para ampliar el canon de la producción. de sousa santos

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    Boaventura de Sousa SantosCsar Rodrguez

    INTRODUCCIN: PARA AMPLIAR EL CANON DE LA PRODUCCIN

    Introduccin

    Como lo muestra la consolidacin reciente de numerosos movimientos y organizaciones alrededor del mundo queluchan por una globalizacin contra-hegemnica, los varios siglos de predominio del capitalismo no han logradodisminuir la indignacin y la resistencia efectiva contra los valores y prcticas que constituyen el corazn delcapitalismo como sistema econmico y forma civilizatoria. De hecho, la historia del capitalismo desde susurgimiento en lo que Wallerstein (1979) ha llamado el largo siglo XVI es tambin la historia de las luchas deresistencia y la crtica contra dichos valores y prcticas. Desde la lucha de los campesinos ingleses contra suincorporacin forzada a las fbricas proto-capitalistas despus de la apropiacin privada de las tierras comunalesen el siglo XVIII hasta las luchas contemporneas de comunidades indgenas en la semiperiferia y la periferiacontra la explotacin de sus territorios ancestrales, pasando por los movimientos obreros de todo tipo, elcapitalismo ha sido constantemente confrontado y desafiado. Dichos desafos han ido acompaados de una ricatradicin de pensamiento crtico desde el pensamiento asociativo de Saint-Simon, Fourier y Owen en Europa enel siglo XIX hasta la reivindicacin de un desarrollo alternativo o el rechazo mismo de la idea de desarrolloeconmico en la periferia y la semiperiferia en el siglo XX, pasando por la crtica marxista del capitalismoindustrial- que ha impulsado el debate sobre formas de sociedad ms justas que sean alternativas viables frente alas sociedades capitalistas (Macfarlane, 1998). Al imaginar y luchar por sociedades donde la explotacin seaeliminada, o por lo menos reducida drsticamente, las prcticas y teoras crticas del capitalismo sumadas aotras cuyo blanco son otras formas de dominacin como el patriarcado y el racismo- han mantenido con vida la

    promesa moderna de emancipacin social.A comienzos del siglo XXI, la tarea de pensar y luchar por alternativas econmicas y sociales es especialmenteurgente por dos razones relacionadas entre s. En primer lugar, vivimos en una poca en la que la idea de que nohay alternativas frente al capitalismo ha ganado un nivel de aceptacin que posiblemente no tiene precedentes enla historia del capitalismo mundial. En efecto, a lo largo de las dos ltimas dcadas del siglo pasado las lites

    polticas, econmicas e intelectuales conservadoras impulsaron con tal agresividad y xito las polticas y el pensamiento neoliberales que la idea tatcheriana segn la cual no hay alternativa alguna al capitalismo

    neoliberal gan credibilidad, incluso entre crculos polticos e intelectuales progresistas. En este sentido, lasdcadas precedentes reavivaron la utopa del mercado auto-regulado (Polanyi, 1957) que haba sido dominanteen el siglo XIX. A diferencia de lo que sucedi en el siglo XIX, sin embargo, el resurgimiento de dicha utopa

    bajo la forma del neoliberalismo contemporneo no fue acompaado por la reactivacin simultnea de las luchasy el pensamiento crticos, que pasaron a la defensiva y debieron reinventarse y reorganizarse. Pero esta situacinha empezado a cambiar en los ltimos aos con el resurgimiento del activismo por una globalizacin contra-hegemnica, que han comenzado incluso a desarrollar formas de coordinacin tales como la realizacin anual delo primero Foro Social Mundial en Porto Alegre. Dado que, como el mismo Polanyi lo observ con claridad, lasinstituciones que encarnan la utopa del mercado auto-regulado no podan existir por mucho tiempo sin aniquilarel material humano y natural de la sociedad [porque] habran destrudo fsicamente al hombre y devastado suentorno (1957: 3), la idea que no existen alternativas no poda predominar por mucho tiempo. En vista de que laglobalizacin neoliberal ha sido eficazmente puesta en tela de juicio por mltiples movimientos y organizaciones,una de las tareas urgentes consiste en formular alternativas econmicas concretas que sean al mismo tiempo

    emancipatorias y viables y que, por tanto, le den contenido especfico a las propuestas por una globalizacincontra-hegemnica. En segundo lugar, la reinvencin de formas econmicas alternativas es urgente porque, encontraste con los siglos XIX y XX, a comienzos del nuevo mileno la alternativa sistmica al capitalismorepresentada por las economas socialistas centralizadas no es viable ni deseable. El autoritarismo poltico y lainviabilidad econmica de los sistemas econmicos centralizados fueron dramticamente expuestos por elcolapso de estos a finales de la dcada de los ochenta y principios de los noventa (Hodgson, 1999). Inclusoquienes, contra la evidencia del autoritarismo y la inviabilidad de dicho sistema, mantenan la posibilidad de laalternativa al capitalismo (esto es, la alternativa socialista centralizada), han sido forzados a pensar en otrostrminos. Para quienes, como nosotros, los sistemas socialistas centralizados no ofrecan una alternativaemancipatoria frente al capitalismo, la crisis de dichos sistemas ha creado la oportunidad para recuperar o

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    inventar alternativas (en plural) que apunten hacia prcticas y formas de sociabilidad no capitalistas. Como sever en el sondeo que ofrecemos ms adelante, estas alternativas son mucho menos grandiosas que la delsocialismo centralizado, y las teoras que les sirven de base son menos ambiciosas que la creencia en lainevitabilidad histrica del socialismo que domin el debate del marxismo clsico. De hecho, la viabilidad dedichas alternativas, por lo menos en el corto y mediano plazos, depende en buena medida en su capacidad de

    sobrevivir dentro del contexto del domino del capitalismo. Lo que se requiere, entonces, es centrar la atencinsimultneamente en la viabilidad y en el potencial emancipatorio de las mltiples alternativas que se vienenformulando y practicando alrededor del mundo que representan formas de organizacin econmica basadas en laigualdad, la solidaridad y la proteccin dell medio ambiente.Este es el espritu que inspira este trabajo introductorio y los estudios de caso contenidos en el presente volumen.La insistencia en la viabilidad de las alternativas, sin embargo, no implica una aceptacin de lo existente. Laafirmacin fundamental del pensamiento crtico consiste en que la realidad no se reduce a lo que existe. Larealidad es un campo de posibilidades en el que caben alternativas que han sido marginadas o que ni siquiera hansido intentadas (Santos, 2000: 23). En este sentido, la tarea de las prcticas y el pensamiento emancipadoresconsiste en ampliar el espectro de lo posible a travs de la experimentacin y la reflexin acerca de alternativasque representen formas de sociedad ms justas. Al mirar ms all de lo existente, dichas formas de pensamiento y

    prctica ponen en tela de juicio la separacin entre realidad y utopa, y formulan alternativas que sonsuficientemente utpicas como para implicar un desafo al status quo y son suficientemente reales como para noser fcilmente descartables por ser inviables (Wright, 1998). El espectro de posibilidades resultante es muchoms amplio del que incluso muchos partidos y pensadores de izquierda han tendido a defender en los ltimosaos. En Amrica Latina, por ejemplo , una corriente influyente de la izquierda, cuyas ideas han sido condensadasen los trabajos de Unger y Castaeda 1, tiende a ofrecer como alternativas slo variaciones conocidas al sistemacapitalista. En palabras de Castaeda, las opciones de la izquierda se limitan a promover el modelo capitalista conlas variaciones, regulaciones, excepciones y adaptaciones que las economas de mercado de Europa y Japn hanincorporado a lo largo de los aos (1993: 514). Como lo mostraremos en el balance de los experimentos y lasteoras econmicas alternativas que ofreceremos ms adelante, el predominio del capitalismo no reduce el rangode posibilidades a dichas variaciones. Por el contrario, dicho rango incluye formas de concebir y organizar la vidaeconmica que implican reformas radicales dentro del capitalismo basadas en principios no capitalistas, o queincluso apuntan a una transformacin gradual de la economa hacia formas de produccin, intercambio yconsumo no capitalistas.Cualquier anlisis que, como el nuestro, intente subrayar y evaluar el potencial emancipatorio de las propuestas yexperimentos econmicos no capitalistas que se vienen haciendo alrededor del mundo debe tener en cuenta que,

    dado su carcter anti-sistmico, dichos experimentos y propuestas son frgiles e incipientes. Por esta razn, eneste trabajo analizamos las alternativas desde una perspectiva que puede ser llamada hermenutica delsurgimiento (Santos, 2001), esto es, un punto de vista que interpreta en forma expansiva la forma comoorganizaciones, movimientos y comunidades se resisten a la hegemona del capitalismo y se embarcan enalternativas econmicas fundadas en principios no capitalistas. Esta perspectiva amplifica y desarrolla los rasgosemancipatorios de dichas alternativas para hacerlas ms visibles y crebles. Esto no implica que la hermenuticadel surgimiento renuncia al anlisis riguroso y a la crtica de las alternativas analizadas. El anlisis y la crtica, sinembargo, buscan fortalecer las alternativas, no minar su potencial.Antes de adentrarnos en el anlisis de las iniciativas y propuestas concretas, es necesario precisar los trminosque se utilizan generalmente en las discusiones sobre estos temas. A falta de un mejor trmino, las prcticas yteoras que desafan el capitalismo son calificadas con frecuencia como alternativas. En este sentido, se hablade una globalizacin alternativa, de economas alternativas, de desarrollo alternativo, etc. Existen razones paracuestionar la conveniencia poltica y terica de este adjetivo en cuanto calificar algo de alternativo es ceder de

    entrada el terreno a lo que se quiere oponer, que reafirma as su carcter hegemnico. Sin embargo, creemos que,antes que un cambio de lenguaje, lo que se requiere al comienzo de una indagacin que busca teorizar y hacervisible el espectro de alternativas es formular la pregunta obvia: alternativo frente a qu? En otras palabras,cules son los valores y prcticas capitalistas que dichas alternativas critican y buscan superar? A pesar de laamplitud de esta pregunta que, de hecho, apunta a uno de los temas centrales de las ciencias sociales, esto es, lacaracterizacin del capitalismo como fenmeno econmico y social-, una respuesta por lo menos somera es

    1 Vase, por ejemplo, el documento titulado Una alternativa latinoamericana, producido por un grupo de polticos latinoamericanosconvocado por Unger y Castaeda (entre los que se encuentran los actuales presidentes de Chile, Ricardo Lagos, y Mxico, Vicente Fox) enBuenos Aires en noviembre de 1997 (http://www.robertounger.com/alternative.htm).

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    necesaria para clarificar el sentido del resto de nuestra exposicin. Esto es as porque el objetivo central de estecapitulo es precisamente ofrecer un mapa y un conjunto de tesis sobre la trayectoria y las posibilidades actualesde prcticas y visiones del mundo inspiradas en principios no capitalistas. Al plantear la pregunta y los trminosde nuestro argumento de esta forma general, esperamos que este capitulo sirva como teln de fondo eintroduccin a la lectura de los estudios de caso que se incluyen en este libro y que discuten desde diferentes

    ngulos y a partir de experiencias diversas el grado en que las iniciativas escogidas para el anlisis constituyenalternativas econmicas emancipatorias.Las lneas de pensamiento crtico a las que hicimos alusin anteriormente han subrayado tradicionalmente tresrasgos negativos de las economas capitalistas. En primer lugar, el capitalismo produce sistemticamentedesigualdades de recursos y poder. En la tradicin marxista, el efecto que figura en el centro de las crticas es ladesigualdad econmica y de poder entre clases sociales. La separacin entre capital y trabajo y la apropiacin

    privada de las utilidades actan como motores de produccin de ingresos desiguales y de relaciones socialesmarcadas por la subordinacin del trabajo al capital. Las mismas condiciones que hacen posibles la acumulacingeneran desigualdades dramticas entre clases sociales al interior de cada pas y entre pases alrededor delsistema mundial. La tradicin feminista, entre tanto, concentra sus crticas en la forma como las diferencias declase refuerzan las diferencias de gnero y, por tanto, en la forma como el capitalismo contribuye a lareproduccin de la sociedad patriarcal. As mismo, las teoras crticas de la raza subrayan la forma como laopresin entre razas y la explotacin econmica se alimentan mutuamente. En segundo lugar, las relaciones decompetencia requeridas por el mercado capitalista producen formas de sociabilidad empobrecidas, basadas en el

    provecho personal antes que en la solidaridad. En el mercado, el motivo inmediato para producir y parainteractuar con otras personas es una mezcla de codicia y miedo...Codicia, en tanto las otras personas son vistascomo fuentes posibles de enriquecimiento, y miedo en tanto ellas son vistas como amenazas. Estas son formashorribles de ver a los dems, independientemente de que ya estemos acostumbrados a ellas como resultado desiglos de capitalismo (Cohen, 1994: 9). Esta reduccin de la sociabilidad al intercambio y al provecho personalest en el centro del concepto de alienacin en Marx y ha inspirado crticas y propuestas contemporneas que

    buscan expandir las esferas en las que el intercambio est basado en la reciprocidad antes que en el provechomonetario como las economas populares estudiadas por Quijano (1998) en Amrica Latina- o disminuir ladependencia de las personas en relacin con el trabajo asalariado, de tal forma que no sea necesario perder lavida para ganarse la vida (Gorz, 1997). En tercer lugar, la explotacin creciente de los recursos naturalesalrededor del globo pone en peligro las condiciones fsicas de vida sobre la tierra. Como lo han puesto de

    presente las teoras y movimientos ecologistas, el nivel y el tipo de produccin y consumo requeridos por elcapitalismo son insostenibles (Daly, 1996; Douthwaite, 1999). El capitalismo, as, tiende a minar los recursos

    naturales que permiten su propia reproduccin (OConnor, 1988). Contra el prospecto de la destruccin de lanaturaleza, los movimientos ecologistas han propuesto una amplia variedad de alternativas, que van desde laimposicin de lmites al desarrollo capitalista hasta el rechazo de la idea misma de desarrollo econmico y laadopcin de estrategias anti-desarrollistas, basadas en la subsistencia y el respeto a la naturaleza y a la produccintradicional (Dietrich, 1996).Por supuesto, en la prctica las crticas y las alternativas formuladas en vista de estos rasgos del capitalismotienden a combinan ms de una de las lneas mencionadas. Por ejemplo, el eco-feminismo promovido por losmovimientos de mujeres en India articula la crtica y la lucha contra el patriarcado con la preservacin del medioambiente (Shiva y Mies, 1993). De forma similar, el cooperativismo busca no slo la remuneracin igualitaria delos trabajadores-dueos de las empresas cooperativas, sino tambin la generacin de formas de sociabilidadsolidarias basadas en el trabajo colaborativo y la participacin democrtica en la toma de decisiones de lasempresas. Igualmente, propuestas tales como la creacin de un ingreso mnimo universal acompaado de ladisminucin de la jornada laboral buscan no slo establecer un nivel de bienestar material bsico sino tambin

    liberar tiempo para el desarrollo de sociabilidades y habilidades diferentes a las requeridas por el mercado (VanParijs, 1992).El mapa de iniciativas y visiones econmicas alternativas que presentamos ms adelante, as como el conjunto deexperiencias analizadas en los estudios de caso incluidos en este volumen, es muy variado. Como se verenseguida, ellos incluyen desde organizaciones econmicas populares constituidas por los sectores msmarginados en la periferia hasta cooperativas prsperas en el centro del sistema mundial. Sin embargo, al criticare intentar superar en mayor o menor medida los rasgos del capitalismo sealados anteriormente, todos estos tiposde experiencias tienen en comn el hecho que, si bien no buscan reemplazar el capitalismo de un solo tajo, sintentan (con xito dispar) hacer ms incmoda su reproduccin y hegemona. Para esto, los mltiples tipos deiniciativas que incluimos en nuestro mapa crean espacios econmicos en los que predominan los principios de

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    igualdad, solidaridad o respeto a la naturaleza. En virtud del primero, los frutos del trabajo son apropiados demanera equitativa por sus productores y el proceso de produccin implica participacin en la toma de decisionesentre iguales, como en las cooperativas de trabajadores. En virtud del principio de solidaridad, lo que una personarecibe depende de sus necesidades, y lo que aporta depende de sus capacidades. As funcionan, por ejemplo, lossistemas progresivos de tributacin y transferencias, cuyo establecimiento o defensa en el contexto de la

    globalizacin neoliberal constituye una propuesta alternativa al consenso econmico hegemnico. En este principio estn inspirado igualmente el movimiento de fair trade (comercio justo), mediante el cual el precio pagado por los consumidores de un producto en el Norte contribuye efectivamente a la remuneracin justa dequienes lo producen en el Sur. En virtud de la proteccin al medio ambiente, la escala y el proceso de produccinse ajustan a imperativos ecolgicos, incluso cuando estos van en detrimento del crecimiento econmico.La escala de las iniciativas es igualmente variada. Las alternativas comprenden desde pequeas unidades de

    produccin locales como las cooperativas de trabajadores en barrios marginales en la periferia del sistemamundial- hasta propuestas de coordinacin macro-econmica y jurdica globales que garanticen el respeto dederechos laborales y ambientales mnimos alrededor del mundo, pasando por intentos de construccin deeconomas regionales basadas en principios de cooperacin y solidaridad.En vista de semejante diversidad, las alternativas existentes varan mucho en su relacin con el sistemacapitalista. Mientras que unas (v.gr. las cooperativas) son compatibles con un sistema de mercado e incluso con el

    predominio de las empresas capitalistas, otras (v.gr., las propuestas ecolgicas anti-desarrollistas) implican unatransformacin radical o incluso el abandono de la produccin capitalista. Sin embargo, al estudiar estasiniciativas creemos que es importante resistir la tentacin de aceptarlas o rechazarlas con un criterio simplista quemira exclusivamente si ellas ofrecen alternativas radicales frente al capitalismo, por dos razones distintas. Por una

    parte, este criterio simple de (des)calificacin encarna una forma de fundamentalismo de lo alternativo que puedecerrar las puertas a propuestas que, si bien surgen en el medio del capitalismo, abren las puertas atransformaciones graduales en direcciones no capitalistas y crean enclaves de solidaridad en el seno delcapitalismo. Ms all de la vieja dicotoma entre reforma y revolucin, de lo que se trata, como lo afirma Gorz(1997) es de implementar reformas revolucionarias, esto es, de emprender reformas e iniciativas que surjandentro del sistema capitalista en que vivimos pero faciliten y le den credibilidad a formas de organizacineconmica y de sociabilidad no capitalistas. Por otra parte, semejante criterio estricto de evaluacin de lasalternativas implica en ltimas una hermenutica del escepticismo, no del surgimiento, que termina por rechazartodo tipo de experimentacin social por estar contaminado por el sistema dominante. Dado que ninguna de las

    propuestas viables representa una alternativa sistmica al capitalismo (esto es, una alternativa de organizacinmicro y macro-econmica comprehensiva basada exclusivamente en valores de solidaridad, igualdad y

    proteccin del medio ambiente), las alternativas con las que contamos tienen relaciones directas o indirectas conlos mercados locales, nacionales e incluso internacionales. En otras palabras, dado que sabemos cmo hacerfuncionar una economa basada en el inters individual (esto es, basada en el mercado) pero no hemos aprendidocmo hacer funcionar una economa fundada en la generosidad (Cohen, 1994), las iniciativas no representannuevos modos de produccin que reemplacen al capitalista. Esto no les resta, sin embargo, relevancia ni potencialemancipador. Al encarnar valores y formas organizativas opuestas a los del capitalismo, las alternativaseconmicas generan dos efectos con alto contenido emancipador. En primer lugar, en el nivel individual implicancon frecuencia cambios fundamentales en las condiciones de vida de sus actores, como lo muestran los estudiossobre la transformacin de la situacin de los recicladores de basura en India y en Colombia presentados porBhowmik y Rodrguez, respectivamente, en los capitulos incluidos en este volumen. En segundo lugar, en elnivel societal la difusin de experiencias exitosas implica la ampliacin de los campos sociales en los que operanvalores y formas de organizacin no capitalistas. En algunas ocasiones -como en el caso del complejocooperativo Mondragn en Espaa, que tiene influencia en toda una regin (Whyte y Whyte, 1988)- el alcance de

    las iniciativas es tal que transforman los patrones de sociabilidad y los resultados econmicos de maneraconsiderable. Vistas desde la perspectiva de una hermenutica del surgimiento, estas experiencias guardan dehecho la promesa de transformaciones de escala mayor en la direccin de formas de sociabilidad y organizacineconmica no capitalistas.Con base en la caracterizacin general delineada en los prrafos anteriores, en lo que sigue nos concentramos e n formas de produccin no capitalistas, que constituyen el tema especfico de los estudios incluidos en este libro 2.

    2La razn por la cual nos concentramos en las alternativas de produccin y no tratamos, por ejemplo, alternativas igualmente importantesque tienen que ver con el comercio y el consumo (v.gr., formas de comercio justo o fair trade ) o la redistribucin de ingresos (v.gr., elestablecimiento de un ingreso mnimo universal)- es puramente pragmtica. Dado que un mapa general de alternativas econmicas claramente

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    Para ello, dividimos el resto de este capitulo en tres partes. En la primera, ofrecemos un mapa no exhaustivo delas propuestas y lneas de pensamiento sobre produccin no capitalista. El objetivo central de esta seccin esestablecer coordenadas generales de ubicacin de las mltiples iniciativas y propuestas que se estn llevando acabo tanto en el centro como en la semiperiferia y la periferia y, en especial, de las experiencias analizadas en lossiguientes captulos de este volumen. Distinguimos tres grandes vertientes de pensamiento y de experimentacin

    productiva no capitalista. En primer lugar, exploramos brevemente el cooperativismo y otras propuestas basadasen teoras sociales asociativistas, tales como el socialismo de mercado. En segundo lugar, indagamos las diversasformas de organizacin econmica de los sectores populares en la semiperiferia y la periferia, principalmente enactividades econmicas informales, que han sido articuladas en los estudios y las polticas sobre desarrolloalternativo. En tercer lugar, hacemos alusin a las mltiples propuestas, formuladas con particular fuerza en losltimos aos por el movimiento ecologista, que ponen en tela de juicio la idea misma de crecimiento econmicoy por tanto presentan alternativas al desarrollo econmico. Estas tres lneas de alternativas de produccin no sonmutuamente excluyentes, y de hecho ocurren en la prctica en formas hbridas (v.gr. las iniciativas de desarrolloalternativo en la semiperiferia y la periferia incluyen con frecuencia la creacin de cooperativas de productores).En la segunda y tercera parte de este trabajo conectamos el mapa ofrecido en la segunda seccin con los estudiosde caso incluidos en este volumen. Para ello, primero, en la segunda seccin, resumimos los estudios de caso yluego, en la tercera seccin, a manera de conclusin, enunciamos nueve tesis que creemos que captan los asuntosy dilemas comunes a los casos. Dado nuestro inters en impulsar el debate sobre las formas de produccin nocapitalista, enunciamos estas tesis mediante frmulas cortas para discusin, que sintetizan nuestra lectura de loscaptulos incluidos en este libro y nuestra visin sobre los desafos que enfrentan las formas alternativas de

    produccin en el contexto de la globalizacin contempornea.

    1. UN MAPA DE ALTERNATIVAS DE PRODUCCIN

    1.1. Las formas cooperativas de produccin

    1.1.1. La tradicin cooperativaLa bsqueda de alternativas frente a los efectos excluyentes del capitalismo a partir de teoras y experiencias

    basadas en la asociacin econmica entre iguales y la propiedad solidaria no es una tarea nueva. El pensamientoy la prctica cooperativista modernos son tan antiguos como el capitalismo industrial. De hecho, las primerascooperativas surgieron hacia 1826 en Inglaterra como reaccin contra la pauperizacin provocada por la

    conversin masiva de campesinos y pequeos productores en trabajadores de las fbricas pioneras del capitalismoindustrial. Fue en Inglaterra tambin donde surgieron las cooperativas que pasaran a ser el modelo delcooperativismo contemporneo las cooperativas de consumidores de Rochdale, fundadas a partir de 1844, cuyo

    propsito inicial fue contrarrestar la miseria causada por los bajos salarios y las condiciones inhumanas detrabajo, a travs de la procura colectiva de bienes de consumo de baratos y de buena calidad para ser vendidos alos trabajadores. Las primeras cooperativas de trabajadores fueron fundadas en Francia hacia 1833 por obrerosque, luego de organizar una serie de huelgas para protestar contra las condiciones de trabajo inhumanas en lasfbricas en las que laboraban, decidieron fundar y administrar colectivamente sus propias fbricas (Birchall,1997: 21). Estos primeros experimentos cooperativos surgieron de la mano de las teoras pioneras delasociativismo contemporneo. En Inglaterra, el pensamiento de Robert Owen, quien particip directamente en lafundacin de las primeras comunidades cooperativas, constituy el aporte fundacional para la tradicinintelectual cooperativa. Las ideas asociativistas en Inglaterra continuaran desarrollndose a comienzos del sigloXX, particularmente a travs de la contribucin de Harold Laski, R. Tawney y G. Cole (Macfarlane, 1998: 7). En

    Francia, las teora asociativistas de Charles Fourier y Pierre Prodhoun inspiraron el establecimiento de las primeras cooperativas de trabajadores.Desde sus orgenes en el siglo XIX, el pensamiento asociativista y la prctica cooperativa se desarrollaron comoalternativas tanto frente al individualismo liberal como frente al socialismo centralizado. Como teora social, el

    desborda los lmites de nuestro escrito y que los trabajos incluidos en este volumen son estudios de caso sobre alternativas de produccin,hemos restringido nuestro mapa a la esfera de la produccin. Sin embargo, como afirmaremos ms adelante, uno de los factores esenciales

    para el avance de las alternativas de produccin es su articulacin con alternativas econmicas progresistas relacionadas con la distribucin, elconsumo, la redistribucin de recursos, las polticas de inmigracin, la proteccin de derechos laborales y ambientales, etc. Las alternativas de

    produccin pueden sostenerse y expandirse slo cuando entran en un crculo virtuoso otras alternativas en el campo econmico y en otroscampos sociales.

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    asociativismo est fundado en dos postulados: de una parte, la defensa de una economa de mercado basada enlos principios no capitalistas de cooperacin y mutualidad, y, de otra, la crtica al estado centralizado y la

    predileccin por formas de organizacin poltica pluralistas y federalistas que le dieran un papel central a lasociedad civil (Hirst, 1994: 15). Como prctica econmica, el cooperativismo est inspirado en los valores deautonoma, democracia participativa, igualdad, equidad y solidaridad (Birchall, 1997: 65). Estos valores estn

    plasmados en un conjunto de siete principios que han guiado el funcionamiento de las cooperativas alrededor delmundo desde que su versin inicial fue enunciada por los primeros cooperantes contemporneos, los pioneros deRochdale. Los principios son la membreca abierta y voluntaria las cooperativas estn siempre abiertas anuevos miembros; el control democrtico por parte de los miembros las decisiones fundamentales sontomadas por los cooperantes de acuerdo con el principio un miembro, un voto, es decir, independientemente delos aportes de capital hechos por cada miembro o su rol en la cooperativa; la participacin econmica de losmiembros tanto como propietarios solidarios de la cooperativa como partcipes eventuales en las decisionessobre la distribucin de las utilidades; la autonoma y la independencia frente al Estado y frente a otrasorganizaciones; el compromiso con la educacin de los miembros de la cooperativa para facultarlos para

    participar efectivamente; la cooperacin entre cooperativas a travs de organizaciones locales, nacionales ymundiales; y la contribucin al desarrollo de la comunidad en la que est localizada la cooperativa (Birchall,1997).Pese a que, por una parte, el nmero de cooperativas se multiplic rpidamente y dio lugar un movimientocooperativista internacional y, por otra, la teora asociativista fue retomada ocasionalmente por movimientos yteoras sociales, ni la prctica cooperativa ni el pensamiento asociativo que le sirve de base llegaron a ser

    predominantes. El asociativismo nunca madur hasta el punto de convertirse en una ideologa coherente (Hirst,1994: 17), capaz de resistir los ataques provenientes tanto de las teoras del socialismo centralizado como delliberalismo individualista. El cooperativismo ha dado lugar a experiencias ejemplares de economas solidarias como el complejo cooperativo de Mondragn (Espaa), al que nos referiremos ms adelante pero no halogrado convertirse en una alternativa importante frente al sector capitalista de la economa nacional y mundial.De hecho, la opinin prevalente en las ciencias sociales desde finales del siglo XIX (Webb y Webb, 1897) hatendido a ser que que las cooperativas son intrnsecamente inestables, en tanto estn atrapadas en un dilemaestructural. De una parte, segn esta opinin, corren el riesgo de fracasar debido a que su estructura democrticalas hace ms lentas en la toma de decisiones que las empresas capitalistas, y a que el principio de un miembro,un voto les impide alcanzar el nivel de capitalizacin necesario para expandirse porque los inversionistas seanmiembros o personas externas a la cooperativa desean tener una injerencia sobre las decisiones que sea

    proporcional a su aporte. De otra parte, segn esta posicin, incluso si logran crecer y expandirse las cooperativas

    fracasan eventualmente, dado que el crecimiento se logra a costa del sacrificio de la participacin directa de losmiembros de la cooperativa que se hace difcil en una empresa grande y requiere de manera creciente deinversiones considerables de capital, que pueden ser aportadas slo por inversionistas externos cuya influencia enla cooperativa desvirta el espritu de la misma (Birchall, 1997; Ferguson, 1991).Sin embargo, la teora y las prcticas cooperativas han suscitado un renovado inters en los ltimos aos, que hadesafiado el pronstico pesimista sobre la viabilidad econmica de las cooperativas y ha recuperado loselementos centrales del pensamiento asociativista. Ante el fracaso de las economas centralizadas y el ascenso delneoliberalismo, acadmicos, activistas y gobiernos progresistas alrededor del mundo han recurridocrecientemente a la tradicin de pensamiento y organizacin econmica cooperativa surgida en el siglo XIX conel fin de renovar la tarea de pensar y crear alternativas econmicas. Este giro es evidente en la bibliografa sobreel tema tanto en los pases centrales donde han proliferado los anlisis tericos sobre la democracia asociativay el cooperativismo (Hirst, 1994; Bowles y Gintis, 1989) y los estudios de caso sobre experiencias cooperativasde trabajadores exitosas (Whyte y Whyte 1988; Rothschild y Whitt, 1986) o frustradas (Russell, 1985) como

    en la semiperiferia y la periferia, donde ha tenido lugar dentro de las discusiones sobre propuestas de desarrolloalternativo, que, como explicaremos ms adelante, ven en las cooperativas y otras forma asociativas formasidneas para canalizar las iniciativas econmicas populares (Friedmann, 1992). En Amrica Latina, el intersrenovado por las cooperativas ha sido expresado en propuestas de reactivacin de la llamada economasolidaria, esto es, es el sector de la economa conformado por formas diversas de produccin asociativa entre lasque se destacan las cooperativas y las mutualidades (Singer y Souza, 2000)A qu se debe el resurgimiento del inters por las formas de produccin solidarias en general, y en lascooperativas de trabajadores en particular? En nuestra opinin, existen cuatro razones fundamentalesrelacionadas con las condiciones econmicas y polticas contemporneas que hacen el estudio y la promocin delas cooperativas de trabajadores una tarea prometedora para la creacin de alternativas de produccin

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    emancipadoras. En primer lugar, aunque las cooperativas estn fundadas en valores y principios no capitalistas esto es, contrarios a la separacin entre capital y trabajo y a la subordinacin de ste a aqul siempre han sidoconcebidas y han operado como unidades productivas capaces de competir en el mercado. El cooperativismoconsidera que el mercado promueve uno de sus valores centrales la autonoma de las iniciativas colectivas ylos objetivos de descentralizacin y eficiencia econmica, que no son atendidos por los sistemas econmicos

    centralizados. En vista de la comprobada inviabilidad e indeseabilidad de las economas centralizadas, lascooperativas aparecen como alternativas de produccin factibles y plausibles desde una perspectiva progresista porque estn organizadas de acuerdo con principios y estructuras no capitalistas y, al mismo tiempo, operan enuna economa de mercado. En segundo lugar, las caractersticas de las cooperativas de trabajadores tienen

    potencial para responder con eficiencia a las condiciones del mercado global contemporneo, por dos razonesdistintas. De un lado, como lo han mostrado Bowles y Gintis (1998), las cooperativas de trabajadores tienden aser ms productivas que las empresas capitalistas porque sus trabajadores-propietarios tienen un mayor incentivoeconmico y moral para dedicar su tiempo y esfuerzo al trabajo y porque, dado que los trabajadores se beneficiandirectamente cuando la cooperativa prospera, se disminuyen drsticamente los costos de supervisin, que en unaempresa capitalista son altos porque la vigilancia constante del desempeo de los empleados es necesaria paraasegurar la cooperacin de estos con la empresa. De otro lado, las cooperativas de trabajadores parecen serespecialmente adecuadas para competir en un mercado fragmentado y voltil como el que caracteriza a laeconoma global contempornea. De acuerdo con la abundante literatura sobre las transformaciones estructuralesde la economa desde comienzos de la dcada de los setenta que se remonta al trabajo pionero de Piore y Sabel(1984) sobre la especializacin flexible las empresas aptas para competir en un mercado altamentesegmentado y cambiante como el actual son aquellas capaces de ajustarse con flexibilidad a los cambios en lademanda, motivar la participacin activa e innovadora de los trabajadores en el proceso productivo e insertarseen una red de cooperacin econmica conformada, adems, por otras empresas flexibles pequeas y porinstituciones culturales, educativas y polticas de soporteen otras palabras, en una economa cooperativa. Dadoque las cooperativas de trabajadores facilitan (de hecho, requiren de) la participacin activa de los trabajadores-

    propietarios, son usualmente pequeas y tienen vocacin de integracin con otras cooperativas y otrasinstituciones de la comunidad donde estn localizadas, ellas pueden ser , de hecho, prototipos de laespecializacin flexible de la que hablan Piore y Sabel (Ferguson, 1991: 127) 3. En tercer lugar, como el rasgoesencial de las cooperativas de trabajadores es que estos son sus propietarios, la difusin de las cooperativas tieneun efecto igualitario directo sobre la distribucin de la propiedad en la economa, que a la vez, como lo hanmostrado Birdsall y Londoo (1997) para el caso de Amrica Latina, estimula el crecimiento econmico ydisminuye los niveles de desigualdad. Por ltimo, las cooperativas de trabajadores generan beneficios no

    econmicos para sus miembros y para la comunidad en general que son fundamentales para contrarrestar losefectos desiguales de la economa capitalista. Las cooperativas de trabajadores extienden la democracia

    participativa al mbito econmico y, con ello, el principio de ciudadana a la gestin de las empresas. Semejanteextensin de la democracia tiene efectos emancipadores evidentes, en tanto guarda la promesa de la eliminacinde la divisin imperante en la actualidad entre democracia poltica, de un lado, y despotismo econmico (esto es,el imperio del propietario sobre los trabajadores al interior de la empresa), del otro.

    1.1.2. El caso ejemplar: el complejo cooperativo de Mondragn (Espaa)En vista de los numerosos intentos cooperativos fallidos, la pregunta central de los estudios sobre este tipo deorganizacin econmica se refiere a las condiciones bajo las cuales una cooperativa se puede consolidar ymantener. Para tratar esta pregunta, es til considerar las lecciones derivadas de la experiencia que es reconocidamundialmente como el modelo de economa cooperativa, esto es, el complejo econmico Mondragn, ubicado

    alrededor de la ciudad del mismo nombre en el Pas Vasco espaol, que fue iniciado en 1956 y es d e propiedad delos 30.000 trabajadores de sus 109 fbricas, su cadena de supermercados, su banco y su universidad 4.A qu se debe el xito de Mondragn? Qu lecciones se pueden obtener de este modelo para promover yevaluar el funcionamiento de cooperativas en otros contextos? Las razones fundamentales del xito de las

    3 Por esto mismo resulta sorprendente, como lo anota Ferguson, que Piore y Sabel se ocupen slo de empresas capitalistas y no considerenformas alternativas de propiedad y control que cumpliran las condiciones de la especializacin flexible. . . Dado que [Piore y Sabel] no

    problematizan [el conflicto entre capital y trabajo], no prestan atencin ni al carcter desptico de la mayora de formas de especializacinflexible ni al posible ascenso de las cooperativas de trabajadores (Ferguson, 1991: 127).4 Con ocasin de su medio siglo de existencia, la ONU escogi a Mondragn como uno de los cincuenta mejores proyectos sociales en elmundo. Una presentacin completa del caso Mondragn se encuentra en Whyte y Whyte (1988).

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    cooperativas del grupo Mondragn estn relacionadas con la insercin de las cooperativas en redes de apoyo y elesfuerzo constante por hacer a las cooperativas competitivas en el mercado global. En cuanto a lo primero,Mondragn es una verdadera economa regional cooperativa, porque las cooperativas de produccin, consumo,financiacin y educacin que componen el complejo estn ntimamente ligadas mediante mltiples lazos demutua dependencia. As por ejemplo, el banco cooperativo perteneciente al grupo (la Caja Laboral Popular) no

    slo suministra crditos en trminos favorables a las cooperativas, sino que sirve como rgano de coordinacin,supervisin y asesora para stas y para el grupo en su conjunto. La Caja hace un monitoreo constante deldesempeo de cada cooperativa y recomienda y ayuda a implementar, como condicin para el desembolso de los

    prstamos, los cambios que sean necesarios para mantener las cooperativas en condiciones de competir en elmercado. De igual manera, la universidad tecnolgica que sirve a todo el grupo (la Escuela PolitcnicaProfesional) se encarga de educar a los futuros trabajadores y administradores de las cooperativas, y re-entrenarlos para garantizar su flexibilidad laboral y la actualizacin de sus conocimientos. De esta forma, laEscuela garantiza el flujo y el intercambio constante de informacin y conocimiento sobre sistemas de

    produccin, finanzas, mercadeo, etc. dentro del grupo cooperativo. Adems de la coordinacin y la cooperacinentre las empresas de Mondragn a travs de organizaciones de soporte financieras y educativas (que son ellasmismas cooperativas), un mecanismo central de ayuda mutua entre las cooperativas es su insercin en gruposeconmicos que siguen la lgica de integracin vertical. En efecto, las cooperativas del grupo Mondragngeneralmente hacen parte de sub-grupos compuestos por empresas que realizan actividades econmicascomplementarias y funcionan como una cadena coordinada de proveedores y compradores mutuos de los bienes yservicios que producen. Por ejemplo, el grupo ms grande dentro de Mondragn FAGOR reune cerca de 15fbricas cooperativas con alto grado de integracin vertical que producen bienes de consumo v.gr. neveras,estufas, calentadores, lavadoras, componentes industriales v.gr. componentes para electrodomsticos,lminas de hierro, partes electrnicas y maquinaria y servicios de asesora para industrias v.gr.,herramientas, servicios de auditora (Whyte y Whyte, 1988: 167). La coordinacin y el soporte mutuo entre lascooperativas se logra mediante la subordinacin de stas a los rganos de decisin participativos del grupo en suconjunto, que determinan la financiacin y los parmetros de la administracin de cada cooperativa. El grupo, ala vez, tiene mltiples mecanismos de apoyo a las cooperativas, dentro de los cuales se destacan la redistribucinde parte de las utilidades de las cooperativas ms exitosas a las cooperativas que atraviesan dificultadestemporales y la rotacin de pe r sonal experto (v.gr. gerentes) de una cooperativa a otra de acuerdo con lasnecesidades de las cooperativas 5. En sntesis, Mondragn ha tenido xito porque ha logrado constituirse en unaverdadera economa cooperativa regional, cuyas redes de soporte han permitido la supervivencia y expansin delas cooperativas que hacen parte de ella. Estas redes, adems, han sido fortalecidas mediante la cooperacin entre

    el Estado concretamente el gobierno regional vasco y los grupos de Mondragn en asuntos tan diversoscomo proyectos de investigacin tecnolgica, programas de estmulo al empleo y estudios peridicos sobre laevolucin de la economa regional.Por otro lado, particularmente durante los ltimos veinte aos, el complejo cooperativo Mondragn haemprendido estrategias empresariales que, sin desvirtuar su estructura cooperativa 6, le ha permitido prosperar

    bajo las condiciones de volatilidad y competencia intensa del mercado global. En estas condiciones, Mondragnha mostrado que las limitaciones impuestas por los principios cooperativos v.gr., el compromiso con elmantenimiento del empleo de los trabajadores y la capitalizacin de las empresas a partir de los aportes de lostrabajadores, no de inversionistas externos pueden actuar como restricciones virtuosas (Streeck, 1997) queobligan a las empresas cooperativas a ser flexibles e innovadoras. Por ejemplo, dado que uno de los objetivoscentrales de Mondragn es el mantenimiento del empleo de sus socios dentro del complejo y, en caso dedesempleo temporal, la provisin de un generoso y prolongado seguro de desempleo, el complejo est bajoconstante presin de crear nuevas cooperativas y fuentes de empleo, lo que requiere constante innovacin y

    mejora en los niveles de productividad. Un factor adicional que presiona la creacin de nuevas empresascooperativas pequeas e innovadoras es la poltica de Mondragn de evitar el crecimiento desmedido de suscooperativas. Cuando una cooperativa exitosa se est expandiendo, Mondragn busca crear cooperativas que seencarguen de algunas de las actividades que estn siendo ocupadas por aqulla, de tal forma que se garantice

    5 El resultado econmico del soporte mutuo entre las cooperativas de los grupos dentro del complejo Mondragn ha sido notable. Entre 1956y 1983, por ejemplo, slo 3 de las 103 cooperativas creadas hasta ese momento fracasaron y tuvieron que ser liquidadas.6 Los estatutos de Mondragn impiden a las cooperativas y a los grupos hacer modificaciones a sus estructuras contrarias a los principioscooperativos. Por ejemplo, los socios-trabajadores tienen representacin en todos los rganos de decisin, y el nmero de trabajadoresexternos (esto es, aquellos que no tienen el estatus de socios propietarios) est limitado por los estatutos al 10% del personal de cadacooperativa.

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    tanto la continuidad de la estructura del complejo basada en grupos fuertemente integrados de cooperativasrelativamente pequeas y flexibles como la generacin de nuevos focos de empleo e innovacin. La respuestaadecuada del complejo Mondragn a estas presiones para innovar ha sido facilitada por dos factores adicionales.De una parte, los grupos cooperativos han logrado los altos niveles de capitalizacin necesarios para modernizarsus procesos productivos sin necesidad de recurrir a inversionistas externos, gracias a aportes de capital

    adicionales de sus socios-trabajadores y al apoyo de la Caja. De otra parte, los grupos cooperativos deMondragn han entrado en mltiples alianzas con cooperativas y empresas convencionales en varias partes delmundo que le han permitido aprovechar las condiciones del mercado global. En este sentido, la experiencia deMondragn ofrece no slo un contra-ejemplo ideal frente a la opinin prevalente sobre la inviabilidad de lascooperativas, sino tambin elementos de juicio importantes para evaluar otras experiencias de organizacincooperativa.Pero Mondragn no es la nica experiencia cooperativa exitosa. Si bien el complejo de Mondragn es laexperiencia ms desarrollada y estable, existen alrededor del mundo iniciativas exitosas de economascooperativas de escalas diversas. Un ejemplo notable en la semiperiferia del sistema mundial es el conjunto decooperativas existentes en el estado de Kerala (India), que ha ganado visibilidad internacional en los ltimosaos. Los mecanismos de cooperacin econmica que han sostenido a las cooperativas de Kerala desde sufundacin a finales de la dcada de los sesenta son anlogos a los que ha utilizado Mondragn. Como lo muestrael estudio de caso detallado de una cooperativa de productores de cigarrillos en Kerala hecho por Isaac, Franke yRaghavan (1998), los factores esenciales para sobrevivir ante la competencia de empresas capitalistas es unacombinacin de, por un lado, descentralizacin y colaboracin entre cooperativas asociadas en red y, por el otro,fidelidad al principio de participacin democrtica al interior de la cooperativa. El caso de las cooperativas deKerala, adems, ilustra otro aspecto que no es tan evidente en el caso de Mondragn y que es muy importante enlos estudios de caso sobre cooperativas incluidos en este libro. Se trata del hecho que las cooperativas de Keralasurgieron como resultado de un movimiento democrtico de los campesinos de la regin que buscaba hacer eficazla ley de reforma agraria de 1969. El proceso de construccin y el xito del movimiento cre una combinacinafortunada de educacin, activismo, optimismo y democracia que dio lugar no slo a las cooperativas sinotambin a un conjunto de instituciones polticas democrticas y progresistas cuyo conjunto se ha venido aconocer como el modelo de Kerala (Isaac, Franke y Raghavan, 1998: 202). De esta forma, las cooperativasestn insertas en un movimiento social amplio, que a su vez se beneficia de la prosperidad de las cooperativas.Existe, as, un continuo entre la democracia participativa que impera en la esfera de la poltica en Kerala y lademocracia participativa que se practica en las cooperativas (Isaac, Franke y Raghavan, 1998: 198). Como lo ha

    puesto de presente Hirschman (1984) en su fascinante sondeo de cooperativas en Amrica Latina, esta

    transformacin de la energa emancipatoria, que comienza bajo la forma de movimientos sociales y se convierteen iniciativas econmicas solidarias y viceversa, es un fenmeno comn a las experiencas cooperativas msduraderas. Como se ver en los captulos de este libro, este factor es fundamental para entender el xito relativode algunas de las cooperativas estudiadas.

    1.1.3. Asociativismo y socialismo: del socialismo centralizado al socialismo de mercadoComo lo explicamos en prrafos anteriores, las condiciones econmicas, polticas y sociales contemporneas son

    propicias para el resurgimiento del pensamiento asociativo y las prcticas cooperativas. Este resurgimiento harepresentado un desafo no slo a las teoras y polticas liberales, sino tambin a las corrientes dominantes dentrode la tradicin socialista. Como lo ha mostrado Hodgson (1998), las teoras econmicas socialistas tuvieron desdesu surgimiento a comienzos del siglo XIX hasta por lo menos mediados del siglo XX una marcada preferencia

    por la planeacin centralizada de la economa basada en la propiedad colectiva de los medios de produccin. Enotras palabras, la tradicin socialista ha sufrido, en los trminos de Hodgson, de agorafobia, que significamente

    literalmente miedo al mercado y, en sentido amplio, miedo a los espacios abiertos, a una economa plural dondela competencia en el mercado tenga un lugar.En la prctica, esta posicin fue adoptada por las economas socialistas ms centralizadas, como la de la UninSovitica durante la mayor parte de su existencia. En el modelo sovitico, lo que cada empresa produca eradeterminado por un plan anual elaborado a travs de un proceso de consulta que involucraba varios niveles de la

    burocracia estatal (Estrin y Winter, 1989: 127). De esta forma, las decisiones sobre produccin eran un procesode negociacin poltica en el que las prioridades fijadas por las cabezas de la burocracia estatal se imponan atravs de planes que fijaban metas ms altas de las que las empresas podan lograr con los medios a sudisposicin. Esto dio lugar a tres consecuencias bien conocidas. En primer lugar, la prioridad estatal de impulsarel crecimiento econmico antes que atender las necesidades de los consumidores dio lugar a una escasez crnica

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    de productos para consumo y de recursos para adquirirlos. En segundo lugar, los planes estrictos eran eficacez para forzar la utilizacin de los medios de produccin disponibles, pero no ofrecan estmulos para innovar yaumentar la productividad. En tercer lugar, la dificultad para encontrar insumos por medios legales forzaba a lasempresas a comprarlos en los mercados ilegales, que tambin provean buena parte de los productos para losconsumidores. De all la coexistencia de un mercado ilegal masivo junto a la economa legal planificada (Estrin y

    Winter, 1989: 130). Como lo mostraron los eventos de finales de finales de los ochenta y principios de losnoventa, las presiones econmicas creadas por estos tres efectos y sus consecuencias polticas eran insosteniblesy llevaron al fracaso del sistema soviticoVarias dcadas antes del colapso sovitico, pensadores socialistas (especialmente en Europa) y funcionariosestatales de algunos pases de Europa del Este advirtieron la inviabilidad del modelo sovitico e intentaronreplantear la relacin entre socialismo y mercado. De all surgieron, hacia 1950, las primeras teoras yexperimentos en lo que ahora se conoce como socialismo de mercado (Hodgson, 1998: 25). En la prctica, elintento ms comprehensivo de ofrecer una alternativa al modelo sovitico fue emprendido en Yugoslavia despusde la ruptura de Tito con Stalin en 1948. El socialismo de mercado yugoslavo estaba basado en los principiosde descentralizacin de la produccin y de participacin de los trabajadores (Prout, 1985: 12). En lugar de unaeconoma completamente centralizada en la que los medios de produccin fueran de propiedad del Estado, en elmodelo yugoslavo la propiedad de los medios de produccin era de la sociedad organizada en cooperativas detrabajadores democrticamente administradas que, a pesar de que deban obedecer las directrices de un plangeneral de cinco aos establecido por el gobierno, estaban expuestas a los mecanismos del mercado. En la

    prctica, sin embargo, el papel del Estado y de la planeacin centralizada pas a ser protagnico. En estascircunstancias, la coexistencia entre planeacin y mercado fue tensa y se volvi eventualmente insostenible.Debido a razones similares fracasaron reformas hechas en Hungra y Polonia a finales de los sesenta y comienzosde los setenta. Aunque dichas reformas fueron experimentos menos ambiciosos y ms errticos que el yugoslavo,tienen en comn con este ltimo el haber intentado introducir mecanismos de mercado dentro de una economasocialista.Al tiempo que surga el experimento yugoslavo, la teora econmica dentro de la tradicin socialista empez aexplorar modelos basados en el mercado que, sin embargo, permitieran el logro de los valores de igualdad ysolidaridad. Tras los trabajos de Benjamin Ward a mediados del siglo XX, la idea del socialismo del mercado,inspirada en el modelo de socialismo propuesto por Proudhon en la primera mitad del siglo XIX, fue debatida concreciente inters (Hodgson, 1998: 26). Este inters aument, como era de esperarse, ante el fracaso del modelo deeconoma centralizada que haba dominado el pensamiento y la prctica socialista. Por esta razn, el modelo desocialismo de mercado ha recibido considerable atencin en la ltima dcada, como lo muestra la copiosa

    bibliografa que se ha desarrollado sobre el tema.La afirmacin fundamental del socialismo de mercado es que la forma viable y adecuada de perseguir los finessocialistas de solidaridad e igualdad es una combinacin entre mecanismos de mercado y planeacin econmicaen la que aqul tenga el papel preponderante (Estrin y Le Grand, 1989). Desde esta perspectiva, no existe unarelacin necesaria entre mercado y capitalismo. El mercado es un mecanismo (el ms eficiente que conocemos)de coordinar decisiones econmicas descentralizadas. Por s mismo, el mercado no genera inevitablemente losniveles de desigualdad y alienacin que caracterizan al capitalismo. Estos efectos son propios, de acuerdo con losdefensores de este modelo, de los mercados capitalistas, no de los mercados en general (Estrin y Le Grand, 1989:1). Es posible, entonces, hacer reformas radicales al rgimen de propiedad y a otras instituciones de tal forma quelos mercados faciliten el logro de fines socialistas. En especial, se requiere que las empresas sean de propiedad delos trabajadores, esto es, que funcionen como cooperativas de trabajadores. Dados los conocidos efectosigualitarios y democrticos de las cooperativas, que hemos explicado en secciones anteriores, un mercado donde

    predominen las cooperativas y est regido por reglas bsicas de redistribucin de la riqueza (sin que ellas

    signifiquen una vuelta a la planeacin econmica que aniquile el mercado), puede, de acuerdo con este modelo, promover al mismo tiempo la igualdad, la solidaridad y la libertad (Pierson, 1995).El debate sobre modelos y experimentos concretos que combinen las ventajas del mercado, de un lado, y de la

    produccin solidaria, del otro, es hoy uno de los focos ms activos de creacin de alternativas a los modeloseconmicos convencionales. Como se puede apreciar en esta breve descripcin, el socialismo de mercadoconsiste fundamentalmente en la reintroduccin del asociativismo a la tradicin socialista. No es sorprendente,entonces, que el modelo haya sido objeto de mltiples crticas, algunas dirigidas contra sus elementosasociativistas y otras dirigidas contra la forma como asume los objetivos socialistas. En cuanto a lo primero, dadoque la unidad econmica privilegiada por el modelo es la cooperativa de trabajadores, contra l se han formuladolas mismas crticas sobre la inviabilidad de este tipo de organizacin econmica que examinamos anteriormente.

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    En relacin con el elemento asociativista, sin embargo, se han formulado crticas que apuntan a la timidez, msque a la inviabilidad, de la teora. En particular, Hirst (1994) ha mostrado convincentemente que no basta conreorganizar la economa con base en cooperativas de trabajadores. Se requiere, adems, la creacin de formas decoordinacin entre cooperativas y entre stas y las entidades estatales para crear el tipo de red de soporte quecaracteriza a experimentos existosos como Mondragn. En cuanto a las crticas que ponen en tela de juicio la

    posibilidad de realizar objetivos socialistas a travs del mercado, se ha sealado que el mercado produceinevitablemente desigualdad econmica y que genera tipos de sociabilidad individualistas, efectos ambos que sonopuestos al socialismo (Cohen, 1994).Ms all de los detalles del debate actual sobre el socialismo del mercado, para los efectos del mapa dealternativas de produccin que venimos elaborando lo esencial es destacar la forma como dicho debate hareanimado la reflexin y los experimentos que intentan combinar el asociativismo y el socialismo sin recurrir aformas inviables de planeacin centralizada. Estos intentos, que se suman a los que han surgidos dentro de latradicin cooperativista, constituyen uno de los campos ms interesantes de expansin de las alternativas de

    produccin en la actualidad.

    1. 2. Las economas populares y el desarrollo alternativo en la periferia y la semiperiferia

    1.2.1. Las propuestas de desarrollo alternativoLa idea de desarrollo ha dominado las discusiones y las polticas econmicas relativas a los pases pobres durantems de medio siglo (Escobar, 1995; McMichael, 1996). En efecto, desde los primeros aos de la segunda

    posguerra el objetivo declarado de los programas econmicos nacionales de los pases semiperifricos y perifricos y de los programas de ayuda internacional emprendidos por pases centrales y agencias financierasinternacionales ha sido la aceleracin del crecimiento econmico de los pases subdesarrollados como medio paracerrar la brecha entre estos y los pases desarrollados (Cypher y Dietz, 1997). La historia de la idea y de los

    programas de desarrollo que McMichael (1996) ha llamado adecuadamente el proyecto del desarrollo- estn por fuera de los objetivos de este escrito. Sin embargo, para los efectos del estudio de la teora del desarrolloalternativo es importante mencionar la justificacin y el modus operandi usuales de los programas de desarrollo,en cuanto dicha teora ha sido formulada como reaccin contra estos. En trminos generales, las proyectos dedesarrollo econmico han sido concebidos e implementados desde arriba (top-down development), a partir de

    polticas trazadas e implementadas por agencias tecnocrticas nacionales e internacionales sin la participacin delas comunidades afectadas por dichas las polticas. Adems, los planes de desarrollo han estado tradicionalmentecentrados en la aceleracin del crecimiento econmico, principalmente del sector industrial (Cypher y Dietz,

    1997). Este nfasis marcado en los resultados macroeconmicos ha implicado la marginacin de otros objetivossociales, econmicos y polticos, tales como la participacin democrtica en la toma de decisiones, la distribucinequitativa de los frutos del desarrollo y la preservacin del medio ambiente.La teora del desarrollo alternativo est constituida por mltiples anlisis y propuestas formulados por crticos delos presupuestos y los resultados de los programas de desarrollo convencionales. El origen de la teora se remontaa comienzos de los setenta, poca en la que intelectuales, activistas y expertos en planeacin econmica crticosalrededor del mundo comenzaron a formular reflexiones y organizar eventos alrededor de los cuales se canalizel descontento frente a la aproximacin tradicional al desarrollo. Algunos de los encuentros fundacionales fueronla Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente (1972) que dio lugar a la fundacin del Programa de laONU para el Medio Ambiente y el seminario sobre Patrones de Uso de los Recursos, el Medio Ambiente yEstrategias para el Desarrollo en Cocoyoc (Mjico) en 1974, organizado por la Conferencia de la ONU sobreComercio y Desarrollo. La idea de un desarrollo alternativo fue impulsada decididamente a mediados de lossetenta por la fundacin sueca Dag Hammarskjold (1975) y dio lugar a creacin de la Fundacin Internacional de

    Alternativas de Desarrollo (1976), cuyos miembros incluan a muchos de los participantes en eventos pasados ycuyas publicaciones sintetizaron los pilares de la teora. El debate sobre formas alternativas de desarrollocontinu en los ochenta y los noventa y constituye hoy una de las fuentes principales de energa e ideas en lascrticas contra la globalizacin neoliberal.Los an lisis tericos y los trabajos empricos que adoptan la perspectiva del desarrollo alternativo son muyvariados 7. Sin embargo, todos ellos comparten un conjunto de presupuestos y propuestas que constituyen la

    7Una presentacin de las principales lneas de desarrollo alternativo se encuentran en Friedmann (1992) y McMichael (1996). Los trabajos producidos desde esta perspectiva consisten generalmente en la presentacin y anlisis de estudios de caso fundados en investigacinetnogrfica y no buscan formular explcitamente una teora general alternativa de la economa o el desarrollo. Una excepcin es el trabajo de

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    columna vertebral de la teora. En primer lugar, el desarrollo alternativo es formulado sobre la base de una crticade fondo contra la racionalidad econmica estrecha que ha inspirado el pensamiento y las polticas de desarrollodominantes. Contra la idea que la economa es una esfera independiente de la vida social cuyo funcionamientorequiere del sacrificio de bienes y valores no econmicos sociales (v.gr. igualdad), polticos (v.gr. participacindemocrtica), culturales (v.gr. diversidad tnica) y naturales (v.gr. el medio ambiente) el desarrollo alternativo

    subraya la necesidad de tratar la economa como una parte integral y dependiente de la sociedad y de subordinarlos fines econmicos a la proteccin de dichos bienes y valores. En particular, en contra del nfasis exclusivo delos programas de desarrollo en la aceleracin de la tasa de crecimiento econmico, el desarrollo alternativodestaca otros objetivos. El desarrollo econmico es concebido como una forma de promover mejores condicionesde vida para la poblacin en general, y de los sectores marginados en particular. Si el desarrollo econmico ysocial significa algo en absoluto, debe significar una mejora sustancial en las condiciones de vida y el sustentode la mayora de las personas (Friedmann, 1992: 9). En este sentido, el desarrollo alternativo est inspirado enlos valores de igualdad y ciudadana, esto es, en la inclusin plena de los sectores marginados en el produccin ygoce de los frutos del desarrollo. Sin embargo, a diferencia de otras aproximaciones crticas que expondremosen la siguiente seccin de este trabajo y que abogan no por un desarrollo alternativo, sino por alternativas aldesarrolloesta lnea de pensamiento y accin no rechaza la idea de crecimiento econmico. En lugar de ello,

    propone imponerle lmites y subordinarlo a imperativos no econmicos. En segundo lugar, contra el desarrollodesde arriba, esta perspectiva propone un desarrollo de base o desde abajo (bottom-up) . La iniciativa y el

    poder de decisin sobre el desarrollo, lejos de ser competencia exclusiva del Estado y las lites econmicas, deberesidir en la sociedad civil. En especial, dados los efectos desiguales y excluyentes del modelo convencional dedesarrollo, los actores de la bsqueda de alternativas deben ser las comunidades marginadas, que han sido losobjetos no los sujetos declarados de los programas de desarrollo. En este sentido, la teora propone comoactores centrales del desarrollo unos sujetos colectivos, esto es, las comunidades organizadas que buscan saliradelante. El carcter colectivo del desarrollo desde abajo genera el proceso construccin de poder comunitarioque puede crear el potencial para que los efectos de las iniciativas econmicas populares se extiendan a la esfera

    poltica y generen un crculo virtuoso que contrarreste las causas estructurales de la marginacin. En tercer lugar,el desarrollo alternativo privilegia la escala local, tanto como objeto de reflexin como de accin social. Por estarazn, los trabajos producidos en esta direccin han privilegiado el estudio etnogrfico de comunidadesmarginadas, y las propuestas que de ellos resultan tienden a sugerir que la accin social contra-hegemnica debeconcentrarse en el mbito local de las comunidades estudiadas. En cuarto lugar, el desarrollo alternativo esescptico tanto en relacin con una economa centrada exclusivamente en formas de produccin capitalista comoen relacin con un rgimen econmico centralizado controlado por el Estado. Frente a estas formas de

    organizacin econmica, propone alternativas basadas en iniciativas colectivas, generalmente plasmadas enempresas y organizaciones econmicas populares de propiedad y gestin solidaria que intentan contrarrestar, deun lado, la separacin entre capital y trabajo y, del otro, la necesidad de recurrir a la ayuda estatal. Igualmente, las

    propuestas de desarrollo alternativo resaltan formas de produccin e intercambio no capitalistas. Por ejemplo,Quijano (1998) y Friedmann (1992) subrayan la importancia de actividades de trueque en las comunidadesmarginadas latinoamericanas. Estas actividades (v.gr., preparacin colectiva de alimentos, cultivo colectivo desubsistencia, etc) refuerzan los mecanismos de reciprocidad en las comunidades y permiten a sus miembrosacceder a bienes y servicios que su pobreza les impide adquirir en el mercado. Finalmente, en concordancia consu crtica al paternalismo estatal, el desarrollo alternativo favorece estrategias econmicas autnomas. En lossectores populares, esto implica la promocin de iniciativas basadas en la auto-gestin de las empresas popularesy la construccin de poder comunitario.Como se puede advertir con facilidad, las iniciativas econmicas que caben dentro de esta caracterizacin deldesarrollo alternativo son muy variadas. Para efectos de esta introduccin, basta indicar las lneas principales de

    pensamiento y accin bajo las cuales las ideas de desarrollo alternativo se vienen impulsando en la esfera de la produccin. Distinguimos seis lneas fundamentales que vienen siendo propuestas y practicadas tanto en la periferia y la semiperiferia como en el centro. En primer lugar, movimientos sociales, ONG, comunidades ysectores de gobiernos alrededor de la semi-periferia y la periferia continan promoviendo formas asociativas de

    produccin (v.gr., asociaciones de vecinos, cooperativas de trabajadores, etc.) que buscan asegurar el acceso de

    Friedmann, que utilizamos en esta seccin y que pretende darle a la bibliografa sobre desarrollo alternativo lo que hasta ahora le ha hechofalta: un marco terico explcito por fuera de las doctrinas neoclsicas o keynesianas y, con esto, un punto de partida para la prctica (1992:8). Sin embargo, el esfuerzo por resaltar los componentes tericos bsicos del desarrollo alternativo no debe hacer perder de vista el hechoque desde esta perspectiva la teora, de un lado, y la prctica y el anlisis emprico, del otro, estn ntimamente ligados.

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    las clases populares a bienes y servicios bsicos. En segundo lugar, desde finales de los ochenta buena parte deldinamismo del desarrollo alternativo ha provenido del movimiento ecologista, bajo el manto de propuestas dedesarrollo sostenible. Desde que el concepto de desarrollo sostenible fue formulado en 1987 por la ComisinMundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (conocida como la Comisin Bruntland) que la defini comoel tipo de desarrollo que satisface las necesidades del presente sin poner en entredicho la posibilidad de que las

    generaciones futuras satisfagan sus necesidades- el tema de los lmites ecolgicos al crecimiento econmico hasido un tema dominante en el campo del desarrollo alternativo (Rao, 2000). Aunque ni el reporte de la ComisinBruntland ni el de la Cumbre de Rio reunida en 1992 puso en tela de juicio la idea misma de desarrollo entendidocomo crecimiento econmico, ambos documentos impulsaron decisivamente el debate sobre la necesidad deimponer lmites o transformar la produccin para evitar la destruccin del medio ambiente (McMichael, 1996:220). A pesar de que el tema del desarrollo sostenible ha dado lugar a profundas divisiones acadmicas y

    polticas (v.gr., entre pases del Sur y del Norte, y entre coaliciones polticas al interior de los pases), suvisibilidad ha incomodado la perpetuacin del proyecto de desarrollo capitalista convencional, tanto en el centrocomo en la semiperiferia y la periferia (Douthwaite, 1999). En tercer lugar, gracias al activismo de movimientosfeministas, el problema de la exclusin de las mujeres de los programas de desarrollo convencionales ha pasado aser una fuente de dinamismo en las propuestas de desarrollo alternativo. A travs de redes y encuentrosinternacionales, se ha venido consolidando desde mediados de los setenta el movimiento mujeres en eldesarrollo (women in development WID-) , cuyo evento fundacional fue la conferencia de la ONU sobre lamujer en Ciudad de Mxico en 1975 (McMichael, 1996: 227). Los ob jetivos del movimiento son lograr elreconocimiento del aporte del trabajo femenino al desarrollo econmico 8 y promover la incorporacin de lasmujeres en los procesos de desarrollo, a travs de polticas que alivien la doble carga del trabajo domstico y eltrabajo asalariado que implica la entrada de las mujeres a la fuerza laboral. En cuarto lugar, un nmero crecientede programas de apoyo econmico a las clases populares en la periferia y la semiperiferia se han concentrado enla prestacin de servicios financieros de pequea escala, especialmente micro-crditos. El objetivo central deestos programas es facilitar el acceso de hogares pobres a pequeos capitales que les permiten emprender osostener actividades econmicas productivas (Wright, 2000). Los programas de micro-crdito han sido utilizadoscon especial intensidad en el Sureste Asitico, particularmente en Bang ladesh e India, y han pasado incluso a seruna de las banderas de la lucha contra la pobreza del Banco Mundial 9. Desde el punto de vista del desarrolloalternativo, la proliferacin de programas de micro-crdito es un fenmeno de doble filo. Por una parte, losmicro-crditos proveen en muchas ocasiones medios de supervivencia indispensables que tienen efectos directossobre el nivel de vida de sus beneficiarios, y estn acompaados con frecuencia de programas de educacin ydesarrollo comunitario. Por otra parte, sin embargo, algunos defensores del micro-crdito y algunas

    organizaciones que implementan este tipo de programa (Wright, 2000) conciben los crditos como fines en smismos y rechazan enfticamente cualquier intento de asociar los servicios financieros a los pobres con proyectosde construccin de poder comunitario. Los pobres, de acuerdo con esta perspectiva, slo estn interesados enrecibir el dinero, no en ser adoctrinados u organizados. Como se puede ver con facilidad, el problema con estaconcepcin utilitarista y estrecha del micro-crdito es que concibe la incorporacin marginal, individual y

    precaria al capitalismo como la nica alternativa para los actores econmicos populares y, de esta forma, adoptala lectura y las polticas neoliberales sobre la marginalidad y la informalidad (De Soto, 1989). En quinto lugar,movimientos sociales populares tanto en el campo como en las ciudades han reivindicado la accin directa, legalo ilegal, para promover el acceso de las clases subalternas a recursos tales como la tierra y la vivienda que les

    permitan a estas emprender actividades de produccin alternativas. Posiblemente la ilustracin ms conocida de

    8Uno de los efectos ms interesantes de la lucha por el reconocimiento del trabajo femenino (especialmente del trabajo domstico, que por suinvisibilidad pblica queda por fuera de los clculos econmicos convencionales, como el Producto Interno Bruto) ha sido el cuestionamientodel concepto mismo de actividad econmica y de la forma de medir lo que cuenta como produccin. En este sentido, como lo pone de

    presente Benera (1996) en su intento de medir el impacto econmico del trabajo domstico de las mujeres, ampliar el concepto de produccin y de economa en general- para incluir el trabajo no remunerado es fundamental para la formulacin de concepciones y polticas econmicasque eliminen la discriminacin de los programas econmicos convencionales contra las mujeres. En general, las propuestas de desarrolloalternativo han mostrado convincentemente que el concepto y las medidas convencionales de la produccin son inadecuadas. Como losostiene Mander y Goldsmith con base en el trabajo de Halstead y Cobb (1996), el PIB y el PNB son inadecuados porque, de acuerdo conestas medidas, actividades tan negativas como la destruccin de los recursos naturales, la construccin de ms crceles y la fabricacin de

    bombas son medidas de la fortaleza de la economa. Entre tanto, actividades mucho ms deseables como el trabajo domstico no remunerado,el cuidado de los nios, los servicios a la comunidad o la produccin de capitulos para uso directo...no son registrados en absoluto por lasestadsticas...9De hecho, uno de dichos programas, con sede en Yemen, fue escogido por el Banco Mundial como uno de los cuatro casos modelo

    presentados a los ministros de hacienda y desarrollo reunidos en la asamblea mundial del Banco Mundial y el FMI en Washington en abril del2000 (www.worldbank.org/news/pressrelease).

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    este tipo de estrategia en la actualidad es el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, que es estudiado endetalle por cuatro de los trabajos incluidos en este libro, escritos desde distintas perspectivas por Navarro, Lopes,Martins y Singer. De la misma forma como el MST viene impulsando la ocupacin de tierras baldas con miras auna reforma agraria eficaz y la promocin de formas de produccin alternativas en Brasil, numerosasorganizaciones y grupos en diferentes partes del mundo promueven hoy ocupaciones de viviendas urbanas vacas

    para proveer abrigo a quienes no tienen techo (Corr, 1999). Finalmente, como respuesta a los efectos perversos dela globalizacin neoliberal sobre comunidades alrededor del mundo, una vertiente importante del movimiento decrtica a la globalizacin ha propuesto mltiples tcticas de vuelta hacia lo local o relocalizacin (Mander yGoldsmith, 1996). Entre las estrategias de vuelta al desarrollo local se encuentran la creacin de bancoscomunitarios, campaas de publicidad para invitar a los consumidores a comprar slo lo producido en sulocalidad, formas de produccin agricola destinadas slo al mercado local y el intercambio de servicios entremiembros de la comunidad con base en sistemas alternativos de medicin del valor del trabajo (diferentes deldinero) fundados en el principio de reciprocidad (Norberg-Hodge, 1996).

    1.2.2. Los vacos de las aproximaciones al desarrollo alternativoLas mltiples propuestas de desarrollo alternativo ha tenido un impacto importante en el pensamiento y las

    polticas sobre las economas de la semiperiferia y la periferia y, como lo muestra el breve sondeo hecho en laseccin anterior, hoy hacen parte de las estrategias y argumentos contra la globalizacin neoliberal tanto en esaszonas como en el centro del sistema mundial. Adems de haber dado lugar a miles de proyectos econmicoscomunitarios, las propuestas de este tipo han tenido un influjo notorio en la transformacin gradual del enfoquede numerosas ONG y gobiernos frente al desarrollo. Incluso han jugado un papel en la modificacin muy lenta dela aproximacin ortodoxa de los programas de desarrollo emprendidos por las agencias internacionales, como la

    preocupacin declarada del Banco Mundial por programas de desarrollo comunitario y micro-crdito en los aosnoventa parece sugerir. Igualmente, la visin del desarrollo alternativo ha contribuido a introducir en mltiplesforos y tratados internacionales temas centrales dejados de lado por la aproximacin ortodoxa, tales como la

    preservacin del medio ambiente, el respeto de la diversidad cultural y el impacto desigual del desarrolloeconmico convencional sobre hombres y mujeres en los pases pobres.Sin embargo, las propuestas tienen, en nuestra opinin, una limitacin importante para la construccin dealternativas econmicas emancipatorias, que se deriva de su nfasis exclusivo en la escala local. Si bien estenfasis le ha permitido al desarrollo alternativo poner en el centro de la discusin los efectos concretos de los

    programas de desarrollo y abogar por la transferencia de poder a los actores locales, tambin ha llevado a la teoraa reificar lo local y desligarlo de fenmenos y movimientos regionales, nacionales y globales. Esta concentracin

    en lo local est sustentada en una concepcin de la comunidad como una colectividad cerrada e indiferenciadacuyo aislamiento es la garanta del carcter alternativo de sus iniciativas econmicas. De acuerdo con esta visin,entonces, la marginacin de los sectores populares crea las condiciones para la existencia (y la deseabilidad) deeconomas alternativas comunitarias que operan sin conexin con la sociedad y la economa hegemnicas. Estoes especialmente notorio en los trabajos sobre la economa informal, que es con frecuencia presentada como unconjunto de actividades emprendidas exclusivamente por y para los sectores populares y, por tanto, separada de laeconoma formal de la que dependen las clases medias y altas. Esta visin dualista de la economa no slo esincorrecta desde el punto de vista fctico dado que, como lo muestran numerosos estudios, existen relacionesestrechas de dependencia mutua entre las actividades econmicas informales y formales (Portes, Castells yBenton, 1989; Cross, 1998) sino tambin es contraproducente desde el punto de vista prctico porque limita elcampo de accin y expansin de las formas alternativas de produccin, consumo y distribucin de bienes oservicios a los sectores sociales y las actividades econmicas marginales. Un ejemplo reciente de esta tendenciase encuentra en la contribucin de Burbach (1997) al debate sobre las economas populares. De acuerdo con

    Burbach:En las partes del mundo que el capitalismo ha desechado, un nuevo modo de produccin est ganando terreno,que est constituido por las que pueden ser llamadas economas populares, que tambin hemos llamadoeconomas posmodernas [Burbach, Nez y Kagarlitsky, 1997]. Estas economas no compiten y no puedencompetir con el capital transnacional en el proceso de globalizacin. Ocupan los mrgenes, aprovechando lasactividades que el mundo transnacional decide desechar. Este proceso histrico se asemeja a la transicin delfeudalismo al capitalismo. El capitalismo se afianz primero en los mrgenes del feudalismo, avanzandolentamente hasta que se convirti en el modo de produccin dominante (Burbach, 1997: 18-19).

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    El problema con esta visin es que, como ve con claridad en los estudio de caso sobre las cooperativas de India,Mozambique y Colombia incluidos en este volumen, las organizaciones econmicas populares necesitan confrecuencia competir con el capital transnacional en el proceso de globalizacin para mantenerse con vida eimpulsar sus objetivos emancipatorios. En efecto, como lo muestra el caso de las cooperativas de recicladores enColombia, cuya labor informal de reciclaje est siendo colonizada por grandes empresas de aseo, el proceso que

    est teniendo lugar en la semiperiferia y la periferia es con bastante frecuencia el contrario al descrito porBurbach, esto es, la colonizacin por parte del capitalismo global de las actividades econmicas y las zonasgeogrficas que hasta el momento haban permanecido en sus mrgenes. En estos casos, slo una articulacin dela accin local con estrategias alternativas de incorporacin o resistencia en las escalas regional, nacional o global

    puede evitar la extincin de las iniciativas locales enfrentadas a la competencia capitalista.

    Por lo tanto, una de las tareas urgentes para los mltiples enfoques que aqu hemos tratado bajo el tema generaldel desarrollo alternativo es formular formas de pensamiento y accin que sean voraces en trminos de escalas, esdecir, que sean capaces de pensar y actuar en las escalas local, regional, nacional e incluso global, dependiendode las necesidades de las iniciativas concretas. Para ello, es preciso pasar de la imagen de la comunidad como unacolectividad cerrada y esttica (comunidad-fortaleza) a una imagen de la comunidad como una entidad viva ydinmica, al mismo tiempo abierta al contacto y a la solidaridad con otras comunidades en diferentes escalas ydecidida a defender las alternativas contra-hegemnicas que han surgido en su interior (comunidades-ameba)(Santos, 1995: 485). Una estrategia monoltica de relocalizacin como respuesta a la globalizacin (Mander yGoldsmith, 1994) puede ser no slo inviable dada la profunda imbricacin entre lo local y lo global en laactualidad- sino tambin indeseable porque la solidaridad que se genera al interior de la comunidad no seextiende a miembros de otras comunidades. Este tipo de solidaridad entre alternativas locales es fundamental parala supervivencia de las mismas y para la consolidacin gradual de una globalizacin cosmopolita. En el campo dela produccin, la fragilidad de las alternativas existentes hace necesaria la articulacin de estas entre s y encondiciones que deben ser negociadas para evitar la cooptacin y la desaparicin de las alternativas- con elEstado y con el sector capitalista de la economa. Esta articulacin en economas plurales en diferentes escalasque no desnaturalicen las alternativas no capitalistas es el desafo central que enfrentan hoy movimientos yorganizaciones de todo tipo que buscan un desarrollo alternativo.

    1. 3. En busca de alternativas al desarrollo

    Los orgenes de las discusiones y prcticas sobre alternativas al desarrollo son cercanos a las del desarrollo

    alternativo. De hecho, los autores y organizaciones que abogan por alternativas al desarrollo formulan propuestasque coinciden parcialmente con los defensores del desarrollo alternativo v.gr., el nfasis en lo local, la

    promocin de la autonoma comunitaria, etc. Sin embargo, a diferencia de la visin de desarrollo alternativo que, como se vio, propone modificaciones y lmites al crecimiento, pero no pone en tela de juicio la idea mismade crecimiento econmico- las propuestas de alternativas al desarrollo radicalizan la crtica a la nocin decrecimiento y, por tanto, exploran alternativas post-desarrollistas. Escobar expresa estas dos caractersticas ylocaliza sus fuentes de la siguiente forma:

    Desde mediados y finales de la dcada de los ochenta...ha surgido un conjunto de trabajos relativamentecoherente que destaca el papel de los movimientos de base, el conocimiento local y el poder popular enla transformacin del desarrollo. Los autores que representan esta tendencia afirman que estninteresados no en alternativas de desarrollo sino en alternativas al desarrollo, es decir, en el rechazo totaldel paradigma (Escobar, 1995: 215).

    Dado que en la seccin anterior explicamos el componente comunitario, popular y local en la seccin anterior, enesta nos concentramos slo en lo que es especfico a las alternativas al desarrollo, esto es, en el contenido y lasimplicaciones del rechazo del paradigma del desarrollo econmico. Posiblemente la mejor forma de entender loespecfico de las alternativas al desarrollo es contrastar sus tesis ecologistas y feministas con las propuestasecolgicas y feministas de desarrollo alternativo. En cuanto a lo primero, las posturas ecologistas post-desarrollistas hacen una crtica radical de la idea de desarrollo sostenible. En los trminos contundentes de Daly,el desarrollo sostenible es imposible (Daly, 1996: 192). Tal como se utiliza en la actualidad, el trminodesarrollo sostenible es equivalente a crecimiento sostenible, que, de acuerdo con Daly, es una contradiccin.El crecimiento econmico es imposible de sostener sin destruir las condiciones de vida sobre la tierra. Por lotanto, desde esta perspectiva, es imperioso cambiar la concepcin misma de desarrollo. El nico tipo de

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    desarrollo sostenible es desarrollo sin crecimiento mejora cualitativa de la base fsica econmica que esmantenida en un estado estable...dentro de las capacidades de regeneracin y asimilacin del ecosistema (Daly,1996: 193). El desarrollo entendido como realizacin de potencialidades, como paso a un estado diferente ymejor, est lejos de la idea del desarrollo como crecimiento, como incremento. Las actividades econmicas

    pueden, en este sentido, desarrollarse sin crecer.

    Una crtica paralela es hecha por corrientes feministas contra la idea de incorporacin de las mujeres aldesarrollo. Contra la reivindicacin de la importancia de las mujeres en el desarrollo como crecimiento (womenin development WID-) , autores y activistas feministas proponen el abandono del proyecto eurocntrico,

    jerrquico y patriarcal de desarrollo. Desde esta perspectiva que es conocida como eco-feminismo (women,environment, and alternative development (WED) - la tarea no es simplemente aadir a las mujeres al modeloconocido sino establecer un nuevo paradigma de desarrollo (Harcourt, 1994: 5). Esto implica unatransformacin de la idea de desarrollo basada en la recuperacin de formas de entender el mundo que han sidomarginadas por el paradigma dominante, en las que la produccin no es separada del cuidado de la naturaleza yen el que las actividades econmicas son slo una parte de un conjunto de prcticas culturales a las que estnsubordinadas (McMichael, 1996). Tal como ha sido desarrollado por unas de sus exponentes ms representativas(Shiva y Mies, 1993), el eco-feminismo implica detener el desarrollo como crecimiento y adoptar un enfoque quele de prioridad a los medios bsicos de subsistencia y se centre en las mujeres y los nios.La alusin a formas alternativas de conocimiento nos lleva a otro elemento central de las alternativas aldesarrollo. Se trata de la reivindicacin de la diversidad cultural y de la diversidad de formas de producir y deentender la produccin que existen hoy alrededor del mundo a pesar de la expansin de la economa capitalista yla ciencia moderna. Ante la evidencia de los efectos sociales y ambientales perversos de la produccin capitalistay la cultura materialista e instrumental que la hace posible, la fuente de alternativas al desarrollo se encuentra enculturas hbridas o minoritarias de las cuales pueden emerger otras formas de construir economas, de satisfacernecesidades bsicas, de vivir en sociedad (Escobar, 1995: 225). Estas culturas, entonces, pueden subvertir lahegemona del capitalismo y del conocimiento moderno. Por esta razn, desde esta perspectiva, la diversidadcultural es uno de los hechos polticos esenciales de nuestra poca (bid.).La resistencia al desarrollo como crecimiento y la formulacin de alternativas basadas en culturas nohegemnicas sigue una tradicin de pensamiento y accin que ha tenido sus manifestaciones ms importantes enla lucha contra el colonialismo. Posiblemente el ejemplo ms sobresaliente es la idea de swadeshi elaborada porGandhi en el contexto de la lucha del pueblo de la India contra el colonialismo ingls, que es comentada en elestudio de Sethi incluido en este libro. En sentido estricto, swadeshi significa autonoma econmica local, basadaen el espritu que nos exige que sirvamos a nuestros vecinos inmediatos antes que a otros, y que usemos las

    cosas producidas a nuestro alrededor antes que las cosas producidas en lugares ms remotos (Gandhi, 1967: v).Esta estrategia de autonoma local fue crucial para el xito de la lucha por la independencia de India, que ganmpetu cuando los indios, exhortados por Gandhi, se negaron a comprar la sal vendida por los ingleses ydebilitaron as la base econmica del imperio ingls. Sin embargo, como lo muestra