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  • Ibrahim Hidalgo Paz

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    Reconquistar al hombre.Reconquistar al hombre.Reconquistar al hombre.Reconquistar al hombre.Reconquistar al hombre.Notas sobre la revolucinNotas sobre la revolucinNotas sobre la revolucinNotas sobre la revolucinNotas sobre la revolucin

    de Jos Martde Jos Martde Jos Martde Jos Martde Jos Mart

    no. 8: 110-114, octubre-diciembre, 1996.

    Investigador. Centro de Estudios Martianos.

    Ibrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo Paz

    Nadie tiene hoy su fe segura. Los mismos que locreen, se engaan. Los mismos que escriben fese muerden, acosados de hermosas fieras interiores, lospuos con que escriben.1 Estas palabras de Martcorresponden a 1882. Eran tiempos de reenquiciamientoy remolde, de crisis espiritual, que acompaaba a losveloces cambios que hacan del hombre un objetodevaluado frente a las enormes fuerzas tcnicasdesplegadas en la poca. La tecnologa de la modernidadaceleraba los ritmos de la vida. Los ferrocarriles se habanconvertido en smbolo de un mundo que mediante losintercambios comerciales y las comunicaciones se hacams estrecho, se empequeeca, con sus consecuenciaspositivas y negativas.2 Los valores que hasta entonces setenan como slidos, eternos, demostraban su fragilidadante el avance impetuoso de los cambios que echabanabajo barreras, concepciones y modos de vida.3 Era unapoca de transicin.

    A fines del siglo XX, en medio de una etapa de cambios,ocurren transformaciones que tambin han conducido auna crisis de valores.

    Determinados sistemas de ideas, concepciones,creencias han demostrado su invalidez. Y aquellos quelos sostenan como verdades inmutables, eternas, se hanquedado perplejos ante el vaco terico dejado por unarealidad que no corresponde con los postulados iniciales.Algunos abandonan la participacin en todo quehacerpoltico, aduciendo el fracaso del marxismo. Otros, sinnegar lo esencial de este, intentan elaborar nuevasconcepciones que posibiliten la continuacin de la luchapor la justicia social.

    Los estudiosos del pensamiento martiano podemoshallar en las ideas del Maestro una fuente de inspiraciny una gua en la bsqueda de respuestas a las interrogantesactuales. Sin embargo, es necesaria una advertencia. Elmayor valor del estudio de una personalidad de otra pocaradica en conocer sus respuestas a los problemas de sutiempo, las soluciones que propuso para aquellos en suscircunstancias, la manera en que hizo frente a susadversarios, los mtodos y vas para la exposicin ydefensa de sus ideas. En los resultados de estas bsquedasse hallan lecciones que pueden servirnos tanto paraconocer el pasado como para elegir los nuevos paradigmas.

    Al mismo tiempo, es necesario considerar que enninguna obra de un pensador de otra poca aparece ladescripcin del mundo de hoy, de sus problemas y de las

    Ponencia presentada al evento Jos Mart y los desafos del sigloXXI, Santiago de Cuba, 16-19 de mayo de 1995.

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    respuestas para estos. No se debe pretender encontrar lasolucin de los problemas de hoy por tal va; pero s unamejor comprensin de estos, si es posible estableceranlisis comparativos, y no pasar por alto las advertenciasy valores permanentes. Las claves del conocimiento deese pasado o del presente no se hallan en ninguna leysupuestamente universal que podamos aplicar a larealidad, sino en el estudio sistemtico de esta paradescubrir las verdades e interpretarlas adecuadamente.4

    El mtodo ha de servir para orientar las bsquedas yestablecer los principios del anlisis, pero nunca paraofrecer conclusiones previas que el investigador debevalidar.

    El estudio del pensamiento y la vida de Jos Mart notiene como objetivo el desarrollo de habilidadespragmticas para el uso de fragmentos o pginas de sustextos como apoyo justificativo de determinados hechoso ideas del presente. Se trata de conocer profundamenteel pensamiento del Maestro, valorar su permanencia, laproyeccin de aquellas concepciones de valor universalque elabor para su poca y que la han transcendido; losprincipios que constituyen la base de su ideario, eldominio del mtodo cognoscitivo que le permitipenetrar las realidades de su poca, as como su visin dela responsabilidad del hombre ante la sociedad. A la vez,ha de estudiarse su vida, pues en l se da la cualidad pococomn de la correspondencia entre la prdica y laactuacin, que comparte no solo los anhelos y logros desu pueblo, sino tambin sus angustias y carencias.

    En estos momentos de crisis ideolgica, es posiblehallar en el pensador cubano los fundamentos de unaestructura socioeconmica a la que l llam repblicajusta, repblica democrtica, como uno de losfundamentos del proyecto de ordenacin ms acertadade la sociedad, ante el fracaso tanto del modelo capitalistacomo del socialismo sovitico.

    La legitimidad mayor de estas ideas se halla en suenraizamiento en la realidad continental y cubana, y dehaber surgido del conocimiento profundo de estas. Martconsideraba que deba llevarse adelante el estudio de losfactores reales del pas. Conocerlos basta, sin vendasni ambages; porque el que pone de lado, por voluntadu olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por laverdad que le falt, que crece en la negligencia, y derribalo que se levanta sin ella.5

    Apegado a la verdad, desarroll el Apstol un mtodode conocimiento del mundo. El conocimiento era, paral, un instrumento de la accin, que nace de ella y a ellavuelve. Intentaba atrapar la totalidad en lo singular, sinideas preconcebidas, sin prejuicios, con la mente abiertaa todo lo nuevo. De este modo lograba una visin unitariade la multiplicidad fenomnica; una visin de todas lasaristas posibles del objeto de estudio, integradasarmnicamente, con afn reinterpretativo.

    Aplicado este mtodo a la sociedad, pudo formarseuna concepcin histrica racional, basada en los procesoseconmicos, polticos y culturales. Aplicndolo al estudiode los dos factores histrico-geogrficos de nuestrocontinente, pudo entender las fuerzas que pugnaban en

    ambos, las caractersticas de sus relaciones, as como lainfluencia del resto del mundo sobre estas, hasta advertirla amenaza que representaba el expansionismo de losEstados Unidos para Nuestra Amrica, su afnhegemnico, y sus continuos esfuerzos por alcanzar eldominio poltico y econmico sobre todos los pases delrea. Elabor as una concepcin antimperialista, quemarchaba paralelamente con su latinoamericanismo. Lasformas transnacionalizadas que asume hoy elimperialismo no niegan lo esencial de las advertenciasmartianas.

    Su concepcin de la repblica democrtica buscabael modo adecuado de ordenar la sociedad para garantizarel desarrollo de una nacin fuerte, unida, capaz degobierno propio, sin intromisiones ajenas, querespondiera a los intereses de las amplias mayoras, porencima de todos los que le sean ajenos. Para garantizar,en resumen, la independencia y la soberana.

    El proyecto emancipatorio no es un tema tericoabstracto, sino un problema poltico afincado en larealidad, que se halla en el centro de la disyuntiva entre laaccin y la impotencia.6 El error no radica en buscarsoluciones, sino en pretender hallarlas desde unamentalidad colonizada. A conflictos propios, solucionespropias, dijo Mart en fecha tan temprana como 1876,idea que sostuvo durante toda su vida, y que est expresadaen 1891 de este modo: Conocer el pas, y gobernarloconforme al conocimiento, es el nico modo de librarlode tiranas.7

    El error advirti el Maestro podra continuar si,una vez conocidos los fenmenos, se pretendieraamoldarlos a esquemas prehechos, con violencia de larealidad, va segura para el fracaso a mayor o menor plazo.Como salida igualmente errnea, solo cabra apelar a laimposicin coercitiva, con negacin del centro mismodel proyecto martiano: el hombre. El bienestar de este nodebe esgrimirse como pretexto para actuar contra lanaturaleza humana. No es con una concepcin celestedel mundo como pueden hallarse las soluciones alhambre, la incultura y el atraso econmico. Hay queapearse de la fantasa y echar pie a tierra con la patriarevuelta,8 pues no se acta con ngeles, sino con seres decarne y hueso, ni se debe pretender la existencia de unasociedad paradisaca. El objetivo es una sociedad dondeimpere la justicia social, y esta ha de presentarse comoalcanzable. Imperfecta, pero posible.

    La sabidura est en comprender el mundo actual. Elproyecto de emancipacin humana no se halla en el escapeilusorio ante las nuevas condiciones, sino en elenfrentamiento a sus aspectos negativos.

    La historia no se detiene en ningn punto de negacin,ni se halla el gnero humano en un retorno cclico. Lareimplantacin defectuosa del capitalismo en lo que fueel campo socialista equivale al triunfo, por una parte, dela reaccin poltica, y por otra, de la racionalidadtecnolgica sobre la negacin de las posibilidades infinitasdel quehacer humano en las condiciones de libertade iniciativa creadoras que aquel sistema debi propiciar;

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    pero no lo hizo. No es conveniente considerar al serhumano un mero productor de bienes materiales.9 Nose alcanza el bienestar con la socializacin de todos losmedios de produccin, si el mundo espiritual del serhumano debe olvidarse en nombre de la defensa de lascondiciones materiales de existencia.

    El humanismo revolucionario de Jos Mart nocoincide con formulaciones abstractas, que idealizan alos seres humanos, sino con una concepcin apegada a larealidad: los pueblos no estn hechos de los hombrescomo debieran ser, sino de los hombres como son. Y lasrevoluciones no triunfan, y los pueblos no se mejoran siaguardan a que la naturaleza humana cambie.10

    Se trata de moldear la masa humana con la levaduraeficiente de la accin revolucionaria.11 Esta, para elApstol, ha de tener el bien del hombre como objetivoesencial y, a la vez, como centro del proceso mismo detransformacin. El hombre es el gestor, el actor y elbeneficiario de la revolucin. En documento de magnitudprogramtica, el Manifiesto de Montecristi, queda resumidaesta idea: Honra y conmueve pensar que cuando cae entierra de Cuba un guerrero de la independencia [...] caepor el bien mayor del hombre.12 No apela el Maestro alhombre idealizado, sino al individuo concreto. Comoseala Nol Salomon, para l, el individuo (con susposibilidades psicolgicas y morales y por lo tanto sucario para los dems) es el punto de partida de todo, laclula primera de la sociedad y de la humanidad.13

    Advierte Mart que la dicha futura de Cuba se encontraren el pleno goce individual de los derechos legtimosdel hombre; que la Repblica ha de tener por base elcarcter entero de cada uno de sus hijos, el hbito detrabajar con sus manos y pensar por s propio, lo quepara l constitua no solo un derecho, sino un deber: Elprimer deber de un hombre es pensar por s propio.14

    Para el dirigente poltico que llamaba a su pueblo auna guerra de liberacin nacional contra un poderabsoluto, intransigente, antidemocrtico, no bastaba conformar combatientes para las batallas que se librarancon fusiles, sino para los enfrentamientos ideolgicos quetendran lugar antes, durante y despus de la contienda.De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace:ganmosla a pensamiento.15 El totalitarismo espaol,como toda forma de absolutismo, creaba deliberadamentela oscuridad de la conciencia, como un medio degarantizar el poder mediante la ignorancia cvica ypoltica, que destruyera las fuentes personales de laconciencia de s y de la autoestima, con la sobrevaloracinde las virtudes ajenas como va encaminada a la prdidade la identidad personal y nacional. Es por ello que Martconcibi al individuo como centro de su labor formativa,pues solo el hombre capaz de decidir por s mismo antelas opciones que se le presentan podr acometerconscientemente la transformacin de la sociedad. Cadauno ha de asumir la realidad y actuar con independenciade criterios a partir del conocimiento de aquella. Estadebe ser una decisin consciente, no un acto deacatamiento sumiso de lo dispuesto por otros.16 La raznse alimenta de saber, y para ello el individuo necesita el

    acceso a las mayores y ms amplias fuentes deinformacin, para nutrir su inteligencia con opinionesvarias y encontradas, que posibiliten la ampliacin de suespectro cognoscitivo, y hagan vlida su eleccin.17

    El proyecto emancipatorio que tome como una desus fuentes el pensamiento martiano hallar en este unaclara concepcin del vnculo hombre-sociedad. Nopreconiza el Apstol una actitud individualista, sino,por el contrario, su empeo se centra en lograr laintegracin de cada uno al proceso liberador. Pero sinque ello signifique la anulacin de la persona, pues paraforjar la dignidad colectiva de un pueblo ha de partirsedel respeto a la dignidad plena del hombre, del respeto asu individualidad, a sus derechos como ser humano.18

    La redencin que persigue el proceso revolucionariono es formal, sino efectiva, por lo que Mart seala: Nila originalidad literaria cabe, ni la libertad polticasubsiste mientras no se asegure la libertad espiritual. Elprimer trabajo del hombre es reconquistarse.19

    El pueblo cubano, deformado por el colonialismo,deba conquistar no solo la independencia poltica,entendida esta como el derecho al gobierno propio y alestablecimiento de la repblica democrtica, sinotambin la independencia de las mentes la primeralibertad, base de todas, es la de la mente.20 Un pas serms libre, prspero y seguro en su soberana, en lamedida en que cada uno de sus hijos piense y sienta conalma de nacin. En la concepcin martiana, el elementoesencial de esta es el ser individualmente considerado,cuya unin constituye el pueblo, que deviene as no unente abstracto y amorfo, sino un conglomerado depersonas, cada una digna de respeto: ese respeto a lapersona humana que hace grandes a los pueblos que loprofesan y a los hombres que viven en ellos, y sin el cuallos pueblos son caricaturas, y los hombres insectos.21

    Considerado de este modo, el concepto de pueblo ganauna dimensin concreta que hace factible el mejorentendimiento del criterio de la relacin individuo-sociedad.

    A lo largo de toda su obra, el Apstol indica que elhombre se debe a su pueblo, que desde sus primerospasos ha de compartir con este desvelos, inquietudes,angustias, alegras, derrotas y victorias que ha de asumircomo propios en la medida en que se forja como hombre.Unido as al resto de sus conciudadanos, el individuono ha de pretender erigirse en amo de otros, sino enservidor de la colectividad, y en lo que a esta atae, hade acatar la opinin de la mayora: Yo no creo que enaquello que a todos interesa, y es propiedad de todos,deba intentar prevalecer, ni en lo privado siquiera, laopinin de un solo hombre. Pensamiento raigalmentedemocrtico, volcado a la tarea de forjar una nacinsobre bases nuevas, concibe que las cosas de muchoshombres no se hacen con la voluntad, ni con el herosmo,de un solo hombre, y aade: Hroe, se lo puede sertodos los das: pero el verdadero hroe es el que sacrificasu herosmo al bien de su patria.22

    Con tales principios se construira la repblica justa,democrtica, con todos, y para el bien de todos. No es

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    casual que el discurso de Mart conocido por su frasefinal se halle al comienzo de la etapa de fundacin delPartido Revolucionario Cubano, organizador de la guerranecesaria para alcanzar la independencia patria. En estaspocas palabras se resume lo esencial del programa de lanueva ordenacin poltica concebida por el Maestro.

    Con todos los integrantes de la nacin deba alcanzarsela patria independiente. Solo quedaran excluidos quienesse excluyeran por soberbia o por apego obediente al amoextranjero. La obra de unidad exiga el esfuerzo mximo,pues habran de juntarse cubanos y espaoles, negros yblancos, hombres y mujeres, obreros y propietarios,civiles y militares, los de la Isla y los de las emigraciones.Se hallaban en juego tanto la independencia del pas comola nacionalidad cubana; la libertad poltica como lacultura autctona; el peligro de continuar siendo coloniade Espaa, como el de convertirse en colonia de losEstados Unidos. Y ante peligros de tal magnitud no cabala ensoacin de lograr la unanimidad en cada propuesta,sino la unin en los objetivos inaplazables: el logro de laindependencia nacional, la soberana popular y la justiciasocial.

    Con todos los que compartieran estos fines se hara elesfuerzo comn. Cuba deba salvarse de los peligros dela autoridad personal y de las disensiones en que, porfalta de la intervencin popular y de los hbitosdemocrticos en su organizacin, cayeron las primerasrepblicas americanas. La garanta del xito radicaba enla incorporacin de las grandes mayoras de patriotas a laempresa de romper todas las ataduras al rgimen colonialibrico. Y quien convocaba a tal fin, no poda comenzarpor tratar de imponer condiciones inaplicables alconglomerado heterogneo que constituye el pueblo.Refirindose al Partido Revolucionario Cubano, Martexpres que no poda abrirse al desorden el pensamientoque lo guiaba, pues esto sera tan funesto como reducirsu pensamiento a una unanimidad imposible en un pueblocompuesto de distintos factores, y en la misma naturalezahumana. La unidad de pensamiento, seala, de ningnmodo quiere decir la servidumbre de la opinin.23 Soloel pensamiento creador posibilitara el acceso al gobiernopropio, en el que no crean los polticos imitadores, deprosapia antinacional.

    No buscaba el nuevo sacrificio la perpetuacin delalma colonial en nuestra vida, con novedades de uniformeyanqui, sino la esencia y realidad de un pas republicanonuestro, sin miedo canijo de unos a la expresin saludablede todas las ideas y el empleo honrado de todas lasenergas. El Maestro advierte sobre estos peligrosinternos: la presencia de hbitos coloniales en lapreparacin de la contienda, y la perpetuacin de lacolonia en la repblica futura. El trabajo no est en sacara Espaa de Cuba; sino en sacrnosla de las costumbres,advirti. De Espaa hemos de ser independientes [...] Yde los vicios sociales, tales como el despotismo y soberbiade nuestra opinin, la falta de respeto a la opinin ajena.24

    El bien de todos no es una frase ocasional en eldiscurso martiano. Constituye un objetivoprogramtico. El bien no alude solo al bienestar material,

    sino adems a las condiciones favorables para la plenarealizacin espiritual del individuo y la colectividad. Peroes obvio que sin los recursos que garanticen la subsistenciaes difcil alcanzar la plenitud del ser humano. Comoapunta Medardo Vitier, el bien supone bienes, o, de otromodo, queda infecundo en la contemplacin no ms. Enla proposicin martiana lo material est conciliado conlo moral, pues su logro no se proyecta hacia fines egostas,sino para la satisfaccin de todos, expresin que no aludea la colectividad abstracta sino [a] la suma de losindividuos. Al expresar los objetivos a alcanzar en larepblica, Mart habla agrega Vitier sobre el bien decada uno, no la referencia vaga a lo colectivo.25 Larevolucin habra de propiciar que cada ciudadanoalcanzara una vida digna, no mediante un ilusorioigualitarismo econmico nivelador, sino por el trabajo yel esfuerzo de cada cual. La revolucin habra de lograr,al mismo tiempo, que el bien sea de todos, no de un grupode favorecidos que justificara su encumbramiento porsupuestos servicios a la sociedad, y en realidad verdaderosportaestandartes del ms feroz individualismo, porquese practicara a nombre del colectivismo.

    Para lograr la movilizacin de las masas tras unproyecto emancipatorio, este ha de tener en cuenta laleccin poltica del Maestro: la sociedad democrtica quese postula ha de organizar la produccin y la distribucinde la riqueza de modo que sean satisfechas las necesidadesmateriales y espirituales de cada individuo, y ha dealcanzar la genuina solidaridad, al superar elindividualismo mediante la potenciacin de los valoreshumanos. El ncleo central del discurso martiano seresume en las siguientes palabras:

    yo quiero que la Ley primera de nuestra repblica sea el cultode los cubanos a la dignidad plena del hombre [...] O larepblica tiene por base el carcter entero de cada uno de sushijos, el hbito de trabajar con sus manos y pensar por spropio, el ejercicio ntegro de s y el respeto, como de honorde familia, al ejercicio ntegro de los dems; la pasin, en fin,por el decoro del hombre, o la repblica no vale unalgrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre denuestros bravos. Para verdades trabajamos, y no para sueos.26

    A ms de cien aos de la cada en combate de JosMart, debemos tener presentes todas las facetas de supensamiento, y contribuir a que sus ideas se conviertanen realidad.

    Notas

    1. Jos Mart, El Poema del Nigara, prlogo al libro homnimode Juan Antonio Prez Bonalde, Nueva York, 1882, Obras completas,La Habana, 1962-1972, t. 7, p. 225. (En adelante citar por estaedicin, que identificar con las siglas O. C.)

    2. Vase Jos Olivio Jimnez, Jos Mart y la creacin delmodernismo hispanoamericano, Actas del Congreso Internacionalsobre el Modernismo espaol e hispanoamericano y sus races andaluzas ycordobesas, Crdoba, 1987, pp. 209-210. Del mismo autor, Unaaproximacin existencial al Prlogo al Poema del Nigara deJos Mart, Anales de Literatura Hispanoamericana, n. 2-3, Madrid,1973-1974.

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    3. Vase Angel Rama, La dialctica de la modernidad en JosMart, Estudios Martianos, Editorial Universitaria, Universidadde Puerto Rico, 1974, pp. 154-155 y 169.

    4. Vase Manuel Moreno Fraginals, La Historia como arma, Casade las Amricas, n. 40, La Habana, enero-febrero de 1967, pp. 26-27.Vase Luis Vitale, Carta abierta para un debate. Pifias y aciertosde Marx sobre Amrica Latina, Punto Final, n. 286, Santiago deChile, quincena del 21 de marzo al 3 de abril de 1993, p. 21.

    5. Jos Mart, Nuestra Amrica (La Revista Ilustrada de NuevaYork, 1 de enero de 1891), edicin crtica, investigacin,presentacin y notas de Cintio Vitier, Centro de Estudios Martianosy Casa de las Amricas, La Habana, 1991, p. 21.

    6.Vase Adolfo Snchez Vzquez, Posmodernidad, posmodernismoy socialismo, Casa de las Amricas, n. 175, La Habana, julio-agostode 1989, p. 138.

    7. Jos Mart, Nuestra Amrica, ob. cit., p. 18. La frase anterior esde La polmica econmica. A conflictos propios, solucionespropias. La cuestin de los rebozos. Cuestiones que encierra(Revista Universal, Mxico, 23 de septiembre de 1875), O. C., t. 6,p. 334.

    8. Estos dos fragmentos se hallan en Jos Mart, El tercer ao delPartido Revolucionarios Cubano (Patria, 17 de abril de 1894),O. C., t. 3, p. 140; el anterior es de Carcter (Patria, 30 de julio de1892), O. C., t. 2, p. 76.

    9. Frei Betto, Mstica y socialismo, Casa de las Amricas, n. 185, LaHabana, octubre-diciembre de 1991, p. 123. Son varios los autoresque coinciden en sealar el poco desarrollo alcanzado en el temadel humanismo por parte de los marxistas. El propio Betto indica:El marxismo elabor poco la cuestin de la subjetividad humana(p. 25). Por su parte, Fernando Gonzlez Rey, en El individuo:su lugar en la sociedad socialista (Casa de las Amricas, n. 178, LaHabana, enero-febrero de 1990, p. 32) expresa: El tema del individuoha sido muy poco tratado en la literatura marxista.

    10. Jos Mart, La guerra (Patria, 9 de julio de 1892), O. C., t. 2,p. 62; Vibha Maurya, en El humanismo de Jos Mart y MahatmaGandhi (Anuario del Centro de Estudios Martianos , n. 10, LaHabana, 1987, p. 241), expresa: el factor decisivo de su humanismo[el de Mart] no lo es fuerza divina alguna, sino el mismo hombre, lafuerza del hombre de superar sus limitaciones y vencer susdificultades.

    11. Pablo Guadarrama Gonzlez, Consideraciones metodolgicassobre la recepcin de la herencia martiana, Anuario del Centro deEstudios Martianos, n. 13, La Habana, 1990, p. 341. Guadarramacalifica de humanismo prctico al de Mart. Vase GregorioWeinberg, Viejo y nuevo humanismo, Cuadernos Americanos,n. 38, Mxico D.F., marzo-abril de 1993.

    12. Jos Mart, El Manifiesto de Montecristi. El Partido RevolucionarioCubano a Cuba, Centro de Estudios Martianos-Editorial de CienciasSociales, La Habana, 1985, p. 28.

    13. Nol Salomon, En torno al idealismo de Jos Mart, Cuatroestudios martianos, Centro de Estudios Martianos-Casa de lasAmricas, La Habana, 1980, p. 58. Vase en este mismo libro Elhumanismo de Jos Mart.

    14. Jos Mart, Hombre de campo, O. C., t. 19, p. 381; los dosfragmentos anteriores corresponden a El tercer ao del PartidoRevolucionario Cubano (Patria, Nueva York, 17 de abril de 1894),O. C., t. 3, p. 139, y Discurso en el Liceo Cubano, Tampa, 26 denoviembre de 1891 (conocido como Con todos y para el bien de

    todos), O. C., t. 4, p. 270. Esta pieza oratoria ser citada en adelantecomo Discurso en Tampa.

    15. Jos Mart, Carta a Benjamn Guerra y Gonzalo de Quesada,Cabo Haitiano, 10 de abril [1895], O. C., t. 4, p. 121.

    16. Asegurar el albedro humano; dejar a los espritus su seductoraforma propia; no deslucir con la imposicin de ajenos prejuicios lasnaturalezas vrgenes; ponerlas en aptitud de tomar por s lo til, sinofuscarlas, ni impelerlas por una va marcada. He ah el nicomodo de poblar la tierra de la generacin vigorosa y creadora que lefalta!. Jos Mart, El Poema del Nigara, O. C., t. 7, p. 230.

    17. Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, esel que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseaun cmulo aislado y absoluto de doctrinas. Jos Mart, El Poemadel Nigara, O. C., t. 7, p. 230. Y en Revista de los ltimossucesos (La Nacin, Buenos Aires, 21 de mayo de 1887), O. C., t. 11,p. 188, dice: Enorme es el beneficio de vivir en un pas donde de lacoexistencia activa de diversos cultos impide aquel estado medrosoe indeciso a que desciende la razn all donde impera un dogmanico e indiscutible.

    18. Jos Mart, El poema del Nigara, O. C., t. 7, p. 230. En ElPartido Revolucionario Cubano a Cuba (Patria, 27 de mayo de1893), O. C., t. 2, p. 346, expresa: Slo la opresin debe temer elejercicio pleno de las libertades.

    19. Jos Mart, El poema del Nigara, O. C., t. 7, p. 230.

    20. Jos Mart, En los Estados Unidos (La Nacin, Buenos Aires,22 de noviembre de 1889), O. C., t. 12, p. 348.

    21. Jos Mart, Carta a La Repblica (La Repblica, Honduras,14 de agosto de 1886), O. C., t. 8, p. 20. En el Discurso en Tampaseala: Su derecho de hombres es lo que buscan los cubanos en suindependencia; y la independencia se ha de buscar con alma enterade hombre. (O. C., t. 4, p. 273)

    22. Jos Mart, Los moros en Espaa (Patria, 31 de octubre de1893), O. C., t. 5, p. 335. El fragmento anterior corresponde a Cartaa Serafn Bello, Nueva York, 9 de noviembre de 1887, O. C., t. 1,p. 208.

    23. Jos Mart, Generoso deseo (Patria, 30 de abril de 1892), O. C.,t. 1, p. 424. El fragmento anterior corresponde a Carta al Presidentedel club Jos Mara Heredia, Nueva York, 25 de mayo de 1892,O. C., t. 1, p. 458.

    24. Este y el fragmento anterior han sido tomados de Jos Mart,Cuatro clubs nuevos (Patria, 14 de enero de 1893), O. C., t. 2,p. 196 y 195, respectivamente. El primero de este prrafo correspondea Discurso en Tampa, O. C., t. 4, p. 273.

    25. Esta y la primera cita en el prrafo son de Medardo Vitier,Doctrina social. III, Valoraciones , Universidad Central de LasVillas, Departamento de Relaciones Culturales, 1960, t. I, p. 424y 425, respectivamente; el otro fragmento es de Doctrinasocial. I, p. 420.

    26. Jos Mart, Discurso en Tampa, O. C., t. 4, p. 270.

    , 1996.