BerardGeorGesGeorGes berard, una vida entregada a la danzaes un acercamiento a la vida de un hombre que puso en práctica las palabras que hizo suyas: “Haz lo que amas y ama lo que haces”. Un hombre que tuvo la suerte de descubrir a temprana hora aque-llo que quería hacer en la vida: danzar. Y al ir conociendo el arte de la danza, enamorarse de esta manifestación artística y volcar su vida entera en ella, de tal suerte que Georges Berard ha con-sagrado su vida al ejercicio pleno de la danza como bailarín, como maestro y como coreógrafo creador de numerosos ballets cuyos temas van desde el clásico romántico hasta el contemporáneo.

Aguascalientes tuvo la suerte de recibirlo después de un lar-go periplo desde los fríos ámbitos de su tierra natal en Canadá, hasta los cálidos espacios de cielos claros y soles radiantes de esta tierra mexicana. Cada paso dado en su ya largo caminar ha sido para enriquecerse en experiencias y a la vez volcarse en plena entrega de actividad creadora. Su obra más querida, en estos lares, fue la creación del Ballet de Aguascalientes, compañía que hizo vivir el arte de la danza en nuestro estado y en varios lugares circunvecinos. Berard llevó este arte a los escolares en el Programa de Funciones Didácticas y que ha quedado ya como parte importante de la historia cultural en Aguascalientes.

Carolina Castro Padilla

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GEORGES BERARDUNA VIDA ENTREGADA A LA DANZA

Carolina Castro Padilla

PRIMERA EDICIÓN, 2012D.R. © Instituto Cultural de Aguascalientes

Dirección EditorialRivero y Gutiérrez 110Aguascalientes, Ags. 20000editorial@aguascalientes.gob.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, incluidos los electrónicos, sin permiso escrito por parte del titular de los derechos.

ISBN: 978-607-7585-55-8

Impreso en México

Colección LOS NUESTROS

UNA VIDA ENTREGADA A LA DANZA

carolina castro padilla

BerardGeorGes

Georges Berard en Quebec

7 Protagónica 9 Presentación 12 Los primeros años 22 Los inicios en el arte en Montreal 30 Su estancia en Francia 38 De regreso a Canadá 46 Encuentro con América Latina 64 El Ballet de Aguascalientes 82 Después del retiro 88 Testimonios108 Anexos

ÍNdICE

Para nadie es un secreto el interés que despiertan las anécdotas personales, sobre todo las más íntimas, quizá por el legítimo derecho que cada ser humano tiene de reservar para sí mismo, ciertos hechos, determinadas memorias. Sin embargo, nuestro entorno está integra-do por una urdimbre de historias individuales y es por ello que la cultura no puede comprenderse sin los per-sonajes que participan activamente en ella.

El Gobierno del Estado de Aguascalientes rinde un sencillo homenaje a los próceres de la cultura en Aguascalientes con la serie Protagónica. Cada libro res-cata y documenta la trayectoria pública y privada de “los nuestros”, de los personajes clave para el desarro-llo de las distintas disciplinas artísticas.

Cada biografiado comparte generosamente con el lector su historia personal, sus encuentros y desencuen-tros. Cada artista nos invita a ver su álbum fotográfico y, de la mano de un escritor, revive sus emociones y cuenta cómo se convirtió en una de las figuras más notables de la cultura en Aguascalientes. Los escritores que aceptan el reto de participar en esta serie trabajan con un esquema muy flexible y con su sensibilidad y experiencia imprimen un sello propio a cada libro.

Protagónica también tiene por objeto registrar frag-mentos de la memoria histórica de la vida cultural de Aguascalientes. La posibilidad expresiva del lenguaje crea un ambiente de intimidad y nos acerca a cada uno de los seres humanos que con su talento, disciplina y dedicación sentó las bases para institucionalizar y pro-fesionalizar el arte en nuestro Estado.

Este libro contiene una historia; la historia de Geor-ges Berard, bailarín.

La medalla Una vida en la Danza que recibió el maestro Georges Berard en 1994 por parte de la institución

Investigaciones para la Danza José Limón.

El presente libro es un acercamiento a la vida de un hombre que puso en práctica las palabras que hizo suyas: “Haz lo que amas y ama lo que haces”. Un hombre que tuvo la suer-te de descubrir a temprana hora aquello que quería hacer en la vida: danzar. Y al ir conociendo el arte de la danza, enamorarse de esta manifestación artística y volcar su vida entera en ella, de tal suerte que Georges Berard ha consagrado su vida al ejercicio pleno de la danza como bailarín, como maestro y como coreógrafo creador de numerosos ballets cuyos temas van desde el clásico romántico hasta el contemporáneo.

Su vida no ha sido fácil, ha debido negarse a sí mismo para darse por entero al arte que ama, sacrificando, muchas veces, su propio bienestar en favor del logro de sus proyectos.

PRESENTACIóN

Aguascalientes tuvo la suerte de recibirlo después de un largo periplo desde los fríos ámbitos de su tierra natal en Canadá, hasta los cálidos espacios de cielos claros y soles radiantes de esta tierra mexicana. Cada paso dado en su ya largo caminar, ha sido para enri-quecerse en experiencias y a la vez volcarse en plena entrega de ac-tividad creadora. Su obra más querida en estos lares, fue la creación del Ballet de Aguascalientes, compañía que hizo vivir el arte de la danza en nuestro Estado y en varios lugares circunvecinos; que llevó este arte a los escolares en el Programa de Funciones Didácticas y que ha quedado ya como parte importante de la historia cultural en Aguascalientes.

Recibir la invitación para escribir esta obra, ha sido para mí un gusto y un honor. Me une al maestro Georges Berard una amistad que viene desde principios de 1970, que se inició al ser su alumna e integrante del Ballet de Aguascalientes y colaboradora del mismo, por lo que agradezco al maestro el haberme propuesto para esta labor.

Poner en orden los recuerdos de toda una vida ha dado lugar a muchas horas de amena conversación en el estudio de su casa, en donde, rodeados de obras de arte, música y estanterías con libros y películas ha pasado el tiempo redondo en evocaciones con sus tristezas, alegrías, triunfos y descalabros; han pasado una y muchas otras vidas.

Agradezco también al Instituto Cultural de Aguascalientes por darme la oportunidad de participar en este proyecto de recuperar y guardar el recuerdo de aquellos que han contribuido con su labor personal en la obra común de preservar, enriquecer, alentar y difun-dir la cultura, y con esto honrar a quienes tanto nos han dado.

A mi vez, he invitado a algunos maestros y algunas alumnas fun-dadoras del Ballet de Aguascalientes que han estado cerca del maes-tro Georges Berard, para que con sus testimonios enriquezcan esta obra que es más de amor que de simple información. Va también para ellos mi agradecimiento.

Carolina Castro Padilla

La danza es el arte al que sirvo en todos los instantes de mi vida

y al que considero el primer elemento de mi ser. Toda mi concepción y mi percepción de la vida

lo son en función de mi mente danzante.Serge Lifar

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LoS PRIMERoSAñoS

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En el principio era la danza, y la danza era el ritmo.

Serge Lifar1

La casa del matrimonio formado por Anselme Barabé y Laura Bérard se alzaba en la parte norte de la ciudad de Montreal, en la extensa Canadá, casi en el campo y cerca de la úl-tima estación del tranvía que atravesaba la ciudad corriendo por la calle San Lorenzo, llamada igual que el río que en aquellos tiempos era un puerto fluvial. Allí, en contacto con la naturaleza y a la vista de algunas pocas casas vecinas, la residencia de los Barabé Bérard acogía la inquietud y alegría de los diez hijos que tenían: Gerard, The-rese, Aurel, Heléne, Denis, Georges, Henri, Conrade, Pierre y Guille. Era ésta una familia de clase media, católica practicante en la cual varios de los hijos varones, en algún momento fueron monaguillos, incluyendo a Georges, el niño de carácter apacible y ojos de intensa

1 Lifar, Serge. La danza. España: Editorial Labor, s.a. (Todos los epígrafes firmados por Serge Lifar, están tomados de esta obra).

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claridad que se abrían llenos de preguntas ante todo lo que la vida la ofrecía.

Georges Barabé Berard nació en la ciudad de Montreal el 8 de septiembre de 1927 y, al igual que sus hermanos, asistía a la escue-la para varones San Gerardo, perteneciente a su parroquia de San Alfonso que se encontraba algo alejada de su casa y a la que se diri-gían caminando, salvo cuando, por causa de abundantes nevadas, se suspendían las clases. Esas caminatas en contacto con la naturaleza lo hacían sentirse libre como las palomas que tanto le gustaban y, al mismo tiempo, lo iban acercando a los aconteceres de la vida misma, como la ocasión en la que vio pasar al caballo que jalaba el quita-nieve que la apartaba del camino empujándola hacia los lados, y de pronto verlo resbalar y caer al suelo helado y seguir resbalando en su lucha angustiosa por levantarse. “Me quedé paralizado viéndolo”.

Anselme Barabé

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Finalmente lograron levantarlo pero en el niño Georges se ha-bían agolpado de pronto la sorpresa, la compasión, el dolor y la impotencia ante algo que no podía solucionar.

Los cursos iniciaban el primer lunes de septiembre y terminaban a finales de junio, en horario de ocho de la mañana a cuatro de la tarde, con dos horas intermedias para comer lo que llevaban de casa. Allí cursó Georges desde la educación primaria hasta terminar la preparatoria. De ese tiempo dice Georges: “no me gustaba la escuela porque estábamos presos ahí, me dejaban mucha tarea y… en esa época éramos tan libres”. Sin embargo algo sí le gustaba: las clases de teatro que tomaba en su parroquia ahí participó en varias obras que presentaban en el auditorio de la misma. Ésta era una actividad especial que se hacía únicamente por amor al arte escénico. Las presentaciones estaban abiertas al público en forma gratuita y él llevaba este gusto a su casa en donde organizaba obras de teatro con sus hermanos y amigos en un salón grande que había funcionado, tiempo atrás, como miscelanea, un negocio del señor Barabé. De ese tiempo recuerda: “Al principio, yo pensaba en el teatro. Siempre me ha llamado, la danza no, porque entonces no la conocía”.

Vivir casi en el campo y tener pocos vecinos con hijos más o menos de su edad, hacían que Georges junto con ellos y algunos de sus hermanos buscaran distracciones en su mismo entorno y así, en invierno, cuando se congelaba una pequeña laguna cercana, la aprovechaban para patinar. Aquella amplitud en el paisaje acercaba lo lejano así podían ver entre la bruma parte de las construcciones distantes, entre ellas una cárcel que alcanzaba a distinguir desde su casa. “Lo único que había para divertirnos era la cárcel enorme y el viernes nos levantábamos a ver si estaba la bandera arriba, a ver quién la veía más pronto. Esto indicaba que había un muerto, porque a las seis de la mañana ejecutaban a los condenados a muerte”. Así transcurría su infancia poblada de fantasías: “había tres o cuatro casas cerquita de nuestra casa y más retirado estaba una colonia italiana y yo recuerdo a una señora que le teníamos miedo, creíamos que era una bruja porque salía de su casa con un cuchillo a cortar diente de león”. Georges solía incursionar por las cercanías y también por las

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lejanías de su casa en donde descubrió a un belga que criaba palomas, los animales que tanto le gustaba ver volar haciendo dibujos blancos sobre el azul del cielo y regresar a su palomar, y dice: “son bellas. Yo tenía palomas y tengo un libro con todas las palomas del mundo. Son bellas”, y agrega: “me gustaba ver las palomas en el interior de su casa y con ese señor aprendí muchas cosas de las palomas; supe cómo entran al palomar y no pueden salir”. Este aprendizaje lo animó a criar palomas a las que cuidaba con gran esmero en su casa donde tenía un lugar reservado.

Los hermanos más cercanos a Georges fueron Heléne y Denis; la primera ejerció como madre de sus hermanos menores y el se-gundo, dos años mayor que él fue compañero de juegos. Ya mayor, Denis formó una familia y al quedar viudo entró al seminario y se ordenó sacerdote.

En cuanto a sus padres, el señor Anselme era muy estricto, un tanto alejado de sus hijos por su carácter recio y su trabajo en una agencia inmobiliaria, tanto así, que lo respetaban con cierto temor. De él recuerda: “era muy severo, muy exigente, pero al final de su vida, me contaron mis hermanos que era más suave, más amable”, en tanto que la señora Laura poseía una sensibilidad especial hacia las artes, le gustaba dibujar y lo hacía muy bien, además, cantaba arias de algunas óperas mientras realizaba sus labores del hogar. De ella recuerda Georges: “ella era dulce, cuando nos portábamos mal, ella decía: ‘le voy a decir a tu padre esta noche’. Siempre la vi enferma pero nunca se quejaba y mi padre decía: ‘su madre está muy cansa-da’, ella padecía del corazón”.

Seguramente que el niño Georges había heredado de su padre el rigor en el cumplimiento de sus deberes y de los compromisos contraídos, en tanto que de su madre heredó la sensibilidad artística, pues al igual que a ella, le gustaba la música y escuchar ópera, ya que en su casa tenían una buena colección de discos que podía escuchar libremente. Además tomaba clases de piano con su vecina, la pianis-ta Pauline Gagnon que le permitía estudiar en su piano, y recuerda: “me gustaban las clases porque yo las elegí. Mis hermanos ninguno tomó clases de música”.

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Georges con sus hermanas Therese y Heléne, y su cuñada Aline

Otra de sus aficiones fue y ha sido coleccionar cosas, una de sus primeras colecciones fue de estampas religiosas: “me gustaba recu-perar las imágenes religiosas, algo normal porque nos daban en la iglesia y en la escuela. Eran imágenes bellas. No era tanto por lo reli-gioso, sino por la belleza, la composición de las imágenes”. Después,

Charles Gagnon y su esposa Therese Barabé, Loince Gagne y su esposa Heléne Barabé, Anselme Barabé y Laura Bérard.

Therese Barabé, Aline de Barabé y Laura Bérard.

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en su edad adulta las colecciones se han sucedido, como timbres de danza y películas de arte.

Así, la vida de Georges transcurría en una aparente monotonía regida por los ritmos de soles y lunas, cambios de estaciones y el latir de su corazón; monotonía que era interrumpida por las cele-braciones familiares que iniciaban el primer día del año en la ma-ñana, ocasión en la que el señor Anselme reunía a toda la familia para darle la bendición y así bendecir el año que iniciaba. Le seguía la Semana Santa con todos sus oficios religiosos a los que acudían y que terminaban el Domingo de Resurrección, ocasión en la que la señora Laura preparaba una pierna de cerdo, una de sus recetas especiales que estaba presente también en Navidad.

El 24 de junio, día de San Juan Bautista, patrono de Montreal, se hacía en la ciudad un desfile con carros alegóricos y a Georges le

Georges Berard y su hermana Heléne

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Laura Bérard

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gustaba ir al taller en donde arreglaban esos carros, a pesar de que le quedaba lejos de su casa, pero le atraía mucho ver la forma en que elaboraban todo lo que lucirían los carros que después vería durante el desfile. Ese día, durante la noche, se encendían en todos los barrios de la ciudad los fuegos de San Juan que congregaban a mucha gente que celebraba con música, danzas y cantos. Costumbre de toda la provincia de Quebec. Después el 1ro. de julio celebraban el Día de Canadá.

En Navidad, los padres de familia acostumbraban adornar el ár-bol la noche del 24, así la sorpresa para los niños era ver el día 25 el árbol adornado y los regalos. Dejaban el árbol instalado durante unos quince días, luego el Ayuntamiento recogía los árboles y los guardaba para alimentar los fuegos de San Juan el 24 de junio. Sobre la Navidad recuerda Georges: “no éramos ricos pero todos tuvimos algún regalo, aunque no siempre eran interesantes. Lo que sí había eran naranjas, una fruta cara en aquel entonces”.

Uno de los dolores más grandes que ha sufrido Georges fue la pérdida de su madre, quien falleció el 19 de diciembre de 1943, tenía 47 años de edad y Georges, sólo 17. Algo que lo conmovió especialmente fue cuando en el templo, durante el funeral, él permaneció junto al féretro y por una hendidura de la caja que permanecía un poco abierta, veía inmóvil el rostro de su madre. Su pérdida: “fue un cambio en mi vida porque después tuve que salir de la casa”. Su padre murió en noviembre de 1979 y le dejó una cantidad de dinero: “porque dijo que yo era el único que nunca le había pedido algo”.

Un año después de la muerte de su esposa, el señor Anselme Ba-rabé contrajo matrimonio con Bernardette, una mujer de carácter difícil. Este hecho hizo que todos los hijos mayores salieran de la casa y Georges no fue la excepción.

Edith Landory, Christa Martin, Georges Berard y Michel Boudot, en los estudios de Radio Canadá durante la grabación de El festín de la araña.

LoS INICIoSEN EL ARTEEN MoNTREAL

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No es la música lo que bailamos,sino el ritmo interior que hay en ella.

Serge Lifar

Georges había terminado la preparatoria. A sus 18 años de edad, debía dejar su escuela parroquial y decidir si continuaría con estudios superiores, entonces afloró su gusto por el teatro que había alentado sus años escolares y decidió inscribirse en el Conservatorio Lasalle, cuyo director era Georges Landreau; escuela posteriormente se convertiría en el Conservatorio de Arte Dramático de Montreal.

Ante esa decisión, su padre, el señor Barabé, escuchó al joven Georges y aceptó, sin más, sus planes, en tanto que su madrastra se escandalizó y patentizando su desacuerdo con ruidosos argu-mentos, hizo énfasis en afirmar que dedicarse al teatro acarrearía desprestigio al apellido Barabé y a la familia. Esto coincidió con un suceso familiar, cuando Georges no tenía lista una camisa para asistir a un acto especial y al comunicárselo a su padre, éste le dijo que trabajando podría tener las camisas que quisiera. Estos dos asuntos hicieron que Georges saliera de su casa y adoptara el apellido de su madre para su vida artística, pues además, el apellido Berard casi había desaparecido, ya que el único hermano de su madre abrazó

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el sacerdocio y ya no había descendencia masculina. Así nació el nombre de Georges Berard, un nombre musical que a lo largo de los años, en todo momento, ha dado lustre a su apellido y a su familia.

Para salir de su casa necesitaba un trabajo que le permitiera man-tenerse y su hermano Aurel, que trabajaba en una imprenta, fue en su auxilio consiguiéndole trabajo en otra imprenta muy acreditada: la Jacques Cartier.2 En esta forma pudo alquilar un cuarto y sostenerse mientras continuaba sus estudios. En este trabajo aprendió el inglés, ya que su lengua materna es el francés, idioma oficial de la provincia de Quebec y por tanto de su ciudad natal, Montreal. Georges se volcó en su trabajo con gran responsabilidad: “porque necesitaba trabajar y tenía que cuidar el dinero. Es también una disciplina saber administrarse y no hacer tonterías. Al final yo manejaba las cuchillas y eso es peligroso”.

Con su manutención resuelta Georges se volcó en sus estudios de arte dramático y permaneció en el conservatorio un año, luego se cambió a una escuela privada y en ese lugar sus maestros vie-ron en él otras facultades que partían de su condición física: alto, delgado, elegante en su presencia general y le aconsejaron que se inscribiera en la escuela de danza. Él aceptó el consejo y, es en ese momento que descubre la disciplina artística a la que consagraría su vida. “Mi maestro me dijo que yo tenía posibilidad de hacer danza, entonces yo fui a buscar un maestro que era muy conocido: Maurice Morenoff. Comencé a tomar clases y poco a poco fue naciendo mi interés. De la danza me gustó la disciplina”. Y le gustó tanto la danza que poco a poco fue dejando el teatro.

Se inscribió en la Escuela de Danza Morenoff, institución en la que permaneció hasta los 23 años de edad. Su primer maestro fue Maurice Lacasse-Morenoff. “Él era muy severo en clase. Tenía una manera diferente de enseñar que no vi en ninguna otra parte”. Fue un tiempo de estudio y trabajo intenso, de adiestramiento físico en el que se repetían día con día los movimientos que dicta la técnica,

2 Nombre del navegante francés que por encargo del rey Francisco I, exploró las tierras canadienses (1534-35) y tomó posesión de ellas en nombre de Francia; remontó varias veces el río San Lorenzo, hasta el sitio en que hoy está Montreal, que él llamó Mont Royal.

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Danse allemannes, pas de deux. Lise Gagnier y Georges Berard en Quebec

Georges Berard en la ópera Carmen en la Ópera de Lyon

Georges en el ballet Las estaciones en París

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de aprender el lenguaje del cuerpo en movimiento, de expresar sen-timientos a través del gesto, la actitud, la danza; de sentir el ritmo de la música, pero sobre todo, descubrir el ritmo interno de su propio cuerpo.

Diariamente las clases se sucedían con su invariable estructura, en la barra: calentamiento, ejercicios básicos y saltos; en el centro del salón: repetir los mismos ejercicios de la barra, el trabajo de la técnica, giros y piruetas; al último: el trabajo de las puntas para las mujeres y el allegro para los hombres. Pierre Lappointe dice: “allí se encuentra con bailarines como Marc Beaudet, Roland Lorrain, Michel Boudot, que serían futuros bailarines de compañías interna-cionales. Él estudia igualmente con Daniel Sellier, Roland Lorrain y Gérard Crevier”,3 y tiempo después con Leo y Olga Woisikovsky. Su debut en el arte de la danza fue participando en Etoffe du pays, ballet en tres actos, con música “La Pastoral” de Beethoven, en el Teatro Monumento Nacional el 3 y 4 de abril de 1948.

Sus maestros, el bailarín francés Daniel Sellier y el canadiense Roland Lorrain fueron, además, sus amigos. Un día estos dos maes-tros deciden irse a París, Daniel Sellier deseaba atenderse allá una lesión en la rodilla que sufrió durante una de sus giras por Canadá, con el grupo de La Ópera de París. Además deseaban continuar con sus actividades dancísticas en Francia, mientras que, Lorrain deseaba incursionar en Francia y tiempo después regresó a Canadá.

La partida a Francia de sus amigos motivó a Georges Berard a seguirlos. “Me gustaba todo lo bello como la pintura, la música, por eso fue que quise irme a Europa”.

En ese tiempo había descubierto ya el gusto por la literatura, era un asiduo lector de biografías y novelas. Su mundo se había extendi-do bastante más allá de los paisajes circundantes de su casa familiar y estaba listo para ir en busca de la excelencia en París, la cuna del ballet.

3 Lappointe, Pierre. Georges Berard. Montreal. Département de Danse, Faculté de Danse, Université du Québec: Montréal, 1993, p. 4. (Traducción de la autora).

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El festín de la araña, pas de deux, con Christa Martin y Vincent Warren, bailarines de Les Grands Ballets Canadien

SU ESTAnCIAEN FRAnCIA

Georges Berard frente al Palacio de Chaillot en París en 1952

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La danza clásica no es ni ha sido jamás ballet ruso;lo clásico nació en Francia, se desarrolló en Italia

y fue, únicamente, conservado en Rusia.Serge Lifar

Georges Berard decide trasladarse a París siguien-do a sus maestros: Daniel Sellier y Roland Lorrain. “Como muchos jóvenes, para mí, Francia era lo máximo en cultura y yo buscaba maestros, porque el ballet fue creado en Francia y creo que los me-jores maestros están allá”.

Había conservado su trabajo, contaba con algunos ahorros y con eso, se aventuró a ir al encuentro del viejo mundo. Tomó el barco en el puerto de Montreal, el pasaje le costó 150 dólares ca-nadienses, y en la bolsa llevaba otros 150 para iniciar una estancia que había de durar casi cinco años.

El viaje duró una semana, tiempo en el que su ansiedad ante lo desconocido lo hacía escudriñar el horizonte adivinando la tierra cada vez más cercana, mientras imaginaba todo lo que podría hacer

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en París. Los días pasaban entre el cielo y el mar y una noticia en-turbió sus sueños: en el barco se supo de la muerte del gran bailarín y coreógrafo Vaslav Nijinsky, ocurrida el 8 de abril de 1950 en una clínica de Londres, ciudad en la que fue enterrado. Tres años des-pués, Georges Berard habría de enterarse del traslado de Nijinsky al cementerio de Montmartre en París.

Finalmente el barco arribó al puerto de La Rochela y el joven Be-rard pisó tierra francesa. Allí tomó el tren que lo llevó a París, justo a la estación de Saint Lazare. “Tenía ganas de llorar por haber llegado finalmente a París. París se descubre poco a poco, aunque el París al que yo llegué, no es el París actual, ha cambiado muchísimo”.

Lo primero que hizo fue buscar a sus maestros con la intención de recibir de ellos alguna orientación pero no obtuvo de ellos ayu-da alguna. Daniel Sellier bailaba en la Ópera de París en donde el director del Ballet era Serge Lifar y las estrellas del momento eran Yvette Chauviré y Attilio Labis.

Enseguida se dedicó a buscar trabajo, hacer audiciones con la es-peranza de ser contratado por alguna compañía y, al mismo tiempo, a buscar una escuela de danza clásica para continuar su preparación dancística. Casualmente conoció a una familia con la que simpatizó, el señor trabajaba en los ferrocarriles y mantenía con él largas con-versaciones sobre su trabajo y los problemas que tuvieron durante la guerra. Esta familia lo ayudó mucho, lo acogió y le brindó hospe-daje. Ellos le hablaron de una escuela de danza clásica que se encon-traba en la plaza Pigalle. Así fue como encontró el estudio Constant y se inscribió. Allí tomó dos clases diarias, seis días a la semana: en la mañana con la maestra rusa Esthela y en la tarde con el maestro italiano Serge Peretti, primer bailarín de la Ópera de París. Así cada día repetía el ritual de aprendizaje que iba aumentando el grado de dificultad para alcanzar el virtuosismo dentro de la técnica francesa. “Ahí fue donde realmente aprendí. Tomaba dos clases diarias. Había muchos maestros y conocí gente muy importante en la danza. Cer-ca de ahí, había otro estudio, se llamaba Waker en donde había más maestros rusos”.

La vida en París no era fácil, aún se sentían las heridas causadas por la guerra, estaba rodeado de historia, cultura, museos grandiosos,

Georges Berard en Angulema, Francia, en 1952

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Georges (primero de la fila superior) en la Ópera de Lyon, con sus compañeros que interpretaron el ballet Siam Sing. Diciembre de 1950

pero necesitaba conseguir trabajo; necesitaba solventar su econo-mía, que ya se veía mermada a pesar de no pagar sus clases de danza porque había pocos discípulos varones y a los que había, los maes-tros no les cobraban. “Para poder vivir yo hacía diferentes trabajos como limpiar las casas. También lo que me ayudó fue que conocí a

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Roaron, un húngaro, y él conseguía boletos para ir a comer al come-dor para estudiantes de la Sorbona”. Y seguía haciendo audiciones hasta que llegaron los contratos.

Viajó a la ciudad de Lyon en donde firmó un contrato con la Ópera de Lyon para bailar en las óperas que presentaban y además, haciendo funciones de ballet, toda una temporada: del 13 de octubre de 1950, al 17 de mayo de 1951.

En París, firmó contrato con la comedia francesa, del 15 de oc-tubre de 1951 al 30 de abril de 1952, y bailó en los divertimientos de piezas clásicas como Le Bourgeois Gentilhomme y Le Mariage Forcé, comedias-ballets de Molière,4 con coreografías de Léone Mail, maes-tra de la Comedia Francesa. Después volvió a firmar un contrato el 2 de septiembre de 1952, mismo que quedó abierto pues permane-ció durante más tiempo. “Llegar a la comedia francesa fue entrar a la máxima casa de París. Yo bailaba al lado de grandes actores de la escuela francesa de aquella época. Ahí fue el debut de Molière. En el hall está en una vitrina la silla que ocupó Molière en su última actua-ción cuando sufrió una convulsión que después le causó la muerte en su casa”.

Desde luego que no faltaban contratiempos como el ocurrido el día que fue invitado, junto con sus compañeros de clase, a realizar un ensayo en la casa de la maestra Léone Mail, a quien admiraba, pero cuando iba a tomar el elevador se desmayó y cuando despertó estaba en el Hospital Americano en donde lo habían operado de una hernia. Había pasado tiempo y se quedó con el deseo de conocer la casa de la maestra.

Y siguieron los contratos: con el Theatre D’Angouleme bailó un amplio repertorio toda una temporada de verano, del 11 de abril al 24 de junio de 1952. Poco después firmó contrato con la Ópera de Rouen.

Al año siguiente, el 9 de junio de 1953, Georges Berard baila con la compañía Les Parisiens en la Gran Gala de Danza al lado de estrellas francesas como Ehery Pagava, Youli Algaroff, Michel

4 Seudónimo del poeta dramático, director de escena y comediante francés Jean Baptiste Poquelin.

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Gevel y Genevieve Moulin, el ballet Apollon Musagete con música de Stravinsky y coreografía de Francoise Adrets.

El 7 de julio de 1953, la compañía Jeux de Glace de la maestra Raymonde Dubieff, lo contrató como coreógrafo y maestro. Allí creó la coreografía Gaites parisiennes con música de Offenbach, para patinadores sobre hielo. En ese tiempo la maestra Dubieff había ganado el Premio Internacional de Patinaje Artístico sobre Hielo. La coreografía del maestro Berard fue calificada por la crítica francesa como “uno de los más bellos éxitos coreográficos de la temporada”.

Durante 1953 y 1954, realizó varias giras por diversas ciudades de Francia.

Georges Berard tuvo sus primeras experiencias coreográficas con el ballet Katia con música de Tchaikovsky, La Arlesiana, con músi-ca de Bizet, y el ballet Songe, con música de Gaulois Monburn.

Durante un verano tomó vacaciones y, aprovechando la invita-ción de un familiar que le pagó el pasaje, fue a Canadá en donde permaneció un mes conviviendo con su familia y amigos. De regre-so a París tomó el barco en el puerto de Quebec, pues el puerto en Montreal ya había desaparecido. Ese viaje de regreso duró quince días porque enfrentaron mal tiempo.

París lo envolvía con su magia silenciosa, podía visitar museos, caminar por sus calles aspirando la historia en cada piedra de sus magníficas construcciones y sentarse a contemplar el Sena que qui-zás murmuraba plegarias al pasar junto a Notre Dame. “En París aprendí a conocer la gran cocina francesa y descubrí el gusto de cada platillo. En la clase de Peretti encontré a una belga que posaba para pintores y me presentó al pintor que era su amante y hacía copias de las obras de grandes maestros y las vendía como origina-les, y él me ayudó mucho y me invitaba a comer. Yo le transportaba sus cuadros en el metro y viajaba en primera clase. Me mandaba a llevar obra a ciertos lugares y me invitaba a grandes restoranes que nunca imaginé pisar”. De aquí parte su gusto por la cocina, la buena mesa y el gusto que tiene de experimentar nuevas recetas y de invitar, a quienes estima, a comer en su casa los platillos pre-parados por él mismo.

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Ballet Las sílfides, en el Teatro Morelos en 1970. En el primer plano Lourdes Giacinti, Georges Berard y Jacqueline Fuller

Un día recibió una carta de Michel Boudot, su amigo y condiscí-pulo en la escuela Morenoff, informándole que en Montreal, Radio Canadá solicitaba bailarines para la televisión que entonces iniciaba. Esto lo hizo pensar y lo motivó para regresar definitivamente a su país, y en agosto de 1955, viajó a Canadá. Su estancia en Francia había sido fructífera pues mucho le había aportado. “En realidad me dio todo. Primero porque estudié la danza y luego descubrí toda la belleza de la vida, la comida, la belleza. Cuando se entra al Louvre, uno se siente transportado. Todos los viajes que uno hace son para descubrir la cultura y elevar el alma. Siempre en la vida debemos aprovechar todo lo que hacemos”.

DE REGRESoA CANADá

Ballet de Quebec. Intérpretes del primer acto de El cascanueces. Al centro Georges Berard sosteniendo al cascanueces y a su lado izquierdo Andrea Cadet-Roy

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Ballet de Quebec. Intérpretes del primer acto de El cascanueces. Al centro Georges Berard sosteniendo al cascanueces y a su lado izquierdo Andrea Cadet-Roy

La elevación y el dinamismo plásticos, escultura en movimiento,

son los dos elementos de la danza, si entendemos por danza

al cuerpo humano en movimiento.Serge Lifar

En agosto de 1955, el maestro Georges Berard pisó nuevamente tierra canadiense; regresaba a su patria siendo ya un bailarín, un maestro y un coreógrafo experimentado.

Se instaló en Montreal y fue al encuentro de sus pasos dados en el ayer, retomándolos con añoranza y nostalgia. Llegaba renovado con muchos sueños y proyectos por hacer. “Pensaba formar una compañía de ballet porque en Montreal no había, aunque cada año se presentaba la compañía del Metropolitan Opera House de Nueva York”.

Una de sus primeras actividades fue dirigirse al estudio de la maestra Ludmila Chiriaeff y, a través de ella, Radio Canadá solicitó al maestro Berard para su programa, y así, el 10 de noviembre firmó contrato para participar como bailarín y coreógrafo en La hora del concierto en la televisión de Radio Canadá. “La hora del concierto se presentaba los domingos a las ocho de la noche, estaba dirigido por Pierre Mercur y consistía en un ballet, un aria de ópera y una obra de teatro”.

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A su regreso encontró a la bailarina Lise Gagnier quien acaba-ba de volver de Inglaterra en donde estuvo gozando de una beca en la Real Academia de Ballet de Londres. “Una buena amiga, me inspiró mucho para hacer nuevas obras, fue un ejemplo a seguir, es una artista muy completa. Viene de familia de músicos y ella es pia-nista. Como era buena bailarina, trabajamos juntos muchos años”. Con Lise Gagnier, al mismo tiempo que estaba en Radio Canadá, el maestro Berard fundó Le Ballet des Jeunes, que además contó con la participación de Ketty Bruneau, Réjé Breska, Francoise Berhier, Michel Boudot y Pierre Lapointe. Para este grupo creó El festín de la araña, ballet con música de Rousel y vestuario de Andrea Cadet-Roy; coreografía que presentó en La hora del concierto, con la participa-ción de Les Ballets Chiriaeff. Los bailarines participantes fueron: Edi-th Landory, Christina MacDonald, Sheila Pearce, Mimi Berthaiaume, Audrey Miscampbell, Genevieve Salbaing y Michel Boudot. Este ba-llet fue considerado por la crítica de Londres como el mejor ballet del año en la televisión canadiense.

Pronto dejó Berard Radio Canadá y por invitación de Yolanda Leduc, se fue a Otawa para montar el ballet La parisienne de Rossini. Además fue a dar clases a otras ciudades cercanas, iba una vez por semana, así estuvo como maestro en Drumondville, Victoriaville y en Sherbrooke, ciudad en la que Lise Gagnier había fundado la Escuela de Ballet. Cuando ella contrajo matrimonio, le pasó sus clases a Georges Berard. La escuela fue comprada más tarde por Pierre Lapointe.

Durante ese tiempo, saturado de trabajo, de viajes de una a otra ciudad y de proyectos por cumplir, Georges Berard cambió su resi-dencia a Quebec, lugar en el que no se había desarrollado el ballet clásico, todo estaba por hacerse. Allí, en el otoño de 1955, abrió la Academia Georges Berard con el fin de formar bailarines para presentar espectáculos de ballet clásico y al año siguiente fundó Les Ballets Georges Berard, compañía que se presentó en múltiples oca-siones, siendo en realidad pionera e impulsora del gusto por el ballet clásico. La compañía funcionó gracias a la entrega total del maestro Berard, que pagaba por el vestuario y decorados y gracias también a la disposición y entrega de los bailarines que no cobraban por bailar. Trabajaban mucho y lo hacían con gusto. “Estaba difícil, al principio

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Georges (cuarto de la fila) interpretando el ballet Coppelia en la Ópera de Lyon

no había público para el ballet y trabajamos en teatros que pertene-cían a la Iglesia. Algunas veces, salíamos de la función tristes por el poco público. Fue toda una experiencia para montar espectáculos, sin esto, no habría podido crear el Ballet de Aguascalientes que fue muy profesional”.

Después de un tiempo Berard transformó este grupo y fundó Les Ballets de Quebec Inc., con los bailarines Lise Gagnier, Edith Lan-dory, Raymond Goulet, Pierre Lapointe, Erick Hyrst, Michel Boudot y el propio Georges Berard. Los objetivos de esta compañía eran

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Georges Berard (al centro) con artistas invitados al Ballet de Quebec

desarrollar del ballet en Quebec y toda la región, además de lanzar a los jóvenes bailarines debutantes. Una de las personas que colaboró con él fue Andrea Cadet-Roy. “Ella me ayudó mucho, fue la persona que me recibió en Quebec, era costurera de vestuario para teatro y le interesaba muchísimo la danza. Ella se fue a Montreal a vivir des-pués de diez años y yo la seguí, me fui a Montreal, tiempo después allí murió”.

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Las principales creaciones coreográficas de Georges Berard du-rante esta época fueron: Juego de niños, con música de Bizet; Brittan-nicus, con música también de Bizet; Las dos palomas, de Messager; Las fuentes de Roma, de Respighlis; La sombra y su sombra, de Albinoni y El rey, con música de Ibert. De este grupo dice Iro Tembeck: “Otra compañía profesional apareció alrededor de 1955. Conocida en sus inicios con el nombre de Les Ballets Georges Berard, se convierte en Les Ballets de Quebec cuando la compañía fija su residencia en la antigua capital.

“Esta compañía se dio a conocer regularmente desde 1955, pero no obtuvo su carta de incorporación sino hasta 1959. Es igualmente la primera compañía de danza profesional que había de surgir en la ciudad de Quebec. Sus actividades abarcaron diez años de existen-cia, bruscamente interrumpida cuando Georges Berard decide dejar Canadá en 1965”.5

El trabajo realizado con Les Ballets de Quebec fue muy impor-tante por el impulso que dio a la danza y por la experiencia adquiri-da por el maestro Berard. “Fue realmente el principio de aprender muchas cosas de teatro. Fue un aprendizaje para mí. Tenía que hacer todo, como iluminación y la instalación de decorados, porque cada teatro era diferente. Fue una experiencia muy importante”.

Al mismo tiempo que trabajaba con esta compañía, regresó a Montreal e ingresó como maestro al estudio de Ludmila Chiriaeff. Esta maestra fundó Les Ballets Chiriaeff, mismo que más tarde se transformó en Les Grands Ballets Canadiens, un ballet oficial de Quebec en el que daba clases el maestro Berard.

En la década de 1960, Georges Berard fue coreógrafo, durante tres años, del Teatro de la Ópera de Quebec. Trabajó en las óperas Werther, Lakmé y Madame Butterfly. Tiempo atrás había participado con el Ballet Ruso de Montecarlo en Sheresade y también bailó la Bacanal de Sansón y Dalila con la compañía del Metropolitan Opera House de Nueva York.

5 Tembeck, Iro. Danser a Montréal. Germination d’une histoire chorégraphique: Québec, Pres-ses de l’Université du Québec, 1992, p. 98. (Traducción de la autora).

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En 1964 participó en la creación del Cascanueces, ballet que se presentó en el Teatro de la Plaza de las Artes en Montreal con Les Grands Ballets Canadiens.

El maestro Berard realizó una gira durante tres meses con Les Grands Ballets Canadiens, hizo un gran recorrido por los Estados Unidos de América, se presentó en muchas ciudades en una travesía que recorrió perímetro de este país, salió de Montreal hacia Nueva York siguió al Oeste y regresar a Montreal por la costa Este de Esta-dos Unidos. “Yo di clases y trabajé también como encargado de los músicos y de los programas durante la gira. Eran cuarenta bailarines y como treinta músicos. Teníamos tres autobuses: uno llevaba a los bailarines, otro a los músicos y yo iba con ellos, y el tercero llevaba los decorados y el vestuario. Madame Chiriaeff me había encargado el grupo de músicos y yo era el responsable”. Fue una larga gira en la que no faltaron contratiempos, como el día que los sorprendió en la carretera una fuerte nevada que los hizo perder el rumbo y al encontrarse perdidos, en la noche, decidieron quedarse en un motel que encontraron: “Estaba cerrado por la tempestad pero decidieron abrirlo para nosotros que éramos muchos. Hacía un frío terrible, pero al día siguiente con la luz del día pudimos retomar el camino”.

De esta gira el maestro Berard recuerda: “conocimos muchas ciudades importantes y, algo que nos sucedió cuando estuvimos en Nueva York, al inicio de la gira, cuando estaba por finalizar el ballet El pájaro de fuego, todos los bailarines estaban en escena. Después, alguien se dio cuenta que les habían robado todo de sus camerinos. Fue horrible y raro, porque todos los que entraban a ese espacio debían tener identificación”.

Trabajando en Les Grands Ballets Canadiens conoció a un grupo invitado, perteneciente al Ballet de Guatemala, encabezado por los primeros bailarines Christa Martins y Richard Deveau, quienes le hablaron de su país y lo invitaron a visitar Guatemala durante las vacaciones que estaban próximas; la idea entusiasmó al maestro Be-rard porque deseaba conocer ese país pero, también coincidió con un accidente ocurrido en la última de sus clases en la Academia Chi-riaeff, cuando ya había terminado la clase y el maestro pasaba lista,

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escuchó un grito y vio que una de sus alumnas, mientras practicaba un movimiento en el centro del salón, se había caído al zafársele una rodilla. Esto lo impresionó mucho aunque él no tuvo nada que ver, pues la alumna tenía prohibido practicar la danza porque anterior-mente había sufrido un accidente semejante, pero en la academia nadie lo sabía. Este percance que lo mortificó y las vacaciones que habían llegado, hicieron que el maestro Georges Berard decidiera ir a Guatemala para descansar y experimentar un cambio.

Georges Berard leyendo el periódico en París en 1950

El maestro Berard en clase de ballet, en la Casa de la Cultura de Aguascalientes, con el primer grupo de alumnos avanzados en 1970

ENCUENTRo CoN AMÉRICALATINA

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El rostro de los bailarines es una pantalla,una sucesión de máscaras trágicas;no mima solamente, sino que baila.

Serge Lifar

En el verano de 1966, el maestro Georges Be-rard llegó a Guatemala, ahí lo deslumbraron el clima, el colorido y los paisajes. Se hospedó en la casa de los padres de sus amigos Pie-rre y Richard Deveau y se dedicó a conocer la ciudad.

Al estar allí, vio la oportunidad de ingresar como maestro y co-reógrafo al Conservatorio de Bellas Artes de Guatemala, concreta-mente a la Academia del Ballet de Guatemala cuyo director era el maestro Antonio Crespo, quien lo acogió y le brindó toda clase de ayuda. En ese tiempo Berard creó el ballet Kaleidoscopio con músi-ca de Tchaikovsky. Fue una época fructífera. “Yo daba clases de ballet diario y participaba en la Compañía del Ballet de Bellas Artes y creé algunas coreografías”. Además aportó su experiencia pedagógica.

Con la compañía del Ballet de Guatemala hizo una gira por diver-sos países: recorrieron Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, pero quedaron otros países pendientes. En Panamá los bailarines se hospedaron en un hotel recién arreglado que abrieron

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especialmente para el grupo, todo era nuevo pero ellos no se en-contraban cómodos: “desde el inicio de la gira estaban disgustados porque no había tortillas durante el desayuno, entonces criticaron el hotel porque no había agua caliente y se quejaron en la Embajada de Guatemala y ésta avisó al gobierno de su país y como estábamos en una gira oficial y viajábamos en un avión militar, con bancas en lugar de asientos individuales, decidieron detener la gira. Todavía teníamos que visitar a países de América del Sur. Regresamos a Gua-temala en camión, a mí me dio mucha pena”. El maestro Berard tenía mucho interés en llegar a Colombia y visitar Bogotá. “Quería conocer el teatro en donde se presentó por última vez el Ballet Ruso de Montecarlo del coronel de Basil”, algo que pudo realizar después, viajando por su cuenta. Durante esta gira, el maestro An-tonio Crespo nombró al maestro Berard el responsable del himno nacional de cada país. “Yo apenas conocía los de Canadá y Francia, así que fue muy difícil pero después me ayudaron”.

No todo iba bien en el país, los problemas políticos se habían re-crudecido y el toque de queda imperaba en la ciudad haciendo que sus habitantes reinventaran sus tiempos de actividad y de esparci-miento nocturno, de tal suerte que las funciones teatrales de ballet debían realizarse los domingos a las diez de la mañana. El maestro Berard cuenta: “yo tenía un departamento, muy cerca de mi casa había un cine y fui a ver una película, de pronto se apagó la luz y una voz dijo que nadie se moviera, que la función seguiría, y así fue, pero cuando salimos, vimos que la casa que ocupaba la policía ya no existía, había explotado una bomba”.

Un día, el maestro Antonio Crespo le platicó al maestro Berard que de San Salvador estaban solicitando un maestro de ballet clási-co, y le ofreció la plaza que de inmediato aceptó Berard. Corría el año 1967 y, así de pronto, dejó el cielo de Guatemala para amparar-se en el igualmente soleado San Salvador, en donde lo esperaba el nombramiento de director de la escuela de danza. De inmediato se inició dando clases y montando coreografías. Allí presentó su ballet Marcha y adagio con música de Bizet, y con el Ballet Nacional de San Salvador hizo presentaciones en el Teatro Nacional y en el teatro de la ciudad de Santa Ana. “Traté de dar clases y crear coreografías

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El Ballet de Guatemala durante una gira

pero no quedé satisfecho. Tenían dos teatros muy bonitos: el de la ciudad de Santa Ana y el Teatro Nacional en San Salvador, pero esta-ban muy descuidados”.

En San Salvador también había muchos problemas políticos y so-ciales. Cerca de la escuela de danza, sobre la misma acera, estaba una familia que vivía en la calle, “yo fui a quejarme a Bellas Artes y les ofrecieron un terreno pero no quedaron contentos porque iban a tener que pagar agua, luz y otras cosas. Finalmente los acomoda-ron en otro lado”. En una ocasión, le tocó vivir una huelga general del magisterio en el país; cerraron todas las escuelas, sin embar-go, el maestro Berard entregado como siempre a sus actividades, continuó dando clases y, afortunadamente, salió bien librado. Esa situación y la tensión general bajo la que se vivía, hicieron que no se sintiera cómodo y decidió regresar a Guatemala pero tropezó con

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Brinda Arévalo y Richard Deveau, primeros bailarines del Ballet de Guatemala

la oposición rotunda del ministro de Bellas Artes quien no quería dejarlo ir. “Para salir de San Salvador como extranjero residente, necesitaba un permiso, pero no querían que me fuera y no me lo daban, entonces yo salí a escondidas, me dijeron ‘No va a poder re-gresar’ y yo dije: perfecto”.

Nuevamente en Guatemala retomó sus actividades pero no du-raron mucho, pues le informaron que a los cinco años de estancia debía emigrar del país, permanecer un tiempo en el extranjero y, si deseaba, después podría regresar pero teniendo un contrato de tra-

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Lise Gagnier y Georges Berard interpretando el pas de deux de El cascanueces, en Quebec

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bajo. Esto y la situación política del país lo hicieron pensar y decidió dejar Guatemala y dirigirse a México, al Distrito Federal.

Al llegar a la Ciudad de México, Georges Berard sabía que la maestra Nelsy D’Ambré, trabajaba en Bellas Artes y lo primero que hizo fue buscarla y ponerse a sus órdenes. Ella lo recibió amable-mente y lo puso en contacto con las personas de Bellas Artes, em-pezando por su director, el escritor Sergio Galindo.

En ese tiempo la maestra D’Ambré daba clases los fines de se-mana en la ciudad de Veracruz y, un día, ella invitó al maestro Berard para que fuera a cumplir con ese compromiso en su lugar, ya que se encontraba indispuesta. De esta manera empezó a dar clases sema-nales en la Universidad de Veracruz y también en Oaxaca. Además daba clases durante la semana en Coyoacán, en la Real Academia de Danza, en donde montó Las sílfides y donde conoció a la baila-rina Jacqueline Fuller, quien más tarde participó como invitada del Ballet de Aguascalientes. También trabajó en el grupo Ballet Con-cierto que dirigía Felipe Segura. Parecía que su vida profesional se iba encauzando en la Ciudad de México pero algo interrumpió ese proceso: el señor Sergio Galindo, director de Bellas Artes, habló con el maestro Georges Berard y le dijo que había dos ciudades en el país que necesitaban un maestro de ballet clásico: Guanajuato y Aguascalientes, y le propuso que aceptara ir a esta última ciudad; la oferta fue aceptada por el maestro Berard, ya que no le agradaba el Distrito Federal para vivir. “Ya tenía algunos años en México y tenía que arreglar mis papeles de inmigración y cuando me dijeron que necesitaban un maestro en provincia, el director me indicó que ellos podrían ayudarme para arreglar esos papeles”.

Aguascalientes lo recibió con el azul impecable de su cielo y su sol desbordándose en luz. “El clima me interesó mucho y la belleza de los árboles y flores, las bugambilias, y la gente, yo encontré gente muy amable y entusiasta por ayudarme en mi tarea”. Era septiembre de 1969 y se iniciaban los cursos en la Casa de la Cultura que era dirigida por el poeta Víctor Sandoval. De inmediato se incorporó al trabajo, traía un contrato por un año. “El señor Sandoval quería un maestro de danza moderna, pero después que vio mi trabajo él aceptó el clásico y siempre tuve su apoyo”.

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En esa misma época se incorporaban a la Casa de la Cultura, además del maestro Berard, los maestros Jorge Galván, Humberto Naranjo y, poco después, Rosalía Aguirre, para hacerse cargo de las clases de teatro, de escultura y de pintura, respectivamente. Más tarde el maestro Galván fundó el grupo los Teatristas de Aguas-calientes que cubrió toda una década de triunfos teatrales, Hum-berto Naranjo abrió las clases de escultura y cerámica, y Rosalía Aguirre formó pintores que ahora son profesionales. Este grupo de maestros vino a fortalecer y a dar un florecimiento notable a estas disciplinas artísticas.

El maestro Berard junto a un cartel frente al Teatro Juárez en la ciudad de Guanajuato

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En mi escrito “La danza en el estado de Aguascalientes”,6 men-cioné: “La danza ha estado presente en la vida del pueblo aguasca-lentense como lo ha estado siempre en la historia de la humanidad, ya que el origen de la danza se encuentra en el hombre mismo: en su necesidad de expresar diversos estados de ánimo a través del movimiento corporal; en su facultad natural de crear ritmos y, sobre todo, en su misma vitalidad, que le permite sentir la naturaleza por ser parte de ella y seguir los ritmos que la alientan como los que

6 Tríptico publicado por el Instituto Cultural de Aguascalientes a través de la Dirección de Casas de Cultura del Estado.

Georges Berard y Antonio Crespo, director del Ballet de Guatemala.

Georges Berard recién llegado a la ciudad de Aguascalientes en 1969

marcan la tierra, el sol y la luna en la sucesión del día y la noche, el de las mareas, el del crecimiento de las plantas o los latidos de su propio corazón (…) En cuanto a la danza académica, o sea, aquella que tiene como finalidad el espectáculo teatral y cuya enseñanza tiene como base un rígido sistema académico, ha alcanzado un nivel considerable gracias a los apoyos y esfuerzos que han realizado los Institutos Estatales de Cultura y Educación en la enseñanza de esta disciplina, en su promoción y difusión; así como también a la pre-sencia de numerosas academias particulares de danza que, en los últimos años, han abierto sus puertas en la entidad.

“La enseñanza de la danza académica se inició en Aguascalientes a partir de 1947, en la Academia de Bellas Artes, cuando se abrió un grupo de danzas y bailes regionales atendido por la profesora María Teresa Galarza. Posteriormente, cuando ella se retiró, quedaron al frente de esta disciplina artística Marcos Paredes, joven que poco después emigró a la Ciudad de México para continuar su prepara-

Blanca Martínez y Erik Campos, artistas invitados al Ballet de Aguascalientes

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ción de bailarín, y Martha Díaz Cárdenas, que permaneció al frente de los grupos, a esta última le tocó recibir a mediados de la década de 1950 al maestro José Antonio Avilés, quien llegó procedente de la Ciudad de México para hacerse cargo de la clase de Ballet Clásico, con todo el rigor académico que esta disciplina exige. Martha Díaz Cárdenas lo apoyó impartiendo clases a los principiantes y abrien-do la clase de danza moderna. En este tiempo la Academia cambió su nombre por el de Instituto Aguascalentense de Bellas Artes, los alumnos de danza se multiplicaron, el maestro Avilés creó diversas coreografías y montó espectáculos dancísticos que se presentaron en el Teatro Morelos, sobresaliendo entre sus bailarinas María Elena Cardona, quien en 1963 principió a dar clases de danza folclórica en el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana por invitación de su coordinador general, Víctor M. Sandoval, y tuvo entre sus alumnos a muchos que se convirtieron, a su vez, en maestros, como José Luis Sustaita Luévano”.

En 1969, todo había cambiado: hacía varios años que el maestro Avilés había regresado a la Ciudad de México; la maestra Martha Díaz Cárdenas había mantenido, hasta el año anterior, las clases de Ballet Clásico y Danza Contemporánea; y el Instituto Aguascalen-tense de Bellas Artes se había transformado, el 2 de septiembre de 1966, en Casa de la Cultura, inaugurándose en el edificio que actual-mente ocupa, en 1968, siendo el señor Víctor Sandoval, fundador de las Casas de la Cultura del país, y la de Aguascalientes, la primera y él, su director. Años después, en 1985, habría de transformarse en Instituto Cultural de Aguascalientes, cuando era su director el doc-tor Alfonso Pérez Romo.

El maestro Georges Berard inició sus clases con numerosos alumnos en septiembre de 1969. Algunos ya tenían una formación dancística, otros se acercaban por primera vez a la danza, por lo tan-to, desde el comienzo formó un grupo de alumnos principiantes y otro de alumnos avanzados. El ambiente que encontró fue propicio. “Me pareció que había mucho movimiento cultural, la prueba es que yo abrí las clases y tuvimos muchos alumnos, tan fue así, que al año siguiente formé el Ballet de Aguascalientes”.

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El salón que le asignaron fue el que llamaban “de los espejos” por estar acondicionado para clases de danza: con tres muros de espejos, piso de duela y barras de madera adosadas a dos muros. Era éste un salón amplio, bien iluminado, que contaba con un piano y dos vestidores con sus baños: uno para hombres y otro para mujeres; un salón que ambientó el maestro Berard, colgando de sus altos muros cuadros de grandes dimensiones con hermosos retratos de bailarines consagrados como Ana Pavlova, María Taglioni, Sergio Lifar y Nijinsky, entre otros. Ahí, día con día se repetía el ritual dancístico de las clases que eran acompañadas con música de pia-no interpretada por el maestro Benjamín Marín Candelas y tiempo después por las maestras Pilar Villalobos y Guadalupe Orona entre otros maestros más.

Tenía poco tiempo de haber iniciado sus clases cuando se acer-caron al maestro Berard un grupo de señoras encabezado por la señora Leticia Díaz de León de Navarro, ella pedía que les diera clases de gimnasia rítmica. Él les prometió pensarlo y se lo planteó al señor Sandoval. “Él me dijo: ‘sí, por qué no se anima: en la maña-na, le presto el salón, usted cobra a las alumnas y la inscripción se queda para la Casa de la Cultura’ y me animé”. Así inició sus clases de gimnasia rítmica para mujeres. Él mezclaba algo de ballet clásico con la gimnasia. Hacían un trabajo en la barra muy sencillo y luego pasaban al centro del salón a ejecutar los movimientos gimnásticos. A sus alumnas les gustó mucho y por más de diez años estuvo dán-doles clases. Gracias a esto pudo ahorrar para comprar la casa en la que actualmente vive.

Su primera casa estaba en el segundo piso de un edificio, ya des-aparecido, que se encontraba en la calle Rivero y Gutiérrez esquina con el Pasaje Ortega, en el centro de la ciudad y muy cerca de su trabajo; esta casa, arreglada con gusto desde un principio, con sus vaporosos cortinajes morados, su muro tapizado de fotografías en-marcadas de bailarines profesionales y su patio en el que empezó a criar palomas blancas, algunas con exóticos plumajes, era muy aco-gedora y pronto se convirtió en centro de operaciones de lo que sería más tarde el Ballet de Aguascalientes.

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Desde el momento en el que comenzó su trabajo en la Casa de la Cultura, el maestro Berard tenía en mente la creación de un grupo amateur de ballet clásico. “una vez en Aguascalientes yo empecé a trabajar, a crear coreografías para formar un grupo, a trabajar con la gente, a ensayar; formé un grupo de ballet que no tenía gran técnica, pero sí sentimiento y gran entusiasmo; lo monté con los alumnos más avanzados y había tanto trabajo, que no tuve tiempo de pensar en otra cosa”.

De inmediato pidió a su hermana Heléne que le enviara sus cosas que había dejado en Montreal, antes de viajar a Guatemala, y sus cosas arribaron por barco. Entre todo lo que llegó estaban

Los maestros José Luis Sustaita Luévano y Georges Berard frente a la Escuela de Danza del Instituto Cultural de Aguascalientes que se inauguró el 3 de octubre de 1988

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varios decorados, vestuario de muchos ballets montados por él, li-bros, partituras, fotografías, retratos y demás objetos cercanos a sus predilecciones.

Había empezado a echar raíces en Aguascalientes. “Pasó el tiem-po y pensé quedarme, yo pensé que pedía morir aquí en el calor o morir en Canadá en el frío... mejor en el calor”.

Redobló esfuerzos y al año de haber llegado, ya tenía integrado un grupo de bailarines con quienes fundó el Ballet de Aguascalien-tes, grupo que se presentó por vez primera el 11 de diciembre de 1970 en el Teatro Morelos con Las sílfides, variaciones y cenicienta.

El Ballet de Aguascalientes en clase

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Los alumnos aumentaban y le asignaron otros salones para los grupos iniciales e intermedios. El trabajo se sucedía imparable y su familia se alegraba por él. “Después de un tiempo, vino mi familia y dije, ¿qué les voy a enseñar?, yo sólo conocía el camino de mi casa a la escuela y de la escuela al Teatro Morelos”. Entonces empezó a conocer la ciudad y también se interesó en ver los lugares vecinos. En un viaje a Guadalajara: “yo vi un anuncio del Ballet de Cámara de Jalisco fundado y dirigido por Lucy Arce y fui a visitarla”. Primero se comunicaron por teléfono y ella lo invitó a dar unas clases a su grupo. El maestro Berard estuvo viajando a Guadalajara a dar cla-

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Artistas invitados al Ballet de Aguascalientes, Laura Urdapilleta y Bernard Horseau, quienes interpretan el pas de deux de El cascanueces, en el Teatro Morelos

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ses y a montar algunas coreografías, entre ellas el ballet Las sílfides y varios más, así se creó entre ellos una amistad que aún perdura. Pero no solo dio clases en Guadalajara sino también en Monterrey, León y varias ocasiones en San Luis Potosí, principalmente durante el Festival Nacional de Danza.

Georges Berard no solamente ejercía su profesión como maes-tro y coreógrafo, sino que vivía en una preparación continua, atento a la intensa vida cultural que lo rodeaba: las presentaciones de los Teatristas de Aguascalientes, dirigidos por el maestro Jorge Galván; conciertos; cine; ferias del libro; exposiciones pictóricas empezando por el Concurso Nacional para Estudiantes de Artes Plásticas, mis-mo que se transformó en 1981 en Premio Nacional de Arte Joven; el Premio Nacional de Poesía, transformado en 1980 en Premio de Poesía Aguascalientes y años después en Premio Bellas Artes de Poe-sía Aguascalientes; la presentación de excelentes y variados grupos artísticos extranjeros que en abril llegaban después de presentarse en el Festival Cervantino en la ciudad de Guanajuato; los feriales y tantos aconteceres más. Asimismo estaba atento a los sucesos artís-ticos del momento en las principales ciudades de América y Europa; se volcaba en la lectura de libros y revistas especializadas en arte como La Danse que recibía de París, y la preparación que adquiría a través de cursos, talleres y seminarios en los que participaba como el Curso-taller de sensibilización y capacitación al Plan por Activi-dades Generadas (Danza) en 105 horas de trabajo en la ciudad de León, Guanajuato, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Secretaría de Educación; el Taller de Educación artística en 40 horas, y el Curso de Producción Teatral impartido por el maestro Antonio López Mancera en 15 horas, organizados por el Instituto Cultural de Aguascalientes; y el Seminario de Técnica Rusa en 15 horas, organizado por la Sociedad Mexicana de Maestros de Danza a. c., entre otros cursos más.

El maestro Georges Berard trabajaba sin descanso, con alegría y entusiasmo pensando en el Ballet de Aguascalientes, su preparación continua y su proyección.

EL BALLET dE AGUASCALIENTES

Grupo de bailarines del Ballet de Aguascalientes que intervinieron en La flauta mágica, en 1993

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El arte de la danza académica, formado de visiones teatrales

de la más alta inspiración (…) reúne en él la virtuosidad corporal

a la del alma y, guiada por el espíritu, nos acerca cada día más a la belleza.

Serge Lifar

El regalo más grande del maestro Georges Be-rard a la ciudad y al país que lo acogieron con tanto cariño fue darse él mismo a través del Ballet de Aguascalientes, compañía que cubrió toda una época e hizo vivir el ballet clásico en los teatros locales y en los de algunas otras ciudades.

Grande fue tomar la decisión de quedarse en estas tierras; allá, en Canadá, había dejado su labor dancística como maestro y coreó-grafo con bailarines ya hechos, para trabajar en Aguascalientes con bailarines en formación, pero lo alentaba el mismo espíritu: entusias-mo y dedicación para preparar bailarines y darles la oportunidad de practicar su arte a través de una compañía, y de esta manera hacer vivir la danza, el arte al que había ya consagrado su vida.

El maestro Georges Berard, jefe del departamento de danza, ini-ció sus clases de ballet clásico en la Casa de la Cultura, en septiem-bre de 1969, con un buen número de estudiantes. Después de la

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formación de los grupos de principiantes y avanzados, y de un tiem-po de impartición de clases, el maestro Berard inició, con algunos estudiantes del grupo avanzado, el montaje y la creación de coreo-grafías para formar el primer programa con el que se presentaría, al año siguiente, el Ballet de Aguascalientes. “La idea que me alentó fue descentralizar un poco esta actividad artística, dar vitalidad al ballet clásico montando espectáculos que pudieran llegar al público en general y proyectarlo además, mediante giras a la provincia, en donde encontramos, algunas ocasiones, un desconocimiento total de lo que es el ballet o un falso concepto sobre esta disciplina. Lo que logramos fue a base de esfuerzo, entrega y trabajo de muchas personas”.

Las clases se sucedían diariamente y después de éstas seguían los ensayos: las sesiones eran acompañadas por el piano y los ensayos, con música grabada. Así, un día tras otro, y se preparaban, al mismo tiempo, la música, el vestuario y los telones que se necesitarían.

En ese tiempo, quiénes laboraban y estudiaban en la Casa de la Cultura formaban una gran familia y era común apoyarse unos a otros. Para esa primera presentación, el maestro Berard contó con la colaboración del maestro Ladislao Juárez Ponce quien realizó la orquestación de Cenicienta y del maestro Humberto Naranjo Ureña quien personalmente diseñó y pintó los telones necesarios para ese mismo ballet, en el Teatro Morelos, en jornadas nocturnas que se prolongaban hasta bien entrada la madrugada. Después, realizaron decorados para el Ballet de Aguascalientes los maestros Jesús Velas-co y Gerardo Barba.

Para confeccionar el vestuario de esa primera presentación, se reunían los domingos todas las bailarinas integrantes del grupo en la casa de alguna de ellas y organizaban una comida ligera, y todas, bajo la dirección del maestro Berard, cosían los trajes que usarían. En todo momento reinaba el entusiasmo y el espíritu de cooperación para lo que hiciera falta. Después, los vestuarios que se iban necesi-tando unos, los hacía el maestro Berard en su casa a donde acudían las bailarinas a ayudar; otros, fueron confeccionados por María Elena Cardona quien fue también primera bailarina del grupo.

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La primera presentación del Ballet de Aguascalientes tuvo lugar en el Teatro Morelos el viernes 11 de diciembre de 1970, en una pequeña temporada que abarcó también el sábado 12 y con dos funciones el domingo 13. El programa estuvo integrado por Las síl-fides con música de Chopin, coreografía de Michel Fokine, montaje de Georges Berard. Bailarina invitada: Jacqueline Fuller que participó

En clase, grupo de alumnos avanzados, en la Casa de la Cultura de Aguascalientes

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en Las sílfides con Georges Berard, y ella sola en Variaciones con mú-sica de Leo Delibes y coreografía de F. Ashton. Además, se presento Cenicienta, ballet pantomima en cuatro cuadros sobre el cuento de Charles Perrault, con música de Roland Chaillon, coreografía de Georges Berard, orquestación de Ladislao Juárez Ponce, en el piano Benjamín Marín, la Orquesta de Cámara del Instituto Aguas-calentense de Bellas Artes, iaba7 que dirigía el maestro J. Guadalupe Robles Guel, decorados de Humberto Naranjo y en la tramoya Pedro Bernal.

7 Ver anexo ním. 1. Orquesta de Cámara del Instituto Aguascalentense de Bellas Artes, (iaba).

Antonio Velázquez, primer bailarín del Ballet de Aguascalientes en La flauta mágica, en 1993

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Los primeros integrantes del Ballet de Aguascalientes fueron alumnos avanzados de 1970 -1971:

Herlinda AréchigaRigoberto ávilaMaría Elena CardonaCarolina CastroJudith ChávezAna Victoria ClementeIrene ClementeMaría Guadalupe CuéllarCarlos DávilaMaría de Lourdes GiacintiYolanda GonzálezGloria Lorena GranielGabriela IbarraHilda Isabel JiménezBeatriz JuárezGraciela JuárezMaría Guadalupe LópezMaría del Socorro MendozaEzequiel MárquezVirginia MoralesMa. Magdalena MoronesGabriela OronaJosé Luis SustaitaMaritza VázquezJesús Velasco. InvitadoAntonio VelázquezCarlos Vicencio

Después llegaron muchos más bailarines que fueron incorporán-dose a lo largo de más de veintiséis años; la mayoría eran alumnos avanzados de la clase de ballet clásico.8

8 Ver anexo núm. 2. Personas que participaron como bailarines o actores en el Ballet de Aguascalientes.

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Realmente los bailarines profesionales invitados fueron muy po-cos, pues el maestro Berard siempre dio preferencia a los bailarines formados en Aguascalientes, sin embargo fue muy provechosa su presencia porque además de ver sus ejecuciones, daban, general-mente, una clase al grupo.

Aunque el Ballet de Aguascalientes tenía el apoyo de la institución, ésta no podía cubrir todas sus necesidades y aun así, la compañía existió y salió adelante gracias a la entrega sin límites de su director, el maestro Georges Berard que invertía en ella una buena parte de su sueldo, y también fue importante la colaboración entusiasta de maestros y alumnos.

Las clases, el montaje de nuevas coreografías y los ensayos de los integrantes del Ballet de Aguascalientes tenían lugar en el salón llamado “de los espejos”, mismo al que tiempo después le dieron el nombre de “Maestro Jesús Velasco”. En ese tiempo el maestro Berard siempre tenía en sus manos las anotaciones que hacía para dar cada clase y su escrito para montar las nuevas coreografías. “Yo anotaba todas mis coreografías por pasos del repertorio clásico y con dibujos que marcaban el desplazamiento. Yo tengo todas mis coreografías”.

Los ensayos generales y las presentaciones de los programas que se sucedían periódicamente, se realizaban principalmente en el Tea-tro Morelos y también en algunos otros de la ciudad; tiempos que recuerda don Alejandro Topete del Valle: “El Teatro Morelos, guarda memoria entre sus muros, como la guardan también espectadores, ya de familiares o de simples concurrentes, de aquellos tiempos que pronto habrán de cumplir medio siglo, en materia de continuada función, de los ininterrumpidos éxitos cosechados por el eminente maestro Georges Berard,9 quien ha creado con permanente esfuer-zo varias generaciones de espléndidas bailarinas que ennoblecen la herencia de Terpsícore. Para hacerle cumplida justicia a este gran señor en el dominio del ritmo, necesario sería inventariar una serie

9 Por la dificultad que presentaba, para algunas personas, la pronunciación del nombre Georges, optaron por suprimir la “s” final, por lo tanto, en los programas y algunos escri-tos aparece como George.

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El maestro Humberto Naranjo pintando los decorados para el ballet Cenicienta,

sobre el foro del Teatro Morelos, en 1970

de prolongadas actuaciones y depuradas técnicas, que los límites de esta relación nos vedan por ahora”.10

Para el Ballet de Aguascalientes el salón de clase en la Casa de la Cultura y el Teatro Morelos fueron como una segunda casa en la que transcurrían las horas sin sentir. En el salón de clase, estaban los afanes diarios, la lucha por adquirir la técnica del ballet, los ensayos prolongados. En el Teatro Morelos, el nerviosismo propio de un en-sayo general o de una función, la asignación de camerinos, el reparto

10 Topete del Valle, Alejandro. Teatro Morelos. México, edición especial del Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1985, p. 91.

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del vestuario y accesorios, el acomodo de utilería cuando era ne-cesaria, el movimiento general en el escenario instalando los deco-rados, revisando el programa de iluminación y el sonido cuando se trataba de música grabada, el calentamiento previo de los bailarines, su arreglo personal y el maquillaje teatral, el corazón que aceleraba sus latidos al escuchar cada una de las tres llamadas que en los pri-

Integrantes del Ballet de Aguascalientes en uno de sus ensayos

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meros años daba don Pedro Bernal encargado también de la tramo-ya y de abrir y cerrar el telón de boca, y finalmente: la función en la que dejaba de transcurrir el tiempo normal para entrar a otro único y maravilloso regido por el ritmo, la danza; y cuando ésta cesaba, el aplauso, el agradecimiento y el saber que se había cumplido.

Muchos fueron los colaboradores del maestro Georges Berard, que intervinieron para hacer posible la presencia en el escenario del Ballet de Aguascalientes,11 como en la iluminación, Iván Carrillo y Alfredo Báez; en las grabaciones, José Dávila Rodríguez y Arturo González; en las clases especiales de maquillaje artístico, impartidas por la maestra Rosalía Aguirre. Además, siempre se contó con el apoyo de la Casa de la Cultura que proporcionaba el Teatro Morelos y cubría todos sus gastos, los programas y carteles, y cuando se salía a bailar en otra ciudad, proporcionaba el autobús y alimentos para todos.

El Ballet de Aguascalientes se presentaba regularmente en el Tea-tro Morelos en la ciudad de Aguascalientes, en pequeñas tempora-das, entre ellas se hizo tradicional la de diciembre cuando presenta-ba el Cascanueces, ballet en dos actos y cuatro cuadros, con música de Tchaikovsky, coreografía de Georges Berard y L. Ivandy, libreto de Hoffmann, vestuario de Andrea Cadet-Roy, y decorados de Jesús Velasco. Ballet en el que actuaba el maestro Berard como el tío Drosselmayer.

Además, el Ballet de Aguascalientes realizó algunas giras por el centro y norte del país, cumpliendo así con el deseo del maestro Berard de llevar la danza a otros lugares fuera de Aguascalientes. Las ciudades en las que se presentó, en varias ocasiones en algunas de ellas, fueron: Guanajuato, León, Salamanca, Celaya, Lagos de Moreno, San Luis Potosí, Zacatecas, Jerez, Durango y Torreón.

Salir de gira era toda una aventura. El maestro Berard se encarga-ba de todo y los bailarines, aunque tenían sus responsabilidades, solo veían cargar los decorados y los baúles con el vestuario, accesorios y utilería; uno de ellos era de mimbre, y todos ostentaban un letrero sobre papel rojo que decía: Ballet de Aguascalientes. Los viajes se

11 Ver anexo núm. 3. Personas que colaboraron con el Ballet de Aguascalientes.

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realizaban en un ambiente de gran camaradería: a la ida con el baru-llo y alegría expectante del programa que les esperaba, y al regreso con el silencio y fatiga de una larga y provechosa jornada en la que el descanso había estado ausente, pues llegar al teatro implicaba aco-modar todo y prepararse para la función, y al terminar ésta, recoger, guardar y volver al autobús.

El repertorio del Ballet de Aguascalientes estuvo integrado por 105 coreografías, de las cuales 52 fueron creaciones del maestro Georges Berard, 34 fueron montajes de obras de otros coreógrafos realizados por el maestro Berard y 19 fueron montajes hechos por artistas invitados.12

El Ferial de Aguascalientes, espectáculo tradicional de la ciudad durante la Feria de San Marcos, en el mes de abril, fue también un foro para el Ballet de Aguascalientes y en general para los alumnos de ballet clásico, que participaron durante 21 años. En abril de 1971 fue su primera participación. “Al principio no entendía lo que era el Ferial pero poco a poco empecé a ver que era una muestra de lo que se hacía en la Casa de la Cultura. La gente podía ver lo que se hacía y los padres de familia veían lo que aprendían sus hijos”.

Al hablar del Ferial, Enrique Rodríguez Varela dice: “En 1971 la poesía adquirió un lugar protagónico, pues se hicieron arreglos y coreografías para los poemas El día abre la mano, de Octavio Paz, Ronda, de Víctor Sandoval y La mañana encantada [sic], Quién me compra una naranja y La orilla del mar de José Gorostiza. En esta oca-sión el maestro Juárez Ponce contó con el apoyo de los maestros Jorge Galván, Georges Berard, J. Guadalupe Robles Guel y Benjamín Marín Candelas”.13

Ser parte del Ferial era un privilegio y todos los que en él parti-cipaban daban lo mejor de sí mismos para el mayor lucimiento del espectáculo. En el prólogo del libro de Carlos Reyes Sahagún, El Tema es Aguascalientes, escribí:

12 Ver anexo núm. 4. Repertorio del Ballet de Aguascalientes (1970-1998).13 Gómez Serrano, Jesús., et al. Historia de la Feria Nacional de San Marcos. 1828-2006.

México: Gobierno del Estado de Aguascalientes y Patronato de la Feria Nacional de San Marcos, 2007, p. 357.

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“Desde aquella primera función del Ferial en 1966 y hasta 1989, el Palacio de Gobierno se llenó de fiesta convirtiéndose en espacios para el público los corredores circundantes del segundo patio en vestidores, algunas oficinas de la planta alta; y en escenario, la escalinata y el patio; mientras que la orquesta y los coros, ocupaban los lados al pie de la escalera. Fue ésta una fiesta de cercanías para evocar lo propio, en la que músicos, cantantes, bailarines, actores y público, hacían el Ferial, viviéndolo en la casa de todos. Luego, el aumento gradual del público hizo que el Ferial saliera del Palacio de Gobierno y se transformara en un espectáculo teatral con los requerimientos propios del escenario y la presencia de otras tesituras en los lenguajes de escenografía, iluminación y sonido, además de todos los recursos que aporta la tecnología al teatro. Así, en 1990, se presentó en el Teatro del Pueblo, instalado en la Plaza de Toros San Marcos y, al año siguiente, en el Teatro Morelos. Al llegar 1992, el Ferial se realizó en el Teatro Aguascalientes, siendo desde entonces su recinto oficial.

“Desde sus inicios, cada Ferial ha tratado un tema especial, en el que poco a poco, el texto se ha ido transformando y, de ser un conjunto de poemas, recitados o cantados, ha venido a ser todo un guión que, como columna vertebral, va marcando la pauta del espec-táculo a través de un narrador quien va dando los datos relevantes del tema, exaltando hechos o virtudes, y marcando las entradas a la música, la danza y la actuación. En el Ferial ha estado presente la mú-sica del maestro Ladislao Juárez Ponce imprimiéndole un carácter del que prevalece como rúbrica la que compuso para el momento de la despedida, con letra de ¡El pregonero!, de Rafael Alberti; letra que fue sustituida, en 1992, por un poema del poeta aguascalentense Jesús Reyes Ruiz”.14

El Ballet de Aguascalientes estuvo siempre abierto a participar en proyectos artísticos, tal fue el caso de las invitaciones que le hizo, en varias ocasiones, el maestro Jorge Galván, para participar, con los Teatristas de Aguascalientes que él dirigía, en obras de Molière; una de ellas fue Las preciosas ridículas que se presentó en ocasión del

14 Reyes Sahagún, Carlos. El tema es Aguascalientes. 10 años de textos del Ferial. Aguascalien-tes: Instituto Cultural de Aguascalientes, 2004, p. 3.

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Dolores Madrazo, del Ballet de Aguascalientes y Óscar Rodríguez, artista invitado, interpretan el pas de deux de El pájaro azul.

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tercer centenario de la muerte de Molière 1673–1973, y el cuarto aniversario de los grupos de Ballet y Teatristas de Aguascalientes. Otra obra de Molière fue El burgués gentilhombre, en una temporada que abarcó del 21 al 26 de junio de 1977. Sobre esta última obra escribe el maestro Galván: “Estrenamos en junio, en el patio central del Museo de Aguascalientes. Inesperadas lluvias nos obligaron a re-fugiarnos en el Teatro Morelos. Pude trabajar esta comedia ballet con todas las de la ley teatral (con el apoyo del Ballet de Aguasca-lientes, dirigido por el maestro Georges Berard)”.15

Los primeros años se trabajó con gran intensidad, tanto así que, para diciembre de 1973, el Ballet de Aguascalientes había realizado 125 representaciones en cuarenta y siete funciones en las ciudades de Aguascalientes, Guanajuato, Lagos de Moreno, Celaya, Zacatecas y San Luis Potosí.

El número de alumnos fue creciendo, se asignaron nuevos salones para las clases de ballet clásico y llegó un día en que el espacio fue insuficiente y se vio la necesidad de asignar otro lugar para que se instalara la Escuela de Danza, siendo este espacio la construcción que ocupaba el Centro de Diseño Artesanal que lamentablemente desapareció al trasladarse y formar parte del Centro de Artes y Ofi-cios. Después de adaptar la construcción a las nuevas necesidades, el 3 de octubre de 1988 se inauguró la Escuela de Danza y el Teatro Víctor Sandoval; mismo que años después, ocuparon la Escuela de Danza y el Ballet de Aguascalientes para hacer algunas presentacio-nes. Poco después, el 10 de diciembre de 1989, le pusieron el nom-bre de Georges Berard al salón número 8. Años más tarde, cuando se abrió la Universidad de las Artes en los antiguos espacios del ferrocarril, se inauguró el 23 de marzo de 2007, la nueva Escuela de Danza a la que le impusieron el nombre de Georges Berard como un homenaje perenne al maestro.

En 1985, el maestro Georges Berard inició la celebración en Aguascalientes del Día Internacional de la Danza, poco después de haberse instituido en 1982 por el Comité de Danza del Instituto Internacional del Teatro de la unesco, a partir de la propuesta del

15 Galván, Jorge. De memoria. México: j.p. uaa, ica, ciema, 2001, p. 176.

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maestro ruso Piepor Gusev de Leningrado, estableciendo para esta celebración el 29 de abril como un homenaje al bailarín, maestro y coreógrafo francés, Jean Georges Noverre quien nació el 29 de abril de 1727 y murió el 19 de octubre de 1810. Noverre está con-siderado como el creador del ballet moderno, y es autor de varias obras entre las que sobresale Cartas sobre la danza, obra que sigue vigente, y en la que afirma que el objetivo es la unión del argumento del ballet con el estilo expresivo de la danza. “Me di cuenta de esto por la revista Danse que recibía de París y aquí lo celebramos tres años después siendo uno de los primeros lugares en hacerlo en México”. Así pues, desde 1985 se viene celebrando en Aguascalien-tes el Día Internacional de la Danza con programas especiales en los que tomó parte activa el Ballet de Aguascalientes. Actualmente no solo participa el Instituto Cultural de Aguascalientes a través de la Universidad de las Artes, la Escuela de Danza Georges Berard y la Coordinación de la Licenciatura de Danza Clásica sino que también participa la comunidad artística local.

La última presentación del Ballet de Aguascalientes, como tal, tuvo lugar en el Teatro Aguascalientes los días 22 y 24 de marzo de 1996, en ocasión de cumplirse veinticinco años de fructífera labor, con la participación de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes diri-gida por Gordon Campbell. El programa estuvo integrado por I. Pas de quatre (Divertimento), música de Pugni y montaje de G. Berard. II. La bella durmiente (Divertimento). Música de P. I. Tchaikovsky, coreo-grafía de M. Petipa y montaje de G. Berard. III. Pedro y el lobo, música de Sergei Procofiev y coreografía de G. Berard. Después, el Ballet de Aguascalientes únicamente siguió haciendo las funciones escolares hasta 1998.

Un importante proyecto de difusión artística que tuvo a su cargo el Ballet de Aguascalientes fueron las funciones escolares que se ofrecieron a los alumnos de las escuelas primarias de la ciudad, bajo el título de Al compás de la música. Este proyecto lo inició la señora Miriam Cruz de Barberena, presidenta del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (dif). Se inició el 4 de diciembre de 1987 presentando los ballets Pedro y el lobo y Las dos palomas, co-reografías del maestro Berard. Este proyecto fue auspiciado por el

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Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (dif), el Ins-tituto de Educación de Aguascalientes (iea) y el Instituto Cultural de Aguascalientes (ica). En sus programas aparecía este escrito: “Este evento cultural tiene como propósito inicial apoyar los objetivos de la escuela primaria, específicamente en lo que corresponde a la asignatura de Educación Artística que en su nuevo enfoque estable-ce: Fomentar en el niño la afición y capacidad de apreciación de las principales manifestaciones artísticas, y contribuir a que el niño de-sarrolle sus posibilidades de expresión y comunicación. Al compás de la música pretende también ejercer una influencia positiva en el uso del tiempo libre de los escolares”.

Las funciones dancísticas se realizaban en el Teatro Morelos to-dos los jueves en dos funciones: a las 11:00 y a las 16:30 horas, pre-sentando a los niños programas atractivos para su edad, que eran tomados del repertorio del Ballet de Aguascalientes. Siempre tenían un narrador que iba conduciendo a los espectadores por el progra-ma que se les ofrecía, de esta manera se entablaba un diálogo entre el público infantil y el narrador. “Yo personalmente puedo decir que hace poco me encontré a un señor que me dijo: ‘Yo fui al ballet en la función escolar’. Algunas veces durante la función hacíamos pre-guntas a los niños y muchos contestaban que jamás habían entrado a un teatro”.

Este proyecto se terminó después de once años de trabajo con-tinuo, cuando el Ballet de Aguascalientes languidecía por la falta de elementos, ya que a las bailarinas principales les ofrecieron trabajo de maestras de ballet fuera de la ciudad y a los alumnos avanzados no se les facilitó el ingreso a la compañía. Esto y algunos intereses especiales de la Escuela de Danza dificultaron la presencia, en ella, del maestro Georges Berard quien, en plena madurez creativa, tomó la decisión de retirarse en 1998. “Yo podía haber permanecido fá-cilmente diez años más”, dice con los ojos detenidos en el pasado al recordar lo que fue para él “algo tremendo” que afectó su salud y quebrantó su espíritu, al grado que optó por borrar de su mente la danza. Todos sus libros sobre la danza y el ballet, 205 volúme-nes, los donó al Instituto Cultural de Aguascalientes que los entregó al Centro de Investigación y Estudios Literarios de Aguascalientes,

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(ciela), Fraguas; la mayoría de sus más de 30 decorados los vendió a una escuela, se deshizo del vestuario, en fin, todo desapareció, dejando únicamente algunas fotografías, los programas de todas las presentaciones del Ballet de Aguascalientes y el recuerdo de una hermosa experiencia vivida durante veintiocho años: una compa-ñía que alentó positivamente la vida cultural en el estado y lugares aledaños, al haber ofrecido al público más de cien creaciones co-reográficas y montajes que van desde la obra clásica romántica por excelencia hasta la proyección totalmente contemporánea. “El Ballet de Aguascalientes era mi hijo. Yo creía que realmente con el tiempo se iría desarrollando más, pero no sucedió así, porque se acabó”, y recordando el mejor momento de esta compañía dice: “Fue casi al final, cuando presentamos La flauta mágica, una buena coreografía. Se sentía que el grupo había mejorado. Después se estancó el grupo, ya no prosperó porque al punto que llegamos, yo debía invitar coreó-grafos y no había dinero para pagarles”.

Actualmente la Escuela de Danza Georges Berard sigue ade-lante, creciendo y preparando a multitud de bailarines con muy buenos resultados.

Nueva Escuela de Danza Georges Berard, inaugurada en 2007

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El maestro Georges Berard

DESPUÉS DEL RETIRo

Georges Berard recibe el Premio Aguascalientes por el Desarrollo de las Artes, de manos del profesor Enrique Olivares Santana en el Teatro Morelos en 1991

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La danza es una disciplina de vida, gracias al perfeccionamiento y

a la motivación que el arte requiere, ésta permite el logro en toda actividad humana.

Gabriela Ibeth Navarro16

Al retirarse en 1998, el maestro Georges Berard cerró las puertas de lo que fue su vida entera: la danza. Y con esta decisión sucumbió el Ballet de Aguascalientes después de veintiocho años de vida activa y fructífera en la que hizo vivir el arte de la danza. De sus filas salieron bailarines que han hecho carrera, como Erick Campos, Beatriz Juárez, Virginia Morales, Tania Naranjo, Gabriela Ibeth Navarro, Beatriz Romo y José Luis Sustaita. Además se formaron maestros y coreógrafos, muchos de los cuales siguen activos, y una cantidad de discípulos que practicaron la disciplina de la danza como parte importantísima en su formación integral como personas. Lo que en 1969 era solo una clase de Ballet Clásico, se transformó en 2007 en la Escuela de Danza Georges Berard.

Pero la vida no había terminado, al maestro Berard le faltaba la danza pero tenía su gusto por las artes y éstas se fueron manifes-tando para llenar sus días.

16 Alumna del maestro G. Berard, primera bailarina del Ballet de Aguascalientes y bailarina profesional que proyectó su arte en París, Francia. Escribió estas palabras especialmente para esta obra.

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Empezó a hacer quilts, edredones al estilo canadiense, con dise-ños muy atractivos creados por él.

Retomó la lectura de obras literarias. “Me he dedicado a leer muchos libros de mi biblioteca que no había tenido tiempo de leer. Aunque tarde, estoy aprovechando”.

Continuó viajando y enriqueciéndose con otras culturas.Con el deseo de legar algo a los estudiantes de la Escuela de

Danza, escribió su libro: Terminología básica en el ballet, en cuya in-troducción dice:

“Animado por el deseo de facilitar el camino a quienes gustan o practican el arte de la danza, ya sean maestros, estudiantes o espec-tadores, me he dado a la tarea de investigar, recopilar y estructurar esta obra dedicada a la terminología que se emplea en el ballet; todo esto, como resultado de una larga experiencia en el trabajo práctico y con el afán de llenar un vacío en nuestro ámbito cultural propor-cionando un primer instrumento que abra la puerta a esta disciplina y contribuir, en parte, a mantener la unidad lingüística de la técnica de la danza”.17

El Instituto Cultural de Aguascalientes lo publicó y, a través de Casa Terán, realizó el 14 de noviembre del 2000, la presentación de este libro como homenaje por treinta años de labor académica del maestro Georges Berard y al mismo tiempo se inauguró una ex-posición: Retrospectiva del Ballet de Aguascalientes, con fotografías tomadas por Joel Torres.

Además, el maestro Berard continuó colaborando con la Casa Jesús Terán programando y proyectando personalmente series de películas de su propia filmoteca. “Inicié pasando películas de ópera y luego seguí con cine francés y por último cine internacional. Estuve en esto como veinte años”.

De 2005 a 2010, incursionó en el teatro como productor con los maestros Jorge Galván y Sergio Alfonso Alonso.

Con el maestro Jorge Galván y la Compañía de Repertorio Tea-tristas de Aguascalientes A.C., presentaron: La muerte de un viajante de Arthur Miller, Médico a palos de Molière, Los desarraigados de J.

17 Berard, Georges. Terminología básica del ballet. México: ica, 2000. Introducción.

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Humberto Robles Arenas y Clase a medias de Jorge Galván. Le si-guió una temporada con el Teatro Municipal de Aguascalientes con el programa Por los 4 barrios, tiempo en el que presentaron: Farsa y justicia del corregidor de Alejandro Casona, Petición de mano de Anton P. Chejov, Médico a palos de Molière y Dos docenas de rosas color es-carlata de Aldo de Benedetti.

Con el maestro Sergio Alfonso Alonso participó en: El zoológico de cristal de Tennessee Williams, La cena adaptación de Georges Be-rard, La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde, La fiesta de cumpleaños de Harold Pintor, y El enfermo imaginario de Molière.

El maestro Georges Berard se ha ganado el cariño y el respeto de quienes lo conocen. Su labor ha trascendido y queda ya en la his-toria dancística de Aguascalientes y de Canadá al quedar inscrito su nombre en diversas publicaciones y en los Anales de la Danza.

En julio de 1993 quedó plasmada su labor en Canadá, con la pre-sentación del libro Danse a Montreal, de Iro Tembeck, publicado por la Universidad de Quebec, y la exposición que se montó sobre la historia teatral de Quebec desde 1930, en la ciudad de Montreal.

El 1º de agosto de 1994, la institución Investigaciones para la Dan-za José Limón le rindió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes, para agradecer a todos aquellos que han hecho de este arte un pro-yecto de vida, por lo cual recibió la medalla “Una vida en la danza.”

En Aguascalientes también se ha reconocido su labor profesional, su intervención en la creación de la Escuela de Danza, su lealtad al Instituto Cultural de Aguascalientes, su espíritu de trabajo y coope-ración manifestado a lo largo de tantos años, por lo que también ha recibido honores y homenajes.

El Instituto Cultural de Aguascalientes le otorgó en 1989 al Ballet de Aguascalientes dos medallas: una por 200 funciones didácticas y la otra por 100 funciones didácticas. Además, le entregó al maestro Berard la medalla “Al Mérito Docente por xx años”, y poco después, la medalla “Al Mérito Docente por xv años”.

En 1991, el Fideicomiso Profesor Enrique Olivares Santana le otorgó el “Premio Aguascalientes” por sus valiosas aportaciones al desarrollo de las artes y en reconocimiento a sus méritos personales.

Georges Berard con el maestro Jorge Galván y un grupo de actores de los Teatristas de Aguascalientes

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El 27 de junio de 1998, en el Teatro Morelos, el Instituto Cultural de Aguascalientes le ofreció un homenaje promovido por la maestra Beatriz Juárez, bajo el título: A Berard de corazón.

En noviembre de 2000 el Instituto Cultural de Aguascalientes le otorgó un reconocimiento “Por sus treinta años de entrega total al arte de la danza en los que abrió caminos y sembró inquietudes enriqueciendo esta disciplina artística”.

En marzo de 2007, el Instituto Cultural de Aguascalientes le otor-gó un reconocimiento “Por su invaluable aportación cultural siendo pieza fundamental en el surgimiento y crecimiento de la danza clásica en nuestro estado”. Reconocimiento firmado por el ingeniero Luis Armando Reynoso Femat, gobernador constitucional del estado.

Igualmente, la Casa Terán le otorgó un reconocimiento “Por su valioso apoyo como coordinador de los ciclos de cine francés e internacional”.

En el libro Antenas vivas de Salvador Camacho Sandoval aparece una larga conversación que tuvo el autor con el maestro Georges Berard.18

Siempre atento a la vida cultural de la ciudad y abierto a incor-porarse a cualquier proyecto artístico, el maestro Georges Berard permanece en la quieta soledad de su casa en la que casi se escucha el crecer de las plantas que cuida con esmero. Permanece solo, sin familia propia. “La vida me fue llevando así, estaba tan ocupado con la danza que no tuve tiempo”, dice sonriendo al tiempo que levanta los hombros y abre sus manos, esas manos generosas como él mismo que sembró su arte en una tierra pródiga que sigue dando frutos.

Por último, el maestro Georges Berard dice: “Toda actividad ar-tística creadora, precisa ser compartida para existir realmente y trascender, y nosotros a través del ballet logramos hacer vivir el arte de la danza al compartirlo con el público y por consiguiente lo hicimos trascender”.

18 Camacho Sandoval, Salvador. Antenas vivas. Conversaciones con artistas de Aguascalien-tes. México: concytea, uaa, ica, 2009, pp. 29-39.

Ballet Las dos palomas, coreografía de Georges Berard y música de Rousel, con el Ballet de Quebec en 1960

TESTIMoNIoS

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Lucy ArceGeorges Berard, un artista comprometido

Hace treinta años que tuve la ocasión de conocer al maestro Geor-ges Berard y a su trabajo en Aguascalientes, quedé gratamente sor-prendida por la labor de un artista sumamente comprometido y culto que transmitía a la gente con la que trabajaba una estética fuertemente europea.

Por esos años no era común en ningún estado de la República mexicana que hubiera grupos que se sometieran al dinamismo y la entrega de su maestro, y que a su vez estuvieran presentando los grandes ballets de repertorio y alternativos en condiciones tan dignas.

La escenografía y el vestuario eran sumamente cuidados, siempre supervisados por él, quien venía de esa tradición y sabía claramente lo que quería, logrando así un grupo con un amplio sentido teatral y dancístico que tan difícil es encontrar en compañías mucho mejor formadas técnicamente.

El maestro Berard es un hombre que ha dejado un fuerte legado a Aguascalientes y a todos los que llegamos a colaborar estrecha-mente con él, y sin duda una piedra angular para el camino que seguiría la danza en dicho estado.

¡Gracias, maestro!

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Herlinda Aréchiga AlmaguerAl maestro Georges Berard Desde muy pequeña me llamó la atención la danza, inclusive tomé clases de ballet clásico, pero fue poco tiempo. Cuando llegó el maestro Georges Berard me incorporé nueva-mente a las clases, y el maestro me transmitió tanto su gran amor y entusiasmo por el ballet, que estuve a su lado en la compañía del Ballet de Aguascalientes por más de quince años, siendo fundado-ra de este grupo. Este tiempo lo disfruté mucho, pues el maestro, además de enseñarnos la belleza de la danza nos enseñó también a disfrutar la belleza de la vida. El maestro Berard es un ser humano maravilloso, con todos los dones que puede tener una persona, y además, no los oculta.

Muchísimas gracias maestro Georges Berard por venirte a radi-car a Aguascalientes y gracias a Dios por haberlo cruzado en mi vida. Te quiero mucho mi querido maestro.

María Elena Cardona VelascoEl maestro Georges Berard, pilar del Ballet en Aguascalientes

El maestro Berard llegó a Aguascalientes, en 1969, para hacerse car-go de las clases de ballet de la Casa de la Cultura.

En 1970 presentó Las sílfides, entonces me enteré de que estaba aquí. Fui a ver la función y me presenté con él, yo ya había tomado clases con el maestro Antonio Avilés.

El maestro Berard es el pilar del ballet en Aguascalientes. Gracias a él conocimos aquí a grandes bailarines que el maestro invitaba para las funciones estelares que se daban principalmente en diciembre.

Cuando lo vi por primera vez, me pareció una persona conoce-dora de su quehacer. Con él entré de lleno al ballet y me invitó a co-laborar como maestra de los grupos de iniciación a la danza clásica.

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Ser su colaboradora, participando como integrante del Ballet de Aguascalientes y ayudándole en la confección de vestuario, me llevó a conocerlo cada día más y mejor. Nos pasábamos horas enteras en Telas Tomás para comprar todo y ajustar el poco presupuesto. Aprendí a hacer tutús y siempre estuvimos muy cerca uno del otro. Esta cercanía nos llevó a iniciar una amistad que yo valoro mucho.

Recuerdo una anécdota en la presentación de Pedro y el Lobo en la que Berard hizo el papel del abuelo. En un acto, el abuelo abría una reja, el gato entraba y el abuelo cerraba la reja. En aquella ocasión, la cola del gato, que era muy larga, bloqueó la puerta tras su entrada y cuando el abuelo (que había entrado con su bastón en la mano izquierda y cojeando con el pie izquierdo) quiso cerrar la reja, tuvo que quitar la cola del gato con un bastonazo, por lo que se cambió el bastón de mano para ayudarse, olvidando que cojeaba con el pie izquierdo y salió del acto cojeando con el pie derecho, este inciden-te provocó la risa en la sala.

El maestro es una persona muy comprometida con cualquier ac-tividad que emprende, lo fue en su tiempo con el Ballet de Aguasca-lientes, y lo ha sido también en su más reciente pasión por el teatro. Disciplinado, puntual y responsable. Jamás deja algo sin llevarlo a término perfecto. Es sobre todo un gran ser humano.

El maestro Georges Berard adoptó Aguascalientes como su pa-tria chica, y nos adoptó a varios amigos afortunados que tenemos la dicha de estar en su vida.

Irene ClementeGeorges Berard, mi maestro

Como todas las tardes a las seis, nos reuníamos afuera de nuestro salón de clases en la planta alta de la Casa de Cultura, aguardando la llegada de nuestra maestra Martha Díaz Cárdenas, en aquel enton-ces maestra de danza clásica, moderna y folclórica; siempre puntual, ese día no llegó. Contra todos los deseos de nosotras, sus alumnas, nuestra maestra no regresó, había presentado su renuncia.

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En nuestro habitual recorrido por la Casa de la Cultura, de salón en salón, entre clase y clase, Guadalupe Alonso y yo solíamos pasar a la dirección con Ofe Delgadillo manteniendo la esperanza de que pronto se reanudaran las clases.

Al fin a inicios del siguiente año, nos comunicaron que ya había maestro, un extranjero, bailarín de profesión y coreógrafo, venía de Guatemala y estaba considerando la posibilidad de quedarse aquí en Aguascalientes.

En el salón, preparados ya para recibir nuestra clase, entre co-mentarios y silencios, aguardábamos su llegada. Se abrió la puerta del salón, entró don Víctor Sandoval acompañado: “Maestro Geor-ges Berard, estos son sus alumnos, los dejo para que ya se pongan a trabajar”.

Difícil la comunicación, él hablaba francés y medio mascullaba el español. Nuestro vocabulario técnico de la danza era reducido y pronunciado por él en forma correcta resultaba desconocido; nues-tra técnica deficiente. La expresión en el rostro del maestro no fue alentadora, esperaba encontrar más, entonces tuvimos temor de que él se desilusionara, que el maestro recién llegado, alto, joven, guapo con sus ojos azules decidiera regresar a Guatemala. ¡No le conocíamos! Se requiere más que eso para hacerlo desistir en su empeño. Decidió quedarse. Definitivamente se enamoró de noso-tros, sus alumnos igual que nosotros de él y de la gran familia que éramos todos en la Casa de la Cultura, a la que sin ningún problema integró su persona y también su interés en diversas actividades.

Su presencia y actitud siempre afable. Exigente ante las aptitudes de sus alumnos, respetuoso y paciente con sus limitaciones. Traba-jador incansable, entusiasta en los nuevos proyectos; dando su cla-se, montando una coreografía, dirigiendo un ensayo, asesorándonos como maestros, seleccionando música, cortando, cosiendo, bordan-do, pintando y…cocinando. Hortelano, bordador o tejedor de tapi-ces. Sensible a cualquier manifestación del arte.

En el día a día, entre enseñanza y aprendizaje nos fuimos com-prometiendo movidos por el deseo de bailar. Adquirimos disciplina y técnica, superamos dolor y cansancio físico y sobre todo disfru-

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tamos de la satisfacción íntima y muy personal de vivir la emoción de bailar.

En el mes de junio, al terminar la clase me dijo el maestro: “Irene, ¿puedes venir mañana a las cuatro de la tarde?” Asentí sin que hu-biera más comentarios. Al día siguiente cuando llegué me esperaba ya en el salón. Me cambié y cuando estuve frente a él simplemente me dijo que quería que trabajáramos fuera del horario de clases, preguntó si podía hacerlo, contesté que sí guardando mi regocijo por dentro, era toda una deferencia.

Complacido, sacó de la bolsa de su pantalón un papel con anota-ciones; leyendo, comenzó a desplazarse de un lado a otro, contando, moviendo sus brazos y manos de esa, su manera habitual. Entonces empezamos a trabajar.

Me gusta pensar que en ese momento fue el inicio del primer montaje coreográfico para el aún no nacido Ballet de Aguascalientes: Las sílfides.

Innumerables e irrepetibles momentos pasé con él. Fueron años vividos en esta experiencia llenos de intensidad en los que me sentí feliz, pero se cierran los ciclos personales y transcurren los años, yo revivo en mis recuerdos, y como entonces, me siento disfrutar y me recreo.

Mi maestro Georges Berard, mi querido maestro, mis experien-cias y momentos compartidos permanecen, presentes en mi vida y en mi corazón. Gracias maestro por todo lo que me ha dado.

Claudia del RíoGeorges Berard

Ritmo y repetición. Movimiento. La danza es una buena analogía de la vida. Acompasada y contundente o breve y festiva, existen tantos matices como bailarines y tantas propuestas como las ideas que en ocasiones son difíciles de traducir en palabras. Intento escribir este texto no desde la nostalgia simple y rancia de lo irrecuperable, sino

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desde el presente único y fugaz, que pone en perspectiva las histo-rias como si hubieran sucedido hace más tiempo del que realmente ha pasado.

He pensado en los detalles. Finales de los sesenta: los colores de entonces, los gustos estridentes, los desencantos y los pequeños milagros de esta ciudad, aún poblada por la rigidez tradicional de las buenas costumbres y la sabiduría de los refranes. Un extranjero lle-ga. Las miradas curiosas de los habitantes de siempre, acodados a las ventanas y habituados a novedades poco espectaculares escudriñan la estampa y probablemente por primera vez, se abre la perspectiva de la aceptación hacia lo diferente. La amabilidad de la mirada equili-bra el atisbo de excentricidad en la figura alta y esbelta de Georges Berard. Unos zuecos con suela de madera en los pies que alterna con las zapatillas de ballet. Sensibilidad y estoicismo; apertura y dis-ciplina. La sintaxis ausente de la lengua que continúa aprendiendo y un acento imposible que dificulta a veces comprenderle. Después de todo no es tan necesario: Berard juega con las palabras y cambia su sentido, pero al final, su verdadero lenguaje es el del cuerpo.

Aguascalientes era entonces una ciudad ávida de nuevos apren-dizajes y el momento era propicio. La identidad cultural hidrocálida se reconstruía a partir de la herencia y la adquisición de los artistas recién llegados (Naranjo, Galván), que venían a ilustrar y a cambiar la perspectiva de vida de muchos de los que éramos niños o adoles-centes en aquel entonces. No digo que la influencia no haya permea-do también a los adultos; sin embargo los recuerdos y las imágenes de la infancia se graban no solo en el recuerdo: forman parte del organismo, pues el niño vive en el cuerpo y en el movimiento.

El extranjero venía desde muy lejos; había estudiado en París. Era bailarín y actor. Además, era maestro de ballet y estaba dispuesto al trabajo de consolidar un grupo que tomara la danza con la seriedad requerida para lograr puestas en escena con bailarines locales. ¿Qué requería el ballet? Disciplina, conciencia corporal, entrenamiento duro, pasión y constancia. Conocimiento de las imágenes que se pretende recrear con el cuerpo. Oído musical. Porte. Arte. Imagino los primeros días de trabajo del maestro y me viene a la memoria su rostro: ¿habrá dudado de su decisión de comenzar a trabajar al en-

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frentar la realidad de un grupo de alumnos tan heterogéneo? Segu-ramente, a excepción de algunos compañeros realmente virtuosos, la materia prima para comenzar no era óptima: cuerpos no prepa-rados, mentes provincianas, pudores heredados, mala pronunciación de un francés ajeno y complicado para nombrar los pasos. ¿Cómo transmitir el entusiasmo por una disciplina extraña y extranjera, de ritmos y compases de otros sitios? Sabemos que se necesita más que decisión para dominar el cuerpo y fluir con la música. Probable-mente se partió desde la voluntad y se logró integrar, en un tiempo relativamente corto, un cuerpo de baile naif y entusiasta, dispuesto a las repeticiones requeridas para perfeccionar sus habilidades. A diferencia de la selección que se realiza actualmente en las escuelas profesionales de danza, en la que se toman en cuenta características como la estatura, la extensión, la flexibilidad y la presencia, en los primeros tiempos del Ballet de Aguascalientes el trabajo y la cons-tancia fueron los encargados de afinar los cuerpos, de lograr los giros, de elevar los saltos. Y como no había posibilidad de vivir de la danza, estas bailarinas deseosas de público y de escenario eran tam-bién bailarinas estudiantes, trabajadoras, obreras, madres. No im-portaba. Valía la pena combinar oficio y disciplina, oficio y arte. Valía la pena invertir tiempo en los ensayos, volver a intentar las secuen-cias, observar las sutiles diferencias que la repetición y la conciencia generan. El cuerpo se transmuta y de pronto también la vida vale la pena. Las notas musicales comienzan a asociarse al nombre de un paso en ejecución: aquí un grand battement, acá un demi-plié. Se consolidaron formas de movimiento y de acción que anteriormente eran solo bocetos; Georges Berard presentaba posibilidades nuevas no solamente para los bailarines en ciernes sino también para un público en formación.

Los recuerdos son muchos y carecen de orden; por eso he de-cidido confiar en la memoria, pero no en la que almacena datos y estadísticas de meses y años, sino en la memoria real y honesta que recrea los hechos desde la perspectiva de la admiración y el goce compartido. La Casa de la Cultura fue, para muchos de nosotros un patio de juegos en donde resonaba continuamente el sonido del piano y la voz extranjera que marcaba el compás. La danza se

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convirtió en una actividad opcional para llenar nuestras tardes. Ini-cialmente la intención era muy práctica: ocupar el tiempo libre; sin embargo las posibilidades de expresarse de maneras distintas y la admiración por los compañeros que ya participaban en el Ferial o en las puestas en escena que se presentaban en el Teatro Morelos se convirtió en un motor. El ballet se volvió un estilo de vida, un medio propicio que permitía alternar en un día las mañanas monótonas de lectura y actividad escolar con las tardes llenas de promesas: algún día, si trabajas más duro, si alargas más el cuerpo, si elevas más las piernas, si logras otro giro, podrás subir al foro y entonces sí serás ya no la espectadora sino la dueña del escenario. Para muchos de mi generación, la posibilidad de ser creadores y “artistas” nos vino dada por el maestro Berard.

La experiencia de pertenecer a un grupo de danza enriquece y permite entenderla no solo como una actividad recreativa, sino como una afirmación de los valores estéticos que reflejan la expre-sividad del coreógrafo, la interpretación de los bailarines y al mismo tiempo, la capacidad de interpretación del público que acepta o re-prueba las imágenes dancísticas. La danza te cambia; después de tra-bajar día con día el mismo paso y la misma secuencia en la búsqueda de la precisión, difícilmente se puede volver a ser la misma persona. Y es que el trabajo corporal modifica nuestras percepciones y nos convierte en instrumentos. No se trata de movimientos mecánicos, sino de creaciones únicas, pues cada representación es diferente y a veces, aunque las condiciones físicas no sean las idóneas, la ca-pacidad de expresión y la intención comunicativa complementan y logran trascender la técnica pura. Es cierto que en aquellos años no existía mucha posibilidad de ver representaciones de danza clásica; raramente venían compañías de ballet a nuestra ciudad y no era fácil estar al día en cuanto a lo que se estaba experimentando o montando en otros lugares. Fue la decisión de abordar una técnica difícil a pesar de no siempre poseer las condiciones ideales para ello la que logró generar un fuerte equipo de trabajo que, consciente de las carencias existentes, optó por el esfuerzo consistente. Sé que en los primeros tiempos los integrantes del Ballet de Aguascalientes se reunían a confeccionar el vestuario en casa del maestro; recuerdo

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haberlo apoyado a pintar telones de fondo para la escenografía. Era lo que se requería en ese momento y lo que nos acercaba, desde los pequeños detalles, a desarrollar un grupo de ballet al estilo de las grandes compañías.

Por otra parte, los miembros del ballet crecieron; los que con-solidaron sus habilidades se integraron a compañías tan importantes como la Compañía Nacional o salieron a estudiar a otras ciudades o al extranjero. Otros más se formaron como maestros convirtiéndo-se en el cuerpo docente de la Escuela de Danza y al mismo tiempo continuaron apoyando iniciativas que como los programas escola-res, proporcionaba a los bailarines la oportunidad de presentarse semanalmente y adquirir experiencia sobre el escenario. En dicho programa se daba a conocer la danza clásica a alumnos de escuelas primarias que habían tenido pocas posibilidades de acudir al teatro a presenciar un espectáculo especialmente pensado para ellos.

Estoy consciente de que mis memorias son parciales y no pueden reflejar la historia del Ballet de Aguascalientes; estuve fuera mucho tiempo y mi participación fue generalmente marginal y subjetiva. Sin embargo en Monterrey, el haber sido alumna del maestro Berard me permitió conocer nuevas técnicas y distintos enseñantes que como Tere y Ma. Eugenia Fuentes, habían tenido la experiencia de trabajar con él. Haber sido su alumna siempre fue una buena referencia.

Es evidente que Georges Berard ha dicho muchas cosas y lo sigue haciendo de distintas maneras: trascendiendo el movimiento la labor del maestro ha ido más allá. Reconozco al ser humano que siempre busca nuevas maneras de crear, sea a partir del huerto que cultiva en casa, de los quilts que durante mucho tiempo diseñó, de la cocina, del teatro… sobre todo como generador de posibilidades en nuestra comunidad de creadores. Aunque la danza fue siempre el mayor vehículo de participación del maestro, siempre ha aportado iniciativas para complementar el desarrollo cultural de Aguascalien-tes, como su participación continua en la selección y proyección de películas para cineclubs, y su pasión por la cocina y el entusiasmo por compartir recetas, algunas de familia y otras que de tanto coci-narse se volvieron familiares.

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Nos acostumbramos a verlo caminando por las calles del centro, con paso ágil y decidido. Él también se acostumbró a nosotros; pien-so que tal vez ahora se sienta más nuestro. Como ejemplo basta de-cir que hace algunos años veíamos en la televisión un programa en el que en un momento determinado, entrevistaban a Carlos Fuentes. Atrás del escritor se veía que caía la nieve abundantemente.

—¿En dónde están haciendo la entrevista, que está nevando? –preguntó el maestro.

—Seguramente en Europa– respondí. Carlos Fuentes ha sido miembro del cuerpo diplomático y buena parte de su carrera ha transcurrido en el extranjero.

Entonces el maestro exclamó, con asombro y un fuerte acento francés ¡¿Pero cómo puede alguien vivir tanto tiempo fuera de su país?!

Espero que ahora ya tenga la respuesta.

Lourdes GiacintiGracias querido maestro Berard

Por siempre estaré agradecida con el Señor por haberme dotado de sensibilidad y amor al arte de la danza y la música, hecho que se complementó al poner en mi destino de juventud a un hombre y maestro extraordinario.

Gracias querido maestro Berard por todos y cada uno de los momentos de realización y gozo que experimentamos en las clases y ensayos en los que estabas al frente. Tu profesionalismo como gran bailarín y coreógrafo, la disciplina, la enseñanza, los consejos, la pa-ciencia y el cariño que siempre nos mostraste, lograron enriquecer día a día nuestro espíritu.

Los momentos vividos a tu lado y los recuerdos de tan variadas situaciones experimentadas por tantos años, son inolvidables. No solo en la memoria, sino que en el corazón y en el alma, estará laten-te por siempre la presencia del querido maestro Berard, toda una personalidad que se evoca impartiendo clase, con su peculiar acento

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francés, su gran entusiasmo, su gentileza y su amor hacia la danza y hacia nosotros, cada uno de sus alumnos.

Hemos sido y somos privilegiados por haberte tenido como nuestro querido y admirado maestro, pero ahora, sobre todo, como nuestro entrañable amigo.

T. Shawn dijo: “La danza es el único arte en el que nosotros mis-mos somos el material del que el arte está hecho”, y guiados por ti pudimos ser parte de este arte, querido maestro Georges Berard.

Beatriz Eugenia Juárez RodríguezMaestro Berard, ¡ya lo sentimos como aguascalentense!

Era el año 1968, recuerdo bien que comenzó un alboroto en el am-biente artístico de la Casa de la Cultura, pues llegaría como maes-tro de ballet un extranjero franco canadiense. Nos preguntábamos cómo sería, si hablaba el español, lo único que sabíamos es que aparte de ser maestro, seguía bailando.

El día llegó ¡qué alboroto! El salón, aquel salón tan grande y her-moso, estaba lleno de niñas, entre ellas mis hermanitas Angelina, Graciela, Cecilia y Martha.

Mi hermana Lupe y yo, ya nos sentíamos grandes, “ya sabíamos de ballet”. La sorpresa fue al ver a nuestro nuevo maestro, con presen-cia de verdadero bailarín. Exquisito, formal, bueno… cuando reía se ponía rojizo y al reír con más alegría, le lloraban los ojos.

¡Qué maestro!... bueno, comenzamos las clases, pero: “¡oh niña!”. No entendíamos el idioma del maestro, entre francés, español y quién sabe qué otro idioma, ya comenzábamos a sufrir, dándonos cuenta que en realidad estábamos aprendiendo algo nuevo.

Al tiempo comprendimos la terminología de la danza clásica: pas de bourrée, rond de jambe a terre o a l’air, demi-plié, relevé, etc. No fue fácil, yo llegué a llorar por no lograr coordinar mis piernas con

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brazos y cabeza. Ya estábamos aprendiendo realmente el ballet con nuestro querido maestro Berard.

En 1970 año que formó el Ballet de Aguascalientes, ¡qué maravi-lla!, el maestro organizaba, con sus bailarinas y bailarines, el taller de costura. Él, que es sapiente en realizar vestuario y maneja muy bien la máquina de coser, los tules y las gasas, y con los demás compañe-ros se dedicaba a diseñar y a construir el decorado. La encargada de organizar la sección de fotos era la mamá de Herlinda Aréchiga, doña Herlina Almaguer. Mi padre, Ladislao Juárez Ponce, se dedicaba a arreglar la música de los ballets seleccionados para el estreno y a dirigir la orquesta.

Cuando bailamos, hasta salíamos de gira a otros estados de la República y en los mejores teatros, comenzando así en el Festival Cervantino al cual estaríamos invitados cada año.

Yo ya estaba convencida de ser bailarina, dedicarme exclusiva-mente a la danza, creo que el maestro Berard con su correcta dis-ciplina, los libros que me regaló, su apoyo tanto a Lupe mi hermana como a mí, para que asistiéramos durante cuatro años a los cursos de verano de la Academia Nacional de la Danza en el Distrito Fe-deral, los maestros y bailarines profesionales que invitaba a bailar con nosotros en el Ballet de Aguascalientes, lo que lograba apo-yado por las autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes y de la Casa de la Cultura de Aguascalientes, fue también aprendizaje para nosotros.

En fin, gracias a la aparición en Aguascalientes y en mi vida, del maestro Georges Berard, logré el sueño de mi vida, ya que al hacer audición en la Compañía Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes, al hacerme la prueba sobre lo que sabía de ballets de repertorio, y como si nada, al poner la música me deslizaba con mucha seguridad, alegría y aplomo, logrando así el contrato deseado. Hablando de mi hermana Lupe, ella fue la mano derecha del maestro Berard como maestra y ensayadora. Cuando regresé del Distrito Federal, así terminé apoyando al maestro Berard en mi tierra.

¡Gracias maestro Georges Berard, por todo, ya lo sentimos como aguascalentense!

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Cecilia NaranjoEl maestro Georges Berard

Como profesional: es un gran conocedor de la danza clásica, que es su especialidad pero, lo que lo hace ser un profesional es que está sumamente documentado y actualizado a través de experiencias propias, como son sus viajes, lo que ha visto de cine, teatro, exposi-ciones, etc., conoce de manera extraordinaria historia de la danza, de la música clásica, literatura de la misma. Además, su profesión está integrada a su vida cotidiana y eso lo hace muy armónico, por lo tanto se convierte en un profesional de la danza universal.

Como amigo: es una persona recta, honesta, discreta y muy res-petuosa, que siempre le aporta algo a los demás. Al final de una plá-tica te deja la sensación de la búsqueda por algo, la motivación.

Sin ser oriundo de Aguascalientes ha tenido un gran compromiso con su ciudad adoptiva difundiendo y creando escuela y en recono-cimiento a ello, la escuela de danza lleva su nombre.

Como ser humano: es congruente, sensible y auténtico. Se ca-racteriza por ser austero y modesto, con una gran riqueza que es la cultura, lo cual es su aportación a la humanidad.

Gabriela Ibeth NavarroGeorges Berard, Te deum

Un vocablo basta para consagrar mi pensamiento a Georges Berard. Gracias maestro, por haberme convocado con su enseñanza a vivir en la danza, por la danza y para la danza.

Por haberme inculcado el arte del movimiento, el que realicé por más de treinta años y en el que experimenté las manifestaciones más genuinas y posibles del ser humano.

Por haber sido mi guía, con quien percibí que la disciplina de la danza genera disciplina de vida y ello me otorgó logros significativos que hoy puedo compartir.

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Al bailar, descubrí mi capacidad de luchar, de amar, de construir la autoconfianza, de darle valor a la oblación, a la entrega, a la ovación.

Sus coreografías de repertorio o de su propia inspiración, me subieron a escena más de tres mil ocasiones y me brindaron la oportunidad de demostrar al público su identidad, maestro, a la que nombró durante más de veinte años Ballet de Aguascalientes.

Bien evoco Plenilunio, Carmen, Elegía a la ausencia, Homenaje a Liz y a Callas, Concierto para una voz, Balada, La noche, Cascanueces… cuyas partituras acompañan mi quehacer cotidiano.

Sus constantes apremios para lograr la dinámica del perfecciona-miento continuo no hicieron algo más que otorgarme la cultura del movimiento, con quien logré traspasar fronteras, entre otras: Mon-treal, Canadá, su ciudad natal, Estados Unidos y predominantemente París, Francia, proyectando esta cultura a través de la Asociación de Danza Artidanz, reconocida por el gobierno francés y en quien está acogido, maestro, su saber, su presencia, su esencia.

Gracias maestro, por habernos permitido vislumbrar nuestra propia trayectoria.

Porque al margen de la técnica, logró identificar en nosotros, dinámicas espontáneas a las que le importó encauzar y cultivar, rei-terándonos que la danza como la vida tienen su propia energía y somos cada uno de nosotros quien debe interpretarla.

Gabriela Orona ZermeñoEl maestro que cambió mi vida

Estaba ahí, comenzando mi adolescencia, entre las cuatro paredes de mi habitación. Imaginaba que algo tendría que suceder para que mi existencia tuviera un sentido, una motivación. Estaba segura que sucedería…

Un día algo surgió en mi interior y me guió a las clases de danza de la Casa de la Cultura como se llamaba entonces el Instituto Cul-tural de Aguascalientes. Llegué en el tiempo preciso, ni antes ni des-pués, pues ahí encontré a nuestro querido maestro Georges Berard quien marcó mi vida, para siempre.

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Gracias a él descubrí el apasionante mundo de la danza, com-prendí que un esfuerzo diario nos conduce al mejoramiento de nuestro ser en varias dimensiones. Adquirí los conocimientos de la técnica del ballet clásico a través de su enseñanza desinteresada, mis sentidos se abrieron para percibir al mundo de otra manera y para expresar mis emociones. Mi maestro me guió en el desarrollo de las habilidades necesarias para presentarme ante el público aficionado a la danza, dominando mi nerviosismo escénico, y esforzándome en ejecutar lo mejor posible el papel que tenía asignado. También mis actitudes de responsabilidad, perseverancia y tenacidad fueron desarrolladas gracias a la disciplina que mi maestro, a través de su ejemplo, me transmitió.

Recuerdo los preparativos para nuestra primera función del Ballet de Aguascalientes, cuando todos los integrantes de la compañía trabajábamos con mucho entusiasmo en los ensayos e incluso en la confección de nuestro propio vestuario, siempre bajo la supervisión del maestro quien no limitó su tiempo para realizar sus proyectos con la mayor calidad posible.

Comencé formando parte del cuerpo de ballet y mi primera ex-periencia escénica fue en Las sílfides. Poco a poco, fui avanzando y ejecutando coreografías de mayor dificultad hasta que llegué a ser primera bailarina y maestra en la escuela que me formó. Esto no hu-biera ocurrido sin los consejos, las correcciones y la confianza que mi maestro depositó en mí.

En mis recuerdos siempre estarán anécdotas vividas en clases, ensayos y presentaciones así como los reconocimientos cuando la ejecución en el escenario lo merecía.

El tiempo y las circunstancias me han llevado a desempeñarme en otro ámbito pero en mi ser interior siempre subsistirán el agra-decimiento y el cariño sincero para quien por amor a su trabajo despertó en varias generaciones aficiones y profesiones alrededor del mundo de la danza.

Maestro Georges, la trascendencia de tu trabajo, tu perseverancia y tu ejemplo estarán presentes no solo en mí, sino en todos los que hemos tenido la fortuna de encontrarte en nuestro camino.

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Blanca Rivera RíoGeorges Berard

¿Qué puedo decir de alguien que ha dado todo? Bien dijera Maho-ma: “La verdadera riqueza de un hombre está en la bondad que hace en el mundo”.

Sí, al maestro Berard a quien tuve la fortuna de conocer cuando era niña, no sólo le reconozco el haberme enseñado y compartido una auténtica pasión y respeto por la danza, sino también, el haber trascendido él como docente de una técnica, su compromiso y leal-tad hacia su profesión. No solo a mí, sino a todos los que hemos tenido el privilegio de conocerlo, nos ha transmitido cómo en la vida hay que luchar por los ideales y, ¿cómo fue?

Es increíble, pero fue a través de las correcciones que nos aplica-ba. Sí, era un hombre rígido, más bien, disciplinado, táctica a la cual siempre nos rebelamos los seres humanos y más aún cuando se es niño, cuando quieres actuar por impulso más que por dirección. Lo interesante es cómo nos fue integrando, no solo en el conocimiento artístico, sino de manera integral, éramos una familia. Llegó el mo-mento en que el grupo que conformábamos, totalmente disímbolo, ya que acudíamos principalmente de todas las edades, quienes con más entrega, y quienes con más tiempo, sí ¡no es lo mismo!, pero esta disparidad de voluntades, se fue encauzando en una sola: la dan-za. El amor que nos transmitió nuestro maestro fue siempre ideali-zado, como debe de ser cuando tienes una aspiración, nos enseñó a tener la visión, cuando en Aguascalientes no había la claridad de una necesidad artística, él ya con su formación y decisión, nos hizo sentir esa proyección, que ahora con lo que he aprendido me doy cuenta cómo el desarrollar y formar a un niño en el entorno artístico nos hace mejores seres, obviamente con una gran sensibilidad, y bueno, el vivir la danza no es solo un ejercicio, entran en juego todos los sentidos; el estar acompañados de la música de las obras de grandes autores, nos remite a otro mundo nunca lejano, al contrario, nos demuestra cómo el arte es atemporal, sí, porque no corre el tiempo, las grandes obras maestras, como en la literatura, siempre estarán vigentes, las tramas son signos con diferentes nombres y distintas

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épocas, pero con el mismo mensaje, ese fue siempre el interés de nuestro maestro.

El asistir a clases diariamente con él, siempre nos despertaba inquietud, y gran interés, algo que siempre tengo presente que nos decía: “Mira niña, si vas a pasar tres horas de clase, aprovéchalas, las mismas van a transcurrir, las emplees o las desperdicies”. Qué ver-dad, el tiempo transcurre, y de nosotros depende el aprovecharlo o sencillamente derrocharlo.

El tiempo para él siempre fue vital. Cuánta razón tenía, la puntua-lidad era insustituible, si no llegabas a la hora, no podías participar en la clase, ni tampoco podías retirarte hasta que concluyese, es así como de un grupo de amateurs, logró conformar un grupo de profesionistas. Sí, el haber logrado crear la compañía de danza fue una labor increíble, sin nadie vivir de un sueldo, hablando de una rea-lidad, existió el hermoso interés de pertenecer a la compañía; nos emocionaba y nos motivaba a seguir asistiendo a clase, y a las niñas como yo, era aspirar a tener los papeles protagónicos interpretados por las grandes.

El escritor francés Jean Cocteau dijo: “A Picasso, hasta los que le detestan, le soportan, porque nunca usa el talento, sólo usa el genio. Sus obras nunca son pensamientos. Son actos”.

Me atrevo a establecer una analogía con lo descrito anteriormen-te con el actuar del maestro Berard. Su vida ha sido siempre trabajo, actos, entrega, dedicación. Sin embargo, también me atrevo a decir que no hay quien pueda tener un sentimiento negativo en su contra, ya que otra de sus enseñanzas es que nunca se metió en la vida de nadie, siempre respetuoso, su único interés ha sido la danza. Ni per-mitía, ni provocaba generar comentarios en torno a alguien.

El haber sido parte de mi formación, me enorgullece y me com-promete a realizar cada una de mis obras con pasión, a responsabi-lizarme de mis actos y saber hacia dónde voy. Qué razón tiene mi maestro, hay que hacer, no simular.

¡Qué privilegio el haber tenido la oportunidad de encontrar en mi vida una persona con la visión del maestro Berard, a quien siem-pre admiraré y reiteraré mi cariño y reconocimiento por ser un grande. ¡Gracias maestro, te quiero!

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José Luis Sustaita LuévanoGeorges Berard, un ser humano especial, distinto y auténtico

Escribir sobre el maestro Berard, de mi maestro, resulta una exce-lente oportunidad para agradecer al destino por hacerme coincidir y más aún, transitar junto a él por la vía del conocimiento, la sabi-duría, la sensibilidad y la pasión por la danza clásica, de manifestarle mi gratitud por iniciarme en el estudio de un lenguaje dancístico y una filosofía de vida que me permitió desarrollarme como ser hu-mano y como profesionista (artista) y de hacerlo bajo principios de respeto, compromiso, honestidad, entrega y generosidad; de él no solo aprendí el abc de la danza clásica, también aprendí de arte en general y de una forma distinta de ver y de vivir la vida, con él he pasado momentos trascendentes y gratificantes que han enriqueci-do mi espíritu y mi experiencia. Mi relación con el maestro Berard inicialmente de maestro a alumno, al tiempo se ha convertido en una profunda amistad.

Creo que el maestro Berard es un ser humano especial, distinto y auténtico, con un vasto conocimiento de la vida y del arte, que pertenece a una generación de pioneros que hicieron “escuela” en Aguascalientes, que debe ser considerado un verdadero promotor de la cultura en nuestro estado, ya que a través de su saber y su que-hacer, transformó su entorno influenciando no solo a la comunidad dancística sino a la comunidad artística hidrocálida en general.

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Gabriela Ibeth Navarro y Efraín de la Rosa

ANExoS

Georges Berard durante su estancia en París, Francia

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Anexo 1

Orquesta de Cámara del Instituto Aguascalentense de Bellas Artes (iaba)

J. Guadalupe Robles Guel. DirectorMaría del Carmen AguayoHéctor ArenasRafael BalderasJuan Manuel JiménezJusto MartínezFrancisco MontesTrinidad PalafoxJ. Rosario PérezJosé Ramírez Raúl RamírezAntonio Rodríguez D.Antonio Rodríguez G.Fernando SotoGilberto VázquezFrancisco Vital

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Anexo 2Personas que participaron como bailarines o actores en el Ballet de Aguascalientes

AAcero BlancaAcosta AlejandroAcosta DhamelesAcosta Lubia AlejandraAguayo MarioAguilar JaimeAguilera CynthiaAguilera OlgaAguayo MarissaAlba ElizabethAlcalá María ElenaAlcalá Ceciliaálvarez Anna Paulinaálvarez Laura PatriciaAlonzo Juan CarlosAlonzo Manuelálvarez GeraldineAmador María de LourdesAraiza Francisco Invitado de MéxicoArce Lucy Invitada de MéxicoAréchiga HerlindaArenas ElizabethArellano Lorenaávila Claudia Elenaávila Mónicaávila Rigoberto

BBarrón María de LourdesBernal AlejandraBernal BrendaBernal TeresaBerumen Etna BereniceBerumen Karla LeticiaBerumen RosaBrun Ma. Luisa

CCaballier YueritziCabrera Francisco JavierCabrera José LuísCalderón MarthaCalderón Martha CeciliaCalderón SilviaCamarena ClaudiaCampos Erick Invitado de MéxicoCardona Orele CarmenCardona María ElenaCardona MónicaCarrera José LuísCarrillo Tania LizetteCastanedo María de JesúsCastanedo AngélicaCastanedo NataliaCastellanos Ana Marlene

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Castilla LeticiaCastillo EduardoCastillo EverardoCastorena AdrianaCastro CarolinaCampos Ana LucíaCampos ErickCampos JoséCampos José LuísCampos MaribelCampos PorfiriaCervantes ElviraChávez CynthiaChávez JudithChávez RebecaChávez Silvia EsthelaChávez Víctor EmanuelClemente Ana VictoriaClemente IreneContreras Rocío NohemíCrespo MoraCuéllar María Guadalupe

DDávila CarlosDe la Cerda YemeynaDe la Serna ClaudiaDe Lira GuadalupeDe Luna MiriamDel Río ClaudiaDelgado AngélicaDelgado MarioDelgado MarisaDelgado YolandaDíaz Mirella

Díaz de León NataliaDíaz de León PatriciaDomínguez Desirée

EElías LauraEnciso JorgeEscalera Rosa MaríaEscobar LuamieEsparza EfrénEsparza xochitl QuetzalEsquivel Karla LeticiaEsquivel María ConcepciónEstrada CeciliaEstrada ClaudiaEstrada Estela

FFernández TeresaFlores Claudia AliciaFlores MarleneFranco ElenaFranco IrmaFranco KarlaFuller Jacqueline Invitada de Sudáfrica

GGallegos María IsabelGamboa MónicaGarcía Ana AbigailGarcía Ana María

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García Claudia GabrielaGarcía Juan JoséGarcía Lourdes CarolinaGarcía María ElenaGarcía María de LourdesGarcía PaulinaGarcía RebecaGarcía Sofía del CarmenGaytán GabrielaGaytán Graciela IreneGaytán IsabelGaytán IvonneGaytán JesúsGiacinti María de LourdesGómez Alma JuliaGómez ArmandaGómez ElenaGómez IsabelaGómez JuliaGómez MaryGómez OtilaGómez SilviaGómez SusanaGonzález Carla MayelaGonzález GabrielGonzález GuadalupeGonzález NancyGonzález PaulaGonzález RodolfoGonzález RuthGonzález YolandaGulta AnnaGutiérrez NélidaGutiérrez Noelia Lucía

HHernández ÉrikaHernández GerardoHernández GracielaHernández HildaHernández José LuisHernández Luz ElenaHernández YaelHermosillo Ana RebecaHourseau Bernard Invitado de Francia

IIbarra Andely JudithIbáñez AdrianaIshenaliev Kouloubek Invitado de Kirguistán

JJiménez ÉrikaJiménez Hilda IsabelJiménez Sandra del CarmenJuárez BeatrizJuárez Estela MarthaJuárez EnriqueJuárez GracielaJuárez GuadalupeJuárez Rosa Cecilia

KKuri Julián

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LLara JulioLáchére Fabienne Invitada de FranciaLedesma María de LourdesLadewis Slovaka Invitada de MéxicoLivorio MirellaLivorio Ana LucíaLivorio MarcelaLizalde LucíaLuévano Héctor Iván Invitado de MéxicoLuévano Edith MireilleLuévano PatriciaLeyva AnabelLeyva María MagdalenaLópez BenitoLópez GracielaLópez IleanaLópez Juan CarlosLópez María GuadalupeLópez MarissaLópez MarvellaLópez Rosa DoloresLópez RoxanaLozano Mónica

MMacías María del CarmenMacías MiriamMadrazo DoloresMagallanes FelipeMaldonado María del Carmen

Marfetina GustavoMarín NormaMárquez EnriqueMárquez EzequielMartínez Ana LuisaMartínez Blanca Invitada de MéxicoMartínez Clara AuroraMartínez CorinaMartínez Emma AuroraMartínez GaudeliaMartínez JuanaMartínez KarinaMartínez María ElenaMassis Jorge Invitado de GuatemalaMayosa JaimeMéndez GabrielaMendoza María del SocorroMendoza MónicaMichel Osmani Invitado de CubaMolino PavelMontoya LisettMontoya Verónica Monreal CleopatraMorales LauraMorales Teresa VirginiaMorín AdelaMoreno María del CarmenMoreno JorgeMoreno VirginiaMoreno xóchitlMorisse Annick Invitada de FranciaMuñoz Cynthia

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Muñoz KarinaMuñoz Paloma de JesúsMuñoz PatriciaMuñoz Tania KarinaMuro Teresa

NNaranjo Alba AndreaNaranjo ErickNaranjo Lucía CeciliaNaranjo TaniaNavarro Gabriela Ibeth

OOchoa EllenOlvera RaquelOrnelas SilviaOrona GabrielaOrona GuadalupeOrtiz EverardoOrtiz Teresa BetzabéOrozco Martha BeatrizOrnelas SilviaOrteleja AntonioOrtega Héctor

PPadilla BlancaPadilla BrendaPalafox AngélicaPatiño María Eugenia

Pedroza María del RefugioPérez DelayPérez GabrielaPineda Alicia Invitada de MéxicoPro-Mercado OtilaPuerto Adela

RRamírez CarlosRamírez ConcepciónRamírez JorgeRangel MarthaRangel Martha VerónicaReyes Leticia del CarmenReyes MaricarmenReyes Orpha BeatrizReyes Laura CeciliaReyes Nancy AméricaReyna Delia del CarmenRío Silvia CristinaRivera Río Blanca EstelaRizo EdgarRobles RodrigoRodríguez AlbertoRodríguez CarolinaRodríguez GustavoRodríguez Jenifer FabiolaRodríguez LucíaRodríguez Óscar Invitado de MéxicoRodríguez Mario AlbertoRomano YurisolRomero Concepción

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Romero YamilRomo BeatrizRomo Martha LeticiaRuiz JamineRuiz Luz MaríaRuiz MargaritaRuiz Esparza CeciliaRuvalcaba Mónica

SSalazar Benito Invitado de MéxicoSalazar LluviaSalazar PaulinaSalazar Silvia AmaliaSaldivar Claudia AngélicaSaldivar DoloresSánchez Francisco AlejandroSánchez LorenaSandoval EuniceSantacruz LorenaSegura María GuadalupeSerna CristinaSerna MinervaSerna Tábata FabiolaSerna Pablos Invitado de MéxicoSolís VíctorSosa ElizabethSoto AngélicaSoto Norma AngélicaSustaita José Luis

TTavares Ana LourdesTerán Diana KarinaTerán Namey FabiolaTorres Joel Invitado de MéxicoTorres Mayté

UUrdapilleta Laura Invitada de México

VValdez EugeniaValdez AdrianaValdivia AmparoValdivia DoloresValle GerardoVargas Aída SofíaVázquez MaritzaVázquez Ana LuisaVázquez Juan Vázquez Jorge Invitado de GuatemalaVelas Luz VianeyVelasco Alicia Invitada de MéxicoVelasco CatalinaVelasco CitlalitVelasco Jesús Invitado de MéxicoVelasco Teresa

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Velázquez AntonioVelázquez CatalinaVenatier HildaVenatier VivianaVicencio CarlosVillar Jesica IleanaVillalobos ElizabethVillalobos NélidaViramontes IcinetVitela Marian Iveth

YYáñez JesúsYaromont IcxictliYreie CipatliYuntimping Martha Verónica

ZZegbe IrmaZeretuche Laura AmparoZúñiga Cruz Alberto Invitado de México

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Anexo 3Personas que colaboraron con el Ballet de Aguascalientes

Accesorios: Arturo Lozano Carmen Alvarado Carolina Castro Padilla Miguel Castañeda

Bailarines invitados: Alicia Pineda. México Alicia Velasco. México Blanca Martínez. México Benito Salazar. México Bernard Hourseau. Francia Cruz Alberto Zúñiga. México Erick Campos. México Fabiénne Lachere. Francia Francisco Araiza. México Héctor Iván Luévano. México Jacqueline Fuller. Sudáfrica Joel Torres. México Jorge Vásquez. Guatemala Kouloubek Ishenaliev. Kirguistán Laura Urdapilleta. México Lucy Arce. México Massís Jorge. Guatemala Michel Osmani. Cuba Morisse Annick. Francia Óscar Rodríguez. México Pablos Serna. México Slovaka Ladewis. México

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Coreógrafos: Annick Morisse. Francia Antonio Torres. México Antonio Velazquez. México Kouloubek Ishenaliev. Kirguistán Lila López. México Lise Gagnier. Canadá

Decorados: Gerardo Barba Humberto Naranjo Jesús Velasco

Fotografías: Manuel Aréchiga Roberto Aguilar Gabriel González Rodolfo Mendoza Joel Torres

Grabación: Arturo González José Dávila Rodríguez

Guardarropía: Carolina Castro Padilla Judith Chávez Valdepeña

Iluminación: Alfredo Báez Hurtado Iván Carrillo

Maestra técnica: Déborah Antuche

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Maquillaje: Rosalía Aguirre

Músicos: Benjamín Marín. Piano Ladislao Juárez. Piano

Narradores: ángel Mejía Jesús Velasco

Tramoya: Pedro Bernal Julio Hurtado Iván Carlos Luévano José María Soto Flores

Utilería: Carolina Castro Padilla

Vestuario: Andrea Cadet-Roy Antonio López Mancera Gerardo Valle Isabel Vela Jorge Campos María Elena Cardona Raúl Gamboa Teresa Valiente

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Anexo 4

RepertorioBallet de Aguascalientes (1970 – 1998)Coreografías y montajes de G. Berard y montajes de artistas invitados

1970Las sílfides. Música de F. Chopin. Montaje de G. BerardVariaciones. Música de Leo Delibes. Montaje artista invitadoLa cenicienta. Música de Roland Chaillon. Cuatro actos. Coreografía de G. Berard

1971La noche. Música de M. Moussorsky. Montaje de G. BerardDivertimento. Música de Leo Delibes. Montaje de G. BerardCoppelia. Música de Leo Delibes. Tres actos. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1972Balada. Música de F. Chopin. Montaje de G. BerardBritannicus. Música de G. Bizet. Coreografía de G. BerardLa muerte del cisne. Música de C. Saint Saens. Montaje de G. BerardOrfeo. Música de F. Liszt. Montaje de G. BerardEl rey. Música de Jaques Ibert. Coreografía de G. BerardEl cascanueces. Música de Tchaikovsky. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1973Campesinos. Música de Beethoven. Montaje de G. BerardEl espectro de la rosa. Música de C. Van Weber. Montaje de G. BerardPedro y el lobo. Música de Sergei Prokofiev. Coreografía de G. BerardPas de quatre. Música de Cesare Pugni. Montaje de G. BerardLas preciosas ridículas de Molière. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1974Danzas de Mozart. Música de Mozart. Coreografía de G. BerardEl festín de la araña. Música de Albert Roussel. Coreografía de G. BerardConcierto. Música de Saint Preux. Coreografía de G. BerardEl pájaro azul. Música de Tchaikovsky. Montaje de G. BerardSylvia. Música de Leo Delibes. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

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1975Las fuentes de Roma. Música de Respighli. Coreografía de G. BerardSuite del lago de los cisnes. Música de Tchaikovsky. Montaje de G. BerardPlenilunio. Música de Manuel M. Ponce. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1976La sombra y su sombra. Música de Albinoni. Coreografía de G. BerardLos Vendimiadores. Música de Adolph Adams. Montaje de artista invitadoHamlet. Música de Tchaikovsky. Coreografía de G. BerardEl burgués gentilhombre de Molière. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1977Participación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1998Las dos palomas. Música de André Messager. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1979Juego de niños. Música de Georges Bizet. Coreografía de G. BerardPas de deux. Música de Tchaikovky. Coreografía de G. BerardÓsmosis. Música de Bela Bartok. Coreografía de G. BerardMarcha y adagio. Música de Georges Bizet. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1980Aranzazú. Música de Miguel Bernal Jiménez. Montaje de G. BerardSinfonía. Música de Johannes Brahms. Montaje de G. BerardSuite real. Música de J. Massenet. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1981Polimorfo. Música de Kino Music. Montaje de artista invitadoCanto de amor. Música de Miguel Bernal Jiménez. Montaje de G. BerardRupestre. Música étnica de Oaxaca. Montaje de artista invitadoParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

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1982Participación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1983Participación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1984Pas Indú. Música de Ravi Shankar. Montaje de G. BerardBatucada. Música popular brasileña. Montaje de artista invitadoBailecito. Música de Villalobos Guastamino. Coreografía de G. BerardJudas. Música de Vangelis. Montaje de artista invitadoHomenaje a Lise. Música de André Gagnon. Coreografía de G. BerardYa nunca más. Percusiones, José Ma. Soto. Montaje de artista invitadoElegía a la ausencia. Música de Gustav Mahler. Coreografía de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1985Tactos amorosos. Música de Antonio Vivaldi. Montaje de artista invitadoVaslaw. Música, Cantos gregorianos. Coreografía de G. BerardLa muerte de Romeo y Julieta. Música de Héctor Berlioz. Coreografía de G. BerardApolo. Pas de deux. Música de Igor Stravinsky. Montaje de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1986Isadora. Música de Johannes Brahms. Montaje de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1987El Cid. Música de Jules Massenet. Coreografía de G. BerardViva Vivaldi. Música de Vivaldi. Montaje de artista invitadoParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1988Claro de luna. Música de Claude Debussy. Coreografía de G. BerardAdagio. Música anónima. Coreografía de G. BerardBarcarola. Música de F. Chopin. Montaje de G. BerardRecuerdo a María Callas. Música de cuatro arias de ópera. Coreografía de G. BerardConcierto en Re. Música de Bach. Montaje de artista invitadoParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

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1989Divertimento de La bella durmiente. Música de Tchaikovsky. Montaje de G. BerardLa dama de las camelias. Música de Franz Liszt. Montaje de G. BerardPetrushka. Música de Igor Stravinsky. Montaje de G. BerardLa manía de la danza. Música anónima. Montaje de artista invitadoGavotta. Música anónima. Montaje de artista invitadoDiana y Acteón. Música de César Pugni. Montaje de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1990El joven y la muerte. Música de J.S. Bach. Montaje de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1991La siesta de un fauno. Música de Claude Debussy. Montaje de G. BerardPeleas y Melisandra. Música de Claude Debussy. Montaje de artista invitadoEl gato. Música de Dimitri Kabalevsky. Montaje de G. BerardJuegos. Música de Claude Debussy. Montaje de artista invitadoSaludo de amor. Música de F. Elgar. Montaje de G. BerardEl mandarín maravilloso. Música de Bela Bartok. Montaje de G. BerardCuentos de mi madre Oca. Música de Maurice Ravel. Montaje de G. BerardParticipación en el Ferial de Aguascalientes. Coreografía de G. Berard

1992Carnaval de Venecia. Música de César Pugni. Montaje de G. BerardEsmeralda. Pas de deux. Música de César Pugni. Montaje de G. BerardMuñecos. Música de Johannes Brahms. Montaje de artista invitadoCarmen. Pas de deux. Música de Georges Bizet. Montaje de G. BerardLa bailarina y el soldado. Música de Georges Bizet. Montaje de G. Berard

1993Opus 40. Música de Edvard Grieg. Coreografía de artista invitadoPaquita. Pas de deux. Música de Ludwing Minkus. Montaje de artista invitadoLas mil y una noches. Música de Fikret Amirov. Montaje de artista invitadoRecuerdos. Música de Kalye Moldobasanov. Montaje de artista invitadoAires de Kirguistán. Música tradicional popular. Montaje de artista invitadoLa flauta mágica. Música de Ricardo Drigo. Montaje de G. Berard

BerardGeorGesGeorGes berard, una vida entregada a la danzaes un acercamiento a la vida de un hombre que puso en práctica las palabras que hizo suyas: “Haz lo que amas y ama lo que haces”. Un hombre que tuvo la suerte de descubrir a temprana hora aque-llo que quería hacer en la vida: danzar. Y al ir conociendo el arte de la danza, enamorarse de esta manifestación artística y volcar su vida entera en ella, de tal suerte que Georges Berard ha con-sagrado su vida al ejercicio pleno de la danza como bailarín, como maestro y como coreógrafo creador de numerosos ballets cuyos temas van desde el clásico romántico hasta el contemporáneo.

Aguascalientes tuvo la suerte de recibirlo después de un lar-go periplo desde los fríos ámbitos de su tierra natal en Canadá, hasta los cálidos espacios de cielos claros y soles radiantes de esta tierra mexicana. Cada paso dado en su ya largo caminar ha sido para enriquecerse en experiencias y a la vez volcarse en plena entrega de actividad creadora. Su obra más querida, en estos lares, fue la creación del Ballet de Aguascalientes, compañía que hizo vivir el arte de la danza en nuestro estado y en varios lugares circunvecinos. Berard llevó este arte a los escolares en el Programa de Funciones Didácticas y que ha quedado ya como parte importante de la historia cultural en Aguascalientes.

Carolina Castro Padilla

P r o t A G ó n i c aINSTITUTO CULTURAL DE AGUASCALIENTES

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