Eneas en alta mar sufre la ira de Juno que le pide ayuda a su hermano el dios del viento para hundir los barcos y la tripulación de Eneas, que finalmente con la ayuda de Neptuno logra sobrevivir junto a unos cuantos.

Después de la catástrofe y con la tripulación mermada, Eneas y los suyos llegan a la costa de Libia, donde se encuentra la prospera ciudad de Cartago y su reina Dido.

Eneas no duda ni un momento en salir a cazar para alimentar a los suyos, y así se encuentra a una hermosa mujer que resulta ser Venus, su madre. Esta le cubre a él y a su compañero de un manto mágico para poder pasar al palacio de Cartago.

Eneas llega al palacio de la reina Dido, donde se presenta a esta y le pide cobijo para él y los suyos por una temporada. Además el joven héroe queda enamorado de la belleza y la majestuosidad de Dido.

La reina Dido organiza una ceremonia de bienvenida para sus amigos los troyanos, donde comparte sus experiencias con el joven Eneas.

Eneas presenta a Didoa su hijo Ascanio, que en realidad el Cupido enviado por la diosa Venus para enamorar a Dido de Eneas.

Dido se enamora perdidamente de Eneas y decide salir con el a dar un paseo y decirle todo lo que siente, aunque finalmente no se atreve, y le observa cada día con la mirada perdida.

Un día salen de caza Dido y Eneas junto a otras personas, y de repente se forma una gran tormenta con granizo y lluvia planeada por Juno. Los dos se separan del grupo y acaban refugiados en una cueva.

Una vez en la cueva Dido y Eneas contraen matrimonio, promentiéndose estar juntos para siempre y jurandose amor eterno.

Eneas y Dido viven una maravillosa historia pero que se truncará por el destino de los dioses y por el destino del propio Eneas, que debe continuar su camino para llegar a Italia.

Y de ello se encarga Júpiter, que manda a Mercurio para hacerle saber a Eneas que debe continuar su camino para fundar lo que a la larga sería Roma, pese a su amor por Dido.

El joven troyano decide preparar la embarcación en secreto para que su esposa no se entere, y no decírselo hasta el último instante y antes de partir.

Pero la reina Dido se entera y clama de furia contra Eneas por no decirla nada y querer marcharse cuando se habían jurado amor eterno. Eneas la dice que es el destino de los dioses que el llegue a Italia pero la mujer no le escucha.

Dido está tan dolida que llora y llora sin parar, a lo que manda a su hermana Ana para que averigüe de verdad porque marcha Eneas, y para comunicarle que lo único que le quedaría sería la muerte.

Pero Eneas debe continuar su camino y Mercurio le vuelve a decir que se valla ya, haciéndole caso y marchando al instante junto a su tripulación, dejando a su amada Dido atrás.

Dido a la mañana siguiente se levanta y ve que los barcos y Eneas ya no están, por lo que le pide a su hermana que le prepare las cosas de Enea en una gran pila. Dido además pide a los dioses que Eneas sea desafortunado en todo lo que conlleve en su vida.

Dido finalmente se clava una espada en lo alto de la pila que formo su hermana con las cosas de Eneas, muriendo ante los ojos de ella y para desgracia de él.