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  • ndice

  • ndice

  • . b). La ley Ciyil bliga .a los sbditos en conciencia.-De las razones :aducidas para' el de

  • legal para quienes era una especie' de la j.usticia que tiene por objeto reco- nocer mediante IR ley Eterna, la ley Natul'al o la ley Civil los derechos de la comunidad sobre los asociados y' que' est dirigida a la conse

  • nbr t gravedad de la cosa; 4) ~~ ~l prece:pto se aade un~ pena gra-ve (11). , El clebre Francisco de Viloria ~neeaba en su Ctedra que las leyes nd tft '$lo obligtin a, culpa sino que "si establecen algo !?umamente conve~ niente a la paz ciudadana, al incremento del bien pblico, a la honestidad de las costumbres, obligan liIajo pecado grave" (32). Lo cual es aceptado por los moral!!tas,. '

    La ley obliga moralmente cualquier~ que sea la ideologa de los go-bernantes, ,pus, el poder de ellos no emana de sus ideas y convicciones' si-no- de Dios, mediante el coqsentimiento de la comunidad que los ha desig-nado. Pero no significa esto que el Poder civil, est llamado a determinar la mayor o meno:r 8'ravedad moral que tiene la violacin de la ley, sino que l .lo coloca las ob~as en la especie de virtuq o de vicio.

    Puede presentarse en un 1Ilomento dado la dificultad de saber cul ley debe obedecerse cuando existen dos leyes contradic,torias. En trminos ge~ nerales, se ha de decir, que debe obedecerse preferentemente aquella que es de una categora superior y cuya obligacin es ms rigurosa. Entre una aparente ley humana opuesta a las leyes Eterna, Natural y divina revelada han de observarse stas preferentemente al mandato civil, porque hay que obedecer primero a Dios, y desPl!s a los hombres y porque una, ley civil que no' se conforma a las leyes citadag no es l~y. Tambin, puede acaecer, Uh conflicto entre la ley' civil y la ley cannica, para resolveIlo, hemos de plicar los mismos principios que rigen las relaciones entre el Poder civil y el Poder espiritual, o sea, que si se trata de una materia que cae dentro del campo del Poder civil se ha de dar la prioridad a la ley civil; por el cO'ntrario, si se trata de una materia espiritual sometida a la jurisdiccin del Poder espiritual debe ser regida ~xc1usivamente 'por la ley cannica; res~ pedo a las materias 'mixtas debe prevalecer la ley cannica, porque tiene un origen y fin espiritual ms alto que la ley civil.

    ,,' c). Platn 'y ~l dber' de' 8o~e~~~ . ll$ 'Ieyes.-Platn ejerci una' gran-de 'influencia durante los primeros siglClB de la Era Cristiana tantq en el pen-samiento filosfico puro COIllO en las icleas, polticas. Durante esta poca la ma-:-yor parte de los Padres de la Iglesia, buscl;ln su in,spiracin en las fuentes ~Iatnicas; desde S~ JusJin,o

  • continuar

  • ir atrs

    Scrates.-Considera, pues -aadiran las leyes-, que si decimos la. verdad como t. reconoces, lo que intc~n~as contra nosotras no es. ;usto~ Porque no slo te hemos hecho compartir, a t y a los dems ciudadanos .. aquellos bienes que podemos, sino que adems d"eclaramos que cualquier ateniense que despus de haber sido inscrito en la clase de 19S efebos. y de' haber visto cmo funciona la Repblica y de habemos visto a nosotras, las, leyes,' quiera irse, libre es de hacerlo y tiene derecho, si no le gustam~s, ~. emigrar con sus bienes donde quiera. Ninguna de nosotras, las leyes, Impl~ de que si alguno quiere ir a una colonia, porque no le agrademos ni nosotras ni la Repblica, o ~asta si quiere irse a e5table~er en tierra extraa, lo ha~ ~n ~n seguida. Pero aquel que se quede aqu despus de saber cmo ad-ministramos justicia y regimos los negocios de la ciudad, de ese decimos .que, con slo el hecho de quedarse s.e ha comprometido a hacer cuanto le ordenem9s, .. y si no op~g.ece le declaramos tre.s v~ces clllpable: lo uno, por~ que nos desobedece a nosotras. que le dimos el S,er; lo otro, porque nos desobedece a nosotras, que le dimos la educacin, y luego, porq)Je habien~ do contrado la obllgacin de sernos sumisos no quiere ni. obedecer ni per~ suadirnos si hac~mos algo que no est bi~n, Mientras nosotras le propone~ mos a .buenas, no como orden tirnica, .que haga lo que le ordenamos, per~ mitindole una de dos cosas: o que nos persuada o que nos obedezca, l ni llOS per~uade ni menos nos obedece. :

    H aqu, Scrates, las inculpaciones que habrs merecido si' haces lo. que has proyectado, y t sers mucho ms culpable que ningn otro ciuda-dano. Y si les preguntase la razn, me haran callar dicindome que ms que ningn otro me he sometido a sus condiciones. Tenemos - me diran -grandes pruebas de que .nosotras y la Repblica te hemos agradado siem-pre, porque has permanecido en la ciudad ms que ningn ateniense, y no> ha habido espectculo que te haya hecho abandonarla y salir de ella, ex-~pto una vez que fuiste al istmo de Corinto a ver los juegos. Jams has salido sino para expediciones militares, y nunca has emprendido viaje al~ ,guno, como todos los ciudadanos suelen hacerlo; t no has tenido curiosi~ cIad por ver otras ciudades y conocer otras leyes; t nos amabas tanto, y tan rest,lelto estabas a vivir a nuestro modo, que has tenido aqu tus hijos .. testimonios vivientes de cunto .estl? te agradaba;, fi.t\almente, mientras tu proceSo, podas condenarte al destierro si lo hubieras querido, y entonces:, hacer, con asentimiento de la Repblica, lo que has debido hac;er luego a, pesar suyo ... T, que te. preciabas de,nd~ferente ante, la muerte, y que pre- tendas que era prefrible al destierro, ahora, sin consideracin a estas be-11s pala,bras, sin respeto a 'nosotras, las leyes, meditas nuestra ruina, haces: ~o que el ms vil esclavo, vas a hur, S6crates, contra los pactos y compro-misos que habas cdntrado de vivir bajo nuestro rgimen. Porque, ante to-, do. responde: t dcimos' o no verdad cuando aseguramos que has c~nvenido, no de palabra, sino de hecho, en somet~rte a nosotras? t Qu contes-ter a esto Critn f t Hay otra cosa. que confesarlo '?

    CritD.-En verdad, es pr~so confesarlo ..

    Sc:rates.- Y no violas los pactps y compromisos que te ligan a :nosotras? - seguiran diciendo. Si, los violas. Y sin embargo, no los ha-bas contrado ni por coaccin ni por sorpresa, ni porque no tuvieras ef tiempo . de pensar, sino que has tenido, para pensar en, ello, setenta aos .. durante los cuales te dbamos el derecho de ausentarte si no e.'Itabas satis-fecho de n~sotras y si nuestros pactos no te parecan justos. Pero t no has l!Iftlido de aqu, no has preferido a Lacedemonia ni a Creta, que tanto las elogias por su gobierno, ni a ninguna otra ciudad griega o brbara, mno que '~ hae ausentado de Atenas menos an .que los cojos, ciegos y dems inv ...

    ! 192 J

  • \itlos; prueba clarade qlJe sentas ms c~rmo que los dems. aten1e~ses pO! -esta ciudad- y por nosot:r:hs. las leyes; pues" cabe amar una cIUdad SIn 'amar las leyes de ella. {y habas de ser ahora infiel a tus compromisos? No, S-crates, no; haznos caso y no te expondr,s al ridculo saliendo de Atenas.

    Considera, adeIIY;s, qu vas a ganar t ni qu van a ganar 'tus

  • H aqu las ide~ que ahora me domina., y todo lo que pudieras de~ cirrne para apartarme de ellas ser intil; al menos esa es mi conviccin. Ahora, sin embargo, si piensas que has de adelantar. algo, habla.

    Critn.-No; nada tengo que decir, verda.deramente.

    S

  • ~raicin al pas. Quien infringe estas leyes, cometiendo el delito de contra-band~ o cualq~ier otro semejante, est moralmente obligado a la restitu-.c;:in. Por consiguiente, no hay nada ms inmoral e injusto que sostener, co~ mo se dice a cada mqmento, que robarle al fisco no es robo ..

    Las leyes que sealan precios mximos de venta son verdaderas leyes ::que tienen por objeto proteger a los consumidores, tratando que todos pue-,dan tener los artculos,. que'precisan para satisfacer sus necesidades a un pre-cio justo en los perodos de escasez de ellos.. No respetar estas leyes cuan-

  • -daricolad as: El legislador (segn se ~a dicho) al dar la ley, coloca aquella bra en cierto ser' de virtud. Ahora bien, mandada una obra de virtud, to~ da la repblica, y, por tanto, la misma cabeza de ella, est obligada a obrar segn la misma ... Mas cuando afirmamos, que el Prncipe est sujeto a sus leyes, lo entendemos de las que tocan por igual a l mismo que a los sb-ditos" (35).

    Santo Toms de Aquino. partiendo de la base que el Poder es ejerci-do por un Soberano exclusivo y qtle, por lo tanto, la ley no le obliga coer-citivamente, expresa: "ELsoberano est libre de J\ ley, en el sentido de que, en caso de transgresin de la misma, nadie puede dictar contra l juicio con-denatorio ... Ante Dios y por lo que l al carcter directivo de la ley se re-fiere, el soberano no est~ exento de la ley; y debe cumplirhi voluntariamen-te, no por coaccin" (Som. Theol. I 11 q. 96 arto 5).

    Indudablemente que para que los gobernantes estn obligados moral-mente por la leyes preciso que no acten en calidad de ordenadores, sino de miembros de la colectividad. '

    En las SIETE PARTIDAS que, al igual que todos los viejos' cuerpos le-gales. espaoles, es la expresin ms acabada, de la sabidura y, del buen jui-cio, se dispone : "Todos los hombres estn obligados a obedecer las leyes, y '-mayormente los reyes por estas razones: la primera, porque sn por las leyes honrados y guardadps; la segunda, porque les ayudan a cumplir la jus-ticia y derecho que estn obligados a hacer; la tercera, porque ellos son ha-cedores de ellas, y es de derecho que quienes las hacen las obedezcan pri-'meramente" (36).

    4). Teora de las Leyes Meramente Penales.-AI plantearnos el pro-blema de las leyes meramente penales no pretendemos abarcar todo lo que en forma' excesiva se ha dicho de ellas ni todo lo que respecto de las mis-mas se puede decir. Slo tratamos aqu. la teora de las leyes meramente pe-nales por la grande importancia que se les di en su poca, ya que en los momentos actuales esta teora se encuentra en plena decadencia, no siendo aceptada por la mayora de los tratadist

  • los ejecutantes de la misma. Pero de lo dicho se i.fiere que en ltima ins-tancia la ley meramente penal slo v a obligar en conciencia a soportar la pena, pus, los sbditos tendran la facultad de no cumplir la parte precep-,tivade 'ella. . , ' Este concepto alternativo que hemos dado de las leyes meramente pe-

    nales no es aceptado por todos los defensores de la' existencia de ellas, es-peci('llmente por los pocos moderilos que siguen esta teora, para quielles la ley meramente, penal impondra una obligacin de conciencia diferida, es decir, que ella "engendra 'una obligacin de conciencia, no inmediatamen-te, sino solamente o en el momento de la ,infraccin, .() en el momento de la condenacin" (39); de lo cual se desprende que existh-an dos especies de leyes meramente penales:' aquellas que obligan en conciencia desde el ,momento de la infraccin y aquellas que slo obligan en conciencia a cum-plir la sentencia condenatoria del juez; en las primeras, la: obligatoriedad ,de, la ley emanara de la propia ley y, en las segundas, ella dependera de la sentencia judicial. . ,

    En todo caso, la ley puramente penal debe versar sobre materias que 'en s no sean ni buenas ni malas moralmente, sino f.,->bre materias t;!.lyC> efec-to prxirnc sea moralmente indiferente. pus, de, 1'; contrario, obligara siem-'pr~ en concien,cia, ya que ante todo debe cumplirse la ley Natural que man-a obrar el bien y abstenerse del ~al. ' .

    A los telogQs-juristas que defienden la teor~ de las leyes met;amente ,penales se les ha presentado la dific1-l1tad de saber cundo una ley que im-pone una pena es una ley penal mixta, o sea, que obliga en conciencia a lo preceptuado por ella ya sufrir la pena en caso de contravencin, (!) es una ley mel'amente penal que slo obliga en conciencia a la pena. Para algunos, -como Alfonso de Castro, Surez y otrps, la ley que impone una pena se presume meramente penal. Para ~tros, entre' los cuales se . cuenta Soto y Blluart, la ley meramente penal no se presume y .en 'el silencio del legisla-' or ha de entenderse que la ley obliga a culpa moral; en consecuencia, s-, 10 son leyes simplemente penales,. que obligan nicamente a pena, aquellas que el legislador expresamente declara tales, .pus,' la mayor parte 'de las

    , veces, cuando se' decreta una pena, el legislador tiene la intencin de pro-hibir el acto que l castiga; agregndose que teniendo la obligatoriedad de 'tales leyes por, fuente inmediata al que las dicta,bien puede ste despojar-las de 'esa obligatoriedad a culpa declarndolo con la debida ant~lacin. Es-ta ltima es la opinin aceptada ms comunmente entre los tericos de las leyes meramente penales. Tambin se ha dicho' que la ley que tiene ms bien la fOrnla de concesin () de dispensa es una ley meramente penal 'y que, por consiguiente, dicha ley no obliga a culpa, pero tampoco 19 que se aade a modo de pena tendr!l verdadero carcter de tal, sino de rec

  • y a la integridad corporal ~os exime de t0da obediencia que nos pueda obli:" gar a que pongamos sobre nosotros mismos' nuestras manos vengadoras, aunque estp no autoriza la resistencia ilegtima al cumplimient de la sep-tncia justa. ' '

    En el fondo la teora de las leyes meramente penales est fundamen-tada el) la tesis volun,tarista oe la ley, sustentada en gran parte por Surez. En la ley simplemente penal lo que se busca es obedecer a la ley en los tr-minos en que' el legislador quiere voluntariamente ser obedecido. Es preci-so no ser ms' realista que el rey. El legislador no siempre quiere ser obede-cido con la misma energa, y si en un caso dispuso que una ley s610 obliga a pen'} no se v porqu los sbditos se van a obligar bajo culpa moral. Por otra parte, ciertos casuistas han sostenido que prescribiendo una pena tem-poral, el legislador manifestra su voluntad de dispensar de las penas eter-nas y ~ob1;enaturales. A esto se agrega que las leyes emanadas de legisla-dores irreligiosos o arreligio!!',os slo obligan a las penas temporales, pus, .'1tos no tienen inters en crear obligaciones de conciencia sancionadas con pena::; morales.

    El origen de las leyes meramente p~nales lo encontramos en las Reglas de alg~.mas Ordenes Religiosas, como los Dominicos y los Franciscanos, en las cuales se establece que las infracciones a la Regla n:o ,constituyen peca-do, sino que ellas solarnente obligan a someterse a una pena. De, este cam-po exclusivamente eclesistico pasaron al campo civil como consecuencia de dos circun,stancias p~incipales.

    La primera circunstan,cia que impuls a aplicar la teora de las leyes meramente penales en el campo legislativo civil, fu la necesidad de com-batir la tesis de la omnipotencia del Prncipe, tesis que sostena que la for-.nalidad de la ley resida en' la voluntad' arbitraria del legislador y no ~n la razn o en la conformidad c:;on la ley Natural que determin,a el orden y la. )ust.ici~. El razonamiento que se hizo fu simple: si la leyes la voluntad del prncipe debe obedecrsela de ~cuerdo con esa voluntad, y estaobleciendo sta nada' ms qUe penas, sin conminar en conciencia a la obediencia del precepto, luego, la obligatoriedad de l ley se reduee a la pena impuesta por el legislador.

    La segunda circunstancia que oblig a los legistas a introducir el con-cepto de leyes meramente p.enales en las ieyes civiles fu la necesidad de encontrar una respuesta prctica a la separacin kantiana del Derecho y la Moral, en virtud de la cual el derecho es algo objetivo y sancionado nica-mente con penas objetivas, y la moral es una ciencia subjetiva que depen-de de cada cual. Derecho y moralidad son dos lneas paralelas, externa una, interna la otra, sin que tengan un punto d.e contacto. La moral no vela ni resguarda el cumplimiento del derecho y ste no es la expresin de la mo-ralidad, de la ley de la naturaleza humana. sino algo independiente de ella y que slo representa la voluntad arbitraria del Poder, la cual todo lo le-gitima p'or monstruoso, perjuidicial y deshonesto que sea. A estos legisla-dores, para quienes no cuenta el orden moral sino slo su voluntad omni-potente, se dirigen los sostenedores de la' existencia de leyes meramente pe-nales, por boca de un

  • Yaf. Esto explica en gran parte las exageriones en que se incurri y la ma~ nifiesta' disconformidad de esta teora con el esp:ritu y letra de los textos bblicos, los cuales estn muy lejes de recOliocer la existencia de leyes que s610 obliguen a la pena, co.mo son las leyes llamadas meramente penales.

    A. los ataques que se hicieron a la aparicin de la teora de las leyes . meramente penales en el campo civil, los sostenedores de stas respondan: para el bien comn que persigue el legislador basta que la infraccin de la. ley slo produzca el efecto de tener que soportar una pena; adems, sien~

    -do efectivo que no hay ley sin que produzca alguna ohligacin, las leyes meramente penales, siendo verdaderas leyes, tambin obligan a cumplir lo mandado o a soportar el castigo, pus, como expresa Surez, "an cuando a,lguna ley no' obligue en conciencia al acto por cuya transgresin se impo~ :ne la pena, obliga, al menos, o a l, o a pagar o sufrir la pena, y as, es que 'ni aquella leyes sin alguna obligacin del todo propia" (41); tambn es verdad que no es lcito imponer pena al que, no tiene culpa, pero latamen~ te considerada la pena es toda afliccin o mal impuesto por la Autoridad on el fin que se observe alguna ley, es decir, que "para esta clase de pe~ nas, s bien se requiere alguna causa proporcionada referente al bien pbli~ ~o, no se requiere que ella sea una culpa moral"~

    B). Critica a la Teora de las Leyes Meramente Penales.-De lo expues-, to sobre la obediencia al Poder Pblico y a sus leyes. que cumplen con los

    -requisitos necesarios. Se desprende que toda ley obliga n conciencia, no ~abieJ1do ningn antecedente emanado ya sea de las Sagradas Escrituras. de S:I,1s intrpretes, de los Pontfices o de la sola: razn: apoyada ,en la ley Eter-'na, _ Natural y Divina revelada que autorice distinguir entre leyes morales y leyes meramente penales. Todo esto es creacin de los juristas en contra-diccin flagrante con los' textos de San Pablo, entre otros. Aunque basta-r.a para desechar la tesis de las leyes merameJ1te pCJ1ales todo lo que hemos venido diciendo sohre la obediencia al. Poder y sobre la obligatoriedad mo~ :ralde la ley, creemos, no nbstante. que es de inters exponer algunas ra~ zones que se han esgrimido en contra de esta tesis, aunque ella actualmen~ te pa perdido mucho de su importancia.

    a). Los legisladores son. como dice San Pablo a los l{omanos. mmlS~ tros de Dios para el bien. en consecuencia, deben ser obedecidos como ta-les, aunque sean inmorales e irreligiosos y aunque crean que la moral y' el derecho tienen campos de accin diferentes e independientes uno de otro. Adems, el Apstol expresa que es necesario estar sometido a los gob~rnan~ tes "no slo por temor al CastIgo sino tambin por cOJ1ciencia" (Epst. a los Rom. cap.' XIII) . . . .

    , b). La ley civil no es tal en cuanto expresa fielmente la voluntad de Jos gobernantes, sino en cuanto' es la exteriorizacin de la ley Natural en armona con la naturaleza racional humana y s encamina al bien comn, y bajo este aspecto nada ni nadie pued~ quitarle su obligatoriedad, ni an la Autoridad, pus, la ley Natural no es una ley humana ~nodivina. La voluntad del Soberano no es. onmipotente, est limitada por la ley Eterna y la ley Natural, a las cuales debe ajustarse al dictar sus leyes, siendo sola-mente en este caso moralmente obligatorias; por el contrario, si stas estn en contradiccin con aquIJas no obligaIl ni a p~lla y es precso resistirla15. La obligatoried~d de las leyes, es independiente de 'la voluntad del legisla-dor porque cma.'la ella del entroncamie~to de stas c.on la p.otestacl y leyes d!vin~~. las cua~es esta.btecell un. orden mor~l. pqr enyi.ma de la potestad le-gtl!lat1v~ de los hombres. .

    .'

  • c). No puede existir pena sin culpa "porque la pena - expresa 50-to-' - tiene tan ntima conexin con la culpa, que no tiene ni la naturaleza ni el nombre verdadero de pena, si no est impuesta por la culpa. Y habla-,Inos aqu de, la pena jurdica segn que es venganza y castigo. Porque cas-,tigar; vengar, imponer suplicio, es decir, imponer la pena, nunca es lcito ,sino por la culpa. Por tanto, si no hay culpa, usrpase impropiamente y fue-ra del sentido de las palabras. Porque con la pena se hace la justa compen-sacin a la culp; a saber, que quien falt por condescender con su volun-tad (pus, segn San Agustn, donde no hay acto voluntario no hay peca-do), padezca contra su misma voluntad ... la pena, no solamente no es in-dicio de no haber culpa, sino al contrario, es claro testimonio de la grave-dad de la misma. la cual, se toma de la transgresin y orp.isin de la ley" ( 42). Caundo falta la culpa lo que se llama pena es ms bien precio, pacto o. cualquiera otra cosa.

    d). Lo que, no impone la obligacin de obrar o de no obrar no es ley,

    pus, la ley propiamente tal es aquella que tiene por objeto ordenar impe-rativamente las acciones de los sbditos hacia el bien comn.

    e). Contra aquellos que afirman que las leyes meramente penales im-ponen slo una obligacin alternativa se dice: ello equivaldra a descono-'Cer precisamente el carcter penal de la ley penal. "El Cdigo Penal no es. un conjunto de captulos de obligaciones alternativas. La alternativa impH-'Ca objetos ofrecidos a la opcin del obligado: la ley no ofrece ninguna op-cin a los sesinos ni a los automovilist.B:s temerarios; los castiga" o (43).

    f). El que se sancionen las leyes con penas temporales no significa que 'el legislador pueda o quiera dispensar de las penas sobrenaturales, sino que. por el contrario,' eso slo quiere decir que' el legislador ha querido darles efectividad temporal y actual a las penas' eterna.s.

    g J. Aunque la posicin de Santo Tomas de 1\quino respecto a esta cuestin ha ofrecido dudas a sus comentaristas Cillet no trepida en decir de

    'Santo Toms: "Para l, el que una ley positiva emanada de la Autoridad' legtima encargada de velar por el bien comn, por el inters pblico, obli-ga e~ conci~ncia; porque por intermedio del. bien comn, ella se refiere a la ley natural, expresin permanente de la vol.untad de Dios. El no se preocu-pa de saber. como algunos lo hacen hoy da co~ alguna ligereza. si un go-bierno neutro o ateo tiene la intencin o no de obligar en conciencia al dic-tar las leyes. A l le basta que la Autoridad sea legtima, que la's leyes die-'tadas por ella se inspiren en el inters pblico, no impongan a los ciudada-nos cargas manifiestamente por encima de sus medios, para que obliguen en el fuero de la conciencia. con igual ttulo que la ley natural a la cual ellas se remiten. A4n en el caso, de que las leyes fuesen manifiestamente injustas, y que el individuo tendra el der~cho de sustraerse a ellas, Santo T oms cle~

  • a ejecutar todc;>s los actos y a acatar todas las leyes que s dirigen al bien 'comn sin discriminar si stas llevan o no -penas consigo, ni cual ha sido la 'volunt~d del legislador .

    . i). El ltimo Cdigo Cannico y los T rat'ados' d~ Teologa Moral mo~

  • blica de aquellos a quienes se impone. Es, precisamente, esta salud o utili-dad pblica la que crea su legalidad y su fuerza obl!gatoria. En la medida.. que se aparta de ese n, pierde su obligatoiiedad. Por eso deca el Juris~ consulto que "no poda haber razn alguna de derecho, ni tampoco benig~ nidad justa alguna que autorice una interpretacin tan severa dt< aquellas ordenaciones establecidas en ,buen acuerdo para fomento de la salud p-blica, que las, haga perjudiciales a la misma salud... Sucede con frecuencia que la observancia de un precepto es til a la salud pblica por regla ge~ neral, y perjudicial a esa salud en casos particulares. Obedece esto a que, no pudiendo el legislador prever todos los casos 'particulares, propone y formula las leyes sef5n lo que comunmente sucede, fija siempre la mente en la utilidad pblica. Pero esto mismo nos revela que, cuando se presenta un caso en que la observancia de la ley sera nociva al bien comn, esa ley no debe guardarse" (Som. Theo!. 1 II q. 96 arto 6).

    A esta facultad que se reconoce a los sbditos de no cumplir la ley cuando de hacerlo segn los trminos literales de ella se ira contra su es-pritu o se perjudicara injustamente al bien comn o al bien particular es lo que se denomina: Epiqueya. El Doctor Anglico define la epiqueya di-ciendo que es: "una virtud que induce al nimo a abandonar el sentido li-teral de las palabras de la ley cuando sta, necesariamente expresada en trminos generales, observada segn su tenor literal, en ciertos casos ex-cepcionales, r~sultara inmoral" (Som: Theo,I. Il II q. 120'). Como se pue-de ver, para Santo Toms la epiqueya es una virtud pertenecien'te a justi. cia, porque en los casos en que se interpreta la ley aplicando la epiqueYd se' entiende que el legislador no hal>ra mandado la observancia de ella. La epiqueya, como anota Valensin, es una 'eximicin de la obligatoriedad de la ley, fundada sobre principios de derecho o de moral que se interponen entre la ley y un sujeto de la ley en un caso particular.

    El derecho de interpretar la ley usando de la epiqueya o equidad, co~ roo la llaman vulgarmente los juristas, est condicionado a las mltiples y variadas circunst{\ncias. que pueden rodear a un caso particular y que ha~ gan inaplicables o injusta la ley para ese, caso o evento, no obstante esto, podemos indicar algunos casos generales que autorizan el uso de la epique-ya o equidad: 1) cuando de observar. la ley se ira contra la justicia u ho-nestidad na.tural; en otros trminos ms amplios, cuando de guardar la ley civil se violara la ley natural. 2) cuando se opone a una ley dictada por una Autoridad superior, como ser: la ley divina positiva. 3) c~ndo por cum-plir la ley se atentara ~l bien comn, pus, como dice Modesto: "Ningn acto de la ley, o ninguna benignidad permite, que las cosas que se estable-cen saludablemente para provecho de los hombres, las inclinemos hacia la s~veridad contra la convenie'ncia de los mismos con una interpretacin li-gurosa... Resulta" pus, que ocurriendo el caso, que, si lo viese el legis:a~ dor, lo exceptuara no ha de obseryru:se" (46). 4) cuaftdo la observancia de la ley no reporta un beneficio comn y s un grave mal particular al cual el legislador no quiso manifiestamente obligar. ~

    La f~cultad moral q!1e se concede al sbdito de no aplicar la ley t.n un . caso determinado, no quiere decir que se le otorgue a ste el derecho de cumplir slo las leycr~ que l acepte como buenas y justas ni autorizarlo pa-ra juzgar e interpretar la ley en gel1eral" ya que, como expresa -el Doct.:>r Anglico, "aquel que en c~so de necesidad obra haciendo caso omiso de las palabras de la ley, no se ar~oga la facultad de juzgar la ley en s misma, sino tan slo en ese determinado caso, en que v la necesidad de incumplir la prescripcin legal considerada en cuanto a la materialidad de las pala~

    '1>ra8 .... Cuando uno soslara el tenor literal de una ley para atenerse al e~p~tu d~ la.; .I!}isma, a la intencin del legislador, no pretende interpretar esa InisIt\.a . ley de manera absoluta. gen~rall sit;o nica~ente. por .10 que se re-

  • :Here a un caso concreto, en el qwe la evidencia del perJUICIO que el incum~ plimiento de esa rey entonces ocasionara, dice claramente que es otra la inten'cin del legislador. En caso de duda, no hay ms que una alternativa: obrar de conformidad con el texto de la ley, o recurrir al superior" (Som. Theol. 1 II q. 96 art. 6). . '

    Es preciso' no hacer un uso exagerado de la epiqueya y, sobre todo, tener mucha rectitud interior para' juzgar si las circunstalicias que rodean al hecho lo eximen de la sujecin a la ley. La epiqueya slo se justifica en casos graves y repentinos, pus, como apunta; el Aquinatense, "si la ob~ servahcia de la ley segn el texto literal de la misma, no eJ;ltraa un peligro inminente al que necesapamente haya que salir al encuentro, un individuo cualquiera pm;ticular, no est autorizado para interpretar y decidir qu sea til, qu perjudicial a la comunidad poltica. Ese

  • ndice

    ser en casos urgenttsimos' y de iran evidenda - al criterio personal de Cad~ uno, por eso la potestad que tienen todos aquellos que gobiernan una multitud o comunidad, lleva anexa la potestad necesaria para dispensar de las leyes humanas eit casos y con respecto a personas particulares, o sea: all donde tales leyes son defectibles. Y aquella autori.dad que sin motivo justo, racional, y tan slo por' su antojo otorgare esa dispensa, ser tenida por dispensadora infiel, o cuando menos imprudente: infiel, si el motivo de su dispensa es otro que el bien comn; imprudente, si obra con desco~ nocimiento de la causa por la cual dispensa" (Som. TheoI. l II q. 97 arto 4).

    La dispensa slo debe ser concedida por razones graves y atendibles, como ser: imposibilidad de cumplir la ley, servicios prestados a la socie~ dad, etc.; pero, nunca ha de ir en perjuicio del bien comn sino en bene~ ficio de ste. .

    La dispensa no constituye una excepcin o un atropello a la igualdad eSencial y jurdica de todas las personas, pus, "no hay preferencias de per~ sonas cuando 'se procede desigualmente entre personas desiguales. Conce~ 'der la gracia de una dispensa a determinada persona, que por sus condi~ ciones individ,uales no se halla en disposicin de cumplir la ley, no es tener, preferencias'" (Soin. Theol. l II q., 97 arto 4). No hay nada ms injusto que la igualdad cuando la situacin de las personas no es igual. ,

    Cuando se ha dispensado a alguien del cumplimiento de la ley no ha~ biendo causas legtimas para ello, esta dispensa no exime de la obligacin moral de observar la ley, aunque la dispensa subsist~ en el derecho positi~ vo, por cuanto la ley natura! que est siempre en vigencia prohibe hur sin causa legtima de las cargas justas puestas por la Autoridad. .

    Si .bien es cierto que la ley ivil es expresin de la ley natural y en sta no cabe dispensa de los preceptos generales; no es menos' cierto, que el Supremo Legislador de la ley' natural ha podido prever toda~ las circt.:ns~ tancias que pudieren presentarse respecto de los actos regidos por esta ley interna; mas, en lo tocante a la ley civil el aut0t: de sta no puede huma~ namente anticiparse a las circunstancias que sobrevengan durante la vigen~ cia de ella y que la hagan inobservable para ciertas personas.

    Las diferencias ins notables entre la epiqueya y la dispensa son: en 'primer lugar, que por la epiqueya se exime al sbdito del cumplimiento de la ley para un caso determinado, en cambio, la dispensa concede licencia de la ley de una manera du,rable y univer.sal; en segundo lugar, tanto el le~ gislador como los sbditos pueden interpretar la ley y hacer uso de la epi~ queya, en cambio, la dispensa slo puede provenir del legislador.

  • CA~ITULO VI

    DE LAS LEYES INJUSTAS Y DE LA RE,BELION

    1. LAS LEYES IN]UST AS

    1 ). Qu se entiende por ley injusta.-Si bien es cierto que no se puede hablar de ley injusta porque el mandato injusto no se compadece con la naturaleza misma de la ley, no obstante ello, nos servimos de esta expresin para significar toda disposicin que apalentemente es una ley pero que no cumple con todos los requisitos necesarios para ser una verdadera ley obli~ gatoria. &

    Por consiguiente, una ley ser nula e injusta y no obligar: cuando no emanare de Autoridad legtima que obra dentro de sus ,facultades, cuando est en oposicin con l ley Eterna y con la ley Natural, cuando no se dirija al bien comn de la colectividad, cuando violare la justicia conmutativa, la distributiva y la legal o social. cuando' fuere deshonesta, es decir. dis~, conforme con los principios morales y la ley divina positiva, cuando tuvie~ re un objeto fsic~ y moralmente imposible. cuan9.o no se adaptare a las circunstancias en medio d las cuales desenvuelve el pueblo su' vida. ' En todos' estos casos, an cuando' varios de 'ellos no implican propialoente un atropello a la justicia estrictamente cQnsiderada, decimos que la ley es in~ justa. .

    Ahora bien, la ley injusta puede ir ,en contra del :bien humano o del bien divino y aunque en ninguno de Jos dos caSos es de suyo obligatoria en conciencia, Fespecto del primero pueden presentarse ciertas modalidades que la hagan accidentalmente obligatoria.

    2): Leyes injustas tentathrias al bien human.-D~ntro de las leyes

    injustas hay algunas que slo son contrarias al bien humano, es decir, ley~s que por su origen' o fin impli~n un ataque solamente' a los derechos de los hombres,sin menosc~bar directamente' los derechos de Dios ni sus leyes. Estas leyes injustas, 6nicamente obligan en ciertos casos especiales.

    Para Santo Toms las leyes "son contrarias al bien humano, o por razn del fin. como' cuando un soberano impone leyes onerosas a sus subordina~ dos, enemigas del bien comn y slo favorecedoras de los intereses parti~

    [205 ]

  • eulares y de ]a gloria del soberano; o por razn del autor, cuando ste, en el ejercicio de su poder legislativo, traspasa los lmites de la potestad de que se le ha investido; o por ltimo, por razn de la forma, como cuando reparte las cargas entre la multitttd con notoria desigualdad, y ello an cuando esas cargas sean beneficiosas al bien comn. Las leyes que as son injustas, mejor debieran llamarse violencias qne no leyes, porque, como di~ ce San Agustln (De Lib. arb. Lib. 1 cap. 5) "una ley que no es justa, no es ley". Desprovistas del carcter y sin la naturaleza de leyes, no pueden, por consiguiente, ohligar en el foro interno, a no ser por razn del escn~ dala ci' del desorden que el incumplimiento de las mismas pudiera originar; pus cuando esto sucede, est el hombre obligado a ceder de su derecho, segn lo insina la Escritura por estas palabras: "Si alguien te forzar a ir mil pasos, v' con l otros dos mil; y si alguien te despoja de la tnica, en~ 'trgale tambin la capa" (San Mateo, cap. V, v. 41). (Som. TheoI. l II q. 96, arto 4).

    Las leyes injustas por regla general no obligan en conciencia; pero, pueden ser observadas voluntariamente por los sbQitos aunque no estn moralmente constreidos a ello, siempre que no ort;lenen algo intrnseca~ mente malo; mas, cuando no pueda dejarse de cumpli~ la ley sin escndalo o grd\l'es trastor~os ha de ser lsta guardada accidenta)mente. En este lti~ roo caso, no es propiamente la ley injusta la que o.blig\, sino la ley natural que nos ordena evitar el, escndalo y las perturbaciones de la paz social, y renunciar al bien pnvaao en aras oel cien ,;ocial. '

    A1.1nque las leyes injustas no son verdaderas leyes sino actos de ... io~ lencia, hay que tener presente que estn amparadas por la presuncin de conformidad a la justicia y mientras no se destruya esta presuncin no se puede desobedecerlas. Es por esto que se ha de tener mucha prudencia y resignacin para juzgar la ley antes de dejar de cumplirla, pus, los peligros inherentes al desobdecimiento de ella pueden ser mayores que la lesin a un derecho privado. .. , '

    Lo dicho no quiere decir que negu_emos ahora la obediencia al Poder legtim&, porque "el respeto que se debe l los poderes constitudos no po~ dra envolver el respeto, ni mucho menos la obediencia sin lmites a una medida legislativa cualquiera, dictada por ~sos, mismos poderes".

    3). Leyes injustas atentatorias al bien divino.-A esta clase de leyes in~ justas pertenecen aquellas que van contra ley divina positiva, o bien, con~ tra la ley natural, la cual es de un origen divino; a pesar, que podra decir-se, que tina ley que e!ituviere en oposicin con la ley natural ms bien aten~ tara contra la naturaleza humana y; por lo tanto, sera de la especie d le~ yes injustas anteriormente citadas; pero, por nuestra parte, consideramos que una ley violatoria de la ley natural es una ley atentoria al derecho del Supremo Legislador, autor de la ley natural.

    Estas leyes opuesta~' a los mandatos de Dios, como por ejemplo la ley sobre divorcio, segn observa Santo Toms con toda razn,. "jams deben ser acatadas y obedecidas, pus, como dicen los Apstoles (Hechs de los

    .Apstoles cap. 5, V. 29) "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Som. Theol. 1 II q. 96, arto 4). y ya ha.ba dicho el mismo Doc-tor: "Cuando la ley escrita contradice al derecho natural, es injusta y no obliga" (Som. Theol. 1 II q. 57, arto 2).

    Respecto de. estas leyes injustas no hay ningun circunstancia que pue~ da darles carcter obiigatoro ya que .como ensea Len XIII en la Enccli-ca Libertas: "Mandar y exigir obediencia a las rdenes, es un d~recho de la potestad humana en cuanto sta no est en pugna con la potestad divina, y' en cuanto se JIlantieIie en los 'lmites que Dio~ le ha sealado. Pero cuan~ do esta potestad humana dicta rdenes abiertamente contrarias a la volun~

    [ 206 ]

  • ndice

    \-ad divina, ella excede aquellos lmites y se pone en pugna con la autori~ wdad divina; entonces es justo no obedecer". En otro acpite del'mismo Do~ 'cumento expresa: "cuando. falta el derecho de mandar o se manda algo 'Contra la razn, contra ley eterna, o, los mandamientos divinos, es justo no 'Obedecer a los hombres, se entiende, para obedecer a Dios". Segn esto no s,lo no hay que obedecer la ley contraria al bien divino sino que hay que :resistirla.

    Si, como hemos dich~, hay que dar al Csar lo que es del Csar, ste y los sbditos deben dar a Dios lo que le c.orresponde, es decir, deben estar-les sometidos y guardar su~ preceptos. El Pder no tiene potestad para 'obrar en contra de los mandatos de la Autoridad suprema y los sbditos :han de resistir las rden,.es contrarias a las leyes de Dios, pus, hay que" dar ;al Csar lo suyo, pero no lo d~ Dios.

    Indudahlemente que para aquellos que consideran que la Autoridad, .apoyada en la fuerza, es la fuente primaria y nica de la ley, jams habr 'tma ley que sea injusta, aunque contenga una aberracin moral o social. Pero quienes considera!) que hay algo ms alto espiritualmente al Poder Pblico, muchas veces ejercido por individuos ineptos y depravados, no pueden renunciar a la dignidad de personas en busca de 10 Absoluto me-ocliante el obedecimiento a una ley injusta.

    11. LA REBELlON

    1 ). Licitud de la Rebelin.-Nos parece ocioso insistir en todas las ra-:zones aducidas para fundamentar el deber de obedieda y de sometimiento :a la Autoridad legtima, por cuanto ella es representante de la Autoridad divina para procurar el bien de los sbditos; pero, ello no envuelve una :Condenacin' absoluta a la rebelin 'p,or parte de los sbditos en contra de los gobiernos tirnicos y despticos. Hemos afirmado que resistir a la Au-'toridad civil es resistir a: la ordenacin de Dios; mas, esto no implica reco-.nocer aL Poder Pblico el derecho de atropellar la justicia o atentar contra 'el bien divino o humano. Si, bien es cierto que el gobierno tiene la facultad de exigir obediencia; no lo es menos, que los sbditos tienen derechos que no 'pueden ser desconocidos por aqul y en: cuyo resguardo pueden stos 'l"ebelarse contra el ,gobierno indigno.

    No se puede condenar a los gobernados al sacrificio de todas sus li-bertades y a la sumisin ciega a los, despotismos de todas clases. No se 'puede aceptar la tesis poltica de Maquiavelo, para quien lo justo estaba en relacin directa con la utilidad y conveniencias d,el Prncipe; ni la de 'Hegel con su creacin del Estado-Dios; ni la de Hobbes, en virtud de la cual la voluntad de los gobernantes es la nica expresin de la justicia'; ni ]a de Rousseau, qu~en buscando la forma de proteger la libertad ,de los in~ -dividuos los entreg a la tirana de las multitudes; ni la de Marx que erigi al proletariado' en rbitro de la. justicia. No. La verdadera tesis poltica es ;aquella que afirma que la Autoridad tiene sus derechos inherentes emana-dos de Dios y que no le pueden ser desconocidos; pero, que a la vez, los ',sbditos tambin los tienen y no, pueden ser atropellados por un Poder dic-tador. La verdadera tesis poltica es aquella en que se conjugan estos de-rechos sin menoscabo de ninguno de ellos. La Autoridad ha de compren--

  • \-ad divina, ella excede aquellos lmites y se pone en pugna con la autori~ wdad divina; entonces es justo no obedecer". En otro acpite del'mismo Do~ 'cumento expresa: "cuando. falta el derecho de mandar o se manda algo 'Contra la razn, contra ley eterna, o, los mandamientos divinos, es justo no 'Obedecer a los hombres, se entiende, para obedecer a Dios". Segn esto no s,lo no hay que obedecer la ley contraria al bien divino sino que hay que :resistirla.

    Si, como hemos dich~, hay que dar al Csar lo que es del Csar, ste y los sbditos deben dar a Dios lo que le c.orresponde, es decir, deben estar-les sometidos y guardar su~ preceptos. El Pder no tiene potestad para 'obrar en contra de los mandatos de la Autoridad suprema y los sbditos :han de resistir las rden,.es contrarias a las leyes de Dios, pus, hay que" dar ;al Csar lo suyo, pero no lo d~ Dios.

    Indudahlemente que para aquellos que consideran que la Autoridad, .apoyada en la fuerza, es la fuente primaria y nica de la ley, jams habr 'tma ley que sea injusta, aunque contenga una aberracin moral o social. Pero quienes considera!) que hay algo ms alto espiritualmente al Poder Pblico, muchas veces ejercido por individuos ineptos y depravados, no pueden renunciar a la dignidad de personas en busca de 10 Absoluto me-ocliante el obedecimiento a una ley injusta.

    11. LA REBELlON

    1 ). Licitud de la Rebelin.-Nos parece ocioso insistir en todas las ra-:zones aducidas para fundamentar el deber de obedieda y de sometimiento :a la Autoridad legtima, por cuanto ella es representante de la Autoridad divina para procurar el bien de los sbditos; pero, ello no envuelve una :Condenacin' absoluta a la rebelin 'p,or parte de los sbditos en contra de los gobiernos tirnicos y despticos. Hemos afirmado que resistir a la Au-'toridad civil es resistir a: la ordenacin de Dios; mas, esto no implica reco-.nocer aL Poder Pblico el derecho de atropellar la justicia o atentar contra 'el bien divino o humano. Si, bien es cierto que el gobierno tiene la facultad de exigir obediencia; no lo es menos, que los sbditos tienen derechos que no 'pueden ser desconocidos por aqul y en: cuyo resguardo pueden stos 'l"ebelarse contra el ,gobierno indigno.

    No se puede condenar a los gobernados al sacrificio de todas sus li-bertades y a la sumisin ciega a los, despotismos de todas clases. No se 'puede aceptar la tesis poltica de Maquiavelo, para quien lo justo estaba en relacin directa con la utilidad y conveniencias d,el Prncipe; ni la de 'Hegel con su creacin del Estado-Dios; ni la de Hobbes, en virtud de la cual la voluntad de los gobernantes es la nica expresin de la justicia'; ni ]a de Rousseau, qu~en buscando la forma de proteger la libertad ,de los in~ -dividuos los entreg a la tirana de las multitudes; ni la de Marx que erigi al proletariado' en rbitro de la. justicia. No. La verdadera tesis poltica es ;aquella que afirma que la Autoridad tiene sus derechos inherentes emana-dos de Dios y que no le pueden ser desconocidos; pero, que a la vez, los ',sbditos tambin los tienen y no, pueden ser atropellados por un Poder dic-tador. La verdadera tesis poltica es aquella en que se conjugan estos de-rechos sin menoscabo de ninguno de ellos. La Autoridad ha de compren--

  • pierde toda su razn de ser. Por consiguiente, los, sbditos no estn obli--gados a acatar un Poder qite carece 'de ttulos justos para ordenar y pue--,

    , den rebelarse en contra suya. Adems, dijimos exi el momento oportuno, que los ciudadanos slo

    deban obediencia a la Autoridad legtima, tanto de adquisicin o de origen ~omo de ejercicio, es decir, a la Aqtoridad que en su co'nstitucin y en el uso de la soberana se conforma con, los principios de la justicia y con el respeto que se ,debe a los derechos del pueblo. De tal manera .que si el Po-der no se ajusta a estas normas en el ejelcicio' de su funcin pblica se transforma en un Poder ilegtimo carente de toda potestad e impotente pa-ra obligar ~ sus gobernados, teniendo stos" en consecuencia, el legtimo< derecho de rebelin.

    ,Por otra parte, como expresa Santo Toms, "el rgimen tirnico no es justo, ya que no se ordena al bien comn, sino al bien privado del tirano. y por lo tanto, l perturbacin de este rgimen no tiene razn de sedicin; a no ser cuando ese perturhamiento es causa de que la multitud venga a su-frir perjuiclos mayores que los que origina el rgimen tirnico. Pus ms sedicioso es el tirano que en el pueblo que le est sujeto alimenta disc~r-

    ,dias y sediciones para poder dominar ms seguramente. Esto es, pus ti-rcinico por estar ordenado al bien propio 'del imp~rante, con dao de la multitud" (Som. Theol. II II q. 42, arto 2).

    Aunque es verdad que no se puede ejecutar un acto intrnsecamente malo para obtener un bien, ya que el fin no justifica os medios, no obs-tante, es lcito ejecutar un acto extrnsec y relativamente malo para obte-iler un bien superior; en consecuencia, podemos rebelarnos contra las leyes injustas, para restablecer el imperio de la justicia, an cuando con ello va-yamos a causar cierto mal propio de toda rebelin; en lo que debe verse una expiacin colectiva. '

    La legtima defensa que se haga en contra de llis leyes injustas pue-de pasar por diversas etapas, las cuales son sealadas por Maritain cuando dice: "Es sabido que jams debemo~ obedecer a las leyes con-trarias a los mandamientos de Dios, y que no slo es lcito oponer a un go-bierno tirnico una resistencia legal activa, procurando por v~as legales el ~mbio de rgimen poltico del Estado, sino que l;s ciudadanos, obrando no como personas privadas. sino en representacin del pueblo, a lo menos. tcitamente, pueden tener la obligacin de recurrir ya sea a la resistencia pa-siva, ya a la fuerza y a la resistencia a mano armada (resistencia defensiva)

    . contra las agresiones de un gobierno legtimo convertido en tirnico, y has-, ta de destrurle, o de suostittr con un nuevo Poder la Autoridad impoten-te ante un peligro grave, o tambin de impedir por la violencia y la efusin de sangre el acceso del usurpador al Poder, suponiendo que e~ todos estos casos no se sigan para el pueblo mayores males... Todo es verdaro y es til" (49). .

    El Dr. Jos M. Llovera hac,e en su Tratado de Sociologla un bosquejo< muy preciso de las diversas clases de resistencia que pueden oponerse a las leyes injustas. En efecto, dice el citado socilogo: "De ah tambin el de-, recho de resistencia al tirano: a) siempre ser cita la resistencia pasiv:a o desobedecimiento a la ley injusta; b) lo ser tambin la resistencia activa defensiva, pus con ella no se hace ms que defenderse contra una injusta agresin; c) la resistencia activa ofensiva no violenta es lcita, puesto que es usar de un derec,ho concedido por la Autoridad; d) la resistencia activa ofen-siva y violenta, hasta llegar a la deposicin del tirano. ser tambin permi-tida cuando lo reclame el bien de la comunidad" (5 O) .

    En trminos generales, podemos decir, que la rebelin u oposicin vio-. lenta slo es lcita cuando representa "una indispensable justa defensa con-tra una actual agresin fundamentalmente tirnica". Analizaremos a con-

  • .f1nuacia las" eondiclones particulares que debe tener una rebelin para set-lcita.

    Z). Condiciones que debe cumplir una Rehelin para ser lcita.- Los requisitos que debe llenar una rebelin para ser legtima los podemos resu-" mir en los sigment~:

    a). Que la tirana sea excesiva y habituaI.-Debe tratarse de un, regl-inen verdaderamente insoportable, en el cual el conculcamiento de los de-rechos ms elementales afecta a toda la sociedad, en que la opresin se ex-tienda ~ todas las actividades y personas sin que stas tengan la menor li-bertad. No bastan actos aislados de despotismo" del;>en tener un carcter permanente. Es preciso, que haya una opresin absoluta y de todos los mo-mentos" La anarqu~a provo\(ad. por el Poder ha'de ser total, en consecuen-cia, no bastara para justificar una rebelin la poltica desacertada e incon-veniente del Poder Pblico; el bien comn ha de ser completamente pos~ pu~to al inters de los gobernantes o de personas dterminadas; mas, no' es c&usa suficiente de rebelin el que los gobernantes sean incapaces o vi-ciosos. Po XI en su Encclica a los, Mejicanos denominada "Nos es muy'~ expresa que la rebelin slo es permitida cuando los "poderes constitudos se levantasen cbntr~ la justicia y la verdad hasta destrur los fundamentoS' mismos' de la Autol'idad," (5 1 ) .

    , Si la tiraq.a no fuese excesiva Santo Toms -aconseja: "tolerar por al ... gn tiempo tal tirana, antes que exponerse a que se agraven las cosas mo-leS\ndo al tirano" (52). Por su parte, Len XIII afirma que la rebelin no est& permitida cuando los abusos no son intolerables y "si' alguna vez acon-teciera que la Autoridad usa del poder fuera de' modo, la doctrina de la Iglesia Cat6lica no autoriza pam, que los sbditos por su cuenta se suble-ven, no sa que la tranquilidad pblica se turbe ms y ms, y la sociedad sufra un detrimento .mayor".' . ..'

    b). Que no haya una Autoridad superior a quien acudir.-P~ra que el pueblo pue~a legtimamente usar del derecho de rebelin es preciso que tenga facultad de proveerse a s mismo en lo tocante a la Autoridad. y af ejercicio de la soherana; pero, si por sobre el pueblo o del gobernante in-dig~o existe otra Autoridad superior a ambos, se deboe recurrir a ella prime-ram~ntepara solicitarle' que impida se sigan cometiendo abusos por parte ~el gobernante y de la Autoridad inferior. Slo en caso que no exista esta Auta~jdad superior o ella se niegue a amparar a los sbditos, o bien, su in-tenrenc~n no logre hacer cesar las injusticia, entonces, y slo enton~es, el-pueblo !le encuentra plenamente autorizado para rebelarse.

    e). Q~e se hayan agotados todos los medios no violentos.-Siendo la rebeli6n up medio del cual hay que servirse en casos muy extremos, es evi-d~nte qu previamente hay que hcer valer todos ~os otros medios ms o ~~nQs pacficos, a saber: la resistencia legal pasiva, la resistencia activa de~ lcn:va yla rellistencia ofensiva no violenta. Slo en el evento en que hu-o bi~ren sido ineficaces 'todos 109 otros medios podra recurrirse a la rebelin violen~a.

    o " d). Que JaRebelin tenga probabilidades de xito.-T al vez es esta la ci>ndici6n que pueda ofrecer mayor reparo, pero que. en el hecho, es indis~ c~tible. En efecto, an cuando exista una justa causa de rebelin no puede prov9~rsela cuando seguramente redundar, en mayores perjuicios y do ... Jor~8 para el pUeblo agravando todava ms .Ia injusticia que, pretenda re-prar. En tales circunstancias no, se puede en realidad esperar ningn ha?-

    :1 209 }

  • neficio bastante como para compensar loslW1crificio.s que la rebelin imp~ lOe a los sbditos.

    Sin duda; que es difcil ,apreciar, con c;ert;~~a q.e" ai;ltemano cul puede ~er el resultado de tina rebelin, pero, pueden ~xistir ciertas circunstancias. a saber: atropello de la dig~idad humana de los s!J:d~tos" at~ntados contra las leyes de Dios' y la' Religin, etc., que impongan en todo C!!so, a los pue~ blos la obligacin de rebelarse contra ~l Poder que tales C~!I ordena, aun~ que con ello sus vidas corran grave riesgo, pus, la Verdad y la Virtud bien merecen la inmolacin de un pueblo.

    , e). Que la Rebeli~no acarree 'males may~.-Toda rebeli6n lIev,_ (:onsigo serios y gxaves 'peligros, por cuanto "puede suceder que la tctnta~ tiva de derribar a un tiran.o no surta efecto Q resulte" al contrario, un agra~ vamiento de la tirana. Si, sin embargo, fuera' posible. derribar al tirano, de esta misma victoria provi~nen muchas veces graves disensiones en me~ dio del pueblo. Ya sea despus de derribado el tirano, di~dese el pueblo en muchos partido!: cuando se trata de organizar el nueVo rgimen. Sucede 'que el pueblo se sirve, durante la revolucin, de ciertos auxiliares que, des~ pus de derribado el tirano, apoderns~ del Poder y vienen a oprimir a los $h-ditos an ms pesadamente, temiendo sufrir de otros lo mismo que hi-cieron sufrir" (53). Como lo expresa SantoJ oms, de quien es el prrafo transcrito, la rebelin tiene tres peligros principales: en caso de fracasar ~xiste el peligro que se agrave la tirana, si tien~ xito puede producirile la lucha entre los vencedores y, por ltimo, existe' la posibilidad que se erija de entre la multitud un tirano peor al anterior.

    Fuera de estos males que pueden emanar de una rebelin hay muchos tros y, que aconsejan tener una extr~ma prudencia antes de iniciar cual~ quier movimiento sedicioso, ya que en la generalidad de ios casos los ma-les que se p~oducen son casi siempre mayores que las ventajas, que puede engendrar la insureccin.

    , f). Que la Rebelin sea un medio y no un fin.-AI rebelarse contra un

    podet; que dicta leyes injustas no se ha de prete~der como fin el derrocar al tirano, sino restablecer el respeto a ios derechos de las personas o de Dios; guardando siempre la rectitud de intencin. " '

    Po XI, en la Encclica anteriormente c~tada, hace constar este requisito cuando dice que hay que tener presente: '''Que estas reivindicaciones ti(',n~n carter de medio o de fin relativo, no de fin ltimo y absoluto" (54).

    g) '. Que la Rebelin sea dirigida por una Autoridad pblica o que par-jcipe en ella todo el pueblo.-No cualquier particular o grupo privado tie-ne derecho a rebelarse_contra el PoderconstitQ.do. En efecto, quien ejerce ~l Poder lo ha recibido por delegacin; .,pus bien, esta delegacin puede provenir de una Autoridad superior o del pueblo mismo. De tal manera Que sk .la Autoridad pblica o el pueblo pueden derrocar a quien ellos desig-naron, ' Toda rebelin encahezada por particulares o grupos determinado$ es' injusta. . " " "

    Len XIII condena toda insurreccin por cuenta de particulares;. ex-presa el Pontfice: "y si llegare a suceder que los prncipes se, excedier~n te~erariamente en el ejercicio de su poder, la doctrina catlica nQ permite insurrec;ciones por. su ' cuenta' contra ellos, por temo'; de que la tranquilipad del orden no ~ea, ms y ms perturbada, y que la sociedad reciba un, dao todaya' mayor" {55). " 'Es Rre;vi.b a' la iniciacin de toda r~be1in, realizada por el pueblo, ,que ras,_volu~tides de todos los cil;J.dadanos ~stn, moralmente acot

  • 'l~ntindase bien .. nadie, ni clase social ni partido poltico ni institucin u or-:oanizacin alguna puede reemplazar la voluntad popular y erigirse en per-~onero de ella. No se puede arrastrar a un pueblo a los peligros y sacrifi-cios ~e una rebelin sin su voluntad, hacerlo sera el ms nefasto de los cr7 3nenes. .,

    Sanlo Toms corrobora lo aqu expresado al decir: "No se debe pro-,ceder ~ontra tiranos por iniciativa individual de algunos particulares sino por la Autoridad pblica" (56).

    h). Que Jos medios sean lcitos y' proporcion~dos. Ilicitud del tiranici-dio.-No basta para, legitimar una rebelin el que la causa y el fin sean jus-tos, e~ preciso que los rebeldes se sirvan de medios totalmente lcitos, pus, es suficiente usar un solo medio ilcito para que todo' el movimiento adquie': .ra carcter de ilegtimo. El fin no justifica los mediqs, es decir, el fin bueno no justifica el empleo de medios intrnsecamente malos, y son malos no slo los medios que ~"an contra la justicia sino tambin los qu hieren la ca-: :ridad. No hay que 'olvidar que "bonum ex integra. causa;malum ex quo-cumque defectu", el bien proviene de la integridad d~ la' causa y el mal del menor 'defecto. ..' .

    Este requisito. se los recuerda Po Xl a los mejicanos, instndoles a que tengan presente que dado el carcter de medio de la rebelin "no justifica ~s ,que acciones lcitas y nunca acciones intrnsecamente malas" (57). No se puede defender la justicia sino por medios lcitos;. lo contrario, es un contrasentido demencial. Antes de actuar hemos de tratar de purificar nues-tros medios, pus, 'slo los medios puros son fecundos en bienes .

    . Pero, los medios adems de ser honestos han de ser proporcionados al Jin, o sea, que "hay que usar de ellos' sola~ente en la medida en que ~h'van para obtener el fin o para hacerle posible en todo o en parte y de tal ma-nera que no causen a la comunidad daos superiores a aquellos que se tra-ta de reparar" (58). .

    Un medio que est expresamente condenado es el tiranicidio, es decit~ la muerte del tirano por un parti~lar. Esto' es ,una consecuencia del hecho que la' resistencia no corresponde a los particulares, sino a la Autoridad p-'blica o al pueblo colectivamente. Al respecto expresa Santo Toms: "Opi-nan algunos, que si el exceso de la tirana es intolerable, 'pueden y perte-nece a: los hombres valerosos matar al tirano, y exponerse a la muerte por libertar al pueblo ... , pero esto es contra la doctrin apostlica" (59). En

    , el concilio de Constanza, sesin XV, se conden la proposicion que afir-maba la licitud del regicidio; la proposicin condenada ey la siguiente: "Cualquier vasallo o sbdito puede y debe lcita y meritoriamente matar a un, tirano cualquiera, hasta' valindose de ocultas asechanzas, o astutos ha-lagos o adul,aciones, no 'obstante cualquier juramento. o pacto hecho con l, y sin esperar la sentencia o el mandato de ningn juez" (60). ,y esto es

    ,perfectamente lgico,. pus, no.. se . puede imponer la justicia por rnedio del asesinato . el cual es intrnsecamente malo.

    A pesar de lo dihho el P. Juan de Mariana sostiene. la licitud del tira-nicidio como ltimo ,recurso; pus, segun l. el derecho de defen~a propia autoriza lacol1sumacin del tiranicidio por propia autoridad y por cualquier particular. Lo nico que exige el P. Mariana es mucha prudencia para juz-gar qu g9bernante es tirano. Igualmente el mismo jesuita critica la citada resolucin del Concilio de Constanza arguyendo: "esta proposicin no fu aprobada por el romano pontfice Martina V, ni por Eugenio, o ~us suce-.sores, .de cuya autoridad pende la de todos los concilios de la Iglesia; y ms especialmente porque consta que aquel co.ncilio.. se celebr en medio. del gran trastorno que su,fra la Iglesia p,or la disidencia de tres po.ntfices, lC uno de los cuales pretenda ser la verdadera cabeza de ella .. Adems

    ,{ 211 J

  • ndice

    los padres del concilio se propusieron refrenar la licencia de los hussist~!I )~ reprobar la opinin de los que deCan, qu. el principe, cometiendo cualquier erimen, caa del principado; y que poda cualquier, por lo tanto, despojar-le iInpunemente de la potestad ra!, que ejerca' con injuria de sus sbditoll, Por otra parte, el nimo d los padres era .ms propiamente reprobar la va-cidad de Juan Parvi, telogo paris~ense"( 61). Pero, .~ariana en todo ca-so no considera lcito envenenar al prncipe ni usar mediqs encubiertos si-milares. No siendo muy atendibles las razones que d Mariana para negarle valor a la resolucin a que nos venimos refiriendo, uno se siente inclinado a pensar que como la Obra de Mariana: "Del Rey y de la institucin de la Dignidad Real", estaba destinada a la educacjn y forma

  • E P (L O'C O,

    H aqu expuesta la nica filosofa de la Ley que no~ revela los autn~ (ticos fundamentos' remotos de, ella: la ley Etema y la ley Natural, 'y que d "a la ley su verdadero sentido de mandato racional arquitecto del Bien Co-,mn y expresin del poder legtimo, el cual se enlaza con la Potestad Di-'vina; Ninguna otra aparente filosofa legal podra cimentar, en bases ms , .slidas, 'el carcter obligatorio de la ley justa y los ttulos que justifican el ,.desobedecimiento a las leyes injustas. ' ,

    Hemos visto a la .ley actuando dentro de una Sociedad natural civjl .co,n un Bien Comn que alcanzar, el cual, a su vez, d~b.e volcarse sobre las personas; rige a esta Sociedad una Autoridad poltica de alto origen y que 'tiene 'la misin de ordenar a los sbditos, organizados en sociedades meno-.res. hacia ese Bien Comn;' todo dentro de un estricto orden moral. Socie-.dad: personalista, comunitaria y pluralista. Ei' Poder civil y el Poder reli.:. gioso con sus respectivos derechos aut6nomos en sus materias propias y, en lo dems, estrecha relacin y sometimiento de la materia' al espritu.

    Pero, por grande que sea la importancia de la ley y por noble que sea .su origen, no se' debe legislar sobre todas las materias, pus, con ello se in~ , troduce la confusin en el pueblo y la vida de ste se torna excesivamente .engorrosa. No hay que olvidar aquella mxima de Tcito: "Corruptisima republica ,plurimae leges" (1). Mientras' ms corrompida es una repblica ,ms leyes tiene. . . ' .

    No se 'trata de aumentar, desorbitadamente el nmero de leyes existen: tes; se trata de interpretar las estrictamente necesarias de acuerdo con el es-pritu de 'justicia y con la. virtud. La justicia legal positiva no ha de estar en contrapo'sicin con la jUMicia real y verdadera. La ley no vale en s, sino por la justicia que contiene. La ley positiva nO es necesariamente el ,reflejo del' la justicia y de l verdad. La ley positiva slo es ley si concuerda con la mo-ral y la ley Natural; asimismo, su interpretacin por los particulares y la Magistratura 'se ha de hacer a la luz de los, principios morales y de la justi-cia. El. funestsimo error cometido .por los juristas positivistas es el haber identificado lo justo legal con lo justo real, que en muchos casos pueden

    , ,estar en oposicin; es por sto, que Guillermo Ferrero critica .eI espritu, (Jo mejor dicho, la carencia de espritu con que los juristas positivistas inter-pretan la ley escrita, en los siguientes trminos: "la letra de la ley, que no-debera ser sino un signo aproximativo de la justicia, se cOIlVierte en la jn&-ticia misma, esto es. en un smbolo mstico... la mayor part~ de las- ideij6

    [ 213 1

  • ndice

  • N O' TA s PO R.T A DA

    1) Sa~ Clemente' 1. Papa. De la Carta a l~s fieles' dc Corinto. Cit. por Carlos Hamil-ton. Apuntessbrc el derecho d~ Rebelin. Pg. 58.

    P'R E FACI O

    1) Edmundo Picardo El Derecho Puro. Pg.' 394. 2) Maritain. Siete Lecciones sobre el Ser. Pgs. 1718. 3) 'Anbal Basctifin. Informe sobl'e la Memoria de prueba de Miguel Lastarria S.

    CAPITULO I

    1) Maritain. Para una filosofa de la persona hUll,na. Pg. 12. 2) Vnaneio Carro. Domingo Soto y el Derecho 'de Gentes. Pg. 32., 3) Venancio Carro. Ob. cito Pg. 32. 4) Angel Ossorio y Gallardo.' Derecho y Estado. Pg. 19. Cit. por Venancio Carr{)~

    Ob. cit. ,Pg. 34. ' ' 5) Grocio. Cit., por Venaneio Carro. Ob. cit. Pg. 160. 6) Victor Cathrein. Filosofa del Derecho. Pgs. 26869. 7) Rafael Fernndez Concha .. Filosofa del Derecho. Pg. 161; N:o 264. 8) Vctor, CathJ:'ein. Ob. cit. Pg. 265. ' 9) Vctor Cathrein. Ob. cit. Pg. 266.

    10) ldem. '1 ' 11) Rafael Fernndez Concha., Ob. cito Pg. 1m, N.o 271. 1~) Arturo AJessandri R. Teora' del Abuso del Derecho. Curso ~ Derecho Civil. TOIn

  • 28) Venancio Carro. Ob. cit. Pg. 148. "20) ~l F~nndez C. Ob. cit. Pg. 64. oro) Francisco Surez. Tratado de la Ley 'Y de Dios Legisador. T. 1. PA,;. OO. ~1) Surez. Ob. cito T, 1. Pg. 148. 32) ~San Jsidoro de Sevilla. Etimologas. Lib. 2, cap. 10 y Lib. [) cap. :~. Cit. Pot'

    Surez. Ob. cito T. l. Pg. 20. 33) Marco Tulio Cicern. Les Loi~. Liv. 1. Pg. 366. 34) San Agustin. Cuestiones del Nuevo Testamento. Q. 15. Cito por Surez. Ob. cit.

    Pg. 20. I 35) Domingo Soto: Tratado de la Justicia y el Derecho. T. 1. Pg. 13. 36) Sulrez. Ob. cit. T. 1. Pg. 20. 37) A. Cast-elein. Morale. Pg. 389. 38) Zeferino Gonzlez. Estudios sobre la filOsofa de Santo Toms. T. lll. P. 4:91. ,39) Surez. Ob. cito Pg. 56. 40) Surez. Ob. cito T. 1. Pg. 61.

    ,41) Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 61. 42) Surez. Ob. cit. T. 1. pg. 63:

    ,43) Surez. Ob. cit. T. J. Pg. 64.' -44) Surcz. Ob. cito T. 1. Pg. 68.

    1) 2) 3)

    4) l5) , 6) ,7) 8) 9)

    10) 11) 12) 13) 14)

    15) lO) 17) 18) 19) 20) 21)

    ~, 24)

    25) 26) 27) 28) 29) SO) 31}' 32) 83) 34) :35)

  • ~45) ,Surez. QI.>,. 'cit. ',['. n. Pg. i. o4tl) Z. Gonzlez. Ob. eit. T. IJI. Pg. 496. "'47) Soto. Ob. cito T. I. P~. 6869.

    CA~ITUL,O 111

    1)' DcrisL Ob. cit. Pg. 56. De este mismo autor son tomados varios de los conceptos emitidos en este prrafo.

    2) Derisi. Ob. cito Pg. 54. 3J Cicern. Ob. cit. Pg. 377. 5) Derisi. Ob. cit. Pg. 277.,

    '>5) Cicern. Ob. cit. Pg. 373. 6) Surez. Ob. cito T. JI. Pg. 56. 7) Grabmann. Thomas von Aquin Kultu,rphilosophie. Pgs., 35-36. Cit. por Derisi.

    Ob. cit .. Pg., ,278. . " . , 8): Del'a. Ob. cit,. Pg. 312. 9). San,to Toms de Aquino. In. JI sent. dis. 38, q. 1. arto 1. Cito por Derisi. Ob.

    cit .. Pg, 289, I ~10) Derisi. Ob. cit. Pg. 312. 11) Cicern. Ob. cit. Pg. 366. 12) Caste1ein. Ob. cit. Pg. 874. 13)' Caste1ein. Ob. cit. Pg. ,391. 14) Ver cita N.o 14 del cap. JI. , :15) Maritain. Los Derechos del Hombre y la 'Ley Natural. Pg. 91. :16) Rafael Fernndez C. Ob_ cH:. Pg. 76.

    ,'17) Surez. Qb. cito T., n. Pg'. 67. 13) San Agustn. Confesiones. T. JI, cap. 4. 19) Derisi. Ob. ,cito Pg. 344,. ' ~O) Derisi. Ob. cit. Pg. 351. 21) Surez. Ob. cito T. 11. Pg. 84.

    '22) Recasens. Ob. cit., Pgs. 521 y siga., 23) Soto. Ob. cit. T. 1. Pg. 8l.

    ,24) Soto. Ob. cit". T. 1. Pg. 82. ''25)1 Surez. Ob. cit. T. n. Pg. 66. 26) Carro. 01;1. ,cit: Pg. 138. 27) Surez. 01;1. cit. T. n. Pg. 61. 28) Surez. Ob. cito T. n. Pgs., 64-65. 29) Surez. Ob. cit. T. n. Pg. 13.

    ,30) Maritain. Los Derechos del Hombre y l~ Ley Natural. P~g. 90. 'SI) Castelein. Morale. Pg. 392. 32) Derisi. Ob. cit. Pg. 316.

    ''33) Los que no aparecen en la hibliografa son citados por Valensin. Ob. cit. Pg. 196. M) Citados, por Valensin. Ob. cito Pg. 196. '" '35) Gerson. Tract. de vita spirit, 1ect. 2. Cito por 'Surez: Ob. cit. T.n. Pg. 'i4 . . "36)'Surez. Oh. cit. T. 11. Pg. 78. ' , 37) San Anselmo. Lib. de 'vol. Dei. Cito por Surez. Ob. cito T. II. Pgs. 79-80. 38) Soto. Ob. cito T. 1. Pg. 84. ~y Surez, Ob. cit. T. n. Pg. 81, 40) San Agustin. De vera religo cap. 26, Cit. POi', Sul'ez. Ob. cit. T. n. -Pg. 88.

    -41) Soto. Ob .. cit. T. 1. Pg. 93, 1~)' Fernndez Alvar. Ob. cit., Pg. 164 .. "iU) Fernndez Alvar. Ob. cito Pg. 165,.

    ,44} Surez. Oo. cit. T. n. Pg. 102. 45) Maritain. Los Derechos del Hombre y' la Ley, Natura!. Pg. 90.

    ;46), Surez. Ob. cit. T. n. Pg. 114. :47)' Castelein. Ob. cit. Pgs. 395-396. , 48) Maritain. Los Derechos del Homb!'e y la Ley Natural. Pg. 92. 49) Mnritaiu. Los Derechos del Homl;lre y la Ley Natural. Pg, 93. 50) Cicern. Ob. cit.' Pg. 310. ~1) Surez. Ob. cit. T.' II, Pg. 112 . 52) Surez. Ob. cit. T. n. Pg. 114. 53) Surez. Oh. cito T. n. pg. 165. ,54) Surez. Ob. cit. T. n. Pg. 166. 00) "Derisi. Oh. cit. Pg. 326. -. ' 56} .Sur'ez: .Oh, cit. T. n. Pg. 168.' , , , 57) Stirez: 01;1. cito T. n. Pgs. 170-171-178-189. 5.'3) Soto. Ob. cit. T. I. Pg. 104. '59) Surez. Ob.cit. T. n. Pgs. 193~. 60) DerisL Oh. cit. Pg. 301. 61) DeriaL Oh. cito Pg. m>o. ~)i Surez. Oh. cit. T. n. Pg. 94. '1)! Soto. Oh. cit. T. 1. Pg. 91.

    l 217 l'

  • :(99 Su~. Ob. eit. T. n. Pgs. 13G:-13'. \(w Snlirez. Ob. cit. T. n. Pg. 133. ~) San Agu~tn. Cit. por Surez. 0'1;. cit. T. JI. Pg. 133. ) Surcz. Ob. cito T. JI. Pg. 141. (0) Surez. Ob. cit. T. n .. pg. 158. 69) Santo Toms. Cito por Sriiez. Oh. cit. T. n. Pg. 218. 70) Cicern. Ob. cit. Pg. 374. 71) Surez. Oh. cito T. n. Pg. l63. '72), Cayeumo. Cito por Suarei. Gl)'. rif. T. n. Pg. 237. 73) Surcz. Ob. cito T. U. figs. 24.'3-245. 74) Surez. Ob. cit. T. n. Pg: 252.

    1) 2)

    "S)

    ~) )5)1 '0) 7) 8) 9)

    10) , 11) 12)

    , 13) 14) 15)

    , 16) 17) 18)

    19) ; 20) ,21)

    22) ,23)

    24) 25) 26)

    , 2'i'), 28) 29)' 30) 31)

    '32) 33)

    34)

    35) 36) 37) aB)

    39) , 40)

    41) 42) 43)

    , 44)' 45)

    ,46) . 47) 48) 49)' 50) 51) ~2)

    CAPITULO IV

    Soto. Ob. cit. T. 1., Pgs. 116-117. - Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natura!. Pa~. 104. Luis Vives. Citado por Costa. La Ignorancia del Derecho. Pg,. 1116-3631. Ci 'tado, a su 'vez, tlor Dorado Montero. Valor social de Leyes y' Autoridades. Pg. 15., Fray Luis de Len. Los Nombres de Cristo. L. J, lllrr.afo 6. Pg. 94. Fray Luis de Len. Ob. cito Pg. 94. Soto. Ob. cit. T. 1. 'Pg. l(lH. :Surez. Ob. cito T. n. pg. 66. Soto. Ob. cito T. 1. Pg. 112. Platn. Les Lois. Liv. 9. Aristteles. Poltica. Lib. 1; C9.p. 1. Pg. 15. Cicern. Ob. cito Lib. 1. Aristteles. In rhetorieis ud Alexandrum c. Pg. 12.

    de gen. Cito por Soto. Ob. cito T. I~, I

    San Isidoro. Lib. 5. Cit. por Soto. Surez. Ob. cit. T. r. Pg. 211. Castelein. Morale. Pg. 406.

    Ob. cito T. 1. Pl:. 12.

    Soto. Ob. cito T. 1. Pg. 49. 'Surez. Ob. cito T. 1. Pg. 221. Fuero Real. Cit. por Juan Beneyto Pl"ez. Idea", Polticas dI' la Edad Media. Pig:s. 31-32. Sarito Toms. Citado por Bautain. Ob. cito Pg. 301. Plat.n. Les Lois. Liv. 8. ' Aristteles. Morale. Li\'. 10, cap. 9. Soto. Ob. cit. T. 1. Pg. 14. Fernndez Concha. Ob. cito Pg. 66. N.o 10B. Fernndez Alvar. Ob. cit. Pg. 137. Carro. Ob. cit. Pgs. 134-13('). Fernndez Alvar. Ob. cito Pg. 138. Pufendorff. Cit. pOI' Carro. Ob. cito Pg. 167. Jaime Balmes. El Protestantismo comparad con el Catolicismo. Pg. 211.-Z. Gonzlez:. Ob. cit. Pg. 493. Surez. Ob. cit. T.' L Pgs. 7%75.

    'Soto. Ob. cito T. 1. Pg. 137. Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 120. Surez. Ob'. cit. T. I. Pg. 126 . Santo Toms. Contra lmpugnantes Dei cItum nc. religionem c. ID. Cito por-Schwalm. Philophie Social,. Pg. 2. Tristn de Athllyde. Poltica. Pg. 8. Gillet. Cito por Jos Bernales. El bien Comn. Pg. 10. Maritain. Para una 'filosofa de la perRona humana. Pgs. 170-171. Santo Toms. De Regiminc Principum l, 1. Cit. por Grabmann. Santo Tom:!J de Aquino. Bgs. 185-186:, Santo Toms. Ethic. 1 lect 1. Cit. por Schwalm. Ob. cito Pg. 5. Maritain. Para una filosofa de la persona humana. Pgs. 143-144-145 Marita,in. Los Deyech08. del Hombre y la Ley Natural. Pgs. 17-18-19: SchwaIm. Ob. CIt. Pug. 6. Schwalm. Ob. cit. Pg. 7. Schwalm. Ob. cito Pg. 9. Tristn de Athayde. P.oltica. Pg. 12. Rousscau. Cit. por Maria de Maeztu. Historia de la Culttlra Europea p' 18 Maria de Maeztll. Ob. cito Pgs. 175-176. . ag. u Tristn de Atbayde. Ob. cito Pg. 19. Tristn de Athayde., Ob. cito Pg. 20. Tri3tn de Athayde. Ob. cito Pg. 23. Vermeesch. Ob. eit. Pg. 2.'1. Venneesch. Ob. cit. Pg. 22.

    [ 21 ~ 1

  • 58} Taparelli. Ensayo terico de Derecho Natura. Pg. 393. ' 54) Maritain. Los' Derechos dcl Hombre y la Ley Natural. Pgs. 21-22-23 .55) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natural. Pgs. 67-68. 56) Maritain. Para una filosofa de la persona humana. Pgs. 165-166-167. 57) Len XIII. Cit. por Mons. Osear Larson. Leccin de Derecho Social. Pg. 47. 58) Maritain. Para una filosofa de la perOna humana .Pgs .. 167 a 170. 59) Osear Larson. Leccin de Derecho Social. :j?g. 48. (0) Sacto Toms. De Regimine Principum. Cap. 11. Cito por Balmes, El Protestan-,

    tismo comparado con el Catolicismo. Pg. 215. ' 61), Soto. Ob. cit. T. I. Pg. 28. 62) Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 140. 63) Surez. Ob. cit. T. 1. Pg .. 132. 64) Surez. Ob. cit. '1'. l. Pg. 137. 65) Las Doce Tablas. Cit. por ]'ernndell Alvar. Oh. cit. Pg: 143. 66) Santo Toms., Quaest. disputo Do potentia, cap. lIT, a. 16, ad." 16. CH. por'

    Schwnlm. Oh. cit. P,g. 15. ' 67) Santo Toms. De Charitate quaest. disp. a. 4.ad. 2. Cit. por Fernndez Alvar.

    Ob. cIt. Pg. 142. ' , 68)' Sllnto Toms. 1 Ethic.a. lect. l. Cit. por Schwalm. Oh. cit. Pg. 17. 69) Snnto Toms. Quaest~ Disput. q.nica, a. 4, ad. 2. Cit. por Schwalm. Oh. cit.;

    Pg. ,17. l' 70) Surez. ,Ob. cit. T. 1. P{\gs. 135-136. 71) Maritain. Trois Reformateur. Pgs. 28-32. Cit. por Tristn dc Athaydc. Politica.

    Pg. 13. I 72) Vermeesch. Ob. (lit. Pg. 75. 73) Santo Toms. Ethic. 1. 1 Lec. I. Cit. por ,Bartplom Palacios. Las Encclicas,

    Sociales. Pg. 78. , 74) Vermeesch. Ob. dt. Pgs.' 23-24-25. 75) Vermeesch. Oh. cit. 84. . '76) . Schwalm. Ob. cit. Pg. 21. 77) Larson. Doctrinas Soci~les. Pgs. 20-21. 78) Martain. Para una filosofa de la pei'sona humana. Pg. 48. 79) Schwalm. Ob. cit. Pg. 22. ' 80) Maritain. Para una filosofa de la persona bumana. Pg. 147. 81), Tapare1li. Oh. cit. Pg. 175. 82) Schwal.m. Ob. cit. 'Pg. 29. 83) Tristn de ,Athayde. Ob. cit. Pg. 14. 84) Platn. Dilogo De Regno. Oit. por Soto. Oh. cit. T. I. Pg. 29~ 85) Surez. Ob. cit. T. I. Pg. 152. . 86) Cicern. Ob. cit. L. ITI. 87) Surez. Oh. cito T. I. Pgs. 146-148. 88) Partidas. Cit.. por Beneyto Perez. Ob. cit. Pg. 32. 89) Santo Toms. De Regimine Principum. Lib. 1, cap. 1. Cit. por Valentn' Pan-

    zarrasa. J ustida Social. Pg. 38. 90) Cicern. Ob. cit. Pg. 318. 91) Francisco de Vitoria. Relectiones de Potestate Civile, N.o 6.

    '92) Tristn de Athnyde. Poltica. Pg. 42. , 93) BelIarmino. Contov. generalis. II 1. TII. c. VI. Cit. por Schwalm. Ob. cit. Pg. 91:. 94) Osvaldo Lira.Ob. cit. Pgs. 112-113. 95) Maritain. Para una filosofa de la persona humana. Pgs. 186-187. 96) Santo Toms. De RegiinI'ne Principum. 1. 10. Cito por Len XIII. Ene. Diutur-

    ~7) ,.98)

    99)'

    num, llIud. N.o 28. . , Cicern. Ob. cit. Pgs. 404-405. Schwalm. Ob. cit. Pgs. 494-495. Bellarmino. Bell. de Laiis. L. iL cap. 6. Cit. por BaImes. El Protestantismo. Pg. 53. , I

    100) Daniel Concina. Teologa Dogmtica. L. 1. Q. 4 c. 2. Cit. por Balmes. El Pro-testantismo. Pgs. 1.61-162. ~

    102) Compendio Salmaticensc. Trae. tercius de'Legibus. cap. 2. 1. Cit. por Balmes~-El' Protestantismo. Pgs. 167cl68. - -

    103) 104) 1(5).

    . 106)

    Maritain. Para una filosofa (le la persona humana. Pg. 180. Balmes. El Protestantismo. Pg. 193. . Maritain. Los Drechos del Hombre y la ley NaturaL Pg. 124. Vasquez de Mella. Obras Completas. T. X. P'gs. 175-176. Cito por OsvllldoLi- ra. Ob. cit. Pg. 130. ,- .

    107) Osvdo'Lira. Ob. cit. Pg. 130. 108) Osvaldo Lira. Ob. cito Pg. 128. 109) Tristn de Athayde. Poltica. Pgs. 74-75. 110) Tristn de ,Athay.de. El Hombre Moderno y el Hombre Eterno. Pgs. 62.63. :111) Tristn de Atb,ayde. El Hombre Moderno y el Hombre Eterno. Pgs. 64 a 67. 112) Derisi. Oh. cit. Pg. 222. :n:n ,Maritain. Para 'una filosofa de 'la pel'SOnn humana.. Pg. 136. 1.14) Vie lntellectuelle. Marzo 1936. La Pensc Chinoise. Cit. por Tristn de Athayde.,

    :mn llR) 117)

    El Hombre .... Pg. 28. . . , Maritain. Para una filosofa de la persona humana. J?gs. 125-126. Maritain. Para una filosofa de la persona hUInana. Pgs. 128-129~ Santo Toms. De Potentia,q. 9 arto 3. Cit. por Schwalm. Oh. cit. Pg. 437;,

    ;( '219 1

  • 118) . 'll9) 120) 121),

    :122) 123) 124)

    :1.25):

    126) 127) 128) 1.29)"

    130)

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    134)

    l3)

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    cit. Pg. 53. Vasquez de Mella. Obras Completas T. VIII. Pg. 156. Cit. wr"'osvaldo Lira. Ob. cito Pg. 156. Osvaldo Lira. Ob. cit. Pg. 159. Vasquez de Mella. Obras Completas T. Y. Pgs. 186-187 . Cit. por Osvlldo Lira. m.ili. Vasquez de Mella. Obras Completas T. V-. Pg. 98. Cito por Osvaldo Lira. Ob. cito Pg. 206 I Osvaldo Lira. Ob. cito Pgs. 208-209.

    CAPITULOS V Y VI

    1) Balmes. El Protesta~tismo... l'g. 2,'W. 2) Santo Toms. De Regimine Prinipum. Dist. 44. Cito pOf Gonzl('z. Ob. cito Pg.

    ~. I 3) Santo 'roms. be Regimine Principum. Dist.44. Cit. 'por Gonzlez. Ob. cito pg.

    465, , $ 4) 5)

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    Po IX. Syllabns. Pg. 63. Cit. por Carlos Hamilton. Ob. cito Pg. 59. Santo Toms. De Regimine Principum. 11 q. 12 arto 2. Cito por Balmes. Ob. cit. Pgs. 148-149. . ' . I ., Santo Toms. De Regimine Principum. n q. 104 arto 6. Cit. por Balmes. Ob. cit. pg. 149. Len XIII. Carta a los Cardenales Franceses In, 125. Cito por Carlos Hamilton. Ob. cit. Pg. 62.' , Santo Toms. De Rcgimine Principum. Dist. 44. Cito llor !:. Gonzlez. Ob. cito Pg. 463. . Leopoldo Alas. El Derecho y la' Moralidad. Pgs. 71-72. Ex. Epist. S. Eucherli ad Silvinum. Cito por Bautain. Ob. cit. pg. 328. Carlos Hamilton. Oh. cito pgs. 57-58 . Cicern. Ob. cit. pgs. 397398. Soto. Ob. cit.' T. 1. Pg. 34. Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 205. Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 206. Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 210. San Isidoro. Etim. Lib. 5, cupo l. Cit. por Santo Toms. Somme Theologique 1 II q. 95, arto 3. Cicern. Ob. cit. L. I-XV. pg. 37~. Cicern. tObo cito L. I-XV. Pgs. 372373. FernndCz Alvar. Ob. cit. Fg. 177. Surez. Ob. cit. T. 1. Pg. 177. Surez. Ob. cito T. 1. Pg. 18. Surez. Ob. cit. T. 1. Piig .. 166. Surez. Ob. cit: T. 1. Pg. 167. Surez. Ob. cito T. 1. Pg. 172. Sure:r.. Ob. cito T. 1. Pg. 180. Cicern. Ob. cito Pg. 372. Bilutan. Ob. cit. Pg. 325. . Siete Partidas. Cit. por Beneyto Prez. Oh. eit. Pg. 177. Soto. Ob. cit. Pg. 162. ' . Frassinetti. Compendio de la Teologa Moral de San Alfonso' Mara de Ligol'io. Pg. 63. Vitoria. Relectionel! De Potestate Cirin. Bautaill. Ob. cit. pg. 29. 80to. Ob. cit. T. 1. Pg. 94. Soto. Ob. cit. T. 1. Pg. 212. . Siete Partidas. Cit. por Juan Beneyto Prez. 'Oh.' cito Pe;. 32, N.o 10. Cayetano. Cit. por Valentn Panzarrasa. Ob. cit. Pg. 60.

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    Misma cita anterior Renard. Ob. cit. Pg. 204. Cit. por Renard. Ob. cito Pg. 193. Surez. Ob. cito T. l. Pg. 232. Soto. Ob. cit. T. 1. Pgs. 166-167 . Renard. Oh. cit. Pg. 203. , I Gillet. Conscience chrtienne et justice sociale. Pgs. 241-242. Cit. pol' Renard." Ob. cit. Pg. 197. Valentn Panzarrasa. Ob. cit. _Pg. 63. ' ' Modesto. Digest. de legb. 1 Nulla. Cit. por Soto. Ob. cit. T. 1. Pg. 215. Soto. Ob. cit. T. 1. Pg. 218.' San Hilario. De Trinit. 13. Cit. por Soto. Ob. cit. T. 1. Pg. 215. Maritain. Du Regime temporet et de la Libert. Cit. por Panzarrasa. 'Ob cit. Pg. 508. '1 ' .T os- M. Llavera. Tratado Elemental de Sociologa Cristiana. Cito por p'anzarrasa. Ob. cito Pg. 511. Po XI. Enc. Nos es Muy. 28-1II-1937.Cit. p6rLuig Sturzo. La Poltica y]a, Moral. Pgs. 189-190. " Santo Toms. De Regimint' Principum 1 cap. VI.' Cit. 'por Panzarrasa. Ob. cit.

    Pg. 509. ~ Santo Toms. De Rcgimine Pl'ncipum 1 cap. VI. Cit. por Tristn de Athayde. Polftica. Pg. 87. I Po XI. Ene. Nos es Muy. Cit. por Panzarrasa. Ob. cit. Pg. 509. Len XIII. Ene. Quod apostoli., 28-XII-1878. Cit. por Carlos Hamilton. Ob. cit. Pg. 59. j " Santo Toms. De Regimine Principum 1 cap. VI. Cit. por Tristn de Athayde~, Ob. cit. Pg. 89. I Pio XI. Enc. Nos es Muy. Cito por Stur:;:o. Ob. ciL .P{tgs. 189-\90. Misma cita anterior. " ' Santo Toms. De Regimine Principum r..ih. 1 cap. VI Cit. pOI' Z. Gonzlez. O~. cit. 456. ! Cit. por Balmes.' El Prtestantismo .. Pg. 245. Juan de Mariana. Del Rey y de la institcin de la Dignidad Real. Pg. BO. Carlos Hamiltoll. Ob. cit. Pg. 65. ' Len XII;I. Ene. Quod Apostoli. ,Cito por- Carlos Halllilton. Ob. cit. P~. 59.

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  • 1 N DIe E'

    Dedicatoria ........................ ~ ........................... , .... ' .......... ~ .... ' ........... ' .. lnforme del Dil'ector del Seminario de Derecho Pblico ........... : ..... : Jnforme del Profesor. seor CarlosVergara Bravo ....................... .

    .~~;}:~~ ......... : ..................... ; ................ : .... : .. : ...... ; .... : '.':::'.~: .. ~: .... :: .... : .. :.:~ :::::: ::::::::::~: ':::::: -::::~~ CAPITULO I

    NOCION~S PRELIMINARES

    I. EL DERECHO Y EL. HOMBRE

    1) La ciencia del Derecho ha de considerar al hombre en toda su integridad ................. , .............. ~ ..... ". .... i.'.~ .......... ~ .. , ............. .

    .2) El Derecho deb'e propender a la obtencin del fin especfico del Hombre ...... ...... ...... ...... ...... ...... """ .. '... ............ ....... ...... .. .. .. . .

    n. LA ETICA y Eh DERECHO.

    1) Rectificacin de conceptos ... h ..................... .. t... ...... . ...... . .:2) La Etica y su objeto .................................................. ;, .. .. . 3) El Derecho y su objeto ...... .:.... ...... . ........... ...... ...... .. .. .. 4) El Derecho es a la Etica como la e~pecie es al gnero ...... . .... . '5) La Etica es el fundamento del Derecho ................................. : .. 6) La Etica: regla el uso del Derecho .................. : ............... , ........ . 7) . La Etic~ d vida al Derecho '.

    .,8) Los Legisladores ante las rel~~i'~~~~"d~"i~ Eti~~"~~~"~i D~;e~h~

    { 229 1

    Pg.

    5, 6 8

    10 IJ

    15

    16

    17 18 18 18 19 20 .20 21;

  • IIl. LA JUSTICIA Pg.

    1) . La J usticla y la Etica ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... .... .. ...... ...... 2 I 2) Qu clase de virtud es la Justicia _ .. ,... ...... . .. ... ..... . . ... . . ...... .... .. 22 3) E.". qu consist la virtud de la Justicia ...... ...... ...... ...... ...... ...... 22 4) La Justicia y su objeto .... ; ..................................................... :. 22.

    IV. EL DERECHO

    1) El derecho objetivo ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ..... ...... 23' 2) El derecho subjetivo . ..... ...... ...... ...... ..... ...... ...... ...... ...... 23

    a) Es u