m. friedman. libertad para elegir. cap.2 de la tumba a la cuna

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·- \- e_ \ E: b 1-'lAN I \ L \O '{ .. lJ. 8Er2-TA b D E L:EC:, t ((.. I Eb- C!.z.e:.t s) I q 3 ·.\ r ···- I& I ! Poi'\' i• ... (. f j_ Bb. r c/-il tK-- tfd k' d- ;r)r?1Jfl.....£, . "1 ;)" 4 DE LA CUNA A LA TUMBA La eleccion presidencial de 1932 era, en e1 terreno po- litico, una linea divisoria para los Estados Unidos. Herbert Hqover, en busca dela reeleccion en el carP'10 republ1cano, cargaba con una depresion. El desempleo afectaba a millones de personas. Las colas para comprar pan o una persona en paro vendiendo manzanas en la esquina de una calle eran imagenes corrientes en aquella epoca. A pesar de que el sistema independiente de la Reserva Federal era objeto de los reproches de una polltica monetaria equivoca- da que convirtio una recesion en una depresi6n catastr6- fica, el presidente de los Estados Unidos, en cuanto cabeza del estado, no podia evitar cierta responsabilidad por este error. El hombre de la calle habia perdido la fe en el sistema economico imperante. La gente estaba y desea- ba algo que la tranquilizara; una promesa de que existfa una salida. "" . _Pelano Roosevelt, el carismatico gobernador del estado de Nueva York, era el candida to democrata: una cara nueva, que irradiaba-esperanza y optimismo. Es cierto que mont6 su campafia sabre los viejos principios. Prome- ti6 que si salfa elegido despilfarro del gobier- no a. Hoover de extra- vagancia en el y de permiiir que los deficits_oficiales aU:ment;ran. AI mismo tiempo, tanto antes de la como durante el interludio que precedi6 a su juramenta del cargo, se reuni6 regularmente con un grupo 133 I li 1 11 lit :li jl I i ·jli I, I I

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Capítulo 2 de la obra más destacada de Friedman y su esposa, economistas estadounidenses. Abogan por los principios del libre mercado y hacen un análisis económico de la política abordando el sistema político que corre paralelo al sistema económico.

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DE LA CUNA A LA TUMBA

La eleccion presidencial de 1932 era, en e1 terreno po­litico, una linea divisoria para los Estados Unidos. Herbert Hqover, en busca dela reeleccion en el carP'10 republ1cano, cargaba con una pr~f~nda depresion. El desempleo afectaba a millones de personas. Las colas para comprar pan o una persona en paro vendiendo manzanas en la esquina de una calle eran imagenes corrientes en aquella epoca. A pesar de que el sistema independiente de la Reserva Federal era objeto de los reproches de una polltica monetaria equivoca­da que convirtio una recesion en una depresi6n catastr6-fica, el presidente de los Estados Unidos, en cuanto cabeza del estado, no podia evitar cierta responsabilidad por este error. El hombre de la calle habia perdido la fe en el sistema economico imperante. La gente estaba d~sesperada y desea­ba algo que la tranquilizara; una promesa de que existfa una salida. "" .

Fra11k!_~n _Pelano Roosevelt, el carismatico gobernador del estado de Nueva York, era el candida to democrata: una cara nueva, que irradiaba -esperanza y optimismo. Es cierto que mont6 su campafia sabre los viejos principios. Prome­ti6 que si salfa elegido cqntr.9la._d!l_~l despilfarro del gobier­no y_equilibraria_d__pr_~.§J1!2tJ<;:.§.tQ~_Ac:usaba a. Hoover de extra­vagancia en el gas~()_gybernamental y de permiiir que los deficits_oficiales aU:ment;ran. AI mismo tiempo, tanto antes de la el~cci6n como durante el interludio que precedi6 a su juramenta del cargo, se reuni6 regularmente con un grupo

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de asesores, denominado el «comite de cerebros», en la man­sion del gobernador, en Albany, capital del estado. Dicho grupo proyect6 una serie de medidas para poner en pnictica una vez que accediera a la presidencia y que se convirtie­ron en el New Deal que Roosevelt habia prometido al pue­blo americana cuando acept6 la candidatura dem6cr-ata a la presidencia del pais.

La elecci6n de 1932 fue una linea divisoria en terminos estrictamente politicos. En el pedodo de setenta y dos afios que va de 1860 a 19 32, I a presidencia de la naci6n habia estado en manos de los republicanos durante cincuenta y seis afios; de los dem6cratas, durante dieciseis. En los cuarenta y ocho afios que van de de 1932 a 1980, cambiaron las tornas: los dem6cratas ostentaron la presidencia durante treinta y dos afios, y los republicanos durante dieciseis.

La elecci6n representaba una divisoria en un aspecto mas importante; constitufa un cambia tanto en la percepci6n que el publico tenia del papel del Estado como en la fun­cion real asignada a este. Un simple conjunto de estadisticas sugiere la magnitud del cambia. Desde la fundaci6n de la Republica basta 1929, el gas to del erario publico a todos los niveles, federal, estatal y local, nunca supero la cifra del doce por ciento de la renta nacional, excepto con motivo de una guerra importante. El Estado y las autoridades locales se llevaban los dos tercios de este gasto. Los gastos federales representaban generalmente el tres por ciento, o menos, de la renta nacional. Desde 1933, el gasto gubernamental nunca ha sido inferior al 20 por ciento de la renta nacional, y en la actualidad representa mas del 40 por ciento, del que el gobierno federal utiliza dos tercios. Es cierto, la mayor parte del periodo que se extiende desde el final de la s;gunda Guerra Mundial ha correspondido a una epoca de guerra fria o caliente. Sin embargo, desde el afio 1946 los gastos no destinados a defensa nunca han representado menos del 16 por ciento de la renta nacional, y en la actualidad alcan­zan aproximadamente un tercio de esta. El gasto total del gobierno federal equivale a mas de un cuarto del producto nacional, y los gastos no-militare5 representan mas de un

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quinto de la renta nacional. Segun este indicador, el papel del gobierno federal en la economfa se ha multiplicado aproximadamente por diez en los ultimos cincuenta aiios.

Roosevelt accedi6 a la presidencia de la naci6n el 4 de marzo de 19 3 3, en el momenta en que la economfa se en­contraba en su punta mas bajo. Muchos estados habfan de­clarado una vacacion bancaria. Dos dfas despues de su acceso a la presidencia, Roosevelt orden6 el cierre de todos los bancos del pais, pero utilize su discurso inaugural para transmitir un mensaje de esperanza, afirmando que «lo uni­co que debemos temer es el temor>>. E inmediatamente lan­z6 un programa frenetico de medidas, los «cien dfas» de un periodo especial de sesiones del Congreso.

Los miembros del «comite de cerebros» de Roosevelt procedfan principalmente de las universidades, en concreto de lade Columbia. Reflejaban el cambia que se habfa produ­cido con anterioridad en la atmosfera intelectual de los re­cintos universitarios. Pasaron de creer en la responsabili­dad individual, el laissez faire y un Estado limitado y descentralizado, a defender la responsabilidad cQ_lectiv:a y la existencia de una Administraci6n centralizada y poderosa. Crefan_g,~~ fun.O.Qn del ~Ei~~ . ..P.!.?t~~£....!J~s indivi-. auos'de las vicisitt!_q~~- _q_(!J_~ fqrt~g~ .Y.~Pntro.lar__~J._J~iQ· namTe'i1toCie-la'economfa en nombre del «interes P'eneral», auncuai1Ja···did~o---co~tr~I-sTgnlficara···Cilie.Ia.·prop·i:daci .. y"'el funcionamiento de los medios de producci6n estaban en rna­nos del gobierno. Estos dos puntas aparedan ya en una no­vela famosa publicada en el afio 1881, Looking Backward [Mirando hacia atras], de Edward Bellamy, una fantasia uta­pica en la que un personaje a lo Rip van Winkle se acuesta en 1887 y despierta en el afio 2000, descubriendo un mundo diferente .. «Mirando hacia atras», sus nuevas compafieros le explican como la utopia que le sorprende tanto surgi6 en los afios treinta -una fecha profetica- del infierno de los afios ochenta del siglo xrx. Esta li!opfa entrafiaba la prome­~a de seguridad «de la cuna a la ... tumba». Era la primera vez que se usaba esa £rase, por lo que sabemos. Se inclufa una detallada planificaci6n gubernamental, de la que for-

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~­~'

maba parte un servicio militar obligatorio para todas las personas durante un amplio periodo de tiempo.1

Viniendo de esta atmosfera intelectual, los asesores de Roosevelt estaban predispuestos a considerar la depresi6n como un fallo del capitalismo y a creer que una activa in­tervenci6n gubernamental -y especialmente por parte de la Administraci6n central- constitufa ei remedio adecuado. Funcionarios humanos, expertos desinteresados, debedan asumir el poder del que individuos de miras estrechas, egofs­tas y «realistas en lo econ6mico» habfan abusado. En pala­bras del primer discurso inaugural de Roosevelt, «los cam­bistas de dinero han huido de los altos sillones en el templo de nuestra civilizaci6n».

AI preparar programas para que Roosevelt los pusiera eh pr~ktica, sus asesores se pod1an inspirar no solo en los recintos universitarios, sino tam~~~ en .!~_expe~~pre­via de la ~la~llii_~~!E_a fabia11a y J::t Sued a-.@. e s~gyJ.~L!J.D._<;affiil'!Q_)!l ~.c:rmedio. ··- n-

El New Deal, la nueva politica econ6mica, tal como surgi6 Cfuranle -los afios treinta, reflejaba con claridad estos puntos de vista. Contaba con programas destinados ~ refor­ro::JJ: la estructura basica de fa· economfa. Algunos de estos plan~~--tuv-ieron que ser abandonados cuando el Tribunal Supremo los declar6 anticonstitucionales, principalmente la NRA (National Recovery Administration: Administraci6n Nacional para la Recuperaci6n) y la AAA (Agricultural Ad­justment Administration: Administraci6n de Compensaci6n Agrfcola ). Q~ros JJr<?gram~s~continuan vigentes en Ia actua­lid_gg, especialmente la Comisi6n de Valores y Balsas, el Consejo Nacional de Relaciones Laborales, salarios m1nimos a escala nacional, etc.

El New Deal contaba tambien con programas que pro­porcionaban algun tipo de seguridad contra el infortunio, es­pecialmente Ia Seguridad Social ( el OASI, Old Age and Sur­vivors Insurance: Protecci6n para los Ancianos y Supervi­vientes ), el seguro de desempleo y la asistencia publica. Este capftulo examin~ estas medidas y las que mas tarde si­guieron.

1.36

El New Deal inclufa asimismo programas que preten­dlan ser estrictamente temporales, destinados a ocuparse de situaciones de emergencia provocadas por la Gran Depre­si6n. Algunos de estos programas temporales se convirtie­ron en permanentes, como ocurre con los planes publicos de la Administraci6n.

Los programas temporales mas importantes consistfan en proyectos de empleo de trabajo manual que la Works Progress Administrati_qn (Administraci6n para el D~arr~H;; de""ObfasPJblicas) realizaba, la contrataci6n de j6venes desempleados para que embellecieran los parques y bosques federales, bajo la direcci6n del Civilian Conservation Corps (Cuerpo de Mantenimiento Civil), y la ayuda directa a los indigentes. En aquel momento estos programas cumpHan una funci6n util, pues hab1a mucha miseria y era importan­te hacer algo en seguida, tanto para ayudar a Ia gente en apuros como para devolver la esperanza y la confianza a los ciudadan()S. Esto~ planes fuer91:1. P!~P.~r.?_cJ9s ap_!~gg£1g~J:lli!ll:. te y .. r.1o. haY. _il1£h:l .. 9~ _g_ll~--t~n19.-Jl.~kk~m.~ ... Y.~-~.t~J:Lnli!19§9~-~- ~iP embargo, bajo esas circqnst~!l~i-~~J~~-l!l.t.~\?~~---SP.El.J?..~~nsJ~I~~­e inevitables. La administraci6n Roosevelt consigui6 en gran medida aliviar la miseria mas pere!'toria y devolver la con­fianza a los ciudadanos.

La Segunda Guerra Mundial interrumpi6 el New Deal, reforzando al mismo tiempo considerablemente sus bases. La guerra trajo consigo presupuestos gubernamentales masivos y un control sin precedentes por parte de Ia adlll:ini~!~;!.C.iQ!l de los d~talles.. de. Ja vida_ e.ccm.&nka:...J.i.jaci6n...de ... pr.ecios .. .y salarios por decreto, racionamiento de bienes de consumo, prohibici6n para fabricar. cierto~. prodl,lc;:tos de '\.l.sq nO." p:ii:. litar, asignaci6n de materias primas y productos acabados, y control de importaciones y exportaciones.

La eliminaci6n del desempleo, Ia vasta producci6n de material de guerra que convirti6 a los Estados Unidos e11 el

\ ~~a~sen~.LskJa_democrac;:i:;i_~ .. Y Ia victori~ incondicional soEre Alemania y el Jap6n, fueron otros tantos hitos interpreta­dos par muchas personas como una demostraci6n de Ia ca­pacidad del Estado para dirigir el sistema econ6mico de

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un modo mas eficaz que el «capitalismo liberal». Una de las primeras leyes importantes aprobadas tras la guerra fue Ia de empleo de) 94~ que reconoda la responsabilidad del Estado en el mantenimiento de «cifras de empleo, capa­cidad de produccion y poder de compra maximos», y en rea­lidad convirtio la poHtica keynesiana en ley.

El efecto de la guerra en la opinion publica constitufa el complemento de la depresion. Esta convencio a la gente de que el capi talismo tenia defectos; la guerra, de la eficacia de la Administracion centralizada. Ambas conclusiones eran

:) falsas. La depresiq_n se qebio a un fallo del Estado, no de '!:' lal? eropr~S;:lS. ptivadas. Con respecto a la guerra, una cosa es

que el Estado ejerza un control muy grande temporalmente para alcanzar un simple objetivo de primer arden, comparti­do por casi todos los ciudadanos, y en aras del cual estes es­tan dispuestos a realizar grandes sacrificios, y otra cosa muy distinta es que el Estado controle permanentemente la eco­nomia para promover nn «interes publico» definido vaga­mente y al que dan forma los objetivos variados y distintos de sus ciudadanos.

Bacia el final de la guerra, pareda como si la planifi­cacion economica central fuera la onda del futuro. Este re­sultado fue calurosamente recibido por aquellos que lo con­sideraron como el alba de un mundo en abundancia, al que todos tendrfan acceso pot igual. Otros, entre los que nos en­contrabamos, que consideraban este resultado como un giro hacia la tiranfa y la miseria, temieron su llegada. Hasta aha­ra, ni las esperanzas de unos ni los temores de otros se han realizado.

La actuacion del Estado ha aumentado muy considerable­mente. Sin embargo, esa expansion no ha tornado la forma de una planificacion economica central detallada, acompafia­da de una nacionalizacion de la industria, las finanzas y el comercio cada vez mas amplia, como muchos de nosotros temiamos. La experiencia acabo con la planificacion econo­mica detallada, en parte porque no consiguio alcanzar los objetivos anunciados, pero tambien debido a que chocaba con la libertad. El intento del gobierno britanico de contra-

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lar el numero de empleos en que cada persona podia traba­jar, evidencio claramente ese conflicto. La reaccion adversa de la opinion publica obligo a abandonar el intento. Las in­dustrias nacionalizadas demostraron ser ineficac.c=.~, y gene­rarori_un_U"Cifra-tar-cre·--p-erdidas en Ciran-'Ifretafia, Suecia,

. Francia y en los Estados Unidos, que solo hoy en dia algu­nos marxistas inveterados consideran que un, pla11 ~_as ex­tenso de nacionalizaciones es deseable. Se hg desvanecid<?__ la ilusion -ampliamente compartida durante una epoca­d~~ 'q't:i'~--·la nacionalizacion aumenta la eficacia productiva. Se han llevado a cabo procesos posteriores de nacionaliza­cion: la del transporte de pasajeros y el de algunas mercan­das por ferrocarril en Estados Unidos, 1~__.9~]-..~_yJand Motors En Gran Bretafia, la de la industria del acero en Suecia. Pero se hanprodu.ddo por razones muy diferentes: los consumi­dores desean que el estado subvencione ciertos servicios cuando las condiciones del mercado exigen su reduccion o los trabajadores de las empresas no rentables temen el de­sempleo. Incluso los defensores de estas nadonalizaciones las consideran en el mejor de los casas un mal men or.

El fracaso de la planificacion y la nacionalizacion no ha eliminado las presiones conducentes a una actuacion del Es­tado cada vez mayor. Ha cambiado simplemente su direc­cion. La expansion de la actuacion publica toma en la actualidad la forma de programas de bienestar y funcio­nes reguladoras. Tal como lo expresa W. Allen Wallis en un contexte alga diverse, el socialism~«intelectualmente in­solvent~_.tr.as .. .Y.er .demolidos ... a.lo.Jargo. de;; .rP.Is··_ae -~~p __ in_g~ u1io,..tras aJX9- sus ... argumenlQ§.. PaiiL.$.Qcializar. los medios de produccion, intenta hoy socializar los resultados de la pro­ducci6n».2

' ':E~ el area del bienestar' el cambia de direccion ha con­ducido a una explosion de actividades publicas en las ultimas decadas, en especial tras la declaraci6n de «gue­rra a la pobreza» del presidente Lyndon Johnson en 1964. Todos los programas del tipo del New Deal relatives a la Seguridad Social, el seguro de desempleo y la ayuda directa fueron ampliados a fin de incluir a nuevas grupos; se

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aument6 la cuant!a de los pagos; y se crearon los programas de Medicare (cuidados medicos), Medicaid (ayuda medica), vales de comida y otros muchos. Se incrementaron los pla­nes de viviendas publicas y de reconstruccion urbana. En la actualidad, los programas de bienestar y de redistribucion de rentas amparados par el estado literalmente se pueden contar a cientos. El Departamento de Salud, Educacion y Bienestar, creado en 19 53 para aunar las desperdigadas ini­ciativas de bienestar, empez6 con un presupuesto de dos millones de dolares, cantidad inferior al cinco por ciento de los gastos de defensa nacional. Veinticinco afios mas tarde, en 1978, aquel ascendfa a 160.000 millones, una vez y media mas que el gasto total del ejercito, la armada y la fuerza aerea de los Estados Unidos. Su presupuesto era el tercero mayor del globo, superado solo par los totales de los gobiernos norteamericano y de la Union Sovietica. El departamento de SEB supervisa un inmenso imperio que llega a todos los rincones del pafs. Mas del uno par ciento de la poblacion activa empleada trabaja para el SEB, ya directamente en el departamento o en programas en los que este es responsable, aunque esten administrados par organismos estatales o locales. Toda la poblacion norteame­ricana recibe la influencia de sus actividades. (A finales de 1979, el SEB se subdividio, creandose un Departamento de Educacion separado.)

Nadie puede discutir dos fen6menos aparentemente con­tradictor.ios: la amplia insatisfacci6n par los resultados de esta explosion producida en las.actividades de bienestar y l_a_ Pt~~jQ.g ~QIJ~J.\!!1!~. P?.P~. ~.t!mentar ~u~_ PF~staciones.

Todos los objetivos propuestos han sido bienintenciona­dos; los resultados, sin embargo, decepcionantes. Los gastos de la Seguridad Social se dispararon, y el sistema sufre pro­blemas financieros importantes. Los programas de viviendas publicas y de reconstrucci6n urbana han disminuido mas que aumentado la cifra de viviendas a disposici6n de los pobres. Los fondos destinados a la beneficencia publica cre­cen a pesar de una cifra de empleo en aumento. _ J'oq(). ~1 _II:ty~g_g __ ~§ta A.C:.~9;l-~£gq __ e.P. qt1e. e~ p~()grama de bienestar es

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W.t~<cles<;>.rd~n.» _satt}rado de frat}qe _ y c::orrt}p<;ion. A p:1edida que el estado se hace cargo de una proporcion mayor de los gastos sanitarios de la nacion, los pacientes y los medicos han empezado a quejarse del aumento de los costes y de la creciente impersonalidad de la medicina. En el campo de la educacion, los resultados alcanzados por los estudiantes han disminuido a medida que ha aumentado la intervenci6n federal.

El fracaso repetido de programas bienintencionados no es un accidente. No es el simple resultado de errores en su ejecucion. El fracaso esta profundamente enraizado en la utilizacion "de-·meruos-inadecuadOS'paraalc~i!ii~~~::ll.Q..Q~.Qqj~:----tivos buenoS'. · · · · ·· -

·A pesar de que estos programas no han alcanzado sus objetivos, la presion para ampliarlos crece. Los fracasos se atribuy,en a la tacafierfa del Congreso a la hora de destinar los fondos, y se resuelven, par tanto, con una demanda de

· programas aun mayores. Los intereses concretos que se be­nefician de actividades publicas presionan para conseguir la ampliaci6n de estas, y entre tales intereses el mas impor­tante consiste en la masiva burocracia engendrada par los programas.

Una interesante alternativa al sistema actual de bienes­tar estriba en un impuesto negativo sobre la renta. Indivi­duos y grupos de todos los credos politicos han apoyado esta opcion. Tres presidentes han propuesto una variante; sin embargo, esta parece poHticamente irrealizable en el fu­turo previsible.

LA APARICI6N DEL MODERNO ESTADO DEL BIENESTAR

El primer Estado moderno que introdujo a una escala relativamente grande el tipo de m.egiq:ls de_.l:>J~n~sJaJ;. qt1~ se ha popularizado .en la may9da.de.las.,sQ!,::]~Q!:l.9~.L~S~'l:l~les fue el imperio aleman constituido de nuevo bajo la. direc.­cion del «canciller de hierro», Otto von Bismarck. A lo largo de los primeros afios de la decada de 1880 cre6 un

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e_xtenso sistema de seguridad social, que ofreda protecci6n al trabajador contra accidentes, enfermedacty .. ve)ez:-ras··-.ra­zones· qLJe"conaujetOD. a la creacicSn de este sistema COnsis­tian en una -~~--SEE.l.£l.~j~-~!:~o~~J2.~~i~n parternalista P()_t: Jg_§ __ Q!!?_~s. .. 9..ill~-~ _g_e Jg poblad<S.11 y. l:\Stu tas ·motivaciones politicas. Sus medidas sirvieron para minar la atracci6n po­lfticaCfei pujante grupo socialdem6crata.

Puede parecer parad6jico que un estado esencialmente autocnitico y aristocratico como la Alemania de antes de la Prim era Guerra Mundial -en la jerga de hoy, una dicta­dura de derechas- llevara la delantera en la introducci6n de medidas asociadas generalmente con el socialismo y la izquierda. Sin embargo, aun poniendo a un lado las razones. pollticas de Bismarck, no hay tal paradoja. Los que creen en la aristocracia o en el socialismo comparten una fe en la Adminis.tra~!~g. cen tr~lizada,. enel"r~gimen ___ que-Tuncloria .me~ diante 6rdenes·.rn~; que en a'quel'"c[i.ie' se 'mueve par una coopera.cT6n--v6Iuiiiaria: D1fieren en. el grupo que deSer!a go­lJernar:-p~r~--1-;;;-·pr!meros, una «elite» determinada por la cuna; para los segundos, unos expertos escogidos aparente­mente por sus meritos. Los dos afirman, sin duda con sin­ceridad, que desean conseguir el bienestar del «hombre de la calle», que conocen lo que conviene al «interes general» y la manera de alcanzarlo mejor que los individuos de a pie. Los dos, por lo tanto, profesan una filosofia paternalista. Y si alcanzan el poder, tanto uno como otro acaban por promover los intereses de su propia clase en nombre del bienestar «general».

Precursores mas inmediatos de las medidas de seguridad social adoptadas a lo largo de la decada de los afios treinta fueron las tomadas en Gran Bretafia, empezando con la ley de pensiones para los ancianos, aprobada en 1908, y la ley de seguro nacional, votada en 1911.

La ley de pensiones para los ancianos garantizaba a cual­quier persona de mas de sesenta afios cuyos ingresos estuvie­ran por debajo de una cantidad determinada, una pension semanal que variaba de acuerdo con la renta del receptor. No estaba de ningun modo sujeta a imposici6n y, por lo

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j 'd j ) d d' ( tanto, en oerto senti o constltUla una ayu a uecta una ampliacion de las disposiciones de la ley sobre los pobres que, de una u otra forma, habian existido en Gran Bretafia durante siglos). Sin embargo, como sefiala A. V. Dicey, exis­tia una diferencia fundamental. Se consideraba la ension como un c:l~!ech_() -~uya _perc;~P.~!9?_,~~~--f~-~-!~ll,lg_Js;.!l_<l~. ra-ley;· ;no privata al pensionista. cl~ n}_l}gt111~. £r?.11ql!t~~a,_ c:l.~­recho o privilegio, ni le bani acreedor a ninguna descalifi­cacion». Dicha ley muestra el largo camino que hemos reco­rrido desde ese modesto comienzo, de modo que Dicey, al comentar la ley cinco afios despues de su aprobaci6n, pudo escribir: «Sin duda un hombre sensible y humano querra

· . preguntarse a sf. mismo si Gran Bretafia, en conjunto, gana­ra aprobando una disposici6n que manda que la percep­ci6n de la ayuda a los pobres, en forma de una pension~ tenga que ser compatible con el mantenimiento por parte del pensionista del derecho a tomar parte en la elecci6n de representantes parlamentarios».3 Seria necesaria una him­para muy potente para que un Di6genes actual encontrara a alguien que pudiera votar si la percepci6n de una ayuda gu­bernamental constituye motive de descalificaci6n.

La ley de seguro nacional pretendia «alcanzar dos objeti­vos: en primer lugar, que cualquier persona [ ... ] que tra­baje en el Reino Unido [ ... ] debera, desde los dieciseis a los sesenta afios de edad, e~tar asegurado contra Ia enfer: meaacr·a~··-en ___ otras·-~palabra~,--·-t~ri:~~Ji~~1i92i]9s~~:iii~dios __ para curar la enfermedaCf[. ~.]. En segundo lugar, que cual­quierpersonaqUetrabaje en determinadas actividades espe­cificadas e'n la ley, debera estar ase'gurada contra ef desem­pleo o, en otras palabras, se le debe asegurar ayuda duran­te los periodos de desempleo».4 A diferencia de las pen­siones para los ancianos, el sistema creado estaba sujeto a imposici6n. Se debia financiar mediante contribuciones de los empresarios, los trabajadores y el gobierno.

Debido tanto a su naturaleza impositiva como a las con­tingencias contra las que pretendia proteger, esta ley se separ6 mucho mas de las actuaciones anteriores que la ley de pensiones para los ancianos. Dicey escribi6:

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Bajo la ley de seguro nacional, eLEstado ~..QI.>!~ cargas nuevas y, tal vez, mas pesadas, y concede a los as.Wii[idos~~(:{~~~cbos 'iii.ievosy- m~s amplios. [ ... ]. Antes de 1908, la cue~tl6n.Cle si un hombre, fuer~ rico o pobre, deberia proteger su salud, se dejaba enteramente a la libre discrecion o indiscrecion de cada individuo. Su con­ducta no concernia al estado mas que el problema de si este individuo debe ponerse un abrigo negro o marron.

Pero, a la larga, la ley de proteccion nacional colo­cara sabre las espaldas del estado, es decir, en la de los ciudadanos que pagan impuestos, una responsabilidad mucho mas pesada de la que los electores ingleses ima­ginan [ ... ]. La_J?.r~~cion A__ desempleo significa, de hecho, I a admision P<?L.P_~!:!_t: ___ q~_.l:!I?: .. §'!aao-Oel- aeoer que-rrene de proteger a un hombre contra-]6s 'infoi:tu­riicis}iiiE'se"de!ivaii'(fe[becJ1g'de_no iener tiabajo [ ... J.

·~·-. -[~:·}~~---:-~-.~:·:~e~uro !lacional es coher;!lte c~n la .doctri- . /}' na Cfel soc1ahsmo, pero no tanto con el hberahsmo o

con el radicalismo de 1865.5

Estas primeras medidas, como las tomadas por Bismarck, ilustran la afinidad entre aristocracia y socialismo. En 1904, Winston Churchill abandono el partido Tory, el de la aristo­cracia, e ingreso en el liberal. Como miembro del gabinete de Lloyd George desempefio un papel dirigente en la refer­rna de la legislacion social. El cambia de partido, que resul­to temporal, no hizo necesario un cambio de principios (como lo habria sido cincuenta afios antes, cuando el parti­do liberal defendia el libre cambio con el exterior y e) laissez faire en el interior del pais). La legislacion social que Churchill auspicio, si bien era de un tipo y alcance diferen­tes, se encontraba en la tradicion de las leyes industriales aprobadas durante el siglo xrx, principalmente bajo la in­fluencia de los llamados radicales tories,6 un grupo que pro­cedia en su mayor parte de la aristocracia y estaba imbuido de un sentido de obligacion en la protecci6n de los intereses de las clases trabajadoras, actuando con su consenso y apoyo, y no a traves de la coercion.

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No es exager:ado afi.rmar _qp~ .la __ {Qrma .. d~ Ja.Jvglaterra_ ~lctual se debe mas a los _pJ,jp,c_ipios -~Qgg~tY..?.dQt~-~ ... del .si­glo xrx que a las .ideas de KarLMa.rx y FdedrkhJ2;.ngels.

Otro. e.ieiJ:lpio __ que __ s~t1 .. sh~.ci~inflgy_<L~!L.~L New J2~.3Lck._ Ro.osev~lt fue. la S~<?cia .dfl.. .iu..s.~o.._medio. ..... tal...~SJmo Mar­quis Childs titulada su libro, publicado en 1936. Suecia aprobo el pago de pensiones obligatorias a los ancianos en 1915 como un sistema impositivo. Podfan percibir dichas pensiones todos aquellos cuya edad rebasara los sesenta y cinco afios, dejando aparte los recursos del pensionado. La cuanda de la pension dependfa de los pagos que los indivi­duos habian efectuado al sistema, y a ella se afiadian pagos gubernamentales.

Ademas de las pensiones a los ancianos y, posterior­mente, la protecci6n al desempleo, Suecia se lanz6 a la propiedad estatal de la industria, las viviendas publicas y las cooperativas de los consumidores, todo ella llevado a cabo a gran escala.

Los FRUTOS DEL EST ADO DEL BIENEST AR

Gran Bretafia y Suecia, los dos paises mas frecuente­mente sefialados como estados prosperos de bienestar, se han

. enfrentado a dificultades en ~umento, y la insatisfacci6n ha crecido en estas dos naciones.

Gran Bretafia ha trop~-~agg £9ll . .QLQbl£!.I12.§.... cada -~-~~~-­serios para financia~ _u~<?-~--_g~~~-U~hl~~~~i<:.~!~~: .... J.:~~ impuestos se han convertido en una de las fuentes mayo-res de descontento, y el impacto de la inflacion ha mul­tiplicado este muchas veces ( vease el capitulo 9 ). El _Servl~ ci_o 1'-:J:~c;_i<:JJJ.aLde_Sallld, en un momenta dado la joya mas vall.osa de la corona del estado del bienestar y considerada aun por la mayoda de la opinion publica britanica como uno de los grandes logros del gobierno laborista, se ha en­frentado con dificultades cada vez mayores, amenazado por las h~~!ga_s,los c_ostes cr,<:ci~nt~s y_ el atnl}ento de las listas de e~pera de los pacientes. Un numero de personas cada vez

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mas elevado se esta dirigiendo a medicos, casas de reposo, hospitales y sistemas de protecci6n de la salud privados. A pesar de ser todavia una parte reducida de la industria de la salud, e1 sector privado ha crecido rapidar.::~ente.

El qe:_~~gi_p.do en Gran Bretafia ha alJJ11~12tl!cl9_ aLJnj~mo tiernp() queJa _ inflaci6n. El gobierno ha tenido que abando­nar su prop6sito de alcanzar el plena empleo. Subyaciendo a todo lo demas, la productividad y la renta real en Gran Bretafia, en el mejor de los casas, han permanecido estanca­das, de modo que se han colocado muy por detras de las de sus vecinos continentales. La insatisfacci6n aflor6 dramati­camente en la importante victoria obtenida por el partido Tory en las elecciones de 1979, una victoria basada en la promesa de Margaret Thatcher de cambiar drasticamente el sentido de la actuaci6n publica.

En Suecia las casas han ido mucho mejor que en Gran Bretafia. Se ahorr6 el peso de dos guerras mundiales y, de hecho, cosech6 los beneficios econ6micos derivados de su neutralidad. Sin embargo, Suecia tambien ha sufrido re­cientemente las mismas dificultades que Gran Bretafia: in­flaci6n acompafiada de un desempleo elevado; oposici6n a los enormes impuestos, que han provocado la emigraci6n de algunos de sus mejores ciudadanos; insatisfacci6n con los programas sociales. Tambien en este caso, los votantes han expresado sus puntas de vista en las urnas. En 197 6, los electores acabaron con mas de cuatro decadas de dominio del partido socialdem6crata, reemplazandolo por una coali­ci6n de otros partidos. Sin embargo, hasta ahara no se ha producido ningun cambia importante en la direcci6n de la politica estatal.

La ciudad de Nueva York constituye el ejemplo mas dramatico en los Estados Unidos de los resultados alcanza­dos al intentar conseguir unos objetivos mediante activi­dades publicas. Nueva York es la comunidad con mas programas de bienestar en todo el pais. El ga~-~~~_gue realiza la administraci6n de la ciudad es mayor, -en_rel~QQ1L~l nu­mero de habitantes, que en cual~}~i~r--o-tra ciudad norteame-

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ricana, pot ejemplo, dos veces mayor que el de Chicago. El alcalde Robert Wagner expres6 la filosoHa que guiaba a la ciudad en su discurso de presentaci6n del presupuesto de 1965: «No tengo intenci6n de permitir que los problemas fiscales con los que nos debemos enfrentar fijen los Hmites de nuestra dedicaci6n para satisfacer las necesidades esen­ciales de los habitantes de la ciudad»? Realmente, Wagner y sus sucesores se dedicaron a interpretar el termino «necesi­dade~ esenciales» en un sentido muy amplio. Pero mas di­nero, mas programas, mas impuestos no solucionaron los problemas. Condujeron a una catas,tr<:>t~_finandera,-Sin_s.atis.:..._ fa~g_<.<la.s_Il~C::~sidades e_s~n.dales de los habitantes», incluso ~n una interpretacl"6n--e~tricta de las mismas, dejando aparte la de Wagner. Solo la asistencia del gobierno federal y del estado de Nueva York evitaron la quiebra, y a cambia de esta la ciudad cedl6 a aquellos el control de sus asuntos, con­virtiendose en un pupilo muy supervisado por los gobiernos federal y estatal.

Naturalmente, los habitantes de la ciudad intentaron acusar a fuerzas externas de sus problemas, pero, como Ken Auletta escribi6 en un libra reciente, Nueva York «no esta­ba obligada a crear un vasto hospital municipal, o un sis­tema universitario perteneciente a la ciudad, continuar con el programa de matdculas gratuitas, instituir un registro abierto, ignorar las limitaciones presupuestarias, crear las exacciones mas elevadas de todo e1 pafs, endeudarse mas alia de sus posibilidades, subvencionar las viviendas de in­gresos medias, continuar los rigidos controles de los alqui­leres, recompensar a los trabajadores municipales con sucu­lentas pensiones, ni pagar cualquier tipo de benefi.cios y ventajas a los trabajadores».

Afiade sarcasticamente: «_E,stimula~SJ~_J?_~.!J~.--~()_tpJ>asi<?.n ~ocial-democratica y la dedicaci611 icleol6gjr;~ .a l::1 .. recli~tri~ buci6n de la riqueza, los funcionarios de la ciudad de Nueva York ayudaron a reasignar una parte muy importante de la base fiscal y miles de trabajos fuera de la ciudad».8

U'Ja circunstancia afortunada estribaba en el hecho de que la ciudad de Nueva York no tenfa poder para emitir

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moneda. No podia utilizar la inflacion como un media de imposicion fiscal y posponer de este modo el dia fatidico. Por desgracia, en vez de enfrentarse realmente a los proble­mas, se limit6 a pedir ayuda al estado de Nueva York y al gobierno federal.

La Seguridad Social

El programa mas importante en los Estados Unidos a nivel federal del estado del bienestar es el de la Seguridad Social: ayudas a los ancianos y huerfanos, a la incapacidad y la proteccion de la salud. Por una parte, es un enorme tabu que ningun politico puede impugnar, como Barry Goldwater descubri6 en 1964. Por otra parte, es el blanco de quejas procedentes de todos lados. Las per§gnas que re­ciben pagos se quejar1 ge que las cantidades son insuficientes para m,ant~ner el nivel de vida al que- hahian sido llevadas. Los qt,I_e_ Q?gan.: sus impuestos protestan por lo-que creen es una pesada carga. Los -erripi-esarios. se Iamentan de que la cufia introducida por los impuestos entre el coste que re­presenta afiadir un trabajador a la nomina y el beneficia neto que representa para un trabajador la aceptacion de un em­plea, crea paro. Los contribuyentes -no sin razon- se duelen de que las obligaciones a corto plaza del sistema de la Seguridad Social alcanzan la cifra de muchos millones de dolares, y de que ni los elevados impuestos actuales manten­dran la solvencia del sistema durante mucho tiem.po. j Y to­das las protestas son justas!

El sistema de la Seguridad Social y la proteccion al de­sempleo fueron creados a lo largo de la decada de los afios treinta a fin de que la clase trabajadora pudi~ra sufragar los gastos de su propio retiro y los pedodos temporales de desempleo, en vez de convertirse en objetos de Ia asistencia publica. Esta se introdujo para ayudar a las personas nece­sitadas de auxilio, con la esperanza de que desapareceda en cuanto la cifra de empleo aumentara y la Seguridad Social se encargara de este trabajo. Los dos programas eran peque-

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fios al principia, pero han crecido como la Topsy de La cabana del tio Tom. La Seguridad Social no ha mostrado ningun signa de desplazar a la asistencia publica: ambos pro­gramas son siempre elevados tanto en terminos de los gastos en dolares como del numeto de personas que perciben sus pagos. En 1978, los pagos realizados por la Seguridad So­cial en concepto de retiro, incapacidad, desempleo, cui­dados hospitalarios y medicos, y a viudas y huerfanos, supe­raban los 130.000 mill ones de do lares y se abonaron a mas de 40 millones de perceptores.9 Los pagos de asistencia pu­blica por importe de mas de 40.000 millones de d6l~tres fue­ron percibidos por mas de 17 millones de personas.

A fin de mantener la discusion dentro de unos limites precisos, circunscribiremos este apartado al componente principal de la Seguridad Social: lqs _pagQS __ _a _ _an~!_~gg_s y hl,lerf:;lt10S, que ~~PK~l?~taban cerca d~ dgs _ te:r.c:~o~--de_lo§ gas­t?s t()t.~les y tres cuartos de los perceptores. El siguiente apar1:ado trata de los programas de asistencia publica.

La Seguridad Social se aprob6 durante la decada de los afios treinta, y desde entonces se ha promovido mediante una presentacion falsa y una publicidad ilusoria. Una empre­sa privada que utilizara esta publicidad y presentacion seda sin duda castigada severamente por la Comisi6n Federal de Comercio.

Examinemos el parrafo siguiente que apareci6 afio tras afio basta 1977 en millones de ejemplares de un folleto sin· firma del SEB, titulado Su Seguridad Social: «La idea ba-. _sica de la_~egurJ_g~4 ... ~£~-~-~.L-~s -~~g_~UJ.a_;_9_t:!L~~te Js>.!..~!l~s __ '?e viaa!a~E~.!-~:. trabaj adores !.-~.\:1~.-~.!!1-P!.t:!~-~~iq~ .Y J9J! .. ~\:l~?~_o­moscontribuyen .. ffieruaiife-.p3gQs ~J~- S.~guridad . .Social, in-verdd~~ 'en f~~2s~--~~P~.s~~l~-~-A-~--~6si_!p. Cuando se de)an aepei=ci5ir ingresos 0 estos se reducen porque el trabajador se retira, queda incapacitado o muere, el o las personas a su cargo reciben unos pagos mensuales en efectivo para re­emplazar una parte de los ingresos que la familia ha per­dido».10 ,....., f La ambigiiedad en la redaccion es digna de Orwell. 1,_ Los impuestos de la Seguridad Social sabre los salaries se

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llaman «contribuciones» (o, como lo habria dicho el Par­tido en ellibro 1984,11 <<lo obligatorio es voluntario».)

Se habla de los fondos colectivos como si desempefia­ran un papel importante. De hecho, durante mucho tiempo han sido extremadamente reducidos (32.000 millones de do­lares con destino al seguro para los huerfanos y los ancia­nos en junio de 1978, equivalentes a menos de la mitad de los desembolsos anuales a la tasa actual), y consisten solo en promesas de pago de una rama del estado a otra. El valor actual de las pensiones a los ancianos prometidas a personas cubiertas por la Seguridad Social (tanto los retira­dos como los que estan aun en activo) es de billones de dolares. Ese es el tamafio del fonda colectivo que seria necesario para justificar las palabras del folleto (en termi­nos orwellianos, «poco es mucho» ).

'h. Existe la impresion de que los «beneficios» de un tra-2 bajador se financian mediante sus «contribuciones». El he­'- cho e£ que los impuestos sabre los salarios se utilizaron para ,;;·· realizar los pagos a personas retiradas o a los miembros de

.3 su familia que dependfan de el y a sus huerfanos. No se --~ acu~ulo ningun f~ndo de deposito en ningun aspecto signi­·:~ · ficauvo («yo soy tu» ).

-I; . Los trabajadores q~e pagan impuestos sob~e sus salario~, .j no plied en tener· munagararitrrt><ir 'parte de los fondos co­~ -Ie~~i~?i~~~~:-qu~~ecibil]il .. b'erieficiCis cuando se retirer:.' Cual­'-.. quiet seguridad procede solo de la voluntad de los tuturos

contribuyentes para gravarse·-a:-sr 'ffi1s'inos·-··a-fi.'n--de pagar las''p'e~~epciones "Ci:Ue"los-ii'abajadores . a~t-~~-~~~~-es.ta~_pro­met1enci;··--a ... ;;r. riiism-os~ .Es-ta .. un!Iateral «solidaridad entre generaciones>>·Ia· imponen a generaciones que no pueden dar su consentimiento, y es una cosa muy distinta a un «fonda colectivo»; mas bien se parece a una carta que se transmite en cadena.

Los folletos del SEB, incluyendo los que se distribuyen en la actualidad, declaran tambien que «nueve de cada diez trabajadores en los Estados Unidos estan consiguiendo la proteccion para sf y para sus familias en el seno del progra­ma de Seguridad Social». 12

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Mas ambigi.iedades. Lo que_~ de cad a diez trab~~= dares estan_jl~~i..t:!?:Q~ __ e_~_.h __ ~_c;~~t!!!i9_~~t ... (!,§._ .E~S.f:\F .... !~P!l.~~JQ.s para:·financiar los pagos a. otras. personas que no traba.jaf1. El tiahajadoi individual n"o• esta ~co~~ig~i~~.;Ao» proteccion para sf ,Y para su familia en el sentido de que una persona, por contribuir a un sistema privado de pensiones, este «oh­'teniendo» su propia proteccion. Esta solo «ganando» pro­teccion en el sentido polltico de satisfacer ciertos requisi-tos administrativos a fin de calificarse para la recepcion fu­tura de . estos beneficios. I;?s perceptores actuales reciben mucho rna~ del__y~lor act_~~!ial de lo~_i_~_P!_IC:S~()~ 9_1.!<! _p~_garcm, ·y-·ques~-~ositaron a. su favor. A los trabajadores f6ve-­nes que pagan ahara los impuestos sabre salarios se les pro­mete una cantidad muy por debajo del valor actuarial de los impuestos que pagan y que se ingresan a su favor.

De nfuiD,ln mQ.g_()j~--~~g_t,!t;idad Social es un programa de proteccion en el que los pagos individuales compren benefi­cios actuariales equivalent~~~~ Como incluso sus defensores mas ardientes admiten, «<a relacion entre las contribuciones individuales ( es decir, los impuestos sabre salarios) y los beneficios percibidos es extremadamente tenue»Y Mas bien, la Seguridad Social es la combinacion de un impuesto par­ticular y un programa concreto de pagos obtenidos mediante transferencias.

La fascinacion se encuentra en el hecho de que no cono­cemos a nadie, sea cual fuere su credo polftico, que defienda el sistema de impuestos en sf mismQ o el de percepciones par sf. Si se hubieran considerado los dos componentes por separado, ina se habrfa adoptado ninguno de los dos!

Examinemos el impuesto. Dejando aparte una pequefia modificacion reciente ( devoluciones amparadas en el credito a los ingresos alcanzados), es un tipo simple sabre los sala­rios, hasta un maximo; up imQgesto regresivo que se a~

mas ~~C!~9n!l~-~gl.iingre~.!?.illE~-~~-J...r.~~~--~- Ji~:­~~ID~~ _s~ .rce. eJJJ:a_g_aj~1 qyc;: __ q~st.:l~Qf;_~J()s ~n;tpres~rJos d.e. su intenciqi) __ Q.~. _<;.9.P.!f.~tar a AJ,I~yos trabajadores,. y. desanima a fa ·gente ~n la busqt1eda de tr~bajo. · · · Analiceinos las medidas sabre los beneficios. Los pagos

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no se determinan ni por la cantidad pagada por el benefi­ciario ni por su situacion financiera. No constituyen tam­poco una devolucion adecuada de los pagos anteriores ni se trata de un modo eficaz para ayudar a los indigentes. Existe una relacion entre los impuestos pagados y los bene­ficios percibidos, pero en el mejor de los casos es una hoja de parra para dar algun intento de credibilidad a la «protec­cion». La cantidad de dinero que una persona obtiene de­pende de un sinnumero de circunstancias accidentales. Si este individuo trabaja en una industria protegida, obtendni un beneficia; si la industria en la que se encuentra no esta pro­tegida, no lo conseguira. Si trabajo en una empresa del primer grupo solo durante varios trimestres, por muy indi­gente que sea no obtendra nada. Una mujer que no ha tra­bajado nunca, pero es la esposa o la viuda de un hombre calificado para obtener la percepcion maxima, conseguira

. exactamente la misma cantidad que una mujer en una situa­cion similar que, ademas, tenga derecho a los beneficios en base a sus propios ingresos. U~a eerso~ de mas de sesenta r.£.0~~--~~-~--q~-~--~~~.i-~~--~r_~~l;ljar y g~_e o -ueru:-u-rios--i·n-gres~ J11i.~ __ q.~J~--.m9.9~~~~2~.aJ ~fi.o, no solo no alcanza ningun bene­:fic.LQ •. ~.Lll9~.m.!~.1.P.~J:!:l. .c;olmo de males, debe pagar impuestos acii~:i911~k~, _ ~11 _ teori~ para financiar las prestaciones que no f(!C\he. Y asf podrfamos continuar indefinidamente.

Es diHcil que hallemos un «paquete» mas imaginative que el formado por la combinacion de un impuesto inacepta­ble y un programa de prestaciones inadmisible en el seno de un plan de Seguridad Social considerado mayoritariamen­te como uno de los logros mas importantes del New Deal.

A medida que hemos examinado la literatura sobre el tema, nos hemos visto sorprendidos con los argumentos uti­lizados para defender el programa. Individuos que no men­tidan a sus hijos, sus amigos o sus colegas, en quienes todos nosotros impllcitamente confiarfamos en las relaciones per­sonales mas importantes, han propagado una vision falsa de la Seguridad Social. Su inteligencia y el conocimiento que tienen de puntos de vista contraries hacen diffcil creer que han actuado con ligereza o de buena fe. Aparentemente, se

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~

consideran a sl. mismos un grupo de escogidos que conocen .16 que es adecuado para los individuos mejor gue esto.s

misl!!os, __ g~!!_eE. ... ~r:~b"eE_.Y_l~ -~~~~~-~a.!?..~E9.~~L9~..R~!:§:Ya· dir 1:\ __ l_<:)S_ ~~_cto~~~_p~r_a __ q~~- ~_p_r~.<:~~-~ jey_<:s _q':l~)e.s _b_en~fi~ cian, aun cuando deban engafiarles a fin de qu_evoten de es~--~;;do.----- ----- - - · -------Lo-;·-'P-~oblemas financieros a largo plazo de la Seguridad

Social se derivan de un solo hecho: el numero de indivi­duos que _n:s_ibe pagos . del sistema h~· -;u~entado y coriti­riuara"creciendo .. a. un ritmo mayor--c[ti'e fa-Ci'fra--Cle-tr-abafa"do-res cuyos' ~alados 'pueden estar sujetos a imposicion. p~ra financiar esos p_ag~s. En .(?5_0, por cada pc;:r~eptor habl.a (rtrabajadores; en 19iO, solo tres; a principios del si­glo XXI, si continua la tendencia actual, habra dos en el mejor de los casos._)

Como indican estas observaciones, el_ Pr9.g:ta.!Jl~ .. g~ Se- , ,, guridad. SociaLimplica una tra_nsf~re_uda ... d.e .. _fondus.....de...lo.s. _.., M jovene$ a los viejos. En cierta medida, esta operacion se ::Fr".:A-11

, ha producido a lo largo de la historia: los jove11(!S _r:ga.,gti.~~­nen-a sus padres o a otros--patieni:es-ensu--vejez. De hecho, en muchas"p~f~~s pobres c:Cm tasas de mortalidad infantil altas, como la India, el deseo de asegurarse una descenden­cia que proporcione sosten a lo largo de la vejez constituye u.pa de las razones mas importantes de las elevadas tasas de natalidad y de las familias numerosas. La diferencia entre la Seguridad Social y las disposiciones previas es que aque­lla es obligatoria e impersonal, y estas, voluntarias y perso­nales. La responsabilidad moral es una cuestion individual, no social. Los hijos ayudaban a sus padres por amor u obe­diencia. Ahora contribuyen al sosten de los padres de algu­na otra persona por obligacion o temor. Las prim eras trans­ferencias reforzaron los lazos familiares; las obligatorias, los

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debilitan. -Ademas de una transferencia de los j6venes a los viejos,

Ia Seguridad So~ial impli~a ~~~-~ieE, __ ~~ .. ,~E.~.~~-~~<!~.l~s .!!1.:~ . nos.~ los. rna~. ricos. Cierto, . el pla.n de b~pefkio.s..Ji~.n~_JJ{la des.viad.9JL~f11_YQI __ 9~JJI.ll.~E.QD?..~ con ingresos !!1~~- _h~j~s, pero su efecto se ve much.?. ... !?~-~ _ q'::'_e. .. ~.q_JE.Eens~~<?. .. J?.<?.I"_.?!!~·

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Los muchachos procedentes de familias pobres tienden a empezar a trabajar -y a empezar a pagar impuestos sobre los salarios- a una edad relativamente temprana. En el otro extrema del ciclo vital, las personas cuyos ingresos son mas bajos, tienen un perfodo de vida mas corto que otras con ingresos mas altos. ~~-su!!:JldQ.Jl~.~~L~~-g_ll:~)<2~.-.P2Q!.~s

-~ .. · ___ t~~?d~!: •.. ~J',~!?~~)!I!P9-~.$tO~. d~r~nte mas afios ~ a percibir los / ' *beneficws durante menos t1empo que los ncos, jtodo en

no~bre de .la ay~da a los pobres! Otras caracter!sticas de la Seguridad Social refuerzan

este efecto no deseado. La exenci6n de las percepciones del impuesto sobre la renta es mas alta cuanto mayores los otros ingresos del perceptor. La restricci6n de pagos a las personas de sesenta y cinco a setenta y dos afios (que se convertira en setenta en 1982) se bas a solamente en lo~ in­gresos obtenidos durante esos afios y no en otras catego­rfas de renta ( unos dividend as de un mill6n de d6lares no descalifican a nadie para percibir los beneficios de la Segu­ridad Social; un sueldo o un salario de mas de 4.500 d6la­res anuales representa una perdida de un beneficia de un d6lar por cada dos de ingresos).14

1 En conjunto, la Seguridad Social constituye un ejemplo !: excelente del funcionamiento de la «ley del gerente», a saber, \ «los gastos publicos se realizan en beneficia directo de la .,_ 'clase media, y se financian con impuestos sufragados en una

parte considerable por los pobies v los ricos»Y

La asistencia publica

Podemos ser mucho mas breves al analizar e1 «desorden del bienestar» que al examinar el funcionamiento de la Se­guridad Social: en este caso, e1 acuerdo es mucho mayor. Los defectos de nuestro sistema actual de bienestar han sido ampliamente reconocidos. Los pagos asistenciales crecen a pesar de la mayor abundancia. Una vasta burocracia se de­dica mas al papeleo que a servir a la gente. Una vez una persona consigue recibir \ly~JQ(l, e$. dificil que deje de per~

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I

cibiria. EI pafs esta cad'a vez mas divicfido en dos dases de ciudadanos: unos que reciben ayuda y otros que la pagan. Los que la perciben tienen escasos incentivos para ganar di­nero. Esos pagos varfan considerablemente de una parte a otra del pafs, lo que £omenta la migraci6n desde el Sur y las areas rurales al Norte, y particularmente a los centros urba­nos. Las personas que han recibido o reciben ayuda son tra­tadas de modo diferente a aquellos que no la perciben (los denominados trabajadores pobres) a pesar de que ambos se pueden encontr<~.r en el mismo nivel econ6mico. Una corrup­ci6n y un fraude extendidos, informes bien difundidos de «reinas» del bienestar conduciendo C.adillacs .~ot;nptadqs C()~ .... . · I- -..,---...~ . ---------~~.~--~"·"~"-~~--~~~---._......, __ --~--~~ ~4_ft1p es cnequ_~~-~-~Y..L1~al pt,Q'i9.£fll1 .• t~P~_tJ<:!~~~~!.~la ira . d~ la opini6'n publicl!_.

J?.ada __ qpe las quejas sobre.Jos programas. de bienestar han aumentado, tambien ha crecido la cifra de los planes sobre los que quefiitse. Hay mas de cien programas aproba­dos para ayudar a los pobres. Existen proyectos importan­tes como la Seguridad Social, la. protecci6n del desempleo, Medicare, Medicaid, ayuda a familias con nifios necesitados, ingresos adicionales, vales--de 'comida y una mii:iada de pe­quefios programas de los--que 1a mayoda de la gente nunca ha ofdo hablar, como asistencia a los refugiados cubanos, alimentaci6n especial suplementaria a las mujeres, los recien nacidos y los nifios; proyecto de cuidado intensivo infantil; ayudas para los alquileres; centros completos de tratamien­to de la hemofilia, etc. Un programa se entrecruza con el otro. Algunas fa~_ili~~ qu~ __ reciben ayuda ge nl11U~~9.-~<?..s.pro­gramas acaban disponiencl_o _de unos ingr~~()S _c:Le._9didamen­te supe~ior~~--:_t h1 renta me._d_t~_gel pais. Otras familias,--de­bido a la ignorancia 0 a la apatfa no solicitan su inclusion en programas que podrfan aliviar sus necesidades reales. Pero ca._da _p_rogr~1lla exige una bl1t()Cr_~~ia para adminis­trarlo.

Ademas de los 130.000 millones de d6lares anuales que representa el gasto de la Seguridad Social, el de estos pro­gramas se acerca a los 90.000 millones anuales, una cifra diez veces mayor que la gastada en 1960. Realmente es exce-

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sivo. El denominado nivel de pobreza para 1978, segun la estimacion del censo, esta cerca de los 7.000 dolares anua­les para una familia no agricola de cuatro miembros, y se dice que alrededor de 25 ni.illones de personas pertenecen a familias situadas por debajo de dicho niveL Esta estimacion es muy abultada porque clasifica a las familias solo en razon de los ingresos monetarios, sin considerar en abso­lute las rentas en especie: las procedentes de la propiedad de una casa, un jardin, vales de comida, Medicaid, pertenen­cia a los programas de viviendas publicas. Varios estudios sugieren que, teniendo en cuenta estas omisiones, la estima­cion del censo se reduciria de un 50 a un 75 por ciento.16

Pero incluso si utilizamos sus estimaciones, estas implican que los gastos de los programas de bienestar son de cerca de 3.500 dolares por persona situada por debajo del nivel de pobreza, o aproximadamente 14.000 dolares por familia de cuatro: alrededor del doble de dicho nivel de pobreza. Si codos estos fondos se dedicaran a los «pobres», estos no exis­tirian y todos se encontrarian, al menos, entre los acepta­blemente ricos.

,E:~ eyiqe:nte que ~_ste9it::~~On() __ ~e di_rige primariame11t<:! a los pobres. Una parte se destina a los gastos administrativos, que amparan a una masiva burocracia con una atractiva es­cala salariaL Otra se dirige a personas que bajo ningun esfuerzo de imaginacion pueden considerarse como indigen­tes. Son los estudiantes universitarios que obtienen vales de comida y qubis otras formas de asistencia, las familias con ingresos decorosos que obtienen ayudas para vivienda, y otras en una variedad de formas mas amplia de lo que nuestra imaginacion puede abarcar. Otra se dirige a las per­sonas que defraudan al sistema.

Sin-emBatgo;·~:;lgo -·debe.-dedrse a favor de estos progra-mas. A diferencia de los perceptores de.Ja __ 5.eguridad_So­cial, 1(;~---ing-re;o~--medi~~ -de 'los- indi~iduos subvencionados co'ri est~s- vastas- su.rnas s_on probable~ente inferiores a las rentas medias percibidas por las personas que pagan los impues.tos para sost(!nerlos, a pesar de que incluso este pun to no-puede-afir-m~rse con seguridad. Martin Anderson declara:

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Puede haber grandes deficiencias en nuestros progra­mas de bienestar, el nivel de fraude puede ser muy alto, la calidad de la gesti6n quiza se considere pesima, acaso los programas se entrecruzen, quizas abunden las injusticias y el incentivo financiero para trabajar pueda resultar virtual­mente inexistente. Pero si retrocedemos y juzgamos la vasta colecci6n de programas de bienestar [ ... ] mediante dos criterios basicos -el alcance de la cobertura para aquellos que realmente necesitan ayuda, y Ia suficiencia de Ia cantidad de ayuda que reciben-, el cuadro cam­bia dramaticamente. Si se juzga con estos patrones, nues­tro sistema de programas de bienestar ha constituido un brillante exitoP

Las subvenciones a la vivienda

Pequefios al principia, en los afios del New Deal, los programas gubernamentales para proporcionar vivienda han aumentado rapidamente. En 1965 se creo un nuevo depar­tamento, el de Vivienda y Desarrollo Urbano. Dispone en la actualidad de una plantilla de cerca de 20.000 personas y efectua pagos por mas de 10.000 millones de dolares anua­les. Los programas estatales, y tambien los locales, han com­plementado los planes de vivienda federales, especialmen­te en el estado y la ciudad de Nueva York. Estos pro­gramas empezaron con la construccion por parte de la Admi­_nistracion de viviendas para familias con ingresos bajos. Tras la guerra, se afiadi6 un programa de reconstrucci6n urbana, y en muchas zonas la construcci6n de viviendas publicas se ampli6 a las familias de «ingresos medios». Recientemente se han agregado a dichos planes las «ayudas a los alquile­res» o subvencion publica a los alquileres de viviendas de propiedad privada.

Teniendo presente el objetivo inicial, estos programa~ han constituido un importante fracaso._§~.dc.s.tf.uyeron mas casas de las qu._l:! se construyeron. Las farnilias q~e--logr~fon.

,-vtvieP.das ·a ui:lOs aiquileres subvcmc:iona,dos, ~~ .. l?.~.l?:~~fia,ron; las que tuvieron que desplazarse a zonas mas pobres, ya que

l?7

sus casas fueron destruidas y no se sustituyeron par otras, empeoraron. La vivienda esta mejor y mas ampliamente dis­tribuida en los Estados Unidos en la actualidad que cuando empezo el programa de viviendas publicas, pero esta me­jora se debe a la actuacion de la empresa privada a pesar de las subvenciones gubernamentales.

l:.,()s mismos blQqlle~ de viviendas publicas se han conver­tido Jrec:_t!_Cllt~_mente en ghettos y en focos de criminalidad, y en especial de delincuencia juvenil. El proyecto de vivien­das publicas de Pruitt-Igoe, en St. Louis, Missouri, un complejo masivo de apartamentos con una extension de nueve hectareas, que alcanzo un premia de disefio arqui­tectonico, constituye el caso mas dramatico. Se deterioro hasta tal punta, que una parte tuvo que ser volada. En aquel momenta, solo 600 de las 2.000 viviendas estaban ocupadas, y se deda que el proyecto semejaba un campo de batalla urbana.

Recordamos muy bien un episodio que se produjo cuan­do visiuibamos el area de Watts, en los alrededores de Los Angeles, en 1968. El director del proyecto de autoayuda, patrocinado par un sindicato y que marchaba a la perfec­cion, nos ensefio la zona. Cuando comentabamos el encanto de algunos bloques de apartamentos, respondio airadamen­te: «Esto es lo pear que le ha ocurrido a Watts. Estas son vi vi end as publicas ». Y continuo: « 2 Como van a recibir los jovenes una buena educacion y van a aprender unos buenos valores cuando viven en una zona formada en su totalidad par familias rotas, que en su mayoria reciben ayuda de los program as de bienestar? ». Deploro tam bien el efecto de los planes de viviendas publica$ en la ddincuencia ju- _ veml y ·- 'en-"]as .. esc.uda.s. v,~d:~l~_s, .... de_sproporcionadamen te llenas de hi jos .de familias .·rot as.' ,

Recientemente escucharnos una eva1uacion similar de los planes de viviendas publicas :de labios de un dirigente de un proyecto residencial basado en la «igualdad del trabajo», situado en la parte sur del barrio neoyorquino del· Bronx. La zona se parece a una ciudad bombardeada: muchos edifi­cios estan abandonados como consecuencia de los controles

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, ~ I ,

de los alquileres, y otros han sido destruidos por los saqueos. El grupo de «igualdad del trabajo» se ha comprometido a rehabilitar una parte de estos edificios abandonados, con su propio esfuerzo, para que posteriormente puedan ocuparse. En principia, recibian ayuda exterior solo en forma de algu­nas subvenciones privadas. Posteriormente han empezado a recibir algun tipo de ayuda del Estado.

Cuando preguntamos a nuestro interlocutor la razon par la cual su grupo habfa escogido este planteamiento tan duro en vez de, simplemente, utilizar los planes de viviendas pu­blicas, nos dio una contestacion parecida a la que habfa­mos escuchado en Los Angeles, con la peculiaridad adicio­nal de que la construccion y la propiedad de sus casas pro­porcionaria a los participantes en el proyecto un sentimiento de orgullo que les llevaria a mantener aquellas en perfecto estado.

Una parte de la ayuda estatal que los grupos de «igualdad del trabajo» recibieron consistio en los servicios de los trabajadores prestados de la LEF. E1 Estado, al amparo de la Ley de Empleo y Formacion, pagaba a estos trabajadores y los asignaba a varios proyectos publicos para que adquirieran formacion, que se esperaba les permitiria conseguir empleo en el sector privado de la econom1a. Cuan­do preguntamos a nuestro interlocutor si el grupo de «igual­dad del trabajo» prefeda la ayuda de los trabajadores de la LEF o el dinero que se destinaba a pagar sus salarios, dej6 en clara que preferia el dinero. En conjunto, era alentador observar el sentido de confianza en sf mismos, de indepen­dencia y energ1a desplegado par este proyecto de autoayuda en contraste con la apatia, el sentido de futilidad y aburri­miento tan evidentes en todos los proyectos de viviendas publicas que visitamos.

El subsidio que la ciudad de Nueva Y ark concedfa a las f'!IpjJl~~-.di.JDE~es_().S mc:dios para hacer £rente ~-~~-g~~t~~ de vivienda, justificado co~Q_!.!_l!..._f!!..~tQgg para impedir que estas familias ah.~J:l9.2PaJan .la __ cit,Idad.,_ es un caso muy dife­rente. Se alquilan apartamentos amplios y lujosos a unas rentas subvencionadas a familias que obtienen unos ingre-

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~-y

sos tnedios solo en el sentido mas amplio y gefleroso del termino. Estas familias reciben en promedio una subvencion para el pago del alquiler de los apartamentos de 200 do­lares mensuales. La «ley del gerente», funcionando una vez mas.

Los planes de reconstruccion urbana se adoptaron con el fin de eliminar los ghettos, la «inmundicia urbana». La Administraci6n subvencion6 la adquisici6n y desescombr6 las zonas que se iban a renovar, y concedio la mayor parte de estas a constructores privados a precios artificialmente ba­jos. Los planes de reconstruccion urbana destruyeron «cua­tro casas, la mayor parte de elias ocupadas par negros, por cada una que construyeron, ocupadas estas en su mayoria por blancos cuyos ingresos eran medias y altos».18 Se obligo a los ocupantes primitives de las viviendas a que se fueran a otra parte, convirtiendo a menudo otra zona en una «in­mundicia». El programa bien se merece los nombres de «traslado de negros» y «cambia de ghettos» que algunos criticos le pusieron.

El principal beneficiario de los programas de viviendas publicas y d~ .. r~_c;()nstmc_ci.on_ . t1tQ~na no ha sido la gente p_obre. Han sido, mas bien, los poseedores de tierras com­pradas para edificar las viviendas publicas o situadas en las zonas de reconstruccion urbana: familias de ingresos me­dias o altos que pudieron encontrar vivienda en los apar­tamentos o en las construcciones de pocos pisos con un valor muy alto en el mercado, que con frecuencia reempla­zaron a las viviendas protegidas, que fueron eliminadas; constructores y ocupantes de los centros comerciales edifi­cados en las zonas urbanas; e instituciones como las uni­versidades y organismos religiosos que se aprovecharon de los proyectos de reconstrucci6n urbana para mejorar la ca­Udad de sus vecinos.

Asf lo expresaba un reciente editorial del Wall Street Journal:

La Comisi6n Federal · de Comercio ha examinado la

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polttica de viviendas del tstado y ha descubierto que estan dirigidas por algo mas que el puro altruismo. Un libro de instrucciones de actuacion destinado al personal de la CFC observa que el impulso mayor procede de gen­te que hace dinero construyendo casas: los constructores, los bancos, los sindicatos, los suministradores de materia­les, etc. Una vez la casa esta construida, el gobierno y estos diversos «grupos de electores» pierden interes en actuar. Por esta raz6n, la CFC ha recibido quejas relati­vas a la calidad de las viviendas construidas siguiendo programas federales, con respecto a goteras en el techo, conducciones inadecuadas, malos cimientos, etc.l9

Entretanto, aun cuando no se destruyeran deliberada­mente, las viviendas con alquileres bajos se vieron perju­dicadas por los controles de alquileres y otras medidas simi­lares.

Los cuidados medicos

La medicina es el ultimo campo del bienestar en el que el papel del Estado ha aumentado. Las Administraciones es­tatal y local, y en menor medida la federal, han desempeiia­do durante largo tiempo una funci6n en el sector de la salud publica (la higiene, enfermedades contagiosas, etc.) y en Ia provision de servicios hospitalarios. Ademas, el gobierno federal ha prestado cuidados medicos a los militates y a los veteranos. Sin embargo, en el roismo .. l2,60, los gastos pu­blicos destinados al cuidad'o···de la poblaci6n .civil -es d<::cir, omitiendo los militare~ y lo~ veteranos- eran de me­nos de 5.000 millones de d6lares, algo mas del uno por den­to de la renta nacional. Tras la inttodiicci6n ·-~Ie--'ios--pr~­gramas de Medicare y Medicaid en 1965, estos gastos aumen­taron rapidamente, alcanzando la cifra de los 68.000 millo­nes de do lares en 1977, alrededor del 4,5 por den to de la renta nacional. La participaci6n del sector publico en el importe total de los gastos sanitarios practicamente se ha do­blado, pasando de un 25 por ciento en 1960 a un 42 en

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1977. El clamor para que la Administraci6n federal asuma un papel mayor continua. El presidente Carter se ha mani­festado a favor de un plan de protecci6n nacional de la salud, a pesar de que, debido a las restricciones financieras, tenga unos objetivos limitados. El senador Edward M. Ken­nedy, en cambia, va mas lejos: se; muestra partidario de la aprobaci6n inmediata de un plan mediante el cual el go~ bierno se responsabilice del mantenimiento de la salud de sus ciudadanos.

El aumento en el gasto publico ha corrido paralelo al rapido crecimiento de la protecci6n privada de la sa­lud. El gasto total en cuidados medicos ha doblado desde 1965 a 1977 su participaci6n en la renta nacional. Los ser­vicios medicos han aumentado tambien, pero no tan rapida­mente como los gastos. El resultado inevitable ha sido un aumento importante en el precio de la sanidad y en los in­gresos percibidos par los medicos y el personal dedicado a la prestaci6n de ~sos servicios medicos.

El Estado ha respondido intentando regular los proce­dimientos medicos utilizados y disminuir los precios apli­cados par medicos y hospitales. Y asi deberia ser. Si el Es­tado gasta el dinero de los ciudadanos, lo correcto. y ade­cuado es que se preocupe de lo que obtiene con lo que gasta: el que paga manda Si la tendencia actual continua, el resultado inevitable sera la socializaci6n de la medicina.

El plan de protecci6n nacional de la salud constituye otro ejemplo que se presta a engafio. En un sistema asi no existiria ninguna relaci6n entre lo que una persona pagara y el valor actuarial de los servicios que tendria derecho a recibir, a diferencia de lo que ocurre en los planes privados de protecci6n. Ademas, no tiene par objetivo proteger la «salud nacional» -una frase sin sentido-, sino prestar servicios medicos a los residentes en el pais. Lo que real­mente sus defensores estan proponiendo es un sistema de medicina socializada. El doctor Gunnar Biorck, un eminente profesor de medicina sueco y jefe del departamento de medi­cina de un importante hospital de su pais, ha escrito:

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El marco en el que se ha practicado la medicina du~ rante miles de afios ha sido tal que el paciente era el clien­te y daba trabajo al medico. Hoy en dfa, el estado, de un modo u· otro pretende ser el empresario, y por tanto quien determina las condiciones bajo las que el medico debe desempefiar su labor. Estas condiciones no se pueden li­mitar -y tal vez no se r'estrin.jan- a las horas de trabajo, los salarios y las medicinas que necesitan de prescrip-cion mediCa; pueden invadir toclo el territodo de la tela­cion medico-paciente [ ... ]. Si no se lucha y se gana esta batalla, mafiana no habra batalla que librar.20

Los defensores de la medicina socializada en los Estados Unidos -para dar a su causa el nombre que le correspon­de- citan siempre como ejemplo de su exito Gran Bretafia, y recientemente, el Canada. La experiencia ca'n·adte'i:ise ~esta demasiado proxima para proporcionar una comprobaci6n adecuada- es sabido que las casas nuevas siempre funcio­nan bien al principia-, pero la dificultades han empezado a surgir. El servicio nacional de salud bri tanico lleva funcio­nando mas de tres decadas, y los resultados son bastante con­cluyentes. Sin duda esta ~s la raz6n por la que el Canada ha reemplazado a Gran Bretafia como ejemplo. Un medico ingles dedic6 cinco afios al estudio del servicio de sa~u.<:l qe su pafs, y en un informe escrito en diciembre de 1976 afir­m6 que « [ el servicio de salud britanico] introdujo la finan­ciaci6n centralizada del estado y el control sabre la presta­ci6n de los servicios practicamente en todo el pais. Se elimin6 casi par complete el sistema voluntario de financia­ci6n y prestaci6n de los cuidados medicos desarrollado en Gran Bretafia a lo largo de los doscientos afios anteriores. Se reorganiz6 el sistema obligatorio actual y se convirti6 en poco mas 0 menos que universal».

Y concluye: «ED realidad no se construyo ningiln hospi­tal durante los primeros · trece afios de funcion,amiento del servicio nacional de salud, y hoy, en 1976, hay menos camas hospitalarias en Gran Bretafia que en julio de 1948,.cuando se cre6 el servicio nacional de salud».21

Podrfamos afiadir que los dos tercios de csas camas se

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"

encuentran en hospitales construidos antes del afio 1900 y que son administrados por fondos privados.

El examen del doctor Gammon le llev6 a enunciar lo que llama una teoria del desplazamiento burocratico: cua~~ to mas burocratica se vuelve una organizaci6n, mayor -~·~)a

·meCIIda eri . que ·e1· traba jo ·· innecesario Hen de a despl~z~r al necesario, ampliacion interesan'te de una . de la~ ''leyes' 'de 'Parkinson. Ilustra la teorfa con el ejemplo de los servicios hospitalarios en Gran Bretafia desde 1965 a 197 3. En ese periodo de ocho afios, el personal hospitalario total aumen­t6 en un 28 por ciento, el administrative y de oficinas en un 51. Pero la produccion, medida por el numero media de camas de hospital ocupadas diariamente, se redujo en rea­lidad en un 11 por ciento. Y no, como el doctor Gammon se apresuro a sefialar, debido a la falta de pacientes para ocuparlas. En cualquier momenta existfa una lista de espera de alrededor de 600.000 personas. Muchos deben esperar afios antes de sufrir una operaci6n que el servicio de salud considera opcional o retrasable.

Los medicos abandonan el servicio de salud britanico. Un 'tercio .de los medicos recien licenciados emigran cada afio a otros pafses. El rapido crecimiento reciente de la practica estrictamente privada de la medicina, los sistemas de protecci6n de la salud y los hospitales y sanatorios priva­dos constituyen otros tantos resultados de la insatisfacci6n de los ciudadanos bacia el servicio de salud.

Se utilizan principalmente dos argumentos para introdu­cir la medicina socializada en los Estados Unidos: en pri~ mer lugar, los castes medicos superan los medias de que dis­ponen la mayoria de los norteamericanos; en segundo, la scidalizaci6n de algun modo reducira aquellos. Podemcis re~ diazar en seguida el segundo argumento, al menos basta que alguien encuentre algun ejemplo de una actividad que el Es­tado dcsempefie mas econ6micamente que la empresa pri­vada. Respecto al primero, los habitantes del pafs deben pagar los castes de un modo u otro; el unico problema es si los pagan directamente en su propio beneficia o indirec­tamente a traves de la mediaci6n de los funcionarios esta-

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'· ..

tales, que deduciran una parte sustancial de dichos pagos para financiar sus salaries y gastos de funcionamiento.

En cualquier caso, los castes de los cuidados medicos ordinaries estan muy. al akance de 1os .. ingres6'ii de la .... ;n;yo­da de las. familias americanas. Se. pueden utilizar })s 'plane's de proteccion privados· para· enfrentarse a la contingencia de unos gastos inusitadamente grandes. En la actualidad, el 90 por ciento de todas las facturas de los hospitales se abo­nan con cargo a unos pagos realizados por terceros. Sin duda se producen casas de castes excepcionales, y es deseable que se arbitre alguna forma de ayuda, privada o publica, para solventarlos. Pero la ayuda para solucionar unos casos, numericamente reducidos, de dificultades extraordinarias, diffcilmente justifica la colocacion a toda la poblacion de una camisa de fuerza.

Para dar una idea de las cifras, los gastos totales, pu­blicos y privados, en cuidados medicos, representan menos de los dos tercios de los gastos en vivienda, cerca de los tres cuartos de los efectuados en autom6viles, y solo dos veces y media mas que la cantidad destinada a alcohol y tabaco, lo que sin duda aumenta el importe de dichos cuidados.

Opinamos que no hay ninguna raz6n para organizar una medicina socializada. Por el contrario, el · estado 'aesem­pefia ya urt tYapel demasi;do importante en la sanidad, ·par Io que cualquier aumento eri tal senddo irfa en contra de los intereses de los pacientes, los medicos y el personal sani­taria. Exam.inamos otro aspecto de la sanidad -·-la autori­zacion para que los medicos ejerzan y su relacion con el poder de la Asociaci6n Norteamericana de Medicos- en el capitulo 8' dedicado al analisis de la protecci6n al traba­jador.

LA FALACIA DEL ESTADO DEL BIENESTAR + tPor que raz6n todos estos programas han defraudado

tanto? Sin duda sus objetivos eran humanitarios y nobles.

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(f>or que, entonces, no se han akanzado? AI comienzo de la nueva era todo pareda bien. Los indiv~duos __ que habian de heneficiarse eran pqcos, y Jos contribuye~te~ q~e -- po~ dian financiar dichos programas, muchos, de modo que cada uno pagaba una pequefia cantidad que proporciona­ba beneficios significativos a unos pocos que los necesita­ban. En cuanto aumentaron los programas de bienestar, las cosas cambiaron. En la actualidad, todos nosotros estamos financiando unos programas con un boi~illo, para recibir eli~ nero -o algo que el dinero podrfa comprar- en el otro.

Una simple clasificacion del gasto muestra la razon por la que este proceso conduce a resultados indeseables. Cuan­do una persona gasta, puede gastar su propio dinero o el de otro; y dicha persona puede gastar para sf o en beneficia de otro. Combinanclo estos dos pares de alterriativas obte­nemos cuatro probabilidades compendiadas en esta sencilla tabla: 22

~ UNA PERSONA GASTA ' I \

en qui en lo gasta: en beneficia

con el dinero ~-- propio de ;;~~-;;rs~~;l ----------------------- ------------------------------------ --------~-1

suyo I II !

~-~-~ ·--- -· -· -~-~-~------ ~---------- ---------- ··--- ----~------~----~- !

de otra persona III IV

La categoria I de la tabla se refiere al gasto del dinero de una persona en su propio beneficia. Esta compra en un supermercado, por ejemplo. Es evidente que dicha persona tiene un fuerte incentivo tanto a economizar como a con­seguir el maximo valor posible de cada d6lar que gasta.

La categoria II indica el gasto del dinero de una per­sona en beneficia de otro. Esta persona compra regalos de Navidad o de cumpleafios. Tiene el mismo incentivo para economizar, pero no para conseguir el valor maximo de su

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dinero, al menos si se juzga segun los gustos del percep­tor. Este individuo, por supuesto, intentani comprar algo que le guste a aquel, a condicion que cause igualmente una buena impresi6n y no exija mucho tiempo y esfuerzo. (Si, realmente, el objetivo principal de este individuo consistiera en permitir al beneficiario obtener el maximo valor posible por d6lar, le dada dinero en efectivo, convirtiendo la cate­goria II del individuo en la I del receptor.)

La categoria III alude al gasto que una persona realiza en su beneficia con el dinero de otro, por ejemplo, el cargo en una cuenta de gastos de una comida. Esta persona no

· tiene un incentive fuerte para reducir el importe de la nota, pero sf en consegP.ir el maximo posible de este dinero.

La categoriq IV considera el gasto que una persona rea· liza del dinero de otra en beneficia de un tercero. Paga la comida de otro cargandola a una cuenta de gastos. Esta persona tiene un escaso incentive para economizar o para intentar conseguir que su invitado disfrute de la comida a la que conceda mas valor. Sin embargo, si comen juntos, de modo que el almuerzo constituya una mezcla de las cate­gorias III y IV, el individuo dispone de un fuerte incentive para satisfacer sus propios gustos a costa, si es necesario,

de los de su invitado. T<:J<;\9s los programas de bienestar pertenecen a la cate-

gorfa Ill} por ejemplo, la Seguridad Social, que implica pa­gos en-metalico que el beneficiario puede gastar como guste; o bien a la categoria IV, caso de las viviendas publicas, ex­cepto que incluso los programas de est~ categorfa comparten una caracteristica de la III, a saber, que los funcionarios que administran el programa toman parte en la comida, y todos los programas de esta categoria tienen burocratas entre sus

beneficiaries. En nuestra opinion, estas caracteristicas del gasto de los

programas de bienestar constituyen la fuente principal de

sus defectos. Los legisladores han aprobado e1 gasto del dinero ajeno.

Los votantes que eligen a estos estan en un estado decidien­do gastar su propio dinero en beneficia propio, pero no en

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el sentido directo del gasto de la categoria I. La relacion en­tres los impuestos que un individuo paga y el gasto que me­diante su votacion aprueba es demasiado vaga. En la prac­tica, los electores, al igual que los legisladores, se sienten inclinados a considerar que otra pers0n1 paga los programas que ellegislador aprueba directamente y que el votante elige indirectamente. Los fundonarios que administran los pro­gramas tambien gastan el dinero de otros. Sin duda, la can­tidad gastada aumenta.

Gastan, en efecto, el dinero de otras personas a favor de un tercero. Solo Ia bondad humana, y no el estimulo mucho mas fuerte y dependiente del interes propio, asegu­ra que dichos burocratas utilizaran el dinero del modo mas beneficioso posible para los receptores. De ahi proceden la inefectividad y el despilfarro del gasto.

Pero esto no es todo. La tent~cion de apoderarse del di­nero de otro es fuerte. Muchos, incluyendo los funciona­rio') que administran los programas, intentaran conseguirlo para si en vez de dejar que vaya a manos de otra persona. La tentacion de la corrupdon y el soborno son fuertes y no siempre se resistiran o impediran. Los individuos que resis­ten Ia tentacion del soborno emplearan los medias legiti­mos para dirigir el dinero hacia si. Haran campafia para conseguir una legislacion que les favorezca, unas normas de las que se puedan beneficiar. Los funcionarios que adminis­tran los programas presionaran a fin de alcanzar salaries y pluses mejores, un resultado que programas mas amplios fa­cilitaran.

Los intentos que ciertos individuos realizan para apro­vechar los gastos estatales en beneficia propio tienen dos consecuencias que tal vez no sean evidentes. La prime­ra explica la razon par la que tantos programa~ tienden a~·beneficiar a los grupos de ingresos medias y altos en vez de a los pobres, a los que se supone van dirigidos. Apa­rei:ltemente, los pobres no solo carecen de los conocimientos practices que se valoran en el mercado, sino tambien de los necesarios para triunfar en la contienda politica en busca de fondos. De hecho, su desventaja en el mercado politico

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es probablemente mayor que en el economico. Una vez que los reformadores bien intendonados, que tal vez hayan ayu­dado a aprobar una medida de bienestar, se dedican a su proxima reforma, se deja que los pobres se defiendan por sf mismos. y casi siempre se- yerA.ii~-·sup.er:?C1<5·i;·::iJO:r:J9r~i~~£s que ya han demostrado una mayor capacidad para aprove.-charse de las oportunid~des disp~?~?l~~-~ ' . . . . ' ..... La- segurida· conliecuenCI'a'·es<Cque.Ia cantidad neta que los receptores de Ia transferencia recibin1n sera inferior a la cantidad girada. Si se destinan 100 dolares del dinero de una persona para comprar grapas, vale la pena gastar hasta 100 dolares del dinero de otra para conseguir la contrata. Los costes en que se incurre hacienda poHtica de pasillo con los legisladores y las autoridades reguladoras, contribuyen­do a las campafias politicas y a una midada de otros asun­tos, constituyen un verdadero despilfarro, no benefician a nadie y perjudican al ciudadano que paga los impuestos. Se deben restar de Ia transferencia bruta para obtener el in­greso neto; par supuesto, puede que a veces sea mayor que dicha transferencia, obteniendose una perdida neta y no un ingreso neto.

Estas consecuencias que se der:van del intento de con­seguir' subvenciones, ayudan a explicar tambien la presion para gastar mas, para aprobar mas planes. Las medidas ini­ciales no logran alcanzar los objetivos que los reformadores que las habian patrocinado esperaban alcanzar. Llegan a Ia conclusion de que no se ha hecho lo suficiente y solicitan programas adicionales. Tanto quienes piensan en una carre­ra de funcionario administrando programas, como los ciu­dadanos que creen que aquellos pueden regular el dinero disponible, se convierten en sus aliados.

El gasto de la categoria IV tiende tambien a corrotnper a los individuos implicados. Todos estos programas colocan a algunas personas en la posicion de decidir lo que es buena para otros. Elto hace 9~$..J.ln .. gt.U.PQ .... Q.S!.j.udi).l:iduo.s •. adqu.iera up a se1Jsaci9I1 de ... podercasi divino; ago, una dependep­cia casi infantjl, La capacidad que tiene~--"fos·· beneficiaries de ser independientes y tamar sus propias decisiones, se

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atrofia si no se emplea. Ademas del despilfarro y de la im­posibilidad de alcanzar los objetivos buscados, el resultado final corroe el tejido moral que mantiene unida una socie-Jad-decente.·-- · ·· ·· .. ·

Oho- resultado de los gastos de las categorfas III y IV tiene los mismos efectos. Aparte de los regalos voluntaries, uno puede gastar el dinero de otro llevandoselo, como hace el estado. Por lo tanto, el empleo de la fuerza esta en la base misma del estado del bienestar: un mal medio que tiende a corromper los buenos fines. Esta es tambien la raz6n por la que el estado del bienestar amenaza nuestra libertad de un modo tan serio.

~QUE HACER?

La mayoda de los actuales programas de bienestar nunca se deberian haber aprobado. Si asi hubiera ocurrido, mu­chos de los individuos que ahara dependen de ellos se ha­brian vuelto ciudadanos que conffan en sf mismos en vez de menores tutelados por el estado. A corto plaza esto po­dria parecer cruel para algunos, no dejando a aquellos mas opcion que un trabajo sin atractivo con salarios reducidos. Pero a la larga habria sido mucho mas humane. Sin embar­go, dado que los planes de bienestar existen, no pueden can­celarse de la noche a la manana. Nccesitamos un camino para facilitar la transicion desde donde estamos al lugar en que quisieramos encontrarnos, para proporcionar ayuda a los individuos dependientes en la ac'tualidad del bienestar, mientras que al mismo tiempo fomentamos que los indivi­duos pasen de las n6minas de los planes de bienestar a las de las empresas.

Se ha propuesto un programa de transicion que Qodria acr~centar la responsabiifciadli1ciTVIdual,"';cabar la divi;ion a·auatclel pais en dos clases, reducir el gasto gubernamental y 1a masiVa burocracia actual, y que al mismo tiempo. pro­porcionana una red de segundad a cada ciudadano de este piifs, de modo que nad1e necesitase sufrir penosas est~eche-----~-----------·~----.. ---··---·--

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ces. Desgraciadamente, por el momenta, la aprobacion de 'U"~rograma de este tipo parece un suefio utopico. Dema­siados intereses creados -ideol6gicos, politicos y financie­ros- se encuentran en el camino.

Sin embargo, vale la pena bosquejar los elementos prin­cipales de este plan, no con la esperanza de que se adopte en un futuro proximo, sino para suministrar una vision de la direcci6n en la que nos debedamos mover, una imagen que pueda orientar cambios sustanciales.

El programa esta formado por dos partes esenciales: pri­mera, la reforma del sistema actual de bienestar, reempla­zando el paquete de planes concretos por un unico progra­ma, que comprenda los anteriores, de suplementos de renta pagados en efectivo: un impuesto negativo sabre la ren­ta ligado al impuesto positive; segunda, reducir la actuaci6n de la Seguridad Social satisfaciendo al mismo tiempo los compromises actuales, y exigiendo gradualmente que los in-dividuos to men sus propias medidas para su jubilaci6n. . . ·

Esta reforma de conjunto bani de un modo mas efica~-y humano lo que en la actualidad nuestro sistema de bienestar consigue con tan escasa eficacia pero tan inhumanamente. Proporcionarfa un mfnimo asegurado a todas las personas necesitadas dejando aparte las razones que lo han provoca­do, al tiempo que afectarfa lo menos posible a su cankter, independencia o incentive para mejorar su propia condi­cion.

La idea basica del impuesto negativo sabre la renta es simple, una vez que atravesamos la cortina de humo que oculta las caracterfsticas esenciales del positivo. Baja este impuesto, una persona puede percibir ciertos ingresos sin pagar ningtin impuesto. La cifra exacta depende del numero de miembros de su familia, su edad, y de si particulariza las deducciones. Estas estan formadas por-Hvarios elementos: e?{cnciones personales, b~ficaciones por ingresos reducidos, deduccion normal (recientemente rebautizada esa cantidad con eL nom5tecfe grupo cero ), la suma correspondiente al abono impositivo general y, por lo que sabemos, otros apar­tados afiadidos por genies del tipo de Rube Goldberg. Para

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simplificar la discusi6n, utilizaremos el concepto ingles mas sencillo de «asignaci6n basica personal» para referirnos a esta cifra basica.

Si la renta de un individuo supera la asignaci6n basica, este paga un impuesto sobre la diferencia proporcional al tamano de esta. cOue ocurre si los ingresos son menores que la asignaci6n basica? Con arreglo al sistema actual, es­tas deducciones no utilizadas: en general,careceli.~valor. Simplemente, esa persona no paga lmpuesto~--"··------Si su rentaes-equivalente·-ar;-asig;~i6~ bisica durante

dos afios sucesivos, no paga impuestos en ninguno de los dos. Supongamos que obtiene los mismos ingresos durante los dos afios en conjunto, pero en el primero ese individuo gan6 mas de la mitad del total. Tendda entonces una renta sujeta a una imposici6n positiva, una renta superior a la asignaci6n basica de ese afio, y pagaria un impuesto por la diferencia. En el segundo afio, esta persona dispondria de una renta sujeta a un impuesto negativo, esto es, la asig­nacion superaria la renta percibida, pero, en general, no obtendria ningun beneficia de los descuentos no utilizados. Acabaria pagando mas impuestos durante los dos afios que si la renta se hubiera dividido en dos partes iguales.24

('- Si existiera un impuesto negativo sobre la renta, est~ in-. dividuo reci5iria Cle!TstaCfo una parte de las deC:IUcciones

no empleadas. Si esta tracc10n eqmval1era al~.Q.S!~__grava-'.. nien sobre la renta positiva, Tos irrij)Ues~~~_g~_.paga-

) ri_a durante los dos anoSSeiTan l<::_s m~t?oidi~scindi_endg del modo en que aquellos se ~n.

'-_ SIToSlngresos superaran las deducciones, esta persona

~•' / pagaria impuestcrsenuna"cantidad que aepender!aael tipo

de gravamen que se apiica a las distmtascant!dacres·ae in­gresos. S1 el caso fueraeTContrano, recibiria una ··Subven­cion, cuyOTffiPOrte estaria entuii.Cion del tip~ q~_~plicara a"lOSC!iferentes 1mportes de las deCfllccwne~~utilizadas. . El impuesto neganvo sobre la renta permitiria la fluctua-

cion de los ingresos, como en nuestro ejemplo, pero este no es su objetivo principal. Mas bien la finalidad primera

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consiste en obtener un medio directo para asegurar a cada l Emilia una can~idad m~, ~1 tiempo que evita Ia existen­cia de una 5urocracla masiva, mantem.e~o y preservando unagran parte cle!aresponsal51Iictad m lvidual, incentivo p-ara que los md1v1duos trabajenyganen lo suflciente para pagar 1mpuestos en vez de recibir subsiillos~--·~---~

'""Examinemos un ejmplo numeric~ 1978 la asignaci6n basica alcanzaba la cifra de 7 .200 do lares para una fami-lia de cuatro miembros, ninguno de ellos con una edad su­perior a sesenta y cinco afios. Supongamos que existiera un impuesto negativo sobre la renta con un tipo de subvenci6n del 50 por ciento de la asignaci6n basica no utilizada. En este caso, una familia de cuatro que no dispusiera de iqgre­sos cumpliria los requisitos para recibir un subsidio de 3.600 dolares. Si los miembros de esta familia hubieran encontra­do trabajo y alcanzado unos ingresos, la cuantla habria dis­minuido, pero la renta familiar total -subvenci6n mas salarios- aumentaria. Si estos fueran de 1.000 d6lares, el subsidio se reducida a 3.100 y los inc;tresos · totales subirian basta 4.100. En efecto, los ingresos se poddan haber dividido entre la reduccion de la subvencion y e1 aumento de la renta familiar. Cuando los ingresos de la fa­milia alcanzasen la cifra de 7.200 dolares, el subsidio habda quedado reducido a cero. Esta habda sido una situaci6n neutra en la que aquella ni rec16uia ayudas ni agarfa" im­pu~~os mgresos u 1eran s1 o mayores, la familia haorta" empezado a pagar impuestos. ---·---... "--·--'~esitailli5saescel'lcter· a detalles administrativos (si

las subvenciones se pagadan semanal, mensual o quincenal­mente, el modo de comprobacion del cumplimiento de los requisi tos, etc.). Es suficiente decir que est as cuestiones han sido examinadas de arriba abajo; y que se han desarrollado

-y sometido al Congreso planes detallados. Volveremos sobre este punto.

El impuesto negativo sobre la renta constituirfa una re­forma satisfactoria de nuestro sistema actual de bienestar solo en el caso de que reemplazara el conjunto de otros pro­gramas concretos de que disponemos en Ia actualidad. Pro-

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, .. ? ~-

ducirfa mas dafio que beneficia si simplemente fuera otro plan en el paquete de los programas de bienestar.

Si reemplazara a estos, el impuesto negativo sabre la renta tendria unas ventajas enormes. Se dirige espedfica­mente al problema de la pobreza, pues proporciona ayuda del modo mas util al beneficiario, a saber, en efectivo. Es general, es decir, no concede ayuda porque el receptor sea viejo o este incapacitado, se encuentre enfermo, viva en una zona determinada o tenga alguna de las muchas caracterfsti­cas concretas que permiten a los individuos recibir ayuda segun los programas actuales. La proporciona porque el be­neficiario tiene unos ingresos bajos. Explicita el coste que soportan los que pagan impuestos. Como cualquier otra me­dida destinada a aliviar la pobreza, reduce el incentivo de los individuos que reciben la asistencia a ayudarse a s1 mis­mos. Sin embargo, si mantenemos el tipo de subvencion a un nivel razonable, no elimina este incentivo en su totali­dad. Cada dolar de mas que se gana significa siempre mas dinero disponible para gastarlo.

El hecho de que el impuesto negativo sabre la renta prescindiria de la extensa burocracia que administra en la actualidad el conjunto de programas de bienestar es igual­mente importante. Un impuesto de este tipo se adaptaria di­rectamente a nuestro sistema de impuestos sabre la renta y se podria administrar junto con este. Reduciria la evasion que se produce con el actual, ya que todo el mundo estada obligado a presentar las declaraciones. Podria ser necesario algun personal adicional, pero sin comparacion con la cifra empleada actualmente para administrar los programas de binestar.

AI eliminar la vasta cifra de funcionarios e integrar el sistema de subvenciones en el impositivo, el impuesto nega­tivo sabre la renta suprimida la actual situacion desmorali­zadora bajo la que algunas personas -los funcionarios que administran los programas- dirigen las vidas de otros. Ayu­darfa a abolir la division actual de la poblacion en dos cla­ses: aquellos que pagan y los que reciben ayuda de los fondos publicos. A unos niveles neutros y con unos tipos

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impositivos razonables seda mucho menos caro que en la actualidad.

Pero aun serfa necesaria una asistencia personal a algu­na~ familias, incapaces par una u otra razon de dirigir sus propios asuntos. Sin embargo, si el peso de esta ayuda fuera a cargo del impuesto negativo sabre la renta, las organiza­ciones privada"s de beneficencia poarian dar y proporcionadan esa asistencia. Creemos que uno de los castes mayores del actual sistema de bienestar es que no solo mina y destruye la familia, sino que tambit~n envenena los impulsos de las a.ctividades asistenciales privadas.

~En donde encaja la Seguridad Social en este suefio bello, si bien politicamente irrealizable?

En nuestra opinion, la mejor solucion estribarfa en com­binar la aprobacion de un impuesto negativo sabre la renta con una reduccion deTas activ1dades de aquella, si bien satis­faciendo sus obligaciones actuales. El modo para llegar a esta solucion seda:

1. - Supresion inmediata del impuesto de la seguridad social sabre los salarios.

2.- Continuar pagando a todos los beneficiarios actua­les de la Seguridad Social los importes a que tienen dere­cho segun las leyes vigentes.

3.- Dar a cada trabajador que ya tiene una cobertura, un derecho a esos beneficios de jubilacion, de incapacidad y de orfandad a que los pagos de impuestos realizados y los ingresos alcanzados basta la fecha le dadan derecho segun la legislacion en vigor, disminuido en e1 valor actual de la reduccion en sus impuestos futuros como consecuencia de la eliminacion del impuesto de la S. S. sabre los salarios. El trabajador podda escoger la percepcion de estas ayudas bajo la forma de una anualidad futura o mediante bonos guber­namethales par un importe equivalente al valor actual de los beneficios a que tendrfa derecho. \

4.- Dar a cada trabajador que no tiene todavia una cobertura, una suma de capital ( tambien en forma de bonos) igual al valor acumulado de los impuestos que su empresario ha pagado en su favor.

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•. 5. - Acabar cualquier acumulaci6n posterior de benefi--t cios, dejando que los individuos se encarguen de su propio

/ retiro del modo que deseen. 6.- Financiar los pagos de los apartados 2, 3 y 4 con

i fondos procedentes de los impuestos generales, emitiendo ademas bonos gubernamentales.

Este programa de transici6n no aumenta de ningun modo la deuda real del gobierno de los Estados Unidos. Por el contrario, la reduce al cancelar promesas a futuros beneficia-rios. Simplemente, pone al descubierto obligaciones antes es­condidas. Financia lo que antes careda de fondos. Estos pasos permitirian desmantelar de una vez la mayor parte del aparato administrativo de la Seguridad Social.

La disminuci6n de las prestaciones de la Seguridad So­cial eliminada el efecto actual consistente en desanimar a los futuros trabajadores, y esto significaria una renta nacional mayor. Aumentaria el ahorro personal y conducirfa a una tasa mas alta de formaci6n de capital y a un tipo de creci­miento de la renta mas rapido. Estimularia el desarrollo y expansion de los planes privados de pensiones, aumentando de este modo la seguridad de muchos trabajadores.

(QUE ACTIVIDADES SON POLITICAMENTE REALIZABLES?

Esto es un bello suefio, pero desgraciadamente no cuenta con ninguna probabilidad de ser aprobado. Tres presiden­tes -Nixon, Ford y Carter- han considerado o recomen­dado un programa que contiene elementos de un impuesto negativo sabre la renta. En cada caso, las presiones pollticas les han llevado a ofrecer el programa como un suplemento a muchos programas existentes, en vez de constituir un sus­tituto para todos ellos. En cada caso, el tipo de subsidio era tan alto que el plan proporcionaba un incentivo muy peque­fio o nulo a los beneficiarios para que obtuvieran alglin in­greso. Estos programas inoportunos habrfan empeorado todo el sistema en vez de mejorarlo. A pesar de haber sido los primeros en proponer un impuesto negativo sabre la

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rent~ c(jifio tih sustituto del actual sistema de bieriestar nor­.teamericano, uno de nosotros declar6 ante el Congreso con­tra la version que el presidente Nixon ofreda del Plan de Asistencia Familiar.25

Los obstaculos politicos de un impuesto negative sobre la renta aceptable son de dos tipos relacionados entre sL El mas obvio radica en la existencia de intereses creados en los programas actuales: los perceptores de las ayudas, los fun­cionarios estatales y locales que se consideran a si mismos como beneficiarios del plan y, por encima de todo los bur6-cratas que administran los programas del bienestar.

26 El obs­

taculo menos obvio se encuentra en el conflicto con los ob­jetivos que los abogados de la reforma del bienestar, inclu­yendo los intereses indicados, intentan alcanzar.

Asf se expresa Martin Anderson en un excelente capitu­lo del libro The Impossibility of Radical Welfare Reform [La imposibilidad de una reform a radical del bienestar]:

Todos los esquemas de reforma radical del bienestar tienen tres partes basicas poHticamente sensibles en ex­trema. La primera consiste en el nivel de ayuda prestado, por ejemplo, a una familia de cuatto-mie-mbros. La s<;!giin­da se refiere al grado el} __ ~Lql!~ ~~- p~~g£~1n~- ~~~c_ta. al in­cen,tivo de Ut:l::l pe!'S0f1~ que recibe ayuda. de este para en­contrar trabajo o para · gana-r--m-as. La tercera estriba en el_cQS.~(!_aq~~j()Qal que S()p()ttan los contribuyentes.

[ ... ] Para que el plan se convierta en una realidad po­Htica, debe proporcionar un nivel aceptable de ayuda a los que dependen de los programas de bienestar; es necesario que contenga fuertes incentivos para trabajar, y su coste tiene que ser razonable. Y debe hacer las tres cosas al mis­mo tiempo.n

El conflicto surge del contenido dado a los terminos «aceptable», «fuerte» y «razonable», pero sabre todo al pri­mero. Si un nivel aceptable de ayuda significa que una cifra menor o nula de beneficiaries actuales va a recibir una canti­dad menor del programa reformado que la que actualmente percibe del conjunto utilizable de programas, entonces es im-

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posible alcanzar los ttes objetivos simultaneamente, no 1m­porta el modo en que los terminos «fuerte» y «tazonable» se interpreten. Sin embargo, como dice Anderson, «no existe ninguna posibilidad de que el Congreso, al menos en el pr6-:ltitno futuro, vaya a aprobar algun tipo de reforma del bie­nestar que reduzca en realidad las ayudas a millones de be­neficiaries del sistema».

Examinemos el sencillo impuesto negativo sabre la renta que introdujimos como un ejemplo en el apartado anterior: una situacion neutral para una familia de cuatro miembros, de 7.200 dolares, un tipo de subvenci6n del 50 par ciento, lo que significa una ayuda de 3.600 do lares a una familia que no tiene otra fuente de ingresos. Un tipo de subvenci6n del 50 par ciento proporcionarfa una incentive tolerablemen­te fuerte para trabajar. El coste seda mucho menor que el del presente complejo de programas. Sin embargo, el nivel de ayuda en la actualidad es poHticamente inaceptable. Como afirma Anderson, «la tipica familia que recibe ayuda, for­mada por cuatro miembros en los Estados Unidos ahora (a principios de 1978 ), cumple los requisites para recibir unos 6.000 dolares en servicios y dinero cada afio. En estados que pagan mas, como el de Nueva York, una familia de este tipo recibe unos beneficios anuales que oscilan entre los 7.000 y los 12.000 dolares y mas».28

Incluso la cifra «tlpica» de 6.000 dolares exige un tipo de subvendon de un 83,3 por ciento si se quiere mantener el punta de neutralidad en los 7.200 dolares. Un tipo asi mi­naria seriamente el incentive para trabajar y elevaria enor­memente el coste. El tipo de subvencion se podria reducir aumentando dicho punta, pero esto incrementaria conside­rablemente el coste. Este es un drculo vicioso para el que no hay salida. Mientras no sea politicamente posible reducir los pagos a muchas personas que hoy dia perciben ayudas importantes procedentes de multiples programas en marcha, Anderson tendra razon: «No hay modo de alcanzar al mis­mo tiempo todas las condiciones politicamente necesarias para una reforma radical del sistema de bienestar».29

Sin embargo, lo que no es politicamente realizable hoy

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lo puede ser manana. Los estudiosos de la ciencia politica han alcanzado ur.os resultados muy pobres en la prevision de lo que sera pollticamente realizable. La experiencia ha contradicho repetidas veces sus pron6sticos.

A nuestro grande y respetado maestro Frank H. Knight le gustaba ilustrar las distintas formas de gobierno con pa­tes que vola ban en forma de V, con un conductor al £rente. De vez en cuando, diria, los patos situados detras del gu{a tomaban una direccion diferente mientras este continuaba volando en linea recta. Cuando el Hder miraba en torno y se daba cuenta de que nadie le seguia, se apresuraba a ponerse £rente a la V otra vez. Esta es una forma de direc­ci6n; indudablemente, la que prevalece en Washington.

AI tiem'Po que aceptamos la opinion de que nuestras pro­pol'liciones no son en la actualidad poHticamente realizables, las hemos resefiado con todo detalle posible, no solo como un ideal que puede guiar la reforma progresiva, sino tam­bien en la esperanza de que pueda convertirse, tarde o tem­prano, en pollticamente posible.

CoNCLUSION

El imperio gobernado basta hace muy poco por el De­partamento de Salud, Educacion y Bie11es_tar_ ha __ gastado cada afio una parte mayor de nuestro dinero en nuestra salud. La consecuencia principal ha consistido, simplemente, en el aumento de los castes cie los servicios medicos y de salud, sin que se produjera una correspondiente mejora en la cali­dad de lasanidad. -- . --- -

Los gastos en materia de educaci6n se han disparado, a pesar de que, segun acuerdo general, la calidad de esta ha descendido. A nuestra sociedad se le han impuesto cargas fiscales y controles rigidos cada vez mayores para promo­vet la integraci6n racial. Sin embargo, aquella parece vel­verse mas compartimentada.

Cada afio se gastan miles de millones de dolares._ __ S'!J..l. bienestar; empero, en una epoca en que el nivel .. ~<f>vidf·~--.,

u(; .,,;·' . .~-. ·;, 'v ·:-,. ·;:,:~-\ ~··;; "'l~'L:; _,_,l - ~"· fl] ;(

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-..:~ .· ... ~'.;;.;;~:.. .. ·nL:;.; ...... ·

medio del ciudadano norteamericano es mas alto del que haya alcanzado a lo largo de la historia, la nomina de los programas de bienestar es creciente. El_ presupuesto de la ?egur~da_d __ Social es colosal; no obstante, se enfr~l_1ta a gra­ves problemas financieros. Los jovenes se · q~ejan, y con mucha justicia, de los elevados impuestos que deben pagar, necesarios para financiar los beneficios que perciben los viejos. Sin embargo, los viejos se lamentan, y tambien con mucha raz6n, de que no pueden mantener el nivel de vida que se les hizo creer. Un programa aprobado para impedir que los miembros mas viejos de nuestra sociedad dependan de las organizaciones asistenciales, ha demostrado que la ci­fra de ancianos que reciben ayudas crece.

Segun sus propios calculos, el SEB perdi6 en un afio en concepto de fraude, abuso y despilfarro una cantidad de di­nero que habrfa sido suficiente para construir mas de 100.000 viviendas con un coste unitario de mas de 50.000 dolares.

ELdespilfarro es angustiante, pero constituye el menor de los males de los programas paternalistas que han creci­do hasta alcanzar este enorme volumen. El peor mal consiste en el efecto que estos planes tienen sobre el tejido de nues­tra sociedad. Tales proyectos debili tan la familia;_ _reducen el incentivo al trabajo, al ahorro y a la innovaci6n; impiden la acumulacion de capital y limitan nuestra libertad. Estos son los patrones fundamentales por los que se los deberia juzgar.

1. Vale la pena citar toda la sentencia en la que aparecen estas palabras, porque es una descripcion tan correcta de la direccion en la que nos estamos moviendo, asf como una acusacion inintencionada de las consecuencias: «Ningun hombre se cuida ya der manana, bien para sf o para sus hijos, ya que el estado garantiza el alimento, Ia educacion y el mantenimiento confortable de todos los ciudadanos de la cuna a la tumba». Edward Bellamy, Looking Backward (Mo­dern Library, Nueva York, 1917; fecha original de publicacion: 1887), _pag. 70.

2. An Over-Governed Society (The Free Press, Nueva York, 1976), pag. 235.

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l ),

Chicago Press: Chicago, 1962), capitulo 12 (traduccion castellana: Capitalismo y libertad, Editorial Rialp, Madrid); para el testimonio de Milton Friedman, vease U.S. Congress, House, Committee on Ways and Means, Social Security and Welfare Proposals, Hearings, 91 Congreso, 1.' sesi6n, 7 de noviembre de 1969, parte 6, pags. 1.944-

1.958. < 26. Sobre el papel de la burocrada del bienestar en el desbara·

tamiento del plan del presidente Nixon, vease Daniel P. Moynihan, The Politics of a Guaranteed Income: The Nixon Administration and the Family Assistance Plan (Random House, Nueva York, 1973).

27. Anderson, Welfare, pag. 135 . . 28. Ibid., pag. 135.

29. Ibid., pag. 142.