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E D I T
O R I A L
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Bueno, otro año más que viene y pasa. Queremosdesearos felices fiestas a todos y esperamos que el
próximo año nos traiga toda la dicha que soñamos.
Bajando a los papeles, que es lo nuestro, nos espera unaño importante, la AEP cumple 25 años y esto haceque pase a otro nivel, la nuestra ya es una asociacióncon tradición, con “historia” que nos permite recordar a los “pioneros” de nuestra afición con cariño yreconociendo su labor. Lamentablemente, poco a pocoalguno nos va dejando, pero siempre nos queda elrecuerdo de su aportación a la papiroflexia y su tratoque nos enriquece a todos. Pero todavía hay muchos
socios fundadores y “veteranos” y pensamos que estose debe aprovechar, que no debemos dejar que estossocios, con más experiencia y conocimientos se aparten.Tienen un legado que compartir y es nuestro deber colaborar en que la Historia de la AEP sea la de unaasociación con una trayectoria ascendente con una basefirme sobre la que apoyarse.
Hasta aquí la filosofía, ahora a trabajar, tenemos una
nueva convención en marcha, y desde luego, osesperamos a todos en El Escorial 2007.
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Quién es Quié
Saadya
Sternberg
omenzaré con una biografía aluso y después hablaré de mi relación conla papiroflexia.
Nací en Boston, en Estados Unidos, enla década de los 60 y crecí viajando en-tre Boston y Jerusalén. Durante mi ju-ventud pasé periodos de mi vida en Lon-dres, París y Budapest. En 1993 me tras-ladé definitivamente a Israel y ahora vivo
en el desierto en la ciudad de Beersheva.
Casi desde mi más tierna infancia he sidoestudiante de arte y de filosofía y tam- bién ocasionalmente me he dedicado aello (pintura de paisajes y retratos, al pastel y al óleo; escultura en cerámica,con láminas de metal (bronce) y recien-temente papiroflexia; y, cuando me heimaginado que tenía algo que decir, hesido profesor de literatura, filosofía, bio-logía, cine y otras cosas). Fui a las Uni-versidades correctas, Harvard y Chicagoy finalmente obtuve un doctorado. Mi co-nexión con el mundo académico fuesiempre tenue y acabó más o menos hacecinco o seis años.
Para ganarme la vida he escrito libros de
texto, he paleado nieve, he dirigido un proyecto de Lingüística Computacional,
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he limpiado servicios, he en-
señado en la Universidad, hetalado árboles, he analizadomodelos de seguridad paraInternet, he vendido mis pin-turas, he trabajado en el cam- po de las inmobiliarias, heayudado al piloto de un yate,he asistido a un arqueólogo,he enseñado inglés en aldeas beduinas, he trabajado en la
agricultura de secano, he sidoartista gráfico, editor, pro-yectista, formador de super-visores de obras….. Real-mente no recuerdo la mayo-ría de los trabajos. En estosúltimos años he estado tradu-ciendo al inglés fragmentosde literatura hebrea de los 25siglos pasados. La forma más
corta de decir todo lo ante-rior es que frecuentementesoy pobre y normalmente es-toy confuso.
Esto me lleva a la papiro-flexia. Bien, realmente aquílas cosas están más claras. Hetenido tres inicios. Mi primer comienzo fue a la edad de 12años, cuando por causa de
una sería enfermedad estuve
algunas semanas hospitaliza-do en Jerusalén y algún án-gel desconocido me dio el primer libro de Randlett yHarbin, prácticamente el úni-co texto de papiroflexia queexistía en aquellos tiempos.Plegué cada modelo de aquellibro y después esperaba im- pacientemente cada uno de
los siguientes libros deHarbin, en rústica, que ibanllegando a nuestra librería.
Estos textos causaron unagran impresión en mí. Peroes solo ahora cuando me doycuenta de cuán profundamen-te dependían estos mismoslibros—que hablaban de
coloridas figuras como las deAdolfo Cerceda (lanzador decuchillos y mago profesio-nal) y de Lygia Montoya(gran dama de los viejostiempos)— de esa tradiciónespecíficamente española de plegado que ya era fuerte enlos años 60 y 70, y que afec-taría a mi propio estilo. Esatradición era distinta de la
desarrollada en Japón, en
EEUU y en el Reino Unido.En Japón estaba Yoshizawa,mi ídolo reconocido y mi ri-val, cuando yo era joven. Y,mientras la distancia entre ély la generación actual de jó-venes diseñadores en Japónes enorme (la simplicidad yla economía se han transfor-mado en lo opuesto, en so-
fisticación técnica), un as- pecto ha permanecido cons-tante: yo pienso que esta pa- piroflexia está más someti-da a un espíritu de dominiodel papel y del plegado. ‘Lo-gremos que el cuadrado hagatodo lo que deseemos’, pare-ce decir. La flexión del pa- pel, tradición que comenzó
con Miguel de Unamuno,siempre parecía tener más deespíritu de fantasía, de pla-centero descubrimiento conel papel, de amistad y demagia. Esto me quedó graba-do a fuego como papiroflexia‘prototípica’, de manera quehoy, cuando tengo periódica-mente el sentimiento de queel alma ha abandonado la
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papiroflexia, son estas lascualidades que yo sigo per-siguiendo.
Pero volvamos a mi historia:después de plegar durantealgunas clases aburridas en elinstituto, me cansé tambiénde doblar y lo dejé durantevarios años. Después- en1987, cuando estaba estu-
diando en Chicago- vi, en elescaparate de una tienda, ungran loro colorido de papiro-flexia. No pude dormir aque-lla noche. Estuve pensando-¿Es con una “base pez”, no?¿Qué hubiera ocurrido si pre-viamente hubiéramos‘blintzado’ el papel? ¿Ha- bríamos ganado más puntas?
¿Y qué hay del resto de losmodelos de aquellos libros?,¿no podríamos variar un poco las bases o combinarlasentre si? Me parecía tambiéna la vez que no había ningu-na buena solución para el problema de los animales ele-mentales, obtener elegante yeficientemente, seis largas puntas a partir de las cuatroesquinas del cuadrado. (DeMontroll y de otros apenasme enteré). ¿Después de todoquién podía quedar satisfe-cho con un ‘cerdo de dos pie-zas’, o con un ‘avestruz con jinete’ –modelos de los librosde Harbin? ¡La gente no
monta avestruces, monta ca- ballos o camellos! De esta
manera me puse a resolver lo
que consideré que eran los problemas del día. Éste fuemi segundo comienzo.
Al lado del loro del escapa-rate había una tarjeta en laque se anunciaba la forma-ción de un nuevo grupo de papiroflexia y venía un nú-mero de teléfono; unos me-
ses después, cuando tras ha- ber diseñado seis o siete mo-delos me había armado deconfianza, llamé. Era elChicago Area OrigamiSociety (CHAOS), entoncesen sus primeros años. Mi aso-ciación con este grupo iba aser larga y fructífera; duran-te algunos años fui el editor
de su revista. Este grupo te-nía, y todavía tiene, algunos plegadores de primera filacon características bastantecoloristas y espero que al-guien, algún día, cuente con-venientemente su historia.
Durante aquellos mismosaños (finales de los 80) co-mencé a experimentar la es-cultura con láminas de alu-minio y después con láminasde cobre. Pienso que conoz-co las propiedades de las lá-minas de metal tan bien comoel mejor. De ahí que en esetrabajo tendí a minimizar loscortes (los cortes en las lámi-
nas metálicas viajanincontroladamente), esto no
me pareció en modo alguno papiroflexia – la sensación de plegar láminas metálicas escompletamente diferente dela del doblado lineal del pa- pel. Pero algunos de los mé-todos que usé con ellas para
crear caras y cabezas volvie-ron a funcionar más tarde con papel.
En 1993 me trasladé a Israely dejé totalmente la papiro-flexia. En parte fue por elcambio geográfico y en par-te por el deseo de ‘volvermeserio’ y emprender una carre-ra académica propiamentedicha. Pero fue también (séque esto suena estúpido) por-que en 1993 inventé al fin un buen caballo (“tan buenocomo el de StephenWeiss…”), esto es, un animalde seis puntas, con hermososy largos miembros, y con ello
había resuelto el problemacon el que empecé. No que-
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daba nada más por hacer. De
hecho podía intentar anima-les más complicados, perosería exactamente más de lomismo, y además, la comple- jidad nunca me había pareci-do el desafío real; la elegan-cia, la simplicidad y la eco-nomía sí que lo eran. Tam- bién sentía que mi papiro-flexia se estaba volviendo
demasiado técnica, estaba perdiendo su corazón y susentido. No me parecía sufi-cientemente artístico. Dedi-qué la mayor parte de miatención a dibujar al pastel.
Hace unos tres años, por va-rias razones con las que nomerece la pena aburriros, me
asaltó la vergüenza de no ha- ber publicado ninguno deesos antiguos diseños. Paraarmarme de valor para hacer-lo, empecé a buscar un gru- po en Israel. Una búsqueda por Internet me reveló que la
noche siguiente tendría lugar,
en una ciudad lejana en elnorte, una reunión del un gru- po así; esto dio lugar al Is-raelí Origami Center. Estuveallí. En la reunión, se estuvo planeando la Primera Con-vención Internacional en Is-rael. Decidí que tenía quecausar impresión. Era en seissemanas. Por tanto hice lo
que sabía: grandes caras ycabezas esculpidas, esta vezno con láminas de aluminio puro sino con papel reforza-do con aluminio (usando lasconsistentes láminas que ten-go). Esto resultó una combi-nación muy afortunada y, fi-nalmente, satisfactoria artís-ticamente. Como la lámina
metálica es demasiado libre,se puede hacer con ella lo quese quiera, incluso estrujarlahasta volverla “sólida”, peroel papel impone una discipli-na, te fuerza a trabajar lim- piamente con líneas y super-
ficies. Por otro lado muchos
pliegues esculturales, comolas curvas, son mucho másfáciles de hacer cuando hayuna lámina metálica en el re-vés del papel que con el pa- pel solo. Con ambos juntostenemos lo mejor de ambosmundos. Y los plieguescurvilíneos en papel marrónliso tienen una suavidad tan
bella, tan expresiva …..
Bueno, ni que decir tiene quetodo funcionó muy bien en laconvención. Dio también lu-gar en 2005 a una gran expo-sición en una galería de arte,después a una página web(www.saadya.net), que fueanunciada en Barcelona
cuando recalé en la conven-ción de la AEP (he de decir que fue una experiencia muydulce y emocionante). Locual llevó sucesivamente ainvitaciones a la exposiciónde ‘Masters of Origami’ en
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Salzburgo, a mi blog, a la re-
ciente conferencia 4OSMEen California, a la conven-ción de papiroflexia en Co-lombia el pasado mes, y aho-ra estoy comenzando a cola- borar en la organización deuna futura exposición en ungran museo de Israel.
Las cosas se están moviendo
razonablemente. Puedo con-tar con seguir siendo igual de pobre mañana como hoy: lagente seguirá diciendo ‘essolo papel’ y no abrirán sucartera. Pero posiblemente
yo estaré menos confuso.
Pues ahora tengo cosas quehacer. La papiroflexia es un juego, una actividad social yun arte; también es un cami-no para encontrar gente real-mente fantástica (si bien con pocas mujeres—de momen-to). Algunos de estos aspec-tos están en tensión con otros, pero en cualquier caso pre-
fiero resaltar el lado artísticode las cosas. En la práctica,esto significa: (1) promover este campo ante el públicocomo un todo (incluso si esarte que no comparta mis
obsesiones, tales como sim-
plicidad y vitalidad), a travésde exposiciones o de cual-quier otra cosa que dignifiqueel tema, (2) hacer por mi par-te un trabajo puntero siemprey cuando esté listo para ello,y (3) pensar un poco acercade la estética de la papiro-flexia de modo que impulsea la gente (y a mí el primero)
a mejorar su arte.
Si, hay muchas cosas que ha-cer. Y ahora extendamos el papel y pongámonos a traba- jar.
Fragmento de la composición realizada por Saadya, basada en una idea y en fotos tomadas por David
Brill en Barcelona 2005. De izda. a dcha. David López Name, Guillermo García Crespo, Ramón Thomas, Nicolas Terry, Román Díaz, Robert Lang, Manolo Maya y Sergio Antioquía
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Mono / MonkeySaadya SternbergDiagramas: José Ignacio Royo Prieto
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