo, Padamo, Cunucunuma, Yagua y Ventuari. En el punto de Tamatama
nace la bifurcación del Brazo Casiquiare188, cuya unión con el río Negro proveniente del
vecino país189 en el punto cercano a la localidad venezolana de Solano, representa un
fenómeno único de interconexión de dos cuencas fluviales: la del Orinoco y la del Amazonas.
En la geopolítica colonial del siglo XVIII, el descubrimiento desde el lado español de ese
fenómeno hidrográfico representó un hecho de honda trascendencia para el proceso
poblacional de la provincia de Guayana y su integración a la Capitanía General de Venezuela;
su ignorancia -desde el lado español- tuvo graves repercusiones para las entonces colonias
españolas y para los pueblos indígenas habitantes del noroeste amazónico, puesto que no
solamente era una posibilidad de penetrar a través de este brazo fluvial en dirección norte
hacia las posesiones de Nueva Granada y las provincias de Venezuela situadas al norte del río
Orinoco, sino que, desde el sur el imperio portugués y naciones indígenas aliadas hicieron de
la zona del Río Negro territorio para la captura de esclavos.
187 Ibid., p. 79. 188 El recorrido aproximado del Casiquiare es de unos 326 kilómetros y recibe a su vez algunos afluentes: Pasiba,
Pasimoni, Siapa. 189 En Colombia el Río Negro recibe el nombre de Guainía.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
87
Por otra parte el Orinoco Medio, con una superficie de más de 598.000 km2 incluye a la
Orinoquia colombiana y 253.000 km2 de territorio venezolano. Sus afluentes son los ríos:
Atabapo, Guaviare, Vichada, Tuparro, Tomo, Vita y Meta, Cinaruco, Capanaparo, Arauca,
Apure y Guárico. Por el margen derecho los ríos: Sipapo, Parguaza y Suapure.
Finalmente, el área del Bajo Orinoco cubre unos 301.000 km2, siendo sus principales
afluentes los ríos: Manapire, Cuchivero, Zuata, Caura, Aro y Caroní. Luego:
…”están los afluentes del delta, entre ellos los confluentes Amana y Guanipa, el Tigre y su
afluente el Morichal Largo y el Uracoa, que desembocan por la margen izquierda y occidental
del delta y los ríos Toro, Aquire y Amacuro”190.
Son más de 300 caños por los que desemboca el río en el océano, aparte de un sinnúmero de
islas entre las que destaca Isla Tórtola.
Al gran río, por tanto, le toca jugar un rol principal en los intentos de ocupación de la genésica
provincia guayanesa en cuanto nervio central que es de la intrincada red hidrográfica, ora
desde Bogotá, ora desde Margarita y Trinidad; será centro de las preocupaciones de altos
funcionarios civiles, militares y religiosos por cuanto intuyen, hasta su comprobación
definitiva en el año 1744191, que es la llave para acceder al corazón de América:
190 SILVA L., Gustavo, ob. cit., pp. 80-82 191 “Es esta provincia por su situación la más ventajosa y primera posesión o cabeza de todo el Continente de
Tierra firme en América, y la que por medio del caudaloso Río Orinoco, debe considerarse puerta que da entrada
a lo interior de las de Cumaná, Caracas, Barinas y Reino de Santa Fé, y que sirviendo de antemural, en caso de
invasión, ha de impedir su internación al enemigo en todas ellas”. Miguel Marmión. Descripción corográfico-
mixta de la Provincia de Guayana, en que se da razón de los ríos que la bañan y facilitan sus comunicaciones;
de su población, tierras de labor útiles de sus frondosos montes, frutos y comercio; y se proponen algunos
medios los más asequibles y conducentes a su vivificación y aumento. En ARELLANO M., Antonio (Estudio
preliminar). Relaciones geográficas de Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1964 (biblioteca
de la Academia Nacional de la Historia: 70), pp. 437-493. Tomado de: Boletín del Archivo Nacional, tomo 29, nº
115, Caracas, 1943.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
88
“A comienzos del siglos XIX es muy clara para todas las potencias europeas la extraordinaria
significación de la ruta del Orinoco para la penetración del transpaís, valorizándose
estratégicamente la Guayana”192.
El Orinoco posee un extraordinario valor militar en el enfrentamiento de las potencias
coloniales. El proceso de integración y control efectivo de la Provincia se procura realizar
mediante la fundación de poblaciones estables, el emplazamiento de la capital en un punto
defensivo inigualable en la llamada Angostura del Orinoco y la construcción de castillos y
torreones fuertes193, comenzando por los de más antigua data como son los Castillos de
Guayana (mediados del siglo XVII).
Durante la Guerra de Independencia ocurre otro tanto. Su posesión y control efectivo puede
amenazar desde el sur al conjunto de las provincias venezolanas y a la Nueva Granada. Tanto
los militares patriotas como los propios jefes realistas tienen plena conciencia de ello:
“Yo consideraba de tanta importancia a la Provincia de Guayana que me atreví a observar a S.
M. en Madrid, que una vez perdida, Caracas y Santa Fe de Bogotá estaban en peligro, y ruego
a V. E. que mire los mapas y observe los ríos del Orinoco, Apure y Meta, que son mucho más
navegables que lo que yo pensaba que eran, antes de dejar a Madrid. Las mismas
observaciones se pueden extender a muchos ríos en los Llanos”.194
192 CUNILL GRAU, P. Ibid. tomo II, p. 850 193 La mayoría de estas obras defensivas se edificaron en el siglo XVIII. Algunas tuvieron efímera vida como los
torreones de Buena Guardia del Casiquiare o el de San Fernando de Atabapo. Fueron construidos unos a
instancias de las autoridades coloniales, y otros, como el de San Francisco Javier de Marimarota, cercano a la
desembocadura del río Parhuaza, fue hecho por misioneros jesuitas. Sobre este último ver: HERNÁNDEZ,
Graciela, El Fortín de San Francisco Javier: Una estrategia clérigo-militar en el proceso de colonización del
Orinoco Medio durante el siglo XVII. En: Montalbán, n° 29, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 1996,
pp. 21- 76, consultado el 10- 04- 2012, de pp. 28-54, de
http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/Montalban29.pdf 194 Oficio del General Pablo Morillo al Ministro de la Guerra de España. Monpox, 7 de marzo de 1816. En:
BLANCO, José Félix y Ramón Azpúrua. Documentos para la Vida Pública del Libertador, T. V, doc 1089, p.
388
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
89
La importancia de Guayana se demuestra en los últimos años de la Guerra de Independencia,
especialmente por la presencia de las misiones del Caroní. El valor del Orinoco fue definido
de esta manera por el Libertador: …”Orinoco siempre será nuestro, y nada podrá obstruir este
canal por donde recibiremos de fuera y trasladaremos a lo interior, elementos para hacer la
guerra”195.
La introducción de contrabando resulta un mal imposible de atajar debido a la posibilidad de
acceso desde el Orinoco y sus afluentes a un vasto territorio difícil de ser vigilado. Desde el
período colonial los enclaves insulares y continentales de Inglaterra y Holanda introducen
mercaderías sin que medie control alguno en la mayoría de los casos por parte de las
autoridades imperiales:
…”ya los holandeses, por su vecindad de Curazao y Surinam, proveen a la Tierra Firme y a la
Guayana de muchas mercancías y los ingleses señores de la Trinidad cuya situación parece
hecha de intento para el contrabando, acabarán por arruinar el comercio español en esta parte
acrecentando el suyo. En cuanto a los medios que parece deberse emplear para impedir el
contrabando, son igualmente ruinosos y nulos en un país tan vasto, tan desierto, tan cortado de
ríos, de lagunas”…196
La profundidad de la actividad del contrabando y la funcionalidad del río para acceder a
parajes remotos desde el Delta, como los llanos de Casanare, quedan testimoniados en relatos
e informes de esos años de ocaso colonial e inicios del régimen republicano, en los que se
habla de puertos especializados que sirven como depósitos de mercancías de contrabando, así
como otros lugares en los que era usual el ejercicio de tal actividad:
…“Consulté al fin, a disminuir en lo sucesivo a los negociantes los enormes gastos que les
resultan de estas pérdidas, en razón de lo dilatado del tránsito hasta Pore, depósito de las
195 Carta de Bolívar para el General Páez. Angostura, 15 de septiembre de 1817. En Blanco y Azpúrua, tomo VI,
doc. 1268, p. 34. Citado en CUNILL GRAU, P. ob. cit. 851. 196 Memoria inédita de Depons. Caracas, 7 de diciembre de 1801. publicada en el Boletín de la Academia de la
Historia, tomo 41, nª 162, p. 130. en CUNILL G., p., Ob. cit. T II., p. 849.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
90
especulaciones clandestinas de Guayana, y de otros puertos frecuentados por los
contrabandistas, en detrimento del erario público”197.
Empero las distancias y el aislamiento entre los diferentes núcleos poblacionales, durante el
siglo XIX los únicos caminos terrestres fueron los que unían a la capital con las villas de
Upata y San Isidro de Barceloneta. Además, Upata se encontraba unida a San Félix por tierra,
siendo éste su puerto sobre el Orinoco. Más allá, Caicara se unía por caminos a algunos
pueblos inmediatos, y finalmente el tramo terrestre entre la población de Yavita y Pimichín,
pequeños puertos fluviales emplazados en el río Temi y en el caño homónimo respectivamente
para facilitar el tránsito entre los sistemas fluviales del Orinoco y el Guainía- Negro-
Amazonas. Además, hubo intentos por construir vías férreas que comunicaran a Ciudad
Bolívar con la población de Guasipati en el último tercio del siglo XIX, proyectos vinculados
al auge minero que no tuvieron realización práctica 198. Por tanto el Orinoco fue la gran y casi
única arteria comunicacional199.
2.2.- La economía
2.2.1.- El estratégico enclave poblacional y comercial de la Angostura del Orinoco,
después Ciudad Bolívar. Su papel dominante en la provincia y más allá
197 Diario y observaciones del Presbítero Doctor José Cortés de Madariaga, en su regreso de Santa Fé a
Caracas, por la vía de los ríos Negro, Meta y Orinoco, después de haber consluido la comisión que obtuvo de su
gobierno para acordar los tratados de amistad, alianza y unión federativa entre las Provincias de la
Confederación Venezolana y el Estado de Cundinamarca. Salió de Santa Fé el 14 de junio y llegó a Calabozo el
15 de agosto de 1811. En ARELLANO M., Antonio (Estudio preliminar), Relaciones geográficas de Venezuela,
pp. 497- 498. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, vol 50, nº 58, Caracas, abr- jun 1957, pp. 256- 281 198 Cfr. GONZÁLEZ, Hancer. El Gran Estado Bolívar y sus vías de comunicación (1881-1899). En: Tiempo y
Espacio, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Caracas, vol 19, n° 51, pp. 1-17, consultado el 10-07-
2012, de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3494809 199 “Los caminos de Guayana son sus ríos. La existencia, fortuna y engrandecimiento de Angostura están en sus
comunicaciones fluviales, y todas ellas desiertas y desamparadas. En centenares de leguas de navegación
interior, es tan nulo el favor que los intereses del comercio pueden prometerse, como son distantes entre sí y
exiguos los caseríos que a largos trechos se encuentran”. Memoria que la Honorable Diputación de Guayana
dirige al Gobernador de la Provincia en 1845. En: ARELLANO MORENO, Antonio (Recopilación y prólogo).
Memorias provinciales (1845). Caracas, Ediciones del Congreso de la República, 1973, P. 174
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
91
Angostura, como se le denominó desde su fundación y hasta que se cambió su nombre en el
año 1846 por el que actualmente ostenta de Ciudad Bolívar, constituyó un verdadero desafío
para misioneros, funcionarios civiles y militares del más alto rango y preparación. La elección
del mejor sitio para su emplazamiento definitivo como capital de aquella inmensidad de
región, que fue por siglos una provincia fantasma al decir de Miguel Ángel Perera200, y el
logro del mejor sistema defensivo desde el punto de vista militar para fijarla definitivamente,
cerraba el ciclo de inestabilidad de las décadas anteriores.
Para comienzos del siglo XIX, aquella nueva urbe con apenas unas pocas décadas de
existencia reunía el 16,5% de la población total de la Provincia:
…”en sus entornos donde para esta época ya se han formado paisajes de suburbios, hay
asentamientos vivificados por indígenas mestizados, negros, zambos y pardos”201. La ciudad
habría experimentado un crecimiento vertiginoso, pues de los 1513 habitantes censados en
1780 pasa a 6.600 en 1800202.
200 Perera define el siglo XVII como un período de desgobierno, desolación y anarquía en el que, hasta el
nombramiento de gobernadores era difícil en razón de que en no pocas oportunidades los candidatos rechazaban
el ofrecimiento:
“En el interior de la provincia, los filibusteros y bucaneros se enseñoreaban por el Orinoco. Franceses y
holandeses penetraban al río con toda impunidad ante la mirada compungida de los escasos e indigentes
pobladores españoles y el beneplácito de los indígenas que habitaban las orillas y con quienes mantenían tratos
comerciales.
Motines contra las autoridades, saqueos, confiscaciones, revueltas generalizadas y represiones sangrientas fueron
acontecimientos frecuentes durante este período. La provincia de Guayana y El Dorado, la mayor de todas las
americanas, se transformó en tierra de nadie y de todos, emporio para el delito y la arbitrariedad. Miseria, ruina,
abandono de bienes y propiedades, desamparo gubernamental, enfrentamiento entre grupos indígenas
exacerbados por los intereses de los colonos y un largo etcétera de desgracias cubrieron con un manto oscuro la
tierra de la que una vez se tuvo como la más grandiosa, rica y espléndida provincia española del Nuevo Mundo”.
(PERERA, Miguel Ángel. La provincia fantasma. Guayana siglo XVII. Ecología cultural y antropología histórica
de una rapiña, 1598- 1704. p. 165) 201 CUNILL GRAU, P. Ob. Cit. P. 848 202 Ibid. T. I P. 868
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
92
Varias son las circunstancias que confluyen para convertir a la ciudad en el nervio comercial
de la región. Su ubicación en un lugar estrecho del Orinoco, justificada por razones militares
en el momento de elección del sitio en el siglo XVIII para defenderla de posibles ataques, trae
ventajas para controlar todo el tráfico que se hace a través del río en ambas direcciones. Se
suma su carácter de capital que llegó a monopolizar las importaciones y exportaciones de la
producción regional: …”en los espacios ganaderos de los Llanos del Orinoco y de las
comarcas piedemontanas andino- llaneras de Barinas con su producción de tabaco, añil, cacao
y otros rubros”203.
En la ciudad se instalan casas comerciales que durante el fenecido régimen fueron de
peninsulares y algunos criollos, y más tarde de ingleses, italianos, alemanes y franceses de
origen corso. Luego de un período en que disminuyen sus funciones administrativas hacia la
segunda mitad de la década de 1820, experimenta un crecimiento continuado en los años
siguientes hasta llegar a asegurar hacia la década de 1840: …”su función básica de puerto de
trasbordo, acopio y distribución de mercadería nacional e importada”204.
Productos agrícolas, ganado, cueros de las haciendas y hatos locales y de más allá205 alternan
con otros de extracción animal y vegetal: copaiba, sarrapia, caucho, cueros de venado, etc., es
decir:
…”la ciudad opera como enclave en relación a los espacios guayaneses, manteniendo con ellos
relaciones fundamentalmente de dependencia administrativa por su función de capital
provincial”…206
203 Idem. 204 Ibid. T III. P. 2158 205 Para formarnos una idea de la importancia del puerto angostureño, téngase en consideración que en el año
1836-1837, de los 111.524 cueros exportados, 44.035 piezas salieron por el puerto de Angostura, en tanto que por
La Guaira se exportaron 27.399, Maracaibo 14.536 y Puerto Cabello 18.491. Cfr. RODRÍGUEZ, Adolfo, Trama
y ámbito del comercio de cueros en Venezuela (Un aporte al conocimiento de la ganadería llanera). En: Boletín
Americanista. Universidad de Barcelona (España), nº 31, 1981, p. 191, consultado el 27 -08 -2012, de
http://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/view/98414/146018
Para el año 1851-1852, de los 542.899 que salen de Venezuela, corresponden 207.741 a Ciudad Bolívar
alcanzando en años subsiguientes más de la mitad del total nacional. Ibid. p. 192-193
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
93
Andrés Eusebio Level, Visitador de las Misiones diagnostica, como una de las razones
principales por las cuales se mantenía el atraso y abandono de la región guayanesa, el decisivo
carácter de enclave de la ciudad capital y el marcado desinterés por el conjunto provincial,
puesto que: …”todas las atenciones han convergido a la ciudad lonja, y lo demás ha caído bajo
la sentencia más fatal (…) la dejación”…207
Se instauró una relación en la que el poder instalado en la capital carecía de estímulos e interés
por el fomento de la Provincia, y las zonas interiores no recibían beneficio alguno de su
relación con la capital:
“Careciendo de enlaces mercantiles la capital con su provincia, carecen naturalmente ambas,
del conductor reconocido universalmente por donde el interés de la una, la estimule a
imponerse de la situación de la otra. Ciudad Bolívar, pueblo de comerciantes, sujetos
adinerados, y propietarios urbanos, y con un vecindario que por lo general está
desahogadamente mantenido de las ganancias que irradia un gran comercio”…208
Con la instalación de la línea de vapores se refuerza el papel histórico de la ciudad. El capital
comercial crece y se especializa con el aumento del volumen y rubros que entran y salen de la
región. La instalación de sucursales de estas casas en distintos puertos, dentro y fuera de
Guayana, da cuenta de la pujanza comercial de quienes las fundan y de la fuerza de las
matrices capitalinas:
206 CUNILL G. P., Ob. cit. T III p. 161.
Sobre ello nos dice Andrés Eusebio Level: “Ciudad Bolívar no es más que un punto de depósito necesario o
recalada inevitable de los productos de seis provincias entre nacionales y extranjeras. La de Guayana, sin
agricultura que efectivamente no hay allí, puede decirse que no tiene más enlace con su capital que el necesario
de la amanerada correspondencia de oficio; muy pocas exportaciones de ganado cuyos cargamentos se embarcan
por la ribera inmediata al hato respectivo, una muestra insignificante de café de Upata, algunas señales de que el
Bajo Orinoco da de caña, y los cueros sobrantes y esparcidas manos que de los cantones vienen al mercado”.
LEVEL, Andrés Eusebio. Informe sobre el estado actual de los distritos de reducción de indígenas Alto Orinoco,
Central y Bajo Orinoco. Medidas que reclaman. Presentado a su Excelencia el Poder Ejecutivo por el Visitador
nombrado al efecto. Caracas, Imprenta de Diego Campbell, 1850, p. 27. Citado también en: CUNILL, P. Ob. cit.
T III, p. 2158 207 Ibid. P. 27 208 Ibid. P. 28
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
94
“Incluso algunos comerciantes de Ciudad Bolívar establecen líneas de navegación con el
exterior. Hasta 1857 la casa Dalla Costa tenía una embarcación que traficaba de Ciudad
Bolívar a Bremen, Liverpool y Nueva York. En 1855 la casa Grillet adquirió un vapor que
conectó a Ciudad Bolívar y Demerara”209.
A la luz estas consideraciones se comprende el carácter cosmopolita de la ciudad portuaria, a
la que arribaban productos y noticias de los mercados ultramarinos de Europa y los Estados
Unidos de Norteamérica, en contraste con las comarcas interiores donde la vida transcurría de
un modo diferente, en poblaciones mucho más modestas desde el punto de vista de su
desarrollo urbanístico y demográfico, entre las que destaca en primer lugar la Villa de San
Antonio de Upata.
2.2.2.- Producción agropecuaria y productos de extracción
Desde los instantes iniciales del proceso de ocupación española de Guayana y a lo largo de
todo el siglo XIX el paisaje de la Provincia era una promesa de riqueza por lo que ofrecía
como naturaleza, por las posibilidades de desarrollar la producción agropecuaria, surcada por
ríos que comunicaban a su capital con regiones remotas y prometían un comercio por demás
floreciente. Esta visión a futuro en extremo optimista contrastaba con la del presente
observado, por lo general nada halagüeña.
A inicios del siglo XIX, todavía bajo el dominio colonial, los dueños de haciendas y del
comercio de la Provincia presionaban porque se facilitase el comercio eliminando las trabas
impuestas por las autoridades a la posibilidad de exportar rubros que como el tabaco eran
estanco del Estado:
209 Ibid. P. 198- 199. Citado en: CUNILL, P. Ob. Cit. T III, P. 2166
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
95
“Con motivo de las interrupciones comerciales entre España y sus colonias en la década de los
noventa del siglo XVIII y primera del XIX, se redescubrieron en Guayana las debilidades de su
economía, que continuaba vinculándose con el mercado externo con muy pocos productos,
fundamentalmente ganaderos, y sirviendo de intermediaria de la producción de Barinas que
usaba el puerto guayanés como el principal para poder exportar e importar. Así comerciantes y
hacendados, a través de José de Heres, quien en varias ocasiones sirvió oficios capitulares,
replantearon sus problemas en 1802 y expusieron algunas soluciones”210.
La situación económica de Venezuela durante el período grancolombiano se agravó en razón
de la política económica adelantada por el gobierno de Bogotá en el sector agrícola y
ganadero, que: ...”originó un descenso en los bienes exportables en razón a los altos aranceles
por este concepto, lo cual influyó en una considerable disminución en la capacidad de
importar”211.
En esos años ocurrieron algunos eventos en Guayana que manifestaban el descontento de
amplios sectores de aquella sociedad. Desde el año 1824 se tenían noticias de conspiraciones
contra el Gobernador José Manuel Olivares, cuyos dirigentes fueron pasados por las armas212.
Para el año 1826 se sublevó la guarnición que expresó sus simpatías con quienes desde
Valencia y Caracas se pronunciaron por la separación de Venezuela de la Gran Colombia213.
En 1827, un movimiento llevó a deponer a las autoridades, concretamente al Gobernador
Olivares y al Intendente del Departamento del Orinoco José Félix Blanco: …”y en el caso del
210 MEZA, Robinson. Las preocupaciones económicas de los Capitulares de Guayana frente al reformismo y el
liberalismo (1764-1814). En: Presente y Pasado. Revista de Historia. Año 15. Nº 30. Julio- Diciembre, 2010. p.
242, consultado el 01- 03- 2012 de http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/32853/3/articulo_2.pdf 211 IZARD, Miguel. Período de la Independencia y la Gran Colombia 1810- 1830. En: política y Economía en
Venezuela. Caracas, Fundación John Boulton, 1976, p. 11. Citado en: CABELLO, Hildelisa. Historia Regional
del estado Bolívar. p. 234 212 TAVERA ACOSTA, Bartolomé. Anales de Guayana. P. 437 213 Idem.
De hecho: “Las ideas separatistas encontraron eco en Guayana, como en ninguna otra provincia venezolana del
interior, tal vez por su activa participación en la etapa final de la guerra de independencia” (ARMAS CHITTY,
J.A. Guayana, su Tierra y su Hisoria. Tomo II, p. 15. Citado en: CABELLO, Hildelisa. Ob. Cit. 240)
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
96
Intendente, por los procedimientos aplicados en el cobro de los impuestos establecidos por el
Gobierno Grancolombiano”214.
Esos sucesos políticos y sus causas se sumaban a las secuelas de la guerra y al impacto que
tuvo en la Provincia haciéndola más compleja, en un proceso que se prolongó en las décadas
siguientes, pese al dinamismo creciente y la importancia del puerto capitalino:
“En tal sentido, al no haber recursos susceptibles de comercialización a gran escala en el
interior de la Provincia, Angostura funcionó como centro redistribuidor de los productos que
desde provincias arribaban a sus puertos”215.
Tengamos en consideración los testimonios de personajes que recorrieron el territorio
guayanés en aquellos años, como es el caso de Francisco Michelena y Rojas, quien al hacer
repaso de los productos de exportación y de la contribución de las comarcas interiores, las
cifraba en exiguas cantidades de ganado en pie, pieles, algún café y productos de extracción
selváticos provenientes del Alto Orinoco y Río Negro216.
Esa dicotomía del movimiento económico y comercial entre el interior y la capital portuaria se
hace patente en la existencia de una economía agrícola y ganadera, basada en la existencia de
hatos ganaderos y labranzas, como en Upata, algunas zonas del Bajo Orinoco y en Alto
Orinoco (Caicara y La Urbana). En tanto que los productos de extracción, sin que sea
exclusivo de estas regiones, se hacen más notorios en industrias como el aceite de los huevos
214 Acta de la Municipalidad de Angostura. 30 de octubre de 1827. Idem. 215 Ibid. P. 249 216 MICHELENA y ROJAS, Francisco. Exploración Oficial… p. 113. Idem.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
97
de tortuga en el Alto Orinoco, el aceite de copaiba, la sarrapia o la zarzaparrilla de la que se
decía existía de la mejor calidad aguas arriba de San Fernando de Atabapo217.
En el primer caso la tierra era poseída por terratenientes, en el segundo, donde eran los
comerciantes quienes controlaban en las capitales cantonales y desde allí las redes
comerciales, no tuvo lugar un proceso de apropiación de tierras; pero ambos se asentaban y
servían del trabajo indígena, en una relación de dominación y servidumbre.
2.3.- La sociedad. Breves y no exhaustivos apuntes acerca de su estructura y conflictos
2.3.1.- La población y el poblamiento
2.3.1.1.- La población en el espacio guayanés
Las estadísticas poblacionales de la Provincia de Guayana durante esta etapa no son fieles;
constituyen aproximaciones en ningún caso exactas, especialmente en lo relativo a la
población indígena no sujeta al régimen misional reducida a poblados de españoles y/o
criollos, tanto para el período colonial como para el republicano.
De honda significación son los eventos que recorren las últimas décadas del siglo XVIII y las
primeras décadas del siguiente, caracterizados por el éxito relativo y las dificultades que
217 Respecto de lo que fueron los años anteriores al inicio de la explotación cauchera en lo que después fue el
Territorio Federal Amazonas, hemos hecho algunas consideraciones y aportado algunos datos para el período
1820- 1845. Ver: HARO, Juan. De Curas y Capitanes, Doctrineros y Preceptores en las Misiones y Villas del
Cantón de Río Negro (citado en la Bibliografía)
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
98
encontraron las autoridades coloniales en procura de aumentar y estabilizar la población
indígena reducida y de españoles y criollos, y más tarde por la guerra de independencia, para
comprender los procesos demográficos regionales, la ocupación y desocupación intermitente
de villas y misiones, incluida la capital misma.
Las primeras estadísticas poblacionales corresponden a la etapa de Manuel Centurión
Guerrero Torres218, específicamente al año 1770219. De acuerdo a ese padrón, en Guayana
había un total de 32 pueblos, 8.621 habitantes, 29.787 cabezas de ganado y 1.407 fanegas de
tierra labrada220. Para 1773, y a instancias de una Real Cédula en que se pidió información
adicional, mostraba un cuadro un tanto más satisfactorio con relación al adelanto en el
fomento de las poblaciones aunque no de habitantes efectivos. Para ese momento se hablaba
de 43 poblaciones de indios y españoles con 8.558 habitantes y 712 casas221. Se observaba el
aumento espectacular de unas 11 poblaciones en las comarcas del Alto Orinoco y en el Río
Negro.
Para el año 1780 se estimó un total de 19.616 habitantes de los cuales sólo 7,5% correspondía
a población blanca y blanca mestiza, 3,1% de población afro y de los llamados entonces
218 Este gobernador cumplió un papel trascendental en Guayana. Bajo su mando se reunieron la Gobernación de
Guayana y la Comandancia de las Nuevas Poblaciones del Alto Bajo Orinoco y Río Negro. De él se ha dicho que
es la expresión más acabada del despotismo ilustrado en Guayana. Uno de los principales propósitos de su
gestión y del cometido de los cargos que ostentaba era el fomento de la población. No faltaron los detractores de
su labor, en Guayana, Caracas y Madrid. Esto explica el lujo de solicitudes e informes sobre el tema poblacional
y su insistencia en dar cuenta del aumento y estabilidad de la población, sobre todo de aquellas nuevas que él
mismo había mandado fundar. Parte de esa polémica se ha recogido en GONZALEZ del CAMPO: María Isabel.
Guayana y el Gobernador Centurión (1766- 1776). Citado en la Bibliografía. Nosotros hemos abordado el asunto
en nuestro trabajo titulado: Ilustrados, misioneros, poblamiento y educación en las comarcas del Alto Orinoco y
Río Negro de Venezuela (1750-1861). Citado en la Bibliografía. 219 TAVERA A., Bartolomé. Anales… P. 157 220 AGI. Caracas. Cuadro. Estado de la población y consistencia de la Provincia de Guayana con distinción de lo
que era del año pasado de 1764, y es el presente de 1770, cuya diferencia bajo de los nombres, provincias
antiguas y provincias nuevas es el aumento que al pie se expresa. Es copia del original del Comandante de
Guayana, que ha dirigido a los pies del Rey. Caracas, 6 de octubre de 1771. Archivo General de Indias. Legajo
136. Se encuentra también una copia en: AGN. Papeles de Manuel Centurión, n° 8. 221 AGI, Caracas. Don Manuel Centurión da cuenta del aumento que ha tenido aquella Provincia desde el año
1766, en que tomó posesión de su mando, y acompaña un Plan, con testimonios y certificaciones del Oficial Real
de aquellas cajas, con que acredita la consistencia de dicho documento. Guayana, 20 de marzo de 1773. Legajo
302. Copia en: AGI, Caracas, 136
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
99
pardos zambos, y el resto, es decir 84,1% correspondía a población indígena reducida. A
principios del siglo XIX la población de la Provincia ascendía a unos 40.000 habitantes222. Sin
embargo este relativo crecimiento y estabilidad se ven trastocados por efectos de la guerra.
Para 1817 se cuentan 31.855 habitantes clasificados de la siguiente manera:
Cuadro 2. Población de Guayana hacia comienzos de 1817223
Indios españolizados 1293
Indios de misiones 21.459
Gentes de color libres y esclavos 3.381
Hombres blancos 1.051
Mujeres blancas 1.030
Párvulos de todas castas 2.041
Habitantes de Upata y Barceloneta 1.600
Total 31.855 habitantes
Agustín Codazzi censaba para el año 1839 un total de 56.471 habitantes. De ellos 15.471
vivían en hábitats concentrado o disperso, mientras que 41.040 serían indígenas
independientes, aunque esa cifra –a juicio de Cunill- debe ser tomada con cautela224. Para el
año 1844 la población había disminuido a 13.488 habitantes225. Esta tendencia se observa a
partir de 1830 y se prolonga hasta la década de los años cincuenta del siglo XIX al menos.
La atracción que ejerce el pujante puerto de Angostura explica parcialmente este hecho, cuyo
reverso son las penurias en el resto de la Provincia. Indígenas y gentes de otros estratos
prefieren avecindarse en la ciudad, no siempre en las mejores condiciones, que enfrentar la
mayor precariedad y dureza de las zonas interiores. Pero, no cabe duda que en un territorio
222 HUMBOLDT, A., Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. T, V. p. 83. Citado en: CUNILL,
P., ob. cit. p. 846 223 Gazeta de Caracas. Vol. VI. 17 de septiembre de 1817. Art. José D. Díaz. Citado en: CUNILL, P., ob. cit. p.
847 224 “El número de todos estos indios puede ascender a 41.040, población que estaría en razón de 2 y medio por
legua cuadrada de las recorridas por ellos. El resto, habitado y conocido por los vecinos de la Guayana, es un
espacio de 4.149 l. c., y ascendiendo su población a 15.431 (de la cual la mitad son indios), estaría en razón de 3
y medio por cada legua cuadrada” (Cfr. CODAZZI, Agustín. Resumen de la Geografía de Venezuela. Tomo I. p.
607. 225 ARELLANO MORENO, A. Ob. Cit. p. XIV
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
100
indígena como en efecto era la Guayana de entonces, el principal problema que enfrenta el
estado republicano y sus planes de fomento económico y poblacional, es el rechazo de los
indígenas al llamado poblamiento concentrado.
Las levas de brazos indígenas para hacer el trabajo en las haciendas, ganaderías y en las casas
de los criollos, la obligatoriedad de participar en las obras municipales y provinciales, sin
límite de tiempo, a veces durante largos meses y hasta años, so pena de castigos donde estaban
el cepo, la cárcel, la recluta forzosa, el alejamiento definitivo del terruño y la familia para
servir embarcaciones, impuestos por la ley, por las autoridades, y peor aún, por la costumbre
colonial más que presente y rediviva en la era independiente, son explicación suficiente de ese
rechazo. Por el momento, quedémonos con el conocido testimonio de Agustín Codazzi,
alegato fundamental de ese primer período de la Venezuela republicana. Así decía el prócer al
Gobernador de Guayana desde Caicara del Orinoco en el año 1838:
“Los indios, señor, no están seguros ni en sus casas, ni en sus labranzas, porque el día menos
pensado les llega un aviso del alcalde para que se presenten a su tribunal: allí reciben la orden
de marchar a la cabecera del Cantón o ponerse a la disposición del jefe político.
Estos infelices tienen que tomar sus canoas y hacerse de víveres para 10 ó 15 días, y al llegar
delante del sátrapa, son recibidos peor que esclavos, y mandados de peones a la casa del mismo
político y demás criollos, los cuales los emplean, sea en la pesca, en la caza, en ir a la manteca,
a la sarrapia, a buscar zarza, a cortar maderas, a hacerles lanchas u otras embarcaciones y no se
les empieza a pagar sino del día que entran al trabajo. ¿Y de qué modo? En mercancías, a
precios tan exorbitantes, que al fin del mes el hombre ha ganado un peso o doce reales,
graduados por ellos a 4 ó 5 pesos, inútiles son las quejas de aquellos desgraciados para volver a
sus casas a cuidar sus conucos y de la subsistencia de sus familias, se les responde que si no
van a los servicios que se les manda, los despacharán por vagos a la capital para que sirvan en
el ejército.
A estas amenazas se conforman en su penosa situación y van a servir por otros meses a casas
de otros racionales226 que los emplean donde mejor les parece, y no se les pasa para su
manutención sino dos totumas de mañoco, que son dos libras de cazabe, y nada más. Al cabo
de tres o cuatro meses vuelven a sus casas, si han venido a reemplazarlos, y tienen que gastarse
lo poco que han ganado para proveerse de víveres para el viaje. Apenas están en el seno de sus
familias para disponerse a trabajar para sí mismos, cuando vienen otros empleados a su turno, y
se los llevan; de manera que no les queda tiempo para proveer a la subsistencia propia; y tienen
las mujeres útiles que esforzarse a fatigas rigurosas para no perecer de hambre”227.
226 El subrayado es nuestro. 227 Carta del Coronel Agustín Codazzi al Gobernador de Guayana. Caicara, 14 de marzo de 1838. Citado en:
IRIBETEGUI, Ramón. Amazonas el hombre y el caucho. P. 91
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
101
Tengamos en consideración que a partir del año 1860 aproximadamente se observa un
incremento de la población total de Guayana, que se explica por la inmigración.
2.3.1.2.- El poblamiento: jerarquía y emplazamiento de las poblaciones
Guayana era un territorio despoblado. El poblamiento blanco y mestizo, de origen afro e
indígenas que viven concentrados en poblados es muy escaso; las poblaciones se caracterizan
por su autarquía y relativo aislamiento. La crisis demográfica se expresa en la inestabilidad del
poblamiento concentrado. Durante las primeras cuatro décadas del siglo XIX, las penurias
económicas y el rechazo de los pueblos indígenas a la servidumbre y sujeción explican que
una parte significativa de poblaciones desaparece, o perviven con muy pocos pobladores.
El poblamiento concentrado se estructura en torno del río Orinoco. Durante el siglo XVIII, su
alcance y profundidad se circunscribe prácticamente a la ribera del gran río, con
prolongaciones en el Guainía y el Río Negro. La colonización de nuevos espacios
incorporados jurídicamente a la Provincia resulta en fracaso. Virtualmente, no solamente no se
avanza en la frontera, sino que se retrotrae a niveles alarmantes.
El período que trabajamos, aproximadamente las primeras cinco décadas del siglo XIX, trae
consigo profundos cambios en Guayana y en Venezuela toda. El tránsito de la Colonia a la
República es el primero y más importante. En Guayana la campaña trastoca drásticamente el
orden existente. Cesan las misiones y la presencia de las autoridades reales, sobreviniendo la
crisis económica y el vacío poblacional. La construcción del nuevo orden republicano pasa por
este meridiano, pues sin población no habrá progreso posible.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
102
Durante este ciclo existen actividades económicas extractivas y se propone la traída de
inmigrantes, pero, aun no ha tenido lugar el desarrollo que lograrán a partir de 1850. Nos
eximimos de mencionar el complejo tema de la inmigración y, ocasionalmente, hacemos
referencia ciertas actividades extractivas puesto que involucran a la mano de obra indígena.
El recorrido de estos años es complejo. Nos limitamos a exponer el funcionamiento y
estructura del sistema poblacional existente para entonces. A partir de ella podemos entender
la presencia de instituciones educativas, las escuelas de primeras letras y las doctrinas que se
desarrollan en enclaves poblacionales a instancias de criollos y de indígenas cristianizados que
vivieron bajo el régimen de misiones y del poder provincial y nacional.
En segundo lugar, nos aproximamos parcialmente a lo que denominamos la dominación de la
nueva sociedad republicana sobre los pueblos indígenas, observando la situación de cada uno
de los cantones en que se organizó la Provincia. En esta somera aproximación destacan: la
presencia de actividades de producción agropecuaria y el comercio, según comentamos líneas
atrás. Haciendas y hatos tienen un radio de acción circunscrito a las tierras que abarcan y van
ocupando, el comercio por su parte no necesita de la propiedad de la tierra, sino del control de
las redes comerciales, en las que se produce un intercambio desigual y altamente lesivo a los
intereses de los indígenas, cuyas deudas pasaban usualmente de padres a hijos e incluso a
nietos. En ambos casos se produce una pérdida sensible de la autonomía de los indígenas.
No damos cuenta de todas y cada una de las poblaciones, cuestión por demás imposible.
Fundamental es la contribución de Pedro Cunill Grau, a la cual agregamos trabajos puntuales
de otros autores, incluida nuestra aproximación al proceso poblacional de Río Negro, citando
algunas fuentes primarias localizadas en archivos venezolanos y españoles.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
103
2.3.1.2.1- El Bajo Orinoco y el Delta
En el Cantón Bajo Orinoco, incluida la zona que va desde la desembocadura del río Caroní,
que comprendía aproximadamente lo que hoy es el estado Delta Amacuro, cuya capital para
entonces es Piacoa: …”pequeño pueblo misional establecido en 1717”…228, se distingue
apenas una población blanco- mestiza en las Fortalezas de Antigua Guayana al decir de Cunill,
mientras que Level dirá que: …”los pocos vecinos viven en los campos, y el pueblo solo y
destruido”.229 El resto está constituido por misiones establecidas en el siglo XVIII.
Desde esos pueblos se ejercen labores de control de la navegación, sirviendo como lugares de
embarque de ganado y otras mercaderías hacia el interior o fuera de la región. Desde algunos
de estos puntos se realizan reclutas forzadas de warao para reavivar o fundar haciendas que
fueron entregadas a soldados y combatientes por la Independencia.
Pedro Cunill refiere230 que en Baja Guayana se constituyeron durante el siglo XVIII un total
de diez asentamientos, subsistiendo para estas primeras décadas del siglo XIX.
Cuadro 3. Baja Guayana y Delta del Orinoco Establecimientos Poblacionales Primeras Décadas del Siglo
XIX
POBLACIONES UBICACIÓN
Misión Santa Eulalia de Mucuri (fundado
en 1754)
Bajo Caroní
Misión Santa Cruz del Calvario (fundado
en 1771)
Desembocadura del Caroní en el río
Orinoco enfrente de Puerto de Tablas
Puerto de Tablas (fundado a finales del
siglo XVIII como emplazamiento
Desembocadura del Caroní
228 CUNILL, P. ob. cit. P. 858 229 LEVEL, A. E. Ob Cit. Cuadro resumen. 230 Cfr. CUNILL, P. ob. cit. P. 856
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
104
portuario)
Misión San Miguel de Unata (fundado en
1779)
Río Orinoco
Misión Santa Ana de Puga (fundado en
1760)
Río Orinoco
Fortalezas de la Antigua Guayana Río Orinoco
Misión de Piacoa (fundado en 1717) En el Delta sobre el Río Grande enfrente
de la sección más sureña de Isla Tórtola
Apostadero de Yaya (período de la
emancipación)
Sección Norte de Isla Tórtola
Misión de Santa Catalina (segunda mitad
del siglo XVIII)
Frente al Apostadero de Yaya
Misión de Sacupana Delta del Orinoco en el Río Grande
Andrés Eusebio Level visitó las Fortalezas o Vieja Guayana, Piacoa, Santa Catalina,
Sacupana, Pedernales, Macareo, Merejina, incluyendo en su recorrido otros puntos: Araguao,
Güiniquina, Paracaro y Cangrejo. Con excepción de los primeros cuatro, los demás no se
tienen por establecimientos de cierta antigüedad, aunque sí se los considera como misiones
para el período de vigencia de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas231. Pero la
opinión general de Level es terminante con respecto a todo el Cantón que califica de ruinosa:
…“Hoy no existe de ese cantón sino el territorio despoblado, y los indios en los bosques. En el
cuadro puede verse lo que queda y cómo están los lugares que se llamaron sus parroquias. De
ellas, la que fue cabecera tiene quince casitas: Guayana, dos: Santa Catalina, siete: y Sacupana,
catorce”…232
La asistencia de sacerdotes para la cura de almas era casi inexistente, desde 1816 no había
religiosos, el estado de los templos era poco menos que destruidos, y de las escuelas no se
231 Cfr. LEVEL, A. E. Ob Cit. Cuadro resumen. 232 LEVEL, A. E. ob. cit. P. 30
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
105
conocía ninguna: …”Nunca ha habido escuela, ni pública ni privada”…233; pese a que, al
menos en 1838, le fuese asignado un sueldo al preceptor de Piacoa por parte de la Diputación
Provincial de Guayana234. Level encontró en todo el Cantón sólo 20 personas que sabían leer y
escribir, de los cuales 11 vivían en Piacoa, del total de los 600 habitantes criollos que estimó
estaban avecindados235.
Este testimonio coincide con el de Michelena y Rojas, que sentencia sobre Piacoa y el cantón
del que es capital, que prácticamente no existe debido a su falta de población:
…”el cantón Piacoa, tan importante por su posición topográfica, ya ocupando el Delta, ya la
línea limítrofe con la Guayan inglesa, ha desaparecido en la realidad, aunque se empeñen en
hacerlo aparecer oficialmente como tal cantón, por falta de población”…236
2.3.1.2.2.- Las villas de Upata y Barceloneta y su zona de influencia
Tanto su capital como San Isidro de Barceloneta son tenidas como villas de españoles, con las
reservas que esas expresiones deben tener en Guayana. Fue fundada en el año 1762 por
petición expresa de los capuchinos catalanes a las autoridades reales, en territorio asignado a
esa orden misionera.
A su excelente ubicación debido a la fertilidad de sus tierras y buena disposición para la
agricultura y la cría de ganado mayor, se complementa su estratégica posición como
contrafuerte a uno de los flancos débiles de las misiones del Caroní durante el siglo XVIII,
233 Idem. 234 Cfr. 4.3.- La instrucción de primeras letras en las villas de españoles y pueblos de la Provincia de Guayana.
Referencias a las escuelas de primeras letras (1823- 1841) 235 LEVEL, A., ob. Cit. p. 7 236 MICHELENA ROJAS, Ob. Cit. P. 232
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
106
cuando vivían bajo la amenaza de los esclavistas provenientes de las colonias holandesas y de
sus aliados indígenas. Esta situación de inseguridad seguramente se prolongó aún después de
la toma de Guayana por los patriotas, como lo atestigua John Princep, aunque no fuesen
causadas por las acciones esclavistas de las potencias rivales a España, sino que se tratara de
obligar el retorno de los indígenas que escapaban de los establecimientos misionales237.
Antaño, los misioneros capuchinos pensaron en los pobladores españoles y mestizos de Upata
como apoyo para ir a las “sacas de indios de los montes”, expresión plena de inocultable
racismo y de valor inestimable para comprender en qué consistían los lazos que realmente
ataban a los indígenas a la vida en las misiones238.
Tras la finalización del régimen misional y extrañamiento de los regulares con la ocupación
patriota de Guayana, hecho sobre el cual existe una agria polémica y no pocas
recriminaciones239, las tierras y las comunidades sufrieron drásticos cambios. Desde finales
237 A propósito de la huída de un grupo de indígenas Caribe de la misión de Cura fue enviado un grupo a buscar y
regresar a los fugitivos. El resultado de esta acción fue la muerte de la partida enviada a traer nuevamente a los
indígenas: …”Cura, parece, fue abandonada hace apenas unos meses, y la mayoría de los indios se fueron a la
selva: pero se dice que el camino continúa abierto. En la tarde, regresaron los tres hombres suministrados para la
expedición al Imataca, informando que no habían logrado alcanzar a los fugitivos, aunque habían hallado los
cadáveres del grupo asesinado que había enviado en su persecución. En esta emergencia, cada misión, según
parece, está obligada a llenar su cuota, armada de la mejor manera posible”… (PRINCEP, John. Diario de un
viaje a las misiones capuchinas del Caroní. P. 38). Princep se refiere a la misión de Cumamo que fue abandonada
por la totalidad de sus moradores. 238 Ver 3.4.- Los capuchinos de la provincia de Cataluña 239 El alegato y denuncia de la muerte de los misioneros capuchinos catalanes a manos de las tropas patriotas a
cuyo cargo se encontraban las misiones que sostuvieron por algo más de un siglo, fue hecho por los superiores de
estas misiones en Barcelona de España en el año 1818. En el texto en cuestión están los nombres de los frailes
que fueron pasados por las armas en 1817, contextualizado por la valoración de la riqueza de aquellos
establecimientos y por lo que -entendían y afirmaban los capuchinos- había sido la obra civilizadora acometida
exitosamente por ellos:
…“Pero lo más floreciente de la Provincia, eran los 27 pueblos de indios fundados y gobernados en lo espiritual y
temporal por los predichos PP. Misioneros capuchinos de Cataluña, que aunque vivían distribuidos en tales
pueblos para el mejor régimen de estos; observaban no obstante una perfecta vida común, dependientes y
gobernados de un Prefecto y dos Conjueces, electos capitularmente por la misma Comunidad congregada; había a
mas de estos un Procurador general que cuidaba los intereses de los indios, y atendía a las necesidades de los
Misioneros. Estos hermosos uniformes pueblos arreglados a un mismo Plan, y las dos villas de Upata y
Barceloneta, constituyen lo que llaman Baja Guayana, poco menos extensa que la Provincia de Cataluña”…
(Elogio histórico fúnebre que en el solemne funeral mandó celebrar el M.R.P. Fr. Esteban de Barcelona Ministro
Provincial de Menores de la Provincia de Cataluña el 10 de junio de 1818..., Imprenta de Felipe Tolosa, p. 4).
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
107
del siglo XVIII y principios del siguiente, la expansión de la actividad agropecuaria de los
hacendados de Upata no solo era exitosa sino que amenazaba expandirse a las tierras de las
misiones cercanas:
“Ello afecta decisivamente a las tierras de los pueblos misionales de indígenas, en especial a
los asentamientos que rodean a la villa. En efecto, los pueblos de San José de Cupapuy (1733),
Santa María de Yacuario (1730), San Antonio de Huicsatono (1765) y San Francisco de
Altagracia (1734), forman una aureola de poblamiento aborigen que tiende a convertirse en
zona de expansión del poblamiento criollo, por lo que los misioneros deben defenderlo ante las
autoridades judiciales de la Real Audiencia de Caracas”240.
De Cupapuy nos dice John Princep que era una de las misiones más grandes, habiendo visto
reducida su población para el momento en que la visitó. A consecuencia de la guerra su
situación se había trastornado en forma alarmante, la mayoría de sus moradores se
encontraban enfermos con gran número de fallecidos por día a consecuencia de una epidemia
que, según él, se originó en la misión de San Miguel de Unata, conmovida como todas las del
Caroní por la presencia de las tropas patriotas:
“Esta es una de las misiones más grandes. Fue fundada en 1733, y en 1803 tenía 957 indios de
la tribu Guayano, una de las más dóciles. Está bellamente ubicada en una elevación de 500 pies
sobre la llanura vecina, y siempre ha sido muy sana; sin embargo allí pudimos observar la
pestilencia en todos sus horrores. De los 7 u 800 habitantes que todavía quedaban, contamos
439 enfermos de la fiebre, y muriendo a un ritmo de 12 o 14 por día. Por lo que pudimos
colegir, la epidemia se originó en San Miguel, donde una gran cantidad de ganado había sido
sacrificado para la tropa. El hedor de los huesos y de las menudencias, dejados, como de
costumbre, en la plaza para que se pudrieran, había infectado el aire de tal manera que no
queda vivo un solo indio; y todos los vaqueros y reseros que habían venido con las reses,
regresaron con la fiebre, y diseminaron la infección en toda la región”241.
240 CUNILL, P. Ob. Cit. T II, P. 882 241 Ibid. P. 16
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
108
La Villa de Barceloneta (donde hoy se encuentra la población de La Paragua)242, es una
fundación que corresponde a los capuchinos durante el año 1770. Ubicada en la ribera norte
del río Paragua, fue punto de apoyo a las penetraciones de los misioneros al sur del río. Dio
lugar a algunas fundaciones efímeras (Guirior y Caroní Chico).
Las misiones capuchinas se encontraban repartidas en tres sectores243:
- Bajo Caroní y Caroní Central (44% de la población indígena reducida)
- Al oriente, al pie de la Sierra de Imataca y Altiplanicie de Nuria (30% de población
indígena reducida)
- Comarcas del sur y del río Paragua (26% restante)
En el primero se localizaban: Santa Ana de Puga (1760), San Miguel de Unata (1779), Santa
Cruz de Monte Calvario o del Calvario (1761), Santa Eulalia de Murucuri (1754), la Purísima
Concepción del Caroní (1724), Altagracia (1734), Santa María del Yacuario (1730), San
Antonio de Huicsatono y San Ramón de Caruachi (1763), éstas últimas, unidas a su puerto
llamado de San Joaquín, lugar de acopio para el envío de las producciones a Angostura. De
Caruachi, que Princep denomina Carnache, hace una descripción de su urbanismo, que sirve
para el resto de las misiones de los capuchinos catalanes debido a su similitud, al igual que su
emplazamiento: …”Los jardines o huertos de provisiones quedan invariablemente a a alguna
distancia; un sitio estéril y alto se escoge para la aldea como el más sano”…244. La encuentra
afectada por las epidemias y disminuida su población. Para 1818 ha dejado de ser un poblado
exclusivamente indígena por el avecindamiento de criollos atraídos por el comercio ganadero:
…“Carnache fue fundada en 1763, con indios principalmente de la tribu Caribe: en 1803 tenía
418 habitantes; la fiebre, la conscripción, y la deserción, habían reducido ahora la población a
unos 100, y todos estaban muy enfermos. Unas pocas familias criollas se habían instalado allí,
242 Ibid. P. 892 243 Ibid. P. 899- 900. 244 PRINCEP, John. Ob. cit. p. 8
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
109
atraídas por el muy pequeño negocio que podía hacerse ocasionado por el paso de ganado;
pero, con excepción de las vacas, todo llevaba la marca de la necesidad y la miseria”245.
Otra de las misiones de antaño es San Antonio de Huicsatono. Para 1803, afirma Princep, tenía
802 habitantes, en 1818 descendió a 100, y habían muerto 230 personas a razón de 4 fallecidos
por día. El ganado era escaso, y pese a encontrarse algodón y tabaco en la sabana, sus
productos agrícolas principales eran el arroz y el casabe246. Respecto de la misión de Nuestro
Padre San Francisco de Altagracia, dirá que es de desolada apariencia, sus vecinos casi todos
enfermos, y otros, los que pudieron se fueron a la selva sólo para morir en ella. Inclusive la
persona que fungía de autoridad militar en nombre del ejército patriota se había retirado
enfermo247.
De Santa María del Yacuario (1730) dice John Princep que contaba con 570 habitantes para
1803. Para 1818 la mayoría de los habitantes se encontraban enfermos, y muchos se habían
retirado a sus conucos248.
Se agrega San Buenaventura del Guri (1771), en la ribera oriental del Caroní enfrente de un
camino que conduce a Angostura. San Buenaventura tiene comunicación fluvial con San
Isidro de Barceloneta249.
En el segundo ámbito geomisional están: San Miguel del Palmar (1734), San Pablo de
Cumamo (1767), Nuestra Señora de Monserrat de Miamo (1748), San Fidel de Carapo (1752),
Nuestra Señora del Rosario de Guasipati (1757), San Félix de Tupuquen (1770) y Nuestra
Señora de Belén de Tumeremo (1788).
245 Idem. 246 Ibid. P. 10 247 Ibid. P. 23- 25 248 Ibid. P. 26 249 Ibid. P. 902
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
110
Princep comenta que Miamo no sufrió tan grandemente los saqueos que vinieron con la guerra
como sí aconteció en otras misiones, pese a que sus habitantes soportaron los rigores de la
epidemia, encontrándose algunos enfermos con muchos fallecidos. Para 1803, nos dice, tenía
920 habitantes:
“Esta es la principal colonia (…) en 1803 tenía 920 habitantes; su número ha sido grandemente
reducido por la fiebre, la conscripción y la deserción; aunque la fiebre no fue tan destructiva
como en otras partes, había cuarenta enfermos. Silva, el comandante parece mantener a la
gente en bastante buen orden. El había estado empleado por los capuchinos, y este es el único
lugar que escapó al saqueo de la revolución”250.
Sobre Tupuquen indica que para el momento de su visita tenía unas 4000 cabezas de ganado
vacuno y 1200 yeguas: …”suficientes para formar la base de una colonia”…251, pero los
indígenas se estaban yendo al monte, amenazando la sobrevivencia del pueblo. Tupuquen
tenía para entonces unos 150 habitantes, mientras que para 1803 ascendía a 570.
Hacia el sur está la Divina Pastora del Yuruari o del Yaruario (1737), Nuestra Señora de
Puedpa (1769), San José de Leonisa de Ayma (1755), Santa Clara de Yagarabana (1779), San
Juan Bautista de Avechica o Avelchica (1783) y Santa Rosa de Lima de Cura (1782).
Se agregan tres misiones: San Pedro de las Bocas (1770)252, San Serafín de Arabatayma
(1779) y Santa Magdalena de Currucay (1783)253, esta última es visitada por Andrés Eusebio
Level y la tiene como abandonada, coincidiendo con Princep.
250 Ibid. P. 34 251 Ibid. P. 39 252 Ubicada frente a la desembocadura del río Paragua según refiere Level, encontrándose abandonada para esos
años. LEVEL, A., ob. cit. P. 12. 253 Crf. Noticia del estado actual de las misiones de los R.R. P.P. Capuchinos Catalanes de la Provincia de
Guayana, que en virtud de su ordenanza décima de América presenta el Prefecto de ellas presenta al R. P.
Damián de Olot, Comisario General. 1816. En: LEVEL, A. Ob. cit.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
111
Princep formula sus apreciaciones sobre la situación de los pueblos que visitó y las
circunstancias por las que atravesaban. El efecto había sido similar a lo acontecido en otras:
despoblación como consecuencia de la recluta forzada y de la sobreexplotación a la que se
vieron sometidos sus habitantes. Con ello llegaba la disminución sensible de la producción y
el sentimiento de desolación que impregnaba a todos aquellos que las visitaban:
…”Tumeremo, la última, fundada en 1788, existe todavía, integrada por la tribu Guayano; pero
las tres establecidas en 1782- 3, Cura, Curucuy y Arechica, compuestas de Guaycas, una tribu
montañera adicta a hábitos nomádicos, han sido totalmente abandonadas; y Ayma y Santa
Clara pronto correrán la misma suerte, probablemente. Los Guayanos, siendo de una
disposición más pacífica y quizá más servil, y mejor dispuestos a la civilización, forman la
masa de la población”254.
Sobre las misiones de Puedpa, La Pastora y Santa Clara, el citado comerciante y viajero afirma
que se encuentran en una situación verdaderamente crítica:
…“El aspecto actual de Puedpa es deplorable; los Guaycas han huido todos, y Santa Clara
estaba casi abandonada. La población no sobrepasa los 150 habitantes; la fiebre había
penetrado hasta allí, así como a La Pastora, aunque no tan violentamente como en otras partes”
255.
Guri se encontraba en situación similar, de 792 habitantes que había en 1803 sólo quedaban
150. Fue en esta misión donde Princep copió de la biblioteca el informe del superior de las
misiones en 1803, que le sirvió para cotejar el número de habitantes en cada una de las
poblaciones visitadas con quince años de diferencia256.
254 PRINCEP, John. Ob. cit. p. 20. Nótese que Princep denomina a Currucay como Curucuy y Arechica por
Avechica. 255 Ibid. P. 45 256 Ibid. P. 49
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
112
Andrés Eusebio Level consignó en su informe una copia del estado de las misiones del Caroní
en 1816257 en la que se totalizaban 29 poblaciones con inclusión de Upata y Barceloneta,
siendo su población de 21.246 habitantes. De ellos 1598 y 494 correspondían a las villas
precitadas.
Apenas dos años después, los trastornos de la guerra de independencia habían dejado secuelas
evidentes. Las misiones vieron reducidas drásticamente su población por efectos de la recluta,
las epidemias y la huida de muchos de los moradores indígenas de los recintos misionales. La
valoración y balance general que hace Princep es elocuente, sobre todo en lo concerniente a la
fuerza de trabajo indígena organizada en el sistema misional de los capuchinos catalanes que,
con el correr de los años habían devenido en agricultores, ganaderos y artesanos:
“Cuando los Patriotas tomaron posesión de la región por primera vez hace dos años, se
proclamó la libertad para los indios; pero después debido a la urgencia de obtener provisiones
para las tropas en el frente, se les pidió que dieran la mitad de su tiempo al gobierno hasta el
completo establecimiento de la república. Los padres se encargaban en pago de sus labores, de
suplirlos de ropas de su propia manufactura, atendiendo a los enfermos, y dándoles sus
raciones regulares, que la abundancia de ganado permitía; pero, por falta de una supervisión
adecuada, todas estas cosas han sido descuidadas desde que los Patriotas tomaron posesión; y
el ganado, el gran recurso de la región, ha sido vergonzosamente desperdiciado (…) De
continuar la guerra otros cinco años, mucho me temo que se produciría la total despoblación de
la provincia”…258
257 El padre de Andrés Eusebio Level fue Andrés Level de Goda, oidor fiscal de la Real Audiencia de Caracas, y
como tal, Protector de Indios. A él le fue consignado, como se hacía regularmente, un informe sobre el estado de
las misiones de los capuchinos catalanes, el cual fue incluido en el informe que hizo de su visita a las misiones de
Guayana. Cfr. LEVEL, A., ob. cit. p. 12 y el cuadro anexo. Este mismo se encuentra anexo en: Elogio histórico
fúnebre que en el solemne funeral... Ob. cit.
Hemos de decir que consultamos un informe sobre el estado de las Misiones del Caroní correspondiente al año
1799 titulado: Misiones. Estado de las de algunas de la Provincia de Guayana que estaban a cargo de los
Capuchinos de la Provincia de Cataluña para fines de 1799. En: BLANCO, José Félix. Documentos para la vida
pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia, publicado por disposición del General Guzmán Blanco,
Ilustre Americano, Regenerador y Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, en 1875, puestos por orden
cronológico, y con adiciones y notas que ilustran, por el General José Félix Blanco. Caracas, Imprenta de la
Opinión Nacional de Fausto Teodoro de Aldrey, 1875, Tomo I, Documento 256, pp. 496- 507. 258 PRINCEP, J. Ob. Cit. p. 21
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
113
En tiempos de la Gran Colombia, tuvieron lugar algunos experimentos con el propósito de
reavivar la producción de las otrora misiones que terminaron en rotundo fracaso, como en la
experiencia de haberlas concedido en arrendamiento para su explotación a varios
comerciantes, entre ellos el inglés James Hamilton.
Upata y Barceloneta acrecientan su primacía en la jurisdicción cantonal, donde se observa en
los años de la Gran Colombia y con posterioridad a 1830 un proceso de abandono
generalizado, mientras que estas villas aparecen como poblaciones industriosas y poseedoras
de riqueza259, que cuentan con ganadería y con edificaciones especialmente dedicadas a la
instrucción.
Los territorios de las antiguas misiones, sus construcciones y los moradores indígenas que
quedan en ellos son objeto de múltiples agresiones provenientes de los vecinos criollos de
Upata y Barceloneta. Las antiguas casas y edificaciones de la misión de Santa María de
Yacuario, por ejemplo, próxima a Upata, son saqueadas como lo testimonia el propio Andrés
Eusebio Level260.
La expoliación se amplía a las tierras y se concreta en invasiones para extender la frontera
agrícola y ganadera de los vecinos criollos, en algunos casos esgrimiendo como argumentos
los llamados haberes militares261. Esto preocupa a las autoridades guayanesas, por cuanto
reconocen en estos hechos una de las causas generadoras de la despoblación, abandono de la
producción y del peligroso desguarnecimiento de que adolece la provincia como un mal
sempiterno:
259 “Upata, pues, y su cantón, según lo que acabamos de demostrar, aun comparado con el de Angostura, es el
único que ha hecho algún progreso material, y que puede decir con razón que las propiedades que haya adquirido
las debe a su perseverante industria y trabajo, y que no está sometido a las contingencias que experimenta
Angostura por razón de la única industria que posee.
Tiene un caserío bastante regular; un colegio, no sólo para la primera educación sino para la superior, una iglesia
que corresponde con la riqueza pecuaria de los feligreses” (MICHELENA ROJAS, Francisco. Ob. cit.…p. 234) 260 Carta de Andrés E. Level. El Miamo, 30 de junio de 1849. Citado en: CUNILL, P. ob, cit. p. 2132. 261 Así lo comunicaba el Jefe Político de Upata en el año 1832. Cfr. CUNILL, P. Ob. cit. p. 2134.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
114
…“En esas misiones quedan todavía restos de su esplendor pasado, que la mano de la
destrucción ni adrede ha alcanzado a aniquilar. Y eso que a pretexto de impedir ruinas se ha
estado arruinando: porque bastaba la suposición de que una casa o templo pudiera caerse, para
que se desbarataran”…262
En efecto se tomaron algunas medidas para proteger el restante patrimonio de las misiones,
otorgándolas al Colegio Nacional de Guayana para que usufructuase sus rentas263, aunque su
aplicación efectiva no fuese inmediata en atención al decreto que creaba el Colegio en 1834,
pues su apertura ocurrió seis años después (1840).
2.3.1.2.3.- Camino del sur. Las poblaciones del corredor orinoquense. Angostura y su
zona de influencia
Cerca de Angostura se localizan los pueblos de Marhuanta (o Maruanta) 264 y Panapana265. El
primero desaparecido para las primeras décadas del siglo XIX. Dice Lino Duarte Level que
262 Memoria que a la Honorable Diputación de Guayana dirige el Gobernador de la Provincia en 1845. En:
ARELLANO M., A (prólogo). Ob. Cit. p. 206 263 El decreto de creación estaba precedido por otro de fecha 27 de noviembre de 1824 firmado por el
Vicepresidente Francisco de Paula Santander, que se quedó en el papel. En el artículo 17º del documento de
erección del Colegio Nacional de Guayana correspondiente a 1834 se establece como propiedades, rentas,
acciones y derechos de este Colegio, entre otros:
“3º. El producto del arrendamiento de las tierras de Tupuquen, Tumeremo y Guaran en Miamo, hechos por el
Gobierno a favor del Sr. James Hamilton:
4º. Cualquiera otro producto, que pueda dar en arrendamientos temporales, las tierras correspondientes a misiones
en las provincia de Guayana, y los edificios y demás obras de cualquier género que correspondieran a la misma,
en el concepto de que, aunque el Gobierno no declara, que los bienes de dichas misiones, sean propiedad del
Colegio, los pone bajo la administración de su administrador, y bajo el Patronato inmediato de la Junta de Rentas
de que se hablará después, para que poniendo en claro cuanto correspondiere a aquellos establecimientos, los
hagan inventariar y conservar de la mejor manera posible, inviten licitadores a los arrendamientos respectivos,
oigan proposiciones y las eleven al Poder Ejecutivo”… (ARCHILA, Ricardo. Historia médica de Venezuela.
Guayana (1858- 1958). Centenario de la Escuela Médica de Ciudad Bolívar. Pp. 85- 86). También se puede
consultar: SÁNCHEZ NEGRÓN, José. El Colegio Federal de Guayana en la Casa del Congreso de Angostura. P.
24. 264 En 1818 John Princep describe a Marhuanta como un poblado abandonado situado en la ribera del caño o río
homónimo que él denomina Marnanta: …“en la margen derecha quedaba una aldea del mismo nombre, que una
vez tenía tres o cuatrocientos habitantes; pero las casas desmoronadas y los jardines enmontados comprobaban su
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
115
fueron fundadas por Manuel Centurión con indígenas warao traídos del Delta. En el siglo XIX
la primera de esas misiones había desaparecido, mientras que Panapana se mantenía como un
poblado mixto de criollos e indígenas, al parecer sin otra importancia que la de ser lugar
habitado entre Angostura y otras poblaciones. Por su cercanía a la capital, las tierras de ambos
asentamientos se convierten progresivamente en haciendas para la cría de ganado266. Level nos
dice que esta comunidad posee una escuela (1847).
Hacia el sur, siguiendo el curso del río, se encuentran Orocopiche y Almacén, éste último va
ganando importancia como puerto fluvial sobre el Orinoco, y más al sur el pueblo de Borbón,
reminiscencia de los proyectos poblacionales del pasado colonial y lugar de residencia del
misionero, ve descender su población a 313 habitantes. En sus cercanías se encuentran los
pueblos kariña de Cerro Mono y Tapaquire. Los habitantes de los caseríos indígenas de La
Laguna y Salsipuedes se han juntado en los dos primeros. Todos estos lugares y caseríos son
visitados por Level. De estos dos establecimientos y los de Curumotopo y Tucuragua dice que
son los únicos habitados por caribes (kariña), sin dirección y sin que se les haya reducido:
…”Tienen la buena suerte de que ningún racional viva entre ellos. Por consiguiente han
podido desenvolver sus instintos peculiares de orden y adelanto”267.
Moitaco, nombrada Villa de Real Corona durante el siglo XVIII, mantiene un escaso tráfico
fluvial, y en su entorno se han instalado para las primeras décadas del siglo XIX algunos hatos
actual abandono total. Hasta entonces solo habíamos hallado una choza en nuestro camino”… (PRINCEP, John.
Ob. cit. p. 4) 265 Líneas más abajo describe Princep a Panapana en una situación un tanto mejor que la de Marhuanta. Este
pueblo sí se encuentra habitado, aunque ha mermado notablemente su población. Al momento de su llegada, la
autoridad la ejerce un militar un patriota, dueño a la vez del único almacén que existe en toda esa comarca:
…”Nos instalamos allí, es decir, colgamos nuestras hamacas sobre su mostrador, pues el de él era el único
almacén que hallamos en todo el distrito. El pueblo está convenientemente situado, a una media legua del
Orinoco; una vez tenía varias familias indias; y, en tiempos de los españoles, aportaba 100 hombres a la milicia;
pero la guerra y la fiebre habían causado tal depredación, que sólo quedaban 48 indios; y éstos, con unos pocos
caballos y criollos, constituían toda la población. Lo estéril del suelo los obliga a aprovisionarse a unas dos leguas
de distancia, lo que agrava no poco sus penas”. (Ibid. Pp. 4-5) 266 Noticias de terrenos baldíos arrendados. Angostura, 8 de noviembre de 1839. Terrenos baldíos enajenados.
27 de octubre de 1858. Materiales para la cuestión agraria en Venezuela 1829- 1860. Enajenación y
arrendamiento de tierras, vol I, p. 255 y 553. En: CUNILL, P. T III, P. 2175 267 LEVEL, A. Ob. cit. p. 10
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
116
ganaderos cuyos propietarios viven en Angostura. Este pueblo tiene estrecha relación con el
poblado kariña de Camurica.
Hasta el río Caura alcanzan formas similares de poblamiento que viven de actividades
económicas como la siembra de conucos, la cacería y la pesca: Maripa, San Pedro del Caura y
Aripao. Level afirma que ninguno ha poseído ni posee escuela. De los dos primeros dice que
son pueblos mixtos, mientras que Aripao lo censa como parroquia civil de españoles solos
aunque diga que está habitado por morenos y residen allí unos pocos indígenas268. Maripa es el
puerto de paso de la ribera norte a la ribera sur del río Caura, donde está emplazado el
embarcadero de Puruey conocido también como Las Majadas.
2.3.1.2.4.- El Alto Orinoco. Caicara y La Urbana
Traspuesto el Caura en dirección sur se abre la jurisdicción del Cantón Alto Orinoco. En esta
región se encuentran las villas de españoles de La Urbana y Caicara, con caseríos
dependientes y otros establecimientos menores como La Piedra y Altagracia, además del
pueblo de Cuchivero, cabecera de una de las parroquias del Cantón. Para 1847 se estima la
población total en 2.983 habitantes mayoritariamente indígena269. La sensación y la opinión de
quienes la visitan es la de una comarca desolada.
La Piedra tiene estrecha relación con el poblado kariña de Curumotopo, caserío de reciente
formación para la época. Su situación no es de lo más ventajosa como puerto. Altagracia,
nombrada como villa de españoles de Ciudad Real en 1781, subsiste como un pequeño puerto
268 Ibid. Cuadro resumen. 269 CUNILL, P. Ob. cit. T III. P. 2181
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
117
en la ribera sur del Orinoco. Cuchivero es puerto sobre el río homónimo y se encuentra en la
pica que une a Caicara con Angostura. Caicara es un puerto de saca del ganado con rumbo a la
capital provincial. Jugó un rol fundamental durante la última fase de la campaña
independentista. Sus vecinos la quemaron en 1816, unos años después que Cabruta, el puerto
guariqueño enfrente de Caicara270.
Algunos establecimientos de esta región desaparecen en el lapso de 1830 y 1847 como lo
testimonia Andrés Eusebio Level en su recorrido en el último año: Carichana, Parguaza,
Tortuga, Pueblo Nuevo, Villa Flaca y La Encaramada. Level llega a proponer la creación de
un distrito con características especiales con capital en Caicara, pero trasladada desde su
ubicación hasta el sitio denominado Capuchino271.
Una de las actividades económicas de estos pueblos de Caicara, Altagracia y La Urbana es la
ganadería, la cual se irá incrementando a lo largo del siglo XIX. Respecto de Caicara dice
Michelena y Rojas que fue incendiada en 1861. Sostiene que la proximidad con Cabruta
constituye un impedimento para que ambos pueblos progresen. A su juicio, debería ser
reubicada en otro lugar más ventajoso desde el punto de vista de su salubridad y con mayores
ventajas para el desarrollo agrícola y comercial. Con todo Caicara es: …”la mejor y más
numerosa en el Orinoco después de Angostura”272. De hecho posee establecimientos
comerciales de cierta importancia, algunas propiedades y población numerosa. Antes de ser
incendiada la última vez poseía unos mil habitantes, casi todos de raza española273. Mantenía
relaciones comerciales con localidades ubicadas en el Orinoco y algunos de sus tributarios, y
es asiento de comerciantes que mantienen una fuerte dependencia del comercio mayor ejercido
270 Ibid. T II. P. 935 271 LEVEL, A. Ob. cit. pp. 90- 93. Este testimonio coincide con el aportado por Francisco Michelena y Rojas.
Cfr. MICHELENA Y ROJAS, F., ob. cit. P. 270 272 Ibid. P. 259 273 Ibid. P. 262
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
118
desde Angostura. Además, en sus playas se realiza estacionalmente la recogida de los huevos
de tortuga para la elaboración del aceite274.
En cuanto a La Urbana, desde su fundación como misión primero jesuita y luego bajo tutela
franciscana, se desarrollaba estacionalmente la actividad de la recogida de los huevos de
tortuga y elaboración de aceite en las playas del Orinoco contiguas. Michelena la describe
como una población acomodada y bien orientada al comercio que realiza con establecimientos
localizados en ríos tributarios del Orinoco, al igual que su vecina Caicara, y con las
poblaciones del cantón de Río Negro. Mantiene relaciones con comunidades indígenas algunas
de las cuales se instalan en sus cercanías con fundaciones más o menos estables:
“Después de Caicara es la mejor, de más población y más comercial: tiene muy regulares casas
en dos calles paralelas que se extienden a lo largo del río; una iglesia nueva, a cuya
consagración concurrí; y a la extremidad del pueblo tiene también otra población, toda de
indígenas de las tribus de Piaroas, que van y vienen constantemente en seguimiento de su
pequeño comercio, a los ríos y caños de Cabullare, Arauca, Capanaparo y Sinaruco. La base de
la población de Urbana es de raza española mixta, y casi toda se ocupa del comercio”…275
Estas villas de poblamiento mixto habitadas por comerciantes, tienen una de sus bases de
sustentación en el intercambio desigual de los productos que extraen las comunidades
indígenas por mercaderías traídas de fuera de la región. Si bien en estas comarcas se
conforman hatos ganaderos y con ellos la propiedad privada de la tierra, la verdad es que su
274 “Como dependencia exclusiva de Angostura el comercio de Caicara, después de todos los cambios y
recambios por productos del país, en último término todo va a parar a aquella ciudad. Caicara pues, trafica, a
grandes distancias hasta arriba del río Arauca, a los de Cunaviche, Cabullare, Capanaparo, Sinaruco; algunas
veces hasta el Meta, y otras hasta San Fernando de Apure por vender los chinchorros y cabuyas que han recogido
de los indios en aquellos ríos en cambio de efectos, particularmente de aguardiente; lo hace en muy pequeña
escala, pues los consumidores con quienes está en relación tienen muy pocas necesidades. Así pues, se halla
reducido a algunas telas ordinarias, a quincalla y a aguardiente de alguna cantidad; excepto una vez en el año, en
las playas de la manteca, que denominan la feria, la que tiene lugar en el mes de marzo, cuando las tortugas han
acabado de poner sus huevos”. (Ibid. P. 260- 261) 275 Ibid. P. 273
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
119
fuerza radica en el control que ejercen de las redes comerciales, de allí emanan conflictos por
el poder que se observan a lo largo del siglo XIX en esta región y en el sureño Cantón de Río
Negro. No por casualidad Agustín Codazzi hizo desde Caicara su célebre denuncia a estos
mecanismos de ejercicio de la dominación sobre los pueblos indígenas:
…“Cada una de estas poblaciones tiene sus magnates como los más acomodados y de más
representación, tal como: J. Golindano en Caicara, Juan González en Urbana, y Socorro
Figueredo en Caribén; estos son pues los que habilitan de efectos a sus agentes para internarse
después en todas direcciones en busca de compradores”…276
2.3.1.2.5.- El Cantón de Río Negro. Entre los raudales y los confines con el Imperio del
Brasil
Río Negro es un territorio que se abre a partir de los raudales de Átures y Maipures, puertas u
obstáculos –según se les vea- de aquel país diferente que comenzaba allí precisamente. El
proceso de fundación de pueblos por parte de la Corona española comienza con la Expedición
de Límites277.
Los intentos por fundar misiones en el espacio amazónico venezolano se venían realizando
desde el año 1682, cuando probaron suerte los jesuitas provenientes de las misiones llaneras
hoy colombianas:
276 Idem 277 La Expedición de Límites se origina con la firma del Tratado de Límites entre España y Portugal (Madrid
1750) en tiempos del Rey Fernando VI. El propósito era fijar definitivamente las fronteras de ambos imperios en
esta parte de América. Portugal designó su partida, que debía remontar el río desde Manaus hasta los confines de
las posesiones portuguesas en el Alto Río Negro, en territorio que de derecho y no de hecho pertenecían a la
genésica capitulación de la provincia de Guayana. España designó su comisión al mando de José de Iturriaga,
siendo Eugenio de Alvarado y José Solano y Bote dos de sus comisarios subordinados. Corresponde a éste último
la fundación de San Fernando de Atabapo y el diseño de planes para esta parte de la geografía guayanesa. Siendo
Capitán General de Venezuela designó a Manuel Centurión Gobernador de Guayana, quien luego quedaría en
posesión también del cargo de Comandante de las Nuevas Fundaciones del Alto Bajo Orinoco y Río Negro.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
120
…”encontrando entre los ríos Cataniapo y Tomo, a orillas del Orinoco, siete grandes poblados
de Piaroas y Sálivas que llamaban Adoles, Truaje, Peroa, Cusia, Cataruben, Masiba y Doma. Y
con la ayuda de Karusha, Cacique del poblado Peroa, llegaron hasta la desembocadura del río
Vichada en el río Orinoco. Según los cronistas de la época esas siete poblaciones fueron
destruidas hacia 1700 por una oleada de Caribes que llegó a la región desde el río Suapure”278.
Con ciertas diferencias, Eugenio de Alvarado, uno de los comisarios expedicionarios, informó
que esas fundaciones corresponden al año 1684, que luego experimentan una segunda
refundación en 1734 y una tercera en 1748279. Para estos años se había fundado el hato
ganadero jesuita de Carichana, sobre el raudal homónimo en el río Orinoco, apoyo logístico de
Átures. José del Rey afirma que fue en el año 1681 cuando llegaron los misioneros a esos
poblados indígenas, y que, tras la destrucción que experimentaron a consecuencia de la
incursión de los Caribe en 1684, las restablecieron en 1691, sólo para ser destruidas
nuevamente en 1693280.
Una vez que Solano pacta con Crucero, jefe guaipunabi que mantenía el dominio del río aguas
arriba de los raudales, quien resolvió jurar lealtad a España, tiene lugar la fundación de San
Fernando de Atabapo y otras once poblaciones, según lo dice Tavera, con inclusión del
Torreón Fuerte de Buena Guardia del Casiquiare: Maipure, Santa Bárbara (río Orinoco), La
Esmeralda, San Carlos de Río Negro, Santa Gertrudis (río Padamo), Maroa con el concurso
del cacique del mismo nombre (río Guainía), Baltazar, Yavita (rio Temi, afluente del río
Atabapo) y Pimichín (sobre el caño homónimo)281.
San Fernando de Atabapo y La Esmeralda se concibieron como pueblos mixtos de españoles e
indios en tiempos de la Expedición, aunque este último experimento se llevó años después que
278 MARIÑO B., Tomás A., Akuhena. Historia documental y testimonial del Territorio Federal Amazonas. P. 59 279 Eugenio de Alvarado. Informe Reservado… En: REY F., José del. Documentos Jesuíticos…p. 230. Sobre esta
fecha el mismo José del Rey sostiene que ocurrió en 1747. Cfr. DEL REY, J., El proceso de las reducciones
llaneras y orinoquenses. En: REY, J. del, Misiones jesuíticas en la Orinoquia. T. III. Pp. 445. Del Rey cita un
memorial de Manuel Román (AGI. SANTA FE. 269. Informe del P. Román, 1749). Esta polémica la hemos
examinado en nuestro trabajo: HARO, Juan. Ilustrados, misioneros, poblamiento y educación en las comarcas del
Alto Orinoco y Río Negro de Venezuela (1750- 1861), citado en la Bibliografía. 280 REY F., J del. El proceso histórico de las reducciones llaneras y orinoquenses. En: REY F., J., Misiones
jesuíticas en la Orinoquia. T. I. pp. 418- 419 281 TAVERA A., Bartolomé. Rionegro…p. 139- 140
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
121
aquella concluyó. San Carlos y San Felipe282, uno enfrente del otro en el Río Negro, junto a
Buena Guardia fueron proyectados como puntos poblados con indígenas y una dotación
militar. Los primeros, ubicados en un punto defensivo a unas leguas de la piedra del Cocuy,
cerca de la desembocadura del Casiquiare en el Río Negro, y el segundo aguas arriba del
Brazo en el punto de nacimiento de éste en el Orinoco, aguas abajo a su vez de La Esmeralda.
San Juan Nepomuceno de los Átures se mantenía como misión que, vista en dirección norte-
sur, constituía lugar de paso y desembarco obligado para trasponer los raudales, lo que llevaría
por tierra o por el río hasta el poblado de San José de Maipure, donde se pasarían por tierra los
raudales homónimos283. Luego, leguas arriba se encontraría San Fernando de Atabapo,
ubicado estratégicamente en el punto de desembocadura de los ríos Atabapo y Guaviare en el
Orinoco. Desde aquí se controlaba el tráfico fluvial permitiéndose remontar hasta el Virreinato
de Santa Fe, o bien, hasta Buena Guardia, con el paso obligatorio por el pueblo de Santa
Bárbara y descenso por el Casiquiare llegar a San Carlos y San Felipe, en la ruta que hizo el
jesuita Manuel Román en 1744 llevándolo a las posesiones portuguesas hasta Manaus y Belém
do Pará.
282 San Felipe es hoy un pequeño poblado colombiano en cuyas inmediaciones próximas al río se observan,
aunque rodeadas por el monte, las murallas del fuerte construido en el siglo XVIII. 283 Francisco Michelena y Rojas, gobernador de Amazonas en dos oportunidades (1857- 1859) y en 1876, donde
murió entre Yavita y Maroa (26-09-1876), consigna unas notas acerca de Átures y Maipures. De la primera dice
que fue trasladada de lugar, al otro lado del río Cataniapo, habitada apenas por unas siete familias. Su situación
como lugar de paso de los raudales, y en consecuencia de obligada descarga de las embarcaciones, hace necesario
el auxilio frecuente de comunidades indígenas avecindadas en las cercanías de este paso: “Después de pasar las
islas muy conocidas de todos los viajeros, de Bachaco, Panumana, Parinagua y Casuarita, llegué al puerto abajo,
adonde antiguamente estuvo situado el pueblo de Àtures o San Juan Nepomuceno, en tiempo que Humboldt
visitó aquellos lugares, y que hoy existe este mismo del otro lado del Cataniapo. Como todavía ese no es el puerto
más aproximado a la población, lo que se hace es mandar avisar al capitán del lugar para que envíe el práctico
que ha de remontar la embarcación como a una legua, y para que al mismo tiempo envíe los peones, mujeres e
indios, si hay algunos” (Venezuela. Ministerio de Fomento. Apuntes Estadísticos de los territorios federales
formados de orden del Ilustre Americano, General Guzmán Blanco Presidente de la República, año económico de
1874 a 1875. Caracas, Imprenta Federal, 1876. pp. 85-86). Más adelante, relata que tanto las sabanas que
circundan a Átures como a Maipures son lugares de cría de reses originalmente traídas desde Carichana, en
consecuencia son hatos dependientes del estado. Michelena no brinda detalle respecto de la fecha probable de
origen de estas fundaciones:
“Átures es una de las fundaciones de ganado que tiene la que fue provincia de Amazonas; la otra es Maypures,
situada más arriba a orillas del raudal del mismo nombre.
Por la relación que he hecho del terreno donde está situada aquella fundación, se verá que aparente es para lo que
se le ha destinado. Poco menos de 200 reses fue el que, desde Carichana se llevó como semilla o cría”… (Ibid. p.
90)
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
122
Pero, desde San Fernando también se podía remontar el Atabapo y de allí a su afluente el río
Temi, donde se encuentra Yavita, pueblo desde el cual se accede por tierra a Pimichín284,
desde cuyo embarcadero se descendía para desembocar en el Guainía, pasando enfrente de
Maroa y descendiendo el río para llegar hasta San Carlos y San Felipe, confín y poblacional y
guarnición militar de España.
Cerraba el sistema poblacional la Villa de San Francisco de Asís de la Esmeralda. La toma de
contacto con los pueblos indígenas de la zona, entre quienes destacan los ye´kuana, fue hecha
por las expediciones de Francisco Fernández de Bobadilla y Apolinar Diez de la Fuente en
1759 y 1760 respectivamente. Posteriormente, en 1767 el mismo Diez explora la existencia de
cacao silvestre con la ayuda de los ye´kuana entre quienes destaca la figura del jefe Wadena o
Guarena, que existía en abundancia en el Padamo, afluente del Orinoco en su curso alto285.
Esto alentó la fundación, conjuntamente con la instalación del pueblo de Santa Gertrudis del
Padamo y otro de nombre San Félix del Bajo Padamo, en las que los ye´kuana fueron
fundamentales puesto que eran sus dominios territoriales ancestrales. En este punto conviene
señalar que el interés económico que representaba el cacao silvestre fue la más seria iniciativa
284 Actualmente, Yavita sigue siendo un pueblo escasamente habitado, pero el camino terrestre lo comunica a
través de un paraje de selva alta con la población de Maroa. Yavita fue capital del Territorio Amazonas, creado
en tiempos de Antonio Guzmán Blanco. Allí se localizó una escuela federal, aunque al parecer no hay acuerdo en
quien realmente la instaló: “Michelena y Rojas se trasladó de inmediato al Territorio y fijó su sede en Yavita,
donde construyó en poco tiempo 30 casas, una capilla, una escuela, un juzgado, un cuartel y una cómoda casa
para oficina del gobierno territorial”. (MARIÑO BLANCO, T. ob. cit. P. 125). No sabemos si es el mismo
plantel, pero una vez ocurrida la muerte de Michelena, el gobernador accidental comunicaba la fundación de un
plantel: “En la tarde del 9 de octubre último zarpé de San Fernando de Atabapo, remontando este río, hasta llegar
a Yavita, capital del Territorio (…) Después de 3 o 4 días que invertí en la organización en lo correspondiente a
la ciudad o pueblo capital, nombrando Prefecto y Juez de paz y ocupándome de la instalación de la escuela, según
el documento que he elevado a usted”… (Martín Jiménez Gómez al Ministro del Interior y Justicia. San Carlos
de Río Negro, 2 de noviembre de 1876. En: Venezuela. Memoria del Ministerio de Relaciones Interiores. P. 133) 285 Cfr. Testimonio de Francisco Fernández de Bobadilla refrendado por Fray Antonio de Jerez y otros. 20 de
julio de 1769 (Copias). En: AGI. Caracas. Compulsa de diez y ocho documentos justificativos, con que el
Capitán Poblador de la Villa de La Esmeralda en el Alto Orinoco, y cabo militar del Torreón Fuerte de Buena
Guardia del Casiquiare, Don Apolinar de la Fuente, hace presente a Vuestra Real Persona por su Representación,
sus servicios en aquellos remotos países, y pretende que la Real Piedad de Vuestra Majestad la tenga presente en
la promoción de uno de los gobiernos que propone. Legajo 81
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
123
de revalorización económica de la región amazónica durante el siglo XVIII, despertando el
interés de las autoridades en Angostura, Caracas y Madrid. No tuvo sin igual ni en esta etapa
ni durante la primera mitad del siglo XIX, a excepción del período cauchero.
Hubo poderosas razones que impulsaban a los pueblos indígenas a buscar alianza con España,
como el acoso y la persecución de que eran objeto por parte del comercio esclavista:
…“Los indios de estos contornos, que son las naciones Maquiritare y Cataperene, se están
poblando en este sitio, juntamente con la nación Guaipunavi, y Macos, éstos han sido acosados
por la Nación Carive, que incitados de los holandeses, que con poco respeto de Nuestro Rey
Señor, se introducen en sus dominios, por varios ríos, hasta estas inmediaciones, y dichos
Carives hacen gran destrozo de ellos”…286
Estas penetraciones se hacían a través de la serranía de Maigualida y descenso por ríos como
el Manapiare, con el propósito de buscar esclavos o poitos, siendo expresión del acoso del que
eran objeto los indígenas en Guayana desde siglos287.
Para 1768 Diez se encontraba en La Esmeralda ocupado de la fundación. En el lugar se
encontraban miles de indígenas edificando sus casas. Para 1769288 llegaban las primeras
familias españolas. Tal era la imagen que nos deja el Capitán Poblador de la nueva población:
…”Fundada la Villa de La Esmeralda con treinta y dos buenas casas de techo doble: empezada
la Iglesia y concluida la casa fuerte en el puerto de aquel río: gustosas, robustas y bien vestidas
las trece familias, que de vecinos pobladores se me remitieron hasta el día de mi retiro de esta
Provincia, con sus correspondientes labranzas, pues las demás las esperaba en el presente
286 Idem. 287 Sobre este aspecto de la penetración de grupos esclavistas remitimos al texto citado de COPPENS, Walter,
Etnohistoria Yawarana… (citado en la Bibliografía) 288 Aunque dice Mariño Blanco que el 17 de marzo de 1767 llegaba Diez con 60 españoles y tenía lugar la
fundación propiamente tal. Cfr. Ibid. P. 73
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
124
verano, según me lo previno en carta mi Comandante: los tres Pueblos de Indios, en los
mismos términos: Reducida la Nación Maco, y puesta en el río Matacony, ya con labranzas, y
algunas casas para fundarse en aquel fértil, e importante sitio: con otras ciento cincuenta almas
de Maquiritares del río Padamo, también con labranzas, y algunas casas para el mismo fin289.
Más allá de lo dicho, estaba el interés de explotar el cacao y la apertura de la ruta terrestre
cercana a la capital, lo cual se logró con el concurso de los pueblos indígenas, para ello se
establecieron desde el Padamo y hasta el río Aro, donde se encuentran localizadas La Carolina
y Borbón, villas de españoles desde las que se trasladaría –así se pensó- la producción hacia
Angostura. Totalizaban 16 los pueblos o puestos con un total de 560 habitantes para el año
1777290.
Pero esos puestos fueron destruidos por los ye´kuana hacia el mismo año de 1777, lo que
significaba la ruptura de la alianza hispano- indígena, hecho explicable en el rechazo a la
sobreexplotación a la que quisieron someter los españoles de La Esmeralda a los indígenas en
lo concerniente a la recolección y transporte del cacao silvestre. Tras estos acontecimientos La
Esmeralda prácticamente desaparece, quedando como un puesto sin mayor significación. Este
experimento constituye, junto a la villa de San Isidro de Barceloneta, la avanzada de
poblamiento más oriental en todo el espacio guayanés en los siglos XVIII y XIX. Nunca más y
hasta mediados del siglo XX pasará de ser un enclave con escasa dotación militar y unos
pocos pobladores indígenas y mestizos, situación que comienza a cambiar con la instalación
de la misión y escuela de los salesianos, lo cual termina atrayendo el poblamiento ye´kuana y
de otras naciones indígenas a partir de la década de los años cincuenta del pasado siglo XX.
289 AGI. Caracas. Informe de los méritos y servicios de Apolinar Diez de la Fuente. Caracas, 24 de marzo de
1771. Legajo 392 290 Los nombres de estos pueblos o puestos vinculados a La Esmeralda y a los pueblos de Santa Gertrudis y San
Félix en el Padamo son: Eventuario, Periquete, Samanaparo, Maypeña, Tavare, Meraico, Guamache, Abrichapa,
Moyqueña, Curapasapa, Cabimeni, Cointinama, Matapio, Soyameña, Mauracare, Nuestra Señora de Imanapo.
Ver: Estado que manifiesta los pueblos del camino de tierra, de la Villa de La Esmeralda, a la Capital, según la
existencia que tenían por fin de diciembre del año 1777. Cfr. AGI, Caracas, en legajo 138 y una copia en legajo
946.
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
125
San Fernando de Atabapo experimenta dos fundaciones. Consignemos algunas anotaciones de
lo que fue su primera fundación y decurso de los años posteriores291. Nuestras conclusiones
apuntan al día 16 de abril de 1758; al parecer fue así a juzgar por lo que comunicaba José
Solano y Bote a Ricardo Wall292.
De tanta importancia es comunicar la fundación de la estratégica población como el poner en
evidencia la alianza que Solano ha alcanzado con la nación guaypunabi. En algunos momentos
nombra a la nueva fundación como San Fernando de los Guaypunabis, cuidando aclarar en los
propios títulos de los informes dirigidos a sus superiores las razones geopolíticas y militares, e
incluso, las consecuencias económicas de no hacerlo293.
Inicialmente fue constituido por indígenas guaipunabi y por criollos o españoles de la
Provincia de Caracas, que en número de 123 ya habrían pasado los raudales a principios de
1759294. Para 1760 se informaba de la condición de esos nuevos pobladores que terminaron
por abandonar la nueva fundación, al igual que muchos de los indígenas: …”De los vagos y
mal entretenidos en la Provincia de Caracas e Isla de Margarita, hay veinte familias y cuarenta
solteros de ambos sexos: todos gente de color y pobres”295.
291 Para ampliar este punto ver: HARO, Juan. Ilustrados, misioneros, poblamiento y educación en las comarcas
del Alto Orinoco y Río Negro de Venezuela (citado en la Bibliografía). También el trabajo clásico de Demetrio
Ramos Pérez. El Tratado de Límites de 1750 y la Expedición de Iturriaga al Orinoco (citado en la Bibliografía) 292 Ver: AGS. Estado. Joseph Solano describe los río Ariari y Guayabero, que componen el Guabiari; la unión de
este y el Atabapu con el Orinoco con las naciones que los pueblan, y los motivos por los que ha resuelto hacer la
población de San Fernando en la unión de estos tres ríos. Raudal, 16 de abril de 1758. Legajo 7396. Anexo se
encuentra otro titulado: Razón de la fundación de San Fernando de los Guaypunabis. Medios de imposibilitar la
internación de los extranjeros por Orinoco y los ríos que le entran y sus consecuencias convenientes al Real
Erario y Católica Piedad de S.M. acerca de la conversión de infieles. Raudal a 20 de abril de 1758. don Joseph
Solano. Legajo 7396 293 Idem. 294 AGS. Estado. José de Iturriaga a Ricardo Wall. Cabruta, 14 de enero de 1759. Legajo 7396 295 AGI. Caracas. Estado actual de San Fernando y sus dependencias. Legajo 442
Capítulo segundo. La provincia de Guayana
126
Bartolomé Tavera Acosta afirma que la población experimenta una segunda fundación en
1773 en tiempos de Manuel Centurión después de la muerte de Crucero296; San Fernando
mantiene su categoría de misión y de pueblo de indios en lo que resta del período colonial.
Allí residirá un misionero franciscano y la presidencia de las misiones de la región.
Ni este ni el resto de los establecimientos generan producción agropecuaria o de extracción de
importancia para la exportación. Su función estratégica es servir de centinelas de los ríos
sobreviviendo en medio de penurias, a juzgar por los testimonios de viajeros y gobernantes.
Para formarnos una idea de la población existente en Río Negro para estos años, diremos que
para 1829 se contabilizaban 1908 habitantes reducidos a poblado297. Serapio Machado, citando
estadísticas de 1840 reportó 2.476 “reducidos”298, mientras que Pedro Joaquim Ayres
informaba que en 1842 vivían solamente 30 criollos, incluidos sus nombres y ocupaciones299,
que aumentaron a 96 al año siguiente con la llegada de algunos extranjeros300.
296 TAVERA A., B. ob. cit. 141 297 AGN. Secretaría del Interior. Tomo LIX. Estadística de la provincia de Guayana, folio 333. 298 AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. Resumen de la población reducida que contiene el Cantón de
Rionegro sacados de los padrones de cada parroquia, practicada a fin del año pasado. Volumen. En: Rionegro.
Instrucción Primaria. Se propone educar a un joven indígena de cada parroquia en la escuela cantonal de
Angostura. Vol. 244. 299 AGN. Misiones. Río Negro. División del Distrito, demarcación de sus circuitos y designación de Misiones.
Relación de los criollos que se hallan avecindados en el Cantón de Rionegro y sus ocupaciones. Tomo IX 300 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Cuadro que manifiesta el estado de adelanto de las Misiones del Distrito de
Rionegro, e incremento de su población hasta el 30 de junio último. P. 54 (Segunda foliación)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
127
Capítulo Tercero. La Iglesia en Guayana. De la Colonia a los primeros años de vida
republicana
A Guayana concurren cuatro órdenes misionera: los jesuitas provenientes de Nueva Granada,
los capuchinos de la provincia de Andalucía procedentes de los llanos de Caracas, los
franciscanos de las misiones de Píritu y los capuchinos de la provincia de Cataluña.
Con excepción de los andaluces, quienes estuvieron durante un breve lapso de tiempo, las
otras llegan bajo circunstancias diferentes después de múltiples intentos con presencia
intermitente desde el siglo XVI. Todas tienen como propósito asentarse en Guayana
suscitándose conflictos por las jurisdicciones misionales, que vienen a solucionarse
definitivamente con la Concordia suscrita en la capital guayanesa en el año 1734301.
Tras la expulsión de los jesuitas en el año 1767, permanecen solamente los franciscanos y los
capuchinos catalanes hasta el fin de la Colonia. Los primeros se encargan de los
establecimientos dejados por los de la Compañía, además de los que ellos mismos habían
fundado o contribuido a fundar, incluidas algunas villas de españoles. Los catalanes, con un
territorio más reducido y con su capital en el Caroní, están igualmente a cargo de algunas
villas de españoles como Upata y San Isidro de Barceloneta.
301 Con este acuerdo se puso fin a la disputa entre estas tres órdenes de religiosos en un territorio que por cierto
no había sido para entonces ni remotamente reconocido o explorado, quedando asignadas eso sí las diferentes
jurisdicciones misionales. El acuerdo fue hecho a instancias del Gobernador Carlos Sucre y firmado en su
presencia el día 20 de marzo de 1734; posteriormente fue ratificado por la Real Cédula del 16 de septiembre de
1736. El texto en cuestión establecía que: …”a dichos Reverendos Padres Observantes presentes y futuros, para
que se establezcan y funden los pueblos que pudieren de esta parte de Guayana de Orinoco desde la Angostura
para arriba, hasta las orillas de esta banda de abajo del río Cuchivero tirando línea recta desde las márgenes de
dicho Orinoco hasta Marañón (…) quedándose los Reverendos Padres Capuchinos para fomentar sus
conversiones con el territorio y distrito que hay desde la misma Angostura para abajo hasta la boca grande de
dicho río Orinoco donde repartirán los misioneros que les vinieren, a los reverendísimos Padres Jesuitas desde las
riberas de la parte de arriba del mismo río Cuchivero, lo restante del Orinoco, tirando siempre para arriba, y
yendo siempre unos y otros linderos o demarcaciones línea recta del Orinoco al Marañón”… (AGI. Santo
Domingo. Concordia, Santo Tomé de Guayana, 20 de marzo de 1734. Legajo 678)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
128
Las misiones guayanesas logran su definitiva estabilización en el siglo XVIII; los capuchinos
comienzan en 1724 con innumerables tropiezos a partir de la fundación de la misión de la
Purísima Concepción del Caroní. Los jesuitas reinician el proceso en 1731 con la fundación
de la misión de la Concepción en el río Uyapi. Los franciscanos logran algunas fundaciones
pocos años antes de la Concordia misionera, es a partir del año 1752 cuando se da un impulso
definitivo con el establecimiento en el Orinoco de algunos pueblos de misión.
Los regulares logran establecerse en forma permanente en el Siglo de las Luces. La Ilustración
y, dentro de esta concepción, el pensamiento regalista302 y el despotismo ilustrado303 cobran
vigencia en todos los aspectos de la vida provincial particularmente en sus relaciones con la
Iglesia Católica, no faltando los problemas del gobierno con los frailes. No obstante, el
gobierno provincial no puede prescindir de su presencia. La Provincia es un escenario de
frontera donde la falta de operarios religiosos es una constante en todo el período. Estos
eventos correspondieron con las tendencias dirigidas a la secularización de la Iglesia, como se
evidencia en el proceso de profundización de la secularización de las misiones establecido en
el Concordato de 1753 bajo el reinado de Fernando VI. Con Carlos III se acentuaron estas
tendencias y, aunque atenuadas, continuarían bajo el reinado de Carlos IV. Así se explica la
302 El regalismo es la afirmación de los derechos reales sobre los asuntos de la Iglesia como consecuencia de las
concesiones papales a las monarquías acerca de los asuntos religiosos. Durante el siglo XVIII, la Monarquía
española se considera defensora de: …”los derechos del poder civil, lo vindican no frente a la Iglesia, sino frente
a los abusos de la Iglesia; es precisamente en la descripción y corrección de tales abusos –reales o pretendidos-
donde los regalistas encuentran la justificación de su actividad de intelectuales y de hombre de gobierno”
(HERA, Alberto de la. La política religiosa en España, bajo Carlos III. En: Carlos III y la Ilustración, p. 126) 303 El regalismo constituye una exaltación de la figura el monarca, de la monarquía absolutista que aspira
producir transformaciones fundamentales en la sociedad en atención al programa ilustrado: “Si denominamos
Política de Estado a la idea inspiradora del conjunto de normas de obligado cumplimiento, encaminadas a la
obtención de un fin supremo, al que se subordinan todos los actos de gobierno y que determinan la priorización
de las políticas sectoriales e instrumentales, no cabe duda que la suprema Razón de Estado era, durante la época
de Carlos III, el Regalismo. El término resulta polivalente en su significación política, pues era, al mismo tiempo,
un fin en sí mismo y el conjunto de medidas políticas necesarias para lograrlo.
El Regalismo es la exaltación radical del despotismo, por muy ilustrado que éste sea, una situación política en
que la Nación se ve sustituida por el Estado y éste suplantado por el Monarca. Implica, necesariamente, el
hiperdesarrollo y consolidación de un aparato de gobierno totalmente identificado con la persona y el programa
político del rey”… (VILLAS TINOCO, Siro. Los Gálvez en la política de Carlos III. En: MORALES
FOLGUERA, José Miguel y otros. Los Gálvez de Macharaviaya. Pp. 152- 153
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
129
erección de la Diócesis de Guayana (Bula Papal del 20 de mayo de 1790).304 La discusión
desbordaba ampliamente el tema estrictamente espiritual, por cuanto estaban en discusión las
tierras en poder de la Iglesia y sus riquezas, incluida la enorme y casi exclusiva fuerza de
trabajo indígena.
Con la Expedición de Límites se consigue pacificar la región, lograr nuevas fundaciones, la
definitiva estabilización de los núcleos poblacionales con la integración en propiedad de
amplios espacios pertenecientes a la primigenia capitulación. Los siglos anteriores, y hasta
bien entrado el siglo XVIII fueron de extraordinaria debilidad defensiva305.
Las misiones de los capuchinos catalanes conforman el mayor y más importante emporio de
riqueza en Guayana llegando a ser el sostén de la Provincia, no así las de los franciscanos.
Mientras que las de los primeros logran desarrollar un eficiente sistema de hatos ganaderos y
de cultivos, los Observantes misionan establecimientos situados en los confines de la
Provincia, cuyo valor primordial es el de la contención de incursiones, o bien, se encuentran
situados en lugares de escaso valor productivo. Mientras las primeras se convierten en el área
de influencia de los vecinos españoles o criollos de Upata y Barceloneta hacia las cuales se
extienden las haciendas y hatos de estos vecinos, hacia el sur, en el corredor orinoquense, la
tendencia por el contrario, es de más escasa ocupación humana y exigua producción306.
304 Hasta ese año Guayana había dependido en lo eclesial del Obispado de Puerto Rico. Es en el año 1803 cuando
se erige la Arquidiócesis de Venezuela con sede en Caracas. De esta manera cesaba la dependencia de la
Arquidiócesis de Santo Domingo, completándose el ordenamiento espiritual que se correspondía con el civil, el
cual había tenido lugar con la creación de la Capitanía General de Venezuela en 1777. 305 Las dificultades defensivas de Guayana eran notables aún en el siglo XVIII. De hecho, en 1740 tuvo lugar un
ataque a la capital guayanesa. Concurrían factores geográficos como la naturaleza deltaica de la desembocadura
del Orinoco y la intrincada red hidrográfica que la cruza, lo que dificultaba el establecimiento de puntos
defensivos que controlasen el tráfico de embarcaciones y el rechazo de posibles ataques. Se sumaban otros
factores como la escasez de elevaciones aledañas a las zonas ribereñas del gran río y la insuficiencia de población
española y de indígenas reducidos. De hecho, Guayana fue desde los inicios de la ocupación española una de las
regiones más complejas desde el punto de vista defensivo: “La puerta de Guayana fue siempre uno de los puntos
débiles de la Monarquía española en América (…) la facilidad con que podían eludir toda vigilancia los barcos
que se decidieran a una penetración, a través de los múltiples caños del bajo Orinoco. la escasa población que allí
podía fijarse era causa también de una debilidad humana y por lo tanto defensiva”. (RAMOS PÉREZ, Demetrio.
La defensa de Guayana. En: Estudios de Historia Venezolana. P. 681) 306 Vid supra capítulo dos.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
130
Esos factores explican parcialmente el éxito de los establecimientos capuchinos;
probablemente, también encontramos que las misiones de los Observantes no lograron arraigar
en ámbitos territoriales tan distantes de su capital misional –Píritu- y de los territorios de
Nueva Barcelona, sus más antiguos establecimientos.
En Guayana no encontramos referencias al denominado sistema de encomiendas, y aunque el
mismo había sido abolido en las provincias de Venezuela a finales del siglo XVII307, en esta
provincia nunca tuvo posibilidad ni tiempo de realizarse. No obstante, hallamos las referencias
al trabajo indígena como producto de las transformaciones que se operan en el régimen
colonial, que posibilitaban su empleo por parte de los terratenientes españoles de Upata y
Barceloneta308.
307 Ver: VIVAS, Fabricio, Tributación y reorganización del trabajo indígena en Venezuela (1687-1697). En:
Anuario de Estudios Americanos, vol. 58, n° 2, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 2001, pp. 437-
472, consultado el 25- 05- 2012, de
http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/view/211/215. En este artículo, el
Profesor Vivas nos advierte que el servicio personal fue abolido en 1687, después de siglo y medio de vigencia en
Venezuela, momento a partir del cual se impone la tributación en especie o en dinero: “No fue hasta 1687, a raíz
de la visita que la Corona ordenó sobre las Cajas de la Real Hacienda de Venezuela, cuando en la provincia se
inició una profunda revisión del sistema que explotaba el trabajo indígena y que concluyó con su inmediata
transformación. Los intereses fiscales se llevaron a cabo mediante la gestión mancomunada del gobernador y el
obispo, tras acogerse a las cédulas que ponían fin al servicio personal. A partir de ese año, los indígenas quedaron
obligados a tributar anualmente en dinero o su equivalente en especie que entregarían a los corregidores
nombrados para tal efecto y cuya normativa provincial” (Ibid. P. 447)
Sin embargo, y pese a la normativa que, tanto en el antiguo régimen de encomienda como en el nuevo sistema de
tributación, demandaba la protección de los indígenas, la verdad es que los beneficiarios fueron nuevamente los
antiguos encomenderos- terratenientes: “Con el cambio que le impusieron a los naturales cuando establecieron la
demora del tributo, los beneficiarios inmediatos de la reforma fueron precisamente los mismos que recibieron las
antiguas mercedes indígenas. Tras la desaparición del servicio personal y tan sólo a pocos años de iniciarse la
nueva forma de organizar y explotar la fuerza de trabajo aborigen, los vecinos encomenderos pasaron a legalizar
por este medio y en forma sutil la vieja costumbre tantas veces denegada por la ley. Fue así como en algunas
parcialidades indígenas, sus encomendados finalmente entraron en una progresiva movilización, por cuya
práctica se llevaron de unas a otras regiones, con diferentes climas y temperaturas, para trabajar en las apartadas
haciendas agrícolas o ganaderas”. (Ibid. P. 468)
En las líneas relatamos una situación parecida, los terratenientes de Guayana producían el desplazamiento de la
mano de obra indígena de las misiones, sobre todo en las de los capuchinos catalanes, justificados en
instrucciones dadas por los gobernadores que se sucedieron en el gobierno provincial (Vid supra 3.4.2.- El
control del espacio misional y el aseguramiento de la provincia. La fundación de la Villa de San Antonio de
Upata) 308 Ver acápite 3.4.2.- El control del espacio misional y el aseguramiento de la provincia. La fundación de la Villa
de San Antonio de Upata
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
131
En cuanto al desarrollo de una labor educativa por iniciativa de las órdenes religiosas
distinguimos:
- la enseñanza de la doctrina cristiana con el uso de catecismos;
- el aprendizaje de música (instrumentos y canto), especialmente los jesuitas;
- el aprendizaje de la ganadería, nuevas técnicas agrícolas y de algunas industrias;
- la existencia de escuelas en las que se enseñaba a leer, escribir y operaciones
aritméticas.
Las noticias proporcionadas por algunos misioneros en sus informes y memoriales, sobre la
probable existencia de escuelas constituyen el antecedente más lejano acerca de estas
instituciones en la región. Si bien las escuelas funcionaron efectivamente al menos en las
misiones principales de las órdenes religiosas actuantes, no vamos más allá de citar estas
referencias, que estamos seguros conforman un sugestivo tema de investigación.
3.1.- Los Jesuitas
3.1.1.- La contribución jesuita en el conocimiento de la Orinoquia
La penetración de la Compañía de Jesús en la Guayana se realizó desde el piedemonte andino
colombiano, donde comienzan los llanos que se extienden hasta las riberas del río Orinoco,
región ésta bañada por los ríos que le son afluentes desde el lado occidental (el Guaviare y el
Vichada entre otros).
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
132
José del Rey Fajardo, uno de los exponentes fundamentales de la obra de los jesuitas en
Venezuela y América, distingue el experimento misional llevado a cabo en la Orinoquia de los
que tuvieron lugar con el pueblo guaraní, o bien, en la región andina y llanera colombiana. Se
trataba de llamar la atención sobre la especificidad histórica del Orinoco, sobre esos otros
teatros de frontera que fueron también teatro de confrontación de las grandes potencias
imperiales primordialmente durante el siglo XVIII; en este escenario se trataría de reeditar el
éxito del Paraguay: …”Esta hipótesis de los sueños hacia adelante constituye la disposición de
representar en los espacios inéditos orinoquenses lo ya experimentado en el Paraguay”309.
Para del Rey, los jesuitas en la Orinoquia son protagonistas de la reinvención del espacio y
paisaje de la República guaranítica, en un territorio con fronteras alteradas de acuerdo con la
configuración primigenia sancionada en el Tratado de Tordesillas de 1493, donde los pueblos
indígenas venían siendo asediados desde el lado sur. Los jesuitas juegan un rol de primera
importancia en el reconocimiento geográfico y en la defensa de las tierras amazónicas
pertenecientes a España.
En efecto, Cristóbal de Acuña, jesuita español, fue acompañante en la expedición de Pedro de
Texeira que ascendió a la ciudad de Quito y luego descendió nuevamente por el curso de los
ríos hasta el Pará (1639), mientras que el derrotero del jesuita Manuel Román desde la misión
de Carichana (4 de febrero de 1744), y retorno a la misión de Pararuma el 15 de octubre de ese
mismo año, comprobó la existencia del Brazo Casiquiare en cuanto conexión fluvial de las
cuencas hidrográficas del Orinoco y el Amazonas, explicando la facilidad con que algunas
naciones indígenas instigadas por los portugueses hacían la caza de esclavos en el territorio
guayanés310.
309 REY F., José del, S.J. Una utopía sofocada. Reducciones jesuíticas en la Orinoquia. P. 53 310 El misionero Manuel Román emprendió su viaje respondiendo a la solicitud que le hizo el portugués Agustín
Flores, ex prisionero del jesuita Bernardo Rotella en la misión de Santa Teresa de Tabaje (en los llanos
colombianos), llegando después de 24 días de navegación cerca de la confluencia del río Atabapo donde actuó
como mediador entre naciones indígenas rivales, entre quienes se encontraban los caverres, rivales de los
guaipunabi, con cuyo jefe Crucero pactó José Solano años más tarde, abriendo el camino a la Expedición de
Límites y facilitando la fundación de San Fernando de Atabapo y el resto de asentamientos. Allí, Román tomó
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
133
A consecuencia de este viaje, Román escribió su célebre informe al Rey de España titulado:
Descubrimiento de la comunicación del río Orinoco con el Marañón y relación que hace el P.
Manuel Román de su viaje de Carichana al Río Negro desde el 4 de febrero hasta el 15 de
octubre de 1744. Documento de incalculable valor histórico que se extravió y del que se
conoce su existencia por el relato abreviado del viaje que hizo el mismo misionero al Rey el 3
de diciembre de 1749311.
Los jesuitas hacen contribuciones en el conocimiento de la antropología y la lingüística de las
naciones que poblaban el Orinoco y sus afluentes. Uno de ellos es el misionero Felipe
Salvador Gilij. Tanto la obra de este misionero como la de sus hermanos los sacerdotes Joseph
Gumilla y Joseph Cassani merecen algunos comentarios, con el propósito de pasar revista a
sus contribuciones312.
Tenemos a Joseph (José) Gumilla (1686- 1750), valenciano nacido en Cárcer, Superior de las
misiones de Orinoco entre 1723 y 1730. Tras una estadía en Europa regresó a los Llanos de
Casanare como Superior por dos años (1745- 1747), y allí murió.
contacto con el comandante portugués Francisco Xavier de Moraes, quien con una tropa de treinta hombres había
tomado parte en ese conflicto. Siguiendo aguas abajo llegó al Pará donde conversó con autoridades portuguesas y
con el jesuita portugués Achiles Maria Abodagri, designado por el rey luso como fiscal en la trata de esclavos. De
hecho, el mismo Román denunció la posible existencia de esta arteria fluvial dos años antes (1742). DONÍS
RÍOS, Manuel. La cartografía jesuítica en la Orinoquia (siglo XVIII). En: REY F., José del. Misiones jesuíticas
en las Orinoquia. Tomo I. pp. 811- 813 311 Los estudiosos que tratan la historia de esta región tienen, en las jornadas de Román y en el citado informe, el
punto de inflexión a partir del cual se toman decisiones trascendentales que culminan con la firma del Tratado de
Límites de 1750 y la definitiva estabilización de los destinos de la Guayana del siglo XVIII. Referencias al citado
relato abreviado en: RAMOS PÉREZ, Demetrio. Estudios de Historia Venezolana. P. 591. El original del mismo
consultado por nosotros en: AGS. Estado. Legajo 7397 312 “En el caso de la Orinoquia dos hombres engarzarán el haber filológico de Venezuela con los grandes
movimientos lingüísticos europeos de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX: el español Lorenzo de Hervás
y Panduro y el misionero Felipe Salvador Gillig”. En: REY F., José del. Ob. Cit. P. 49
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
134
La obra Gumilla de mayor trascendencia es la titulada: El Orinoco Ilustrado, cuya redacción
concluyó en 1740: la primera edición fue hecha en Madrid en 1741. Una segunda en 1745313,
luego en francés en la ciudad de Avignon (1758) y Barcelona (1791).
Gumilla fue el principal propagandista de la necesidad del poblamiento del río Orinoco. A él,
dice del Rey, se debe la toma de conciencia sobre la continentalidad de América. Con el arribo
de este sacerdote, las misiones jesuitas en la región que comprende los Llanos Orientales de
Colombia y del Orinoco logran enraizar finalmente en el gran río.
En segundo lugar, tenemos a Gilij (1721- 1789), nacido en Legogne en la Italia central. Viajó
al Nuevo Reino de Granada en la expedición de Gumilla siendo todavía novicio en 1743, para
terminar sus estudios teológicos en la Universidad Javeriana (Bogotá). Desde allí marchó a las
misiones del Orinoco donde llegó a ser su superior: “A esas tierras de Guayana consagrará 18
años y medio de su vida; principalmente en su fundación de San Luis de La Encaramada314
313 A esta edición de 1745 se le agregaría el término Defendido, para titularse: El Orinoco Ilustrado, y Defendido,
Historia Natural, Civil, y Geographica de este gran río, y de sus caudalosas vertientes, gobierno, usos y
costumbre de los indios, sus habitaciones, con nuevas, y útiles noticias de Animales, Árboles, Frutos, Aceytes,
Recinas, Yervas, y Raíces medicinales; y sobre todo, se hallarán singulares a N. Santa Fé, y casos de mucha
edificación.
Nosotros hemos consultado la edición de la Academia Nacional de la Historia del año 1993. Cfr. GUMILLA,
José, El Orinoco Ilustrado y defendido, 2ª edición, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1993 (Fuentes
para la Historia Colonial de Venezuela: 68). Comentario preliminar por José Nucete Sardi. 314 Gilij fundó el pueblo de San Luis de Encaramada en 1749 con Tamanacos, Maipures y Pareques. En la década
de los años setenta del pasado siglo XX, un universitario, aspirante a la licenciatura en la Escuela de Historia de
la Universidad Central de Venezuela, emprendió la tarea de ubicar el lugar donde estuvo localizada esta misión
jesuita, logrando su objetivo: “La Encaramada se conoce como Pueblo Viejo, el cual está situado al noroeste del
Estado Bolívar, en el Distrito Cedeño, entre el cerro de Guacara, que es parte de la Serranía de La Encaramada; el
cerro Medanote y el caño o río Guaya, en un lugar alto que no se inunda en invierno. Desde el pueblo y por el
caño se va perfectamente al Orinoco. De la misión no queda prácticamente nada; algunos ladrillos y tejas. La
selva cubrió nuevamente el lugar con su verdor”. HERNÁNDEZ BAÑO, Adrián. Análisis de los aspectos
religiosos, mitológicos y fantásticos en la obra de Gilij. Caracas, 1978. Trabajo especial para optar al título de
Licenciado en Historia. UCV. Pp. 31- 32. En: DONÍS RÍOS, Manuel A., Felipe Salvador Gilij y la cartografía de
la Orinoquia. En: Montalbán. nº 21, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1989 (Bicentenario de Filippo
Salvatore Gilij S.J. 1789- 1989), p. 213, consultado el 10- 09- 2011 de
http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/Montalban21.pdf
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
135
con indígenas tamanacos”.315 Se encontraba en las misiones en el momento de la expulsión de
la Compañía.
A su regreso a Italia dirigió al menos dos colegios: …”pero su principal actividad italiana fue
la lingüística, de la que es testimonio preclaro su obra Ensayo de Historia Americana. Una
obra pionera en una ciencia que estaba aún por nacer”.316 Los aportes de Gilij en este campo
aguardan todavía exámenes más rigurosos, sobre todo en lo concerniente a las lenguas
habladas por entonces y aún hoy en el curso del Orinoco317; aunque esos aportes trascienden
hacia el conocimiento geográfico, de los recursos naturales y del poblamiento de la Cuenca del
Orinoco y del Amazonas318.
Gilij, cuyo trabajo fue publicado en lengua italiana entre 1780 y 1784 aporta, a lo dicho años
antes por el Padre Gumilla, sus propias vivencias de casi dos décadas enriquecidas por las
exploraciones que emprendió desde su misión por Guayana, remontando los raudales de
Átures y Maipures antes que la Expedición de Límites. Por todo ello Ensayo de Historia
Americana en aquel entonces fue considerado muy necesario:
315 GONZÁLEZ OROPEZA, Hermann, S. J., Felipe Salvador Gilij boceto biográfico y bibliográfico. En:
Montalbán. nº 21, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1989 (Bicentenario de Filippo Salvatore Gilij S.J.
1789- 1989), p. 9, consultado el 10- 09- 2011 de
http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/Montalban21.pdf 316 Ibid. P. 10
Ver: GILLIG, Felipe Salvador, Ensayo de Historia Americana o sea Historia Natural, Civil y Sacra de los Reinos
de las Provincias Españolas de Tierra Firme en la América Meridional (1782), 2ª edición, Caracas, Academia
Nacional de la Historia, 1987 (Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela: 73), 3 tomos. 317 …”la sección sobre las lenguas orinoquenses (…) constituye la parte más valiosa y original del conjunto de la
obra. Sólo por ella, los lingüistas, historiadores y etnólogos posteriores tenemos contraída una deuda con Gilij.
Sin embargo hasta el presente no han sido suficientemente estudiados o aprovechados ni lo que podemos
denominar el pensamiento lingüístico de Gilij ni los datos que él ofrece en su obra”… ARVELO JIMÉNEZ,
Nelly y Horacio Biord C. Reflexiones antropológicas sobre el Ensayo de Historia Americana de Felipe Salvador
Gilij. En: Montalbán. nº 21, Caracas, Universidad católica Andrés Bello, 1989 (Bicentenario de Filippo Salvatore
Gilij S.J. 1789- 1989), p. 71, consultado el 10- 09- 2011 de
http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/Montalban21.pdf 318 CUNILL G., P. Felipe Salvador FILIJ, geógrafo dieciochesco de la cuenca del Orinoco y del Amazonas
venezolano. En: Montalbán. nº 21, Caracas, Universidad católica Andrés Bello, 1989 (Bicentenario de Filippo
Salvatore Gilij S.J. 1789- 1989), p. 21, consultado el 10-09-2011 de
http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/Montalban21.pdf
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
136
“A aquellos que conocen la obra del célebre P. Gumilla sobre la historia del Orinoco, que
escribió en su nativa lengua española, y después, por el aplauso con que el público la recibió,
fue traducida al idioma francés, les parecerá que el diligente y erudito señor Abate Felipe
Salvador Gilij ha emprendido en nuestros días, con volver a tratar de él, un asunto superfluo.
Pero no es ciertamente así; porque si se confronta este trabajo con aquel, pronto se verá que si
el insigne y benemérito misionero español tiene el mérito de haber sido el primero en darnos
noticias de tan vasto país, nuestro autor tiene ahora el de haber podido tratar con aquel acopio
de conocimientos y nuevos descubrimientos, que faltan en el susodicho Gumilla, al cual del
mismo modo corrige oportunamente en puntos tan importantes como para convertir en
cuidadosa una obra de este género”.319
En tercer lugar, tenemos un exponente de la historiografía jesuítica en Joseph Cassani (1673-
1750), autor del libro titulado: Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús en el Nuevo
Reino de Granada en la América (Madrid 1761)320. Este sacerdote nunca estuvo en América,
pero su obra constituye un referente obligado para conocer el proceso de las misiones y
colegios de los jesuitas en Nueva Granada y en el Orinoco. Fue cofundador de la Real
Academia de la Lengua y tuvo en Gumilla a uno de sus principales propagandistas.
No podemos dejar de mencionar otros autores y obras del haber historiográfico jesuita como
son: Juan Rivero (1681- 1736) que lleva por título: Historia de las Misiones de los Llanos de
Casanare y los ríos Orinoco y Meta321, e igualmente, Noticia del Principio y Progresos del
establecimiento de las misiones de gentiles en el Río Orinoco, por la Compañía de Jesús de
Agustín de Vega322.
319 Ver: Imprímase del Obispo de Cirene. San Calixto, 17 de agosto de 1780. En: GILIJ, Felipe Salvador. Ensayo
de Historia Americana. Citado en: ibid. Pp. 22- 23 320 CASSANI, Joseph (S.J.), Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús en el Nuevo Reino de Granada en
la América. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1967 (Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela:
85). Primera edición: Madrid, Imprenta y Librería de Manuel Fernández, 1741 321 RIVERO, Juan. Historia de las Misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meta, Bogotá, 1956.
Esta obra fue escrita en 1729, y su autor se desempeñó como misionero en Orinoco entre 1724 y 1736. En:
SANTOS HERNÁNDEZ, Ángel, Actividad misionera de los Jesuitas en el Continente Americano. En: REY F.,
José del (Editor), Misiones Jesuíticas en la Orinoquia, Tomo I, p. 34 322 VEGA Agustín de (S.J.), Noticia del Principio y Progresos del establecimiento de las misiones de gentiles en
el Río Orinoco, por la Compañía de Jesús, Caracas, Academia Nacional de la Historia, San Cristóbal,
Universidad Católica del Táchira, 2000. Estudio introductorio: José del Rey Fajardo y Daniel de Barandiarán
(Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela: 253)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
137
3.1.2.- El avance desde Nueva Granada en territorio llanero. Hatos y haciendas en la
estructuración del espacio llanero colombiano y orinoquense venezolano
Las misiones del Orinoco formaron parte del plan de expansión misional de los jesuitas; tras
algunos tentativas para establecerse en los Llanos Orientales de Colombia, fueron finalmente
autorizados en 1659 a misionar nuevamente en la región, para lo cual se procedió a asignar
territorios a diferentes órdenes, correspondiendo a los jesuitas los territorios entre los ríos
Pauto y Orinoco:
“En 1659, se autorizó por parte del Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, Don Lucas Fernández
Piedrahita, el retorno a la región llanera. En 1662 gracias a la iniciativa del Presidente de la
Real Audiencia Diego de Egüez interesado por la evangelización de los indios aún sin
evangelizar, se reunió en Santa Fe de Bogotá, una junta de misioneros en la que se convino
repartir los territorios de los Llanos Orientales, aún poco explorados, entre varias órdenes
religiosas”323.
En la cronología jesuita, primero ocurrió la consolidación de esas fundaciones antes que las
del Orinoco. A esos establecimientos, fundados por los jesuitas durante los siglos XVII y
XVIII, convino en designárseles con el nombre de Misión de los Llanos de Casanare:
“De gran envergadura sería (…) la misión de los Llanos de Casanare, en la parte oriental
colombiana. Llevan el nombre de Llanos de Casanare las extensas llanuras, entre los ríos Meta
y Arauca, entre la cordillera andina y el Orinoco. El Casanare es uno de los grandes afluentes
del Meta, y de él tomaba su nombre toda la región”324.
323 SALCEDO, Jorge E., S.J. Las misiones jesuitas en Colombia, las regiones del Casanare y el Meta durante el
siglo XVII y XVIII. En: NEGRO, Sandra y Manuel M. Marzal. Un Reino en la frontera. Las misiones jesuitas en
la América Colonial. P. 153 324 SANTOS HERNÁNDEZ, Ángel. Ibid, T I. p. 34
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
138
Antes de esta definitiva etapa de asentamiento y desarrollo de la misión, los de la Compañía
llegaron a Casanare para una corta estancia que duró escasamente entre 1625 y 1628. Durante
esos años comprobaron la dureza de las condiciones en que tenía lugar la conquista y
ocupación de la región llanera, conmovida por la violencia que los conquistadores ejercían
sobre los pueblos indígenas que la habitaban, una de cuyas principales razones era la
esclavitud:
“Durante la primera mitad del siglo XVII, estas dichas ciudades vivieron la anarquía de un
sistema esclavista, supeditada al proceso de conquista de indios. Sus vecinos pasaban de una
ciudad a otra en función de las noticias de nuevas entradas, o hacían fundaciones cuando lo
requerían las circunstancias. Además la contribución a la vida de la estancia fue para estos
españoles más importante que la efectuada en su calidad de vecino o ciudadano, pues la
jurisdicción municipal se extendía en muchos casos por cientos de millas, haciendo de ellos,
ante todo, soldados y terratenientes”.325
Los jesuitas llegaron para competir un espacio a aquel contingente de hombres que pugnaban
por la fundación y extensión de los hatos ganaderos en un proceso de cohabitación conflictiva;
los sacerdotes articularon una eficiente red de haciendas y hatos con base en el trabajo
indígena, y terminarían por integrar a colonos y población indígena mestizada en ese
sistema326. Entre los antagonistas se contaban terratenientes, esclavistas y jerarcas de la iglesia
católica:
325 CASTRO ROLDÁN, Andrés. Santiago de las Atalayas: una ciudad de frontera en el Nuevo Reino de
Granada (XVI- XVIII). En: Fronteras de la Historia. Ministerio de Cultura, Vol 12, Bogotá, 2007, p. 302.
consultado el 15-04-2013, de dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3709215.pdf 326 Agrega Andrés Castro Roldán que: “La llegada de los primeros jesuitas al Casanare hacia 1655 presenta una
primera ruptura en la historia de estas conquistas de indios. La impugnación de lo que hasta los años 1640 fue
costumbre aceptada por los colonos, convirtió poco a poco a la institución misional en la piedra de toque del
proceso de colonización llanera”… (Idem)
Y no es que los misioneros de los Llanos Orientales no hubiesen practicado ellos mismos, como en efecto lo
hicieron, la captura de indígenas con la ayuda de los propios vecinos españoles para someterlos al régimen
misional, pero eran una competencia al colono en el terreno económico y en lo concerniente a la disposición de
los indígenas, que tanto aquí como en la jurisdicción guayanesa representaban la única fuerza trabajo.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
139
“Los adversarios de los religiosos de la Compañía los acusaban de comerciar ilegalmente con
los indígenas y también de esclavizarlos327. Esas denuncias parecen haber sido resultado de la
prohibición hecha por los jesuitas de que personas ajenas a los indígenas habitaran entre ellos
(…) La situación se agravó con la llegada del nuevo obispo Don Julián Cortázar, quien no tenía
simpatía alguna por los miembros de la Compañía de Jesús y, por el contrario, antes de recibir
disposiciones del Rey, empezó a tomar medidas para sacarlos”…328
Las poblaciones que sirvieron de asiento a los primeros núcleos de españoles en la región de
los Llanos Orientales de Colombia fueron: San Juan de los Llanos (1556): …”como resultado
de del descubrimiento y explotación de algunas cantidades de oro aluvial”…329 Más tarde, en
1585 se estableció al sur del río Meta Medina de las Torres, refundada en 1641 como San
Martín del Puerto de Ariari; Santiago de las Atalayas (1588), que a la postre se convirtió en la
capital de la región, logró consolidarse como enclave poblacional para la colonización del
espacio llanero hasta su desaparición en el siglo XVIII, aunque fue reubicada al menos en
cinco oportunidades. Hemos de acotar que algunos de estos núcleos fueron efímeros:
…”que aparecieron y desaparecieron a lo largo del siglo XVII en función de las necesidades de
conquista y las estrategias de defensa y pacificación. Muchas fueron solamente puestos de
avanzada, bastiones o cuarteles pomposamente bautizados como ciudades”330.
El establecimiento de los religiosos comienza a partir de 1661, cuando Ignacio Cano se
encarga de la doctrina de Pauto; luego se le confía Nuestra Señora de Tame y más tarde de
San Salvador de Casanare. Luego se establece San Francisco Javier de Macaguane a orillas del
río homónimo. En 1715, José Gumilla funda San Ignacio de Betoyes.
327 Idem. 328 SAMUDIO, Edda. Las haciendas jesuíticas de las misiones de los Llanos del Casanare, Meta y Orinoco. En
REY., J del. Misiones Jesuíticas en la Orinoquia. T. I. p. 728 329 Ibid. p. 724 330 CASTRO ROLDÁN, Andrés. Ob. cit. P. 302
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
140
Siendo Gumilla Superior de estas misiones, tiene lugar la expansión jesuita hacia el río Meta,
fundándose en el siguiente las misiones de:
- San Francisco Regis de Guanapalo (posteriormente mudada bajo el nombre de San
Regis de Surimena)
- Nuestra Señora de la Concepción, mudada varias veces y conocida después como
Jiramena.
- San Miguel de Macuco, fundada por Manuel Román.
- San Luis de Casimena.331
Casi simultáneamente, con la reinstalación de los jesuitas en la región, comienzan a
constituirse las haciendas. Desde el año 1661 principiaron los misioneros sus solicitudes de
tierras en los Llanos ante la Real Audiencia, siéndoles concedida la primera donación el 11 de
febrero de 1662 en zonas que fueron consideradas por entonces sin ocupación aparente, llenas
de peligros por las naciones indígenas que hacían la guerra y las mantenían en un estado de
inestabilidad332.
Esa primera adquisición llegó a ser la principal hacienda de los jesuitas en Casanare,
Carirabare, al igual que las de Tocaría, Cravo y la hacienda de Apiay. En Cariarabare se ubicó
la procuraduría de esas misiones- haciendas y fue su centro de actividad económica. No había
duda de su estratégica ubicación:
331 SAMUDIO, Edda. Ob. cit. P. 730 332 …”el globo solicitado tenía cuatro leguas de un lindero a otro (22.287,96 metros), y como eran tierras vacías y
sin habitación de ningún vecino y en muchas partes infructíferas y que por el riesgo de los indios de guerra
ninguno hasta hoy se ha atrevido a pedir ni poblar dichas tierras dijeron que tasaban y tasaron cada estancia en
doze patacones que sería su justo valor por las razones referidas.” (RUEDA ENCISO, José Eduardo. El complejo
económico-administrativo de las antiguas haciendas jesuíticas del Casanare. En: Boletín Cultural y
Bibliográfico, Num 20, Vol XXVI, 1989, consultado el 15- 03- 2013, de
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti5/bol20/comple1.htm
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
141
…”quedaba entre los pueblos de Pauto, San Salvador del Puerto y Tame. Desde ella era
factible ir a Santafé de Bogotá por Chita o por Labranzagrande, así como a las misiones del
Meta y a las haciendas de Cravo y Tocaría. Allí quedaba situado el almacén general de las
misiones del Casanare y el Meta, sitio en el cual los hijos de Loyola se proveían de lo necesario
para sus misiones y tiendas y en donde debían comprar el ganado con el cual se formaban los
hatos de las reducciones, pues era obligación que todo miembro de la comunidad jesuita se
autoabasteciera, pero por ningún motivo el misionero o cura podía disponer del hato creado, ya
que eran hatos comunales destinados al sostenimiento de los pueblos o de las misiones”.333
En la organización de estas haciendas Tocaría, al igual que Cravo, tenían sus respectivos
procuradores. La primera dependía de Carirabare, mientras que la segunda era un tanto más
independiente porque desde ella se ejercía la presidencia de las misiones del Meta:
…”En ella se pagaba la parte de la escolta de Guayana asignada a controlar las mencionadas
reducciones, y en su tienda los misioneros de ésas debían comprar los ganados de los hatos
misionales”334.
La base del trabajo de estas haciendas eran los indígenas que vivían en las misiones y
pueblos, pero también indígenas ya aculturados no obligados a la vida en las reducciones, con
inclusión de mano de obra esclava de origen africano, pardos y algunos blancos pobres. En el
caso de los indígenas, el régimen de trabajo era desventajoso y de servidumbre:
“En los pueblos estaba establecido que los indígenas hicieran gratuitamente la labranza de
primicia para el misionero, cuyo beneficio pertenecía en primer término al religioso y luego al
pueblo. En el hato del pueblo que estaba al cuidado del misionero servían los mismos
indígenas en la labores requeridas, como mayordomos y vaqueros”335.
Cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados, eran los mayores propietarios de tierras en los
Llanos Orientales, y su riqueza ganadera ascendía a 51.287 cabezas de ganado vacuno y
333 Idem. 334 Idem. 335 SAMUDIO, Edda. Ob. cit. Pp. 761- 762
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
142
caballar. En sus misiones y haciendas vivían 7620 indígenas. La organización de los
ignacianos facilitó la penetración en el curso del río Orinoco con la fundación de algunas
misiones y de la hacienda de Carichana336.
La definitiva consolidación de los jesuitas en el gran río estuvo precedida por varios ensayos a
lo largo del siglo XVII. En 1646 llegaron a Santo Tomé de Guayana dos misioneros invitados
por el Gobernador Martín de Mendoza, a fin de estudiar la posibilidad de establecerse en la
Provincia, llegando a visitar la isla de Trinidad, pero, tras la muerte de uno de los sacerdotes,
su compañero resolvió regresarse a Bogotá337.
En 1653, el jesuita francés Daniel Mesland incursiona en Guayana a petición del Gobernador
para fundar dos pueblos: San Juan y Belén. A causa de la desconfianza de las autoridades
españolas en razón de su nacionalidad, el misionero terminó por abandonar la región en 1664.
Así ocurrieron otros intentos338 hasta el momento en que finalmente arriban a Átures para
establecer este punto como espacio misional339; sin embargo estas acciones terminan en
fracaso debido a las incursiones de los Caribe en este punto, como también, hacia los ríos que
desde el lado de los Llanos Orientales desembocaban en el Orinoco.
La instalación definitiva de la Compañía ocurre en el año 1731, cuando Gumilla y Bernardo
Rotella funden la misión de la Concepción en el río Uyapi340, abandonada poco después a
336 RUEDA ENCISO, José Eduardo. Ob. cit. s/p. 337 REY F., José del. Introducción al estudio de la historia de las misiones jesuíticas en la Orinoquia. En: REY
F., José del (Editor). Misiones jesuíticas en la Orinoquia. T. I. p. 407. 338 Tal es el caso de San Lorenzo de Tabaje que, al decir de José del Rey, fue la primera reducción fundada por
los jesuitas en la margen derecha del Orinoco en su curso medio. Ubicada en el río Tabaje, puerto del Orinoco,
fue destruida por los Caribe. Ibid. P. 645- 646 339 Como hemos anotado, no existe coincidencia entre los autores consultados respecto de la fecha de fundación
de la misión de Átures y de las otras establecidas entre los pueblos indígenas habitantes de las desembocaduras de
los ríos Tomo y Cataniapo sobre el río Orinoco. Ver: capítulo 2, el acápite 2.3.1.2.5.- El Cantón de Río Negro.
Entre los raudales y los confines con el Imperio del Brasil 340 “Aunque la Compañía de Jesús planeó a lo largo del siglo XVIII diversos intentos de retorno a aquella difícil
demarcación misional dominada por los Caribe, sin embargo fue en noviembre de 1731 cuando pudo fraguar la
restauración definitiva. Después de haber visitado Gumilla la Guayana y Trinidad con el fin de entrevistarse con
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
143
causa de las incursiones Caribe341. Pese a estos inconvenientes, la Concordia de 1732
confirmó la presencia de los jesuitas en Guayana hasta el momento de su expulsión. Para ese
año se fundan otras reducciones: San José de Mapoyes, Santa Teresa de los Sálivas y Los
Ángeles (Pararuma)342.
Para 1734, de acuerdo al testimonio del capitán Gregorio Benito Figueira y Barcia, los jesuitas
habían formado seis reducciones en el Orinoco; el mayor problema seguía siendo el de las
incursiones esclavistas. Aquellas misiones se veían sometidas a constantes ataques, siendo
destruidas la mayoría de ellas en esta etapa:
…”de la boca del río Caura para arriba donde han llegado a tener seis pueblos
fundados por indios sálivas, otomanos, guamos y guaiqueríes que ha oído decir que
ahora se reducen a 2 por la persecución de los caribes”343.
Estos hechos indujeron a los jesuitas a asumir una estrategia geomisional en la que destacaban:
la provisión de escoltas armados por parte de las autoridades españolas y la construcción de
fortines que guardaran el río y a las reducciones:
“Dos medidas significativas se vio obligada a tomar la Compañía de Jesús para salvar sus
misiones de la destrucción Caribe: la fundación del fortín de San Francisco Javier de
Marimarota (1736) un poco más arriba de Pararuma y, más tarde, en 1740, la fijación de
Cabruta como frontera de defensa misional”.344
las autoridades civiles, a su regreso aguas arriba fundaba juntamente con el Pdre Rotella, en el río Uyapi con los
guaiqueríes, la reducción de la Concepción”. REY F., José del. Ob cit. P. 431 341 Ibid. P. 656 342 Ibid. P. 433 343 AGI. Santo Domingo, legajo 678. El Presidente de la Real Audiencia de Santa Fe. Da cuenta a Vuestra
Majestad con certificación del escribano de lo que ha ejecutado sobre el deslinde y demarcación de las misiones
de los religiosos capuchinos y de la Compañía de Jesús. Folio 8. Citado en: REY F., José del. El proceso
histórico en las reducciones… p. 435 344 Ibid. P. 437
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
144
Esto no frenó las incursiones esclavistas, sino que introdujo un cambio en la estrategia de los
cazadores de seres humanos, que fue la de internarse por vías terrestres, así como el hacer sus
entradas a través de otros ríos. Los jesuitas tuvieron problemas con la fundación de Cabruta, al
encontrarse en la banda norte del Orinoco, es decir en el territorio misional asignado a los
capuchinos de los Llanos de Caracas345.
El Fortín de San Francisco Javier de Marimarota, desaparecido años después, cumplió
funciones defensivas primordiales. Fue una fundación en la que no participó la Corona, sino
que fue iniciativa de los jesuitas. En sus cercanías se hallaban las misiones de: Pararuma, en la
boca del río Parguaza, un poco antes del Fortín; Carichana, frente a los raudales del mismo
nombre, pueblo éste del que se servía el Fortín, y San José de Mapoyes, tierra adentro, aunque
en las cercanías del río346.
La fundación de misiones en el Orinoco se incrementó a partir de 1741, sumándose a las
poblaciones que lograron sobrevivir a esta etapa; sostiene del Rey que:
“Tras la fundación de Cabruta se observa una gran intensificación del quehacer misional con
respecto a los yaruros, mapoyes, tamanacos, maipures y quirrupas. A partir de 1750, si
exceptuamos algunos experimentos tierra adentro, las restantes naciones que sostuvieron
345 “Pero a pesar que se pudieron controlar las rutas fluviales, los Caribe siguieron atacando aunque más
esporádicamente: En 1737 un francés de Martinica llamado Bleso, se autonombró Capitán de los Caribes y
decidió atacar la misión de Nuestra Señora de los Ángeles, pero llegaron en las horas del amanecer cuando ya
estaban despiertos los habitantes y sólo pudieron capturar pocas personas” (Vega, Idem). En 1740, volvieron a las
misiones, esta vez matando a dos adultos indígenas y dos niños.
Estos sucesos ocurrían simplemente por el hecho que San Francisco Javier sólo podía guarnecer esta parte del río,
dejando por su cuenta a todos los sectores restantes que ocupaban los jesuitas (Gumilla, 1745 /1963: 201- 202)
Además, los Caribe idearon rutas alternativas, ya fuesen fluviales o terrestres: entre las primeras estaba el subir
por el río Caura hasta la confluencia con el Ventuari, desde allí caminaban un día, hasta llegar a otro río que los
conducía hasta el Orinoco, pero más arriba del Fortín en 14 días aproximadamente (Vega, Idem). HERNÁNDEZ,
Graciela. El Fortín de San Francisco Javier: Una estrategia clérigo- militar en el proceso de colonización del
Orinoco Medio durante el siglo XVIII. En: Montalbán, Caracas, UCAB, Caracas, N° 29, 1996, p. 37. 346 Ibid. P. 36.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
145
contacto con los jesuitas lo realizaron a través de las reducciones fundadas en esa década: el
Raudal de Átures, la Urbana, la Encaramada y Carichana”.347
Con la llegada de la Expedición de Límites, la actividad fundacional sufrió una cierta parálisis.
Los expedicionarios llevan la tarea de fijar los límites con Portugal en la frontera sur, pacificar
a Guayana, frenar a los esclavistas y crear el sistema defensivo con en el reforzamiento de los
fuertes y torreones a lo largo del gran río, del Casiquiare y del Río Negro. Igualmente, fundar
poblaciones, acotando el poder que tienen las órdenes religiosas348.
Corresponde a Eugenio de Alvarado, Comisario de la Expedición, la autoría del informe
acerca del estado de los establecimientos jesuitas, titulado: Informe reservado sobre el manejo
y conducta que tuvieron los Padres Jesuitas con la Expedición de la Línea Divisoria entre
España y Portugal en la Península Austral y orillas del Orinoco349, fechado en Madrid el 5 de
diciembre de 1766, dirigido al Conde Aranda. Documento de gran valor por la información
que aporta y por sus apreciaciones, deviene en fuente de obligada consulta.
Alvarado aporta un cuadro con seis misiones en las que vivían 2320 indígenas pertenecientes a
algo más de seis naciones: sálivas, yaruros (pumé), cabres, otomacos, maipures y
tamanacos350.
Cuadro 4. Misiones de los jesuitas en el Orinoco según Eugenio de Alvarado
Pueblos Curatos Padres Doctrina Número de
Indios
Totales Naciones
Carichana 1 P. Jacobo 0 400 Sálivas
347 DEL REY F., José del. Introducción al estudio de … p. 441 348 El juicio de José del Rey es terminante con respecto a la Expedición de Límites: “Pero la Expedición de
Límites, con todo su aparato burocrático y científico, obligó a que la iniciativa privada de los misioneros se
subordinase por completo a los intereses de la corona” (Ibid., p. 449) 349 Eugenio de Alvarado. Informe Reservado… En: REY F., José del. Documentos Jesuíticos relativos a la
historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. p. 215 350 Ibid. P. 235
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
146
Nilid
S. Borxa 1 P. Miguel
Angel Melis
0 330 Yaruros
Cabruta 1 P. Jorge
Lucit
0 400 2320351 Cabres y
otomacos
Uriana 1 P. Enrique
Rojas
0 600 Cabres y otros
El Raudal 1 P. Francisco
del Olmo
0 300 Maipures
La
Encaramada
1 P. Felipe Gili 0 290 Maipures y
Tamanacos
Para los años de la Expedición, estas misiones y las del resto de Guayana comenzaban a
experimentar un período de paz relativa como consecuencia de las acciones ejecutadas por los
expedicionarios. Cabruta era el más norteño de los establecimientos, para seguir en dirección
sur: La Encaramada, La Urbana (Uriana o Uruana), Carichana, San Borja (San Borxa) y El
Raudal (San Juan Nepomuceno de los Átures).
Cabruta (1740) tenía en sus inmediaciones algunos hatos ganaderos y vivían tres familias de
españoles (12 personas), junto a 40 individuos de otras castas352. Esos hatos tenían unas mil
reses y otras tantas la misión. Alvarado lo tiene como un puerto donde se verifica un cierto
comercio de aguardiente y de productos que vienen de Orituco, así como el ganado que se
vende en Guayana. Se cosecha la manteca de tortuga en las playas del Orinoco.353 Con ellos
vivían personas calificadas como mulatos y esclavos. Los indígenas se dedicaban a todas las
tareas de producción, para sí y para la misión.
351 La cifra de 2320 corresponde al total de habitantes indígenas de las seis misiones. 352 Ibid. P. 306 353 Ibid. P. 307
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
147
La Encaramada (1749) es, a juicio de Alvarado, la mejor situada de las misiones jesuitas354. Se
dedica a la cosecha de manteca de tortuga, la extracción del aceite de palo y a alguna
ganadería (300 reses). Dista menos de un día de navegación de Cabruta y a un día y medio de
La Urbana355.
La Urbana (1746), dista de Carichana tres días de navegación en verano y uno en invierno,
dedicándose a la recolecta de la manteca de tortuga de la que surten a la primera. Tiene unas
quinientas reses, aunque a juicio del Comisario, sus sabanas pudieran criar muchas más. Los
otomacos fabrican ciertas artesanías (collares o cuentas hechos con conchas de caracoles que
llaman quiripas)356.
Carichana (1734), es la sede de la Procuraduría de las misiones de los jesuitas del Orinoco, de
la que se surtían de herramientas y otros productos. La zona es buena para el onoto que es
comercializado. Los indígenas fabricaban rallos necesarios para la elaboración del casabe. En
el pueblo vive la escolta armada, incluidos algunos esclavos de los jefes militares. Como las
otras misiones posee escaso ganado.357 La escolta y el misionero se sirven del hato ganadero
homónimo para el consumo, debiendo pagarlo del sueldo que reciben. Era manejado por un
esclavo y por indígenas vaqueros y servía de apoyo a la fundación de hatos ganaderos en las
misiones358. Muy probablemente ese sea el origen de la ganadería de los establecimientos del
Orinoco.
354 “La figura del pueblo, como es moderno, se reduce a una anchurosa plaza en figura oval, cuyos externos se
forman de la pequeña iglesia, y de la casa fuerte en que aloja la tropa, y los respectivos costados, uno con el
frente de los grandes Caneyes que llena su espacio, y otro con la casa del Padre que termina a la mitad, sin
embargo es una buena planta, pues las habitaciones de los Indios son Norte Sur, iguales en su alto y tirados a
cordel. La fábrica es pobre, por sus modernos principios y se reduce a la iglesia, casa del Padre y el alojamiento
de la tropa o Garita a un sencillo bahareque, y a su correspondencia las de los Indios, cubiertas todas de paja,
estas últimas son muy capaces, pues las habitan por parcialidades, de suerte que viven cuatro o seis familias en
cada una”… (Ibid. P. 310) 355 Ibid. Pp. 309- 312 356 Ibid. Pp. 312- 315 357 Ibid. Pp. 315- 319 358 Ibid. P. 244
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
148
San Borja (1738), distante de Carichana un día de navegación, y de Átures distante dos días.
Con trescientas reses en su pequeño hato, comerciaban chinchorros de elaboración propia y las
producciones de maíz y casabe, las cambiaban por herramientas en la Procuraduría de
Carichana. Finalmente se encontraba Átures, varias veces destruido por las naciones guerreras
provenientes del sur de esos obstáculos naturales, calificaba como la frontera hasta el
momento de la Expedición de Límites. Pese al carácter de la nación guaypunabi, Eugenio de
Alvarado sostenía que existían relaciones comerciales de la gente de la misión con aquellos
indígenas359.
3.1.3.- Las reducciones y misiones jesuíticas. Referencias al adoctrinamiento y la
enseñanza de las primeras letras y de la música
En esta parte consignaremos algunas referencias sobre cómo trataban los jesuitas la
catequización; la transformación del indígena en agricultor sedentario, vaquero, artesano, etc.,
y la instrucción en primeras letras en las escuelas creadas en las misiones más antiguas de la
región de Casanare360.
359 “El comercio de este pueblo no es visible por lo separado que está, y así el pasivo lo hace con la Procuraduría
de Carichana, que como el de San Borja, recibe los frutos, y toma los que necesita para los Indios en hachas,
machetes, lienzos del reino y extranjeros, como aguardiente &. No obstante el común de los Indios comercian
(aunque de tarde en tarde) activamente con los Yndios bárbaros de los Guaypunabis de las riberas del río Atabapo
que entra en Guayabero o sea Guaviari”. (Ibid. P. 323) 360 “Los pueblos misionales que fueron apéndices de las haciendas, de sus procuradurías iniciaban su fundación
con la edificación de los recintos destinados al cultivo espiritual y racional del hombre. Por ello, frente a una
simulada plaza, se levantaba la iglesia, la escuela, el taller de teja, la carpintería, la fragua y la tejeduría. Luego
llegaban las reses de la procuraduría de la hacienda o de un pueblo más antiguo, para fundar el hato que
contribuiría a la existencia material y espiritual del poblado y en donde el indígena se familiarizaba con una
nueva actividad económica, propicia y fundamental en aquellos ambientes de sabana. Allí tuvieron la primera
pasantía, los que tuvieron habilidad para mayordomos, capataces, peones, punteros, conductores, pastores y,
también los incipientes jinetes. En la práctica esos hatos constituían centros de adiestramiento de la actividad
ganadera, haciendo del indígena un experto vaquero”. (SAMUDIO, Edda. Ob. Cit. P. 772)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
149
Gumilla nos habla del método misional empleado en la región formulando sus apreciaciones
sobre las naciones indígenas, a quienes consideraba inestables y difíciles de mantener
reducidas y sujetas a la vida en policía. Pondera la reducción de las naciones a la vida
sedentaria. En su disertación, llega a comparar a América con un estadio de desarrollo ya
superado en Europa, cuando en aquel continente no existían ciudades. La vida en policía era la
base de la civilización, pues permitía el ejercicio del poder al posibilitar el control de todas las
personas.361 El entonces llamado nomadismo era el signo inequívoco de la ausencia de
civilización; sobre los pueblos nómadas era imposible ejercer el poder, máxime para los
europeos, que esperaban convertirlos en sus súbditos.
Nos dice que uno de los medios más poderosos para el establecimiento de un poblado nuevo
es el aliciente material: las herramientas desconocidas por los indígenas, el uso de los metales
y las forjas para trabajarlo:
“El atractivo más eficaz para establecer un pueblo nuevo y afianzar en él las familias silvestres
es buscar un herrero y armar una fragua, porque es mucha la afición que tienen a este oficio,
por la grande utilidad que les da el uso de las herramientas, que antes ignoraban. Todos
quisieran aprender el oficio; muchos se aplican y lo aprenden bien”362 .
361 “El uso de reunir a las familias errantes, como hacen los misioneros, en un lugar determinado, no es sino muy
laudable. Así cuando Europa era niña, y casi diría india, nacieron nuestras ciudades. Nació también la Monarquía;
y los hombres convertidos por máximas políticas en casi hermanos, dentro del mismo recinto de murallas,
aprendieron a someterse casi naturalmente y por común necesidad a uno solo.
Pero este uso, también en Europa digno de suma alabanza, además de las ventajas que entre los indios
proporciona a la religión, es igualmente útil al comercio, sirve a los viajeros, y sobre todo es conveniente para los
europeos, en súbditos de los cuales son convertidos los indios por los misioneros (…)
¿Qué había hace pocos años en el Orinoco, escondidos los habitantes en sus selvas, sino una horrenda soledad?
(…)
Este nombre, que no tiene otro origen sino el de los indios reducidos a la fe, es dado a aquellos lugares donde
ellos, por sugestión de los misioneros, hacen sus casas. Existe el nombre de reducciones. Se llaman de otra
manera pueblos. Se llaman también misiones, siendo aquellos lugares en los que se enseña la fe”… (GILLIG, F.
Ensayo de Historia Americana. T. III. Pp. 58- 59) 362 GUMILLA, José. El Orinoco Ilustrado y Defendido. P. 515
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
150
En las misiones se conocen las escuelas como instituciones específicas en cuanto a sus fines y
contenidos trasmitidos. En un acápite que titula: Avisos prácticos de su Apóstrofe y carta de
navegar a los operarios de la Compañía de Jesús que Dios se sirve destinar para la
conversión de los gentiles363, expone las diferencias entre la doctrina y la escuela: …” Lo
dicho de la doctrina se ha de practicar con los niños de la escuela con la misma formalidad y
cuidado”364, pese a que, al parecer, en las misiones del Orinoco la enseñanza era muy
rudimentaria, los niños lo hacían muy bien: …”En el Orinoco no se enseña a los indios más
que a leer y a escribir. Y teniendo en cuenta una casi nativa propensión hacia el papel, lo
logran muy bien”365. Otro tanto ocurre con la música, que los indígenas aprenden muy bien, y
a donde los adultos envían a sus hijos con gusto, aunque nunca será más importante que la
escuela366.
Gillig dice que se impartía la instrucción en primeras letras en las misiones de los jesuitas en
el Orinoco, no nos informa si existía un local a propósito para el funcionamiento de la escuela.
Pero, en el caso de los establecimientos del Casanare y el Meta sí existieron locales ad hoc. Al
menos en la misión de Macaguane se constata la existencia de dos escuelas hacia 1767367.
Egberto Bermúdez, citando un informe sobre del estado de la denominada Provincia de
Santiago de las Atalayas (Llanos Orientales), corrobora la existencia de escuelas en pueblos de
la comarca: …”en algunos de ellos había una escuela de primeras letras para niños, se rezaba
el rosario y se cantaba la Salve”…368
363 Ibid. pp. 495- 519 364 Ibid. P. 513 365 GILLIG, F. ob. cit. Pp. 63- 64 366 Ibid. P. 64 367 GONZÁLEZ MORA, Felipe. Reducciones y haciendas jesuíticas en Casanare, Meta y Orinoco ss. XVII y
XVIII. P. 185 368 AGI, Quito, 284. Gregorio Sánchez Manzaneque, Informe sobre el estado de la Provincia de Santiago de las
Atalayas. Edición moderna de Víctor Manuel Patiño, 1765. En: Cespedecia, 45- 46. Supl. N° 4, 1983, pp. 397-
404. Citado en: BERMÚDEZ, Egberto. La música en las misiones Jesuitas en los Llanos orientales colombianos
1725- 1810. En: Ensayos, historia y teoría del arte. Año 98- 99, N° 5, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, p. 154, consultado el 15- 03- 2013, de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=203588
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
151
En el documento se citaba la situación de otras misiones de los jesuitas en las que había
escuelas de primeras letras (entre ellas la citada de Macaguane), y de escuelas de música, tarea
en la que se destacaron los jesuitas:
”El mismo informe presenta una situación diferente en lo que se refiere a la música en los
pueblos de Manare, Casanare, Tame, Macaguane, Betoyes, Casimena, Surimena (Guanapalo) y
Macuco. En ellos existía una escuela en la que se enseñaba a leer y escribir, así como el canto y
la interpretación de instrumentos musicales”…369
En cuanto al adoctrinamiento, debía diferenciarse entre el tiempo dedicado a los niños y a los
adultos. En las mañanas se hacía en la lengua (idioma) indígena370, y, en las tardes, en
castellano. A los adelantados se les premiaba con regalos, mientras que los menos avanzados
se les enseñaba los días sábados y domingos, estimulándoles con alabanzas los progresos que
experimentaran371.
Eugenio de Alvarado nos habla de la cotidianidad de esas misiones en lo concerniente a la
asistencia al culto religioso, al modo en que se desarrolla el aprendizaje de la religión, a la
asistencia a la escuela de una manera pormenorizada. La referencia nos acerca a la puesta en
práctica de la disciplina para la vida en policía. A la luz de lo que allí se expone, la existencia
del indígena en las misiones estaba llena de obligaciones y de amenazas con castigos
corporales y humillaciones, en un sistema de justicia personificado en la figura del misionero:
369 Idem.
370 Sobre la enseñanza hecha por los jesuitas y otras órdenes misioneras en la Orinoquia y en la Provincia de
Guayana hacemos algunas consideraciones en el Capítulo Primero en el acápite: 1.3.2.- La política de la Corona
respecto de las lenguas o idiomas indígenas y las escuelas de lectura y escritura para el aprendizaje del castellano
371 Idem.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
152
“La misa la dicen más tarde los Misioneros, y antes de entrar en la Iglesia se junta a la puerta
de su aposento la cuadrilla del rezado en que se incluyen las mozas hasta el primer parto las
cuales todos los días repiten en castellano las oraciones del catecismo. Acabada esta misa canta
esta cuadrilla el Alabado, y el Padre les distribuye la ocupación del día esto es que los varones
vayan a la escuela, cargar agua, barrer los aposentos y casa de Procuraduría, y a las mujeres
según sus edades el aseo del Pueblo, limpieza y entretenimiento de sus pobres casas.
A las dos de la tarde se toca a la escuela, y a las cuatro y media se vuelve a juntar la misma
cuadrilla repitiendo las oraciones. Este acto lo gobierna un Indio mozo más aventajado en el
castellano y hace sus preguntas en particular a cada uno sobre los artículos de la Fe,
mandamientos de Dios y de la Iglesia. A las criaturas se les enseña a persignar, y que poco a
poco vayan aprendiendo las primeras oraciones, y según las edades hay para todos azotes y
castigos proporcionados para enderezar la juventud.
A las cinco y media va el Padre con ellos a la Iglesia y de rodillas dicen a coros el Rosario de
la Virgen, concluyendo las oraciones con la salutación del Ángel”.372
El castigo corporal era usual, para los niños, jóvenes y los adultos, de haber faltado en sus
deberes como aprendices de cristianos o en sus faenas destinadas a la producción y
sostenimiento general de la misión:
“El sábado por la tarde que deben estar a las cuatro y media todos los individuos en el Pueblo
para ir a la Iglesia a la hora del Rosario y letanías de la Virgen, se ponen todos en dos filas a la
puerta del aposento del Padre donde se hace el cargo al sujeto que tuvo falta entre semana, y en
presencia de los Oficiales y común del Pueblo se entrega a su Ministro de la Justicia para que
le de tantos azotes o días de cepo como receta el Padre y allí sea hombre o mujer en todas las
edades reciben su penitencia.”373
El informe del Comisario es un cuestionamiento al régimen de excepción que existía en las
reducciones para poner coto al poder de los regulares. Sus propuestas se dirigen a entregar los
pueblos a la atención espiritual de sacerdotes dependientes de los obispos diocesanos,
transformando las misiones en demoras bajo la atención de curas doctrineros. En su opinión, el
régimen misional traía graves perjuicios a los indígenas que vivían sojuzgados por los jesuitas
en condición de esclavos exclusivos de los sacerdotes, perjudicando a las arcas reales:
372 EUGENIO DE ALVARADO. Informe reservado…. En: REY., J. del. Documentos Jesuíticos… pp. 256- 257 373 Ibid. Pp. 254- 255
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
153
“En los llanos de Casanare, Orinoco y Meta, se siguen al Rey muchos perjuicios de no
demorarse los pueblos, porque mientras son Misiones no pagan tributo, y sus sudores se
convierten en beneficio de los Padres para sus granjerías, y tengo observado que florecen más
los pueblos de los Llanos, y otras partes, que no están al cargo de los Jesuitas como curas,
porque sus feligreses tienen libertad de trabajar para ellos”… 374
Iguales cuestionamientos veremos en Manuel Centurión Guerrero en su condición de
Gobernador de Guayana en el caso de los Capuchinos catalanes.
Ilustración 4. Reducciones jesuíticas en Casanare, Meta y Orinoco. Siglo XVIII
Fuente: GONZÁLEZ MORA, Felipe. Arquitectura y urbanismo en las reducciones y haciendas
jesuíticas en los Llanos del Casanare, Meta y Orinoco, siglos XVII -XVIII. P. 113
revistas.javeriana.edu.co/sitio/apuntes/file.php?table=articulos..
374 Eugenio de Alvarado. Informe Reservado… p. 277
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
154
3.2.- Los capuchinos andaluces y su breve tránsito por el espacio amazónico y las
misiones al norte de los raudales
El paso de los capuchinos andaluces por la Provincia de Guayana fue bastante corto y no
exento de conflictos. Estos frailes provenientes de los Llanos de Caracas y, por tanto, de un
espacio geomisional diferente a sus hermanos de Cataluña, llegaron a dirigir los
establecimientos de Río Negro entre Maipure y San Carlos a consecuencia de la Real Orden
fechada en San Lorenzo el 2 de noviembre de 1762, pero no se posesionaron efectivamente
sino hasta 1765, prolongando su estadía con escasa presencia de frailes hasta el año 1771.
Téngase en cuenta que para 1762 había cesado en sus funciones la Expedición de Límites y
mediaban escasos cinco años antes de que se hiciese efectiva la Real Pragmática que
expulsaba a los jesuitas de todos las posesiones españolas375.
José Solano y Bote, antiguo Comisario de la Expedición de Límites, nombrado Capitán
General de Venezuela, sostenía que la atención de los jesuitas llegaba hasta el raudal de
Maipure, puesto que San Fernando de Atabapo había sido abandonada. Otros frailes habían
abandonado la labor misionera al sur y hasta San Carlos, San Felipe y pueblos sobre el
Casiquiare (Solano por ejemplo), entre 1762 y 1765376.
Pero, para febrero de 1765, Fray Antonio José Jerez de los Caballeros llegaba a Maipure
encabezando una misión de seis religiosos con las respectivas instrucciones del Capitán
General en las que destacaba la tarea de la reducción de almas. Los capuchinos iban
acompañados de una escolta militar, con instrucciones en cuanto al trato amigable y dulce que
375 A consecuencia de estos sucesos, les fueron entregadas también las misiones de: Cabruta, Encaramada, La
Urbana, Átures y San José de Maipure, las cuales se hallaban para 1771 totalmente ausentes de atención
espiritual. Cfr. AGI. Caracas. Año de 1771. Información Judicial instruida en el Juzgado de Guayana para
informar al Rey de la forma de Gobierno más conveniente en las Nuevas Reducciones y Poblaciones de Indios de
esta Provincia. Guayana, 29 de junio de 1771. Legajo 352 376 Cfr. AGI. Caracas, legajo 440
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
155
debía dispensarse a los indígenas de aquellas comarcas amenazadas por la penetración
portuguesa, en las que se requería de población estable y dotación militar conveniente:
“Como el principal objeto de esta Providencia, es la conversión de Almas Gentiles al Gremio
de la Iglesia, y de contener a los Portugueses sus acelerados progresos en la posesión de
Terrenos pertenecientes a S. M. que ocupan amparados de la distancia, y soledad de ellos, dará
a los PP. Misioneros Capuchinos los auxilios posibles para principiar la Conversión de
Indios”377.
El fraile Jerez recorrió el trayecto fluvial desde Átures y Maipures hasta San Carlos de Río
Negro, reuniéndose con jefes indígenas y llamando a la gente a congregarse nuevamente en
poblaciones. En ese viaje realizó bautizos y la construcción de algunos templos. Esto lo
informaba los primeros días del año 1766378.
Los andaluces tuvieron serios altercados con la dotación militar, lo cual puede ayudar a
entender parcialmente la decisión de abandonar el espacio misional que les fue asignado379.
En 1772 el Gobernador solicitó el concurso de los franciscanos de Píritu, cuyas misiones
pasarían a recibir el nombre de: Encarnación de Píritu, Orinoco y Río Negro, lo que se hizo
efectivo en 1777. Los franciscanos recibieron el territorio de Río Negro, además de los
establecimientos que habían misionado hasta 1767 los jesuitas, encontrándose en posesión de
los mismos en el momento del arribo de las tropas independentistas.
377 AGI. Caracas. Instrucciones y órdenes dadas a los Cabos de los Puestos de Maipures en el Alto Orinoco, y de
San Carlos de Río Negro. Legajo 440 378 AGI. Caracas. Informe de Fray Antonio José de Jerez al Gobernador Solano. Caracas, 8 de febrero de 1766.
Legajo 440 379 Al respecto, son más que ilustrativas las afirmaciones del Superior de los Capuchinos andaluces de Cádiz, una
vez que los frailes abandonaron Río Negro, acusando a Centurión y a sus subordinados del trato infame que
dispensaban a los religiosos. Esto decía Fray Joseph Félix de Sevilla en 1774: …”y que para sostener el mérito de
sus servicios (Centurión) condecora de soldados y aún de otros caracteres más lustrosos a mulatos, mestizos,
zambos y otros hombres bárbaros, e ignorantes. Tales como éstos, son los que han tenido el mando de algunos de
los pueblos del Alto Orinoco, y que han tratado con tan poco decoro a los últimos Misioneros, que han podido
escaparse de su esclavitud, que sin la licencia y permiso del llamado Corregidor, no eran dueños de mandar a un
indio por un cántaro de agua, ni se le permitía licencia al pobre Misionero para pasar a reconciliarse, o a confesar,
al Misionero del lugar más inmediato”. (AGI. Caracas. Fray Joseph Félix de Sevilla a Miguel de San Martín
Cueto. Cádiz, 2 de noviembre de 1774. Legajo 238)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
156
3.3.- Los franciscanos. Las misiones de Encarnación de Píritu, Orinoco y Río Negro
3.3.1.- La consolidación de Píritu como capital misional hacia el siglo XVII. El desarrollo
del sistema misional franciscano. Los franciscanos como únicos misioneros del Orinoco y
el Río Negro desde el último tercio del siglo XVIII
Como apunta Lino Gómez Canedo, los franciscanos de Santa Cruz de Caracas y los de Píritu
nada tenían que ver en lo organizacional con los capuchinos que actuaron en Cumaná, en los
Llanos de Caracas y en Guayana:
“Aunque pertenecientes a la misma familia de San Francisco de Asís, capuchinos y
franciscanos –éstos conocidos entonces con el nombre de observantes- formaban y forman
parte de dos Órdenes religiosas distintas”.380
Las de Píritu fueron un esfuerzo independiente llevado a cabo por frailes españoles de aquel
otro realizado por los franciscanos de Santa Cruz, en su mayoría criollos, quienes contaron con
conventos en Cumaná, Margarita: …”los había tenido -o conservaba aún- en la Guayana y
Trinidad y había intentado fundar uno en la Nueva Barcelona”381.
Hacia 1575- 1576 los franciscanos se establecieron en Venezuela agrupados en la provincia
misionera de Santa Cruz, para constituir lo conventos en Margarita (1593) y Cumaná (1638-
1641). Los intentos de formar misiones en Píritu toparon con las pretensiones de los
capuchinos llegados a Cumaná en 1650, quienes habían logrado el permiso de misionar
algunas islas del Caribe (Grenada entre otras). Tras largas gestiones y discusiones en España,
380 GÓMEZ CANEDO, Lino (Selección y estudio preliminar). Las Misiones de Píritu. Documentos para su
historia. T. I. P. XII 381 Idem.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
157
finalmente, el 6 de junio de 1654: …”se había acordado (…) que la reducción de Píritu fuese
confiada a los franciscanos, y así lo mandó ejecutar el propio Consejo el 10 de junio”…382 De
esta manera, los franciscanos fundaban nuevamente383 bajo el nombre de Nuestra Señora de la
Concepción de Píritu hacia el año de 1656. Para estos años, muchos de los indígenas
habitantes de esa región eran cristianos.
Los franciscanos de Píritu, al igual que las demás órdenes, desplegaron su labor a través de las
misiones y las doctrinas, en las primeras correspondía al fraile el gobierno espiritual y el
gobierno temporal de los indígenas, mientras que las doctrinas eran resultado de la
secularización384.
A principios del siglo XVIII se intentó transformar en doctrinas los pueblos fundados por los
franciscanos de Píritu en Nueva Barcelona, a lo que se opusieron los misioneros. En 1712, el
Obispo de Puerto Rico ordenó nuevamente la secularización de las quince misiones existentes,
lo que se ejecutó en 1717. No obstante, los pueblos siguieron a cargo de los observantes por la
382 Ibid. P. XXII 383 Píritu es una voz cumanagota que significa palma pequeña, o también, quebrada donde se da la palma. A la
llegada de los españoles estaba habitado por los indígenas Píritu; de manera que se trata de un pueblo de origen
anterior a la llegada de los conquistadores. La historia colonial de esta ciudad está ligada a la de la provincia de
Nueva Barcelona: “Hacia 1532 se le conocía con el nombre de «provincia de Píritu». Diego Fernández de Serpa
propuso en 1568 la fundación de una ciudad con un puerto para poder conquistar la tierra y dar principio a su
gobernación de la Nueva Barcelona. Esta ciudad se llamó Santiago de los Caballeros, cuyos distritos serían las
provincias de Píritu, Chacopatas y Cumanagotos, entre los ríos Neverí y Unare. La fundación se llevó a cabo en
el morro de El Salado; hecho esto marchó tierra adentro visitando el pueblo indígena de Píritu y su cacique
Cavare o Cavallo, aliado de los españoles y que hablaba castellano. Cuando en mayo de 1570 los chacopatas
atacaron y asediaron Santiago durante 14 días, este cacique ayudó y puso a salvo con sus piraguas a las mujeres,
niños e inválidos llevándolos a Cumaná y Margarita; después de estos sucesos la Real Audiencia de Santo
Domingo decretó que los indios píritus nunca fuesen encomendados. Cavare y su mujer se bautizaron con los
nombres de Juan y Ana. En la capitulación de Francisco de Vides del 23 de marzo de 1592, se le ordenaba fundar
un pueblo por lo menos de 80 vecinos en el puerto de Píritu, como vía de penetración para el descubrimiento de
El Dorado”… (Diccionario de historia de Venezuela. Caracas, Fundación Polar, 1998, 1 disco compacto).
Respecto de la alianza de los Píritu con los españoles y la prohibición de ser sometidos a encomienda y ser
declarados libres, abunda en información y testimonios Odilo Gómez Parente, quien sostiene que esa alianza con
España se había afianzado, también, al haber contribuido a expulsar a los holandeses de las salinas de Unare (Cfr.
Gómez P., Odilo. Labor franciscana en Venezuela: I. Promoción indígena. Pp. 138- 139) 384 Ibid. P. XXXIV
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
158
falta de clérigos seculares. Otro tanto aconteció con las fundaciones posteriores en Barcelona y
en el río Orinoco.
Los franciscanos atendieron también las villas de españoles. Lino Gómez Canedo nos refiere
el caso de Aragua de Barcelona y el Pao, y luego, durante del siglo XVIII: Moitaco, La Piedra,
La Carolina y Borbón.
Al decir de Odilo Gómez, las misiones franciscanas abarcaron inicialmente el territorio de la
provincia de la Nueva Andalucía en una extensa área en la que las disputas con los capuchinos
–específicamente los de la provincia de Aragón- terminaron por limitar su área misional (Real
Cédula de 20 de enero de 1657):
“Con esta demarcación quedaban cercenados de la jurisdicción de los franciscanos los
territorios de los actuales estados Sucre, Monagas, y Delta Amacuro que se confiaban al
cuidado de los capuchinos. La línea divisoria quedó, más o menos, establecida por los ríos
Manzanares y Guarapiche hasta Maturín y una línea ideal trazada desde aquí a las Barrancas
del río Orinoco.
Por el occidente llegaron en sus actividades misionales los franciscanos hasta la ensenada de
Higuerote. Teóricamente, aún continuaron perteneciendo a su jurisdicción misional las tierras
al sur del Orinoco hasta los límites con el Amazonas”.385
Con esos derechos, que los hacían acreedores de una parte importante de los territorios
misionales guayaneses, pudieron disputar a los capuchinos catalanes y a los jesuitas su
establecimiento en la banda sur del Orinoco.
La más importante razón de las disputas fue siempre el indígena con que constituir y engrosar
las reducciones. Estos conflictos ocurrieron asimismo con hacendados y encomenderos.
385 Ibid. P. p. 145- 146
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
159
Sorprende el dejo de candidez con que el autor citado trata la huida de los indígenas de los
pueblos misionales, al calificarlos como personas inconstantes en razón de su condición
cultural, que manifiestan un rechazo natural a tal régimen y no como una más que justificable
reacción al sistema de explotación y sojuzgamiento:
“Muchos de los indios recogidos en las entradas eran ya cristianos fugitivos de las misiones, y
esta fue otra fuente de trabajos y hasta de conflictos. Dada la inconstancia de los indios y su
natural odio a toda disciplina alguna medida contra los fugitivos era indispensable, so pena de
que fracasase todo el sistema misional. Pero esto tropezaba con los intereses de los hacendados
de la provincia de Caracas que se beneficiaban del trabajo barato de los indios huidos. A veces
fue también causa de conflicto con los misioneros vecinos –capuchinos y jesuitas- que
realizaban entradas a los mismos parajes o se resistían a devolver los indios que habían
buscado en sus misiones”.386
Odilo Gómez Parente sostiene que son tres los ciclos fundacionales de los franciscanos; el
primero cierra hacia el año 1701 con la fundación de San Juan Capistrano del Puruey387, es
decir el primer medio siglo de su permanencia. Durante esta etapa y al menos en las misiones
fundadas en Nueva Barcelona, los misioneros negociaron con los indígenas la ubicación del
sitio para erigir el nuevo poblado, pero, tanto la existencia de fuentes de agua suficientes como
también los intereses de situar la nueva reducción en un ámbito que combinase: buena tierra,
posibilidades de defensa y de control por parte de las autoridades coloniales, condicionaron la
pervivencia de algunos de estos sitios, ocasionando que en algunos casos se trasladasen del
lugar original a uno nuevo388.
386 GÓMEZ CANEDO, Lino. Las Misiones de Píritu… T. I. P. XLI. 387 Esta misión no debe confundirse con la homónima misión de Puruey fundada en jurisdicción de Guayana años
después (1771). Ver: Relación de los Padres Observantes que evangelizan en las márgenes de Orinoco y Río
Negro, con expresión de Misiones y Parroquias de Españoles que administran, como también los que carecen de
sacerdotes, con arreglo a la Orden del Gobierno en su oficio del 13 corriente, añadiéndose por el copiador los
años de su fundación y número de almas que tiene cada Misión según los padrones de 1809. En Cuadro
estadístico de las Misiones de Píritu, Orinoco y Río Negro, desde 1797 hasta 1809. GÓMEZ CANEDO, Lino.
Ibid. T. II. Pp. 247 388 Las orientaciones que siguieron los observantes de Píritu para fundar sus misiones en la jurisdicción de Nueva
Barcelona son analizadas por Francisco Tiapa. Nos dice este autor que: “El método de fundación de las misiones
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
160
El primero fue el de la Concepción de Píritu fundado en 1656 en el que se ubicó la
presidencia las misiones. Píritu fue refundado en 1659 luego de que los franciscanos
resolvieron trasladarlo desde el antiguo emplazamiento por el que finalmente tuvo mucho más
cercano al mar389. Para el año 1755 tenía 1.660 habitantes.
Siguen en orden de fundación el listado que a continuación se presenta:
- Santa Clara de Maicana o Zapata (1660), cuatro leguas al sur de Píritu, fusionado más
tarde con el pueblo de San Antonio de Clarines.
- San Antonio de Manareima (1660), incorporado después al pueblo de Santa Clara, a
consecuencia de los ataques de una nación indígena (los palenques, según Gómez
Parente)
- San José de Chiguatacuar (1660), incorporado al de San Miguel por la falta de agua.
- San José de Araveneicuar (1661), cuatro leguas al sur de Píritu y nueve al sudeste de
Barcelona. Llegó a tener 900 habitantes.
- Jesús, María y José de Caigua (1667), fue trasladado por la falta de agua a su
emplazamiento definitivo, nueve leguas al sur de Barcelona y nueve al sudeste de
Píritu.
- San Antonio de Clarines (1674), llegando a tener a mediados del siglo XVIII 1.100
habitantes.
fue la llamada madrina, que, en general, consistió en que a partir de la mediación y la fundación de un primer
pueblo, se establecían los vínculos para continuar con el resto. En esta continuación se elegía una parte de la
comunidad ya reducida para fundar una nueva misión y por medio de los vínculos que esta tenía con
comunidades asentadas en sitios alejados del control colonial, se atraían nuevas familias, lo cual era constante
hasta que cada pueblo tuviese una cantidad de habitantes que para los misioneros fuese suficiente”. (TIAPA,
Francisco, Los usos políticos del agua en la frontera indígena de Píritu durante la época colonial. En: Gazeta de
Antropología, nº 23, Universidad de Granada (España), 2007, consultado el 15- 10- 21012, de
http://hdl.handle.net/10481/7044)
Además: “En relación con la provisión de agua, en su mayoría, las misiones eran establecidas sobre las
principales fuentes hidrográficas. Sin embargo, después de siglo y medio de confrontaciones, los asentamientos
indígenas estaban ubicados en las zonas interfluviales donde los recursos hídricos eran limitados y se restringían
a tan solo unas pequeñas quebradas. Estos establecimientos iniciales, una vez que aumentaban su población,
llegaban a tener una cantidad de habitantes que no permitía el suficiente abastecimiento de agua, por lo que en
poco tiempo la misión era despoblada o trasladada de sitio”. (Idem) 389 CAULÍN, Antonio (Fray). Historia Corográfica, Natural y Evangélica de Nueva Andalucía, Provincias de
Cumaná, Nueva Barcelona, Guayana y Vertientes del río Orinoco. T. II. P. 29. Citado en: GÓMEZ PARENTE,
Odilo. Labor franciscana en Venezuela… p. 253
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
161
- San Francisco de Cutuacuar o Guorimnocuar (1673), situado dos leguas al noroeste de
Caigua. Fue trasladado de sitio en 1675.
- Nuestra Señora del Pilar de Guaimacuar (1674). Situado a dos leguas al noreste de
Caigua y seis al sur de Barcelona. A mediados del siglo XVIII llegó a tener 1.400
habitantes. Fue uno de los más grandes pueblos de misión de los franciscanos, junto a
Caigua y Píritu.
- San Juan Evangelista del Tucupío (1675), fue agregado posteriormente al pueblo de
San Lorenzo por la falta de agua.
- San Lorenzo de Aguariacuar (1675), llegando a tener a mediados del siglo XVIII 700
habitantes, se encontraba ubicado en las cercanías del río Guere.
- San Buenaventura de Cumanagoto (1675), su población fue agregada posteriormente a
los pueblos del Pilar, Pozuelos y San Bernardino, entre otros. Se ubicó en la serranía
llamda del Pilar.
- San Diego de Chacopatas, o de Turucuar (1675), siendo mudado en 1680 y agregado a
San Bernardino y Caigua.
- San Bernardino de Guertecuar (1675), ubicado al suroeste de Barcelona. Pueblo de
gran estabilidad, llegó a tener 600 habitantes durante el siglo XVIII.
- San Pablo de Azaca (1678), fue trasladado en 1680 al sitio de Mataruco, distante cinco
leguas al suroeste de San Miguel.
- San José de Curataquiche (1679), siete leguas al sureste de Barcelona, llegó a tener 580
habitantes.
- San Juan Evangelista del Guaribe (1679), duró apenas dos años pues fue destruido.
- San Juan Evangelista del Tucuyo (1681), ubicado en las serranías de Unare. Llegó a
tener 350 habitantes.
- Nuestra Señora del Amparo de Pozuelos (1681), fundado dos leguas al noreste de
Barcelona, llegó a tener 500 habitantes.
- San Diego de Guacuar (1688), distante tres legua y media al noreste de Barcelona y a
una legua de Araguita, fue muidado de su sitio original.
- Santo Domingo de Aragüita (1690), situado en la orilla sur del río Neverí, llegó a tener
400 habitantes en el siglo XVIII.
- San Pedro Alcántara de Chupaquire (1699), distante dos leguas del mar enfrente de la
ensenada de Higuerote.
- San Juan Capistrano de Puruey (1699), distante un cuarto de legua del río Tucuyo
cerca de la laguna de Unare, llegó a tener 500 habitantes.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
162
Una segunda etapa comienza hacia en el año 1715, cuando penetran el sur de Anzoátegui
fundando, contribuyendo en el proceso, o bien, brindando la atención espiritual de los
pueblos que se mencionan390:
Cuadro 5. Pueblos, misiones y doctrinas atendidas por los franciscanos de Píritu
Segunda etapa. Siglo XVIII
San Mateo de Orituco o de Prepumtar
(1715)
San Buenaventutra de Panapotar
(1722)
San Joaquín de Pariri (1724) Santa Rosa de Ocopi (1724)
Santa Bárbara de Currucay (1733) Santa Ana de Anaco o de Orocopiche
(1735)
Nuestra Señora de los Remedios de
Mamo (1735)
Nuestra Señora de la Candelaria de
Chamariapa (1740)
Santísimo Cristo de Pariaguán (1744) Villa de la Concepción del Pao (1744)
Nuestra Señora de los Dolores de
Quiamare (1746)
Santa Cruz de Cachipo (1749)
San Juan Bautista de Múcuras (1754) Asunción de Atapiri (1754)
San Luis de Aribi (1755) Santa Clara de Aribi (1755)
Nuestra Señora del Socorro de Cari
(1756)
San Pedro Regalado de la Candelaria o
San Diego de Cabrutica (1757)
Divina Pastora de Guaicupa (1763) Concepción de Tavaro (1770)
Nuestra Señora de las Mercedes
(1772)
San Máximo del Tigre (1776)
San Vicente de Carapa (1793) San Pedro de la Puerta (1794)
Santa Gertrudis de El Tigre (1794) Santiago o Santa Cruz del Orinoco
(1796)
San Simón Apóstol de Moquete (1799) Santa Catalina del Carito
390 Ibid. Pp. 277- 300
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
163
La tercera etapa de la expansión franciscana en dirección a la banda sur del Orinoco se opera
pocos años antes de la firma de la Concordia. Algunos misioneros habían pasado el río para
buscar la reducción de los Caribe.391 Este momento coincide con el incremento de los ataques
de esa nación a diferentes misiones en Guayana y en la Nueva Barcelona. Aquel acuerdo
terminó por sancionar la presencia de los Observantes:
…”no debió costar mucho ni a capuchinos ni a jesuitas acceder a lo que se les proponía,
cuando existía un inmenso territorio entre el Caroní y el Cuchivero que no estaba atendido por
nadie, de momento. Era precisamente la zona habitada por los caribes. Ni los capuchinos
intentaban subir el Orinoco arriba, ni los jesuitas estaban en disposición de descender por el
río, al menos mientras no se fortificara adecuadamente”392.
En el año 1752 se funda la villa de Moitaco o la Encarnación del Divino Verbo de Muitacu
(Moitaco), y, sucesivamente se fundan Guazaiparo (Guaízaparo), Nuestra Señora de Turapa,
de existencia efímera. Más adelante, fundan Tapaquire (con indígenas caribe) y San Francisco
Solano de Platanar (1755), en 1757 se funda Uyapi.393 Para estos años, hubo hecho su
aparición la Expedición de Límites, y con ella el definitivo impulso de la defensa y de los
planes pobladores de Guayana por parte de la Corona española.
Estas fundaciones cuentan con el concurso del gobierno provincial, sobre todo durante la
estancia de Manuel Centurión. Algunos de estos pueblos se originan en reducciones de
indígenas, y por tanto se constituyen en misiones, mientras que otros son tenidos desde su
origen por villas de españoles: Caicara, Borbón y La Carolina. Terminarán atendiendo todos
aquellos pueblos que dejaron los jesuitas desde su expulsión, incluidos los del Alto Orinoco y
Río Negro, en números variables entre 62 y 71 establecimientos394. En estos últimos dos
391 Ibid. P. 327 392 Ibid. P. 336 393 GÓMEZ CANEDO, L., Ob. Cit. PP. XLIX- L 394 En cuanto a las estadísticas misionales de los franciscanos existe abundante documentación, y en modo alguno
puede decirse la última palabra sobre el número de establecimientos que quedaron a su cargo desde el último
tercio del siglo XVIII. El mismo Gómez Parente nos habla con cautela de cifras aproximadas: …”puédese
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
164
territorios misionales no ocurrirá sino hasta 1777, unos cinco años después de que les fuera
solicitada su participación, de tal suerte que por diez años permanecerán sin atención
espiritual:
“De los tres pueblos que en 1764 tenían en Guayana, pasaron a seis en 1768, y a once en 1773.
En 1775 asistían catorce pueblos en el Bajo Orinoco. Después se encargaron también de las del
Alto Orinoco y Río Negro, dejadas por los capuchinos andaluces. En la tabla capitular de 1797
aparecen treinta pueblos franciscanos en toda Guayana, desde la capital hasta más allá de San
Carlos de Río Negro; en la tabla de 1807 el número asciende a treinta seis”395.
Hay que agregar las doctrinas y misiones que mantenían los franciscanos en Nueva Barcelona
y Cumaná; mientras que las barcelonesas y cumanesas eran atendidas regularmente por los
franciscanos hasta el ocaso del régimen colonial396, las de la banda sur del Orinoco estuvieron
muchas de ellas sin atención espiritual permanente. Mientras más lejos se encontraban de la
capital misional y de Angostura, peor fue el abandono y la desatención. Si se analiza el cuadro
de las quince doctrinas existentes en la Nueva Barcelona, listadas bajo el título de: Doctrinarii
juxta leges Regalis Patronatos, correspondientes a los pueblos fundados en la primera etapa de
expansión franciscana, trece de ellas se encontraban atendidas regularmente por un sacerdote
residente en el pueblo, en tanto que dos eran atendidas por el fraile doctrinero de otra
población.
afirmar en vista de los datos expuestos que, a principios del silgo XIX, eran cerca de cuarenta los puestos
misionales fundados o atendidos por los franciscanos en la banda norte del Orinoco. en la banda sur y a lo largo
de todo el gran río y del Casiquiare y Río Negro atendían otros cuarenta pueblos”. (GÓMEZ P., O. ob. cit. P.
405). Cita diferentes estadísticas en las que aparecen 62 puestos misionales (1780), y no más de 50 en 1786,
mientras que en 1788 se contabilizan 68. Esta última se presentaba de la manera siguiente: 32 misiones en Nueva
Barcelona (23.342 almas); 10 en la Guayana u Orinoco (2.858 almas); Alto Orinoco 9 (1.282 almas); 5 en el
Caura (592 almas); 12 en Río Negro (1.358 almas). AGI, Indiferente General. Estado General de las Misiones
que tiene a su cargo la Religión Seráfica en las dos Américas e Islas Filipinas según consta en los documentos
más modernos remitidos a este Oficio de la Comisaría General de Indias. Madrid, en la Oficina de Benito Cano,
año de MDCCLXXXVIII. Legajo 2981. Finalmente, en las tablas de nombramientos hechos en1797 aparecen 71
pueblos y misiones. 395 Ibid. Pp. LI- LII 396 Cfr. Cuadro estadístico de las Misiones de Píritu, Orinoco y Río Negro desde 1797 hasta 1809. En: GÓMEZ
CANEDO, L., Ob. Cit. T. II. Pp. 232- 236.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
165
Luego, tenemos que de las diecinueve misiones que aparecen bajo el título de: Missionarii
huius provinciae de Cumaná asignantur, dieciséis de ellas se encontraban atendidas por un
fraile, en este caso misionero, y solamente tres eran visitadas por un fraile residente en otra
misión. En la Provincia de Guayana, en cuya jurisdicción totalizaban treinta y dos misiones y
cinco villas o pueblos de españoles –con exclusión de la ciudad capital por ser sede del
Hospicio-, solamente veintitrés contaban con un fraile residenciado, mientras catorce no lo
tenían de manera permanente.
Para el año 1809, el cuadro estadístico de las misiones y pueblos de españoles atendidos por
los franciscanos en Guayana no había variado sustancialmente. De los treinta y cinco pueblos
y misiones, con inclusión de Aripao397, once se encontraban sin atención espiritual del fraile
doctrinero y/o sin misionero, y dos de ellos, seguramente, con la presencia itinerante de algún
sacerdote.
Las misiones guayanesas no eran las más productivas de sus establecimientos. En el caso de
las situadas al norte de los raudales, los Observantes quedaron dueños de la comercialización
del aceite de los huevos de tortuga que se recogía estacionalmente entre el eje Caicara-
Cabruta y La Urbana, lo que seguramente rendiría algunos beneficios.
El hato ganadero de Carichana y la misión de San Juan Nepomuceno de los Átures al parecer
habían dejado de rendir beneficios. Principiando el siglo XIX, el Barón de Humboldt hablaba
del abandono en que se encontraban lo que antaño fueran aquellas explotaciones agrícolas y
ganaderas:
397 Aripao, hoy como ayer, es una comunidad afrodescendiente.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
166
“Los padres jesuitas cultivaban el maíz, los frijoles y algunas legumbres de Europa: plantaban
en torno de la aldea hasta naranjos de fruto dulce y tamarindos: poseían en las sabanas de
Átures y de Carichana de 20.000 a 30.000 cabezas de vacas y caballos.
Desde el año 1795 ha desaparecido enteramente el ganado de los jesuitas: sólo quedan hoy
como testigos de la antigua cultura de estas comarcas y de la actividad industriosa de los
primeros misioneros, pies de naranjos y tamarindos aislados, rodeados de árboles
silvestres”398.
En el caso de las misiones de Río Negro, específicamente San Fernando de Atabapo, mantenía
una cierta alguna actividad exportadora vinculada a la producción de cacao, que Humboldt no
dudaba en calificar de exigua, por el poco interés que mostraban los indígenas ya que no les
reportaba beneficio alguno:
…“pero toda la misión produce apenas 80 fanegas por año, y como los religiosos de las
misiones del Orinoco y Río Negro, validos de un antiguo abuso, hacen ellos solos el comercio
del cacao, el indio no se halla estimulado por aumentar un cultivo que no le rinde casi ninguna
ventaja”399.
La situación económica de las misiones y doctrinas de los Observantes en la Nueva Barcelona
era diferente. Los frailes debían recibir sínodos, salarios o limosnas. Al principio no tomaron
sino limosnas eventuales, pero, con posterioridad, solicitaron se les pagasen regularmente por
considerárseles esenciales400.
Cuando el Gobernador Diguja realizó la visita de Cumaná, Barcelona y Guayana hacia el año
1761, encontró que el cobro de esas asignaciones era irregular, siendo causa de abusos que
cometían los misioneros contra los indígenas para poder sostenerse:
398 Alejandro de Humboldt. Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. T. IV. Pp. 60- 61 399 Ibid. P. 150 400 GÓMEZ CANEDO, Lino. Ob. cit. T. I. P. XXXVII
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
167
“Además de la dicha falta de misioneros, ocurre otro inconveniente para que los pueblos de
Misión estén bien asistidos, y es lo incobrable que, en las Cajas de Caracas, son las limosnas
que Vuestra Majestad tiene asignadas a dichos misioneros, quienes al tiempo de la Visita
alcanzaban treinta y un mil, seiscientos y cinco pesos, como consta de los mismos autos: cuya
falta de limosnas los pone en la necesidad de vivir a costa de los pueblos, y de aquí se ha
seguido el introducirse en ellos los varios abusos que con autos y separadamente informo a
Vuestra Majestad”401.
La idea formada acerca de aquellos pueblos era que se encontraban bien acomodados, aunque
poco fértiles las tierras que ocupaban; rendían una producción fundada en el trabajo comunal
que debía completarse con el trabajo de los indígenas fuera de la comunidad, necesario para
satisfacer los tributos que debían rendir a las cajas reales:
“Las comunidades de las Doctrinas son pobrísimas, reduciéndose a la anual cosecha de la corta
sementera que hacen en común, que si no se la extraen la reparten entre todos cuando tienen
necesidad y se proveen de semillas para sus propios conucos y el de comunidad (…)
En las Doctrinas además de los ya dichos frutos que cosechan para su subsistencia, se tiene el
cuidado de que salgan a trabajar y ganar con que satisfacer los reales tributos y costear su
vestuario (…) pero no es así en las Misiones, que aún todavía no están en estado de que se les
pueda obligar a más trabajo que el que ellos buenamente quieren”…402
La opinión con respecto a la situación económica de las misiones de Píritu difería de acuerdo a
quién emitía el juicio. En la segunda década del siglo XVIII, el gobernador de Cumaná negaba
la supuesta miseria en que se hallaban los establecimientos piriteños, aduciendo cómo desde
ellos se había auxiliado con maíz el abastecimiento de la guarnición localizada en el presidio
de Araya y de todas las guarniciones cumanesas, además de que poseían hatos ganaderos:
…“cuasi los más años mantienen toda esta provincia y la isla de Margarita (…) un hato de
ganado mayor (…) en el sitio que llaman Camoruco contiguo a las referidas poblaciones (de
Píritu) que se compone de unas seis mil reses, tan domésticas y en tan regular disposición que
401 Documentos relativos a la visita del Gobernador Diguja en las provincias de Nueva Barcelona y Guayana.
En: GÓMEZ CANEDO, Lino. Ob. T. II. cit. P. 98 402 Ibid. P. 97
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
168
en todas estas provincias ni la de Caracas hay otro tan cuantioso ni proveído de lo necesario
para su conservación, pues tiene gran número de caballos y mulas para la sujeción del ganado y
conducción de esquilmos y productos a las partes donde se puedan depender”…403
Cuando el Gobernador Diguja de cuenta de este hato unas cuatro décadas después, dirá que
allí se hallan igual número de reses que, pese al beneficio que se podía sacar de ellas, no se
orientaban al fin de sostener a los indígenas de las misiones404.
3.3.2.- Doctrinas y evangelización en los observantes. Referencias a las escuelas en las
misiones de Píritu
Odilo Gómez afirma que el método misional franciscano se resume en algunos principios y
prácticas que comienzan con la atracción de los indígenas al conocimiento de la fe católica, su
reunión en un poblado, la enseñanza sistemática de la doctrina cristiana y de otras enseñanzas
vinculadas al engrandecimiento del culto; además de la lectura, la escritura y de un conjunto
de conocimientos útiles y necesarios para el desarrollo de la producción, agregamos nosotros
que en conjunto, el método estaba articulado a las necesidades de sostenimiento de los pueblos
misionales y del sistema colonial:
…“atracción del indio. Segunda, congregación en pueblos, donde pudieran mutuamente
ayudarse unos a otros. Tercera, instrucción intensiva y duradera sobre los rudimentos de la fe,
sin olvidar, para una más eficaz promoción humana, las enseñanzas de toda clase de artes
humanísticas y mecánicas”.405
403 AGI. Santo Domingo. Leg. 642. Ibid. P. XXXVIII 404 Idem. 405 GÓMEZ P., Odilo. Ob. cit. P. 208
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
169
Frailes como Motolinía, Mendieta, Torquemada y Juan Forcher desarrollan reflexiones acerca
de la metodología misional franciscana406 que podrían experimentar adaptaciones, pero: …”el
proceso era el mismo en todas partes”407.
Para las nuevas reducciones eran necesarias las entradas, la excursión que se hacía con la
ayuda de escoltas armados españoles y de indígenas ya reducidos para la captura de indígenas.
Lino Gómez Canedo nos dice que “se hacían sin violencia”, aunque no faltara en más de una
ocasión la fuerza:
“Una vez establecido cierto número de reducciones, un procedimiento muy usado para la
formación de nuevos pueblos fue el de las entradas, o sea expediciones a los llanos y montañas
del que pudieran ser inducidos a poblarse. Estas expediciones se hacían con ayuda españoles e
indios amigos, pero en general sin uso de fuerza, al menos sin violencia. El método fue
practicado siempre y por todos, pero hubo diferencias de grado”…408
Más allá del eufemismo que encierra la frase según la cual se podían hacer entradas con uso de
fuerza pero sin violencia, no es menos cierto que los indígenas rechazaban el régimen de
sujeción y de explotación, y la huida o el alejamiento de los españoles era una legítima forma
de ejercicio de la resistencia.
En el caso de las escuelas de primeras letras, al parecer lograron un cierto desarrollo en estas
misiones. Unas pocas referencias reúne Gómez Parente para testimoniar su funcionamiento,
recurriendo a algunos escritos de coetáneos del período colonial. En efecto, este es el caso de
406 Gómez P. cita entre las obras de estos franciscanos que actuaron en Nueva España la de Juan Forcher titulada:
Itinerario católico de los misioneros, Madrid, 1960, Librería general Victoriano Suárez, edición latino- castellana
por Antonio Eguiluz, O.F.M. (Ibid. P. 207) 407 Idem. 408 Ibid. P. XL
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
170
Matías Ruiz Blanco409 y Fray Antonio Caulín410; el primero manifestaba que: …”el espacio
destinado para escuela y educación de los indios era de toda una cuadra”411.
En la escuela aprendían lectura y escritura y los rezos recurriendo a la memorización como
método privilegiado, tanto en lengua materna (cumanagoto) como en castellano412. Caulín
afirma respecto de los niños indígenas que:
“Son agudísimos y prontos en remedar todo género de animales y, generalmente, tienen rara
habilidad para hacer cualquier obra de manos y aprender con brevedad cualquier arte u oficio
mecánico”413.
Una vez hecha la fundación y lograda su consolidación como poblado, se instituía un régimen
disciplinar a niños y adultos. El día comenzaba frente a la iglesia, con asistencia de todos,
incluidos los indígenas no cristianos probablemente recién reducidos. Tres horas antes del
amanecer se levantaban los frailes a decir sus oraciones, y luego, al romper el día se tocaban
las campanas alineándose los indígenas en la plaza en dos filas: los varones a mano derecha y
409 RUIZ BLANCO, Matías. Conversión de Píritu de Indios Cumanagotos, Palenques y otros. Sus principios y
incrementos que hoy tiene, con todas las cosas más singulares del país, política, y ritos de sus naturales, práctica
que se observa en la Reducción y otras cosas dignas de memoria. Madrid, Juan García Infancon, 1690. Publicado
nuevamente junto a la obra de Ramón Bueno que lleva por título: Tratado Histórico: LEJARZA, Fidel P. O.F.M
(Estudio preliminar y notas), Conversión de Píritu del P. Matías Ruiz Blanco, O.F.M. y Tratado Histórico del P.
Ramón Bueno, O.F.M., Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1965 (Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela, 78), 204 pp. 410 CAULÍN, Antonio Fray. Historia Natural, Corográfica y Evangélica de la Nueva Andalucía, provincias de
Cumaná, Nueva Barcelona, Guayana y vertientes del río Orinoco, dedica al Rey N. S. Carlos III, por el M.R.P.
Antonio Caulín, dos veces Provincial de los Observantes de Granada, dada a la luz de orden y expensas de S.M.
año de 1779. Dicha obra fue reimpresa en Caracas en 1841, y más tarde por la Academia Nacional de la Historia
Caracas. CAULÍN, Antonio Fray. Historia de la Nueva Andalucía, Caracas, Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela, 1966, 2v. (Estudio preliminar y edición crítica de Pablo Ojer) 411 RUIZ BLANCO, Matías. Ibid. P. 67 412 Dice Ruiz Blanco que: “Hay algunos tan hábiles que, sin saber la lengua castellana, saben leer la lengua latina
y cantan las epístolas en el coro. En poco tiempo saben ayudar a Misa todos y la Doctrina Cristiana en su lengua
materna”. Ibid. P. 66. 413 CAULÍN, Antonio. T I., p. 145. Citado en: GÓMEZ P., O. Ob. cit. P. 233
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
171
las hembras a la izquierda. Hecho esto, se colocaba el sacerdote con una cruz en medio de la
gente iniciando los rezos para hacer luego una plática sobre el mismo, tras lo cual se efectúa la
misa a la que estaban obligados a asistir los cristianos, no así quienes no hubieren sido
bautizados: “Después de aquel acto social y fraterno, los infieles se iban a sus casas”414; sin
embargo, los cristianos se encaminaban a atender sus haciendas y deberes de producción, en
tanto que los niños se iban a la escuela. Los domingos eran un tanto diferentes. La misa era el
principal y más solemne de esos días.
Gómez Parente, al criticar las apreciaciones que hizo Humboldt sobre el abandono que en su
opinión se encontraban las misiones del Orinoco y el Río Negro en los primeros años del siglo
XIX, disculpa a sus hermanos franciscanos del período colonial, sustanciando su razonamiento
en la falta de operarios religiosos, cuando no en la de niños que asistieran a educarse:
“Lo que mal conocía el ilustre viajante era el interés que en este punto habían tenido siempre
los misioneros franciscanos, los cuales lamentaron en alguna ocasión ya apuntada, el hecho de
que no había quien pudiera atender las escuelas fundadas en los pueblos misionales. Era ésta
una de las metas soñadas, pero nunca bien alcanzadas. La verdad era que no había ni número
suficiente de misioneros para la atención de todas las escuelas, ni tampoco había niños en
disposición de asistir a ellas”…415
En aquellos establecimientos localizados fuera del ámbito misional de los Observantes de
Píritu de Nueva Barcelona, la actividad educativa más sistemática seguramente fue la
enseñanza de la doctrina cristiana, condicionada por la presencia permanente o itinerante del
sacerdote en la misión o poblado:
414 Ibid. Pp. 66- 67 415 GÓMEZ P., O. Ob. cit. P. 242
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
172
“Sin embargo, hay que tener en cuenta que no era tan absoluta la falta de escuelas donde cada
misionero tenía diariamente sus clases de catecismo y doctrina cristiana con los indios de su
misión. No todo el mérito de la civilización consiste en enseñar a leer y escribir”…416
Años más tarde, en tiempos del Distrito de Reducción de Indígenas de Río Negro,
encontramos un dato que evidencia la existencia de instrucción elemental en el más alejado de
los cantones guayaneses; es el caso Antonio Azavache, doctrinero y preceptor de primeras
letras, de quien se decía que había sido educado en tiempos de los franciscanos417.
3.4.- Los capuchinos de la provincia de Cataluña
3.4.1.- Origen y desarrollo de las misiones del Caroní. El progreso de los hatos ganaderos
El origen de la presencia de los capuchinos de Cataluña en Guayana se remonta a las últimas
dos décadas del siglo XVII. En esos años, el Gobernador Axpe y Zuñiga había manifestado
interés por la presencia de misioneros que se encargasen de dos reducciones de indígenas
probablemente fundadas por los jesuitas en una de sus intermitentes estadías en la región.
Hacia 1680 se organizó una expedición de capuchinos de Cumaná provenientes de las tierras
de Aragón, entre quienes e contaban ocho frailes catalanes. Dos de los navíos arribaron a las
costas cumanesas y a la Isla de Trinidad, concretamente, dos religiosos atendieron la solicitud
del gobernador guayanés de marchar a esas reducciones que fueron abandonadas poco después
tras la muerte de uno de los frailes.
416 Idem. 417 Cfr. HARO, Juan. Ob. Cit.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
173
Con posterioridad, tras algunas gestiones en la Corte, los capuchinos lograron el permiso para
misionar Guayana (Real Cédula en Madrid 07-02-1686), y luego, otra Real Cédula separaba la
misión de Guayana de la de Cumaná (Aranjuez, 28-04-1687)418. Entre 1687 y 1700, esta vez
desde Trinidad, son enviados varios sacerdotes a atender nuevamente los pueblos dejados años
atrás por los jesuitas. Ellos fundan otros pueblos de efímera existencia. Estos esfuerzos
resultaron en fracaso, no así la actuación en la isla, donde, tras el éxito de las reducciones
fueron entregadas al Obispo de Puerto Rico tras ser transformadas en doctrinas de acuerdo al
ordenamiento vigente. De Trinidad partieron hacia España en 1714419.
Hacia 1723 el Consejo de Indias autorizó la traída de 12 religiosos, de los cuales llegaron 4 a
Guayana para refundar el 2 de mayo de 1724 la misión de la Purísima Concepción de Suay:
…”Sus comienzos fueron difíciles en extremo. La mayoría de los indios habían venido
forzados y huyeron en la primera oportunidad que se les presentó, siendo necesario volverlos a
recoger”.420
Los frailes encargados enfermaron otra vez debido al clima insalubre y sobre todo la falta de
alimentos. Se resolvió entonces ir a las misiones de Píritu en busca de reses con las cuales
fundar un hato en el lado guayanés. Así se iniciaron verdaderamente estas misiones, con la
fundación del hato de Suay, con un total de cien reses:
“La formación del hato ganadero de Suay fue una de las decisiones más estratégicas e
importantes tomadas por los Capuchinos Catalanes para la consolidación hispana en Guayana.
418 CARROCERA, Buenaventura de., Lingüística Indígena Venezolana y los Misioneros capuchinos. P. 107 419 Acota Manuel Donís Ríos que nuevamente en 1716, el Rey aprobó el paso de 12 frailes y 50 familias canarias
a Guayana. Diez de los misioneros arribaban a Trinidad en 1718. Nueve de ellos llegaron en marzo de 1718, pero
el clima y la falta de suministros hizo que este grupo se regresase a Trinidad y a España. En este momento
hicieron la primera fundación de la reducción de Suay. DONÍOS RÍOS, M. Guayana. Historia de su
territorialidad. P. 68 420 Ibid. P. 71
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
174
Aquí se planteó un salto cualitativo de un sistema económico de recolección y de caza a uno de
cultivo de ganado y de la tierra”421.
En pocos años, el desarrollo de la ganadería422 tuvo el doble efecto de afincar a las misiones y
crear las condiciones para el poblamiento de vecinos no indígenas, pasado un tiempo, toda la
Provincia se proveía de aquella producción. Para el último tercio del siglo XVIII, se abastecía
a la Nueva Granada, algunas islas del Caribe y al Esequibo, proveyendo de cueros a la
industria de Cataluña423.
A partir de 1724 las misiones de los catalanes comenzaron un proceso sostenido de expansión
que se materializó en la fundación de nuevas poblaciones. En ese año se adentraron en la
cuenca del Cuyuní, afluente del río Esequibo, efectuando las fundaciones de Santa María del
Yuruari (1730), San José de Cupapuy (1733), San Francisco de Altagracia (1734) y, en el
curso medio del mismo río Yuruari, el Hato de la Divina Pastora que contribuyó a consolidar y
extender la producción ganadera. Con posterioridad se crean las misiones de: Aima (1755),
Guasipati (1757), Tupuquen (1770), Cura (1782) y Tumeremo (1788)424. Con esta última
fundación finaliza el ciclo de implantación misional por parte de esta orden en el espacio
guayanés.
421 Ibid. P. 72. Sobre esto vale el juicio de Luis Ugalde, quien sostiene que solamente después de ese
trascendental paso fue posible para el sistema colonial en Guayana pensar en poblados sedentarios,
diametralmente opuestos en su concepción a los modos de vida aborígenes, por cuanto el sostenimiento
alimentario y económico fundado en la agricultura y en la ganadería, sobre todo en esta última, viabilizó los
establecimientos que desde entonces comenzaron a fundar y conducir los catalanes por un siglo, contrarios a los
modos de vida de los indígenas en los que: …”es imposible la vida sedentaria en poblados de cierta dimensión. Si
se quieren formar poblados es necesario crear una economía distinta a la de recolección, caza y pesca. La única
excepción sería la de poblados que fueran mantenidos, como sería por ejemplo el caso de guarniciones ayudadas
desde fuera (Santo Tomé de Guayana)”. UGALDE, Luis. Mentalidad económica y proyectos de colonización en
Guayana en los siglos XVIII y XIX. El caso de la Compañía Manoa en el Delta del Orinoco. T. I. P. 60. En: Ibid.
P. 72 Si bien esta afirmación es válida para el conjunto de los territorios americanos poblados por naciones
indígenas con esquemas de vida similares a los existentes en Guayana, como fue el caso de las misiones jesuitas
de los Llanos Orientales de Colombia y de Orinoco, no es menos cierto que el éxito de estos establecimientos
tuvo en el desarrollo de los hatos su mayor contribución. 422 Cálculos hechos a finales de la década de los años sesenta del siglo XVIII, ubicaban el número de reses
existente entre 100.000 y 150.000, correspondiendo la primera cifra a los frailes, y la segunda a funcionarios
reales. AGI, Caracas, leg. 353. En: OJER, Pablo (Estudio preliminar y edición crítica). Historia de la Nueva de la
Nueva Andalucía de Fray Antonio Caulín. Citado en: DONÍS R., M. Ob. Cit. P. 76 423 Ibid. Pp. 77- 78 424 Ibid. Pp. 79- 80
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
175
Cuatro etapas fundacionales reconoce Buenaventura de Carrocera en el proceso de las
misiones capuchinas:
- 1682- 1700, que corresponde a los primeros intentos de los capuchinos por arraigarse
en Guayana;
- 1724- 1764, que abarca la primera fundación hasta el traslado de la capital guayanesa a
su definitivo emplazamiento en Angostura;
- 1764- 1788, con la fundación de Tumeremo en que termina el ciclo fundacional;
- 1788- 1817, parálisis de la acción misionera425.
Según el cuadro anexo al informe presentado por Andrés Eusebio Level, para el año 1816
totalizaban 29 los establecimientos fundados por los capuchinos de Cataluña, incluidas las dos
villas de españoles de San Antonio de Upata y San Isidro de Barceloneta, en tanto que
Buenaventura de Carrocera contabilizaba desde el primer año de la presencia de los
capuchinos hasta su salida en 1817, un total de 69 pueblos que habían fundado o contribuido a
fundar, entendiendo que una parte importante correspondió a poblaciones efímeras o de corta
duración426.
Según el cuadro del año 1816 copiado por Level, las misiones de los capuchinos se
establecieron en su fase definitiva entre 1724 y 1788, correspondiendo a los años anteriores a
la fundación de Angostura catorce misiones: La Purísima Concepción del Caroní, Santa María
de Yacuario, San José de Cupapuy, Nuestro Padre San Francisco de Altagracia, San Miguel
del Palmar, la Divina Pastora del Yaruario, Nuestra Señora de Monserrate del Miamo, San
Fidel del Carapo, Santa Eulalia de Murucuri, San José de Leonisa de Ayma, Nuestra Señora
del Rosario de Guasipati, Santa Ana de Puga, Santa Cruz del Calvario y San Ramón de
Caruachi.
425 CARROCERA, Buenaventura de. Ob. cit. P. 175- 178. Citado también en: DONÍS RÍOS, M. Ob. cit. P. 86-
87 426 Cfr. DONÍS RÍOS, M. ob. cit.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
176
En la etapa siguiente, después del emplazamiento capitalino en Angostura se forman trece
misiones y dos villas de españoles: San Antonio de Huicsatono, Conversión de San Pablo del
Cumamo, Nuestra Señora de Dolores de Puedpa, San Félix de Tupuquen, San Pedro de las
Bocas, San Buenaventura de Guri, San Miguel de Unata, Santa Clara de Yavaragana, San
Serafín de Arabatayma, Santa Rosa de Lima de Cura, Santa Magdalena de Currucay, San Juan
Bautista de Avelchica, Nuestra Señora de Belén de Tumeremo, Villa de San Antonio de Upata
y la Villa de San Isidro de Barceloneta.
Los Capuchinos catalanes, al igual que el resto de las órdenes religiosas tuvieron serios
problemas con las autoridades reales, antes y después de la Expedición de Límites. Las causas
podían resumirse en las acusaciones que se hacían a los frailes y su régimen de misiones, que
sustraían del control de las autoridades, de los vecinos españoles y de los criollos a la masa
indígena en cuanto fuerza de trabajo organizada. En segundo término, se invocaba la riqueza
que poseían frente a la pobreza del resto de la población.
Estos conflictos tomaron especial fuerza durante el gobierno de Manuel Centurión Guerrero
Torres (1766- 1776), que era contrario a los pueblos de misión aislados pues los consideraba
nocivos para los indígenas, de allí que promoviera el poblamiento mixto y el pase de las
misiones al cuidado de clérigos dependientes de los obispos seculares. En esto lo acompañó
naturalmente el Obispo de Puerto Rico, quien propuso que las misiones de Caroní, Cupapuy,
San Antonio, Altagracia, Santa María, Palmar y Divina Pastora pasasen a doctrinas427:
“Dentro de la nueva política ilustrada, la organización territorial misionera debía ceder ante el
empuje de una racionalidad económica que descansaba en el estudio científico y se apoyaba en
la acción directa de los representantes de la Corona, acción enmarcada dentro de un carácter
laico y regalista, propio del perfil ideológico de la ilustración.
427 CARROCERA, Buenaventura de. Misiones de los Capuchinos en Guayana. T. II. Pp. 283- 289. citado en:
DONÍS R., M. ob cit. P. 127
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
177
El problema de fondo no era otro que la subordinación de la Iglesia, representada por las
misiones, al Estado, en este caso al Gobernador Centurión”…428
Los catalanes se enfrentaron con todas sus fuerzas al Gobernador oponiendo sus argumentos a
los elementos más descollantes del programa ilustrado, en este caso el de estimular el
poblamiento mixto, que ponía a disposición del vecindario español la mano de obra indígena
para el trabajo en las haciendas particulares. Varios son los ejemplos en este sentido. Tal es el
caso de las obligaciones que tenían los indígenas de los pueblos inmediatos a Upata, así como
la obligatoriedad de proveer ganado del hato a esa villa por orden del Gobernador de la
Provincia, para lo cual el Rey expidió una Real Cédula procurando reglamentar el trabajo
indígena y la provisión de reses429.
La suerte de los indígenas reducidos a misión estaba echada, la vigorización de Upata como un
emporio agrícola fue, desde los momentos tempranos a su fundación, un proceso que
consolidó la propiedad de la tierra y el papel de ese enclave en aquella rica y promisoria
región guayanesa. La norma según la cual el indígena estaba obligado a acudir al llamado de
los vecinos españoles para realizar los trabajos a que se les obligase fue heredada por los
vecinos criollos y las autoridades municipales:
428 Idem. 429 Así reza le texto de la Real Cédula expedida en 1792: “Venerable y devoto P. Prefecto de las misiones de la
Orden de capuchinos de la provincia de Guayana: con fecha 27 de agosto del año próximo pasado me representó
con documentos Fray Pedro de Fuenterrabía, Procurador general de las que la misma Orden tiene en esos mis
dominios, las vejaciones y perjuicios que sufrían con motivo del considerable número de reses vacunas que del
hato de ganado mantiene para su precisa subsistencia, se les obligaba por el Gobernador de esa provincia y otros
jefes a suministrar a los vecinos de la villa de Upata, y también con el gravamen impuesto a los indios, a quienes
educaban y trataban civilizar, de ir de peones a la misma villa para el beneficio y cultivo del tabaco, así en el
atraso de sus propias labores y sementeras como en su completa instrucción y reducción, porque en su trabajo y
satisfacción de él experimentaban y se les ocasionaban del mismo modo los mayores perjuicios, sobre cuyos dos
puntos manifestasteis las funestas resultas que, de no tomarse providencia, podían experimentar esas misiones en
deservicio de Dios, y del mío”… Cédula al Prefecto de la misión de Guayana sobre provisión de carnes del hato
de ganado y de indios peones a los trabajos de la villa de Upata (San Lorenzo, 10 de octubre de 1792). AGI,
Caracas, leg. 318. Citado en: CARROCERA, Buenvantura de, Ob cit. T II. P. 109
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
178
“Con motivo de la fundación de la villa de Upata, en el año 1762, se da inicio al proceso
definitivo de repartición de la tierra en manos privadas. Según expresas disposiciones de la
corona, todo vecino villense debía recibir a expensas de la Real Hacienda alimentación gratuita
por un año, además de tierras para sus explotaciones agropecuarias, los misioneros estarían
encargados de suministrar los alimentos para que los nuevos colonos pudieran desarrollarse. En
el caso de Upata, los capuchinos catalanes asistieron a los nuevos habitantes además de que de
parte de la hacienda se les entregasen veinticuatro parcelas a igual número de vecinos quienes
provenientes de Araya, convienen poblarse en villa a las inmediaciones del río Yocoima.
El desarrollo de los colonos, expone el uso de la mano de obra aborigen en forma gratuita
como uso de uno de los privilegios concedidos a los mencionados vecinos como incentivo para
poblarse en la zona. En vista de las presentes condiciones, la muerte del indígena por trabajos
forzados o por castigos excesivos, no ocasionaba pérdidas económicas; la reposición de la
mano de obra podía efectuarse con rapidez extrayéndola de los pueblos de misión o bien
cazándola en los bosques de la región”430.
Pero los misioneros capuchinos tampoco salieron bien librados de la faena que ellos mismos
contribuyeron a crear; Upata fue también su obra, y se sirvieron de sus vecinos para la captura
de personas libres, como eran los indígenas antes de ser sometidos al régimen misional:
“La obra misional, con el pretexto de civilizar a la población autóctona comete toda suerte de
abusos cuando utiliza la mano de obra indígena en la conformación y mantenimiento de las
unidades de producción comunitarias. En el trabajo de comunidad el indio fue compelido a
labores en plantaciones (…) fueron organizados para trabajar de vaqueros en los hatos
comunitarios donde bajo la supervisión de un mayordomo ejecutan trabajos de pastoreo”…431
3.4.2.- El control del espacio misional y el aseguramiento de la provincia. La fundación
de la Villa de San Antonio de Upata
Los capuchinos vieron condicionada su expansión en razón de la desestabilización e
inseguridad planteadas por la precariedad defensiva y por la escasez de población española. El
430 ANDRADE JARAMILLO, Marcos, La tenencia de la tierra en la Guayana Venezolana 1760-1800.
En: Estudios de historia social y económica de América, nº 12, Universidad de Alcalá, España, 1995, pp. 470-
471, consultado el 15-04-2012, de http://hdl.handle.net/10017/5906 431 Ibid. Pp. 467- 468
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
179
siglo XVII fue particularmente difícil pero el siglo XVIII no lo fue menos. Para estos años se
intensificó de manera alarmante la captura de personas pertenecientes a diferentes grupos
indígenas para convertirlos en esclavos. Además, fueron destruidas varias misiones con la
muerte de indígenas, misioneros y vecinos españoles, hasta la misma capital guayanesa fue
atacada y destruida.
Tiene razón Manuel Donís cuando expone que los misioneros no eran solamente hombres de
fe, sino también funcionarios de estado:
“Ciertamente las empresas de expansión, y la Misión lo era, necesitaban en el siglo XVIII
sujetarse a una nueva técnica, y que ésta fuera más rigurosa, aunque subsistiera el ideal de la
fe. Dentro de esta nueva perspectiva, los misioneros (Franciscanos, Jesuitas y Capuchinos) se
convirtieron en agentes directos de la Corona. Recordemos que sin el consentimiento de las
autoridades reales no se podía fundar ninguna Misión”432.
La misión carismática había cedido el lugar a la misión institucional433, la empresa pobladora
también fue asumida directamente por la Corona. El desarrollo de las misiones estuvo ceñido
por la ayuda militar que prestaron las autoridades reales y la traída de vecinos para la
fundación de villas necesarias para la defensa y afirmación en el territorio, además de contar
con españoles que ayudasen en las tareas de sacar gente para las misiones434.
432 DONÍS R., M. ob. cit. P. 91 433 Vid. Supra Capítulo Tercero: 3.1. y 3.2 434 Al hilo de estas reflexiones, uno de los sostenes fundamentales de la Expedición de Límites y el proceso
fundacional de las villas que se dibujaron a lo largo del Orinoco hasta los confines en San Carlos de Río Negro
fueron los hatos y siembras a cargo de las misiones capuchinas: “En pleno desarrollo de la ofensiva misional
contra los Caribes llegó a Santo Tomé en 1754 la Comisión que con el objetivo de fijar el límite norte de los
dominios hispano- lusitanos en función del Tratado de Límites de 1750.
Una vez más, la Misión corrió con todos los gastos de los expedicionarios y sus familias”… (DONÍS R., M. Ob.
Cit. P. 94)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
180
Los catalanes propiciaron la fortificación de sus misiones construyendo casas fuertes en
algunas de las principales, pero tomaron otras medidas como fue, por ejemplo, el diseño de un
plan de defensa:
“Los misioneros denunciaron el problema Caribe y presionaron a la Corona para que aprobara
un plan de defensa y poblamiento, y enviara los recursos necesarios que urgentemente se
necesitaban. Una de las primeras denuncias la hizo en 1720, fray Victoriano de Castejón,
Procurador de las Misiones de la Provincia de Cumaná, quien en un informe al Rey propuso la
fundación de tres ciudades a orillas del Guarapiche, del Amana y en la Angostura del
Orinoco”435.
La ubicación de Upata obedeció a la estrategia de situar una villa de españoles en una de las
rutas de acceso a Guayana que era, también, otro itinerario seguido por los esclavistas436. Así
llegó la primera fundación en el año 1739 con el nombre de Nuestra Señora Candelaria.
Aquella tentativa fracasó, por cuanto un ataque inglés seguido de otro por parte de los Caribes
a Santo Tomé, determinó la huida de los vecinos hacia los Llanos de Caracas. Una vez que
llega la Expedición de Límites, se efectúa la segunda y definitiva fundación (1762),
convirtiéndose en los años por venir en asiento de vecinos que pretextaron derechos a ejercer
sobre los indígenas, reducidos o no, reclamando su papel de señores con justos títulos para
convertirlos en sus siervos:
“Upata, villa nacida como pueblo de resguardo de las misiones capuchinas en Guayana, no
obedeció al impulso de una conquista armada, como ocurrió con las fundaciones del siglo XVI,
sino que debió su existencia a exigencias políticas, y a directrices socioeconómicas en las que
jugó un papel fundamental el llenar el vacío poblacional de la Provincia de Guayana”437.
435 Ibid. P. 82 436 “Upata, ubicada estratégicamente en el camino de penetración que comunicaba Santo Tomé a orillas del
Orinoco, con las misiones capuchinas del interior, en la divisoria de aguas del sistema del Orinoco y del
Esequibo”... (Ibid. P. 90)
Acerca de la fundación de San Antonio de Upata, las razones de su fundación y su proceso histórico entre la
Colonia y la República, hemos consultado también: ANDRADE JARAMILLO, Marcos Ramón, El régimen de
tenencia de la tierra en Upata: una villa de la Guayana venezolana. 180 pp (Citado en la Bibliografía) 437 Idem.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
181
Upata y sus vecinos fueron factores esenciales en el control de los indígenas huidos de las
misiones y en la captura de nuevas personas para el proceso evangelizador de los misioneros.
El método misional, una vez más, no se desprendió y/o prescindió de la fuerza, antes por el
contrario, buscó organizarla y ponerla de su parte.
3.4.3.- La evangelización. Referencias a las doctrinas y escuelas
No fueron pocos los indígenas que pactaron con las autoridades reales y con los misioneros su
vasallaje y reducción a la vida en poblados sedentarios, obedeciendo a razones de
supervivencia frente a enemigos poderosos. No es menos cierto que desde el lado español se
practicó la servidumbre de los indígenas y su sometimiento a condiciones inhumanas de
explotación económica.
Los capuchinos catalanes practicaron las entradas para las “sacas de personas indígenas” con
el propósito de aumentar y extender las misiones, con “suavidad y blandura de ser posibles”,
pero sin renunciar al uso de la fuerza, en el caso de que los expedicionarios lo considerasen
necesario. El indígena debía ser reducido, con su aprobación o no, pues su opinión no contaba
en la lógica colonial, ni siquiera en el Siglo de las Luces.
Si bien en las primeras etapas de la misión en Guayana los frailes hicieron sus entradas solos,
con el correr de los años ellos mismos solicitaron la ayuda de escoltas armados en razón de la
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
182
amenaza permanente de las naciones indígenas hostiles, mas también como fuerza para
capturar a las personas y reducirlas438.
Una vez lograda la reducción y constituida la misión, comenzaba el proceso de cristianización
y transformación del indígena en un vasallo del Rey. En la mañana y en la tarde se enseñaba la
doctrina cristiana usando catecismos escritos en idiomas indígenas. El recibir algún
sacramento significaba conocer más a fondo el catecismo, para lo cual debía acudir todos los
días a la casa del misionero. Con las mujeres la catequesis se hacía en lugares públicos. Por
cierto el catecismo empleado fue el mismo en Trinidad y en Guayana439.
La enseñanza de la fe se hacía en la iglesia, separados los hombres de las mujeres, y los niños
en el último; se observaba el método de repetición y memorización. Los jóvenes que estaban
enseñados conducían la instrucción mediante preguntas sacadas del catecismo, luego de lo
cual: “Los cantores volvía a preguntar lo mismo a los restantes muchachos, regresando luego
todos a la escuela, o a sus casas. En la escuela se enseñaba a leer y a escribir”440.
En la enseñanza de la doctrina cristiana se cuidaba el horario, que debía ser el mismo en todas
las misiones de los catalanes; la doctrina se debía enseñar de manera uniforme, en caso de que
algún indígena y su familia pasasen a otra misión.
El otro componente del programa estaba constituido por las tareas que debían cumplir como
agricultores y ganaderos, para sí mismos, para la misión y para la comercialización y
438 “La prácticas de realizar entradas misionales con escoltas fue común a todas las misiones que vinieron a
Venezuela a partir de la segunda mitad del siglo XVII. Las entradas armadas fueron fruto de la experiencia,
puesto que no sólo resultaba imposible recoger los indios de otra manera, sino que los pueblos fundados eran
destruidos al no contar con una protección militar. ¿Se cometieron abusos? Por supuesto que sí. ¿Cómo evitarlos
en momentos de nerviosismo al encontrase con los indígenas? La situación se complicaba cuando la escolta era
numerosa, puesto que había que velar por el comportamiento de un mayor número de efectivos”. (Ibid. P. 85) 439 Ibid. Pp. 98- 99 440 Idem.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
183
cumplimiento de las cuotas exigidas por el gobierno provincial. Además, debían contribuir en
la construcción y mantenimiento de las edificaciones de los pueblos. Las jornadas sumaban
doce horas diarias, y era en su tiempo libre cuando se dedicaban al cultivo y cuido de sus
propios conucos con el fin de que no se convirtieran en una carga para la comunidad. Recibían
remuneración por el trabajo que efectuaban siempre en especie y nunca en dinero441.
Para el año 1791 el gobierno provincial promulga unas normas con el objeto de reglamentar el
trabajo indígena. En las mismas se reduce la jornada a nueve horas diarias, estipulándose el
pago en metálico por el trabajo realizado, entre otras modificaciones.442 En la práctica, estas
normas sirvieron para disimular nuevamente la desventajosa situación en la que se colocaba al
indígena, coadyuvando a su desarraigo y reglamentando la explotación a que era sometido:
“A partir de 1791, este novedoso instrumento jurídico se convierte en el burladero oficial por
cuanto disimula la explotación a la cual fue sometida la población aborigen, quien en términos
generales, es compelida a dejar sus propias tierras bajo el pretexto de salarios en poblaciones
distantes, amén de que las normas que le favorecen se convierten en letra muerta”443.
441 ANDRADE JARAMILLO, Marcos, La tenencia de la tierra en la Guayana Venezolana 1760-
1800… pp. 470- 471 441 Ibid. Pp. 467- 468 442 1.- Los misioneros debían elaborar nóminas de los indios que estuvieron en condiciones de trabajar como
peones.
2.- Las tandas de Indios asignadas a un lugar determinado solo trabajarán en la misma 30 días.
3.- Ninguna tanda podrá salir sin haber regresado la anterior.
4.- Las tandas serían dirigidas por el misionero de cada pueblo quien debía estar presente a la hora del pago del
respectivo jornal.
5.- Las tandas se colocarían en la plaza pública donde cada indígena escogería voluntariamente al español con
quien trabajar.
6.- Los jornales diarios que recibirían los Indios debía ser un real por el trabajo con machete, real y medio por el
trabajo con hachas, azadones y palas. Si el trabajo se realiza dentro del agua, los jornales se pagarían con dos
reales. Por el trabajo con sierras, tres reales e igual por transportar madera a hombros.
7.- Los indios recibirán un real diario por los días de ida y vuelta a sus pueblos.
8.- Las jornadas de trabajo debían ser de 9 horas diarias.
9.- Los jornales se pagarían en dinero efectivo.
10.- Los indios ganarían un real diario y sus tres comidas siempre y cuando tengan más de diez y ocho años.
11.- Los muchachos menores de diez y ocho años ganarían medio real por día.
12.- Se prohíbe que los indios laboren en los días domingo.
13.- Solo serían pagados los días trabajados para evitar la ausencia en el trabajo.
Cfr. AGN. Misiones, tomo. VI, fs. 181-210. Ibid. P. 470 443 Idem.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
184
El indígena debía poseer conocimientos para el pastoreo, la siembra y otras industrias (el
hilado, la fabricación de quesos, etc); debía ser disciplinado, cristiano, obediente de las leyes y
respetuoso del Rey, sometido a los dictados de las autoridades. En los hechos, poco cambiaría
su situación después de la toma de Guayana por las tropas patriotas.
La reglamentación del trabajo indígena constituye a lo largo del siglo XIX al menos en el caso
de Guayana, uno de los más álgidos temas en torno del cual giraron las preocupaciones de los
republicanos, y en las comarcas interiores fue motivo de inquietud de los terratenientes y
comerciantes, quienes veían amenazados sus privilegios cuando se hablaba de medidas
protectoras, por cuanto dispusieron de los indígenas a su buen entender, violando abiertamente
esas disposiciones.
Para formarnos una idea de cómo se encontraban organizadas desde el punto de vista de vista
urbano las misiones de los catalanes, copiamos el plano de Cupapuy, hecho por John Princep
(ver página siguiente)
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
185
Ilustración 5. Misión Cupapuy
Fuente: PRINCEP, John. Diario de un viaje a las misiones capuchinas del Caroní. P. 17
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
186
3.5.- El Obispado de Guayana y el clero secular. La cura de almas
Tras la salida de las órdenes misioneras del espacio guayanés, la única presencia sacerdotal
fue la de los curas diocesanos dependientes del Obispado de Guayana. La erección del
Obispado tuvo lugar el 20 de mayo de 1790 en tiempos del Papa Pío VI a solicitud del Rey
Carlos IV:
“Comprendía entonces las islas de Trinidad de Barlovento y de la Margarita, junto con las
Provincias de Cumaná y de Guayana, segregadas todas de la Diócesis de Puerto Rico. La
Provincia de Barcelona creada posteriormente por el Gobierno de la regeneración venezolana,
pertenecía o era en aquel tiempo parte de la de Cumaná”444.
Desde su creación acogió las Constituciones Sinodales del Arzobispado de Caracas, del que
era sufragáneo. La presencia del clero diocesano fue casi nula en el espacio guayanés, y su
situación verdaderamente crítica en atención a las tareas que debía cumplir en tan dilatada
geografía. Estas condiciones se mantuvieron invariables hasta el momento en que fueron
traídos nuevamente frailes franciscanos con la aprobación de la Ley de Reducción y
Civilización de Indígenas.
La situación crítica de la iglesia diocesana se manifestaba desde los días de la liberación de la
Provincia. El día 25 de enero de 1818 se reunía el clero en la Catedral de Angostura, según los
deseos del Libertador, con el fin de elegir al Vicario Capitular Gobernador del Obispado de
Guayana, siendo elegido Domingo Remigio Pérez Hurtado quien debería rendir cuentas al
Excelentísimo Metropolitano. Para el 7 de octubre de ese mismo año, en la que al parecer no
era su primera solicitud de auxilios, le reiteraba al propio Bolívar:
444 BLANCO, José F. y R. Azpúrua. Documentos para la Vida Pública del Libertador. Tomo I, p. 225.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
187
“No puedo menos que elevar de nuevo mis reclamos a la alta consideración de S. E. para que
por un rasgo de heroica generosidad y nobleza de alma, tenga la benignidad de proteger los
sagrados derechos que represento”445.
El principal problema era la falta de sacerdotes, pues en el año 1821 el Vicario Pérez exponía
al Papa cómo había tenido que asignar varios curatos a un solo sacerdote para que
administrase los sacramentos. Ello suponía que la principal modalidad de atención espiritual
fue la de curas itinerantes que visitaban con bastante irregularidad si es que no llegaron nunca
a la casi totalidad de los pueblos más alejados:
…”por las ocurrencias de una convulsión política, como la presente. Y otras circunstancias
propias de las pasiones de la humanidad, ha quedado esta Iglesia huérfana, reducida a un muy
corto número de Ministros Sagrados para sostener el culto y administrar los socorros
espirituales a los fieles: de suerte, que en tanta penuria de cosas habiendo quedado destituidas
de pastores más de cien parroquias, me he visto estrecho caso de encomendar muchos
Beneficios Curados, a un tiempo, a un solo Presbítero, para que según las fuerzas posibles
administre en ellas las funciones parroquiales”446.
Pasados diez años, José Tomás Machado exponía una situación similar al conocer el informe
del 19-12-1831, en el que Pedro Volastero diagnosticaba las necesidades de atención espiritual
en Guayana:
…”expondré: que de los setenta y un pueblos inclusos los de indígenas que comprendía toda la
Provincia hasta el año de 10 los cuales estaban servidos por eclesiásticos seculares y religiosos
observantes y capuchinos, en el día, no existen más que tres curas: a saber: en esta Capital el
445 Comunicación del Vicario Capitular de la Diócesis de Guayana, Domingo Remigio Pérez Hurtado, al
Libertador Simón Bolívar. Angostura, 7 de octubre de 1818. Citado en: GUEVARA, J. M. Apuntes para la
historia de la Diócesis de Guayana. P. 50. 446 Comunicación del Vicario Capitular de la Diócesis de Guayana, Domingo Remigio Pérez Hurtado al Sumo
Pontífice. Angostura, 15 de enero de 1821. Ibid. P. 154.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
188
Presbítero Manuel Aguinagalde; en el Cantón Upata el religioso Fray Blas Caballero; y el Alto
Orinoco otro religioso nombrado Fray Simplicio Mateus todos ellos en clase de interinos
porque el primero pertenece a la Diócesis de Mérida, aunque hace más de diez años, que existe
en esta Provincia, y los dos últimos a la de Bogotá”…447
En los años siguientes la situación no varió en absoluto, y fueron negadas algunas solicitudes
de sacerdotes, probablemente por considerárseles inviables448. La gravedad del asunto era de
tal magnitud que Mariano de Talavera y Garcés, para entonces Obispo de la Diócesis abrió los
concursos para la provisión de los curatos, no presentándose ningún sacerdote449. Para estos
años fue recibido en Caracas el Cuadro Estadístico del Obispado de Guayana, que incluía las
provincias de Barcelona, Cumaná y Margarita, todas ellas dependientes en lo eclesiástico del
Capitular de Guayana. En el caso de ésta última y en atención a la división eclesiástica de
origen colonial, se distinguían 65 parroquias, doctrinas y misiones. En el caso del Cantón
Capital, sólo Santo Tomás o Angostura se le tenía por parroquia y los 12 pueblos restantes
eran catalogados como misiones.
En Upata con 26 poblaciones solo su capital, Altagracia, Guri, Pastora y Guasipati se les tenía
por parroquias, el resto se les consideraban como misiones. En el Cantón Bajo Orinoco, con
cinco poblaciones, solamente Antigua Guayana se le tenía por parroquia, y las demás
misiones. Finalmente, en Río Negro, la estadística eclesiástica reconocía 122 poblaciones,
todas con el carácter de misiones450.
447 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Comunicación de Pedro Volastero al Presidente de la Diputación
Provincial de Guayana, José Tomás Machado. Angostura, 19 de diciembre de 1831. T. XXXV. F. 319 448 Así lo recordaba Nicanor Afanador, Vicepresidente de la Diputación Provincial de Guayana al Gobernador
Ramón Contasti, cuidándose de anexar las copias de las comunicaciones que por similares razones se habían
dirigido al Ejecutivo provincial. Cfr. AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Comunicación del Vicepresidente de
la Diputación Provincial de Guayana, Nicanor Afanador, al Gobernador de la Provincia de Guayana Ramón
Contasti. Angostura, 4 de diciembre de 1833. T. XXXV. F. 321. 449 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Comunicación del Gobernador de Guayana, Ramón Contasti, al
Secretario del Interior y Justicia. Angostura, 13 de junio de 1834. T. XXXV. F. 325 450 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Cuadro estadístico del Obispado de Guayana con expresión de las
cuatro provincias que comprende: a saber: Guayana, Barcelona, Cumaná y Margarita. T. LXVI. Folio 66 y
siguientes.
Capítulo tercero. La Iglesia en Guayana
189
Todavía para el año 1841, Guayana exhibía un pobre capital de tres sacerdotes, ninguno de los
cuales servía su curato en propiedad sino interinamente. Existían 48 curatos vacantes, siendo
de las provincias dependientes del Obispado la que se encontraba en peor situación.
Cuadro 6. Relación de los curatos que tienen las Diócesis de la República, con indicación
de los que se hallan vacantes Diócesis de Guayana451
Vacantes Servidos en
propiedad
Servidos
interinamente
Total
Provincia de
Guayana
48 ____ 3 51
Provincia de
Barcelona
40 1 8 49
Provincia de
Cumaná
33 2 7 42
6 _____
3 9 151
Totales 127 3 21 151
451 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Relación de los Curatos que tienen las Diócesis de la República, con
indicación de los que se hallan vacantes. T. CCXXXIX. F. 25 y 26
Capítulo cuarto. La educación…
190
Capítulo Cuarto. La Educación en la Provincia de Guayana
4.1.- La legislación y el ordenamiento escolar. Desde la Constitución Federal de 1811 al
año 1830
Las primeras referencias en materia educativa que se registran en la legislación venezolana
establecen que la educación es función del Estado. La Proclama de los Derechos del Pueblo
(1 de julio de 1811) la señala como un instrumento esencial para la formación del ciudadano,
necesaria para la vida republicana, donde el único imperio es el de la Ley. El Congreso
Supremo de Caracas (1811) instituye que la instrucción es necesaria para todos. La sociedad
debe favorecer en todo su poder los progresos de la razón pública y poner la instrucción al
alcance de todos452.
En este texto fundamental se expresan los principios que animan a los nuevos republicanos en
su intento por edificar las nuevas naciones. Se encuentran en el ideario de la Ilustración, en la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre del año 1789 en Francia y en los
principios del liberalismo político453; se refleja un espíritu liberal- federalista inspirado en el
modelo constitucional de los Estados Unidos454, al cual se opuso el Libertador y Simón
Rodríguez455, ente otras razones: …”por constituir una piedra de tranca en el sueño
integracionista sobre el que basaban su proyecto para América”456.
452 FERNÁNDEZ H., Rafael. La educación venezolana bajo el signo de la Ilustración 1770-1870. Citado en:
UZCÁTEGUI, Ramón, Itinerario legal de la instrucción pública en el proceso de gestación de la República de
Venezuela (1810-1830). En: Anales de la Universidad Metropolitana. Caracas, Universidad Metropolitana,
volumen 10, nº 2, 2010, pp. 141- 167. Consultado el 10-10-2012, de
http://andromeda.unimet.edu.ve/ojs/index.php/ra/article/view/33 453 HERNÁNDEZ de SÁNCHEZ, Rosario. Libertad de opinión y educación en el pensamiento político de Simón
Rodríguez. P. 227 454 Ibid. P. 226 455 “En Simón Rodríguez se va a expresar la presencia de las ideas del pensamiento dominante de su época,
cifradas en la Ilustración, con las que se desprenden de la realidad de las colonias americanas transformadas en
repúblicas por obra de la gesta independentista, y naturalmente de sus propias ideas: “No podríamos abordar y
Capítulo cuarto. La educación…
191
Con la promulgación de la Constitución de 1811, imprescindible para comprender el proceso
de construcción republicana en Venezuela, fueron expuestos principios y orientaciones
fundamentales respecto de lo que más tarde sería la nueva institucionalidad; la educación fue
concebida como un derecho ciudadano, y la instrucción un medio para el logro de la felicidad
social, para la promoción de la armonía del Estado, el auspicio del trabajo productivo a través
del fomento de la ciencia y las artes457. La Sección Tercera relativa a los Deberes del Cuerpo
Social, contenida en el Capítulo Octavo afirmaba: “Artículo 198.- Siendo instituidos los
gobiernos para el bien y felicidad común de los hombres, la sociedad debe propiciar el auxilio
a los indigentes y desgraciados, y la instrucción a todos los ciudadanos”458.
En lo atinente a la promoción de la educación, la Constitución de 1811 encargó a los
gobiernos provinciales su creación y sostenimiento:
…”encarga muy particularmente a los Gobiernos provinciales, que así como han de aplicar sus
fatigas y cuidados para conseguir la ilustración de todos los habitantes del Estado,
proporcionarles escuelas, academias y colegios donde aprendan todos los que quieran los
principios de Religión, de la sana moral, de la política, de las ciencias y artes útiles y
necesarias para el sostenimiento y prosperidad de los pueblos”…459
entender el pensamiento de nuestro autor, sin aludir al contexto histórico ilustrado como la base primigenia de sus
ideas. Su historia intelectual es el producto de la interrelación entra las ideas y la realidad sociohistórica del
dieciocho con sus ideas y el entorno social del siglo XIX.” (HERNÁNDEZ, R. Ob. Cit. P. 17). En este caso nos
interesa destacar que estas ideas, entre ellas las de la ilustración, están presentes en el pensamiento y la acción de
estos primeros republicanos, como lo pone de manifiesto la autora citada en el caso de quien fuera artífice de un
pensamiento de la originalidad y la talla del maestro del Libertador (HERNÁNDEZ, R. Ibid. P. 17) 456 Idem. 457 MEDINA, Humberto (1996). Evolución constitucional de la educación venezolana. 1811-1961. Valencia:
Secretaria de Cultura del Gobierno de Carabobo. Citado en: UZCÁTEGUI, Ramón. Ibid. 458 Constitución Federal de 1811. Capítulo Octavo. Derechos del hombre que se reconocerán y respetarán en
toda la extensión del Estado. Sección Tercera. Deberes del Cuerpo Social, consultado el 11- 10- 2012 de
http://catalogo.mp.gob.ve/min-publico/bases/marc/texto/Constitucion_federal.pdf 459 Ibid. Art. 200
Capítulo cuarto. La educación…
192
El esfuerzo por construir la Constitución Federal fue acompañado con la promulgación de
constituciones en algunas provincias antes que la Constitución Nacional. Tal fue el caso de
Barinas, Mérida y Trujillo, mientras que en Barcelona y Caracas fueron posteriores460. Sobre
la orientación, contenidos y alcances de estos documentos se han hecho algunos análisis en los
que destaca la orientación ideológica de la educación propuesta en la provincia de Caracas en
la esfera de los derechos del hombre461. En el Plan de Gobierno de la Provincia de Barinas en
1812, llama la atención el que se contemplen dos tipos de establecimiento de enseñanza
elemental: las escuelas de doctrina cristiana y las escuelas de primeras letras462.
No olvidaron los legisladores a los pueblos indígenas y los derechos que les asistían dentro del
nuevo estatuto. Atendiendo a los principios de justicia e igualdad, bases del sistema de
gobierno que otorgaban fundamento al texto constitucional, la primera apreciación se
visualizaba en que las leyes que se habían dictado durante el período colonial para proteger a
los denominados “Indios” no se habían ejecutado por causa de los funcionarios:
“Art. 200.- Como la parte de ciudadanos que hasta hoy se han denominado Indios, no han
conseguido el fruto apreciables de algunas leyes que la Monarquía española dictó a su favor,
porque los encargados del gobierno en estos países tenían olvidada su ejecución”…463
460 Ver al respecto SOSA LLANOS, Pedro Vicente, Una aproximación al constitucionalismo provincial en la
Venezuela de la independencia (1811- 1812). En: Procesos Históricos, vol 10, nº 20, Mérida, Universidad de Los
Andes, jul- dic 2011, pp. 145- 156, consultado el 01-04-2013, de
http://www.redalyc.org/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=20019154012 461 Sobre análisis del contenido educativo de estas constituciones provinciales, ver: FERNÁNDEZ HERES,
Rafael, Memoria de Cien Años (citado en la Bibliografía). También: LASHERAS, Jesús Andrés, La educación
venezolana en las primeras épocas de la República 1810-1858. Las ideas del proyecto republicano. En: Nacarid
Rodríguez, Historia de la educación venezolana, Caracas, Universidad Central de Venezuela, Comisión de
Estudios de Postgrado, 1996. MOLINA CONTRERAS, Magdi y Yanitza Rivero Hidalgo, La Educación en las
constituciones provinciales de Venezuela (1811- 1812. En: Procesos Históricos, vol 9, nº 17, Mérida, Universidad
de los Andes, ene- jun 2010, pp. 33- 41, consultado el 15- 04- 2013, de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=20013216004 462 Plan de Gobierno de la Provincia de Barinas en 1812, Literal 13. En: Ángel Francisco Brice. Constituciones
Provinciales. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1959, vol. 7 463 VENEZUELA. Constitución Federal de 1811. Art. 200
Capítulo cuarto. La educación…
193
Podría pensarse que las antiguas leyes no eran en principio inadecuadas, sólo que el régimen
republicano consideraba a todos los seres humanos iguales sin ninguna excepción. No existían
diferencias fundadas en la raza o condición social que recordaran: …”las leyes que imponían
degradación civil a una parte de la población”…464, o que colocaran en condición de menores
jurídicos ante el Estado a esa porción de los que ahora en adelante serían ciudadanos como
todos los demás. Por ello el constituyente de 1811 razonaba que era necesario para con los
indígenas:
…”hacerles comprender la íntima unión que tienen con todos los demás ciudadanos, las
consideraciones que como aquellos merecen del Gobierno y los derechos de que gozan por el
solo hecho de ser hombres iguales a todos los de su especie”…465
Los medios de los cuales se valdría el estado para hacerles ver su condición de igualdad y los
derechos de que comenzarían a gozar con la instauración del régimen republicano eran, sin
distingo, las mismas instituciones educacionales creadas a instancias de los gobiernos
provinciales para todos los ciudadanos. Para el legislador no existían derechos ni protecciones
especiales o excepcionales característicos del régimen colonial. En tal sentido, y de manera
absoluta:
Art. 201.- Se revocan por consiguiente y quedan sin valor alguno leyes que en el anterior
gobierno concedieron ciertos tribunales, protectores y privilegios de menor a dichos naturales,
las cuales dirigiéndose al parecer a protegerlos, les han perjudicado sobremanera, según ha
acreditado la experiencia”466.
Los modos de vida indígenas eran incompatibles e inaceptables para el régimen republicano,
sobre ellos el Estado no podía reconocer derecho alguno a mantenerlos. Mostrándose de
464 Ibid. Art. 203 465 Ibid. Art. 200 466 Ibid. Art. 201
Capítulo cuarto. La educación…
194
acuerdo, eso sí, en el derecho de los indígenas a la tierra, mas de manera individual y no
colectiva. No podía hacerlo, según los fundamentos del derecho individual, contrario a
cualquier colectivismo proteccionista que recordara al colonialismo que la Constitución abolía
de derecho:
…”permitiéndoles el reparto en propiedad de las tierras que les estaban concedidas y de que
están en posesión, para que a proporción entre los padres de familia de cada pueblo, las dividan
y dispongan de ellas como verdaderos señores, según los términos y reglamentos que formen
los Gobiernos provinciales”467.
Luego de poner al cuidado de las gobernaciones provinciales la instrumentación de las
medidas a que hubiere lugar con relación a los pueblos indígenas dentro del espíritu del
constituyente, cifraba en la aculturación en su amplio sentido, y en el trabajo de las
instituciones educativas el convertirlos en ciudadanos, sin entrar en mayores detalles. Se cuidó
también de señalar a grandes rasgos al carácter, fines y contenidos de esta labor educativa, no
solamente para los indígenas sino para el común de todos los ciudadanos:…”procuren por
todos los medios atraer a los referidos ciudadanos naturales a estas casas de ilustración y
enseñanza”…468 Finalmente, prohibía de manera categórica el llamado servicio personal a
jefes políticos o sacerdotes.
Años más tarde, el 17 de diciembre de 1819, en la ciudad de Angostura, se decreta la “Ley
Fundamental de la República de Colombia”, “con arreglo al informe de una Comisión
Especial de Diputados de la Nueva Granada y de Venezuela”469, convocándose a otro
congreso en la ciudad de Cúcuta. El día 6 de mayo es ratificado este texto constitucional.
Hacia él:
467 Ibid. Art. 200 468 Ibid. Art. 200 469 Como se sabe, meses antes, luego de la liberación de la provincia por Piar y Cedeño, en la misma ciudad de
Angostura había tenido lugar el Congreso Constituyente que elaboró un texto constitucional que no tuvo efecto
práctico.
Capítulo cuarto. La educación…
195
…“debemos dirigir nuestra mirada en la búsqueda de los fundamentos legales tanto de la
República de Colombia de 1821-1830 como de la República venezolana de 1830 en adelante,
ya que es sobre esa base constitucional que se sanciona en 1826 el primer estatuto de
organización de la instrucción pública en el territorio colombiano, antecedente del primer
Código de Instrucción Pública dictado en Venezuela en 1843, bajo la presidencia del General
Carlos Soublette”470.
En julio de ese mismo año se promulgan varias leyes: “Sobre aplicación á la enseñanza
pública de los bienes de conventos menores”, “Sobre el establecimiento de escuelas de niñas
en los conventos de religiosas” y la ley “Sobre establecimiento de colegios ó casas de
educación en las provincias, reforma de las constituciones y planes antiguos y formación de
otro nuevo uniforme en toda la República”.
Le siguen la Ley sobre establecimiento de escuelas para niños de ambos sexos (2 de agosto de
1821)471: …”ley que crea el sistema escolar público colombiano”…472, contentiva de 17
artículos, la cual normaba los fines, establecimiento, sostenimiento y diseminación de las
escuelas de primeras letras en toda la geografía de la novísima República.
En sus considerando sostenía que la educación de primeras letras debía ser la más
generalmente difundida como fuente de todos los demás conocimientos humanos; y que la
lectura y la escritura eran la base para el conocimiento de la religión y de los deberes y
derechos del hombre en sociedad.
470 ROJAS, Reinaldo, Educación y Nación: la formación del sistema escolar público en Venezuela, primera
mitad del siglo XIX. En: Heurística, nº 7, Universidad de los Andes, Mérida, 2007 , pp. 112-136, consultado el
15- 03- 2012, de http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/21085/2/articulo9.pdf. p. 4 471 Cuerpo de Leyes de la República de Colombia 1821- 1827. Caracas, Universidad Central de Venezuela,
CDCH, 1961, pp. 38-39 472 ROJAS, R., ob. Cit. P. 4
Capítulo cuarto. La educación…
196
Debía existir en toda población (ciudad, villa, parroquia, pueblo) con cien o más vecinos una
escuela de primeras letras, sostenida bien por las rentas que se destinasen al efecto en los
lugares donde las hubiera, o bien, mediante el concurso de los vecinos473.
Dedica el artículo 17 a las escuelas para indígenas localizadas en los denominados pueblos de
indios. En la redacción del mismo se deja entrever la posibilidad de que en esos pueblos
conviviesen vecinos no indígenas:
“Art. 7 En los pueblos de indígenas, llamados antes indios, las escuelas se dotarán de lo que
produzcan los arrendamientos del sobrante de los resguardos los que se verificarán según las
reglas existentes, o que en adelante se prescriban; pero si en el pueblo residieren otros vecinos
que no sean indígenas, ellos contribuirán también para la escuela, del modo que se expresa en
los artículos anteriores”474.
En el artículo 11 se hace mención a los contenidos a enseñar: lectura, escritura, ortografía,
principios de aritmética, religión y moral cristina, y deberes y derechos del hombre en
sociedad. Según el artículo 12, la formación de primeras letras era obligatoria entre los seis y
los doce años de edad; las autoridades debían formar el padrón respectivo, obligando a los
padres, bajo pena de multa, a llevar a sus hijos a la escuela.
Las escuelas para niñas (art. 17) no tendrían el carácter obligatorio de las de varones, pudiendo
ser fundadas con contribuciones voluntarias de los vecinos, y enseñándose en ellas a coser y
bordar, además de lo prevenido en el artículo 11.
De acuerdo con el parágrafo 4º del artículo 47 de la Ley sobre la organización y régimen
político de los departamentos, provincias y cantones en que se divide la república (2 de
473 Cfr. Ley sobre establecimiento de escuelas para niños de ambos sexos en sus artículos 2, 3, 4, 5 y 6. Ibid., pp.
38- 39 474 Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
197
octubre de 1821), se reservaba a los cabildos: “Cuidar de todas las escuelas de primeras letras,
y de los demás establecimientos de educación que se paguen con los fondos del común”475.
En la Ley sobre extinción de los tributos de los indígenas, distribución de sus resguardos y
exenciones que se les conceden (4 de octubre de 1821), aparece una nueva mención a las
escuelas para indígenas:
“Art. 6. Entretanto, los resguardos continuarán poseyéndose por los naturales, bajo las mismas
reglas que se han observado hasta ahora: mas en donde haya terreno sobrante, ó que sea
necesario para el cultivo de las familias, deberá arrendarse para satisfacer la dotación de la
escuela de primeras letras y estipendio de los curas, conforme a lo prescrito, o que en adelante
se prescriba”476.
Esta Ley es sustituida por La Ley sobre organización y arreglo de la instrucción pública de la
Gran Colombia (18 de marzo de 1826), surgida en el contexto de los primeros intentos
separatistas promovidos desde Venezuela, justificados en parte por lo que los asambleístas
reunidos en Valencia en 1826 consideraban un trato injusto prodigado por parte del Ejecutivo
de Colombia al desarrollo de la educación en el Departamento de Venezuela, además de otros
cercanos antecedentes sobre el fracaso de las escuelas de inspiración lancasteriana, siendo que
las mismas habían sido ordenadas por la propia Ley en la concepción didáctica sobre la cual
descansaba el proyecto pedagógico republicano477.
475 Ley sobre la organización y régimen político de los departamentos, provincias y cantones en que se divide la
república del 2 de octubre de 1821. Ibid. p. 80 476 Ley sobre extinción de los tributos de los indígenas, distribución de sus resguardos y exenciones que se les
conceden (4 de octubre de 1821). Ibid. P. 82 477 Ver: ROJAS, Reinaldo. Ob. Cit.
A propósito de la amarga refutación que en la Gaceta de Colombia hacía el Ejecutivo a los diputados de los
departamentos de Apure y Venezuela reunidos en Valencia, se citaba textualmente el acta de esa reunión,
poniendo en evidencia los cuestionamientos hechos directamente al desinterés y motivaciones que mostraba
Santander hacia el desarrollo de la educación en estas provincias. Citemos los argumentos que a juicio de los
diputados perjudicaba el desarrollo de los colegios, particularmente el de la ciudad de Caracas: “El General
Santander desde que se encargó del P.E. en fuerza de la constitución, formó el designio de impedir y embarazar
los progresos de Venezuela (...)
Capítulo cuarto. La educación…
198
Compuesta de 233 artículos478, ordenaba el sistema de enseñanza en toda Colombia,
uniformaba los contenidos y creaba la Dirección de Instrucción Pública que debía cuidar, entre
otros asuntos, la creación y puesta en funcionamiento de los establecimientos
educacionales479. Se normaba la instauración de una academia literaria nacional y de las
Sociedades de Amigos del País, éstas últimas pensadas con el propósito de fomentar las artes
útiles, la agricultura, el comercio y la industria. La educación universitaria y las enseñanzas
especiales eran también objeto de atención, sin olvidar la regulación del ingreso los
educadores a la carrera y sus pensiones.
Los capítulos cuarto y quinto están referidos a las llamadas escuelas parroquiales y a la
segunda enseñanza elemental respectivamente. Con relación al primero se normaba la creación
de al menos una escuela en cada cantón de la República (art. 20) al cuidado de las
municipalidades (art. 23), de intendentes, gobernadores, de los jefes políticos locales y de la
dirección y subdirecciones de instrucción pública (art. 24). En las escuelas para varones se
enseñaría:
El plan de estudios que rige en el colegio de San Bartolomé y en muchos otros fue formado por el vicepresidente
del antiguo Departamento de Cundinamarca y expedido en 26 de octubre de 1820. No habiendo pertenecido
Venezuela a Cundinamarca el General Santander nada tenía que hacer con el Colegio de Caracas (…) Es visto,
pues, que el Vicepresidente de la república en calidad de tal no ha dado plan especial para los colegios de Bogotá,
y que el que se observa fue obra del Vicepresidente de Cundinamarca”… (Suplemento Gaceta de Colombia, nº
256, Bogotá, domingo 10 de septiembre de 1826, segundo trimestre, consultado el 10- 03- 2012, de
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/hemeroteca-digital-historica/gazeta-de-colombia/256) 478 Ley sobre organización y arreglo de la instrucción pública de la Gran Colombia (18 de marzo de 1826). En:
Cuerpo de leyes de la República de Colombia… pp. 396- 405
También se puede consultar en: Ley y reglamentos de la Enseñanza Pública en Colombia acordados en el año de
1826. Bogotá, Imprenta de Manuel Viller Calderón, 1826, año 16 de la Independencia, 95 págs. Consultada el 02-
04- 2013, de http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/brblaa652292.pdf 479 Dice Miguel Ángel Mudarra, al hacer un alcance acerca de esta Ley en el conjunto de los instrumentos
normativos aprobados en el período de vida de la Gran Colombia: “Es la principal de estas leyes por cuanto
contiene y sistematiza ampliamente las distintas ramas de la Enseñanza. En verdad, constituye la primera
codificación educativa de la Gran República. Según esta Ley, las escuelas estaban jerarquizadas así: primero, las
Escuelas Primarias (de primeras letras); segundo: las Escuelas de Segunda Enseñanza Elemental que, ampliando
los estudios correspondientes a Primaria, deberían funcionar en las cabeceras de cantón o circuito, conforme la
división territorial de la época; tercero: Colegios Nacionales, que fueron los precursores de la actual enseñanza
liceísta, impregnados por el espíritu de la educación colonial; cuarto: Escuelas Generales que comprendían
estudios de bachillerato y universitarios o de especialización; quinto: Universidades, las cuales eran
Departamentales y Centrales, según se establecieran respectivamente en las capitales de Departamento y de
Provincia” (MUDARRA, Miguel Ángel. Historia de la legislación escolar contemporánea en Venezuela. P. 33)
Capítulo cuarto. La educación…
199
…”fundamentos principales de la religión, los primeros principios morales y de urbanidad, a
leer y escribir correctamente, las primeras reglas de aritmética, un compendio de gramática y
ortografía del idioma castellano y el catecismo político constitucional”480.
La promoción de las escuelas de niñas corría a cargo de la Dirección de Instrucción Pública y
de las subdirecciones no siendo obligatoria, como si lo era la de varones, debiéndoseles
enseñar: …”por buenas maestras a leer, escribir y contar, y también las labores propias de su
sexo y la educación religiosa y moral”481.
El Capítulo Quinto, titulado De la segunda enseñanza elemental en las cabeceras de cantón y
circuito, instituía estos establecimientos para niñas en los pueblos cabeceras o capitales
cantonales, los distinguía de las escuelas parroquiales por el grado de profundidad de los
conocimientos impartidos así como por la introducción de otros nuevos:
…”se enseñe un catecismo más extenso de la religión, la gramática y ortografía de la lengua
castellana, la cartilla o principios del dibujo; los elementos de aritmética y de geometría con
relación a las artes mecánicas y los elementos de agricultura y práctica”482.
El ingreso al magisterio en las escuelas primarias de parroquia, y en las de segunda enseñanza
elemental eran responsabilidad de las municipalidades.
Ahora bien, cuando Venezuela emprende su camino independiente a partir de 1830, la Ley de
Colombia de 1826483 y la Constitución de septiembre componen los instrumentos legales con
480 Ley sobre organización y arreglo de la instrucción pública, art. 21. Cuerpo de Leyes…. P. 399 481 Cfr. art. 25. Idem 482 Cfr. art. 28. Idem
Capítulo cuarto. La educación…
200
los que se cuenta para el desarrollo de la educación en Venezuela. Esta Constitución deja
establecido en el numeral 17º de su artículo 161 las obligaciones de las diputaciones
provinciales:
17. Promover y establecer por todos los medios que estén a su alcance escuelas primarias y
casas de educación en todos los lugares de la provincia, y al efecto podrán disponer y arreglar,
del modo que sea mas conveniente, la recaudación, y administración de los fondos afectos a
este objeto, cualquiera que sea su origen”484.
El mismo es el fundamento con el que la Provincia de Guayana de la República de Venezuela
buscará fomentar la instrucción elemental en su geografía. Será en el año 1838 cuando se
organice la Dirección General de Instrucción Pública, y en 1843, en plena ejecución de la Ley
de Reducción y Civilización de Indígenas cuando se promulgue el Código de Instrucción
Pública.
4.2.- Las ordenanzas provinciales de instrucción pública en Guayana
La Diputación de la Provincia de Guayana en atención al mandato constitucional del año
1830485 promulgó varios reglamentos de instrucción elemental o primaria. El primero del que
483 Es importante recordar que el decreto del 2 de octubre de 1827 introducía algunas modificaciones a esta Ley.
De tal suerte que se autorizaba al Poder Ejecutivo de Colombia a llevar adelante una reforma del plan de estudios,
vistas las reclamaciones surgidas en contra de la Ley de 1826, estableciendo subdirecciones en lugares diferentes
a las capitales departamentales, al tiempo que concedía a los llamados colegios provinciales la enseñanza de:
…”todos los ramos que la Ley prescribe, deben darse en las universidades”… Cfr. Cuerpo de leyes de la
República de Colombia 1821 –1827. El Libertador tomó otras medidas en 1827 a propósito de su visita y estadía
en Caracas, entre las que destaca los Nuevos Estatutos Constitucionales para la entonces Universidad de Caracas
conjuntamente con las rentas que la sostendrían. 484 Constitución del Estado de Venezuela de 1830, formada por los diputados de las provincias de Cumaná,
Barcelona, Margarita, Caracas, Carabobo, Coro, Mérida, Barinas, Apure y Guayana. artículo 161, numeral 17º,
consultado el 10- 10- 2013, de http://catalogo.mp.gob.ve/min-publico/bases/marc/texto/septiembre_1830.pdf 485 En la Memoria del Secretario del Interior correspondiente al año 1833, se presentaba un balance tanto de lo
logrado por las diputaciones provinciales en la promulgación de las ordenanzas de instrucción primaria como en
lo que ocurría con la creación y puesta en funcionamiento de las escuelas de primeras letras:
Capítulo cuarto. La educación…
201
tenemos noticia es del 1º de diciembre de 1836486. Sucesivamente, y mediante derogatoria del
precedente, fueron promulgados al menos cuatro reglamentos adicionales en las siguientes
fechas:
- 7 de diciembre de 1839
- 4 de diciembre de 1840
- 10 de diciembre de 1842
- 16 de noviembre de 1850487
Con excepción del Reglamento de 1850, el resto reitera casi literalmente los contenidos de la
enseñanza así como el modo de distribución de los planteles en la provincia. Así, los
contenidos de lo que los reglamentos denominaban enseñanza primaria:
…”comprende el Catecismo de la doctrina católica, la lectura, escritura, ortografía, aritmética,
Derechos y Deberes del hombre en Sociedad respecto de los niños, y respecto de las niñas, el
mismo Catecismo, la lectura, escritura, ortografía y costura”488.
En cuanto al número y distribución de los planteles, los mismos debían establecerse en las
poblaciones que tuvieran al menos cien vecinos: Art. 2°.- Se establecerán las escuelas de niños
…“Casi todas las provincias tienen ya su reglamento de escuelas primarias, en que, si no se ha asegurado a cada
parroquia el bien inestimable de una escuela propia, al menos se han situado en aquellos lugares en que, por su
mayor población, es mayor la necesidad de extender los primeros rudimentos. La escasez de rentas ha sido el
mayor de los inconvenientes que se han presentado para la perfecta organización de este ramo, que sin duda exige
una escuela en cada vecindario (…)
Aun no sabe el Gobierno que se haya establecido en cantón alguno casa de enseñanza primaria de mayor
extensión que las escuelas; y en esto encuentra un motivo de complacencia, porque encuentra que las
Diputaciones se han penetrado del verdadero interés del pueblo, que antes debe contar con una escuela en cada
parroquia, que con mayor número de materias en la de un solo punto”… (VENEZUELA. Secretaría del Interior y
Justicia. Memoria que presenta el Secretario del Interior en los negocios de su departamento al Congreso de
1834. Caracas, Imprenta de Damirón y Dupouy, pp. 26-27 486 AHC. Diputación Provincial de Guayana (1830- 1841). 487 Idem. 488 AHC. Diputación Provincial. Diputación Provincial de Guayana. Resoluciones (1830-1841). Reglamento de
Escuelas Primarias del 7 de diciembre de 1840. Sin foliar
Capítulo cuarto. La educación…
202
en todas las ciudades, villas y parroquias, que tuvieren cien vecinos y serán dotadas conforme
a la ley de 6 de agosto 1821”489.
De acuerdo con la Ley de Colombia, el financiamiento de las escuelas de primeras letras
correspondía al producto de las rentas de fundaciones especialmente dedicadas a la instrucción
pública, según rezaba el artículo segundo490. En el caso de que aun faltaren fondos se pediría
el concurso de todos los vecinos (artículo 4°), y, si aun no alcanzaren entonces el juez y una
junta formada por el cura párroco y tres vecinos procederían a repartir entre los gastos en
atención a la situación particular de cada vecino (artículo 5°)491.
En lo referente al nombramiento de los preceptores –en el lenguaje usado en los reglamentos
provinciales-, era responsabilidad del Gobernador de la Provincia (artículo 6°), siendo
escogido de una terna presentada por el concejo municipal en el caso de las cabeceras de
cantón (Angostura, Caicara, Piacoa, San Fernando de Atabapo y Upata), mientras que
correspondía a las juntas parroquiales en el resto de las poblaciones492.
Siguiendo el Reglamento de 1840, se dictaban las normas que señalaban los libros que debían
ser usados en las escuelas, cuidándose de dejar en libertad al preceptor de elegir los mejores de
aquellos que tuvieren los alumnos, siempre y cuando no fuesen perniciosos a los niños:
489 AHC. Diputación Provincial. Diputación Provincial de Guayana. Resoluciones (1830-1841). Reglamento de
Escuelas Primarias del 1° de diciembre de 1836. Sin foliar 490 Al respecto, la Ley sobre aplicación a la enseñanza pública de los bienes de los conventos menores del 28 de
julio de 1821, establecía que los bienes de los conventos menores suprimidos por este instrumento legal se
destinarían, conjuntamente con los edificios para la fundación, al sostenimiento y funcionamiento de colegios y
casas de educación. Cfr. Cuerpo de leyes de la República de Colombia, p. 35 491 “Artículo 5°. Si de este modo no se completare la cantidad necesaria para la escuela, el cabildo en las ciudades
y villas cabeceras de cantón, y en las demás parroquias el primer juez del lugar, asociado del cura y tres vecinos
que nombrarán, procederán a hacer un repartimiento justo entre todos los vecinos que no dependan de otro, aun
cuando sean solteros, a proporción de las facultades de cada uno, así como también se tendrá en consideración
para aumentar la cuenta del repartimiento, el número de hijos para educar, que tengan los casados o viudos. Se
exceptúan los pobres, cuyos hijos se enseñarán gratuitamente. No se cobrará el repartimiento sin la aprobación
del gobernador de la provincia, el que podrá reformar las injusticias y desigualdades que se cometan”. Ley sobre
establecimiento de escuelas para niños de ambos sexos (2 de agosto de 1821). Idem. 492 AHC. Diputación Provincial de Guayana. Resoluciones (1830- 1841). Reglamento de Instrucción Primaria
1840. Sin foliar
Capítulo cuarto. La educación…
203
Capítulo 3°
De los libros
Art. 9°.- Para enseñar la doctrina católica se pondrá en las manos el Catecismo de Ripalda, y
del que han hecho varias reimpresiones en Caracas, siendo por consiguiente muy fácil de
conseguir suficientes ejemplares con poco costo.
Art. 10°.- Para la lectura se usarán el Catecismo de Fleurí y de Pouget, la Gramática y la
ortografía castellana y otros libros morales históricos de geografía y de educación.
Art. 11°.- No habiendo suficientes libros de estas materias y no pudiendo por esta razón
designarse los que deben preferirse para la lectura, el maestro tendrá cuidado de examinar los
libros que lleven los niños, a fin de evitar que lean escritos que sean perniciosos a su creencia y
a sus costumbres.
Art. 12°.- Se autoriza al Gobernador para que compre los libros que juzgue necesarios para las
escuelas de ambos sexos y el valor se pagará de la cantidad asignada en el presupuesto para
gastos extraordinarios”493.
Los reglamentos, en particular el citado correspondiente al año 1840, normaban la
organización del año escolar así como el desarrollo de las actividades cotidianas. Debían
comenzar a las siete de la mañana con una hora de descanso para reiniciar a las 11 am y
finalizar a las tres pm. (Artículo 15). El inicio y culminación debían ser precedidos por una
oración: …”para pedir los auxilios divinos, como siempre se ha acostumbrado”494.
Las clases se extendían durante la semana desde los días lunes hasta los sábados inclusive. El
período vacacional de mayor duración era entre el 15 y 31 de agosto:
Art. 16°.- Habrá vacaciones en los domingos y fiestas de ambos preceptos desde el 25 de
diciembre hasta el 1° de enero inclusive; desde el domingo de ramos inclusive hasta el lunes de
pascua inclusive; desde el 15 de agosto inclusive hasta el 31 inclusive”495.
493 Idem 494 Idem 495 Idem
Capítulo cuarto. La educación…
204
Ni siquiera durante las vacaciones estaban exentos los alumnos de sus deberes en forma
absoluta:
Art. 17°.- Aunque esta última vacación se concede a los niños con el objeto de que vayan al
campo a refrescarse en la estación más fuerte de calor, para que no pasen este tiempo con
entera ociosidad que los retrase luego de la escuela el maestro les señalará algunas lecciones
agradables que deberán dar el día 1° de septiembre”496.
Los exámenes debían rendirse cada seis meses, en febrero y en agosto. Eran miembros
examinadores los integrantes del concejo municipal, pudiendo participar otras personalidades
ilustradas de la comunidad. Se examinaban los adelantos de los alumnos y alumnas en cada
materia, pero también los métodos empleados por el preceptor y/o la preceptora:
Art. 20°.- Cada seis meses en febrero y en agosto, antes del día 5° que es la fiesta de la patrona
habrá exámenes generales de las escuelas de niños y de niñas, y para esto, el Concejo
Municipal asociando algunas personalidades ilustradas pasará a los edificios de la enseñanza,
examinará a los niños y niñas en las materias que han aprendido, según las diferentes clases,
notará sus adelantamientos o atraso y verá si el método que se observa es el más a
propósito”497.
Podemos concluir que la normativa provincial guayanesa reproducía, con escasas diferencias,
la normativa del fallido experimento de la Gran Colombia; mucho más que eso, hallaba sus
fundamentos doctrinales y la jurisprudencia necesaria en esa normativa. Como en los años
anteriores, buena parte de ella se tornó letra muerta al no existir las condiciones mínimas
necesarias para que se desarrollasen.
496 Idem 497 Idem
Capítulo cuarto. La educación…
205
Dificultades de índole diversa concurren para comprender y contextualizar debidamente estas
afirmaciones: la falta de recursos para la creación y sostenimiento de los planteles, justificado
por boca de gobernantes y vecinos en razón de la pobreza general de la provincia. La notable
ausencia de personas con la mínima calificación para el ejercicio del magisterio era otra de las
causas razonables y, como parte de ello, la existencia o no de los vecinos organizados y de las
juntas parroquiales que promovieran la enseñanza de primeras letras. Sin embargo, ello no
impide que se observe interés por crear planteles escolares, que los vecinos se organizaran –
como en efecto aconteció- para fundar y sostener planteles, se difundieran las leyes y
ordenanzas sobre instrucción pública y se procurase, en la medida de lo posible, honrarlas y
ejecutarlas.
Estaban presentes, igualmente, las secuelas de la guerra larga prolongadas en el corto tiempo
de vida de la fenecida Gran Colombia, evidenciadas en la imposibilidad de reconstruir con
acierto las modalidades exitosas de explotación económica y organización poblacional de
algunos espacios, como es el caso de las otrora misiones del Caroní. Mientras que en otras
comarcas, donde las modalidades misionales del pasado colonial fueron intermitentes en su
presencia y débiles en su fuerza para edificar sólidos sistemas económicos, la falta de solidez
de las instituciones republicanas, entre ellas la escuela, era naturalmente mucho mayor.
4.3.- La instrucción de primeras letras en las villas de españoles y pueblos de la provincia
de Guayana. Referencias a las escuelas de primeras letras (1823- 1841)
La información de que disponemos acerca de las escuelas de primeras letras que funcionaron
efectivamente es fragmentaria, especialmente en el lapso de tiempo en que Guayana pasa a
manos patriotas y los años en que se aprobó y ejecutó la Ley de Reducción y Civilización de
Indígenas.
Capítulo cuarto. La educación…
206
En el conocimiento que tenemos no es posible hasta ahora reconstruir con el detalle necesario
el proceso de creación, diseminación y funcionamiento de esos establecimientos.
Consignemos pues las notas que tenemos al respecto, no sin antes acotar que pese a las
dificultades presentes en lo que seguramente fueron esos difíciles años se localiza información
que prueba los esfuerzos de vecinos, gobiernos cantonales y del gobierno provincial por
fomentar la instrucción de primeras letras498. Ignoramos si esas acciones pudieron haber sido
de mayor contundencia, pero son una evidencia de cómo ocurrió en sus inicios el proceso de
edificación de la escuela republicana, como parte que era del proceso por erigir una nueva
institucionalidad hasta entonces desconocida al menos en los fundamentos que la guiaban.
En el lapso de tiempo que va desde 1817 hasta 1830, hallamos algunas noticias sobre el
funcionamiento de escuelas de primeras letras. El 17 de septiembre del año 1823, el
Corregidor de Río Negro, Manuel Echeverría, remitía un cuadro de las escuelas que
funcionaban en la jurisdicción de su mando titulado: Estado que manifiesta el número de
escuelas que hay fundadas en este Cantón de Río Negro con expresión de los nombres de los
lugares en que están, sueldos que gozan sus preceptores quienes las sirven y cuáles del
498 Quizá no sea un asunto de mayor importancia, pero sí se demuestra el flujo de información entre Guayana,
eventualmente Departamento del Orinoco de la Gran Colombia y el gobierno con sede en Bogotá. En el Archivo
Histórico de Guayana reposa alguna documentación anterior a 1830 en la que se demuestra que con alguna
regularidad se recibían noticias, se informaba e impartían instrucciones de lo actuado en la capital y de las
demandas e información a los gobiernos departamentales en todos los asuntos relativos a la administración
pública y particularmente en lo concerniente al tema educativo. Ponemos como ejemplo la remisión del Decreto
que mandaba establecer las escuelas de navegación en los puertos de la República, fechado en Bogotá el 30 de
abril de 1825 firmado por Francisco de Paula Santander, y luego, remitido desde Cumaná al Gobernador de la
Provincia de Guayana el 23 de septiembre de ese mismo año con la instrucción de publicarlo y ejecutarlo. Ver:
AHG. 1825. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Decretos. Febrero – noviembre. 41 folios.
Otro tanto puede decirse de la remisión de ordenanzas sobre el fomento de la instrucción pública desde Cumaná
(1ª de marzo de 1826), que a su vez respondían a instrucciones giradas desde Bogotá por el Secretario del Interior
y Justicia (Cfr. AHG. 1826. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. Sobre nombramiento;
enfermedad de preceptor; expansión de la instrucción pública; copiando decreto sobre instrucción pública. 6
folios)
En el mismo año de 1826 se remitían oficios desde Cumaná recordando la necesidad de aplicar los fondos de los
conventos menores para el sostenimiento de colegios (Cfr. AHG. 1826. Ejecutivo de la Provincia de Guayana.
Gobernación. Oficio sobre: establecimiento de Colegio; remisión de Ley donde se suprimen los conventos…
Abril.- septiembre. 7 folios)
Capítulo cuarto. La educación…
207
Método lancasteriano499. En el mismo se decía que se habían establecido tres escuelas en las
poblaciones de San Carlos, Yavita y San Fernando de Atabapo. Mientras que en San Carlos y
San Fernando se estipulaban 100 pesos anuales de sueldo, y en Yavita el cargo era gratuito, en
el primer caso se encontraba vacante, en tanto que en Yavita el destino era ejercido por
Dionisio Arnaud, y en San Fernando el nombre del preceptor es Lázaro Burgos. En el mismo
año 1823 (23 de septiembre), el jefe político de Upata Francisco Fernández remitió a
Angostura el acta levantada en la Municipalidad en la que se daba cuenta de la instalación de
una escuela de primeras letras:
“Acompaño a Usted testimonio de la Acta celebrada por esta Municipalidad, en cumplimiento
de la orden de Usted fecha 2 de agosto pasado con el número 98, relativa al establecimiento de
la escuela de esta Villa”500.
Por otra parte, en 1824 se instalaba en la Villa de Upata una escuela de primeras letras. No
sabemos si se trata de la misma del año anterior, si pudo efectivamente abrirse o no. El caso es
que en el expediente consultado se informa acerca del pronto envío a ese establecimiento del
que denominan Catecismo de Derechos Políticos, así como la solicitud expresa de que
remitiera a la capital del Departamento del Orinoco la lista de los niños que asistirían al plantel
una vez instalado así como la lista de los vecinos contribuyentes para sus sostenimiento501. El
acta está fechada en Upata en agosto de 1824, y su preceptor fue el señor Félix Cardozo; los
vecinos acordaron una contribución para ayudar a sostenerla:
499 AHG. 1823. Ejecutivo de la Provincia. Gobernación. Oficio y cuadro demostrativo del número de escuelas
fundadas en el cantón de Río Negro. Septiembre de 1823. 4 folios. 500 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios, 1823.El Jefe Político de Upata, Francisco
Fernández, al Gobernador de la Provincia. Upata, 23 de septiembre de 1823.
Infelizmente en el expediente no aparece el acta en cuestión, solamente la citada nota de remisión. 501 AHG. 1824. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficio sobre envío de lista de suscripción de
escuelas; si el establecimiento de la educación es pagado con fondos del tesoro público; sobre la enseñanza del
Catecismo de Derechos Políticos: sobre establecimiento de escuela en la Villa de Upata; sobre remisión del
listado de niños que cursan la escuela; sobre repartición y remisión del Catecismo en la escuela; copia del
acuerdo sobre el establecimiento de la escuela; incluye lista de los contribuyentes para su construcción;
aprobación del arreglo de escuela y sueldo del maestro, 17 folios.
Capítulo cuarto. La educación…
208
“Se confirma la propuesta hecha para Maestro de la misma en el Ciudadano Félix Cardozo con
el sueldo mensual de veinte y cinco pesos que le serán abonados por el Juez Político del
Cantón con arreglo al artículo 6° de la Ley de 2 de Agosto de 1821; y, respecto a que la suma
de la contribución ofrecida por los vecinos excede de aquella cantidad en la de dos pesos seis y
medio reales, se destina esta para comprar útiles para la Escuela y demás gastos que en ella
ocurran”502.
Unos seis años más tarde, Félix Cardozo aparece como preceptor de la escuela instalada en la
Villa de Caicara, capital del Cantón Alto Orinoco.
Hacia el año 1828 se crean dos escuelas de primeras letras en Guayana503, contextualizadas en
el impulso que debía experimentar el ramo de la instrucción pública a propósito del decreto
del 2 de octubre de 1827, que autorizaba al Ejecutivo de Colombia introducir reformas en el
plan de estudios establecido en la Ley sobre organización y arreglo de la instrucción pública
del año 1826504.
Se le solicitaba al Gobernador de Guayana con fecha 17 de diciembre de ese mismo año de
1828 fomentase la educación de la juventud, instruyéndole para que elaborase listas de los
padres de familia, para que cada uno de ellos enviase al menos a un niño a la escuela; los jefes
políticos de los cantones de la provincia acusaban recibo del Decreto y de las citadas
instrucciones505.
502 Idem. 503 Para 1828 existía al menos una escuela de primeras letras en Angostura, a juzgar por las diligencias
practicadas en procura de fondos a fin de sostenerla y para la sustitución del preceptor que ejercía el destino. Cfr.
Idem. 504 Vid supra 4.1.- La legislación y el ordenamiento escolar. Desde la Constitución Federal de 1811 al año 1830
De hecho el Intendente del Orinoco, General Jacinto Lara, remitía desde Barinas la copia del Decreto del 2 de
octubre, para que el Gobernador de Guayana se encargase de hacer las reformas a los planes de estudio. Cfr.
Oficio del Intendente de Orinoco, General Jacinto Lara, al Gobernador de Guayana. Barinas, 23 de mayo de
1828. En: AHG. 1828. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. Enero- diciembre. 41 folios.
Sign. 2.1.1.111.17 505 Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
209
En el expediente consultado aparece la instalación de un establecimiento en Caroní. El día 2
de diciembre el jefe político de esa localidad remitía el acta mediante la cual se creaba la
escuela con la lista adjunta de los vecinos que contribuirían a sostenerla, además de la lista de
los niños que asistirían. El citado jefe político recordaba que se había actuado en consecuencia
del referido decreto:
…“se ha recibido una comunicación (ilegible) relativa a las mejoras (ilegible) sobre enseñanza
pública, y que en consecuencia remito a Usted el Acta que se celebró en este Cantón para el
establecimiento de una escuela de primeras letras en la cabecera de este Cantón, y copia de la
lista de los vecinos que se comprometieron a la cuenta mensual para el pago del Maestro y la
de los niños que hay en la parroquia toda”…506
La lista de los alumnos distinguía a los niños Indígenas (once en total), de otros –criollos o los
llamados españoles- y que en la misma se les denomina como Racionales (ocho en total)507,
distinción que aun hoy puede escucharse para discriminar en esas regiones al indígena del que
no lo es, con su obvia carga racista.
Unos meses antes de la instalación de la escuela de Caroní (Caruachi), con fecha 20 de julio de
1828, el Presidente de la Municipalidad de Upata, Francisco Fernández, hacía del
conocimiento del Gobernador la instalación de una escuela de primeras letras en esa Villa, que
no sabemos si era una adicional a la que referimos líneas atrás establecida en 1824, o bien, era
el mismo plantel que por alguna razón no había podido iniciar actividades. En todo caso, se
informaba al Gobernador que se había nombrado al secretario de la Municipalidad para ejercer
506 Idem. 507 Lista de los niños que existen en esta Parroquia de Caroní que pueden entrar en la escuela (ilegible) con
separación de los Racionales y los Indígenas y es como sigue. Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
210
la preceptoría por falta de personas idóneas y por falta de fondos para cubrir el sueldo de un
empleado adicional508.
El día 5 de abril de 1830, transcurridos dos años y una vez que se hiciera efectiva la
separación de Venezuela del proyecto grancolombiano, Juan Antonio Mirabal, en su condición
de Gobernador de Guayana, remitía una comunicación al Secretario del Interior, Justicia y
Policía de la República de Venezuela informando acerca del estado de la instrucción de
primeras letras en la jurisdicción a su mando. Pretendía el nuevo gobierno general conocer el
impacto de la legislación colombiana en Venezuela durante el período inmediatamente
anterior. Era el primer informe y diagnóstico sobre el particular desde la proclamación de la
República independiente.
Mirabal respondía a una circular de fecha 11 de febrero enviada con el propósito de conocer el
estado de la instrucción de primaria en todo el territorio nacional:
“En cumplimiento de lo que usted se ha servido prevenir en circular de 11 de febrero último n°
37, sobre las escuelas que hay establecidas en esta Provincia en consecuencia de los decretos
dictados por el Gobierno de Bogotá acompaño a usted una relación de las que existen, en la
cual constan también los cantones en que no se han instalado”509.
Exponía el Gobernador que la situación económica de la Provincia era crítica, pero que pese a
ello los vecinos manifestaban su voluntad de instalar las escuelas y ocuparse de su
sostenimiento:
“Los habitantes de los diversos pueblos y parroquias de esta provincia sufren una pobreza
espantosa, pero con el objeto de que se establezcan las escuelas no dudan contribuir con
508 Oficio del Presidente de la Municipalidad de Upata al Gobernador de Guayana. Upata, 20 de julio de 1828.
Idem. 509 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Comunicación de Juan Antonio Mirabal, Gobernador de Guayana, al
Secretario del Interior, Justicia y Policía informándole el número de escuelas que funcionan en la provincia de su
mando. Angostura, 5 de abril de 1830. Tomo CCXX. F. 192 y 193.
Capítulo cuarto. La educación…
211
algunas cuotas arregladas a las facultades de cada uno a fin de lograr la educación de sus
hijos”510.
A juicio de Mirabal, el sistema mejor de financiamiento para la creación y sostén de los
planteles escolares era el que se había puesto en práctica en la Provincia:
…”y este es el único arbitrio que se ha adoptado para los que están hasta ahora en planta, y el
que en mi concepto debe adoptarse para las demás que hasta ahora no han podido”511.
Con la comunicación se remitía anexo un cuadro con distinción del nombre de los preceptores
y el sueldo de que gozaban en las cuatro poblaciones donde funcionaban escuelas512:
Cuadro 7. Preceptores de las escuelas de primeras letras. Provincia de Guayana. 1830
Cantón Capital Angostura José Ossa 50 pesos de los fondos del
Colegio
Circuito de Upata Ildefonso Alvarez 18 pesos el vecindario
Caroní Juan Bautista Cardozo 10 pesos el vecindario
Cantón Alto Orinoco Félix Cardozo Lo necesario para subsistir
el vecindario
En el mismo folio y bajo el título: Cantones donde no los hay, se referían Baja Guayana,
Caura y Río Negro por no haber personas que pudieran desempeñar los cargos. Al respecto
Mirabal sentenciaba, al hacer un corto pero preciso balance respecto de lo que se enseñaba en
estos establecimientos: “El régimen que cada Preceptor sigue en su establecimiento es aquel
que le dicen sus cortas luces, de manera que no hay uniformidad en la enseñanza pública”513.
510 Idem. 511 Idem. 512 Ibid. F. 193 513 Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
212
Apenas dos años después, Pedro Volastero, Gobernador de Guayana para el momento, remitía
una estadística circunstanciada de la Provincia, en la que consigna algunas notas sobre la
situación de la región en general, y otras con particular referencia a la instrucción pública. En
su exposición dejaba constancia de la falta de solidez y calidad de la educación:
“Los establecimientos de educación no se conocen en esta provincia sino por sus nombres:
apenas se ha percibido una escuela de primeras letras que por algunos tiempos se ha
establecido sin los fundamentos capaces para su subsistencia: y sin embargo de la fundación de
un Colegio Seminario que se dice existe, todo es nulo, porque todo es informe, sin solidez”514.
Una de las causas residía en que el gobierno no proveía los fondos necesarios:
…”desentendiéndose en consecuencia de arbitrios precarios y eventuales”515.
La crítica situación se evidenciaba en la ciudad misma de Angostura, donde faltaba la escuela
para niños, y en la que por cierto funcionaba una escuela para niñas, de cuya preceptora nos
lega su nombre:
“En esta ciudad existe una cárcel pública construida de mampostería y sobrada capacidad: obra
del antiguo Gobierno, opresiva y asquerosa por sus subterráneos. Su estado actual carece de
algunos reparos. Tres casas más, ocupadas: la una en el Despacho de la Administración de
Rentas que últimamente se ha destinado para la Escuela de Primeras Letras que no existe: y
otra por la señora Bernardina Rodríguez, que desempeña la Escuela de Niñas”516.
514 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Estadística de la provincia de Guayana por Pedro Volastero,
Gobernador de la Provincia, Angostura, 21 de enero de 1832. Folios 354 y siguientes. En: Boletín del Archivo
Nacional. tomo XXVI, enero- febrero 1941, n° 103, Caracas, 261-275 515 Ibid. P. 263 516 Ibid. P. 275
Capítulo cuarto. La educación…
213
Las noticias sobre la existencia o no de las escuelas de primeras letras así como de su irregular
funcionamiento se evidencian apenas unos pocos años después. En el año 1834 funcionaban
una escuela para niños y otra para niñas en Angostura. De la primera se harán serios
cuestionamientos respecto del método de enseñanza empleado517. Pero, en el caso de la villa
de Caicara, en la que apenas cuatro años antes se informaba que funcionaba un plantel, ahora,
el Concejo Municipal, al participar sobre los aportes de los vecinos para la apertura de la
escuela para niños y solicitar el auxilio de la Gobernación para completar el pago, comunicaba
que nos existía escuela en la villa:
…”con el objeto de tratar sobre el bien común se tuvo presente lo importante que es el
establecimiento de una escuela de primeras letras de niños de que se carece en ella, y
presentándose en ésta, un Maestro que podrá ser útil a la juventud”518…
Para el año de 1836, tenemos valiosas noticias sobre la creación y el funcionamiento de
algunas escuelas de primeras letras. El día 1º de diciembre se aprobaron las primeras
ordenanzas de instrucción pública en la legislatura guayanesa519. El Gobernador remitió una
circular a los jefes políticos parroquiales y cantonales, excitándolos a que dieran cumplimiento
a lo estipulado en los artículos 12 y 13 de la ley sobre establecimiento de escuelas y
517 Pues antes de enseñárseles lo elemental como la escritura y la aritmética, se les: …”inculcan principios de
geometría, astronomía (ilegible), y hasta de mitología que no están en estado de comprender”… En: AHG. 1834.
Escuelas. Distribución de libros del Santo Evangelio. Al Gobernador de la Provincia de Guayana informando
acerca del estado de las escuelas de primeras letras en la ciudad capital, Angostura 17 de noviembre de 1834.
Sin foliar 518 AHG. 1834. Escuelas. Distribución de libros del Santo Evangelio. El Concejo Municipal de Caicara del
Orinoco al Gobernador de la Provincia de Guayana, sobre los auxilios para la apertura de una escuela de
primeras letras en esa villa, Caicara del Orinoco, 6 de noviembre de 1834. Sin foliar. 519 Vid. Supra: 4.2.- Las ordenanzas provinciales de instrucción pública en Guayana
Capítulo cuarto. La educación…
214
proporcionar noticias sobre los adelantos en ese ramo520, solicitadas a su vez por el Secretario
del Interior y Justicia el 30 de junio de 1835 a todos los gobernadores provinciales521.
El día 21 de agosto de 1836, el Jefe Político de Caura informaba que los vecinos de Puruey se
le habían presentado solicitando el permiso para establecer una escuela de primeras letras522.
Días antes, el 12 de julio, el mismo funcionario informaba que en la parroquia de Moitaco
estaba propuesto el señor Manuel Antonio Díaz para el destino de la escuela, que el sueldo
sería pagado por la colaboración de los vecinos y que había 26 niños o más para asistir a
ella523.
El día 18 de noviembre de 1836, la Municipalidad de Piacoa remitía el acta de la reunión
efectuada con el fin de dar cumplimiento a lo establecido en la circular de la Gobernación, y
proponía los nombres de las tres personas que podían cubrir el destino524. Por su parte, la Villa
de Upata y naturalmente la ciudad de Angostura, remitían información sobre el
funcionamiento de sus planteles ya establecidos.
En el año 1837 a propósito de la aprobación de las ordenanzas provinciales de educación de 1º
de diciembre de 1836, se observa un flujo de informes y oficios sobre la actividad de estos
establecimientos, concretamente en el pago de los preceptores, que de acuerdo con las nuevas
ordenanzas debía ser cubierto con los ingresos municipales, y de ser preciso con el aporte de
520 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. 1836. Escuelas. El Jefe Político del Cantón
Capital al Gobernador de Guayana. Angostura, 15 de junio de 1835, 16 folios.
No sabemos si se refiera a ordenanzas provinciales de alguna índole anteriores a las primeras fechadas en
diciembre de 1836. Nótese que el oficio está fechado en junio. 521 Idem. 522 El Jefe Político de Caura al Gobernador de Guayana, informando acerca de la solicitud de los vecinos de
Puruey para abrir una escuela de primeras letras. Moitaco, 21 de agosto de 1836. Idem. 523 El Jefe Político de Caura al Gobernador de Guayana, informando acerca del nombramiento de Manuel
Antonio Díaz para el ejercicio de la preceptoría de primeras letras en Moitaco. Moitaco, 12 de julio de 1836.
Idem. 524 El jefe político del Cantón Piacoa al Gobernador de Guayana, remitiendo copia del acta con la terna de los
tres candidatos para ejercer la preceptoría de primeras letras en esa población. Piacoa, 18 de noviembre de
1836. Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
215
los vecinos que así pudieran hacerlo, en observancia de lo establecido en la Ley de Colombia
de 1821525.
El jefe político del Moitaco oficiaba el 16 de enero al Gobernador de Guayana informando
haber recibido las nuevas ordenanzas de escuelas primarias526, días más tarde (5 de febrero)
participaba que era imposible cubrir el pago del preceptor por la pobreza del vecindario, para
lo cual pedía al Gobernador cubriese esos gastos527. En 20 de octubre de 1837 se hacía una
solicitud similar desde Piacoa, a propósito del pago del preceptor de aquella cabecera528.
En 1837 hallamos nuevamente noticias sobre una escuela de primeras letras en la Villa de
Caicara del Orinoco: …”Sobre el individuo que se ha encargado de la visita de la escuela de
primeras letras que se ha establecido”529…; este establecimiento fue encargado, previo examen
de suficiencia por parte de algunos vecinos, al señor Joaquín Mariño530.
El día 18 de enero del año 1837, otra vez en Upata, el Concejo Municipal resolvía lo
conducente para abrir una escuela de primeras letras por no existir ninguna, fijando el sueldo
para el preceptor y abrir la subvención del vecindario de acuerdo con el ordenamiento vigente:
…”se trató sobre la escuela pública de primeras letras de esta Cabecera que no había ninguna;
se fijó un sueldo de 30 pesos mensuales para el Maestro, y se dispuso citar al vecindario para
abrir una subvención con arreglo a los artículos 4° y 5° de la Ley de 6 de agosto de 1821. Esta
se hizo al fin por el Señor Jefe Político y presentada en la sesión del 7 de noviembre, viendo el
Concejo la cantidad a que había alcanzado que no montó sino a 13 pesos 3 reales, tuvo que
usar la facultad del artículo de la ley citada, y hacer la distribución de los 30 pesos antedichos,
entre cincuenta y ocho vecinos del Cantón”531…
525 Vid. Supra 4.2.- Las ordenanzas provinciales de instrucción pública en Guayana 526 AHG. Escuelas. 1837. El Jefe Político de Moitaco al Gobernador de Guayana. Moitaco, 16 de enero de 1837.
36 folios. 527 El Jefe Político de Moitaco al Gobernador de Guayana. Moitaco, 5 de febrero de 1837. Idem. 528 El Jefe Político de Piacoa al Gobernador. Piacoa, 20 de octubre de 1837. Idem. 529 AHG. Escuelas. 1837. Concejo Municipal de Caicara. Resoluciones, 2 de enero de 1837. 36 folios. 530 Acta del Concejo Municipal de la Villa de Caicara. 3 de marzo de 1837. Idem. 531 AHG. 1837. Informe de los trabajos del Concejo Municipal de Upata, 1° de mayo de 1837. Sin foliar.
Capítulo cuarto. La educación…
216
El mismo Concejo Municipal consideraría dos escuelas de primeras letras para niños este año
de 1837, esta vez en las poblaciones cabecera de las parroquias de Tumeremo y Tupuquen. En
el primer caso era ya un hecho al menos para el segundo semestre de ese año:
…”La escuela de Tumeremo pidió un número de cuartillas y enseres para los niños, y acordó
mandar a su Excelencia una lista de los (ilegible) en dicha parroquia para dotar la Escuela,
cuya insignificante suma (ilegible) monta a diez y ocho reales todos los meses”532…
Para la escuela de Tupuquen, el Concejo Municipal en su sesión del 12 de junio había recibido
y leído el oficio del maestro quien solicitaba cerraduras para el local de la misma, asientos y
papel para los niños. Meses antes, ese Cuerpo aprobó la solicitud de un vecino criollo, que
pedía autorizar …”fundar una escuela en Tupuquen con diez y ocho niños indígenas”533… con
la participación voluntaria de los vecinos.
Con relación a estas escuelas, Manuel Gómez, Presidente de la Municipalidad de Upata,
remitía las listas de los contribuyentes y de los niños que asistirían, adjuntas al acta de esa
corporación municipal en que se trató el asunto del pago de los preceptores a tenor de lo
demandado por las ordenanzas provinciales de escuelas primarias. Llama la atención que
buena parte de los vecinos contribuyentes eran indígenas, así como los niños, tal como se
observa en los mencionados documentos534.
532 AHG. 1837. Relación de los trabajos del Concejo Municipal del Cantón Upata de 1837 presentada al
Gobernador en 1838. Resoluciones del Concejo Municipal de Upata. 20 folios 533 Idem. 534 AHG. Escuelas. 1837. Acta de la Municipalidad de Upata y listas anexas de los contribuyentes indígenas y
españoles así como de los niños indígenas y españoles. 23 de abril de 1837. 36 folios.
Capítulo cuarto. La educación…
217
Las diligencias y demandas del año 1837 tuvieron algún efecto, puesto que para el año 1838,
mediante resolución del año inmediatamente anterior se presupuestaron gastos para el pago de
ocho preceptores para igual número de escuelas, incluida la de niñas de la Capital:
Cuadro 8. Dotación de escuelas. Provincia de Guayana. Año 1838
1837 Resolución de la Diputación Provincial de Guayana decretando el presupuesto de gastos
provinciales para el presente año de 1838: dotación de escuelas535
De esta ciudad
Por el sueldo de un preceptor para la enseñanza de 30 niños pobres a 50 pesos 600
Por el sueldo de la de niñas para la enseñanza de 20 niñas pobres a 20 pesos 240
De Alto Orinoco
Por el sueldo de un preceptor de Caicara para la enseñanza de 10 niños
a 10 pesos 120
Por el sueldo de un preceptor de Cuchivero para la enseñanza de 10 niños
a 10 pesos 120
Por el sueldo de un preceptor de Puruey para la enseñanza de 6 niños a
10 pesos 72
De Upata
Por el sueldo de un preceptor de Upata para la enseñanza de 10 niños
a 10 pesos 120
Por el sueldo de un preceptor de Tupuquen para la enseñanza de 10 niños
A 10 pesos 100
Bajo Orinoco
Por el sueldo de un preceptor de Piacoa para la enseñanza de niños a 10 pesos
mensuales 120
535 AHC. Diputación Provincial de Guayana. Resoluciones (1830- 1841). Presupuesto de Gastos Provinciales
para el año 1838. Sin foliar.
Capítulo cuarto. La educación…
218
Si bien para el año 1840 se mantiene la misma asignación para igual número de escuelas, en
1841 se han excluido los pagos de preceptores para Puruey, Tupuquen y Tumeremo. Mientras
que para 1842 se ha eliminado la asignación del pago de preceptor para Cuchivero. Nosotros
no tenemos noticia alguna de la marcha de estos planteles entre 1837 y 1841 en razón de que
no hemos localizado informes que den testimonio sobre el particular.
Las parroquias de Puruey, Tupuquen y Tumeremo tenían asignado para el año de 1841 un
doctrinero seglar536. En consecuencia, la escuela de primeras letras había desaparecido para
dar paso a la doctrina, sustituto de la instrucción de primeras letras.
El 16 de enero del año 1841 el Gobernador Florentino Grillet remitía un informe al Presidente
de la Dirección General de Estudios adscrita a la Secretaría de Relaciones Interiores y Justicia.
En el mismo aparecía el cuadro de las escuelas de primeras letras sobre las que había podido
reunir noticia, y no sobre todas las que existían en la provincia. Exponía como justificación
tanto las dificultades en la comunicación como las enormes distancias para informar en detalle
de todos los planteles que funcionaban en Guayana537. En el citado documento, a excepción de
las reseñas hechas unas líneas atrás para la década anterior a 1830, hemos localizado la única
referencia de la existencia de dos planteles en el cantón de Río Negro entre 1830 y 1850.
En efecto, decía Grillet que en San Fernando de Atabapo funcionaban dos escuelas: una para
varones y otra para hembras. La de varones era pública, contaba con 13 alumnos de matrícula,
casi todos: …”pobres y carecen de libros y enseres”538, era sostenida por el vecindario y tenía
como preceptor a Cresencio Izquierdo, quien percibía un salario costeado por los vecinos de
120 pesos anuales; Izquierdo ostentaba adicionalmente el cargo de administrador de rentas del
536 Ver: AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. Doctrineros existentes en Guayana antes del decreto
orgánico de reducción de aquellas misiones. Vol. 243. Sin foliar. 537 Para un análisis de estos planteles localizados en San Fernando de Atabapo, ver: HARO, Juan. De curas y
capitanes, doctrineros y preceptores en las misiones y villas del Cantón de Rionegro. En este trabajo recogemos
el informe del Gobernador Grillet. Ver: AGN. Secretaría del Interior y Justicia. Cuadro de las escuelas primarias,
así públicas como privadas de la provincia de Guayana. Tomo CCXXII. Folios 139 y 140 538 Ibid. F 140
Capítulo cuarto. La educación…
219
Cantón. Este preceptor podía enseñar: …”a leer y escribir, las cuatro reglas principales de
aritmética y algunas máximas morales”539. Respecto de la escuela de niñas, refiere que era
privada y que tenía una matrícula de cinco niñas. No se aporta ninguna información adicional.
Para el año de 1841, tal era el cuadro de desarrollo que presentaba la instrucción pública en la
Guayana. Con resultados escasos en el casi un cuarto de siglo desde la liberación de la
provincia (1817), poco tiempo antes de la promulgación de la Ley que reinauguraría el
régimen misional ahora por iniciativa de la República.
El Gobernador Grillet decía que el establecimiento de las escuelas de primeras letras en la
provincia de su mando se veía dificultado tanto por lo bajo de los salarios, como por la escasez
de personas ilustradas para el ejercicio de esos destinos:
“Hasta ahora no ha podido lograrse que en las demás parroquias se establezcan escuelas
primarias, bien por el pequeño sueldo que ha señalado la Diputación Provincial para los
preceptores en las cabeceras de Cantón, o bien por la escasez de hombres de la capacidad
necesaria que quieran ocuparse en estos destinos”540.
4.4.- La educación de los indígenas del Cantón de Río Negro: el planteamiento de Serapio
Machado, Presidente del Concejo Municipal de la ciudad de Angostura para el año de
1841
El día 29 de marzo de 1841, Serapio Machado, Presidente del Concejo Municipal y jefe
político del Cantón Capital, enviaba al Gobernador de la Provincia de Guayana copia de la
539 Ibid. Folio 140. En HARO, Juan, Ibid. P. 95 540 Ibid. Folio 140. En HARO, Juan, Ibid. P. 93
Capítulo cuarto. La educación…
220
alocución que con esa misma fecha había dirigido a los ediles angostureños541. Pretendía que
la cámara ratificase las propuestas que formulaba, que las mismas fuesen refrendadas por el
Gobernador y enviadas al Congreso Nacional para su aprobación y puesta en ejecución.
Constituye obligado marco de referencia a lo dicho por Machado, el proceso de discusión
acerca de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas (aprobada el 18 de agosto de 1841)
que seguramente tenía lugar para ese momento en el Congreso, las primeras medidas que
tomaba el Ejecutivo Nacional para atender la educación y civilización de los indígenas antes
incluso de la aprobación de esta Ley, y los desesperanzadores informes que fluían desde y
hacia la Provincia referidos al Cantón de Río Negro, en los que aparecía la urgencia de
acometer planes poblacionales y de fomento económico de aquella comarca.
Machado señalaba que se tenía como excusa la falta de población con preparación para llenar
los destinos públicos para que no existiera en el Cantón de Río Negro un régimen político en
propiedad como lo demandaban las leyes de la República, tal es el caso por ejemplo de la
existencia de un concejo municipal:
“Se ha tenido por excusa la falta de población y de hombres aptos para el desempeño de los
cargos públicos; y a mi ver en lo primero no hay razón y en lo segundo, si que yo lo dudo, en el
estado de ignorancia y abyección en que se mantiene a aquellos indígenas, será irremediable
siempre, si no se encamina bien, si es efectiva dicha falta y si no se establecen los medios para
hacer de esos mismos habitantes hombres aptos que desempeñen los destinos a que están
llamados por la nación”542.
541 Archivo General de la Cancillería. Archivo Antiguo (1830- 1914). Reducción y Civilización de Indígenas
(1778- 1872). Serapio Machado. Se propone educar a un joven indígena de cada parroquia en la escuela cantonal
de Angostura. Volumen 244. Sin foliación.
Parte de lo que aquí decimos resulta del análisis que hiciéramos anteriormente de este documento. 542 Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
221
Acudiendo al censo practicado hacia 1840, demostraba que era falsa la ausencia de población.
En Río Negro había 2.298 personas con residencia fija en las diferentes parroquias, a los que
se añadían un número mayor de indígenas habitantes de los bosques que mantenían activo
comercio con esas poblaciones. De los primeros se contabilizaban 522 jornaleros, propietarios,
artesanos y comerciantes entre 18 y 45 años de edad entre quienes no faltarían los que
supieran leer y escribir, pudiendo así ejercer una carga pública en forma inmediata543.
A su juicio, el problema era de orden educativo y de graves consecuencias si no se abordaba
de una manera adecuada. La mayoritaria población indígena podía perfectamente conducir y
administrar a Río Negro. Allí estaba la base de los administradores letrados que se necesitaban
para el futuro. Pero desde la Independencia poco o nada se había hecho sobre el particular:
“Después de treinta años de independencia en que el poder peninsular fue increpado por el
poco esmero que tenía en la educación de los Americanos, es vergonzoso que éstos sigan la
vida obscura y errante que llevan hoy en que hasta las impresiones del pudor les son
desconocidas porque cuando vienen a las poblaciones se les ve atravesar las calles en completa
desnudez. En aquel tiempo habían Jueces, Misioneros, Capitanes, tenientes que los dirigían y
aunque les enseñaban poco, al menos les infundían amor al trabajo y les hacían conocer las
ventajas de la vida social, reduciéndolos a la disciplina de las poblaciones. Nada de esto existe
hoy”544.
La solución era no otra que civilizar a los indígenas y reducirlos a poblado; es decir, completar
la tarea que durante la Colonia no se pudo concluir. De no hacerlo se corrían peligros. El
ejercicio de la soberanía sobre el territorio se encontraba en entredicho hasta que los pueblos
indígenas, al dejar sus modos ancestrales de vida, inaceptables a su juicio también para la
República, ocupasen el territorio poblándolo de manera sedentaria y lo hiciesen producir, así
se integraban efectivamente. Se trataba del fomento de la población útil expuesto como uno de
543 Ver Haro Juan, ob. cit., p. 81 544 Serapio Machado. Se propone educar a un joven indígena de cada…. Doc. cit.
Capítulo cuarto. La educación…
222
los argumentos centrales del pensamiento ilustrado que tuvo en Guayana uno de sus
laboratorios.
Para este político era bueno aunque no suficiente el sistema adoptado de educar a los
indígenas través de doctrineros seglares habitantes de las parroquias de Río Negro, por cuanto
la preparación de estas personas era muy limitada, dado que apenas enseñaban:
…”los primeros rudimentos de lectura, escritura, y preceptos de religión, sin que en estas
mismas lecciones progresen más los discípulos por la insuficiencia de los que las dan. Y esto es
tan cierto que en el examen hecho en días pasados a los alumnos que presentó a la Jefatura un
doctrinero, observé tan buena disposición en los indígenas a instruirse, que sabían lo mismo
que su maestro. El saber de este no pasaba, de lo que ya se ha dicho y a mi entender era tan
poco, que aquellos jóvenes no pudiendo ensanchar sus ideas por la lectura, ni comunicarlas por
la escritura, quedarán siempre en el mismo estado y aun retrocederán a la barbarie”545.
La solución era traer a un joven indígena por cada una de las diez parroquias del Cantón a
educarse en la escuela cantonal en Angostura, no mayor de diez años de edad y huérfano de
preferencia. Se dejaba a la discreción del Gobierno si deberían ser dos en vez de uno.
Posteriormente, cada uno de ellos debería destinarse al taller de algún maestro de arte u oficio,
o a algún capitán de buques mayores, viviendo al lado de sus maestros y bajo la inspección del
Concejo Municipal.
Terminada su formación, regresarían a su tierra para encargarse cada uno de ellos de diez
jóvenes y formarlos durante igual número de años a los empleados en su propia formación,
recibiendo el nombre de capitanes instructores546. Algo recordaba esta proposición al método
545 Idem. 546 Idem.
Capítulo cuarto. La educación…
223
lancasteriano que años antes, durante el período grancolombiano, tuvo gran resonancia aunque
pocas consecuencias prácticas al menos en el caso de Venezuela.
La propuesta fue negada en Caracas argumentando razones presupuestarias, puesto que la
educación de estos 13 jóvenes montaba a 196 pesos mensuales, siendo que, ya para aquel
momento, se habían nombrado 21 doctrineros en toda la provincia –antes de la promulgación
de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas- quienes atendían 880 jóvenes con un
gasto mensual de 209 pesos547.
Pero tampoco podía imponerse a un menor de edad una formación por diez años y luego el
ejercicio de un cargo por otros diez. Además, al término de ese período de tiempo se podrían
tener algunos jóvenes bien formados, pero no se aseguraba el cumplimiento del cometido de
contar con una clase dirigente autóctona de acuerdo con los propósitos manifiestos de la
propuesta. Finalmente:
…”no hay razón para asegurar que en este tiempo, muchos de los jóvenes que ahora con el
sistema establecido de Doctrineros, se están instruyendo en los primeros rudimentos de lectura
y escritura, no puedan adquirir una más perfecta educación sí como es de esperar el Congreso
acuerda alguna medida para atender a la civilización de los indígenas”548.
La solución adoptada finalmente fue la que terminó organizando los cantones guayaneses en
distritos de reducción con arreglo a la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas, y los
decretos subsiguientes aprobados en ese mismo año de 1841.
547 Idem. 548 Idem.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
224
Capítulo quinto. El fomento y progreso de la provincia de guayana entre 1830 y 1847. La
ley de reducción y civilización de indígenas. La organización de las misiones. Doctrinas,
enseñanza de oficios, escuelas de primeras letras, funcionarios seglares y religiosos
Corresponde a la Provincia de Guayana tomar las primeras medidas y acciones concretas que
nutren las decisiones que conducirán a la promulgación en el año 1841 de la Ley de Reducción
y Civilización de Indígenas. De allí llegan las primeras noticias de éxitos en la atracción de
parcialidades indígenas que años antes conocieron el régimen de misiones, e igualmente, la
atracción y reducción de grupos que, al menos por las noticias que se recibían, no habían
conocido la vida sedentaria. Con esas noticias vendrán algunas propuestas que ayudan a que
en la nueva república comience a tomar cuerpo una normativa propiamente venezolana, puesto
que en los primeros años hubo de tomarse como referente y fundamento la de la Gran
Colombia.
A la vista de los informes de la Secretaría del Interior y Justicia, despacho al que correspondió
administrar el ramo de indígenas a lo largo de todo el siglo XIX, encontramos diferencias
significativas en el tratamiento y en el concepto que se tenía de los pueblos indígenas de
Guayana y el de otros pueblos y grupos que por entonces habitaban parte de la geografía
nacional. Las comunidades cuyas tierras estaban bajo el régimen de resguardos, algunas de las
cuales se encontraban en la Provincia de Caracas, se les consideraba civilizadas, es decir, sus
habitantes eran conocedores de la lengua castellana y practicantes del catolicismo o al menos
bautizados, sometidos a las leyes de la República y, muy importante, habitantes sedentarios. El
régimen de tenencia de sus tierras se vio sometido a intensos debates con el propósito de
modificar la propiedad colectiva y el pase a manos de la Nación de amplios espacios de las
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
225
mismas, vale decir fueron sometidas a expolios con el propósito de asignarlas a inmigrantes y
seguramente para ampliar las haciendas de importantes personajes549.
Por el contrario, para la mayoría de los grupos indígenas de Guayana la atención es muy
distinta. No se los consideraba civilizados, es decir habitantes de un poblado, sedentarios, ni
sometidos a régimen de policía o gobierno alguno. La principal consecuencia es la de su nula
participación en el trabajo productivo.
El principal problema que se plantean los hombres de estado es la incorporación de esa masa
indígena con el objeto de hacerlos población útil, por cuanto conforman la fuerza de trabajo
que en la realidad cotidiana de entonces se encontraba potencial y realmente en las labores en
el campo y extrayendo productos selváticos; era, además, la única fuerza de trabajo para las
obras públicas y el capricho de los pocos vecinos “españoles” o criollos de villas y pueblos.
Con las imprecisiones del caso, Codazzi estimó en poco más de 15.000 habitantes en habitats
concentrado y 41.000 indígenas libres de sujeción550, lo cual nos da una idea de la magnitud de
la obra “civilizadora” que entonces –se consideró- debía emprenderse. El hecho es que la
región lucía despoblada, abandonada la producción y vacíos los pueblos, y eso estaba muy
lejos de ser deseable para el progreso y fomento de la Provincia.
Documentos en mano, daremos a un repaso a estos asuntos, aclarando que se trata de una
aproximación en nada exhaustiva que acompañamos con el análisis de ciertos autores que han
examinado el problema en la región guayanesa en lo referido a la explotación de la mano de
obra indígena en la comarcas interiores, pues allí residió entonces y después una de las
549 Vid supra en el Capítulo Primero: 1.1.- El indígena: entre el estatuto colonial y la república independiente. De
la segregación a la asimilación. Aquí hemos citado algunos de estos trabajos. El problema del expolio de los
resguardos indígenas forma parte de un capítulo complejo de la historia de los pueblos indígenas que nosotros no
abordamos en este trabajo. 550 Vid supra en el Capítulo segundo: 2.3.1.1.- La población en el espacio guayanés
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
226
importantes razones del rechazo de muchos indígenas a vivir en poblado, sujetos a la autoridad
y a los designios de quienes dispusieron de ellos mediante un régimen de servidumbre que
combinaba la tradición explotadora y las leyes.
Mención aparte merecen los funcionarios que hacen su aparición en esta etapa, los
denominados capitanes pobladores o fundadores y los doctrineros seglares. El Gobierno,
atendiendo al fundamento jurídico de sus actos, aprueba la figura del capitán poblador en
Guayana teniendo en cuenta los antecedentes en la legislación colombiana. No le asigna
ninguna función evangelizadora, al igual que ocurrió anteriormente; serán los doctrineros
quienes asumen esta tarea.
El capitán poblador posee un rango de mayor importancia que el asignado a los doctrineros.
Así se mantendrá luego, una vez que se apruebe la Ley de 1841 y los consiguientes decretos
orgánicos.
Los funcionarios seglares son indispensables para impulsar las reducciones. Pueden realizar
sus funciones porque, casi todos si no todos, son vecinos de las parroquias en las que sirven.
La ventaja que ofrece este hecho es obvia: conocen a las personas que contactan, son
baquianos para esta tarea. Francisco Arnaud prueba lo que decimos, es el ciudadano francés
con que Venezuela inicia el nombramiento de los capitanes pobladores en los confines de Río
Negro.
Estos escasos vecinos criollos de las villas y pueblos mantienen relaciones comerciales con los
indígenas, la mayoría de ellos en volúmenes modestos; otros, emplean a indígenas en labores
del campo. Esas relaciones que son desiguales, inconvenientes y lesivas a los indígenas, sirven
como una justificación aceptable para sustentar el inicio de las acciones reduccionistas de
manera sistemática y como parte de un plan, aunque su sola mención o denuncia no sea
suficiente para desterrarla.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
227
5.1.- Los indígenas, las misiones y el territorio guayanés a partir de 1830. Legislación,
medidas y acciones previas al año 1841
5.1.1.- Una mirada a la cuestión de los indígenas y del territorio guayanés a partir de
1830
Es de obligada referencia comentar lo que decía Antonio Leocadio Guzmán, Secretario del
Interior y Justicia de la novísima República de Venezuela, respecto de la situación de los
indígenas y de las medidas que se habían tomado en su beneficio en las décadas anteriores en
el territorio grancolombiano, en vida de Simón Bolívar. Ello acontecía en las sesiones del
Congreso en el año 1831.
Para Guzmán, los indígenas eran seres desgraciados desde el momento mismo de la
Conquista. Desde los primeros instantes de la independencia los nuevos republicanos
concientes de ello habían procurado corregirla:
…”fueron favorecidos por una ley del año 11 en que se les relevó del deber de pagar el tributo
a que los había sujetado el conquistador, se prohibió que fuesen empleados en el servicio de
ningún particular sin salario estipulado, se les igualó en derechos con los demás ciudadanos
(…) se les mandaron restituir las tierras en proporción y en pleno dominio”…551
Los propósitos de igualdad habían quedado manifiestos en los intentos por proporcionarles
una educación en las mismas condiciones que al resto de los nuevos ciudadanos:
551 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Memoria sobre los negocios correspondientes a los Despachos
del Interior y Justicia del Gobierno de Venezuela, que presenta el encargado de ellos al Congreso Constitucional
del año 1831, 2º de la Ley y 21 de la Independencia. P. 79
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
228
…”Fueron protegidos también por el Ejecutivo en el decreto de 11 de marzo del año 12º, según
el cual debían admitirse los indios puros a servir becas de fundación en los colegios, debiendo
haber cuatro por lo menos en el de Caracas, y dos en cada uno de los seminarios”…552
Poco o nada sabía del impacto de esas medidas, pero sí cómo habían aparecido otras que a su
juicio las contradecían, como por ejemplo el decreto de 15 de octubre de 1818 que impuso las
contribuciones personales a los indígenas, restableció los cabildos indígenas y los resguardos y
les señaló protectores. Mientras que en el caso de la instrucción de primeras letras se les
imponían contribuciones para su sostenimiento553.
Guzmán terminaba su informe alegando que debería restablecerse la Ley de 1811; era
imposible que el Gobierno protegiese efectivamente a los indígenas. A continuación pasaba
revista a la situación de las misiones, de las que de manera terminante afirmaba que no
existían, para concluir refiriéndose a las graves consecuencias que su no existencia suponía
para la República.
Esa argumentación será reiterada hasta la saciedad cada vez que el indígena aparece como
objeto de políticas de públicas a lo largo del siglo XIX; sus modos de vida errantes, y el
retorno de muchos a la vida libre de sujeción debilitaba el sistema de pueblos, quedando el
campo sin fuerza de trabajo para hacerlo producir: ...”no existen misiones, y lo que todavía es
peor, que innumerables indios se han vuelto a la vida salvaje, sus pueblos están en escombros,
y yermos los campos que cultivaban”...554
Nada sabía de los bienes de esas antiguas misiones, como tampoco de los resultados del
arriendo de que fueron objeto las de Guayana, aunque no las mencionara directamente.
552 Idem. 553 Ibid. P. 80 554 Idem.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
229
El indígena y las misiones aparecen nuevamente en la Memoria del Secretario del Interior y
Justicia presentada al Congreso en el año 1834. Se refiere al incumplimiento de la Ley de 11
de octubre de 1821 sobre los resguardos, a lo que se añadía la promulgación del decreto de 15
de octubre de 1828: ...”que restablecía las cosas al antiguo orden”...555. El mismo no había sido
publicado ni cumplido al menos en nueve provincias de la República de Venezuela, por lo que
era innecesario un acto legislativo que lo derogase, en consecuencia, actuando en
concordancia con lo dispuesto en la de 1821, se repartirían las tierras comunales entre los
indígenas “civilizados” que pasarían a convertirse en propietarios individuales:
...”Se convertirán en propietarios los indígenas civilizados; y sus heredades, saliendo de la
propiedad procomunal, entrarán inmediatamente a recibir el beneficio y el aumento con que el
interés distingue lo propio de lo común”...556
Naturalmente, los sobrantes de tierras pasarían a manos de la Nación en calidad de tierras
baldías.
En cuanto a las misiones, aparecen las primeras referencias a Guayana, a las dificultades con
la Nación Wayuu en la Goajira, al estado en que habían quedado las antiguas misiones de los
capuchinos catalanes arrendadas en años anteriores, la situación de algunos pueblos, sus
edificaciones en general y sus templos en particular. Mención especial merece el tratamiento
que se da a la población de indígenas “errantes” o “no civilizados”, distintos en su estatus y
condición de aquellos a quienes se les reconocían sus resguardos, descendientes de indígenas
sometidos al régimen de misión desde antiguo en diferentes regiones del país. A ellos, los
errantes y no civilizados se les consideraba básicamente en su condición de potencial mano de
555 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Memoria que presenta el Secretario del Interior de los Negocios
de su Departamento al Congreso de 1834. P. 35 556 Ibid. P. 36
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
230
obra, aunque el propio funcionario atenuara su utilitario juicio con la mención de la necesidad
y deber de civilizarlos para beneficio de la humanidad y de la República:
...”existiendo innumerables tribus de indígenas errantes no civilizados, en un tiempo en que la
gran necesidad del país es la de población laboriosa, es necesario dirigir a este punto serias y
detenidas meditaciones, para crear un nuevo sistema de reducción, y satisfacer a la humanidad, a
la civilización, y a la conveniencia nacional”...557
Pese a la conveniencia del régimen de misiones, era imposible restablecerlas tal y como fueron
en el pasado colonial, ya que para entonces se encontraban destruidas:
...”porque la base del sistema que los creó y mantuvo fue la profesión regular, que en nuestros
días tiene contra sí las ideas dominantes, los hábitos, las doctrinas y aun los intereses públicos.
No habiendo ya regulares, tampoco habrá misiones”...558
El Ejecutivo no tenía medios para actuar, y apenas había destinado alguna suma para la
provisión de herramientas de trabajo a indígenas del Bajo Orinoco, mientras que por el lado de
la Goajira, exhortaba a la prudencia y al tacto con los pueblos de esa región, debía tratárseles a
todos con dulzura y buenas maneras559.
Exhortaba a las Cámaras a pensar y anunciar la necesidad de un nuevo sistema de reducción,
recordaba el estado en que se encontraban las antiguas misiones capuchinas de Guayana
otorgadas en arriendo a algunos extranjeros. Así fueron reasumidas las arrendadas en San
Félix a José Klare, Puga a Alejandro Smith, San Miguel en el Bajo Orinoco al Coronel
Needhan, y las que tuvo James Hamilton, aunque él mismo pidió en arriendo las de Tupuquen,
Tumeremo y Guaran en Miamo560. El Ejecutivo se encontraba reuniendo datos sobre ellas ya
557 Idem. 558 Idem. 559 Idem. 560 Idem.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
231
que reconocía que carecía de información, e igualmente ponía en conocimiento del Congreso
la situación de algunos de los pueblos; sólo en las trece parroquias del cantón Upata se
encontraban 22 conventos y uno nada más con techo de paja, con 22 casas de hato en pie y 22
en escombros. Terminaba el Secretario del Interior reconociendo que no había medio de
conservar lo que queda, y que estudiaría el sistema conveniente para ello una vez que se
tuviera la información suficiente561.
Para las sesiones del Congreso del año 1836 nada de novedoso se informaba sobre de los
avances habidos en los temas de indígenas y misiones, si bien se había querido adelantar en
los deslindes y mensuras de los resguardos de la Provincia de Caracas, lo cual no fue posible
en razón de las convulsiones políticas y militares de 1835. El Secretario del Interior informaba
que los bienes de las misiones de Guayana se aplicarían a las rentas del Colegio de
Angostura562.
Para el año 1837, el Secretario del Interior informaba, ahora esperanzado, en las noticias que
recibía desde Guayana. El Gobernador le participaba que se había logrado establecer contacto
con grupos de indígenas que en un tiempo se encontraron reducidos a poblado, solicitando
fondos para ello. Todo con arreglo a las leyes de Colombia del 3 de agosto de 1824 y 1º de
mayo de 1826, y los decretos del Ejecutivo de 18 de septiembre de 1824 y 11 de julio de 1826:
“El Gobernador de Guayana ha manifestado al Gobierno: que en virtud de ellas, ha abierto
comunicación cn cuatro tribus de indígenas que antes estaban reducidas a población y se hallan
errantes ahora: que les ha ofrecido los auxilios que expresa el decreto del Ejecutivo de 1824, en
la esperanza de que el Gobierno dará la orden para los gastos que causarán dichos auxilios (…)
Cree el Gobierno que el activo Gobernador de Guayana realizará la empresa, y no duda que la
hará extensiva a otras tribus”…563
561 Idem. 562 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1836 el
Secretario del Interior y Justicia. Pp. 35- 36 563 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1837 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 11
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
232
Con estas actuaciones se ratificaba la recomendación del Ejecutivo Nacional y de las
autoridades provinciales para atraer a los indígenas con buenos tratos y regalos aunque, como
veremos, este proceder se viera amenazado en sus propósitos antes y después de la Ley por el
comportamiento de los vecinos criollos, terratenientes y comerciantes en su mayoría
avecindados en las comarcas interiores. Al año siguiente, se confirmaba la noticia y se
informaba al Congreso el éxito logrado en el propósito de reducir a aquellos grupos
atrayéndolos con dádivas y promesas564.
Para el año 1838 los informes no podían ser más promisorios. El Gobernador de Guayana
envió noticias sobre la continuidad de las acciones reduccionistas en los años inmediatamente
anteriores. El Secretario del Interior y Justicia trasmitía al Congreso que en Guayana, como
consecuencia de esos esfuerzos nada menos que 2448 individuos habían aceptado reunirse en
poblado. Para el Gobierno de Caracas, el asunto tenía gran significación para la producción,
aunque no olvidara mencionar los propósitos civilizatorios y los efectos benéficos para los
propios indígenas, por cierto nunca bien definidos sino más bien vagos y poco precisos:
“Treinta y cinco parcialidades de indígenas errantes con 2448 individuos que antes vivían de la
pesca y de la caza, sin ser útiles a la sociedad, se encuentran hoy reducidos a poblaciones,
dedicados a los trabajos del campo, recibiendo las instrucciones que puede dárseles,
acostumbrándose a los deberes sociales, y siendo ya útiles a la provincia de Guayana”565.
El Secretario del Interior anunciaba el nombramiento de algunos doctrineros seglares para la
atención de las comunidades recientemente reducidas, conforme a las leyes de 3 de agosto de
1824 y 1º de mayo de 1826, y con los decretos de 11 de julio y 18 de septiembre de 1824 del
Gobierno de Colombia, pero también llamaba la atención acerca de la necesidad de una ley
564 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1838 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 8 565 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1839 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 10
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
233
especial que normase estos asuntos que definitivamente tenían hondo impacto en la economía
venezolana:
…“Podría asegurarse sin duda, que si no se conseguía la total reducción de las innumerables
tribus de indígenas que hoy vagan en el territorio de la República, por lo menos la mayor parte
de ellas, y excusado me parece manifestar las ventajas que resultarían al país con la
adquisición, porque tal puede llamarse, de millares de brazos para la agricultura de que tiene
tanta necesidad”566.
En la Memoria dirigida en 1840 al Congreso el Secretario del Interior hizo algunas
consideraciones sobre el extinto régimen de misiones en Guayana en el que –afirmaba- habían
llegado a 26000 los indígenas viviendo en poblados bajo la tutela de los misioneros, para
luego, con los avatares de la guerra y el consecuente descalabro del sistema, verse diezmada
esta población para situarse en 1837 en 2821 individuos567.
Para finales de 1839 se discutía en las Cámaras un proyecto de ley sobre reducción y
civilización de Indígenas, por lo que la información pedida al Gobernador de Guayana para la
expedición de algunos decretos quedaba sin efecto a la espera de ese instrumento. Sin
embargo, el mismo Gobernador había tomado algunas otras medidas en su jurisdicción que el
Secretario consideraba del todo acertadas, y que habían conducido al establecimiento de
relaciones y reducción de algunos grupos de indígenas en Río Negro, en la región del Caura y
en el Bajo Orinoco.
Más adelante esbozaría determinados trazos de aquellos procedimientos exitosos así como el
fundamento ideológico de los mismos. Decía el Secretario que el Gobernador se había valido
ciudadanos criollos y aun de indígenas para lograr la salida y reducción voluntaria de los
566 Idcm. 567 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1840 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 3
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
234
grupos que lo habían hecho desde el año 1837. A falta de sacerdotes se había recurrido a laicos
para la enseñanza del castellano y de la religión católica.
El Secretario señalaba que solamente nueve de los doctrineros ubicados en las poblaciones
más grandes tenían una asignación de algunos pesos mensuales, mientras que otros lo hacían
gratuitamente, esto es: ...”por el pequeño servicio que los jóvenes indígenas les prestan
cargándoles agua y leña”568. A decir verdad, no eran solamente intenciones altruistas las que
se expresaban si suponemos, con fundada razón, que tras esas edulcoradas expresiones, se
ocultaban la servidumbre y semiesclavitud de la que eran objeto los indígenas bajo tutela de la
sociedad nacional.
Por lo demás, quedaba claro el respaldo del Gobierno Central a lo actuado para impedir el
libre tránsito de los indígenas recién reducidos a solicitud del Gobierno provincial, ellos se
encontraban bajo un régimen excepcional, protegidos sí, pero no gozaban de los derechos que
sí tenían el resto de los ciudadanos, incluidos los indígenas que vivían en resguardos por
muchos años. Los indígenas recién reducidos carecían de esa condición:
“Persuadido el Gobierno que las leyes que consideran a los indígenas con los derechos y
deberes de los demás ciudadanos, se refieren solo a los que por multitud de años se hallan
reducidos a pueblos ya civilizados y que como tales han entrado en el goce de sus resguardos,
y de ninguna manera a los nuevamente reducidos que ignoran nuestro idioma, que no conocen
religión alguna, y que carecen de los más simples conocimientos sociales, y convencidos al
mismo tiempo que serían ineficaces cuantas medidas dictara para la reducción siempre que se
dejara a estos en libertad de abandonar el pueblo en que se encontraban, cómo y cuando se les
antojara mudando de domicilio como cualquiera otro ciudadano, dispuso a consulta del
Gobernador de Guayana, que ni las autoridades del lugar donde se están reduciendo, ni de las
de otros algunos, deben permitirles el que muden de domicilio sin expreso permiso del
Gobernador de la Provincia a cuyo cargo está su reducción”...569
568 Ibid. P. 4 569 Ibid. P. 5
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
235
Como veremos, estas resoluciones que impedían el libre tránsito serán derogadas más
adelante. Para las sesiones del Congreso en el año 1841, la información y las decisiones
tomadas en relación al ramo de indígenas no deben separarse de las propuestas para fomentar
la inmigración. El Secretario del Interior instaba al Congreso a aprobar la Ley de Reducción y
Civilización de Indígenas para lo cual exponía razones que ratificaban el pensamiento de los
nuevos republicanos, anclado por una parte en las necesidades presentes, pero, recordando al
mismo tiempo al pasado colonial en la eficiencia del sistema adoptado para incorporar a la
masa aborigen al fomento de la producción:
“Promuévese con interés la inmigración de europeos, y es sensible que hasta ahora no se hayan
dictado eficaces medidas para hacer salir de nuestras selvas a millares de indígenas que las
habitan. Con leyes bien combinadas, acompañadas de medios bastantes para acometer la
empresa, la República lograría atraer a su seno esta clase desgraciada y daría a su industriosa
población un notable incremento”.570
En la misma sección decía el Secretario al referirse a la Ley lo siguiente:
…”La Ley ha de contener generosas concesiones a los indígenas; debe poner en manos del
Poder Ejecutivo medios suficientes para promover la reducción y civilización; autorizarle para
establecer en las nuevas poblaciones curas bien dotados, y para expedir los reglamentos
convenientes, que serán modificados o alterados según lo aconseje la experiencia; en fin será
necesario declarar, que los deberes que la Constitución y las leyes imponen a los venezolanos,
no obligan inmediatamente a los indígenas. Este es un punto muy sustancial. Primero es educar
a los indígenas y hacerles conocer sus derechos; después sabrán que el goce de derechos
engendra deberes. Bajo un régimen excepcional es que puede emprenderse esta obra
importante”.571
Las bases ideológicas de la empresa civilizacionista marcaban el devenir de los años
subsiguientes. De momento nos quedan –como elementos de este planteamiento- la necesidad
de educar, en el castellano, en la religión, en la asimilación de derechos y deberes, en el
570 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1841 el
ecretario del Interior y Justicia. P. 14 571 Ibid. P. 15
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
236
trabajo, en el sentido y significación de la producción y, sobre todo y de manera inmediata, en
la aceptación del poder, de las normas y de las autoridades encarnadas por quienes la ejercían
en las misiones y en las cabeceras cantonales. En cuánto tiempo anhelaban los estadistas de
entonces el éxito de esta iniciativa, o cuál era el peso que ejercían los comerciantes,
terratenientes y en general los criollos habitantes de las localidades, si se les miraba como
obstáculos, si cumplieron o no con su tarea de seglares en un régimen republicano misionero.
En fin, si era posible la empresa civilizadora tal y cómo se anunciaba.
5.1.2.- Hacia la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas y los decretos orgánicos
para las misiones en Guayana, especialmente en el Cantón de Río Negro. La experiencia
guayanesa. Legislación, medidas y acciones anteriores al año 1841
La perspectiva según la cual era urgente activar la producción de plantíos y ganaderías, ganar
nuevas tierras para la extensión de la producción, activar las unidades otrora en manos de los
misioneros capuchinos o franciscanos, como las posesiones del Caroní o la elaboración de
aceite de los huevos de tortuga de las playas del Alto Orinoco en Caicara y La Urbana, o bien,
el hato ganadero de Carichana, suponían el empleo de la mano de obra indígena, el principal
activo en Guayana, hubiesen conocido o no el régimen de misiones, hubieren o no estado
reducidos a poblado en algún momento.
La movilización del comercio interior hacia o desde cualquiera de los puntos del Orinoco,
requería del empleo de baquianos y cargadores asentados en poblaciones cuya función era
apoyar el transporte de mercaderías y embarcaciones por los ríos y sus raudales, verdaderos
obstáculos a la navegación franca por la intrincada red fluvial y principalmente por el Orinoco,
descollando los imponentes raudales de Átures y Maipures.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
237
Antes de 1830 fluyeron informes y solicitudes de padrones de pobladores e industriales572, así
como noticias de jefes políticos desde distintos puntos de la Provincia, sobre conversaciones
mantenidas con diferentes comunidades para aceptar poblarse en puntos que permitiesen el
control de las autoridades republicanas. Así se explican las medidas del Gobernador y las
autoridades de los diferentes cantones nombrando funcionarios especializados en la reducción
y relación con los pueblos indígenas: capitanes pobladores y doctrineros. El Gobierno de
Colombia, con cierta regularidad recordaba la obligatoriedad del cumplimiento de las leyes y
572 En el Archivo Histórico de Guayana reposa un volumen significativo de expedientes relativos a los padrones
de población solicitados con anterioridad a 1830, así como los padrones de hacendados de toda Guayana,
incluido Río Negro. Esta documentación constituye una fuente que seguramente abundará en un abordaje más
complejo tanto de la historia económica como de la demografía histórica de esta región venezolana. Ver al
respecto:
AHG. Gobernación de Guayana. Oficios, 1823. 27 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Padrones de los cantones: Alto Orinoco, San Pedro
del Caura, Antigua Guayana, San Luis de Guaraguaco (incluye oficios remitiéndolos). Enero- agosto 1823. 57
folios. Sign. 11.3.59.1,
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Padrón del Alto Orinoco. 1823, 5 folios. Sign.
11.3.59.1
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Padrón de Río Negro. Septiembre 1823, 32 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Censos de las parroquias de: Catalina, Piacoa, San
Miguel, Caroní, San Félix, Morocuri y Puga. Mayo 1823, 41 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Censos de las parroquias de: La Encaramada,
Parguaza, Carichana, Altagracia, Urbana, Cuchivero. Junio 1823. 45 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Censo de la parroquia Tórtola. Mayo 1823. 8 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Censo de la parroquia de San Luis de Sacupana.
Mayo de 1823. 11 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Padrón de la parroquia Piacoa. 1824. 4 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Padrón del Bajo Orinoco. Abril- mayo 1824. 40
folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Padrones de las parroquias: Puga, Antigua Guayana y
Piacoa. 1826. 13 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios sobre remisión de relación de haciendas,
hatos y animales (…) Relación de haciendas, conucos, trapiches y alambiques (…) Agosto- diciembre 1826, 10
folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios sobre solicitud de estadísticas de poblaciones
de la provincia de Guayana. Incluye cuadros estadísticos. Enero- diciembre de 1828, 24 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Registro de las industrias en ejercicio que existen en
el Cantón de Barceloneta. Agosto 1828, 5 folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Registro de las clases de industria que existen en la
Parroquia de Santa Marta, Magdalena de Currucay, Cantón de Barceloneta, San Pedro de las Bocas. Julio 1828, 3
folios.
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Censos de las parroquias de: Angostura, circuito de
Upata y Pastora, Cantón Guayana Vieja, Barceloneta, Santa Marta, Magdalena de Currucay. Enero- diciembre
1828, 34 folios.
A los efectos del presente trabajo recurrimos a las cifras aportadas por investigadores como Pedro Cunill, además
de censos levantados durante el período colonial y durante la República, como son los levantados por Manuel
Centurión y Agustín Codazzi. Ver al respecto el Capítulo Segundo: 2.- La provincia de Guayana
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
238
decretos referidos al ramo de indígenas, en sus departamentos habitaban multitud de pueblos
de manera autónoma, sin conocimiento o al menos sin sujeción a las leyes y a la vida en
policía, leyes éstas que produjeron muy pocos cambios y de las que haría mención permanente
el Poder Ejecutivo venezolano y el de Guayana a partir del año 1830.
En las líneas subsiguientes detallamos algunas de estas primeras noticias anteriores al año en
que se promulga la Ley sobre Reducción y Civilización de Indígenas, las cuales son
reveladoras acerca de cómo eran percibidas las necesidades del progreso en la región y el
papel que debían jugar –según esa óptica- los pueblos indígenas. En el centro del análisis se
encuentras las denuncias que revelan las contradicciones de los deseos expresos de aquellos
gobernantes y la actuación de los terratenientes, comerciantes, jefes locales y de buena parte
de los vecinos criollos o españoles que, en la opinión de muchos coetáneos comprometía el
logro de tan “elevados propósitos”.
En el año 1824 era remitido a Guayana desde Cumaná el decreto de 30 de julio sobre
reducción y civilización de indígenas del Gobierno de Colombia. En el oficio se instaba al
Gobernador de la Provincia a que informara sobre las tribus de indígenas no reducidos o
“salvajes” existentes en su territorio, ordenando que se entregasen tierras para las
comunidades que así lo conviniesen y se formen para que criasen ganado:
“En aquellos departamentos en que las tierras sean propicias para ganados y en que estos se
proporcionen con facilidad a cada nueva población de indígenas que se hayan formado, se les
darán veinte y cinco reses para establecer sus hatos de comunidad, que provea en lo venidero a
las necesidades (ilegible) más urgentes de la parroquia ”…573
En el año 1825 el Intendente del Departamento del Orinoco dirigía al Gobernador de Guayana
un recordatorio del mismo tenor que el anterior en el que instaba a dar cumplimiento al
decreto de 30 de julio de 1824, además del de 11 de septiembre de 1825 sobre el mismo
573 AHG. Decreto sobre civilización de indígenas. Año 1824, mes agosto. 3 folios.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
239
asunto. Acompañaban al oficio un conjunto de decretos referidos a diversas cuestiones
aprobadas por el Ejecutivo de Colombia en ese año574.
La puesta en práctica de aquella normativa y de las recomendaciones para su ejecución,
proporcionando a los indígenas un trato amigable y para nada represivo, se contradecía las
más de las veces en la realidad de las relaciones de los pueblos habitados por indígenas con los
jefes locales y la generalidad de los vecinos criollos. Si bien ya hemos narrado líneas atrás
algunas de estas actitudes denunciadas en diferentes momentos del período en estudio, en el
año 1826 se hacían evidentes. Tras la fuga de algunos indígenas de los pueblos de Pastora y
Miamo en las cercanías de Upata, el jefe político de aquella localidad informaba que la razón
de su huida había sido el verano y la larga sequía, sin embargo, la razón principal era el injusto
e inaceptable régimen de servidumbre a que se encontraban sometidos:
…”que se fugan dichos naturales porque se les obliga salir fuera de sus parroquias y Cantón a
prestar sus servicios a particulares, y que por esta razón, mientras sean destinados a aquellos
servicios, pierden sus labores en su dicha parroquia”575.
La respuesta del Ejecutivo de la Provincia fue recordar el estricto cumplimiento y apego a las
leyes de Colombia en la materia para evitar estos problemas, que no hacían sino agravar el
cuadro general de despoblación de la Provincia576.
Las buenas intenciones y el trato amigable para con los indígenas queda testimoniado en el
informe que dirigió José María Rodríguez, Corregidor de Río Negro para el año 1829, al
Gobernador de Guayana camino a San Fernando de Atabapo a su paso por los pueblos de
574 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Decretos. 1825, febrero- noviembre. 575 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Marzo- noviembre 1826. José María Rodríguez,
Jefe Político de Upata, al Gobernador de Guayana. Upata, marzo 19 de 1826. 10 folios. 576 Cfr. AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Marzo- noviembre 1826. 10 folios.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
240
Átures y Maipures, para quienes pedía asadones y machetes como regalos y muestra de buena
voluntad:
...”cuando pasé por los dos grandes Raudales de Átures y Maipures, para venir a encargarme del
Juzgado Político, dispuse en aquellas arruinadas e insignificantes parroquias que unas rancherías
inmediatas a ellas de Guahibos y Piaroas (...) viniesen a poblarse a las referidas parroquias,
habiendo tenido el gusto de hablarles y prestarles confianza a algunos de sus habitantes a este fin
los que seguramente creyeron en las exhortaciones que les hice, en razón que en la parroquia de
Maipures se están avecindando y haciendo sus casas según he sido informado”...577
Un par de años antes el mismo Rodríguez, en su visita a los pueblos del Guainía y Río Negro:
Baltazar, Yavita, Pimichín, Maroa, San Miguel, Tiriquín, Solano, Quirabuena y San Carlos
dejaba muy claras las intenciones del gobierno en cuanto al trato que debía serle dispensado a
los indígenas y a los deseos de que se restituyesen a sus antiguas misiones, resumiendo en su
argumentación cuán necesaria era la repoblación de los antiguos establecimientos de origen
colonial:
“Creo Señor no haber hecho otra cosa en las parroquias visitadas que llamar la atención en
todas sus partes los deseos del Supremo Gobierno y los de esta Gobernación, estableciendo a
mi entender por decretos de aquel, estimulando bastante a sus vecinos y todos los indígenas a
que vivan reunidos en sociedad para que formando familias edifiquen en cada una de sus
parroquias el número de casas igual a aquellas, reedifiquen los pequeños templos, pequeñas
casas rurales, y reales que antiguamente habían en cada una de ellas para que conserven la sana
moral y obedezcan a sus respectivas autoridades de que resulta el buen orden, a todas estas
disposiciones se han prestado generosos (...) con respecto a la conservación de estas clases de
gentes algunos de los que andaban prófugos en la inmensidad de guaridas monteras que se
hallan a los cuatro vientos de este Cantón y muy inmediatas, se han presentado a sus
parroquias, trayendo consigo algunas familias de aquellas. Esta conducta me da muy buenas
esperanzas”578.
577 AGN. Corregimientos. De José María Rodríguez al Gobernador de la Provincia de Guayana, sobre la visita
de las parroquias de Átures y Maipures. San Fernando de Atabapo, 5 de noviembre de 1829. Tomo I, folio 86. 578 AGN. Corregimientos. Comunicación de José María Rodríguez al Gobernador de Guayana, participándole el
resultado de su ida a las parroquias de Baltazar, San Antonio Yavita, Pimichín, Maroa, San Miguel, Tiriquín,
San Carlos, Solano y Quirabuena. Tomo I, folio 84
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
241
En Upata y su zona de influencia, encontramos otras referencias en el Archivo Histórico de
Guayana, en cuanto al avance de las haciendas de criollos en tierras de las antiguas misiones
del Caroní, antes y después de 1830579, así como la recurrencia al trabajo indígena, fundado en
la obligatoriedad de cumplir lo que se les ordenara, impidiendo o limitando la libre movilidad
de todo aquel que habitase en pueblos sedentarios y estuviese por tanto sometido a las
autoridades. Sobre esto último es interesante observar el testimonio de Francisco Fernández,
jefe político de Upata hacia 1823, quien comunicaba al Gobernador la imposibilidad de
restituir a los indígenas de la misión de Ayma al pueblo:
“En el mes de junio pasado, por disposición del Señor Conde, fue el Capitán de Naturales de la
Parroquia Ayma a las montañas del Supamo con el pretexto de explorar sus compañeros para que
se restituyesen a los pueblos, este volvió al cabo de 2 meses diciendo que los indios no quisieron
salir, esto es, los pocos que encontró, porque los demás de todo aquel continente se estaban
reuniendo con Zabala en la parte alta del Yuruari. Esto nos contó pero quién sabe si es mentira,
porque los indios para sus cosas o picardías, saben más que nosotros”580.
Apenas unos días antes (3 de enero), Fernández consultaba al Gobernador acerca de la libertad
de que gozaban los indígenas. Alarmado, acusaba a criollos instigadores para que ellos –los
indígenas- huyesen de los pueblos seguramente para colocarlos a su servicio y provecho
personal, augurando el total abandono si no se empleaban medios coercitivos contra los
indígenas pero también contra los criollos:
“Sin embargo de hallarme bien impuesto de la Ley del Soberano Congreso sobre la libertad de
estos indígenas, no puedo menos que molestar la atención de Usted consultándole si los
naturales que se hallan fuera de sus respectivos pueblos o parroquias, deben volver a más de
grado o por la fuerza; máxime cuando hay muchos que los aconsejan, ocultan y defienden
predicándoles que pueden vivir donde quieran como personas libres. Siendo de este modo, y
que tales consejeros o seductores, por el bien que les reporta, se burlan de mis disposiciones y
de las de todos mis subalternos, no podré yo en ningún tiempo ser responsable ni responder por
unos pueblos que están insubordinados, insubordinados digo, porque no obedecen las órdenes
del jefe que los gobierna; con cuyo motivo se están acabando insensiblemente estas
579 Vid. Supra Capítulo Segundo: 2.3.- La sociedad. Breves y no exhaustivos apuntes acerca de su estructura y
conflictos 580 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1823. El Jefe Político de Upata,
Francisco Fernández, al Gobernador de Guayana. Pastora, 8 de enero de 1823.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
242
poblaciones; y si el Gobierno no me faculta competentemente para que los indios todos
vuelvan a sus pueblos, y de consiguiente pueda castigar a los que se opongan a las
disposiciones de Usted, desde luego serán concluidos los pueblos”581.
Este conflicto no sería el primero ni el último en el Cantón de Upata con relación a la mano de
obra indígena, verdadero centro de la disputa. Años después, en plena ejecución de la Ley de
1841, tendrán lugar problemas similares no menos virulentos en ese mismo Cantón, pero
también en otros como Río Negro.
Es necesario señalar que las medidas para atraer y restituir a los grupos indígenas a poblados
sedentarios tienen tras de sí el nada noble propósito de contar discrecionalmente con mano de
obra barata en condición de servidumbre. Prueba de ello son los constantes reclamos y
solicitudes formulados en ese sentido desde todos los puntos de la Provincia, pero
especialmente desde Upata y sus alrededores582. La falta de brazos para el trabajo en el campo
se extendía no obstante más allá de esa villa y sus comarcas, hacia el Bajo Orinoco se
manifestó claramente la preocupación al tratarse el empleo de los baquianos para el tráfico
fluvial por el Delta y de cómo abandonaban sus conucos y el servicio a los terratenientes
criollos por esta otra actividad583; análoga preocupación manifestaron los vecinos criollos de
581 El Jefe Político de Upata, Francisco Fernández, al Gobernador de Guayana. Upata, 3 de enero de 1823.
Idem. 582 Entre los expedientes consultados por nosotros respecto de las solicitudes de peones indígenas para adelantar
los trabajos en las haciendas podemos citar los siguientes:
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Acta de la Municipalidad de Upata solicitando el
auxilio de peones indígenas. Marzo- octubre de 1827
AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios sobre: copia de bando alusiva a facilitar a los
hacendados las tandas de indígenas que necesiten para el trabajo de sus labores (…) Febrero- noviembre 1829,
18 folios
Ambos se refieren a solicitudes hechas desde Upata.
Citemos dos testimonios sobre las actuaciones del Concejo Municipal de Upata en 1837. En una de sus sesiones
había acordado pagar en productos el trabajo de las “tandas de indígenas” puestos al servicio de los labradores
criollos. En otra de sus sesiones acordó prohibir al juez de paz de Cupapuy que usase del trabajo indígena para su
provecho personal sobre la base de una regla arbitraria del funcionario, según la cual los indígenas estaban
obligados a trabajar de acuerdo con su capricho. En ambos casos, el primero, acudiendo a la normativa vigente, y
en el segundo como ilustración de un abuso de autoridad, se pone en evidencia la situación de servidumbre de los
indígenas. Cfr AHG. Ejecutivo de la Provincia. Gobernación. Oficios. 1837. Concejo Municipal del Cantón
Upata. Sus trabajos en el año. 1837. 113 folios. 583 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Falta de labradores indígenas. 1832, 2 folios.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
243
Río Negro584. En ambos casos la actitud del Ejecutivo provincial fue buscar información que
permitiese tomar decisiones acertadas que llevaron a restringir el libre tránsito de los
indígenas.
Para el año 1835, a propósito de una circular dirigida por el Gobernador a los jefes políticos se
evidenciaban algunas circunstancias propias de cada cantón, de los problemas o los que eran
tenidos por tales en relación con los pueblos indígenas, especialmente en lo concerniente al
cumplimiento de esa ley. Tal era el caso de la tenencia de la tierra y de la actitud de los
indígenas, o de muchos grupos y comunidades, respecto de la vida en poblados sedentarios
bajo sujeción de la autoridad. La misiva tenía por objeto solicitar el cumplimiento de lo
establecido en la Ley de 1821 para formar las listas de los indígenas que habitaban en la
jurisdicción que tuvieran derechos a sus resguardos585.
Las respuestas no se hicieron esperar. El de Upata afirmaba que era casi imposible hacerlo y le
pedía orientaciones al respecto; además, y éste era el caso de aquellas tierras antaño asiento de
las misiones del Caroní, algunas o muchas se encontraban entre las que ocupaban o pretendían
hacerlo –seguramente- los dueños criollos de hatos y sementeras:
…“espero que Usted se sirva orientarme de cuáles son los indígenas que tienen derecho al reparto
de los resguardos; esto es: si por cabeza de familia, si por edades, si a las mujeres viudas y solteras,
pues como en este país jamás se introdujo este método absolutamente lo ignoro y no hay tampoco
reglamento que me dirija.
Consecuente a lo antedicho se deja conocer que no se puede designar la extensión de dichos
resguardos porque cada pueblo tenía la inmensidad de terrenos que mediaban entre una y otra
misión; y esto también ofrece la dificultad para la división para lo cual es preciso (…) darle a la
parroquia los ejidos que además le corresponden (…)
584 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Pago a indígenas por trabajos e industrias del
Cantón, 1836, 5 folios. 585 La ley en cuestión es la denominada: Ley de 4 de octubre de 1821 sobre extinción de los tributos de los
indígenas, distribución de sus resguardos y exenciones que se les concedan, que establecía en su artículo 5º lo
siguiente: “Art. 5º. El Gobierno mandará formar inmediatamente listas muy exactas de los indígenas que en cada
pueblo tengan derecho al repartimiento, y tomará informe de la extensión de los resguardos, de las dificultades
que ofrezca la división y de los medios para verificarla, de los gastos que deban hacerse y de dónde deban
abonarse. De todo lo cual se dará cuenta al próximo Congreso”. (ARMELLADA, Cesáreo Fray de (Compilador).
Fuero Indígena Venezolano (Parte II. Período de la República) P. 20
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
244
Se ofrece también para que estos indígenas permanezcan poseyendo los resguardos que se les
preceptúan, porque propenden a la vagancia de un lugar a otro, no hay medios de establecerlos y
fijarlos”…586
Desde el Alto Orinoco, Moitaco y Piacoa manifestaban dificultades para cumplir con la Ley
aludiendo desconocimiento de la misma y falta de medios para hacerlo, entre ellos el contar
con personas que tuviesen los conocimientos mínimos necesarios como saber leer y escribir.
No obstante fueron remitidas listas de los indígenas habitantes de esas extensiones,
avecindados en comunidades cercanas a las villas de criollos y censados la mayoría de ellos
como labradores587.
En ese mismo año el Concejo Municipal de Upata promulga un reglamento para el trabajo de
los indígenas en el que se fijaban las tarifas que debían pagarse por los trabajos que realizaran.
Se esperaba corregir muchos abusos en procura de preservar ese bien preciado que era la mano
de obra indígena. El mismo fue remitido a la Gobernación para que se le diera su
aprobación588. Mientras esto ocurría en esa villa, desde distintos puntos de la geografía
guayanesa se denunciaban atropellos de diversa índole, bien fuera por la ocupación ilegal de
tierras, la sobreexplotación o el incumplimiento de la normativa vigente. Al respecto llegaban
denuncias desde Moitaco por boca de su jefe político589, pero también desde San Fernando de
Atabapo, cuyo jefe político respondía a la comunicación del Gobernador que decía haber
586 AHG. Indígenas. 1835. El Jefe Político de Upata, Antonio Gómez, al Gobernador de la Provincia de
Guayana. Upata, 20 de enero de 1835. 54 folios. 587 Cfr. El expediente anteriormente citado, pero también otros con similar contenido:
AHG. Oficio remitiendo padrones de los indígenas del Bajo Orinoco, 1835, 13 folios (incluye los padrones)
AHG. Oficio remitiendo padrón de las familias indígenas del Cantón Alto Orinoco, 1836, 7 folios (incluye los
padrones)
AHG. Oficio remitiendo cuadro de los naturales del Cantón Río Negro, 1836. Junto a estadísticas de nacidos,
casados y muertos de distintos puntos de la provincia.
AHG. 1836. Padrón de los padres de familia indígenas; lista de indígenas vecinos de la parroquia San Pedro.
AHG. Gobernación. Oficios, 1837. Censo. 1837 (El de la población del Cantón Moitaco), 4 folios., 84 folios. 588 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. El Jefe Político de Upata al
Gobernador de Guayana comunicándole la expedición del Decreto Reglamentario del Servicio de Indígenas.
Upata, 14 de mayo de 1835. 589 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. El Jefe Político de Moitaco al
Gobernador de Guayana, comunicándole los atropellos de algunos criollos en contra de indígenas. Moitaco, 29
de marzo de 1836
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
245
recibido informes y quejas respecto de lo insignificante del pago que recibían los peones
indígenas por su trabajo590.
A partir de los años 1835 y 1836 se observan cambios en las acciones seguidas para con los
pueblos indígenas, en las que resaltan éxitos en la tarea de atraer comunidades indígenas a la
vida sedentaria. Reseñamos algunas de estas evidencias: la preocupación por asignar
resguardos en una provincia como Guayana donde, al menos en la mayoría de sus cantones si
no en todos, no se desarrolló en propiedad esta institución, la tarea de atraer comunidades y
fundar con ellas algunos pueblos, la reglamentación del trabajo indígena y la intención de
cortar los “abusos” que se cometían en los que la Gobernación jugó un rol relevante, los
compromisos asumidos por algunos agricultores dueños de tierras en el sentido de procurar
instrucción a los indígenas peones, lo cual traduce un cambio –al menos en la palabra- por
buscar unas relaciones menos coercitivas para con los indígenas: atraerlos con regalos, entre
ellos herramientas de trabajo; finalmente, hace aparición la figura del capitán poblador.
En cuanto a la asignación de resguardos señalamos las dificultades que algunos funcionarios
manifestaron en 1835. Ello no quiere decir que no se intentara hacerlo. Tal es el caso del
Cantón Piacoa, desde esa cabecera comunicaba el jefe político las posibilidades de asignación
de los resguardos a los indígenas en atención a que fuesen señalados en lugares diferentes a los
ejidos, en todo caso pedía aclaratorias en cómo hacerlo de la mejor manera:
“Y lo digo a Usted para que si fuese necesario el señalar las tierras para los resguardos de estos
pueblos, que creo deben estar separadas de las que corresponden a ejidos, se digne ilustrarme
en el particular indicándome el terreno en el que se deben señalar, esto es, en los mismos ejidos
o fuera de ellos, y en cuánta cantidad a cada pueblo”591.
590 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. El Jefe Político de Río Negro,
Francisco Piña, responde a la nota del Gobernador de la Guayana relativa al maltrato que reciben los peones
indígenas. San Fernando de Atabapo, 27 de mayo de 1836. 591 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. Anselmo Tovar, Jefe Político de
Piacoa, al Gobernador de Guayana, sobre la asignación de resguardos a los indígenas del Bajo Orinoco.
Piacoa, 2 de junio de 1836.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
246
Este funcionario, al informar sobre la fundación de un pueblo nuevo de Warao en el caño
Culebra, reconocía las dificultades que se presentaban; aunque no fuese muy explícito,
afirmaba que eran muchos los que habitaban en esos caños y se resistían a que se les sujetara a
las autoridades, cambiando su vida libre por esa otra, que él argumentaba como una
característica intrínseca de aquellos pueblos:
…”sólo en el caño Araguao hay reuniones de indios monteros, si no en todos los caños o brazos
en que se divide o separa el Orinoco desde esta Parroquia para abajo que son muchos y todos
pertenecientes a este Caño; pero estos indios no son capaces de salir de sus guaridas aunque se les
ofrezcan las ricas minas del Potosí (…) y sólo con el rigor y la fuerza usado con tino es cómo se
podría lograr sacarlos a los pueblos formados”…592
Ratificaba que aquella comunidad que había aceptado poblarse, había sido dotada de
herramientas y otros enseres como muestra de buena voluntad y del apoyo del gobierno al
acuerdo de palabra. Más adelante, informaba que su hermano Pablo Tovar traía noticias
alentadoras sobre la reducción de algunas comunidades de ese mismo caño Araguao. Diez
capitanes indígenas habían aceptado venir a la capital cantonal a reunirse con él para poblarse
en sitios bajo su control:
…”la reunión de todos ellos y su establecimiento creando no en las parroquias, al menos a
inmediaciones de ellas donde puedan ser útiles al Cantón, prestados sus brazos para la
protección de la agricultura”593.
También ver al respecto: AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. Tierras
baldías. Sobre ejidos en Piacoa ocupados por indígenas. 1836, 3 folios. 592 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. Formación de pueblo en el caño de
la Culebra. Entrega de mercancía a los indígenas.
Independientemente del lenguaje pleno de racismo, es importante reseñar un pliego de ocho folios útiles con un
escrito que su autor titula: Vida y Costumbres de la Nación Warao. En el mismo se consignan importantes
apreciaciones que sirven para comprender las relaciones de esa nación con los criollos avecindados en los
pueblos principales del Cantón Bajo Orinoco. El mismo está firmado por José Avila en Guayana (no sabemos si
se refiera a Antigua Guayana), el 28 de septiembre de 1836. AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana.
Gobernación. Oficios. 1836. Salud pública de la Nación Warao en el Cantón Bajo Orinoco. 1836, 8 folios. 593 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. Reubicación de un pueblo de
indígenas del Caño Araguao en el Bajo Orinoco y censo de poblados. 1836, 3 folios.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
247
Venían buenas noticias para el Gobernador guayanés y para el Gobierno Central desde la Villa
de San Isidro de Barceloneta. El Secretario del Interior y Justicia informaba al Gobernador,
como consecuencia de lo que éste le hubiera dicho con anterioridad, que tenía 500 pesos a
disposición en la Aduana de Angostura correspondientes a la partida de Gastos Imprevistos,
que se podrían utilizar a propósito de la presentación de tres familias, la probable salida de dos
familias más y de otro grupo adicional que se “encontraba en la montaña”594. Hemos de tener
en cuenta que esos gastos iniciales estaban relacionados con proveer a los indígenas de
algunas herramientas595; parte de los gastos en el ramo de reducción de indígenas para
Guayana aprobados y destinados a ese fin por el Gobierno Central fueron empleados de ese
modo596.
Otros informes llegaron desde Río Negro; el Gobernador de Guayana transcribía una
comunicación del jefe político de ese cantón del 11 octubre de 1837, en que informaba de las
conversaciones sostenidas con un capitán Yaruro (Pumé) del río Meta de nombre José
Antonio, quien le manifestó su voluntad de avecindarse en Átures trayendo a otras familias
bajo su dirección:
...”yo les he permitido su solicitud, señalándoles posturas para que hagan sus casas, siempre con
la mira de que están a la vista del Juez, y que el pueblo se engrandezca en su fundación”...597
594 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. El Secretario del Interior y Justicia
al Gobernador de Guayana, acerca de los 500 pesos disponibles a propósito de la salida de varias comunidades
indígenas y su presentación en la Villa de Barceloneta. Caracas, 9 de julio de 1837. 595 Muy probablemente la lista de los enseres que se proveyeron a estos indígenas sea la que localizamos en el
Archivo de la Cancillería en Caracas. Allí se relacionan: media docena de machetes, una docena de zarcillos de
cobre, una docena de sortijas de cobre, media docena de peines de cacho, media docena de cuchillos guayacán,
etc. Ver: AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Comprobante Nº 6, importe 18-06.
Caja 132. Sin foliación. 596 Parte de los comprobantes de gastos se encuentran en el Archivo de la Cancillería. Ver: AGC. Archivo
Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Volumen 132. 597 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Nombramiento de empleados antes de la
organización del Distrito. Comunicación del Gobernador de Guayana al Secretario del Interior y Justicia.
Angostura, 9 de enero de 1838. Volumen 244.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
248
Para el 8 de septiembre de 1838, el Juez de Paz de Maroa informaba al jefe político del Cantón
que se habían presentado un grupo de indígenas con el objeto de fundar un pueblo en el río
Tomo donde años atrás existió el pueblo de San Antonio, enviando anexa la lista de los
indígenas reducidos598. Casi un año después participaba del ofrecimiento de un grupo de
indígenas del caño Uba de Casanare. Informaba que otra comunidad se había aproximado a
San Fernando de Atabapo: …”y que se aplican a aprender a rezar”599.
Estas y otras noticias constituían la base en la cual el gobierno fundaba sus esperanzas en
adelantar las reducciones. Sin embargo los problemas persistían y no todo eran buenas
noticias. A riesgo de incurrir en excesos en cuanto a los hechos que tuvieron lugar en estos
años, no podemos dejar de citar las preocupaciones y actuaciones del Concejo Municipal de
Upata sobre la falta de brazos, lo cual era rechazado en razón de la libertad de que gozaban los
indígenas para moverse por las distintas jurisdicciones de la provincia600.
Al calor de ese problema en el que –insistimos- los perjuicios a la economía de las comarcas
interiores guayanesas era uno de los aspectos a considerar, pues del otro lado se encontraban
los indígenas, a quienes se quería atraer con promesas y herramientas, tenemos la solicitud de
Pedro Manzano, vecino del Bajo Orinoco por trece años, según relataba en su pliego petitorio
al jefe político cantonal. Manzano, al igual que otros agricultores solicitaba la asignación de
una “tanda de seis peones indígenas”. Pero este agricultor criollo introducía un elemento
nuevo en su solicitud, ésta era la oferta que hacía de instruir a los indígenas y a sus familias,
no ya en una escuela de primeras letras, sino mediante el concurso de otros seglares:
“Señor Jefe Político Municipal. Pedro Manzano de este vecindario, respetuosamente me
presento y digo: que hace trece años que estoy avecindado en esta parroquia, y desde mi
598 Comunicación de Gregorio Díaz, Jefe Político del Cantón Río Negro, al Gobernador de Guayana. Maroa, 8
de septiembre de 1838. Idem. 599 Comunicación de Gregorio Díaz, Jefe Político del Cantón Río Negro, al Gobernador de Guayana. San
Fernando de Atabapo, 27 de julio de 1839. Idem. 600 Sobre estos sucesos consultar diversos documentos en: AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana.
Gobernación. Oficios. 1836
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
249
establecimiento procuré plantar, como efectivamente planté una hacienda de caña dulce con su
correspondiente alambique, habiendo convenido las más lisonjeras esperanzas de que para
sostener esta labor agrícola no me faltarían brazos; pero desgraciadamente ha sucedido lo
contrario, y mi corta heredad se (ilegible) a pique de perderla”…601
Solicitaba el auxilio de seis peones indígenas, y que no se les prohibiera movilizarse de una
parroquia a otra, comprometiéndose a pagar lo estipulado y a que serían atendidos
debidamente si caían enfermos, descontándoles lo que costase de sus jornales:
…”y que las personas que se encarguen de ellos procuren enseñarles algunas máximas
morales, y la doctrina cristiana para sacarlos poco a poco del estado salvaje en que se
encuentran. Estrictamente me ceñiré a tan laudables disposiciones si Usted me facilitase el
número de seis indios para evitar la pérdida de mi hacienda”…602
Esta es la primera noticia que tenemos en Guayana de una acción doctrinal por parte de un
terrateniente agricultor. Mucho más, se trata de una tarea que, hasta ese momento, se
circunscribió al control de la mano de obra, aquellas otras dirigidas a establecer los
mecanismos para señalar sus resguardos, la reglamentación de su trabajo y, como hemos visto
líneas atrás, la creación de planteles en algunas poblaciones a los que concurrieron
eventualmente niños indígenas.
5.1.2.1.- Capitanes pobladores, doctrinas y doctrineros entre 1830 y 1841
Más adelante aparecen los doctrineros, nombrados y reconocidos por el Gobernador para
cumplir esas funciones. Nada sabemos acerca de si las intenciones de Manzano se cumplieron,
601 AHG. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Oficios. 1836. Representación de Manuel
Manzano ante el Jefe Político de Piacoa, solicitando el auxilio de peones indígenas. 602 Idem.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
250
sin embargo esto constituye por si solo un dato significativo. Pero antes, y hasta donde nos es
dado saber en esos años, la primera clase de funcionarios especializados en el ramo de
indígenas que hace su aparición en Guayana y en Venezuela es el denominado capitán
poblador. Tenemos noticias de uno de ellos, curiosamente se trataba de un ciudadano francés
llegado a la región más arriba de La Esmeralda en el Cantón de Río Negro.
El 16 de enero de 1839, el Gobernador Tomás de Heres informaba de la visita que hicieron
Francisco Arnaud y cuatro indígenas al jefe político residenciado en San Fernando de
Atabapo:
“Arnaud y el patrón que lo ha conducido aquí, dicen que Maraguaca es la cabecera del
Orinoco, que está nueve días de navegación más arriba de San Carlos y dentro de los límites de
Venezuela”603.
Decía Arnaud que tenía algunos años viviendo en la selva y negociando, y había llegado a
Venezuela de manera fortuita encontrándose con una comunidad de indígenas en el caño
Marguaca con quienes se quedó a vivir por el grato recibimiento que le dispensaron, y
seguramente por los beneficios que le reportaba el comercio que había establecido con ellos:
“Que es francés de nacimiento y que ha estado 22 años en las posesiones brasileras: que por
casualidad, atravesando montes, se halló con los habitantes de Marguaca que lo recibieron bien
y que en consecuencia resolvió quedarse a vivir entre ellos, donde en efecto vive negociando
en zarza”604.
Arnaud venía a ofrecer sus servicios como una persona capaz de reducir a los indígenas
pretendiendo el cargo de capitán poblador. El jefe político de Río Negro respondió
positivamente a su solicitud nombrando capitanes indígenas a sus acompañantes605. Heres
603 AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento de empleados antes de la
organización del Distrito. Comunicación del Gobernador de Guayana Tomás de Heres, al Secretario del Interior
y Justicia. Angostura, 9 de enero de 1839. Volumen 244. 604 Idem. 605 Idem.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
251
resolvió formalizar el nombramiento, consultando su decisión al gobierno central sin dejar de
estimarla conveniente y complementaria de los esfuerzos que esa Gobernación venía
realizando en procura de los brazos y de la población, necesarios para el fomento y progreso
de la Provincia:
“Esta ocurrencia y la salida de indios en los cantones Capital, Alto Orinoco y Upata,
manifiestan que con alguna constancia y con un sistema conveniente, puede aumentarse
inmensamente la población, haciendo así bien a esta desgraciada especie de nuestros
semejantes, a esta provincia y a Venezuela toda. Me tomo la libertad de dar al Gobierno la más
expresiva enhorabuena, por el buen resultado que han tenido los oportunos y generosos
auxilios que me ha prestado; y séame permitido que manifieste también mi satisfacción en gran
parte, realizada la civilización de los indígenas que siempre he creído posible, necesaria y
conveniente”606.
La Secretaría del Interior encontró que no existía normativa que hablase de la figura del
capitán poblador, pero accedió a la solicitud por cuanto estimularía a otras personas que
quisieran emprender la tarea de reducir a los indígenas en un país urgido de población útil:
“Nada dicen las leyes de Venezuela sobre tales nombramientos de capitanes pobladores de
indios; pero no estando prohibido por ellas que se hagan y siendo indudable que esta
presentaría un aliciente a las personas que se quisieran encargar de la penosa comisión de
reducir y civilizar a la multitud de indígenas que vagan errantes (…) cree el que informa que
sería muy conveniente que el Gobierno adoptara este sistema como el más a propósito y menos
costoso al Estado para conseguir la reducción de los indígenas”607.
El nombramiento de Francisco Arnaud fue aprobado basándose en el artículo 4º del Decreto
del Poder Ejecutivo de Colombia del 11 de julio de 1826 en el cual se normaba la figura del
capitán poblador:
606 Idem. 607 AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento de empleados antes de la
organización del Distrito. Informe de la Secretaría del Interior y Justicia acerca de la comunicación del
Gobernador de Guayana de fecha 16 de enero de 1838 con destino a la misma Secretaría. Caracas, 6 de febrero
de 1838. Volumen 244. Sin foliar.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
252
“Cada una de estas poblaciones tendrá un jefe nombrado Capitán fundador (…) será nombrado
(…) entre las personas que tengan más influjo sobre los indígenas que sean capaces de
atraerlos a los nuevos establecimientos de fijarlos en ellos, y de ir poco a poco reduciéndolos a
la vida social”…608
A partir de ese momento la República conoció el primero de esta clase de funcionarios
nombrado sin asignación de sueldo. El 4 de diciembre de 1838 el Gobernador Heres
informaba sobre algunas de las gestiones cumplidas por Arnaud609, aunque su trabajo tropezó
con la oposición del que para 1840 fuera jefe político de Río Negro, a juzgar por el informe
que entregó él mismo al Gobernador Manuel Capella en la ciudad de Angostura el 10 de mayo
de ese año:
“Principió pues aquel funcionario a hostilizarme pretendiendo negarme la autoridad de que
estoy investido, so pretexto de que el despacho que se me expidió no está extendido en el papel
correspondiente; mas viendo la disposición que en mí hubo por sostenerme y no dejarme
sorprender con aquella novedad, ha fraguado o acogido una queja infundada y sin oír las
razones que yo le pudiese oponer, ordena declaratoriamente que me retire de aquellas
poblaciones sin tener que meterme con los indígenas”610.
Arnaud decía haber contribuido a fundar tres nuevas poblaciones: Nuestra Señora del
Remedio, San Francisco de las Llagas y Nuestro Señor Nazareno:
…”la primera está situada a las riberas del caño Marguaca, que desemboca en el Orinoco y con
sus aguas enriquece las de este. La segunda y la tercera en las del caño Castaña que cae en el
Sipapo”611.
608 Idem.
El artículo 5º del Decreto del 11 de julio de 1826, definía así las funciones de los capitanes pobladores o
fundadores:
Art. 5º. Las funciones de los capitanes fundadores serán:
1º.- cuidar de atraer a los indígenas y reducirlos a poblado; 2º.- mantener el orden en las nuevas poblaciones y
cuidar de la policía de todos sus ramos; 3º.- repartir a cada familia el número de fanegadas de tierra que necesite;
4º.- enseñar a los indígenas a construir sus casas, y a cultivar los frutos propios del país, entre los cuales, se
escogerán los que puedan serles más ventajosos”… Decreto de 11 de julio de 1826 sobre civilización de
indígenas. En: ARMELLADA, Cesáreo Fray de (Compilador). Ob. Cit. Pp. 27- 28
El artículo 6º hablaba del nombramiento de curas misioneros para catequizarlos, pero, en sentido estricto, los
capitanes fundadores, de acuerdo con el texto citado, no cumplían funciones evangelizadoras sino exclusivamente
pobladoras. 609 Idem. 610 AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento de empleados antes de la
organización del Distrito. Del Gobernador de Guayana al Secretario del Interior y Justicia, transcribiendo
informe del Capitán Poblador del Marguaca Francisco Arnaud. Angostura, 4 de mayo de 1840. Volumen 244 611 Idem.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
253
Por lo que decía, contenían un total de 300 habitantes y al parecer provenían de Brasil;
practicaban sus antiguas creencias y no eran proclives a aceptar el cristianismo:
“La lengua nativa y la general de Portugal son las que ellos acostumbran hablar (…)
Reconocen la existencia de un ente superior a todo lo crecido y lo llaman Agá o Tupana (Dios);
mas no obstante la bella índole con que la naturaleza los ha dotado, no ha sido hasta ahora
posible inculcarles todas las verdades eternas, de que absolutamente no tienen nociones”612.
En ese informe Arnaud solicitaba al Gobernador guardias armados que custodiasen las
reducciones y a su persona, pues denunciaba la presencia de brasileños que instigaban a los
indígenas a desobedecerlo.
Al año siguiente, Florentino Grillet, en su condición de Gobernador, comunicaba el
fallecimiento de Arnaud en San Carlos de Río Negro y el nombramiento de dos personas
como nuevos capitanes pobladores: Manuel Jacobo Sacramento (brasileño) y Sinforiano
Guzmán, esta vez con asignación de sueldo, siempre y cuando dieran muestras de éxito en su
trabajo:
“Sacramento ha convenido en recibir asignación, luego que presente algún resultado
satisfactorio de su encargo. En los mismos términos he nombrado al señor Sinforiano Guzmán
encargado de las fundaciones del Guaviare, y del éxito que tengan estos nombramientos daré a
Usted cuenta en lo sucesivo”613.
Estas designaciones no surtieron el efecto deseado. Tiempo después, Pedro Joaquim Ayres,
nombrado Director del Distrito de Reducción de Indígenas de Río Negro, comunicaba que no
existían reducciones sobre el Guaviare, y él mismo fundó un pueblo con el nombre de Castaño
sobre el río homónimo. Ni Sacramento ni Guzmán aparecieron después como funcionarios del
Distrito.
Pese a que en la documentación consultada se hace referencia al nombramiento de capitanes
pobladores, la verdad es que no hemos localizado otros similares en el resto de los cantones
guayaneses. Probablemente se deba al hecho de que el gobierno provincial prefirió designarlos
como doctrineros en lugar de hacerlo como capitanes pobladores, por cuanto estas personas
impartieron la doctrina cristiana con indígenas que se encontraban residenciados en los
612 Idem. 613 Florentino Grillet participa el fallecimiento de Francisco Arnaud y el nombramiento de dos capitanes
pobladores para sustituirlo. Angostura, 2 de noviembre de 1841. Ibid.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
254
establecimientos a los cuales fueron destinados, de los que la mayoría de estos nuevos
funcionarios eran vecinos. Además, con excepción de lo acontecido en Río Negro, en lugares
como las antiguas misiones del Caroní, la zona cercana a Angostura y el Alto Orinoco, se
trataba de restituir a los antiguos pobladores a sus respectivos pueblos, para lo cual mediaban
los regalos y las promesas de buen trato. Al parecer en estas comarcas el convenio fue en
muchos casos directamente con los capitanes indígenas de las comunidades, a quienes se
recompensaba con el pago en dinero614.
Por otra parte, hemos de apuntar que para el año 1837 se habla del nombramiento de
doctrineros en Guayana en los pueblos o parroquias siguientes615:
Moitaco Félix Lucena
Puruey Maximiano Potelá
San Pedro Francisco García
Maripa Cipriano Hernández
Pero el flujo de información hacia Caracas no era suficiente en relación a los doctrineros que
la Gobernación venía designando, las parroquias en que se encontraban, el número de
personas que atendían y el adelanto que mostraban en el aprendizaje de la doctrina cristiana,
objeto principal de su destino. Las últimas correspondían al 6 de mayo de 1839 en las que se
decía eran nueve los doctrineros con disfrute sueldo, por lo que la Secretaría del Interior
solicitó noticias en junio de 1840 siéndoles remitidas el 22 de mayo de 1841. En el cuadro
resumen (ver cuadro siguiente) se mostraba la existencia de doctrinas en todos los cantones de
la Provincia, con presencia en dieciocho parroquias y con un total de veinte doctrineros, entre
quienes probablemente se encontraban algunos indígenas, a juzgar por sus apellidos616.
614 Al respecto hemos localizado algunos documentos en los que se mencionan a representantes de algunas de las
comunidades de indígenas que aceptaron poblarse de manera sedentaria como capitanes de indígenas, como por
ejemplo el que citamos a continuación, en que el Gobernador Florentino Grillet ordena al administrador de rentas
de la provincia que erogue tres pesos para el pago del capitán de indígenas de Cerro Mono: “De la cantidad que
existe en poder de Usted destinada para los indios que salgan de los montes, se servirá Usted entregar al Capitán
de Indígenas Manuel Yara la suma de tres pesos en recompensa de los servicios que ha hecho en la reducción de
los que han salido a poblar el Cerro de Mono”. AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas
Florentino Grillet al Administrador de Rentas de Guayana. Angostura, junio 19 de 1838. Volumen 132 615 Nombramiento de capitanes pobladores y doctrineros en el Distrito Central y sus asignaciones. Angostura,
noviembre 14 de 1837. AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. Caja 132 616 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Doctrineros existentes en Guayana antes del
Decreto Orgánico de reducción de aquellas misiones. Volumen 243.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
255
Al repasar los datos consignados damos cuenta de algunos hechos interesantes, entre ellos que
los primeros doctrineros fueron nombrados en los cantones de más escaso desarrollo urbano, si
se permite la expresión, es decir, el Bajo Orinoco y el Alto Orinoco. En segundo lugar aparece
Río Negro, y en último lugar aparece la villa de Upata y su jurisdicción (1840). Mientras que
en el Cantón Capital existía apenas una doctrina (Puruey).
Por otra parte, la enseñanza de la doctrina seguía una secuencia cuya duración ignoramos, así
como también los horarios y recursos con que se contaban. Probablemente haya existido
reglamentación provincial o algunas indicaciones, pero nosotros las ignoramos. Las
referencias citadas indican que la enseñanza era guiada por el catecismo de Jerónimo Ripalda.
Las doctrinas funcionaron paralelamente con las escuelas de primeras letras pues, como hemos
visto, para la época se abrieron estos establecimientos, inclusive en pueblos habitados
mayoritaria y/o exclusivamente por indígenas: Puruey, Tumeremo, Moitaco, Piacoa, San
Fernando de Atabapo y otros617. Muy probablemente, en alguna si no en todas se enseñaría a
leer y escribir aunque, como se ha relatado líneas atrás, la calidad de lo que se enseñaba era
muy cuestionable como lo testimoniara Serapio Machado618.
Cuadro 9. Doctrineros existentes en Guayana
Cantones parroquias Nombres de los
doctrineros
Sueldo que
ganan
Fecha de
nombramiento
Nº de
personas que
enseña
V H
Estado de la
enseñanza
Cantón
Capital
Puruey Francisco X.
Rojas
15 pesos
anuales
19 de febrero de
1838
15 17 La mayor parte
saben la
doctrina y leen
Alto Orinoco Moitaco Félix Lucena
Francisco
García
Cipriano
15 pesos
anuales
15 pesos
anuales
14 noviembre de
1837
14 noviembre de
1837
30 18
30 18
En la Salve y
escribir
Preguntas de la
617 Vid. Supra 4.3.- La instrucción de primeras letras en las villas de españoles y pueblos de la Provincia de
Guayana. Referencias a las escuelas de primeras letras (1823- 1841) 618 Vid. Supra 4.4.- La educación de los indígenas del Cantón de Río Negro: el planteamiento de Serapio
Machado, Presidente del Concejo Municipal de la ciudad de Angostura para el año de 1841
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
256
Hernández 15 pesos
anuales
14 noviembre de
1837
41 56
doctrina de
Ripalda
Bajo Orinoco Piacoa
Sta Catalina
Sacupana
Puga
Márano
Teodoro
Pereira
Francisco J.
Silva
Francisco Luna
Ramón Ruiz de
Oca
Domingo Roa
15 pesos
anuales
15 pesos
anuales
15 pesos
anuales
15 pesos
anuales
15 pesos
anuales
1º de junio de
1839
7 de noviembre
1837
4 de julio de 1839
7 de noviembre
1839
7 de noviembre
1839
56 41
31 18
11 12
13 25
32 22
Id
Artículos de la
fe
Preguntas de la
doctrina de la fe
Id
Obras de
Misericordia
Cantón Upata Miamo
Guasipati
Carapo
Tumeremo
Palmar
Altagracia
Pastora
Tupuquén
Cupapuy
Serafín
Cordero
Melchor
Yeruma
Inocencio
Vallés
Desiderio
Yacabe
José M.
Rodríguez
Isidoro Salazar
Lope J.
Fernández
Jacinto Rico
Sebastián
Abarulla
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
5 pesos
anuales
11 de enero de
1840
11 de enero de
1840
11 de enero de
1840 11 de enero
de 1840
22 de junio de
1840
22 de junio de
1840
22 de junio de
1840
9 de octubre de
1840
9 de octubre de
1840
25 30
16 25
23 9
Nada
Nada
Nada
9 9
7 13
22 14
21 12
Preguntas de la
doctrina
Id
Nada
Preguntas de la
doctrina
Id
Id
Acto de
contricción
Preguntas de la
doctrina
Preguntas de la
doctrina
Río Negro S. Fernando
Baltasar
Tomás Tividor
D. Arnaud
12 pesos
anuales
12 pesos
anuales
25 de abril de
1838
25 de abril de
1838
16 35
37
37
Id
Id
Nota: no se han recibido hasta esta fecha en esta Gobernación las listas de los doctrineros de Maripa, Tumeremo y Palmar por
eso no ha expresado el número de personas que enseña. Angostura, mayo 22 de 1841(Fuente: AGC. Reducción y Civilización
de Indígenas. Volumen 243)
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
257
5.2.- La Ley de Reducción y Civilización de Indígenas del año 1841. Los decretos
orgánicos para las misiones en las provincias de Apure, Zulia y Guayana
En líneas anteriores hemos visto cómo se usó y se fue modificando la legislación relativa a los
pueblos indígenas heredada del período grancolombiano. Describiremos a continuación los
componentes fundamentales de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas, aprobada
por el Congreso en sus sesiones del año 1841 y los decretos orgánicos para las provincias de
Apure, Zulia y Guayana. Las providencias tomadas por el gobierno guayanés a tenor de la
situación expuesta y analizada en relación a la Provincia y las necesidades que de allí se
desprendían, llevó a aprobar el mencionado instrumento jurídico para el conjunto de las
parcialidades indígenas.
El día 1º de mayo se aprobó la Ley compuesta por ocho artículos. En los considerando que
precedían su articulado se condensaba el pensamiento proteccionista que la animaba,
recordando que los indígenas que fueren acogidos en ese sistema se encontrarían bajo un
régimen excepcional que ayudase a civilizarlos para que pudieran incorporarse con el resto de
la sociedad venezolana al régimen que esta se había dado. El programa civilizatorio exigía la
ejecución de un ambicioso proyecto educativo en el que la reducción a la vida en policía y
haberse puesto al cuidado del funcionario seglar o religioso era parte esencial, tanto como lo
era el aprender sistemas de trabajo y producción para sí y para el mercado; finalmente, el
aprendizaje del idioma castellano, de la religión, de los rudimentos de la vida en sociedad en
instituciones llamadas doctrinas al cuidado de esos funcionarios de la reducción:
“El senado y Cámara de Representantes de la República de Venezuela, reunidos en Congreso.
Considerando:
Que es un deber de la humanidad procurar la reducción y la civilización de las tribus de
indígenas que vagan en el territorio de la República, que esto no puede lograrse sino por medio
de disposiciones protectoras, que remediando las necesidades de los indígenas en su estado
actual, vayan mejorando su condición, hasta que por los progresos de su civilización puedan
ser regidos por el sistema general de administración que ha adoptado Venezuela”…619
619 Venezuela. Congreso. Ley de 1º de Mayo de 1841 sobre Reducción y Civilización de Indígenas. En:
ARMELLADA, Cesáreo Fray de (Compilador). Ob. Cit. P. 51
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
258
En el artículo primero se autorizaba al Ejecutivo a promover, por todos los medios, la
reducción y la civilización, en el entendido de que la primera se constituía en condición para
realizar plenamente la segunda, de más largo plazo y de franco contenido educativo, al menos
en su espíritu. Se trataba de contarlos como pobladores efectivos: ...”haciendo que se reúnan
en poblaciones bajo la dirección de los funcionarios que crea convenientes darles”620.
Aquellos pueblos en que se encontrasen o fundasen con indígenas recién reducidos quedaban
exentos del régimen general que gobernaba la República, para: …”facilitar los medios de su
Administración y el mejor éxito en el plan de atraerlos y reducirlos a poblado”621. Los
funcionarios especiales eran los sacerdotes misioneros que se podrían traer del exterior, sin
que ello fuera impedimento de que se contrataran funcionarios seglares622.
Las familias de indígenas que consintiesen someterse al régimen de misiones y vivir en
poblado serían provistas de tierras que no excediesen de 25 fanegadas, algún ganado y
animales domésticos, semillas para sementeras, instrumentos de labor y vestido623. Nótese que
el legislador cuidó de aclarar que los indígenas se someterían voluntariamente a las misiones,
que no habría coacción, violencia o fuerza alguna, como sí se estableció en las Leyes de Indias
durante el régimen colonial624.
Familias venezolanas o extranjeras podrían establecerse y ser dotados de tierras de las que
serían propietarios si permanecían por cuatro años al menos. Con ello, el legislador se
proponía ayudar al proceso de civilizar a los indígenas mediante la modelación, como se
evidencia en el fallido proyecto presentado por Pedro Joaquim Ayres pocos años después625.
En el artículo 8º se hablaba de la expedición de los reglamentos especiales para la
organización de las misiones. Uno de los firmantes de la Ley que salió del Congreso el 28 de
620 Idem. 621 Idem. 622 Artículo 3º. Ibid. Pp. 51- 52 623 Artículo 5º. Ibid. P. 52 624 Vid. Supra capítulos primero y tercero. 625 Sobre ese proyecto nosotros hicimos algunas consideraciones en: HARO, Juan. De Curas y Capitanes… El
documento en cuestión: AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. El Director propone la
inmigración en auxilio de la reducción de indígenas, San Fernando de Atabapo, 25 de mayo de 1844. Volumen
244. sin foliar.
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
259
abril de 1841 era Rafael Acevedo en su condición de Secretario de la Cámara de
Representantes, a quien le fue encomendada años después la visita de Río Negro.
5.3.- El Decreto Orgánico de las misiones de Guayana. El Decreto Orgánico de las
misiones de Río Negro. Los distritos misionales
5.3.1.- El Decreto Orgánico de las misiones de Guayana
Con posterioridad a la aprobación de la Ley, progresivamente se promulgaron los respectivos
decretos orgánicos que reglamentaban los regímenes de misiones:
- Provincia de Guayana: 18 de agosto de 1841, Cantón o Distrito de Río Negro (20 de
agosto de 1841).
- Para el 15 de octubre de 1842 se aprobó un nuevo decreto que modificaba parcialmente
el anterior de Guayana, y en la misma fecha se promulgó el Decreto especial para el
Distrito de Río Negro.
- Las misiones de la Goajira en la Provincia de Maracaibo (22 de octubre de 1842)626
- Provincia de Apure (4 de octubre de 1843)
Aunque el Gobierno no olvidaba que existían pueblos indígenas en otras regiones del país,
como en la Provincia de Cumaná en razón de ser frontera con el Delta del Orinoco, el
Gobierno tomó medidas para fomentar las reducciones de modo similar a cómo se haría en el
626 En las misiones para la Goajira, ha de tenerse en cuenta que las relaciones entre la nación Wayuu y la sociedad
criolla estuvieron mediadas por conflictos en los que sobraban los abusos contra los indígenas, como se advierte
en el articulado del Decreto de 20 de 1840 sobre reducción y civilización de indígenas: …”teniendo a la vista los
informes del Gobernador de la Provincia de Maracaibo, sobre las incursiones, que dichos goajiros hacen a la
Villa de Sinamaica”… (ARMELLADA, Cesáreo Fray, F. ob. Cit. Pp. 45- 46). De hecho, más adelante, quedan
explícitos si no todos al menos buena parte de esos conflictos: …”principiará por entrar en comunicación con
todos los jefes de las diversas tribus guajiras y según las circunstancias y lo que aconseje la experiencia,
determinará el lugar y término en que los goajiros deben ser admitidos a hacer sus negociaciones con los vecinos
de Sinamaica y demás habitantes de la Provincia, haciendo que los contratos se celebren por ante una autoridad
que los escriture, según sus casos, pues la experiencia ha acreditado que por no quedar una memoria escrita de
estos contratos, se originan muchas contiendas en Sinamaica y se da lugar a la mala fe de unos y otros
contratantes”. (Ibid. P. 106)
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
260
Delta o Bajo Orinoco, a fin de coordinar el trabajo de los funcionarios y evitar los
inconvenientes que pudieran surgir con los indígenas que cruzaban de una a otra jurisdicción:
“Entre tanto se acordaron algunas medidas parciales para fomentar la reducción en la
provincia de Cumaná, y principalmente en los caños que cruzan el territorio que comprende
el Delta, a fin de combinar los trabajos en esa provincia con los de la de Guayana, y evitar
los inconvenientes que experimentarían los funcionarios de reducción con la facilidad que
tendrían los indios de pasarse de un territorio a otro donde no rigiese el mismo sistema”627.
Los decretos respondían a circunstancias diversas, tanto como las medidas anunciadas para la
zona limítrofe de Cumaná con el Bajo Orinoco, de las que no sabemos hasta ahora cuáles
fueron y sí se aplicaron o no.
La modificación parcial que experimentaron los decretos orgánicos para Río Negro y el resto
de la Guayana entre 1841 y 1842, obedecieron a razones de ajuste sobre todo con la
administración de los fondos. El Gobierno se había cuidado de solicitar información a los
gobernadores de las provincias con el fin de producir decretos adecuados a cada situación628.
De esta manera lo informó el Secretario del Interior y Justicia al Congreso reunido en 1843:
“En el año que precede ha consagrado el Gobierno mucha atención a la reducción y
civilización de indígenas en toda la República. Convencido de que los decretos de 18 y 20 de
Agosto de 1841 tenían algunos vacíos, principalmente en la administración de los fondos de las
misiones, los ha reformado por los de 15 de Octubre anterior; y también con fecha 22 del
mismo, organizó las misiones de Maracaibo según veréis en el documento que acompaño bajo
el número 19. Las misiones de Apure y Cumaná se reglamentarán igualmente más adelante,
pues para ello se están reuniendo los datos necesarios”629.
En lo concerniente a las razones que impulsaron a producir el Decreto Orgánico especial para
el cantón de Río Negro, las mismas giran en torno a la polémica de esos años anteriores en que
esa jurisdicción aparecía como una región despoblada, donde no se habían podido establecer
las autoridades cantonales como lo demandaban las leyes de la República, por no haber
personas suficientes con la preparación para asumir los destinos políticos; a lo cual se sumaba
627 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1842 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 26 628 “Después de publicar la Ley de 1º de mayo se expidió una circular a los gobernadores de las demás provincias
en las cuales se consideró que habría tribus salvajes que civilizar, pidiéndoles ciertas noticias indispensables para
dictar con acierto reglamentos adaptados a las circunstancias de cada localidad”. Idem. 629 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1843 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 12
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
261
su débil situación geopolítica en unas fronteras no bien delimitadas con la Nueva Granada y el
Imperio del Brasil630.
Para efectos descriptivos distinguimos ambos decretos orgánicos comenzando por aquel que
regiría para el conjunto de Guayana con excepción de Río Negro. Este último estaba
compuesto por IX Títulos y otras denominadas disposiciones varias; atendía en sus
Considerando no solamente a la obligación de dar cumplimiento a la Ley que lo originaba,
sino también a los antecedentes e informes de que disponía el Ejecutivo nacional sobre la
cuestión indígena en la Provincia y una resolución transitoria de fecha 22 de mayo de 1841,
conjuntamente con las observaciones que sobre ella hizo el Gobernador631:
“Vistos con madura detención los antecedentes que existen en el despacho y los informes que
en diversas épocas ha elevado al Poder Ejecutivo el Gobernador de Guayana:
Considerando que la resolución de 2 de mayo último se expidió con carácter provisional,
mientras el Poder Ejecutivo con vista de todos los datos pudiese ordenar esta organización
definitiva;
Y vistas también las observaciones que sobre la citada resolución ha dirigido el Gobierno al
actual Gobernador de Guayana”632.
Entre los asuntos normados destacamos los de mayor relevancia. Se dividía a la Provincia en
circuitos de reducción, solamente a los efectos del tratamiento y del plan dirigido a la
población indígena, paralelamente a esta estructura subsistiría la estructura administrativa
cantonal; ello generó conflictos de tal magnitud que posteriormente obligaron a suprimir las
segundas:
…”el Distrito Central, que se compondrá de los cantones de Angostura y Alto Orinoco, el
Distrito de Upata que abrazará el Cantón del mismo nombre; el Distrito Bajo Orinoco que
comprenderá el Cantón así llamado, y el Distrito de Río Negro que comprenderá el Cantón del
mismo nombre”633.
630 Vid. Supra 5.1.- Los indígenas, las misiones y el territorio guayanés a partir de 1830. Legislación, medidas y
acciones previas al año 1841 631 Dicha Resolución no ha sido posible localizarla. 632 Decreto Orgánico de las Misiones de Guayana. En: ARMELLADA, Cesáreo… Ob. Cit. P. 54.
Es de hacer notar que citamos el correspondiente al 18 de agosto de 1841, puesto que el propio Cesáreo de
Armellada solamente anexó en la transcripción que hizo del correspondiente al 15 de octubre de 1842 las
modificaciones hechas al primero, dejando intacta buena parte del articulado y los aspectos referidos a su
fundamentación. 633 Art. 1º. Ibid. P. 55
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
262
Estos distritos se dividieron administrativamente en circuitos de reducción, compuestos por
dos o más misiones634, pudiendo ser poblaciones recién fundadas o de vieja data. Se designaba
un director con residencia en Angostura, quien a su vez ejercería las funciones de vice-
director en el distrito Central; dos vice- directores para los distritos Upata y Bajo Orinoco y un
director para Río Negro635. Las funciones de Gobernador de la Provincia podrían ser ejercidas
por la misma persona, o bien, por una persona distinta. El director de Upata tendría como
residencia a Guasipati, el del Bajo Orinoco donde lo asignare el Director y el de Río Negro no
tendría residencia fija636. Mientras los funcionarios de Upata y Bajo Orinoco dependerían
directamente del Director de Indígenas de la Provincia, el de Río Negro gozaría de una cierta
independencia en sus funciones.
El Decreto designaba luego tres clases de funcionarios subalternos al director y subdirectores
y al director de Río Negro: capitanes pobladores, misioneros y doctrineros, sin excluir la
posibilidad de designar otros comisionados637.
Los capitanes pobladores asumirían las funciones de jefes de circuitos misionales, siendo
sustituidos por sacerdotes cuando los hubiere638. Los jefes de circuito ejercerían el gobierno
garantizando la tranquilidad de las misiones a su mando, la supervisión de los contratos que
efectuasen los indígenas para evitar que fuesen engañados, y cooperarían en las tareas de
atracción a poblado de los indígenas. Debían, además: …”enseñar a los indígenas a cultivar
los frutos del país y dirigirlos en la construcción de sus habitaciones y en todos los demás
trabajos a que se dediquen”639. Los capitanes pobladores se obligaban, también, a ejercer las
tareas de doctrinero en el lugar de su residencia, es decir en la misión que fungía como
cabecera del distrito de reducción.
634 Art. 2º. Idem. 635 Art. 4º. 636 Idem. 637 Artículo 14 y 15. Ibid. P. 57 638 Art. 67. Ibid. Pp. 68- 69 639 Art. 41. Ibid. P.p. 62- 63
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
263
El doctrinero, por su lado, se comprometía a ejercer el gobierno de la misión a su cargo
cooperando en las labores de reducción, pero su función principal y fundamental era:
…”Enseñar a los indígenas la lengua castellana y la doctrina cristiana”640.
Se reservaban al sacerdote misionero el mayor número de tareas propiamente educativas, ya
fuera jefe de circuito o estuviese adscrito a alguna misión subalterna. En lo eclesiástico
dependía de los prelados venezolanos; debía inculcar respeto al Gobierno y a las leyes de la
República, y su propósito fundamental no era solamente el de reducir a los indígenas a
poblado, sino el de civilizarlos.
Los misioneros sacerdotes pasaban a convertirse en los preceptores de las escuelas de primeras
letras en las misiones de la Provincia de Guayana, encargándoles la enseñanza de la lectura,
escritura y rudimentos de matemáticas. Debían enseñar formación ciudadana a sus alumnos
indígenas, inspirándoles las prácticas de la devoción dentro del ejercicio de su ministerio:
TÍTULO V
Deberes de los Misioneros
Artículo 43. Son deberes de los misioneros ya sean jefes de circuito, o ya de una misión
subalterna, además de los indicados en el título anterior:
1º. Ejercer las funciones de su ministerio eclesiástico con dependencia del Ordinario conforme a
las Sinodales del Obispado, sin exigir derecho alguno.
2º. Ejercer con celo apostólico sus funciones especiales de misioneros en la conversión de los
indios infieles.
3º. Enseñar a leer, escribir y contar hasta el número de veinticinco niños, procurando emplear el
método de enseñanza mutua, a fin de aumentar en lo sucesivo el número de discípulos.
4º. Simplificar en lo posible las prácticas de devoción e inspirarles una piedad ilustrada sin
mezcla de superstición.
5º. Predicarles constantemente las ventajas del trabajo y de la vida social.
6º. Combinando prudentemente la instrucción primaria y religiosa con el trabajo, se esforzarán
por obtener iguales resultados o más satisfactorios que los que alcanzaron sus antiguos
predecesores los antiguos misioneros de la provincia de Guayana, sin perder de vista que su
misión no es sólo reducir sino civilizar.
7º. Inculcar en el ánimo de los indígenas el respecto y subordinación que deben al Gobierno
Nacional y a las autoridades constituidas, haciéndoles conocer la protección y cuidado especial
que se les consagra, tan pronto como sean capaces de entenderlos, los instruirán en los principios
640 Art. 41. Ibid. P. 63
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
264
fundamentales de la Constitución de la República, a fin de prepararlos gradualmente al ejercicio
de los derechos y cumplimiento de los deberes del ciudadano”641.
5.3.2.- El Decreto Orgánico de las misiones de Río Negro
El Decreto Orgánico para las Misiones de Río Negro estaba compuesto por VII títulos y 53
artículos, cuyas bases eran una síntesis de la discusión escenificada durante años en torno a la
situación particular de este cantón, a saber: la falta de personas ilustradas y capaces que le
dieran organización en propiedad, facilitase la reducción y civilización de la mayoría indígena,
contribuyese a formar riqueza y cancelase definitivamente las propuestas que demandaban su
supresión:
Decreto Orgánico de Río Negro José Antonio Páez Presidente de la República de Venezuela, etc,
et, etc.
En ejecución de la Ley de 1º de mayo último sobre reducción y civilización de indígenas,
haciendo uso de la facultad concedida al Poder Ejecutivo por los artículos 2º y 8º de dicha ley
para dar a las poblaciones de indígenas una organización especial, compatible con el estado
salvaje en que se encuentran y con la falta de personas capaces para desempeñar las funciones del
régimen político y municipal vigente en la República; organización que haga posible la reducción
y civilización de los indios errantes de que se compone la población de algunos territorios; oído el
dictamen del Consejo de Gobierno, y
Considerando
1º. Que el territorio que abraza el Cantón de Río Negro se halla en este caso, según lo han
manifestado repetidas veces el jefe político de este Cantón y el Gobernador de la Provincia de
Guayana, de modo que se ha llegado a proponer su supresión, de todo lo cual se ha dado cuenta al
Congreso en la memoria de lo interior del presente año.
2º. Que es de la mayor importancia para la República el fomento de este territorio tan extenso, y
tan rico en producciones naturales, y
3º que de la civilización de sus moradores es que debe esperarse la prosperidad de aquel
territorio, con lo cual se cumplirá además con un deber de humanidad para con los indígenas”642.
Aun cuando este decreto copiaba casi al carbón buena parte de su articulado del expedido para
el resto de Guayana, sustanciaba su especificidad en que el Director dependía directamente
del Secretario del Interior y Justicia y no del Gobernador y/o Director de Indígenas de
641 Título V. Ibid. P. 63. 64 642 Decreto Orgánico de las Misiones de Río Negro. Armellada… Ibid. Pp.70- 71
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
265
Guayana. Sin embargo, tocaba al guayanés coordinar la asignación de los fondos y el flujo de
información entre San Fernando de Atabapo y Caracas.
En el Título II se creaba la misma clase de funcionarios que en el guayanés: director, jefes de
circuito, misioneros y doctrineros643. En el director se concentraban las siguientes tareas:
formación de censos poblaciones y de las producciones en general;
conducción de las causas judiciales en las misiones;
demarcación de los circuitos misionales y supervisión de los empleados subalternos;
investigación sobre población, territorio y productos, a fin de reducir a nuevos pobladores
y fomentar la producción, industria y comercialización de los mismos644.
Se asignaban a los jefes de circuito, a los doctrineros y a los misioneros las mismas funciones
que las comentadas para el resto de la Guayana645.
El Gobierno dejaba abierta la posibilidad de introducir modificaciones al Decreto una vez que
se hubiese puesto en ejecución y evaluado su impacto. Por esta razón facultó al Director para
evaluarlo y proponer los ajustes que juzgare convenientes: “Artículo 5. El director manifestará
al Gobierno los obstáculos que encuentre en la ejecución de este decreto y le propondrá las
reformas que aconseje la práctica”646.
5.3.3.- Los distritos misionales
En atención a lo establecido en el Decreto Orgánico de las Misiones de Guayana, la Provincia
quedaba dividida inicialmente y sólo para efectos de la ejecución del Decreto, en distritos
misionales que designaban a los cantones Angostura y Alto Orinoco como el Distrito Central.
643 Ibid. P. 71 644 Ibid. Pp. 71- 74 645 Ibid. Pp. 76- 78 646 Ibid. P. 81
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
266
En tanto que los cantones Upata, Bajo Orinoco y Río Negro pasaban a designarse de la misma
manera:
Cuadro 10. Provincia de Guayana
Decreto Orgánico de las misiones de Guayana
Distritos y capitales misionales
CANTÓN DISTRITO MISIONAL CAPITAL O RESIDENCIA
DEL VICE DIRECTOR
Angostura Central Angostura
Alto Orinoco Central Angostura
Upata Upata Guasipati
Bajo Orinoco Bajo Orinoco Donde lo designare el
Director de Indígenas de
Guayana
Río Negro Río Negro Sin residencia fija
Fuente: elaboración propia
Vistos así, el Distrito Central reuniría los trabajos de reducción y civilización de indígenas a
desarrollarse en trece parroquias de las tenidas por tales a partir de 1830, correspondiendo
nueve al Cantón Capital y cuatro al Cantón Alto Orinoco. El Cantón Bajo Orinoco contaba
con 6 parroquias, el de Upata 16 parroquias y el de Río Negro contaba con 16 parroquias.
Si tomásemos la información aportada por Andrés Eusebio Level en relación a los puntos
poblados en cada uno de los distritos misionales, corresponden al Distrito Central un
aproximado de 14 pueblos (Cantón Capital) y otros cinco al Cantón Alto Orinoco647.
El Distrito de Upata presentaba un aproximado de 29 pueblos, entre los cuales se contaban San
Isidro de Barceloneta y la Villa de Upata, el resto estaba compuesto por las antiguas misiones
de los capuchinos catalanes. En el Bajo Orinoco, y tomando como referencia la información
647 Vid. Supra 2.1.- Los paisajes guayaneses
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
267
aportada por Andrés E. Level, se contabilizan un total de 11 pueblos, entre viejas y nuevas
fundaciones. Las primeras corresponden a las últimas décadas del siglo XVIII648.
En el caso del Distrito de Río Negro llegaron a totalizar en el momento de mayor auge
fundacional, o al menos el que informara Pedro Joaquim Ayres, un total de nada menos que 41
poblaciones con inclusión de San Fernando de Atabapo la capital cantonal649.
Cuadro 11. Provincia de Guayana. Decreto Orgánico de las misiones de Guayana.
Parroquias y misiones de los distritos de reducción
CANTÓN DIST. MISIONAL PARROQUIAS POBLACIONES
Angostura Central Orocopiche, Almacén, Borbón, Moitaco, La Piedra,
Puruey, S. Pedro, Panapana,
Paragua
Panapana, Orocopiche, Almacén, Borbón, Cerro
Mono, Tapaquire,
Curumotopo, Tucuragua, Moitaco, Camurica, Maripa,
S. Pedro del Caura, Aripao,
Puruey
Alto Orinoco Central Caicara, Cuchivero,
Altagracia, Urbana
Caicara, La Urbana, La
Piedra, Altagracia,
Cuchivero650
Upata Upata Upata, Altagracia, S. Miguel, Caroní, Caruachi, S. Antonio,
Guri, Cupapuy, Sta María,
Palmar, Mamo, Carapo,
Guasipati, Tupuquén,
Tumeremo, Pastora
Purísima C. del Caroní, St María de Yacuario, S José de
Cupapuy, Altagracia, Palmar,
Divina Pastora del Yaruario,
Miamo, Carapo, Sta Eulalia
de Murucuri, Ayma,
Guasipati, Puga, Sta Cruz del Calvario, Caruachi, S
Antonio de Huicsatono,
Conversión de S Pablo
Bajo Orinoco Bajo Orinoco Piacoa, Santa Catalina,
Sacupana, Pedernales,
Guayana La Vieja, Puga
Fortalezas o Vieja Guayana,
Piacoa, Sta Catalina,
Sacupana, Pedernales, Macareo, Merejina, Araguao,
Güiniquina, Paracaro y
Cangrejo
Río Negro Río Negro S F Atabapo, Baltazar,
Yavita, Pimichín, Maroa, S
Miguel, Tiriquín, S Carlos, Solano, Buenavista, Sta Cruz,
Quirabuena, Esmeralda,
Santa Bárbara, Maipures,
S Carlos, S Felipe, Solano,
Buenavista, Tiriquín, S
Miguel, Tomo, Tomo Nuevo, Aqui, Maroa, S Antonio,
Tabaquen, Guahoriben, Sta
Isabel, Sta Cruz, Quirabuena, Dotoromoni, Mauaca,
648 Vid. Supra 2.3.1.2.- El poblamiento: jerarquía y emplazamiento de los asentamientos 649 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Documentos de la Secretaría del Interior y Justicia de 1843. Caracas, P. 54
(segunda foliación) 650 Según informara Andrés E. Level, para el momento de su visita habían desaparecido algunas poblaciones
como: Carichana, Parguaza, Tortuga, Pueblo Nuevo, Villa Flaca y La Encaramada (Vid. Supra 2.3.1.2.- El
poblamiento: jerarquía y emplazamiento de los asentamientos)
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
268
Átures Castaño, Matapire, S. F.
Atabapo, Chamuchina, Baltazar, Guasacame, Yavita,
La Sabana, Guacamayo, S
Joaquín, Maipure, Bichado, Cuao, Arecuco, Capuana,
Sincuata, Guayabal, Átures,
Pare, Payaraima, Cataniapo, Sta Bárbara, Trapiche
Viejo651
Fuente: Elaboración propia.
Estos datos deben ser tomados con prudencia. Son aproximaciones en ningún caso
concluyentes ni definitivas. Algunas de esas poblaciones fueron iniciativas precarias de
indígenas atraídos por la posibilidad de establecer relaciones comerciales, o quizá, quién sabe,
por la posibilidad de que hubiese cambios en las relaciones de los criollos para con ellos. Pero
estas son solamente conjeturas. Quizá algunos de estos pueblos no pasaron de haber sido la
reunión de alguna comunidad en un lugar determinado bajo la promesa de algún funcionario
que, con el transcurrir del tiempo, terminó con la retirada del grupo contactado a otro sitio, en
razón de la ruptura del acuerdo o el incumplimiento de las promesas, cuando no la franca
violación de las promesas de buen trato652.
Nótese que con excepción de Upata y Río Negro, en el resto de las jurisdicciones cantonales –
ahora distritos misionales- casi no encontramos parroquias con más de una población, salvo la
cabecera de la misma. Esto habla de la despoblación de la Provincia y de la debilidad de su red
urbana que examinamos en el Capítulo Segundo. Igualmente, debemos considerar que con
excepción de las villas de Upata, Barceloneta y algunas otras, el grueso de las poblaciones se
localizaba en la ribera del Orinoco o en zonas cercanas, lo cual nos dice que los espacios
provinciales interiores se encontraban “sin población fija” de importancia.
Este era el reto de los decretos orgánicos inspirados en la Ley de 1841: atraer nuevamente a
las poblaciones ya fundadas a la mayoría de población indígena, en tanto que el proceso de
651 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Documentos de la Secretaría del Interior y Justicia de 1843. P. 54 (segunda
foliación) 652 Era usual que con la llegada de un nuevo jefe político antes, durante y después de la ejecución de la Ley de
Reducción y Civilización de Indígenas, éste se reuniera con algunas comunidades e hiciera algunas promesas y
garantías de buen trato y el de proveerlos de herramientas de naturaleza varia para sus labores (Cfr. HARO Juan.
Ob. Cit. Pp. 66- 74).
Capítulo quinto. El fomento y progreso…
269
reducción llevase a la formación de nuevas poblaciones. En el balance de tan vital cuestión
residía el éxito de la nueva legislación.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
270
Capítulo sexto. De la ley y los decretos orgánicos a la práctica. El funcionamiento de los
circuitos misionales. Los conflictos entre los funcionarios civiles y los de las misiones.
Una especial referencia a la enseñanza de oficios, las doctrinas y las escuelas de primeras
letras
En el presente capítulo analizamos el proceso de la puesta en práctica la Ley de Reducción y
Civilización de Indígenas, así como los decretos orgánicos para las misiones de Guayana y
Río Negro en el lapso comprendido entre 1841 y 1847. El primero corresponde a la
aprobación de la Ley (1841), mientras que en el transcurso del año 1847 Andrés Eusebio
Level, nombrado Visitador de las Misiones por el Ejecutivo Nacional, cumple con su
cometido de evaluar parcialmente el proceso en los distritos del norte de Guayana,
completando la evaluación de las misiones guayanesas en esa etapa, la liquidación práctica del
régimen y el cambio en la política a seguir en lo sucesivo. Antes (1845) Rafael Acevedo había
acometido similar tarea en Río Negro, recomendando igualmente el cambio drástico del
sistema seguido en los años inmediatamente anteriores.
Repasamos algunos aspectos a efectos de comprender este período relativamente corto pero
intenso de la vida de Guayana, en que se trató de “reducir” a la vida en poblados sedentarios a
las comunidades indígenas habitantes de aquella jurisdicción a fin de convertirlos en población
útil desde la perspectiva económica, para aumentar la producción proveyendo del bien más
preciado del que se carecía: brazos para el trabajo.
Atraerles con buen trato y agasajarles con regalos, acordar el sitio para que se poblaran, y de
allí iniciar entonces la enseñanza de la religión, de las reglas de la vida en sociedad, la
asimilación de una nueva concepción del trabajo y la producción, con vistas al mercado y la
búsqueda de ganancias. Se trataba de la reedición del programa colonial, sin la preeminencia
de las órdenes de los misioneros regulares, aunque hubo sacerdotes, pero esta vez en clase de
empleados del estado y no bajo las órdenes de sus superiores de la orden. Era, como en el
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
271
pasado, un régimen de excepción desde el punto de vista jurídico que pretendía “enseñar” un
nuevo modo de vida a los pueblos indígenas mediante su “civilización”.
El indígena fue considerado, al igual que en el pasado colonial, un menor desde el punto de
vista jurídico, incapaz de conducirse a sí mismo; al vivir errante no se le tenía por habitante y
mucho menos como “ciudadano”, con los mismos derechos que el resto de las personas, de las
que se excluían a los esclavos carentes de derecho alguno. Esto acontecía en el dominio de las
leyes y los fundamentos doctrinales originados en el derecho indiano. Pero otra era la realidad
cotidiana, gobernada por reglas escritas y por la costumbre, en las que el indígena era obligado
a servir a los vecinos “españoles” o “criollos”. Cuando alguien osara oponerse vendría la
protesta o la asonada.
Terratenientes y comerciantes en cada uno de los cantones de la Provincia, ejercían sus
actividades a costa del indígena, como peón, proveyendo los productos de extracción, o bien,
sirviendo como pescadores, cazadores, bogas y marineros de las embarcaciones. Es verdad
que no hubo grandes propietarios de la tierra, ganaderos o pacotilleros en las comarcas
interiores, pero esto no niega el hecho de que allí conformasen los sectores sociales
privilegiados. La explicación de los conflictos entre el poder civil, expresado en los concejos
municipales y los juzgados de paz, y las autoridades de las misiones está en cómo fueron
afectados esos intereses durante ese período, en su oposición a las restricciones que se les
quiso imponer; aunque, paradójicamente, de haber tenido el éxito que el Gobierno esperaba, el
indígena habría devenido en una masa de peones sin cultura, idiomas o tradiciones al servicio
de esos intereses. En uno y otro caso el indígena –en cuanto ser humano y conglomerados
culturalmente diferenciados y hasta cierto punto autónomos y libres- estaba (n) condenado (s)
a desaparecer.
Dentro de la visión de sus mentores e impulsores, la política reduccionista descansaba en la
idoneidad de los funcionarios que la encarnasen. Pero no fue posible contar con un tren de
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
272
servidores comprometidos, por el contrario, hubo omisiones, inconstancia, permanentes
renuncias y el anteponer los intereses propios a los de las leyes que debían defender. En otras
palabras, las autoridades tuvieron que contar muchas veces con los vecinos criollos,
comerciantes y terratenientes quienes usaron su posición en provecho propio.
Los decretos orgánicos dividieron a Guayana en dos secciones para efectos administrativos y
prácticos: los distritos del norte y el Río Negro, expresando con ello singularidades
geográficas, económicas y demográficas que el legislador tuvo presentes. Los distritos
misionales de Bajo Orinoco, Upata y del Centro constituían un mosaico diverso en el que
destacaba por la fuerza de los terratenientes y de su gobierno municipal la Villa de Upata. En
Río Negro, la casi inexistente estructura municipal, la falta de señores de la tierra y la escasa
presencia demográfica de los criollos no resta fuerza al sector de los comerciantes, que se
opusieron decididamente al sistema de misiones. Este cuadro se complementa con los
ganaderos de la Villa de Caicara y su entorno, en la ocupación de las tierras misionales
asignadas a las nuevas reducciones.
Fue en Río Negro donde, al parecer, se realizó con más propiedad el sistema de misiones. Al
menos eso se desprende de los informes que fluían desde San Fernando de Atabapo,
Angostura y Caracas. Así lo pensaron durante algún tiempo el Gobernador y el Secretario del
Interior y Justicia. De allí llegaban las noticias más auspiciosas sobre el desarrollo de las
instituciones propiamente educativas: doctrinas, enseñanza de oficios y escuelas de primeras
letras. Sin embargo en el resto de los distritos misionales hacen vida al menos las doctrinas y
las escuelas.
En qué medida las nuevas instituciones educativas cumplieron o ayudaron a cumplir los
propósitos del sistema de misiones; probablemente fue relativa su contribución en razón de su
efímera existencia, como fugaces fueron las fundaciones y la obra que quiso dejar Ayres en el
distrito del sur.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
273
6.1.- Los frailes y los empleados civiles
De acuerdo con la normativa vigente el gobierno estaba facultado para contratar sacerdotes
que viniesen a Guayana en clase de misioneros. Podían ser traídos del exterior, con goce de
sueldo como empleados del Estado venezolano, dependientes en lo espiritual del Obispo de la
Diócesis de Guayana, pero en cuanto a sus deberes para con la reducción responderían al
vicedirector del distrito respectivo y al director de las misiones en la Provincia.
Los sacerdotes misioneros alcanzarían solamente a ser jefes de alguno de los circuitos de
reducción en que se dividieran los distritos. La falta de sacerdotes para estas responsabilidades
podría cubrirse con seglares, por ejemplo con los denominados capitanes pobladores.
En cuanto a los clérigos, el Gobierno inició gestiones para la traída de ellos con el
nombramiento del Presbítero José Manuel Alegría en calidad de comisionado del Gobierno, a
quien se autorizó el 19 de agosto de 1841 para trasladarse a Europa con el encargo de contratar
sacerdotes para las misiones, la adquisición de ornamentos y enseres para dotar a las iglesias y
el traer artesanos a Guayana:
…”solicitar y contratar en distintos puntos de España, Italia y Francia hasta treinta eclesiásticos
misioneros de profesión con destino al servicio de las misiones de la República. También se le
autorizó para comprar los paramentos eclesiásticos necesarios para las misiones (…) y para
agenciar la traslación de treinta artesanos para las misiones de Guayana”653.
Al año siguiente, en la Memoria correspondiente a lo actuado en 1842, presentada en 1843, el
Secretario del Interior informaba con satisfacción el resultado de esas gestiones. Habían
llegado 29 misioneros, además de 30 sacerdotes para el ejercicio de curatos.
Los 29 misioneros fueron distribuidos de la manera siguiente: doce para los distritos Alto y
Bajo Orinoco y Central, sumados seis frailes para Río Negro:
653 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1842 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Pp. 25- 26
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
274
…”dos para Cumaná, tres para Maracaibo y seis para Apure; de estos seis, tres corresponden a
la provincia de Guayana y solo van provisionalmente a la provincia de Apure mientras llegan
otros llegan otros eclesiásticos con que reemplazarlos”654.
Al año siguiente las noticias no eran buenas, de los 29 misioneros apenas poco más de la mitad
(trece en total) estaba en el ejercicio de su ministerio. Concurrían una serie de problemas,
atribuibles en algunos casos al rechazo por asumir responsabilidades en escenarios no
suficientemente conocidos por los frailes, en otros por su negativa a aceptar que solamente
podían ser empleados públicos en Venezuela a condición de naturalizarse:
…”Treinta y cinco han venido por cuenta del Gobierno con destino a las misiones; pero de
ellos unos han muerto, otros se han enfermado, de modo que no han haberse podido destinar a
ellas, habiéndolo dejado el Gobierno a la disposición del Reverendo Obispo de aquella
Diócesis, y algunos no han continuado con sus servicios, bien porque han conocido que el
trabajo era superior a sus fuerzas, bien porque no han querido recibir la carta de naturaleza que
el Gobierno les obligaba a aceptar, como requisito indispensable para poderlos considerar
como empleados públicos”655.
Por otra parte, al menos tres enfermaron a poco de ser encargados de sus responsabilidades.
Para enero de 1842 un grupo de frailes ya había manifestado presentar quebrantos de salud; el
Gobernador de la provincia y Director de Indígenas los hizo buscar y traerlos a Angostura para
atenderlos:
...”por oficio de Usted del 19 de enero último (...) queda impuesto el Gobierno de que
habiéndose enfermado algunos religiosos misioneros los había hecho venir a la Capital de la
provincia y prestarles una esmerada asistencia a favor de la cual estaban muy mejorados.
Espera el Gobierno que Usted continuará atendiéndoles eficazmente y que dispensará iguales
cuidados a cualesquiera otros religiosos que enfermaren en lo adelante”656-
Mientras que para enero de 1842 había enfermado Fidel Mieres, en marzo se solicitaba el
importe de los gastos causados por el tratamiento Bernardino de San Hipólito, y en febrero de
654 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1843 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 13 655 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 18 656 AHG. Reducción de Indígenas. Gastos causados por enfermedad del Padre Fidel Mieres. 1843. Manuel
Manrique al Gobernador de Guayana y Director de Indígenas. Caracas, 16 de febrero de 1843. Sign. 2.2.4.2.1
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
275
1843 se informaba de la enfermedad de Félix María de Olot657. Estos misioneros fueron
destinados a los establecimientos de los distritos Central y Upata.
A estos hechos que, estamos seguros, en nada contribuían al feliz inicio del ambicioso plan de
las reducciones, se sumó la pronta renuncia de por lo menos tres operarios religiosos. El día 22
de noviembre de 1842 lo hacía Bernardino de San Hipólito, y seguramente en esos mismos
días hacía otro tanto Félix María de Olot; el primero con el nombramiento de jefe del circuito
de Aima y el segundo como jefe del circuito del río Aro658. San Hipólito alegaba no haberse
repuesto suficientemente de los males que lo aquejaban:
“La enfermedad que me obligó a separarme de la misión que me fue encomendada de que
tengo hecha renuncia, aun no ha desaparecido, y siguiendo la opinión de los facultativos pienso
retirarme por algún tiempo a la Ciudad del Upata, cuyo clima mucho más benigno que
este”...659
El fraile Zenón de Arens, quien se encontraba en la Provincia de Barcelona, siendo llamado
por el Gobernador para que cumpliese con el propósito de su contrato en las misiones de
Guayana, fue mucho más explícito que sus compañeros de la Orden en la renuncia a su cargo.
Exponía que las condiciones originales habían variado, siendo muy diferentes del cuadro que
les había presentado José Manuel Alegría en Europa. El Padre no estaba dispuesto a depender
de un seglar en sus funciones como misionero y mucho menos adquirir la nacionalidad
venezolana como condición para el ejercicio de su ministerio:
“En virtud de haber sido llamado a esta capital para el destino de Misiones de la Guayana,
expongo a Usted con la presente, los inconvenientes para no ir a dicho destino, los cuales todos
se encierran en el mismo Tratado que hicimos con el Señor Doctor Alegría. 1° Nos prometió
dicho Señor que los misioneros irían siempre con su compañero; 2° Que estaríamos
absolutamente dependientes en un todo del Ordinario; 3° Que ejerceríamos libremente nuestro
ministerio”660.
657 Ver: AHG. Reducción de Indígenas. Gastos por enfermedad del Padre Bernardino de San Hipólito. 1843.
2.2.4.2.1. También: AHG. Reducción de Indígenas. Gastos por enfermedad del Padre Félix María de Olot. 1843.
Sign. 2.2.4.2.1 658 AHG. Reducción y Civilización de Indígenas. Renuncia de padres misioneros. 1843. Al Director General de
Indígenas participando la renuncia de los frailes Félix María de Olot y Bernardino de San Hipólito. Angostura,
20 de enero de 1843. Sign. 2.2.4.2.1.- 659 El P. Bernardino de San Hipólito participa su renuncia como misionero alegando razones de salud.
Angostura, marzo 18 de 1843. Ibid. 660 El Padre Zenón de Arens al Gobernador participando al Gobernador de Guayana y Director de Indígenas, su
renuncia a las misiones de Guayana y las razones para hacerlo. Angostura, 21 de abril de 1843. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
276
Además de estas ocurrencias en los distritos Central y Upata, se sumaba la otra nada
halagüeña que se presentó en el Cantón de Río Negro. Para aquel distrito fueron enviados dos
frailes cuyo destino en principio era el de las misiones del Distrito de Upata. Ellos fueron:
Fray José María Mondragón y Joaquín Valls. Con toda seguridad ello introdujo un elemento
de incomodidad en aquellos sacerdotes que se manifestaría poco tiempo después de su arribo.
Así lo declaraba el Director Pedro Joaquim Ayres a finales de noviembre de 1842 quien, con
audacia y empujado por la necesidad de contar con empleados de una cierta fidelidad,
contrario a los enemigos de un sistema que imponía restricciones a los abusos, como quisiera
este brasileño resuelto a llevar adelante la tarea que se le encomendara, fue él mismo a
buscarlos a la capital guayanesa:
“Hallándome en esta posición interesado en reducir una gran partida de sálibas de Nueva
Granada en el río Bichado, recibí la satisfactoria noticia que habían llegado los misioneros a
Angostura. Las circunstancias expuestas no me permitieron considerar si eran destinados o no
para el Río Negro. Vi sólo lo útil que me serían y lo necesario de imponerme del verdadero
importe de las voces que perjudicaban a las reducciones. Me determiné a presentarme a la
Capital y traer los Padres (…) Su Excelencia el Director General impuesto de mis dificultades
empleó todos los medios para allanar los obstáculos que se me oponían a mi solicitud, hizo que
dos de los capuchinos aunque ya destinados para Upata me acompañasen. Su Señoría también,
después de informado del estado de los trabajos del Río Negro, se empeñó que viniesen
satisfechos. Permanecí nueve día en Angostura, esperando que se alistasen y después de un
viaje de 36, llegamos a la Cabecera del Distrito”661.
José María de Mondragón no duró mucho tiempo en el destino de jefe de circuito en razón del
maltrato dispensado a los indígenas, limitándose solamente al ministerio espiritual. Finalmente
pidió su remoción a mediados de 1843 y solicitó se le enviasen tres misioneros, quienes al
parecer y por las noticias que tenía sí venían destinados a Río Negro:
“He tenido noticias que tres misioneros han llegado a Angostura destinados para Río Negro, y
la falta de ellos tiene en atraso las nuevas reducciones del 5º y 6º circuitos donde los indígenas
necesitan ser bautizados. Los dos que están aquí como deberían y era de esperarse. El Padre
Mondragón conviene que sea removido porque su genio está en oposición con la conservación
661 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Nombramiento de empleados del primer
circuito. Comunicación del Director de Río Negro, Pedro Joaquim Ayres, al Director Gdeneral de Indígenas de
la Provincia de Guayana. San Fernando de Atabapo, 28 de noviembrem de 1842.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
277
de los indígenas, y como no es de los contratados por el Gobierno, creo conducente
reemplazarlo con otro”662.
Estos misioneros fueron enviados efectivamente de acuerdo a las instrucciones que les libró el
Obispo de Guayana. Con todo, su permanencia fue muy corta, a juzgar de lo que se decía en la
Memoria del Interior y Justicia correspondiente al año 1845. Los frailes acusaban a Ayres de
vejámenes y de actitudes heréticas663.
Las razones aludidas fueron varias: abusos de unos y otros, vejámenes y malos tratos hacia los
indígenas, etc. En todos ellos intervenía la autoridad provincial de la reducción para procurar
dirimir esos conflictos. No debemos olvidar las quejas de los indígenas contra las autoridades
de la reducción, religiosas y seglares, pero también contra las autoridades cantonales.
En cuanto al número de frailes la Memoria del Interior y Justicia presentada en 1844 nos
informa que para ese momento totalizaban trece los sacerdotes misioneros en Venezuela:
cuatro en Río Negro, siete en los otros tres distritos de reducción y dos en la provincia de
Cumaná664. Los misioneros cumplieron algunas tareas que describiremos en líneas
subsiguientes, tanto los mencionados como otros que fueron nombrados para sustituir a
662 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. El Director propone la inmigración en auxilio
de la reducción de indígenas. Vol 244 663 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1845 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 27
Con respecto a las acusaciones de actitudes heréticas, el Obispo de Guayana dirigió una comunicación el 5 de
junio de 1844 desde la Asunción, en la que exponía las denuncias de los misioneros huidos de Río Negro en los
siguientes términos: “Si es verdadera la exposición que hacen de la conducta del Director para con ellos, era éste
el único partido que podían tomar para sustraerse del despotismo de aquel empleado que de ninguna manera
quiso permitirles la salida y que aun les tenía interceptada la correspondencia. Dicen entre otras cosas estos
Padres que el Señor Ayres contestaba incesantemente su fe con discursos y proposiciones heréticas. Que se
oponía a que se reedificasen las iglesias, teniendo por tanto que celebrar en las mismas miserables chozas que les
servían de habitación; que les ha cargado en su cuenta el importe de los vasos sagrados y ornamentos costeados
por el Gobierno y de que se proveyó en Angostura diciéndoles ser ellos los que debían pagarlos; y que en fin el
Director lejos de contribuir a la obra de reducción de indígenas es el principal obstáculo por el disgusto general
que ha causado en todos, y producido una deserción casi continua de los indígenas, quienes se pasan a las
provincias vecinas para sacudir el yugo de hierro que pesa sobre ellos”. AGC. Reducción y Civilización de
Indígenas. Río Negro. Nombramiento de los RR. PP: Manuel María de Aguilar y Fray Miguel de Valdepeñas
para jefes del 5° y 6° circuitos. Comunicación del Obispo de Guayana al Secretario del interior y Justicia. La
Asunción, 5 de junio de 1844. Volumen 245 664 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 18
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
278
quienes enfermaban, renunciaban o eran despedidos665; para el Gobierno su trabajo y
comportamiento dejó mucho que desear y fue muy cuestionado.
En relación a los empleados civiles, con muy escasas excepciones, eran vecinos de las villas,
pueblos y misiones en las que fueron encargados como empleados de las reducciones, a
diferencia de los frailes llegados desde distintos puntos de España.
Puede afirmarse que aquellos podían ejercer tales responsabilidades por el conocimiento que
tenían de la región y de sus habitantes. De otra manera no habría sido posible establecer las
capitanías pobladoras, cuya ejecución práctica dependía de la ascendencia y aceptación que un
criollo o “español” pudiera tener y/o ejercer sobre los grupos que tuvieron a bien poblarse por
primera vez en algún sitio de la provincia, o bien, reconstituir algunas de las antiguas
misiones.
A ello se sumaban los “regalos” que se les proporcionaban, pero esto debía hacerlo alguien
que mantuviese relaciones con ellos o con intermediarios indígenas con alguna regularidad.
Por las estadísticas de la época sabemos que los vecinos no indígenas eran en realidad muy
escasos. Importa preguntarse qué hacían, cuáles eran sus medios de subsistencia. Una buena
porción lo obtenían de sus siembras y ganaderías, modestas o no, como también del comercio
que hacían en el que se intercambiaban productos varios elaborados por los indígenas (los
chinchorros, por ejemplo), o bien, productos de extracción de las selvas y sabanas: el aceite de
los huevos de tortuga, la sarrapia o la zarzaparrilla666, en una relación desigual y lesiva a los
indígenas.
Muchos de ellos verían afectados sus intereses con los controles que introducidos a propósito
de la puesta en práctica del sistema de reducciones, entre ellos el más importante era la
reglamentación del trabajo y del comercio con los indígenas, dentro del régimen de excepción
de naturaleza proteccionista.
665 Para el caso de los frailes muertos en funciones de misioneros se pueden consultar entre otros los siguientes
expedientes: AHG. Gobernación de Guayana 1843. Reducción de Indígenas. Distrito de Upata. Muerte del Padre
Fray Salvador de Blanquez misionero del 7º circuito, también: Reducción de Indígenas. Distrito de Upata.
Continuación del expediente de 1842. Muerte de los padres Fray Fructuoso de Castelteno (sic), Fray Felipe Neri
y Fray Andrés de Bosot o Soler. Sign. 2.2.4.2 666 Vid. Supra Capítulo Segundo
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
279
La ejecución de la Ley y de los decretos orgánicos supuso el nombramiento de funcionarios en
un número importante de poblaciones en toda la Provincia, constituyéndose una estructura de
gobierno paralela a la existente en los cantones. Esta circunstancia añadió otro ingrediente
conflictivo que llevaría a la supresión de las autoridades cantonales en casos como el de Río
Negro. Sin embargo, debemos decir también que una parte de los funcionarios de la reducción
no actuaron en concordancia con los propósitos para los que fueron designados y, antes por el
contrario, usaron sus cargos para beneficio propio, ejerciendo el comercio o usando el trabajo
indígena en sus haciendas y fundos.
6.2.- El funcionamiento de los distritos de reducción y la falta de funcionarios adecuados
En las sesiones del Congreso correspondientes al año 1843, el Secretario del Interior y Justicia
ofrecía un balance de los avances habidos en este ramo de la administración pública en el año
inmediatamente anterior, esto es poco tiempo después de aprobada la Ley y los decretos
orgánicos.
En los distritos de reducción del norte de la Provincia: el Central, el de Upata y el de Bajo
Orinoco, el Secretario citaba al nuevo Director de Indígenas de Guayana, el General Rafael
Urdaneta, quien ponía en cuestión el éxito de las misiones por la falta de funcionarios capaces
de asumir la tarea. Al hacerlo criticaba a su antecesor el ex gobernador y ex director de ese
ramo, Florentino Grillet, cuyos auspiciosos informes de los años anteriores habían servido
como base para tomar decisiones en relación a las acciones que debían seguirse para con los
indígenas de aquella región:
“Esta provincia llamó con preferencia la atención del Gobierno por las numerosas tribus que
pueblan sus extensos desiertos y por su importancia como limítrofe con las Guayanas
extranjeras. Mientras fue director el Gobernador propietario Sr. Florentino Grillet, recibió el
Poder Ejecutivo repetidos y frecuentes informes favorables al sistema de reducción adoptado, y
los resultados que se obtuvieron los comprobaban (…) Mas el director, General Rafael
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
280
Urdaneta, que sustituyó a aquel, no opinó como su antecesor, sin duda porque la falta de
hombres a propósito, le hizo ver como difícil el exacto cumplimiento de las disposiciones del
Gobierno”667.
El Secretario y el propio General Urdaneta, pensaban que esa era la principal causa de lo que
consideraban en ese momento como el impedimento para el éxito de las misiones: …“En
efecto, esa falta ha sido y será por algún tiempo el más grande obstáculo para plantear un buen
sistema de reducción”668. Se refería a los funcionarios civiles o seglares.
La ausencia de misioneros había sido a este tenor un factor nada despreciable. Llamaba la
atención sobre algunas medidas que la Secretaría había planteado en las anteriores sesiones del
Congreso como necesarias para dar bases sólidas al sistema: la traída de máquinas para hilar,
telares y otras para rayar yuca, medidas que tenían como propósito aplicar a los indígenas al
trabajo productivo atendiendo a los objetivos económicos que involucraba la ejecución del
sistema669.
Empero estas afirmaciones, en la Memoria corría inserta una comunicación del depuesto
director de indígenas, Florentino Grillet, quien daba cuenta de la reducción de algunos grupos
indígenas en distintos puntos de la geografía guayanesa, incluido Río Negro; en este último
distrito en la población de San Carlos, Grillet informaba de 200 indígenas que se presentaron a
cuyos hijos habían enviado a la doctrina670.
Grillet se mostraba entusiasmado con las medidas anteriores y posteriores a la Ley y los
decretos; afirmaba que las noticias de las leyes proteccionistas estaban llegando a multitud de
indígenas en todos los rincones de la Provincia. Decía que entendían perfectamente que esa
protección del gobierno ponía solamente como condición que se redujeran a poblado, y que
acudían gustosos a hacerlo:
“Como resultado natural de la medidas de reducción, y la realidad de ella que están palpando
los indios, todos los de los puntos adonde han alcanzado las noticias están movidos y
excitados, y de muchas partes están ya en comunicación o con funcionarios de reducción, o con
667 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1843 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 12 668 Idem. 669 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1842 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 24 670 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1843 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Documentos de la Memoria del Interior, 1843. P. 45
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
281
las tribus que con estos las tienen. Creo asegurar que está logrado el primero y más importante
efecto de las medidas del Gobierno, a saber: que entre los indios hasta los muy remotos, está
difundida la persuasión de que se les protege, y que el precio que el Gobierno exige por esta
protección es únicamente el que se reduzcan a poblar. De todas partes concurren, unos a
certificarse más, y ver el Gobierno, como ellos dicen, y otros a presentarse ya, pidiendo
auxilios para establecerse”671.
Aun cuando desde el mismo momento en que fuera sustituido Grillet por Urdaneta, éste último
puso en duda la marcha exitosa de las misiones del norte de Guayana, años después el juicio
de lo actuado sería mucho más severo, esta vez por boca de Andrés Eusebio Level.
De momento, cuántos y cuáles fueron los circuitos misionales y las misiones que
efectivamente funcionaron. En la citada Memoria de 1843 se presentaba un cuadro en que
totalizaban en los cuatro distritos misionales de Guayana, con inclusión de Río Negro, doce
circuitos misionales con sus respectivas misiones, y los pueblos de indígenas de reciente
fundación cercanos a las mismas672 distribuidos de la siguiente manera:
Cuadro 12. Distritos misionales y misiones en Guayana hacia 1842
Distrito misional Circuitos Misiones Fundaciones
Central
Cuchivero
Caura
Aro
…………
…………
…………
Barceloneta
Urbana
Cuchivero
………….
Puruey
………….
Almacén
………..
Panapana
Barceloneta
………
Sesenta
Pastora
Chorrerón
Maripa
………
Camurica
………
Salsipuedes
………
………
Upata
Puri673
Puri
Caruachi
Caroní
San Miguel
671 Idem. 672 Téngase en cuenta que ese era probablemente el primer informe, momento para el cual Pedro Joaquim Ayres
no había tomado posesión del cargo. Este funcionario hizo la demarcación de los circuitos en Río Negro. 673 Se refiere a Guri
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
282
Upata
Miamo
Aima
Upata
Santa María
Palmar
Cupapuy
San Antonio
Altagracia
Miamo
Carapo
Guasipati
Tupuquén
Tumeremo
………….
Pastora
Bajo Orinoco
Sacupana
Pedernales
Piacoa
Puga
Santa Catalina
Sacupana
Pedernales
…………
Meregina
Curiapo
Acure
Basama
Sacupana Vieja
Pedernales
Río Negro
………..
………..
………..
………..
Guaviare
Atabapo
Baltasar
San Carlos
………..
Guaviare
Fuente: Cuadro de la organización dada al ramo de reducción de indígenas en la provincia de Guayana, en nueve meses
transcurridos desde que se dictaron en ella las primeras medidas, hasta la fecha, con los pormenores que se expresan.
Angostura, abril 20 de 1842. En: Exposición... 1843, p.47
El Distrito Central, conformado por los cantones de Angostura y Alto Orinoco, fue dividido en
cuatro circuitos misionales en los cuales estaban seis pueblos o misiones principales: Urbana,
Cuchivero, Puruey, Almacén, Panapana y Barceloneta. En torno de ellas se fundaron otras seis
poblaciones de indígenas tenidas como fundaciones nuevas.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
283
El Distrito de Upata fue dividido en cuatro circuitos misionales: Guri, Upata, Miamo y Aima,
contentivos de dieciséis misiones y ninguna fundación o nueva población de indígenas recién
reducidos.
El Bajo Orinoco se conformó en dos circuitos: Sacupana y Pedernales. En el primero
totalizaban cuatro misiones y seis nuevas fundaciones, algunas de las cuales correspondían a
grupos poblados en los años inmediatamente anteriores a 1841. En un breve repaso al esquema
misional, vemos que la mayoría de las nuevas fundaciones fueron hechas en el Bajo Orinoco y
en el Alto Orinoco, mientras que en el circuito de Upata no se observa ninguna nueva
fundación.
Cuando contrastamos esta primera información con alguna documentación del Archivo
Histórico de Guayana del año 1843, hallamos un número mayor de misiones en cada circuito.
Así, en el Distrito Central se contaban 25 poblaciones, algunas nuevas probablemente, pero
otras de mucho mayor antigüedad que, curiosamente, no fueron incluidas en el primer
informe: Orocopiche, Almacén, Borbón, Salsipuedes, Cerro de Mono, Merey, Tapaquire, La
Laguna, Soledad, Moitaco, Puruey, San Pedro del Caura, Curumotopo, Camurica, La Piedra,
Aripao, Cuchivero, Caicara, La Urbana, Encaramada, Capuchino, Las Bonitas, Barceloneta,
Currucay, Alto Paragua674.
En Upata se cuentan treinta misiones: Caroní, Guri, Caruachi, Morocure, San Félix, San
Miguel, Puga, Upata, Altagracia, San Antonio, Santa María, Cupapuy, Miamo, Palmar,
Cumamo, Carapo, Guasipati, Tupuquén, Ángel Custodio, Tumeremo, Cura, Aima, Avechica,
Santa Bárbara, Santa Rosa, Pastora, San Pedro, San Serafín, Puedpa y Santa Clara.
En el Bajo Orinoco se contaron once misiones: Guayana Vieja, Piacoa, Santa Catalina,
Araguao, Meregina, Winiquina, Paracaro, Curiapo, Cangrejo, Pedernales y Macareo.
674 AHG. División territorial de las misiones de la Provincia 1843. Circuitos en que se dividen las misiones de
Guayana sin incluir las de Río Negro. Angostura, julio 27 de 1843. Sign. 2.2.4.21.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
284
Tanto en el Bajo Orinoco como en el Distrito Central, pero sobre todo en el Alto Orinoco, se
insertaban notas en los que se sumaban algunos caseríos de indígenas en número no
determinado y sin proporcionar el nombre de los mismos675.
Con las poblaciones incluidas en el nuevo censo, la dirección de indígenas de la Provincia
completaba el proceso de organización de los tres circuitos del norte de Guayana, según se
desprende de los oficios que acompañan el expediente en el que se encuentra el citado cuadro
de organización de las misiones676. Al parecer, de esa manera era enviada finalmente a
Caracas la información que insistentemente se venía solicitando al menos desde el año
1842677. No obstante durante este período se producen algunos cambios en la organización de
los circuitos misionales según se evidencia, por ejemplo, con las misiones de Moitaco y
Camurica que fueron asignadas al primer circuito del Distrito del Centro, colocando al
misionero en esa población, mientras que el doctrinero seglar se enviaba a Camurica bajo la
dirección del misionero678.
6.2.1.- Los distritos Central y Bajo Orinoco. Nuevas reducciones y nuevos pobladores
Al margen de las consideraciones que sitúan los problemas que se confrontaron desde los
inicios del proceso de ejecución de las leyes, no cabe duda que se desplegó una actividad
dirigida a dar cumplimiento a las órdenes de los superiores atendiendo a la normativa vigente.
Haremos algunas referencias a informes de misioneros y capitanes pobladores en relación a
sus actuaciones. La información disponible es fragmentaria, siendo imposible hasta ahora dar
cuenta de una manera sistemática de cómo se hizo –o se quiso hacer- para restituir a los
antiguos pobladores a las misiones o cómo se atraían nuevos pobladores.
675 Idem. 676 Idem. 677 Así puede comprobarse por las comunicaciones dirigidas por el Secretario del Interior y Justicia al
Gobernador Grillet. Cfr. AHG. Cuadros generales de las misiones de la Provincia. 1843. Sign. 2.2.4.21
Seguramente esta fue una de las razones de la destitución de Florentino Grillet y el nombramiento del General
Rafael Urdaneta para el cargo de director de indígenas de Guayana. 678 AHG. Las misiones de Moitaco y se agregan al primer circuito. 1844. 6 folios. Sign. 2.3.4.19
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
285
Tenemos el informe del capitán poblador de la Isla de Cangrejo en el Bajo Orinoco de enero
de 1843. De la lectura de estos oficios se desprende en qué consistía el trabajo del capitán
poblador, y cuáles las dificultades que podía enfrentar. El funcionario informaba de las
condiciones del terreno como anegadizo y los perjuicios causados a las casas recientemente
construidas679. Se imponía limpiar el monte alrededor de ellas en lo inmediato, pero no
conseguía brazos para el trabajo. Por si fuera poco, su estadía en la reducción suponía contar
con medios de sustento, para lo cual tampoco contaba con el auxilio de indígenas ni con la
ayuda del resto de funcionarios, específicamente el comisionado establecido en Curiapo680.
Es dado pensar que el trabajo de estos funcionarios, sobre todo en los lugares más remotos,
con escasas posibilidades de apoyo desde la cabecera del cantón, suponía que buena parte del
tiempo la consumían en procurarse los medios de subsistencia.
Otra clase de problemas, esta vez relacionados con la salud de los indígenas, son relatados por
el capitán poblador de Sacupana de nombre Juan José Silva. Con fecha 28 de marzo de 1843
dirigía un informe al director de indígenas con el fin de ponerlo al tanto de su opinión respecto
del aumento del número de personas que habitaban la misión. Si bien algunas comunidades
habían aprobado el mudarse, él era de la opinión de no hacerlo en lo inmediato porque muchos
de ellos enfermaban y morían en la población, en espera de que mejorase la situación de
quienes convalecían era preferible aplazar esa mudanza postergando el aumento de la misión
681. Sin embargo, apenas dos días después de los informes citados puso su renuncia al cargo el
30 de marzo de 1843682.
Trasladándonos aguas arriba hacia el Alto Orinoco tenemos el testimonio del capitán poblador
de San Pedro del Caura, Ramón Espinoza, quien planificaba una incursión a las montañas con
el fin de establecer contacto con indígenas a fin de atraerlos para que formasen un poblado. La
679 AHG. Reducción de Indígenas. 1843. Informe del capitán poblador de la Isla Cangrejo al director de
indígenas de Guayana. Cangrejo, 10 de enero de 1843. Sign. 2.3.4.3, 268 folios. 680 Informe del capitán poblador de Cangrejo al director de indígenas de Guayana. Cangrejo, 14 de marzo de
1843. Ibid. 681 El capitán poblador de Sacupana al director de indígenas de Guayana. Santa Catalina, 28 de marzo de 1843.
Ibid. 682 El capitán poblador de Sacupana al director de indígenas de Guayana renunciando al cargo. Santa Catalina,
30 de marzo de 1843. Ibid
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
286
documentación nos pone al tanto de algunas de las circunstancias que rodeaban la
planificación de una actuación de esta naturaleza:
“Hago presente a Usted que espero estas contestas para marcharme a las montañas a buscar las
naciones de indios a ver si puedo atraerlos a poblado y conducirles con el fruto posible según
mi interés y para el caso es necesario que Usted me mande lo que le pido para agradarlos al
verme con ellos.
Mándeme seis piezas de holandilla, doce docenas de espejos pequeños, cuatro docenas de
machetes, dos cajones de hojas de latas, dos paquetes de anzuelos, cuatro piezas de cinta
coloradas, dos fusiles, dos potes de pólvora y dos de municiones a los momentos que llegue de
las montañas”683.
Estos viajes debían ser planificados, hacerse con baquianos que conociesen la región a la que
se marchaba, y más que eso, con personas –tanto indígenas como criollos- que conociesen a la
comunidad que se iba a contactar y mantuviese relaciones de cierta regularidad, con quienes se
acordaría previamente su repoblación en otro punto.
Los misioneros por su parte realizaron labores en las misiones a las cuales estaban asignados;
sin embargo, al igual que los capitanes pobladores hicieron incursiones con el objeto de atraer
nuevos pobladores y constituir o reconstituir pueblos. Fray Bernardo de Manresa, asignado a
Barceloneta remitió con fecha 28 de junio de 1845 un informe al director de indígenas de la
Provincia en el que daba cuenta de la refundación de San Pedro del Caura, pueblo dependiente
de esa población. Estos indígenas habían aceptado avecindarse allí después de las
conversaciones que el misionero mantuvo con ellos. En total eran 27 personas bajo la
capitanía de Pedro Nirpí684.
El mismo Bernardo de Manresa, con fecha 28 de marzo de 1845, comunicaba la incursión
hecha en el caño Iniquiare, afluente del Paragua, donde había logrado reunir otras personas
que convinieron poblarse de manera sedentaria. El fraile solicitaba al director de indígenas que
683 El capitán poblador de San Pedro del Caura al director de indígenas de Guayana, solicitando auxilios para
su incursión en las montañas con el fin de atraer comunidades indígenas a poblado. San Pedro del Caura, 4 de
marzo de 1843. Ibid. 684 AHG. Reducción de Indígenas. 1845. Informe de Bernardo de Manresa a la dirección de indígenas de
Guayana, Barceloneta, 28 de junio de 1845, y Nueva Lista de lo indígenas que se han reducido en la nueva
Misión de San Pedro que se ha dado principio a las primeras de abril de 1845. Sign. 3.1.1.9 315 folios.
Si confrontamos esta cita con la anterior, llama la atención el hecho de que el funcionario seglar que ejercía para
1843 el destino de capitán poblador diera cuenta de una incursión en una zona similar a la visitada por el fraile
Manresa. De hecho, este funcionario (Pedro Espinoza) había sido destituido meses después. Muy probablemente
el fraile Bernardo terminó el trabajo empezado por Espinoza meses antes.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
287
aceptase que lo hicieran en San Pedro de las Bocas y de ningún modo en Barceloneta, es decir
lejos de la influencia de estos vecinos. La razón era la corrupción de la que eran objeto
producto del ron que les proporcionaban con grave perjuicio para las mujeres indígenas,
sometidas a vejámenes y violencia de todo tipo, además de que se hacía imposible se ocupasen
de sus casas y trabajos en los conucos:
“No quieren ni conviene que vengan en la Barceloneta por tantos motivos que sería largos
exponerlos, varias noticias he dado y manifestado para que se entienda (...) hay el negocio que
llenos en ron los indígenas maltratan sus mujeres, yo no puedo poner remedio a esta calamidad
que trae consigo todas las otras, ni quieren proseguir a hacer sus casas ni cuidan de sus
labranzas”...685
Para el fraile era preferible que se avecindaran en San Pedro de las Bocas, aunque él tuviera
que trasladarse desde Barceloneta para atenderlos. El director de indígenas accedió a su
solicitud.
Por otra parte, comentamos el informe de la incursión que hizo Fray Ildefonso de Reus desde
Caicara del Orinoco el día 31 de mayo de 1843, dando cuenta del resultado de las
conversaciones que sostuvo con comunidades de indígenas Panare (e’ñepa). El fraile informó
el 12 de febrero de 1843 desde Caicara del Orinoco que un capitán poblador de apellido
Fonseca, quien se presentó en Angostura al Gobernador portando este documento686, le había
comunicado la disposición de una comunidad de indígenas de ese grupo étnico por poblarse en
un lugar que convinieran. Fonseca tenía relaciones con ellos desde hacía tiempo. La promesa
había sido hecha por quien el misionero definía como el capitán de aquellas personas. Al
mismo tiempo Fray Ildefonso daba cuenta de la presencia de un francés a quien definía como
una persona que influía negativamente sobre los indígenas:
…”en aquellos lugares hay un francés, que es muy perjudicial a los indígenas y no hace más
que engañar a aquella pobre gente, y doy por cosa cierta que mientras el dicho Señor estará en
aquellos lugares ningún buen efecto se alcanzará de reducir la gente. El mismo francés habló
conmigo y tuvo la debilidad de decirme que él prestaba a los indígenas muchos auxilios, y así
obtenía de los mismos indios todo lo que quería”687.
685 AHG. Informe de Bernardo de Manresa a la dirección de indígenas de Guayana, Barceloneta, 28 de junio de
1845. Ibid. 686 AHG. Reducción de Indígenas. 1843. Fray Ildefonso de Reus, jefe del circuito de Cuchivero en el Centro en el
Alto Orinoco, al director de indígenas de la provincia, acerca de la reducción de una comunidad de indígenas
Panare (E`ñepa). Caicara del Orinoco, 12 de marzo de 1843. Sign. 2.3.4.3, 167 folios 687 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
288
Por lo que decía el sacerdote, la región que habitaban los panare no solamente no conocía
autoridad venezolana, sino que actuaban libremente comerciantes extranjeros que explotaban a
aquellas personas.
Reus pidió los auxilios que consideraba necesarios para ir a reunirse con aquella comunidad,
consistente en herramientas y efectos varios (machetes, espejos, etc.), con el propósito de que
sirvieran de carta de presentación y muestra de buena voluntad:
…”aunque el portarme yo allá sea exponerme la salud, porque son lugares muy plagosos que
espantan (…) sin embargo por amor a Jesucristo, yo iré siempre que mande algunos auxilios
para agasajar a los indios”…688
El director de indígenas no dudaría en proporcionarle estos auxilios, advirtiéndole que debía
tener en cuenta que los gastos que se generaban no podían ser excesivos, puesto que los
recursos para esa tarea como para todos los asuntos relativos a la reducción de indígenas eran
limitados689.
El día 31 de mayo el sacerdote informaba sobre su reunión con aquella comunidad. Decía que
después de trece días de navegación por el Cuchivero llegó a un lugar llamado Las Mercedes
donde estuvo durante cuatro días por encontrarse enfermo, enviando hacia el Piñal
(suponemos que un caño o sitio de ese nombre) al señor Fonseca con un grupo de indígenas
Caribe. En el Piñal se encontraban los representantes de las comunidades Panare (E’ñepa).
Al retornar la comisión, el fraile quedó sorprendido al tener noticias de que los jefes con
quienes habían contactado le manifestaron que no estaban dispuestos a reducirse a poblado por
lo que resolvió ir en su busca, navegando aguas arriba hasta el llamado raudal de Sariapo; y
desde allí siguieron a pie hasta encontrar en efecto una comunidad, desde donde siguieron en
busca del Capitán Benito, quien al parecer tenía la suficiente ascendencia sobre la comunidad
para tomar la decisión de reubicarlos en un pueblo. Fray Ildefonso logró finalmente conversar
con aquella persona, siendo su relato como sigue:
688 Idem. 689 El director de indígenas a Fray Ildefonso de Reus. Angostura, 7 de mayo de 1843. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
289
“En efecto después de seis u ocho horas en que habíamos separado, miré con gran satisfacción
venir al comisionado con porción de indios.
Hablé con el capitán mayor de ellos llamado Benito, lo informé acerca del fin de mi comisión,
del empeño que para ellos se tomaba el Gobierno y de la protección singular que tendrían en el
caso que se redujeran, y de las ventajas grandes que se les seguían si se reducían.
Finalmente los hice resolver a la reducción, luego nos pusimos todos en viaje regresando al
raudal de Sariapo en donde le tenía guardadas las mercancías para ellos.
Antes de distribuir lo que tenía le pregunté al Capitán Mayor me dijera donde deseaban sus
Indios formar Pueblo, y me dijo a la Boca del Piñal (esta es una situación muy ventajosa por
sus tierras fértiles, y por estar a la misma orilla del Caño Cuchivero). Pero me convenció no
podían ir a formar el pueblos hasta pasado el invierno, le respondí que estaba bien y que no
faltara a su palabra.
Hay que notar que con el Capitán Benito se reúnen dos capitanías más sus capitanes
corresponden en todo lo que resuelve Benito.
Entonces fue cuando empecé a dar de mano las regalías todas poniéndolas a las manos del
Capitán Mayor hiciera las distribuciones para todas tres capitanías”690.
Este testimonio es un ejemplo de cómo se establecían las relaciones con las comunidades
indígenas llamadas entonces “no reducidas”. Es fácil deducir que estaban del todo o casi del
todo aisladas de la vida que tenía lugar en las villas y pueblos criollos. De hecho, mantenían
relaciones comerciales con determinados vecinos, en este caso con el capitán poblador
Fonseca. Los regalos eran una manera de ejercer cierto tipo de presión para que aceptasen
formar un pueblo “sedentario”, siéndoles dados solamente cuando sellaban el acuerdo verbal.
Ahora bien, frailes y seglares debían informar con regularidad los adelantos habidos en la
producción de los establecimientos misionales, fueran éstos de cierta antigüedad o nuevas
fundaciones691. El hecho de que los indígenas se encontrasen dedicados a cierta actividad
económica entre ellas la agricultura: tala, siembra, cosecha, etc., significaba que el trabajo que
690 Fray Ildefonso de Reus al director de indígenas informando acerca de los resultados de su reunión con las
comunidades Panare del río Cuchivero. Caicara del Orinoco, 31 de mayo de 1843. Ibid. 691 El artículo 17 del Decreto Orgánico de las Misiones de Guayana establecía que debía informarse al Gobierno
Central cada seis meses sobre los adelantos de las misiones. En el numeral 2º se especificaban los asuntos a ser
trasmitidos al director de indígenas para que éste hiciera otro tanto al Secretario del Interior y Justicia, a saber un
cuadro de: …”agricultura, cría e industria que se hayan formado, las producciones que se extrajeron de las
misiones para hacer el comercio con otros pueblos de la República y las que sean objeto de tráfico entre las tribus
errantes y las reducidas”… (Decreto Orgánico de las Misiones de Guayana, 18 de agosto de 1841. En:
ARMELLADA, Cesáreo. Ob. Cit. P. 56)
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
290
se estaba realizando lograba éxitos; quería decir que los indígenas, además de haber aceptado
la vida sedentaria se dedicaban a la producción, fin principal de la política de misiones.
No faltan ejemplos de cómo se quiso dar cumplimiento a esta tarea. Uno de ellos lo
proporciona el citado misionero Bernardo de Manresa quien, con fecha 28 de mayo de 1844,
respondía a las recomendaciones que se le hacían desde la dirección de indígenas de la
Provincia en relación a las casas de los indígenas, labranzas y ganados en la misión de
Barceloneta. Por lo que dice, el misionero debía ocuparse de analizar y proponer la mejor
distribución tanto de las habitaciones como de las producciones de modo de asentarlos
definitivamente:
“En la última comunicación que tan benéficamente se ha dignado dirigirme no hallo dificultad
ninguna a cumplirlas primeramente en la formación de casas capaces para los indígenas: esta
misión tiene la incomodidad que por causa de los ganados los sembrados de los indígenas están
como a dos leguas y por cada sembrado que corresponde a una familia hay una casa o
ranchería bastantemente grande de modo que parece una población distinta de la Barceloneta, a
más de las dichas hay más de siete casas que no son de las menores del pueblo o Villa de la
Barceloneta, al dar principio a esta Misión por no alojar a los indígenas debajo de árboles
compré una casa de las mejores de esta a mi cuenta, la que me ha importado cien pesos,
ninguno podrá decir que los dichos no estuvieran cómodamente, también el cumplimiento se
continuará en virtud de su mandato”692.
El fraile, como jefe del circuito cuarto cuya cabeza de partido era la misión o villa de
Barceloneta debía responder por estos asuntos que iban más allá de la atención o guía
espiritual, o bien el impartir instrucciones a algunos empleados civiles o seglares. Él era
responsable de ejecutar muchas de esas acciones de manera personal; nada podemos decir
salvo que era una de sus obligaciones dentro del proceso de garantizar el éxito de la misión
manteniendo a los indígenas en poblado.
6.2.2.- El distrito de Upata. Consolidación de las antiguas misiones, restitución de sus
antiguos pobladores. Las contradicciones entre los funcionarios cantonales y los de las
reducciones
692 AHG. Lo relativo al arreglo de la misión de Barceloneta, 1844. Bernardo de Manresa al director de indígenas
de Guayana. Barceloneta, 28 de mayo de 1844. Sign. 2.3.4.19, 20 folios
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
291
En las líneas precedentes hemos referido noticias que dan cuenta de la actuación de
funcionarios seglares y religiosos en procura de atraer grupos y comunidades a la vida
sedentaria, fundando o refundando pueblos, tanto en el Bajo Orinoco como en el Alto
Orinoco; pero su desempeño también estaba referido a los pueblos que antes formaron parte de
las misiones del Caroní bajo la influencia de la Villa de Upata.
En esta jurisdicción hacía vida un importante núcleo de población criolla consistente en
agricultores y ganaderos, de manera que aquí se evidencian los mismos problemas que en el
resto de las regiones, pero con una intensidad y grados muy diferentes. Las fricciones entre
criollos e indígenas y entre los funcionarios cantonales y los de las misiones tuvieron
manifestaciones de particular intensidad. No olvidemos que después de Angostura, Upata
contó con un concejo municipal y con cargos concejiles que hicieron efectivo el trabajo de
estas autoridades, que en consecuencia intentaban expresar los intereses de sus vecinos
criollos.
El trabajo del sistema de misiones tuvo en estos establecimientos un cariz diferente, una parte
de las comunidades indígenas estaban conformadas por personas que habían permanecido
como vecinos en esos pueblos, o quizá habían regresado a ellos atraídos por las promesas de
un trato más justo.
Esos establecimientos habían conocido años de florecimiento poblacional y económico
durante el pasado colonial, que se correspondían con un desarrollo urbanístico comprobado en
sus templos y otras edificaciones de uso común. En este caso los misioneros y los funcionarios
seglares llegaban a pueblos ya existentes, con posibilidades potenciales evidentes de desarrollo
económico dadas la existencia de ganaderías y siembras, por escasas o reducidas que
estuvieran, y aun cuando muchos de ellos se encontraran en estado de abandono y en crisis
demográfica.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
292
El gobierno actuó en procura de que florecieran nuevamente equipándolos con los enseres
propios para los oficios religiosos693, a la vez que reedificando o reparando sus templos
tratando de salvaguardar aquellas edificaciones de la rapiña694.
Sirva para ilustrar el estado de algunas de las misiones del Caroní el informe del señor Nicasio
Pérez, encargado de entregar los bienes de la misión de Guri al fraile que iba a tomar posesión
de ese destino; ciertos vecinos criollos habían tomado de sus edificaciones materiales para
usarlos en sus construcciones encontrándose el templo en un estado ruinoso. Al respecto:
...”solo faltan ocho estantes de tejas y ocho varas de tablas que tomó un vecino de este pueblo
para reparar su casa, propuesta al señor Jefe Político del Cantón.
El estado en que se encuentra el edificio del Convento es el más lastimoso, porque el (ilegible)
de más de cincuenta años lo tienen reducido a la nada (...) y lo peor sin haberle hecho un reparo
a tiempo”...695
Anexo a este informe se halla un inventario del archivo de la misión con inclusión de una
biblioteca con los títulos de las obras que la conformaban, documentos éstos de inestimable
valor que terminarían perdiéndose irremediablemente, como ocurrió igualmente en muchos
otros pueblos de la Provincia.
La restitución de estas antiguas misiones pasaba por proveerlas con los enseres necesarios para
los templos y en especial para la celebración de los oficios religiosos, elementos de valor
simbólico en el proceso de afianzamiento del catolicismo, al tiempo que testimoniaban con su
presencia la voluntad del gobierno en la labor misional a su cargo. Sirva como ejemplo en el
caso del distrito misional de Upata, el nombramiento del misionero del 7º circuito (Miamo,
693 Recordemos que la traída de ellos fue uno de los cometidos del enviado a Europa José Manuel Alegría. 694 Aparte de las notas consignadas en el Capítulo Segundo (2.3.1.2.2.- Las villas de Upata y Barceloneta y su
zona de influencia), nos permitimos referir lo que decía el Gobernador de Guayana en la memoria presentada a la
Diputación Provincial en 1845 sobre las edificaciones de las misiones del Caroní. Decía: ...”En estas misiones
quedan todavía restos de su esplendor pasado, que la mano de la destrucción ni adrede ha alcanzado a aniquilar.
Y eso que a pretexto de impedir ruinas, se ha estado arruinando: porque bastaba la suposición de que una casa o
templo pudieran caerse, para que se desbarataran. Mas tal suposición y desbaratamiento, no ha sido
frecuentemente otra cosa, que el motivo alquilado para conseguir que los fragmentos u obras utilizables, se
vendiesen al que anticipadamente estaba preparado a la compra por viles precios”... Memoria que a la honorable
Diputación de Guayana dirige el Gobernador de la Provincia en 1845. En: ARELLANO M. Antonio
(Recopilación y prólogo). Memorias provinciales 1845. p. 206
Copia manuscrita de esta Memoria se encuentra en el Archivo Histórico de Guayana junto a la Memoria de la
Junta Superior de Caminos del año 1845. Igualmente se encuentra otra copia publicada en imprenta en: AHG.
Memoria del Gobernador de la Provincia de Guayana, 1845. Sign. 3.1.1.13, 22 folios 695 AHG. Reducción de Indígenas, 1844. Al director de indígenas de Guayana, informando el estado de la misión
de Guri. Guri, 19 de septiembre de 1844. Sign. 2.3.4.6, 360 folios.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
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Palmar, Cumamo, Carapo, Guasipati, Tupuquén, Ángel Custodio, Tumeremo y Cura) Fray
Salvador de Blanquez.
El jefe político de Upata comunicaba el 16 de agosto de 1843 que había entregado al
misionero lo siguiente:
- Cuatro casullas con sus adherentes
- Una capa con su estolón
- Una crismera hojalata con tres frasquitos de óleos
- Una sobrepelli
- Dos manteles de altares
- Dos toallas de crea
- Quince purificadores
- Tres corporales
- Tres corneatales
- Un cepillo
- Dos alvas con sus (ilegible)
- Un síngulo
- Un misal
- Cuatro sacras
- Un ritual romano
- Un cáliz con su patena y cucharita
- Un relicario de plata (ilegible) de vidrio696
Es probable que falte parte de la lista citada, pues así parece deducirse de la comunicación en
la que falta un folio. Sin embargo nos informa de que efectivamente se proveía a los
misioneros de esta clase de artículos, que las autoridades civiles tenían que ver y responder por
estos asuntos, aun cuando no podemos dar fe de si estos artículos eran suficientes para las
labores de los frailes en la iglesia, administración de sacramentos, etc., o si todos los templos y
frailes en esta época fueron asistidos y provistos de la misma manera.
696 AHG. Reducción de Indígenas. 1842. El Jefe Político de Upata al director de indígenas de Guayana. Upata,
16 de agosto de 1843. Sign.2.2.4.2. 202 folios
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
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También consignamos una observación con relación a las campanas, artículo de valor en las
iglesias localizadas en el medio rural, en sabanas, selvas y riberas de los ríos, importante para
llamar a los feligreses a los oficios religiosos y para otros asuntos de interés comunal o
gubernamental. Siendo importadas principalmente desde España con costos relativamente
altos, las campanas eran requeridas desde los pueblos en que funcionaban las iglesias
efectivamente.
Durante este período, un número indeterminado fue trasladado desde algunos puntos a otros
por orden de la dirección de indígenas y Gobernación de la Provincia, en cuanto se suponía
que podían cumplir mejor función en el pueblo al cual se destinaba o trasladaba y quizá,
porque faltaban recursos para dotar a todos y cada uno de los templos. Pero ello dio lugar a
reclamos por parte de las comunidades, como sucediera con los ka´riña de la comunidad de
Cerro Mono.
Al igual que en el resto de los distritos misionales las autoridades se preocupaban por
incorporar a los indígenas de las misiones al proceso productivo, incentivando el que
establecieran sus conucos familiares y las denominadas siembras de comunidad, la producción
ganadera que era conocida y había venido siendo trabajada desde antaño por los indígenas y
ciertas industrias como los cueros, el papelón, etc. Pero ello fue origen de conflictos entre las
autoridades cantonales y los de la reducción.
Así entendemos el informe del Jefe Político y Presidente del Concejo Municipal de Upata
quien, con fecha 14 de febrero de 1843, informaba al Gobernador de la Provincia acerca de la
visita hecha por los indígenas de las misiones de Guasipati y Guri al juez de paz de la primera,
manifestándole su preocupación por la cosecha de arroz y de maíz producto de sus siembras
de comunidad, que se encontraban en riesgo de perderse por los gorgojos, por lo que
solicitaban se les permitiese repartirla entre los comuneros indígenas, como seguramente era
uno de los propósitos de aquellas siembras colectivas:
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
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“Hoy se me han presentado los indígenas vecinos de esta parroquia manifestándome que desde
el día 1º de octubre del año pasado se había cosechado la comunidad que ellos habían hecho y
que dicha cosecha consiste en maíz y arroz la cual está próxima a perderse y aun se ha podrido
(…) y habiéndome dicho que el producto de este trabajo era a beneficio de ellos, querían que
se les reparta, en vista de esta exposición pasé a examinar los dichos frutos, y encuentro que
existe lo que dicen, y que no se toman medidas activas irremisiblemente se perderán pues no
hay absolutamente en que asegurarlos. Yo espero que esa Jefatura me diga a la brevedad
posible qué hacer”697.
Algunos vecinos indígenas se dirigieron a Angostura para conversar directamente con el
Gobernador quien los recibió el día 9 de enero. Los indígenas protestaban que los misioneros
quisieran obligarlos a trabajar en esas siembras de comunidad698. Con fecha 10 de enero de
1843 el Gobernador de Guayana solicitaba al misionero de Guri compareciese por ante su
despacho para responder a esas acusaciones, puesto que consideraban que era un trabajo
excesivo dado que debían dedicarse también a sus propios conucos. Así razonaba el
Gobernador:
…”debo admitir a Usted que aunque los trabajos de comunidad están mandados efectuar por el
decreto de reducción de indígenas que rige, en la práctica deben tener presentes las mismas
tandas de los varios individuos que se sujetan a ella. Manifiestan los interesados que ellos
tienen sus labranzas que les producen y por esta razón es evidente que no están en el mismo
caso de aquellos que no las tienen y que deben ser obligados al trabajo para proporcionarles
con producto el sostenimiento y acostumbrarlos a una vida laboriosa y a hábitos de regularidad
y orden”699.
697 AHG. Reducción de Indígenas. 1842. El Jefe Político de Upata al Gobernador de Guayana, sobre la cosecha
de las siembras de comunidad de los indígenas de Guri y Guasipati informada por el Juez de Paz de Guasipati,
Juan Antonio Odreman. Upata, 14 de febrero de 1843. Sign.2.2.4.2, 202 folios. 698 Consignemos a título ilustrativo lo que decía Francisco José Silva al director de indígenas de Guayana de lo
que, a su vez, le había comunicado el comisionado –empleado seglar- asentado en la misión de Puga. Afirmaba
que los indígenas se negaban a hacer las siembras de comunidad y que solamente les interesaba desarrollar sus
propias labranzas: “En esta fecha se fue a dar principio a rozar en adelanto de la comunidad de esta misión, y los
indígenas de ella se han resistido a no querer seguir ese establecimiento diciendo: que ellos solo quieren
emplearse en el adelanto de sus labranzas particulares pues no necesitan de comunidad para mantenerse, yo
viendo esta resolución los he dejado sin decirles nada para obligarlos. Lo pongo en su conocimiento a los fines
que convengan, y para que esté en cuenta esa Capitanía de que en este año no hay adelanto alguno en la
comunidad de esta misión”. (AHG. Reducción de Indígenas, 1843, El Capitán Poblador de Santa Catalina
informa al director de indígenas de Guayana acerca de la negativa de los indígenas de Puga de hacer las
siembras de comunidad. Santa Catalina, 27 de marzo de 1843. Sign. 2.3.4.3, 268 folios)
No sabemos si este hecho esté relacionado con lo narrado respecto a lo acontecido en Guri y Guasipati, aunque
puede pensarse que sí en razón de las fechas de ambos eventos y de la cercanía de esos pueblos. 699 El director de indígenas de Guayana al misionero de Guri, sobre las siembras de comunidad. Angostura, 10
de enero de 1843. Ibid.
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El misionero tenía sus propias comprobaciones y así las hizo saber a su superior. Decía que el
jefe político de Upata, a quien acudieron en primer lugar, les aconsejó que se trasladaran a
Angostura para acabar con la obligación de las siembras de comunidad. Argumentaba que
antes de la reducción no la habían tenido, y que no estaban acostumbrados a trabajar en ese
sistema. El misionero decía finalmente que el producto de ese trabajo no era para su beneficio
pues él tenía su sueldo como empleado de la reducción, y que aquellos productos eran para el
adelanto de la misión700.
Esos sucesos no fueron las únicas manifestaciones de tales desencuentros. Simultáneamente
ocurrían otros eventos entre 1843 y 1844, en los cuales se evidencian las contradicciones entre
las dos clases de funcionarios existentes en aquellas poblaciones: los empleados civiles
dependientes del Cantón de Upata y los de la reducción, dependientes éstos de la dirección de
indígenas de Guayana.
El día 25 de enero de 1843 el jefe político de Upata informaba al Gobernador de la Provincia
acerca de algunos sucesos que habían tenido lugar, suscitados en la polémica entre él y el
misionero residente en Guri respecto de cuáles indígenas se encontraban bajo el régimen de
misiones. Mientras el juez de paz sostenía que los indígenas civilizados –es decir quienes
estaban viviendo en poblados sedentarios antes de la Ley de 1841-, se encontraban bajo el
mandato de las autoridades civiles, el misionero por el contrario, sostenía que no había
distingos de ninguna especie, todos los indígenas estaban bajo la tutela de las autoridades de la
reducción. Veamos lo que comunicaba el juez de paz y trasmitía el jefe político de Upata al
Gobernador:
…“El Reverendo Padre Fray Agustín de Baleya (sic), misionero residente en esta parroquia me
ha dicho terminantemente todos los indígenas están bajo su inmediata dirección y por
consiguiente sometidos al régimen de reducción. Como estos son todos los vecinos de que se
compone esta parroquia, a excepción de tres o cuatro familias que se denominan españolas,
creo si esto es así, creo que es demás un juez de paz en este lugar. La Ley de Reducción y
Civilización de Indígenas de 1841 solo se contrae a las tribus que vagan por el territorio de la
República. Que en sujetar a ella los indígenas que han disfrutado más de doce años de los
derechos que la Constitución y leyes de la República dan a los Venezolanos, sería una
700 El misionero de Guri al director de indígenas de Guayana. Guri, sin fecha. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
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anomalía, sería una degradación sin ejemplo, y mucho más si se atiende a que éstos están
civilizados”…701
El juez de paz replicaba, al decir del jefe político de Upata, que la Ley simplemente restringía
en sus derechos a ser libres a quienes se lo habían ganado poniendo sus bienes, su trabajo y a
sus mismas personas al servicio de la independencia; de manera que habían ganado un derecho
que ahora se les quería negar:
”Podría exponer a favor de los indígenas cualidades tales como las de que con sus personas y
bienes trabajaron a favor de nuestra libertad e independencia en al año 1817 y desde esa época
han estado prestando sus servicios a la patria, con otras muchas más que mis limitados
conocimientos no me permiten desenvolver”…702
Con esos argumentos partió la comunicación a Angostura, y desde Caracas la Secretaría del
Interior y Justicia respondía positivamente a la solicitud del juez de paz de Guri en marzo de
1843, exceptuando de ella a los indígenas del Cantón de Río Negro703. Esta decisión fue
trasmitida mediante circular a todos los responsables en la Provincia.
El impacto que pudo haber tenido esta resolución no fue la misma en todos los distritos
misionales, pero muestra una de las facetas más agrias de la polémica entre funcionarios
civiles y los de las reducciones, por cuanto contradecía el interés fundamental de los vecinos
criollos, agricultores y ganaderos, sobre todo en el distrito de Upata, a quienes estorbaban las
limitaciones que imponían “las medidas proteccionistas” de la Ley y los decretos orgánicos
por contar y disponer del trabajo indígena. Muy probablemente ello alentó que la
municipalidad tomara decisiones audaces disponiéndose a gobernar aquellas comarcas de una
manera más firme.
El día 5 de abril de 1843, el jefe político de Upata practicó la visita de los pueblos de Guri y
San Antonio. En ambos casos hizo un diagnóstico del estado de las poblaciones, de las casas,
de sus habitantes y producciones, dictando medidas para –según su punto de vista- mejorarlos.
Decía el funcionario civil de Guri:
701 AHG. Reducción de Indígenas. Resolución ejecutiva declarando que los indígenas que estaban civilizados
antes de la Ley de Reducción están sujetos a las autoridades civiles y no a los funcionarios de la reducción de este
ramo. 1843. El jefe político de Upata al Gobernador de Guayana, informando sobre la consulta del juez de paz
de Guri relativa al régimen que ha de gobernar a los indígenas civilizados. Sign. 2.2.4.21, 20 folios 702 Idem. 703 El Secretario del Interior y Justicia al Gobernador de Guayana, en relación a la consulta del juez de paz de
Guri. Caracas, 15 de marzo de 1843. Ibid.
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“El pueblo de Guri está tan escaso de habitaciones, que apenas tienen los indios cinco de ellas:
tres de tejas, tan escasamente deterioradas, que es preciso reedificarlas, y dos (ilegible) casas
de palma que también es necesario rehacerlas. Di orden al juez y al capitán de indígenas para
hacerles aquellos beneficios inmediatamente antes que entre la estación de las lluvias.
Como la mayor parte de las poblaciones vive en bohíos más o menos cercanos al pueblo, di
orden también para que empezaran a fabricar casas en él, pequeñas como de doce varas de
largo, y ocho de ancho, formando manzanas de cien varas en cuadro”…704
Llama la atención que el jefe político quiso ordenar el crecimiento del pueblo reconstruyendo
las casas existentes en el pueblo mismo, pero igualmente, ordenando concentrar las casas de
los indígenas que vivían en las cercanías dentro de la planta urbana de la misión, atendiendo al
modelo de ordenamiento de herencia española y que, muy seguramente, en algún momento
durante el pasado colonial fue la organización de esa misión de Guri.
Al describir la ganadería de Guri, unas sesenta reses y chivos, cuyo origen se debe a la
donación que hizo James Hamilton en el año 1839, y que estaban al cuidado de los indígenas
el jefe político dio orden de que se recogieran y fuesen llevadas al pueblo.
Aludía brevemente al pueblo de San Antonio, si bien no estaba en el mejor estado, un
funcionario de las reducciones de nombre Zenón Ribas, había iniciado la reedificación de
cinco casas. Sorprendía sí que los archivos del juzgado de paz de Guri y el de este último
pueblo se encontraban en buen estado705. Estas instrucciones fueron giradas a los jueces de paz
de los pueblos visitados, es decir a los funcionarios civiles dependientes de la municipalidad.
Sin embargo de los sucesos de 1843 que terminaron en la resolución que daba la razón a las
autoridades municipales, el trabajo de los empleados de las misiones efectivamente estaba
dirigido a los indígenas por reducir o recién reducidos. El día 21 de julio de 1844 el jefe
político de Upata remitía una comunicación en la que daba noticias de novedades acaecidas en
la misión de Guri. El jefe político decía al director de indígenas que había recibido informes
704 AHG. Visitas. Del jefe político del Cantón Upata a los pueblos del interior. 1843, El jefe político de Upata
informa al Gobernador de la provincia acerca de su visita a los pueblos de Guri y San Antonio, y medidas
tomadas para organizarlos. Upata, 5 de abril de 1843. Sign. 2.2.4.3, 6 folios. 705 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
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del juez de paz (empleado civil), según los cuales, tanto el misionero como el capitán poblador
o doctrinero de aquella misión no solamente eran inútiles para los trabajos que se les habían
encomendado, sino que de hecho los entorpecían706.
Desde Tumeremo, el misionero daba su versión al director de indígenas sobre esa
información. En comunicación fechada el 10 de agosto decía que los jueces de paz habían
interferido sus trabajos en su ausencia. De hecho, habían dispuesto la instalación de un grupo
de indígenas recién llegados a esa misión cuando no les correspondía. En su opinión, no cabía
duda de la necesidad de un doctrinero: “Aquí hay varias familias de indígenas (ilegible) que
necesitan un doctrinero y el juez de paz ha dicho que no”707.
El director de indígenas de la Provincia, con fecha 19 de agosto, respondió de manera
terminante al jefe político en el sentido de que los empleados civiles no debían interferir en los
trabajos de las misiones, por cuanto no estaba entre sus funciones. En los mismos términos se
le hacía saber al misionero del circuito en cuestión:
“Esta participación que hago a Usted tiene por objeto el que comunique a los funcionarios
civiles de su cantón (…) no se injiera en las medidas que el Director dicte respecto de civilizar
indígenas, atraerlos a poblado, congregarlos en comunidad y hacerlos trabajar en beneficio de
ellos mismos”708.
Los conflictos se expresaron como denuncias contra funcionarios de la municipalidad. En
enero de 1843, no sabemos si un indígena avecindado en Caruachi o un funcionario de nombre
Juan Antonio Martinejo, hacía llegar a Fray Fidel de Mieres una denuncia contra el juez de
paz de esa localidad. Al parecer es del puño y letra del denunciante. En ella manifestaba que
ese funcionario desconocía la autoridad del misionero habiendo tomado sin más a un
muchacho indígena para su servicio personal:
706 AHG. Reducción de Indígenas, 1844. El jefe político de Upata al director de indígenas de Guayana. Upata,
21 de julio de 1844. Sign. 2.3.4.6., 359 folios 707 El misionero de Tumeremo al director de indígenas de Guayana, sobre conflictos con el juez de paz de esa
localidad. Tumeremo, 10 de agosto de 1844. Ibid. 708 El director de indígenas de Guayana al jefe político de Upata, sobre que los empleados no interfieran en los
trabajos de los empleados de las misiones. 19 de agosto de 1844. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
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“El juez manda a los indios como superior que es y se los da a entender que nadie los gobierna
sino es él, no ningún capuchino, él ha dado un muchacho ahora (…) para que le sirva”…709
Este funcionario le habría dicho a este vecino –o funcionario- que de llegar el misionero a
Caruachi lo castigaría y enviaría preso a Upata. Sin embargo el vecino afirmaba que el juez
explotaba la mano de obra indígena en sus siembras y que, de venir el misionero cesaría en sus
atropellos:
…”lo que él dijo de Usted es (ilegible) que a mi mismo me lo dijo, que si Usted venía aquí a
mandar o dar órdenes, le pegaría un cabrito (sic) y lo mandaría a Upata. En fin que yo deseo su
llegada y que sea como quedamos al venir a esta de Caruachi para que Usted lo vea con el rabo
entre las piernas, porque en cuanto quede sin el mando de estos indios, queda sin labor”…710
Fray Francisco de Mieres, en la misma comunicación en que se eximía de intervenir en el
asunto relativo al destino de la cosecha de las siembras de comunidad, comunicaba a su
superior en la Provincia que algunos indígenas de los llamados “civilizados” antes de la Ley
de 1841 habían huido de la parroquia a consecuencia de los malos tratos de los funcionarios
cantonales, acusándolos de abusos contra las esposas de algunos de estos vecinos indígenas
que habían quedado en el pueblo:
…”habiéndose fugado una porción de indígenas del (ilegible) de esta Parroquia a causa de los
malos tratamientos que recibieron de algunos jueces que los gobernaban in virga férrea, y esto
habiendo sido antes de la Ley de Reducción”…711
Otros problemas se presentaban en las misiones a propósito de las fricciones entre indígenas y
criollos en su relación cotidiana. Ambos grupos compartían el espacio común del pueblo y las
tierras inmediatas a ellas, asistían a los oficios religiosos y a las instituciones educativas, entre
ellas la enseñanza de la doctrina cristiana. Pero aquella era entonces una sociedad por demás
escindida entre unos y otros, es dado pensar que se presentaran conflictos como en los sucesos
que nos permitimos comentar.
709 AHG. Reducción de Indígenas. 1843. Juan Antonio Martinejo a Fray Fidel de Mieres, quejándose de los
abusos del juez de paz y otros vecinos criollos. Carucachi, 21 de enero de 1843. Sign. 2.2.4.2, 202 folios 710 Idem. 711 Fray Francisco de Mieres al director de indígenas de Guayana. Caroní, 9 de julio de 1843. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
301
El juez de paz de Pastora informaba al jefe político de Upata el día 16 de noviembre de 1843
acerca del comportamiento “desobediente” de algunos vecinos indígenas “civilizados” y del
abandono y poco cuidado que tenían en la educación de sus hijos. Estas personas, desde hacía
poco tiempo, habían quedado fuera del régimen de las misiones; y como sus hijos asistían a la
doctrina, muchos padres –suponemos criollos- no querían enviar a sus hijos a esa actividad a
la que iban junto a los jóvenes indígenas:
“Introducido, cierto abuso de desobediencia con estos vecinos indígenas desde que fue
suspendido el régimen de misión o reglamento de reducción entre los indios civilizados, hasta
llegar al caso de que los padres de familia, no quieren que los hijos asistan al ejercicio doctrinal
establecido por órdenes anteriores o aquel régimen de gobierno; mucho en el caso de hacer así
algunas reflexiones que Usted debe insertar, y que como, juez local creo ser mi deber:
Naturalmente son los indios en general sumamente abandonados, en la enseñanza y educación
de sus hijos, lo mismo que por corregirle aquellos malos principios a que son inclinados los
muchachos, este es el mayor regocijo para aquellos”…712
El juez sostenía que una de las causas de aquella conducta era la falta de personas capaces
para asumir las tareas doctrinales:
…”porque creo descuidadas las doctrinas a cargo de personas capaces de la enseñanza y
corrección de los jóvenes, primero por las razones indicadas, y segundo porque es el primer
medio para conservar los pueblos”713.
Más allá de si era razonable que se considerase o no, que aquella doctrina en particular no
estuviera a cargo de personas capaces y de la obvia carga racista de las afirmaciones
anteriores, en el ideario de aquellos funcionarios las instituciones educativas eran tenidas
como necesarias dentro del proceso de consolidación de los pueblos.
6.2.3.- El Distrito de Río Negro. La búsqueda de las nuevas reducciones. El diseño de un
sistema económico para el Distrito. Los planes no realizados y las dificultades. La figura
de Pedro Joaquim Ayres
El Cantón de Río Negro presentaba elementos de excepcionalidad en el concierto de los
esfuerzos hechos en la política de misiones. No por casualidad se promulgó un decreto
especial que lo rigió, diferente del que se aprobó para el resto de Guayana. En el año 1838 el
gobierno central había sugerido que se suprimiese su estatuto cantonal en atención al hecho de
712 El juez de paz de Pastora al jefe político de Upata. Pastora, 16 de noviembre del oe 1843. Ibid. 713 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
302
que hasta entonces carecía de los elementos esenciales que lo justificaran como tal, a saber: no
contar con un concejo municipal que funcionase plenamente ni con personas capaces y con la
instrucción suficiente para ocupar los destinos de concejales, jefaturas políticas y juzgados de
paz.
El gobierno de aquella inmensa jurisdicción se concentraba en unas pocas manos que se
turnaban en el mando, a despecho de las leyes y de lo que por entonces se reconocían como
principios elementales tanto para el ejercicio del poder como del trato que debía prodigarse a
la población indígena. El ya citado Agustín Codazzi, que recorrió parcialmente la geografía
guayanesa, escribía en los términos más duros para referirse a los sátrapas criollos, dueños en
la práctica del Cantón, cuya conducta atentaba contra los esfuerzos que por entonces ya se
venían realizando y que anunciaban la política reduccionista con la Ley de 1841. Literalmente
esclavizaban a los indígenas, y con ello condenaban la viabilidad de una acción que debía
basarse en un trato humano y dulce, al decir de gobernadores y ministros:
“El Cantón de Río Negro se puede llamar una República distinta de la de Venezuela, allí no
impera la ley, y sólo el capricho del jefe político y de sus subalternos alcaldes, que se dicen
racionales, criaturas suyas, y que son otros tantos infelices que fielmente cumplen sus
disparatadas órdenes, siempre ofensivas para la raza indígena, a fin de favorecer a tres
personas, tres personas que se creen ser las únicas que deben allí mandar, y que aquel territorio
es su patrimonio y los indios sus esclavos.
(...)
Ante tales escenas: Será posible que el indio montero abandone sus selvas para venir a ser
esclavos de unos pocos hombres inhumanos?714
La situación demandaba tomar acciones inmediatas, entre ellas la destitución del jefe político
sobre quien recaían las acusaciones, al igual que otras como el nombramiento de capitanes
pobladores con atribuciones de jueces de paz en las misiones y la dotación de sacerdotes
misioneros para la el adoctrinamiento de los indígenas715. Estas proposiciones se realizaron en
714AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Se somete el Cantón a un régimen
excepcional. Comunicación del Gobernador de Guayana, Florentino Grillet al Secretario del Interior,
transcribiendo informe de Agustín Codazzi. Angostura, 24 de marzo de 1838. Volumen 244. 715 Venezuela. Secretaría del Interior y Justica. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1841 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Pp. 28- 30
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
303
este mismo año de 1841, cuando se aprobó la Ley y el Decreto Orgánico Especial para Río
Negro716.
Se consideraba que allí podía comenzar a edificarse –en condiciones excepcionales- la política
de misiones en razón de la exigua población criolla, que alcanzaba apenas a unas pocas
decenas, dentro de un sistema de pueblos en el que destacaban San Fernando de Atabapo y
San Carlos como los establecimientos con el mayor número de vecinos no indígenas
dedicados al comercio de especulación. Por lo demás Río Negro era una tierra promisoria por
lo que producía y podía producir, poblado por gente cuya naturaleza y carácter eran
condiciones únicas para acometer el ensayo:
“Séame permitido a este propósito llamar especialmente nuestra atención hacia el interesante,
pero despoblado Cantón de Río Negro, casi nulo en su existencia política.
Su vasto territorio que compone aproximadamente una cuarta parte del de toda la República:
sus magníficos ríos que lo cruzan y comunican cn todas direcciones: sus ricas, variadas y
originales producciones: su clima en general salubre: sus inmensos bosques: y finalmente la
mansa índole de casi todas las tribus dispersas en aquellas vastas soledades, a orillas de una
multitud de ríos navegables que las riegan, todo incita al Gobierno a proponer a las Cámaras un
ensayo del cual se promete los más felices resultados.
Apenas hay 84 habitantes que no sean indígenas, dispersos en las 16 poblaciones de indios,
que, según el Coronel Codazzi, hay en este cantón. Su población total, incluyendo las tribus
errantes, no alcanza a 20.000 habitantes, y de estos es número insignificante el de los que viven
reducidos a poblado”…717
A estas razones se agregaban otras: su situación limítrofe con el imperio brasileño y la Nueva
Granada, y su comunicación fluvial por vía del Brazo Casiquiare. De manera pues que, se
juzgó, la región poseía elementos geográficos, sociales y políticos que permitían realizar una
suerte de borrón y cuenta nueva para ensayar el proceso civilizador de su tierra y su gente. Se
consideró que el escaso peso demográfico de los criollos era una condición favorable para
ensayar el régimen de excepcionalidad. Se requería una figura fuerte y decidida, dotada de
poderes especiales, como no sería posible hacer en el resto de la Provincia.
Así fue nombrado Pedro Joaquim Ayres, brasileño de nacionalidad. Las escasas noticias que
hemos logrado reunir acerca de este polémico personaje del acontecer guayanés de esos años
716 Para el examen de estos asuntos de manera más detallada remitimos a nuestro trabajo ya citado (Haro, Juan.
De Curas y Capitanes.....) 717 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1841 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Pp. 28- 30
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
304
lo presentan como un naturalista, reconocido por su trato afable y suave para con los
indígenas, desconociendo las circunstancias en que llegó al país procedente del Brasil cuyas
autoridades lo tenían por sedicioso y revolucionario718.
Este Director, quien legó una importante documentación sobre el distrito o Cantón de Río
Negro de esa primera mitad del siglo XIX, supo informar de manera amplia y bien
fundamentada acerca de su actuación como primera y única autoridad de aquella jurisdicción,
siendo considerado en Caracas y en Guayana como el mejor funcionario del régimen de
misiones, con el perfil adecuado para encarar tan delicada misión como no existió otro en
ninguno de los distritos misionalesu.
Pedro J. Ayres fue alabado tanto por el Gobernador como el Secretario del Interior y Justicia,
quienes reconocían que desarrolló su trabajo con la mejor actitud, celo y compromiso, algo
que faltó al resto de los funcionarios de las misiones, quizá con la excepción de Fray Bernardo
o Bernardino de Manresa, según lo dijeran el Secretario del Interior y Justicia y el Visitador
Andrés Eusebio Level719. A esa falta de compromiso, disposición y hasta formación les fue
atribuida en buena medida el fracaso de la política reduccionista.
Una de los rasgos que caracterizó su actuación se demostró en la sistematicidad y precisión
con las que quiso rodear su trabajo durante los de tres años en que fungió como Director del
Distrito de Río Negro, proponiendo planes y ejecutando iniciativas originales que a la postre,
en razón de la resistencia de los vecinos criollos y sus intereses comerciales terminaron por
derrocarlo, trayendo como consecuencia el cambio drástico del régimen que quiso instaurar.
Al momento de su nombramiento se encontraba en Tumeremo, pues desde allí partió para
juramentarse en Angostura el 10 de enero de 1842. Su arribo a San Fernando de Atabapo
718 Al respecto remitimos al análisis que hiciéramos acerca de las posibles causas que llevaron a Ayres a venir a
Venezuela, para lo cual comentamos la comunicación en la que el Embajador del Brasil en Londres lo acusaba de
fraguar planes para invadir ese país desde Río Negro. Cfr. HARO, Juan. Ob. cit. Pp. 112- 115 719 Bernardo o Bernardino de Manresa actuó como jefe de uno de los circuitos misionales en el distrito de Upata.
En verdad, se destacó por el trabajo desplegado en lograr la constitución de nuevas poblaciones. Cfr. Venezuela.
Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1846 el secretario de lo
Interior y Justicia. P. 21
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
305
ocurrió el 2 de abril de ese año, en un viaje que demoró cuarenta días720. A poco de su llegada
enfrentó la resistencia de los criollos a su nombramiento y a los propósitos de su misión:
“Los interesados en que no se regularizase la reducción, esparcieron entre los indígenas, que el
director iba encargado de reunirlos y enviarlos para Angostura en clase de soldados. El director
encontró las poblaciones del primer circuito habitadas solamente por los viejos y enfermos, y
solo con muchos afanes, repetidas ofertas y evidentes demostraciones de falsedad de aquel
rumor, fue que pudo conseguir que volviesen cautelosos a reunirse en poblado”721.
Tanto los vecinos criollos como el propio Ayres tenían noticias del acontecer del resto de las
comarcas guayanesas, a juzgar por lo que se refería respecto de los conflictos entre las
autoridades cantonales y los de las misiones en el Distrito de Upata, noticias que alentaron a
los alborotadores de Río Negro a querer acabar con el sistema de misiones antes de que
empezara recurriendo a su ascendencia en la población indígena mediante el rumor:
“Las supresión de las autoridades de reducción en Upata y entre otros motivos, la negativa de
los efectos pedidos por la Dirección a Angostura formaron en todo este distrito una serie de
chismes perjudiciales a la reducción, apoyados en cartas de enemigos del sistema, los criollos
esperaban igual disolución en la dirección de Río Negro y aprovechaban la ocasión para
sembrar malas pláticas a los indígenas, desanimando a unos al trabajo, y aconsejando a otros
que volvieran a los montes y haciéndome temer justamente de ver frustrarse todo lo
adelantado”722.
En aquellos primeros momentos hubo de compartir su autoridad con la del jefe político, quien
cuestionó las primeras medidas que tomó en relación a los niños indígenas criados como
servidumbre en las casas de ciertos criollos.
A diferencia de lo que sucedió en Upata o el Alto Orinoco, Ayres quedaría como autoridad
única en Río Negro. Dos fueron las medidas tomadas: la supresión de los funcionarios civiles,
vale decir del jefe político, mediante una resolución del 24 de noviembre de 1842 de la
Gobernación de Guayana723, y la otra consistió en la modificación parcial del Decreto
720 Ibid. Pp. 112- 115 721 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1843 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 161 722 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento de empleados del
Primer Circuito. Comunicación del Director Pedro J. Ayres al Sectretario del Interior y Justicia. San Fernando
de Atabapo, 28 de noviembre de 1842. Volumen 244. 723 AGC. Río Negro. Se somete el Cantón a un régimen excepcional. Resolución del 24 de noviembre de 1842 de
la Gobernación de Guayana, mediante la cual se suprimen las autoridades civiles en el Distrito de de Río Negro.
Volumen 244
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
306
Orgánico de las Misiones de Río Negro. El Ejecutivo pensaba que se allanaba el camino a los
propósitos de la política de misiones, eliminando el obstáculo de la coexistencia de dos
gobiernos en una misma jurisdicción. De ese modo todas las poblaciones pasarían a tener el
estatuto de misiones, sometidas a la única autoridad de Ayres:
“Artículo 2°. Cada circuito comprenderá dos, tres o más parroquias, caseríos o fundaciones.
Parágrafo único. Todas las poblaciones, sean parroquias, caseríos o fundaciones se llamarán
indistintamente con el nombre de misiones”...724
Al igual que en el resto de la Provincia, el indígena vivía sometido a un régimen de
servidumbre a merced de los vecinos criollos del que poco o nada se hablaba, sin embargo es
un hecho que hasta muy connotados hombres de estado en Guayana usaban el servicio de
indígenas en sus casas, porque así lo dictaba la costumbre, como resultado de llevarse –
raptados- a los indígenas desde muy jóvenes sin consentimiento de sus padres para el resto de
sus vidas 725.
A los pocos días de su llegada a San Fernando, el jefe político del Cantón cuestionó al
Director la manera cómo quiso instrumentar la doctrina en esa población, pues sustrajo de las
casas de los criollos a los jóvenes indígenas que se hallaban en calidad de servidumbre. El jefe
724 ARMELLADA, Cesáreo. Ob. cit. P. 111. 725 En el año 1842 el Gobernador Florentino Grillet recibía una comunicación desde Caruachi en que se le
informaba que Tomás (apellido ilegible), vecino indígena de Guasipati, denunciaba que su hijo de nombre
Marcial estaba en poder de la señora Luisa Pérez desde hacía más de seis años. Decía el señor Tomás que al niño
lo habían llevado lejos de su familia con engaños El responsable era el juez de paz Nicasio Pérez: “Según la
manifestación de (apellido ilegible) resulta que hace seis años le quitó Nicasio Pérez que hacía de juez de paz de
aquella parroquia este hijo con el pretexto de mandarlo a aprender a zapatear, y de este modo tuvo lugar la
extracción de aquel joven y entrega a la señora Luisa hermana de Nicasio, quien se negó devolverlo a sus padres
en el mes de noviembre último”. (AHG. Reducción y Civilización de Indígenas. 1845. Comunicación al director
de indígenas de Guayana, sobre el niño Nicasio en poder de Juan Bautista Dalla Costa. Caruachi, enero 25 de
1842)
También se puede consultar sobre el mismo asunto el siguiente expediente: AHG. Reducción de Indígenas.
Distrito del Centro. 1845. Lo relativo al joven indígena Marcial depositado y en servicio del señor Juan Bautista
Dalla Costa.Sign. 3.1.1.9, 271 folios.
Este niño había sido entregadoal señor Juan Bautista Dalla Costa quien lo tenía en una de sus fábricas
devengando un sueldo de cuatro reales. Dalla Costa fue obligado a pagarle una cantidad mayor, además de
proveerle de ropa.
Un expediente con información relativa a esta “costumbre” de mantener a niños indígenas como sirvientes ha
sido consultado por nosotros, consignando su referencia, ver: AHG. Reducción de Indígenas. Entrega de algunos
indígenas huérfanos a particulares. 1844. Sign. 2.3.4.19, 5 folios.
Esta era una práctica extendida en toda la provincia como bien lo denunció Pedro Joaquim Ayres en el caso de
Río Negro. Andrés Eusebio Level no olvidará entre sus recomendaciones tomar medidas contra esta odiosa cuán
reprobable y extendida práctica.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
307
político se dirigía al Gobernador solicitando aclaratoria acerca de si estos jóvenes se
comprendían dentro de la política de reducción o no. El funcionario argumentaba que de modo
alguno se les consideraba como servidumbre, antes por el contrario, se les tenía en las casas
como “hijos”, y se “les educaba con el fin de civilizarlos”:
...”hallándose algunos indígenas varones y hembras en casas de vecinos españoles, entregados,
unos por la autoridad conforme a las leyes y disposiciones del Gobierno, y otros por sus padres
desde tierna edad, para que sean enseñados a fin de que no queden en el estado salvaje y que
después que una persona los cría con su sudor natural (no como sirvientes, sino como hijos)
enseñándoles todas las máximas buenas, y que cuando ya por su edad y educación puedan ser
útiles a la sociedad, lo cual no se lograría, si estuviesen en el estado en que todo indio que no
tiene principios se encuentra.
Espero que Usted se sirva decirme que si son estos los indios que el Gobierno manda reducir, y
si el Director de Reducción de este cantón puede libremente, sin distinción, extraer a toda clase
de indígenas que se encuentran en casas de personas honradas, sin haber justos motivos, sin
atender a las propiedades de las personas”...726
Ayres se dedicó durante los primeros meses de su estancia en la región a procurar atraer a
poblado a quienes habían huido y proponer a otras comunidades hacer otro tanto. Hizo la
primera demarcación de los circuitos misionales, designándolos por los ríos o afluentes que los
recorrían y abrazaban. En ellos se encontraban para entonces unas veinte poblaciones,
sumadas algunas pequeñas comunidades o “rancherías” de indígenas que habían sido
contactados, mas no estaba resuelto su lugar de residencia definitiva727.
Hacia 1843, hizo una segunda demarcación de los circuitos estableciendo un total de seis. Para
entonces daba cuenta de veintiuna nuevas misiones, alcanzando un total de cuarenta y un
poblados con inclusión de la capital.
726 Comunicación de José María Izquierdo al Gobernador de Guayana. San Fernando de Atabapo, 31 de mayo
de 1842. Ibid. 727 AGN. Misiones. Río Negro. División del Distrito, demarcación de sus circuitos y designación de Misiones.
Pedro Joaquim Ayres al Director de Indígenas de Guayana. San Fernando de Atabapo, 1° de junio de 1843. T.
IX. F. 23.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
308
Cuadro 13. Distrito de Río Negro
CIRCUITOS MISIONES
Primero San Carlos San Felipe
Solano Buenavista
Tiriquín San Miguel
Tomo Tomo Nuevo
Aquí Maroa
San Antonio Tabaquen
Guahoriben
Segundo Santa Isabel Santa Cruz
Quirabuena Dotoromoni
Mauaca Castaño
Matapire
Tercero San Fernando Camochina
de Atabapo
Baltazar Guasacame
Yavita
Cuarto La Sabana Guacamayo
San Joaquín
Quinto Maipure Bichado
Cuao Arecucu
Capuana Sincuata
Guayabal Átures
Pares Payaraima
Cataniapo
Sexto Santa Bárbara Trapiche Viejo
Fuente: Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Informe del Director de Río Negro al Secretario del Interior y Justicia. San
Fernando de Atabapo, 30 de junio de 1843.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
309
Para el historiador Bartolomé Tavera Acosta, esta etapa es la de mayor florecimiento de
pueblos que conozca Río Negro durante el siglo XIX728. Era una tarea fundamental que
complementó con un programa que suponía la permanente incursión en la búsqueda de
comunidades con quienes pactar su reducción a poblado, aun cuando una parte importante de
los poblados de reciente fundación tuviesen una vida efímera. Sobre esa red poblacional Ayres
procuró instaurar un sistema de producción en tres órdenes fundamentales:
- los productos de extracción animal y vegetal;
- la agricultura de especies tradicionales en la región o de reciente introducción durante
la etapa colonial;
- las industrias tradicionales y las de reciente introducción.
Ayres formuló algunas propuestas en ese sentido al Ejecutivo, producto de sus observaciones,
de lo que consideró podían ser las potencialidades productivas de cada circuito misional,
haciendo diagnósticos de la producción y de lo que podría producirse mediante la introducción
de especies vegetales y animales, concibiendo un sistema con base en la complementariedad e
interdependencia de cada uno de aquellos circuitos en la búsqueda de una sistema producción
diversificada en:
- fábricas de embarcaciones;
- fábricas de artesanías (chinchorros, cestas, wapas, etc.);
- herrerías;
- siembras de café, cacao, algodón, maíz y otros, además del plátano y la yuca;
- hatos ganaderos.
Propuso la comercialización de la producción hacia el puerto de Angostura facilitando el flujo
de embarcaciones mediante la voladura de los raudales de Átures y Maipures, en tanto que
hacia el interior, entre las poblaciones de Yavita y Pimichín propuso la construcción de un
canal de navegación que ahorrase el recorrido del Casiquiare y el tramo del Orinoco para ir o
venir de las poblaciones de Maroa (río Guainía) y, aguas abajo, San Carlos y San Felipe sobre
el Río Negro. Quizá, convencido de lo incompleto que resultaba el régimen de reducciones
opuso la inmigración de pequeños productores concibiéndolo como un proyecto
728 TAVERA ACOSTA, Bartolomé. Río Negro... p. 49
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
310
complementario para anular la influencia del sector comercial y como medio de fijación de los
indígenas a la tierra en el concepto colonial729.
Finalmente, presentó un reglamento de policía que logró poner en práctica parcialmente,
pensado como un instrumento que ayudaría en la compleja conducción del Distrito, inspirado
en la necesidad de crear mecanismos coactivos para el mantenimiento del orden y disciplina
en las misiones, documento éste al que nos referiremos más adelante, cuando formulemos
nuestros comentarios acerca de las instituciones educativas730-
En lo que respecta a la propuesta de llevar inmigrantes, el 30 de junio de 1843 Ayres remitió
un informe al Secretario del Interior y Justicia en el que daba noticia de los adelantos que
habían experimentado las misiones en Río Negro. Hacía poco más de un año que estaba en
posesión del cargo. Pese a algunos tropiezos el balance era positivo para ese momento. Pero
ese éxito relativo podía verse seriamente comprometido a futuro si no se dotaba al Distrito de
elementos que le otorgasen estabilidad por cuanto, en su opinión, Río Negro era a lo sumo una
hacienda del gobierno o de los indígenas cuya viabilidad económica dependería de los
ingresos que se generasen en la misma región, de modo que cualquier cambio que ocurriese
determinaría el fracaso del experimento:
“En la marcha que lleva actualmente el distrito, no es sino una hacienda perteneciente a los
indígenas o al Gobierno, que de ella espera los fondos para prever a los gastos que ocurren para
la administración, adelanto de la población y civilización del indígena; todo lo cual por más
brillante aspecto que ofrezca, está pronto a cualquier cambio”…731
Para él, la solución consistía en que se estimulase la constitución de una clase de propietarios
de la tierra, que fomentasen la agricultura y la cría de ganado alternando con las propiedades y
haciendas de misión. De esa manera se podría contrarrestar la posibilidad de un fracaso:
729 HARO, Juan. De Curas... p. 121 730 Acápite: 6.3.-.- Las doctrinas y la enseñanza de oficios. Las escuelas de primeras letras 731 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. El Director propone la inmigración en auxilio
de la reducción de indígenas. Informe del Director de Río Negro al Secretario del Interior y Justicia. San
Fernando de Atabapo, 30 de junio de 1843. Volumen 244
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
311
…”a par del número de haciendas que poseen las misiones en comunidad, hubieran
particulares establecidas en igual circunstancia; porque éstos comenzarían el adelanto aunque
con grandes sacrificios, y no se desorganizará ni se perderá la costosa obra”.732
El Secretario del Interior le respondió el 23 de noviembre solicitándole que desarrollara estas
ideas iniciales, recordándole que era preferible la introducción de grandes capitalistas para la
agricultura que más jornaleros, porque precisamente si algo sobraba en Río Negro eran los
brazos de labor733.
El 25 de mayo de 1844 llegaba a Caracas un nuevo informe con las precisiones que se le
pidieron. Ayres decía que no se trataba de la introducción de canarios en clase de peones, pero
que tampoco la solución consistía en la llegada de grandes capitalistas para la formación de
latifundios. El gran propietario no mantendría relaciones directas con su peonada, si acaso no
quedaba la propiedad en manos de algún encargado que tendría aún menos cuidado sobre el
particular. La estrategia consistía en la diseminación de pequeños propietarios que empleasen
a los indígenas y mantuviesen con ellos relaciones muy cercanas, para que sirvieran como
modeladores de la conducta de los indígenas, si bien la civilización del indígena se facilitaría
mediante un cambio radical en lo que se refería a su actitud frente al trabajo productivo
generador de excedentes para su comercialización. Para Ayres no estaba en duda el
extraordinario carácter de los indígenas, no exenta su opinión de una concepción
positivamente racista:
…”es probado que en ninguna parte se ha conseguido formar establecimientos agrícolas de
importancia con los Indios, a pesar de grandes capitales embarcados y porque no se someten a
una dependencia, mientras no conocen que el beneficio que les atrae su labor es superior al
sacrificio de su descanso (…) no sienten otra urgencia que la de su subsistencia diaria y del
vestido que los abriga de la intemperie (…) manteniéndoles en los bosques con cacerías y
frutas y vistiéndoles con las cortezas de los árboles; así favorecido el indígena discurre que
tiene suficiente, a nada más aspira y supone que no tiene absolutamente necesidad de sujetarse,
si él trabaja, es por una persuasión, para satisfacer algún compromiso”…734
732 Idem. 733 Idem. 734 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
312
El pequeño propietario ayudaría como ningún otro a afianzar al indígena a la tierra y a
transformar de raíz esta conducta que era vista como inconveniente y contraria a los fines del
sistema de misiones, pues procuraría conservar a sus peones y mantendría con ellos un roce
diario. Ayres sí valoraba como muy negativa la actividad comercial que mantenían los vecinos
criollos con los indígenas, fundadas en la especulación y no en el trabajo creador del cultivo
de la tierra. Era preciso desterrar ese mal de la región:
…”No ha sido la falta de recursos y medios que ha dimanado la negligencia de aplicarse los
indígenas a la cultura, es enteramente debido a los vecinos criollos que aquí existen, que nunca
se han dedicado ni dado impulso a ella, por el solo motivo de hallar mejor cuenta y descanso en
el tráfico con los indígenas dejándoles por los muchos que son éstos, un lucro más fácil y
pronto que la agricultura.
Por separado Usted se impondrá en qué se funda este comercio y que ha sido la causa de que el
Río Negro no haya tenido adelanto y me manifestaré largamente persuadiendo a Su Excelencia
que en cuanto no sea totalmente erradicado el tráfico nunca serán permanentes los bienes que
se buscan en el Territorio; grandes han sido las dificultades que se han sacado por este motivo
para estimular a los indígenas al trabajo, lo que solo la introducción de agricultores hará
efectivo proporcionando ocupación en labranzas como único medio para adquirir lo necesario
en vez de conservarlos en sus correrías en los montes”735.
Poco más podía comentarse de una situación que desde el principio de la gestión del Director
Ayres reveló sus contradicciones con los intereses de los vecinos criollos, carentes de las
estructuras gubernativas que fueron suprimidas por orden del gobierno pero con la fuerza
suficiente para oponerse a sus resoluciones. Aunque el Gobernador y director de indígenas
estimara conveniente las apreciaciones de Ayres trasmitiéndole al Secretario del Interior su
opinión favorable, la verdad es que no llegaron a realizarse. Por el momento esto nos sirve
para entender la importancia e impulso que Ayres quiso dar al fomento de nuevas industrias,
y, consecuentemente, a la instalación de instituciones para la enseñanza de oficios.
El Director tuvo que contar con esos mismos vecinos criollos para que sirvieran como
funcionarios de las misiones en clase de doctrineros, capitanes pobladores, maestros para los
talleres de enseñanza de oficios, y también, como preceptores de las escuelas de primeras
letras que fundó. Con ellos y con los misioneros llegados a la región emprendió su tarea. Con
ambas clases de funcionarios tuvo ásperas polémicas y desencuentros.
735 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
313
En el caso de los empleados seglares no dudamos en afirmar que con escasas excepciones, su
comportamiento fue contrario al programa que quiso instaurar Pedro Joaquim Ayres. Al igual
que en los distritos del norte de Guayana, en esta región también se experimentó el
permanente cambio de estos funcionarios, bien porque se les juzgara incompetentes, porque no
hubiesen cumplido con sus deberes o, simplemente porque renunciaban a su destino.
Apenas llegado a la región, comunicaba los nombramientos hechos en las siguientes personas
y para los destinos que se mencionan:
- Clemente Grillet, capitán poblador del 2º circuito (27-01-1842);
- Francisco Piña, capitán poblador del 1º circuito (01-04-1842);
- Tomás García, doctrinero de Átures (01-04-1842);
- José María Izquierdo, doctrinero de San Fernando de Atabapo (01-04-1842);
- Manuel Nieto, doctrinero de Maroa (01-06-1842);
- Carlos Bueno, doctrinero de Solano (01-06-1842);
- Concepción Padrón, doctrinero de San Carlos (01-06-1842);
- José Dionisio Arnaud, doctrinero de Baltasar (01-06-1842);
- Antonio Azabache, doctrinero de Yavita (01-06-1842)736
Para el 30 de agosto informaba haber destituido a Francisco Piña: …”por abuso de licencia y
ocuparse de sus intereses en detrimento de los de la Dirección”…737; mientras que el 30 de
abril de 1843 destituyó por motivos similares a Manuel Nieto para nombrar en su lugar a
Carlos Bueno, a quien trasladaba desde Solano738. Para el 5 de mayo de 1842 nombraba a
Eugenio Álvarez doctrinero de San Carlos y Tiriquín en sustitución de Fray José María de
Mondragón, removido de su destino; pero el día 22 de junio Álvarez renunció por motivos de
salud739.
736 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Reducción y Civilización de Indígenas.
Nombramiento de empleados en el primer circuito. Volumen 244 737 Comunicación del Director de Río Negro al Secretario del Interior y Justicia. San Fernando de Atabapo, 12
de septiembre de 1842. Ibid. 738 Idem. 739 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
314
Nicolás Palencia fue nombrado capitán poblador del 1º circuito, pero fue destituido a poco, el
27 de mayo de 1844: …”por haber abandonado escandalosamente su circuito y retirarse fuera
del territorio de la República”…740
El día 1º de enero de 1844, el Director comunicaba que había separado de sus cargos a los
doctrineros de: Yavita, Solano, Buenavista y San Miguel en las personas de Concepción
Padrón, Atanasio Tividor y Antonio Azabache:
…”por haber experimentado que los individuos en las doctrinas no desempeñaban sus
funciones, haciendo prevalecer sus negocios a los intereses de la reducción y perjudicando los
trabajos comunales”…741
No fueron éstos los únicos nombramientos o destituciones, pero sirven para ilustrar el
ambiente de tensión que se vivió en el Distrito entre el Director y los vecinos criollos y las
razones que la explicaban. Pero los problemas también ocurrieron con los frailes misioneros.
Los sacerdotes nunca llegaron al número que se estimó necesario, fueron protestados a poco
de iniciar su trabajo, mantuvieron las peores relaciones con el Director y, por si fuera poco, los
primeros en arribar lo hicieron muy a pesar suyo, puesto que habían sido destinados a Upata,
según hemos visto líneas atrás742.
A diferencia de lo acontecido en Upata o el Alto Orinoco, donde los inconvenientes de los que
tenemos noticia se presentaron entre las autoridades civiles y vecinos criollos contra los
misioneros y viceversa, en Río Negro, los problemas ocurrieron entre Ayres y los sacerdotes.
Así, a escasos meses de haber llegado uno de los frailes a encargarse del Primer Circuito,
Ayres lo acusaba de violencia contra los indígenas e incluso contra los empleados criollos de
la reducción, todo lo cual trajo como secuela la huida de los moradores indígenas con el
consecuente peligro para las reducciones:
…”En esta ocasión resultó por el Padre castigado con látigo y planazos a varios indios que él
sospechaba de haber concurrido en la huida de una muchacha doctrinera Irena, la cual el Padre
en el mes de enero había llevado de esta misión para San Carlos como sirvienta, de cuyo lugar
se escapó el día 11 del mismo mes y todavía no se sabe dónde se refugió. El Padre suponiendo
que éstos la habían sonsacado en el viaje que hicieron a San Carlos, trató cuando llegó a Maroa
de asegurarse de los indios, y prendiendo a unos y castigando con látigos y planazos a otros,
740 Idem. 741 Idem. 742 Vid. Supra 6.1.- Los frailes y los empleados civiles
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
315
creó tal terror en el pueblo, que de la noche al día dejaron la población sola, no quedando más
que dos mujeres viejas con que se regresó a Tomo de donde vino para San Carlos”...743
Ayres terminaría solicitando la remoción del fraile a mediados de 1843, y pidiendo le enviasen
tres misioneros de los que, tenía noticia, llegaron por esos días a Angostura. Ya hemos visto
que fue muy corto el tiempo de su estadía744.
6.2.4.- Las dificultades. Las actitudes de los indígenas y sus reclamos acerca del sistema
de reducciones. El centro del problema: la explotación de los indígenas por los
comerciantes y los terratenientes
6.2.4.1.- Las dificultades
La organización de las misiones descansaba en la disposición y buena conducta de los
funcionarios religiosos y seglares. Expresaban con su sola presencia la institucionalidad en el
campo de la acción reduccionista para con los pueblos indígenas, ámbito nuevo de la acción
del estado republicano en un país que iniciaba pocos años antes su andadura independiente.
Actuaron muchas veces en solitario sin respaldo o fiscalización para realizar su trabajo.
Muchos antepusieron sus intereses personales colocándolos por encima de los propósitos del
destino para el que fueron nombrados cometiendo ellos mismos algunos desafueros contra los
indígenas. En muchas ocasiones misioneros, doctrineros y capitanes pobladores renunciaban a
sus cargos argumentando enfermedades o problemas personales, reales o ficticios; es decir el
tren de funcionarios no fue estable, frecuentemente eran nombrados nuevos empleados en
sustitución de quienes resolvían separarse de sus responsabilidades. Pero esto era apenas uno
de los aspectos a considerar a la hora de hacer un balance de los problemas y las dificultades
para el éxito de las misiones.
743 Comunicación del director de las haciendas y ríos del Distrito de Río Negro Pedro J. Ayres, al Director de
Indígenas de Guayana. Maroa, 17 de marzo de 1843. Ibid. 744 Vid. Supra 6.1.- Los frailes y los empleados civiles
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
316
En segundo lugar, las autoridades civiles se encontraban en franca y abierta oposición a los
funcionarios de las misiones existentes en los cantones antes de la promulgación de la Ley y
los decretos orgánicos. Los pleitos y desencuentros expresaban la resistencia de las estructuras
gubernativas municipales a estas otras, muy diferentes, personificadas en las autoridades de las
misiones, que venían a imponer restricciones al accionar de terratenientes y comerciantes, para
instituir el régimen que contradecía las normas escritas y las costumbres, aunque las
intenciones y propósitos manifiestos de esta política se orientaban al beneficio de esos
mismos sectores, en razón de que su éxito pondría a su disposición miles de brazos de labor
por entonces inútiles.
Se creaba pues un marco de problemas con la existencia de dos estructuras gubernativas en la
que, tanto el Gobierno Central como el provincial, procuraron actuar como árbitros
solucionando las desavenencias, fallando alternativamente a favor de unos y otros; pero
terminaría imponiéndose la fuerza de los intereses concentrados en los dueños de la tierra, del
comercio y de los poderes municipales, esto es de los sectores de la sociedad criolla sin más.
La situación de los cuatro distritos de reducción –como hemos dicho- no era igual. Mientras
que en el Distrito de Río Negro destacaba la figura de Pedro Joaquim Ayres, en los distritos
del norte de Guayana no ocurría lo mismo. La personalidad de este brasileño y el empeño con
que había desarrollado su actividad, patente al menos en la documentación e informes que
consignara a sus superiores, presentaron a aquella jurisdicción como un ejemplo de lo qué
debía hacerse para cimentar las misiones.
El relativo aislamiento de Río Negro, su real lejanía de la capital y los obstáculos naturales
que oponían los raudales a la navegación franca por el gran río, contribuían a explicar la
importancia de aquel director, en una región en la que no existía un sistema económico que
generase rentas a la República, ni se habían conformado hatos ganaderos o agricultura de
alguna extensión, salvo el comercio de los pocos criollos residentes en ella. Fueron esos
comerciantes los que terminarían con el experimento del brasileño, poniendo en evidencia las
debilidades de la iniciativa “reduccionista” en aquel distrito.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
317
El Bajo Orinoco y el Alto Orinoco ofrecían una imagen similar a la de Río Negro, pero en éste
último no existía agricultura y ganadería de importancia ni interés por poseer la tierra, aparte,
eso sí, de los comerciantes y sus intereses. El acceso a las comarcas del Alto o Bajo Orinco era
mucho más fácil puesto que estaban conectados directamente por el río Orinoco en un curso
de navegación ininterrumpido. Quizá en estos espacios faltó la presencia de empleados de la
talla de Ayres, aunque no fuera la única condición. Con todo, allí se expresaron también los
mismos problemas y terminarían obrando similares condiciones, aun cuando no tuvieran
parecida intensidad que en Upata o Río Negro.
En la Memoria presentada por el Secretario del Interior al Congreso en sus sesiones de 1844,
era desalentadora la apreciación del ministro en relación a los distritos del norte de la
provincia. Uno de los principales problemas se evidenciaba en que los vecinos criollos e
indígenas desobedecían a los empleados de las misiones:
“Los hechos han probado que uno de los más grandes embarazos que se oponen al buen
resultado de los trabajos que se emprendan, es la existencia en los lugares de la reducción de
individuos, sean o no indígenas, que no estén sometidos a los funcionarios de ella. En
Maracaibo y en los distritos del norte de Guayana la mezcla de indígenas recién reducidos con
personas que por estar en el pleno goce de los derechos de ciudadano no reconocen la
autoridad de los empleados de la reducción, ha sido de continuas y siempre renacientes quejas
y dificultades”745.
Las autoridades de las misiones no contaban con la fuerza represiva ni moral suficiente para
imponer su autoridad, y con ella sus métodos y los propósitos del Estado. De manera que sus
actuaciones eran cuestionadas y obstaculizadas frecuentemente.
Los trabajos acometidos en esos distritos habían tenido serias limitaciones en cuanto a
conseguir los fines que decían perseguir. Según hemos visto, hubo pactos con comunidades
que concluyeron en su asentamiento en nuevas poblaciones, o bien, en villas o misiones ya
existentes. Al mismo tiempo se informaba con alguna regularidad de los adelantos en sus
conucos y siembras de comunidad. Pero no era todo lo que se esperaba de aquellos esfuerzos:
745 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 15
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
318
“Lo que hasta ahora se ha llamado reducción y civilización de indígenas ha sido el hecho de
atraer con dádivas a individuos de algunas tribus, reunirlos en un pequeño caserío, y procurar
allí enseñarles algunas nociones de religión. Obligándoles a emplear el día en trabajos
agrícolas e industriales”746.
Estas acciones iniciales eran aceptables pero no bastaban. Debían acompañarse con sacerdotes
lo suficientemente sensibilizados en el trato con los indígenas, que no los había. También, y
esto era fundamental, los funcionarios de las misiones se establecieron en poblaciones donde,
al existir el régimen de gobierno municipal o civil, entraron en contradicción unos y otros,
escandalizando e introduciendo peores costumbres entre los indígenas, además de
desorientarlos en cuanto a quiénes eran sus autoridades, si las civiles o las de la reducción:
...”Los funcionarios de reducción se han establecido, y no han podido menos que establecerse
en poblaciones donde ya existían muchas personas que en rigor no podían considerarse en el
caso de los indígenas que se trataba de reducir (...) y de aquí los frecuentes motivos de pugna
entre los funcionarios de uno y otro orden, frecuentes escándalos para los indígenas, y por
consiguiente anulado el efecto que debería producirse. Esta es la principal que puede darse hoy
para por qué los resultados de los esfuerzos hechos no han correspondido de todo con las
esperanzas que se concibieran”...747
Por último, el Secretario del Interior consideraba, como una causa nada desdeñable de estos
malos resultados, la inestabilidad en el gobierno provincial y por ende en la dirección del ramo
de indígenas, puesto que en un año se habían turnado cuatro personas en el ejercicio de esas
responsabilidades748, impidiendo una adecuada administración de este asunto:
…”cuatro gobernadores ha tenido aquella provincia en poco más de un año, y no es posible
exigir que hubiese habido unidad, y ni aun regularidad en la dirección de un negocio delicado y
que necesita contracción y conocimiento exacto de los antecedentes, por más capaces y
laboriosos que fuesen cada uno de ellos”749.
Se deduce que los distritos misionales del Bajo Orinoco, Upata y del Centro, apenas a dos
años de la aprobación de la ley y el decreto orgánico que los regía, constituían en la práctica
experimentos fracasados en los intentos por reducir y civilizar a los pueblos indígenas que los
habitaban, pese a que el Gobierno proponía para ese momento continuar con esa política,
introduciendo las reformas que se considerasen necesarias, pero sin especificar cuáles. No se
746 Ibid. P. 16 747 Idem. 748 Idem. 749 Ibid. Pp. 16- 17
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
319
pensaba lo mismo con respecto al Distrito de Reducción de Indígenas de Río Negro a fines del
año 1843:
…“La pena y sentimiento que causará el informe que precede, están balanceados con la
satisfacción que debe producir el que voy a dar sobre el estado de la reducción en el vasto
territorio del distrito de Río Negro”…750
La opinión del Ejecutivo era optimista en cuanto a que, en aquel territorio habitado casi
exclusivamente por indígenas, se cosechaban los éxitos que ya entonces mostraba en razón de
no existir población criolla que contradijese, obstaculizase o enfrentase las medidas tomadas
por el Director del Distrito; Río Negro era el territorio virginal en el que podía pensarse en
edificar una sociedad de indígenas “civilizados”, dentro de los principios y las miras que el
Gobierno había puesto, prácticamente desde sus bases mismas; de hecho allí residían las
razones que condujeron a dictar un régimen especial distinto del resto de los distritos
misionales de Guayana:
...”No ha existido allí la principal causa que inutiliza los esfuerzos de la Administración,
porque ocupado en totalidad por indios salvajes, el Poder Ejecutivo declaró en oportunidad que
aquel territorio debía sujetarse a un régimen especial: aunque han llegado con mucha tardanza
existen allí cuatro sacerdotes que no bastan para las necesidades de los indígenas; pero que son
de mucho auxilio a la reducción”...751
En aquel distrito no existían estructuras gubernativas con la fuerza y la continuidad de las de la
Villa de Upata. Desde el punto de vista social la presencia de criollos era insignificante, tanto
como la preparación de aquellos vecinos para ejercer cargos públicos. Esa era una opinión
compartida por los hombres de estado en Guayana y en Caracas. De manera que en tiempos
del distrito de reducción de indígenas fueron suprimidas las autoridades civiles,
aparentemente y en principio sin mayores contratiempos, lo que nunca hubiera sido posible
hacer en Upata.
Pedro Joaquim Ayres gozaba para ese momento de un prestigio y ascendencia únicos. Así lo
testimoniaba el Secretario al Congreso, cuando se refería a la decisión y celo con que había
asumido su cargo, y con los resultados afortunados de su gestión en la que se habían duplicado
los habitantes viviendo en poblado, y de ellos los que asistían a escuelas y doctrinas; se habían
750 Ibid. P. 17 751 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
320
duplicado las misiones y las casas, proliferado los cultivos de todo orden para la alimentación,
de café existían nada menos que cuatrocientas mil matas:
...”aunque el Gobierno no ha podido mandar a Río Negro otro empleado principal que el
Director, es este tan adecuado para el destino, según aparece de sus comunicaciones oficiales,
que su sola actividad y el acierto con que la emplea equivalen a la acción de muchos
individuos”...752
El Director prometía desarrollar económicamente el distrito, lo cual permitiría financiar en un
lapso relativamente corto –unos tres o cuatro años- los planes del Gobierno, aparte de generar
rentas sobrantes. Esta era una promesa esencial:
...”se verá que se han más que duplicado el número de las misiones, el de los alumnos que
concurren a las escuelas, el de las doctrinas, el de las casas de indígenas, y el de la población.
Existen ya más de cuatrocientas mil matas de café, abundan las sementeras de los frutos de
primera necesidad, y el Director tiene fundadas esperanzas de que dentro de tres o cuatro años
el producto de los afanes de los indígenas sea suficiente para cubrir todos los gastos que deben
hacerse, y hasta algún sobrante”...753
En otras palabras Río Negro era la prueba exitosa de la política de las misiones, que el
Gobierno presentaba sobre la bondad y justeza de su política, y más que eso de la viabilidad de
su planteamiento doctrinario y de cómo llevarlo a la práctica.
No obstante, en el mensaje el Secretario se mencionaba el viaje que habían realizado hasta
Caracas un grupo de indígenas desde San Fernando de Atabapo, para presentar queja formal al
Poder Ejecutivo contra el sistema establecido y las medidas tomadas por Pedro Joaquim Ayres
en el Distrito de Río Negro. Contrariado el Secretario debía dar cuenta de este hecho,
pensando quizá en las consecuencias que podría tener en la marcha del distrito,
primordialmente en su estabilidad política. De allí que afirmara:
”Escrito ya este párrafo se han presentado al Poder Ejecutivo unos indígenas de San Fernando
de Atabapo, reclamando algunas disposiciones del señor Ayres, y aun haciendo
manifestaciones que contradicen en parte los documentos que este ha remitido al Gobierno y se
acompañan a esta Memoria”...754
752 Idem. 753 Idem. 754 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
321
Pese a los argumentos de los indígenas que cuestionaban substancialmente los procedimientos
del Director, negando al mismo tiempo los adelantos que –decía el funcionario- se
experimentaron en la región, el Secretario del Interior, sin negar la verdad de tales
afirmaciones le hizo una serie de recomendaciones, solicitándole algunos informes
adicionales. Ayres terminaría siendo derrocado por un movimiento encabezado por vecinos
criollos que ejercían el comercio en Río Negro, algunos habían ejercido funciones de capitanes
pobladores y doctrineros. Tales acciones ponían en evidencia la férrea disciplina que quiso
imponer el funcionario dentro de una estructura altamente centralizada desde el punto de vista
económico, a lo cual obviamente se oponían los pacotilleros y especuladores -en el lenguaje
de la época- mas, se manifestaba de la misma manera, que aquel exiguo número criollos
estaban dispuestos a defender sus intereses a como diera lugar, utilizando incluso los reclamos
y argumentos de los indígenas, como efectivamente aconteció.
6.2.4.2.- Las actitudes de los indígenas y los reclamos acerca del sistema de reducciones
Los indígenas no fueron actores pasivos en estos años de ejecución de la Ley y los decretos
orgánicos. Tanto en el proceso de reinstauración de las misiones como en su ocaso grupos de
indígenas tomaron parte activa. La fundación y/o refundación de pueblos solamente fue
posible gracias a que aceptaron hacerlo. Las negociaciones para marchar a un nuevo punto a
poblarse se hacían con los jefes de las comunidades, a quienes el Gobierno nombraba
capitanes indígenas y recibían incluso alguna retribución en dinero en atención a esos
servicios. Los capitanes pobladores y los misioneros eran guiados y acompañados por
indígenas cuando se trataba de establecer relaciones con alguna comunidad, de modo que ellos
mismos eran mediadores insustituibles en estas tareas. Y no está de más decir que cuando una
determinada comunidad consideraba que el acuerdo que los había hecho decidirse por poblar
un lugar había sido violado, esa comunidad decidía regresar a su antiguo territorio,
abandonando el sitio y dando a entender así que ellos lo daban por terminado.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
322
A tenor de lo acontecido en Río Negro, no es exagerado afirmar que algunos indígenas, sobre
todo aquellos que vivían en pueblos en los que estaban en relación permanente con los vecinos
criollos actuasen –conscientemente o no- en favor de los intereses de comerciantes y
terratenientes, quizá porque fuesen instigados u obligados. Probablemente, a la vista de estos
hechos, frecuentemente misioneros y funcionarios seglares recurrían al argumento según el
cual los vecinos influían negativamente en el comportamiento de los indígenas. Pero, por otra
parte, tampoco es exagerado afirmar que el sistema de reducciones fue rechazado en más de
una ocasión por grupos de indígenas bajo el argumento de constituirse en un régimen opresivo
como ocurrió en el pasado colonial. La verdad es que renació la polémica en torno a la justeza
o no del sistema de misiones, esta vez durante la etapa republicana, y ocasionalmente los
indígenas hablaron con voz propia.
Hubo manifestaciones de otro tipo de conflictos en los que los indígenas intervinieron
directamente, con independencia de que hubiesen sido usados por alguno de los intereses en
pugna. El 28 de febrero de 1844, el misionero residente en Caicara del Orinoco comunicaba al
director de indígenas de Guayana lo ocurrido en esa villa en su presencia, en una reunión que
al efecto convocó el juez de paz de esa localidad, quien se dirigió a los congregados –
indígenas y criollos- para manifestarles que:
…”nada tenían que ver los indígenas conmigo, y desde aquel momento dependían
exclusivamente de las autoridades civiles y no del Padre misionero, lo cierto es que los
indígenas se creyeron lo que les certificaba el Juez”755.
El origen de esta polémica era el enfrentamiento del criterio del juez de paz y el del misionero
en lo referente a la ubicación de una nueva reducción de indígenas kari’ña, si debía realizarse
en un lugar denominado Chorrerón, o otro cuyo pueblo llevaba por nombre Tucuragua. El juez
de paz acusó al misionero de querer perjudicar las reducciones, obligando a los indígenas a
trasladarse a ese último pueblo. Esta polémica llegó a oídos del Secretario del Interior en
Caracas, quien ofició solicitando informes que aclarasen las acusaciones que el misionero hizo
contra el juez de paz y viceversa. Se trataba de Fray Ildefonso de Reus. El sacerdote respondía
que habiéndose encontrado con el capitán de los indígenas poblados en Chorrerón, el
755 AHG. Reducción de Indígenas, 1844. El misionero residente en Caicara al director de indígenas de Guayana.
Caicara, 21 de febrero de 1844. Sign. 2.3.4.6., 361 folios
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
323
misionero le propuso que lo hiciesen en Tucuragua, a lo cual el capitán de indígenas accedió
libremente y sin presiones756.
Meses más tarde, en abril de 1844, el Capitán de indígenas de Tucuragua visitó al director de
indígenas y Gobernador de Guayana en Angostura para informarle sobre los perjuicios que
causaba el ganado de los vecinos a las siembras de los indígenas de aquella localidad, por lo
que el Gobernador pedía informes al misionero sobre la veracidad de esas afirmaciones.
Fuesen o no ciertas las acusaciones, el misionero tenía en sus manos argumentos para increpar
a la autoridad civil.
En el distrito del Centro, aguas abajo del Orinoco en Borbón, Camurica y Moitaco se
presentaron algunos problemas entre los indígenas y los vecinos criollos dueños de ganado.
Esto ocurría simultáneamente con lo acontecido en Caicara del Orinoco y algunas de sus
misiones más inmediatas. En estos sucesos intervinieron las autoridades de la reducción en
favor de los indígenas, mientras que las autoridades civiles lo hicieron a favor de los vecinos
criollos. Uno de los acusados de perjudicar con sus ganados las siembras de los indígenas era
el juez de paz de Moitaco.
El 22 de marzo de 1844, ese funcionario escribía al Gobernador de Guayana informándole que
el doctrinero de Camurica mantenía en su poder, concretamente en su casa, unas vacas que
eran de su propiedad757. Pero, paradójicamente, casi dos meses después el mismo Gobernador
le escribía solicitándole que impidiese que el ganado de los criollos destruyese las sementeras
de los indígenas. El doctrinero de Camurica se había presentado en su despacho en Angostura
para hacer la denuncia:
“El Doctrinero de Camurica se ha presentado en este Despacho quejándose de que los ganados
de esos contornos están constantemente perjudicando las sementeras de los indígenas que están
bajo su cuidado (...)
Usted dará cuenta a este Despacho de las medidas para impedir que las sementeras de los
indígenas sean destruidas por los ganados de ese contorno”...758
756 Idem. 757 AHG. Reducción de indígenas del Distrito del Centro. Minucias. El juez de paz de Moitaco al Gobernador de
Guayana. Moitaco, 22 de marzo de 1844. Sign. 2.3.4.19, 18 folios. 758 El director de indígenas de Guayana al juez de paz de Moitaco, acerca de las medidas que debe tomar para
proteger las siembras de los indígenas de Camurica del ganado. Angostura, 1 de mayo de 1844. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
324
Los ganaderos no se quedaron callados, como se deduce de la solicitud que le hizo el
Gobernador Francisco Avendaño al misionero jefe del Primer Circuito. Le pedía
concretamente que pusiera coto a los abusos de los indígenas –sin especificar cuáles- contra
los ganados de los criadores:
“El señor Jefe Político de este Cantón me transcribe un oficio del juez de paz de Moitaco que
se refiere a quejarse de que sin embargo de haberle hecho presente al Doctrinero de Camurica
que los criadores de aquellos contornos sufren perjuicios causados, por lo que juzgo, por los
indígenas, no se ha puesto ningún remedio al mal. La Dirección espera que Usted le informe
qué clase de perjuicio es el que reciben los criadores y quiénes los causan para poder dictar una
provisión que corte el mal. Pero antes de concluir no dejaré de advertir a Usted que sobre este
punto ha dado sus disposiciones la Dirección y que desea verlas cumplidas para evitar nuevas
quejas”759.
Las acusaciones y reclamos de los indígenas no cesaban, y lejos de resolverse el problema que
involucraba a gobernantes, indígenas y vecinos criollos, amenazaba profundizarse. Esta vez,
nuevamente se trataba de la invasión del ganado a los sembradíos de los indígenas de las
misiones, quienes resolvieron abandonar el pueblo, quizá para regresar a sus ancestrales
territorios lejos de aquellas presiones que no toleraban. El día 8 de abril de 1844, Juan Silverio
Silva, vecino criollo de Borbón, no sabemos si era funcionario o no de las reducciones,
escribía al Gobernador de Guayana en los siguientes términos:
“Dirigido para mi habitación, encontré un número de indígenas, y preguntándoles qué para
dónde iban y fui informado por ellos que se iban descarriados de este pueblo en razón de que
un Señor nombrado Jorge Parra, les había agolpado una copia de ganado a sus labranzas y se
las habían destruido enteramente. Yo los he detenido y los hice reducir a sus pueblos, e
informándome de la causa que motivó al Señor Parra para este despojo violento contra la
propiedad de éstos, me dijeron que era por orden del Señor Juez de Paz (…) Epifanio Parra.
Estas razones me motivan a oficiar a Usted informándole del asunto para que oigamos de los
que se iban, y delibere lo que crea Usted más conveniente”760.
759 El director de indígenas de Guayana al misionero jefe del Primer Circuito. Angostura, 1º de noviembre de
1844. Ibid. 760 Juan Silverio Silva al Gobernador de Guayana, informándole acerca de los perjuicios que causa el ganado de
los vecinos criollos a los indígenas, y la resolución de éstos de abandonar la misión y sus propiedades. Borbón,
8 de abril de 1844. ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
325
El problema llegaba a los términos en los cuales la vecindad de indígenas y criollos, los
primeros agricultores y los segundos ganaderos, se hacía imposible poniendo en tela de juicio
la bondad del sistema de reducciones.
En el pueblo de Almacén acaeció un conflicto entre criollos e indígenas, las autoridades
civiles obligaban a los indígenas a reubicarse en otro lugar, porque esos terrenos eran de
interés para algunos ganaderos. Decía el Gobernador al juez de paz de esa localidad lo
siguiente:
“En este despacho se han presentado los indígenas Ramoncito (Alcalde) y Francisco Bailón
manifestando que Usted los obliga a trasladarse de Salsipuedes a esa Parroquia y que ellos se
quejan de esa determinación porque ellos dicen que van a perder sus labores por no encontrar
terreno a propósito en que fundarlas. Si se avencidaron en Almacén estos indígenas no han
sabido explicar bien a la Gobernación cuál es la intención de ese juzgado en que funda la orden
que se le ha dado (…)
Así pues aguarda el informe que solicito de Usted para que determine lo que fuere más
conveniente”761.
El juez de paz de Almacén respondía al Gobernador diciéndole que en verdad él les había
ordenado que se reubicasen en un lugar distinto a Salsipuedes, en razón de que eran muy
pocos, y también porque perjudicaban a los ganaderos:
“En contestación al oficio de Usted del 22 del mes pasado Sección de Indígenas, nùmero 32,
sobre la presentación que hicieron al Despacho de Usted los indígenas Ramoncito (Alcalde) y
Francisco Bailón de Salsipuedes, quejándose de la determinación de este Juzgado; tengo el
honor de informar a Usted que no existiendo en aquel caserío más que muy pocos indios a
mucha distancia de esta parroquia en donde este juzgado no puede contar ni saber de ellos, y
que se sospecha perjudican a los vecinos criadores con sus ganados, pues allí existen algunos
indios solos sin que pueda velarlos en sus (ilegible); los he llamado a este Juzgado (…) y se les
ha dicho: que siendo ellos tan pocos en Salsipuedes lo mejor que pudieran hacer es ir
concentrando sus sementeras poco a poco y trasladarse a vivir a uno de los pueblos indígenas
como Cerro Mono, Tapaquire, Tortuga, Almacén o Panapana en donde mejor les acomode, sin
exigirles sea precisamente en esta parroquia Almacén, aunque se les ha dicho que aquí hay
buenas tierras para que hagan sus labores sin necesidad de cercar y más ventajosas que ellos
actual cultivan”762.
761 AHG. Reducción de Indígenas. Queja de los indios de Salsipuedes. El Director de indígenas de Guayana al
juez de paz de Almacén, sobre la reubicación de los indígenas de la misión de Salsipuedes. Angostura, 22 de
mayo de 1844. Sign. 3.2.1.14, 5 folios 762 El juez de paz de Almacén al Gobernador de Guayana, sobre la reubicación de los indígenas de Salsipuedes.
Almacén, 22 de junio de 1844. Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
326
No sabemos cuáles fueron las soluciones que dieron las autoridades guayanesas para los
conflictos de los que hemos dado breve noticia, las tierras ocupadas por los indígenas de la
misión o pueblo de Salsipuedes eran reclamadas y fueron ocupadas por los ganaderos, a lo
cual se opusieron los indígenas hasta el punto de trasladarse a Angostura a denunciar esos
atropellos. Puede suponerse que esa disputa ponía en entredicho a las autoridades de la
reducción y las decisiones que habían tomado sobre la fundación de nuevas misiones.
Estos problemas, debido a la presencia de ganado, acontecían en tierras con vocación para la
ganadería como son las comarcas que se abren en los alrededores de Moitaco, Borbón y
Caicara, no es de extrañar que las mismas fuesen disputadas –como en efecto ocurrió- por
criollos e indígenas, los primeros firmemente defendidos por las autoridades civiles, y los
segundos por las de las misiones. Mas, también se encontraba en querella la libertad de
contratar a los indígenas, de manera similar a cómo hemos relatado algunos sucesos en el
Distrito de Upata.
A diferencia de Upata, donde las autoridades civiles argumentaron que los “indígenas que
vivían en los pueblos gozaban de los mismos derechos que el resto de los venezolanos”, no
encontrándose por tanto bajo la tutela del régimen de misiones, en las comarcas caicareñas los
vecinos criollos reclamaban simplemente la libertad de contratar con los indígenas, a lo que se
oponía el misionero jefe del circuito. El juez de paz de Borbón era el señor José Parra; no
sabemos si el mismo Epifanio o algún familiar, pero seguramente un miembro de aquella
familia, le escribía al Gobernador de Guayana el 26 de agosto de 1844 diciéndole:
“En esta fecha se me han presentado varios vecinos de esta parroquia diciendo que algunos
indígenas de la misión de Tapaquire les deben algunos créditos que les han hecho, de lo que
resulta que el Padre les ha hecho entender que no tienen que pagarle a nadie de las personas a
quienes les deben y que sólo pueden contratar con él no más. En esta virtud me ocurro a Usted
para que se sirva disponer lo que crea conveniente sobre esta materia, pues este juzgado
desconoce las facultades u órdenes que tenga dicho Padre. Pues que diariamente se ocurren
quejas por varias injusticias a que se somete sin ser su incumbencia”…763
763 AHG. Reducción de Indígenas del Distrito del Centro. Minucias. 1844, El Juez de Paz de Borbón al
Gobernador de Guayana, sobre deudas y libertad de contrato de los indígenas de Tapaquire. Borbón, 26 de
agosto de 1844. Sign. 2.3.4.19, 18 folios.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
327
6.2.4.3.- La explotación de los indígenas por los comerciantes y los terratenientes. La
reglamentación del trabajo indígena
Los concejos municipales defendieron los intereses de los vecinos criollos en procura de
mantener un tipo de relaciones que permitiera una mayor libertad de acción en los contratos
para emplearlos como peones, como se evidencia en la jurisdicción de Upata, o bien, en sus
relaciones comerciales. Las autoridades municipales defendieron a los ganaderos en el uso y
posesión de las mejores tierras, como se evidencia en el Distrito del Centro o jurisdicción del
Cantón Alto Orinoco. En el caso de Río Negro, si bien las autoridades cantonales fueron
suprimidas, no así fueron neutralizados los vecinos criollos, quienes terminarían deponiendo al
Director.
No sería preciso decir que los empleados de las misiones –religiosos o seglares- defendiesen
los intereses de los indígenas, pues habría que entrar en una discusión acerca de cuáles eran
esos intereses, en tanto que el sistema de misiones, al igual que la relación con la sociedad
criolla los conducía indefectiblemente al sojuzgamiento, la profundización de relaciones de
dominación colonial, la pérdida definitiva de sus idiomas y cultura en general, poniendo fin a
sus modos de vida tradicionales y a la libertad de que gozaban en sus territorios ancestrales no
ocupados entonces.
Por tanto es más exacto afirmar que los funcionarios de las misiones actuaron en general en
defensa del estatuto legal que los empleaba y de las tareas que les habían sido encomendadas,
y cuando esas medidas entraban en conflicto con los intereses de los vecinos criollos, entonces
no dudaban en defender la justeza de lo que hacían. Es verdad que muchos religiosos y
seglares de las misiones usaron sus destinos en beneficio de sus particulares intereses, como lo
denunciara en Río Negro Pedro J. Ayres, pero en este caso se trataba de la violación de las
leyes que habían jurado defender.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
328
Los indígenas, los que vivían en las misiones y los que luego aceptaron poblarse bajo el
control del gobierno, se encontraban así sometidos a las presiones de las autoridades y sus
designios, obedeciendo reglas y obligaciones excesivas las más de las veces en un complejo de
relaciones cotidianas en las que se encontraban en una situación de minoridad sancionada en
las leyes, contextualizadas dentro de una escala de valores dominada por el racismo, y
definitivamente violentas.
El ideario del gobierno era convertir a los indígenas en población útil, promoviendo su
transformación en ciudadanos hablantes del castellano, sedentarios, pequeños propietarios de
sus conucos y peones de haciendas y ganaderías de los criollos, para lo cual debían
promoverse reglamentos que les garantizasen una relación de trabajo justa, en el concepto de
la época, mediante el pago del trabajo que realizaban o de las producciones que tuviesen a
bien comercializar764. Sabemos que esto no fue posible lograrlo, pero el gobierno provincial y
el gobierno nacional se condujeron como árbitros e intérpretes de los hechos que llegaban a su
conocimiento. Al respecto referiremos dos hechos en los que, por una parte, se acusaba a los
vecinos de abusar de los indígenas en los contratos que hacían con ellos, y de otro lado, las
acusaciones que se hicieron a un misionero de abusos en el ejercicio de sus funciones. Estos y
otros acontecimientos contextualizan los intentos del gobierno para regular el trabajo indígena,
de manera que comentaremos brevemente una de estas iniciativas.
La primera situación trata de la denuncia de un indígena de nombre Ventura Cairepo hecha
directamente al Gobernador en Angostura, en que solicitaba se terminara con los abusos de los
vecinos criollos y las autoridades que obligaban a los indígenas a trabajos excesivos. Ello
ocurrió en el año 1846. De este suceso solamente localizamos la resolución remitida al juez de
paz de la misión de Curumotopo informándole de la visita y ordenándole introdujese los
correctivos a que hubiere lugar:
764 La Gobernación expidió resoluciones para reglamentar el trabajo de los indígenas, porque entendía que allí
residía el centro de las disputas y conflictos que tuvieron lugar en la región en esos años. No sabemos el destino
de estas medidas, sin embargo se puede consultar entre otros el siguiente expediente: AHG. Reducción de
indígenas, 1844. Reducción de indígenas. Distrito del Centro. Resolución de la Dirección General estableciendo
las condiciones en que deben los indígenas hacer los trabajos de particulares. Sign. 2.3.4.10, 260 folios
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
329
“En este despacho se ha presentado Ventura Cairepo que frecuentemente se le llama a él y sus
compañeros para atender a servicios de particulares sin dejarles tiempo para ocuparse de sus
labranzas o cómo en el presente caso del trabajo que requiere la iglesia que se está
construyendo. La Gobernación espera que Usted trate de recortar las dificultades que se
presentan en el particular procurando que los brazos disponibles que haya se repartan de tal
modo que los vecinos de ahí que necesiten de peones queden servidos cuando de los indios
tenga necesidad pagándoles religiosamente, que éstos puedan disponer de algún tiempo para
entregarse al adelanto de sus sementeras y que el trabajo empezado en la iglesia no se paralice
por atender a éstos que tengan espera o sean menos importantes. La Gobernación confía en que
Usted conciliará estas dificultades para no dar lugar a nuevas quejas de parte de los indígenas
de este pueblo”765.
El segundo hecho se refiere a las denuncias que hizo el juez de paz de Borbón en 1846 sobre
la conducta de Fray José de Valls y los doctrineros a su cargo. En este año habían cambiado
las condiciones del país y la opinión del gobierno provincial y del gobierno nacional acerca de
la viabilidad de las misiones. Para este momento ya había renunciado Ayres como Director de
Río Negro. En largo memorial el juez de paz formulaba serias observaciones a la actividad de
los empleados de esa sección del Distrito del Centro. Del misionero Fray José de Valls decía
que no vivía en Borbón desde hacía más de un año, y el doctrinero seglar no podía contener la
actitud de algunos que habían hecho hurtos a vecinos criollos, además de que no atendían a
sus deberes ni al trabajo a que estaban obligados. El funcionario afirmaba que los indígenas no
obedecían la autoridad del juez de paz por cuanto estaba fuera de sus atribuciones el
gobernarles:
…“los indígenas, pues como he dicho ya al cura ni al nominal doctrinero obedecen ni ante
Juzgado por estar fuera de la jurisdicción, por consiguiente creo asimismo que a la vista de la
Gobernación los hechos que dejo manifestados, y considerando la orfandad en que están los
indígenas, dicte una medida capaz de evitar los males que se sufren, bien sometiéndoles al
poder civil de esta autoridad oponiéndosele otra autoridad que los encamine con subordinación.
En resumen, puesta la mano a este negocio por Usted es de esperarse un feliz resultado,
atendiendo que a su experiencia no escapa que a los indígenas se hace forzoso obligarlos al
trabajo por medios de probidad, ya que a su condición es innata la holgazanería.
A lo último y también de la consideración de Usted para que también provea el medio, que el
expresado Reverendo Fray José de Valls cura de este circuito no visitaba esta parroquia hacía
más de un año y el diecisiete del corriente llegó a ésta y estado hasta el 21 no quiso decir misa
ni bautizó un niño que le llevó un vecino de esta parroquia”…766
765 AHG. Queja del indio Ventura Cairepo. Resolución de la Gobernación de Guayana acerca del trabajo
indígena en la misión de Curumotopo. Sign. 3.2.1.14, 2 folios 766 AHG. Reducción de indígenas. Quejas contra el Padre Valls. El juez de paz de Borbón, sobre la situación de
los indígenas y el comportamiento del misionero jefe del circuito. Borbón, 21 de febrero de 1846. Sign. 3.2.1.14,
31 folios
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
330
Para engrosar el expediente, el juez Silvestre Sedeño escribía el 12 de marzo informando que
los indígenas kari’ña habían huido de Camurica, Tapaquire y Tortuga, que lo habían hecho por
el rechazo que tenían al misionero, que éste no los dejaba trabajar en sus conucos y los
obligaba a trabajar sin remuneración, que se encontraban lejos del pueblo temerosos del
misionero. Que con la separación del cura de aquellos parajes por más de un año se
restituyeron a sus misiones. Al parecer les obligaba también a mudarse de residencia. Pedían,
según manifestaba el juez de paz, se les nombrase una autoridad diferente:
“Dicen los referidos y Alcaldes Caribes que si el Señor Gobernador no les pone otro Juez se
van para otros pueblos donde no gobierne el mencionado Padre; lo pongo en conocimiento de
esa Gobernación para que dicte lo que considere justo en este asunto.
Además de lo dicho se me han presentado también pidiéndome una orden para ir a buscar una
campana del pueblo de Tapaquire la cual se llevó el cura José del Valls y que no se las quiere
dar”…767
El corolario de estas acusaciones era otro no menos grave. Un indígena de nombre Manuel
Maure se presentó en la Gobernación para denunciar que el misionero le había quitado a su
hijo. El Gobernador ofició al misionero ordenándole le devolviese el niño a su familia768. En
cuanto a las denuncias el director de indígenas y Gobernador de Guayana, habría advertido el
17 de marzo al misionero que no había visto una sola letra escrita por él sobre la marcha de las
misiones en el tiempo que tenía esa responsabilidad769, además se le ordenaba mantuviese el
buen orden, se contrajese a trabajar con su feligresía y mantuviese relaciones lo más
armoniosas que fueran posible con el juez de paz, adicionalmente, y como los informes y
quejas eran constantes en los que el misionero, quizá para sustraer a los indígenas de la
influencia de las autoridades, había intentado mudar las misiones habitadas por los kari’ña
cercanas a Borbón, se le participaba:
“Incesantes como son las quejas que recibe este Despacho de los indígenas, a causa de que
Usted quiere impulsarles a que varíen de residencia, sin que para ello haya motivos
justificados, y deseando la Gobernación que no se repitan aquellas, dispone: que no se
promueva la traslación de ninguna de las misiones que están a su cargo sin facultades explícitas
767 El Juez de Paz de Borbón, Silvestre Sedeño. Borbón, 26 de marzo de 1846. Ibid. 768 Resolución de la Gobernación de Guayana. 7 de marzo de 1846. Ibid. 769 Gobernación. Resolución del 17 de marzo de 1846. ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
331
que le otorgará la Gobernación siempre que de los informes que obtenga lo estime favorable a
los indígenas, a cuyo bienestar y adelanto deberá Usted cooperar eficazmente”770.
En la Memoria del Gobernador presentada a la Diputación de Guayana en 1845, el funcionario
se refería a la situación más que precaria de la agricultura en la provincia a su mando. La
consideraba inexistente:
“No tiene agricultura la provincia de Guayana. Es de las otras colindantes con el Orinoco y sus
tributarios, de donde se provee para las importaciones que sostienen el comercio de Angostura,
y para la mayor parte de su manutención en los productos de primera necesidad (…) Apenas
Upata produce cantidad nada considerable de café, y Piacoa algo de dulces”771.
Luego hacía un repaso de las posibilidades que ofrecían las regiones ocupadas por pueblos de
criollos, fecundas sus tierras como pocas y con brazos para el trabajo, lamentando que en
aquellas zonas ausentes de población viviesen indígenas que no eran productivos en modo
alguno, en un “estado de vida casi animal”772.
Reconocía como positivas las resoluciones que habían permitido antes que los indígenas que
vivían en poblados previamente a las misiones se les reconociese su estatuto de ciudadanos,
pero ello no era suficiente, por cuanto todavía quedaban pendientes los miles de brazos
indígenas considerados como no civilizados, para quienes todavía regía un estatuto
excepcional que dificultaba su empleo como peones para la agricultura. Por ello instaba a la
Diputación provincial a que legislase sobre la materia, sugiriendo que se abolieran las leyes
“proteccionistas”. A su entender esa era la manera de desarrollar la agricultura. Aquellas
personas que, en sus propias palabras, no alcanzaban al estadio de seres humanos ni
ciudadanos plenos, podrían igualarse rápidamente al resto de los venezolanos entre ellos los
“indios civilizados”, mediante sabios reglamentos para su incorporación al peonaje. Esto debía
hacerse por el bien de la agricultura, incluso por el bien de los indígenas “no civilizados”. Por
ello decía sin rodeos:
770 Gobernación. Resolución para el misionero Fray José de Valls. Angostura, 4 de diciembre de 1846. Ibid. 771 AHG. Memoria del Gobernador de la Provincia de Guayana. 1845. Memoria que a la Honorable Diputación
de Guayana dirige el Gobernador de la Provincia en 1845. P. 12. Sign. 3.1.1.13, 21 folios 772 Ibid. P. 14
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
332
“Reglaméntese el servicio agrícola de tanto indio inútil que vaga en nuestro derredor.
Rescátese a la Venezuela constituida de que se la pueda echar en rostro la existencia de
venezolanos no constituidos. Quítese a la parte civilizada de Guayana el vejamen de estar tan
bien hallada con la coexistencia de numerosas gentes no civilizadas, y necesitándose
recíprocamente ambas porciones. Al solo impulso de una medida con tino y acierto dictada,
que llame y retenga a los indios en la labor de los campos, irán de suyo los capitales a buscar
cuantiosos provechos en su cultivo”773.
Con estas afirmaciones agregaba una razón más a quienes clamaban por la derogatoria de la
Ley de 1841 y de los decretos orgánicos. El Gobernador tomaba partido decidido a favor de
los dueños de la tierra y de los comerciantes. La suerte de los esfuerzos hechos en los años
anteriores quedaba así sellada.
6.3.- Las doctrinas y la enseñanza de oficios. Las escuelas de primeras letras
Hemos querido tratar este aspecto de las doctrinas y la enseñanza de oficios en tanto que
instituciones educativas por excelencia, reiterando que los principios educativos animaban y
fundamentaron las leyes de 1841, así como los proyectos que quisieron ponerse en práctica
para introducir nuevas tecnologías de uso de la tierra, procesamiento y aprovechamiento de la
producción. A fin de cuentas, el sistema de misiones suponía, insistimos al menos en el texto y
en las intenciones y el horizonte ideológico y cultural de quienes las propiciaron, que se
“enseñase a los indígenas el modo de vida civilizado”, con todas las implicaciones que ello
tenía.
Lejos de las proclamas y la reiteración de los principios y buenas intenciones que animaban a
quienes defendían y acompañaban a las misiones, se encontraba la realidad cotidiana con el
consecuente rosario de problemas sin fin de los que hemos querido dar cuenta en este capítulo,
llevando en poco tiempo a que se considerara el experimento inviable y fracasado.
Podemos hablar de tres tipos de instituciones dirigidas a la instrucción de la población joven y
adulta en la Provincia de Guayana durante estos años: para la población indígena recién
reducida fueron creadas las doctrinas y la enseñanza de oficios, en tanto que la escuela de
primeras letras atendería a niños y jóvenes criollos e indígenas, éstos últimos pertenecientes a
773 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
333
familias ya arraigadas en los pueblos desde antes de la existencia del sistema de misiones,
considerados como “civilizados”. Recordemos algunos ejemplos citados en el Capítulo Cuarto
en los que criollos e indígenas contribuían al sostenimiento de estos establecimientos en
algunos pueblos de Guayana a los que concurrieron los hijos de los vecinos indígenas774.
Las doctrinas y la enseñanza de oficios estaban normadas en la Ley de 1841 y los decretos
orgánicos, por ello correspondía a las autoridades de las misiones velar por su buen
funcionamiento, en tanto que las escuelas de primeras letras eran competencia de las
autoridades civiles, es decir las municipales, de acuerdo con la normativa vigente. Unas y otra
existen en paralelo durante esta etapa. Cabe una excepción, referida a las escuelas de primeras
letras de cuyo funcionamiento informara Pedro Joaquim Ayres en el caso de Río Negro. Como
quiera que, por disposición gubernamental, las autoridades civiles cesaron en aquella
jurisdicción, correspondía a él en cuanto autoridad única promover e informar sobre estos
establecimientos, los cuales se justificaban –como hemos dicho- para los niños criollos, si los
había, y para los indígenas bautizados, hablantes del castellano, etc. Tengamos en
consideración que para el año 1843 se aprueba el Código de Instrucción Pública.
6.3.1.- Las doctrinas
Las doctrinas constituyeron el ensayo pionero de instituciones educativas diseñadas para los
denominados “indígenas recién reducidos”; Guayana inició las acciones para con los pueblos
indígenas mediante el nombramiento de capitanes y doctrineros antes de la promulgación de la
Ley y los respectivos decretos orgánicos775.
Las noticias que hemos reunido con relación a las doctrinas, cuántas llegaron a funcionar y
cómo lo hicieron son fragmentarias. Seguramente existió una secuencia en los contenidos que
774 Vid Supra 4.3.- La instrucción de primeras letras en las villas de españoles y pueblos de la Provincia de
Guayana. Referencias a las escuelas de primeras letras (1823- 1841) 775 Vid. Supra Capítulo Quinto
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
334
se impartían, así como el uso del Catecismo de Ripalda cuya difusión se debió a la labor
desarrollada por el Obispo de Guayana Mariano de Talavera y Garcés776.
La aproximación más completa podemos explorarla en el Río Negro a través de la
documentación legada por Pedro Joaquim Ayres, a través del Proyecto de Reglamento de
Policía de las Misiones de Río Negro presentado a la consideración del Ejecutivo Nacional en
el año 1844777.
No sabemos si el mismo fue aprobado o no por el Gobierno, pero, como afirmó Ayres, pudo
poner en práctica parte de su articulado en aquellas cuestiones que no entraran en
contradicción con el Decreto Orgánico de las Misiones vigente: …”manifestaré a S.E. que
están en vigor desde el principio de 1843 todas aquellas disposiciones que no se oponen al
decreto orgánico del Distrito”778.
Con su ejecución Ayres se proponía contar con una normativa que hiciese viable el régimen de
misiones, creando controles más rigurosos tanto para los indígenas como para la población
criolla, obligando a los funcionarios a dedicarse con mayor empeño a sus deberes, y
subsanando en parte la falta de empleados que se ocupasen de las tareas de la reducción en
todo el Distrito:
“Habiendo tocado varios inconvenientes para que los empleados de la reducción cumplan y
conserven en vigor el régimen y policía de las misiones por la falta de elementos coactivos
para hacerse obedecer y ejecutar las disposiciones ordenadas para el adelanto y beneficio de la
civilización de indígenas y coincidiendo también que la sensible escasez de población criolla
obliga a crear estos elementos entre los mismos indígenas”…779
El Reglamento creaba cargos honoríficos para los indígenas, los cuales serían ejercidos por el
término de un año, siendo designados por elección popular en aquellas misiones compuestas
por cien o más personas:
776 Vid Supra Capítulo Quinto 777 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. El Director somete a la
aprobación del Gobierno un proyecto de reglamento de policía. Volumen 245. 778 Comunicación del Distrito de Río Negro al Secretario del Interior y Justicia. San Fernando de Atabapo, 27 de
mayo de 1844. Ibid. 779 Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
335
“Que en cada misión se nombre un número de empleados indígenas que a la vez cooperen con
las autoridades en todo cuanto concierna al servicio de la misión y ejecuten sus mandatos.
Estos empleados cuyo número adecuado a la población de las misiones, desempeñarán sus
deberes honoríficamente por el término de un año. Para mejor introducir y gradualmente
acostumbrar a los indígenas al sistema alternativo de Venezuela, se adopta, que la elección de
dichos empleados sea llevada a la mayoría de votos.
Se nombrará un capitán, un teniente, dos alcaldes, dos fiscales, y dos comisarios de policía en
cada misión que pase de cien almas.
Los capitanes, tenientes y otros empleados propondrán al doctrinero el 25 de diciembre los
individuos que crean en aptitud para reemplazarlos en sus destinos.
El doctrinero formará una lista de los propuestos y hará votar a todos los vecinos mayores de
21 años, cuyos sufragios apurados remitirá el Diector por conducto del jefe de su circuito”780.
Muchas de las atribuciones de estos funcionarios eran el control y funcionamiento de los
establecimientos educativos, entre ellos las doctrinas. Cuando repasamos lo que instituía el
Reglamento encontramos similitudes con las normas que antaño establecieron las misiones de
los Franciscanos Observantes y los Jesuitas781; por ejemplo en lo tocante a la obligatoriedad de
asistir a la doctrina por parte de todos los indígenas, así como los horarios en que se realizaba
de manera de no interrumpir ni obstaculizar el trabajo diario. Los jóvenes entre los seis y
veinte años de edad estaban obligados a asistir diariamente. Ahora bien, la población de
cualquier edad y condición tenían el deber de acudir a una sesión de rezos a la semana, en
tanto que los indígenas “recién reducidos” tendrían sesiones especiales con el doctrinero con
el fin de incorporarlos lo más rápidamente posible a las clases regulares.
Los jóvenes estaban durante un lapso de tiempo –no sabemos cuánto-, para luego egresar una
vez que rindiesen tres exámenes, sin que el Reglamento aclarase las condiciones y momentos
para realizarlos. Se egresaba de la doctrina porque se contraía matrimonio, siempre y cuando
el misionero lo autorizara y a condición de haber progresado lo suficiente, a juicio también del
sacerdote:
780 Idem. 781 Vid Supra Capítulo Tercero
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
336
“Los jóvenes de ambos sexos desde las edades de 6 a 20 años concurrirán a la Doctrina, de
donde se eximen luego que hayan pasado tres exámenes satisfactorios, o por casamiento, si el
misionero opina que saben suficiente para tomar estado”782.
El misionero estaba encargado de organizar el régimen de estudios y orientar a los doctrineros
seglares. A su vez se apoyaba en los fiscales, encargados de los aspectos disciplinarios y de
conservar el buen orden. La doctrina se debía impartir de lunes a viernes durante dos horas,
una en la mañana y otra en la tarde. Correspondía hacerse en la iglesia, y a falta de ésta en
algún otro local que reuniera algunas condiciones mínimas:
“Las horas de la doctrina se establecen por la mañana, desde las 6 hasta las 7, y de las cinco de
la tarde hasta las 6, se designa a la iglesia (o en falta de ella un local dispuesto a propósito) con
el fiscal, que es quien está encargado de los alumnos, haciendo que con reverencia y decoro se
porten; se conservarán en dos hileras los sexos y en pelotones según su ocupación y oficios.
El doctrinero deberá estar siempre presente y no confiar su enseñanza a los fiscales ni a los
jóvenes más adelantados.
Los misioneros darán para la enseñanza las instrucciones necesarias.
Luego que los muchachos salgan de la doctrina, los fiscales velarán que éstos cojan sus
destinos y ocupaciones783.
De acuerdo a lo que Ayres informó en el mejor momento de las misiones, en la jurisdicción de
Río Negro llegaron a totalizar 24 doctrinas concentradas principalmente en el primer, segundo
y tercer circuitos de reducción, descendiendo notablemente en el cuarto y quinto, y sin que se
registrase ninguna en el sexto. En aquellas localidades donde se fundaron escuelas de primeras
letras, los doctrineros hacían las veces de preceptores de dichos establecimientos. Veamos
algunos de los datos que aparecieron en la Memoria de la Secretaría del Interior y Justicia
presentada en las sesiones del Congreso del año 1844.
782 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. El Director somete a la aprobación del
Gobierno… 783 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
337
Cuadro 14. Distribución de reducciones de indígenas de Rio Nedro Circuitos Misiones Empleados Doctrinas
Varones Hembras
Primer Circuito San Carlos Jefe de Circuito Nicolás
Palencia
31 50
San Felipe Vacante 11 7
Solano Concepción padrón 25 28
Buenavista Idem 10 10
Tiriquín Vacante 16 13
San Miguel Atanasio Vividor 11 19
Tomo Misionero Fr José
Mondragón
13 12
Tomo Nuevo Domingo Ravelo 13 5
Aquí Manuel Daza 8 10
Maroa Carlos Bueno 13 30
San Antonio Vacante 2 7
Tabaquen Idem 13 10
Guahoriben Idem 6
Santa Isabel Jefe de Circuito Diego
Piña
22 18
Santa Cruz Vacante 20 29
Quirabuena Idem 19 20
Segundo Circuito Dotoromoni Esteban Monagas
Mauaca Vacante
Castaño Idem
Matapire Idem 40
S. Fdo de Atabapo Gregorio Díaz 8 52
Camochina Vacante 26 10
Tercer Circuito Baltazar Dionisio Arnaud 6 40
Guasacame Vacnte 24 3
Yavita Antonio Azabache 30 25
La Sabana Jefe de Circ Fr Joaquín
Valls
25
Cuarto Circuito Guacamayo Vacante
San Joaquín Idem 12
Maipure Isidro Supiro 10
Bichado Vacante
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
338
Cuao Idem
Arecucu Idem
Capuana José Acosta
Quinto Circuito Sincuata Idem
Guayabal Tomás García 5
Átures Idem 9
Pares Ciriaco Córdova
Payaraima Vacante
Cataniapo Idem
Sexto Circuito Santa Bárbara
Trapiche Viejo
Fuente: Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el Secretario del Interior y
Justicia. Documentos de la Memoria de la Secretaría del Interior y Justicia. P. 54 (segunda foliación)
Ahora bien, las doctrinas se desarrollaron también en los distritos del norte de la provincia. La
documentación que hemos consultado, pese a su volumen y la información detallada que
contiene, no nos ha permitido aproximarnos con el detalle y la circunstancia que desearíamos
y juzgamos necesarios para reconstruir la dinámica y número aproximado de estos
establecimientos en el Bajo Orinoco, Upata o en el Distrito Central784. Podemos suponer que
en aquellos pueblos donde permanecieron con mayor regularidad los funcionarios religiosos o
seglares, las doctrinas presentaron una actividad igualmente más regular y constante. Por el
momento no son más que conjeturas nuestras. Por tanto aportaremos ciertos datos con el
ánimo de contextualizar aspectos relativos a su marcha en estos distritos.
En el examen de la documentación consultada, encontramos detalles interesantes respecto de
cómo los empleados desarrollaban su trabajo, tal es el caso de las instrucciones que se daban a
los doctrineros cuando se encargaban de su empleo. El día 4 de marzo de 1844 se comunicaba
a Fray José de Valls del nombramiento de José Guédez como doctrinero de la nueva misión o
fundación de Trinidad localizada en el primer circuito. Con estas palabras se lo trasmitía el
Gobernador y director de indígenas de Guayana:
784 Tarea importante y que esperamos poder concluir posteriormente mediante el hallazgo de nuevos documentos.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
339
…”Antes de entregarle el mencionado título por el cual se le asignan ciento cincuenta pesos
anuales como remuneración del servicio que ha de prestar, le haré verbalmente jurar que
desempeñará cumplidamente los deberes de su encargo que están consignados en lo dispuesto
por el artículo 42º del decreto orgánico de las misiones, y la obediencia a las leyes y a sus jefes,
excitándole a que esté en frecuente comunicación con Usted para avisarle los progresos de la
misión o para darle cuenta de cualquiera ocurrencia que deba atender Usted. Sobre todo que le
pase mensualmente una noticia del estado de la doctrina, lo cual servirá para formar Usted los
cuadros que está obligado a enviar a la Dirección General según el precepto del artículo 16 del
mencionado decreto y en observancia de lo que ya se ha resuelto por en la materia por este
Despacho. En una palabra Usted tratará de que la nueva población que ha de conformarse de
los indígenas de la Tortuga y Tapaquire sea bien atendida por el doctrinero que se le destina. A
fin de que en la nueva fundación se abrace el mayor orden en cuanto a la construcción de las
casas, envío a Usted un plan para que por él se dirija la planta del pueblo”…785
En segundo lugar dediquemos algunos comentarios a las comunicaciones que dirigió el
capitán poblador Lope Fernández, residenciado en la misión de Pastora, al director de
indígenas de Guayana en relación a cómo pensaba negociar con los indígenas que se
encontraban en la antigua misión de Ayma el que conviniesen en poblarse, en las dificultades
que se le presentaban, la influencia a su juicio benéfica que los llamados vecinos españoles
tendrían en su civilización, y, finalmente en la estrategia que seguiría para conseguirlo. Añadía
breves comentarios de los momentos en los cuales haría la enseñanza de la doctrina. De más
está decir que sus palabras, como las de todos los funcionarios de entonces, están teñidas de
pensamiento racista dominante en la época:
“Sin embargo de mi intención poco se ha adelantado en el progreso de los indios que en el año
próximo pasado fueron salidos de los bosques y que permanecen en la antigua misión de
Ayma, de cuyo circuito fui nombrado capitán poblador por la jefatura política de este cantón,
por muerte de mi antecesor Juan Antonio Seijas.
Así pues me propuse a proporcionar los indios más eficaces de adelanto y prosperidad para
aquellos individuos, mas como mis facultades son limitadas no he podido llevar a efecto mis
intenciones propuestas.
Ahora permítame Usted que le haga algunas reflexiones acerca del partido que se debe tomar, a
fin no sólo de conservar los que hoy existen, sino de atraer más quizás.
Muy conveniente me parece el agregarlos a esta parroquia, bien en el mismo poblado o bien
haciéndoles formar cuartel separado primeramente, proceder a que hagan sus conucos. Luego
que tengan pan, hacerles que vayan haciendo sus casas pajeras, por la distancia de la teja, a
proporción de las familias y aprovechando las estaciones para estos trabajos.
785 AHG. Reducción de Indígenas. 1844. Comunicación del director de indígenas de Guayana al misionero jefe
del primer circuito, sobre la designación de José Guédez como doctrinero de Trinidad. Sign. 2.3.4.10, 259 folios.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
340
Situados en esta parroquia donde hay vecinos españoles con facilidad van comprendiendo el
idioma castellano principalmente los jóvenes, así mismo con poco trabajo daré a éstos doctrina
mañana y tarde, y vayan desterrando aquellas supersticiones con que han sido criados e
impuestos de sus mayores, pues sólo creen en el diablo y en que los otros indios los enferman o
flechan por arte diabólico: hoy acaba de expirar uno de estos infelices incrédulos, a pesar de
que los vecinos españoles acuden a hacerles algunos remedios caseros, todo es en vano,
porque resisten, y luego se bañan que es el remedio de ellos.
Mas como sabe Usted que para todo lo principal es la manutención y para éstos con más razón
pues no tienen recurso alguno, no dudo en que el Gobierno los proteja”…786
Nada más podemos agregar con respecto a la práctica de enseñanza de la doctrina. Sabemos
que los empleados seglares y religiosos tenían el deber de enviar con regularidad las listas de
los doctrinandos. Las mismas seguían muchas veces un patrón que consistía en la colocación
del nombre de la persona, su estado civil y el estado de adelanto en la doctrina o “lo que saben
en la doctrina”. Ese modelo se venía utilizando antes de la promulgación de la Ley y los
decretos orgánicos de 1841, cuando se nombraron los primeros doctrineros. Muy
probablemente un volumen importante de esta información periódica no se remitió hasta las
jefaturas de circuito, San Fernando de Atabapo o Angostura, quizá por negligencia del
funcionario, quizá por no saberlo hacer. De hecho así lo sugería Pedro Joaquim Ayres cuando
llegó a Río Negro en el año 1842:
“Para conocimiento de Usted remito los padrones de las doctrinas que existían en Río Negro.
Las otras misiones que tienen doctrinas dirigidas por doctrineros no están aún en el caso de
presentarlos por el corto tiempo de sus establecimientos y entre ellas algunas al cargo de
indígenas que sólo obligan a la juventud a concurrir al rezo, mientras se encuentran hombres
capaces para llenar estos destinos”787.
Al observar uno de estos informes, concretamente el resultado de los exámenes practicados en
la misión de Maipures en el mes de diciembre de 1842, suponemos que se seguía una
secuencia en los contenidos impartidos en las sesiones de catequesis de las doctrinas, fundados
en citado Catecismo del Padre Jesuita Jerónimo de Ripalda788.
786 AHG. Reducción de indígenas. 1843. El Capitán Poblador de Pastora al director de indígenas de Guayana,
acerca de los indígenas que se encuentran en la antigua misión de Ayma. Pastora, 10 de octubre de 1843. Sign.
2.2.4.2, 101 folios 787 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Instrucción Primaria. Doctrinas.
Comunicación de Director del Distrito de Río Negro al Secretario del Interior y Justicia remitiendo el resultado
de los exámenes practicados en algunas doctrinas del Distrito. Volumen 244 788 Como hemos dicho este catecismo fue difundido en Guayana durante el obispado de Mariano de Talavera y
Garcés por iniciativa del Prelado. Escrito probablemente durante el siglo XVI por su autor el Jesuita Jerónimo
Martínez de Ripalda (1536- 1618), tuvo en el transcurso de los siglos –incluido el siglo XX- sucesivas
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
341
Cuadro N° 15. Río Negro. Resultado de los exámenes practicados en la misión de Maipures el 31 de diciembre de 1842 por el
doctrinero Tomás García
Cuadro 15. Examen de la Docrrina de Misiones NOMBRES ESTADO EDADES LO QUE SABEN DE LA
DOCTRINA
Asunción Managuare Casada 16 En las oraciones hasta la confesión General y en la
Doctrina hasta el Padre
Nuestro
Ignacia Sereja Soltera 12 En las oraciones hasta los
sacramentos
Eleuteria Managuare Id 14 En las oraciones hasta los mandamientos
María Loreta Aguilar Id 16 En las oraciones hasta los
mandamientos
Manuel Pastor Id 15 En las oraciones hasta la Salve
Juan María Piaroa Id 15 El persignarse
Juan Bautista Caniguare Id 20 En las oraciones hasta el
Credo
Pascual Camunicho Id 10 El persignarse
María Zesar Chavidua Id 14 En las oraciones hasta el
Padre Nuestro
Concepción Aguilar Id 13 En las oraciones hasta el Ave
María
Encarnación Caniguare Id 14 En las oraciones hasta los
mandamientos
Dolores Zurunco Id 19 En las oraciones hasta el
Padre Nuestro
María del Carmen Mera Id 20 En las oraciones hasta la
confesión general y en la
Doctrina hasta el 51 Mandamiento de la Ley de
Dios
María Antonia Mera Id 18 En las oraciones hasta la
Salve
Átures 31 de diciembre de 1842. El Doctrinero Tomás García. Pedro J. Ayres789
modificaciones y adiciones. En su estructura se observan conjuntos de preguntas y respuestas sobre la doctrina
católica que los doctrinandos debían memorizar. Su recitación era muestra de haberlos asimilado. El aprendizaje
de la doctrina en las misiones de Guayana antes y después de la Ley y los decretos orgánicos seguía al pie de la
letra el texto y estructura de los capítulos del catecismo.
Del mismo dice Rafael Fernández Heres que tuvo amplia difusión en Venezuela durante el siglo XVIII.
Inclusive: …”trascendió al ámbito político y tuvo en 1812 una edición especial con ‘añadidos’, ordenada por el
Arzobispo de Caracas Narciso Coll y Pratt para distribuirla entre la juventud donde se le enseñaba a través de la
catequesis el deber de obediencia y lealtad al rey de España” FERNÁNDEZ H., Rafael. Catecismos católicos de
Venezuela Hispana (Siglos XVI- XVIII), tomo I, p. 94
789 Fuente: AGC. Reducción y Civilización de Indígenas. 1843. Río Negro. Instrucción Primaria. Doctrinas.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
342
6.3.2- El trabajo y la enseñanza de oficios
En cuanto a la enseñanza de oficios es oportuno citar lo que establecían los decretos orgánicos
sobre los deberes del director, vicedirectores, misioneros y demás empleados de las misiones
en un asunto de tanta importancia como era el que los indígenas “aprendiesen” a cultivar la
tierra, criar ganado y otras artes, cuestiones que significaban la adquisición de hábitos de
trabajo, tecnologías y técnicas diferentes a las conocidas y practicadas por las comunidades en
sus tradicionales modos de vida, que eran tenidas como inconvenientes y eran por tanto
rechazadas por el estado nacional. Se trataba de fomentar la producción con vistas a fortalecer
la producción de excedentes y el comercio entre las misiones, y entre éstas, la Provincia y el
resto de la República. Los empleados de las misiones debían dedicar esfuerzos por tanto a
“educar” a los indígenas en esta concepción del trabajo y sus fines.
De allí que uno de los deberes del director del ramo de indígenas de la Provincia consistía en
solicitar la formación y el envío de los cuadros de población de cada circuito cada seis meses,
y otro:
...”de los establecimientos de agricultura, cría e industria que se hayan formado, las
producciones que se extrajeren de las misiones para hacer el comercio con otros pueblos de la
República y las que sean objeto de tráfico entre las tribus errantes y las ya reducidas”790.
El artículo 19 lo obligaba a investigar las potencialidades económicas de las misiones, con el
propósito de conocer los productos naturales y el beneficio que de ellos pudieran aprovechar
las nuevas poblaciones y el ajuste de los reglamentos necesarios para su gobierno
económico791.
El artículo 36 exigía a los vicedirectores coordinar a los empleados y a los indígenas en el
arreglo de las poblaciones, labranzas e industrias que se crearan792.
790 Decreto Orgánico de las Misiones de Guayana del 18 de agosto de 1841. Art. 17. Parágrafo 2º. En:
ARMELLADA, Cesáreo. Ob. Cit. 58 791 Ibid. Pp. 58- 59 792 Ibid. P. 61
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
343
Los jefes de los circuitos misionales y los doctrineros tenían el compromiso de: “Enseñar a los
indígenas a cultivar los frutos del país y dirigirlos en la construcción de sus habitaciones y en
todos los demás trabajos a que se dediquen”793.
El Decreto Orgánico de Río Negro instituía similares atribuciones y deberes al Director del
Distrito, jefes de circuito y doctrineros794. El artículo 22 mandaba a los jefes de circuito y a los
doctrineros estudiar e informar acerca de la conveniencia de fundar labranzas, ganaderías y
manufacturas de comunidad, que no obstaculizasen el que se dedicaran a sus propios conucos
y a la cría795, algo que también observamos en las misiones del norte de Guayana y de lo que
hemos hecho algunas referencias a consecuencia de los conflictos en los que intervinieron los
misioneros, los funcionarios civiles y naturalmente los indígenas, quienes opusieron
resistencia a tales directrices.
Finalmente, el artículo facultaba a los misioneros que actuasen en Río Negro a instruir en los
asuntos de la fe, educar en el respeto a las instituciones republicanas e instruir en las primeras
letras, combinando estos aprendizajes con el “trabajo”, en procura de reeditar lo que antaño
hicieron las órdenes de regulares para realizar el programa misionero como una totalidad:
“7º. Combinando prudentemente la instrucción primaria y religiosa con el trabajo, se
esforzarán por obtener iguales resultados o más satisfactorios que los que alcanzaron sus
predecesores los antiguos misioneros de la provincia de Guayana, sin perder de vista que su
misión no es sólo reducir sino civilizar”796.
Los sacerdotes y los empleados seglares debían dirigir a los indígenas en los trabajos agrícolas
y pecuarios, como queda testimoniado en numerosos informes sobre la marcha de la
agricultura y la cría en las nuevas y viejas fundaciones, del empleo de su tiempo en estas
tareas. Con esa información no podemos hacer un balance sobre el cumplimiento o no de la
normativa sobre el trabajo y su aprendizaje en el Bajo Orinoco, en Upata o en el distrito del
Centro. Si bien en la memoria de la Secretaría del Interior y Justicia presentada en el año 1846
aparecía el cuadro general de la producción, las industrias y el comercio de estas misiones,
793 Ibid. Art. 41, parágrafo 4º 794 Cfr. Artículos 15, 17 y 28. Decreto Orgánico de Río Negro del 20 de agosto de 1841. Ibid. 795 Ibid. P. 75 796 Ibid. P. 77
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
344
como resultado de los informes que debían remitirse periódicamente, no había allí referencia
alguna a programas, iniciativas o acciones educativas797.
Sabemos que el Gobierno pensó, incluso desde antes de la aprobación la Ley y los decretos
orgánicos, en distintas maneras de abordar este tema, como por ejemplo mediante la traída de
maquinaria de empleo en la industria textil y su enseñanza a los indígenas, aun cuando en este
caso nada de ello llegara a realizarse.
Sin embargo, fue en Río Negro donde al parecer se realizó –o al menos quiso realizarse- de
manera sistemática y dentro de una óptica que involucró a todos los circuitos misionales, la
enseñanza estrechamente relacionada con el trabajo, con la producción, con la enseñanza de
oficios. Siguiendo el citado Reglamento de Policía de Pedro J. Ayres, allí se proponía la
creación de una escuela para niñas y jóvenes (doctrineras) para la enseñanza de oficios la cual
estaría regentada por una maestra. El aprendizaje se dividía en tres ramas; una general bajo la
denominación de Oficios Propios del Sexo. Una segunda rama denominada Artes Domésticas,
para la cual serían seleccionadas jóvenes del primer grupo. La tercera rama consistía en el
aprendizaje de algunas industrias mediante el trabajo. Esta última era obligatoria para las
jóvenes aprendices sin excepción, quienes se reunirían en una casa o “fábrica” construida
especialmente para ese fin, en la que trabajarían diariamente durante seis horas, sin que se
estorbara su asistencia a la doctrina:
“Se nombrará una maestra a quien el doctrinero encargará la enseñanza de las doctrineras,
aplicándolas a todos los oficios propios de su sexo, eligiendo las más inteligentes a artes
domésticos. Se colocarán en una casa que la Dirección tendrá para el efecto bajo el nombre de
fábrica, donde se dedicarán además a aprender varias industrias según los recursos de la
misión”798.
La producción de las jóvenes se destinaría para el pago de los salarios y para inversión en la
misión. En las fábricas debían trabajar las viudas que no tuvieran otro medio de sustento y las
mujeres que incurrieran en alguna falta o delito, por el tiempo que demorase el cumplimiento
de su pena.
797 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso en 1846 el Secretario de lo
Interior y Justicia. Documentos de la Memoria (Segunda foliación). P. 34 798 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. El Director somete a la aprobación del
Gobierno…
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
345
En segundo lugar tenemos el aprendizaje de oficios para los jóvenes, siendo encargados a un
Maestro durante dos años, tiempo en el cual deberían saber desempeñar el oficio por sí solos.
El aprendiz, una vez graduado de oficial y previo examen rendido al Maestro, tendría que
trabajar para éste por el término de un año. Eran considerados oficios: carpintería, herrería,
zapatería, sastrería, etc. Los jóvenes que no estuviesen aprendiendo algún oficio debían
concurrir diariamente a las fábricas en lugar separado de las jóvenes.
Los aprendices estaban exentos de trabajar en las siembras de comunidad, en las fábricas o a la
limpieza de la misión, pero sí debían ir a la doctrina. Igual privilegio tenían los alumnos de las
escuelas de primeras letras. Los jóvenes podían ausentarse siempre y cuando fuere por causa
justificada, por ejemplo ir con sus padres a las tareas de tala, siembra y cosecha del conuco
familiar.
Ayres se preocupó de informar de manera pormenorizada sobre el avance de la producción en
cada una de las misiones, lo que por cierto hacían no sabemos si regularmente los jefes de
circuito del resto de los distritos. En el ya citado informe inserto en la Memoria presentada en
1844, el Director sintetizaba esos aspectos citando cada uno de los productos de las diferentes
comunidades799. Posteriormente, en enero del 1845 rendía un informe en el cual ofrecía
estadísticas de los oficios que se enseñaban y los aprendices discriminados por sexo y oficio
ubicados en cada una de las misiones del distrito800.
Se encontraban aprendices de herreros, carpinteros de rivera, obra blanca (albañilería),
adicionándose las fábricas de chinchorros, los aserraderos y las fábricas de cabuyas junto al
número de empleados en cada establecimiento. Además, se agregaban las escuelas de primeras
letras y los denominados maestros de rezo, quienes seguramente auxiliaban al doctrinero o al
799 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso en 1844 el Secretario de lo
Interior y Justicia. Documentos de la Memoria. Cuadro que manifiesta el estado de adelanto de las misiones del
distrito de Río Negro, e incremento de su población hasta 30 de junio último. En: Documentos de la Memoria de
la Secretaría del Interior y Justicia 1844. P. 34 (Segunda foliación) 800 Ibid. P. 55
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
346
sacerdote801. Ayres no decía nada sobre las fábricas o la enseñanza para las jóvenes, aunque sí
había algunas que aparecían como maestras de rezo.
6.3.3.- Las escuelas de primeras letras en las misiones y villas guayanesas durante el
régimen de las misiones. El Código de Instrucción Pública del año 1843
El movimiento de las escuelas de primeras letras en la Provincia de Guayana en los años del
régimen de misiones, fue normado por las ordenanzas provinciales de instrucción pública de
las que dimos noticia en capítulos precedentes802, así como por los decretos orgánicos para los
distritos misionales.
En efecto, poco antes de la promulgación de la Ley y de los decretos orgánicos se aprobaron
unas ordenanzas de instrucción primaria (4 de diciembre de 1840) que derogaban las
anteriores (1839); mas el 10 de diciembre de 1842 se aprobaban otras que estuvieron vigentes
hasta 1850.
En lo concerniente a los decretos orgánicos, tenemos una referencia a lo que pudiera deducirse
como la enseñanza elemental más allá de la doctrina católica. En el parágrafo 3º del artículo
43 se decía que, entre otros, era deber de los misioneros:
“Enseñar a leer, escribir y contar hasta el número de veinticinco niños, procurando emplear el
método de enseñanza mutua, a fin de aumentar en lo sucesivo el número de discípulos”803.
Igual exigencia se hacía para los misioneros en el caso de Río Negro, concretamente en el
parágrafo 4º del artículo 30, de manera que era un requerimiento desarrollar la instrucción
elemental con las comunidades indígenas en las misiones. Líneas atrás vimos cómo en los
años anteriores a 1841, algunos padres indígenas aparecían como sostenes de las escuelas de
ciertas localidades guayanesas y sus hijos fueron parte del alumnado que concurrió a ellas,
pero seguramente eran vecinos con años de residencia en aquellos lugares804. Una vez
aprobados los decretos orgánicos, las escuelas de primeras letras se dirigían a atender en
801 Idem. 802 Vid. Supra Capítulo Cuarto 803 ARMELLADA, Cesáreo. Ob. Cit. P. 63 804 Vid. Supra Capítulo Cuarto
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
347
primer lugar –obviamente- a los niños criollos y luego a los indígenas, siempre y cuando éstos
últimos pertenecieran a familias asentadas en poblaciones sedentarias por años, que hablasen
castellano y practicasen el cristianismo, es decir que se les considerase “civilizados”. En ese
sentido, y para efectos de la estructura jurídica, las diferencias estaban fundadas en razones de
índole cultural, y no económicas o raciales. Pero ello era en cierta manera un espejismo.
Es de suma importancia tener presente que en estos años se crea la Dirección General de
Instrucción Pública (1838) y se promulga el Código de Instrucción Pública (1843). En este
contexto, cabe preguntarse acerca del estado de la instrucción de primeras letras en la
jurisdicción guayanesa en el corto período en que se alentó la política de misiones, la
consolidación o no de las escuelas de primeras letras en las villas y pueblos habitados por
población criolla, principalmente las capitales cantonales y/o distritales, la existencia de estos
establecimientos en las misiones, contenidos impartidos, materiales y recursos con que
contaban, etc.
En las sesiones del Congreso correspondientes al año 1840, creada ya la Dirección General de
Instrucción Pública dependiente de la Secretaría de lo Interior y Justicia, se exponían
sumariamente las razones que impedían el progreso de la instrucción elemental en las
provincias manteniéndola en un estado de atraso considerable. En el año anterior se había
analizado en extenso el asunto siendo puesto a la consideración de las Cámaras. Así eran
reiteradas:
…”la falta de una ley que provea al sostenimiento de las escuelas (…) las diputaciones
provinciales, se ha visto ya (…) no han sido bastantes para vencer el obstáculo que les presenta
la insuficiencia de fondos municipales (…) en el arbitrio de señalar sueldos a los maestros, que
ellas sustituyeron a las contribuciones de los vecinos, al observar que la Ley de 6 de agosto de
1821 no determinaba el modo de recaudarlas eficazmente, no producirá jamás ningún buen
resultado”…805
Solamente existían planteles en 121 de las 537 parroquias en que se dividía la República, mal
dotadas y con preceptores carentes de la formación necesaria. Se hacía necesaria una ley que
proveyese de rentas seguras a la instrucción pública y sueldos decentes a los preceptores.
805 VENEZUELA. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1840 el Secretario de lo Interior y Justicia.
Caracas, P. XXII (Documentos)
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
348
Con fecha 11 de julio de 1843 era remitida al Gobernador de Guayana la Gaceta nº 652 en que
su publicaban las leyes Primera y Cuarta del Código de Instrucción Pública806. Sin embargo de
esta comunicación Guayana no había podido enviar información sobre los planteles de
primeras letras según se le había solicitado en años anteriores807. Desde Caracas, esta vez en
octubre de ese mismo año le era enviado un ejemplar de la Gaceta nº 659, en que se insertaba
una resolución del Poder Ejecutivo sobre pedir informes de las cantidades destinadas al
fomento y sostenimiento de la educación elemental, socorro de huérfanos, etc; el jefe político
de Upata respondió al Gobernador diciéndole no solamente que no había cantidad alguna
destinada a ese fin en aquel cantón, sino que allí no existía ninguna escuela de primeras letras:
“Satisfaciendo la nota de Usted nº 132 de Usted de 8 de noviembre último, en que me pide
informes de la averiguación que haya hecho en cumplimiento del artículo 4º de la Ley
Orgánica de Provincias, manifiesto a Usted que en este Cantón no hay ni un sola escuela
pública, ni menos hay capitales destinados a obras de beneficencia, dotes de huérfanos y
educación pública”808.
Qué había pasado con la escuela que años antes había sido instalada, con los preceptores cuyos
sueldos se pagaban por el presupuesto de la Gobernación en años anteriores, según vimos en el
Capítulo Cuarto. No lo sabemos. Pero esa era la situación en el momento de plena ejecución
de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas en la más importante, próspera y poblada
capital después de Angostura. Es cierto que en la capital provincial funcionaban para aquellos
años al menos una escuela pública para niños y otra para niñas, además del Colegio Nacional
de Guayana y un establecimiento privado. Incluso tenemos noticias de la regularidad con que
funcionaban, llegándose al detalle de los exámenes practicados y de los premios que se
otorgaban a los alumnos más aventajados809. Al parecer esta situación de relativa estabilidad
806 AHG. Sobre publicación del Código de Instrucción Pública. Incluye gacetas de Venezuela. El Secretario del
Interior al Gobernador de Guayana. Caracas, 11 de julio de 1843. Sign. 2.2.4.18, 19 folios 807 Vid Supra Capítulo Cuarto 808 AHG. Escuelas. Informes sobre averiguaciones practicadas por los jefes políticos. 1843. El jefe político de
Upata al Gobernador de Guayana, sobre el cumplimiento de la Ley Orgánica de Provincias para el
sosteniemiento de la educación pública. Sign. 2.2.4.19, 5 folios 809 Cfr. AHG. Informe sobre la escuela de niñas. 1843. Sign. 2.2.4.18, 6 folios. También: Escuelas. Sobre premios
y exámenes. 1843. Sign. 2.2.4.19, 6 folios.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
349
de la educación en la capital era la excepción. No faltaron por ende los reclamos y las
exigencias para que se destinaran recursos a la educación810.
Sorprende encontrar en un informe con los cuadros contentivos de los establecimientos
educacionales de Guayana correspondiente a este año de 1843, una escuela de primeras letras
en La Urbana la cual atendía 25 niños, en tanto que en las parroquias restantes: Cuchivero,
Altagracia y la capital Caicara, no existían al parecer otros planteles811. No obstante había
iniciado apenas unos días antes su actividad (el día 4 de mayo), como lo informara el jefe
político de Caicara al Gobernador. Su preceptor era el señor Cruz Moreno, y la escuela era
sostenida por los vecinos:
“Con fecha 4 del presente mes bajo el número 24 me dice el juez de paz en ejercicio de la
parroquia de Urbana lo que sigue.
Aviso a esa jefatura que los vecinos de esta parroquia hemos contribuido en hacer un cómputo
para establecer en ésta una escuela primaria, la cual ha dado principio hoy de la fecha, cuyo
preceptor lo es el Señor Cruz Moreno, persona a quien los vecinos de ésta le hemos
considerado lo suficiente recto para dicho desempeño. Doy este aviso a Usted porque creo que
le será placentero este paso que se ha dado a favor de la juventud, que hay en esta escuela 25
alumnos”.812
Ese establecimiento no fue censado al año siguiente de 1845, por lo que dice el informe de la
jefatura política del Alto Orinoco. No sabemos si ello se debió a que no se suministró la
información o que, ya para entonces, hubiera sido cerrado813. La única que se mantuvo abierta
fue la de Caicara.
El mismo jefe político informaba que en la Villa de Caicara no funcionaba ninguna escuela no
porque no hubiera personas que pudieran ejercer la preceptoría, sino por falta de rentas814. Sin
embargo, un año después, se remitía desde esa villa el acta de la municipalidad en la cual se
810 Muestra de ello, además de lo demandado en la resolución del Poder Ejecutivo, es el oficio que recibió la
Gobernación, en que el Poder Ejecutivo hacía esta solicitud a las diputaciones provinciales. Cfr. AHG. 1843.
Resolución del Ejecutivo excitando a la Diputación contribuya a los gastos de la educación pública. Sign.
2.2.4.19, 6 folios. 811 AHG. Lo relativo a cuadros demostrativos de los establecimientos y alumnos que hay en la Provincia. Cuadro
de las escuelas primarias, así públicas como privadas del Cantón Alto Orinoco. Caicara, mayo 20 de 1843. Sign.
2.2.4.19, 21 folios. 812 AHG. Establecimiento de una escuela en Urbana. 1843. Sign. 2.2.4.19, 3 folios. 813 AHG. Instrucción Pública 1845. Escuelas primarias, así públicas como privadas del Cantón Alto Orinoco.
Caicara, 30 de junio de 1845. Sign. 3.1.1.4, 126 folios 814 AHG. Escuela. Informe del jefe político de Caicara de la de allá. 1843. Sign. 2.2.4.19, 2 folios.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
350
proponía para el magisterio a José de la Paz Mendoza. Hasta se había nombrado una comisión
que examinaría al “opositor” a fin de constatar su idoneidad:
…”se sirva nombrar al señor Mendoza para el magisterio de la escuela de esta cabecera de
cantón siguiendo la letra del artículo 6º de la ordenanza referida por juzgarlo sino apto con la
necesaria instrucción para inculcar los primeros rudimentos de nuestra lengua castellana, y para
que tenga efecto el examen prevenido por el artículo 7º del susodicho reglamento se nombran
los señores Teodoro Pereira, Félix Meza y José Antonio Gómez para que compongan la
comisión a fin de que el opositor ejerza desde luego su profesión mientras se espera la
aprobación de la Gobernación”…815
Para el año 1844, el jefe político del Bajo Orinoco informaba al Gobernador de la Provincia la
inexistencia de planteles escolares en esa jurisdicción. Razonaba así el funcionario:
…”me es sensible tener que informar a Usted que desde la creación de este cantón hasta la
fecha no ha habido ninguna clase de escuela para la enseñanza primaria tan necesaria y precisa
a la juventud. Continuamente se lamentan sus habitantes considerándose acaso los más
desgraciados del continente de la República”…816
Pese a las noticias sobre un establecimiento que al parecer funcionó hacia el año 1837817, el
funcionario afirmaba que nunca fue posible en razón de no encontrarse un local adecuado,
además de que la remuneración no era atractiva:
“También debo informar a Usted que en el año 1837 se promovió por esta Gobernación el
establecimiento de una escuela pública en esta Cabecera, que fue nombrado el preceptor y no
tuvo efecto la planteación (sic) de ésta por no haberse encontrado el local adecuado, y porque
la asignación de cinco pesos mensuales que están señalados al preceptor se consideró muy
mezquina para encontrarse una persona capaz que quisiera encargarse de este destino”818.
Al parecer, al año siguiente (1845), las continuas solicitudes del Ejecutivo Nacional y el
empeño de la Gobernación dieron resultados en el sentido de dar algún impulso a la
instrucción de primeras letras en el interior de la Provincia. Esta apreciación se desprende del
hecho de haberse registrado la creación del plantel de Caicara y de otros datos que
mencionamos sumariamente. En primer lugar, ya para ese año existía o se había creado una
escuela de primeras letras en Upata; así se desprende de la comunicación de Daniel Toledo
815 AHG. Instrucción Pública. 1844. Acta de la municipalidad del Alto Orinoco, proponiendo al señor José de la
Paz Mendoza para preceptor de la escuela de primeras letras en Caicara de, Orinoco. Caicara, 8 de abril de
1844. Sign.2.3.4.3, 122 folios. 816 El jefe político del Bajo Orinoco al Gobernador de Guayana, acerca de la inexistencia de escuelas en el
Cantón. Piacoa, 28 de septiembre de 1844. Ibid. 817 Ver las referencias que hicimos de esta escuela en el Capítulo Cuarto 818 El jefe político del Bajo Orinoco al… Ibid.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
351
Pinzón, preceptor de aquella escuela, para la que el Concejo Municipal lo había autorizado a
disponer de una sala ubicada en la cárcel pública solamente por un mes:
…”mas existe en el edificio de la cárcel pública de éste, una hermosa sala, en que se ha
acostumbrado tener la escuela cuando la ha habido, y en que he puesto la que regento,
momentáneamente, porque el Ilustre Concejo no se ha atrevido a franquearle sino por un
mes”…819
En este año de 1845 se nombran algunos preceptores, como es el caso de José Manuel
Domínguez para Angostura, el citado Daniel Toledo para Upata (30 de abril de 1845),
mientras que Matías Herrera fue designado preceptor de la escuela de primeras que se abriría
en la misión de Panapana (16 de diciembre de 1844).
Esta última escuela debía atender sobre todo o exclusivamente a niños indígenas; el preceptor
hizo solicitudes para la dotación de libros, útiles escolares y muebles para el establecimiento,
de los que decía eran muy necesarios por tratarse de niños indígenas sin recursos:
“Con fecha 25 de agosto próximo pasado, oficié al Ilustre Concejo, solicitando que se
proveyera a esta preceptoría de algunos libros de instrucción para la juventud, por ser éstos la
mayor parte indígenas y de padres sumamente pobres para poder contribuir a este gasto”…820
Los útiles y muebles solicitados los cuales fueron aprobados con los libros pedidos son:
- Una mesa de cuatro varas y de dos caídas para escribir los niños alumnos en 14 pesos
- Dos bancos de a cuatro varas en 10 pesos
- Doce pizarras a cuatro reales una 6 pesos
- Cinco pautas a dos por una 10 pesos821
Los útiles y recursos consistían en:
- Una resma de papel para escribir fino 4 pesos
- Media docena de paquetes tinta con polvos 2 pesos
- cien cañones plumas de ganso para escribir 4 pesos822
819 AHG. Instrucción Pública 1845. El preceptor de la escuela primeras letras de Upata al Gobernador de
Guayana. Upata, 11 de agosto de 1845. Sign.3.1.1.4, 126 folios 820 Matías Herrera, preceptor de la escuela de Panapana, al Gobernador de Guayana. Panapana, 2 de octubre
de 1845. Ibid. 821 Idem 822 Idem.
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
352
Además de esta escuela para atender a niños indígenas en los distritos misionales del norte de
Guayana tenemos una referencia adicional, esta vez sobre la actuación de los sacerdotes como
preceptores, como consta en la certificación que expidió la Gobernación a favor de Fray
Bernardo de Manresa:
“Encargado cómo está Usted Fray Bernardo de Manresa cura misionero del 4º circuito de
reducción de la escuela primaria en la parroquia de Barceloneta, lugar de su residencia, se le
asigna por vía de gratificación la suma de seis pesos mensuales”…823
Muy seguramente la escuela de la que estaba encargado es la que refiere someramente en el
informe que dirigió en marzo de 1845 al director de indígenas de Guayana, en el que daba
cuenta de una incursión que había hecho con el fin de establecer contacto con algunas
comunidades y quizá acordar su establecimiento en algún punto de aquel circuito, haciéndose
acompañar con niños de aquella escuela Nº 24:
“Dándole parte a Usted muy detallada que a los 12 de febrero me dirigí con la expedición de
ocho vecinos y los demás indígenas y algunos varoncitos de la escuela en número de 24 todos
lo contenido por la Paragua arriba”…824
Complementamos estas referencias con los informes remitidos por Pedro Joaquim Ayres
desde Río Negro. Para 1843 el Director informaba al Ejecutivo Nacional sobre las escuelas
fundadas en el Distrito de Río Negro. Las mismas eran atendidas por los doctrineros de las
localidades donde fueron establecidas.
Primer circuito - Tomo, atendida por Fray José de Mondragón.
- Maroa, atendida por Carlos Bueno
Tercer crcuito - San Fernando de Atabapo, atendida por Gregorio Díaz
- Baltasar, atendida por Dionisio Arnaud
- Yavita, por Antonio Azabache
Quinto circuito - Átures, por Tomás García825
823 Certificación de la Gobernación de Guayana a Fray Bernardo de Manresa como preceptor de la escuela de
primeras letras de la villa de Barceloneta. Angostura, 5 de febrero de 1845. Ibid. 824 AHG. Reducción de Indígenas. 1844. Informe de Bernardo de Manresa al director de indígenas de Guayana,
acerca de su incursión en la Paragua. Barceloneta, 4 de marzo de 1845. Sign.2.3.4.10, 259 folios 825 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Documentos. Cuadro que manifiesta el estado de adelanto de las misiones de
Río Negro e incremento de su población hasta el 30 de junio último. En: Documentos de la Memoria de lo
Interior y Justicia p. 54 (Segunda foliación)
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
353
Año y medio después, en el mes de enero de 1845, informaba de cinco escuelas. Habían
desaparecido las establecidas en Tomo y en Átures, pero se incorporaba una nueva ubicada en
San Carlos de Río Negro826. Nada sabemos acerca de la enseñanza impartida, materiales
didácticos y recursos utilizados pues, hasta ahora, no hemos encontrado documentación que
nos informe de esos asuntos.
Podemos decir que durante estos años la instrucción de primeras letras recibió un modesto
impulso consistente en las escuelas establecidas en el interior de la Provincia, las cuales
sustituían las que se instalaron años antes. Estos planteles trabajaron de manera muy irregular,
de hecho eran cerrados a poco de iniciar sus actividades. La falta de recursos fue una de las
principales causas del estado de las escuelas, patente en la insuficiente dotación y en los bajos
salarios, cuando no en el incumplimiento por parte del gobierno de pagar oportunamente a los
preceptores.
Sirva como ejemplo lo ocurrido en la Villa de Caicara con la escuela de primeras letras. En
enero de 1846 la municipalidad reunida levantó un acta y la remitió al Gobernador de la
provincia, en la misma copiaba las palabras del preceptor en reclamo de apoyo económico
para adquirir libros necesarios para la educación de los niños que concurrían a la escuela. Así
se dirigía José de la Paz Mendoza a la asamblea municipal:
…”El Reglamento de escuelas os faculta para que dispongáis del fondo municipal de la
cantidad que juzguéis equivalente para comprar los libros y demás enseres, quizás el
empobrecimiento de estas rentas no les habían inclinado a este partido, pues nada habéis hecho
en su favor (…) que si las rentas de este Cantón no dan lo suficiente para lo dicho excitéis el
patriotismo del Señor Gobernador (…) Sería oportuno que se comprasen una docena de
silabarios, una docena de libros, una docena de doctrina católica, una docena de ortografía
castellana, una docena de aritmética, una docena de lecciones de buena crianza, una mesa de
tres varas de largo, 2 escaños o bancos de suficiente largo para asientos de los niños, 1
escaparate o estante de poner papeles, media decena de puntas. Sin estos libros yo no he
podido ni podré cumplir con los exámenes prevenidos en el reglamento”827.
826 Cuadro que demuestra el estado de instrucción moral, oficios y ocupaciones en varios aprendizajes. Ibid. 827 AHG. Escuelas. Compra de útiles. Acta de la Municipalidad de Caicara. 4 de febrero de 1846. Sign. 3.2.1.14,
9 folios
Capítulo sexto. De la ley y los decretos…
354
Sabemos que los muebles fueron comprados, mas no tenemos noticia si ocurrió otro tanto con
los libros solicitados. La verdad es que este preceptor renunció poco después porque no se le
pagaban sus salarios.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
355
Capítulo séptimo. Hacia un balance ocaso de la iniciativa y cambio de régimen
En el período comprendido entre 1841 y 1845 se evidencian un conjunto de contradicciones de
la sociedad criolla y sus intereses, enfrentados al régimen, propósitos y métodos puestos en
práctica a través del sistema de misiones encarnado por algunos de sus funcionarios. Se
hicieron visibles dificultades en los intentos de ejecución del propio sistema, tanto en hacer
viables los viejos y nuevos pueblos misionales garantizando su éxito económico, como en el
financiamiento de la empresa por parte del Gobierno central.
Esas contradicciones y problemas se ponen de manifiesto de modo diferente en el caso de los
distritos misionales del norte de la provincia por una parte, y por la otra, en el Distrito de Río
Negro. En este último había tenido lugar una asonada para deponer a Pedro J. Ayres, pese a lo
que afirmara el Secretario del Interior, quien se refería escuetamente a su renuncia sin hacer
mención a ese evento. En tanto que en las otras jurisdicciones, si bien no habían ocurrido
sucesos similares, obraban la presión de los agricultores, comerciantes y ganaderos, y la no
factibilidad financiera de la empresa.
Recordemos que el Gobernador de Guayana, en su mensaje a la Diputación Provincial en
1845, había cuestionado seriamente el sistema de misiones y abogado por remover los
obstáculos que dificultaban la libre contratación de indígenas para el trabajo en las haciendas
sin las regulaciones que imponía el régimen instaurado desde 1841, el cual establecía la clara
discriminación entre “los indígenas recién reducidos y los civilizados”828. Con lo cual el
sistema misional perdía el principal soporte representado en el director de indígenas a la vez
Gobernador de la Provincia.
En la Memoria del Secretario del Interior presentada en 1846, momento para el cual ya había
realizado el viaje a Río Negro el Visitador nombrado por el Gobierno, con el fin de conocer su
situación y hacer las recomendaciones pertinentes al Ejecutivo sobre el régimen que en lo
sucesivo debería adoptarse, en los distritos restantes se había suspendido el pago de los
828 Ver Capítulo Sexto
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
356
funcionarios seglares de las reducciones, con excepción de los misioneros, acudiendo a
razones exclusivamente de índole financiera para pensar en un sistema menos costoso a las
arcas nacionales en espera de que, eventualmente, las misiones pudiesen sostenerse por sí
mismas. Se asomaba la posibilidad de nombrar un visitador que hiciese un diagnóstico y las
recomendaciones respectivas829.
En ambos informes se proponían medidas que dieron por terminado el experimento misional
con el aliento de los primeros años, siendo formuladas duras críticas a mucho de lo hecho.
Para practicar la visita de Río Negro se comisionó a Rafael Acevedo, mientras que para los
distritos Central y Bajo Orinoco se designó a Andrés Eusebio Level.
Aparte de las circunstancias expuestas y de lo que los visitadores diagnosticaran, como en
efecto hicieron, en las que fueron determinantes los conflictos sociales planteados en relación
con el régimen excepcional instaurado, pesaba también la falta de fondos para seguir
financiando la empresa. En el presupuesto del año 1846 solamente fue contemplado el pago de
los misioneros. Ya para entonces los empleados civiles se encontraban sin salarios para el
ejercicio de sus cargos. En estas circunstancias, encontrándose Acevedo en Río Negro
mientras que Level aun no había sido comisionado, Carlos Soublette firmó un decreto de
carácter transitorio en espera de los informes necesarios:
Considerando
1º. Que está vigente la ley de 1º de mayo de 1841 en virtud de la cual el Poder Ejecutivo dio a
las misiones la organización que actualmente tienen.
2º. Que la omisión de la cantidad necesaria para cubrir sus gastos no puede considerarse como
un motivo suficiente para alterar el actual sistema, si él puede sostenerse de cualquier otro
modo; y
3º. Que no es conveniente hacer alteraciones en el plan que hoy existe antes de obtener los
informes que el Poder Ejecutivo se propuso alcanzar, nombrando un visitador del Distrito de
Río Negro y además de Guayana, el que aun no ha regresado”…830
829 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1846 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 31. 830 Decreto Ejecutivo suspendiendo ciertos gastos en las misiones de la Provincia de Guayana y de la de
Maracaibo. Ibid.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
357
7.1.- El informe de Rafael Acevedo sobre el Distrito de Reducción de Indígenas de Río
Negro
En Río Negro el Director fue derrocado por un movimiento sedicioso encabezado por
Francisco Piña comerciante que –como hemos dicho- llegó a ser empleado de la Dirección.
Relata Bartolomé Tavera Acosta que ese movimiento dio por resultado: ...”la caída de Pedro
Joaquim Ayres, Director de la Reducción de Indígenas, quien luego fue enjuiciado”831.
Tomás Antonio Mariño Blanco, sostiene que ese movimiento fue una respuesta a las
pretensiones del Director de entregar el sitio de Pimichín al brasileño Joaquim Pereira, lo cual
fue interpretado como un acto de traición a la patria:
“A principios de 1845 Pedro Joaquim Ayres autorizó al brasileño Joaquín Pereira a repoblar
Pimichín, en el caño del mismo nombre, lo cual fue tomado como bandera por Francisco Piña
y otros, quienes acusaron a Ayres de traición a Venezuela y entrega de sitios claves a
brasileños; Piña y sus seguidores iniciaron una revuelta armada, apresaron a Ayres, lo
destituyeron y le abrieron un juicio local. Francisco Piña, quien desempeñaba el cargo de
Comisario, asumió el gobierno regional”832.
Cuando en la Memoria de la Secretaría del Interior y Justicia presentada al Congreso en 1845,
el Secretario señalaba que no había recibido la información del Director, correspondiente a los
seis meses de su gestión en el Distrito, no solamente no hizo mención de conspiración alguna,
sino que notificaba que Ayres se había separado de su cargo por enfermedad833 y se
831 TAVERA A., Bartolomé, Rionegro...p. 127 832 MARIÑO BLANCO, Tomás. Akuhena... p. 99 833 Ayres renunció al cargo en febrero de 1845, siéndole aceptada en el mes de septiembre de ese año. Cfr.
Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1845 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 21
Es probable que su renuncia se haya producido unos días después, esto es en marzo de 1845. En ella se deja
traslucir lo que para entonces suponía que podía ocurrir con él, con el gobierno del Distrito y con el sistema de
misiones en la región. Aludía razones de salud, pero también su interés en continuar sus trabajos como
naturalista, abandonados por atender el gobierno de Río Negro. Al respecto hemos localizado una comunicación
de Ayres, fechada el 1º de marzo de 1845 en San Fernando de Atabapo en cuyo texto expone las razones de su
renuncia:
…”he estado vacilando algún tiempo entre dar o no mi dimisión de aquel destino. Nacía esta resolución de
ofrecer resultados satisfactorios y de cierta magnitud, que acreditasen un celo por el bien de la República, y mi
gratitud para con el Gobierno a quien he debido una prueba poco común de honor y confianza.
(…) hasta qué punto se estime el celo y desinterés con que he servido, no lo sé; pero el Gobierno los ha
reconocido en más de una ocasión, y eso me basta (…)
En los tres años que han transcurrido otros concurrentes en mi profesión, se han hecho un nombre como
naturalistas. Sin salir de los charcos de la costa, ni separarse de los caminos reales, se han hecho célebres,
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
358
encontraba recuperándose en Ciudad Bolívar. Dos de los cuatro misioneros destinados a la
región habían huido a Brasil, los otros dos se trasladaron a la capital provincial haciéndole una
serie de acusaciones de las cuales hicimos referencia en el capítulo anterior834. El Secretario se
cuidó de no apresurar conclusiones, afirmando que no conocía bien los motivos que obligaron
a los sacerdotes a ausentarse del Distrito, justificando el que se nombrase una persona que
hiciera las averiguaciones necesarias. La visita serviría para realizar una radiografía completa
de la marcha del sistema de misiones y proponer, como efectivamente ocurrió, su
transformación radical:
...”siendo en tales circunstancias imposible descubrir de parte de quién está la razón, atendida
la distancia del teatro de los sucesos, su régimen especial y la falta de personas desinteresadas
que, como testigos de los sucesos, pudieran suministrar informes fidedignos. El Gobierno se
propone nombrar un Visitador que pueda adquirirlos y proporcionárselos, no solo sobre este
punto sino sobre otros de mayor interés. El mismo Señor ha reconocido la necesidad de esta
medida y la ha reclamado del Gobierno con insistencia”835.
Un año después el Secretario del Interior se dirigía a las Cámaras para comunicar que el
Visitador Rafael Acevedo había llevado a cabo el encargo. Para este momento, las opiniones
favorables sobre Ayres y su gestión habían cambiado. Para entonces la información que se le
había suministrado al Ejecutivo en Caracas era por lo menos inexacta en relación a los
adelantos que –decían los informes del Director- experimentaban las misiones. La escasez de
fondos, agregaba, era la segunda razón que obligó al envío del Visitador designado, cuyo
informe venía anexo836.
El día 8 de abril de 1845 Acevedo fue encargado de la tarea, partiendo de Caracas el 22 de ese
mismo mes. Para el el día 22 de agosto ya estaba de vuelta en la capital de la República,
mientras que con mis materiales preciosos, fruto de siete años de peregrinaciones, sufrimientos y peligros, he
consumido en Río Negro aquel período sin fruto ni para las ciencias ni para mí.
A estos poderosos motivos (que no alegaría con el resto de parecer modesto, si no fuese por el temor de que esta
renuncia no se crea sincera, se añade el estado débil y deteriorado de mi salud”… (AGC. Archivo Antiguo.
Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento del Director del Distrito. Comunicación de
Pedro J. Ayres al Secretario del Interior y Justicia renunciando al cargo. San Fernando de Atabapo, 1º de marzo
de 1845. Volumen 245) 834 Ver Capítulo Sexto: 6.1.- Los frailes y los empleados civiles 835 Venezuela, Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1845 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 27 836 Venezuela, Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1846 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Pp. 21- 22
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
359
siguiendo la ruta de San Fernando de Apure, La Urbana, San Fernando de Atabapo, Yavita y
San Carlos, para desandar sus pasos por las mismas poblaciones y la misma ruta.
Por lo que dice, su recorrido demoró treinta y dos días acompañado de Pedro Joaquim Ayres:
...”discutiendo y conversando casi exclusivamente sobre las materias concernientes a la
reducción y civilización de aquellos indígenas”...837
Acevedo dividió su informe en cinco secciones. La última de ellas la subdividió en tres clases
de recomendaciones o propuestas:
- Estado del Distrito de Río Negro en la parte material.
- Estado del Distrito de Río Negro en su parte moral.
- Sistema seguido por el Señor Ayres.
- Nuevo sistema que propone el Señor Ayres.
- Medidas que en mi concepto deben adoptarse para el progreso de la civilización del
Distrito.
o Bases para la organización del Distrito.
o Bases para el establecimiento de un correo mensual.
o Bases para la conservación de las plantaciones y las propiedades existentes.
En lo tocante al desarrollo material del Distrito, el Visitador aseveraba que los habitantes de
Río Negro no conocían propiamente un estado de bienestar material. Desde los tiempos
coloniales en que aquella región estuvo a cargo de los franciscanos observantes, los indígenas
vivieron limitados en su libertad a tenor del régimen que les impedía movilizarse, lo que
solamente podía ocurrir a voluntad del misionero.
Demostrando haberse penetrado de la historia de la zona, afirmaba que una vez fenecido el
antiguo régimen, el poder de la República vino a ser ejercido por criollos avecindados o que
vinieron a avecindarse con la casi única perspectiva de ejercer un comercio de especulación
con los indígenas. A su juicio, si durante las dos décadas anteriores hubiesen llegado a la
región más comerciantes, lo cual evitase el monopolio de unos pocos, y, si al mismo tiempo,
ese pequeño grupo de comerciantes no hubiera ejercido simultáneamente el poder político, se
837 Venezuela. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1846 el Secretario de lo Interior y Justicia.
Informe del Visitador de Río Negro. En: Documentos de la Memoria de lo Interior y Justicia 1846. (Segunda
foliación). P. 37
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
360
habría evitado seguramente el estado de atraso en que estuvo Río Negro y que justificó la
instauración de las misiones.
Con la Dirección –continuaba- el Distrito presentaba notables adelantos materiales, pero eran
producto de la coacción y de un trato autoritario, por tanto los indígenas no los percibían como
beneficiosos para ellos ni para su progreso o bienestar. En realidad, el indígena se veía
restringido en su libertad de contratar o ser contratado por parte de los vecinos criollos,
trayendo consigo consecuencias negativas en su comportamiento, además de verlo privado de
los artículos que el comercio de especulación proporcionaba y a los que se había
acostumbrado:
…“es verdad que me parece probado que por los esfuerzos de la Dirección hay hoy en el
Distrito más abundancia de pan, que se han edificado y mejorado muchas casas, ya para los
indígenas, ya para la Dirección, que se han reedificado templos, que se han construido muchas
embarcaciones, que se han establecido algunas nuevas poblaciones y que existen algunas
plantaciones de caña y café (…) debe tenerse presente que se ha conseguido más por una
especie de coacción que por la persuasión, el indígena ha visto tras de todo lo que se ha hecho
el deseo de un lucro para la Dirección con perjuicio suyo, y no una sana intención de hacerle
bien (…) en realidad el indígena no solo ha carecido de la libertad que apetece para celebrar
sus contratos; sino que, o ha tenido que hacerlos furtivamente, aprendiendo a ejecutar como si
fuera un crimen lo que es una acción inocente, o se ha visto privado hasta de las cosas de
primera necesidad a que estaba ya muy acostumbrado, como sal, queso, carne y algunos
artículos de hierro, y en varios lugares hasta de la ropa para el vestido”838.
Acevedo tomaba partido por la muy discutida libertad de contrato frente a las fuertes
regulaciones y limitaciones establecidas para los comerciantes. Es decir se pronunciaba
contrario al régimen excepcional de las misiones. Al pasar revista a lo que definía como el
estado moral del Distrito, decía que los indígenas tenían una fe ciega en el Gobierno
republicano. Esa confianza fue la que había hecho tomar la determinación a un grupo de
capitanes a trasladarse a Caracas hacia 1843, con el objeto de formular críticas y hacer
denuncias contra el Director del Distrito. En su opinión, los indígenas no creían que el
Gobierno hubiese instruido a Ayres en las directrices que siguió, a todas luces perjudiciales a
sus intereses839. Estimaba que no cabía la posibilidad de que hubieren sido instigados acaso
por los criollos para que llevasen a cabo el viaje.
838 Ibid. P. 38 839 Ibid. P. 39
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
361
Naturalmente, tuvo conocimiento directo de la situación de ellos (los indígenas) en lo referente
a las relaciones que mantenían con los criollos, quiénes vivían en poblados “sedentarios” y
quiénes no, habitando por tanto las nuevas poblaciones, o bien, vivían en los caños en
comunidades alejadas de aquellas. Los primeros eran quienes habían sido “reducidos a
poblado” en tiempos de los observantes o eran sus descendientes. Mantenían algunas de sus
antiguas costumbres evidenciadas en rituales, por ejemplo; sin embargo, entendían y hablaban
castellano, cultivaban la tierra, algunos sabían leer y escribir, y sobre todo, entendían y
aceptaban la autoridad de la República; éste era el caso de los habitantes de pueblos como:
Átures, Maipures, San Fernando, Chamuchina, Baltasar, Yavita, Maroa, San Miguel y San
Carlos; entre los recientemente reducidos se encontraban los habitantes de pueblos como:
Guasacame, Tomo, Tiriquín, Solano, Buena Vista, Santa Cruz, Quirabuena y Esmeralda. A su
vez, a cada uno de esos grupos se sumaban habitantes de otras fundaciones más nuevas, así
como parcialidades de algunas naciones (ye’kuana, uhuottöja, jivi, etc)840.
En el tercero de los acápites, referido al sistema de gobierno que siguió Pedro J. Ayres, expone
que la autoridad ejercida por este Director fue similar a la de un padre de familia o un tutor de
menores. Aun reconociendo que fuese necesario un sistema de protección, no es menos cierto
que el programa seguido por el Director, con una autoridad tan amplia como indefinida, había
dado lugar a abusos hasta llegar al punto de calificar el gobierno de aquellos años como
contrario a la Constitución. Al suprimirse las autoridades civiles, vino a ocurrir entonces que
se acrecentó el poder discrecional del Director:
“La Dirección de Indígenas y el régimen constitucional eran cosas que se excluían, y así fue
que apenas se declaró aquella se declaró insubsistente éste (…) hizo conocer más al Señor
Ayres la omnipotencia de su destino, lo mismo que a los habitantes de Río Negro toda su
dependencia, y por aquí empezaron a deslizarse los abusos”…841
Aquellas acciones si bien respondían a la necesidad de cortar de raíz los abusos de los
comerciantes- jefes políticos y sus exhorbitantes precios, impidiendo el que se fiase
mercaderías a los indígenas, terminó por hacer de la Dirección importadora de las mercancías
840 Ibid. P. 40 841 Ibid. P. 42
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
362
con recargos de hasta 500%, monopolizando todo la actividad de importación y
exportación842. Fue suprimida la libertad de sacar manteca de tortuga del Guaviare, importar
carne o queso y aun contratar a un peón indígena. Así las cosas, los empleados eran vistos
como agentes comerciales de la Dirección, impidiendo a la vez –o al menos tratando de
hacerlo- cualquier clase de transacción comercial de los pacotilleros. De modo que hizo su
aparición el contrabando como una consecuencia natural a los estrictos controles, algo nunca
visto antes por innecesario en el Distrito843.
En cuanto a los trabajos hechos para atraer nuevos pobladores y fundar establecimientos, el
Visitador reconocía que el Director había realizado algo en ese sentido y aunque sin valorarlos
en profundidad, sugería que no fueron cómo en su momento se anunció en los informes
remitidos a Caracas, ni aparecían como pueblos definitivamente estables sujetos a policía.
Santa Isabel y San Pedro de Mavaca eran el resultado de haber juntado algunas familias en
1843 a través de la visita que les dispensó Diego Piña, mientras que a través de agentes
promovió la instalación de familias cerca del caño Pimichín dando origen a los pueblos de
Tabaquen y San Antonio; hacia el Guaviare hizo otro tanto para informar la fundación de La
Sabana a unas doce leguas de San Fernando. San Joaquín y otro pueblo en el cual puso su
concurso Fray Joaquín de Valls fueron establecidos en el Inírida. Finalmente, sobre el río
Atabapo se habían fundado Guasacame y Chamuchina:
…”El primero situado muy probablemente donde estuvo situado Baltazar a principios de este
siglo, cerca de la unión del Temi y el Atacavi (…) y el segundo sobre la izquierda del Atabapo
a nueve leguas de San Fernando”…844
Algunos de esos caseríos fueron producto de la reubicación de las familias en un nuevo sitio,
no resultando en consecuencia de la atracción de nuevas comunidades. Acevedo señalaba en
dirección norte de la región, hacia el Orinoco y algunos de sus tributarios (Ventuari y Sipapo),
que Ayres hizo unas excursiones en 1842 con el fin de atraer a comunidades piaroa
(uhuottöja), makiritare (ya’kuana) y guahibo (jivi) para poblarse en la ribera del Orinoco.
842 Ibid. P. 43 843 Ibid. P. 44 844 Ibid. P. 46
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
363
Reconocía que eran observables los adelantos en la difusión de la fe católica, de modo que al
menos en lo concerniente a la tarea de los doctrineros seglares y de los sacerdotes algo habían
hecho al respecto:
…”que los indígenas habitantes de los pueblos que pasan de diez o doce años, saben de
memoria las oraciones y explicaciones del catecismo vulgar, aunque no me atrevo a asegurar
que estén bien penetrados del fondo de la doctrina católica, pues para esto sería preciso haber
entrado con ellos en conversaciones que no tuve la oportunidad de promover”845.
Acotamos que el Visitador no hace referencia a las doctrinas y a ninguna de las escuelas de
primeras letras que mencionó Ayres en sus informes.
Sintetizando, el sistema seguido por el Director se podría resumir de la siguiente manera:
- Monopolio del comercio de importación y exportación.
- Establecimiento de tarifas para los trabajos y principales artículos de exportación.
- Fundación de labranzas de comunidad y construcción de edificaciones públicas y casas
particulares.
- Corrección de la moralidad de los habitantes (reglamentación del uso de bebidas
espirituosas, impedir el libertinaje de las mujeres solteras, reglamentación del trabajo,
etc.)
- Saneamiento de las comunidades y creación de mecanismos de salubridad.
- Formación de nuevas poblaciones y fomento de las antiguas846.
Ahora bien, recordemos que el Director propuso un reglamento de policía y medidas como la
inmigración de criollos que se convertirían en pequeños propietarios de la tierra. Respecto de
éstas y otras propuestas formuladas para reformar la administración, o lo que Acevedo
denominaba el nuevo sistema propuesto por Ayres, fue firmemente contestado en razón de que
el Director pretendía mantener controles a la actividad económica, por tanto, si era difícil
atraer agricultores criollos a la región sin que existieran controles o restricciones de ninguna
naturaleza, mucho más mediante el anterior sistema, aun cuando fuese corregido en algunos de
sus puntos. A su juicio, no existían diferencias notables entre uno y otro847.
845 Ibid. P. 39 846 Ibid. P. 46 847 Ibid. P. 47
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
364
El último de los aspectos tocados por Acevedo es el referido a las medidas que en su concepto
debían adoptarse para la administración y gobierno de Río Negro.
En las proposiciones que formuló destacamos:
- Derogar cualquier medida restrictiva del indígena en cuanto a su libertad de ser
contratado.
- Suprimir igualmente las restricciones en cuanto a su libertad de movimiento y de
residencia.
- Anular las medidas restrictivas al comercio y de monopolización por parte del
gobierno del Distrito.
- Creación de dos órdenes de funcionarios: sacerdotes misioneros y empleados civiles.
El Director de las misiones podía ser un misionero, y sólo a los sacerdotes
correspondería la reducción y civilización de los indígenas.
- Estimular la traída de familias de agricultores venezolanos para colonizar el territorio,
quienes serían diseminados como punto de partida para el establecimiento de núcleos
civilizatorios y ejemplo hacia las parcialidades indígenas848.
La renuncia de Ayres hecha, según se ha visto el 1º de marzo de 1845, le fue aceptada el 18 de
septiembre de ese año, partiendo por la ruta de San Fernando de Apure el 22 de ese mes
conjuntamente con la designación de Francisco Piña como nuevo Director en clase de interino,
el más enconado de sus adversarios849.
Ayres debía comparecer al Tribunal de Cuentas en Caracas con el propósito de responder a los
reparos en su administración en el término de dos meses contados a partir del 18 de
septiembre. Sin embargo solicitó demorar dicha comparecencia por hallarse enfermo y sin
recursos, y a la espera de su familia que se encontraba en viaje desde Brasil: “En cualquier
caso, las últimas cuentas serán presentadas al Supremo Gobierno en oportunidad, sujetándome
a contestar los cargos que se me puedan hacer”850.
848 Ibid. P. 47 849 HARO, Juan. Ob. Cit. P. 154 850 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento del Director del
Distrito. Comunicación de Pedro J. Ayres al Secretario del Interior y Justicia. San Fernando de Atabapo, 8 de
noviembre de 1845. Volumen 245.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
365
Francisco Piña rechazó las cuentas e inventario que hizo Ayres. Posteriormente, le fue abierto
un proceso y ocurrieron sucesivos reclamos por deudas contraídas con particulares que se
prolongaron por años. Así finalizó el experimento de las misiones en Río Negro.
En la Memoria del Interior y Justicia presentada en 1847, el Secretario informaba brevemente
sobre la situación del Distrito, participando haber nombrado a Fray Fidel de Vidrá, capuchino
catalán, como jefe de las reducciones, acompañado de otro sacerdote como misionero adjunto,
todo ello a propuesta del Director General de las misiones y Gobernador de Guayana. Para
entonces no se habían recibido noticias sobre haberse efectuado el viaje de los misioneros851.
Acaso justificando las extremas medidas que el Ejecutivo hubo de tomar afirmaba que se
había restablecido la guarnición de San Carlos de Río Negro en el fuerte de San Felipe,
cuidándose de reafirmar que no habría –o no debería haber- conflictos entre las autoridades
militares y las civiles, en segura recordación de los desencuentros recientes:
“Ha querido el Ejecutivo fundar con las familias de la guarnición un punto de civilización
avanzado que facilite la reducción, siguiendo el sistema empleado constantemente en las
empresas de este género; y ha tomado todas las precauciones que ha creído necesarias para
impedir toda colisión entre las autoridades del territorio”852.
Piña recibió las instrucciones de las medidas que debía tomar para el gobierno del Distrito,
instándole a cancelar el sistema que hasta entonces siguió el ex Director, así como procurar las
sumas necesarias para la cancelación de las deudas pendientes mediante la venta de las
producciones de la región, algo similar a lo propuesto en los distritos del norte:
…procurará cortar toda especie de cometido del que hasta ahora había practicado la Dirección,
limitándose a vender lo que exista, procurando su realización del mejor modo y con las
mayores ventajas posibles, a recaudar lo que se adeude a la Dirección y pagar lo que ésta
deba”…853
851 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1847 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 30 852 Idem. 853 AGC. Archivo Antiguo. Reducción y Civilización de Indígenas. Río Negro. Nombramiento del Director del
Distrito. Resolución de la Secretaría del Interior y Justicia, comunicando a Francisco Piña su nombramiento
como Director interino del Distrito de Río Negro y las reglas que debe observar en el ejercicio de su cargo.
Caracas, 18 de septiembre de 1845. Volumen 245
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
366
El día 8 de noviembre de este año de 1845, el Presidente Carlos Soublette derogaba el Decreto
de 1842 vigente hasta este momento para las misiones de Río Negro854. Con su promulgación
se abolía igualmente el decreto transitorio del 14 de junio en el cual se dispuso esperar el
regreso del Visitador Rafael Acevedo para dictar las medidas que se estaban tomando.
En primer lugar se simplificaba el gobierno del Distrito en razón de la falta de fondos sin que
hubiere posibilidad de asignarlos en el futuro. La tercera razón era de carácter político por
cuanto, para el Gobierno, en atención a las recomendaciones de Acevedo, no era conveniente
ni viable mantener el sistema de gobierno basado en la figura del Director con el poder casi
omnímodo que el Decreto derogado le permitió.
En lo sucesivo, sólo existirían dos clases de funcionarios: misioneros y comisarios de
misiones. Sería nombrado un misionero con residencia en San Fernando de Atabapo quien
coordinaría a los comisarios de misiones, con la obligación de informar semestralmente acerca
de los adelantos de los trabajos efectuados. Al efecto se entendería con el Director de
Indígenas de Guayana855. El nombramiento de los comisarios de misiones correría a cargo del
Gobernador, quienes quedarían encargados de ser los custodios de los intereses del Distrito
(hatos y haciendas, por ejemplo), pudiendo arrendar las propiedades que fuese posible y
percibiendo 10% del total de lo arrendado856.
Siempre y cuando se pudiere se nombraría un sacerdote en cada misión, quedando a su cargo
el adoctrinamiento, la cura de almas, la enseñanza de la lengua castellana, además de la
atracción y reducción de nuevos pobladores857.
En último lugar, el artículo 7° abolió toda forma de control sobre los indígenas, permitiéndoles
transitar libremente por el Distrito, residir donde quisieran, contratar sus servicios con quien
desearan y normando los servicios personales que deberían cumplir por deudas contraídas.
854 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1846 el
Secretario de lo Interior y Justicia. Decreto Ejecutivo del 6 de noviembre de 1845 estableciendo el nuevo régimen
para el Distrito de Río Negro. En: Documentos de la Memoria de la Secretaría del Interior y Justicia. Pp. 53-55 855 Ibid. Artículo 3º 856 Ibid. Artículos 15° y 16° 857 Ibid. Artículo 8°
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
367
Además, quedaba prohibido separar a los hijos de sus padres para entregarlos en servicios
domésticos, así como emplear los adultos en tareas similares sin su consentimiento858.
7.2- Andrés Eusebio Level y el balance del régimen de misiones en los distritos del norte
de Guayana
En la Memoria de la Secretaría del Interior y Justicia presentada al Congreso en 1847, el
Secretario del Despacho informaba las medidas que se tomaron en el Distrito de Río Negro
luego de la visita de Rafael Acevedo, a la par comunicaba que había sido nombrado Andrés
Eusebio Level para hacer otro tanto en los distritos Central y Bajo Orinoco por recomendación
del Gobernador de Guayana, con el fin de reformar la administración de esos distritos:
...“mas como para estos debían obtenerse noticias circunstanciadas del estado de esos distritos,
con tanto mayor razón, cuanto que en ellos no está establecido el sistema excepcional que rige
en Río Negro y se encuentran mezclados funcionarios del orden civil con los de reducción, era
indispensable que se practicase una visita por persona de conocida inteligencia y aptitud para el
caso (...) Al intento se dijo al Gobernador de Guayana que nombrase un visitador de las
cualidades dichas y eligió para tal encargo al Sr. Andrés Eusebio Level”...859
Según vemos, se reiteraba como una de las causas primordiales y fuente de conflictos para
pensar en introducir cambios drásticos en la política de misiones, la coexistencia de los
funcionarios civiles y los de la reducción, a diferencia de Río Negro donde la estructura
gubernamental estaba compuesta exclusivamente por los funcionarios de misiones. Level
cumplió con su encargo en el transcurso del año 1847. En la Memoria del año 1848 el
Secretario del Interior comunicaba al Congreso su beneplácito por el exitoso cumplimiento de
la encomienda. Debemos precisar que este funcionario practicó la visita de los distritos Bajo
Orinoco y del Central, compuesto éste a su vez por los cantones Capital y Alto Orinoco de la
Provincia, cuyas observaciones y recomendaciones –decía el Secretario- debía ser tomadas en
cuenta para enrumbar el progreso de toda Guayana. Level dejó constancia de la necesidad de
858 Idem. 859 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1847 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 30
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
368
reconocer el distrito misional de Upata, propuesta que fue aceptada por el Gobierno860 para ser
cumplida pocos años después, como se deja testimonio en la Memoria de la misma Secretaría
presentada en 1850861.
Level hizo su recorrido durante 1847 de la siguiente manera: desde Ciudad Bolívar a
Pedernales navegando los caños Márano, Macareo y el mismo caño Pedernales, además de
algunos afluentes o brazos de los mismos. En segundo término, desde Ciudad Bolívar a La
Urbana:
“La tercera de Ciudad Bolívar al Alto Paragua, examinando la remota Barceloneta y los
pueblos destruidos de Currucai, a la izquierda del mismo Paragua y San Pedro de las Bocas,
frente a la embocadura de este río en el Caroní. Y la última, segunda vez al Bajo Orinoco por el
Sur, territorio que es indispensable ver en dos rumbos, por la división admitida por el Delta, en
superior e inferior”862.
Conviene destacar la observación hecha por el Visitador a propósito del significado de su
recorrido para la generalidad de los habitantes de los modestos y lejanos pueblos de las
comarcas interiores. Todo agente gubernamental era recibido –como cabría esperarse- con
mucha expectativa, y ante él se exponían todas las agonías, problemas y solicitudes para sacar
provecho de aquellos más que esporádicos recorridos en la esperanza de buscar remedio y
ayuda:
...”con una confianza en el Gobierno, muy lisonjera en verdad, y con una esperanza en el
mismo, muy notable en esos relegados venezolanos, todos los moradores han visto en la visita,
un recuerdo que de ellos hace el Poder Público, una prenda de que la distancia no obsta a los
cuidados del Gobierno, y un hecho en fin que los ha persuadido, de haberse mandado conocer
y estudiar sus necesidades, oír sus representaciones, recoger sus deseos”863.
860 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1848 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 34 861 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1850 el
Secretario de lo Interior y Justicia. P. 17 862 LEVEL, Andrés Eusebio. Informe sobre el estado actual de los distritos de reducción de indígenas Alto
Orinoco, Central y Bajo Orinoco, y medidas que reclaman. Presentado a Su Excelencia el Poder Ejecutivo por el
Visitador nombrado al efecto. P. 5 863 Ibid. P. 7
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
369
Las observaciones, diagnóstico y balance que hace Level del régimen de misiones en este
informe, si bien atienden a las realidades específicas del Alto y Bajo Orinoco y de algunos
puntos poblados del Cantón Capital, tienen validez para explicar la situación de todas.
Comenzaba afirmando que el régimen de misiones no se había ejecutado, apenas en la villa de
San Isidro de Barceloneta se veían adelantos. El estado general de los demás pueblos era de
una total decadencia. Más aun, sentenciaba que la Provincia misma no existía en la práctica:
“En treinta años que han transcurrido después de libertada la Guayana, que son poco más o
menos la mitad del tiempo de la fundación de su capital; ha desaparecido esa provincia”864.
Se servía para ello de lo que en su opinión hubo sido la región antes de la independencia,
oponiendo esa imagen a la que se le presentaba. Las capitales cantonales de Caicara y Piacoa,
localizadas en tierras las mejores según decía, antes opulentas y en progreso, eran apenas dos
villorrios de 30 y 15 casas respectivamente. A su juicio, la fuerza de los establecimientos de
españoles o criollos no había irradiado su influencia hacia los pueblos indígenas. Lejos de
hacerlo, los llamados pueblos de “racionales” habían sido ganados por el salvajismo, no
precisamente de los indígenas, sino de las costumbres que habían adquirido, sin prácticas
religiosas, sin patrón de vida civil, y eso sí, sirviéndose del indígena a su antojo. Estas
afirmaciones las hacía con mucha dureza, para decir sin más que tal ejemplo no sería jamás
aceptado por los indígenas:
…”en lugar de hacer conquistas la parte que se llama racional sobre el salvajismo, por el
contrario, el salvajismo invadiendo las costumbres de aquella, impone las suyas y toma en
cambio los resabios de la hez (…) racionales en fin que viven una semana de pesca o caza, y
tres, del poderío que ejercen de hecho sobre los indios. Y he aquí uno de los hechos de los
modelos de civilización que estos tienen ante sí. ¿Será posible que la apetezcan ni la
acepten?865
Level afirmaba sin rodeos que los indígenas, específicamente los Caribe, tenían un grado de
organización y de “civilidad” infinitamente superior a los de los poblados criollos. Se apoyaba
en las descripciones que hizo Humboldt cuando visitó Guayana. Los pueblos fundados por
esta nación –por propia iniciativa decía- corrían con la suerte de que ningún “racional” viviera
entre ellos; esa era una de las causas de su éxito:
864 Idem. 865 Ibid. P. 8
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
370
“Tapaquire, Camurica, Cumurotopo y Tucuragua son las únicas fundaciones que existen de
Caribes solos. Tienen la buena suerte de que ningún racional vive entre ellos (…) En sus
caseríos que ellos mismos han formado sin dirección extraña, se ve también ese instinto
organizador (…) Con la mayor disposición se prestan a los trabajos de iglesia, cárcel y otras
construcciones comunales, y a cuánto se les manda para provecho y mejora de sus pueblos y
personas con que siquiera haya quien se los mande y se los sepa mandar”866.
Decía que el éxito de las misiones de los capuchinos catalanes se debió a la perseverancia en
la enseñanza de nuevas artes, de costumbres orientadas al trabajo que habían dado como
resultado la obra de las misiones del Caroní, comprobadas no solamente en el saldo favorable
de sus espléndidas ruinas, obra de los indígenas, sino también el de haber logrado congregar
esa población en aquellos pueblos. En su opinión, estos sacerdotes obreros y artesanos,
agricultores y criadores, habían formado indígenas obreros y artesanos sin que mediara la
codicia. De allí que la calidad del elemento humano para el trabajo con los indígenas era
esencial.
Pero, cuando el Gobierno quiso emular esa obra se topó con el formidable obstáculo de la falta
de personas con probidad, a lo que se sumaría el hecho de aquellos que por verse afectados sus
intereses conspiraron contra el sistema, y por si fuera poco, la inestabilidad política de la
provincia, algo que por cierto vimos citado por el Secretario del Interior y Justicia, determinó
que el principal soporte del régimen de misiones, el Gobernador Florentino Grillet, dejó de
ejercer sus funciones a poco de iniciarse el experimento debilitándolo en grado sumo:
“Pero faltó de su puesto el hombre de vocación, que a la cabeza de la provincia imprimió ese
movimiento. Habíanse empezado ya a recoger en su tiempo mismo los mejores resultados de
su primer ensayo; mas sucedió lo que en todas las cosas. Cada una requiere su hombre; y el
señor Florentino Grillet, cuya administración lo honra, era el del ramo de indígenas (…) rodó
la provincia de mano en mano por las de una sucesión frecuente de gobernadores interinos (…)
Difícilmente se restituye la marcha orgánica a un plan que al acto de comenzarse a plantear se
desquicia por una perturbación.
Y la perturbación y un trastorno completo, malhirió al nacer el Sistema de Reducción. Los que
le eran adversos porque los desposeía de los Indios que tenían ya como usucapidos, hicieron el
resto”867.
866 Ibid. P. 10 867 Ibid. P. 13
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
371
Level descargaba de responsabilidades a los misioneros contratados en España. Los sacerdotes
–sostenía- llegaban a instaurar un sistema, a crearlo, no a impulsarlo. Arribaron a una región
cuyas costumbres desconocían, no hubo preparación sobre el carácter ni los hábitos de la
población. Sobre sus hombros quiso hacerse descansar la edificación de todo el sistema de
reducción cuando a lo sumo su preparación era ni más ni menos que la de evangelizadores. La
falta de preparación llegó a los extremos de que, apenas llegados, fueron a trabajar a una
región que desconocían esencialmente, semisalvaje dice Level, sin más instrucción que las de
haberles sido entregados los decretos y despacharlos para sus respectivos destinos, donde
tuvieron que enfrentar la férrea resistencia de los vecinos criollos. De manera que resultaba
poco menos que un despropósito el que se pensara –como en efecto se decía en el articulado
de los decretos orgánicos- de estos misioneros: …”obtener resultados iguales o más
satisfactorios, que los que alcanzaron los antiguos Misioneros de la provincia de
Guayana”…868
Los sacerdotes, en razón de su ignorancia sobre la región y en la tarea propiamente misional,
habían preferido avecindarse en pueblos habitados por vecinos criollos, de costumbres en
similares a las de ellos, y terminaron siendo más que misioneros, curas de los criollos:
“Ponerles los decretos en la mano y despacharlos, fue toda la inauguración. Al instalarse en el
circuito a que fue destinado cada uno, con libertad no explicada de elegir dentro de él, a su
arbitrio el punto de residencia, estaba en el orden de las cosas, y aun parece al pronto muy
natural que se inclinasen y decidiesen a residir en lugares avecindados de españoles. Buscaron
con sobrada razón, una vida entre la gente que suponían homogénea, por evitar los males que
la falta de conocimientos les hizo abultarse sin razón, de residir entre los indios y vivir con los
indios siéndoles enteramente desconocidos”869.
Level continuaba sus observaciones deteniéndose en el estado general de inseguridad que
generaba la ausencia de un orden civil, de pueblos estables y de policía, desde Ciudad Bolívar
hasta los raudales de Átures y Maipures. La inseguridad derivada de la existencia de partidas
de malhechores entre los que a lo mejor no faltara la presencia de indígenas, como en el asalto
de que fue objeto la Villa de La Urbana en 1837870. Llegaba a definir como aterradoras las
868 Idem. 869 Ibid. P. 15 870 Cfr. Ibid. P. 20
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
372
soledades de los parajes ribereños de todo el Cantón Alto Orinoco. Cuando se navegaba por el
Orinoco era posible observar desde la curiara, apenas, los escondites de quienes vivían al
margen de la ley y de toda policía:
“Esos parajes desde Ciudad Bolívar para arriba están semiabandonados por una y otra banda
del Orinoco hasta Caicara; y desde allí hasta las Cataratas son un desamparo aterrador. Entre
esos dos últimos puntos está Urbana, cuya existencia después de 1837, no puede atribuirse sino
a la misericordia divina (…) Los caseríos o decadentes poblaciones a no cortas distancias en
ese trecho, alcanzan alguna seguridad a favor de las contemplaciones que en ellos se tiene con
toda gente sospechosa de que son continuo recaladero (…) Por lo regular son desconocidos que
vagan de playa en playa con el pretexto de flechar tortugas, y en realidad no son otra cosa que
hombres desengarzados de la vida civil”871.
Proponía la creación de una policía fluvial que garantizase a los comerciantes y vecinos el
libre paso por el río sin ser asaltados y una vida sin temores ni sobresaltos en los pueblos. Las
autoridades civiles, los jueces de paz de aquellas comarcas no tenían la capacidad de reprimir
el bandolerismo, y mal hacían en enfrentarlo; al fin y al cabo eran otros empobrecidos vecinos
que, además de ejercer el cargo por abandonar sus propios intereses sin percibir ingreso
alguno, se pondrían en la mira de los malhechores si tener cómo ni con qué enfrentarlos872. En
descargo de aquellos que rehusaban asumir la vida civil y preferían la vida el monte, Level
reconocía que la falta de instituciones, justicia, escuela, sacerdotes, eran suficientes como para
que cualquiera pudiese justificar su negativa a la vida en los pueblos. Esa situación había
determinado que no pocos terminasen marchando, lo cual debilitaba aun mucho más las
posibilidades de progreso de los mismos:
…“Los hombres de importancia han salido de los pueblos con bienes y familia, por la
inseguridad. Faltó el apoyo moral y amparo a que contribuían algunos vecinos respetables.
Otros les han seguido en pos (…) y lo que queda hoy día, está como en una situación
provisoria o de tránsito, transigiendo con dificultades siempre crecientes, y como quien dice,
cada cual a la mira de salirse”873.
871 Idem. 872 Ibid. P. 24 873 Ibid. P. 25
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
373
En lo concerniente al Bajo Orinoco consigna valiosas observaciones críticas, respecto de su
situación demográfica, del comportamiento y actitudes de los vecinos criollos, de los
momentos de florecimiento de la comarca, según su punto de vista, y de las razones que, tanto
en el pasado reciente cómo en el momento de ejecución de las leyes y los decretos orgánicos
hubieron de obrar para determinar el fracaso de las medidas que quisieron tomarse.
Lo primero a destacar era la despoblación de esa región que definía como la más insólita,
excepcional e importante de Venezuela y acaso de América; aparte de las 15 casas de Piacoa,
había en los tres sitios tenidos por parroquias restantes, es decir en Guayana Vieja dos casas,
en Santa Catalina, siete casas y en Sacupana catorce874.
Tanto en el Alto Orinoco como en el Delta o Bajo Orinoco, salta a la vista la fuerza del
cuestionamiento a las instituciones republicanas, a la timidez en la vigilancia, observancia y
necesaria coerción del gobierno guayanés y de su capital Angostura con quienes
desobedecieran las leyes. Cuestionaba incluso el papel de la capital y de sus autoridades, de su
poderoso sector comercial, que no se ocupaban verdaderamente de ejercer el gobierno en las
comarcas interiores, donde gobernaban sin medida los poderes locales constituidos y aquellos
que ejercían el poder de facto.
Todas estas reflexiones van o vienen siempre en la dirección de los pueblos, razón del sistema
de reducciones y clave del progreso de la provincia. No había personas con quienes
reemplazar las autoridades civiles, siendo extremo el caso de Guayana Vieja, donde el juez de
paz venía ejerciendo el cargo desde 1834 con apenas un año de interrupción; desde 1840 no
había ninguna clase de recaudación municipal, en tanto que se carecía de cura desde 1816875.
Con relación a la ejecución de los decretos del año 1841 era categórico:
…”los decretos no han sido ejecutados, su ejecución no se ha considerado obligatoria. Se
prescinde de ellos como si no existieran. El hecho de que algún capitán poblador ha
despoblado, en lugar de atraer indios, llevando a los montes a los que encontró en caserío,
pudiera marcar todos los demás, si ya no fuera necesario llevar al Gobierno observaciones de
que no debo dispensarme, no habiendo quien pueda suministrarlas desde la altura del
desinterés en punto a indios”876.
874 Ibid. P. 30 875 Idem. 876 Ibid. P. 31
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
374
Si no fuesen suficientes las críticas hechas por el Visitador a la actitud de los criollos para con
los indígenas, en el caso del Delta y de la nación Warao, guaraúnos como se les denominaba,
no dudaba en afirmar que se abusó de ellos hasta la inhumanidad877. Se les usaba para el
trabajo en las haciendas, en el servicio doméstico, se separaban las familias, se les arrancaba
de sus comunidades. La inmensa mayoría se volvió, como bien dice Level, a sus hogares en lo
profundo del Delta. A pesar de las iniciativas de gobernantes como el General Tomás de
Heres, todo intento de restituir a las comunidades que aceptaron poblarse mediante
negociación en los lugares acordados años antes terminaron en fracaso:
“Tan adulteradas están las ideas por esos lugares, y tan imbuidos en la pertenencia de los
Indios a los no Indios, que a mi mismo no me han disimulado la extrañeza, con que han mirado
el trato cortés y respetuoso con los capitanes: los agasajos y regalos a los más importantes
cabezas de familia”878.
En este punto formula entonces una crítica muy dura contra quienes fungieron de empleados
de las misiones y también del régimen civil, pues no hay diferencia en la conducta. Buena
parte de ellos llegaron a la región como aventureros, usando sus empleos en beneficio propio.
Con excepciones honrosas apenas –dice el Visitador- unas pocas familias que dispensan un
trato digno a los indígenas, los demás son la negación misma de la civilización y de los
propósitos que representan, o mejor, debieran representar, por cuanto explotan sin más a los
warao. Ello explica que se ofrezcan a trabajar sin sueldo algunos o muchos de ellos:
“Es como se entiende en toda la provincia ser empleados de indígenas. Aunque les sean
desconocidos a un transeúnte, al ver quién tiene peones en el pueblo o lugar, sabe quién es el
empleado, ya de Reducción, ya civil. No hay, pues, que extrañar que unos agranden sus
labranzas en una proporción escandalosa respecto de sus medios notorios, que otros venden los
Caños a los demás negociadores o competidores, para sostener aquellos, el monopolio de los
miserables artefactos y animalitos de los Indios a que se lanzan con rapacidad”…879
877 Ibid. P. 32 878 Ibid. P. 36 879 Ibid. P. 39
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
375
En otras palabras, los empleados civiles y de las reducciones, dentro de la precariedad y
pobreza del vecindario, ejercían el control de la mano de obra para las labores agrícolas, pero
también el dominio del comercio en su más amplio sentido, ¡y de qué manera¡
Level analiza los propósitos protectores de las Leyes de Indias a la luz de estas realidades,
juzgándolas infinitamente superiores en sus métodos, bien orientadas al fin que perseguían. Da
cuenta de algunas de las realizaciones de la Corona Española justificadas en la edificación de
instituciones protectoras de los indígenas, de casas de educación en lugares como la antigua
Nueva España o el otrora Virreinato del Perú, historia que conoce y se permite citar, al igual
que los textos de esas leyes, las cuales comenta y analiza. Se lamenta en fin que esas
instituciones, dirigidas a “igualar” a los indígenas a las familias hispanas, hubiesen sido
sustituidas por la explotación inhumana a quienes se calificaba injustamente de flojos para
obligarlos y forzarlos solamente a trabajar, porque era la fuerza y no otro el medio para
lograrlo880.
Esa empecinada cuán distorsionada manera, prosigue Level, cómo los vecinos criollos
entendieron el empleo de la mano de obra de un pueblo numeroso como el Warao, dio como
resultado una riqueza efímera y un progreso sin posibilidad de sostenerse en el tiempo. Así, se
permite hacer referencia a varias haciendas que conocieron en la década anterior algún
florecimiento (1830- 1840 aproximadamente), pero que al momento de su visita estaban
abandonadas. Los indígenas, cansados del trato que les dispensaron, optaron por rechazar
relacionarse con los criollos. Lo peor era que los conuqueros criollos que quedaban en el Bajo
Orinoco, lejos de haber entendido lo que acontecía insistían en su comportamiento. De allí que
al insistir en las odiosas “sacas” de gente de la selva y los caños, al propugnar un sistema de
misiones que no era tal en su opinión, en el que, además de la inmisericorde explotación, se
privilegiaba el trabajo ajeno sin permitir a las comunidades trabajar en su propio beneficio,
terminaban por alejar de manera definitiva a los warao de aquella “salvaje” sociedad criolla.
880 Cfr. Pp. 40- 42
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
376
Andrés Eusebio Level entiende que la falta de pueblos estables constituye una enorme
debilidad geopolítica y fuente de permanente inestabilidad en un país que entonces era teatro
de guerras intestinas:
“Pero una usurpación interior que ataque esa independencia, puede perpetrarse astuta y
mañeramente a favor de la despoblación o la dejación, y cuando viene a ser conocida, la
ocupación está consumada, y la consumación es el aviso. Y aun limitando toda la importancia
del Bajo Orinoco a sólo sus tierras contiguas, hay que tener muy en cuenta que por uno de los
lados del Delta fluyen los muchos ríos navegables del corazón de las provincias de Cumaná y
Barcelona al gran Mánamo”881.
Por estas razones, no duda en afirmar que la seguridad de esa vital región viene dada por su
estabilidad poblacional, por la fundación y pervivencia de asentamientos en los que el
elemento humano fundamental es el pueblo Warao. De modo que proponga que los indígenas
sean propietarios de la tierra, y que trabajen en su provecho:
“Todas las soluciones posibles están de parte de la necesidad política y económica de civilizar
al Delta, hacerlo con quienes es más natural y más fácil, y lograr la deseada civilización de
esos Guaraúnos (…) por el indefectible de darles propiedad permanente”882.
Level pasa a formular un total de cincuenta recomendaciones dirigidas al sistema de misiones
como una totalidad, además de algunas particulares para los distritos misionales. En primer
término propuso destituir a todos los funcionarios de la Reducción, sin excepción, dejando a
los tres misioneros que quedaban como curas párrocos de las poblaciones en que vivían. Sin
embargo, como preludio afirmaba que debían cumplirse religiosamente los decretos883.
Solamente exceptuaba a Fray Bernardino de Manresa, misionero de Barceloneta, para que
continuara con el trabajo de atraer indígenas a poblado: …”si se instala en San Pedro de las
Bocas, a donde quieren salir indios del Alto Paragua, para cuya colocación necesita recursos”
884. En su opinión, los únicos funcionarios que debían relacionarse directamente con los
indígenas eran los sacerdotes misioneros. Como decía, haciendo a un lado sus propias
convicciones, la labor civilizadora en toda la América española fue obra de los misioneros,
siendo el funcionario ideal para ese propósito885. En la capital debía residir otro misionero con
881 Ibid. P. 67 882 Ibid. P. 64 883 Ibid. Pp. 68-69 884 Ibid. P. 69 885 Ibid. Pp. 76- 77
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
377
el título de Director, y debían hacerse venir de Europa nuevos sacerdotes misioneros
pertenecientes a órdenes hospitalarias y hermanos de la caridad para directores y
doctrineros886.
A continuación enumeraba recomendaciones o declaraciones firmes que el gobierno provincial
debía hacer en cuanto a:
- …”que los indígenas se encontraban bajo protección de la ley, para testimoniar ante ellos la
voluntad oficial de brindarles protección. Decía que no pocos habían acudido a la capital
atraídos por las garantías que el sistema quería para ellos;
- utilizar la palabra civilización en vez de reducción, toda vez que los indígenas –decía- hacían
caso a todo aquel que los protege y es su amigo, y ninguno se encontraba en situación de
levantar armas; decía que debían eliminarse los cargos y nomenclaturas de vicedirectores,
capitanes pobladores y doctrineros en razón de que la tarea era civiliza”887.
Recomendaba que los indígenas tuviesen propiedad rural “afincada”, u oficio provechoso a
sus fundaciones, reconociéndoles el dominio de la tierra en que han nacido y garantizando
adjudicaciones a las generaciones futuras. Para los vecinos criollos recomendaba
adjudicaciones en aquellas que no estuviesen ocupadas o estuviesen incultas. En la
recomendación 10º era por demás enfático al ratificar como inalienables y no sujetas a
expropiación las tierras de los indígenas, todas las tierras del Bajo Orinoco y las colindantes
con las demás provincias:
“Es así como se puede cortar el desorden de expropiar a los Indios con cambalaches
escandalosos (…) Los que se instalan en pueblos de indios, por lo regular comienzan a
ranchearse en las mejores de sus casas, de las que al fin salen los dueños acosados de los
huéspedes, que quedan en posesión a título de que compraron. Así han desaparecido las
familias aborígenes de muchos de los pueblos de algunas provincias de Oriente que no son la
Guayana”888.
Level se oponía a la existencia de bienes y siembras de comunidad por considerarlas
perniciosas tanto para los indígenas como para los empleados de las misiones. Los primeros
porque debían dedicarse a sus propios conucos y trabajos y a los comunes duplicando el
trabajo. Los empleados porque debían atender al desarrollo de estos trabajos distrayéndose del
Es de hacer notar que a lo largo del informe, el Visitador hace gala del conocimiento de los regímenes misionales
de España y de otras potencias practicados en sus colonias. 886 Ibid. P. 85 887 Ibid. Pp. 70- 71 888 Ibid. Pp. 72- 73
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
378
cuidado de los indígenas889. Ya vimos en el capítulo precedente los conflictos generados al
respecto.
En cuanto a la atracción de nuevas comunidades, debía ser tarea exclusiva de los empleados de
mayor jerarquía, porque era delicada y debía ser solamente encomendada a los capaces y con
mayor tacto. Recomendaba prohibir la “saca de indios”, como también el que todo indígena
que abandonase su pueblo fuese restituido sin demora. Con ello pretendía impedir la práctica
de algunos criollos que trasladaban individuos y hasta pueblos enteros para ponerlos a su
servicio.
En la recomendación 14º alertaba al Gobierno sobre la perjudicial presencia de los
comerciantes especuladores. No solamente no veía ningún beneficio en ello, sino que era a
todas luces inconveniente. No había fiscalización ni protección alguna a sus transacciones,
lejos de atraerlos los mantenían en la selva por no serles útil el trasladarse a las poblaciones a
hacer su comercio. Antes por el contrario, debían ser estimulados a que lo realizaran ellos
mismos en los pueblos bajo la mirada protectora del gobierno:
“14º. No deben permitirse bajo ningún pretexto las irrupciones que con el nombre de Comercio
se hacen en los Indios por corruptores buhoneros.
No hay holgazán que no se meta a buhonero de indios. Toman sus fiados y cogen su camino
para donde ellos. Penetran en los caños, a veces en curiara prestada, que ni aun ese bajel tienen
algunos (…) Instálanse en las rancherías, y el saludo son tragos de aguardiente ofrecidos con
aparente generosidad”…890
Por ello debía prohibirse la venta de bebidas espirituosas o la instalación de alambiques en las
comunidades indígenas. Consideraba que ningún empleado de las misiones debía poseer
labranzas, taller o trabajo de especie alguna entre los indígenas de su jurisdicción”891, y que
mientras no poseyesen propiedades o vivienda fija debía impedirse su contratación como
peones892, prefiriendo que en vez de impuestos pagasen con trabajo su contribución al erario
nacional893.
889 Ibid. Pp. 85- 86 890 Ibid. P. 73 891 Ibid. P. 78 892 Ibid. P. 80 893 Ibid. P. 86
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
379
Propuso que se dotase de ganado a los Caribe, por considerarles aptos para esa tarea, además
de que vivían en ambientes sabaneros propicios para esa actividad.
En las miras de Andrés Eusebio Level estaban otros asuntos, como impedir los nacimientos
fuera del matrimonio, sobre todo de los hijos que resultaban entre criollos y servidumbre
indígena, o el odioso tráfico de niños, para lo cual proponía que se empleasen en trabajos
domésticos a mujeres que “ya no pudieran tener marido”, o bien, que los huérfanos se
entregasen al cuidado de los empleados superiores, sin excepción:
…“Ellos los destinarán a oficios o colocaciones, en que se vayan formando y sean útiles. Son
los llamados a las artes y oficios útiles en las fundaciones principales; y así se quitará también
el tráfico de hurto y venta de indiecitos (Poitos) tan provocada por los que disfrazan la compra,
con el pago de una gratificación por conseguirlos. Esto es corriente”894.
Además, las niñas debían estar a cargo de doctrineras, preferiblemente monjas traídas de
Europa895. Continuaba sus recomendaciones con relación al trabajo de los indígenas
defendiendo el criterio según el cual, los trabajos urbanos se destinasen a los muchachos de
menos aptitud896.
Proponía medidas como que se respetase hasta cierto punto las costumbres y hábitos de los
indígenas, por ejemplo que no fuesen prohibidos los viajes de las comunidades, toda vez que
podían reportar la recolecta de productos selváticos de utilidad e interés (cortes de madera,
carapa y bálsamos), como tampoco debía prohibirse de inmediato la poligamia, que debía
erradicarse poco a poco897.
Para propiciar el trabajo era necesario traer maquinaria, consistente en cinco molinos de yuca
y veinte máquinas de hilar, además debía instalarse un astillero en Pedernales y un aserradero
en Sacupana898.
894 Ibid. P. 79- 80 895 Ibid. P. 89 896 Ibid. P. 79 897 Ibid. P. 81 898 Ibid. Pp. 86- 87
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
380
Todo trabajo de intérprete debía ser pagado, proponiendo que viniese una misión de capitanes
indígenas a la capital provincial para establecer contacto directo con el gobierno, conocerlo y
hacerles saber la voluntad de brindarles la protección y garantías oficiales.
En cuanto a cómo debería quedar organizado el sistema de misiones, Level indicaba que en los
tres distritos del norte de la Provincia se designasen cinco fundaciones modelo: Pedernales,
Sacupana, Curumotopo, Alto Caura y La Urbana. En cada una debía residir su respectivo
director, un médico y varios artesanos. Su propósito básico era servir “como vehículos de
civilización” y reorganización del comercio, como el relativo a las denominadas ferias de
recolección de los huevos de tortuga en las playas de Caicara y Urbana, donde, a falta de
cuidados y reglamentación que existían desde la época de los jesuitas, alarmaba la ausencia
estacional de las tortugas899.
En consecuencia, las funciones educativas de estas fundaciones modelo son evidentes desde la
perspectiva del Visitador, puesto que los artesanos (herrero, carpintero, tejero, albañil):
…”están obligados a enseñar los huérfanos o jóvenes que los altos empleados les consiguen,
cuyos servicios utilizarán por tres años, por sólo la manutención y vestuarios competentes; y
estipendiándolos pasado ese término, en proporción a lo que sepan”900.
Debían crearse, asimismo, otros establecimientos educacionales de: ...”más escala que la
enseñanza elemental de los Directores”...901
Acudiendo a la figura del Protector de Indios, función que su padre Andrés Level de Goda
cumplió durante el fenecido régimen colonial, propuso el nombramiento de dos protectores
que abarcarían: el primero la extensión del Alto Orinoco, el Cantón Capital y la jurisdicción de
Upata, cuya visita aun no había realizado, y otro para el Bajo Orinoco. Estos funcionarios
harían las veces de coordinadores del trabajo de las misiones y de enlace con el Poder
Ejecutivo, tendrían ambos al Delta del Orinoco como punto de convergencia902. Él mismo se
proponía como Protector Accidental, hasta tanto se designase uno en propiedad, con el fin de
tomar las primeras acciones.
899 Ibid. P. 83 900 Ibid. Pp. 82- 83 901 Ibid. P. 82 902 Ibid. P. 88
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
381
Expuestas las medidas para el gobierno de los indígenas bajo el régimen de misiones, hizo otro
tanto con relación al régimen civil de gobierno para el Bajo Orinoco y para el Alto Orinoco,
vistos los problemas que él mismo hubo diagnosticado. A su juicio, la supresión de las
autoridades municipales era inconveniente. De tal suerte que propuso que Piacoa, capital
cantonal, fuese excluida de las medidas que proponía que se tomasen para todo el Bajo
Orinoco, con arreglo al artículo 2° de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas903. Para
el Alto Orinoco escuetamente llamaba la atención sobre sostener el régimen de gobierno
municipal, puesto que las misiones eran insuficientes para alcanzar a la urgente e
impostergable tarea de reafirmar la presencia de las instituciones republicanas en tan
desguarnecidos como inseguros parajes904.
Haciendo uso de su conocimiento de la historia de Venezuela y de la Guayana en especial,
concluía haciendo votos por la recuperación demográfica y económica de la Provincia, que en
el pasado reciente conoció momentos de esplendor, como lo testimoniaba la gestión hecha por
Manuel Centurión durante el siglo XVIII.
Probablemente, en su comprensión profunda de los problemas de la Provincia, quizá previó
que la clase de los comerciantes, dueños de Angostura o Ciudad Bolívar y del poder político
allí concentrado, harían caso omiso a sus recomendaciones y del abandono que por entonces y
después era evidente. De allí que terminara reiterando sus recriminaciones:
...“En Ciudad Bolívar, una mira lo absorbe todo; y el interés mercantil es un carro que en su
partida no ve más que los caminos por donde vengan la utilidad y la aseguranza de ella (...) El
territorio mismo ha de menester cohesión, con el reto del Estado que lo denomina entre sus
provincias. Las fronteras reclaman siquiera señal de que lo son. La dejadez o indiferencia que
se familiariza con lo ya muy repetido al fin vendremos a pertenecer a otro, es mortal: vale
tanto como la mitad de la enajenación”...905
Quizá, pues, mucho de lo que entonces se dijo cayó en el vacío, y los discursos no pasarían de
ser sino eso, puesto que en el fondo, la ciudad lonja como la definió Level, no tuvo entonces ni
903 Ibid. P. 82 904 Ibid. P. 90 905 Ibid. Pp. 90- 91
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
382
después real interés en procurar superar una situación de atraso de la que vivía e hizo crecer su
poderío comercial a lo largo del siglo XIX.
7.3.- Notas acerca del nuevo régimen y su ejecución práctica. Los misioneros y los
empleados seglares
Después de la salida de los misioneros en 1844, en Río Negro no hubo otros sacerdotes hasta
la llegada de Fray Fidel de Vidrá y Fray Antonio de Figueras906. Sus nombramientos eran
resultado de la instrumentación del nuevo régimen de gobierno dado por el Ejecutivo a
consecuencia de la visita de Rafael Acevedo. El primero llegó con el nombramiento de jefe de
la reducción y el segundo como misionero adjunto a proposición del director de indígenas de
Guayana907.
Vidrá emprendió el reconocimiento del Distrito en diciembre de 1846, con el propósito de
diagnosticar el estado de la población indígena habitante de los pueblos y caseríos sedentarios
en lo relativo a su conocimiento de la fe católica y del idioma castellano. Los resultados de su
visita fueron comunicados el 1º de abril de 1847 al Gobernador y director de indígenas en
Ciudad Bolívar, quien lo remitió a Caracas el 7 de mayo de ese año.
Los sacerdotes recorrieron un total de 24 pueblos reservando para un segundo viaje, que nunca
se realizó, la visita a las comunidades localizadas en el río Inírida así como los pueblos de
Átures y Maipures. No obstante, respecto de estos pueblos decía Fray Fidel:
“Estos dos últimos son de los más civilizados, bien que por otra parte creo que son los que
tienen menor número de habitantes. Por lo que respecta a los de Inírida sólo puedo decir a
Usted que casi todos ignoran el castellano pues para poder hablar con ellos he tenido que
valerme de intérprete, y en cuanto a religión también parece que ignoran completamente la
nuestra”908.
906 TAVERA A., Bartolomé. Ob. Cit. P. 155 907 Cfr. Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela el
Secretario de lo Interior y Justicia en 1847. p. 29 908 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela el Secretario de
lo Interior y Justicia en 1847. Comunicación del Gobernador de Guayana Pedro Muguerza al Secretario del
Interior y Justicia, transcribiendo el informe de Fray Fidel de Vidrá. Ciudad Bolívar, 7 de mayo de 1847. En:
Documentos de la Memoria de la Secretaría del Interior y Justicia del año 1848. pp. 47- 48
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
383
Los pueblos recorridos por los sacerdotes fueron los siguientes: Chamuchina, San Carlos,
Baltazar, San Felipe, Santa Cruz de Guasacame, Solano, Yavita, Buenavista, Maroa, Santa
Cruz de Casiquiare, San Antonio (Victorino), Pasimona, Tabaquen, Quirabuena, Tigre,
Monagas (Dotoromoni), Tomo, Esmeralda, Tomo Nuevo, Mavaca, San Miguel, Santa
Bárbara, Tiriquín y Sabana.
En Chamuchina encontró que la gente hablaba regularmente el castellano pero estaban
atrasados en el conocimiento de la religión. En Baltazar, la gente hablaba mejor el castellano y
conocían mejor la religión.
Santa Cruz de Guasacame presentaba un notable atraso tanto en el conocimiento de la religión
católica como en el castellano, mientras que en Yavita las mujeres conocían mejor la religión,
pero los hombres hablaban mejor castellano. Igual situación halló en Maroa, Tomo y San
Carlos.
Los habitantes de Victorino y Tabaquen ignoraban el castellano y la religión. En San Miguel,
al igual que Yavita, las mujeres sabían más de religión y los hombres el castellano. Tiriquín,
San Felipe y Solano estaban más atrasados que San Miguel.
Buenavista, Santa Cruz de Casiquiare, Quirabuena, Monagas, Esmeralda, Santa Bàrbara y La
Sabana hablaban poco castellano y desconocían la religión católica.
Tomo Nuevo, Pasimona, Mavaca, Castaño y los indígenas de Caño Comuna ignoraban
totalmente la doctrina cristiana y el castellano:
…”nunca habían sido visitados por el Señor Ayres, ni por el Señor Piña, ni por ningún padre
misionero, a excepción de Tomo Nuevo y el Tigre donde estuvo una vez el Padre José María
Mondragón. En Tomo Nuevo hay varios que están legítimamente casados no obstante que no
tienen siquiera una pequeña idea de religión pero en los otros cinco pueblos últimamente
referidos, los adultos no solo carecen del sagrado sacramento, sino también del bautismo, que
no se les puede administrar mientras no hay quien los instruya un poco en nuestra santa
religión”909.
909 Ibid. P. 48
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
384
Sorprendido, encontró que los pueblos menos contactados y más independientes eran, al
mismo tiempo, no sólo mejor constituidos sino más obedientes y armónicos en general:
“He observado además que los indios que tienen menos roce con los que se llaman racionales
son más dóciles y obedientes a las autoridades y permanecen en una perfecta armonía
observando entre sí al mismo tiempo mejor proceder”910.
Estas observaciones fueron completadas por Fray Fidel de Vidrá exponiendo algunas
proposiciones para la “mejor civilización de los indígenas”, a saber:
- Colocar misioneros a cargo de dos o más pueblos, según la distancia.
- Ubicar una familia venezolana en cada pueblo que cuidase el aspecto civil y los
enseñase a trabajar.
- Contratar misioneros que se dedicasen especialmente a la reducción de los indígenas
dispersos en el Distrito911.
La verdad es que todas estas recomendaciones fueron desoídas. Fray Fidel de Vidrá y su
compañero renunciaron a sus destinos encontrándose en Ciudad Bolívar con el objeto de
estudiar el plan a seguir una vez realizado el diagnóstico:
“Cuando el Gobierno esperaba recibir el resultado de dicha conferencia el director general
participó con fecha 2 de octubre último que el misionero jefe del distrito y su compañero se
habían presentado, haciendo formal renuncia de sus destinos a causa de no convenirles aquel
clima”912.
Bartolomé Tavera Acosta corrobora este dato al decir que Fray Antonio de Figueras regresó a
Caicara donde ejercía como cura párroco, mientras que de Fray Fidel desconoce su destino913.
En el caso de los distritos o cantones del norte de Guayana, no tenemos noticia de la
derogatoria del decreto Orgánico que los regía desde 1841 en los años inmediatamente
posteriores a 1847; antes por el contrario, el Gobernador de la provincia seguiría siendo al
mismo tiempo director del ramo en la jurisdicción de su mando. En la práctica, se tomaron
algunas decisiones hacia 1845 referentes a la suspensión del pago de sueldos a los empleados
seglares de las misiones, en tanto que los jueces de paz y las municipalidades asumieron el
gobierno de los distritos o cantones.
910 Idem. 911 Idem. 912 Idem. 913 TAVERA, B., ob. Cit. P. 155
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
385
En lo concerniente a los misioneros que actuaron en los años posteriores al informe de Andrés
Eusebio Level, consignemos algunos datos que nos sirven para ilustrar brevemente su
presencia. Hacia 1850, tenemos noticia de la actuación de Fray Joaquín de Valls en
Barceloneta914, mientras que Bernardo de Manresa continuaba devengando sus sueldos como
misionero hacia el año 1853, según dice la nota localizada: ...”como misionero del Cuarto
Circuito”915. En las memorias de la Secretaría del Interior de los años subsiguientes, no se
hace mención de misioneros en estas regiones con excepción de los frailes Vidrá y Figueras y
su breve tránsito por Río Negro. Del mismo modo, no faltaron resoluciones ejecutivas
autorizando la traída de misioneros cuyos efectos prácticos ignoramos. Pero, ni antes ni
después de la ley y los decretos orgánicos de las misiones, hubo sacerdotes suficientes para el
trabajo misionero o la cura de almas.
Tenemos detalle de seglares, llamados “comisionados indígenas”, en el caso del Bajo Orinoco.
Dichos funcionarios dependían del juez de paz, es decir de la autoridad civil. No sabemos si
devengaban o no algún salario, pero manifestaban en sus informes grandes dificultades en el
trabajo de atraer pobladores a los viejos establecimientos, o bien, constituir nuevas
poblaciones. Del mismo modo, tenemos noticia del reconocimiento de capitanes indígenas por
parte del gobierno provincial como intermediarios entre las comunidades y los
comisionados916.
Estos datos sueltos permiten afirmar que la temática indígena continuó siendo preocupación y
materia tratada por el gobierno provincial. Es probable que algunas de las sugerencias
enunciadas por Andrés Eusebio Level fuesen tomadas en cuenta, pero no son más que
conjeturas nuestras; y de ser cierto, carecieron de la fuerza y empuje necesarios.
Cuando observamos las memorias de la Secretaría del Interior y Justicia, se mencionará el
informe de este Visitador como una fuente fundamental para conocer la problemática indígena
914 AHG. Reducción de Indígenas. sobre procedimiento reprensible del Padre Valls. 1850. Sign. 3.1.2.13, 19
folios 915 AHG. Indígenas. 1853. Orden de pago de sueldo como misionero a Fray Bernardino o Bernardo de Manresa.
Ciudad Bolívar, 4 enero de 1853. Sign. 3.3.2.7, 60 folios 916 Cfr. AHG. Indígenas. 1853. Sign. 3.3.2.7, 60 folios
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
386
en Guayana así como los problemas de toda la provincia, sin que se ofrecieran medios ciertos
ni planes concretos para abordarlo. Una de las razones que se aludirá será el de la falta de
recursos financieros para acometer la empresa.
Corría el año 1870, cuando el Gobernador del entonces Estado de Guayana emprendió una
visita oficial por las comarcas del Alto Orinoco. Hasta entonces llegaban las reminiscencias de
la Ley de 1841 y sus propósitos civilizatorios. Así resumía el gobernante las intenciones de
aquel inusual recorrido:
“El fomento del culto y de la instrucción pública; el de la agricultura y de la cría; la fundación
de nuevas poblaciones; dictando al efecto medidas protectoras a favor de los indígenas, con
intento de hacerles comprender los beneficios de la vida social y los prefieran a la oscuridad y
el aislamiento de sus costumbres naturales, fueron los asuntos de interés público a que creí
deber prestar durante la última visita una atención más esmerada”917.
Acompañaba estas palabras con observaciones sobre los pueblos visitados en su recorrido por
las comarcas cercanas o propiamente ribereñas del Orinoco, informaba acerca de su estado y
posibilidades de progreso económico a futuro. Al referirse a Borbón y los pueblos o
comunidades aledañas, señalaba especialmente a Tapaquire, pueblo kariña. A su juicio, si se
resolvía emprender nuevamente la política de reducciones sería este establecimiento de
relevancia para apuntalar esa posible iniciativa en razón de su situación ventajosa y del
progreso que experimentaba:
…”el pueblo indígena de Tapaquire, destinado a ser uno de los centros principales cuando se
adopte un sistema general de reducción de indígenas, con el fin de civilizar y utilizar para la
sociedad las numerosas tribus que aun llevan vida nómada y errante en las comarcas interiores
que demoran al sur de este Estado”918.
Proseguía el Gobernador, al hablar de La Urbana, insistiendo en un sistema de misiones para
los pueblos indígenas, para recurrir a los mismos argumentos de las décadas anteriores, tanto
como las necesidades que en su opinión justificarían tal régimen, es decir la falta de brazos de
labor en una tierra con todas las condiciones, para convertirse en un emporio agrícola y
pecuario. Por cierto no hacía referencia a lo actuado entre 1841 y 1847, o a su continuidad en
los años siguientes:
917 Exposición del Presidente del Estado Guayana a la Legislatura en su reunión ordinaria de 1870. Ciudad
Bolívar, Imprenta de El Orden, 1870. P. 27 918 Ibid. P. 31
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
387
...”si hoy fuese posible habituar a la vida fija a los indígenas que vagan hacia el extremo sur de
aquel Distrito, con la agricultura bastaría para transformar en poco tiempo a Urbana en uno de
los mercados más interesantes entre los ribereños del Orinoco, del Meta y del Arauca.
Pero la reducción general de los indígenas errantes, que se hace cada día más premiosa, no
puede obtenerse sin el auxilio de misioneros inteligentes y piadosos, autorizados para fundar
poblaciones con los ya reducidos, avanzando siempre al interior, para que éstos, a su vez,
atraigan a los nómadas.
Para hacer durable y benéfico este plan de reducción (...) es indispensable acordar a los indios
una protección esencialmente humanitaria, adoptando al efecto un sistema más liberal que el
que pusieron en esta parte de América los colonizadores españoles”919.
Para entonces, los planteamientos hechos décadas atrás eran cosa del pasado aun cuando
persistiera el mismo pensamiento que les diera origen. Los indígenas seguirían siendo, en la
mentalidad de los gobernantes, mano de obra útil que se perdía a los fines del progreso
material de la región por encontrarse dispersos y no sometidos a poblados sedentarios bajo
sujeción de las autoridades de la República.
La pista de la Ley de Reducción y Civilización de Indígenas de 1841 llega hasta el 2 de junio
del año 1882, momento en que se promulga la Ley sobre reducción y resguardos de indígenas.
En los considerando se aludía a lo infructuosos que fueron todos los instrumentos que rigieron
la materia desde la misma época colonial, por lo que la Federación declaraba formalmente su
derogatoria basados en principios de igualdad jurídica y por órgano de nueva ley:
...”habiéndose notado lo infructuoso de todas las medidas de las que se dictaron para la
reducción y civilización de indígenas, tanto en la época en que rigieron las leyes de la
Recopilación de Indias, como en las de la República de que se ha hecho especial mención, el
pacto federal dejó virtualmente derogadas aquellas y éstas al declarar la nacionalidad
venezolana”...920
Se declaraba a todos los indígenas habitantes del territorio venezolano como iguales ante la
ley, con los mismos deberes y derechos que el resto de los venezolanos. Solamente se
reconocerían en lo sucesivo como comunidades indígenas las que habitaban la Goajira y los
919 Ibid. Pp. 35- 36 920 ARMELLADA, Cesáreo. Ob. cit. P. 165
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
388
territorios Alto Orinoco y Amazonas921. Este instrumento abolió, además, los resguardos
indígenas que aun sobrevivían penosamente desde la época colonial. Afirma Luis Bastidas
que:
“Con la ley de 1882, el gobierno liberal de Guzmán Blanco sintetiza y pone de manifiesto,
explícitamente, las ideas de expropiación de las tierras indígenas que subyacían en las
disposiciones dictadas a lo largo del siglo XIX dictando, de esta manera, la ley más anti-
indigenista que se ha conocido en Venezuela”922.
Ahora bien, en cuanto a los pueblos indígenas de las comarcas de la antigua provincia de
Guayana se les asimilaba a una ciudadanía en igualdad solamente jurídica, pues persistieron
las posturas y las prácticas que los mantuvieron como servidumbre en una condición de
extrema inferioridad en relación a las de los criollos, sujetos a arbitrariedades, atropellos y
explotación. En los hechos estas regiones quedaron en manos de los sectores de comerciantes,
ganaderos y agricultores.
7.4.- El trabajo y la servidumbre de los indígenas. Los reclamos
El régimen de misiones perdió el impulso de los años precedentes, a juicio de los visitadores y
del gobierno los obstáculos y problemas ocasionados en su ejecución habían sido removidos o
al menos disminuidos en intensidad, tanto como las protestas de los vecinos criollos y de no
pocos indígenas que, manipulados algunos quizá, hicieron otro tanto; pero los problemas de
muchas comunidades indígenas en su relación con esos mismos vecinos y con el gobierno
jamás desaparecieron.
Tampoco desaparecieron las relaciones de servidumbre que condicionaron el trato cotidiano
entre unos y otros, y las costumbres, las aborrecibles costumbres denunciadas en más de una
ocasión evidenciadas en la separación de los niños indígenas del lado de sus padres, casi
siempre de por vida. En otras palabras, la liquidación del régimen de misiones no solamente
no trajo consigo el fin del sistema ominoso que, como pesada carga, recaía sobre los
indígenas; por el contrario, era la perpetuación del sistema de opresión sobre el sector social
921 Idem. 922 BASTIDAS, Luis. Tierras indígenas, legislación y conflictos. En: Pasado y Presente. Mérida, Año 6, vol. 6, nº
11- 12, p. 124
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
389
en el que descansaban las esperanzas del progreso de aquella feraz tierra. El colonialismo
interno había triunfado una vez más para prolongarse más de una centuria. Muy seguramente
aquellas medidas, tomadas en nombre de la corrección de las desviaciones y problemas
suscitados, eran apenas una penosa argumentación tras la cual se pretendía ocultar el fracaso
de los primeros republicanos en procurar un sistema de trato más justo para con los indígenas,
dentro naturalmente de aquel horizonte ideológico y cultural.
Al respecto nos servimos para ilustrar parte de lo que afirmamos recurriendo nuevamente a los
testimonios que nos legan los documentos que hemos venido consultando.
Citamos en primer lugar el conflicto surgido entre el fraile José de Valls, quien quedó
posesionado del cargo de misionero en la Villa de Barceloneta. Como en el pasado, los
indígenas interpusieron una queja ante las autoridades exigiendo se cumpliese con las
condiciones de pago previamente acordadas relativas a la reparación de la iglesia de esa
localidad. Esto ocurría hacia el año 1850. Ya para entonces la autoridad era ejercida por los
jueces de paz, quienes actuaban en las causas de contratos para los trabajos de los indígenas,
para lo cual la Gobernación había expedido algunas resoluciones. En la nota dirigida al juez de
paz de Barceloneta el Gobernador recordaba la obligatoriedad de darles fiel cumplimiento. En
otras palabras, se había impuesto la tesis de reglamentar el trabajo indígena sin los obstáculos
impuestos durante el breve interregno que se inició en 1841.
Recordaba el funcionario que ningún indígena podía ser contratado por más de dos meses,
siendo que todo aquel que incumpliese con ésta o con cualquiera de las normas sería impuesto
de una multa. Al existir alguna desavenencia, como en este caso, debían concurrir el
contratante y los indígenas para dirimir sus diferencias ante la máxima autoridad civil de la
parroquia:
...”El que se diga acreedor de un indígena presentará la cuenta detallada de lo que le haya
entregado, deducidos los salarios que el indígena haya devengado; y si éste se conformare con
la cuenta se le obligará a pagar lo que quede debiendo en trabajo o de otro modo; mas si el
indígena no recurriere la deuda o alguna pérdida de ella y el deudor no la cumpliera a
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
390
satisfacción de ambos jueces, no se obligará al pago al primero. De establecerse se procederá
con los reclamos de que se han quejado los referidos”...923
Desde esa misma villa, curiosamente, no ya Fray José de Valls sino Fray Bernardino de
Manresa escribía un memorial de cierta extensión al Gobernador de Guayana en el año 1851.
Ignoramos si para entonces hubiera salido Valls, o si ambos actuaban en la misma
jurisdicción. Este documento era una respuesta a los conflictos y acusaciones de los años
anteriores en contra de Fray José y de la actuación de los sacerdotes. Fray Bernardino exponía
la situación de los indígenas sometidos a los designios y arbitrariedades de los jueces de paz y
los vecinos criollos. Argumentaba que una de las causas era que el régimen de misiones
realmente no podía proteger a los indígenas de los desmanes de que eran objeto, a más de la
falta de recursos para ejecutar los trabajos de la reducción de acuerdo a la normativa posterior
al informe de Andrés Eusebio Level:
“Veo con mucha pena la necesidad que los indígenas están padeciendo por falta de directores y
auxilios. Fieles ellos obedecen muchos engaños y tropelías causadas de ciertos individuos con
las órdenes de superiores que obligan a servir con peones de la reducción a sus trabajos sin que
muchos de estos señores quieran sujetarse a los artículos que ordenan pagar fielmente en
presencia del misionero quien debe dar cuenta exacta a los respectivos superiores”924.
El fraile continuaba su escrito comparando el régimen de misiones ahora fenecido con éste
otro, en el que las autoridades gobernaban sin ambages en favor de los intereses de los dueños
de hatos y haciendas. Decía que por años los misioneros habían sufrido los conflictos con
aquellos, siendo acusados en muchas oportunidades, en referencia al último de esos
enfrentamientos. Desde su punto de vista, ese comportamiento contrario incluso a las
ordenanzas que reglamentaban el trabajo indígena, terminaba atentando contra las
reducciones. Los indígenas, cansados, simplemente se retiraban a la selva, lejos del contacto
con aquella sociedad que los oprimía. Y el misionero, sin recursos ni posibilidades de hacer
cumplir las leyes de un sistema de misiones que ya no era tal, terminaba siendo responsable:
923 AHG. Reducción de indígenas. Sobre el procedimiento reprensible del padre Valls. 1850. El Gobernador de
Guayana al Juez de Paz de Barceloneta, acerca del reclamo de algunos indígenas de deudas por trabajos
efectuados a Fray José de Valls. Ciudad Bolívar, 22 de agosto de 1850. Sign. 3.12.13, 69 folios 924 AHG. Reducción de indígenas. Situación de los indígenas de Barceloneta. Fray Bernandino de Manresa,
misionero de Barceloneta, al Gobernador de Guayana, acerca de los perjuicios que sufren los indígenas. Ciudad
Bolívar, 8 de marzo de 1851. Sign. 3.1.2.13, 4 folios
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
391
…“Veo en estos pobres indios un instinto poderoso de amar la religión capuchina y por
consiguiente la Católica y la Patria. Inspirados por aquella desean que los Capuchinos los
gobiernen y al mismo tiempo vivir libres como los demás en el centro del pueblo con sus
familias sin que nadie toque a sus hijos ni ser obligado al trabajo de particulares por el maltrato
que experimentan; ocurrirán a los trabajos si les conviniese como los demás individuos de la
población que por sí mismos se conciertan los indígenas no son tan ignorantes que para lo que
es de su provecho, no sepan arreglarlo por sí o con intervención de sus capitanes sin necesidad
del Capuchino o misionero no se vería sacrificado llevando la responsabilidad de las leyes
engaño de peones”...925
Aparte del problema del trabajo indígena, si bien las medidas tomadas y la normativa
aparecían como protectoras del más débil jurídicamente hablando, la verdad es que en las
poblaciones del interior mandaba el juez de paz o el jefe político cantonal, ante cuya autoridad
el indígena poco podía. Sin embargo, los indígenas opusieron resistencia, como en el pasado,
sobre todo si se trataba de sus hijos y de la costumbre de arrebatarlos de su lado. En los años
que siguieron a 1847 en los cantones del norte de Guayana hallamos varias denuncias. En el
año 1851 se presentaron los indígenas “guayanos” Saturnino Lezama, su esposa Magdalena y
una acompañante de nombre Inés ante el jefe político de Upata, con el fin de denunciar la
separación de sus hijas por parte del juez de paz de Cupapuy, quien las destinó para ser la
servidumbre de algunas casas de vecinos criollos en ese pueblo. El funcionario le anunciaba al
Gobernador que se irían en Ciudad Bolívar a presentar su queja:
...”pasan cerca de Usted a reclamar a sus hijas, que uno de los jueces de paz de Cupapuy, de
donde son vecinos, se las quitó y dispuso de ellas, destinándolas al servicio de algunas casas de
esta villa”926.
Otras tres denuncias al menos fueron formuladas contra el juez de paz de Panapana en el
mismo año de 1851 por María Agustina Peralta en reclamo de su hijo, Pedro Curata; Avelino
Caitabare y María Bernardeta Pérez, cuya nieta de dos años fue arrebatada del lado de su
familia hacia 1853927. En la causa de Curata destacamos, de la nota dirigida por el Gobernador
al juez de paz de Panapana de nombre Lázaro Cordero, el trato “duro” dispensado a una niña
925 Idem. 926 AHG. Reducción de indígenas, 1851. El jefe político de Upata al Gobernador de Guayana, acerca de la
denuncia contra el juez de paz de Cupapuy. Upata, 8 de diciembre de 1851. Sign. 3.2.2.12, 84 folios 927 Este último caso en: AHG. Quejas. 1853. El director de indígenas de Guayana al jefe político del Cantón
Capital, acerca del arrebato de la niña María Saturnina Pérez. Ciudad Bolívar, 9 de mayo de 1853. Sign.
3.3.2.9, 127 folios
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
392
de diez años destinada por la fuerza a ser la servidumbre en su propia casa por el resto de su
vida:
“Hoy se ha presentado en este despacho Pedro Curata, quejándose de que Usted, con el
carácter público de que está investido, le ha sustraído contra su voluntad una hija de diez años
más o menos, nombrada Josefa Curata, la cual la ha destinado Usted a su servicio particular.
Con algunas otras circunstancias que refiere, como lo es una, el de dar Usted a la joven un
tratamiento duro”928.
No es suficiente decir que, como probablemente pudiera ocurrir ocasionalmente, el niño
indígena quedase a cargo del criollo o la criolla que lo hubiese retenido años atrás; así ocurrió
con el joven Ramón Nuñez que se encontraba trabajando para Juan Bautista Dalla Costa, caso
del que dimos noticia en el capítulo anterior, joven criado por María Josefa Intuarte, ella se
quedó a su cargo comprometiéndose a: ...”que lo cuide, limpie, mantenga, vista y además, que
es lo más importante, que lo enseñe a leer y con que en general hasta tanto que él mismo por sí
esté en aptitud”...929
Si es verdad o no que este joven fuera bien atendido por quien lo crió y mantuvo como
servidumbre quién sabe por cuánto tiempo, o si los hijos de los indígenas que hemos
mencionado fueron o no devueltos a sus padres, llama la atención que en estos años
posteriores a 1847 se observen tantos expedientes sobre al mismo problema; quizá hubo un
aumento de la sustracción de niños del lado de sus familias una vez que finalizó el régimen
proteccionista de las misiones. Lo cierto es que las denuncias escritas son apenas una muestra
de una práctica extendida antes y después de 1841, que el régimen posteriormente instaurado
siguió permitiendo, pese a la prohibición expresa de las autoridades de la provincia.
Hacia el año 1859, en tiempos de la Provincia de Amazonas, el Gobernador Francisco
Michelena y Rojas escribía al Gobernador de Guayana para reclamar a una indígena de
nombre Victoriana de la Virgen quien se encontraba en la casa de un criollo probablemente en
928 El Gobernador de Guayana y director de indígenas al juez de paz de Panapana, acerca del robo de la hija del
indígena Pedro Curata. Ciudad Bolívar, 21 de julio de 1851. Ibid. 929 Del Director de indígenas al Comisionado de indígenas de Curiapo. 29 de octubre de 1851. Ibid.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
393
Ciudad Bolívar. La mujer indígena era del Cantón de Río Negro. La solicitud de Michelena
era que se le permitiera regresar a su tierra930.
Para estos años la costumbre de sacar a niños indígenas del lado de sus familias o de su
terruño también presentaba algunas modalidades cubiertas a veces de propósitos filantrópicos.
A esto se prestaban las autoridades. En 1859 el Gobernador oficiaba a Jesús Sánchez en su
condición de capitán poblador de indígenas de los caños del Orinoco en solicitud de tres o
cuatro niños indígenas huérfanos para que fueran entregados al señor José Felipe Silva, quien
se comprometía a cuidarlos y velar por ellos. Decía el Gobernador que Silva requería de los
huérfanos para acometer una empresa de que no daba mayores detalles; se trataba de una
orden que el funcionario debía cumplir sin dilación:
…”que Usted solicite en las rancherías de indígenas de su jurisdicción y remita a esta
Gobernación a la brevedad tres o cuatro huérfanos varones y hembras desvalidos sin padres,
hermanos ni tíos de siete a diez años de edad que deberán ser entregados al señor José Felipe
Silva quien ha ofrecido encargarse de la educación de dichos huérfanos hasta que fuera de la
edad pupilar puedan ser útiles al Gobierno en la empresa que se propone”931.
Este capitán poblador Jesús Sánchez había sido acusado por los propios capitanes indígenas
warao apenas unos días antes de esta comunicación de la Gobernación. Citados algunos de
ellos por Juan Astor, probablemente comisionado del Gobernador, comparecieron ante él para
rechazar cualquier autoridad en los caños que no fuese la de los propios indígenas. La
comunicación de Astor no brinda mayores detalles, pero pone de manifiesto la naturaleza de
los conflictos de la sociedad criolla con los indígenas. Uno de los capitanes comunicó que se
dirigiría a Ciudad Bolívar a hablar directamente con el Gobernador a fin de hacerle saber su
parecer:
“A virtud de citación compareció en esta fecha el capitán de indígenas Casimiro del caño
Guamal ante esta capitanía pobladora de mi cargo, y por medio de intérprete le di a reconocer
al señor Sánchez como su capitán poblador conforme la orden de Usted de fecha 10 de
diciembre (…) después de haberme oído con toda atención me contestó que él no quería ser
930 AHG. Indígenas, 1859. El Gobernador de Guayana al Jefe Político de Ciudad Bolívar, transcribiendo la nota
de Francisco Michelena y Rojas, en que solicita se devuelva a Río Negro a la indígena Victoriana de la Virgen.
Ciudad Bolívar, 11 de mayo de 1859. Sign.3.3.3.10, 15 folios 931 El Gobernador de Guayana al capitán poblador de indígenas de los caños del Orinoco, acerca de la remisión
de niños huérfanos a Ciudad Bolívar. Ciudad Bolívar, 15 de febrero de 1859. Ibid.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
394
gobernado por capitanes ni comisionados españoles, y que pensaba subir a la Capital a hablar
con Usted referente a esto”…932
Poco más hay que agregar, salvo que ese rechazo fundado en razones imposibles de ser
rebatidas, constituía un serio expediente contra la República y su pretendida voluntad de
actuar en beneficio de los indígenas, un propósito que no se tradujo en realizaciones prácticas
y que aparecía como la reiteración de un pensamiento asimilacionista y proteccionista que no
encontró posibilidad cierta de realizarse en aquellos parajes.
7.5.- El interior de Guayana y la primacía de la capitalidad de Ciudad Bolívar.
Tendencias demográficas. Comercio y minería. Su majestad el caucho. El Bajo Orinoco y
el Río Negro. Precariedad y abandono
Uno de los problemas que se aspiraba solucionar con la Ley y los decretos orgánicos del año
1841 era el despoblamiento del interior guayanés y el impacto de ese fenómeno en la
producción de hatos y haciendas. Las tendencias demográficas registradas en los años
inmediatamente anteriores a 1841 no pudieron ser modificadas933, antes por el contrario, la
despoblación es un hecho que preocupa sobremanera a las autoridades guayanesas, aunque
parece imposible de ser atajado o minimizado. Sobre esto había advertido Andrés Eusebio
Level, referencia obligada de los gobernantes en sus memorias e informes:
“La mayoría de los testimonios coetáneos coincide en señalar que el poblamiento guayanés y
amazónico de criollos e indígenas reducidos fue descendiendo desde 1830 hasta la década de
1850. Simultáneamente se va produciendo una mayor concentración del poblamiento regional
en el enclave de Ciudad Bolívar, que atraía pobladores de villas como Upata, Caicara y
Barceloneta y de los numerosos pueblos misionales extinguidos”934.
Esta tendencia irremediable al despoblamiento se prolonga en la década siguiente con la
llegada a Ciudad Bolívar de familias indígenas que obtienen algún dinero por la venta de
animales exóticos y artesanías935. De modo que la macrocefalia de la capital se prolongará a lo
largo del siglo XIX, no solamente por obra de la concentración demográfica, sino en razón de
932 Juan Astor al Gobernador de Guayana, acerca del rechazo de los warao a ser gobernados por capitanes
pobladores nombrados por el Gobierno. Macareo, 8 de febrero de 1859. Ibid. 933 Cfr. El Capítulo Segundo 934 CUNIL GRAU, Pedro. Ob. cit. Tomo III, P. 2096 935 ROSTI, Pal. Memorias de un viaje por América. En: CUNILL, P., ob. cit. Tomo III, p. 2096
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
395
que se mantiene como el gran enclave comercial, centro de acopio de los productos del interior
y, consecuentemente, de distribución de las mercaderías hacia las diferentes poblaciones. Este
emporio comercial en verdad poco o casi nada invirtió de la riqueza atesorada en el fomento
regional.
Inclusive, cuando a partir de la década de los años sesenta del siglo XIX, se observa una
tendencia a la recuperación demográfica, es como consecuencia de la afluencia de
contingentes de trabajadores para las minas del Yuruari y del propio auge comercial de la
capital, y no como resultado de la activación económica agropecuaria de su interior. Ese
proceso de incremento poblacional es tanto un efecto de las migraciones interiores como de la
llegada de contingentes de las islas antillanas bajo dominio británico936.
No faltaron las iniciativas en procura de sacar provecho económico de las misiones del Caroní,
pero no fueron más que propósitos sin posibilidades de realización en vista de la falta de
recursos, de las nuevas realidades económicas como la minería o la extracción de productos
selváticos, y la pervivencia de las costumbres de raíz colonial en la mentalidad de la población
criolla, que antes que atraer ahuyentaban a la masa indígena en razón de sus procederes
abusivos y sobreexplotadores937.
El contraste de la pujanza comercial de Ciudad Bolívar con el interior era especialmente
visible en zonas como el Bajo Orinoco y Río Negro. De la primera ya había hecho sus críticas,
anotaciones y testimonio Andrés Eusebio Level. A ello se sumaban los conflictos entre los
pobladores criollos cuyas causas profundas no podemos explorarlas en la documentación
consultada; sin embargo se expresaban en frecuentes ataques a cuchillo a empleados de la
administración subalterna del Bajo Orinoco y al no reconocimiento de la autoridad por parte
de algunos o muchos vecinos.
Luego de abrirse un expediente en el cual se acusaba a Félix Díaz de herir a un funcionario de
la administración subalterna de ese cantón del Bajo Orinoco, el administrador escribió al
936 Entre 1873 y 1881, la población de Guayana se incrementó desde 34.053 habitantes a 50.950, llegando a ser la
tercera región venezolana con más extranjeros. Ibid. P. 2097 937 Cfr. AHG. Misiones. 1858. Sign. 3.2.3.2, 19 folios
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
396
Gobernador alarmado por la situación que definía como falta de orden público y de
gobernabilidad:
“Parece que esta parroquia mientras más vecinos se le aumentan más postergada en la decencia
y en la civilización, y más fecunda en el crimen y en el desorden, por la falta de una autoridad
que cumpla con sus deberes. Ya antes he hablado a Usted sobre el estado de ella y vuelvo a
molestarlo sobre este respecto. Porque varias veces se tocan ocurrencias que me incumben
tales como las de atacar (algunos vecinos vagos y malentretenidos que no desamparan el
cuchillo de bajo de la falda de la camisa) a los empleados de mi dependencia, injuriándolos con
palabras obscenas y escandalizando a cada momento la población”938.
Años después, en 1858, Rafael Valor, juez de paz en el Bajo Orinoco, fue autorizado por el
Gobernador para realizar expediciones por los caños del Delta a fin de estudiar su utilidad
comercial como lo testimonia el mismo funcionario, quien afirmaba que se podrían utilizar
ciertos puntos de algunos de los caños para sacar el ganado de las misiones con menor
costo939.
En 1858 escribía el Gobernador a José Silva –el mismo que fue autorizado a criar a tres o
cuatro huérfanos indígenas warao- en solicitud de que formara un vocabulario del idioma o
lengua del pueblo Warao, cuya utilidad era fundamental para los funcionarios de gobierno. Su
conocimiento ayudaría enormemente a comunicarse con las autoridades indígenas para
conocer sus problemas sin necesidad de intérpretes. No le faltaba razón al Gobernador en sus
apreciaciones:
“Persuadido de la utilidad que se reportaría del conocimiento de las dicciones a veces más
usuales de la lengua guaraúna, explicadas en el idioma castellano, que permitiría el trato e
inteligencia de los indígenas, sin necesidad de intérpretes, que las más de las veces no se
encuentran cuando ocurren aquéllos ante las autoridades a exponer sus quejas, o bien cuando
por cualquier otro motivo se les tiene que tratar, y del deseo que anima a Usted a propender a
todo lo que pueda favorecer a los indígenas no he vacilado en designarlo para que, como un
servicio patriótico y humanitario, se encargue de un vocabulario del modo que queda
indicado”940.
938 AHG. Cantón Bajo Orinoco, 1851. El Administrador Subalterno del Bajo Orinoco al Gobernador de
Guayana. Bajo Orinoco, 19 de julio de 1851. Sign. 3.2.2.13, 12 folios 939 AHG. Exploración: la que hace Rafael Valor de los caños del Bajo Orinoco. 1858. Rafael Valor al
Gobernador de Guayana, acerca de la exploración de los caños del Orinoco. Curiapo, 14 de diciembre de1858.
10 folios 940 AHG. Vocabulario: el de la lengua guaraúna, 1858. El Gobernador de Guayana a José Silva, solicitando
escriba un diccionario del idioma Warao. Ciudad Bolívar, 30 de julio de 1858. Sign. 3.2.3.5, 3 folios
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
397
Probablemente, esta comisión quedó como una propuesta no realizada, tanto como las
exploraciones que hizo Rafael Valor, pero no hay duda de la precaria situación económica y
de gobernabilidad de este amplio territorio, cuya situación geopolítica contrastaba con el
estado en que se hallaba. En 1845 fue propuesta su supresión como Cantón lo cual no fue
aceptado por el Gobernador de Guayana. En 1849 se intentó suprimir las parroquias de Puga y
Santa Catalina: …”con el ánimo de concentrar el escaso y disperso poblamiento”...941, que se
hallaba en estado crítico, avivado por el trato despótico de los criollos hacia los indígenas. El
Delta terminaría por constituir un territorio federal bajo dependencia del Ejecutivo Nacional
en 1884 con la creación del Territorio Federal Delta, intentando responder a la importancia
geopolítica de esta región y a las reformas territoriales que se pusieron en práctica durante el
guzmanato942. Esta separación del Delta de la jurisdicción guayanesa revelaba los fracasos
sucesivos en los proyectos acometidos para integrar al territorio y a la población de esa
importante porción a la Guayana.
La precariedad económica y demográfica así como la ausencia de gobernabilidad no era
exclusiva del Delta, similar situación era la de Río Negro con posterioridad a la salida de
Ayres. Los vecinos criollos, dedicados al comercio de especulación con los indígenas, ejercían
su poder en medio de pugnas y conflictos por el control de las redes comerciales y de los
recursos presupuestarios que llegaban a la región.
El día diez de marzo de 1853 un grupo de vecinos, comerciantes todos o en su mayoría,
dirigían un largo memorial al Presidente de la República José Gregorio Monagas, formulando
serias acusaciones sobre abusos cometidos en contra de criollos e indígenas por el Comisario
Gregorio Díaz quien ostentaba el cargo desde hacía cinco años. La cabeza visible de ese
movimiento era Francisco Piña, quien antes dirigió el movimiento que terminó con la renuncia
y salida de Ayres, tomando la dirección de Río Negro en 1845. Aparecían otros criollos e
indígenas como firmantes de aquel documento: J H García, Laureano Gómez, Custodio
941 CUNILL, P. ob. cit. P. 2120 942 Ibid. Pp. 2110- 2111
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
398
Guevara, Antonio Azabache y Federico Jáuregui entre otros943. En el expediente se dejaba
muy claro que igualmente era responsable de aquellas tropelías el ex gobernador José Tomás
Machado que, pese a conocer lo que allí sucedía permitió que Díaz continuase en el cargo.
Los crímenes de que era acusado el Comisario eran varios. En el extenso documento, Piña no
ahorró detalle para ilustrar lo que afirmaba y las medidas que los vecinos habían resuelto
tomar. Rapto de niñas y jóvenes indígenas para ser entregadas como servicios en casas de
criollos; forzar al servicio militar en la fortaleza de San Felipe de Río Negro a indígenas y
comerciantes criollos padres de familia, y aun a brasileños que vivían en la región, atentando
contra las familias de todos ellos al dejarlas sin sustento y violando la ley que prohibía
imponer el servicio de las armas a ciudadanos extranjeros. En más de una ocasión envió presos
a Ciudad Bolívar a criollos e indígenas que se le oponían, y todo ello con el beneplácito y
conocimiento de José Tomás Machado.
Las acusaciones incluían haber puesto preso a un joven hijo de Francisco Piña, instigando a un
empleado suyo a atacar a un vecino con el propósito de herirlo o asesinarlo:
…”Habiéndome separado el día cinco de enero último de esta misión para los pueblos del
interior, en negocios de comercio, quedaron mis libros de cuentas a cargo de un menor único
hijo mío, nombrado Eusebio, y al de su madre Señora María Villanueva, directora del
establecimiento mercantil durante mi ausencia. En la noche del día diez del mismo mes Enero,
pasando mi hijo a las ocho de la noche por la puerta del dicho Señor Comisario, un muchacho
nombrado Victoriano, agregado a la casa de este señor, tiró a mi hijo un terrón que no le dio y
este le correspondió con una piedra que tampoco dio al muchacho. El día once (siguiente) fue
llamado mi hijo por recado (…) lo mandó a la cárcel, lo tuvo seis horas trancado en un
calabozo y de dos pies en el cepo (…) para ponerlo en libertad le cobró cincuenta y ocho reales
para gastos (…) Cuando mi hijo le exigió las boletas de prisión y excarcelación, le amenazó
con un sumario diciéndole: que aquí no gobernaba más que el decreto orgánico de Su
Excelencia el Poder Ejecutivo de seis de noviembre de mil ochocientos cuarenta y cinco; que
aquí no rigen la Constitución y leyes de la República”944.
943 AHG. Reducción de Indígenas, 1853. Reducción de Indígenas. Río Negro. Varios vecinos de Río Negro
solicitan se derogue el Decreto Orgánico de aquel y se les declare sujetos al régimen general de la República.
San Fernando de Atabapo, 10 de marzo de 1853. Sign. 3.3.2.6, 30 folios 944 Idem.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
399
Cierto o no este hecho, así como los otros delitos imputados a Díaz y a quienes le rodeaban,
Piña ponía en cuestión la normativa que regía al Distrito desde la visita de Acevedo. Detrás de
esos argumentos se encontraban las razones de fondo de estas disputas. Piña acusaba a Díaz y
a su hijo de hacer crecer sus negocios particulares usando los fondos públicos en provecho de
sus intereses, nombrando discrecionalmente funcionarios –incluido Policarpo, su hijo-, usando
escoltas pagados por el erario público para realizar los viajes para beneficio de su comercio:
“El hijo del Señor Comisario, siempre anda con el carácter de comisionado, con peones que él
le facilita de todas las misiones, y a nombre del Gobierno, sin gastar un centavo, hace gran
negocio de comercio para él y su padre, dentro y fuera del Distrito. Mas, el dicho Señor
Comisario en el año mil ochocientos cuarenta y nueve quiso realizar un gran crédito que tenía
y al efecto, nombró a su hijo Policarpo Comisario de la misión de San Carlos, con atribuciones
judiciales en casi todas las misiones del Casiquiare y Guainía; y luego que hizo su negocio con
perjuicio de todos los demás comerciantes, sin entregar archivos ni cuenta alguna de su
administración, se fue para Ciudad Bolívar”…945
Los vecinos, decía Piña, habían conformado la Sociedad Boliviana Atabapense de Civilización
y Progreso, cuyos estatutos le habían hecho llegar al Presidente de la República946; en nombre
de esa organización y en atención a los preceptos que la guiaban, se proponían contribuir al
progreso de la región, pero Díaz debía ser destituido y nombrado un sucesor por el propio
Presidente. Esa era su propuesta cuyo destino final ignoramos.
La salida que quiso encontrarse a la situación de la región fue propuesta por Francisco
Michelena y Rojas, y ésta fue la elevación del Distrito o Cantón de Río Negro a la categoría de
provincia. Michelena practicó una visita comisionado por el Presidente José Tadeo Monagas,
y tras constatar los problemas existentes en abierto contraste con su potencial y estratégica
posición, no dudó en hacérselo saber a Monagas, quien tomó la audaz decisión promulgando
el Reglamento Orgánico de la flamante Provincia, que en lo sucesivo adoptaría el nombre de
Amazonas (2 de junio de 1856)947. El Secretario del Interior y Justicia, al referir en la
Memoria presentada al Congreso en 1858, el trabajo realizado por Michelena en ese viaje así
como su nombramiento en calidad de gobernador, informaba sobre la muerte de Francisco
Echegarreta en esas funciones en San Fernando de Atabapo, asesinado por los intereses
945 Idem. 946 Idem. 947 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1857 el
Secretario del Interior y Justicia. Decreto Ejecutivo Reglamentario de la nueva Provincia de Amazonas.2 de junio
de 1856. Documentos de la Memoria, p. 12
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
400
encontrados de distintas facciones de comerciantes locales. Uno de los comprometidos era
Eduardo Juliá García, antiguo comisario de Río Negro con quien Michelena mantuvo serias
disputas por las mismas razones: la explotación del indígena por mano de los comerciantes948.
La andadura de la Provincia de Amazonas iniciaba con una asonada y su vida fue efímera,
puesto que el 9 de octubre de 1861 José Antonio Páez firmaba el decreto que la suprimía para
convertirla nuevamente en un distrito dependiente de la antigua Provincia de Guayana. Las
razones aducidas eran básicamente de carácter presupuestario949. Apenas unos años después,
el 27 de julio de 1864 se proclama la resolución que la transforma en el Territorio Federal
Amazonas, tras la promulgación de la Constitución Federal (22 de abril de 1864)950.
Pero, en esos años comenzó la explotación del caucho en nuestro espacio amazónico, y lejos
de desaparecer o resolverse los problemas que desde antiguo venían siendo denunciados, la
región conoció una de las etapas más difíciles de su historia republicana. El comercio de
especulación alcanzó su máximo esplendor producto de los altos valores que alcanzó el
caucho en los mercados internacionales, y los pueblos indígenas conocieron uno de los
períodos más terribles de explotación en el largo y penoso proceso de incorporación de estas
regiones preteridas e incomprendidas951.
7.6.- Las instituciones educativas con especial referencia a las escuelas de primeras
letras. El primer Reglamento de Escuelas Primarias de la Provincia de Amazonas
Después de los informes de los visitadores y de los cambios introducidos en el régimen
vigente entre 1841 y 1845 para el caso de Río Negro, y 1847 para los distritos misionales de
norte de la provincia, desaparecen por completo las llamadas doctrinas para la enseñanza de la
religión y de los rudimentos de escritura, lectura y aritmética, así como la enseñanza de
oficios. La vigencia de ambos tipos de establecimientos fue efímera.
948 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1858 el
Secretario del Interior y Justicia. P. 27 949 MARIÑO B., Tomás A. Akuhena… p. 111 950 Ibid. P. 115 951 Remitimos a la obra de Ramón Iribertegui titulada: Amazonas el Hombre y el Caucho (citado en la
Bibliografía)
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
401
Las doctrinas, como hemos visto, iniciaron en el último tercio de la década de los años treinta
del siglo XIX, regentadas en primer lugar por seglares nombrados por la Gobernación de
Guayana, y luego, con posterioridad a 1841, coordinadas y tuteladas directamente por los
sacerdotes misioneros. Es dado suponer que la difusión de la religión católica quedó reducida
en los hechos a la labor que pudieran hacer los curas párrocos –catequesis, bautismos,
casamientos, decir la misa, etc.,- mediante dos modalidades: la atención que brindaban en el
pueblo cabecera de la parroquia, por ende lugar de su residencia, o bien, a través de la visita
esporádica a comunidades y pueblos situados en la jurisdicción parroquial. Sobra decir que ni
antes, durante o después de la Ley de 1841 hubo sacerdotes suficientes, y que a lo largo del
siglo XIX jamás se llenaron las vacantes de los curatos existentes en Guayana, ni se suplieron
los destinos de los cargos de misioneros presupuestados.
La enseñanza de oficios para los indígenas tuvo una duración aun más fugaz. Su mayor o casi
único desarrollo lo conocernos por los informes de Pedro Joaquim Ayres, circunscritas por
tanto al Distrito de Río Negro. Es cierto que en Guayana serán instaladas escuelas de artesanos
y escuelas dominicales, en la capital guayanesa y en Upata, pero no son una continuidad y
nada tienen que ver con esa breve experiencia surgida en el contexto de la política de
misiones.
De modo tal que la escuela de primeras letras es la única institución educativa en el conjunto
de las comarcas guayanesas en lo que resta del siglo XIX. Brevemente aportemos alguna
información con relación a su situación con posterioridad a los años de 1845 y 1847.
En Río Negro no tenemos noticias de que las escuelas de primeras letras que fundó o dijo
haber fundado Pedro Joaquim Ayres, se hayan mantenido abiertas o funcionando con
posterioridad a su salida. Muy probablemente no fue así, por cuanto, con toda probabilidad
faltaron fondos para su sostenimiento. Recordemos que en aquellos establecimientos actuaron
los misioneros y los empleados seglares pagados con el presupuesto asignado a las misiones.
Una vez que cesaron los segundos, muy seguramente cerraron las escuelas a su cargo.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
402
En cuanto a las escuelas que pudieron estar bajo responsabilidad de los misioneros,
recordemos que su salida ocurrió en 1844, con lo cual muy probablemente también dejaron de
funcionar. Adicionalmente, los misioneros Fray Fidel de Vidrá y su compañero hicieron un
recorrido de reconocimiento de la región para no retornar jamás. Es probable que pese a la
pobreza del vecindario, haya existido algún establecimiento al menos en San Fernando de
Atabapo, cuyo preceptor haya sido costeado por sus contribuciones, pero son meras
suposiciones que requieren ser comprobadas.
La referencia más explícita a las escuelas la encontramos hacia el año 1860, en tiempos de la
Provincia de Amazonas. Manuel Bermúdez, su gobernador, remitía al Secretario del Interior y
Justicia el Proyecto de Reglamento que se observará en las escuelas primarias de la
Provincia952. Este era el primer instrumento especialmente dirigido a la reglamentación de la
actividad escolar en la jurisdicción amazónica venezolana.
Decía Bermúdez que no existían para ese momento escuelas en todo el territorio de la
Provincia, siendo su interés instalarlas en la población cabecera o capital de cada uno de los
distritos: San Fernando de Atabapo, San Carlos de Río Negro y Maroa:
“Señor Secretario de Estado en los despachos del Interior y Justicia.
Incluyo a Usted un reglamento que debe observarse para el régimen de las escuelas primarias
que se interesa esta Gobernación establecer en cada cabecera de los distritos de la Provincia, el
cual ha sido expedido el 18 del corriente.
Sírvase elevarlo al Supremo conocimiento de Su Excelencia el Presidente para su
resolución”953.
Por lo que aseveraba el Gobernador, no se conocían las escuelas en la región desde más de
dieciséis años, es decir desde 1843 o 1844, coincidiendo aproximadamente con la salida de
Ayres de la dirección del extinto Distrito de Río Negro:
952 AGN. Secretaría del Interior y Justicia. El Gobernador de Amazonas incluye a Interior y Justicia un
reglamento que debe observarse en las escuelas primarias que establecerá la Gobernación en cada cabecera de
Distrito. San Fernando de Atabapo, 25 de junio de 1860. Tomo DCLXVI, folios 132 al 134 953 Ibid.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
403
“Considerando que es de imperiosa necesidad el establecimiento de escuelas primarias, que en
más de dieciséis años, la Provincia carece de ellas. Que la juventud que se cría en esta Capital,
no conoce ni las primeras nociones de cristiano”954,
El Reglamento se componía de cuatro artículos. Al efecto, se crearían tres escuelas de varones
en cada una de las capitales o cabeceras de distrito (Artículo primero). La de San Fernando se
encontraba instalada desde el día 10 de marzo de 1860, esto es pocos meses antes del
Reglamento, las dos restantes no existían aun.
El plan de estudios, de carácter transitorio, se componía de: enseñanza de la lectura, de la
escritura, aritmética y doctrina cristiana (Artículo primero parágrafo 2º). El horario de clases
era desde las siete de la mañana hasta las diez, y desde las doce del mediodía hasta las cuatro
de la tarde (Art. 1º parágrafo 3º).
El preceptor debía aceptar hasta un total de doce niños, escogidos por el Gobernador entre
huérfanos, con edades comprendidas entre los cinco y los doce años de edad. De no
completarse este número se procedería a escoger entre niños cuyos padres no tuvieran recursos
(Art. 1º parágrafo 5º). No obstante se podían escoger otros doce niños cuyos padres pudieran
pagar al preceptor directamente por su educación (Art. 1º parágrafo 7º).
El preceptor podía ser removido del cargo por el Gobernador de comprobarse el
incumplimiento de sus deberes (Art. 2ª). Las escuelas de San Carlos y Maroa se instalarían tan
pronto las rentas provinciales permitieran hacer las erogaciones necesarias (Art. 3º). El
Gobernador se constituía en garante del Reglamento, y en su ausencia, el delegado del Distrito
Capital (Art. 4º).
Nada sabemos hasta ahora de la ejecución práctica de esta normativa. Probablemente quedó
solamente como una referencia para el futuro. Como sabemos la Provincia de Amazonas fue
un experimento de muy corta existencia, y las escuelas, de haber existido en los años
inmediatamente posteriores, trabajaron en medio de penurias, con escasa atención y no pocas
irregularidades.
954 Idem.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
404
Años después, hacia 1875, cuando Río Negro había sido separado de Guayana con el estatus
de territorio federal dependiente del Ejecutivo Nacional, el Gobernador accidental Martín
Jiménez Gómez remitía un informe sobre el estado en que lo dejó Francisco Michelena y
Rojas, muerto para ese momento en extrañas circunstancias, y de las medidas que tomó en la
visita que hizo de la entidad. Jiménez informaba escuetamente, sin brindar mayores detalles,
que en su recorrido por San Fernando de Atabapo había dejado instalada la escuela en esa
localidad dispuesta por su antecesor955.
Cuál era la relación de este único establecimiento con el reglamento de los años anteriores, no
lo sabemos. Pero, a decir verdad, las palabras del Gobernador se parecían sobremanera a las
que por entonces se decían respecto de las escuelas, inauguradas o instaladas
permanentemente, sin que guardasen relación alguna con los otros establecimientos que desde
1823 al menos eran reportados a las autoridades provinciales o al Ejecutivo Nacional.
En lo que concierne a los cantones de Bajo Orinoco, Upata, Capital y Alto Orinoco recogemos
algunas noticias del año 1851. Para ese año funcionaban al menos dos escuelas de niñas: una
en Ciudad Bolívar cuya preceptora era la señora Melchora Level de Duarte, al parecer familia
de Andrés Eusebio Level, y otra en Upata956. Respecto de ésta última se acordó el pago del
alquiler donde habría de funcionar:
“Se acuerda el gasto de ocho pesos mensuales para pagar el alquiler de la casa para la escuela
municipal de niñas del Cantón Upata, mientras el municipio pueda proporcionar edificio
propio, cuyo gasto correrá desde el 1° de Diciembre próximo”957.
En el cuadro de las escuelas del Cantón Capital totalizaban siete los establecimientos de
primeras letras distribuidos de la siguiente manera: seis en Ciudad Bolívar y uno en la villa de
955 Venezuela. Secretaría del Interior y Justicia. Exposición que presente al Congreso de los Estados Unidos de
Venezuela en 1877 el Ministro de Relaciones Interiores. Informe del Gobernador accidental del Territorio
Federal Amazonas. San Carlos de Río Negro, 2 de noviembre de 1876. En: Documentos de la Memoria, p. 133 956 AHG. 1851. Escuelas. De la Diputación Provincial al Gobernador de Guayana y al Administrador de Rentas
de la Provincia, acerca del pago del salario de la preceptora de la escuela de primeras letras para niñas de la
Capital. Ciudad Bolívar, 17 de noviembre de 1851. Sign.3.2.2.11, 66 folios 957 De la Diputación Provincial al Gobernador de Guayana, acordando el pago del alquiler de la escuela de
niñas de Upata. Ciudad Bolívar, 11 de noviembre de 1851. Ibid.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
405
San Isidro de Barceloneta. Los primeros se dividían en: dos públicos –uno para niños y otro
para niñas- y cuatro escuelas privadas, de las cuales tres eran para niñas y una para niños958.
En el Cantón Upata totalizan para ese año de 1851 tres escuelas: dos en la Villa de Upata –una
para niñas y otra para niños-, y una para niños en la población de Cupapuy959. En el Cantón
Alto Orinoco, con sus cuatro parroquias (Caicara, Altagracia, Cuchivero y La Urbana),
solamente funcionaba un plantel para niños en su capital Caicara960.
De lo dicho se desprende que, si bien se estableció una escuela para niñas en Upata, no es
menos cierto que exceptuando los establecimientos de Ciudad Bolívar donde aparecen los
cuatro planteles privados, el interior manifestaba una estadística similar a la que se
evidenciaba en la década anterior.
Un año antes, en la Memoria del Concejo Municipal del Cantón Capital, se dibujaba una
imagen de la situación de las escuelas de primeras letras localizadas en Ciudad Bolívar.
Dichas observaciones se dirigían a cuestionar las ordenanzas de escuelas primarias vigentes en
Guayana aprobadas por la Diputación Provincial con el propósito de sugerir algunas reformas.
Esas observaciones eran una consecuencia de la inspección realizada a propósito de los
exámenes hechos a los alumnos, de lo cual era responsable el órgano municipal. Aparte de las
indicaciones relativas a la oportunidad y lapsos de los exámenes o de la enseñanza de la
gramática, nos permitimos citar lo que en el documento se alude como una de las razones para
comprender el estado de atraso en que se hallaba la instrucción elemental en la provincia, no
ya en la extensión del servicio, sino en lo atinente al aprendizaje de los alumnos y al
funcionamiento de los planteles que existían al menos en la capital de la provincia:
...”Lo que entorpece hoy la marcha de la enseñanza en las escuelas, es la continua inasistencia
de los discípulos, sin que esté en manos del preceptor impedirlo, y la falta de medios para el
aprendizaje, sin que esté al arbitrio del preceptor el llenarla. A la primera se hará frente con la
disposición arriba mencionada, pues desde que los padres sepan que a las tres faltas pierde el
958 Cuadro de las escuelas primarias así públicas como privadas del Cantón Capital de la Provincia de
Guayana. Ciudad Bolívar, 9 de octubre de 1851. Ibid. 959 Cuadro de las escuelas primarias así públicas como privadas del Cantón Upata. Octubre 18 de 1851. Ibid.
La escuela de Cupapuy había sido abierta ese mismo año de 1851, según se refería en la Memoria del Concejo
Municipal de Upata en el año de 1851. Cfr. AHG. Memorias, 1851. Memoria del Concejo Municipal del Cantón
Upata a la Honorable Diputación Provincial en 1851. 32 folios 960 Cuadro de las escuelas primarias así públicas como privadas del Cantón Alto Orinoco. Caicara, mayo 7 de
1851. Ibid.
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
406
niño el derecho de continuar en la escuela, y se llamará otro en su lugar, serán más celosos y
vigilantes de la asistencia de sus hijos. A la segunda disponiendo que al entrar un niño a la
escuela, vaya provisto de los libros que exija el preceptor, so pena de que si pasado un mes de
su entrada, informase el preceptor que no los ha llevado, por ese mismo hecho quedará vacante
la plaza que se proveerá en otro”961.
Si bien la Diputación Provincial procuró legislar para favorecer a jóvenes sin bienes de fortuna
y huérfanos, tanto de la capital como del resto de los municipios, también es verdad que esas
medidas no podían cumplirse por la falta de preparación de quienes vivían en el interior. En
1850, el Concejo Municipal Ciudad Bolívar, al referir en su Memoria la resolución de la
Diputación Provincial mandando otorgar en un primer momento becas de internado solamente
a jóvenes candidatos que viviesen en el Cantón Capital para el Colegio Nacional de
Guayana962, comunicaba que era imposible dar cumplimiento al texto de esa resolución por no
haber podido conseguir una terna de candidatos que optasen a esas becas con la formación
necesaria. De hecho, si difícil era conseguirlos en la Capital con mucha mayor razón en
aquellas comarcas:
“Respecto de los alumnos del Colegio que la Honorable Diputación mandó calificar al Concejo
en su resolución de 3 de diciembre del año anterior, nada ha podido hacer este Cuerpo por las
restricciones que establece esa misma ordenanza, tanto que, no habiéndose podido hacer terna
del Cantón Capital, se ha excitado a los otros concejos de la Provincia para que la formen del
suyo (...) y se ha podido conseguir nada. Con las cualidades recomendadas allí es difícil
componer una sola terna, mucho menos tres como se sobreentiende de la precitada
resolución”963.
Sin ánimo de extender mucho más estas notas, situemos un punto de referencia más allá de la
Guerra Federal después del triunfo de la causa liberal en Venezuela. Para esos años, la
extensión de las escuelas en el interior de Guayana había experimentado progresos como se
desprende de los informes y memorias de la época, encontramos entre las llamadas para
entonces Escuelas del Estado, Escuelas Municipales y Escuelas Particulares un total de
961 AHG. 1850. Informe del Concejo Municipal de Ciudad Bolívar. Informe que a la Honorable Diputación
provincial de Guayana dirige el Concejo Municipal de Ciudad Bolívar en sus sesiones ordinarias de 1850. Sign.
3.1.2.14, 8 folios. 962 AHG. Diputación Provincial, decretos y resoluciones. Resolución de la Diputación de Guayana para otorgar
becas de internado a jóvenes del Cantón Capital. Ciudad Bolívar, 3 de diciembre de 1850. Sign. 3.1.2.14, 7folios 963 AHG. Memorias 1851. El Ilustre Concejo Municipal del Cantón Capital de la Provincia de Guayana a la
Honorable Diputación Provincial en sus sesiones ordinarias de 1851. 32 folios
Capítulo séptimo. Hacia un balance…
407
cuarenta y tres establecimientos, con inclusión de las ya mencionadas escuelas de artesanos964.
En regiones como el Alto Orinoco, objeto de una visita por el Gobernador de Guayana, se
encontraban implantadas en alguno de estos pueblos escuelas quizá por primera vez desde la
Colonia en: Borbón, Tapaquire, Moitaco, Puruey, Aripao, Maripa, Caicara y La Urbana.
No olvidemos que en tiempos de Juan Bautista Dalla Costa fue promulgado el Decreto de
Instrucción Pública, Gratuita y Obligatoria, anterior por tanto al homónimo del Presidente
Antonio Guzmán Blanco. Pero esta es otra historia, pertenece a un período diferente del
desarrollo de la escolaridad en una región que experimentó para aquellos años cambios
significativos.
964 AHG. Exposición del Presidente del Estado Guayana a la Legislatura en su sesión ordinaria de 1870. Ciudad
Bolívar, Imprenta de El Orden, sección. Cuadro de los establecimientos de instrucción pública existentes en el
Estado de Guayana.
A modo de conclusiones
408
A MODO DE CONCLUSIONES
I
Entre 1841 y 1847 tiene lugar en Venezuela la ejecución de la primera experiencia de un plan
para la reducción y civilización de los pueblos indígenas. Para tal fin fueron promulgadas la
Ley de Reducción y Civilización de Indígenas (1841) y, subsecuentemente los decretos
orgánicos que la reglamentaban para cada una de las jurisdicciones contempladas en la
iniciativa, a saber las provincias de: Apure, Cumaná, Maracaibo y la provincia de Guayana.
Entre ellas destacaba la última, la más dilatada de las que conformaron la República de
Venezuela, constituida por cinco cantones: Bajo Orinoco, Upata, Cantón Capital, Alto
Orinoco y Río Negro.
Para Guayana se promulgaron dos decretos (1841), uno para la región situada al norte de los
raudales de Átures y Maipures, y otro especial para el Cantón de Río Negro. Ambos sufrieron
modificaciones, explicables en el proceso mismo de ejecución referidos al problema de
administración de los fondos para el ramo de Indígenas. Guayana experimentó de esa manera
un proceso parcial de reorganización territorial y administrativa al constituirse cuatro distritos
de reducción, el Cantón Capital y el Alto Orinoco serían fusionados para denominarse en lo
sucesivo el Distrito Central, en tanto que el resto mantuvo sus denominaciones anteriores:
Bajo Orinoco, Upata y Río Negro.
Venezuela nace a la vida independiente con importantes porciones de su territorio apenas
ocupadas por población criolla, la presencia de los órganos de gobierno municipal, provincial
y nacional son débiles o inexistentes en algunos de ellos, en medio de una situación de penuria
económica; Guayana es la jurisdicción que mejor expresa lo antedicho. Los republicanos
heredan una provincia con problemas muy similares a los que años atrás fueron expuestos y
quisieron ser atajados y resueltos por el régimen colonial.
A modo de conclusiones
409
El proceso de poblamiento español vino a consolidarse después de la Expedición de Límites al
Orinoco (segunda mitad del siglo XVIII), tras las alianzas que España fraguó con algunas
naciones indígenas a fin de detener las amenazas de las grandes potencias que se cernían en
una geografía difícil y desconocida en su real configuración, cuya debilidad defensiva atentaba
contra el conjunto de las provincias más tarde agrupadas bajo la Capitanía General de
Venezuela, igualmente, al Virreinato de Nueva Granada. Además, logró la paz con naciones
como los kariña, permitiendo la fundación de villas de españoles en las costas del Orinoco y la
definitiva estabilidad de las misiones de los Observantes.
El pensamiento de la Ilustración, la población útil para el fomento económico, el poblamiento
sedentario en el concepto de las nuevas poblaciones que, antes que en la Península, toman
cuerpo en el gran río y algunos de sus más importantes tributarios, son la respuesta a la doble
necesidad de defensa y provecho de aquel descomunal y potencial vergel, son parte de las
claves de acción que animan a los funcionarios reales que encarnan en aquellos lejanos parajes
al despotismo ilustrado.
La estabilidad poblacional alcanza su mayor éxito con la fundación de la capital provincial en
la Angostura del Orinoco, pero también con la Villa de Upata en tierras de los Capuchinos de
Cataluña, el aseguramiento de esas tierras con españoles protegió a esas misiones de las
incursiones esclavistas. En el corredor orinoquense y más al sur, en Río Negro, muchas de
esas poblaciones no tuvieron la misma suerte, conociendo momentos breves de florecimiento
y largos períodos de crisis en unas condiciones que se prolongaron por décadas incluso a lo
largo del siglo XIX. Su valor era sobre todo de carácter defensivo, pero era muy poca o nula la
producción alcanzando para cubrir algunas necesidades de los vecinos. La empresa pobladora
de la Ilustración mostró en este sentido una enorme debilidad. Manuel Centurión, el más
importante funcionario de esa etapa, genuino representante del Despotismo en la Guayana del
Rey, tuvo muchos detractores en su obra, que fue ensalzada y reconocida por el Rey, pero
cuestionada en sus verdaderos logros principalmente por las órdenes de regulares.
Las misiones religiosas vienen a consolidarse definitivamente durante el siglo XVIII, de
manera que su acción está condicionada por las nuevas concepciones económicas y
poblacionales, pero sobre todo en lo que atañe a las relaciones del poder temporal con el poder
A modo de conclusiones
410
espiritual. Son cuatro las órdenes que concurren en diferentes momentos en la tarea
evangelizadora en Guayana: los Jesuitas, los Capuchinos catalanes, los Capuchinos andaluces
y los Franciscanos Observantes. El éxito de cada una de estas órdenes debe ser visto a la luz
de las circunstancias en que les tocó actuar.
Entre ellas surgieron conflictos por las diferentes jurisdicciones en que se desenvolvieron, lo
cual se resolvió mediante la Concordia de 1734 en que se repartieron territorios imaginarios en
una importante proporción, por cuanto para la fecha no habían sido recorridos desde el lado de
España. Correspondió a los de la Compañía el río Orinoco desde Cabruta y Río Negro. Los
catalanes detentaron el territorio del Caroní, los andaluces misionaron brevemente la
jurisdicción que dejaron los jesuitas luego de su expulsión, en tanto que los franciscanos la
asumieron después que la abandonaran los andaluces tras años en que no hubo ninguna
presencia sacerdotal.
Los jesuitas venían avanzando en dirección al Orinoco desde el siglo XVII. Sus más ricos
establecimientos agrícolas y ganaderos se encontraban en los llanos colombianos. Si bien
llegaron a fundar pueblos en las inmediaciones de lo que hoy es Puerto Ayacucho, tuvieron
corta existencia debido a los ataques de algunos pueblos indígenas provenientes del Sur de los
raudales. Logran finalmente establecerse en las primeras décadas del siglo XVIII, fundando un
sistema económico en que se alternaban algunas haciendas –la de Carichana, por ejemplo-, y
el control de la extracción del aceite de los huevos de tortuga en las playas de Caicara y La
Urbana. Pero no cabe duda que frente al desarrollo económico y demográfico de sus primeras
misiones, las de Orinoco fueron de menor importancia. Aun así, su participación fue
fundamental en el conocimiento de la comunicación de las cuencas del Orinoco y el
Amazonas a través del Casiquiare, en estos hechos jugó su papel estelar el Padre Manuel
Román. Por otra parte dejaron un importante legado las obras de hombres como José Gumilla
y su Orinoco Ilustrado y Defendido, para llamar la atención acerca de la importancia del gran
río, además de otros como Cassani, cuyos escritos son todavía fuente de obligada consulta en
el conocimiento de los pueblos indígenas de la región.
A modo de conclusiones
411
La expulsión de los de la Compañía en 1767 de todas las posesiones españolas hizo posible la
llegada de los Capuchinos andaluces. Con ellos quedaron algunos testimonios y documentos
de los recorridos que hicieron sus frailes, pero se retiraron pocos años después para ser
entregadas finalmente a los franciscanos.
Esta Orden tenía su capital misional en Píritu. Su labor se inició y logró solidez en el siglo
XVII, constituyendo un eficiente sistema misional y económico en lo que hoy es el Estado
Anzoátegui. Su llegada al Orinoco fue mucho más tarde, y fue solamente por obra del
abandono de los andaluces que les fue cedido ese espacio correspondiéndoles las últimas
décadas del dominio español. Pese a que quedaron dueños del patrimonio dejado por los de la
Compañía, tampoco en este caso fueron ni sus principales ni sus más ricas misiones, antes por
el contrario, padecieron siempre penurias y no pocos contratiempos.
Los Capuchinos de Cataluña son el más grande éxito misional en Guayana y es la más
significativa obra de estos frailes en América. Lograron asentarse definitivamente en la
segunda década del siglo XVIII. A partir de ese momento construyen con los indígenas un
importante emporio agrícola y ganadero, creando misiones cuyos testimonios arquitectónicos
pueden verse aún hoy. Las ricas posesiones de estos frailes fueron motivo de polémica con los
gobernantes del período colonial, sobre todo con Centurión, quien los acusaba de opulencia
frente a la pobreza del vecindario. Los hatos ganaderos fueron decisivos en la Guerra de
Independencia al constituirse en la despensa del ejército patriota.
Si bien no hemos encontrado noticias en los acervos documentales de estas órdenes misioneras
–los que hasta ahora hemos podido consultar- así como en los escritos de sus hermanos de
orden y de otros historiadores como Rafael Fernández Heres, que den fe de que en Guayana
hubiesen funcionado escuelas de doctrina o escuelas de primeras letras durante el siglo XVIII,
la verdad es que tanto en las misiones más antiguas de Píritu y en las de los jesuitas,
efectivamente estas instituciones se desarrollaron, de manera que es dado suponer que en las
de Guayana pudieron haber existido, pero suposiciones que necesitan soporte.
A modo de conclusiones
412
En el repaso de las experiencias educativas que ensayaron las órdenes misioneras en el
Virreinato de México y Perú, las cuales se remontan al siglo XVI, la educación de las élites
indígenas, de los caciques, y también de las niñas y los niños del pueblo llano de esos imperios
precolombinos fue preocupación de la Corona y práctica de los frailes.
Probablemente esas experiencias se trasladan a los espacios misionales de otras latitudes como
es el caso de Venezuela. Más allá de esta postulado, que algunos autores consideran como
cierto, el corpus de ideas y prácticas sancionadas en la normativa colonial, conjuntamente con
la denominación de escuelas de doctrina para designar los espacios educativos, o el doctrinero,
para designar a quien ejercía esa función, hunden sus raíces en la historia y la vocación
misionera de la Iglesia Católica y en la del derecho castellano, pasando luego a América para
designar sus similares.
En otras provincias venezolanas, menos extensas en su geografía, en las que se presentaba un
grado de inserción mucho más profunda de las instituciones coloniales, con ciudades que se
remontaban a los primeros siglos de la Colonia, mayor estabilidad demográfica y sólidos
sistemas económicos, la educación alcanza un mayor desarrollo. Hacia el siglo XVIII, el
testimonio de la actividad desplegada por el Obispo Mariano Martí en lo referido a la
fundación de escuelas en el transcurso de la visita que dispensó a algunas regiones de
Venezuela, es testimonio de la importancia que se le quiso asignar a la educación,
principalmente la instrucción de primeras letras. Cuánto de la influencia de estas realizaciones
y de ese movimiento llegó efectivamente a Guayana es cosa aun por averiguar, pero sirven
para contextualizar el ideario que animaba a los funcionarios de la Corona en las últimas
décadas de ocupación colonial, y posiblemente la importancia que los vecinos españoles,
criollos y aun indígenas le atribuían cada vez que desde cualquier alejada comarca guayanesa
se comunicaba la instalación de alguna escuela o la necesidad de que la hubiera.
En otro orden de ideas, y para retornar a Guayana y su realidad demográfica y económica,
podemos deducir que la situación de sus pueblos, sus crisis cíclicas y perdurables y el
desarrollo económico que alcanzaron es función del éxito de las misiones y de la empresa
pobladora emprendida por la Corona. Es conocida la afirmación, según la cual, hasta donde
llegaron las misiones hasta allí alcanzó la soberanía efectiva del estado republicano.
A modo de conclusiones
413
Probablemente este juicio no pueda abarcar a todos y cada una de las regiones guayanesas,
pero sí es por demás evidente en lo que respecta a la experiencia de los Capuchinos catalanes.
En el balance de las misiones de Guayana aparece como un elemento de tremenda importancia
la no continuidad de las órdenes en su acción. Los jesuitas fueron expulsados cuando
alcanzaban su estabilización, los Capuchinos andaluces simplemente desistieron de la
empresa, en tanto que los Observantes llegaron en las dos últimas décadas del siglo XVIII para
ocuparse de unos establecimientos que sobrevivían en medio de las dificultades ya anotadas
para ser entregados a las autoridades patriotas apenas poco más de treinta años después.
Además, el Orinoco y Río Negro se encontraban francamente alejados de sus misiones
principales. Por el contrario, los catalanes actuaron por casi cien años sin interrupciones en
una región que adicionalmente posee las mejores tierras de toda la provincia para la actividad
agrícola y ganadera.
De modo que los republicanos que emprendieron el sistema de misiones unas décadas
después, quizá esperaban obtener éxitos rápidos, en pocos años, cuando la realidad decía que
era el resultado de una presencia centenaria. Quizá, al igual que los Ilustrados del siglo XVIII,
esperaban ver los frutos de la empresa sin medir ni sopesar debidamente las circunstancias que
rodearon las experiencias de Colonia. Guardando las distancias, los discursos de Centurión y
su empresa pobladora, y los de Ayres, entre 1842 y 1845 tienen en ese sentido grandes
similitudes.
II
La Provincia de Guayana amanece en el siglo XIX en paz. En un lento pero franco proceso de
crecimiento demográfico en el que destaca Angostura, su población rebasa ampliamente el de
cualquiera de las poblaciones del interior, incluida Upata. Cuando en 1817, a consecuencia de
la campaña militar pase a manos patriotas, se produce un descalabro demográfico y económico
de grandes magnitudes. Huyen los vecinos españoles y otros son hechos prisioneros, las
posesiones ganaderas pasan a convertirse en un invalorable bien para el ejército. Muchos de
los indígenas que viven en poblados son reclutados para el servicio de las armas, y los que
pueden huyen al amparo de los bosques y caños.
A modo de conclusiones
414
Después de la guerra larga el balance es abrumador. Pueblos, labranzas y haciendas
abandonadas con una muy disminuida población, sobre todo la indígena, a la que se intenta
atraer con dádivas y promesas de buen trato. Los nuevos gobernantes vienen de derrotar al
antiguo régimen y deben instaurar -y así lo dicen- un nuevo sistema alejado del oprobio y la
sumisión. Suceden entonces unos años de relativa recuperación demográfica. Las noticias
llegaron a los rincones más apartados, y no fueron pocos los indígenas que se acercaron
nuevamente o por primera vez a palpar cuánto de cierto había en las proclamas que
escucharon o de las que tenían noticias. Y entonces, como reza en algún párrafo del informe
de Level, sobraron “indios” para todo.
Pero fue muy corta esa etapa, los nuevos y viejos vecinos criollos se comportaron igual que
los antiguos amos. Se puede ubicar este breve período entre 1820 y 1834 o 1835. Quedan
como testimonios algunos informes de jefes políticos que refieren esta forma de proceder,
anclados en un pensamiento que clama y pregona un trato benevolente, que recurre a los
instrumentos jurídicos, escasos y muy generales por cierto, que reconoce derechos abstractos a
los indígenas, pero que es difícil poner en práctica debido a que siempre queda al buen criterio
de los funcionarios y de los vecinos ahora criollos.
Cómo es la sociedad guayanesa a partir de 1830; pues difiere en algunos aspectos y en otros
apenas ha cambiado o se mantiene como antes. Los viejos comerciantes realistas han sido
sustituidos por los nuevos, venezolanos, italianos, corsos, etc., los viejos terratenientes por
algunos otros ahora venezolanos o por lo menos no sospechosos de simpatías por el Rey.
Muchos de los nuevos vecinos son soldados y oficiales de la independencia con haberes
militares. No pocos llegan con el cargo de funcionarios de gobierno para sustituir –ipso facto-
a frailes, funcionarios, comerciantes y agricultores del fenecido régimen en la conducción de
la provincia y sus comarcas interiores. Es decir se sustituyeron las personas pero no se liquidó
el régimen de servidumbre ni de opresión, antes bien éste se mantuvo incólume. Frente a ellos
la masa indígena.
En Guayana se habla de los “indios reducidos” y los “indios monteros”. El criollo es el
“racional”, y para los indígenas queda por oposición el de “irracional”, aunque en ningún
A modo de conclusiones
415
documento se le mencione de esa manera. Desde los primeros momentos de la conquista y
colonización del Nuevo Continente las tesis de Las Casas y Sepúlveda se debaten
dramáticamente. La Corona opta por el trato dulce y sólo reconoce la Justa Guerra a quien ose
enfrentar a la autoridad real. Estas decisiones, que al parecer favorecen al indígena, ocultan, o
no ven ni pueden hacerlo, la compleja realidad y el acontecer cotidiano de la explotación y
servidumbre de que son objeto sus súbditos. Porque son súbditos y se les ha reconocido su
humanidad, pero condicionada al tránsito necesario hacia su nuevo estatus, que no es otro que
el de vasallos, cristianos, reducidos y tributarios. Todo ello para que dejen de ser quienes
fueron.
Las tesis medievales, que rememoran la condición de algunos seres humanos que deben
considerarse como menores de edad o dignos de misericordia en razón de su naturaleza,
cobran plena vigencia en las bulas papales y en el derecho indiano. El indígena, pese a la
magnificencia y extraordinaria organización alcanzada en algunos imperios que encontró el
conquistador, es un débil jurídico que necesita ser protegido. Es libre y no puede ser sometido
a esclavitud, pero se encuentra en un estado de postración del que necesita y merece salir por
obra de la acción cristiana; antes debe ser segregado del resto de la sociedad para prepararlo
adecuadamente como vasallo y como cristiano. El régimen excepcional de misiones es el
escenario para ello. De allí los conceptos de la república de indios y república de españoles.
Con el siglo XVIII advienen las tesis que critican el segregacionismo; la Ilustración procura
establecer un control más directo sobre sus colonias; la sociedad colonial ha alcanzado un
grado de complejidad mayor en la que, a juicio de algunos, no es posible mantener esa
separación. En las Cortes de Cádiz se expone el reconocimiento de la ciudadanía de los
indígenas, condicionada –eso sí- a su estatus de menor de edad. En el texto de la Constitución
de 1811, se afirmaba que si bien la Monarquía había dictado leyes protectoras a favor de los
indígenas, las mismas simplemente no se habían cumplido. En este documento se reconocen
sin más los mismos derechos a los indígenas que al resto de los ciudadanos, por tanto tienen
derecho a asistir a las mismas instituciones educativas sin discriminación alguna. Las leyes de
Colombia reiteran estos mismos principios al rechazar los regímenes excepcionales
permitiendo que vecinos no indígenas vivan en los llamados pueblos de indios.
A modo de conclusiones
416
En las provincias venezolanas de finales del siglo XVIII y primeras décadas del siguiente, los
indígenas se agrupan entre quienes viven en resguardos, otros que aun viven bajo régimen
misional, pese al imperativo de que esos pueblos pasen a manos de las autoridades reales y al
cuidado de un cura diocesano, y luego, una inmensa masa de pueblos que moran libres de
sujeción en algunas regiones como el Zulia, Apure, algunas zonas del Oriente y en Guayana.
Guayana es una región de frontera, provincia antemural frente a la cercanía y permanente
hostilidad y la actividad de contrabando de Francia, Holanda e Inglaterra. Las misiones se
mantuvieron hasta el ocaso de la Colonia debido a la conveniencia y en razón de la ausencia
de condiciones para ponerlas en control de los funcionarios reales. Hasta donde sabemos en la
región no se conocieron los resguardos, las misiones del Caroní pasaron a manos del gobierno,
y en el resto de los cantones simplemente jamás se dieron las condiciones para que existiesen.
En la segunda década del siglo XIX algunos datos poblacionales situaban a la población
indígena en las misiones en más de 21.000 personas, y los que se llamaban “indios
españolizados” en casi 1300; el resto –unas 8000 personas- se repartían entre blancos,
esclavos, gentes libres de otras castas. De modo que del total de 31000 habitantes de la
provincia, más de dos tercios estaban constituidos por indígenas, sin contar la mayoría libre.
Cuando Codazzi nos de a conocer sus apreciaciones, independientemente de la exactitud de las
mismas, contabiliza más de 41000 indígenas libres y poco más de 16000 personas que vivían
en habitats concentrados.
Los pueblos del interior languidecen frente a la majestuosidad y pujanza de Angostura, la
ciudad lonja que crecía a expensas del interior. El arco de ocupación se ceñía al gran río y a
algunos de sus tributarios, manteniéndose esa tendencia sin mayores cambios durante el siglo
XIX. Pocos eran los vecinos criollos, apenas descollaban Upata y San Isidro de Barceloneta,
pero su participación en la producción era insignificante. El comercio angostureño era
determinante.
A modo de conclusiones
417
Sin embargo, no hay que equivocarse, el hecho de que hubiese pocos vecinos criollos o
“españoles”, como se les solía decir, no significa que no ejercieran presiones sobre el gobierno
provincial en defensa de sus intereses; además, en las comarcas del interior eran el gobierno y
los indígenas sus peones, su servidumbre y los eternos deudores de las mercancías que les
avanzaban para proveer los productos que luego recalaban en la capital. Guayaneses o no eran
portadores de una mentalidad y estaban dispuestos a defender sus privilegios, entre ellos el
dominar a los indígenas.
De manera que el gobierno central y el de la Provincia comienzan a estructurar un
pensamiento en torno a la cuestión indígena y regional no solamente en Guayana, claro está,
pero desde ella se llama la atención del gobierno general acerca de su situación. Se ejecutan
las primeras acciones tendientes a su recuperación demográfica, se informa con respecto a los
pactos logrados con comunidades, algunas para restituirse a sus antiguas poblaciones y otras lo
hacen por primera vez. En el gobierno en Caracas comienza a tomar cuerpo la probable
solución al problema, y de las noticias pesimistas se pasa a un creciente optimismo. Guayana
nombra doctrineros seglares entre aquellas personas que mantienen relaciones con los
indígenas de selvas y sabanas. Son los primeros funcionarios a su vez de un nuevo ramo de la
administración nacional y provincial, el de indígenas.
Usando la legislación grancolombiana se va conformando una normativa propiamente
venezolana. Simultáneamente, se aborda la cuestión de la crítica situación de algunas
apartadas regiones como es el caso de Río Negro, que no deja de ser al fin y al cabo sino la
otra parte del problema. Esto ocurre entre 1836 y 1841 aproximadamente. El Gobernador
Florentino Grillet es el máximo exponente de la necesidad de conformar un plan para la
reducción y civilización de los indígenas.
Ahora bien, quién es el indígena que debe ser objeto de estas políticas, naturalmente que es el
no reducido, el que no vive sometido a las leyes de la República. Por estos años se viene
discutiendo sobre los resguardos de indígenas que sobreviven en el centro del país, en Oriente
y los Andes, al tiempo que se adelantan las otras acciones. Para el pensamiento republicano
está muy claro que debe concebirse un sistema de gobierno excepcional, distinto del régimen
civil que ampara y obliga al resto de los ciudadanos. Los indígenas de los resguardos, se dice,
A modo de conclusiones
418
son venezolanos en todo el sentido de la palabra, las misiones no son para ellos. Los no
reducidos, siendo venezolanos con los mismos derechos no pueden ejercerlos a plenitud en
razón de su nomadismo, ignorancia de las leyes, del idioma castellano, la religión, las normas
de vida en sociedad, son analfabetos, no pagan impuestos ni conocen el valor del trabajo.
Por tanto se impone un régimen transitorio que los enseñe y les muestre cómo convertirse en
ciudadanos. La iniciativa reduccionista es educativa según la visión de sus mentores, las
misiones son pueblos en los que aprenderán lo que necesitan: en sus labores en el campo, en la
doctrina, en los talleres y fábricas, en las escuelas, en la disciplina que irán adquiriendo con el
transcurrir del tiempo. Así se perfilan tres tipos de instituciones educativas especialmente
dirigidas a los indígenas de las misiones: la enseñanza de oficios y del trabajo, la doctrina y la
escuela de primeras letras.
Por primera vez en la historia de Venezuela se diseñan planteles educacionales para los
pueblos indígenas, y éste es un dato muy relevante en sí mismo. La doctrina y la escuela
difieren de las escuelas de primeras letras que por entonces funcionaban en Guayana y en toda
Venezuela no en los contenidos de la enseñanza, sino en el tipo de población al cual se
dirigen. La doctrina enseña el catecismo, la lengua castellana, enseña a contar, deberes y
derechos del hombre en sociedad, su público es sobre todo el indígena recién reducido, y muy
probablemente haya diferido de la escuela de primeras letras en la profundidad, por tanto en la
doctrina privaría la enseñanza de lo elemental. Téngase en cuenta, como una referencia de
importancia que en la Constitución del año 1811 se establecían las llamadas escuelas de
doctrina para los pueblos indígenas.
En ocasiones, en algunas de estos pequeños pueblos en los que convivían indígenas sometidos
al régimen de misiones, con indígenas que no lo estaban y con criollos, aconteció que niños de
los tres grupos asistían por igual a la escuela o a la doctrina, al no existir otro establecimiento
educativo. Pero ello fue causa de fricciones en las que se ponían en evidencia el racismo y los
conflictos entre indígenas y criollos.
A modo de conclusiones
419
La escuela de primeras letras es para niños y jóvenes que ya tienen más contacto con la
sociedad criolla, sus contenidos no difieren de los de la doctrina salvo, probablemente, en el
énfasis que se ponía en el catecismo. La enseñanza de oficios rememoraba la labor que hacían
los frailes en las misiones de los siglos anteriores. Introducir nuevas técnicas de cultivo, el
trabajo en telares, la ganadería, elaboración de papelón, etc. algo similar se hizo o se quiso
hacer entre 1841 y 1847, pero no llegó a realizarse cómo se esperaba. Aquella enseñanza
estaba ligada al aumento de la producción con el fin de generar ingresos, pero eso no llegó a
ocurrir. Fue en Río Negro donde al parecer la enseñanza de oficios alcanzó un más alto
desarrollo pero, de haber sido así, no llegó a consolidarse. Las noticias de los distritos
misionales del norte de Guayana son en este sentido muy escasas y en nada comparables a la
sistematicidad de las que llegaron por mano de Pedro Joaquim Ayres.
La enseñanza de oficios y de nuevas formas de trabajo alcanzaban a la construcción de las
casas, el trabajo en las siembras y ganaderías de la comunidad, distintas de los conucos y
huertos familiares que cada indígena debía hacer para sostener a su familia, y esto fue una
tarea encargada a capitanes pobladores, doctrineros seglares y sacerdotes. En más de una
ocasión estos funcionarios se quejaban de la imposibilidad de cumplir tantas y tan pesadas
tareas, aparte de la resistencia de los indígenas a duplicar su trabajo, lo cual consideraban
innecesario.
Como hemos dicho, la escuela de primeras letras es la institución educativa por antonomasia
en el interior guayanés antes y después de la Ley de 1841. Sus fundamentos los encontramos
en los distintos documentos de franca inspiración independentista y republicana como la
Constitución de 1811, o más adelante en las leyes sobre el ramo de 1821 y 1826
respectivamente. En ésta última se establece que en cada cantón de Colombia debe existir al
menos una escuela de primeras letras, en tanto que la Constitución de 1830 deja a cargo de las
diputaciones provinciales el arreglo de la instrucción pública. En Guayana se promulgan al
efecto varias ordenanzas de instrucción primaria. Las primeras fueron expedidas el 1º de
diciembre de 1836, y sucesivamente se promulgaron al menos cuatro reglamentos más en
1839, 1840, 1842 y 1850.
A modo de conclusiones
420
Conforme al espíritu de las leyes de Colombia, podían crearse escuelas para niños y escuelas
para niñas en cada villa o parroquia que contase con más de cien vecinos. El sostenimiento
correría a cargo de las fundaciones dedicadas al fomento del ramo, y de faltar recursos, se
pediría la participación de los vecinos. Los contenidos de la enseñanza eran algo diferentes,
mientras que en las de niños se enseñaría: el Catecismo de la doctrina católica, la lectura,
escritura, ortografía, aritmética, Derechos y Deberes del hombre en Sociedad, en las de las
niñas se impartiría: el mismo Catecismo, la lectura, escritura, ortografía y costura.
La verdad es que nunca durante los años de vigencia de estos reglamentos lograron ponerse en
funcionamiento escuelas de primeras letras, para niños o niñas, en cada una de las parroquias
de la provincia, ni siquiera en aquellas menos pobres. Exceptuamos naturalmente a la ciudad
de Angostura, notablemente distante en las posibilidades de algunos de sus vecinos. Ni
siquiera en la Villa de Upata, la de mayor bienestar en la Provincia. Las primeras noticias se
remontan a 1823 informando de la instalación de tres escuelas en Río Negro: Yavita, San
Fernando de Atabapo y San Carlos de Río Negro. Hacia 1824 se instala otra escuela en Upata.
En 1828, aparece la primera referencia explícita a la asistencia de niños indígenas a una
escuela en el caso de la que se instaló en Caruachi. Llama la poderosamente atención que en la
lista de alumnos remitida a Angostura, se distinguían a los niños indígenas de los “racionales”.
En 1830 el Gobernador informa de cuatro planteles en su jurisdicción: Angostura, Upata,
Caroní y Caicara. Posteriormente, en los años 1836 y 1837 aparecen escuelas en Puruey,
Moitaco, Piacoa, Tupuquen y Tumeremo.
Estas noticias son inconclusas y no explican si en definitiva estas escuelas fueron o no abiertas
efectivamente, aunque en 1837 el presupuesto de gastos de Guayana incluye el pago de
preceptores en todas las poblaciones mencionadas, con exclusión de la de Moitaco. En 1841 el
presupuesto de gastos excluye el pago de preceptores en Puruey, Tupuquen y Tumeremo,
quizá en razón de que estaban atendidas por un doctrinero, de modo que es posible que este
funcionario atendiera la instrucción de los niños. Pero estas son meras suposiciones que
necesitan probarse.
A modo de conclusiones
421
Para 1841 el Gobernador Grillet daba noticia de escuelas de primeras letras en Angostura y en
San Fernando de Atabapo; en esta última población había una escuela pública para varones y
otra privada para niñas. Nada decía de las demás. Curiosamente, informaba que no existían
otros establecimientos en el resto de la Provincia, aduciendo como razones la pobreza del
vecindario, la falta de personas para asumir los destinos de preceptores y lo bajo de los
salarios que se ofrecían.
Surge como propuesta interesante, aunque fuera negada, la que hizo el Presidente del Concejo
Municipal de Angostura en 1841 para la formación de los indígenas de Río Negro; para él no
era necesario el sistema de misiones, antes bien, los jóvenes indígenas podían formarse en
Angostura al cuidado del gobierno en las mismas escuelas que los demás jóvenes, para que
retornasen luego a sus hogares a fin de constituir la clase ilustrada de que estaba urgida el
Cantón. En su opinión, los indígenas –una vez educados- podían encargarse de la conducción
de aquella jurisdicción. En otro orden de ideas, en Río Negro, al parecer, las escuelas de
primeras letras desaparecen tras la salida de Ayres, no tenemos noticia de ellas hasta 1860,
cuando el Gobernador Bermúdez comunique que las mismas no existían en la región desde la
destitución del brasileño.
Con relación al resto de Guayana, en los años inmediatamente posteriores a 1841 se observa
una situación similar a la descrita hasta ese momento. Los planteles funcionan
intermitentemente en algunas poblaciones, sobre todo en las villas de criollos no regidas por la
Ley y los decretos orgánicos promulgados ese año. De manera que es dado suponer que en
aquellos pueblos que pasaron a designarse misiones, la posible actividad escolar quedó en
manos de los sacerdotes y doctrineros seglares. Desde Upata llega a comunicarse que no
existen planteles, en tanto que se informa de la instalación de otros como en La Urbana y
Caicara, e incluso, en 1845, se instala una en la misión de Panapana cercana a Angostura.
A partir de la década de 1850 puede hablarse de una tendencia a la regularidad en lo
concerniente al flujo de información relativa a los planteles escolares en la Provincia, así como
una tendencia a la estabilidad en su funcionamiento, según se desprende los informes que
pudimos consultar. Se da cuenta de escuelas en la capital, en la Villa de Barceloneta, en Upata,
A modo de conclusiones
422
Cupapuy y Caicara. Vale decir que con excepción de la antigua misión de Cupapuy, la
instrucción pública aparece circunscrita a las villas habitadas por criollos e indígenas.
Nada definitivo podemos decir sobre la creación de las escuelas de primeras letras en esta
etapa. Las noticias son contradictorias e insuficientes pero advierten que, pese a las
dificultades, la actividad escolar fue una constante en estos años. No debe sorprender que
niños indígenas asistiesen a las escuelas conjuntamente con niños criollos. Además de que las
leyes de corte igualitarista lo permitían, no olvidemos que Guayana era territorio
mayoritariamente habitado por estos pueblos ancestrales, y el poblamiento mixto o la cercanía
de comunidades indígenas a los vecindarios de criollos posibilitaban su asistencia.
La normativa para las escuelas de primeras letras no contradice el texto de la Ley de 1841,
sino que coexiste para reglamentar los establecimientos para los indígenas de las misiones y
para los del resto de la población.
III
El texto de La Ley de Reducción y Civilización de Indígenas es en sí mismo elocuente en
definir su carácter proteccionista, mediante la creación de un sistema excepcional, el de las
misiones, con el fin de preparar a los indígenas para su incorporación plena a la vida con el
resto de los venezolanos. El proceso simultáneo de educación, trabajo, vida sedentaria son los
medios para lograr su “civilización”. Por oposición, la vida errante “sin residencia fija”, sus
creencias y prácticas culturales ancestrales son opuestas e inconvenientes al carácter
monocualtural de la naciente república. De hecho, dentro del espíritu de la conquista y la
colonización del que forman parte las misiones de los regulares, el indígena debe vivir en
poblados sedentarios. De allí que la colonización va de la mano con el diseño de la red urbana.
Las misiones son posibles en poblaciones fijas, tanto como las instituciones educativas que
surgen en su seno. La mentalidad poblacionista de los ilustrados del siglo XVIII hace suya la
máxima según la cual: quien no poblare no hará buena conquista. Los republicanos del siglo
XIX siguen al pie de la letra esa frase de los conquistadores.
A modo de conclusiones
423
En Guayana la mayoría de los indígenas viven en esas condiciones, pero hay diferencias
notables al menos en dos espacios bien delimitados: Río Negro y el norte de la Provincia, de
allí entonces que en el proceso de ejecución de la Ley para Guayana se promulgan dos
decretos orgánicos. El de Río Negro otorga plenos poderes al Director, quien se entenderá
directamente con el Poder Ejecutivo en Caracas, mientras que los distritos del norte serán
regidos por el director del ramo en Angostura.
El régimen de misiones coexiste con el régimen de gobierno civil en el Bajo Orinoco, Upata y
el ahora Distrito Central formado por el Cantón Capital y el Alto Orinoco. Los funcionarios
encargados de ejecutar y dirigir el nuevo sistema eran los sacerdotes misioneros y los
empleados seglares. Los segundos debían responder a los primeros, pero los misioneros
obedecerían e informarían al director del Distrito en el caso de Río Negro, al vicedirector de
cada distrito en el resto de la provincia, o directamente al director del ramo.
En la práctica se presentaron un cúmulo de problemas a la hora de contar con el compromiso y
buen desempeño de los empleados en quienes descansaba el éxito de tan ambicioso proyecto,
puesto que marchaban al cumplimiento de sus deberes en solitario, para iniciar la
administración de un ramo totalmente desconocido hasta el momento del que no se tenía
experiencia alguna.
Los sacerdotes llegaron en número insuficiente y nunca fueron ocupados todos los destinos,
algunos murieron en el desempeño de sus funciones o los abandonaron, otros polemizaron
agriamente con sus superiores, como aconteció en Río Negro, en tanto que los menos tuvieron
no pocas disputas con el poder civil y en general con los vecinos criollos en razón de los
conflictos de intereses. Adicionalmente, los sacerdotes llegaban a una región que desconocían,
con ninguna preparación para un ejercicio difícil, complejo y cargado de tareas. Uno o dos de
estos sacerdotes logró algún éxito manteniéndose después de 1847 en el cargo de misionero,
pero la mayoría tenía apenas la disposición para la catequesis y la cura de almas. El gobierno
no calibró suficientemente su participación, así como el contexto y circunstancias que
rodearon el éxito de las misiones de los siglos anteriores, queriendo llenar ese vacío con
algunos sacerdotes, pese a pertenecer a las órdenes que otrora actuaron en Venezuela y en el
A modo de conclusiones
424
escenario guayanés en particular. De hecho, ilusoriamente en alguna ocasión se pensaba en
restituir el antiguo esplendor de las misiones del Caroní.
En cuanto a los funcionarios seglares, algunos polemizaron con sus superiores y actuaron a
favor de sus intereses llegando inclusive a levantarse en contra de las autoridades de las
misiones, como aconteció en Río Negro. Recordemos que muchos si no todos los funcionarios
seglares eran comerciantes y agricultores con negocios que dependían de manera absoluta de
la mano de obra y del servicio de los indígenas. Al igual que los sacerdotes, nunca llegaron al
número suficiente, procediendo sin el apoyo de un gobierno que lucía y estaba efectivamente
muy lejos de las misiones.
Desde el principio se planteó la disputa entre el gobierno civil representado por los jefes
políticos locales y jueces de paz y las autoridades de las misiones. Su origen era no otro que la
mano de obra indígena, de la que no podían disponer los dueños de haciendas y de las redes
comerciales al encontrarse “amparados” por las leyes proteccionistas. En las diferentes
comarcas guayanesas dominaban estos pequeños pero decididos contingentes de criollos
dispuestos a defender sus intereses vinculados a la libre disposición del indígena para su
servicio personal, para las haciendas o para la provisión de los productos de extracción y
artesanías. Dos ejemplos clásicos en este sentido son los terratenientes de Upata y los
comerciantes de Río Negro.
Allí se encuentra una de las causas de los problemas en los que los indígenas aparecen
ocasionalmente para denunciar atropellos, o bien son usados por algunos de los intereses en
pugna, acudiendo a Angostura y a Caracas para formular denuncias que van a engrosar el
expediente que decretará pocos años después la liquidación práctica del régimen. Las quejas
acerca de los abusos del Director de Río Negro, la negativa de los indígenas a realizar los
trabajos de comunidad, las denuncias sobre las invasiones de ganado en los huertos y conucos
de los indígenas, son un ejemplo de ello. Por otra parte, la extendida costumbre del servicio de
los indígenas en las casas de los criollos, siendo que muchos niños eran arrebatados del lado
de sus familias, como ellos mismos lo denunciaron en numerosas oportunidades.
A modo de conclusiones
425
Los hechos que precipitan el desenlace difieren en los distritos misionales del norte y en el del
sur. En el norte la autoridad máxima de las misiones fue en todo momento el Gobernador de
Guayana; en las misiones las máximas autoridades fueron los escasos sacerdotes que
fungieron como jefes de los circuitos, carecían de poder político o fuerza alguna para
enfrentarse a los vecinos y el control efectivo que ejercían mediante la coacción, la fuerza de
las armas o la posesión misma del gobierno civil. El gobernador y director de indígenas de la
provincia resumía el poder político, financiero y militar, y las actuaciones del Ejecutivo
siempre fueron las de árbitro en los pleitos y desavenencias, dando la razón a unos y otros
cuando se presentaban los problemas.
En Guayana se experimentaron en aquellos años serios altercados por el control del poder
político, determinando un ambiente de inestabilidad en la ciudad de Angostura que vivió la
sucesión de estos magistrados en un estado de permanente tensión. Una vez que Florentino
Grillet deja el mando de la provincia, uno de sus sucesores se declaró abierto enemigo del
sistema de misiones, como el mismo lo dejó escrito en su memoria a la Diputación Provincial,
mostrándose partidario de dar libertad de contrato a los indígenas, es decir restituir los
privilegios a quienes los detentaban.
En Río Negro, por el contrario, la autoridad era ejercida de manera unívoca por el Director,
quien al parecer nunca participó del comercio de especulación con los indígenas.
Contrariamente a los distritos del norte, aquí fueron abolidas las autoridades civiles, lo que
permitió a Ayres formular un conjunto de proposiciones tendientes a controlar férreamente la
producción e impedir el ejercicio del comercio. Sin embargo carecía de la fuerza necesaria
para imponer esas medidas. Mientras los vientos que soplaban en el gobierno le fueron
favorables, gozó del aprecio y reconocimiento en Caracas y en Angostura.
Una vez que las circunstancias comenzaron a cambiar en virtud de las denuncias de los
misioneros que huyeron de la región, el sorprendente viaje que hicieran un grupo de indígenas
a Caracas a denunciar los supuestos atropellos del Director y, como corolario, el movimiento
sedicioso que lo derrocó provocando su renuncia, el Ejecutivo nombró a Rafael Acevedo,
hombre de entera confianza que llegó a ocupar altos cargos en la administración pública.
A modo de conclusiones
426
Cuando se leen los informes de Level y de Acevedo, lo primero que salta a la vista es que el
segundo recomendó la liquidación del sistema de control seguido hasta el momento de su
visita, mientras que en el escrito de Level se ofrece un balance de profundidad histórica,
acompañado de un diagnóstico social de los lugares que recorrió, para ello tenía a la mano la
documentación de Level de Goda, su padre, que ejerció el protectorado de indígenas en
tiempos de la Colonia. En no pocas ocasiones se refirió al racismo de los criollos hacia los
indígenas y al sistema de servidumbre imperante. Sus conclusiones y recomendaciones no
corrieron la suerte de su homólogo, pero fueron fuente de obligada referencia para recordar la
deuda que la República había contraído con Guayana, de acuerdo con la visión que tenía de
aquella región y de los pueblos aborígenes.
La suerte del experimento se selló con las decisiones que se tomaron que, si bien no liquidaron
en la letra a la Ley de 1841, sí condicionó su ejecución al reducir la clase y número de
funcionarios. La crisis de las finanzas públicas jugó un papel determinante reduciendo los
fondos para el ramo de indígenas de manera sensible a partir del año 1845. Sin embargo, para
nosotros, la determinación de mayor peso e importancia en el balance y destino final del
régimen de reducciones, debe mirarse en el hecho de que las misiones se quisieron reinstaurar
cuando ya existía una sociedad formada por criollos e indígenas que vivían en aquellos
pueblos, habiendo forjado un conjunto de complejas relaciones a lo largo de años. Sobre ese
entramado, se quiso imponer una racionalidad de gobierno totalmente diferente, en la que los
criollos, y muy seguramente hasta algunos indígenas sedentarios, quedaban sin poder alguno.
Las comarcas guayanesas quedaron en manos de terratenientes y comerciantes, para perpetuar
las relaciones de dominación hacia los indígenas. Lo dicho se observa particularmente en los
ciclos económicos extractivistas de productos como el caucho, la sarrapia o el balatá, que
sumieron a los milenarios habitantes de estos contornos en verdaderos períodos de barbarie
esclavista que aun hoy sus descendientes rememoran con horror. Ciudad Bolívar continuará
ejerciendo su papel de centro de acopio y distribución de mercaderías sin que sus clases
dirigentes, los poderosos comerciantes, lograsen modificar la dinámica y los problemas que la
originaban. Muy posiblemente tampoco quisieron hacerlo realmente, so pena de poner en tela
de juicio la base de sustentación de su poder, uno de cuyos soportes se encontraba en el atraso
A modo de conclusiones
427
sempiterno de las comarcas interiores alimentado por las relaciones comerciales de la capital y
las comarcas interiores.
A semejanza de lo actuado en el siglo XVIII el poblamiento sedentario se retrotrajo para
resultar efímero y sin continuidad, muchos indígenas regresaron al abrigo de los bosques hacia
donde, años después, marchaban sarrapieros y caucheros en su busca para obligarlos al
trabajo. El poblamiento guayanés siguió estando circunscrito básicamente al gran río, su
camino real, y fue solamente por obra de algunos ciclos económicos ligados a la actividad
minera como se profundizó el poblamiento de ciertas zonas, en modo alguno de manera
permanente.
Uno de los efectos no inmediatos del fracaso de la iniciativa de 1841, lo fue el ensayo de
reformas territoriales en los que de manera permanente o provisional fueron separadas
importantes secciones de la histórica Provincia de Guayana, comenzando por el antiguo
Cantón de Río Negro que fue transformado en la Provincia de Amazonas. Otro tanto ocurrirá
años más tarde con el Bajo Orinoco, trastocado en territorio federal tras el triunfo de los
liberales.
IV
Caben algunas reflexiones que nos ayuden a cerrar momentáneamente estas líneas. La primera
es que los republicanos de entonces echaron mano de las misiones como medio de asegurar
mano de obra, pobladores y ciudadanos, entendiéndolas como instrumentos de su política de
estado. En este sentido, podría sostenerse que este movimiento estuvo fuertemente
influenciado por el pensamiento de la Ilustración.
No debemos olvidar que las corrientes liberales que se hacen presentes en distintos eventos –
las Cortes de Cádiz o la Constitución de 1811, por ejemplo- ejercen una influencia
determinante en las nuevas repúblicas, de manera que el indígena debe ser concebido como un
ciudadano y por ello con pleno goce de sus derechos. La Ley de 1841 resulta así un ejercicio
en el cual se combinan las tesis de los primeros siglos de colonización, con las que cobran
vigencia en el siglo de las Luces y luego, con el pensamiento liberal.
A modo de conclusiones
428
La explotación y servidumbre de los indígenas no podían tener cabida en la realidad de las
repúblicas que se justificaron en la independencia, en su rechazo al colonialismo y a toda
forma de sujeción y opresión. La pervivencia de unas relaciones como las descritas, que
retrotraían al pasado que se creía superado, fueron las más de las veces disimuladas,
ignoradas, cuando no negadas; ocurrían efectivamente, pero se encubrían bajo términos de
común y aceptado uso, según fuera el caso. En la Guayana de entonces, en esa costumbre que
persistió como terrible reminiscencia, el robo de niños indígenas para tenerlos como servicio,
se encubría bajo el propósito filantrópico de educarlos y criarlos adecuadamente. Al fin y al
cabo, sobre la realidad de la servidumbre y del trabajo forzado era cómo se obtenían las
mercaderías que llegaban del interior para enriquecer a los comerciantes de la capital.
Los indígenas, claves del desarrollo y el progreso de Guayana, fueron los invitados de piedra;
las políticas indigenistas siguieron insistiendo tercamente en su reducción y civilización sin
que sus voces se escuchasen, a no ser que hubiesen aceptado renunciar a su condición de
pueblos libres. Cuando en 1915 se promulgue la Ley de Misiones, el Estado venezolano
aprueba la instalación de órdenes religiosas para emprender la tarea de reducirlos y
civilizarlos, poco menos de cien años después de la expulsión de los últimos misioneros de
Guayana, algo más de setenta años transcurridos desde el fracaso de aquella primera tentativa.
Paradójicamente, se retomó la práctica de asignar territorios misionales a la usanza de los
siglos de ocupación colonial, empleando las mismas y desgastadas nociones, aunque se hiciera
en beneficio de los indígenas –se decía- y de la República.
Habrá de transcurrir casi un siglo más para que los indígenas, trastocados en actores sociales
en los procesos de transformación que se operan en Venezuela y en todo el Continente, puedan
al fin y al cabo hablar con voz propia, de cómo ven a la sociedad que pretendió hacerlos
desaparecer, del papel que ellos dicen que deben jugar en la conformación de las naciones
latinoamericanas, y de la educación que desean recibir, para bien de ellos y de la sociedad
toda.
Fuentes
429
FUENTES
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Secciones:
Audiencia de Caracas
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- Archivo General de la Nación (Caracas) AGN
Secciones:
Corregimientos
Gobernación de Guayana
Indígenas
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Papeles del Dr. Julián Viso
Secretaría del Interior y Justicia
- Archivo General de Simancas (Valladolid) AGS
Sección:
Estado
- Archivo Histórico del Congreso (Caracas) AHC
Sección:
Diputación de Guayana
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__ Memoria que presenta el Secretario del Interior de los negocios de su departamento al
Congreso de 1833. Caracas, Imprenta de G. F. Devisme. 32 pp.
__ Memoria que presenta el Secretario del Interior de los negocios de su departamento al
Congreso de 1833. Caracas, Imprenta de Damiron y Dupouy. 58 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1836 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de H. Damiron. 64 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1837 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de H. Damiron. 56 pp.
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Justicia. Caracas, Imprenta de H. Damiron. 41 pp.
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__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1839 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de H. Damiron. 51 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1840 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de George Corser. 52 pp. (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1841 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal. 102 pp (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1842 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal. 54 pp (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1843 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal. 33 pp (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1844 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal. 38 pp (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1845 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta Boliviana de D. Salazar. 94 pp (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1846 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal. 46 pp (Documentos anexos)
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1847 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Fortunato Corvala. 58 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1848 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Fortunato Corvala. 78 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1849 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Fortunato Corvala. 46 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1850 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de F. Corvala y Compañía. 61 pp.
__ Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1851 el Secretario del Interior y
Justicia. Caracas, Imprenta de Diego Campbell. 24 pp (Documentos anexos)
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Justicia. Caracas, Franco y Figuera Impresores. 53 pp (Documentos anexos)
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(Documentos anexos)
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Justicia. Caracas, Imprenta de Jesús María Soriano, 48 pp (Documentos anexos)
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Dividida en seis libros, en los que, con gran distinción, y estudio, se trata, y resuelve
todo lo relativo al descubrimiento, descripción, adquisición, y retención de las
mismas Indias, y su govierno particular, así cerca de las personas de los Indios, y sus
servicios, tributos, diezmos, y encomiendas, como de lo espiritual, y eclesiástico
cerca de su doctrina: patronazgo real, iglesias, prelados, prebendados, curas seculares,
y regulares, inquisidores, comisarios de cruzada, y de las religiones. Y en lo temporal,
cerca de todos los magistrados seculares, virreyes, presidentes, audiencias, Consejo
supremo, y Junta de guerra de ellas, con inserción, y declaración de las muchas
cédulas reales, que para esto se han despachado. Madrid, 1776. Corregida, ilustrada
con notas por el Licenciado Don Francisco Ramiro de Valenzuela. Disponible en la
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capuchinos con sus 4 HH. Enfermeros, hijos todos de la misma Provincia, y
sacrificados con violenta muerte por los insurgentes de América en la provincia de
Guayana en distintos días desde el Febrero al junio del año 1817, pronunció en la
Iglesia de Capuchinos de Barcelona el R. P. Fr Nicolás de Vich, Misionero
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Fuentes
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3. c.- Otros recursos
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