santa teresa de jesus - libro de la vida

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Santa Teresa de Jesus - Libro de La Vida

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Libro de la vidaEsta es la obra ms ntima y personal de Santa Teresa de Jess, y la que le vali el proceso de la Inquisicin por sus testimonios sobrenaturales. A lo largo de sus pginas, la mstica de vila relata en tono autobiogrfico la forma en que paulatinamente fue adentrndose en su vida espiritual, cmo aprendi a orar, cules fueron sus primeras experiencias msticas y cmo comenz a relacionarse con Jess. El Libro de la Vida es una obra extremadamente bella y delicada, llena de enseanza espiritual, y constituye una magnfica gua para cualquier persona con inquietudes espirituales, pues la enseanza que Santa Teresa vierte en estas pginas se transforma en una hermosa luz que ayuda al lector a auto-conocerse y a meditar en profundos aspectos de su propia vida interior, al margen de la singularidad de sus creencias religiosas. Este Libro de la Vida recoge todos los matices de la bella y profunda intimidad de Santa Teresa de Jess, expresada con un estilo personal y extremadamente delicado. Entre toda su obra, este libro es el que mejor refleja el desarrollo de su experiencia religiosa. Teresa de Jess Libro de la vida Teresa de Jess, 1588Ilustracin de portada: Giovanni Battista Piazzetta, S. Teresa dAvila in estasi INTRODUCCINLa Vida de Santa Teresa escrita de su misma mano es una autobiografa introspectiva. En la historia de la literatura religiosa tiene su mejor antecedente en las Confesiones de San Agustn. Y un parecido coetneo en la Autobiografa de San Ignacio de Loyola. Si bien profundamente diversa de ambas.La necesidad de introspeccin y de contar por escrito la propia vida surgi en Teresa sobre el rescoldo de su experiencia religiosa profunda como exigencia inmediata de las gracias msticas que le inundan el alma por los aos 1555-1560, cuando ella oscila entre los 40 y 45 de edad.Lo inslito de esas experiencias y la imparable crecida de las mismas puso a la carmelita en la precisin de examinarlas para entenderlas y discernirlas. La hizo recurrir a telogos asesores que la ayudasen en la tarea discernidora. Y de stos recibi la orden de ponerlas por escrito para dictaminar sobre su procedencia.A partir de ese momento, la mirada introspectiva y auto escrutadora acompaar a Teresa hasta el fin de sus das.Puesta a escribir, hace un primer esfuerzo fallido: esas sus experiencias son refractarias a la pluma, irreducibles a un pobre relato en vocablos profanos. Teresa misma confesar ms tarde la causa de esa impotencia: ella haba recibido la merced mstica de la experiencia de Dios; pero an no se le haba concedido la gracia de entenderla, y menos an la de expresarla y comunicarla.Slo en un segundo momento pudo extender una breve relacin de su drama interior. A ese primer esbozo, hoy perdido, siguieron pronto otro y otro (Relaciones 1. y 2., escritas en 1560 y 1561). Con ellas, Teresa haba superado la barrera de lo inefable mstico. Y en el reposo del palacio toledano de Doa. Luisa de la Cerda, logra escribir por fin el libro. Lo termina en la primavera de 1562.Ese mismo ao estrena en vila el convento de San Jos, y en el remanso del nuevo Carmelo redacta de nuevo el libro, con la intencin expresa de enviarlo a San Juan de vila. Termina la nueva redaccin a finales de 1565, y tres aos despus obtiene el visto bueno del santo, que le devuelve el manuscrito desde Montilla. Ser sta la nica redaccin que llegue hasta nosotros.El contenido del libro: relato o leccin?Ambas cosas: relato y leccin espiritual se van entrecruzando en el libro. Teresa cuenta su vida, pero no se limita a desgranar episodios. La suya es una narracin con tesis. Es sta la que da hondura y unidad a lo relatado. Su vida tiene sentido porque Dios se hace presente en ella, hasta convertirse en el verdadero protagonista de lo vivido y relatado.La narracin autobiogrfica se despliega en varios planos sobrepuestos. Comienza con una serie de captulos (del 1 al 9) que cuentan la lucha de Teresa por abrirse paso en la vida. Desde el marco externo del hogar, hasta las crisis de su vida interior y la lucha por superarlas.A partir del captulo 10, interrumpe el relato para intercalar un tratadillo doctrinal, no narrativo. Reanuda la exposicin autobiogrfica en el captulo 23. Pero ahora la desplaza a un plano interior profundo: su vida mstica, tupida de inslitos sucesos: cc. 2331.Sigue un tercer plano, en que cuenta el desbordamiento de sus gracias msticas a favor de una empresa inesperada: la fundacin del Carmelo de San Jos: cc. 3236.Y por fin, ltima mirada al paisaje de sus gracias msticas, las recibidas en el remanso del nuevo Carmelo: cc. 3740.La tesis de soporte fluye a lo largo de la narracin, pero se condensa y desarrolla en los captulos intercalados antes del relato de sus gracias msticas: cc. 1121. En ellos expone cuatro grados de oracin, que marcan los hitos y el sentido de su vida, y la progresiva irrupcin de Dios en ella. La edicinEn vida de la Santa, el autgrafo de Vida fue secuestrado por la Inquisicin (1575), que lo retuvo hasta que, muerta la autora, se proyect editarlo.Recuperado entonces el manuscrito original, de l se sirvi fray Luis de Len para publicar la obra en Salamanca: 1588.En la actualidad el autgrafo de Vida se custodia en la Biblioteca del Escorial, con el ttulo (no autgrafo): La Vida de la Madre Teresa de Jess escrita de su misma mano, con una aprobacin del P. Maestro fr. Domingo Bez su confesor y cathedrtico de prima en Salamanca. De l nos hemos servido para revisar el texto, que en nuestra edicin queda adaptado a la ortografa y fontica modernas. JHS[1]1. Quisiera yo que, como me han mandado[2] y dado larga licencia para que escriba el modo de oracin y las mercedes que el Seor me ha hecho, me la dieran para que muy por menudo y con claridad dijera mis grandes pecados y ruin vida. Dirame gran consuelo. Mas no han querido, antes atdome mucho en este caso. Y por esto pido, por amor del Seor, tenga delante de los ojos quien este discurso de mi vida leyere, que ha sido tan ruin que no he hallado santo de los que se tornaron a Dios con quien me consolar[3]. Porque considero que, despus que el Seor los llamaba, no le tornaban a ofender. Yo no slo tornaba a ser peor, sino que parece traa estudio[4] a resistir las mercedes que Su Majestad me haca, como quien se vea obligada a servir ms y entenda de s no poda pagar lo menos de lo que deba.2. Sea bendito por siempre, que tanto me esper, a quien con todo mi corazn suplico me d gracia para que con toda claridad y verdad yo haga esta relacin que mis confesores[5] me mandan (y aun el Seor s yo lo quiere muchos das ha, sino que yo no me he atrevido[6]) y que sea para gloria y alabanza suya[7] y para que de aqu adelante, conocindome ellos mejor, ayuden a mi flaqueza para que pueda servir algo de lo que debo al Seor, a quien siempre alaben todas las cosas, amn. CAPTULO 1En que trata cmo comenz el Seor a despertar esta alma en su niez a cosas virtuosas, y la ayuda que es para esto serlo los padres.1. El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Seor me favoreca, para ser buena[1]. Era mi padre aficionado a leer buenos libros[2] y as los tena de romance para que leyesen sus hijos. Esto[3], con el cuidado que mi madre tena de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Seora y de algunos santos, comenz a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete aos. Ayudbame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenan muchas.Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jams se pudo acabar con l tuviese esclavos[4], porque los haba gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Deca que, de que no era libre, no lo poda sufrir de piedad. Era de gran verdad. Jams nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.2. Mi madre tambin tena muchas virtudes y pas la vida con grandes enfermedades[5]. Grandsima honestidad. Con ser de harta hermosura, jams se entendi que diese ocasin a que ella haca caso de ella, porque con morir de treinta y tres aos[6], ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivi. Muri muy cristianamente.3. Eramos tres hermanas y nueve hermanos[7]. Todos parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fui yo, aunque era la ms querida de mi padre. Y antes que comenzase a ofender a Dios, parece tena alguna razn; porque yo he lstima cuando me acuerdo las buenas inclinaciones que el Seor me haba dado y cun mal me supe aprovechar de ellas.4. Pues mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a Dios. Tena uno casi de mi edad[8], juntbamonos entrambos a leer vidas de Santos, que era el que yo ms quera, aunque a todos tena gran amor y ellos a m. Como vea los martirios que por Dios las santas pasaban, parecame compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir as, no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que lea haber en el cielo, y juntbame con este mi hermano a tratar qu medio habra para esto. Concertbamos irnos a tierra de moros, pidiendo por amor de Dios, para que all nos descabezasen. Y parceme que nos daba el Seor nimo en tan tierna edad, si viramos algn medio, sino que el tener padres nos pareca el mayor embarazo[9].Espantbanos mucho el decir que pena y gloria era para siempre, en lo que leamos. Acaecanos estar muchos ratos tratando de esto y gustbamos de decir muchas veces: para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Seor servido me quedase en esta niez imprimido el camino de la verdad.5. De que vi que era imposible ir a donde me matasen por Dios, ordenbamos ser ermitaos; y en una huerta que haba en casa procurbamos, como podamos, hacer ermitas, poniendo unas piedrecillas que luego se nos caan, y as no hallbamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone devocin ver cmo me daba Dios tan presto lo que yo perd por mi culpa.6. Haca limosna como poda, y poda poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y as nos haca serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras nias, hacer monasterios, como que ramos monjas, y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho.7. Acurdome que cuando muri mi madre qued yo de edad de doce aos, poco menos[10]. Como yo comenc a entender lo que haba perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Seora y supliqula fuese mi madre, con muchas lgrimas[11]. Parceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a s[12].Fatgame ahora ver y pensar en qu estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comenc.8. Oh Seor mo!, pues parece tenis determinado que me salve, plega a Vuestra Majestad sea as; y de hacerme tantas mercedes como me habis hecho, no tuvierais por bien no por mi ganancia, sino por vuestro acatamiento que no se ensuciara tanto posada adonde tan continuo habais de morar? Fatgame, Seor, aun decir esto, porque s que fue ma toda la culpa; porque no me parece os qued a Vos nada por hacer para que desde esta edad no fuera toda vuestra.Cuando voy a quejarme de mis padres, tampoco puedo, porque no vea en ellos sino todo bien y cuidado de mi bien.Pues pasando de esta edad, que comenc a entender[13] las gracias de naturaleza que el Seor me haba dado, que segn decan eran muchas, cuando por ellas le haba de dar gracias, de todas me comenc a ayudar para ofenderle, como ahora dir. CAPTULO 2Trata cmo fue perdiendo estas virtudes y lo que importa en la niez tratar con personas virtuosas.1. Parceme que comenz a hacerme mucho dao lo que ahora dir. Considero algunas veces cun mal lo hacen los padres que no procuran que vean sus hijos siempre cosas de virtud de todas maneras; porque, con serlo tanto mi madre como he dicho[1], de lo bueno no tom tanto en llegando a uso de razn, ni casi nada, y lo malo me da mucho. Era aficionada a libros de caballeras[2] y no tan mal tomaba este pasatiempo como yo le tom para m, porque no perda su labor, sino desenvolvamonos[3] para leer en ellos, y por ventura lo haca para no pensar en grandes trabajos que tena, y ocupar sus hijos, que no anduviesen en otras cosas perdidos. De esto le pesaba tanto a mi padre, que se haba de tener aviso a que no lo viese. Yo comenc a quedarme en costumbre de leerlos; y aquella pequea falta que en ella vi, me comenz a enfriar los deseos y comenzar a faltar en lo dems; y parecame no era malo, con gastar muchas horas del da y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. Era tan en extremo lo que en esto me embeba que, si no tena libro nuevo, no me parece tena contento.2. Comenc a traer galas y a desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores y todas las vanidades que en esto poda tener, que eran hartas, por ser muy curiosa[4]. No tena mala intencin, porque no quisiera yo que nadie ofendiera a Dios por m. Durme mucha curiosidad de limpieza demasiada y cosas que me pareca a m no eran ningn pecado, muchos aos. Ahora veo cun malo deba ser.Tena primos hermanos algunos[5], que en casa de mi padre no tenan otros cabida para entrar, que era muy recatado, y pluguiera a Dios que lo fuera de stos tambin. Porque ahora veo el peligro que es tratar en la edad que se han de comenzar a criar virtudes con personas que no conocen la vanidad del mundo, sino que antes despiertan para meterse en l. Eran casi de mi edad, poco mayores que yo. Andbamos siempre juntos. Tenanme gran amor, y en todas las cosas que les daba contento los sustentaba pltica y oa sucesos de sus aficiones y nieras nonada buenas; y lo que peor fue, mostrarse el alma a lo que fue causa de todo su mal.3. Si yo hubiera de aconsejar, dijera a los padres que en esta edad tuviesen gran cuenta con las personas que tratan sus hijos, porque aqu est mucho mal, que se va nuestro natural antes a lo peor que a lo mejor.As me acaeci a m, que tena una hermana de mucha ms edad que yo[6], de cuya honestidad y bondad que tena mucha de sta no tomaba nada, y tom todo el dao de una parienta que trataba mucho en casa. Era de tan livianos tratos, que mi madre la haba mucho procurado desviar que tratase en casa; parece adivinaba el mal que por ella me haba de venir, y era tanta la ocasin que haba para entrar, que no haba podido[7]. A sta que digo, me aficion a tratar. Con ella era mi conversacin y plticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempos que yo quera, y aun me pona en ellas y daba parte de sus conversaciones y vanidades.Hasta que trat con ella, que fue de edad de catorce aos[8], y creo que ms (para tener amistad conmigo digo y darme parte de sus cosas), no me parece haba dejado a Dios por culpa mortal ni perdido el temor de Dios, aunque le tena mayor de la honra[9]. Este tuvo fuerza para no la perder del todo, ni me parece por ninguna cosa del mundo en esto me poda mudar, ni haba amor de persona de l que a esto me hiciese rendir. As tuviera fortaleza en no ir contra la honra de Dios, como me la daba mi natural para no perder en lo que me pareca a m est la honra del mundo! Y no miraba que la perda por otras muchas vas!4. En querer sta vanamente tena extremo. Los medios que eran menester para guardarla, no pona ninguno. Slo para no perderme del todo tena gran miramiento.Mi padre y hermana sentan mucho esta amistad. Reprendanmela muchas veces. Como no podan quitar la ocasin de entrar ella en casa, no les aprovechaban sus diligencias, porque mi sagacidad para cualquier cosa mala era mucha. Espntame algunas veces el dao que hace una mala compaa, y si no hubiera pasado por ello, no lo pudiera creer. En especial en tiempo de mocedad debe ser mayor el mal que hace. Querra escarmentasen en m los padres para mirar mucho en esto. Y es as que de tal manera me mud esta conversacin, que de natural y alma virtuoso no me dej casi ninguna[10], y me parece me imprima sus condiciones ella y otra que tena la misma manera de pasatiempos.5. Por aqu entiendo el gran provecho que hace la buena compaa, y tengo por cierto que, si tratara en aquella edad con personas virtuosas, que estuviera entera en la virtud. Porque si en esta edad tuviera quien me enseara a temer a Dios, fuera tomando fuerzas el alma para no caer. Despus, quitado este temor del todo, quedme slo el de la honra, que en todo lo que haca me traa atormentada. Con pensar que no se haba de saber, me atreva a muchas cosas bien contra ella y contra Dios.6. Al principio daronme las cosas dichas, a lo que me parece, y no deba ser suya la culpa, sino ma. Porque despus mi malicia para el mal bastaba, junto con tener criadas, que para todo mal hallaba en ellas buen aparejo; que si alguna fuera en aconsejarme bien, por ventura me aprovechara; mas el inters las cegaba, como a m la aficin. Y pues nunca era inclinada a mucho mal porque cosas deshonestas naturalmente las aborreca, sino a pasatiempos de buena conversacin, mas puesta en la ocasin, estaba en la mano el peligro, y pona en l a mi padre y hermanos. De los cuales[11] me libr Dios de manera que se parece bien procuraba contra mi voluntad que del todo no me perdiese, aunque no pudo ser tan secreto que no hubiese harta quiebra de mi honra y sospecha en mi padre.Porque no me parece haba tres meses que andaba en estas vanidades, cuando me llevaron a un monasterio que haba en este lugar[12], adonde se criaban personas semejantes, aunque no tan ruines en costumbres como yo; y esto con tan gran disimulacin, que sola yo y algn deudo lo supo; porque aguardaron a coyuntura que no pareciese novedad: porque, haberse mi hermana casado y quedar sola sin madre, no era bien[13].7. Era tan demasiado el amor que mi padre me tena y la mucha disimulacin ma, que no haba creer tanto mal de m, y as no qued en desgracia conmigo. Como fue breve el tiempo, aunque se entendiese algo, no deba ser dicho con certinidad[14]. Porque como yo tema tanto la honra, todas mis diligencias eran en que fuese secreto, y no miraba que no poda serlo a quien todo lo ve.Oh Dios mo! Qu dao hace en el mundo tener esto en poco y pensar que ha de haber cosa secreta que sea contra Vos! Tengo por cierto que se excusaran grandes males si entendisemos que no est el negocio en guardarnos de los hombres, sino en no nos guardar de descontentaros a Vos.8. Los primeros ocho das sent mucho, y ms la sospecha que tuve se haba entendido la vanidad ma, que no de estar all. Porque ya yo andaba cansada y no dejaba de tener gran temor de Dios cuando le ofenda, y procuraba confesarme con brevedad. Traa un desasosiego, que en ocho das y aun creo menos estaba muy ms contenta que en casa de mi padre. Todas lo estaban conmigo, porque en esto me daba el Seor gracia, en dar contento adondequiera que estuviese, y as era muy querida[15]. Y puesto que yo estaba entonces ya enemigusima de ser monja, holgbame de ver tan buenas monjas, que lo eran mucho las de aquella casa, y de gran honestidad y religin y recatamiento.Aun con todo esto no me dejaba el demonio de tentar, y buscar los de fuera cmo me desasosegar con recaudos. Como no haba lugar, presto se acab, y comenz mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compaa de buenos.Parceme andaba Su Majestad mirando y remirando por dnde me poda tornar a s. Bendito seis Vos, Seor, que tanto me habis sufrido! Amn.9. Una cosa tena que parece me poda ser alguna disculpa, si no tuviera tantas culpas; y es que era el trato con quien por va de casamiento me pareca poda acabar en bien; e informada de con quien me confesaba y de otras personas, en muchas cosas me decan no iba contra Dios.10. Dorma una monja con las que estbamos seglares, que por medio suyo parece quiso el Seor comenzar a darme luz, como ahora dir[16]. CAPTULO 3En que trata cmo fue parte la buena compaa para tornar a despertar sus deseos, y por qu manera comenz el Seor a darla alguna luz del engao que haba trado.1. Pues comenzando a gustar de la buena y santa conversacin de esta monja, holgbame de orla cun bien hablaba de Dios, porque era muy discreta y santa. Esto, a mi parecer, en ningn tiempo dej de holgarme de orlo. Comenzme a contar cmo ella haba venido a ser monja por slo leer lo que dice el evangelio: Muchos son los llamados y pocos los escogidos[1]. Decame el premio que daba el Seor a los que todo lo dejan por El.Comenz esta buena compaa a desterrar las costumbres que haba hecho la mala y a tornar a poner en mi pensamiento deseos de las cosas eternas y a quitar algo la gran enemistad que tena con ser monja, que se me haba puesto grandsima. Y si vea alguna tener lgrimas cuando rezaba, u otras virtudes, habala mucha envidia; porque era tan recio mi corazn en este caso que, si leyera toda la Pasin, no llorara una lgrima. Esto me causaba pena.2. Estuve ao y medio en este monasterio harto mejorada. Comenc a rezar muchas oraciones vocales y a procurar con todas me encomendasen a Dios, que me diese el estado en que le haba de servir. Mas todava deseaba no fuese monja, que ste no fuese Dios servido de drmele, aunque tambin tema el casarme.A cabo de este tiempo que estuve aqu, ya tena ms amistad de ser monja, aunque no en aquella casa, por las cosas ms virtuosas que despus entend tenan, que me parecan extremos demasiados; y haba algunas de las ms mozas que me ayudaban en esto, que si todas fueran de un parecer, mucho me aprovechara. Tambin tena yo una grande amiga[2] en otro monasterio, y esto me era parte para no ser monja, si lo hubiese de ser, sino adonde ella estaba. Miraba ms el gusto de mi sensualidad[3] y vanidad que lo bien que me estaba a mi alma. Estos buenos pensamientos de ser monja me venan algunas veces y luego se quitaban, y no poda persuadirme a serlo.3. En este tiempo, aunque yo no estaba descuidada de mi remedio, andaba ms ganoso el Seor de disponerme para el estado que me estaba mejor. Diome una gran enfermedad, que hube de tornar en casa de mi padre. En estando buena, llevronme en casa de mi hermana que resida en una aldea[4] para verla, que era extremo el amor que me tena y, a su querer, no saliera yo de con ella; y su marido tambin me amaba mucho, al menos mostrbame todo regalo, que aun esto debo ms al Seor, que en todas partes siempre le he tenido, y todo se lo serva como la que soy.4. Estaba en el camino un hermano de mi padre, muy avisado y de grandes virtudes, viudo, a quien tambin andaba el Seor disponiendo para s, que en su mayor edad dej todo lo que tena y fue fraile y acab de suerte que creo goza de Dios[5]. Quiso que me estuviese con l unos das. Su ejercicio era buenos libros de romance, y su hablar era lo ms ordinario de Dios y de la vanidad del mundo. Hacame le leyese y, aunque no era amiga de ellos[6], mostraba que s. Porque en esto de dar contento a otros he tenido extremo, aunque a m me hiciese pesar; tanto, que en otras fuera virtud y en m ha sido gran falta, porque iba muchas veces muy sin discrecin.Oh, vlgame Dios, por qu trminos me andaba Su Majestad disponiendo para el estado en que se quiso servir de m, que, sin quererlo yo, me forz a que me hiciese fuerza! Sea bendito por siempre, amn.5. Aunque fueron los das que estuve pocos, con la fuerza que hacan en mi corazn las palabras de Dios, as ledas como odas, y la buena compaa, vine a ir entendiendo la verdad de cuando nia[7], de que no era todo nada, y la vanidad del mundo, y cmo acababa en breve, y a temer, si me hubiera muerto, cmo me iba al infierno. Y aunque no acababa mi voluntad de inclinarse a ser monja, vi era el mejor y ms seguro estado. Y as poco a poco me determin a forzarme para tomarle.6. En esta batalla estuve tres meses, forzndome a m misma con esta razn: que los trabajos y pena de ser monja no poda ser mayor que la del purgatorio, y que yo haba bien merecido el infierno; que no era mucho estar lo que viviese como en purgatorio, y que despus me ira derecha al cielo, que ste era mi deseo.Y en este movimiento de tomar estado, ms me parece me mova un temor servil que amor. Poname[8] el demonio que no podra sufrir los trabajos de la religin, por ser tan regalada[9]. A esto me defenda con los trabajos que pas Cristo, porque no era mucho yo pasase algunos por El; que El me ayudara a llevarlos deba pensar, que esto postrero no me acuerdo. Pas hartas tentaciones estos das.7. Habanme dado, con unas calenturas, unos grandes desmayos, que siempre tena bien poca salud. Diome la vida haber quedado ya amiga de buenos libros. Lea en las Epstolas de San Jernimo[10], que me animaban de suerte que me determin a decirlo a mi padre, que casi era como a tomar el hbito, porque era tan honrosa[11] que me parece no tornara atrs por ninguna manera, habindolo dicho una vez. Era tanto lo que me quera, que en ninguna manera lo pude acabar con l, ni bastaron ruegos de personas que procur le hablasen. Lo que ms[12] se pudo acabar con l fue que despus de sus das hara lo que quisiese. Yo ya me tema a m y a mi flaqueza no tornase atrs, y as no me pareci me convena esto, y procurlo por otra va, como ahora dir. CAPTULO 4Dice cmo la ayud el Seor para forzarse a s misma para tomar hbito, y las muchas enfermedades que Su Majestad la comenz a dar.1. En estos das que andaba con estas determinaciones, haba persuadido a un hermano mo a que se metiese fraile[1] dicindole la vanidad del mundo. Y concertamos entrambos de irnos un da muy de maana al monasterio adonde estaba aquella mi amiga, que era al que yo tena mucha aficin[2], puesto que ya en esta postrera determinacin ya yo estaba de suerte, que a cualquiera que pensara servir ms a Dios o mi padre quisiera, fuera; que ms miraba ya el remedio de mi alma, que del descanso ningn caso haca de l.Acurdaseme, a todo mi parecer y con verdad, que cuando sal de casa de mi padre no creo ser ms el sentimiento cuando me muera[3]. Porque me parece cada hueso se me apartaba por s, que, como no haba amor de Dios que quitase el amor del padre y parientes, era todo hacindome una fuerza tan grande que, si el Seor no me ayudara, no bastaran mis consideraciones para ir adelante. Aqu me dio nimo contra m, de manera que lo puse por obra.2. En tomando el hbito[4], luego me dio el Seor a entender cmo favorece a los que se hacen fuerza para servirle, la cual nadie no entenda de m[5], sino grandsima voluntad. A la hora[6] me dio un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca jams me falt hasta hoy, y mud Dios la sequedad que tena mi alma en grandsima ternura. Dbanme deleite todas las cosas de la religin, y es verdad que andaba algunas veces barriendo en horas que yo sola ocupar en mi regalo y gala, y acordndoseme que estaba libre de aquello, me daba un nuevo gozo, que yo me espantaba y no poda entender por dnde vena.Cuando de esto me acuerdo, no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase de acometerla. Porque ya tengo experiencia en muchas que, si me ayudo al principio a determinarme a hacerlo, que, siendo slo por Dios, hasta comenzarlo[7] quiere para que ms merezcamos que el alma sienta aquel espanto, y mientras mayor, si sale con ello, mayor premio y ms sabroso se hace despus. Aun en esta vida lo paga Su Majestad por unas vas que slo quien goza de ello lo entiende. Esto tengo por experiencia, como he dicho[8], en muchas cosas harto graves. Y as jams aconsejara si fuera persona que hubiera de dar parecer que, cuando una buena inspiracin acomete muchas veces, se deje, por miedo, de poner por obra; que si va desnudamente por solo Dios, no hay que temer suceder mal, que poderoso es para todo. Sea bendito por siempre, amn.3. Bastara, oh sumo Bien y descanso mo!, las mercedes que me habais hecho hasta aqu, de traerme por tantos rodeos vuestra piedad y grandeza a estado tan seguro y a casa adonde haba muchas siervas de Dios, de quien yo pudiera tomar, para ir creciendo en su servicio. No s cmo he de pasar de aqu, cuando me acuerdo la manera de mi profesin[9] y la gran determinacin y contento con que la hice y el desposorio que hice con Vos. Esto no lo puedo decir sin lgrimas, y haban de ser de sangre y quebrrseme el corazn, y no era mucho sentimiento para lo que despus os ofend.Parceme ahora que tena razn de no querer tan gran dignidad, pues tan mal haba de usar de ella. Mas Vos, Seor mo, quisisteis ser casi veinte aos que us mal de esta merced ser el agraviado, porque yo fuese mejorada. No parece, Dios mo, sino que promet no guardar cosa de lo que os haba prometido, aunque entonces no era esa mi intencin. Mas veo tales mis obras despus, que no s qu intencin tena, para que ms se vea quin Vos sois, Esposo mo, y quin soy yo. Que es verdad, cierto, que muchas veces me templa el sentimiento de mis grandes culpas el contento que me da que se entienda la muchedumbre de vuestras misericordias[10].4. En quin, Seor, pueden as resplandecer como en m, que tanto he oscurecido con mis malas obras las grandes mercedes que me comenzasteis a hacer? Ay de m, Criador mo, que si quiero dar disculpa, ninguna tengo! Ni tiene nadie la culpa sino yo. Porque si os pagara algo del amor que me comenzasteis a mostrar, no le pudiera yo emplear en nadie sino en Vos, y con esto se remediaba todo. Pues no lo merec ni tuve tanta ventura, vlgame ahora, Seor, vuestra misericordia.5. La mudanza de la vida y de los manjares me hizo dao a la salud, que, aunque el contento era mucho, no bast. Comenzronme a crecer los desmayos y diome un mal de corazn tan grandsimo, que pona espanto a quien le vea, y otros muchos males juntos, y as pas el primer ao con harta mala salud, aunque no me parece ofend a Dios en l mucho. Y como era el mal tan grave que casi me privaba el sentido siempre y algunas veces del todo quedaba sin l, era grande la diligencia que traa mi padre para buscar remedio; y como no le dieron los mdicos de aqu, procur llevarme a un lugar adonde haba mucha fama de que sanaban all otras enfermedades, y as dijeron haran la ma[11]. Fue conmigo esta amiga que he dicho que tena en casa, que era antigua[12]. En la casa que era monja no se prometa clausura[13].6. Estuve casi un ao por all, y los tres meses de l padeciendo tan grandsimo tormento en las curas que me hicieron tan recias, que yo no s cmo las pude sufrir; y en fin, aunque las sufr, no las pudo sufrir mi sujeto, como dir[14].Haba de comenzarse la cura en el principio del verano, y yo fui en el principio del invierno. Todo este tiempo estuve en casa de la hermana que he dicho[15] que estaba en la aldea, esperando el mes de abril, porque estaba cerca, y no andar yendo y viniendo.7. Cuando iba, me dio aquel to mo que tengo dicho que estaba en el camino, un libro: llmase Tercer Abecedario[16], que trata de ensear oracin de recogimiento; y puesto que este primer ao haba ledo buenos libros (que no quise ms usar de otros, porque ya entenda el dao que me haban hecho[17]), no saba cmo proceder en oracin ni cmo recogerme, y as holgume mucho con l y determinme a seguir aquel camino con todas mis fuerzas[18]. Y como ya el Seor me haba dado don de lgrimas y gustaba de leer, comenc a tener ratos de soledad y a confesarme a menudo y comenzar aquel camino, teniendo a aquel libro por maestro. Porque yo no hall maestro, digo confesor, que me entendiese, aunque le busqu, en veinte aos despus de esto que digo, que me hizo harto dao para tornar muchas veces atrs y aun para del todo perderme; porque todava me ayudara a salir de las ocasiones que tuve para ofender a Dios.Comenzme Su Majestad a hacer tantas mercedes en los principios, que al fin de este tiempo que estuve aqu (que era casi nueve meses en esta soledad, aunque no tan libre de ofender a Dios como el libro me deca, mas por esto pasaba yo; parecame casi imposible tanta guarda; tenala de no hacer pecado mortal, y pluguiera a Dios la tuviera siempre; de los veniales haca poco caso, y esto fue lo que me destruy)[19], comenz el Seor a regalarme tanto por este camino, que me haca merced de darme oracin de quietud, y alguna vez llegaba a unin, aunque yo no entenda qu era lo uno ni lo otro y lo mucho que era de preciar, que creo me fuera gran bien entenderlo. Verdad es que duraba tan poco esto de unin, que no s si era Avemara[20]; mas quedaba con unos efectos tan grandes que, con no haber en este tiempo veinte aos[21], me parece traa el mundo debajo de los pies, y as me acuerdo que haba lstima a los que le seguan, aunque fuese en cosas lcitas.Procuraba lo ms que poda traer a Jesucristo, nuestro bien y Seor, dentro de m presente, y sta era mi manera de oracin. Si pensaba en algn paso[22], le representaba en lo interior; aunque lo ms gastaba en leer buenos libros, que era toda mi recreacin; porque no me dio Dios talento de discurrir con el entendimiento ni de aprovecharme con la imaginacin, que la tengo tan torpe, que aun para pensar y representar en m como lo procuraba traer la Humanidad del Seor, nunca acababa. Y aunque por esta va de no poder obrar con el entendimiento llegan ms presto a la contemplacin si perseveran, es muy trabajoso y penoso. Porque si falta la ocupacin de la voluntad y el haber en qu se ocupe en cosa presente el amor, queda el alma como sin arrimo ni ejercicio, y da gran pena la soledad y sequedad, y grandsimo combate los pensamientos.8. A personas que tienen esta disposicin les conviene ms pureza de conciencia que a las que con el entendimiento pueden obrar. Porque quien va discurriendo[23] en lo que es el mundo y en lo que debe a Dios y en lo mucho que sufri y lo poco que le sirve y lo que da a quien le ama, saca doctrina para defenderse de los pensamientos y de las ocasiones y peligros. Pero quien no se puede aprovechar de esto, tinele mayor y convinele ocuparse mucho en leccin, pues de su parte no puede sacar ninguna[24].Es tan penossima esta manera de proceder, que si el maestro que ensea aprieta en que sin leccin[25], que ayuda mucho para recoger (a quien de esta manera procede le es necesario, aunque sea poco lo que lea, sino en lugar de la oracin mental que no puede tener); digo que si sin esta ayuda le hacen estar mucho rato en la oracin, que ser imposible durar mucho en ella y le har dao a la salud si porfa, porque es muy penosa cosa[26].9. Ahora me parece que provey el Seor que yo no hallase quien me ensease, porque fuera imposible, me parece, perseverar dieciocho aos que pas este trabajo, y en stos[27] grandes sequedades, por no poder, como digo, discurrir. En todos stos, si no era acabando de comulgar, jams osaba comenzar a tener oracin sin un libro; que tanto tema mi alma estar sin l en oracin, como si con mucha gente fuera a pelear. Con este remedio, que era como una compaa o escudo en que haba de recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada. Porque la sequedad no era lo ordinario, mas era siempre cuando me faltaba libro, que era luego desbaratada el alma, y los pensamientos perdidos; con esto los comenzaba a recoger y como por halago llevaba el alma. Y muchas veces, en abriendo el libro, no era menester ms. Otras lea poco, otras mucho, conforme a la merced que el Seor me haca.Parecame a m, en este principio que digo, que teniendo yo libros y cmo tener soledad, que no habra peligro que me sacase de tanto bien; y creo con el favor de Dios fuera as, si tuviera maestro o persona que me avisara de huir las ocasiones en los principios y me hiciera salir de ellas, si entrara, con brevedad. Y si el demonio me acometiera entonces descubiertamente, parecame en ninguna manera tornara gravemente a pecar; mas fue tan sutil y yo tan ruin, que todas mis determinaciones me aprovecharon poco, aunque muy mucho los das que serv a Dios, para poder sufrir las terribles enfermedades que tuve, con tan gran paciencia como Su Majestad me dio.10. Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regaldose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningn deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Seor mo las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los esconda. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Seor pone en m casi hacindome fuerza para que la tenga.11. Quiero tornar a lo que me han mandado[28]. Digo que, si hubiera de decir por menudo de la manera que el Seor se haba conmigo en estos principios, que fuera menester otro entendimiento que el mo para saber encarecer lo que en este caso le debo y mi gran ingratitud y maldad, pues todo esto olvid. Sea por siempre bendito, que tanto me ha sufrido. Amn. CAPTULO 5Prosigue en las grandes enfermedades que tuvo y la paciencia que el Seor le dio en ellas, y cmo saca de los males bienes, segn se ver en una cosa que le acaeci en este lugar que se fue a curar.1. Olvid de decir cmo en el ao del noviciado pas grandes desasosiegos con cosas que en s tenan poco tomo; mas culpbanme sin tener culpa hartas veces. Yo lo llevaba con harta pena e imperfeccin, aunque con el gran contento que tena de ser monja todo lo pasaba. Como me vean procurar soledad y me vean llorar por mis pecados algunas veces, pensaban era descontento, y as lo decan.Era aficionada a todas las cosas de religin, mas no a sufrir ninguna que pareciese menosprecio. Holgbame de ser estimada. Era curiosa[1] en cuanto haca. Todo me pareca virtud, aunque esto no me ser disculpa, porque para todo saba lo que era procurar mi contento, y as la ignorancia no quita la culpa. Alguna tiene no estar fundado el monasterio en mucha perfeccin; yo, como ruin, bame a lo que vea falta y dejaba lo bueno.2. Estaba una monja entonces enferma de grandsima enfermedad y muy penosa, porque eran unas bocas en el vientre, que se le haban hecho de opilaciones, por donde echaba lo que coma. Muri presto de ello. Yo vea a todas temer aquel mal. A m hacame gran envidia su paciencia. Peda a Dios que, dndomela as a m, me diese las enfermedades que fuese servido. Ninguna me parece tema, porque estaba tan puesta en ganar bienes eternos, que por cualquier medio me determinaba a ganarlos. Y espntome, porque an no tena a mi parecer amor de Dios, como despus que comenc a tener oracin me pareca a m le he tenido, sino una luz de parecerme todo de poca estima lo que se acaba y de mucho precio los bienes que se pueden ganar con ello, pues son eternos.Tan bien me oy en esto Su Majestad, que antes de dos aos[2] estaba tal, que aunque no el mal de aquella suerte, creo no fue menos penoso y trabajoso el que tres aos tuve, como ahora dir.3. Venido el tiempo que estaba aguardando en el lugar que digo que estaba con mi hermana para curarme, llevronme con harto cuidado de mi regalo mi padre y hermana y aquella monja mi amiga que haba salido conmigo, que era muy mucho lo que me quera[3].Aqu comenz el demonio a descomponer mi alma, aunque Dios sac de ello harto bien. Estaba una persona de la iglesia, que resida en aquel lugar adonde me fui a curar[4], de harto buena calidad y entendimiento. Tena letras, aunque no muchas. Yo comencme a confesar con l, que siempre fui amiga de letras[5], aunque gran dao hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque no los tena de tan buenas letras como quisiera.He visto por experiencia que es mejor, siendo virtuosos y de santas costumbres, no tener ningunas; porque ni ellos se fan de s sin preguntar a quien las tenga buenas, ni yo me fiara. Y buen letrado nunca me enga. Estotros tampoco me deban de querer engaar, sino no saban ms. Yo pensaba que s y que no era obligada a ms de creerlos, como era cosa ancha lo que me decan y de ms libertad; que si fuera apretada, yo soy tan ruin que buscara otros. Lo que era pecado venial decanme que no era ninguno; lo que era gravsimo mortal, que era venial. Esto me hizo tanto dao que no es mucho lo diga aqu para aviso de otras de tan gran mal; que para delante de Dios bien veo no me es disculpa, que bastaban ser las cosas de su natural no buenas para que yo me guardara de ellas. Creo permiti Dios, por mis pecados, ellos se engaasen y me engaasen a m. Yo enga a otras hartas con decirles lo mismo que a m me haban dicho.Dur en esta ceguedad creo ms de diecisiete aos, hasta que un Padre dominico[6], gran letrado, me desenga en cosas, y los de la Compaa de Jess del todo me hicieron tanto temer, agravindome[7] tan malos principios, como despus dir.4. Pues comenzndome a confesar con este que digo[8], l se aficion en extremo a m, porque entonces tena poco que confesar para lo que despus tuve, ni lo haba tenido despus de monja. No fue la aficin[9] de ste mala; mas de demasiada aficin vena a no ser buena. Tena entendido de m que no me determinara a hacer cosa contra Dios que fuese grave por ninguna cosa, y l tambin me aseguraba lo mismo, y as era mucha la conversacin. Mas mis tratos entonces, con el embebecimiento de Dios que traa, lo que ms gusto me daba era tratar cosas de El; y como era tan nia, hacale confusin ver esto, y con la gran voluntad que me tena, comenz a declararme su perdicin. Y no era poca, porque haba casi siete aos que estaba en muy peligroso estado, con aficin y trato con una mujer del mismo lugar, y con esto deca misa. Era cosa tan pblica, que tena perdida la honra y la fama, y nadie le osaba hablar contra esto.A m hzoseme gran lstima, porque le quera mucho; que esto tena yo de gran liviandad y ceguedad, que me pareca virtud ser agradecida y tener ley a quien me quera. Maldita sea tal ley, que se extiende hasta ser contra la de Dios! Es un desatino que se usa en el mundo, que me desatina; que debemos todo el bien que nos hacen a Dios, y tenemos por virtud, aunque sea ir contra El, no quebrantar esta amistad. Oh ceguedad del mundo! Fuerais Vos servido, Seor, que yo fuera ingratsima contra todo l, y contra Vos no lo fuera un punto! Mas ha sido todo al revs, por mis pecados.5. Procur saber e informarme ms de personas de su casa. Supe ms la perdicin, y vi que el pobre no tena tanta culpa; porque la desventurada de la mujer le tena puestos hechizos en un idolillo de cobre que le haba rogado le trajese por amor de ella al cuello, y ste nadie haba sido poderoso de podrsele quitar.Yo no creo es verdad esto de hechizos determinadamente; mas dir esto que yo vi, para aviso de que se guarden los hombres de mujeres que este trato quieren tener, y crean que, pues pierden la vergenza a Dios (que ellas ms que los hombres son obligadas a tener honestidad), que ninguna cosa de ellas pueden confiar; que a trueco de llevar adelante su voluntad y aquella aficin que el demonio les pone, no miran nada. Aunque yo he sido tan ruin, en ninguna de esta suerte yo no ca, ni jams pretend hacer mal ni, aunque pudiera, quisiera forzar la voluntad para que me la tuvieran, porque me guard el Seor de esto; mas si me dejara, hiciera el mal que haca en lo dems, que de m ninguna cosa hay que fiar.6. Pues como supe esto, comenc a mostrarle ms amor. Mi intencin buena era, la obra mala, pues por hacer bien, por grande que sea, no haba de hacer un pequeo mal. Tratbale muy ordinario de Dios. Esto deba aprovecharle, aunque ms creo le hizo al caso el quererme mucho; porque, por hacerme placer, me vino a dar el idolillo, el cual hice echar luego en un ro. Quitado ste, comenz como quien despierta de un gran sueo a irse acordando de todo lo que haba hecho aquellos aos; y espantndose de s, dolindose de su perdicin, vino a comenzar a aborrecerla. Nuestra Seora le deba ayudar mucho, que era muy devoto de su Concepcin, y en aquel da haca gran fiesta. En fin, dej del todo de verla y no se hartaba de dar gracias a Dios por haberle dado luz.A cabo de un ao en punto desde el primer da que yo le vi, muri. Y haba estado muy en servicio de Dios, porque aquella aficin grande que me tena nunca entend ser mala, aunque pudiera ser con ms puridad[10]; mas tambin hubo ocasiones para que, si no se tuviera muy delante a Dios, hubiera ofensas suyas ms graves. Como he dicho[11], cosa que yo entendiera era pecado mortal no la hiciera entonces. Y parceme que le ayudaba a tenerme amor ver esto en m; que creo todos los hombres deben ser ms amigos de mujeres que ven inclinadas a virtud; y aun para lo que ac pretenden deben de ganar con ellos ms por aqu, segn despus dir.Tengo por cierto est en carrera de salvacin. Muri muy bien y muy quitado de aquella ocasin. Parece quiso el Seor que por estos medios se salvase.7. Estuve en aquel lugar[12] tres meses con grandsimos trabajos, porque la cura fue ms recia que peda mi complexin. A los dos meses, a poder de medicinas, me tena casi acabada la vida, y el rigor del mal de corazn de que me fui a curar era mucho ms recio, que algunas veces me pareca con dientes agudos me asan de l, tanto que se temi era rabia. Con la falta grande de virtud[13] (porque ninguna cosa poda comer, si no era bebida, de grande hasto) calentura muy continua, y tan gastada, porque casi un mes me haba dado una purga cada da, estaba tan abrasada, que se me comenzaron a encoger los nervios con dolores tan incomportables[14], que da ni noche ningn sosiego poda tener. Una tristeza muy profunda.8. Con esta ganancia me torn a traer mi padre adonde tornaron a verme mdicos. Todos me desahuciaron, que decan sobre todo este mal, decan estaba htica[15]. De esto se me daba a m poco. Los dolores eran los que me fatigaban, porque eran en un ser[16] desde los pies hasta la cabeza; porque de nervios son intolerables, segn decan los mdicos, y como todos se encogan, cierto si yo no lo hubiera por mi culpa perdido era recio tormento.En esta reciedumbre no estara ms de tres meses, que pareca imposible poderse sufrir tantos males juntos. Ahora me espanto, y tengo por gran merced del Seor la paciencia que Su Majestad me dio, que se vea claro venir de El. Mucho me aprovech para tenerla haber ledo la historia de Job en los Morales de San Gregorio[17], que parece previno el Seor con esto, y con haber comenzado a tener oracin, para que yo lo pudiese llevar con tanta conformidad. Todas mis plticas eran con El. Traa muy ordinario estas palabras de Job en el pensamiento y decalas: Pues recibimos los bienes de la mano del Seor, por qu no sufriremos los males[18]? Esto parece me pona esfuerzo.9. Vino la fiesta de nuestra Seora de Agosto[19], que hasta entonces desde abril haba sido el tormento, aunque los tres postreros meses mayor. Di prisa a confesarme, que siempre era muy amiga de confesarme a menudo. Pensaron que era miedo de morirme y, por no me dar pena, mi padre no me dej. Oh amor de carne demasiado, que aunque sea de tan catlico padre y tan avisado que lo era harto, que no fue ignorancia me pudiera hacer gran dao! Diome aquella noche un paraxismo[20] que me dur estar sin ningn sentido cuatro das, poco menos. En esto me dieron el Sacramento de la Uncin y cada hora o momento[21] pensaban expiraba y no hacan sino decirme el Credo, como si alguna cosa entendiera. Tenanme a veces por tan muerta, que hasta la cera me hall despus en los ojos[22].10. La pena de mi padre era grande de no me haber dejado confesar; clamores y oraciones a Dios, muchas. Bendito sea El que quiso orlas, que teniendo da y medio abierta la sepultura en mi monasterio, esperando el cuerpo all y hechas las honras[23] en uno de nuestros frailes fuera de aqu, quiso el Seor tornase en m.Luego me quise confesar. Comulgu con hartas lgrimas; mas a mi parecer que no eran con el sentimiento y pena de slo haber ofendido a Dios, que bastara para salvarme, si el engao que traa de los que me haban dicho no eran algunas cosas pecado mortal, que cierto he visto despus lo eran, no me aprovechara. Porque los dolores eran incomportables, con que qued; el sentido poco, aunque la confesin entera, a mi parecer, de todo lo que entend haba ofendido a Dios; que esta merced me hizo Su Majestad, entre otras, que nunca, despus que comenc a comulgar, dej cosa por confesar que yo pensase era pecado, aunque fuese venial, que le dejase de confesar. Mas sin duda me parece que lo iba harto mi salvacin si entonces me muriera, por ser los confesores tan poco letrados por una parte, y por otra ser yo ruin, y por muchas.11. Es verdad, cierto, que me parece estoy con tan gran espanto llegando aqu y viendo cmo parece me resucit el Seor, que estoy casi temblando entre m. Parceme fuera bien, oh nima ma, que miraras del peligro que el Seor te haba librado y, ya que por amor no le dejabas de ofender, lo dejaras por temor que pudiera otras mil veces matarte en estado ms peligroso. Creo no aado muchas en decir otras mil, aunque me ria quien me mand moderase el contar mis pecados, y harto hermoseados van.Por amor de Dios le pido de mis culpas no quite nada, pues se ve ms aqu la magnificencia de Dios y lo que sufre[24] a un alma. Sea bendito para siempre. Plega a Su Majestad que antes me consuma que le deje yo ms de querer[25]. CAPTULO 6Trata de lo mucho que debi al Seor en darle conformidad con tan grandes trabajos, y cmo tom por medianero y abogado al glorioso San Jos, y lo mucho que le aprovech.1. Qued de estos cuatro das de paroxismo[1] de manera que slo el Seor puede saber los incomportables tormentos que senta en m: la lengua hecha pedazos de mordida; la garganta, de no haber pasado nada y de la gran flaqueza que me ahogaba, que aun el agua no poda pasar; toda me pareca estaba descoyuntada; con grandsimo desatino en la cabeza; toda encogida, hecha un ovillo, porque en esto par el tormento de aquellos das, sin poderme menear, ni brazo ni pie ni mano ni cabeza, ms que si estuviera muerta, si no me meneaban; slo un dedo me parece poda menear de la mano derecha. Pues llegar a m no haba cmo, porque todo estaba tan lastimado que no lo poda sufrir. En una sbana, una de un cabo y otra de otro, me meneaban[2].Esto fue hasta Pascua Florida[3]. Slo tena que, si no llegaban a m, los dolores me cesaban muchas veces y, a cuento de[4] descansar un poco, me contaba por buena, que traa temor me haba de faltar la paciencia; y as qued muy contenta de verme sin tan agudos y continuos dolores, aunque a los recios fros de cuartanas dobles[5] con que qued, recsimas, los tena incomportables; el hasto muy grande.2. Di luego tan gran prisa de irme al monasterio, que me hice llevar as[6]. A la que esperaban muerta, recibieron con alma; mas el cuerpo peor que muerto, para dar pena verle. El extremo de flaqueza no se puede decir, que solos los huesos tena ya. Digo que estar as me dur ms de ocho meses; el estar tullida, aunque iba mejorando, casi tres aos[7]. Cuando comenc a andar a gatas, alababa a Dios. Todos los pas con gran conformidad y, si no fue estos principios, con gran alegra; porque todo se me haca nonada comparado con los dolores y tormentos del principio. Estaba muy conforme con la voluntad de Dios, aunque me dejase as siempre.Parceme era toda mi ansia de sanar por estar a solas en oracin como vena mostrada[8], porque en la enfermera no haba aparejo. Confesbame muy a menudo. Trataba mucho de Dios, de manera que edificaba a todas, y se espantaban de la paciencia que el Seor me daba; porque, a no venir de mano de Su Majestad, pareca imposible poder sufrir tanto mal con tanto contento.3. Gran cosa fue haberme hecho la merced en la oracin que me haba hecho, que sta me haca entender qu cosa era amarle; porque de aquel poco tiempo vi nuevas en m esta virtudes, aunque no fuertes, pues no bastaron a sustentarme en justicia: no tratar mal de nadie por poco que fuese, sino lo ordinario era excusar toda murmuracin; porque traa muy delante cmo no haba de querer ni decir de otra persona lo que no quera dijesen de m. Tomaba esto en harto extremo para las ocasiones que haba, aunque no tan perfectamente que algunas veces, cuando me las daban grandes, en algo no quebrase; mas lo continuo era esto; y as, a las que estaban conmigo y me trataban persuada tanto a esto, que se quedaron en costumbre. Vnose a entender que adonde yo estaba tenan seguras las espaldas, y en esto estaban con las que yo tena amistad y deudo[9], y enseaba; aunque en otras cosas tengo bien que dar cuenta a Dios del mal ejemplo que les daba.Plega a Su Majestad me perdone, que de muchos males fui causa, aunque no con tan daada intencin como despus suceda la obra.4. Quedme deseo de soledad; amiga de tratar y hablar en Dios[10], que si yo hallara con quin, ms contento y recreacin me daba que toda la polica[11] o grosera, por mejor decir de la conversacin del mundo; comulgar y confesar muy ms a menudo, y desearlo; amigusima de leer buenos libros; un grandsimo arrepentimiento en habiendo ofendido a Dios, que muchas veces me acuerdo que no osaba tener oracin, porque tema la grandsima pena que haba de sentir de haberle ofendido, como un gran castigo. Esto me fue creciendo despus en tanto extremo, que no s yo a qu compare este tormento. Y no era poco ni mucho por temor jams, sino como se me acordaba los regalos que el Seor me haca en la oracin y lo mucho que le deba, y vea cun mal se lo pagaba, no lo poda sufrir[12], y enojbame en extremo de las muchas lgrimas que por la culpa lloraba, cuando vea mi poca enmienda, que ni bastaban determinaciones ni fatiga en que me vea para no tornar a caer en ponindome en la ocasin. Parecanme lgrimas engaosas y parecame ser despus mayor la culpa, porque vea la gran merced que me haca el Seor en drmelas y tan gran arrepentimiento. Procuraba confesarme con brevedad[13] y, a mi parecer, haca de mi parte lo que poda para tornar en gracia.Estaba todo el dao en no quitar de raz las ocasiones y en los confesores, que me ayudaban poco; que, a decirme en el peligro que andaba y que tena obligacin a no traer aquellos tratos, sin duda creo se remediara; porque en ninguna va sufriera andar en pecado mortal slo un da, si yo lo entendiera.Todas estas seales de temer a Dios me vinieron con la oracin, y la mayor era ir envuelto en amor, porque no se me pona delante el castigo. Todo lo que[14] estuve tan mala, me dur mucha guarda de mi conciencia cuanto a pecados mortales. Oh, vlgame Dios, que deseaba yo la salud para ms servirle, y fue causa de todo mi dao!5. Pues como me vi tan tullida y en tan poca edad y cul me haban parado los mdicos de la tierra, determin acudir a los del cielo para que me sanasen; que todava deseaba la salud, aunque con mucha alegra lo llevaba, y pensaba algunas veces que, si estando buena me haba de condenar, que mejor estaba as; mas todava pensaba que servira mucho ms a Dios con la salud. Este es nuestro engao, no nos dejar del todo a lo que el Seor hace, que sabe mejor lo que nos conviene.6. Comenc a hacer devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones, que nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no poda sufrir y a ellas les haca devocin; despus se ha dado a entender no convenan, que eran supersticiosas. Y tom por abogado y seor al glorioso San Jos y encomendme mucho a l. Vi claro que as de esta necesidad como de otras mayores de honra y prdida de alma este padre y seor mo me sac con ms bien que yo le saba pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, as de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Seor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Seor darnos a entender que as como le fue sujeto en la tierra que como tena el nombre de padre, siendo ayo, le poda mandar, as en el cielo hace cuanto le pide.Esto han visto otras algunas personas, a quien yo deca se encomendasen a l, tambin por experiencia; y aun hay[15] muchas que le son devotas de nuevo, experimentando esta verdad.7. Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que poda, ms llena de vanidad que de espritu, queriendo se hiciese muy curiosamente y bien, aunque con buen intento. Mas esto tena malo, si algn bien el Seor me daba gracia que hiciese, que era lleno de imperfecciones y con muchas faltas. Para el mal y curiosidad y vanidad tena gran maa y diligencia. El Seor me perdone.Querra yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea ms aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a l se encomiendan. Parceme ha algunos aos que cada ao en su da le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la peticin, l la endereza para ms bien mo.8. Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso Santo a m y a otras personas; mas por no hacer ms de lo que me mandaron, en muchas cosas ser corta ms de lo que quisiera, en otras ms larga que era menester; en fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discrecin. Slo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y ver por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devocin. En especial, personas de oracin siempre le haban de ser aficionadas; que no s cmo se puede pensar en la Reina de los ngeles en el tiempo que tanto pas con el Nio Jess, que no den gracias a San Jos por lo bien que les ayud en ellos. Quien no hallare maestro que le ensee oracin, tome este glorioso Santo por maestro y no errar en el camino. Plega al Seor no haya yo errado en atreverme a hablar en l[16]; porque aunque publico serle devota, en los servicios y en imitarle siempre he faltado.Pues l hizo como quien es en hacer de manera que pudiese levantarme y andar y no estar tullida; y yo como quien soy, en usar mal de esta merced.9. Quin dijera que haba tan presto de caer, despus de tantos regalos de Dios, despus de haber comenzado Su Majestad a darme virtudes, que ellas mismas me despertaban a servirle, despus de haberme visto casi muerta y en tan gran peligro de ir condenada, despus de haberme resucitado alma y cuerpo, que todos los que me vieron se espantaban de verme viva! Qu es esto, Seor mo! En tan peligrosa vida hemos de vivir? Que escribiendo esto estoy y me parece que con vuestro favor y por vuestra misericordia podra decir lo que San Pablo, aunque no con esa perfeccin, que no vivo yo ya sino que Vos, Criador mo, vivs en m[17], segn ha algunos aos que, a lo que puedo entender, me tenis de vuestra mano y me veo con deseos y determinaciones y en alguna manera probado por experiencia en estos aos en muchas cosas, de no hacer cosa contra vuestra voluntad, por pequea que sea, aunque debo hacer hartas ofensas a Vuestra Majestad sin entenderlo. Y tambin me parece que no se me ofrecer cosa por vuestro amor, que con gran determinacin me deje de poner a ella, y en algunas me habis Vos ayudado para que salga con ellas, y no quiero mundo ni cosa de l, ni me parece me da contento cosa que salga de Vos[18], y lo dems me parece pesada cruz.Bien me puedo engaar, y as ser que no tengo esto que he dicho; mas bien veis Vos, mi Seor, que a lo que puedo entender no miento, y estoy temiendo y con mucha razn si me habis de tornar a dejar; porque ya s a lo que llega mi fortaleza y poca virtud en no me la estando Vos dando siempre y ayudando para que no os deje; y plega a Vuestra Majestad que aun ahora no est dejada de Vos, parecindome todo esto de m.No s cmo queremos vivir, pues es todo tan incierto. Parecame a m, Seor mo, ya imposible dejaros tan del todo a Vos; y como tantas veces os dej, no puedo dejar de temer, porque, en apartndoos un poco de m, daba con todo en el suelo.Bendito seis por siempre, que aunque os dejaba yo a Vos, no me dejasteis Vos a m tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Seor, no la quera, ni quera entender cmo muchas veces me llamabais de nuevo, como ahora dir. CAPTULO 7Trata por los trminos que fue perdiendo las mercedes que el Seor le haba hecho, y cun perdida vida comenz a tener. Dice los daos que hay en no ser muy encerrados los monasterios de monjas.1. Pues as comenc, de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasin en ocasin, a meterme tanto en muy grandes ocasiones y andar tan estragada mi alma en muchas vanidades, que ya yo tena vergenza de en tan particular amistad como es tratar de oracin tornarme a llegar a Dios. Y ayudme a esto que, como crecieron los pecados, comenzme a faltar el gusto y regalo en las cosas de virtud. Vea yo muy claro, Seor mo, que me faltaba esto a m por faltaros yo a Vos[1].Este fue el ms terrible engao que el demonio me poda hacer debajo de parecer humildad, que comenc a temer de tener oracin, de verme tan perdida[2]; y parecame era mejor andar como los muchos[3], pues en ser ruin era de los peores, y rezar lo que estaba obligada y vocalmente, que no tener oracin mental y tanto trato con Dios la que mereca estar con los demonios, y que engaaba a la gente, porque en lo exterior tena buenas apariencias.Y as no es de culpar a la casa adonde estaba, porque con mi maa procuraba me tuviesen en buena opinin, aunque no de advertencia fingiendo cristiandad; porque en esto de hipocresa y vanagloria, gloria a Dios, jams me acuerdo haberle ofendido que yo entienda[4]; que en vinindome primer movimiento, me daba tanta pena, que el demonio iba con prdida y yo quedaba con ganancia, y as en esto muy poco me ha tentado jams. Por ventura si Dios permitiera me tentara en esto tan recio como en otras cosas, tambin cayera; mas Su Majestad hasta ahora me ha guardado en esto, sea por siempre bendito; antes me pesaba mucho de que me tuviesen en buena opinin, como yo saba lo secreto de m.2. Este no me tener por tan ruin vena que[5], como me vean tan moza y en tantas ocasiones y apartarme muchas veces a soledad a rezar y leer, mucho hablar de Dios, amiga de hacer pintar su imagen en muchas partes y de tener oratorio[6] y procurar en l cosas que hiciesen devocin, no decir mal, otras cosas de esta suerte que tenan apariencia de virtud, y yo que de vana me saba estimar en las cosas que en el mundo se suelen tener por estima, con esto me daban tanta y ms libertad que a las muy antiguas y tenan gran seguridad de m. Porque tomar yo libertad ni hacer cosas sin licencia, digo por agujeros o paredes o de noche, nunca me parece lo pudiera acabar conmigo en monasterio hablar de esta suerte, ni lo hice, porque me tuvo el Seor de su mano. Parecame a m que con advertencia y de propsito miraba muchas cosas que poner la honra de tantas en aventura, por ser yo ruin, siendo ellas buenas, que era muy mal hecho; como si fuera bien otras cosas que haca. A la verdad, no iba el mal de tanto acuerdo como esto fuera, aunque era mucho.3. Por esto me parece a m me hizo harto dao no estar en monasterio encerrado; porque la libertad que las que eran buenas podan tener con bondad (porque no deban ms, que no se prometa clausura[7]), para m, que soy ruin, hubirame cierto llevado al infierno, si con tantos remedios y medios el Seor con muy particulares mercedes suyas no me hubiera sacado de este peligro. Y as me parece lo es grandsimo[8], monasterio de mujeres con libertad, y que ms me parece es paso para caminar al infierno las que quisieren ser ruines, que remedio para sus flaquezas.Esto no se tome por el mo[9], porque hay tantas que sirven muy de veras y con mucha perfeccin al Seor, que no puede Su Majestad dejar, segn es bueno, de favorecerlas, y no es de los muy abiertos, y en l se guarda toda religin, sino de otros que yo s y he visto.4. Digo que me hace gran lstima; que ha menester el Seor hacer particulares llamamientos y no una vez sino muchas para que se salven, segn estn autorizadas las honras y recreaciones del mundo, y tan mal entendido a lo que estn obligadas, que plega a Dios no tengan por virtud lo que es pecado, como muchas veces yo lo haca. Y hay tan gran dificultad en hacerlo entender, que es menester el Seor ponga muy de veras en ello su mano.Si los padres tomasen mi consejo, ya que no quieran mirar a poner sus hijas adonde vayan camino de salvacin sino con ms peligro que en el mundo, que lo miren por lo que toca a su honra; y quieran ms casarlas muy bajamente, que meterlas en monasterios semejantes, si no son muy bien inclinadas y plega a Dios aproveche, o se las tenga en su casa[10]. Porque, si quiere ser ruin, no se podr encubrir sino poco tiempo, y ac muy mucho, y en fin lo descubre el Seor; y no slo daa a s, sino a todas; y a las veces las pobrecitas no tienen culpa, porque se van por lo que hallan[11]; y es lstima de muchas que se quieren apartar del mundo y, pensando que se van a servir al Seor y a apartar de los peligros del mundo, se hallan en diez mundos juntos, que ni saben cmo se valer ni remediar; que la mocedad y sensualidad y demonio las convida e inclina a seguir algunas cosas que son del mismo mundo. Ve all que lo tienen por bueno, a manera de decir.Parceme como los desventurados de los herejes, en parte, que se quieren cegar y hacer entender que es bueno aquello que siguen, y que lo creen as sin creerlo, porque dentro de s tienen quien les diga que es malo.5. Oh grandsimo mal, grandsimo mal de religiosos no digo ahora ms mujeres que hombres adonde no se guarda religin[12], adonde en un monasterio hay dos caminos: de virtud y religin, y falta de religin, y todos casi se andan por igual; antes mal dije, no por igual, que por nuestros pecados camnase ms el ms imperfecto; y como hay ms de l, es ms favorecido. Usase tan poco el de la verdadera religin, que ms ha de temer el fraile y la monja que ha de comenzar de veras a seguir del todo su llamamiento a los mismos de su casa, que a todos los demonios; y ms cautela y disimulacin ha de tener para hablar en la amistad que desea tener con Dios, que en otras amistades y voluntades que el demonio ordena en los monasterios. Y no s de qu nos espantamos haya tantos males en la Iglesia, pues los que haban de ser los dechados para que todos sacasen virtudes tienen tan borrada la labor que el espritu de los santos pasados dejaron en las religiones[13].Plega a la divina Majestad ponga remedio en ello, como ve que es menester, amn.6. Pues comenzando yo a tratar estas conversaciones, no me pareciendo como vea que se usaban que haba de venir a mi alma el dao y distraimiento que despus entend era semejantes tratos, parecindome que cosa tan general como es este visitar[14] en muchos monasterios que no me hara a m ms mal que a las otras que yo vea eran buenas y no miraba que eran muy mejores, y que lo que en m fue peligro en otras no lo sera tanto, que alguno dudo yo le deja de haber, aunque no sea sino tiempo malgastado, estando con una persona, bien al principio del conocerla, quiso el Seor darme a entender que no me convenan aquellas amistades, y avisarme y darme luz en tan gran ceguedad: representseme Cristo delante con mucho rigor, dndome a entender lo que de aquello le pesaba[15]. Vile con los ojos del alma ms claramente que le pudiera ver con los del cuerpo, y quedme tan imprimido, que ha esto ms de veinte y seis aos[16] y me parece lo tengo presente. Yo qued muy espantada y turbada, y no quera ver ms a con quien estaba.7. Hzome mucho dao no saber yo que era posible ver nada si no era con los ojos del cuerpo, y el demonio que me ayud a que lo creyese as y hacerme entender era imposible y que se me haba antojado y que poda ser el demonio y otras cosas de esta suerte, puesto que siempre me quedaba un parecerme era Dios y que no era antojo. Mas, como no era a mi gusto, yo me haca a m misma desmentir; y yo como no lo os tratar con nadie y torn despus a haber gran importunacin asegurndome que no era mal ver persona semejante ni perda honra, antes que la ganaba, torn a la misma conversacin y aun en otros tiempos a otras, porque fue muchos aos los que tomaba esta recreacin pestilencial; que no me pareca a m como estaba en ello tan malo como era, aunque a veces claro vea no era bueno; mas ninguna no me hizo[17] el distraimiento que sta que digo, porque la tuve mucha aficin.8. Estando otra vez con la misma persona, vimos venir hacia nosotros y otras personas que estaban all tambin lo vieron una cosa a manera de sapo grande, con mucha ms ligereza que ellos suelen andar[18]. De la parte que l vino no puedo yo entender pudiese haber semejante sabandija en mitad del da ni nunca la habido[19], y la operacin que hizo en m me parece no era sin misterio. Y tampoco esto se me olvid jams. Oh grandeza de Dios, y con cunto cuidado y piedad me estbais avisando de todas maneras, y qu poco me aprovech a m!9. Tena all una monja que era mi parienta[20], antigua y gran sierva de Dios y de mucha religin. Esta tambin me avisaba algunas veces, y no slo no la crea, mas disgustbame con ella y parecame se escandalizaba sin tener por qu.He dicho esto para que se entienda mi maldad y la gran bondad de Dios y cun merecido tena el infierno por tan grande ingratitud; y tambin porque si el Seor ordenare y fuere servido en algn tiempo lea esto alguna monja[21], escarmienten en m; y les pido yo por amor de nuestro Seor huyan de semejantes recreaciones. Plega a Su Majestad se desengae alguna por m de cuantas he engaado dicindoles que no era mal y asegurando tan gran peligro con la ceguedad que yo tena, que de propsito no las quera yo engaar; y por el mal ejemplo que las di como he dicho[22] fui causa de hartos males, no pensando haca tanto mal.10. Estando yo mala en aquellos primeros das[23], antes que supiese valerme a m, me daba grandsimo deseo de aprovechar a los otros; tentacin muy ordinaria de los que comienzan, aunque a m me sucedi bien.Como quera tanto a mi padre, desebale con el bien que yo me pareca tena con tener oracin que me pareca que en esta vida no poda ser mayor que tener oracin, y as por rodeos, como pude, comenc a procurar con l la tuviese. Dile libros para este propsito. Como era tan virtuoso como he dicho, asentse tan bien en l este ejercicio, que en cinco o seis aos[24] me parece sera estaba tan adelante, que yo alababa mucho al Seor, y dbame grandsimo consuelo. Eran grandsimos los trabajos que tuvo de muchas maneras. Todos los pasaba con grandsima conformidad. Iba muchas veces a verme, que se consolaba en tratar cosas de Dios.11. Ya despus que yo andaba tan destrada[25] y sin tener oracin, como vea pensaba que era la que sola, no lo pude sufrir sin desengaarle; porque estuve un ao y ms[26] sin tener oracin, parecindome ms humildad. Y sta, como despus dir[27], fue la mayor tentacin que tuve, que por ella me iba a acabar de perder; que con la oracin un da ofenda a Dios, y tornaba otros a recogerme y apartarme ms de la ocasin.Como el bendito hombre vena con esto, hacaseme recio verle tan engaado en que pensase trataba con Dios como sola, y djele que ya yo no tena oracin, aunque no la causa. Psele mis enfermedades por inconveniente; que, aunque san de aquella tan grave, siempre hasta ahora las he tenido y tengo bien grandes, aunque de poco ac no con tanta reciedumbre, mas no se quitan, de muchas maneras. En especial tuve veinte aos vmito por las maanas, que hasta ms de medioda me acaeca no poder desayunarme; algunas veces, ms tarde. Despus ac que frecuento ms a menudo las comuniones, es a la noche, antes que me acueste, con mucha ms pena, que tengo yo de procurarle con plumas y otras cosas, porque si lo dejo, es mucho el mal que siento. Y casi nunca estoy, a mi parecer, sin muchos dolores, y algunas veces bien graves, en especial en el corazn, aunque el mal que me tomaba muy continuo es muy de tarde en tarde. Perlesa recia[28] y otras enfermedades de calenturas que sola tener muchas veces, me hallo buena ocho aos ha. De estos males se me da ya tan poco, que muchas veces me huelgo, parecindome en algo se sirve el Seor.12. Y mi padre me crey que era sta la causa, como l no deca mentira y ya, conforme a lo que yo trataba con l, no la haba yo de decir. Djele, porque mejor lo creyese (que bien vea yo que para esto no haba disculpa), que harto haca en poder servir el coro[29]; y aunque tampoco era causa bastante para dejar cosa que no son menester fuerzas corporales para ella, sino slo amar y costumbre; que el Seor da siempre oportunidad, si queremos.Digo siempre, que, aunque con ocasiones y aun enfermedad algunos ratos impida para muchos ratos de soledad, no deja de haber otros que hay salud para esto; y en la misma enfermedad y ocasiones es la verdadera oracin, cuando es alma que ama, en ofrecer aquello y acordarse por quin lo pasa y conformarse con ello y mil cosas que se ofrecen. Aqu ejercita el amor, que no es por fuerza que ha de haberla[30] cuando hay tiempo de soledad, y lo dems no ser oracin. Con un poquito de cuidado, grandes bienes se hallan en el tiempo que con trabajos el Seor nos quita el tiempo de la oracin, y as los haba yo hallado cuando tena buena conciencia.13. Mas l, con la opinin que tena de m y el amor que me tena, todo me lo crey; antes me hubo lstima. Mas como l estaba ya en tan subido estado, no estaba despus tanto conmigo, sino como[31] me haba visto, base, que deca era tiempo perdido. Como yo le gastaba en otras vanidades, dbaseme poco.No fue slo a l, sino a otras algunas personas las que procur tuviesen oracin. Aun andando yo en estas vanidades, como las vea amigas de rezar, las deca cmo tendran meditacin, y les aprovechaba, y dbales libros. Porque este deseo de que otros sirviesen a Dios, desde que comenc oracin, como he dicho[32], le tena. Parecame a m que, ya que yo no serva al Seor como lo entenda, que no se perdiese lo que me haba dado Su Majestad a entender, y que le sirviesen otros por m. Digo esto para que se vea la gran ceguedad en que estaba, que me dejaba perder a m y procuraba ganar a otros.14. En este tiempo dio a mi padre la enfermedad de que muri, que dur algunos das. Fuile yo a curar, estando ms enferma en el alma que l en el cuerpo, en muchas vanidades, aunque no de manera que a cuanto entenda estuviese en pecado mortal en todo este tiempo ms perdido que digo; porque entendindolo yo, en ninguna manera lo estuviera.Pas harto trabajo en su enfermedad. Creo le serv algo de los que l haba pasado en las mas. Con estar yo harto mala, me esforzaba, y con que en faltarme l me faltaba todo el bien y regalo, porque en un ser[33] me le haca, tuve tan gran nimo para no le mostrar pena y estar hasta que muri como si ninguna cosa sintiera, parecindome se arrancaba mi alma cuando vea acabar su vida, porque le quera mucho[34].15. Fue cosa para alabar al Seor la muerte que muri y la gana que tena de morirse, los consejos que nos daba despus de haber recibido la Extremauncin, el encargarnos le encomendsemos a Dios y le pidisemos misericordia para l y que siempre le sirvisemos, que mirsemos se acababa todo. Y con lgrimas nos deca la pena grande que tena de no haberle l servido, que quisiera ser un fraile, digo, haber sido de los ms estrechos que hubiera.Tengo por muy cierto que quince das antes le dio el Seor a entender no haba de vivir; porque antes de stos, aunque estaba malo, no lo pensaba; despus, con tener mucha mejora y decirlo los mdicos, ningn caso haca de ello, sino entenda en ordenar su alma.16. Fue su principal mal de un dolor grandsimo de espaldas que jams se le quitaba. Algunas veces le apretaba tanto, que le congojaba mucho. Djele yo que, pues era tan devoto de cuando el Seor llevaba la cruz a cuestas, que pensase Su Majestad le quera dar a sentir algo de lo que haba pasado con aquel dolor. Consolse tanto, que me parece nunca ms le o quejar.Estuvo tres das muy falto el sentido. El da que muri se le torn el Seor tan entero, que nos espantbamos, y le tuvo hasta que a la mitad del Credo, dicindole l mismo, expir. Qued como un ngel. As me pareca a m lo era l a manera de decir en alma y disposicin, que la tena muy buena.No s para qu he dicho esto, si no es para culpar ms mi ruin vida despus de haber visto tal muerte y entender tal vida, que por parecerme en algo a tal padre la haba yo de mejorar. Deca su confesor que era dominico, muy gran letrado que no dudaba de que se iba derecho al cielo, porque haba algunos aos que le confesaba, y loaba su limpieza de conciencia.17. Este padre dominico[35], que era muy bueno y temeroso de Dios, me hizo harto provecho; porque me confes con l, y tom a hacer bien a mi alma con cuidado y hacerme entender la perdicin que traa. Hacame comulgar de quince a quince das. Y poco a poco, comenzndole a tratar, tratle de mi oracin. Djome que no la dejase, que en ninguna manera me poda hacer sino provecho. Comenc a tornar a ella, aunque no a quitarme de las ocasiones, y nunca ms la dej.Pasaba una vida trabajossima, porque en la oracin entenda ms mis faltas. Por una parte me llamaba Dios; por otra, yo segua al mundo. Dbanme gran contento todas las cosas de Dios; tenanme atada las del mundo. Parece que quera concertar estos dos contrarios tan enemigo uno de otro como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales. En la oracin pasaba gran trabajo, porque no andaba el espritu seor sino esclavo; y as no me poda encerrar dentro de m (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oracin) sin encerrar conmigo mil vanidades.Pas as muchos aos, que ahora me espanto qu sujeto bast a sufrir[36] que no dejase lo uno o lo otro. Bien s que dejar la oracin no era ya en mi mano, porque me tena con las suyas el que me quera para hacerme mayores mercedes.18. Oh, vlgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos aos Dios me quitaba, y cmo me tornaba yo a meter en ellas, y de los peligros de perder del todo el crdito que me libr! Yo a hacer obras para descubrir la que era, y el Seor encubrir los males y descubrir alguna pequea virtud, si tena, y hacerla grande en los ojos de todos, de manera que siempre me tenan en mucho[37]. Porque aunque algunas veces se traslucan mis vanidades, como vean otras cosas que les parecan buenas, no lo crean.Y era que haba ya visto el Sabedor de todas las cosas que era menester as, para que en las que despus he hablado de su servicio me diesen algn crdito, y miraba su soberana largueza, no los grandes pecados, sino los deseos que muchas veces tena de servirle y la pena por no tener fortaleza en m para ponerlo por obra.19. Oh Seor de mi alma! Cmo podr encarecer las mercedes que en estos aos me hicisteis! Y cmo en el tiempo que yo ms os ofenda, en breve me disponais con un grandsimo arrepentimiento para que gustase de vuestros regalos y mercedes! A la verdad, tomabais, Rey mo, el ms delicado y penoso castigo por medio que para m poda ser, como quien bien entenda lo que me haba de ser ms penoso[38]. Con regalos grandes castigbais mis delitos.Y no creo digo desatino, aunque sera bien que estuviese desatinada tornando a la memoria ahora de nuevo mi ingratitud y maldad.Era tan ms penoso para mi condicin recibir mercedes, cuando haba cado en graves culpas, que recibir castigos, que una de ellas me parece, cierto, me deshaca y confunda ms y fatigaba, que muchas enfermedades con otros trabajos hartos, juntas. Porque lo postrero[39] vea lo mereca y parecame pagaba algo de mis pecados, aunque todo era poco, segn ellos eran muchos; mas verme recibir de nuevo mercedes, pagando tan mal las recibidas, es un gnero de tormento para m terrible, y creo para todos los que tuvieren algn conocimiento o amor de Dios, y esto por una condicin virtuosa lo podemos ac sacar. Aqu eran mis lgrimas y mi enojo de ver lo que senta, vindome de suerte que estaba en vspera de tornar a caer, aunque mis determinaciones y deseos entonces por aquel rato, digo estaban firmes.20. Gran mal es un alma sola entre tantos peligros. Parceme a m que si yo tuviera con quin tratar todo esto, que me ayudara a no tornar a caer, siquiera por vergenza, ya que no la tena de Dios.Por eso, aconsejara yo a los que tienen oracin, en especial al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo. Es cosa importantsima, aunque no sea sino ayudarse unos a otros con sus oraciones, cunto ms que hay muchas ms ganancias! Y no s yo por qu (pues de conversaciones y voluntades humanas, aunque no sean muy buenas se procuran amigos con quien descansar, y para ms gozar de contar aquellos placeres vanos) no se ha de permitir[40] que quien comenzare de veras a amar a Dios y a servirle, deje de tratar con algunas personas sus placeres y trabajos, que de todo tienen los que tienen oracin. Porque si es de verdad la amistad que quiere tener con Su Majestad, no haya miedo de vanagloria; y cuando el primer movimiento le acometa, salga de ello con mrito. Y creo que el que tratando con esta intencin lo tratare, que aprovechar a s y a los que le oyeren y saldr ms enseado; aun sin entender cmo, ensear[41] a sus amigos.21. El que de hablar en esto tuviere vanagloria, tambin la tendr en or misa con devocin, si le ven, y en hacer otras cosas que, so pena de no ser cristiano, las ha de hacer y no se han de dejar por miedo de vanagloria.Pues es tan importantsimo esto para almas que no estn fortalecidas en virtud como tienen tantos contrarios, y amigos para incitar al mal que no s cmo lo encarecer. Parceme que el demonio ha usado de este ardid como cosa que muy mucho le importa: que se escondan tanto de que se entienda que de veras quieren procurar amar y contentar a Dios, como ha incitado se descubran otras voluntades malhonestas, con ser tan usadas, que ya parece se toma por gala y se publican las ofensas que en este caso se hacen a Dios.22. No s si digo desatinos. Si lo son, vuestra merced[42] los rompa; y si no lo son, le suplico ayude a mi simpleza con aadir aqu mucho. Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas[43] unos a otros los que le sirven para ir adelante, segn se tiene por bueno andar en las vanidades y contentos del mundo. Y para estos hay pocos ojos; y si uno comienza a darse a Dios, hay tantos que murmuren, que es menester buscar compaa para defenderse, hasta que ya estn fuertes en no les pesar de padecer; y si no, vernse en mucho aprieto.Parceme que por esto deban usar algunos santos irse a los desiertos; y es un gnero de humildad no fiar de s, sino creer que para aquellos con quien conversa le ayudar Dios, y crece la caridad con ser comunicada, y hay mil bienes que no los osara decir, si no tuviese gran experiencia de lo mucho que va en esto.Verdad es que yo soy ms flaca y ruin que todos los nacidos; mas creo no perder quien, humillndose, aunque sea fuerte, no lo crea de s, y creyere en esto a quien tiene experiencia. De m s decir que, si el Seor no me descubriera esta verdad y diera medios para que yo muy ordinario[44] tratara con personas que tienen oracin, que cayendo y levantando iba a dar de ojos en el infierno. Porque para caer haba muchos amigos que me ayudasen; para levantarme hallbame tan sola, que ahora me espanto cmo no me estaba siempre cada, y alabo la misericordia de Dios, que era slo el que me daba la mano.Sea bendito por siempre jams, amn. CAPTULO 8Trata del gran bien que le hizo no se apartar del todo de la oracin para no perder el alma, y cun excelente remedio es para ganar lo perdido. Persuade a que todos la tengan. Dice cmo es tan gran ganancia y que, aunque la tornen a dejar, es gran bien usar algn tiempo de tan gran bien[1].Dice cmo es tan gran ganancia y que, aunque la tornen a dejar,1. No sin causa he ponderado tanto este tiempo de mi vida, que bien veo no dar a nadie gusto ver cosa tan ruin; que, cierto, querra me aborreciesen los que esto leyesen, de ver un alma tan pertinaz e ingrata con quien[2] tantas mercedes le ha hecho. Y quisiera tener licencia[3] para decir las muchas veces que en este tiempo falt a Dios.2. Por estar arrimada a esta fuerte columna de la oracin, pas este mar tempestuoso casi veinte aos[4], con estas cadas y con levantarme y mal pues tornaba a caer y en vida tan baja de perfeccin, que ningn caso casi haca de pecados veniales, y los mortales, aunque los tema, no como haba de ser, pues no me apartaba de los peligros. S decir que es una de las vidas penosas que me parece se puede imaginar; porque ni yo gozaba de Dios ni traa contento en el mundo. Cuando estaba en los contentos del mundo, en acordarme lo que deba a Dios era con pena; cuando estaba con Dios, las aficiones del mundo me desasosegaban. Ello es una guerra tan penosa, que no s cmo un mes la pude sufrir, cunto ms tantos aos.Con todo, veo claro la gran misericordia que el Seor hizo conmigo: ya que haba de tratar en el mundo, que tuviese nimo para tener oracin. Digo nimo, porque no s yo para qu cosa de cuantas hay en l es menester mayor, que tratar traicin al rey y saber que lo sabe y nunca se le quitar de delante. Porque, puesto que[5] siempre estamos delante de Dios, parceme a m es de otra manera los que tratan de oracin, porque estn viendo que los mira; que los dems podr ser estn algunos das que aun no se acuerden que los ve Dios.3. Verdad es que en estos aos hubo muchos meses, y creo alguna vez ao, que me guardaba de ofender al Seor y me daba mucho a la oracin y haca algunas y hartas diligencias para no le venir a ofender. Porque va todo lo que escribo dicho con toda verdad, trato ahora esto. Mas acurdaseme poco de estos das buenos, y as deban ser pocos, y mucho de los ruines. Ratos grandes de oracin pocos das se pasaban sin tenerlos, si no era estar muy mala o muy ocupada. Cuando estaba mala, estaba mejor con Dios; procuraba que las personas que trataban conmigo lo estuviesen, y suplicbalo al Seor; hablaba muchas veces en El.As que, si no fue el ao que tengo dicho, en veinte y ocho que ha que comenc oracin, ms de los dieciocho pas esta batalla y contienda de tratar con Dios y con el mundo[6]. Los dems que ahora me quedan por decir, mudse la causa de la guerra, aunque no ha sido pequea; mas con estar, a lo que pienso, en servicio de Dios y con conocimiento de la vanidad que es el mundo, todo ha sido suave, como dir despus.4. Pues para lo que he tanto contado esto es, como he ya dicho[7], para que se vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; lo otro[8], para que se entienda el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oracin con voluntad, aunque no est tan dispuesta como es menester, y cmo si en ella persevera, por pecados y tentaciones y cadas de mil manera que ponga el demonio, en fin tengo por cierto la saca el Seor a puerto de salvacin, como a lo que ahora parece me ha sacado a m. Plega a Su Majestad no me torne yo a perder.5. El bien que tiene quien se ejercita en oracin hay muchos santos y buenos que lo han escrito[9], digo oracin mental: gloria sea a Dios por ello! Y cuando no fuera esto, aunque soy poco humilde, no tan soberbia que en esto osara hablar.De lo que yo tengo experiencia puedo decir, y es que por males que haga quien la ha comenzado, no la deje, pues es el medio por donde puede tornarse a remediar, y sin ella ser muy ms dificultoso. Y no le tiente el demonio por la manera que a m, a dejarla por humildad; crea que no pueden faltar sus palabras[10], que en arrepintindonos de veras y determinndose a no le ofender, se torna a la amistad que estaba y hacer las mercedes que antes haca y a las veces mucho ms si el arrepentimiento lo merece.Y quien no la ha comenzado, por amor del Seor le ruego yo no carezca de tanto bien. No hay aqu que temer, sino que desear; porque, cuando no fuere adelante y se esforzare a ser perfecto, que merezca los gustos y regalos que a estos da Dios, a poco ganar ir entendiendo el camino para el cielo; y si persevera, espero yo en la misericordia de Dios, que nadie le tom por amigo que no se lo pagase[11]; que no es otra cosa oracin mental, a mi parecer, sino tratar de amistad[12], estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. Y si vos an no le amis (porque, para ser verdadero el amor y que dure la amistad, hanse de encontrar las condiciones[13]: la del Seor ya se sabe que no puede tener falta, la nuestra es ser viciosa, sensual, ingrata), no podis acabar con vos[14] de amarle tanto, porque no es de vuestra condicin; mas viendo lo mucho que os va en tener su amistad y lo mucho que os ama, pasis por esta pena de estar mucho con quien es tan diferente de vos.6. Oh bondad infinita de mi Dios, que me parece os veo y me veo de esta suerte! Oh regalo de los ngeles, que toda me querra, cuando esto veo, deshacer en amaros! Cun cierto es sufrir Vos a quien os sufre[15] que estis con l! Oh, qu buen amigo hacis, Seor mo! Cmo le vais regalando y sufriendo, y esperis a que se haga a vuestra condicin y tan de mientras le sufrs Vos la suya! Tomis en cuenta, mi Seor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidis lo que os ha ofendido!He visto esto claro por m, y no veo, Criador mo, por qu todo el mundo no se procure llegar a Vos por esta particular amistad: los malos, que no son de vuestra condicin, para que nos hagis buenos con que os sufran estis con ellos siquiera dos horas cada da, aunque ellos no estn con Vos sino con mil revueltas de cuidados y pensamientos de mundo, como yo haca. Por esta fuerza que se hacen a querer estar en tan buena compaa, miris que en esto a los principios no pueden ms, ni despus algunas veces; forzis vos, Seor, los demonios para que no los acometan y que cada da tengan menos fuerza contra ellos, y disselas a ellos para vencer. S, que no matis a nadie vida de todas las vidas!, de los que se fan de Vos y de los que os quieren por amigo; sino sustentis la vida del cuerpo con ms salud y disla al alma.7. No entiendo esto que temen los que temen comenzar oracin mental, ni s de qu han miedo. Bien hace de ponerle el demonio para hacernos[16] l de verdad mal, si con miedos me hace no piense en lo que he ofendido a Dios y en lo mucho que le debo y en que hay infierno y hay gloria y en los grandes trabajos y dolores que pas por m.Esta fue toda mi oracin y ha sido cuando anduve en estos peligros, y aqu era mi pensar cuando poda; y muy muchas veces, algunos aos, tena ms cuenta con desear se acabase la hora que tena por m de estar, y escuchar cundo daba el reloj, que no en otras cosas buenas; y hartas veces no s qu penitencia grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor gana qu